Guía - Unidad 2 Primero Medio Historia

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Guía: “LA CUESTIÓN SOCIAL”

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INSTRUCCIONES: Lee completamente la guía, subrayando aquellas ideas que se destaquen por ser más importantes dentro
de ella. Luego, procede a realizar las actividades que se indican más adelante, las que tendrán un valor de cinco décimas para
la prueba.
Desde el punto de vista social, el auge salitrero y el impulso industrial relacionado con aquel introdujo cambios de
importancia. Se inició un fuerte flujo migratorio de la población hacia los centros mineros del norte y hacia las áreas urbanas de
Santiago y Valparaíso, el que generó crecientes concentraciones de trabajadores, tanto en los centros mineros como en dichas
ciudades. Fue en ellas donde los asalariados experimentaron las duras condiciones de trabajo y de vida, situación que explica las
crecientes demandas de estos sectores hacia los empresarios y las autoridades de gobierno.
Las ciudades de la época no pudieron responder en forma adecuada a la vertiginosa y creciente demanda de servicios
básicos de la población inmigrante rural, conformándose una situación de precaria estabilidad de estos sectores, lo que permitía
prever una posibilidad inminente de estallidos sociales.
Hacia 1872, por ejemplo, en la capital sólo la cuarta parte de la población contaba con agua corriente. El alcantarillado no
se construyó hasta 1906; las acequias llevaban todo tipo de desperdicios, lo que las convertía en uno de los principales focos
infecciosos de la ciudad.
Esta situación, sumada a las precarias condiciones de vivienda (los conventillos y la promiscuidad de la vida familiar) eran
causa de enormes epidemias y enfermedades, que significaron altas tasas de mortalidad infantil.
El historiador Gabriel Salazar escribe que "En 1865 existían 252.522 habitaciones en todo el país. De este total, 151.262
eran ranchos, es decir el 59,9% de las construcciones, y 27.246 eran cuartos, o sea, el 9,6%. De este modo tenemos que cerca del
70% de las habitaciones que existían en el país correspondían a los sectores populares. Ello era altamente expresivo de la capa-
cidad que estos tuvieron para transformar la geografía urbana del país". (En Labradores, peones y proletarios). A los tradicionales
ranchos de la primera mitad del siglo XIX, le siguieron los conventillos, que fue el tipo de vivienda popular más extendido a fines del
siglo XIX. Ello evidenciaba la profunda crisis en que se encontraba la sociedad chilena de la época.

EL PROBLEMA DE LAS VIVIENDAS POPULARES


El historiador Gonzalo Vial señala que el conventillo "surgió tanto del aglutinamiento de los viejos ranchos campesinos
instalados ahora en la ciudad, como del subarriendo de antiguas casas de la aristocracia: tres, cuatro, hasta ocho personas
ocupaban una pieza; el agua que daban uno o dos pilones de aquellos patios fue ardorosamente disputada. Los servicios
higiénicos -ya escasos y rudimentarios cuando sólo eran empleados parsimoniosamente por los pocos habitantes primitivos de la
residencia- presentaban ahora un espectáculo de pesadilla. Puertas, chapas, ventanas, vidrios, pinturas, papeles, cielos,
entablados, baldosas, todo fue destruyéndose, inutilizándose, desapareciendo; cuarteándose las murallas; rompiéndose tejas,
techos, desagües. Reinaban la oscuridad y la fetidez. No se solucionaba ningún desperfecto". (En Historia de Chile, Tomo II).
Como ya señalamos, el problema de vivienda agravó la salud pública, en particular de los niños, quienes eran los más
expuestos. Al respecto, el historiador Mario Garcés, en su libro Crisis social y motines en el 1900, señala que "Las pestes infantiles
entre 1905 y 1910 alcanzaron su mayor pick: el sarampión exterminó a más de 10 mil niños y adultos: el coqueluche a 14 mil; la
difteria y el crup a unos 2 mil y la gripe a más de 18 mil".
El cambio de siglo mostraba un país con graves problemas sociales no resueltos y un sistema parlamentario que hacía
poco para derrotar esta miseria de grandes sectores de la población.

“VIDAS MÍNIMAS”
JOSÉ SANTOS GONZÁLEZ VERA
Vivo en un conventillo. La casa tiene una apariencia exterior casi burguesa. Su fachada,
que no pertenece a ningún estilo, es desaliñada y vulgar. La pared, pintada de celeste, ha servido
de pizarrón a los chicos de la vecindad, que la han decorado con frases y caricaturas risibles y
canallescas.
La puerta del medio permite ver hasta el fondo del patio. El pasadizo está casi
interceptado con artesas, braseros, tarros con desperdicios y cantidad de objetos arrumados a lo
largo de las paredes ennegrecidas por el humo.
Hay en el fondo del patio un hacinamiento de muebles deteriorados que yacen allí por
negligencia o previsión de sus dueños. Sobre una mesa, aprisionadas en tarros y cajones, matas
de hiedra, claveles y rosas elevan sus brazos multiformes en un impulso irresistible de ascensión.
El verde tonalizado de la plantas se desprende del conjunto incoloro y sin fisonomía de las cosas.
Los pequeños harapientos gritan, chillan, mientras bromean con los quiltros gruñones y
raquíticos. Aliado de cada puerta, en braseros y cocinitas portátiles, se calientan tarros con
lavaza, tiestos con puchero y teteras con agua. Pegado a las paredes asciende el humo, las
manchas de hollín y por sobre los tejados forma una vaga nube gris.
El patio semeja una colmena. Exclamaciones, chillidos, gritos, se funden en un ruido
pesado que ahuyenta el silencio. Las viejas toman mate junto a sus puertas; otras mujeres lavan
inclinadas sobre la acequia negra, amenazando a sus chicuelos y hablando a torrentes. Nunca
tendrán úlceras.
(En Vidas mínimas, Editorial Nascimento, Santiago, Octava Edición, 1973) .

LOS SECTORES POPULARES: EL MUNDO OBRERO


La diversificación de las áreas económicas ocurrida desde mediados del siglo XIX en adelante, es decir, que a la
agricultura se sumaron actividades tales como la minería y, en alguna medida, la industria dio como resultado la aparición de un
nuevo sujeto histórico: el obrero. Concentrado en tomo a la explotación salitrera, carbonífera y posteriormente cuprífera, o bien
alrededor de la producción industrial o de grandes obras públicas, como los ferrocarriles o los puertos, el proletariado tuvo una
presencia cada vez más importante, tanto por su peso numérico como por la presión que ejerció en defensa de sus derechos
laborales y el mejoramiento de sus condiciones de vida.
El movimiento obrero fue alcanzando, desde las últimas décadas del siglo XIX, altos grados de organización. Ello se
reflejó en la conformación de asociaciones de ayuda mutua y de presión, tales como las sociedades de socorro mutuo, las
mancomunales y las sociedades de resistencia, de las que emanaron fuertes movimientos huelguísticos.
En muchas ocasiones, los obreros sufrieron una dura represión. Junto a ello se desarrolló un tipo de manifestaciones,
conocida como la "cultura obrera", la cual se expresó en múltiples acciones que tuvieron como propósito aglutinar al sector en una
convivencia basada en la solidaridad y el apoyo frente a la precariedad de sus condiciones. De allí surgieron sociedades
filarmónicas, grupos teatrales y organizaciones educativas, las que junto a la profusa expansión de la prensa obrera, cooperaron
en la formación de una identidad de clase.
La Federación Obrera de Chile (FOCh), surgida el año 1909 con un claro carácter mutualista, se transformó rápidamente
en una federación sindical dominada por los sectores socialistas. El año 1919, Luis Emilio Recabarren fundó el Partido Obrero
Socialista (POS). Ese mismo año, los anarquistas se unieron en la sección chilena de la IWW (Intemational Workers of the World),
y en 1922, el POS se afilió a la Tercera Internacional Comunista, que para entonces había alcanzado una notoria significación por
el éxito obtenido después de la Revolución Rusa el año 1917. El POS trocó su nombre por el de Partido Comunista.
REACCIONES DE LA SOCIEDAD ANTE LA CUESTIÓN SOCIAL
Por aquellos años, los sectores dominantes en Chile no veían o no querían ver la situación en que estaban vi-
viendo los trabajadores de la pampa y de las ciudades. Según el investigador Bernardo Subercaseaux, "Mientras para unos
la última década fue una etapa de vejámenes, enfermedades y miseria, para otros fue una época maravillosa, sin pobrezas
ni inquietudes, una época de existencia plácida, aunque un tanto pagana". (En Historia de las ideas y de la cultura en Chile).
La Cuestión Social se agudizaba. Era evidente la necesidad de una reforma profunda al sistema político y eco-
nómico vigente: incluso personas de la misma elite planteaban la necesidad de resolver estos problemas sociales.
Augusto Orrego Luco, en artículos escritos en la prensa de la época decía: "Necesitamos, pues, intervenir para
ayudar con mano vigorosa al establecimiento de nuevas condiciones económicas y nuevas condiciones morales, que nos
saquen de la atmósfera en que las bajas capas sociales ahora se sienten asfixiar. Necesitamos levantar el salario, y eso
sólo se puede conseguir fomentando resueltamente el desarrollo industrial de este país, levantando la industria,
renunciando abierta y claramente a las pequeñas ventajas de la competencia extranjera que destruyen las pequeñas
industrias nacionales y que estamos pagando con el bienestar y la vida de nuestros compatriotas". (En La cuestión social,
Santiago 1884).

LA POSTURA DE LA IGLESIA CATÓLICA


En esa época, nuestro país se definía mayoritariamente como católico. A su vez, la Iglesia políticamente se sentía
identificada con los conservadores. Sin embargo, el llamado del Papa León XIII, a través de la encíclica Rerum Novarum, en
la cual por primera vez claramente se expresaba la preocupación por los sectores obreros, provocó también una
repercusión en la religiosidad chilena. Por ello, se iniciaron algunos contactos entre esta y los emergentes sectores obreros.
Algunos sacerdotes y laicos, como Fernando Vives, José María Caro, Abdón Cifuentes y Carlos Concha Subercaseaux, se
preocuparon de la situación del obrero urbano.
En 1916, el arzobispo de Santiago, Ignacio González Eyzaguirre, señaló que "Conocéis también el cuadro de
dolores que ofrecen los hogares marcados por la miseria y el vicio: la mortalidad infantil, las habitaciones insalubres, el
alcoholismo devastador, la usura y todos los males que afligen a las clases populares. Pues bien, en nombre de la
verdadera democracia cristiana inspirada en las leyes de la justicia y en los sentimientos de la caridad, deben los que gozan
de comodidades y bienes de la tierra ir al pueblo, conocer sus dolencia y aplicarles los remedios oportunos". (En La cuestión
social en Chile. Ideas y debates precursores. 1801-1902. Santiago, Dibam. 1995).
Sin embargo, a pesar de ello gran parte de la jerarquía eclesiástica permaneció alejada de esta problemática, e
incluso algunos se oponían a esta nueva tendencia.

ACTIVIDADES: Luego de haberle dado una lectura completa a la guía. 10 pts c/u
1. Selecciona 20 conceptos relevantes de la guía y con ellos realiza un mapa conceptual al reverso de la primera hoja
de esta guía. El concepto central del mapa debe ser “LA CUESTIÓN SOCIAL”, los demás conceptos pueden ser años,
siglos, personajes, lugares, instituciones, prácticas, entre otros. Dentro de cada recuadro va un concepto (una o dos
palabras) y no una frase u oración completa. Los conceptos se conectan entre sí por ilaciones o palabras (que quedan
fuera de los recuadros) que le dan sentido al mapa. Recuerda que el mapa conceptual debe ser una síntesis o resumen de
los contenidos de la guía.
2. Extrae de la guía 7 características de las viviendas o habitaciones populares y escríbelas al reverso de esta hoja.
Luego realiza un dibujo o bosquejo (en grafito o en colores) de las habitaciones populares según cómo te las imaginas,
usando las características antes señaladas. Marca en el dibujo con flechas cada característica, preocúpate de que quede
bien indicada. Puedes dibujar, por ejemplo, un conventillo o las habitaciones de los obreros del carbón o el salitre.

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