Escultura y Arquitectura Renacentista

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La escultura renacentista

3.1. La escultura del Quattrocento

La abundancia de obras escultóricas clásicas en Italia había sido una constante fuente de
inspiración que no se había interrumpido del todo durante la Edad Media. Por esta razón, en la
escultura, la transición del gótico al Renacimiento no fue tan brusca como en la arquitectura, y
en la base de sus características encontramos la reivindicación de la Antigüedad clásica:

- El tema principal es la figura humana, y se recupera la representación realista del cuerpo


humano desnudo (considerado el máximo ejemplo de belleza perfecta) y, por tanto, se otorga
una gran importancia al estudio de la anatomía humana.

- Se valora más la perfección de las formas y no tanto la función didáctica y religiosa que tenía
la escultura medieval. Retorna el interés por el canon clásico de Policlet, las texturas pulidas y
el movimiento contenido (contrapposto).

- La escultura se libera totalmente de la arquitectura y predominan las figuras exentas o de


pleno volumen. Aunque los relieves no desaparecen adquieren un carácter casi pictórico
gracias a la utilización de la técnica del schiacciato, con la que se logran efectos de perspectiva
y un gran realismo.

- Los temas se diversifican: religiosos, paganos, alegóricos, mitológicos, funerarios, etc. Y el


retrato (de cuerpo entero, sedente, ecuestre...) adquiere una gran importancia y una finalidad
política y propagandística.

- Debido a la influencia de los modelos clásicos, los materiales preferidos fueron el mármol y el
bronce, pero también se realizaron obras en madera, piedra y terracota vidriada y policromada.

Los dos escultores más destacados del Quattrocento fueron Ghiberti y Donatello. Aunque
también podemos mencionar otros escultores importantes como Jacopo della Quercia, Andrea
Verrochio o Luca della Robbia.

LORENZO GHIBERTI

Su obra representa la transición entre la escultura gótica y la renacentista y es uno de los


primeros ejemplos de la técnica del schiacciato. Trabajó especialmente con bronce, destacando
por los relieves con paisajes y figuras humanas de gran detalle. El primer ejemplo de escultura
renacentista es la Puerta del Paraíso del bautisterio de Florencia, en la cual esculpe las
escenas aplicando la perspectiva geométrica y jugando con la gradación de los relieves.

DONATELLO
Es considerado el principal representante de la escultura del Quattrocento y fue discípulo de
Ghiberti. El centro de interés de su obra es el hombre, al cual representa en todas sus etapas:
infancia, adolescencia, madurez o vejez, en su belleza y su fealdad. Logra así un perfecto
dominio en la representación de la anatomía humana. Su estilo oscila entre la búsqueda del
equilibrio clásico y la belleza ideal y un cierto expresionismo, que se acentúa en su última
etapa. Sus principales obras son el David, San Jorge, El condottiero Gattamelata y el profeta
Abacuc.

3.2. LA ESCULTURA DEL CINQUECENTO: LA OBRA DE MIGUEL ÁNGEL

La escultura del Cinquecento se caracterizó por una mayor preferencia por la figura humana
desnuda. Esta tendencia se debió, en parte, al descubrimiento en 1506 de la escultura
helenística del Laocoonte y sus hijos, que ejerció una gran influencia en los artistas de la
época, incluyendo a Miguel Ángel. Al igual que en la arquitectura, la escultura del Cinquecento
buscaba más la monumentalidad que el detalle ornamental. Predominaban las líneas curvas y
el uso de la forma serpentinata, que otorgaba un mayor dinamismo.

Esta etapa, a nivel escultórico, estuvo dominada de forma indiscutible por la obra de Miguel
Ángel.

MIQUEL ÁNGEL

La escultura de Miguel Ángel partió del clasicismo para culminar en un estilo personal e
independiente de cualquier norma, razón por la cual se le considera el iniciador del manierismo
en la escultura. Aunque el artista destacó en todas las manifestaciones, su verdadera vocación
era la escultura en mármol. Para Miguel Ángel, la escultura se encontraba encerrada en el
interior del bloque de piedra y la tarea del escultor era liberar la figura del envoltorio que la
aprisionaba.

El estilo de Miguel Ángel se caracteriza por la grandilocuencia de las figuras, las anatomías
tensas y dinámicas y la terribilità, es decir, la expresión de las pasiones interiores, como la
violencia o la ira, contenidas en el cuerpo y en la mirada, logrando figuras cada vez más
dramáticas. Solo trabajaba con mármol, ya que lo consideraba el material más noble. Siempre
trabajaba las figuras sin bocetos previos en bloques de mármol monolíticos (sin ensamblar).
Podemos clasificar su escultura en tres etapas:

1.PERÍODO JUVENIL (1491-1505)

En esta época clasicista, Miguel Ángel muestra una gran influencia de la obra de Donatello,
reflejada en rostros sin emociones, composiciones armónicas y equilibradas, y un modelado
perfecto (superficies pulidas y representación anatómica perfecta). Su obra más destacada de
este período es la Pietà, con una composición piramidal y una visión idealizada de la Virgen
que contrasta con el realismo del cuerpo inerte de Jesús.
2. PERÍODO DE MADURES (1505-1555)

En esta segunda etapa, Miguel Ángel comienza a romper con el ideal clásico aumentando la
expresividad y el movimiento. Es en este período cuando realiza su célebre obra del David para
el gobierno de Florencia, representando a David como un atleta o héroe de la Antigüedad con
una figura colosal, contrapposto y un estudio anatómico perfecto, que nos remite a las
esculturas clásicas griegas. Pero la gran innovación que introduce el artista en esta escultura
es la tensión contenida que se aprecia en la musculatura y sobre todo en la mirada y expresión
del David. Poco después aplicará esta expresión de terribilità en el Moisés de la tumba del
papa Julio II. Otras obras destacadas de este período son las tumbas mediceas.

3. PERÍODE FINAL (1555-1564)

Este período también es conocido como la etapa manierista de Miguel Ángel, ya que se aleja
definitivamente del realismo y la perfección anatómica y manifiesta una mayor preocupación
por transmitir una idea. Por ello, muchas de las obras de esta última etapa son obras
inacabadas, en contraposición al perfeccionismo de etapas anteriores, y con composiciones
desequilibradas. Un buen ejemplo sería la Pietà Rondanini, esta vez abordada de forma mucho
más dramática que en su Pietà del Vaticano, en la cual plasma el dolor en forma de un abrazo
entre dos cuerpos, la madre y el hijo, que se funden.

3.3. LA ESCULTURA DEL MANIERISMO

La escultura del manierismo supuso el rompimiento definitivo del equilibrio y la belleza clásica
con obras caracterizadas por la tensión y el desequilibrio. Se acentúa el movimiento con el uso
de la línea serpentinata o helicoidal, de modo que las figuras giran sobre sí mismas y ofrecen al
espectador diferentes puntos de vista, produciendo una sensación de inestabilidad. Además, se
produce una estilización del cuerpo humano y, por tanto, se abandonan los cánones de
proporcionalidad propios de la belleza clásica buscada en el Renacimiento pleno. Entre los
principales escultores manieristas, además de la etapa final de Miguel Ángel, destacan
Benvenuto Cellini y Juan de Bolonia o Giambologna.

Benvenuto Cellini: Sus esculturas son refinadas, con figuras alargadas y sinuosas
acompañadas de motivos ornamentales, como en su Perseo con la cabeza de Medusa.

Juan de Bolonia o Giambologna: La característica más importante de su obra es el uso de la


línea serpentinata, mediante la cual crea esculturas de gran dinamismo, como El rapto de la
sábana.
4. ESCULTURA RENACENTISTA EN ESPAÑA

La evolución de la escultura en España fue similar a la de la arquitectura. Sin embargo, aunque


la influencia italiana se fue introduciendo progresivamente, la escultura española conservó
rasgos particulares:

- Predominio absoluto de la temática religiosa, determinado por el gran poder de la Iglesia.

- Una mayor preocupación por la fuerza expresiva que por la belleza formal y la
proporcionalidad, con el objetivo de generar devoción en los fieles.

- El material más utilizado fue la madera policromada mediante la técnica del estofado y la
encarnación. El mármol se reservó para los monumentos funerarios, y el bronce se usó muy
poco.

- Estofado: técnica que consiste en aplicar una capa de blanco de preparación a la madera
para luego proceder a dorarla. También incluye el raspado del color aplicado sobre el oro para
que este sea visible y contraste con el resto de la pintura al temple. Se usaba principalmente
para policromar las partes vestidas.

- Encarnación: técnica que aplica el color de la carne directamente sobre la capa de yeso que
cubre la imagen de madera.

Durante el primer tercio del siglo XVI, la escultura española fue evolucionando paulatinamente
del gótico al nuevo lenguaje renacentista. Podemos apreciar esta evolución en la obra del
valenciano Damià Forment, que inició su carrera con las esculturas del retablo de la colegiata
de Gandía (hoy perdido).

El segundo tercio del siglo XVI representa el momento de mayor esplendor de la escultura
renacentista española. Las dos grandes figuras de este período fueron Alonso Berruguete y
Juan de Juni, ambos de la escuela de Valladolid, caracterizada por adaptar la religiosidad
hispana al lenguaje manierista.

- JUAN DE JUNI (1506-1577)

Su estilo es monumental y con figuras de anatomía proporcionada, por influencia de Miguel


Ángel. Sus figuras expresan una intensa pasión, fruto del dolor y la angustia que sufren. El
grupo escultórico del Santo Entierro recoge estos rasgos y pretende conmover emocionalmente
al espectador.

- ALONSO BERRUGUETE (1488-1561)

Se formó en Florencia y Roma, donde entró en contacto con Miguel Ángel y Donatello.
Realizó numerosas obras en las que expresa un gran dramatismo y emoción, como en el
Sacrificio de Isaac, que pertenecía a un retablo. En esta obra deja de lado la belleza formal y
las proporciones clásicas para acentuar la expresividad, la tensión y el dramatismo de la
escena religiosa. Recurre a algunos recursos manieristas, como las anatomías deformadas y
alargadas o la figura serpentinata. También podemos observar estos recursos en el martirio de
San Sebastián.

ARQUITECTURA RENACENTISTA

1.1. LA ARQUITECTURA DEL QUATTROCENTO

Los arquitectos del Quattrocento rechazaron el arte gótico y se dedicaron al estudio de la


Antigüedad clásica (restos arqueológicos, tratados sobre arquitectura, etc.). El resultado fue
una reinterpretación del clasicismo, adaptando sus formas arquitectónicas a las nuevas
necesidades, pero sin caer en la imitación. De esta manera, el orden, la proporcionalidad y la
simetría fueron las bases de la arquitectura renacentista. Para lograr edificios armoniosos,
estos se proyectaban a través de elaborados cálculos matemáticos y se recuperaban los
elementos arquitectónicos clásicos. Las características principales de la arquitectura del
Quattrocento fueron:

- Se recuperan los elementos de la arquitectura clásica.

- Soportes: columnas con fuste liso y capiteles preferentemente corintios (aunque se utilizarán
todos los órdenes clásicos: toscano, dórico, jónico, corintio y compuesto); y los muros, a veces
con pilastras adosadas.

- Cubiertas: pueden ser planas o arquitrabadas de madera (entramado) o abovedadas


(bóveda de cañón, de arista y cúpulas).

- El espacio interior es unitario y organizado según las leyes de la perspectiva geométrica.


Mientras que en el exterior hay una mayor preocupación por integrar el edificio en el entorno
urbano.

- Tendencia a la horizontalidad: tanto en el exterior como en el interior, reforzada por cornisas y


molduras.

- Materiales: piedra y mármol son los preferidos.

- Elementos decorativos: son variados, incluyendo elementos arquitectónicos (frontones, arcos,


columnas...), ornamentales de inspiración clásica (cajones, escudos, balaustradas...), grotescos
(ornamentación escultórica o pictórica de seres fantásticos humanos, vegetales y animales,
completamente entrelazados), a menudo acompañados por candelabros (piezas que parecen
candelabros).
- Tipos de edificios: la arquitectura civil alcanza un gran desarrollo e importancia (palacios,
villas, hospitales, bibliotecas...) y el urbanismo, aunque se mantiene la preeminencia de los
edificios religiosos.

- El tipo de edificio predilecto de los renacentistas: es de planta central y simétrica, aunque


encontramos modelos muy diversos.

ARQUITECTURA RENACENTISTA EN ESPAÑA

En España, al igual que en el resto de Europa, se importaron los elementos del Renacimiento
desde Italia, pero este fue un proceso más lento (principios del siglo XVI, coincidiendo con el
reinado de los Reyes Católicos) debido al gran desarrollo del gótico. Sin embargo, aunque se
asimilaron las formas clásicas, la ideología humanista no tuvo tanto éxito en España debido al
triunfo de la Contrarreforma, que acentuó el carácter religioso del arte español.

A diferencia de Italia o los Países Bajos, en España el crecimiento urbano, comercial y burgués
fue escaso, por lo que el arte renacentista fue promovido principalmente por la monarquía, las
familias nobles más adineradas y sobre todo por la Iglesia.

En la evolución de la arquitectura española del Renacimiento podemos distinguir tres grandes


períodos:

1- PRIMER RENACIMIENTO O PLATERESCO (primera mitad del siglo XVI)

Conviven las formas góticas (bóvedas de crucería) y mudéjares (entramados de madera) con
elementos decorativos renacentistas (medallones, escudos, columnas y grotescos). Destacan
las fachadas profusamente decoradas, conocidas como fachada-retablo, que imitan los retablos
del interior de las iglesias, como las fachadas de las Universidades de Salamanca y Alcalá de
Henares.

2- PURISMO O CLASICISMO (paralelo al plateresco y especialmente importante durante el


reinado de Carlos V).
La arquitectura evoluciona hacia un estilo más austero en la decoración (ya no es tan
abundante) y comienzan a realizarse obras más acordes con los ideales renacentistas de orden
y proporción. Esto supuso el abandono definitivo de los elementos góticos y la adopción de una
estructura arquitectónica típica del Cinquecento italiano. Como ejemplos de este período
podemos mencionar el Palacio de Carlos V de Pedro Machuca o la Catedral de Granada de
Diego de Siloé.
3- HERRERÍA O ESCORIALENSE (segunda mitad del siglo XVI, reinado de Felipe II).

Es un estilo vinculado a la obra de Juan de Herrera, que se basa en la falta total de


ornamentación en los muros, la aplicación de proporciones matemáticas y el uso de un orden
gigante en las columnas. El máximo exponente de este estilo es el Monasterio de San Lorenzo
de El Escorial.

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