Grand Tour

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EL GRAND

TOUR, EL
'ERASMUS' DEL
SIGLO XVII

A finales del siglo XVII se puso de moda entre la


aristocracia europea, especialmente la británica, la
costumbre de enviar a sus hijos en un viaje de
formación por el Viejo Continente. El Grand Tour,
como así se llamó, se consideraba un requisito
necesario para la educación cultural y social de los
jóvenes de clase alta antes de que entraran en la
adultez.
El Grand Tour
• en 1670 se publicó por primera vez El viaje a Italia, obra póstuma de Richard
Lassels. Este sacerdote católico, que había viajado por Europa y había
trabajado como tutor para la nobleza inglesa, escribió en su libro quetodos
los jóvenes de la aristocracia deberían realizar un “grand tour”, es decir,
un viaje por el Viejo Continente para conocer otros países, entrar en
contacto con las grandes culturas del pasado y, en general, convertirse en lo
que llamaríamos “gente de mundo”.La nobleza británica tomó buena nota
de la recomendación y así el Grand Tour se convirtió en una etapa casi
obligada de formación para los hijos— y más adelante también algunas
hijas— de la nobleza y la alta burguesía. Generalmente se realizaba al
terminar los estudios y antes de entrar oficialmente en la sociedad de los
adultos con las obligaciones que esta conllevaba, entre otras el matrimonio.
Por ello, desde el punto de vista de sus protagonistas, el Grand Tour
representaba también su última oportunidad de disfrutar —con la debida
moderación— de las libertades de la juventud.

UN VIA JE DE EDUCACIÓN
• El Grand Tour podía durar desde unos pocos meses hasta
varios años, dependiendo del presupuesto que facilitase la
familia, del itinerario y de los intereses particulares de cada uno.
Generalmente se consideraba obligada una estancia en París —
que hasta la Revolución Francesa era el referente de la
aristocracia europea— y en alguna ciudad del norte de Italia
como Turín, Milán o Venecia; aunque lo habitual, si el
presupuesto lo permitía, era proseguir el viaje hacia el sur
pasando por Florencia y Roma.Este recorrido pasó por muchos
cambios según la época, los sucesos históricos, las tendencias o
las oportunidades que ofreciera un destino concreto. Así, por
ejemplo, en el siglo XVIII la pujanza de Prusia aumentó el interés
por extender el viaje a las zonas de cultura germana, cuando
anteriormente el mundo mediterráneo era el centro de atención;
o después del descubrimiento de Pompeya y Herculano, la visita
a las ruinas se convirtió en la parada final de muchos viajeros,
algunos de los cuales terminaban su Grand Tour con una
ascensión al Vesubio. Incluso la mera presencia de un personaje
de renombre en un determinado lugar podía influir en el itinerario,
como sucedió durante el exilio de Voltaire en Suiza o tras la
muerte de Lord Byron en Grecia.
EL FINAL DE UNA ÉPOCA

• Al volver a su patria, enriquecidos con el bagaje


material y cultural acumulado, se esperaba que los
jóvenes aportasen su experiencia a la sociedad
menos afortunada. Muchos escribieron cuadernos
de viaje con sus impresiones, que a su vez
inspirarían y ayudarían a futuros viajeros, pero que
también reforzaban los tópicos acerca de lo que uno
podía esperar encontrarse en cada país. Cabe
destacar que, cuando la tradición se extendió
también a las hijas de la aristocracia y la burguesía,
muchas encontraron en el Grand Tour una de las
pocas oportunidades para conocer mundo y escribir
sobre él: una de ellas, Mary Shelley, concibió su
novela Frankensteinen el curso de una lluviosa
estancia en Suiza en compañía de otros escritores.

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