INFORME Importancia de La Ética y La Moral

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PROGRAMA NACIONAL DE FORMACIÓN EN CONTADURÍA PÚBLICA

Informe

Integrante:
María José Pérez
C.I: 29.742.972
Sección: LCO 4112
Prof: Leolimar Arriechi

Barquisimeto, Agosto 2023


Introducción

La ética y los valores constituyen elementos esenciales en el proceso de


participación y organización comunitaria. Ética es la ciencia que se encarga
del estudio de las normas morales de cada individuo, normas que son muy
necesarias para lograr equilibrio y armonía en la convivencia entre todos y
cada uno, así como ante una sociedad de individuos que se rige por su
propia moral; la moral es el juicio que como individuos o personas le damos a
ciertos actos que de acuerdo a nuestra moral pueden ser buenos o malos,
ciertos o erróneos, el juicio de cualquiera puede ser tan bueno como el de
cualquier otra. Conocer entre los aspectos éticos y valores han cobrado
mucha importancia para las comunidades e organizaciones.

“No filosofamos para saber lo que es la virtud, sino para hacernos personas
virtuosas”. Aristóteles: Ética a Nicómaco.
Importancia de la Ética y la Moral:

La ética es entonces, la disciplina que indaga la felicidad de la conducta


humana, de las instituciones sociales, de la convivencia en general. Es la
búsqueda de la salud del individuo y la salud social, potenciando la
solidaridad. Es la búsqueda de los valores mínimos que serían deseables
que fuesen compartidos a fin de lograr una sociedad más justa y más feliz.
Etimológicamente ética deriva del término griego ethos que significa
costumbre, morada del hombre, lugar donde habita o reside. O sea, lo que
estudia las costumbres humanas, el modo de ser hombre. La ética trata de
responder a la pregunta: cómo vivir el mejor modo posible. Es la disciplina
que nos enseña a ser seres humanos. Y en principio a ser felices, a vivir del
modo posible. La ética no va contra la vida, es parte de la vida, como dice
Fernando Savater y se propone reforzarla y hacerla más rica. Como señaló
Séneca, “todos hermano, quieren ser felices” y S. Freud afirmó: “los hombres
quieren ser y permanecer dichosos”. Desde otra dimensión, Adela Cortina,
explica que “la ética cívica consiste en aquel conjunto de valores y normas
que comparte una sociedad moralmente pluralista y que permite a los
distintos grupos, no sólo coexistir, no sólo convivir, sino también construir su
vida juntos a través de proyectos compartidos y descubrir respuestas
comunes a los desafíos a los que se enfrentan”.

En cuanto a la moral, ésta viene del término latín Mos-moris y significa


costumbres. Moral es entonces la que hemos llamado la moral vivida,
ejercida, practicada, las costumbres, las normas, los valores y ética es un
saber teórico, una reflexión, una valoración de la moral. En ese sentido, la
moral no es ciencia, sino objeto de ésta y por lo tanto es estudiada e
investigada.
Ética comunitaria:

La sabiduría popular se expresa a través de grandes máximas, por


ejemplo, “pobre, pero honrado”, que muestra que a la persona le importa la
honradez, aunque le duela la pobreza. A partir de este dicho pensamos que
la formación de virtudes en los niños y jóvenes debe nacer de la familia, de
los maestros, de los religiosos o bien de la comunidad. La civilidad que
sostiene la vida democrática, es una virtud y como todas, debe aprenderse
en los grupos primarios de la sociedad. Si la familia, la escuela o el
vecindario no dan un valor a la participación en las tareas comunes, mal va la
persona a aprender una actitud semejante.
Esto nos conduce a reflexionar sobre nuestra realidad, en donde
prevalecen los antivalores como el enriquecimiento cueste lo que cueste.
Existe un afán desmesurado de tener dinero, aunque esto atente contra la
salud del vecino. Sobresalen las actitudes individualistas. No ha existido el
cuidado de asumir los ideales que fundamenten la bús- queda del bien
común.
La ética comunitaria se propone valorar la convivencia como un estado
deseable en la sociedad. Cada uno de todos nosotros somos un “posible” y
junto con los otros, somos “otros posibles”, lo que convierte a la convivencia
en una necesaria virtud para sobrevivir humanamente. Hoy día, los teóricos
han definido todo esto como una es- pecie de seres engarzados en lo que
llaman red. De ahí, la red de la globalización en la cual cabemos todos de
manera uniformada.
Pero también están las redes del vecindario, de los lazos culturales, de
los amarres familiares. Desde esta óptica el sentido de la honradez se
articula, no sólo como una conducta personal, sino en relación al manejo a
las cosas del Estado. Somos testigos de cómo surge con fuerza el afán de
enriquecimiento rápido. No importan los medios sino sólo el fin, aunque éste
se convierta en la propia tumba de desprestigio moral de quien aspiró a la
riqueza material. El sentido de servicio desaparece y cede su espacio al
interés del yo individual, dado que se nos ha olvidado que en la medida que
sirvamos a los otros, los otros también nos servirán. Interesa de esa manera
que la virtud de la honradez se constituya en el eje transversal que cruce
nuestro tramado social. Para ello debemos reconstruir el valor de la armonía
para alcanzar cierto equilibrio de fuerzas en la sociedad. De lo contrario,
vamos a navegar entre el autoritarismo y la anarquía en la que cada
individuo es él mismo, sin importar los deberes de responsabilidad y ética
comunitaria. La honradez pasa por el auto reconocimiento de vivir en
sociedad y, como tal, nos debemos a los otros pero sobre todo, a nuestros
hijos, a quienes necesariamente debemos inculcarles esta virtud tan olvidada
en el seno de la sociedad. Contrariamente, ellos reclamarán a los padres el
desprestigio moral de que son objetos por una mala praxis heredada o bien,
sentirán orgullo porque sus familias los formaron con valores de respeto y
ética comunitaria.

¿Qué son los valores éticos?

Si nos preguntamos qué son los valores éticos, debemos considerarlos


como aquellos que estructuran el comportamiento de los seres humanos.
Son, por tanto, las bases sobre las que se sustenta cómo nos comportamos
con el resto de personas desde un punto de vista positivo y siempre
intentando no afectar de manera negativa. De esta forma, la lista de valores
éticos se concibe como guías de comportamiento, que son aceptadas por lo
general por la sociedad en la que se vive, con el fin de diferenciar qué es
correcto y qué no lo es.
Los valores éticos rigen la conducta de una persona, sobre todo en cómo
se relaciona con las demás. De forma individual es posible tener ciertos
valores éticos, pero sí hay algunos que destacan por encima de otros por la
importancia que tienen en todos los niveles.
El conocimiento de los valores es caso de intuición; no es lo mismo saber
un valor que captarlo directamente y apreciarlo como tal. En el terreno de
captación de valores podemos distinguir la evaluación y la valorización. La
primera consiste en captar un objeto y compararlo con un criterio extrínseco
al sujeto previamente percibido. Por ejemplo, al evaluar el aprendizaje de un
alumno, sus resultados se comparan con los objetivos del curso, previamente
definidos y entonces la calificación tiende a un máximo de objetividad.

Aspectos éticos y valores necesarios en la participación y organización


comunitaria:

En relación con los valores para la participación, Martínez (2005), señala


la honestidad, la justicia, la responsabilidad, la caridad social, la veracidad, la
solidaridad, la calidad, la prudencia, el respeto y la lealtad o fidelidad. Por su
parte, Casilla e Inciarte (2004), destacan entre los valores involucrados en el
acto participativo comunitario, los siguientes: solidaridad, equidad,
cooperación, dignidad, conservación, previsión, honestidad, compromiso,
perseverancia, superación, armonía, equilibrio, responsabilidad, libertad,
transparencia, desafío, confianza, asociatividad, disciplina, fortaleza, belleza,
bien, verdad, iniciativa; entre otros.
De lo expresado anteriormente, se puede deducir que los valores, como
principios normativos, creencias prescriptivas y convicciones duraderas para
determinadas conductas o modo ideal de vida personal o social, deben
prevalecer en la participación y organización comunitaria, destacando entre
ellos, valores éticos, como la honestidad, el respeto, la solidaridad,
cooperación, disciplina, responsabilidad, equidad, igualdad y el compromiso;
los cuales deben ser compartidos y puestos en práctica para que le permitan
a las personas participar eficientemente y en un clima de armonía, lo que
contribuirá al logro común de objetivos y metas propuestas.
Asimismo, Ferrer y Martínez (2007:19), resaltan que los valores son el
contenido ético, que evoluciona y cambia según las estructuras y sobre los
cuales se fundamenta la normativa y las concepciones prácticas, misión y
visión de la organización, como grupo social integrado.
Sobre este particular, la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (1999), en su artículo 70 señala que los valores que deben guiar
la participación (las instancias de atención ciudadana, la autogestión, la
cogestión) y las diferentes formas asociativas (cooperativas, cajas de ahorro,
empresas comunitarias, entre otras), son la cooperación mutua y la
solidaridad.
En relación con las organizaciones comunitarias, cuyo fin es el desarrollo
económico y social de las comunidades, Kliksberg (1999), indica como
valores para el desarrollo social: la solidaridad, entendida como la
sensibilidad de un ser humano por los otros seres humanos; la noción de
equidad, con la finalidad de garantizar a todos los miembros de una sociedad
oportunidades para poder movilizar plenamente sus capacidades y participar
activamente en el desarrollo; la superación de las discriminaciones,
considerado un valor orientador del desarrollo social, y por último la
sostenibilidad, señalado como un valor esencial que debería orientar el
desarrollo social, apuntando hacia la creación de capacidades de auto-
sustentación.
En este sentido, en toda organización vivible deben respetarse y aplicarse
los valores de libertad, justicia, equidad, transparencia, solidaridad,
honestidad, igualdad de oportunidades y la dignidad del trabajo según lo
afirma Etkin (2003). Para este autor la ética es un saber que orienta los
comportamientos y que requiere convicción, consentimiento y compromiso
en las prácticas y relaciones.
De la misma manera, Mas Herrera (2005), expresa que en la empresa
endógena deben prevalecer los valores de cooperación, caridad,
responsabilidad, moderación, humildad, seguridad, justicia, libertad, verdad y
amor.
Desde esta perspectiva, es importante señalar que la ética y los valores
se encuentran en el interior de las personas, llegando a constituirse en parte
importante de ellas, debido a que terminan por ser los fundamentos que diri-
gen su comportamiento y actuación, permitiendo interpretar y jerarquizar las
conductas y las acciones humanas, así como juzgar y diferenciar lo que es
adecuado, conveniente, bueno, malo, negativo o inapropiado. Asimismo, las
organizaciones poseen una moral y son los valores de los miembros que las
integran las que conforman y condicionan su plano ético.
Conclusión
Los valores y los aspectos éticos compartidos e internalizados constituyen
los principios orientadores del comportamiento de las personas para la
participación y organización comunitaria.
En las organizaciones comunitarias debe prevalecer una estructura
organizacional con estrategias, objetivos, normas y valores éticos, que
potencien la autonomía, la pertenencia, la integración, la igualdad y la
solidaridad entre sus miembros, convirtiéndose de esta manera en los
elementos de crecimiento de la organización y en los entes rectores de la
participación y organización comunitaria que permitan alcanzar el desarrollo
local sostenible.
Las estrategias gerenciales constituyen una herramienta muy importante y
necesaria en las organizaciones, por ser un proceso continuo y participativo
que permite anticiparse a situaciones complejas e impredecibles,
desenvolverse en entornos turbulentos e inciertos, y crear las condiciones
necesarias para alcanzar las metas trazadas. En el caso de las
organizaciones comunitarias, la estrategia gerencial que contribuye al
desarrollo local sostenible es la cooperación-competitividad.
Para finalizar, es necesario que la ética, los valores y las estrategias
gerenciales prevalezcan en la participación y organización comunitaria, de tal
manera que orienten las actuaciones de las personas y al mismo tiempo
permitan alcanzar el desarrollo local sostenible.

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