La Violencia en El Futbol A

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La violencia en el futbol

No caben dudas de que el fútbol es uno de los deportes con más seguidores en el mundo.
Miles de personas se movilizan todas las semanas para asistir a las canchas a ver a sus
jugadores y a disfrutar de un espectáculo que abarca mucho más que el juego: el folclore del
fútbol que inicia varias cuadras antes de la cancha, el choripán, los hinchas, las banderas, los
cánticos, las bengalas, las chicanas a los adversarios y… la violencia. Algo que parece tan
propio del fútbol como la pelota y el arco.

La violencia en el fútbol argentino ha estado presente prácticamente desde sus comienzos (al
igual que en el resto del mundo), la aparición de las barras bravas hizo que aumente y se
recrudezca. Desde el primer asesinato registrado, ocurrido en Rosario en 1922 (durante un
partido entre el Club Atlético Tiro Federal Argentino y el Club Atlético Newell's Old Boys), hasta
el año 2016, la violencia relacionada al fútbol argentino ha cobrado una cifra estimativa de por
lo menos 201 víctimas fatales y gran cantidad de heridos, habiendo ocurrido la mayoría de los
casos desde fines de la década de 1950 en adelante, coincidiendo con la aparición y el
desarrollo de las barras bravas.

Pero la violencia no sólo aparece en el fútbol profesional. También aparece en los “picaditos” y
más triste aún en el fútbol infantil. La práctica de este deporte suele iniciarse a edades muy
tempranas. Chicos a partir de los 5 años juegan amistosos entre clubes y barrios y allí también
puede verse el germen de la violencia. Como si allí comenzara a surgir el origen de la
agresividad, del odio y de la frustración que no tiene otro fin aparente que defender unos
colores, un club o simplemente apoyar o insultar en el peor de los casos a un jugador o incluso
al árbitro.
Esa competitividad llevada tanto en el ámbito de juego como fuera de la cancha, mezclada con
una actitud de falta de respeto entre miembros de distintos clubes, hacia árbitros y entre ellos
mismos, es un fiel reflejo de cómo actúan algunos aficionados de este deporte y que incluso
son, aunque nos cueste creerlo, padres de los jugadores y los directivos de los clubes. Ellos
serán el espejo en el que los niños se mirarán en el futuro para crear y copiar su propia
conducta, incorporando la cultura del “Aguante” como el marco en el que todo vale y donde
necesariamente debe desarrollarse el fútbol.

En este contexto, aparece la figura del “hincha” como un personaje fanático fogoso, pasional y
hasta divertido que se fue convirtiendo, por necesidad de la política interna de los clubes, en un
grupo de choque violento cuyo objetivo fundamental era defender a los simpatizantes de su
propio equipo y eventualmente agredir a la hinchada del adversario demostrando quien es el
mejor ya no en el campo de juego sino en las tribunas con la barra del otro equipo.

Este fenómeno tuvo una nueva mutación, parte de la “hinchada” se convirtió en “la barra
brava”, y muy pronto pasó a hacer algo inmanejable para quienes la habían creado
convirtiéndolos en cómplices o rehenes de la “presión de la tribuna”. Amparados por el poder
de directivos de los mismos clubes y por el poder político de turno, los jefes de las distintas
barras de los clubes terminaron por consolidar potentes asociaciones ilícitas, dueñas de
negocios millonarios montados alrededor del fútbol.

“La cultura futbolística argentina se ha transformado en un espacio donde la violencia se vuelve


un estilo, un modo de actuar, una forma de entender la vida y de marcar la relación con el
mundo”, sostiene Pablo Alabarces, escritor, sociólogo argentino y licenciado en Letras por la
Universidad de Buenos Aires.

Entonces la pregunta que cabe hacernos es…. ¿Por qué en el fútbol y no en otros deportes?
¿O Por qué en el fútbol más que en cualquier otro deporte? Y quizás la respuesta esté en que
quienes tienen que ser parte de la solución, son los verdaderos artífices del problema.

Porque la violencia se genera en la corrupción de los directivos de los clubes que encubren a
los barras, en la FIFA que acuerda coimas para arreglar una sede de mundial y vender sus
derechos de televisación, en la compra de árbitros, en el “adorno” a jugadores para que “vayan
para atrás”, en los políticos que contratan a los barras como fuerza de choque y apriete, en los
jueces que miran para otro lado al momento de sancionar con dureza a los clubes porque el
“circo del fútbol” mueve no solo mucha plata sino también muchos intereses. Y si a diario
consumimos en los medios de comunicación estas noticias y la impunidad con que se tratan no
podemos esperar que ese germen violento que -nada tiene que ver con el espíritu del deporte-
se filtre en todas las capas de la sociedad hasta llegar a una madre que un amistoso barrial
agarra del cuello a un chico por considerar que atentó contra la meteórica carrera de su hijo de
5 años que se proyectaba como el nuevo Messi.

El análisis es tan apocalíptico como pensar la solución porque en Argentina nadie parece estar
dispuesto a tomar las medidas que hay que tomar. Para conseguir finalmente frenar estos
actos, se debe imponer una serie de bases sobre principios éticos y de conducta que en caso
de incumplirse conlleven una sanción o la total suspensión de la práctica de este deporte, ya
sea a los jugadores o bien a través de la prohibición de entrada a los campos de fútbol a
aquellos espectadores que lleguen a estos extremos.

Ahora ¿Quién sancionaría a los clubes con años de suspensión -si fuera necesario- como le
sucedió a Liverpool y al fútbol inglés en general que luego de esta medida de fondo logró luego
de décadas terminar con la violenta cultura de los “hooligans”?; ¿quien por estos lados se
animaría a suspender por años a Boca luego de la bomba de Gas Pimienta que tiró el
“Panadero” en el superclásico? ¿Y quién suspendería a River luego de que sus hinchas
atacaran al ómnibus que transportaba a los jugadores de Boca, en otro Superclásico? ¿Quién
sancionaría a los directivos con inhabilitación de por vida al comprobarse sus negociados y a
sus barras con cárcel porque en su gran mayoría hay pruebas de sobra que demuestran que
son delincuentes?
Winston Churchill, el reconocido primer ministro y estadista británico dijo: “El fútbol es un juego
de caballeros jugado por villanos …” Yo diría El fútbol es un juego de caballeros teñido por el
manejo de unos cuantos villanos…

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