PROLOGO

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PROLOGO

En un tiempo muy lejano, mucho antes de que los humanos caminaran por la Tierra,
existieron unas criaturas fascinantes conocidas como dinosaurios. Estos gigantes
reptiles dominaron los ecosistemas terrestres durante millones de años, desde el
período Triásico hasta el Cretácico.

Imagínate un mundo sin ciudades, sin carreteras ni edificios altos. En su lugar,


vastas áreas verdes cubiertas de exuberante vegetación y ríos caudalosos. Era en
este entorno donde los dinosaurios se encontraban en la cima de la cadena
alimentaria, adaptándose a diferentes estilos de vida y formas físicas.

Desde el majestuoso Tiranosaurio Rex, con sus mandíbulas llenas de dientes


afilados, hasta el ágil Velociraptor, con sus garras mortales, los dinosaurios se
diversificaron en una amplia variedad de especies. Algunos eran herbívoros, como
el imponente Diplodocus, mientras que otros eran carnívoros, como el temible
Spinosaurus.

A través de los años, los paleontólogos han descubierto fósiles y han reconstruido
estos antiguos seres, permitiéndonos vislumbrar la maravillosa y misteriosa era de
los dinosaurios. Aunque su desaparición sigue siendo un enigma, su legado vive en
nuestra imaginación y en los museos, donde podemos admirar sus esqueletos y
aprender sobre su vida en la Tierra.
Los dinosaurios fueron un grupo de reptiles que habitaron la Tierra en la era
mesozoica, desde el período triásico superior hasta fines del cretácico (245 a 65
millones de años atrás). Su desaparición marca el límite entre la era mesozoica y la
cenozoica, y el comienzo de la denominada edad de los mamíferos. El
término dinosaurio proviene del griego (significa "lagarto terrible") y se refiere a
ejemplares de lo más diversos: grandes, como el brontosaurio, que pesaba cerca
de 75 toneladas, y muy pequeños, como el saltopus, de tan sólo 50 cm de largo.

Los primeros homínidos, por su parte, aparecieron en la Tierra hace relativamente


poco, alrededor de 2 millones de años atrás, muchísimo después de que el último
de estos grandes reptiles pereciera. Las imágenes de los primeros hombres junto a
los dinosaurios no son más que un producto de la fantasía.

Los dinosaurios tenían una variedad de dietas, dependiendo de la especie a la que


pertenecían. Algunos dinosaurios eran herbívoros, lo que significa que se
alimentaban principalmente de plantas. Estos herbívoros tenían dientes
especializados para cortar, triturar y masticar vegetación fibrosa, como hojas, ramas
y helechos.

Otros dinosaurios eran carnívoros, lo que significa que se alimentaban


principalmente de carne. Estos depredadores cazaban y se alimentaban de otros
animales, como pequeños mamíferos, reptiles, aves y otros dinosaurios. Tenían
dientes afilados y garras fuertes para capturar y desgarrar a sus presas.

Además de los herbívoros y carnívoros, también existían dinosaurios omnívoros,


que se alimentaban tanto de plantas como de carne. Estos dinosaurios tenían una
dieta más variada y podían aprovechar tanto los recursos vegetales como animales
disponibles en su entorno.

Es importante tener en cuenta que la dieta de los dinosaurios variaba según la


especie, el tamaño y el hábitat en el que vivían. Algunos dinosaurios eran
especialistas en ciertos tipos de alimentos, mientras que otros tenían una dieta más
generalista.

Clasificación de los dinosaurios

Todos los dinosaurios compartían una característica que los diferenciaba de sus
antecesores, los arcosaurios: la posición erguida. Sus extremidades estaban
situadas debajo del cuerpo; esto posibilitaba que el peso del animal se sostuviera
desde abajo y en consecuencia su locomoción resultase más eficaz que la del
animal de patas abiertas, en la que el peso del cuerpo se soportaba desde los
costados. Además, los dinosaurios eran digitígrados: caminaban sobre las puntas
de los dedos; sus antecesores reptantes eran plantígrados: se desplazaban
pesadamente sobre las plantas de los pies.
Los científicos dividen los dinosaurios en dos grandes grupos. Tienen en cuenta,
fundamentalmente, la estructura de los huesos de la cadera. Los Saurisquios son el
grupo cuya cadera es similar a la de los lagartos, mientras que los Ornitisquios
poseen la cadera similar a la de los pájaros. Si bien no hay acuerdo unánime acerca
de su origen, se cree que ambos grupos derivan de un antepasado común: un grupo
de reptiles primitivos, los tecodontes, del cual provienen también los cocodrilos, los
reptiles voladores y las aves.

Los fósiles: testimonios de un pasado muy lejano

La existencia de los dinosaurios se determinó a partir del descubrimiento de fósiles.


Se han encontrado fósiles en todos los continentes, prueba de que estos grandes
reptiles se extendieron por todo el planeta. Los fósiles más abundantes
corresponden a huesos, luego los de dientes, huellas, huevos; por último, los fósiles
de impresiones de piel, que se encontraron en muy pocas ocasiones.

Cómo se forma un fósil

El proceso de fosilización comienza cuando los restos de un ser vivo son cubiertos
por sedimentos. Con el tiempo, los materiales originales que componían la
estructura (las partes que llegan a fosilizarse, en general, son las duras, como
huesos o dientes) van siendo reemplazados por minerales del suelo, sin que se
altere la forma inicial. Un fósil es, por lo tanto, un modelo hecho de roca de una
estructura que alguna vez perteneció a un ser viviente. En casi todos los casos, los
restos de animales y plantas son rápidamente consumidos por los animales
carroñeros, descompuestos por las bacterias y hongos que habitan el suelo, o
desintegrados por el viento o el agua. Por eso, los fósiles encontrados representan
una proporción muy pequeña de los organismos existentes en un período de la
historia de la Tierra.

Cómo conocemos las características de los dinosaurios

A partir de los fósiles encontrados en las excavaciones, los paleontólogos hacen


inferencias acerca de la anatomía y el modo de vida del dinosaurio hallado. El largo
de los huesos de las patas se utiliza para estimar la altura, el peso del animal, y la
velocidad a la que podía desplazarse. Los dientes puntiagudos son un indicio de
que el dinosaurio era carnívoro. Las hipótesis sobre su dieta tienen en cuenta,
además, la presencia o no de garras, y el contenido de sus estómagos o intestinos,
que se ha preservado en algunos casos. Los sucesivos hallazgos aportan nuevas
pruebas acerca de la fisiología de estos animales, y, con el tiempo, se va llegando
a consensos sobre cómo eran y vivían estos grandes reptiles. Sin embargo, existen
todavía muchas preguntas sobre los dinosaurios que no tienen respuesta. ¿Eran de
sangre caliente? ¿Cuidaban a sus crías? Los científicos siguen debatiendo éstas y
otras cuestiones y buscan evidencias que los ayuden a responderlas.
El fin de los dinosaurios

Los dinosaurios dominaron el planeta durante 180 millones de años. Sin embargo,
al final del período cretácico, desaparecieron sorpresivamente. ¿Por qué se
extinguieron los dinosaurios? Las causas de la desaparición no están del todo claras
todavía. No sólo los dinosaurios perecieron en esa época, también lo hicieron
muchos otros animales. Varias teorías han intentado explicar estas desapariciones
basándose en distintas evidencias. La hipótesis más aceptada es la de la caída de
un asteroide de enorme tamaño que desencadenó cambios climáticos de inusitada
magnitud en la Tierra. Cambios a los cuales los dinosaurios no pudieron adaptarse.

Tras la extinción de los dinosaurios, los pequeños mamíferos, hasta ese momento
un grupo perseguido por muchos de los grandes reptiles, se diversificaron y
expandieron notablemente. Se valieron de sus capacidades adaptativas, como su
excelente olfato y su gran inteligencia, para convertirse en el grupo dominante del
planeta hasta nuestros días. Sin embargo, muchos piensan que los dinosaurios no
han desaparecido totalmente: sus sucesores, las modernas aves, nos traen
cotidianamente a la memoria estos gigantes que, en épocas remotas, llegaron a ser
los dueños de nuestro cambiante planeta.

Ornitisquios

Los dinosaurios del orden de los Ornitisquios poseían una pelvis similar a la de las
aves modernas, con una disposición rectangular. El pubis estaba rotado y apuntaba
hacia atrás, en paralelo con el hueso isquion y por debajo de él. Además,
exceptuando las especies más primitivas, todos los Ornitisquios tenían una boca no
dentada cubierta por un pico córneo. Curiosamente, las aves no derivan de este
grupo de dinosaurios, sino del de los Saurisquios. Esto implica que la disposición
rectangular de la cadera surge independientemente en el curso de la evolución tanto
de las aves como de los Ornitisquios, en un claro ejemplo de evolución convergente.
Los Ornitisquios se dividen en cuatro subórdenes. Los ornitópodos (bípedos), los
estegosaurios, anquilosaurios y ceratosaurios (estos tres últimos, cuadrúpedos).

Ornitópodo: iguanodonte.

Los ornitópodos constituyeron el grupo más abundante al final del período


cretácico. Aunque eran bípedos, podían adoptar una posición en cuatro patas.
Su dentadura estaba hecha para rasgar y romper material vegetal y se componía
de cientos de dientes compactos, evidencia de que ingerían grandes volúmenes de
comida. Un típico dinosaurio perteneciente a este grupo era el iguanodonte, de 4 a
5 m de altura, cuyas huellas semejaban las de un avestruz.

Estegosaurio: estegosaurio.

Los estegosaurios, como el resto de los Ornitisquios, eran herbívoros, de cabeza


y dientes muy pequeños, tenían el cerebro del tamaño de una nuez, si bien podían
pesar hasta 2 t. Su rasgo distintivo consistía en dos filas de placas óseas eréctiles
alternadas a lo largo de su espalda y su cola, cuya función es aún hoy muy discutida.
Se encontraron evidencias de que dichas placas estaban vascularizadas y podrían
haber tenido una función en la regulación de la temperatura del animal, al permitir
un intercambio rápido de calor con el medio; se postula también que les pudieron
haber servido de defensa. Un ejemplar de este grupo lleva el mismo nombre:
estegosaurio.

Anquilosaurio: anquilosaurio.

Los anquilosaurios eran animales bajos y de patas cortas y fuertes. Tenían una
suerte de armadura rígida y resistente de placas óseas que cubría sus patas y su
espalda. El anquilosaurio era un ejemplar típico de este grupo, con una cola gruesa
y robusta que terminaba en forma de mazo óseo y podía tener un efecto mortífero
sobre sus posibles atacantes.

Ceratosaurio: triceratops.
Los ceratosaurios fueron los dinosaurios que aparecieron más tardíamente, en el
período cretácico superior. Tenían cuernos y cabezas grandes, y mandíbulas con
un pico en su parte delantera que cubría una serie de dientes cortadores. Su cuerpo
estaba cubierto por una piel correosa. Aunque eran herbívoros, estos dinosaurios
eran muy capaces de defenderse y hasta los feroces terópodos se cuidaban de
atacarlos si andaban en grupo. Uno de sus miembros más conocidos (y uno de los
últimos dinosaurios en desaparecer) era el triceratops. Los cuernos de este
dinosaurio semejaban los de un rinoceronte actual; además, el animal poseía un
reborde óseo que se proyectaba por detrás del cráneo y le colgaba sobre la nuca.

Saurisquios

El orden de los Saurisquios tenía su pelvis en una disposición trirradiada, como los
modernos cocodrilos. El pubis apuntaba hacia adelante formando un ángulo con el
isquion, que se orientaba hacia atrás. Los saurisquios se dividían a su vez en dos
subórdenes: los terópodos, carnívoros, y los saurópodos, grandes herbívoros,
ambos muy diferentes y probablemente distantes entre sí en el proceso evolutivo.

Terópodo: tiranosaurio rex.

Los terópodos eran bípedos obligados: no podían adoptar una postura en cuatro
patas. Sus patas traseras eran fuertes, indicadoras en muchos casos de que estos
dinosaurios eran muy veloces. Las patas delanteras tenían afiladas garras para
atrapar la presa e impedir que se les escapara, aunque eran demasiado cortas como
para llegar a la boca. Sus largas colas les permitían estabilizar la posición bípeda.

De cabeza grande, comparada con la de otros dinosaurios, tenían mandíbulas con


dientes agudos orientados hacia el interior de la boca, una clara evidencia de que
su alimentación era carnívora. Es probable que el mayor tamaño relativo de su
cerebro, respecto de otros grupos de dinosaurios, guardara relación con el
desarrollo de habilidades imprescindibles para la caza. Este grupo abarcaba desde
los dinosaurios de formas pequeñas y de movimientos muy rápidos, como los
ovirraptores, de 2 m de largo y un peso de 25 a 30 kg, hasta los mayores predadores
carnívoros terrestres que hayan existido, como el tiranosaurio, de 15 m de largo y 6
de alto, con un cráneo macizo de 1 m de longitud, y un peso de 5 a 6 t.
Saurópodo: apatosaurio.

El grupo de los saurópodos incluía los dinosaurios herbívoros de mayor tamaño


conocidos. Los ejemplares más pequeños eran más grandes que los elefantes
actuales. Se cree que el mayor saurópodo era el argentinosaurio . Todos los
saurópodos tenían la misma estructura corporal básica: cuerpo grande, patas cortas
y columnares, largas y pesadas colas y una pequeña cabeza al final de un cuello
muy largo (el diplodocus, por ejemplo, medía 26 m de largo y su cabeza sólo 60
cm). Debido a su gran corpulencia y sus cortas patas, no eran buenos corredores.
Se los considera animales semi-acuáticos, hipótesis basada en que los huesos de
sus patas no eran suficientemente fuertes como para sostener un cuerpo tan pesado
sin la ayuda del agua. De acuerdo con esta teoría (aún hoy discutida), el largo cuello
permitía al animal alcanzar la superficie en busca de aire. Sin embargo, se han
encontrado huellas de saurópodos que evidencian que algunos de estos
dinosaurios migraban por tierra firme. En este caso, la función del cuello sería la de
alcanzar las hojas de los árboles altos. Sus dientes eran cónicos pero de punta
chata. Se cree que no masticaban la comida con ellos sino que la tragaban
directamente y que la digestión se producía en sus estómagos ayudada por piedras
que ingerían junto con los vegetales. Los saurópodos fueron los herbívoros
dominantes en el período jurásico, pero parece que sólo tuvieron una importancia
menor durante el cretácico. Otros miembros conocidos de este grupo son el
apatosaurio (conocido también como brontosaurio) y el braquiosaurio.

Cadera

Huesos de la pelvis de un dinosaurio del orden de los Ornitisquios.


Cadera

Huesos de la pelvis de un dinosaurio del orden de los Saurisquios.

Argentinosaurio
Reconstrucción de un argentinosaurio.

Argentinosaurus huinculensis es el dinosaurio más grande que se conoce. Se lo


clasifica dentro del grupo de los saurópodos. Medía cerca de 50 m de largo, y era
un enorme cuadrúpedo herbívoro, de largo cuello, que vivió en el cretácico tardío y
fue hallado en la Argentina por los paleontólogos Rodolfo Coria y José Bonaparte
en el año 1993.

La piel de los dinosaurios

Fósil de piel de dinosaurio.

Las suposiciones acerca del color verde de los dinosaurios se basan en su similitud
con los reptiles actuales, muchos de los cuales poseen un color verdusco que les
permite camuflarse con el entorno. Algunos reptiles, sin embargo, poseen colores
brillantes, los que son utilizados para atraer a su pareja. Si tenemos en cuenta,
además, que los fósiles de la piel de los dinosaurios no conservan el color de la
estructura original, no podemos afirmar de modo definitivo que la piel de estos
animales era de color verde.

En cuanto al tipo de piel, los fósiles muestran una textura escamosa y ausencia de
plumas y pelo, lo que hace suponer a los paleontólogos que los dinosaurios tenían
una piel seca y resistente.

Excavación de fósiles

La excavación de restos de dinosaurios es un proceso largo, que requiere de una


gran planificación, involucra un alto costo y la participación de muchos expertos.
Primero se delimita el área en la que se cree que hay restos fósiles. La excavación
comienza utilizando taladros y picos para sacar la roca de los estratos superiores.
Cuando se llega a los huesos, se sigue con elementos más delicados como cinceles
livianos, agujas montadas y diminutos cepillos. Una vez desenterrados, los fósiles
encontrados se llevan al laboratorio. Como son sumamente frágiles (además de
valiosísimos), se les hace una cubierta de yeso o espuma de poliuretano para que
puedan ser transportados sin riesgos. Luego comienza el trabajo de limpieza y de
análisis que puede durar varios años y culmina con la identificación del dinosaurio
como miembro de una de las especies ya descriptas, o con la identificación de una
especie desconocida hasta el momento.
Los dinosaurios eran reptiles y, como tales, siempre se los ha supuesto animales
de sangre fría. No mantenían una temperatura corporal constante (como los
mamíferos) sino que la regulaban a partir del calor del entorno. Los biólogos
denominan a este tipo de animales poiquilotermos, en contraposición con
los homeotermos. Sin embargo, en los últimos años, se han encontrado evidencias
de que esto podría no ser así. Las aves derivan de un grupo de dinosaurios
pequeños, los celurosaurios, pertenecientes a los saurópodos, y son animales de
sangre caliente,

Muchos de los dinosaurios, a juzgar por los huesos que se han encontrado, tenían
una vida muy activa que requería de un metabolismo alto, característica asociada a
los animales homeotermos. Estos reptiles, además, caminaban erguidos sobre sus
patas, posición que compartían también con animales de sangre caliente. Se han
encontrado fósiles de dinosaurios en zonas muy frías para ser habitadas por
animales que no fueran capaces de mantener su temperatura interna constante
(aunque los detractores de esta teoría sostienen que dichas zonas no eran tan frías
en la época de los dinosaurios). Por otra parte, los huesos de estos animales poseen
pequeños canalículos por los que se supone que pasaban vasos sanguíneos, con
una estructura muy similar a la de los de animales de sangre caliente.

La discusión aún no se ha cerrado. Hay acérrimos defensores de ambas teorías, e


incluso algunos que adoptan posiciones intermedias (por ejemplo, que algunos
dinosaurios tenían sangre caliente y otros no, o que sólo tenían sangre caliente en
un período de su vida).

Durante muchos años se pensó que sólo las aves y los mamíferos se ocupaban de
sus crías, y que los reptiles ponían sus huevos y los dejaban librados a su suerte.
Estudios posteriores demostraron que incluso algunos reptiles modernos, como los
cocodrilos, ayudan a sus hijos a salir del cascarón y los acompañan hasta el agua.
Junto a los nidos de dinosaurios fosilizados que se han encontrado suelen aparecer
esqueletos de ejemplares jóvenes que se cree que se encontraban cuidando los
huevos. Por otra parte, se ha descubierto que muchos dinosaurios volvían cada año
al mismo sitio a desovar, se cree que cubrían sus huevos con arena y que algunos,
incluso, alimentaban a sus crías al salir del cascarón.

Se han dado muchas explicaciones acerca de la extinción de numerosas especies


de animales (entre ellos, los pterodáctilos voladores y los enormes reptiles marinos,
como el ictiosaurio) y de plantas ocurrida a fines del mesozoico.

No está claro si dicha extinción fue gradual u ocurrió de manera repentina debido a
una catástrofe. Una de las teorías más aceptadas (que responde a la hipótesis del
cambio brusco) es que, hace alrededor de 65 millones de años, un asteroide de
entre 6 y 15 km de diámetro colisionó contra la Tierra. La enorme nube de polvo que
se elevó eclipsó la luz solar durante años. Esto destruyó gran parte de la vida vegetal
y causó la completa extinción de los dinosaurios. La hipótesis se basa en el hallazgo
de niveles elevados de iridio en una capa que coincide con el estrato
correspondiente a la época de la extinción.
El iridio es un metal raro en la superficie terrestre pero relativamente habitual en
cuerpos del espacio exterior, como los asteroides.

El principal argumento de la versión de la desaparición gradual se basa en la


evidencia de que los climas estaban cambiando lentamente hacia fines del período
mesozoico. La desaparición de los dinosaurios podría haberse debido a la pérdida
de hábitats adecuados y explica por qué muchas otras especies, contemporáneas
a los dinosaurios, no se extinguieron. El registro fósil avala este modelo de
desaparición paulatina y muestra un descenso de la variedad de especies al
estudiar los ejemplares pertenecientes al mesozoico avanzado.

Hay muchas otras teorías que intentan explicar por qué los dinosaurios perecieron.
Una de ellas postula que tenían un gusto poco desarrollado y se envenenaron con
los alcaloides de las nuevas plantas con flor (angiospermas) que surgieron en la
época. Otra afirma que los dinosaurios carnívoros se comieron a todos los
herbívoros y luego ellos mismos murieron de hambre. Otra, incluso, adjudica la
causa de la extinción a explosiones volcánicas.

Lo más razonable es que la extinción haya sido por una suma de factores adversos
entre los que podrían encontrarse algunos de los mencionados. Por ahora, el
interrogante sigue sin resolverse.

Era mesozoica

Una de las eras geológicas en que se divide el período cámbrico o fanerozoico.


Abarca unos 180 millones de años, desde el fin de la era paleozoica (hace unos 245
millones de años) hasta los comienzos de la era cenozoica (hace unos 65 millones
de años).

Eras geológicas

Las primeras rocas formadas con fósiles pertenecen a lo que se denomina período
cámbrico o fanerozoico (significa "vida visible"), que comprende los últimos 600
millones de años de la historia de la Tierra. Los cuatro mil millones de años
anteriores a ese período corresponden al período precámbrico o criptozoico
(significa "vida oculta"), en el que ya se encuentran trazas de vida.

El fanerozoico se divide, a su vez, en el paleozoico ("vida antigua"), que abarca un


período de unos 355 millones de años, el mesozoico ("vida media"), que dura unos
180 millones de años y en el que surgen los dinosaurios, y el cenozoico ("vida
nueva"), que comprende los últimos 65 millones de años y a fines del cual aparecen
los primeros homínidos.
• Período precámbrico o criptozoico: abarca los 4.000 millones de años
anteriores al período fanerozoico.
• Período cámbrico o fanerozoico: 600 millones de años.
• Período paleozoico: 355 millones de años.
• Período mesozoico: 180 millones de años.
• Período cenozoico: 65 millones de años.

Evolución convergente: muchas veces caminos independientes en la línea


evolutiva llevan a la aparición de estructuras análogas. Seres cuyo grado de
parentesco es muy lejano tienen, sin embargo, características semejantes, porque
éstas surgen más de una vez en la evolución de las especies. Se piensa que esto
sucede cuando la aparición de dicha estructura brinda a su poseedor grandes
ventajas adaptativas en el entorno en que vive. Un ejemplo es el del ojo complejo
(tipo cámara fotográfica) de los vertebrados y de los moluscos cefalópodos (como
los pulpos), cuya anatomía y función son sorprendentemente similares, aunque sus
orígenes no guardan relación entre sí.

Homínidos: familia de primates cuyas características principales son la posición


erecta (bipedismo) y la capacidad craneal muy desarrollada. Los homínidos
comprenden dos géneros, los Australopithecus y los Homo; a este último género
pertenece el hombre actual.

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