Transmisión de Las Obligaciones
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Cesión de Crédito
La cesión de crédito es una operación a través de la cual un acreedor (o cedente) transmite a
una tercero (o cesionario) los derechos de cobro de un crédito pendiente. Este último, a
cambio de ellos, abona una contraprestación. Por ejemplo: si el Banco A tiene pendiente de
cobro un crédito, puede cederlo a un Banco B, de forma que será este quien, desde ese
momento, se responsabilizará de su abono por parte del cedido (o deudor).
- Sin recurso: el cedente queda exento de toda responsabilidad una vez se lleva a cabo la
cesión de crédito. Por tanto, y en el caso de que el deudor se declare insolvente, el nuevo
acreedor no podrá realizar ninguna reclamación al prestamista original.
- Con recurso: el cedente tiene responsabilidad solidaria tras la cesión de crédito, o lo que
es lo mismo, ha de responder ante el cesionario en el caso de que el deudor no cumpla con
las obligaciones pactadas.
Para esta transferencia no es requerido el consentimiento del deudor, quien, sin embargo,
debe ser notificado de dicha modificación.
Subrogación
Derecho Civil
También puede tener lugar la sustitución de una persona jurídica por otra similar. Así como
que lo sustituible sea una cosa (objeto) de similar cuantía y que cumpla la misma función.
La subrogación consiste en que una persona o cosa sustituye a otra, en el marco del
cumplimiento de derechos y obligaciones
Dentro del derecho civil es una figura bastante común. Entre otras cosas, porque constituye
una vía rápida para mantener operaciones en curso, sin que sea necesario establecer nuevos
acuerdos.
Sustitución simple
Cuando el cambio ocurre en este último extremo, la contraparte dentro del acuerdo solo
recibirá notificación de la novedad. Sin que esté en posición de poder hacer algo para
refutar la aparición de una nueva figura dentro del puzzle.
Por el contrario, cuando los deudores quieren traspasar sus obligaciones a un tercero,
los interesados en cobrar los saldos pendientes sí pueden objetar a los reemplazantes.
Siempre que estos no demuestran la suficiente solvencia económica o patrimonial como
para asumir responsablemente los pasivos en cuestión.
Respecto a esta última regla, hay una excepción: la muerte del titular de la deuda. Los
acreedores no podrán hacer nada más que entenderse y tratar de alcanzar acuerdos que
satisfagan sus intereses con los herederos de la persona fallecida.
Esta es otra forma ‘genérica’ para calificar las subrogaciones. Todos los cambios
revisados en la sección anterior, el intercambio de personas físicas o jurídicas por otras de
su misma categoría, se refieren a subrogación personal.
La subrogación real se produce cuando lo que se sustituye es un bien o una parte de este
dentro de un patrimonio personal. De esta forma, un objeto reemplaza a otro, siempre que
ocupe exactamente el mismo lugar dentro de un régimen patrimonial.
Para que lo anterior tenga lugar, debe existir en primer lugar una relación de causalidad.
Un nexo directo entre determinada acción (voluntaria o involuntaria) y los daños y
perjuicios que esta produce. De allí surge la obligación en el causante de reparar
oportunamente al afectado.
Hipotecas y transacciones con bienes inmuebles
A nivel inmobiliario es muy común que ocurran las subrogaciones. Esto porque como ya se
hizo mención en los párrafos anteriores, los cambios solo son nominales, manteniéndose
completamente vigente las implicaciones de los contratos.
Uno de los ejemplos más frecuentes tiene lugar cuando una persona le ‘cede’ su hipoteca
a otra. Para los acreedores resulta muy útil, ya que el convenio inicial sigue su curso de
manera inalterable. Mientras que para los deudores representa una vía de escape legal, en
caso de que no estén en la capacidad de honrar los compromisos adquiridos.
Los titulares en el otro extremo de la ecuación también pueden cambiar. Lo que ocurre
cuando una entidad financiera adquiere o absorbe a otra, con lo que todos los contratos de
la organización desaparecida pasan a ser administrados y ejecutados por los nuevos
dueños.
Con algunas variantes de acuerdo al marco jurídico imperante en cada región, los contratos
de alquiler son susceptibles a la subrogación. Bien sea porque el inmueble fue vendido o
por muerte del propietario, quedando su administración en manos de los herederos.
Asimismo, por traspaso de un inquilino a otro.