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Mi abuela

no es la de antes
María
M aría JJosé
osé Orobitg
Orobitg i Della
Della

Mi abuela
IIlustraciones
lustraciones de
de Carles
Carles Ballesteros
Ballesteros

no es la de antes
María José Orobitg i Della
Ilustraciones de Carles Ballesteros

editorial amanuta
COLECCIÓN SIN LÍMITES

1/16
M i abuela vivía en un pueblo junto al mar.
Vivía en un pueblo pequeño con las casas acariciando
la orilla de la playa. Casas de pescadores.
Mi abuela siempre, siempre, sonreía.

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A ella le gustaba cantar, bailar y hablar hasta por los codos con sus vecinas.
Y cocinar pastelillos de merengue y postres de manzana.
Salía a pasear todas las tardes.
Y en noches de plenilunio tomaba baños de luna.

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Cada verano yo iba al pueblo de mi abuela.
Viajaba en tren. Cuando paraba en la estación, deprisa, con mi madre
descargábamos los paquetes, las bolsas y las maletas.
Mi abuela ya estaba allí. Nos esperaba sentada en un viejo banco de madera.
Cuando nos veía nos daba la bienvenida con una gran sonrisa y unos ojos
brillantes y vivaces. Nos abrazaba, y las tres caminábamos de la mano hacia
su casa sin dejar de reir y de hablar.

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Los veranos pasaban muy rápido en el pueblo de mi abuela.
Por las mañanas, ella me ayudaba a lavarme y a ponerme el traje de baño
y las sandalias. En una cesta metíamos pasteles, manzanas, agua, toallas y
crema para el sol y nos íbamos a la playa.
Nadábamos, saltábamos las olas y, flotando sobre el lomo del mar,
nombrábamos las nubes. Construíamos castillos en el aire y en la arena,
recogíamos caracolas vacías para enhebrar collares, contábamos los granos de
arena y cuando nos cansábamos comíamos los pasteles y las manzanas. Para
descansar nos tendíamos sobre las toallas y dormíamos una buena siesta.

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5/16
Y por las noches mi abuela me contaba historias
y sueños de cuando ella era pequeña.

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6/16
El verano pasado mi abuela comenzó a no ser mi abuela.
Todos los días cocinaba sopa de cebolla para desayunar. Y arroz
hervido para cenar.
Algunas mañanas se vestía con el camisón encima de la camisa.
O se ponía un zapato en un pie y una zapatilla en el otro.
A veces, cuando iba a comprar, caminaba cargada con las bolsas horas
y horas por el paseo de la playa, hasta que algún vecino la acompañaba
a su casa. Cuando llegaban a la puerta y le preguntaban si se
encontraba bien, ella les gritaba y entraba en la casa sin decirles adiós.

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A veces, guardaba el monedero en el armario y decía
que alguien se lo había robado.
O dejaba las cucharas en el horno.
Y las zanahorias en el balcón.

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Olvidó el nombre de sus vecinos.
Y no me escribió una tarjeta para mi cumpleaños.
Dormía de día y se levantaba por la noche.
Sus ojos dejaron de brillar.
Y se acabaron los baños de luna.

Mi abuela estaba enferma.

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9/16
Mi abuela vive con nosotros en la ciudad.
Mi abuela, la de ahora, a veces no sabe quién es.
O no sabe dónde está.
O no sabe vestirse.
O no sabe cómo lavarse.
Durante la cena, a veces, se levanta y se va con
el plato y la cuchara a la calle.

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Mi abuela, la de ahora, no sabe mi nombre.
Y, a veces, no sabe quién soy yo.
Pero me mira y me sonríe. Me da besos y me abraza.
Y las noches de plenilunio se acerca a la ventana y se mira
fijamente en la luna horas y horas como si fuera un espejo.

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Mi abuela, la de ahora, ya no canta ni baila.
Y no habla mucho. Y cuando habla las palabras se diluyen en el aire como
terrones de azúcar en el agua. Por ejemplo, cuando quiere sus anteojos,
dice: “aquello que es para ver mejor”. O, cuando quiere un pañuelo:
“aquello que es para los mocos”.
Mi abuela, la de ahora, espera a que le pongan el plato en la mesa.
Y la servilleta en el cuello.

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A mi abuela, la de ahora, le ayudo a sujetar la cuchara para tomar la sopa.
Algunas veces se enfada y tira al suelo plato, servilleta y mantel.
Y también le ayudo a ponerse la blusa y la falda que sé que más le gustan.
Está más delgada y le quedan grandes.

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Después de comer, echadas en la cama, miramos juntas libros con
fotografías, dibujos y películas donde aparece el mar. Y cuando se
cansa, dormimos una buena siesta.
Mi abuela, la de ahora, ya no sale sola.
Por las tardes paseamos del brazo por el parque y por la plaza.

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Y todas las noches le explico mis sueños.
Y le cuento nuestros veranos en el pueblo.

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Para Aloma Sanae, corazón con alas.
Y su yaya Fina, todo corazón.

Mi abuela no es la de antes
Colección Sin Límites

© María José Orobitg i Della, 2013


© de esta edición: Editorial Amanuta Limitada, 2013
Santiago, Chile
www.amanuta.cl
e-mail: [email protected]

Edición General: Ana María Pavez y Constanza Recart


Ilustraciones: Carles Ballesteros
Diseño: Philippe Petitpas

Primera edición: marzo 2013


N° Registro: 225.370
ISBN: 978-956-8209-93-3
Impreso en Chile

Editorial Amanuta
Todos los derechos reservados

Orobitg i Della, María José.


Mi abuela no es la de antes / María José Orobitg i Della
Ilustraciones de Carles Ballesteros.
1º ed. - Santiago: Amanuta, 2013.
[32 p.]: il. col. 22 x 22 cm. (colección Sin Límites).
ISBN: 978-956-8209-93-3
1. CUENTOS INFANTILES CATALANES
I. t. II. Ballesteros, Carles, il.
2013849.93+DDC22 RCAA2

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