Random Is The Berst Erver
Random Is The Berst Erver
Random Is The Berst Erver
"La vida está hecha de la misma tela con la que se tejen los sueños",
Shakespeare.
RANDOM, es una palabra del inglés que se puede traducir al español como
aleatorio. Y lo aleatorio según la Rae, viene del latín: aleatorius, de alea 'juego de
azar', suerte o casualidad. ¿Qué es la casualidad?: Es una causa o fuerza a la que
supuestamente se deben los hechos y circunstancias imprevistas, especialmente la
coincidencia de dos o más sucesos. ¿A qué viene todo esto?, con certeza no lo sé,
quizás algo random, supongo, cómo los sueños.
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La obra Random, escrita por Gerardo Oettinger con dirección de Francisco
Krebs se convirtió en el primer estreno de teatro on line, inaugurando la línea de
eventos especiales de http://Escenix.cl El elenco lo integran Héctor Morales, Katty
Kowałeczko, Tito Bustamante y Nicolás Pavez, y estará disponible hasta el domingo
(19 de abril) en formato de lectura dramatizada a partir de una selección de escenas
acompañadas de herramientas digitales que grafican el confinamiento en que se
encuentran los personajes de la obra. La acción se centra en un grupo de científicos
dedicados a la observación de la materia oscura, la neurociencia y la biología
marina, que sobreviven a una gigantesca tormenta de nieve en la Antártica y se
refugian en una base rusa abandonada. Mientras esperan por el rescate sucumben
al síndrome T3, un trastorno de pérdida de memoria y déficit cognitivo propio de
quienes permanecen por mucho tiempo en el continente blanco. La idea original era
estrenar la pieza en el Teatro del Lago, en el mes de mayo, y continuar con
funciones en la Salas Mori de Santiago. El equipo inició los ensayos a distancia en
marzo, y decidió adaptarse a las actuales circunstancias ideando esta forma de
entrega. No se presentará en vivo. Random es la tercera parte de la trilogía Ciencias
+ Artes + Audiencias que busca acercar tópicos científicos al público a través de
obras de teatro y de la que también son parte las obras Réplica, de Isidora
Stevenson, y Greta, de Ximena Carrera (ambas en el catálogo de Escenix).
PERSONAJES
Magallanes, geólogo y astrofísico.
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Vera, neurocientífica.
Fritz, astrofísico.
Yannick, biólogo marino.
Estatua de Lenin
DÍA 721
FRITZ.– Cuando cierro los ojos y medito en mi celda y me voy hacia dentro y hurgo
en lo más profundo de mis recuerdos, me encuentro con una melancolía fría y
oscura y una felicidad ardiente y luminosa, que están entrelazadas y son
inseparables como la luz y la oscuridad.
MAGALLANES.– Se te acaba el tiempo. Siempre creíste que ibas a ser un científico
importante. Que ibas a descubrir lo que nadie había sido capaz de ver.
FRITZ.– Pero no fue así y tengo que conformarme. Mi fracaso estaba predestinado.
MAGALLANES.– Pero te perdiste.
FRITZ.– Esa noche, todo cambió. Algo muy oscuro en nosotros mismos que nos
sostiene, si, es una maldad que aparece de las entrañas. En el universo pasa igual,
la oscuridad nos sostiene y nos destruye. La materia oscura es la Diosa y la Energía
oscura es el Diablo. La soledad te hace hablarle hasta las piedras. Si, yo nunca
antes había matado a nadie. Soy pacifista. Pero estaba dispuesto a dar mi vida por
'una causa mayor' o a matar por ella si fuese necesario. Y la ciencia me parece una
causa mayor, pero al final todos matamos lo que amamos...
DÍA 0.
VERA.– Pero esta base es rusa. ¿Qué hace un hombre de su edad acá?
MAGALLANES.– Vivo acá desde hace un tiempo, desde antes de las tormentas.
VERA.– Ah. Ahora recuerdo, si. Usted impidió que me tirara a una grieta. Creí
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escuchar la voz de mi hijo en esa grieta y no había nada. Desfallecí. Usted me
arrastró.
MAGALLANES.– Logramos llegar hasta acá, y luego a mi pesar, quisiste salir a
explorar. Ustedes las madres son increíbles.
VERA.– No todas lo somos. Yo no.
MAGALLANES.– Lo eres.
VERA.– No lo sé.
MAGALLANES.– Tu hijo no está afuera. Desde que empezaron las tormentas no
queda nadie en toda la zona. Algunos rusos lograron sobrevivir, otros murieron. Si
me ayuda a entrar nieve podríamos hacer un iglú acá adentro. La última subida en
la temperatura casi desarmó este refugio.
VERA.– No, imposible, afuera hay un hielo azul oscuro que lo cubre todo. Y se
resquebraja con cada pisada. ¿Eso se la había dicho, no? Bueno afuera está lleno
de grietas. Es como caminar sobre millones de huevos de pingüinos. Lo bonito, sí,
fue que antes que llegara el viento cálido y la lluvia, se formaron auroras australes
naranjas gigantes intensas, que cubrían todo el cielo, era como si se fuera a
incendiar el mundo. Fue así. De repente, la temperatura subió de -40 a 0, no podía
creerlo, en pleno invierno, era como que el termómetro se hubiese vuelto loco, me
entiende y después vino un aguacero terrible y después… un… un… un... estruendo
gigante… y después entró un frío que penetraba todo y lo congeló todo… Era como
que si el aire fuera a estallar. Y corrí y corrí por ese espejo eterno mientras caían
agujas de hielo.
MAGALLANES.– Sonó como la guerra.
VERA.– Fue hermoso, los cambios son hermosos. Era correr por un espejo negro
infinito que se resquebrajaba con cada pisada. Y corrí para que el hielo no me
atrapara, como nieve movediza. Esta base es rusa y muy antigua. No me había
dado cuenta lo antigua que es. ¿Cómo se llama?
MAGALLANES.– Vostok. Escúcheme bien. Todo es lo mismo en distinta forma y en
distinto tiempo. Todo. El universo que se expande cada vez más rápido. Todo es lo
mismo, eso me lo enseñó este continente y el Universo.
VERA.– Sí. Ahora lo recuerdo. Sí. Disculpe. Usted es Magallanes. Es el hambre que
duele. Pero, no lo recuerdo todo, solo momentos, destellos de luz en una oscuridad
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infinita. Oiga. ¿Qué hace un viejo como usted en un lugar como este si solo dejan
que venga gente joven y sana a la Antártica ? Usted es único en el mundo, colega.
MAGALLANES.– Lo soy. Mire mijita.
VERA.– No es para tanto. Pero, el manual dice que los sobrevivientes tenemos que
ser como una segunda familia. Usted me cae muy simpático. Sed, sed, había
olvidado que tengo mucha sed. Una sed que duele.
MAGALLANES.– ¿Y el hielo que te pedí? No nos queda nada para derretir.
VERA.– ¿Cómo sobrevive? Lo bueno es que de sed no nos vamos a morir.
Medio kilómetro al norte se formaron dos enormes lagunas de hielo. La temperatura
marcaba cero. Pude meterla dentro de la cantimplora. MAGALLANES.– Tengo
como derretirla.
VERA.– Tengo la boca de plumavit. La sed de los esclavos, de los campos de
concentración, acá en mi lengua. Y tenemos esa cocinilla diesel y están estos
fósforos rusos.
MAGALLANES.– Sí, son del año del ñauca pero sirven, son impermeables y a
prueba de viento y queman incluso mientras están húmedos. Lo único malo es que
encerrados nos podemos intoxicar con el monóxido de carbono.
VERA.– Hay que hervirlo, y filtrarlo, la lluvia olía raro, la nieve se puso viscosa. No
podemos llegar y tomarla. Si nos da diarrea moriremos en horas.
MAGALLANES.– La lluvia y la aguanieve debieron derretir el hielo y eso que
estamos en pleno invierno.
VERA.– Son las lágrimas del mundo. Estamos atrapados. MAGALLANES.–
Dábamos por sentado que este continente iba a permanecer congelado para
siempre, pero las capas de hielo parecen ser algo relativamente reciente en tiempos
geológicos. Hace millones de años todo este territorio era una inmensa y hermosa
selva como la de mi tocaya Región de Magallanes. Con la lluvia y el aguanieve, se
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va a derretir el hielo y va a volver la vida. Vas a ver, como la vida sigue. Y al fin esto
dejará de ser un desierto de hielo y viento.
VERA.– ¿Cómo al fin?
MAGALLANES.– ¿Por qué no? ¿Por qué no puede sacarse todo ese hielo, toda
esa soledad de encima y tener una selva con vida y ruido? Tal vez es eso lo que
quiere la vida.
VERA.– Puede ser. No sé. A mí me gusta como está. Refiriéndose a la Antártica y el
clima soy bastante conservadora.
MAGALLANES.– Leninista.
MAGALLANES.– Porque aquí hay mucho tiempo para leer de todo. Un invierno me
vi en la obligación de tener que aprender box con uno de los colegas de la base
argentina que había sido campeón de peso mosca y era un erudito.
VERA.– ¿Te viste en la obligación?
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MAGALLANES.– A este refugio, puede llegar cualquiera, así mismo como llegamos
nosotros y uno nunca sabe las verdaderas intenciones en situaciones de
emergencia.
VERA.– No me asustes.
DÍA 1
VERA.–¿Estás bien?
YANNICK.– Cagao de frío con mucha sed y hambre. Llevamos 4 días caminando.
Hasta nos llovió en un momento.
VERA.– Te lo dije.
YANNICK.– ¿Sobrevivirá?
VERA.– No lo sé.
MAGALLANES.– Vivo.
VERA.– Cálmese, lo vamos a ayudar. Viejo, ayúdame tú. Trae un poco de agua. Ya
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debe estar tibia.
YANNICK.– ¿Con quién hablas?
MAGALLANES.– Conmigo...
VERA.– Con Magallanes, ¿con quién más? Disculpa, no nos hemos presentado: yo
soy Vera.
MAGALLANES.– Hola, soy Magallanes...
YANNICK.– ¿Quién?
YANNICK.– O tú.
MAGALLANES.– O todos.
YANNICK.– Cresta. En casa de herrero cuchillo de palo. Vera, no quiero ser pesado
pero aquí no hay ningún viejo. No hay avión ni barco que llegue en épocas
invernales, por eso no se mandan viejos porque no hay forma de que durante el año
lo puedan evacuar si es que hay alguna emergencia.
MAGALLANES.– Pobre hombre, dale un poco más de agua. YANNICK.–
En la Antártica no hay viejos, ¿de qué me hablas?
MAGALLANES.– Echemos una boxeada a ver quién gana. VERA.– No
seas competitivo.
YANNICK.– ¿Yo?
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VERA.– No. Magallanes...
MAGALLANES.– Soy Julio Magallanes, geólogo y astrofísico.
VERA.– ¿Astrofísico?
MAGALLANES.– La gente no puede creer que uno tenga dos profesiones a la vez.
VERA.– Sí. ¿En serio no lo ves?
YANNICK.– Sí…
YANNICK.– Sí. ¿Y dices que el viejo se llama Magallanes así como Hernando de
Magallanes, el loco antiguo que descubrió el Estrecho?...
YANNICK.– No sé cómo logramos salir vivos de esa grieta. Nos pasamos la película
de nuestras vidas, nos dimos cuenta de lo lindo que es vivir. Esas noches,
atrapados en el hielo, descubrimos que estábamos preparados para morir. No hubo
llantos ni resistencias frente a lo que parecía inevitable. Pero el Dios que descubrí
ahí en la grieta me dio la fuerza para tomarlo y arrastrarlo hasta acá. Una voz
interna me decía que encontraría un refugio si seguía hacia el Noreste.
VERA.– ¿En serio que no lo ve?
YANNICK.– Sí, lo veo… claro, sí, lo veo, no se preocupe colega, lo veo… lo veo…
(Ironizando.) ¿Cómo está caballero? Un placer.
MAGALLANES.– Miente… no me ve… Por mí, no sé, me habría puesto otro apellido
más acorde con estos tiempos. Me hubiera gustado ser el dios Selknam, Mehn: que
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es la sombra de los muertos que vaga por la tierra como un alma en pena. Suena
algo pesimista, pero me recuerda a la energía oscura. Pero es el apellido de mi
padre. Cómo olvidar cuando cayó la estatua de Magallanes. Mi papá estaba
indignado. A mí me daba lo mismo. La edad me ha hecho creer en los misterios. Sé
que no debería creer en la pseudociencia, colega, pero es que la física cuántica
tiene un no sé qué de charlatanería. Estamos vivos y estamos muertos a la vez.
VERA.– Hay que ayudar al colega.
MAGALLANES.– Estamos a menos -20. Dentro del iglú podemos alcanzar 0 ºC,
solo con una lámpara y el calor corporal.
VERA.– Nada de alcohol, ¿me escuchaste? Sino, se van a tener que ir.
YANNICK.– Tranquila… Debe tener mucho tiempo ahí, debe ser un lujo tomarse un
vasito.
MAGALLANES.– Hay que reducirle las secuelas neurológicas.
VERA.– ¿Acaso eres neurólogo también?
MAGALLANES.– Me encanta leer sobre neurociencia. La geología y la astrofísica
son como la memoria del universo, la tierra y los cuerpos.
VERA.– Lo sé, no me pongas nerviosa.
YANNICK.– No te pongo nerviosa. ¿Y si lo frotamos?
VERA.– No, hay que guardarle al colega, él está peor que usted.
MAGALLANES.– Un poco de box le haría correr la sangre.
VERA.– Hay unos guantes viejos. Magallanes dice que practiquemos porque eso
servirá para que nuestra sangre corra por los músculos y también sirve para la
concentración.
MAGALLANES.– Y lo más importante, para mantener la cordura.
YANNICK.– ¿Box, estás segura?
MAGALLANES.– Cura la depresión invernal. ¿O por qué cree que los rusos los
usaban?
VERA.– En estos momentos no le hará bien, tenemos que guardar energía.
YANNICK.– ¿Por qué él y no yo por ejemplo?
VERA.– ¿Cómo?
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gigantes. Algo va a reemplazar a las ballenas.
VERA.– Que miedo.
YANNICK.– ¿Qué?
YANNICK.– Que raro, nunca la había visto. ¿Es su primer invierno acá?
YANNICK.– Sí.
VERA (a Yannick).– Mira tus labios, están totalmente deshidratados. Hay que
derretir más hielo.
MAGALLANES.– Fritz tiene color en sus mejillas.
VERA.– Un refugio ruso del año del ñauca. Si, a mi hijo le encantaría este lugar.
Coleccionaba afiches, estampillas y chapitas de la URSS.
VERA.– Sí, pero es mejor que no lo comas porque tiene más de 100 años.
YANNICK.– Pero se ve bien conservado. Y mira, las cebollas están arrugadas pero
no tienen hongos. Solo queda una lata que sirve y una botella de vodka… Habrá
que repartirla.
VERA.– Si comes eso vas a morir de diarrea.
DÍA 3.
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FRITZ.– ¿Yo? ¿Matarlo?
YANNICK.– ¿A quién, a mí?
YANNICK.– Una neurocientífica chilena que estaba acá cuando llegamos, y que
prácticamente te salvó la vida. A los 2 días, como era la que estaba en mejores
condiciones físicas, salió a buscar comida y todavía no vuelve.
FRITZ.– ¿Neurocientífica? Espera. ¿De verdad no ves al viejo que está sentado al
lado tuyo?
YANNICK.– No.
FRITZ.– No sé por qué su cara me parece tan conocida. ¿Quién es usted? Su cara
me es muy familiar. Si, se parece a mi bisabuelo, por eso me parecía tan familiar.
YANNICK.– Ni lo veo ni lo oigo. Lo raro es que Vera también lo ve.
FRITZ.– Mira ahí está. Tócalo.
MAGALLANES.– Me hace cosquillas.
YANNICK.– Me da igual.
MAGALLANES.– Sí.
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YANNICK.– Tú, descansa. Yo puedo ir a buscar más hielo.
DÍA 5.
(Vera vuelve al refugio.)
MAGALLANES.– Por Dios, tan brusca. Todo lo que cuesta sellarla. Así nunca
vamos a llegar a 0.
FRITZ.– Tú eres Vera.
FRITZ.– Mejor.
MAGALLANES.– Es un hombre fuerte…
FRITZ.– No sé…
MAGALLANES.– 26 de Junio.
VERA.– Está lleno de hoyos y olas negras congeladas, de hasta dos metros por
toda la superficie. Es muy difícil caminar o deslizarse.
MAGALLANES.– Lo conoce.
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MAGALLANES.– Pregúntale por qué se vino.
FRITZ.– Por qué nos fue bien. Cazamos varios neutrinos súper energéticos y
terminé amando este continente. Dejé muchas cosas a mi madre, los amigos, el
amor.
VERA.– Tiene sus beneficios y a la larga tiene sus recompensas.
FRITZ.– Acá todavía estamos fríos mientras el mundo se incendia.
YANNICK.– Y por sobre todo morir de hambre en esta cápsula del tiempo. Me pasó
lo mismo. Una vez que uno viene, te pica el bichito blanco que te pide volver. Como
les pasó a las ballenas, que siempre volvieron mientras vivieron.
VERA.– Sí, los paisajes increíbles, amaneceres increíbles, atardeceres increíbles, la
noche toda estrellada porque no hay una sola luz.
MAGALLANES.– Una experiencia inigualable, un lugar único que ahora se derrite.
FRITZ.– . ¿Estás segura que está acá? Es raro que no lo conozcamos. En el Ice
Cube somos como una segunda familia. Bueno, como todas las bases.
MAGALLANES.– Vamos. Muévanse. Se están congelando.
YANNICK.– Tengo que salir de acá, no aguanto más, prefiero congelarme afuera
que morir de hambre aquí encerrado con ustedes, dementes.
MAGALLANES.– Hagan la hueá que quieran.
VERA.– ¿Escuchan el viento? Si abren la puerta nos vamos a llenar de hielo y todos
vamos a morir en cosa de segundos.
FRITZ.– Sí, eso es lo que pasa, estamos vivos y muertos, las dos cosas a la vez,
como en una superposición de estados. Somos como el gato de Schrödinger. Vivos
y muertos. Somos las dos cosas a la vez.
VERA.– El camino del impío a través de la oscuridad, no sabe con quién tropieza.
YANNICK.– Mi cabeza, ya no soporta el dolor.
MAGALLANES.– Pero sí.
VERA.– Hijo, pase lo que pase tenemos que permanecer unidos. Tenemos que ser
como una familia.
FRITZ.– Siento calor, mucho calor. Sáquenme esto.
MAGALLANES.– Todo lo que hace uno lo tiene que hacer el otro, por la cresta.
VERA.– No se saquen la ropa, es un engaño de la mente.
MAGALLANES.– Se llama el Desnudo Paradójico o el «Frío Estúpido».
VERA.– No les digas así.
MAGALLANES.– Pero si es estúpido y mis hijos son estúpidos.
VERA.– Niños, el cuerpo tiende a protegerse a sí mismo cuando se encuentra
amenazado por el frío. Todos estos cambios son reversibles entrando en calor.
YANNICK.– Oye, Fritz…
FRITZ.– ¿Dónde?
YANNICK.– El ICECUBE…
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FRITZ.– ¿Qué clave?
YANNICK.– La del disco duro con la información del Icecube. Pudiste hackear la
clave y revisar la información.
FRITZ.– No, eso es imposible. Yo no abrí la caja.
VERA.– Por favor, déjenlo descansar. Está demasiado débil para tantas preguntas.
FRITZ.– ¿Mamá? Te ves tan joven.
YANNICK.– No. Ella no es tu madre. ¿Qué sentido tiene gastar tanto dinero en
medio de una situación planetaria apocalíptica?
FRITZ.– ¿Y si no despierta?
YANNICK.– La comemos.
FRITZ.– No puedo.
FRITZ.– Es mi mamá.
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YANNICK.– No, no es tu mamá...
YANNICK.– Es solo un montón de carne que se congela cada vez más rápido.
FRITZ.– Creo que me estoy volviendo loco.
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DÍA 8.
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YANNICK.– Espera, lo veo. Puedo verte. Puedo verlo.
YANNICK.– Raros.
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tener miedo, hay que atravesarlo. Siempre es más fácil destruir que construir. Eso lo
saben muy bien Dios y el Diablo. En todas las galaxias quizás la vida sea escasa,
pero cuando surge es abundante a la vez.
MAGALLANES.– Como los recuerdos, como la memoria del aire atrapado en el
hielo. Los procesos cerebrales físicos dan lugar a la consciencia, que es inmaterial.
Buscamos lo que constituye el pensamiento así como tú buscabas en la energía
oscura lo mismo que tú con las ballenas y Vera, en el cerebro.
FRITZ.– ¿Eso es posible?
FRITZ.– Lo que más me duele es haber hecho sufrir a mi mamá por mi egoísmo.
YANNICK.– Ella te hizo lo mismo.
MAGALLANES.– Más olvida el diablo por viejo que por diablo. Hubo una revolución,
el ego hay que dejarlo afuera.
FRITZ.– Somos la punta del iceberg. Disfruto pensando en este momento de locura.
Un manto oscuro alrededor de cada galaxia del universo. Así como de nosotros
mismos. Somos la desviación del alma. Somos la luz que traza los contornos en el
mapa cósmico de la materia oscura. Convertimos lo invisible en visible. Somos una
sopa cósmica de materia oscura. Somos la revolución y la contra revolución
permanente. Vivimos en un andamiaje invisible. Por ejemplo, yo digo muy poco de
lo que pienso. Mis secretos están ocultos. En los filamentos de una red cósmica
inimaginable. La materia oscura es el esqueleto del universo. El Diablo lo sabe.
MAGALLANES.– Sí, lo sé.
DÍA 11.
FRITZ.– No.
YANNICK.– Come mi cuerpo y sobrevive, quien soy yo para juzgarte. Lo que hiciste
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me pareció horrible, romper el código de la familia.
FRITZ.– Si morimos los dos, habremos perdido. Cueste lo que cueste uno de los
dos tiene que quedar vivo. Te puedo liberar de tu sufrimiento.
FRITZ.– No, no lo alteré, lo vi antes. ¿Qué sacaba con alterarlo? Me pillarían al tiro.
No aguanté la curiosidad.
YANNICK.– Sólo te pido que me mates rápido, hemos hablado demasiado y hay
que ahorrar saliva. Y quiero ser libre. Pasar ya al otro lado.
MAGALLANES.– Vas a tener que amarrarlo. La última vez se puso violento.
YANNICK.– No, por favor no me amarres…
YANNICK.– ¿Y qué viste en los datos que revelan la presencia de materia oscura?
FRITZ.– Vi la bala más pequeña que puedas imaginar, una partícula subatómica
que pesa poco más que un pensamiento. Un hoyo negro la había disparado como
un cañón gravitacional. Salió disparada y atravesó el hielo de la Antártida más allá
de la velocidad de la luz. Alteré los datos para evitar que se produjera la cascada de
alarmas para que mis colegas nunca la pudieran ver.
YANNICK.– Intentaste matarme. Con la caída hiciste que nos dispersáramos del
grupo. Eso pasó. La tormenta apareció. Intentaste cortar el cable. Querías dejarme
caer en la grieta. Decir que fue un accidente. Y guardar tu secreto.
FRITZ.– Me habrían echado.
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FRITZ.– Pero ahora por otras razones.
YANNICK.– Intentaste matarme porque te pillé que hurgaste en el disco duro y
rompiste la ley fundamental de la base. No ver la información durante un año.
FRITZ.– Sí, era la ley. Fui un estúpido. La curiosidad mató al gato. Después de 7
años y millones de dólares perdidos, me pregunté para qué…
ESTATUA DE LENIN.– Malditos burgueses curiosos, dubitativos.
FRITZ.– Esa plata que podría servir para muchas otras cosas para la humanidad
inmediata, y toda mi existencia se vino abajo, nada tenía sentido. ¿Para qué quiero
cazar la materia y la energía oscura mientras el mundo se cae a pedazos?
YANNICK.– Estás totalmente equivocado.
FRITZ.– Lo sé. Fui un estúpido. Ni siquiera estaba seguro de si era una partícula de
materia oscura real, porque literalmente es filmar un fantasma. Robé la caja por
medio día y la devolví y tú me viste, Yannick.. Eso fue todo. Me voy a llevar el
crédito yo. Mejor aún, se lo voy a vender a los rusos o los chinos, finalmente hay
que equilibrar la balanza de la ciencia, ¿no? Voy a matarte, Yannick. ¿Cómo quieres
que lo haga?, ¿con la almohada?, ¿con un golpe en la cabeza o con el cuchillo?
YANNICK.– Cumple tu crimen.
DÍA 724.
(De vuelta en el cuartel de Investigaciones de Punta Arenas, Chile.)
VERA.– Continuemos, sigo grabando. Usted me dice que se golpeaban para hacer
correr la sangre, para sentirse vivos.
FRITZ.– Como ya le he dicho muchas veces: el colega, Yannick, murió mientras
practicábamos box. Le pegué un fuerte gancho en la mandíbula y cayó
inconsciente.
VERA.– No. Recuerde. No existe ese tal Yannick. En la cabaña se encontraron
partes de un solo cuerpo, el de una mujer.
FRITZ.– ¿Mujer? ¿Vera? ¿Mi madre?
VERA.– No, Irina Stoiscklev, una científica rusa que al parecer estaba dentro del
refugio.
FRITZ.– No. Esto es ridículo.
VERA.– No sé qué más decirle, lo siento mucho. Bueno, colega, ahora me imagino
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tendrá mucho en qué pensar. Pasó la prueba, lo felicito. Nos contactaremos con
usted.
FRITZ.– ¿Cómo?
VERA.– No.
FRITZ.– Recuerdo que en el último tiempo mis alucinaciones eran cada vez peores.
Mi jefe, me dijo que en cuanto terminara el invierno me iban a devolver a Chile. Pero
yo no quería irme, iban a encontrar la partícula y yo no iba a estar ahí. Se abriría la
caja con el disco duro justo un mes después de que me dieran de baja. Por eso
decidí que no me iría sin ver lo que había en el disco duro. ¿Y Magallanes, el viejo
del que te hablé?
VERA.– Usted sabe muy bien que no se aceptan ni viejos ni enfermos en la
Antártica.
FRITZ.– Vera y yo lo vimos, hablamos con él.
VERA.– Como le dije, solo se encontró parte del cuerpo desmembrado de una
mujer.
FRITZ.– ¿Siempre estuvimos los dos solos?
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FRITZ.– Discúlpeme, necesito descansar.
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VERA.– Busco en el territorio insondable de la mente que todavía se encuentra en
esa zona oscura, como podrá darse cuenta. Su recuperación ha sido notable. Antes
de terminar, quiero que me cuente que recuerda sobre esas enormes lagunas de
hielo negro. ¿Qué me puede decir?
FRITZ.– Cuando llovió, se formaron dos enormes lagos de hielo negro, yo también
los vi, la temperatura en ese momento debió ser cero 0, después se congelaron
cuando salieron los vientos. Y tuve que cruzarlos a pie. Llevaba a mi madre sobre
mis hombros. Llegamos a la cabaña y bueno. Ustedes ya saben todo lo que pasó.
¿Me van a condenar por eso?
VERA.– No. De hecho usted es libre. Puede irse cuando quiera. Descarté la
hipótesis de mi trabajo y doy por terminado mi reporte.
FRITZ.– ¿Y qué concluyó?
VERA.– Lo mismo que usted. Así como parece que no hay una partícula de materia
oscura única, sino que muchas, con la memoria pasa lo mismo. No hay un lugar
específico donde se guarden esos recuerdos. La mente consciente tiene una
capacidad de procesamiento 200.000 veces menor que el inconsciente. Y el
inconsciente habla a través de lo prohibido. Usa el horror constantemente para
explicarnos el mundo. Buscamos la luz como las polillas.
FRITZ.– La luz es el ahora. La luz, aparece y le da sentido a la oscuridad.
VERA.– El espionaje psíquico no es ciencia ficción. Cada cerebro es una maqueta
del universo. El experimento funciona, solo que no podemos verlo. Todo está
conectado. El universo. La red oscura. La mente. Lo normal y lo paranormal. ¿De
verdad no me recuerda?
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FRITZ.– No.
VERA.– Los recuerdos fijados por el trauma han desaparecido. ¿Dónde se fueron?,
¿al mismo lugar que se fueron los recuerdos de corto plazo? Nuestra memoria
también tiene una red que la sostiene. Dos fuerzas desconocidas que se oponen y
luchan.
FRITZ.– Recordar y olvidar.
VERA.– Como una hora y media. La sesión terminó. Muchas gracias. Serás
recompensado.
FRITZ .– Me quedé profundamente dormido. Fue como entrar a un hoyo negro.
Oscuro y luminoso a la vez. No lograba despertar. En un momento me asusté,
pensé que iba a quedar atrapado para siempre. Estuve con mi madre.
VERA.– Esta vez llegamos al límite. Pero no te preocupes, en ningún momento
perdiste la conciencia, podías pararte e irte en cualquier estado de la sesión. Ya
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puede retomar tus actividades normales.
конец
(Fin en ruso.)
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