Geometrías No Euclidiandas - Fundamentos

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Geometría elíptica o de Riemann

En la geometría de Euclides, así como en la hiperbólica de Bolyai y Lobachevski, se supone tácitamente que
la recta es infinita (la extensión infinita de la recta está esencialmente vinculada con el concepto y los axiomas de
“estar entre”). Pero después que la geometría hiperbólica hubo abierto el camino hacia la libre construcción de
geometrías, era natural preguntar si podía construirse una geometría no euclídea en la cual una línea recta no fuera
infinita, sino finita y cerrada. Por supuesto, en tales geometrías no sólo debería abandonarse el postulado de las
paralelas, sino también los axiomas referentes a “estar entre”. Los desarrollos modernos han probado la importancia
física de estas geometrías. Fueron consideradas por primera vez en el discurso inaugural pronunciado en 1851 por
Riemann con motivo de su admisión como profesor adjunto (“Privat - Docent”) en la Universidad de Gotinga. Pueden
construirse geometrías con rectas finitas y cerradas en una forma carente por completo de contradicción.

Imaginemos un mundo bidimensional, consistente en la superficie S de una esfera, en la cual definimos la


recta con el significado de círculo máximo de la esfera. Éste sería el camino
natural para describir el mundo de un navegante, puesto que los arcos de círculo
máximo son las curvas de longitud mínima entre dos puntos de una superficie
esférica, y ésta es la propiedad característica de las rectas del plano. En tal
mundo, dos “rectas” cualesquiera se cortan, de modo que por un punto exterior a
una recta no puede trazarse ninguna paralela (esto es, no secante) a la “recta”
dada. La geometría de las “rectas” en dicho mundo se llama geometría elíptica.
En esta geometría, la distancia entre dos puntos se mide simplemente por su
distancia a lo largo del menor arco del circulo máximo que los une, mientras los
ángulos se miden como en la geometría euclídea. Consideramos en general como
típico de un geometría elíptica el hecho de que no exista ninguna paralela a una
recta dada. “Líneas rectas” en la geometría de Riemann

Siguiendo a Riemann, podemos generalizar dicha


geometría como sigue. Consideremos un universo
consistente en una superficie curva en el espacio, no
necesariamente esférica, y definamos la “recta” que une
dos puntos como la curva de menor longitud o “geodésica”
que une esos puntos. Los puntos de la superficie pueden
dividirse en dos clases: 1) puntos tales que en un entorno
de cada uno la superficie es como una esfera, en el sentido
de que está situada por completo de un mismo lado del
plano tangente en ese punto; 2) puntos tales que en un
Punto elíptico
entorno de cada uno la superficie tiene forma de silla de
montar y está situada a ambos lados del plano tangente en

el punto. Los puntos de la primera clase se llaman


puntos elípticos de la superficie, puesto que si el plano
tangente se traslada un poco paralelamente a sí mismo,
corta a la superficie en una curva elíptica; mientras que
los puntos de la segunda clase se llaman hiperbólicos,
ya que, si el plano tangente se traslada un poco
paralelamente a sí mismo, corta a la superficie en una
curva parecida a una hipérbola. La geometría de las
“rectas” geodésicas en el entorno de un punto de una
superficie es elíptica o hiperbólica según que el punto Punto hiperbólico
sea elíptico o hiperbólico. En tal modelo de geometría no euclídea, los ángulos se miden por su valor euclídeo
ordinario.
Esta idea fue desarrollada por Riemann, quien consideró una geometría del espacio análoga a esta geometría
de una superficie, en la cual la “curvatura” del espacio puede cambiar el carácter de la geometría de un punto a otro.
Las rectas en una geometría de Riemann son las geodésicas. En la teoría general de la relatividad de Einstein, la
geometría del espacio es una geometría de Riemann; la luz se propaga a lo largo de las geodésicas, y la curvatura
del espacio se determina por la naturaleza de la materia que lo llena.
Desde su origen en el estudio de la axiomática, la geometría no euclídea se ha ido desarrollando hasta
convertirse en un instrumento útil para su aplicación al mundo físico. En la teoría de la relatividad, en óptica, y en la
teoría general de la propagación de ondas, una descripción no euclídea de los fenómenos es a veces mucho más
adecuada que la descripción clásica.
Geometría y realidad

Es curioso observar cómo los creadores de la geometría no euclidiana de la primera mitad del siglo XIX, a
pesar de su obra capital, parece que se hubieran alejado del concepto platónico que preside los Elementos de
Euclides y hubiesen retrocedido, volviendo a considerar la geometría como una ciencia destinada a medir las cosas
de la Tierra. En efecto, al vislumbrar la posibilidad de geometrías distintas de la euclidiana, en lugar de adquirir el
convencimiento de que el postulado V era indemostrable y que, en consecuencia, existían otras geometrías
igualmente verdaderas, mostraron una constante preocupación por averiguar, por vía experimental, cuál era la
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“verdadera” geometría, es decir, cuál era la geometría válida en la naturaleza.
El mejor método que a uno se le ocurre pensar, para ello, consiste en medir la suma de los ángulos de un
triángulo y comprobar si ella es igual, mayor o menor que dos rectos, El primer ensayo lo hizo Gauss, midiendo los
ángulos del triángulo formado por las cimas de los montes Brocken, Hohenhagen e Inselberg, triángulo cuyos lados
miden varias decenas de kilómetros. El resultado fue que la suma difería de 180º en cantidades muy pequeñas,
atribuibles a errores de observación.
Esos errores, inevitables por precisas que sean las mediciones, hacen que mediante este tipo de experiencias
no sea posible decidir cuál es la geometría real de la naturaleza; a lo sumo sirven para llegar a la conclusión de que,
para los usos corrientes de las ciencias experimentales, la geometría euclidiana es perfectamente válida. Las no
euclidianas tienen interés puramente teórico cuando se considera que conocer es el único fin de la geometría, pero
tienen valor escaso como geometrías para medir u observar los fenómenos naturales. Para ello la euclidiana es
suficiente, y es también la más práctica, por se la más simple y la más adaptada a la intuición.
Es explicable que así lo sea. Los postulados en que se basa una geometría se eligen lo más evidentes posible
para la intuición. Pero ésta es producto de la observación de la naturaleza por los sentidos. Por lo tanto, al menos
nos mantengamos en el orden de magnitud apreciable por los sentidos, la geometría euclidiana será la más acorde
con la naturaleza, por ser el postulado de Euclides el más evidente por la intuición. Orta cosa puede ocurrir al tratar
fenómenos cuyo orden de magnitud sea muy diferente del que aprecian directamente los sentidos, como distancias
estelares o diámetros de partículas elementales. En esos casos podría ser que la intuición fallara y que otras
geometrías fueran más apropiadas, de la misma manera como para grandes velocidades, superiores a las
observadas directamente por los sentidos, deja de ser exacta la mecánica newtoniana (la más evidente por la
intuición) y debe ser sustituida por la einsteiniana.
Desde el punto de vista de la matemática pura, en cambio, todas las geometrías tiene igual valor. Sus
estructuras matemáticas distintas pero igualmente valederas, cuyo interés puede variar según la aplicación que se
les encuentre. Para los usos de la práctica, la geometría euclidiana es la que mejor se adapta. En cambio, para
ciertos capítulos de la matemática pura (teoría de funciones automorfas) o de la física teórica (teoría de la relatividad)
los esquemas de las geometrías no euclidianas son los más apropiados.

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Henri Poincaré ha rechazado la posibilidad de decidir, por medio de la experiencia, cuál es la “verdadera” geometría. Más aún,
sostiene que el problema en sí carece de sentido, ya que una geometría no es más o menos verdadera sino más o menos
cómoda para ser aplicada a un cierto “mundo”. Para el nuestro, este carácter es poseído por la geometría euclidiana.
TRIÁNGULO EN LA GEOMETRÍA ESFÉRICA:

“LA SUMA DE LOS ÁNGULOS INTERIORES DE UN TRIÁNGULO ES PUEDE SER MAYOR A 180°”

TRIÁNGULO EN LA GEOMETRÍA HIPERBÓLICA:

“LA SUMA DE LOS ÁNGULOS INTERIORES DE UN TRIÁNGULO ES SIEMPRE MENOR A 180°”

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