Hospital General De Zona #11
Instituto Mexicano del Seguro Social
Univerisdad Autonoma de Coahuila
ALIMENTACION DEL
NIÑO SANO
JULIO CESAR HERNANDEZ GUTIERREZ
Medico Interno de Pregrado
La cifra estimada de muertes de niños debidas a la desnutrición es de 2,7 millones, lo cual
representa el 45% de todas las muertes de niños. La alimentación del lactante y del niño
pequeño es fundamental para mejorar la supervivencia infantil y fomentar un crecimiento
y desarrollo saludables. Los primeros dos años de la vida del niño son especialmente
importantes, puesto que la nutrición óptima durante este periodo reduce la morbilidad y
la mortalidad, así como el riesgo de enfermedades crónicas, y mejora el desarrollo
general.
Una lactancia materna óptima tiene tal importancia que permitiría salvar la vida de más
de 820 000 menores de 5 años todos los años.
La OMS y el UNICEF recomiendan:
inicio inmediato de la lactancia materna en la primera hora de vida;
lactancia exclusivamente materna durante los primeros seis meses de vida;
introducción de alimentos complementarios seguros y nutricionalmente
adecuados
a partir de los seis meses, continuando la lactancia materna hasta los dos años o más.
Sin embargo, muchos lactantes y niños no reciben una alimentación óptima. Por ejemplo,
por término medio solo aproximadamente un 36% de los lactantes de 0 a 6 meses
recibieron lactancia exclusivamente materna durante el periodo de 2007-2014.
Las recomendaciones se han revisado para tener en cuenta también las necesidades de los
lactantes cuyas madres están infectadas por el VIH. Los tratamientos antiretrovíricos
actuales permiten que estos niños tengan una lactancia exclusivamente materna hasta los
6 meses y sigan recibiendo lactancia materna al menos hasta los 12 meses con un riesgo
significativamente menor de transmisión del VIH.
PERIODOS DE LA ALIMENTACIÓN INFANTIL
El lactante es el niño que se alimenta fundamentalmente de leche. Comprende la edad
que va desde el nacimiento a 12 meses. Los “Periodos de la Alimentación del Niño” como
definió el Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría en 1982 son tres:
– Periodo de lactancia: comprende los 6 primeros meses de vida, durante los cuales su
alimento debe ser de forma exclusiva la leche materna (según la OMS), y en su defecto, las
fórmulas para lactantes.
– Periodo transicional: integra el segundo semestre de vida, hasta cumplir un año. En el se
inicia la Diversificación Alimentaria que comporta el inicio progresivo de la alimentación
complementaria, introduciendo alimentos distintos a la leche materna o fórmula.
– Periodo de adulto modificado: abarca la edad preescolar y escolar hasta los 7-8 años de
edad. En este periodo el niño va adoptando una alimentación progresivamente más
parecida a la de los adultos, y gradualmente a una dieta que proporcione un 30% de la
energía total en forma de grasa, y de ésta un tercio en forma de grasa saturada, en lugar
del 50% de grasa y mayor proporción de grasa saturada propia de la leche materna. El
establecimiento de estos periodos responde a las características propias de cada edad, en
cuanto a requerimientos energéticos y maduración funcional, hábitos familiares y
culturales.
Alimentación complementaria
Alrededor de los seis meses, las necesidades de energía y nutrientes del lactante
empiezan a ser superiores a lo que puede aportar la leche materna, por lo que se hace
necesaria la introducción de una alimentación complementaria. A esa edad el niño
también está suficientemente desarrollado para recibir otros alimentos. Si no se
introducen alimentos complementarios alrededor de los seis meses o si son administrados
de forma inadecuada, el crecimiento del niño puede verse afectado. Los principios
rectores de una alimentación complementaria apropiada son:
Seguir con la lactancia materna a demanda, con tomas frecuentes, hasta los dos
años o más.
Ofrecer una alimentación que responda a las necesidades del niño (por ejemplo,
darles de comer a los lactantes y ayudar a comer a los niños mayores; darles de
comer lenta y pacientemente, alentándolos a que coman, pero sin forzarlos;
hablarles mientras tanto, y mantener el contacto visual).
Mantener una buena higiene y manipular los alimentos adecuadamente.
Empezar a los seis meses con pequeñas cantidades de alimentos y aumentarlas
gradualmente a medida que el niño va creciendo.
Aumentar gradualmente la consistencia y variedad de los alimentos.
Aumentar el número de comidas: dos a tres al día para los lactantes de 6 a 8
meses,
y tres a cuatro al día para los de 9 a 23 meses, con uno o dos refrigerios adicionales
si fuera necesario.
Ofrecer alimentos variados y ricos en nutrientes.
Utilizar alimentos complementarios enriquecidos o suplementos de vitaminas y
minerales si fuera necesario.
•Durante las enfermedades, aumentar la ingesta de líquidos, incluida la leche materna, y
ofrecerles alimentos blandos y favoritos.
Es importante considerar el nivel de madurez del niño(a) para adecuar la alimentación:
• La pérdida del reflejo de extrusión cerca de los 4 meses permite la aceptación de
alimentos no líquidos sin atragantamiento o reflejo nauseoso.
• Sentarse con apoyo cerca de los 4 meses permite el control de cabeza y cuello,
necesarios para deglutir sólidos.
• La aparición de movimientos verticales en la boca o “saboreo” (sin lateralización)
observado desde los 4-5 meses, que le puede permitir comenzar con alimentación no
líquida.
• La masticación aparece cerca de los 8 a 10 meses, lo que permite la transición de
texturas blandas (purés, sopas cremas) a más sólidas.
• Es normal que los niños(as) que se exponen a un alimento nuevo lo rechacen, esto se
denomina neofobia, definida como el temor ante lo nuevo, lo que incluye a las nuevas
texturas, sabores y olores de alimentos.
Los lactantes normalmente aceptarán con facilidad alimentos azucarados (por ej: postres),
pero pueden rechazar alimentos más amargos (por ej: verduras verdes), sin embargo la
exposición repetida, el condicionamiento asociativo y contextos sociales positivos pueden
contribuir a moldear esta característica7,26. El desarrollo motor avanza del centro a la
periferia del cuerpo, de modo que, la estabilidad que el niño(a) posee al sentarse es
importante en el progreso de las competencias para iniciar la alimentación
complementaria. La correcta posición para comer es con el niño(a) sentado, con caderas
hacia atrás, tronco en la línea media y cabeza en control sobre el tórax. El desarrollo
motor oral, de los labios, las mejillas y la lengua requiere estabilidad de la mandíbula y de
la pelvis. Aquellos niños(as) que no logran mantener la estabilidad del cuerpo en posición
sentada deben ser estimulados a lograrlo a través de soportes dirigidos a mantener la
correcta posición, por ejemplo sillas de comer rectas con respaldo alto, mesa de comer
cercana al cuerpo, contenciones laterales, incluso con apoyo para los pies. La evolución en
la alimentación complementaria durante la niñez se asocia a la erupción dentaria. Los
dientes primarios, temporales o «de leche», empiezan a salir aproximadamente a los seis
meses de edad. El número de dientes temporales es de 20 (10 superiores y 10 inferiores) y
terminan de aparecer, con seguridad, a los tres años de edad. Estos dientes permiten a
niños y niñas masticar y comer adecuadamente, ayudando en la formación de los sonidos
y mantienen el espacio para los dientes adultos (permanentes). Los dientes temporales
son importantes porque guían la posición de los permanentes. Los dientes permanentes
generalmente comienzan a erupcionar entre los cinco y seis años de edad27. Se considera
erupción retrasada cuando ningún diente ha emergido al finalizar el mes 13. Existen
edades promedio
en los que se espera la erupción de piezas dentales específicas. La buena salud oral
beneficia la salud general de niños y niñas. Los dientes temporales necesitan tanta
atención como los permanentes. Las caries en los dientes temporales pueden producir
dolor y angustia dificultando comer, dormir, jugar y causar otros problemas más tarde en
la vida, como por ejemplo: desórdenes en la masticación, alteraciones estéticas y de
oclusión, problemas de fonoarticulación, etc. Este patrón normal de erupción dentaria se
asocia al patrón motor bucolingual. De este modo, el niño(a) avanza desde la succión
hasta la masticación pasando por etapas como morder, remover alimentos desde la
cuchara, masticar, comer por sí solo y beber en vaso. El niño(a) a los 4 meses tiene mayor
movilidad del mentón, mayor extensión del cuello, y músculos abdominales más
desarrollados que permiten mejor apoyo del tórax permitiendo su alimentación vertical. A
los 6 meses se puede sentar e iniciar la masticación vertical (movimientos hacia arriba y
abajo de la mandíbula, sin lateralización, que se pueden observar desde los 4 meses), lo
que le permite comenzar con la alimentación complementaria, el progreso del desarrollo
oromotriz en esta etapa le permite beber en vaso aunque con escurrimiento.
El reflejo nauseoso, que en los primeros meses se ubica en la región anterior de la lengua,
comienza a estar en áreas más posteriores de tal modo que a los 7 meses es
definitivamente posterior. Por otra parte, la lengua adquiere mayor movilidad lateral y
existe mayor producción de saliva facilitando la mezcla del alimento para su deglución.
Entre los 9 meses y 10 meses el niño(a) puede sellar los labios sobre la cuchara y abrir la
boca, dejando la lengua atrás. En esta etapa es útil evaluar el patrón bucal dando de beber
en vaso, los niños(as) que no logran este hito probablemente se encuentran en estados
más precoces y reflejan un aprendizaje más lento. Al año de vida el niño(a) intenta comer
por sí solo, toma la cuchara en pronación en forma torpe por lo cual se ensucia. El
progreso del patrón motor oral se logra con la experimentación y repetición, mejorando la
coordinación de la apertura bucal y la introducción de la cuchara con la experiencia de
distintas texturas. Para lograrlo, el niño(a) debe alcanzar la masticación rotatoria (15
meses), que involucra el movimiento de la lengua de un lado hacia el otro de la mandíbula
y movimientos diagonales que permiten mover el alimento desde el centro de la boca.
El desarrollo de habilidades para alimentarse incluyen no sólo el patrón oral o la posición
al sentarse sino también herramientas de manos y cuerpo que permiten la interacción con
la comida. Así por ejemplo:
• La mayor parte de los niños(as) entre los 7 y 8 meses son capaces de tomar alimentos
con la mano.
• Entre los 8 meses y 11 meses puedan comer con la mano, a través de la transferencia de
alimentos desde la mano a la boca, incluso con maniobra de pinza.
• Comienzan a poner la cuchara en la boca por si solos, entre los 10 meses y 12 meses e
incluso sostienen un vaso con las 2 manos.
• La mayoría de los niños(as) bebe en vaso sin ayuda desde los 15 meses y sin derramar a
los 21 meses.
El aprendizaje es un proceso neural y la manifestación motriz es la expresión de ese
proceso producido en las áreas corticales de la motricidad, siempre desde los
movimientos más gruesos y globales a los más finos y específicos. La adquisición de la
pinza digital así como de una mejor coordinación óculo-manual (la coordinación de la
mano y el ojo) constituyen uno de los objetivos principales para la adquisición de
habilidades de la motricidad fina.
El aprendizaje motor de la alimentación, del cepillado dental u otro de cualquier categoría
psicomotora, es un tipo de aprendizaje que permite un incremento en el rendimiento
motor de la motricidad fina, gracias a la práctica, a la experiencia y a la percepción que de
ella obtenemos. Considerando la evolución de estas competencias, es fácil comprender la
necesidad de permitir la exposición del niño(a) a alimentos de diferentes texturas, colores
y olores, que los tome con sus manos, que intente llevárselos a la boca directamente o
sosteniéndolos como bocados en la cuchara; así también se debe incentivar el uso del
vaso abierto (sin boquilla), aunque ocurra escurrimiento. La limpieza de la cara y ropa no
es lo más importante durante la alimentación70, sin embargo, se recomienda realizar la
higiene bucal después de comer, especialmente en la noche, antes de dormir, siguiendo la
técnica indicada en. Hay patrones más lentos de aprendizaje, no por ello anormales, en
estos casos con mayor énfasis aún se debe estimular el desarrollo promoviendo vivenciar
las experiencias deseadas en cada etapa.
Lácteos Durante el primer año de vid y una vez iniciada la alimentación complementaria,
la leche (materna o adaptada) sigue siendo un aporte de nutrientes muy importante, y
deben asegurarse unas ingestas de 500-700 ml/día. Otros lácteos (yogur, queso, etc.)
pueden introducirse en pequeñas cantidades, pero por su capacidad para producir alergia
al ser derivados de leche de vaca, no deben aportarse antes de los 9 meses. En cuanto a
los cereales con gluten, se recomienda introducirlos en pequeñas cantidades entre los 4 y
6 meses (antes de cumplir los 7 meses), a ser posible cuando aún se da lactancia materna.
Tanto la introducción precoz como la tardía se han relacionado con mayor riesgo de
celiaquía. El gofio, muy habitual en nuestra cultura culinaria canaria, no se recomienda
hasta pasado el primer año de vida por su alto contenido en fi tatos y por no tratarse de
cereal hidrolizado, lo que dificulta su digestión.
Cereales Los cereales se dividen en dos tipos teniendo en cuenta la alimentación del bebé:
aquellos que no contienen gluten (maíz, arroz) y los que sí lo contienen (trigo, avena,
cebada, centeno); los segundos pueden ser los responsables de la celiaquía (una
enfermedad en la que no se tolera el gluten). Los cereales sin gluten pueden ofrecerse a
partir de los 4 meses de edad, bien mezclados con agua o con leche adaptada o materna.
Es preferible darlos con cuchara en lugar de añadidos al biberón, dado que esto puede
hacer que el bebé coma cantidades excesivas, favoreciendo así el desarrollo de obesidad.
Verduras Las verduras son ricas en vitaminas y fi bra, y forman parte esencial de una
alimentación saludable. Pueden introducirse a partir de los 4-6 meses, generalmente
cocidas y luego trituradas una vez escurrida el agua, añadiendo un chorrito de aceite de
oliva virgen. A partir de los 8 meses, se pueden empezar a comer a trocitos. Las verduras
de hoja verde (espinacas, acelgas, etc.), y tubérculos como la remolacha o nabo, por su
alto contenido en nitratos, deben evitarse de momento por su capacidad para producir
una alteración de la sangre llamada metahemoglobinemia. Pueden empezar a ofrecerse a
partir del año.
Frutas
La fruta natural se puede introducir a partir del 4o-6o mes en forma de papilla o de zumo.
Son adecuadas casi todas las frutas, aunque es preferible retrasar la introducción de
aquellas con más poder alergénico, como los melocotones, fresas y kiwis hasta los 2 años.
Los zumos nunca deben darse en biberón (favorece la aparición de caries) sino con
cuchara o en vaso, sin añadir azúcar ni miel; o bien la fruta troceada cuando el bebé es
capaz de masticar y no atragantarse. Los zumos artifi ciales no son adecuados para la
alimentación del bebé, pero además, en general, no son saludables en la infancia.
También es preferible evitar verduras muy fl atulentas como col o colifl or. La verdura ya
cocinada, si no se ha consumido, debe desecharse una vez transcurridos dos días, incluso
aunque haya sido conservada en nevera. Las legumbres pueden comenzar a ofrecerse en
pequeñas cantidades a partir de los 9-10 meses.
Proteínas animales
A partir del sexto mes puede introducirse la carne en pequeñas cantidades y de forma
paulatina. Generalmente se empieza por las de sabor más suave, como el pollo o la
ternera, y más adelante cerdo, conejo, etc. Las vísceras no son recomendables, pero se
pueden tomar esporádicamente a partir del primer año de vida. El pescado (fresco o
congelado) se suele introducir a partir del octavo mes, habitualmente primero el pescado
blanco (merluza, lenguado, gallo, vieja, etc.), y luego pescado azul. La introducción del
huevo también se recomienda retrasarla hasta el fi nal del primer año, habitualmente la
yema cocida a los 9 meses, y la clara a partir de los 12 meses.
Sal, azúcar, miel E
n general no se debe añadir sal a las comidas durante el primer año de vida. Tampoco es
adecuado endulzar con azúcar, miel, leche condensada o edulcorantes, que
predispondrán a una apetencia temprana por el dulce, además aumenta el riesgo de
caries, diabetes y obesidad.
Agua
Mientras dura la lactancia exclusiva no es necesario ofrecer agua, sólo tras iniciar la
alimentación complementaria. Durante el primer año es difícil estimar la cantidad de agua
que necesita un bebé, dado que existen variaciones en función de la temperatura
ambiental, alimentos ingeridos, etc. Lo más conveniente es ofrecerle varias veces al día y
será el propio niño o niña quien regule lo que necesita beber. No se aconseja ofertar tés o
infusiones de ningún tipo.
Grupo de los 1-3 años.
Un problema específ co de esta etapa es la creencia errónea de que los niños/as “gordos”
son más sanos. Muchos a esta edad ingieren más calorías de las necesarias, lo que podría
explicar el aumento de la prevalencia de obesidad en estas edades tan precoces.
Realmente, las necesidades energéticas se sitúan en torno a las 100 kcal/kg/día
aproximadamente. Se recomienda dividir la ingesta en:
- Desayuno: 25%. Papilla o leche con cereales, y fruta.
- Almuerzo: 30%. Se irá poco a poco acostumbrando a la comida familiar: puré de verduras
o verduras con legumbres, pasta, arroces, guisos. Carne o pescados triturados o en trozos
pequeños, tortillas. Para el postre utilizar: fruta, leche o yogurt.
- Merienda; 15%. Frutas, jamón o queso en trozos, yogurt, bocadillos.
- Cena: 30%. Dar preferencia a las verduras, cereales y frutas. Leche con o sin cereales.
Grupo de los 4-8 años.
El consumo de alimentos no será uniforme y habrá comidas muy abundantes y otras
escasas. Si la ganancia de peso y talla es la correcta no se preocupe; escuche y respete las
necesidades alimentarias de su hijo o hija en cada momento. Adoptar una actitud exigente
y tratar que realicen una ingesta regular en las comidas, por parte de los padres, madres o
cuidadores es contraproducente y conduce a una actitud de rechazo. La alimentación
debe ser: adecuada, sufi ciente, completa, variada y equilibrada. Las necesidades calóricas
para esta edad en menores con un estilo de vida sedentario son de 1.200 kilocalorías en
niñas y hasta 1.400 en niños. En esta etapa de la vida el niño o niña se va a habituar al
consumo de snacks, hoy en día casi inevitables en época escolar. Este consumo debe ser
limitado, no constituir una parte importante del aporte energético total diario y se debe
realizar con productos de buena calidad y con nutrientes equilibrados, como pueden ser
los cereales, frutos secos, fruta, zumos naturales, etc. Se debe ofrecer un número grande
de diferentes
nutrientes con distintas variaciones de presentación, sabores, colores y texturas que
guiarán las preferencias del menor. Repetir esta oferta en diversas comidas ayudará a que
escojan alimentos de alta calidad nutricional, y evitará actitudes de rechazo frente a
algunos grupos de alimentos como frutas, verduras, pescado, etc. No hay que restringir los
alimentos de gran palatabilidad, ya que puede estimularse de esta manera un mayor
consumo de éstos, pero sí se debe regular un consumo moderado y esporádico de los
mismos, lo que les ayudará para aprender a autoregular el ingreso calórico.
Grupo de los 9-13 años
La ingesta calórica diaria que se recomienda a esta edad va a depender de dos factores:
sexo y actividad física que se realice. Para un hombre entre 9 y 13 años de edad las
necesidades calóricas basales son de 1.800 kcal/día. Para una mujer de la misma edad, las
necesidades calóricas basales son de 1.600 kcal/día. Estas cantidades han de
incrementarse en 200 kcal. si se realiza una actividad física moderada y entre 200-400
kcal. si es intensa. El 50-55% de estas calorías deben ser aportadas en forma de hidratos
de carbono, un 25-35% en forma de grasas y 15- 20% en forma de proteínas. Este aporte
calórico diario debe ser proporcionado por alimentos de todos los grupos y se debe
realizar de la siguiente forma:
Grupo de los 13-18
Las necesidades energéticas van a ser mayores en esta etapa. Para adolescentes con una
actividad sedentaria la necesidad energética en el hombre es de 2.200 kcal/día y en la
mujer de 1.800 kcal/ día. Estas cantidades se incrementarán en función de la actividad
física que se realice. La distribución de estas calorías por nutrientes, así como el reparto de
las mismas a lo largo del día, va a ser igual que en la etapa anterior.
- Hidratos de carbono: 50-55% - Grasas: 25-35% - Proteínas 15-20%
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