Random Is The Berst Erver

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RANDOM, el universo en permanente revolución.

Dramaturgia, Gerardo Oettinger.

"La vida está hecha de la misma tela con la que se tejen los sueños",
Shakespeare.

RANDOM, es una palabra del inglés que se puede traducir al español como
aleatorio. Y lo aleatorio según la Rae, viene del latín: aleatorius, de alea 'juego de
azar', suerte o casualidad. ¿Qué es la casualidad?: Es una causa o fuerza a la que
supuestamente se deben los hechos y circunstancias imprevistas, especialmente la
coincidencia de dos o más sucesos. ¿A qué viene todo esto?, con certeza no lo sé,
quizás algo random, supongo, cómo los sueños.

Un grupo de científicos dedicados a la observación de la materia oscura, la


neurociencia y la biología marina, sobreviven a una gigantesca tormenta de nieve en
la Antártica y se refugian en una base rusa abandonada. Mientras esperan por el
rescate sucumben a la ausencia antártica, un trastorno de pérdida de memoria y
déficit cognitivo propio de quienes permanecen por mucho tiempo en el continente
blanco. En ese estado Random, las preguntas sobre el componente desconocido del
universo se convierten en una confrontación del todo o nada y se enmarañan con el
caos de un mundo que se derrite y se desploma.
¿Cuánto sabemos de la llamada masa faltante del Cosmos? ¿qué energía
resta aún por descubrirse a partir de los neutrinos? ¿De qué manera nuestra noción
del tiempo y del espacio habrá de modificarse una vez que se aísle una partícula de
materia oscura?

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La obra Random, escrita por Gerardo Oettinger con dirección de Francisco
Krebs se convirtió en el primer estreno de teatro on line, inaugurando la línea de
eventos especiales de http://Escenix.cl El elenco lo integran Héctor Morales, Katty
Kowałeczko, Tito Bustamante y Nicolás Pavez, y estará disponible hasta el domingo
(19 de abril) en formato de lectura dramatizada a partir de una selección de escenas
acompañadas de herramientas digitales que grafican el confinamiento en que se
encuentran los personajes de la obra. La acción se centra en un grupo de científicos
dedicados a la observación de la materia oscura, la neurociencia y la biología
marina, que sobreviven a una gigantesca tormenta de nieve en la Antártica y se
refugian en una base rusa abandonada. Mientras esperan por el rescate sucumben
al síndrome T3, un trastorno de pérdida de memoria y déficit cognitivo propio de
quienes permanecen por mucho tiempo en el continente blanco. La idea original era
estrenar la pieza en el Teatro del Lago, en el mes de mayo, y continuar con
funciones en la Salas Mori de Santiago. El equipo inició los ensayos a distancia en
marzo, y decidió adaptarse a las actuales circunstancias ideando esta forma de
entrega. No se presentará en vivo. Random es la tercera parte de la trilogía Ciencias
+ Artes + Audiencias que busca acercar tópicos científicos al público a través de
obras de teatro y de la que también son parte las obras Réplica, de Isidora
Stevenson, y Greta, de Ximena Carrera (ambas en el catálogo de Escenix).

PERSONAJES
Magallanes, geólogo y astrofísico.

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Vera, neurocientífica.
Fritz, astrofísico.
Yannick, biólogo marino.
Estatua de Lenin

DÍA 721

(Un futuro no muy lejano, en un cuartel de investigaciones de Punta Arenas, Chile.)


FRITZ.– Voy, voy progresando. No ha sido fácil recordar. Dos años y un día. Parece
una condena.
MAGALLANES.– Es una condena.

FRITZ.– Cuando cierro los ojos y medito en mi celda y me voy hacia dentro y hurgo
en lo más profundo de mis recuerdos, me encuentro con una melancolía fría y
oscura y una felicidad ardiente y luminosa, que están entrelazadas y son
inseparables como la luz y la oscuridad.
MAGALLANES.– Se te acaba el tiempo. Siempre creíste que ibas a ser un científico
importante. Que ibas a descubrir lo que nadie había sido capaz de ver.
FRITZ.– Pero no fue así y tengo que conformarme. Mi fracaso estaba predestinado.
MAGALLANES.– Pero te perdiste.

FRITZ.– Discúlpeme, no me siento bien. Necesito chocolates, un chocolate y


cigarros. Fue horrible. Llegué a olvidarme de la cara de mi mamá. Un hoyo negro se
tragó mis recuerdos. Sí, llegamos al refugio en Navidad. No, no me refiero a la
Navidad clásica del Viejo Pascuero, la de diciembre. Me refiero a la 'Navidad
Antártica” como le decimos allá. El Día de la Antártica. La Antártica, es un desierto
de hielo y roca y nos lleva al límite de la resistencia…
MAGALLANES.– Donde sacamos lo mejor y peor de nosotros.
FRITZ.– Sí, hay muchas bases que quedan botadas en invierno. Sí, el ejército tiene
poco control. Dicen que hay bases extraterrestres escondidas en el hielo.
Imagínese.
MAGALLANES.– Los extraterrestres no necesitamos escondernos. Qué sentido
tiene viajar años luz para vivir escondidos.
FRITZ.– El continente colapsaba y nosotros también. Discúlpeme, como le decía
solo recuerdo, flashazos. Escenas extrañas. La materia oscura y la energía oscura,
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lo divino y lo diabólico, luchan dentro de mí. MAGALLANES.– Cuéntale lo que
hiciste…
FRITZ.– Cállate… Hablo conmigo mismo…Pienso en voz alta… porque estoy
acostumbrado a hacerlo… en esos inviernos de noches interminables es como una
terapia. Recuerdo que esa noche que llegamos al refugio fue la noche más larga del
solsticio de invierno que haya experimentado en mis cuatro años allá.
MAGALLANES.– Cuando muere el sol.

FRITZ.– Esa noche, todo cambió. Algo muy oscuro en nosotros mismos que nos
sostiene, si, es una maldad que aparece de las entrañas. En el universo pasa igual,
la oscuridad nos sostiene y nos destruye. La materia oscura es la Diosa y la Energía
oscura es el Diablo. La soledad te hace hablarle hasta las piedras. Si, yo nunca
antes había matado a nadie. Soy pacifista. Pero estaba dispuesto a dar mi vida por
'una causa mayor' o a matar por ella si fuese necesario. Y la ciencia me parece una
causa mayor, pero al final todos matamos lo que amamos...

DÍA 0.

VERA.– Gracias por salvarme.

MAGALLANES.– Fuiste tú la que me salvó.

VERA.– ¿Pero cómo? Si es la primera vez que te veo.

MAGALLANES.– Pero si tú me arrastraste hasta acá. Saliste a buscar comida. Y


volviste. ¿Encontraste?
VERA.– No. Espere. Es la primera vez que estoy acá.

MAGALLANES.– Disculpe, me presento, soy Julio Magallanes, geólogo y


astrofísico.
VERA.– ¿Astrofísico? ¿Conoce a mi hijo? Se llama Frederic, trabaja en el
experimento Icecube.
MAGALLANES.– No, no. No he tenido el honor.

VERA.– Pero esta base es rusa. ¿Qué hace un hombre de su edad acá?
MAGALLANES.– Vivo acá desde hace un tiempo, desde antes de las tormentas.
VERA.– Ah. Ahora recuerdo, si. Usted impidió que me tirara a una grieta. Creí

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escuchar la voz de mi hijo en esa grieta y no había nada. Desfallecí. Usted me
arrastró.
MAGALLANES.– Logramos llegar hasta acá, y luego a mi pesar, quisiste salir a
explorar. Ustedes las madres son increíbles.
VERA.– No todas lo somos. Yo no.
MAGALLANES.– Lo eres.

VERA.– No lo sé.
MAGALLANES.– Tu hijo no está afuera. Desde que empezaron las tormentas no
queda nadie en toda la zona. Algunos rusos lograron sobrevivir, otros murieron. Si
me ayuda a entrar nieve podríamos hacer un iglú acá adentro. La última subida en
la temperatura casi desarmó este refugio.
VERA.– No, imposible, afuera hay un hielo azul oscuro que lo cubre todo. Y se
resquebraja con cada pisada. ¿Eso se la había dicho, no? Bueno afuera está lleno
de grietas. Es como caminar sobre millones de huevos de pingüinos. Lo bonito, sí,
fue que antes que llegara el viento cálido y la lluvia, se formaron auroras australes
naranjas gigantes intensas, que cubrían todo el cielo, era como si se fuera a
incendiar el mundo. Fue así. De repente, la temperatura subió de -40 a 0, no podía
creerlo, en pleno invierno, era como que el termómetro se hubiese vuelto loco, me
entiende y después vino un aguacero terrible y después… un… un… un... estruendo
gigante… y después entró un frío que penetraba todo y lo congeló todo… Era como
que si el aire fuera a estallar. Y corrí y corrí por ese espejo eterno mientras caían
agujas de hielo.
MAGALLANES.– Sonó como la guerra.

VERA.– Fue hermoso, los cambios son hermosos. Era correr por un espejo negro
infinito que se resquebrajaba con cada pisada. Y corrí para que el hielo no me
atrapara, como nieve movediza. Esta base es rusa y muy antigua. No me había
dado cuenta lo antigua que es. ¿Cómo se llama?
MAGALLANES.– Vostok. Escúcheme bien. Todo es lo mismo en distinta forma y en
distinto tiempo. Todo. El universo que se expande cada vez más rápido. Todo es lo
mismo, eso me lo enseñó este continente y el Universo.
VERA.– Sí. Ahora lo recuerdo. Sí. Disculpe. Usted es Magallanes. Es el hambre que
duele. Pero, no lo recuerdo todo, solo momentos, destellos de luz en una oscuridad
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infinita. Oiga. ¿Qué hace un viejo como usted en un lugar como este si solo dejan
que venga gente joven y sana a la Antártica ? Usted es único en el mundo, colega.
MAGALLANES.– Lo soy. Mire mijita.

VERA.– No me diga mijita.

MAGALLANES.– Disculpe. Yo soy de acá de cabro chico. Mientras le cuento,


ayúdenme, si logramos subir a -20 se va a derretir el vodka y celebramos.
VERA.– No. Nada de alcohol.

MAGALLANES.– Lo dice el manual de supervivencia.

VERA.– No es para tanto. Pero, el manual dice que los sobrevivientes tenemos que
ser como una segunda familia. Usted me cae muy simpático. Sed, sed, había
olvidado que tengo mucha sed. Una sed que duele.
MAGALLANES.– ¿Y el hielo que te pedí? No nos queda nada para derretir.
VERA.– ¿Cómo sobrevive? Lo bueno es que de sed no nos vamos a morir.
Medio kilómetro al norte se formaron dos enormes lagunas de hielo. La temperatura
marcaba cero. Pude meterla dentro de la cantimplora. MAGALLANES.– Tengo
como derretirla.
VERA.– Tengo la boca de plumavit. La sed de los esclavos, de los campos de
concentración, acá en mi lengua. Y tenemos esa cocinilla diesel y están estos
fósforos rusos.
MAGALLANES.– Sí, son del año del ñauca pero sirven, son impermeables y a
prueba de viento y queman incluso mientras están húmedos. Lo único malo es que
encerrados nos podemos intoxicar con el monóxido de carbono.
VERA.– Hay que hervirlo, y filtrarlo, la lluvia olía raro, la nieve se puso viscosa. No
podemos llegar y tomarla. Si nos da diarrea moriremos en horas.
MAGALLANES.– La lluvia y la aguanieve debieron derretir el hielo y eso que
estamos en pleno invierno.
VERA.– Son las lágrimas del mundo. Estamos atrapados. MAGALLANES.–
Dábamos por sentado que este continente iba a permanecer congelado para
siempre, pero las capas de hielo parecen ser algo relativamente reciente en tiempos
geológicos. Hace millones de años todo este territorio era una inmensa y hermosa
selva como la de mi tocaya Región de Magallanes. Con la lluvia y el aguanieve, se
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va a derretir el hielo y va a volver la vida. Vas a ver, como la vida sigue. Y al fin esto
dejará de ser un desierto de hielo y viento.
VERA.– ¿Cómo al fin?

MAGALLANES.– ¿Por qué no? ¿Por qué no puede sacarse todo ese hielo, toda
esa soledad de encima y tener una selva con vida y ruido? Tal vez es eso lo que
quiere la vida.
VERA.– Puede ser. No sé. A mí me gusta como está. Refiriéndose a la Antártica y el
clima soy bastante conservadora.
MAGALLANES.– Leninista.

VERA.– Lenin fue hombre. Y así es el universo, y los dictadores y la vida y la


muerte, el caos y la armonía. La mente es un universo. Me gusta la Antártica
congelada. Así es bella, como está. ¿Y el pingüino ese se puede comer?
MAGALLANES.– La carne congelada dura, a lo más, 12 o 13 meses y esa pobre
ave tiene 100 años congelada.
VERA.– ¿Cómo has podido sobrevivir? Con suerte acá se puede aguantar un par
de días. (Mirando el pingüino.) Así nos van a encontrar, como fantasmas
congelados.
MAGALLANES.– Un viejo como yo, puede ser, pero tú, que eres tan fuerte. No
pierdas la esperanza porque sino, ¿qué queda para mí?, una mente fuerte es
fundamental para sobrevivir.
VERA.– Mi hijo está perdido allá afuera mientras el mundo se cae a pedazos, tengo
que encontrarlo.
MAGALLANES.– Come un poco de chocolate. No está tan malo. Rállalo y trágalo.
Mira que bonita es la etiqueta, es de la marca del oso polar ruso.
VERA.– Pobres osos polares rusos y no rusos, ahora son solo un recuerdo en una
estúpida etiqueta.
MAGALLANES.– Come un poco, te va a hacer bien. Necesitas calorías. Está
cubierto con una capa blanca pero dicen que el cacao puede durar mucho. ¿Qué te
pasa?
VERA.– Es que Frederic, cuando era chico era adicto al chocolate. Pendejo
porfiado. Su dermatólogo se lo tenía prohibido, porque era alérgico. Dejé de verlo
los 17 años. Intenté adoctrinarlo para que entendiera que abusar del chocolate era
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pésimo para el planeta, que para plantar más cacao y más cacao y más cacao,
había que abrir espacios en la selva y eso generaría más deforestación y emisiones
de CO2 y que el clima se iría al carajo y que se extinguiría el cacao y no podría
comer más chocolate. Mi hijo está perdido en alguna parte de este inmenso desierto
blanco, vivo o muerto.
MAGALLANES.– Tranquila, ten fe.
VERA.– Tengo que salir de acá y encontrarlo.

MAGALLANES.– La tormenta va a pasar. Escúcheme bien, la vida no desaprovecha


las oportunidades, sobrevive hasta en las condiciones más adversas. Sino, míreme
a mí. Solo el tiempo tiene la última palabra. Es como la materia oscura que no
interactúa con nosotros. Es como las bacterias que viven en el fondo del lago
subglacial Vostok que está cuatro mil metros bajo nuestros pies en lo profundidad
del hielo, en la oscuridad más absoluta.
VERA.– Millones van a morir ahogados, van a perder sus casas, sus terrenos, es el
Apocalipsis. Esos fanáticos religiosos tenían razón. Es el fin de todo.
MAGALLANES.– No hay nada que podamos hacer, el destino está escrito.
VERA.– ¿Qué sentido tiene la vida entonces? La luz tiene que volver.
MAGALLANES.– Lo hará. Ahora tenemos que preocuparnos de llegar a mañana y a
pasado y a la próxima semana que sigue, hasta que los rusos nos encuentren y nos
saquen de acá.
VERA.– Cuando recobremos las fuerzas, tendremos que hacer otra expedición,
buscar comida en otros refugios.
MAGALLANES.– Mira lo que encontré, dos pares de guantes de box. Tienen más
de cien años y están como nuevos. Y están firmados por el gran Gennadi Ivanovich
Shatkov…
VERA.– Ni idea quién es...

MAGALLANES.– Un boxeador ruso de peso mediano que se convirtió en Maestro


en Honores de los Deportes de la URSS en 1957, el año en que se construyó este
refugio.
VERA.– El agua está empezando a hervir.
MAGALLANES.– Ese mismo año obtuvo la Orden de Lenin. Ganó 215 de 227
peleas, lo que es mucho. Y en los años 60 tuvo el honor de perder con en los
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cuartos de final con Cassius Marcellus Clay Jr. Son una reliquia. Un coleccionista
pagaría millones. Mira, siénteles el peso.
VERA.– ¿Cómo sabes todo eso?

MAGALLANES.– Porque aquí hay mucho tiempo para leer de todo. Un invierno me
vi en la obligación de tener que aprender box con uno de los colegas de la base
argentina que había sido campeón de peso mosca y era un erudito.
VERA.– ¿Te viste en la obligación?

MAGALLANES.– Yo había entrado en Fase; un momento T3 de los severos. Una


noche por una discusión sobre una investigación con uno de los colegas todo
comenzó de subir de tono. él agarró un cuchillo y yo otro cuchillo y comenzamos a
pelear y todos intentaron detenernos.
VERA.– ¿Y por qué discutían?

MAGALLANES.– Por unos rastros de los primeros habitantes de la Antártida que


habíamos encontrado. Las pruebas nos mostraban que se habían instalado en el
continente desde fines de 1700 hasta 1850, lo que demostraba que la Antártida
había sido habitada mucho antes de su descubrimiento formal, entre 1819 y 1820.
Yo insistía que la presencia del hombre en la Antártida tenía que ver con la
expansión capitalista. Y mi colega tenía la tesis que era una cuestión de soberanía.
Entero facho. Pero yo sostenía que eran empresas que buscaban un provecho
económico con la comercialización de pieles de lobos y derivados de las ballenas.
VERA.– Su tesis tiene más sentido que la de su colega.
ESTATUA DE LENIN.– Claro, capitalistas de mierda, de mierda.
MAGALLANES.– Eso mismo le decía yo. Él decía que mi razonamiento era
demasiado comunista, que los comunistas lo destruyen todo incluso las teorías
geológicas, y yo le dije que él era demasiado fascista. Y quedó la cagá, ambos
empuñamos los cuchillos de cocina. Después de la pelea, quedamos bastante mal
heridos. Estuvimos en observación bastante tiempo y para no caer en crisis y en el
estrés de la monotonía, decidí a aprender box. Nunca es malo saber defenderse
sobre todo en situaciones de aislamiento, uno no sabe cómo reacciona la gente.
VERA.– ¿Qué gente? ¿Tú?, ¿Yo?

ESTATUA DE LENIN.– Inocentes...

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MAGALLANES.– A este refugio, puede llegar cualquiera, así mismo como llegamos
nosotros y uno nunca sabe las verdaderas intenciones en situaciones de
emergencia.
VERA.– No me asustes.

DÍA 1

VERA.–¿Estás bien?

YANNICK.– Cagao de frío con mucha sed y hambre. Llevamos 4 días caminando.
Hasta nos llovió en un momento.
VERA.– Te lo dije.

YANNICK.– ¿Ah? Caminamos kilómetros por un horizonte de hielo negro. Fritz al


hombro, mis piernas hasta la mitad en el hielo. Fritz casi se va por un desagüe
gigantesco en medio del lago recién formado. No podíamos avanzar. La sed. El frío.
Las flechas de hielo. Lo último que recuerdo fue un tornado. Y me desperté a dos
kilómetros de acá. Tomé a Fritz y me lo traje al hombro, no sé cómo. Tengo galletas
con chips de chocolate. ¿Y tú estás bien?
VERA.– Mejor que ustedes.

YANNICK.– ¿Fritz está muy mal?

VERA.– Tiene hipotermia severa.

YANNICK.– ¿Sobrevivirá?

VERA.– No lo sé.

YANNICK.– Él es menos friolento que yo. La verdad es que no sé cómo logré


caminar con él. ¿Por qué unos se salvan y otros no? No logro entender la lógica.
VERA.– Cálmese.

MAGALLANES.– Hay que atender al colega.

YANNICK.– ¿Está muerto?

MAGALLANES.– Vivo.

VERA.– Cálmese, lo vamos a ayudar. Viejo, ayúdame tú. Trae un poco de agua. Ya

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debe estar tibia.
YANNICK.– ¿Con quién hablas?

MAGALLANES.– Conmigo...
VERA.– Con Magallanes, ¿con quién más? Disculpa, no nos hemos presentado: yo
soy Vera.
MAGALLANES.– Hola, soy Magallanes...

YANNICK.– ¿Quién?

VERA.– Vera, neurocientífica. Y él es Magallanes, geólogo…


YANNICK.– ¿Quién?
MAGALLANES.– ¿Estás ciego?

VERA.– El viejo que está ahí parado, mirándote, ¿no lo ves?


MAGALLANES.– El viejo suena despectivo, el abuelito es mejor…

VERA.– El abuelito que está sentado ahí...


YANNICK.– No lo veo.

VERA.– Pobre, ok, entiendo, estás en fase…

YANNICK.– O tú.

MAGALLANES.– O todos.

YANNICK.– Un amigo imaginario y viejo más encima, es lo último que me faltaba.


¿Cuál es tu nombre?
VERA.– Vera, soy neurocientífica.

YANNICK.– Cresta. En casa de herrero cuchillo de palo. Vera, no quiero ser pesado
pero aquí no hay ningún viejo. No hay avión ni barco que llegue en épocas
invernales, por eso no se mandan viejos porque no hay forma de que durante el año
lo puedan evacuar si es que hay alguna emergencia.
MAGALLANES.– Pobre hombre, dale un poco más de agua. YANNICK.–
En la Antártica no hay viejos, ¿de qué me hablas?
MAGALLANES.– Echemos una boxeada a ver quién gana. VERA.– No
seas competitivo.
YANNICK.– ¿Yo?
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VERA.– No. Magallanes...
MAGALLANES.– Soy Julio Magallanes, geólogo y astrofísico.
VERA.– ¿Astrofísico?
MAGALLANES.– La gente no puede creer que uno tenga dos profesiones a la vez.
VERA.– Sí. ¿En serio no lo ves?

YANNICK.– Sí…

VERA.– ¿Si qué?, ¿lo ves? ¿lo escuchas?

YANNICK.– Sí, que no, no lo veo ni lo escucho.

VERA.– Pero a mí sí me ves.

YANNICK.– Sí. ¿Y dices que el viejo se llama Magallanes así como Hernando de
Magallanes, el loco antiguo que descubrió el Estrecho?...

MAGALLANES.– No. Julio Magallanes.


VERA.– Julio Magallanes, es geólogo, astrofísico y me salvó la vida.
MAGALLANES.– Más bien ella me la salvó a mí.
YANNICK.– ¿Un viejo llamado Julio Magallanes, geólogo y astrofísico te salvó de la
tormenta?
MAGALLANES.– Los chilenos no pueden creer que uno pueda hacer varias cosas a
la vez.
VERA.– Ok… colega, usted está en fase…

YANNICK.– No sé cómo logramos salir vivos de esa grieta. Nos pasamos la película
de nuestras vidas, nos dimos cuenta de lo lindo que es vivir. Esas noches,
atrapados en el hielo, descubrimos que estábamos preparados para morir. No hubo
llantos ni resistencias frente a lo que parecía inevitable. Pero el Dios que descubrí
ahí en la grieta me dio la fuerza para tomarlo y arrastrarlo hasta acá. Una voz
interna me decía que encontraría un refugio si seguía hacia el Noreste.
VERA.– ¿En serio que no lo ve?
YANNICK.– Sí, lo veo… claro, sí, lo veo, no se preocupe colega, lo veo… lo veo…
(Ironizando.) ¿Cómo está caballero? Un placer.
MAGALLANES.– Miente… no me ve… Por mí, no sé, me habría puesto otro apellido
más acorde con estos tiempos. Me hubiera gustado ser el dios Selknam, Mehn: que

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es la sombra de los muertos que vaga por la tierra como un alma en pena. Suena
algo pesimista, pero me recuerda a la energía oscura. Pero es el apellido de mi
padre. Cómo olvidar cuando cayó la estatua de Magallanes. Mi papá estaba
indignado. A mí me daba lo mismo. La edad me ha hecho creer en los misterios. Sé
que no debería creer en la pseudociencia, colega, pero es que la física cuántica
tiene un no sé qué de charlatanería. Estamos vivos y estamos muertos a la vez.
VERA.– Hay que ayudar al colega.

MAGALLANES.– Chocolate… démosle chocolate…

VERA.– Puedes traer agua, ya debe estar tibia.

YANNICK.– Mira, el vodka se descongeló.

MAGALLANES.– Estamos a menos -20. Dentro del iglú podemos alcanzar 0 ºC,
solo con una lámpara y el calor corporal.

YANNICK.– Está como un aceite.


MAGALLANES.– Nada de alcohol, son las reglas.

VERA.– Nada de alcohol, ¿me escuchaste? Sino, se van a tener que ir.

YANNICK.– Tranquila… Debe tener mucho tiempo ahí, debe ser un lujo tomarse un
vasito.
MAGALLANES.– Hay que reducirle las secuelas neurológicas.
VERA.– ¿Acaso eres neurólogo también?
MAGALLANES.– Me encanta leer sobre neurociencia. La geología y la astrofísica
son como la memoria del universo, la tierra y los cuerpos.
VERA.– Lo sé, no me pongas nerviosa.
YANNICK.– No te pongo nerviosa. ¿Y si lo frotamos?

VERA.– No. Le podemos estresar el corazón y los pulmones.

YANNICK.– En el fondo Fritz es un excelente colega, un muy buen amigo, pero el


frío y la soledad lo afectaron mucho.
MAGALLANES.– La mala hierba nunca muere.

VERA.– Créame, colega, que si pudiera, lo envolvería con compresas tibias y le


daría una sopa calentita… pero no hay sopa...
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MAGALLANES.– Y la comida, tiene más años que yo…

VERA.– El colega está reaccionando, tiene pulso, débil, pero tiene.


MAGALLANES.– ¿Qué le pasa?
VERA.– ¿Qué le pasa?

YANNICK.– No siento el cuerpo… estoy agarrotado.

VERA.– Hizo un esfuerzo demasiado grande.

MAGALLANES.– Pobre, está pasando en Fase, un momento T3 muy severo.


YANNICK.– Tengo mucha, mucha sed.

VERA.– Ya tomó. En un rato más le volveré a dar.

YANNICK.– Mi boca, está demasiado seca.

MAGALLANES.– Dale un poco más de agua.

VERA.– No, hay que guardarle al colega, él está peor que usted.
MAGALLANES.– Un poco de box le haría correr la sangre.

VERA.– No está para estar jugando al box.


YANNICK.– ¿Al box?, ¿de qué hablas?

VERA.– Hay unos guantes viejos. Magallanes dice que practiquemos porque eso
servirá para que nuestra sangre corra por los músculos y también sirve para la
concentración.
MAGALLANES.– Y lo más importante, para mantener la cordura.
YANNICK.– ¿Box, estás segura?
MAGALLANES.– Cura la depresión invernal. ¿O por qué cree que los rusos los
usaban?
VERA.– En estos momentos no le hará bien, tenemos que guardar energía.
YANNICK.– ¿Por qué él y no yo por ejemplo?

VERA.– ¿Cómo?

YANNICK.– Él tiene un futuro por delante, un espíritu soñador, yo estoy acabado. Mi


vida ya no tiene sentido. El planeta se muere y las ballenas desaparecieron.
MAGALLANES.– Con el crecimiento del mar, puede que lleguen unos lagartos

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gigantes. Algo va a reemplazar a las ballenas.
VERA.– Que miedo.
YANNICK.– ¿Qué?

VERA (a Magallanes).– Eres demasiado extremista…

YANNICK.– ¿Yo? (Señalando a Fritz) Él, él es el extremista. Nada justifica los


medios. Ni las cosas buenas. ¿Sabías que hay tres clases de asesinos? Los
psicópatas que una vez que empiezan no dejan de matar porque les da placer, los
que tienen buenas intenciones pero terminan perdidos en la espiral, y los
oportunistas que buscan poder o fama y matan porque uno es un estorbo. Y él está
con los últimos.
VERA.– No podemos tener a un asesino. ¿Por qué lo trajiste? ¿Eres estúpido o
qué?
YANNICK.– Estoy más helado que el infierno mismo colega. Disculpe, ¿cómo dijo
que se llamaba?
VERA.– Vera.

YANNICK.– Que raro, nunca la había visto. ¿Es su primer invierno acá?

VERA.– Sí. ¿Usted?


YANNICK.– Mi segundo.
VERA.– ¿Y qué me dice de todo lo que está ocurriendo?
YANNICK.– Imagínese, colega, que hace un año, estudiaba a las últimas ballenas
de la Península Antártica. Estuve con ellas hasta que murió la última. Había
decidido matarme de verdad.
VERA.– ¿Cómo de verdad?

MAGALLANES.– Fingió su suicidio.

YANNICK.– Había abandonado a mi familia.

VERA.– ¿Había fingido su suicidio?

YANNICK.– Sí.

VERA.– ¿Cómo lo supiste?

MAGALLANES.– No sé. Me tincó.


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YANNICK.– ¿Ah?

VERA (a Yannick).– Mira tus labios, están totalmente deshidratados. Hay que
derretir más hielo.
MAGALLANES.– Fritz tiene color en sus mejillas.

VERA.- Si. El colega está reaccionando.

YANNICK.– ¿Qué es este lugar?

MAGALLANES.– Un refugio antiguo de la base Vostok.

VERA.– Un refugio ruso del año del ñauca. Si, a mi hijo le encantaría este lugar.
Coleccionaba afiches, estampillas y chapitas de la URSS.

YANNICK.– ¿No tienen más comida?


VERA.– Es muy difícil llegar a otros refugios.

YANNICK.– Mira, ¿y eso?

VERA.– Es un pie de manzana…

YANNICK.– Me encanta el pie de manzana.

VERA.– Sí, pero es mejor que no lo comas porque tiene más de 100 años.
YANNICK.– Pero se ve bien conservado. Y mira, las cebollas están arrugadas pero
no tienen hongos. Solo queda una lata que sirve y una botella de vodka… Habrá
que repartirla.
VERA.– Si comes eso vas a morir de diarrea.

YANNICK.– ¿Prefieres morir de hambre? Vodka. Necesito vodka.


MAGALLANES.– Fritz está reaccionando.
VERA.– Fritz… ¿Me escuchas?

YANNICK.– Fritz. Soy yo, Yannick.

DÍA 3.

FRITZ.– ¿Cómo llegué hasta acá?

MAGALLANES.– A mí no me mires. Él dijo que intentaste matarlo.

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FRITZ.– ¿Yo? ¿Matarlo?
YANNICK.– ¿A quién, a mí?

FRITZ.– No. ¿Quién es este viejo?

YANNICK.– ¿Lo ves?

FRITZ.– ¿Tú no?

MAGALLANES.– Él no me ve, ni me escucha. Vera sí me ve y me escucha.


FRITZ.– ¿Quién es Vera?

YANNICK.– Una neurocientífica chilena que estaba acá cuando llegamos, y que
prácticamente te salvó la vida. A los 2 días, como era la que estaba en mejores
condiciones físicas, salió a buscar comida y todavía no vuelve.
FRITZ.– ¿Neurocientífica? Espera. ¿De verdad no ves al viejo que está sentado al
lado tuyo?
YANNICK.– No.

FRITZ.– No sé por qué su cara me parece tan conocida. ¿Quién es usted? Su cara
me es muy familiar. Si, se parece a mi bisabuelo, por eso me parecía tan familiar.
YANNICK.– Ni lo veo ni lo oigo. Lo raro es que Vera también lo ve.
FRITZ.– Mira ahí está. Tócalo.
MAGALLANES.– Me hace cosquillas.

YANNICK.– Huevón. ¿Qué cresta? Puedo sentir algo.

MAGALLANES.– Pare por favor, pare que soy muy cosquilloso.

FRITZ.– Dice que pares que le hace cosquillas.


YANNICK.– ¿Qué me está pasando?
ESTATUA DE LENIN.– Si no resiste, no sirve.

FRITZ.– Colega, usted no está muy bien de la cabeza.


ESTATUA DE LENIN.– Es peligroso.
MAGALLANES.– Vera tenía razón, el busto de Lenin habla.
ESTATUA DE LENIN.– Claro que hablo.
FRITZ.– Esperen. Entonces, Vera, es una neurocientífica que busca a su hijo
astrofísico y fue a buscar comida y todavía no vuelve.
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YANNICK.– Sí. ¿Cómo sabes que busca a su hijo astrofísico?
MAGALLANES.– Lo escuchaste en el coma.
FRITZ.– Lo escuché en el coma. Necesito tomar agua… agua…
YANNICK.– Toma es lo último que queda. Hay que derretir más hielo. Voy a
tener que salir a buscar.
FRITZ.– No, déjalo. Yo voy.

YANNICK.– Pareces un muerto.

FRITZ.– Y por lo que veo, tú tampoco puedes caminar.


YANNICK.– Yo creo que sí, la gangrena ya ni la siento.

FRITZ.– Dejalo. Yo voy.


MAGALLANES.– Lo primero que tienen que hacer, es designar un jefe. Uno de los
dos tiene que serlo.
FRITZ.– Sí, es verdad.

YANNICK.– ¿Es verdad qué?

FRITZ.– Uno de los dos tiene que ser el jefe.

YANNICK.– Me da igual.

ESTATUA DE LENIN.– La mejor oportunidad de sobrevivir la tienen los grupos que


tienen plena confianza en su jefe y que cumplen sus responsabilidades individuales
y colectivas.
MAGALLANES.– Lenin tiene razón, él está más afectado que tú.
FRITZ.- Sí, tenemos que designarnos tareas.
MAGALLANES.– A mí me gustaría ser cocinero, porque es el espíritu de la base.
Siempre tener algo rico y calentito para recibir a la gente. Eso levanta el espíritu.
ESTATUA DE LENIN.– Yo organizo a las masas…

FRITZ.– ¿Es ironía?

MAGALLANES.– Sí.

YANNICK.– ¿Cuál ironía?

FRITZ.– Nada. Estaba pensando en voz alta.

18
YANNICK.– Tú, descansa. Yo puedo ir a buscar más hielo.

FRITZ.– Puedo moverme, mira.


YANNICK.– Estás todo tieso.

MAGALLANES.– Si te pasa algo Vera se muere.

YANNICK.– Espera. Eso lo escuché, fue Magallanes.

FRITZ.– Estamos en el refugio de la base Vostok.

YANNICK.– Sí. ¿Cómo lo sabes?

FRITZ.– Porque es evidente. Es Rusa y estamos en el polo de inaccesibilidad, ¿no?


Siempre quise conocerla. Soy fanático de la estética de la URSS. Cuando chico
coleccionaba estampillas, chapitas, afiches.

DÍA 5.
(Vera vuelve al refugio.)

MAGALLANES.– Por Dios, tan brusca. Todo lo que cuesta sellarla. Así nunca
vamos a llegar a 0.
FRITZ.– Tú eres Vera.

VERA.– Sí. Y tú, Fritz, reviviste. Un gusto.

FRITZ.– Gracias por ayudarnos.

VERA.– Es el deber de cualquiera. ¿Y cómo te sientes?

FRITZ.– Mejor.
MAGALLANES.– Es un hombre fuerte…

VERA.– ¿Y qué fecha es hoy?

FRITZ.– No sé…

MAGALLANES.– 26 de Junio.

YANNICK.– Ya han pasado 4 días desde que saliste. Fritz ve al viejo.

VERA.– ¿Sí?, ¿no estoy loca?


MAGALLANES.– Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
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VERA.– Estoy muy cansada. Traje hielo y unas latas que encontré en el otro
refugio. Son viejas, pero se ven en mejor estado.
FRITZ.– ¿Y cómo estaba afuera?

VERA.– Está lleno de hoyos y olas negras congeladas, de hasta dos metros por
toda la superficie. Es muy difícil caminar o deslizarse.

MAGALLANES.– Astrubis se llaman esas olas. Generalmente llegan al metro. Dos


metros es mucho.
FRITZ.– ¿Y del Ice Cube, y las otras bases, se supo algo?
YANNICK.– No vienen los rescatistas, ni los militares, no hay ayuda, no hay nada.
Tenemos que salir de acá o vamos a morir de hambre.
FRITZ.– Me dijeron que eres neurocientífica.
VERA.– Sí. ¿Cómo es que nunca conociste a mi hijo Frederic? Trabaja en el Ice
cube, le dicen W y llegó acá hace 4 años.
FRITZ.– W… W… No recuerdo a ningún Frederic o W.
YANNICK.– A todo esto, ¿qué clase de nombre es ese?
VERA.– W era su nickname.
FRITZ.– No. No lo conozco.

MAGALLANES.– Lo conoce.

VERA.– ¿No te escucha?

YANNICK Y FRITZ.– ¿A quién?

MAGALLANES.– Me escucha cuando yo quiero.

VERA.– ¿Cómo puedes hacer eso?

FRITZ.– ¿Con quién hablas?

YANNICK.– ¿Con Magallanes?

FRITZ (A Yannick).– ¿Y por qué ahora no lo escucho?

VERA.– Frederic es astrofísico, igual que tú.


FRITZ.– ¿No tienes una foto, algo de él?

VERA.– Acá no.

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MAGALLANES.– Pregúntale por qué se vino.

VERA.– ¿Por qué te viniste?

FRITZ.– Por qué nos fue bien. Cazamos varios neutrinos súper energéticos y
terminé amando este continente. Dejé muchas cosas a mi madre, los amigos, el
amor.
VERA.– Tiene sus beneficios y a la larga tiene sus recompensas.
FRITZ.– Acá todavía estamos fríos mientras el mundo se incendia.
YANNICK.– Y por sobre todo morir de hambre en esta cápsula del tiempo. Me pasó
lo mismo. Una vez que uno viene, te pica el bichito blanco que te pide volver. Como
les pasó a las ballenas, que siempre volvieron mientras vivieron.
VERA.– Sí, los paisajes increíbles, amaneceres increíbles, atardeceres increíbles, la
noche toda estrellada porque no hay una sola luz.
MAGALLANES.– Una experiencia inigualable, un lugar único que ahora se derrite.
FRITZ.– . ¿Estás segura que está acá? Es raro que no lo conozcamos. En el Ice
Cube somos como una segunda familia. Bueno, como todas las bases.
MAGALLANES.– Vamos. Muévanse. Se están congelando.
YANNICK.– Tengo que salir de acá, no aguanto más, prefiero congelarme afuera
que morir de hambre aquí encerrado con ustedes, dementes.
MAGALLANES.– Hagan la hueá que quieran.

VERA.– Calma el tono.

FRITZ.– Yo soy el jefe.

VERA.– ¿Y eso quién lo dijo?

FRITZ.– Yo. Cuando tú no estabas.

VERA.– Porque estaba buscando comida.

FRITZ.– Bueno, sé tú, yo no tengo problemas.

VERA.– Ya, bueno.

YANNICK.– A mi me da igual, de todas maneras nos vamos a morir. (Intentando


pararse.) Cresta.
MAGALLANES.– Hijo, no te muevas, tus piernas no están bien, quédate donde
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estás.
VERA.– Déjame ver tus piernas. (Mirando.) Mierda. Están feas, feas.
YANNICK.– No las siento.
FRITZ (levantándose).– Yo voy…

MAGALLANES.– Hijo, no te muevas.

VERA.– ¿Escuchan el viento? Si abren la puerta nos vamos a llenar de hielo y todos
vamos a morir en cosa de segundos.

FRITZ.– Sí, eso es lo que pasa, estamos vivos y muertos, las dos cosas a la vez,
como en una superposición de estados. Somos como el gato de Schrödinger. Vivos
y muertos. Somos las dos cosas a la vez.

YANNICK.– ¿A qué te refieres?


FRITZ.– Que estamos aquí por accidente sí, pero también no. Usted, colega me
conoce, pero también no. La materia oscura existe y no. Es fantasmal como el viejo.
Como nosotros. Quizás ni siquiera estemos acá. Dios juega a los dados con el
universo y no. Las leyes de la naturaleza tienen una aleatoriedad intrínseca.
VERA.– Y ese Dios efectivamente está jugando a los dados. Y nuestros cerebros
también.
MAGALLANES.– Yo soy más adicto al casino que Dostoyevsky y lo hago por la
misma razón que él, para seguir escribiendo el destino del alma humana. Yo soy el
demonio. Ya, ¿quién quiere practicar conmigo?
VERA.– Para, que me das miedo.
YANNICK.– ¿Qué te da miedo?

FRITZ.– Magallanes dice que es el diablo.

VERA.– Y yo soy la Diosa.

MAGALLANES.– Es lo que te he dicho. Eres materia oscura.


YANNICK.– ¿El Diablo?, ¿y qué dice el Diablo?
VERA.– Que el juego tiene leyes. Y dentro de esa leyes yo juego a los dados y a
veces resulta.
FRITZ.– Cuando los planetas se alinean.

YANNICK.– Ustedes están locos, pero no.


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MAGALLANES.– Exacto, pero no. Practiquemos, pero sí.

VERA.– El camino del impío a través de la oscuridad, no sabe con quién tropieza.
YANNICK.– Mi cabeza, ya no soporta el dolor.
MAGALLANES.– Pero sí.

FRITZ.– No lo molesten más.

MAGALLANES.– Solo le decimos que nadie puede predecir lo que va a suceder ni


cuándo, excepto la lógica. El humano es predecible. La historia se repite.
FRITZ (Mirando el busto de Lenin).– Pero no. Quisiera tener la determinación de
Lenin.
MAGALLANES.– Pero sí. Una paradoja cuántica el compañero Lenin.
ESTATUA DE LENIN.– ¿Yo por qué?
FRITZ.– ¿Sabían que vivió una buena parte de su adultez a costa de su madre?
ESTATUA DE LENIN.– Muere de viejo y no de sapo.

VERA.– ¿Qué tiene de malo vivir a costa de su madre, machistas?

ESTATUA DE LENIN.– “Ser escritor y revolucionario siempre trae dificultades


financieras. Y mi placer de comprar libros siempre ha sido tan grande que el dinero
se iba como el agua”.
FRITZ.– Excusas, Lenin. Excusas.

VERA.– Cálmese colega. Le volvió la fiebre…

YANNICK.– Fritz, ¿estás bien?

FRITZ.– ¿Y tú, quién eres?

YANNICK.– Soy yo, Yannick.

FRITZ.– Mis piernas, no siento mis piernas, ni mis brazos ni mi pecho…

YANNICK (mirando sus dedos).– Mira mis manos, parecen de muerto.

FRITZ.– Tenemos que salir de acá.


VERA.– El hielo está colapsando. No podemos salir.

YANNICK.– El combustible se acaba y no vamos a poder derretir más hielo.


FRITZ (quejándose).– ¿Papá?... ¿Mamá?
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YANNICK.– Respira profundo, estás en medio de una fase.
FRITZ.– ¿Quienes son ustedes?
YANNICK.– Soy yo, Yannick.

FRITZ.– ¿Yannick?, ¿Quién mierda es Yannick?

VERA.– W, ¿eres tú?…

FRITZ.– ¿Mamá? ¿qué hago acá? Sacame de acá.

MAGALLANES.– Hijo. Tranquilo, no te exaltes, sobreviviste a una hipotermia severa


y ahora sufres amnesia temporal…
FRITZ.– ¿Papá?

VERA.– Hijo, pase lo que pase tenemos que permanecer unidos. Tenemos que ser
como una familia.
FRITZ.– Siento calor, mucho calor. Sáquenme esto.

YANNICK.– Sí, yo también. Me sofoco.

MAGALLANES.– Todo lo que hace uno lo tiene que hacer el otro, por la cresta.
VERA.– No se saquen la ropa, es un engaño de la mente.
MAGALLANES.– Se llama el Desnudo Paradójico o el «Frío Estúpido».
VERA.– No les digas así.
MAGALLANES.– Pero si es estúpido y mis hijos son estúpidos.
VERA.– Niños, el cuerpo tiende a protegerse a sí mismo cuando se encuentra
amenazado por el frío. Todos estos cambios son reversibles entrando en calor.
YANNICK.– Oye, Fritz…

FRITZ.– ¿Por qué me llamas Fritz? ¿Quién es Fritz?

YANNICK.– Soy tu colega en el Icecube…

FRITZ.– ¿Dónde?

YANNICK.– El ICECUBE…

FRITZ.– ¿Qué es eso?

YANNICK.– ¿Cómo obtuviste la clave del disco duro?, ¿a ver?

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FRITZ.– ¿Qué clave?
YANNICK.– La del disco duro con la información del Icecube. Pudiste hackear la
clave y revisar la información.
FRITZ.– No, eso es imposible. Yo no abrí la caja.

VERA.– Por favor, déjenlo descansar. Está demasiado débil para tantas preguntas.
FRITZ.– ¿Mamá? Te ves tan joven.

YANNICK.– No. Ella no es tu madre. ¿Qué sentido tiene gastar tanto dinero en
medio de una situación planetaria apocalíptica?

FRITZ.– Por qué hacemos ciencia.


YANNICK.– Pero, ¿por qué tu investigación es más importante que la mía, ah?
FRITZ.– Eres insoportable. Todo me lo tienes que criticar. Mira. Se quedó dormida.
Vera, despierta. Vera.
YANNICK.– No. Déjala que descanse.

FRITZ.– ¿Y si no despierta?

YANNICK.– La comemos.

FRITZ.– No. No sería un buen augurio. No puedo comérmela. Prefiero morirme de


hambre.
YANNICK.– Tenemos que salir vivos de acá. Vamos a cortarla.
FRITZ.– No. Para. No lo hagas.
YANNICK.– Tienes que comer.

FRITZ.– ¿Y si la comemos, qué?… ¿Y cuándo se nos acabe..?, ¿después qué?...


¿nos vamos a comer entre nosotros? No voy a dejar que me comas maldito canibal.
YANNICK.– ¿Qué estás diciendo? ¿Qué parte será mejor?
FRITZ.– El muslo. No sé.
YANNICK.– ¿O la pantorrilla, o el culo?

FRITZ.– No puedo.

YANNICK.– Tienes que comer.

FRITZ.– Es mi mamá.

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YANNICK.– No, no es tu mamá...

FRITZ.– Es… mírala… es...

YANNICK.– Es solo un montón de carne que se congela cada vez más rápido.
FRITZ.– Creo que me estoy volviendo loco.

YANNICK.– ¿Por qué?

FRITZ.– Porque no puedo evitar pensar en matarte y comerte a ti también.

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DÍA 8.

FRITZ.– Tápale la cara. Tápasela por favor.

YANNICK.– De hambre no nos vamos a morir todavía, sus mejillas sirven.


FRITZ.– Este frío necesita una nueva palabra.

YANNICK.– Esta sed también necesita una nueva palabra.

FRITZ.– Es una sed que duele.


YANNICK.– Cuando pase este viento maldito vamos a tener que hacer otra
expedición para buscar más hielo.
FRITZ.– ¿Cuál viento? Hace días que no hay viento.

YANNICK.– Ya prácticamente no nos queda cuerpo. Cada vez es más difícil


rasparlo.
FRITZ.– La espera de una madre por la desaparición de su hijo es infinitamente más
grande que nuestras miserias, incluso que la distancia que hay de acá a las
estrellas.
ESTATUA DE LENIN.– Cobardes… acepten el dolor…
MAGALLANES.– Vamos, muévanse. Tírense un par de golpes, así, graduales. Sino
se van a ir apagando desde adentro hacia afuera como Vera.
FRITZ (pasándole los guantes a Yannick).– Magallanes dice que partamos de a
poco. Vamos, ponte de pié.
MAGALLANES.– El secreto está en ganarle al aislamiento. Guarda esa botella.
YANNICK.– Déjame, ya nada importa.

MAGALLANES.– Lo importante es buscar una actividad.

FRITZ.– Vamos, nos va a ayudar.


YANNICK.– Yo tengo cosas más importantes que hacer, como leer. 30
FRITZ.– Los libros están en ruso y no sabes ruso y no te voy a leer nada.
Movámonos. Hay que hacer llevadero este encierro, porque esta maldita tormenta
no pasa. (Pasándole los antiguos guantes de box.)
YANNICK.– Nos afecta la soledad.
MAGALLANES.– Es normal.

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YANNICK.– Espera, lo veo. Puedo verte. Puedo verlo.

FRITZ.– ¿Y eso qué importancia tiene a estas alturas?


MAGALLANES.– Eso significa que vas a morir.
YANNICK.– Son los gajes del oficio.

MAGALLANES.– ¿Y, cómo te quedan los guantes?

YANNICK.– Raros.

FRITZ.– Se los puse como me dijiste.

MAGALLANES.– Te puedo enseñar a hacer el sacacorchos.

YANNICK.– ¿Qué sentido tiene practicar box, si ya estamos muertos?.


MAGALLANES.– Entonces abúrranse como fantasmas.

FRITZ.– Los fantasmas no se aburren.


MAGALLANES.– Sí, y mucho. Más que los neutrinos. Mover platos y dar portazos
pierde la gracia a la semana. Las partículas somos cosas, completas en sí mismas.
FRITZ.– ¿Pueden?

YANNICK.– ¿Cómo telepatía?

MAGALLANES.– Sí, como el fenómeno que se conoce como entrelazamiento


cuántico de acción fantasmagórica a distancia. Telepatía. Hijos míos, el ejercicio es
bueno. Calentemos un poco. La iluminación es difícil de alcanzar.
FRITZ.– Todos somos oscuridad.
MAGALLANES.– Los fantasmas son oscuridad y la minoría de las veces logramos
interactuar con ella. No se preocupen. Todo va a estar bien. La memoria es frágil. Tu
madre estaría feliz de haber servido para que vivieras unos días más. Con eso ya
basta. Unos días más. Horas más, segundos más.
YANNICK.– Sí, ser fantasma es bastante aburrido. Tener que oírlo a usted también.
MAGALLANES.– Si los fantasmas nos dormimos, morimos. Los recuerdos están
inmersos en una red invisible como la red de energía y materia oscura que sostiene
al universo.
YANNICK.– ¿Por qué tenía que ser oscura? ¿Siempre oscura?
FRITZ.– Simplemente porque todo tiene ese maldito lado oscuro, pero no hay que

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tener miedo, hay que atravesarlo. Siempre es más fácil destruir que construir. Eso lo
saben muy bien Dios y el Diablo. En todas las galaxias quizás la vida sea escasa,
pero cuando surge es abundante a la vez.
MAGALLANES.– Como los recuerdos, como la memoria del aire atrapado en el
hielo. Los procesos cerebrales físicos dan lugar a la consciencia, que es inmaterial.
Buscamos lo que constituye el pensamiento así como tú buscabas en la energía
oscura lo mismo que tú con las ballenas y Vera, en el cerebro.
FRITZ.– ¿Eso es posible?

MAGALLANES.– En este espacio y tiempo, sí. Encontramos la manera.


YANNICK.– ¿Hay agujeros de gusano dentro de nuestras mentes?
MAGALLANES.– Ya te diste cuenta que el hecho que no puedas verme no significa
que no esté aquí. Como todo lo que rodea el universo.

FRITZ.– Lo que más me duele es haber hecho sufrir a mi mamá por mi egoísmo.
YANNICK.– Ella te hizo lo mismo.

FRITZ.– ¿Es una ley del empate? Los empates no tranquilizan.

MAGALLANES.– Más olvida el diablo por viejo que por diablo. Hubo una revolución,
el ego hay que dejarlo afuera.
FRITZ.– Somos la punta del iceberg. Disfruto pensando en este momento de locura.
Un manto oscuro alrededor de cada galaxia del universo. Así como de nosotros
mismos. Somos la desviación del alma. Somos la luz que traza los contornos en el
mapa cósmico de la materia oscura. Convertimos lo invisible en visible. Somos una
sopa cósmica de materia oscura. Somos la revolución y la contra revolución
permanente. Vivimos en un andamiaje invisible. Por ejemplo, yo digo muy poco de
lo que pienso. Mis secretos están ocultos. En los filamentos de una red cósmica
inimaginable. La materia oscura es el esqueleto del universo. El Diablo lo sabe.
MAGALLANES.– Sí, lo sé.

FRITZ.– Nos hacemos visibles por la distorsión de la luz. La razón.


MAGALLANES.– Algo que es secreto es nuestro andamiaje emocional. Como la
materia oscura que es la que permite que se forme todo lo que hay en el universo,
como una Diosa. No podemos verla, no podemos tocarla, pero está en todas partes.
FRITZ.– Si pudiera atraparte y estudiarte, podría realmente entender de qué
29
estamos hechos más allá de la materia.
MAGALLANES.– Yo soy materia oscura y estoy hecho de partículas oscuras,
tócalas. Nuestras personalidades tienen dobles oscuros. Somos copias de nosotros
mismos. Mis átomos están fríos. Pararon de vibrar.
FRITZ.– ¿Cuál es el destino del Universo? Un día desaparecerá todo, como es
evidente, ¿puede ser la vida menos evidente? ¿Se puede estirar la velocidad y la
energía eternamente?
MAGALLANES.– Las teorías de la materia y la energía oscura no son nada más
que hipótesis. Tú mismo eres una hipótesis. Él también. Nada más que eso.
FRITZ.– La hipótesis es tan bella como la metáfora. La lucha antisubversiva se ha
vuelto más fuerte que nunca y debemos contraatacar. La violencia me ayudó a
comprender la incomodidad de mi posición tan cómoda. Es la venganza de la
juventud por la juventud. De los viejos por los viejos.

DÍA 11.

MAGALLANES.– Vas a tener que hacerlo.

FRITZ.– No quiero más intrigas sobre Yannick, no me parece peligroso.


MAGALLANES.– Ese hombre tiene la mirada.
FRITZ.– ¿Qué mirada?

MAGALLANES.– La mirada. Eres tú o él.

FRITZ.– No.

MAGALLANES.– Eres tú o él.

FRITZ.– Dejemos que se muera solo.

MAGALLANES.– Es tu obligación sobrevivir…

FRITZ.– Hey, Yannick, ¿estás vivo o estás muerto?

YANNICK.– ¿Vas a contar esta historia?

FRITZ.– Sí. A mi gusto claro. Respetándote siempre.

YANNICK.– Come mi cuerpo y sobrevive, quien soy yo para juzgarte. Lo que hiciste
30
me pareció horrible, romper el código de la familia.

FRITZ.– Si morimos los dos, habremos perdido. Cueste lo que cueste uno de los
dos tiene que quedar vivo. Te puedo liberar de tu sufrimiento.

YANNICK.– Eres un maldito asesino, intentaste matarme en la grieta, ¿Me lo vas a


negar? Hiciste trampa, alteraste el experimento.

FRITZ.– No, no lo alteré, lo vi antes. ¿Qué sacaba con alterarlo? Me pillarían al tiro.
No aguanté la curiosidad.
YANNICK.– Sólo te pido que me mates rápido, hemos hablado demasiado y hay
que ahorrar saliva. Y quiero ser libre. Pasar ya al otro lado.
MAGALLANES.– Vas a tener que amarrarlo. La última vez se puso violento.
YANNICK.– No, por favor no me amarres…

FRITZ.– Es por precaución… ¿Qué hiciste con mi mamá?


YANNICK.– La comimos. Ahí está.
FRITZ.– Cállate, ella no es mi mamá... Pásame tus manos.
MAGALLANES.– Pásale tus manos, es por tu bien.
FRITZ.– Pásame tus manos.

YANNICK.– Mis dedos, me duelen mis dedos.

FRITZ.– Te voy a amarrar en las muñecas.

YANNICK.– ¿Y qué viste en los datos que revelan la presencia de materia oscura?
FRITZ.– Vi la bala más pequeña que puedas imaginar, una partícula subatómica
que pesa poco más que un pensamiento. Un hoyo negro la había disparado como
un cañón gravitacional. Salió disparada y atravesó el hielo de la Antártida más allá
de la velocidad de la luz. Alteré los datos para evitar que se produjera la cascada de
alarmas para que mis colegas nunca la pudieran ver.
YANNICK.– Intentaste matarme. Con la caída hiciste que nos dispersáramos del
grupo. Eso pasó. La tormenta apareció. Intentaste cortar el cable. Querías dejarme
caer en la grieta. Decir que fue un accidente. Y guardar tu secreto.
FRITZ.– Me habrían echado.

YANNICK.– Pero todo se fue a la mierda. Y ahora vas a matarme igual.

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FRITZ.– Pero ahora por otras razones.
YANNICK.– Intentaste matarme porque te pillé que hurgaste en el disco duro y
rompiste la ley fundamental de la base. No ver la información durante un año.
FRITZ.– Sí, era la ley. Fui un estúpido. La curiosidad mató al gato. Después de 7
años y millones de dólares perdidos, me pregunté para qué…
ESTATUA DE LENIN.– Malditos burgueses curiosos, dubitativos.
FRITZ.– Esa plata que podría servir para muchas otras cosas para la humanidad
inmediata, y toda mi existencia se vino abajo, nada tenía sentido. ¿Para qué quiero
cazar la materia y la energía oscura mientras el mundo se cae a pedazos?
YANNICK.– Estás totalmente equivocado.

FRITZ.– Lo sé. Fui un estúpido. Ni siquiera estaba seguro de si era una partícula de
materia oscura real, porque literalmente es filmar un fantasma. Robé la caja por
medio día y la devolví y tú me viste, Yannick.. Eso fue todo. Me voy a llevar el
crédito yo. Mejor aún, se lo voy a vender a los rusos o los chinos, finalmente hay
que equilibrar la balanza de la ciencia, ¿no? Voy a matarte, Yannick. ¿Cómo quieres
que lo haga?, ¿con la almohada?, ¿con un golpe en la cabeza o con el cuchillo?
YANNICK.– Cumple tu crimen.

DÍA 724.
(De vuelta en el cuartel de Investigaciones de Punta Arenas, Chile.)
VERA.– Continuemos, sigo grabando. Usted me dice que se golpeaban para hacer
correr la sangre, para sentirse vivos.
FRITZ.– Como ya le he dicho muchas veces: el colega, Yannick, murió mientras
practicábamos box. Le pegué un fuerte gancho en la mandíbula y cayó
inconsciente.
VERA.– No. Recuerde. No existe ese tal Yannick. En la cabaña se encontraron
partes de un solo cuerpo, el de una mujer.
FRITZ.– ¿Mujer? ¿Vera? ¿Mi madre?
VERA.– No, Irina Stoiscklev, una científica rusa que al parecer estaba dentro del
refugio.
FRITZ.– No. Esto es ridículo.

VERA.– No sé qué más decirle, lo siento mucho. Bueno, colega, ahora me imagino
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tendrá mucho en qué pensar. Pasó la prueba, lo felicito. Nos contactaremos con
usted.
FRITZ.– ¿Cómo?

VERA.– No se preocupe. Nosotros nos encargaremos de eso. Descanse. Y


cuídese, que lo necesitamos.
FRITZ.– No. No se vaya. ¿Y mis colegas del Icecube?
VERA.– ¿Los sobrevivientes? Ellos tampoco conocieron a ningún biólogo marino
que haya trabajado con usted. Todo fue creado en su mente. Buscamos que hiciera
contacto con el espíritu de su madre y lo logró gracias al estado Fase, aumentada
por el hambre y el frío. Su mente llegó a un extremo, al margen.
FRITZ.– ¿Por qué Rusia, por qué Lenin?

VERA.– No sé. Nosotros no la escogimos. Usted llegó ahí random. 38


FRITZ.– ¿Mi madre estaba en el Ice Cube?

VERA.– No.

FRITZ.– Recuerdo que en el último tiempo mis alucinaciones eran cada vez peores.
Mi jefe, me dijo que en cuanto terminara el invierno me iban a devolver a Chile. Pero
yo no quería irme, iban a encontrar la partícula y yo no iba a estar ahí. Se abriría la
caja con el disco duro justo un mes después de que me dieran de baja. Por eso
decidí que no me iría sin ver lo que había en el disco duro. ¿Y Magallanes, el viejo
del que te hablé?
VERA.– Usted sabe muy bien que no se aceptan ni viejos ni enfermos en la
Antártica.
FRITZ.– Vera y yo lo vimos, hablamos con él.

VERA.– Como le dije, solo se encontró parte del cuerpo desmembrado de una
mujer.
FRITZ.– ¿Siempre estuvimos los dos solos?

VERA.– Sí. La causa de muerte de la mujer todavía no la podemos determinar.


Algunos creen que usted la golpeó hasta dejarla inconsciente, otros que murió sola.
Antes de que se vaya, quiero hacerle unas últimas preguntas en torno a la Materia
Oscura y qué relaciones puede hacer con lo experimentado.

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FRITZ.– Discúlpeme, necesito descansar.

VERA.– Escúcheme. Me interesa profundizar, igual que usted, en el abismo de la


mente y el universo. Constructor y destructor a la vez. ¿Ve cómo su rabia se acelera
cada vez más rápido? ¿Tiene ganas de matarme?
FRITZ.– No. Sí. No. No.

39
VERA.– Busco en el territorio insondable de la mente que todavía se encuentra en
esa zona oscura, como podrá darse cuenta. Su recuperación ha sido notable. Antes
de terminar, quiero que me cuente que recuerda sobre esas enormes lagunas de
hielo negro. ¿Qué me puede decir?
FRITZ.– Cuando llovió, se formaron dos enormes lagos de hielo negro, yo también
los vi, la temperatura en ese momento debió ser cero 0, después se congelaron
cuando salieron los vientos. Y tuve que cruzarlos a pie. Llevaba a mi madre sobre
mis hombros. Llegamos a la cabaña y bueno. Ustedes ya saben todo lo que pasó.
¿Me van a condenar por eso?
VERA.– No. De hecho usted es libre. Puede irse cuando quiera. Descarté la
hipótesis de mi trabajo y doy por terminado mi reporte.
FRITZ.– ¿Y qué concluyó?
VERA.– Lo mismo que usted. Así como parece que no hay una partícula de materia
oscura única, sino que muchas, con la memoria pasa lo mismo. No hay un lugar
específico donde se guarden esos recuerdos. La mente consciente tiene una
capacidad de procesamiento 200.000 veces menor que el inconsciente. Y el
inconsciente habla a través de lo prohibido. Usa el horror constantemente para
explicarnos el mundo. Buscamos la luz como las polillas.
FRITZ.– La luz es el ahora. La luz, aparece y le da sentido a la oscuridad.
VERA.– El espionaje psíquico no es ciencia ficción. Cada cerebro es una maqueta
del universo. El experimento funciona, solo que no podemos verlo. Todo está
conectado. El universo. La red oscura. La mente. Lo normal y lo paranormal. ¿De
verdad no me recuerda?
34
FRITZ.– No.
VERA.– Los recuerdos fijados por el trauma han desaparecido. ¿Dónde se fueron?,
¿al mismo lugar que se fueron los recuerdos de corto plazo? Nuestra memoria
también tiene una red que la sostiene. Dos fuerzas desconocidas que se oponen y
luchan.
FRITZ.– Recordar y olvidar.

VERA.– Y su determinación, su frialdad. No le importó destruir todo lo que había


logrado por pura curiosidad. Parece que la energía oscura lo empuja al abismo,
colega.
FRITZ.– La materia oscura es una metáfora de la vida.
VERA.– Por eso indagué en su mente. Me metí en tus sueños.
FRITZ.– Miraba la carne y había un silencio absoluto. Un silencio negro.
VERA.– Bien. Dejamos de grabar. ¿Sabías que más del 50% de los sujetos que
participaron en este estudio sufrieron una modificación de sus recuerdos reales?
Fueron convencidos por mí, de que efectivamente, habían sobrevivido a una
experiencia aterradora. Sus cerebros actuaron igual que el suyo, como una máquina
de cálculo de probabilidades, donde los recuerdos y la experiencia jugaron un papel
preponderante. También comprobé que las circunstancias ambientales son
percibidas por nuestro cerebro y entran dentro de la ecuación...
MAGALLANES Y FRITZ.– Estoy cansado. Necesito dormir. La curiosidad mató al
gato.
VERA.– Pero el gato nos entregó su secreto. Cuando despiertes volverás a ser tú,
tendrás tu cuerpo, tu edad, tu historia. (Fritz se queda dormido. Despierta y está
viejo.)
FRITZ.– ¿Uf, cuánto tiempo pasó?

VERA.– Como una hora y media. La sesión terminó. Muchas gracias. Serás
recompensado.
FRITZ .– Me quedé profundamente dormido. Fue como entrar a un hoyo negro.
Oscuro y luminoso a la vez. No lograba despertar. En un momento me asusté,
pensé que iba a quedar atrapado para siempre. Estuve con mi madre.
VERA.– Esta vez llegamos al límite. Pero no te preocupes, en ningún momento
perdiste la conciencia, podías pararte e irte en cualquier estado de la sesión. Ya
35
puede retomar tus actividades normales.

конец

(Fin en ruso.)

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