Sentencia C-802/09 Inhibicion de La Corte Constitucional-Incumplimiento de Inexistencia de Proposicion Juridica Completa
Sentencia C-802/09 Inhibicion de La Corte Constitucional-Incumplimiento de Inexistencia de Proposicion Juridica Completa
Sentencia C-802/09 Inhibicion de La Corte Constitucional-Incumplimiento de Inexistencia de Proposicion Juridica Completa
Asunto:
Demanda de inconstitucionalidad contra el
artículo 68 (parcial) de la Ley 1098 de 2006
“por la cual se expide el Código de la
Infancia y la Adolescencia” y contra el
artículo 1º (parcial) de la Ley 54 de 1990
“por la cual se definen las uniones maritales
de hecho y régimen patrimonial entre
compañeros permanentes.”
Magistrado Ponente:
Dr. GABRIEL EDUARDO MENDOZA
MARTELO
SENTENCIA
D-7415
I. ANTECEDENTES
3. Así las cosas, el ocho de septiembre de dos mil ocho, el accionante radicó
en la Secretaria de esta Corporación escrito de subsanación en el que procedió a
integrar la unidad normativa con la inclusión en la demanda del artículo 1º de la
Ley 54 de 1990 “por la cual se definen las uniones maritales de hecho y
régimen patrimonial entre compañeros permanentes”, de acuerdo con lo
dispuesto por el Despacho en concordancia con la jurisprudencia constitucional
pertinente para el efecto.
En el mismo auto se ordenó fijar en lista las normas acusadas por el término de
diez días, así como dar traslado al Procurador General de la Nación para que
rindiera el concepto a su cargo y se dispuso, además, comunicar de la iniciación
del proceso al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, al Ministerio del
Interior y de Justicia, a la Corporación Colombia Diversa, a la Alianza por la
Niñez Colombiana y a los Decanos de las Facultades de Derecho de las
Universidades Rosario, Javeriana y Nacional, para que, si lo estimaban
conveniente, intervinieran dentro del proceso con el propósito de impugnar o
defender la constitucionalidad de las disposiciones acusadas.
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D-7415
6. A través de Auto No. 281 del veintidós de octubre de dos mil ocho, la Sala
Plena de esta Corporación decidió confirmar, en todas sus partes, la providencia
dictada el veinticinco de septiembre que rechazó la demanda en lo relacionado
con los cargos presentados contra el inciso primero (parcial) del artículo 68 de la
Ley 1098 de 2006, habida cuenta de que las razones expuestas en el recurso de
súplica no iban dirigidas a controvertir los argumentos contenidos en el auto de
rechazo, como debería suceder a la luz de lo dispuesto en el artículo 6º del
Decreto 2067, sino que se encaminaban a reafirmar los argumentos contenidos
en la demanda y que no fueron corregidos dentro de los tres días siguientes al
auto de inadmisión. De este modo, señaló la Corte, si bien el actor manifestó que
no compartía los argumentos desarrollados por el Magistrado Sustanciador, no
presentó argumentos que sustentasen su oposición, y, particularmente, no
explicó las razones por las cuales consideraba que la interpretación que propuso
si se deduce de la disposición acusada. Así, para la Corte, el actor no demostró
que el cargo fuese cierto, ni que la referida interpretación se infiriera del texto
demandado.
El Congreso de Colombia
DECRETA:
(…)
Artículo 68. Requisitos para adoptar. Podrá adoptar quien, siendo capaz, haya
cumplido 25 años de edad, tenga al menos 15 años más que el adoptable, y garantice
idoneidad física, mental, moral y social suficiente para suministrar una familia
adecuada y estable al niño, niña o adolescente. Estas mismas calidades se exigirán a
quienes adopten conjuntamente. Podrán adoptar:
(…)
“LEY 54 de 1990
Diario Oficial No. 39.615, de 28 de diciembre de 1990
Por la cual se definen las uniones maritales de hecho y el régimen patrimonial entre
compañeros permanentes
Artículo 1o. A partir de la vigencia de la presente ley y para todos los efectos civiles,
se denomina unión marital de hecho, la formada entre un hombre y una mujer, que
sin estar casados, hacen una comunidad de vida permanente y singular. Igualmente, y
para todos los efectos civiles, se denominan compañero y compañera permanente, al
hombre y la mujer que forman parte de la unión marital de hecho.”
III. LA DEMANDA
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2. Fundamentos de la demanda
fuente de familia, al igual que ocurre con las parejas heterosexuales que deciden
hacer una comunidad de vida permanente y singular, de conformidad con los
precisos términos del artículo 1º de la Ley 54 de 1990.
Así, para el actor, cuando una pareja homosexual integra una familia basada en
una comunidad de vida permanente y singular, tal y como lo dispone el artículo
1º de la Ley 54 de 1990, conforma, sin más, una familia digna de protección por
parte del Estado e idónea para gozar a plenitud de la totalidad de los derechos
que emergen del texto constitucional. En efecto, al ser “partícipes de algo más
que su comunidad de vida material, pues se hallan ligados en sus aspectos
anímicos, síquicos, afectivos, amatorios, sociales y económicos, están en las
mismas condiciones de la pareja de convivientes de distinto sexo para recibir
hijos en adopción y para convivir con los suyos propios, fruto de sus relaciones
anteriores, nacidos de ellos o asistidamente concebidos, los cuales no se les
quitan en prevención de daños, pues el Estado frente a otros no les puede
descalificar como pareja de convivientes sin razones de peso constitucional o
respecto de los hombres y las mujeres casados o maritalmente unidos, sobre los
que no existen reparos por sus inclinaciones sexuales y sin que olvidemos, en
primer término, que se les desconocería el derecho del artículo 13 Superior”.
2.2.2. Expresa el actor que, por otra parte, debe tenerse en cuenta que los
conceptos de paternidad y de maternidad no surgen exclusivamente del hecho de
la procreación, sino de un conjunto de condiciones vitales y valorativas que
justifican que una persona sea denominada “padre” o “madre”.
2.3. Por otro lado, desde la óptica de los derechos de los niños y adolescentes a
tener una familia -arts. 44 y 45 C.P.- , el actor considera que, sobre la base de lo
dispuesto en la Sentencia C-075 de 2007, resulta válido afirmar que aquella
incluye tanto la conformada por un hombre y una mujer, como la compuesta por
personas del mismo sexo, todas las cuales deben ser protegidas por el Estado de
manera integral. Agrega, en ese contexto, que no es posible descalificar, per se,
a las parejas homosexuales como entornos familiares adecuados para los
menores a adoptar. Aduce, por un lado, que “existe una discriminación que
rechaza al candidato para ser padre o madre adoptante a aquel de inclinaciones
homosexuales por no constituirse en expectativa de familia estable y adecuada,
así no tenga reparos por los restantes requisitos”; y, por otro, que se presenta
una contradicción respecto de la persona que no obstante su orientación
homosexual, decide procrear libremente, puesto que a sus hijos no se les puede
separar del seno familiar.
Así, según la demanda, resulta claro que la exclusión de las parejas del mismo
sexo de los beneficios contenidos en las normas acusadas es inconstitucional,
como quiera que ex ante, realiza un juicio sobre la orientación sexual para
determinar la idoneidad del adoptante, desconociendo, por contera, los derechos
de los menores a crecer en una familia donde bien pueden desarrollar libremente
su personalidad, recibir afecto y cuidado, con el debido acompañamiento que el
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Estado debe brindar igualmente a los niños entregados en adopción a las parejas
heterosexuales. En su entender, “la circunstancia de que el Estado mire receloso
los derechos superiores del niño adoptable, no se refiere necesariamente a sus
condiciones personales respecto de los futuros padres adoptivos, por lo que
nada le autoriza a deducir que esa inclinación sexual ponga en peligro, de suyo,
los derechos del niño a tener una familia”.
Bajo esa consideración, también podría decirse que a los menores se les limitan
sus derechos fundamentales a tener una familia y a crecer en ella y a no ser
separados de la misma, de suerte que lo que ampara el Estado, finalmente, es
una visión prejuiciosa de familia heterosexual, sin que para ello haya
justificación razonable alguna y sin que se tengan en cuenta los valores que se
han venido asentando actualmente en la sociedad. Lo anterior, teniendo en
cuenta, en todo caso, que no existe prueba alguna que revele que la adopción por
parte de parejas homosexuales incide negativamente en los adoptados y que la
formación sexual de éstos, lejos del deber de protección que se radica en cabeza
del Estado, es del resorte propio del ejercicio al libre desarrollo de la
personalidad.
IV. INTERVENCIONES
Como quiera que la Corte rechazó la demanda en relación con los cargos
dirigidos a cuestionar el primer inciso del artículo 68 de la Ley 1098 de 2006,
que en criterio del actor, excluía a las personas y a las parejas homosexuales de
la posibilidad de adoptar a partir de consideraciones en torno a la idoneidad
moral y social, en este aparte de los antecedentes de esta providencia, la Corte se
limita a presentar las consideraciones de los intervinientes en torno a los
aspectos en los cuales la demanda fue admitida, y se abstiene de hacer alusión a
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A continuación, indica que tal panorama fue modificado por el actual Código de
la Infancia y la Adolescencia -Ley 1098 de 2006- y los diversos
pronunciamientos de la Corte Constitucional sobre la materia, los cuales dan
cuenta de la integración normativa que se hizo a la Ley 54 de 1990, en el sentido
de reconocerles a las parejas homosexuales su condición de compañeros
permanentes y los derechos patrimoniales derivados de tal calidad.
De manera general señala, por último, que la aptitud para adoptar y para
brindarle al menor una familia adecuada debe apreciarse a la luz de las
circunstancias de cada caso, sin que sea posible que, de manera general, se
hagan declaraciones sobre el particular. De manera específica expresa que no
cabe que el juez constitucional declare que todos los homosexuales quedan
excluidos de la adopción, como tampoco cabe la opción contraria, esto es, que
declare que los homosexuales son naturalmente aptos para el ejercicio de la
adopción, puesto que, como curre con los heterosexuales, algunos tendrán esa
aptitud, y otros no.
En cuanto se refiere al derecho de los niños a tener una familia, expone que la
adopción de menores por parte de parejas homosexuales, contrario a lo que
podría llegar a pensarse, no afecta el interés superior de éstos y materializa la
protección y realización de algunos de sus derechos fundamentales. En efecto,
más allá de las circunstancias fácticas y jurídicas de cada caso, lo cierto es que el
hecho de que una pareja homosexual pueda adoptar, envuelve una situación más
ventajosa para el adoptado, en comparación con la situación que acontecería en
un hogar de atención en el que permanecería sin lograr hacer parte de una
familia.
niño, una niña o un adolescente al ser adoptado por una pareja homosexual que
cumpla con los requisitos legales para el efecto, o si, por el contrario, es
preferible que continúen en sitios de asistencia por cuenta del Instituto de
Bienestar Familiar.
Para el caso de los homosexuales, arguye, por vía de ejemplo, que casi todos
ellos son hijos o hijas de padres cuya orientación sexual era heterosexual. A su
vez, los padres y madres de la comunidad LGBT no tienen hijos que presenten
su misma orientación en cantidades que estadísticamente difieran de las de los
padres o madres que no pertenecen a la comunidad LGBT.
Por otra parte, en términos generales, podría incluso afirmarse, con apoyo en
diversas fuentes científicas, que los hombres o mujeres con orientación
homosexual bien pueden llevar a cabo su rol como padres, con resultados
iguales que aquellos que arroja el análisis de las parejas heterosexuales.
Expresan que no obstante que existen pocos estudios con carácter científico que
se hayan dedicado a analizar el comportamiento de los niños y niñas frente a los
efectos de la crianza por parte de padres homosexuales, lesbianas, transexuales
sí es posible concluir que los estudios existentes, ponen en evidencia que el
crecimiento y desarrollo integral de los niños se sujeta, en gran parte, a la
calidad de las relaciones familiares y no a la orientación sexual de los padres.
Así, puntualiza el interviniente, que la orientación sexual de los padres no
condiciona, de ninguna manera, la orientación sexual que tendrán los hijos, por
lo que no hay razón suficiente para que se niegue de plano la posibilidad de
adopción a las parejas homosexuales.
de los hijos y que la relación paterno-filial, como uno de los requisitos para la
conformación de la familia, puede constituirse no sólo mediante vínculos
naturales, sino, también, civiles, ámbito donde la adopción cumple su papel.
Con todo, dicho concepto ya no es el mismo de hace unos años, pues “las
necesidades afectivas y sociales de las personas han conllevado a nuevas
formas de organización”, a pesar de lo cual, la familia se mantiene como el
núcleo básico de la sociedad, tal y como lo dispone el artículo 42 Superior.
Por otra parte, pone de presente que los expertos han manifestado que no se
encuentra probado que un menor sufra problemas psicológicos porque sus
padres sean homosexuales. Por el contrario, diversos estudios han establecido
que una pareja homosexual puede educar de igual forma a los niños que una
pareja heterosexual. Agrega que, no obstante que los niños podrían sufrir cierta
clase de rechazo, ello no sería atribuible al trato que les den sus padres, si al
entorno social en el que viven.
7. Colombia Diversa
A pesar de que este grupo apoya la existencia del requisito de la idoneidad para
adoptar, considera que el mismo, como tal, es un concepto subjetivo, lo que se
ha prestado para que, en la práctica, los funcionarios responsables de realizar la
evaluación obren con base en prejuicios hacia las personas homosexuales y sin
tener en cuenta, por ejemplo, que la mayoría de casos de maltrato infantil se han
dado en hogares constituidos por padres heterosexuales.
En relación con el riesgo de que los hijos de parejas homosexuales puedan sufrir
tratos discriminatorios, dada la fuerte prevención social hacia las parejas
homosexuales, señala este Grupo que en los cinco años que llevan de trabajo,
sólo han conocido de dos situaciones en las que uno de los hijos de una pareja
homosexual sufrió tratos discriminatorios. Señala el Grupo que esto, si bien es
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D-7415
Por otro lado, manifiesta que los hijos de parejas homosexuales tienen
comportamientos y situaciones muy similares a las que viven los hijos de parejas
heterosexuales. Añaden que existe una errada comprensión de que la
homosexualidad es una enfermedad y que como tal, se transmite. Al respecto, se
indica que con base en la experiencia del Grupo, la proporción de hijos de
parejas homosexuales que manifiestan una orientación homosexual, es la misma
que existe en las parejas heterosexuales. Igualmente, se indica que el hecho de
que la mayoría de personas homosexuales provengan de hogares heterosexuales,
comprueba que la orientación sexual es una característica de la identidad, es
individual y no se aprende. Por último, en caso de que sus hijos decidieran ser
homosexuales, en nada podría considerarse ello como una conducta sancionable.
En primer lugar, la señora Atala describe los hechos del caso, según los cuales
mediante un recurso extraordinario de queja, la Corte Suprema chilena revocó
las sentencias de primera y segunda instancia, las cuales le habían otorgado el
cuidado personal (tuición) de sus tres hijas menores de edad, luego de la
separación de su matrimonio. La interviniente manifiesta que el fundamento de
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la Corte Suprema para revocar los fallos de instancia fue “la falta de debida
apreciación de los jueces sobre las pruebas relativas a su lesbianismo como
madre y el inicio de una relación de convivencia con una pareja del mismo
sexo”. Se indica que la Corte Suprema argumentó que las niñas podrían ser
discriminadas por el medio social chileno, el cual es “tradicional y
heteronomado”.
Por último, la señora Atala presentó como anexos el fallo de primera instancia
proferido por el Juzgado de Letras de Villarica (Chile), el Informe de
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debe considerarse como un núcleo familiar que merece igual respeto y trato que
la familia heterosexual, y que sobre la materia existe un déficit de protección
que la jurisprudencia debe corregir.
Por otro lado, los intervinientes advierten sobre una eventual responsabilidad
internacional del Estado Colombiano, en tanto que, con la renuencia a permitir
que los homosexuales puedan ejercer plenamente sus derechos a la igualdad, la
dignidad y el libre desarrollo de la personalidad, a través de la conformación de
parejas y familias homosexuales, se desconocerían los tratados de derechos
humanos ratificados por Colombia, que hacen parte del bloque de
constitucionalidad, especialmente el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, toda vez que el Comité de Derechos Humanos, en el caso Young vs.
Australia, determinó que el trato discriminatorio sobre los homosexuales no
encontraba ningún argumento razonable ni objetivo. Se menciona igualmente el
fallo “Salgueiro Da Silva Mouta vs. Portugal”, por medio del cual la Corte
Europea de Derechos Humanos indicó que la protección a la familia no justifica
que la legislación interna discrimine a las parejas homosexuales.
Por último, con respecto al principio del interés superior del niño/a, los
intervinientes concluyen que, a) ni legal, ni constitucionalmente se ha fijado un
criterio basado en la sexualidad de los adoptantes, b) no existe una evidencia
empírica concreta y contundente que demuestre que la adopción por parte de
parejas homosexuales atente contra el interés superior del niño, c) no es cierto
que existe una tensión entre los derechos de las parejas homosexuales y el
interés superior del niño (en este punto se hace alusión al más reciente fallo de la
Corte Europea de Derechos Humanos, relativo al caso E.B. vs. Francia) y, d) el
no reconocimiento de las parejas del mismo sexo como potenciales adoptantes
iría en detrimento del interés superior del niño.
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Agrega que es importante resaltar que varios estudios han demostrado que los
niños que viven en familias homoparentales son heterosexuales y que la
orientación sexual de los padres no es determinante para un niño, pues si así lo
fuera, no cabría la existencia de gays y lesbianas que se a hayan criado en
familias heteroparentales.
Otros estudios indican que no existe evidencia de que los niños/as con padres
LGBT sufran de daños físicos o psicológicos, ni que la orientación sexual de los
padres sea determinante de su propia identidad de género. Es decir, la mayoría
de problemas enfrentados por estos menores de edad se debe más a asuntos
relacionados con el divorcio y la homofobia social, que con la orientación sexual
de sus padres/madres. El interviniente manifiesta que este tipo de prejuicios no
están basados en experiencias personales sino en la manera como se transmiten
las creencias culturalmente. Adicionalmente, el señor Rueda manifiesta que no
existe evidencia empírica que demuestre que las parejas homosexuales difieren
significativamente de las heterosexuales para conformar una familia; pues, por
el contrario, los resultados de las investigaciones sugieren que estas parejas son
tan adecuadas como los heterosexuales para proveer a los niños/as de ambientes
familiares, sanos y de apoyo.
Por otro lado, el señor Rueda indica que diversos Estados que han permitido la
adopción por parte de parejas del mismo sexo. Entre éstos se encuentran
Holanda, España, Gran Bretaña, Dinamarca, Suecia, Canadá, Alemania,
Sudáfrica y algunos estados pertenecientes a Estados Unidos.
Empiezan los intervinientes por señalar que la Sentencia C-814 de 2001, que
declaró exequible la exclusión de las parejas del mismo sexo para acceder a la
adopción, fue, en su momento, equivocada y es constitucionalmente
inconveniente, lo cual resulta evidente a la luz de los nuevos desarrollos
jurisprudenciales de la Corte. Así, consideran que si bien es cierto que no existe
un derecho fundamental a adoptar y que el legislador puede regular la adopción,
ese fallo no tuvo en cuenta que se debió haber realizado un “test estricto de
igualdad”, en cuanto se trataba de una distinción basada en una categoría
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Por otro lado, el autor cuestiona el hecho de que la heterosexualidad sea la regla
en el ejercicio de la paternidad y la maternidad, habida cuenta que “se ha
demostrado que personas y parejas cuya sexualidad se supone no es
reproductiva, se reproducen. Adopción, inseminación artificial, intervención de
terceros, parejas previas, son algunas de las formas utilizadas para reinscribir
la reproducción desde un lugar imposible”.
En por ello, que el movimiento por la diversidad sexual busca espacios donde se
puedan modificar las barreras legales que traban el ejercicio efectivo de los
derechos derivados de la filiación.
Bajo esta perspectiva, se presentan dos problemas. De una parte, en relación con
la adopción, y por otra, en relación con el cuidado y tenencia de los hijos.
Sin embargo, bien es sabido que hoy en día existen países que han roto los
esquemas tradicionales y les han conferido a las personas LGBTQ la posibilidad
de ejercitar su paternidad o maternidad a través de la adopción. Ejemplo de ello
lo constituyen países como Dinamarca, Alemania, Islandia y Noruega. Y en
Latinoamérica, ejemplos aislados se presentan en México y Argentina.
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los padres gays y lesbianas y sus hijos- Lesbian and Gay Parenting-, cuyo
resultado refleja que las habilidades de las madres lesbianas y de los padres gays
en la crianza de los hijos pueden ser superiores a las de las parejas
heterosexuales, como quiera que desarrollan un alto grado de sensibilidad.
Del mismo modo, la coadyuvante envía apartes del escrito publicado por el
psicólogo clínico, epistemólogo e investigador de la sexualidad humana, Lic.
Jorge Horacio Raíces Montero, donde se tratan temas como la epistemología de
la solidaridad y adopción, la orientación sexual, la identidad de género y la ley
de unión civil.
1. Universidad Javeriana
Advierte que las relaciones entre padres e hijos juegan un papel importante en el
desarrollo psicológico y social de los niños y que, hasta el momento, no existe
nada que indique que la orientación sexual de los padres afecte su adecuado
desarrollo.
Manifiesta que, según los artículos revisados, así como los casos particulares
conocidos por psicólogos, se sostiene que no existe un indicador que manifieste
que el funcionamiento de una familia con padres del mimo sexo es diferente a
aquellas de padres del sexo opuesto. Los resultados indican que éstas familias no
difieren en las dimensiones psicosociales básicas y que la orientación sexual de
los padres no está relacionada con sus habilidades para proporcionar un contexto
familiar saludable y apropiado a los hijos.
1.3. Los estudios realizados en Estados Unidos y Reino Unido indican que los
niños criados por padres del mismo sexo no presentan diferencias en el
funcionamiento social y psicológico con respecto de aquellos que son criados
por padres heterosexuales.
1.6. Desde la perspectiva de los roles, se expresa que el hecho de que los
padres sean del mismo sexo, no implica imposibilidad de la transmisión y el
ejercicio de una función materna y una función paterna, porque esto se transmite
en el lenguaje, en la vivencia y en la devoción de los padres para responder a las
necesidades de los niños, cuyo entorno, por otra parte, no se limita al de la
pareja de los padres sino que los menores interactúan con un mundo de hombres
y mujeres que les da la oportunidad de reconocerse como pertenecientes a una
categoría u otra.
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Por otra parte se expresa que los roles de padre y madre no se construyen en la
mente y en la psiquis de un niño exclusivamente a partir de la figura física de los
padre, sino, principalmente, como resultado de un proceso complejo de
socialización y simbolización de relaciones interpersonales que desbordan el
ámbito familiar. En este sentido, se indica que la identidad sexual de un niño es
compleja y multi-determinada y no puede ser pensada de una forma lineal.
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Indicó que los estudios señalan que los homosexuales son personas comunes y
corrientes, diferenciándose de las personas heterosexuales en el sexo de las
personas con las que establecen relaciones íntimas. En reconocimiento a la
evidencia científica acumulada, la American Psychiatric Association reconoció
en 1973 que “la homosexualidad per se no implica discapacidad alguna en
cuanto al juicio, la estabilidad, la confiabilidad, ni en general, a las capacidades
sociales o vocacionales”. Adicionalmente se reconoció que al igual que las
personas heterosexuales, las mujeres lesbianas y los hombres gays obtienen
importantes beneficios psicosociales cuando reciben reconocimiento y soporte
de sus familias y redes sociales. Muchos estudios muestran como lesbianas y
gays manifiestan mejor salud mental cuando mantienen sentimientos positivos
respecto de su propia orientación sexual, han tenido la oportunidad de
desarrollar un sentido positivo respecto de su identidad personal y han logrado
una efectiva integración de sus vidas afirmando su orientación sexual.
4. Circuit Court the sixteenth judicial circuit in and for Monroe County,
Florida. Juvenile Division. Adoption of John Doe.
Indica, además, que los niños susceptibles de adopción suelen tener una singular
experiencia de abandono, maltrato, abuso sexual, internamiento, acogimientos
diversos, entre otros. Señala que en este sentido, la orientación homosexual de
los padres adoptivos supondría una diferencia adicional y, probablemente, un
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Por otra parte, la teoría del aprendizaje social destaca el papel de los padres
como agentes que influyen sobre el desarrollo del género de sus hijos, desde una
perspectiva más actual, el modelo cognitivo-conductual destaca la interacción
entre los procesos cognitivos y los factores sociales. A través del proceso de
socialización los niños aprenden el concepto de género, siendo éste el resultado
de la interacción entre influencias personales y sociales, en la que se destacan la
forma en las que el menor interpreta las experiencias vividas con sus
progenitores.
Expresa que, por otro lado, diferentes investigaciones señalan que sí existen
repercusiones significativas en los niños adoptados por parejas homosexuales,
como mayor prevalencia de problemas psicológicos, mayor presencia de
experiencias traumáticas, una salud general más deteriorada y mayores
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Desde el punto de vista social considera que el hombre y la mujer construyen día
a día un lugar en la sociedad y cada uno tiene un rol importante en el concepto
de familia. Las familias homoparentales implican, en forma clara, unos nuevos
patrones de relaciones entre los sujetos que constituyen una sociedad, genera
alteraciones en el sistema, así como, unas consecuencias para todos aquellos que
lo conforman, la adopción de menores por parte de éstas parejas cambia la forma
en las que se comprende el concepto familia, de ser padres y ser madres y de
cómo un niño es llevado a hacer parte de un conglomerado social por parte de
los adultos.
de manera clara y precisa los posibles efectos que, en el desarrollo integral del
menor, puede tener el hecho de ser adoptado y convivir con parejas de un mismo
sexo.
7. Universidad de la Sábana
En ese contexto observa que las figuras homosexuales, tienen una tendencia
mayor a la inestabilidad, son propensas a comportamientos conflictivos, por lo
cual suelen cambiar constantemente de parejas afectivas, hecho que finalmente
conduce a la desadaptación social. Este entorno puede traducirse en
inestabilidad afectiva de los menores adoptados, lo cual repercute en la
estructuración de su personalidad y en la adaptación al medio, así como en el
establecimiento de sus relaciones interpersonales.
Así pues, el niño que solo conviva con padres homosexuales adoptivos,
percibirá en su entorno inmediato a un solo tipo de figura sexual, construyendo
en su memoria esquemas mentales de padres de un mismo género, sin lograr
interiorizar la imagen con las diferencias de género, lo cual lo enfrentará a un
conflicto cuando inicie su proceso de socialización en el contexto cultural
colombiano.
9. Universidad Nacional
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1. La sociedad actual tiende cada vez más al modelo de paridad entre las funciones de
cuidado y proveeduría económica independiente del sexo en la familia actual. Es decir, tanto
la maternidad como la paternidad pueden ser asumidas independientemente de la orientación
sexual y de la composición familiar.
4. Los riesgos en el ajuste psicosocial para hijas e hijos de parejas del mismo sexo no
están asociados con la condición homosexual de sus padres o madres, sino el estigma que la
sociedad hace caer sobre ella.
En cuanto a los roles parentales indica que las investigaciones han sido
congruentes al concluir que los hijos o hijas de madres lesbianas y padres
heterosexuales poseen conductas similares especialmente, en las áreas de
funcionamiento intelectual y ajuste en su comportamiento.
Por otra parte, señala que los estudios de las parejas de hombres gay señalan que
no se puede concluir que existan razones para preocuparse por el desarrollo
infantil de niñas o niños que estén bajo la custodia de hombres gay. Por el
contrario, se ha demostrado que los padres gay tienen las mismas capacidades de
proveer las mismas oportunidades de los padres heterosexuales.
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Así las cosas, estableció que la negación de la adopción de hijos por parte de
parejas del mismo sexo en función a la orientación sexual representa un estigma
para la comunidad LGBT. En consecuencia, indica que no puede seguir
estigmatizándose a las parejas del mismo sexo que aspiran a compartir las tareas
de cuidado de menores de edad, quienes en un futuro pueden ser personas
abiertas a la vivencia de una sexualidad sana y gratificante con responsabilidad.
inviolables, así como es un derecho de los niños tener una familia y no ser
separados de ella.
El papel del Estado frente a lo familiar se configura, por tanto, ésta es la tesis
que defiende el Ministerio Público, en el principio de la diferenciación de las
relaciones sociales, que es principio de justicia, según el cual se ha de distinguir
entre la forma familiar y la forma no familiar, y el principio de la gradación de la
tutela de las relaciones sociales, también expresión del principio de justicia,
según el cual la tutela o la protección social y legal debe ser graduada por la
medida en que éstas, las relaciones sociales, contribuyan a la cohesión y a la
solidaridad en la sociedad.
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hijo adoptado.
La cuarta idea, interrelacionada con las tres anteriores, dice relación con la
procreación artificial, que ha puesto de relieve la necesidad de que también en
ese ámbito se de la distinción sexual, con lo cual la artificialidad de la
procreación requiere de una base natural.
De esta forma, si el inciso séptimo del artículo 42 guarda una estrecha relación
con el inciso primero del mencionado artículo, «las relaciones familiares se
basan en la igualdad de derechos y deberes de la pareja» heterosexual, porque
es de ella, en razón de la distinción sexual, que puede determinarse el parentesco
de consanguinidad o el parentesco de afinidad.
Así las cosas, sostuvo que la dignidad de la familia resulta tutelable toda vez que
existe un trato diferenciador entre las relaciones familiares y las relaciones
sociales que no constituyen familia. Sostuvo, que en el presente caso, la norma
impugnada resulta necesaria y proporcionada para proteger los fines del Estado
en relación con la familia, la cual es considerada como una institución básica
para la sociedad y núcleo fundamental de la misma. Además, la norma
impugnada a su consideración, resulta también necesaria para proteger los
derechos fundamentales de los niños y para asegurar que la adopción debe
regularse desde la perspectiva de sus derechos, sin que ello implique afectar la
identidad de otras clases de relaciones sociales.
1. Competencia de la Corte
2. Solicitud de nulidad
2.4. Por último, el peticionario anota que la Corte Constitucional, en este caso,
carece de competencia para conocer “de una demanda contra interpretaciones
extensivas del actor sobre normas positivas de protección de los derechos de los
niños mediante la adopción conjunta y evitar un fallo inocuo y violación de la
jurisprudencia sobre los efectos frente a terceros”. Al efecto, señala que las
normas relativas a la adopción conjunta, se sustentan en el concepto
constitucional de familia, conforme con el cual, ella se constituye por vínculos
jurídicos o naturales, siempre entre un hombre y una mujer, destinada, en este
contexto, a proveer a un niño un hogar, como medida de protección conjunta,
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satisfaciendo con ello la necesidad del menor de tener un padre y una madre.
Considera, que los fallos proferidos por la Corte Constitucional relacionados con
la extensión en diversos ámbitos, de medidas de protección previstas por el
ordenamiento jurídico, en principio, para las parejas heterosexuales a las parejas
homosexuales, deben ser aplicadas exclusivamente para los convivientes, sin
que de ello se deduzca que constituyen una familia, y sin que de ello se derive
un perjuicio para las parejas del mismo sexo, sin que se haga necesario que se
les aplique extensivamente las normas que rigen la materia. Por ello, considera,
que este defecto de la demanda acarrea nulidad del proceso de la referencia.
que esta Corporación dictase una sentencia inhibitoria, y no, a una violación del
debido proceso, como equivocadamente lo sostiene el demandante, máxime,
cuando la pretensión principal contenida en la demanda es de inexequibilidad de
las normas objeto de reproche, y la declaratoria de constitucionalidad
condicionada fue propuesta de forma subsidiaria.
Sin embargo, para la Corte, existen en este caso poderosas razones para no
proceder de esa manera, derivadas, tanto de las características del proceso de
inconstitucionalidad y de la forma como el mismo está consagrado en la
Constitución, como de la complejidad del asunto que se ha planteado, la distinta
naturaleza de los aspectos del mismo sobre los que recaería la unidad normativa
y la particular sensibilidad social y jurídica que existe en torno a tales aspectos.
aquellos para los cuales no existe acción pública. Así mismo se establece en la
Carta que el Procurador General de la Nación deberá intervenir en todos los
procesos (C.P. Art. 242). Adicionalmente, según lo dispuesto en el artículo 244
de la Constitución y desarrollado en el artículo 11 del Decreto 2067 de 2001, la
Corte Constitucional debe comunicar al Gobierno o al Congreso, según el caso,
la iniciación de cualquier proceso que tenga por objeto el examen de
constitucionalidad de normas dictadas por ellos.
Así, de acuerdo con la ley, la unidad normativa procede para que la Corte señale
las disposiciones que, en razón de la identidad en el asunto jurídico, corren la
misma suerte de aquellas que se han declarado inexequibles, pero no para hacer
un examen autónomo de constitucionalidad en torno a disposiciones no
demandadas, puesto que ello equivaldría a iniciar un control de oficio, que está
excluido de la competencia de la Corte.2
2
Así, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 6° del Decreto 2067 de 1991, la Corte puede integrar la unidad
normativa a fin de evitar un fallo inhibitorio, efecto para el cual podrá señalar en la sentencia las normas que, a
su juicio, conforman unidad normativa con aquellas otras que declara inconstitucionales.
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torno al control que recae sobre los decretos expedidos en ejercicio de facultades
extraordinarias, señaló que, para respetar las reglas básicas del procedimiento
constitucional, asegurar la efectividad de los derechos de participación y permitir
una deliberación institucionalizada, el estudio que realiza la Corte Constitucional
debe restringirse a los preceptos acusados y que sólo de manera excepcional
“[s]erá posible ampliar el objeto del juicio de constitucionalidad a la ley de
facultades, en aquellos casos en los que la unidad o integración normativa sea
estrictamente necesaria, esto es, cuando para ejercer el control de
constitucionalidad sobre el decreto demandado tal operación resulta
indispensable, puesto que la proposición jurídica acusada, si bien tiene un
contenido propio, se encuentra tan íntimamente ligada con contenidos jurídicos
de la ley habilitante, que resulta imposible estudiar cabalmente su
constitucionalidad sin analizar la ley de facultades”.
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Así, la relación que existe entre las dos hipótesis y el hecho de haber sido
incorporadas, ambas, o, indistintamente, una u otra, en las intervenciones que
obran en el expediente, aconsejarían explorar la posibilidad de hacer la unidad
normativa. Sin embargo, por el otro lado, las notables diferencia fácticas y los
disímiles problemas jurídicos que se derivan de las mismas, así como el hecho de
que esas hipótesis no son claramente discernidas por los intervinientes, muchos
de los cuales no aluden a alguna de ellas, y que el hecho de no haberse
demandado expresamente las normas que regulan la adopción de un menor por el
compañero o compañera permanente del padre o la madre biológicos, podría
comportar una afectación del debido proceso si se optara por dicha unidad
normativa, inclinan a la Corte por una decisión inhibitoria, que, como se ha
dicho, es la que mejor garantiza el debido proceso.
VIII. DECISION
RESUELVE
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Magistrado Ponente:
GABRIEL EDUARDO MENDOZA
MARTELO
certeza, los cuales, también por este aspecto, esto es, por no incorporar el énfasis
argumentativo que se echa de extrañar, adolecen de una precaria estructuración
que igualmente justifica el que esta causa no desembocara en un
pronunciamiento de mérito.
Fecha ut supra,
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