Dussel Conferencia 6 Amerindia en Una Visión No Eurocéntrica de La Historia Mundial
Dussel Conferencia 6 Amerindia en Una Visión No Eurocéntrica de La Historia Mundial
Dussel Conferencia 6 Amerindia en Una Visión No Eurocéntrica de La Historia Mundial
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1
" Abrir en flor" significa crear.
2
Ya veremos, también entre los aztecas y mayas, que el "fundamento" es
donde se apoya, reposa, se asienta y las cosas "se ponen de pie". De la misma
manera la humanidad es "palabra", pero su "palabra" se asienta en el Gran
Padre Originario antes de la creación ("abrirse-en-flor") del universo.
3
"Ser-de-cielo" es lo divino.
3
Entre los Avá-Katú el oporaíva es el "cantor". El "canto" es la expresión hu-
mana suprema, es el lugar donde lo divino originario y lo humano se unen,
donde se une el individuo y la comunidad, la historia y el futuro (la "tierra-
sin-mal"), la tierra, la selva, el cielo. Es la "realización" plena del "ser" de
los tupi-guaraníes.
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9
Véase Leopoldo Zea, América en la historia, FCE, México, 1957. En esa
época, para Zea, la "cultura occidental" termina por ser Estados Unidos (ya
que la misma Europa queda "al margen del Occidente"; pp. 155 ss.). Es la
"cultura occidental" la que se ha hecho mundial (pp. 88 ss.). Lo mismo que
en sus obras anteriores (p. e. en América como conciencia, Cuadernos Ame-
ricanos, México, 1953, o en La esencia de lo americano, Pleamar, Buenos
Aires, 1971) la "cultura occidental" es para Zea la clave de su interpretación.
Posteriormente a nuestro encuentro de San Miguel (con Salazar Bondy y en
torno al tema de "La filosofía de la liberación"), Zea adopta la clave de la
"dependencia" (véase p. e. Filosofía de la historia americana, FCE, México,
1978). Ahora hay un proyecto colonizador mero (pp. 103 ss.), y occidental,
norteamericano (pp. 133 ss.). Ante ellos, y contra la dependencia, hay un
proyecto libertario (pp. 188 ss.), otro conservador (pp. 211 ss.), y por último
civilizador liberal (pp. 244 ss.), que quedan subsumidos en un "proyecto
asuntivo" (pp. 269 ss.) como síntesis de todos, de todo el pasado, y con
visión de futuro -Simón Bolívar y Martí son figuras centrales-. En toda esta
interpretación, sin embargo, no existe algo así como un "proyecto indígena"
o amerindio; tampoco lo hay de las clases, grupos o etnias subalternas; es
decir, pareciera no haberse descubierto un "proyecto de liberación" del
bloque social de los oprimidos, del pueblo latinoamericano explotado, em-
pobrecido.
86
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11
Darcy Ribeiro, en su obra El proceso civilizatorio, Universidad Central de
Venezuela, Caracas, 1970, escribe: "En la fijación del paradigma de Esta-
dos rurales artesanales tuvimos en mente [...] las ciudades estados que inau-
guran la vida plenamente urbana, basadas en la agricultura de regadío y en
sistemas socioeconómicos colectivistas, antes del 4000 a.C., en la Meso-
potamia (Halaf); entre 4000 a 3000 a.C., en Egipto (Menfis, Tebas); en la
India (Mohnejo-Daro) hacia el 2800 a.C.; antes del 2000 a.C., en la China
(Yang-Shao, Hsia); y mucho más tarde [...] en el Altiplano Andino (Salinar
y Galinazo, 700 a.C., y Mochica, 200 d.C.); en Colombia (Chibcha, 1000
d.C.)" (p. 61). Olvida aquí Ribeiro el mundo mesoamericano. Por ejemplo,
el conjunto Zacatenco-Copilco, junto al lago Tezcoco (suburbio de la ciu-
dad de México) florece 2000 a.C.; pero sus épocas clásicas deben situarse
del 300 al 900 d.C., para el área yucatana-azteca (Teotihuacan III florece en
e1700 d.C.), y para el Tiahuanaco del Titicaca boliviano del 400 al 800 d.C.
12
Las flechas no indican ninguna relación necesariamente directa entre las
culturas, sino simplemente una dirección en el espacio y una posterioridad
en el tiempo, que en algún caso puede ser relación directa (como entre los
polinésicos y las culturas urbanas amerindias).
13
Para Oswald Spengler fueron: la egipcia, babilónica, índica, china, greco-
rromana, árabe, mexicana y occidental (La decadencia de Occidente, Ed.
Calpe, Madrid, t. I-IV, 1923-27), claro que interpreta eurocéntricamente
toda la historia mundial con tan reducido número de culturas. Nosotros nos
estamos refiriendo sólo a las primeras y más fundamentales culturas
neolíticas en cada macrorregión. Para Arnold Toynbee (A Study of History,
Oxford University Press, London, t. I-XII, 1934-59), había seis civiliza-
ciones primarias: egipcia, sumeria, minoica, sínica, maya y andina. Excluye
la índica e incluye la minoica. Alfred Weber nos habla de "la historia de las
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grandes culturas egipcia, sumero-acadia-babilónica, chipa e indostánica, los
cuatro pilares de la historia" (Kulturgeschichte als Kultursoziologie, Piper,
München, 1963; trad. española, FCE, México, 1960, p. 12). La eliminación
de Latinoamérica es evidente, y se continuará en toda interpretación euro-
céntrica de Weber. Tomaré de él, sin embargo, la idea de las Primären
Hochkulturen (grandes culturas primarias). Un Karl Jaspers (en Vom Urs-
prung und Ziel der Geschichte, Piper, München, 1963) da importancia a la
"Achsenzeit (Tiempo eje)", que él sitúa en los tiempos de Confucio y Lao-
Tse China, en los Upanishad de la India, de Buda en Nepal y el norte de la
India, de Zarathustra en Irán, de los primeros grandes profetas de Ismel
(Elías, Isaías), y de los primeros filósofos presocráticos en Grecia: "La épo-
ca mística había terminado y con ella su tranquila placidez y su ingenuidad"
(p. 21). Este "Tiempo eje", evidentemente, no se sitúa al comienzo de la re-
volución neolítica-urbana, sino como su culminación. Además, y una vez
más, queda fuera Latinoamérica. Nada sabía Jaspers de la sabiduría crítica
de los Tlamatinime o de un Nezahualcoyotl en México ni de los amautas
del imperio inca (a los que Toynbee les atribuye, sin embargo, el haber co-
menzado una etapa crítica y universal del pensamiento: "the viracochi-
nism", de la visión teológica de Viracocha, el "Hacedor originario del uni-
verso"). Paro Jaspers las culturas superiores fueron: la mesopotámica, la
egipcia, la índica y la Huang-Ho, a las que después se agregarían: la civili-
zación mediterránea, india y china. Es sobre ellas que sobrevendría el
"Tiempo eje". La Saeculum Weltgeschichte (ed. H. de Franke-H. Hoff-
mann-H. Jedin, Ed. Herder, Freiburg, iniciada en 1965, t. I) propone ya
"zonas de contactos", idea que tomaremos nosotros en los casos de las este-
pas euroasiáticas y las culturas del Pacífico.
14
Véase D.-O. Edzard, "Im Zweistromland", en Saeculum Weltgeschichte, I,
pp. 239-281, y en otros muchos lugares de esta obra; C. L. Wolley, Ur, la
ciudad de los caldeos, trad. española, FCE, México, 1953; Idem, The Su-
merians, Oxford University Press, London, 1928; André Parrot, Archeolo-
gie Mesopotamienne, Paris, 1946; y todo lo referente a la Mesopotamia en
el Cambrigde Ancient History, Cambridge University Press, diversas edi-
ciones.
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"Los mitos reposan sobre códigos de segundo orden (pues los de pri-
mer orden son aquellos en que consiste el lenguaje)" 18.
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15
Gordon Childe, Los orígenes de la civilización, FCE, México, 1959, p. 174.
16
Jouget-Dhorme, Les Premiers Civilisations, PUF, Paris, 1950, p. 115.
17
Cfr. E. Burrows, "Some cosmological pattems in babilonian religion", en
The Labyrinth, London, 1950, pp. 45- 70.
18
Mitologías. Lo crudo y lo cocido I, trad. española, FCE, México 1986, t. I.,
p. 21. Para Levi-Strauss, su propio lenguaje entnográfico, que es una inter-
pretación de mitos, constituye un tercer código, significa un metalenguaje,
pero "a diferencia de la reflexión filosófica, que pretende remontarse hasta
su fuente, las reflexiones que aquí tratamos se refieren a rayos carentes de
todo foco [...] postulan, sin embargo, un origen común: punto ideal donde
convergerían los rayos desviados por la estructura del mito" (Ibíd., p. 15).
El metalenguaje interpretativo de la etnología no es el metalenguaje fi-
losófico, está claro. Pero, de todas maneras, el mito está lejos de ser un len-
guaje ingenuo, no-crítico. Significa un proceso de racionalización que
ocupó a la humanidad durante cientos de miles de años (si consideramos
90
"He dado el pan al hambriento, agua al que tenía sed, vestido al des-
nudo, y una barca al náufrago, a los dioses ofrendas y libaciones [...]
¡Espíritus divinos, libradme, protegedme, no me acuséis ante la gran
divinidad (Osiris)!" 23.
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que el homo habilis apareció hace tres o cuatro millones de años), y decenas
de miles de años en el desarrollo del homo sapiens.
19
El principio ético de la "Exterioridad" o Alteridad (el huérfano, la viuda, el
extranjero, el pobre...) supera el nivel 5 y 6 de los niveles éticos de Kohl-
berg, porque pone en cuestión aún la "universalidad" de un "mundo de la
vida" -en el que permanecen de todas maneras los niveles nombrados de
Kohlberg o los dos principios de John Rawls, "liberales" y por ello limita-
dos a la experiencia de la Lebenswelt moderna.
20
Véase E. Otto, "Im Niltal. Aegypten", en Saeculum Weltgeschichte, I, pp.
282 ss.; E. Drioton-J. Vandier, L'Egypte, Clio, PUF, Paris, 1952; John Wil-
son, La cultura egipcia, FCE, México, 1958; Jouget-Dhorme-Vandier, Les
Premières Civilisations, en Peuples et Civilisations, I, pp. 21-300; etc.
21
Se ha probado recientemente que Osiris, el dios de la resurrección de la
carne, y sobre cuyo pedestal se construyó toda la cultura del Nilo (siendo
las pirámides tumbas dé muertos que esperan dicha resurrección, tal como
lo describe El libro de los muertos), procede de las culturas bantúes, del
Africa negra -que de esta manera "entran" en la Historia Mundial, que He-
gel había dejado "fuera".
22
Por ello, siempre, el faraón egipcio llevará dos coronas, pero la primera que
colocaba-en su cabeza, y mirando hacia el Sur, era la corona "negra" bantú.
23
Papiro Ñu; trad. española de Juan Bergua, Madrid, 1962, pp. 181-182.
91
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24
Este es el argumento de mis obras primeras, desde El humanismo semita,
ya citado, hasta El dualismo en la antropología de la Cristiandad. La an-
tropología desde el origen del cristianismo hasta el descubrimiento de
América, Guadalupe, Buenos Aires, 1974. Una Filosofía de la Liberación
había que situarla desde sus más lejanos antecedentes en la Historia Mun-
dial, y lo he hecho. Por ello, el reproche de Arturo Roig o de Leopoldo Zea,
de haber pretendido ignorar la historia, me parece parcial. En efecto, Zea
me criticaba (véase "Dependencia y liberación en la Filosofía latinoameri-
cana", en Filosofía y cultura latinoamericana, Centro Rómulo Gallegos,
Caracas, 1976, pp. 211 ss ): "Es interesante destacar la reacción que frente a
la Filosofía de la Liberación, de la generación de Alberdi, tiene otro argenti-
no [...] Enrique Dussel (... pretende) borrar el nefasto pasado; de borrarlo,
no de asimilarlo, para partir nuevamente a cero"; (p. 214), sin advertir que
se partía de una definición restringida de filosofía por mi parte; (es decir,
para mí en ese momento era filosofía sólo la filosofía académica enseñada
en universidades, en la época colonial la escolástica o la actual desde los
“fundadores”, aproximadamente desde 1920 en adelante, por la "normaliza-
ción", como enseñaba F. Romero). Repito, Zea me criticaba que yo niego
todo el “pensamiento” latinoamericano anterior (Bolívar, Alberdi, Sarmien-
to, Barreda, etc.). De ninguna manera he negado -ya ello he dedicado va-
rias obras- la “historia” latinoamericana anterior. Mas, he procurado fundar
la "Filosofía de la Liberación" latinoamericana a partir de los griegos y
semitas, medievales y modernos, de la historia latinoamericana, para mos-
trar lo que les debemos y en lo que nos separamos. Pero la filosofía "univer-
sitaria" que se practica en América Latina, todavía hoy, en gran parte es
imitativa y no creativa. He propuesto explícitamente un “proyecto” seme-
jante al de Zea, pero “asuntivo” también de lo popular, de los oprimidos, y
por ello es un "proyecto de liberación".
25
En este punto coinciden el fundador del cristianismo (Mateo cap. 25) con F.
Engels en su obra El origen de la familia. Es el estatuto económico de la
ética.
92
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26
Véase en la Historias Mundiales ya nombradas el capítulo de India; y E.
Mackay, The Indus Civilization, London, 1935; M. Wheeler, The Indus civi-
lization, en Cambridge History of India, Cambridge University Press, 1953.
27
Además del capítulo correspondiente en las Historias Mundiales, véase
Marcel Granet, La civilización china, en La evolución de la Humanidad, t.
29; Idem, El pensamiento chino, en la misma colección, t. 30,1959.
28
Tao-Té, XXXVII, 1; edición de Lin-Yutang, trad. española de F. Mazía,
Sudamericana, Buenos Aires, 1959, pp. 167-168.
29
Véase la obra de Gustavo Vargas ya citada (América en un mapa de 1489):
"Por su ubicación entre los 8.3 grados de latitud sur, y según los croquis de
Colón y el mapa de Münster, corresponde a la costa norperuana. Acaso sea
Chan Chan. No tendría nada de raro y así lo creen algunos, como Jacques
Mahieu (El imperio vikingo de Tiahuanacu. América antes de Colón, El La-
berinto 15, Barcelona, 1985, p. 36)"; (inédito p. 67).
93
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30
En lengua náhuatl del imperio azteca, “anáhuac” significa el anillo de agua
que circunda la “tierra” (para los aztecas los Océanos Atlántico y Pacífico
que rodeaban México por el Este y Oeste era un solo Gran Mar: teoatl, o
agua divina; ilhuica-atl); la totalidad del “mundo” se decía “Cemanáhuac”
(véase la magnífica obra de Miguel León Portilla, La filosofía náhuatl,
UNAM, México, 1979, pp. 113, 150, etc.). Por su parte, en lengua kuna (del
Panamá) la totalidad de la “tierra” conocida por ellos recibe el nombre de
“Abia Yala”; entre los incas era el “Tahuantinsuyo”. En cada lengua
indígena la “tierra” (el continente americano) recibe otro nombre. Hemos
querido, simplemente, ponerle el “nombre” en tres lenguas indígenas, tres
de tantos “nombres” autóctonos. Véase Aiban Wagua, “¡Medio Milenio!” Al-
gunas consecuencias actuales de la invasión europea a Abia Yala. Visión
indígena”, inédito, Ustupu, Kuna Yala (Panamá), 1990, donde escribe: “Los
kunas desde antes de la llegada de los europeos, conocían a esta tierra como
Abia Yala, que significa: tierra madura, tierra madre grande, tierra de san-
gre. Y hoy se nos impuso el nombre del italiano: América” (p. 14). Felipe
Poma de Ayala (Waman Puma), en su Primer nueva crónica y buen gobier-
no, Siglo XXI, México, 1980, t. III, pp. 913-916, coloca un hermoso y dibu-
jado “Mapa Mundi del Reino de las Indias, un reino llamado Anti-suio ha-
cia el derecho del Mar del Norte [el Caribe], otro reino llamado Colla-suio
[donde] sale el sol, otro reino llamado Conde-suio hacia la Mar del Sur [el
Océano Pacífico], otro reino llamado Chincai-suio poniente del sol”. El
todo era el “Tahuantinsuyo”. Era la visión del “mundo-tierra” para un inca.
Las cuatro partes formaban siempre una “cruz”, en las teogonías de la Chi-
na, las culturas del Pacífico (polinésicas especialmente), desde la de los az-
tecas y mayas, hasta la de los chibchas e incas.
94
____________
31
En torno a la cultura cretense, y con contactos costeros en todo el Egeo, el
Delta del Nilo y las ciudades de Gaza, Gezer, Megiddo, Tiro, Biblos, Ale-
po, Karkemisch, al sur de Anatolia, Chipre. Zona de conexión posterior de
hititas, egipcios, acadios, babilónicos, fenicios, etc. Véase G. Glotz, La ci-
vilización egea, en La evolución de la humanidad, t. 10, 1956, pp. 211 ss.;
Wolfgang Helck, "Der Ostmittelmerraum", en Saeculum Weltgeschichte, t.
I, pp. 451-550.
32
Véase el tema en las Historias Mundiales ya citadas; en especial Karl Narr,
"Exkurs über die frühe Pferdehaltung", en Saeculum Weltgeschichte, t. I,
pp. 578-581; W. M. McGovern, The Early Empire of Central Asia, London,
1939.
33
En esta región los líderes político-militares tenían título de "Kan". En el
mapa de Martellus de 1489 había una región denominada "tartaria per to-
tum" (adecuadamente situada al noroeste de la China), y por ello Colón bus-
caba poder tomar contacto con el "Gran Kan ", en su primer viaje de 1492, co-
mo hemos visto en la Conferencia 1.
95
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34
Tiene razón O'Gorman al decir que nunca tuvieron "conciencia" del conti-
nente como totalidad. Pero lo que aquí deseamos indicar es que, existencial
u objetivamente, la Humanidad iba descubriendo región por región, valle y
montaña una tras otras, durante generaciones, desde Alaska hasta Tierra del
Fuego. No es el "descubrimiento de América", es algo mucho más impor-
tante: es la "humanización" efectiva del Continente sin anterior ocupación
humana. La "conquista" contará ya con dicha "humanización", y esto ética-
mente es fundamental. La primera "ocupación" fue "humanización de la na-
turaleza", la segunda fue "dominación de culturas" ya establecidas.
35
Todos esos "pre-" indican diferentes grados de eurocentrismo. Como el ha-
cer comenzar la historia con la "escritura" -como si la lengua no fuera el
momento racional esencial y no su expresión escrita-. Véase J. Beaglehole,
The exploration of the Pacific, London, 1947; F. Keesing, Native Peoples of
the Pacific, New York, 1946; Paul Rivet, Los orígenes del hombre ame-
ricano, FCE, México, 1960; Heins Kelm, "Frühe Beziehungen Amerikas zu
Asien und Polynesien", en Saeculum Weltgeschichte, t. I, pp. 610-637 y
663-668; Hans Nevemann, "Die polynesische Hochkultur", en Op. cit., pp.
355-378; Canals Frau, Prehistoria de América, Sudamericana, Buenos
Aires, 1950.
96
Todo esto nos permite afirmar que el Pacífico fue el centro cultural
de la protohistoria amerindia, ya que sus costas irradiaron su influen-
cia, en numerosos aspectos culturales, sobre las mesetas de México,
Guatemala, Perú: la" América Nuclear" urbana. Por su origen y por su
protohistoria, Amerindia es parte del Asia en torno al núcleo genera-
dor de las culturas del Océano Pacífico. Esto no quiere afirmar, y sería
un grave error, ya que en México se han encontrado en el lago de Tez-
coco fósiles de agricultura del VII milenio a. C., que las culturas urba-
nas u otras se originaron por influencia polinésica. Ni mucho menos.
Hemos querido sugerir sólo que, procedentes del Asia ("origen del
hombre americano", atravesando Behring), el Pacífico siguió siendo
un espacio de intercambio cultural. En su costa oriental, entonces,
había una inmensa masa continental, con diversos nombres, según los
pueblos que la habitaban; el "Cemanáhuac" de los aztecas, el" Abia
Yala" de los kunas de Panamá, el "Tahuantinsuyo" de los incas... di-
versos nombres autóctonos para un continente ya humanizado en su
totalidad cuando llegó Colón.
___________
39
Expresión guaraní que se explicará más adelante.
98
____________
40
Véase W. Krickeberg-H. Trimborn-W. Müller-O. Zerries, Die Religionen
des alten Amerika, Kohlhammer, Stuttgart, 1961; W. Schmidt, Der Urs-
prung der Gottesidee, Münster, t. I-X, 1926-1955, que aunque se propone
mostrar que el monoteísmo es la creencia originaria de la humanidad, sólo
logra indicar que lo es el "enoteísmo", sin integrar la idea de lo "dual" en el
mismo ser originario; Idem., Ursprung und Werden der Religion, Münster,
1930; J. Comas, Ensayos sobre indigenismo, México, 1953; S. Canals Frau,
Las civilizaciones preshispánicas, ya citada.
41
Son los indios magallánicos, pampas, del Gran Chaco y los del Brasil
Oriental. Véase mi obra Hipótesis para el estudio de Latinoamérica en la
Historia Universal, ya citada. pp. 130 ss.; o mi otra obra Historia general
de la iglesia en América Latina, Introducción, t. I/1, pp. 129 ss., con des-
cripción y mapa detallado. También Otto Zerries, "Die Religionen der Na-
turvölker Südamerikas und Westindiens", en W. Krickeberg y otros, Op.
cit., pp. 269 ss.
42
Los californianos, shoshonis y los canadienses Algonkinos y Athapasken,
más los esquimales. Véase Werner Müller, "Die Religionen der India-
nervölker Nordamerikas", en W. Krickeberg y otros, Op. cit., pp. 171 ss.
99
_______________
43
"El guaraní pertenece a la selva [...] Vida rápida, fugaz, desesperada. Lucha
constante por la luz y por la materia nutricia en un mundo anegado" (León
Cadogan, La literatura de los guaraníes, Joaquín Mortiz, México, 1970, pp.
11-12). Los guaraníes dejan en los museos o para los arqueólogos muy po-
cos objetos. Son extremadamente pobres en sus expresiones técnicas, edili-
cias, textiles, de alfarería, etc.
44
"A la tercera clase [...] En ella entran los salvajes semejantes a fieras, que
apenas tienen sentimiento humano, sin ley, sin rey, sin pactos, sin magistra-
dos ni república, que mudan la habitación o si la tienen fija, más se asemeja
a cuevas de fieras o cercado de animales [...] así también la mayor parte de
los del Brasil [...] andan también desnudos, son tímidos y están entregados a
los más vergonzosos delitos de lujuria y sodomía..." (De procuranda Indor-
um salute, Proemio; BAE, Madrid, 1954, p. 393). Esta definición cabría ex-
actamente a los guaraníes a los que nos estamos refiriendo.
45
"Canto" es poema, canción cantada y rito con danza y ritmo de la "comuni-
dad" en la "fiesta". Es un acto central de la existencia guaraní.
46
"Ser-de-cielo", hemos dicho, es lo divino, lo eterno.
100
con su saber que se va abriendo-como-flor 47,
hizo que se engendrasen llamas y tenue neblina.
Habiéndose incorporado y erguido como hombre,
de la sabiduría contenida en su ser-de-cielo,
con Su saber que se abre-cual-flor
conoció para sí mismo la fundamental palabra futura [...]
e hizo que formara parte de su propio ser-de-cielo [...]
Esto hizo Ñamandú, el padre verdadero, el primero" 48.
____________
47
" Abrirse-en- flor", hemos ya dicho, es el acto productor, sacar fuera de sí, es
la acción creadora.
48
Bartolomeu Meliá, El guaraní, experiencia religiosa, Biblioteca paraguaya
de Antropología, Asunción, 1991, pp. 29-30; León Codogan, Op. cit., pp.
53-57.
49
B. Meliá, Op. cit., p. 34.
50
Sentido de lo onírico que Freud supo comenzar a racionalizar.
51
"Mantenerse-en-pie" es estar fundado, apoyado, ser verdadero, como entre
los aztecas, ya lo veremos.
52
León Codogan, Ayvu Rapyta. Textos míticos de los mbya-guaraní del
Guairá, Universidad de Sao Paulo, 1959, p. 40. Véase el mismo autor Ywy-
ra ñe'ery; fluye del árbol la palabra, Centro de Estudios Antropológicos,
Asunción, 1971; B. Meliá, Die schönen Ur-Worte: die Kunst des Wortes bei
den Guaraní, Museum für Völkerkunde, Frankfurt, 1988. "La palabra, el
nombre, la oración, el canto, la invocación medicinal, la profecía, la exhor-
tación político-religiosa, todas estas formas del decirse: ñembo'e, son la for-
ma privilegiada de la religión Guaraní. El guaraní es religioso porque se
hace palabra, y en haciéndose palabra participa del ser de los Primeros Pa-
dres, Padres de las palabras-almas" (B. Meliá, El guaraní, experiencia reli-
giosa, pp. 41-42).
53
Teko significa algo así como el "ethos" griego: modo de ser y el lugar
donde se mora. Tekoha significa: el "lugar" donde se puede establecer el
modo-de-ser-guaraní: "El tekoha significa y produce al mismo tiempo rela-
ciones económicas, relaciones sociales y organización político-religiosa,
esenciales para la vida guaraní. Aunque parezca redundancia, hay que admi-
tir, con los mismos dirigentes guaranaí, que sin tekoha no hay teko" (B.
Meliá, Op. cit., p. 64).
101
"¡Oh, nuestro Primer Padre!
Fuiste tú quien por primero conociste las normas de nuestro modo-de-
ser (teko).
Fuiste tú quien por primero conociste en tí mismo lo que había de ser
la palabra fundamental,
antes de abrir y manifestar la morada terrenal (tekkoha)" 54.
____________
54
Ibid., pp. 44-45.
55
Es el "abrir" que ilumina en Heidegger (que piensa en la Selva Negra ale-
mana; aquí estamos en la Selva Amazónico-paraguaya).
56
B. Meliá, Op. cit., pp. 45-46. Esta "reciprocidad" originaria de la comuni-
dad en el horizonte de la "palabra" y en la "economía de la reciprocidad",
fue lo que de manera intuitiva conservaron los jesuitas en las Reducciones
socialistas del Paraguay. En realidad no eran socialistas, sino un modo
económico donde los productos eran sólo "valores de uso" (sin valor de
cambio alguno), anterior a la formación de clases, ya que eran clanes aldea-
nos, y que pueden elevarse al nivel de la utopía. Marx, ciertamente, descu-
brió en este tipo de sociedades un tipo de relación humana comunitaria an-
terior a la "individualidad" moderna (capitalista), que de poder sumarse a
aquella "comunitaridad" podía ser proyectada como un horizonte utópico: la
plena individualidad en la plena comunidad (de los Grundrisse, que hemos
estudiado en detalle en nuestras obras La producción teórica de Marx, Siglo
XXI, México, 1985; Hacia el Marx desconocido, Siglo XXI, México, 1988;
El último Marx, Siglo XXI, México, 1990); un Marx de plena actualidad
después de la desaparición formal de la Unión Soviética, el 26 de diciembre
de 1991.
102
Los reinos musulmanes iban desde el norte del Africa -con los Al-
morávides 61 y sus florecientes ciudades de Marruecos, el Maghreb
o desde Trípoli, que se conectaban con las caravanas hacia el sur del
Sahara, y de allí con los reinos de la sabana: Malí, Ghana, etcétera-,
con la actual Libia y Egipto (posteriormente ocupado por el imperio
otomano), con el califato de Bagdad, hasta el Irán (después conquista-
do por el imperio safawi), llegando a los reinos mongoles que ocu-
parán el norte de la India -con la capital Angra, y después Delhi, y
con obras de espléndida belleza tales como el Taj Mahal-, pro-
longándose hasta el control sobre Malaca llevado a cabo por comer-
ciantes musulmanes, para alcanzar el sur de Filipinas, ya que la isla de
Mindanao será musulmana desde fines del siglo XIV.De manera que
el Dar-el-Islam (la casa de la fe) llegaba del Océano Atlántico al
Pacífico. Es verdad, que los invasores turcos habían roto la espina dor-
sal del mundo comercial árabe-musulmán, aunque ellos mismos eran
musulmanes. Los turcos, que ocuparon la península balcánica, Grecia
y Turquía, habían aislado la parte occidental de la parte oriental del
mundo musulmán pre-turco. La China había caído por ello mismo en
una profunda crisis económica. Por su parte, la Horda Dorada de los
mongoles había dominado Rusia (1240-1480). La ocupación de Cons-
tantinopla por los turcos en 1453 significaba para Europa, entonces, el
quedar sitiada y reducida a la mínima expresión.
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61
Véase, entre otras obras, la de R. y M. Cornevin, Histoire de l'Afrique,
PUF, Paris, 1964, pp. 145 ss.
62
Véase Samir Amin, Eurocentrism, Monthly Review Press, New York, 1989.
63
Véase Apéndice 1.
105
comienzos del siglo XVII llegarán los rusos al Pacífico. Será en cam-
bio por Portugal (que en 1415 toma Ceuta en Africa) y España, que
Europa se expandirá por el Occidente y desenclaustrará a esa Europa
del sitio musulmán que había comenzado en el siglo VII d. C., desde
la muerte del Profeta Mahoma 64. Esa España, que después Europa
Occidental olvidará y despreciará -y que Hegel ya no considera Euro-
pa-, es la que comienza la Modernidad. La conquista de México, por
su parte, será la primera experiencia "fuerte" del ego europeo de con-
trol a otro imperio, al Otro como siervo, como colonizado, como do-
minado, como explotado y humillado. Todo esto podremos verlo aho-
ra "desde abajo", desde el Otro, desde el indio, desde el horizonte que
hemos abierto en esta Conferencia 6, desde el Océano Pacífico, desde
el Asia. Veamos entonces ahora, sólo ahora, cómo vivió el indio la ex-
periencia de la llegada de esos europeos marginales del mundo mu-
sulmán que iniciaban su triunfal curso hacia la "centralidad" de la His-
toria Mundial.
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64
Es desde una Europa "marginal" (Rusia. España y después Inglaterra) que
Europa se expande (Véase Leopoldo Zea. Discurso desde la marginación y
la barbarie, Anthropos. Madrid. 1988).