13 Es Necesario Que La Diligencia de Reconocimiento de Los Imputados Se Ratifique en El Juicio Oral

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Coleccion: 46 - Tomo 27 - Articulo Numero 4 - Mes-Ano: 2013_

ES NECESARIO QUE LA DILIGENCIA DE


RECONOCIMIENTO DE LOS IMPUTADOS SE
RATIFIQUE EN EL JUICIO ORAL

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SUMILLA

El reconocimiento realizado en la instrucción –con mayor razón si se actuó en sede policial– tiene
que ser ratificado de alguna forma en el juicio oral, no considerándose prueba de cargo si es que
el identificador no acude al acto del juicio para declarar como testigo y ratificarse en la
identificación. Esta ratificación es necesaria por la importancia del juicio oral, en donde adquiere
singular relieve lo que en él acontece, debido a sus notas de verosimilitud, veracidad y amparo
constitucional, y a que viabiliza los principios básicos del proceso, la publicidad y la inmediación
entre ellos.

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA

Procesados : Carlos Ernesto Rendón Cervantes y otro

Delitos : Robo agravado y otro

Agraviados : Marcelo Castilla Torres y otros

Fecha : 29 de mayo de 2012

REFERENCIAs LEGALES:

Código Penal: arts. 185, 186, 188 y 189.

Código de Procedimientos Penales: arts. 146 y 298 inc. 1.

SALA PENAL TRANSITORIA

R.N. Nº 494-2012-LIMA

Lima, veintinueve de mayo de dos mil doce


VISTOS; el recurso de nulidad interpuesto por el Fiscal Superior, y los acusados Edson Pedro
Vergaray Vásquez y Carlos Ernesto Rendón Cervantes, contra la sentencia de fojas seiscientos
sesenta, del veinte de diciembre de dos mil once, que absuelve a los citados procesados de la
acusación fiscal por el delito contra el patrimonio - robo agravado, en perjuicio de Marcelo Castilla
Torres, condenándolos como autores del delito contra el patrimonio - hurto agravado, en agravio de
Teófila Irma Albuja de Patiño, imponiendo a Carlos Ernesto Rendón Cervantes y Edson Pedro
Vergaray Vásquez, seis y cinco años de pena privativa de la libertad, respectivamente, fijando en
cinco mil nuevos soles el monto que por concepto de reparación civil deberán abonar en forma
solidaria a favor de la agraviada; interviniendo como ponente la Jueza Suprema Inés Villa Bonilla;
y CONSIDERANDO: Primero: i) Que, el Fiscal Superior en su recurso fundamentado a fojas
seiscientos setenta y nueve, sostiene: a) que, está acreditado el delito de robo agravado y
comprometida la responsabilidad penal de ambos encausados, a mérito de la declaración de
Marcelo Castillo Torres, quien detalló la forma cómo fue sorprendido por sujetos que fingieron ser
trabajadores del Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima - Sedapal, los mismos que iban
a realizar un trabajo en su domicilio; una vez en el interior lo arrojaron al piso, inmovilizándolo,
para tal efecto lo ataron de pies y manos, le taparon la boca con un trapo, y al defenderse recibió
puntapiés y puñetazos, ocasionándole laceraciones y contusiones; b) que, la testigo presencial
Katherine Fiorella Castilla Ponce de León fue atada de pies y manos cuando sorprendió a las
personas robando sus pertenencias, habiendo reconocido al acusado Juan José Oviedo Trujillo
como el que la amarró, el mismo que tenía la vestimenta de Sedapal, incriminación reiterada en el
acta de reconocimiento fotográfico, por lo que de conformidad con el Acuerdo Plenario número
cero dos - dos mil cinco / CJ - ciento dieciséis, tiene entidad suficiente para ser considerada como
prueba de cargo, aunada a las circunstancias de intervención policial y la habitualidad en la
conducta; ii) Que, el procesado Edson Pedro Vergaray Vásquez en su recurso de fojas seiscientos
setenta y tres, esgrime como agravios lo siguiente: a) que la imputación se sustenta en un
reconocimiento fotográfico, sin embargo, la imagen observada por la testigo María Alejandrina
Mendoza Castillo no guarda similitud con su actual fisonomía, además no existe incriminación de
la agraviada, quien se contradice en lo declarado en la intervención policial y lo indicado en la
diligencia de reconocimiento; b) que nunca estuvo en el lugar de los hechos y no obran medios
proÇbatorios que sustenten la acusación, subsistiendo la presunción de inocencia, por lo que
corresponde absolverlo en este extremo de los cargos que se le atribuyen; iii) Que, la defensa del
acusado Carlos Ernesto Rendón Cervantes en su escrito de fojas seiscientos ochenta y uno, alega:
a) que cuestiona el reconocimiento fotográfico, pues las características obrantes en la ficha del
Reniec variaron respecto de las que tenía cuando se efectuó la identificación física; además, no se
sabe como la Policía Nacional obtuvo sus datos, habiendo detallado que el efectivo policial José
Millones Quispe es un conocido de su barrio, quien tiene un sobrino apodado “Caruso”, el cual
tuvo problemas con su expareja sentimental, por lo que debido a la enemistad con su persona, lo ha
involucrado en un delito que nunca participó; b) que, la imagen de la ficha Reniec data del veinte
de enero de mil novecientos noventa y siete, esto es, doce años antes de la comisión del ilícito que
se investiga, siendo sus características distintas, por lo que se debió solicitar una fotografía reciente.
Por otro lado, la agraviada Teófila Irma Albuja Fernández sostiene que apreció a un sujeto de
estatura alta, tez blanca, contexture gruesa y “chaposo”, datos que no coinciden con su persona;
además, esta no hizo en ningún momento mención a la cicatriz que tiene en la mandíbula, habiendo
admitido que las personas llevaban un casco, lo que impedía visualizar gran parte del rostro. Que, la
supuesta víctima solo reconoce a Carlos Ernesto Rendón Cervantes, pero no a los demás
coencausados, ocurriendo lo contrario con la testigo María Alejandrina Mendoza Castillo, quien
identifica a todos, denotándose que no existe uniformidad en las declaraciones brindadas por las
antes nombradas; c) la recurrida indebidamente valoró el supuesto intento de fuga y resistencia
durante la intervención policial, sin considerar que ello es una reacción natural frente a un hecho
sorpresivo, sumado a que esta situación no constituye una actitud sospechosa, pues él resultaba
ajeno al evento delictuoso; asimismo, la agraviada y la testigo obviaron proporcionar las
características físicas de los sujetos que ingresaron a su vivienda cuando sentaron la ocurrencia
policial, lo que es lógico, pues nunca vieron sus rostros, ya que, como lo han señalado, estaban
cubiertos con los cascos, lo que coincide con la versión del efectivo policial Mauro Condeña
Meneses, quien manifestó que Teófila Irma Albuja Fernández y María Alejandrina Mendoza
Castillo no le dieron detalle físico alguno de los autores del hurto, siendo ilógico que transcurrido
un año lo reconozcan como uno de los que ingresó a la vivienda; d) que existe divergencia sobre la
hora en que ocurrió el evento delictivo, ello conforme se aprecia de la ocurrencia policial,
declaración preliminar, preventiva y testimonial, aconteciendo lo mismo respecto a quién permitió
el acceso de los sujetos al inmueble, pues la testigo María Alejandrina Mendoza Castillo y la
agraviada Teófila Irma Albuja Fernández se atribuyen una a la otra dicha circunstancia, lo que
incide en el reconocimiento físico, ya que en ese momento lograron visualizar los rostros de las
personas que fingían ser trabajadores de Sedapal; por último, la Sala Superior no ha valorado la
declaración de Sandra Isabel Ramos Távara, quien explicó que el tres de abril de dos mil nueve,
con el encausado Carlos Ernesto Rendón Cervantes, realizó diversas actividades por la celebración
de su cumpleaños al día siguiente, lo que también es referido por otros testigos. Segundo: Que, la
acusación fiscal de fojas cuatrocientos sesenta, le atribuye a los procesados la comisión de los
siguientes hechos delictivos: i) El día tres de abril de dos mil nueve, a las once horas
aproximadamente, cuando la agraviada Teófila Irma Albuja de Patiño se encontraba en el interior
de su domicilio ubicado en la calle Van Gogh número trescientos noventa y ocho - San Borja,
acompañada de la trabajadora del hogar María Alejandrina Mendoza Castillo, se constituyeron al
mencionado inmueble los procesados en compañía de otros dos sujetos, quienes fingiendo ser
trabajadores de Sedapal, vistiendo uniformes y cascos de dicha empresa, portando incluso carné de
identificación, solicitaron a la propietaria que les permita el ingreso para efectuar arreglos relativos
al desagüe, y una vez dentro sustrajeron una caja fuerte que contenía joyas y alhajas, además de
cincuenta mil nuevos soles y diez mil dólares americanos, para luego simulando haber terminado la
obra retirarse con rumbo desconocido. ii) Se imputa a Carlos Ernesto Rendón Cervantes haber
participado en los hechos acontecidos el diecinueve de agosto de dos mil nueve a las doce horas,
para tal efecto se habría constituido al inmueble del agraviado Marcelo Castilla Torres, ubicado en
la avenida Javier Prado Este número tres mil setenta y nueve - San Borja, indicando que era un
trabajador de la empresa Sedapal, pretextando en ese momento que iba a constatar una presunta
fuga de agua; que cuando la víctima permitió el acceso, aprovecharon Edson Pedro Vergaray
Vásquez y Juan José Oviedo Trujillo, conjuntamente con otros dos sujetos no identificados, para
ingresar a la casa en forma sorpresiva y violenta, agrediendo físicamente a Marcelo Castilla Torres
y a su hija Katherine Fiorella Castilla Ponce de León; ya en el interior buscaron la caja fuerte, y al
ubicarla forzaron la cerradura, sustrayendo la suma de catorce mil dólares americanos, dándose a la
fuga en un vehículo station wagon de placa de rodaje TGI - ochocientos setenta y tres, hechos que
en parte fueron presenciados por Rodolfo Castilla Ponce de León. Tercero: En lo concerniente al
ilícito de robo agravado en perjuicio de Marcelo Castilla Torres, de la revisión de los actuados se
establece lo siguiente: i) que, examinadas las declaraciones del agraviado –fojas ciento setenta y
cuatro, y quinientos sesenta–, así como la versión proporcionada por los testigos Rodolfo Castilla
Ponce de León –fojas treinta y uno, ciento ochenta y dos, y quinientos sesenta y uno vuelta– y
Katherine Fiorella Castilla Ponce de León –fojas treinta y cuatro, ciento ochenta y cuatro, y
quinientos sesenta y dos vuelta–, está acreditado que cinco o seis personas aproximadamente,
ingresaron a la vivienda ubicada en la avenida Javier Prado número tres mil setenta y nueve,
identificándose como trabajadores de la empresa Sedapal, vistiendo uniformes, cascos, lentes y
fotochecks, los que una vez en el interior ejercieron violencia contra Marcelo Castilla Torres y
Katherine Fiorella Castilla Ponce de León; para tal efecto los amarraron de pies y manos,
inmovilizándolos, luego procedieron a forzar el cajón de un escritorio, sustrayendo un maletín que
contenía un sobre con catorce mil dólares americanos, joyas, una cámara fotográfica y celulares,
cuyo valor asciende a cinco mil nuevos soles. Que, con relación a este evento, el testigo Rodolfo
Castilla Ponce de León puntualiza que cuando ingresaba a su domicilio salieron seis individuos en
forma sorpresiva, todos vestidos con uniforme de Sedapal y lentes protectores, que al ver que su
padre estaba bien salió corriendo detrás de ellos por la avenida Javier Prado, observando que uno
no tenía puesto el casco ni los lentes, sin embargo lograron escapar al abordar un vehículo station
wagon color blanco de placa TGI - ochocientos setenta y tres; ii) que, los testigos Rodolfo y
Katherine Fiorella Castilla Ponce de León sostienen en sus manifestaciones preliminares –sin
intervención del representante del Ministerio Público; fojas treinta y uno, y treinta y cuatro–, que
apreciaron, el primero, las características de uno y, la segunda, de dos de los sujetos que
perpetraron el delito, por lo que a mérito a las descripciones proporcionadas por estos se llevaron a
cabo las diligencias de reconocimiento fotográfico, conforme a las actas de fojas sesenta y sesenta y
seis –con intervención del Fiscal Adjunto Provincial–, significando que al revisar las imágenes de
las fichas de la Reniec, ambos reconocieron a Juan José Oviedo Trujillo como uno de los que
participó en el evento delictuoso; sin embargo, esto no aconteció con los procesados Carlos Ernesto
Rendón Cervantes y Edson Pedro Vergaray Vásquez, pues si bien observaron sus tomas
fotográficas, no hicieron mención alguna a su participación en el suceso delictivo investigado. Por
su parte, el agraviado Marcelo Castilla Torres, en el plenario, manifestó que no pudo observar el
rostro de los autores del latrocinio porque había sido reducido físicamente –fojas quinientos sesenta
vuelta–; en lo que atañe Rodolfo Castilla Ponce de León acotó que solo visualizó la espalda de los
sujetos cuando estos corrían, percatándose de su talla más no de la tez –fojas quinientos sesenta y
uno vuelta, quinientos sesenta y dos–. En cuanto a Katherine Fiorella Castilla Ponce de León, esta
idenfificó a uno de los sujetos, pero no pudo advertir las características de los restantes, pues
usaban cascos y lentes –véase quinientos sesenta y dos vuelta–; que, compulsando lo antes
razonado, se tiene que en el decurso del proceso no se ha logrado recabar medios probatorios
adicionales que permitan determinar suficientemente la participación de los encausados Carlos
Ernesto Rendón Cervantes y Edson Pedro Vergaray Vásquez en el robo agravado ocurrido el
diecinueve de agosto de dos mil nueve, en agravio de Marcelo Castilla Torres, pues el único
elemento de juicio en dicho sentido lo constituye el acta de reconocimiento fotográfico de fojas
cincuenta, diligencia en la que la testigo María Alejandrina Mendoza Castillo identifica a los antes
citados y a su coacusado Juan José Oviedo Castillo, como los autores del hurto agravado en
perjuicio de Teófila Irma Albuja Fernández de Patiño, esto es, en un hecho distinto; iv) que si bien
están las declaraciones de los testigos Rodolfo Castilla Ponce de León y Katherine Fiorella Castilla
Ponce de León, así como la del agraviado Marcelo Castilla Torres, estas carecen de datos
periféricos que las sustenten; consecuentemente, subsiste la presunción de inocencia a favor de los
encausados Vergaray Vásquez y Rendón Cervantes por los hechos acontecidos en la fecha antes
citada; razonamiento por lo que la absolución en cuanto a este ilícito se encuentra arreglada a ley.
Cuarto: En lo atinente al delito de hurto agravado en perjuicio de Teófila Irma Albuja Fernández
de Patiño, del examen fáctico y jurídico se llega a la conclusión de que la Sala Superior no ha
agotado una actuación probatoria que coadyuve a dilucidar la responsabilidad o irresponsabilidad
penal de los acusados, pues de autos emerge: i) que la testigo María Alejandrina Mendoza Castillo
identifica con las imágenes de las fichas de la Reniec que obran en autos a los procesados Carlos
Ernesto Rendón Cervantes, Edson Pedro Vergaray Vásquez y Juan José Oviedo Trujillo, como los
sujetos que participaron el evento delictivo acontecido el tres de abril de dos mil nueve –véase fojas
cincuenta–, incluso logra individualizar físicamente al primero de los nombrados –fojas setenta y
tres–; ii) la agraviada Teófila Irma Albuja Fernández de Patiño a través del reconocimiento
fotográfico y físico sindica a Carlos Ernesto Rendón Cervantes –fojas cuarenta y setenta y dos–;
luego, en su preventiva, se ratifica en el contenido de la primera de las mencionadas –fojas ciento
setenta y dos–; sin embargo, estos actos de investigación no han sido convalidados durante el
plenario, pues no se han actuado las diligencias que –respetando los principios de publicidad,
contradicción e inmediación- permitan confirmar los mencionados reconocimientos ya que no
concurrieron al juicio oral, pese a haber sido notificadas en reiteradas oportunidades –véase fojas
quinientos setenta y uno, quinientos setenta y dos, quinientos setenta y siete, quinientos ochenta y
uno, quinientos ochenta y tres, quinientos ochenta y cuatro, seiscientos cinco, seiscientos seis–; iii)
que, en atención a lo precedentemente considerado, resulta necesario que asistan a un nuevo
contradictorio la agraviada Teófila Irma Albuja Fernández de Patiño y la testigo María Alejandrina
Mendoza Castillo, pues como bien puntualiza el tratadista César San Martín Castro: “(...) el
reconocimiento realizado en la instrucción –con mayor razón si se actuó en sede policial– tiene que
ser ratificado de alguna forma en el juicio oral, no considerándose prueba de cargo si es que el
identificador no acude al acto del juicio para declarar como testigo y ratificarse en la identificación.
Esta ratificación es necesaria por la importancia del juicio oral, en donde adquiere singular relieve
lo que en él acontece, dadas las notas de verosimilitud, veracidad y amparo constitucional que
aquella lleva a la luz de los principios básicos del proceso, la publicidad y la inmediación entre
ellos”(1); iv) que, asimismo, debe citarse para su concurrencia al acto oral a los efectivos policiales
Mauro David Condeña Meneses, Tiffany Machaca Campomanes, Germán Meneses Aedo y José
Quispe Huaylla, quienes registraron la ocurrencia policial por hurto agravado y efectuaron las
investigaciones preliminares del suceso delictivo –véase fojas tres, veintidós, veintisiete,
veintinueve, cuarenta y cincuenta–, los que informarán si en la fecha de la perpetración del delito la
agraviada Teófila Irma Albuja Fernández de Patiño y la testigo María Alejandrina Mendoza
Castillo dieron alguna característica de los autores, y si tuvieron a la vista las fichas Reniec de los
procesados, previamente a su manifestación policial; v) por último, es imprescindible la
manifestación del Suboficial de la Policía Nacional José Alfredo Millones Quispe, quien participó
en la captura de Carlos Ernesto Rendón Cervantes, tal y conforme lo señala en su interrogatorio de
fojas seiscientos trece, debiendo explicar el modo y forma como se produjo la intervención, así
como lo relativo a la veracidad o no de las afirmaciones del citado procesado –fojas quinientos
treinta y nueve–, por su parte la testigo Elizabeth Cristina Armas Jara –fojas trescientos cuarenta y
ocho, y siguiente–, explicará si existe animadversión en contra de Rendón Cervantes, pues, según
lo manifestado, este tiene problemas con un sobrino del efectivo policial de nombre “Caruso”,
quien resulta ser conviviente de la madre de los primeros hijos del encausado. Quinto: Que, al no
haberse dilucidado suficientemente los cargos formulados en la acusación fiscal, corresponde
aplicar lo dispuesto por el inciso uno del artículo doscientos noventa y ocho del Código de
Procedimientos Penales, rescindiendo la sentencia impugnada, convocándose a un nuevo juicio oral
en lo que a estos últimos hechos concierne, con atención a las observaciones planteadas en la
presente Ejecutoria, debiéndose llevar a cabo la actividad probatoria complementaria detallada, sin
que ello obste al Tribunal Superior la actuación de nuevos medios de prueba que estime pertinentes
y útiles pare el esclarecimiento del thema probandum. Sexto: Que, en cuanto a la situación jurídica
de los procesados, se tiene que el mandato de detención que cumplía Edson Pedro Vergaray
Vásquez fue variado a comparecencia restringida, quedando sujeto al cumplimiento de reglas de
conducta, según consta en la resolución del diez de agosto de dos mil diez –véase fojas doscientos
ochenta y seis a doscientos noventa–. En lo pertinente al plazo de detención de Carlos Ernesto
Rendón Cervantes, este fue prolongado por seis meses adicionales mediante el auto emitido el
veintidós de setiembre de dos mil once –véase fojas quinientos diecinueve–; no obstante lo
expuesto, emerge del proceso que este ha vencido en exceso, pues a la fecha han transcurrido ocho
meses y dos días desde su emisión, debiendo variarse la medida coercitiva a la de comparecencia
restringida bajo el cumplimiento de determinadas reglas de conducta, con el objeto de asegurar la
concurrencia del mencionado encausado al nuevo juicio oral, por lo que procede ordenar la
inmediata libertad de ambos encausados. Por estos fundamentos, declararon: I. NO HABER
NULIDAD en la sentencia de fojas seiscientos sesenta, del veinte de diciembre de dos mil once, en
cuanto absuelve a Carlos Ernesto Rendón Cervantes y Edson Pedro Vergaray Vásquez de la
acusación fiscal por el delito contra el patrimonio - robo agravado, en perjuicio de Marcelo Castilla
Torres; DISPUSIERON: la anulación de los antecedentes policiales y judiciales generados como
consecuencia de este proceso, archivándose definitivamente lo actuado en este extremo; II. NULA
la propia sentencia en cuanto condena a Carlos Ernesto Rendón Cervantes y Edson Pedro Vergaray
Vásquez como autores del delito contra el patrimonio - hurto agravado, en agravio de Teófila Irma
Albuja de Patiño, imponiéndoles seis y cinco años de pena privativa de la libertad, respectivamente,
fijando en cinco mil nuevos soles el monto que por concepto de reparación civil deberán abonar en
forma solidaria a favor de la agraviada; MANDARON se realice nuevo juicio oral por otro
Colegiado Superior, teniéndose en cuenta los fundamentos de la presente Ejecutoria; III.
DISPUSIERON la variación del mandato de detención del acusado Carlos Ernesto Rendón
Cervantes por el de comparecencia restringida, bajos las siguientes reglas de conducta: a) no
ausentarse de la localidad donde se ubica su residencia habitual; b) presentarse ante el juzgado con
una periodicidad de treinta días, a efectos de dar cuenta de sus actividades, debiéndose dejar
constancia de ello en el registro que corresponda; c) comparecer ante el órgano judicial competente
las veces que sea requerida su presencia, comunicada a través de las citaciones dirigidas a su
domicilio procesal; debiendo cumplir estas obligaciones de manera estricta, bajo apercibimiento de
aplicarse las disposiciones contenidas en el artículo ciento cuarenta y cuatro del Código Procesal
Penal; IV. ORDENARON la inmediata libertad de Edson Pedro Vergaray Vásquez y Carlos
Ernesto Rendón Cervantes, siempre y cuando no exista en su contra orden o mandato de detención
alguno emanada por autoridad competente; oficiándose para tal efecto, vía fax, a la Cuarta Sala
Penal con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, para los fines pertinentes; y los
devolvieron. Interviniendo el señor Morales Parraguez por licencia del señor Prado
Saldarriaga.

S.S. LECAROS CORNEJO; BARRIOS ALVARADO; PRÍNCIPE TRUJILLO; VILLA


BONILLA; MORALES PARRAGUEZ
NOTAS:

(1) SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. Tomo I, Grijley, Lima, 2006, p. 527.

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