Tema 1. Los Orígees Inmediatos Del Derecho Internacional Público

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El proceso histórico de formación del derecho internacional.

1. La comprensión universal de la historia del derecho internacional. Los orígenes


inmediatos del Derecho internacional público.
El sistema jurídico que hoy llamamos derecho internacional público tiene sus orígenes
inmediatos en las relaciones que se dieron en Europa occidental desde fines del siglo XV y
comienzos del XVI, como consecuencia del proceso de transformación de la Cristiandad
medieval en una pluralidad de reinos en los que los príncipes se declaran soberanos e
independientes. Por ejemplo: las monarquías de España, Francia, Inglaterra y Portugal son
claros ejemplos históricos de este hondo proceso de transformación política que llevó de la
Cristiandad medieval al sistema de Estados modernos.
Antes de esta situación histórica habían existido relaciones entre poderes políticos
independientes, regulados por normas jurídicas, por lo que es obvio que una concepción
exclusivamente europea del derecho internacional carece de fundamento.
En la cristiandad medieval no hay que ignorar que las relaciones de guerra y de consistencia
entre el islam y el cristianismo, también regulado por normas jurídicas, tienen continuidad con
lo que llamamos hoy derecho internacional.
El derecho internacional contemporáneo tiene sus orígenes inmediatos en el proceso de
desintegración de la cristiandad medieval. Los príncipes, soberanos e independientes, tuvieron
sin embargo conciencia de sus intereses comunes y se consideraron vinculados en sus relaciones
políticas, diplomáticas y comerciales por un conjunto de principios y reglas, el derecho de
gentes. Surgió de este modo un sistema de Monarquías independientes pero unidas por un
sistema de vida, un orden económico, unos intereses dinásticos y por el derecho de gentes.
Diversos factores favorecieron el desarrollo del derecho de gentes en este periodo:
- La influencia de la tradición cristiana: visible en la idea de una sociedad que comprende
todo el género humano, en la relevancia del derecho natural y en la preocupación por las
condiciones en que una guerra puede ser justa.
- La influencia del derecho romano: se registra en la idea del ius Gentium y en la
concepción del derecho romano como ius commune, que contribuyó a la formación de
un derecho regulador de las relaciones entre príncipes soberanos.
Se necesitaban también normas relativas a la inmunidad diplomática, con tratados o acuerdos de
voluntades, todo junto a las normas jurídicas escritas y consuetudinarias que prevalecen en los
principados. Introdujeron el arbitraje imparcial de un tercero que condiciona “la conducción de
hostilidades”, por ejemplo: treguas, regulación de paz, prisioneros, comercio, extranjeros y
cónsules, como en el caso del derecho del mar con las normas consuetudinarias de la edad
media con respecto del comercio marítimo.
El uso de los mares ponía en comunicación a los comerciantes y a los pueblos en un tejido de
relaciones no solo comerciales, sino también culturales y políticas, que tenían necesidad de
regulación jurídica.
En la fundamentación teológica, filosófica y ética de aquel ius Gentium fue fundamental la
aportación de la Escuela del Derecho de gentes, la primera exposición sistemática del Derecho
de gentes, como conjunto de principios y normas jurídicas positivas, se dio en la obra del
holandés Hugo Grocio, con amplia cultura humanística, historiador, teólogo que creía
firmemente en la tolerancia del derecho que se debía respetar también en la guerra. De iure belli
ac pacis, publicada en 1625, en la que se exponía un derecho de gentes de validez general o
universal fundamentado en el proceso de secularización del derecho natural y en una
concepción racionalista de este, liberada de presupuestos teológicos. El primer mandato
internacional, primera exposición sistemática, como compendio o conjunto de normas positivas
del derecho de gentes de validez universal desligado de toda influencia religiosa más
racionalista, que empieza a tener un peso importante y abre un proceso de laicización.
La parte dedicada a la guerra es mucho más extensa en esta obra que la dedicada a la paz, como
intento de reconstrucción de hostilidades. Otro punto fue el relativo a la liberalidad de los
mares, y publica en 1609 un opúsculo conocido como “mare liberum” (opúsculo: obra científica
o literaria de poca extensión). Tuvo un gran éxito por se un mensaje de conciliación y paz
basado en la confianza y optimismo. Por ejemplo: cristiandad contra el islam, basada en la
conciliación, como la actual alianza de civilizaciones.
La Escolástica española de la escuela de Salamanca (Siglo XVI) será el que asentará la
fundamentación filosófica en España, con Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Vázquez de
Menchaca, Diego de Covarrubias, y más tarde, Francisco Suárez. Francisco de Vitoria
reflexionó sobre tres grandes problemas, sobre lo que política y jurídicamente significaban los
estados modernos.
Sobre la visión amplia del alcance universal de la sociabilidad humana, y finalmente sobre
aspectos éticos y políticos de los descubrimientos geográficos, en cuanto a los títulos
justificadores de la colonización de América.
Hombre de su tiempo, contemporáneo de Erasmo y Lutero, Vitoria es consciente de la crisis de
la Cristiandad en los siglos XIV y XV y el advenimiento del Estado, la nueva sociedad política
que emerge de aquellas crisis. Dotado de la potestad pública, es decir, de la autoridad o derecho
de gobernar la república civil, el Estado es independiente de todo poder superior, y no es causal
que sea en aquel tiempo cuando aparecen los términos Estado y soberanía.
Pero Vitoria no consideró a la sociedad política, la republica (res publica), como realidad
política última, sino que la integró en la perspectiva del orbe. Sobre la base de la existencia
extendió la sociabilidad natural del hombre a la universalidad del género humano y sustituyó la
noción medieval del Imperio mundo por una noción nueva, la societas Gentium.
Esta, como la sociedad política, es fruto de la sociabilidad natural del hombre, que no se detiene
en las fronteras de su pueblo, ciudad o reino, sino que se extiende a la totalidad del género
humano. Su vínculo jurídico es el Ius Gentium, que Vitoria concibió en un doble plano: como
derecho universal de la humanidad, a la manera romana, y como derecho de los pueblos
organizados en comunidades políticas independientes en sus relaciones recíprocas.
Consecuencias de este derecho de gentes de alcance universal es la admisión de la personalidad
de las comunidades no cristianas y el reconocimiento de su igualdad jurídica; los pueblos más
atrasados no están sometidos a los más civilizados, con lo que los pueblos del Nuevo Mundo
constituían antes de la llegada de los españoles comunidades políticas autónomas e
independientes. De este modo, Vitoria rechazó los títulos tradicionales justificativos de la
colonización, derivados de la autoridad del Papado o del Imperio, e introdujo un nuevo título, el
del ius communicationis, basado en la existencia de un derecho natural de sociedad y de
comunicación al que no cabe sustraerse sin justa causa.
Esta posición intelectual fue seguida por Fray Bartolomé de las Casas, así como por la orden
dominica, en su polémica con Juan Ginés de Sepúlveda sobre la ocupación de América,
planteado ante la comisión de teólogos y juristas convocada por Carlos V en Valladolid.
Tres rasgos que caracterizan el derecho de gentes:
- Voluntarismo: en el sentido de que sus normas emanaban de la voluntad expresa o
tácita de los Estados, con lo que estos eran a la vez los creados y destinatarios del
derecho de gentes.
- Neutralidad: en cuanto que el derecho de gentes quedó desvinculado de toda inspiración
religiosa o ideológica, pues como dijera Batel “los pueblos se tratan de calidad de
hombres y no de cristianos o musulmanes”.
- Positivismo: ya que el derecho de gentes se concebía como un conjunto de normas
jurídicas en vigor, lex data, y no de reglas morales o de aspiraciones de lege ferenda.
2. La paz de Westfalia.
La manifestación histórica más acabada de aquel derecho de gentes que reguló las relaciones
entre príncipes soberanos se encuentra en la Paz de Westfalia, que consagró el desquiciamiento
de la Cristiandad, el debilitamiento del Imperio, y la igualdad entre católicos, luteranos y
calvinistas tras las guerras de la religión.
Las potencias vencedoras crearon un orden político basado en la quiebra de los Habsburgo y el
conocimiento del hundimiento del imperio hispánico, y un orden jurídico basado en la soberanía
territorial de los estados, vigentes en las guerras que siguieron la revolución francesa.
Aquel orden jurídico hizo que los estados soberanos el centro de gravedad del sistema
internacional, un principio que igualmente aparece en el apartado 1 del art. 2 de la Carta de las
Naciones Unidas.
Art. 2 CNU: Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al
principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar
otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal.
Esto situó a los estados como centro de gravedad del sistema internacional y de la regulación de
las relaciones internacionales, siendo sus principios fundamentales:
- El respeto de los límites territoriales de los Estados.
- La jurisdicción territorial de los estados, es decir, la prevalencia del principio territorial
en materia de legislación y administración de justicia.
- La igualdad soberana.
- El derecho de los príncipes a recurrir a la guerra, (ius ad bellium) para solucionar
controversias. Esto sería en el pasado, pues no se reconoce en la actualidad (escrito
expresamente en la Carta de 1945, pues no existe apoyo en la guerra).
3. Rasgos esenciales del derecho de gentes entre la Paz de Westfalia y el Congreso de
Viena, 1815.
A través de la doctrina el núcleo de derecho de gentes se desarrolló y completó a partir de las
reflexiones de diversos sectores doctrinales, que elaboraron los principios que habían de ser
observados por los soberanos en sus relaciones mutuas. Como aportación está la de Emmerich
de Batel, de 1758. Aquel corpus iuris Gentium fue un sistema de derecho público centro en
Europa, basado en la distribución de los espacios y territorios, en el que la solidaridad dinástica
se manifiesta en un orden territorial y político, basado en el principio de equilibrio de poderes,
apoyado en la hegemonía de una gran potencia, primero Francia y luego Gran Bretaña. Esto fue
reconocido en la paz de Utrecht en 1713. Publicada con intención de servir a la práctica, la obra,
en la que se advierte la experiencia del autor como diplomático y consejero jurídico, alcanzó
gran difusión y ejerció extraordinaria influencia. De ella se ha dicho que es un libro
elegantemente escrito por un hombre de mundo, un diplomático filósofo y culto, dirigido a
soberanos y ministros.
Expresamente reconocido en la Paz de Utrecht, el principio de equilibrio de poderes estaba muy
alejado tanto de los factores nacionales como de las dimensiones humanitarias (licitud del
comercio de esclavos), ya que fue un orden en el que la columna vertebral eran los Estado
soberanos territoriales.
Por otro lado, la generalización de las representaciones diplomáticas permanentes consolidó una
amplia práctica en materia de derecho diplomático y expresó la extraordinaria importancia de la
diplomacia y de la razón de Estado. Esta relevancia explica el declive del arbitraje que había
tenido gran importancia en el Medievo y el predominio de la negociación político-diplomática
como procedimiento de arreglo pacífico de controversias. Las relaciones diplomáticas se
consolidaron con una amplia práctica, tan profusa que predominaron las relaciones político-
diplomáticas y se redujo, por tanto, el arbitraje. La razón fue porque los estados tienen miedo a
dirigirse a un tercero que sí tenga soberanía, así como llegar a las armas.
El peso político de las grandes potencias marítimas (Inglaterra y Países Bajos) y la relevancia de
la navegación explican, por otra parte, el gran desarrollo del Derecho del mar en esta etapa.
Por último, además de reconocer el derecho de los soberanos a hacer la guerra, el derecho de
gentes regulaba también la conducción de las hostilidades en tierra y en el mar (ius in bello), por
lo que el derecho internacional de la época fue, aunque no exclusivamente, un sistema jurídico
de regulación de la guerra.
El ius Gentium se desarrolló en condiciones de hostilidades principalmente, como derecho
internacional de la época como sistema jurídico de regulación de la guerra e interesado en
formar proyectos de paz.
El esquema de paz instituido en Westfalia apenas fue efectivo en la práctica, en su lugar, imperó
una larga serie de cambiantes alianzas y guerras entre las Monarquías absolutas, como sistema
jurídico de regulación de la guerra.
En esta regulación jurídica de la guerra, la preocupación iusnaturalista y ética por la guerra justa
fue dejando paso a una concepción muy distinta en la que la preocupación por la justicia
material de la causa justa fue sustituida por el requisito formal de que la guerra fuese liberada
por y entre los soberanos, titulares de la suprema potestas.
Aunque se siguió usando bellum iustum y iusta causa belli el sentido de estas nociones había
cambiado por completo ya que por guerra justa se entendía la que tuviese lugar entre iustes
hostes, entre príncipes soberanos.
El sector doctrinal se caracterizó por la formulación de proyectos de pa, donde destacan el de
Bentham, Crucé y el de Kant.
Kant con su opúsculo “de la paz perpetua” (1795) inspiró el pacto de la sociedad de naciones y
la Carta de ONU. En esencia señala que la vida internacional no debe dejarse en manos
exclusivas de los estados, y de ahí avanza la idea de crear una organización internacional
conformada por ellos. En este se anuncian imperativos éticos y universales propios del
racionalismo, en virtud de los cuales se rechaza tanto la razón del Estado como el monopolio de
la vida internacional por los Estados; al menos en parte, reencontramos estos imperativos en la
ideología, que tras las dos guerras mundiales del siglo XX, inspiró el Pacto de la sociedad de
Naciones y la Carta de las Naciones Unidas.
Al ser el estado de naturaleza en que viven los Estados un estado de guerra, regido por la ley de
la fuerza, Kant sostuvo que los pueblos deben salir de él en virtud de la misma exigencia
racional del imperativo categórico que lleva a los individuos a asociarse a un Estado, a fin de
constituir la unión de Estados o Estado de los pueblos.
Por esto, hasta que no llegue el Estado mundial, el derecho de gentes, que debería ser derecho
de los Estados, no pasa a ser un sucedáneo carente de eficacia, que solo podrá llegar a
convertirse en verdadero estado de paz mediante una unión de estados de carácter general.
La noción kantiana de las civitas Gentium, como la de Francisco de Vitoria, son ideas más que
realidades históricas; pero que tienen el indudable mérito de haber puesto de manifiesto que el
derecho de gentes únicamente tiene pleno sentido cuando su función pacificadora y ordenadora
de la vida internacional tiene alcance mundial, global.
La Paz de Westfalia constituyó un sistema de garantías basado en los siguientes puntos:
- Pacta sunt servanta, que los tratados deben ser observados y cumplidos por los Estados
partes.
- El Estado víctima de una relación del ordenamiento podría recurrir a la guerra y podía
contar con la aprobación de otros Estados parte.
- Una guerra iniciada sin justa causa, era contraria a derecho. Paralelo al ius ad bellium
existe, también, el ius in bello, siendo dentro del derecho a la guerra el que regula la
conducción de las hostilidades. Es el conocido como derecho internacional humanitario.
4. El derecho internacional entre 1815 y 1914.
La primera expansión del sistema europeo de Estados tuvo lugar con la independencia de las
colonias americanas a comienzos del siglo XIX, aunque con los nuevos Estados no cambió en
demasío, dejó de ser europeo.
La oligarquía de las grandes potencias que se repartieron el poder con similitud al G8 actual,
Consejo de Seguridad de la ONU, con 15 miembros y 5 con derecho a veto. (China, USA,
Rusia, Francia y Reino Unido). Dio paso a la incorporación de nuevas potencias y también a
derechos como la abolición de la esclavitud.
Tras las revoluciones americanas de 177 y la francesa de 1789 un nuevo principio apareció en el
horizonte del orden internacional: el principio nacional. La nación va a servir como base tanto a
la estructura política de los estados como a la del sistema internacional, hasta el punto de que
incluso se abandonará la denominación clásica de derecho de gentes por el derecho
internacional.
Acuñada en 1780 por Bentham, la nueva denominación terminará prevaleciendo a partir de la
Revolución y el hundimiento del Antiguo Régimen, porque expresaba mejor que la antigua
realidad regulada la relaciones entre Estados nacionales, celosos de su identidad nacional,
además de su soberanía e integridad territorial.
Entre el Congreso de Viena y el comienzo de la IWW (1815 a 1914), los Estados tuvieron que
hacer frente a tres grandes cuestiones: el tratamiento colectivo de las crisis por las Grandes
Potencias, las exigencias de la cooperación internacional en materias económicas, sociales y
técnicas y, por último, la necesidad de organizar la paz mediante un sistema de arreglo pacífico
de controversias y una adecuada reglamentación de la guerra y la neutralidad.
a. La concentración política: la hegemonía colectiva de las grandes potencias y sus
consecuencias jurídicas.
La necesidad de un orden en aquel sistema internacional de Estados nacionales
soberanos, explica la acción de gobierno que asumieron las grandes potencias europeas
en la Santa Alianza, primero, y en el Concierto Europeo, después, como mecanismos de
concentración política entre las grandes potencias, a fin de asegurar un cierto orden
internacional, mediante el tratamiento colectivo de los principales problemas y
conflictos políticos por parte de los Estados con intereses generales.
El sistema fue imperfecto, porque operó sobre la base de conferencias esporádicas
convocadas para tratar colectivamente una crisis concreta, y porque el sistema consagró
la hegemonía colectiva de las grandes potencias de la época convertidas en guardianas
de Europa y del orden internacional. (Austria, Francia, Gran Bretaña, Rusia y Prusia).
La consecuencia obvia de esta hegemonía colectiva de las grandes potencias fue una
gran limitación del principio de igualdad soberana de los Estados, y la admisión de los
Estados secundarios para participar en las deliberaciones fue por la necesidad de
estabilizar las relaciones entre los poderosos, más que para la aceptación del principio
de igualdad. Aún así, este sistema consiguió limitar los conflictos armados, puso de
manifiesto las posibilidades de la diplomacia multilateral en el tratamiento de los
conflictos, y aseguró un cierto orden internacional hasta 1914.
La concentración política como gobierno internacional tuvo importantes consecuencias
jurídicas, como los tratados multilaterales, los cuales expresaron la progresiva toma de
conciencia de la existencia de intereses comunes de los Estados que era precios regular
jurídicamente. Tras esto la comunidad internacional comenzó a ganar concreción
histórica como realidad distinta de la mera yuxtaposición de Estados soberanos.
Hubo tratados de tres tipos:
o Los que crearon situaciones y normas jurídicas que servían a los intereses de las
Grandes potencias (entre ellos), por ejemplo: acta final de la conferencia de
Berlín en 1885 sobre las reglas de la colonización de África.
o Los que beneficiaron al comercio y las comunicaciones internacionales (entre
todos), por ejemplo: navegación de los ríos internacionales, o por los estrechos
y canales, como el de Panamá.
o Los que tendieron a proteger a la persona humana, que comenzó así a estar
presente entre las funciones del Derecho internacional. Por ejemplo: la
convención de Ginebra de 1864, por la protección de los heridos y enfermos,
asó como contra la violencia y trata de esclavos. La otra de Ginebra (1949), tras
la IIWW, fue por la protección de los presos de Guantánamo que EEUU los
llamaba combatientes ilícitos, expresión que no existe jurídicamente hablando,
usada para no tener que seguir las pautas establecidas.
Fue un hito importante, pues hasta entonces no se habían tratados estos temas,
llegando a prohibir internacionalmente la esclavitud, como punto de inflexión.
b. Los inicios de la cooperación institucionalizada en materias económicas, sociales y
técnicas: comisiones fluviales y comisiones administrativas.
La necesidad de cooperar se manifestó no solo en materias políticas, sino también en
otros ámbitos, económicos, sociales y técnicos, que no afectaban directamente a la
seguridad y en los que resultaba evidente la existencia de problemas comunes que no
podían ser resueltos individualmente por los Estados, y que, en consecuencia, requerían
un trato común y una administración internacional.
Estas son las razones que explican el nacimiento de las Comisiones Fluviales, para la
gestión internacionalizada de la navegación por determinados ríos internacionales, y de
las Uniones Administrativas tales como la Unión Telegráfica Internacional o la Unión
Postal Universal. Siendo el mundo embrionario de organizaciones internacionales como
UNICEF, UNESCO O FAO (Comisiones fluviales como Bayona-Bidasoa, con Francia,
y Tajo-Guadiana con Portugal), así como de una función pública dedicada a la gestión
de los servicios públicos internacionales.
Lo más importante es que nos encontramos con personas dedicadas a interese
internacionales de los Estados. Nace entonces, la función pública internacional (con
personas como Federico Mayor Zaragoza), funcionarios internacionales, así como el
secretario general de la ONU.
Esto no era todavía estrictamente internacional, pues estaba integrada por funcionarios
nacionales puestos al servicio de las Uniones Administrativas y de las Comisiones
Fluviales, pero aún así, quedaba apuntado un hecho innovador: la presencia de la vida
internacional de personas dedicadas al servicio de intereses generales de los Estados, y
no únicamente al servicio de su Estado nacional.
Lo esencial de todo este amplio proceso de transformación de las relaciones
internacionales es que el derecho internacional comenzaba a experimentar un doble
proceso de institucionalización y de socialización, con lo que dejaba de ser un sistema
jurídico casi exclusivamente limitado a la regulación de la guerra y las relaciones
político-diplomáticas entre Estados, para pasar a regir, también, materias técnicas,
económicas y sociales, adaptándose de este modo a las exigencias de las sociedades
capitalistas de la primera revolución industrial.
c. La organización de la Paz: las conferencias de la Haya de 1899 y 1907.
La preocupación por establecer un orden internacional se expresó en la toma de
conciencia de la regulación de organizar la paz mediante un sistema de arreglo pacífico
de controversias y una adecuada regulación de la guerra y la neutralidad, produciéndose
a la convocatoria en la Haya, junto a la amplia acción pacifista, y en la que se pusieron
de manifiesto las expectativas surgidas de la larga etapa de paz, que, tras la guerra
franco-prusiana, se inició en 1871, y se prolongó hasta 1914.
A diferencia de la expansión colonial del siglo XIX, que no fue más que una ampliación
del ámbito geográfico de la sociedad internacional en la que, sin embargo, los pueblos
sujetos a dominación colonial carecieron de estatuto internacional, o de las relaciones
con Estados no europeos, como China, Japón y el Imperio Otomano (a los que les fue
impuesto un precario régimen internacional caracterizado por la desigualdad,
manifestada en los tratados desiguales y en el régimen de capitulaciones), las
conferencias de la Haya registraron una auténtica expansión del sistema internacional
que dejaba de ser europeo para hacerse occidental.
En la Conferencia de 1899 participaron 20 Estados europeos, 4 asiáticos y 2
americanos; en la de 1907 tomaron parte 21 europeos, 4 asiáticos y 19 americanos, con
lo que comenzaron a insertarse en las relaciones internacionales poniendo fin a la
situación de relativo aislamiento en que vivieron tras su independencia.
En estas conferencias no se limitaron a los Estados europeos, sino que registraron las
primeras manifestaciones de la progresiva expansión geográfica del sistema
internacional. Supusieron un considerable perfeccionamiento de las reglas de
procedimiento de la diplomacia multilateral, que favoreció un cierto renacer del
principio de igualdad soberana de los Estados que significaba la igualdad de los Estados
en materia de voto, con representación equitativa, anteriormente limitada por la
hegemonía colectiva de las Grandes Potencias en el sistema del Concierto europeo. Pero
se hacía alusión a que esa equidad mostraba en problema, vivo en nuestros días, y que
deriva de la contradicción existente entre la igualdad formal de los Estados soberanos y
sus desigualdades de hecho.
Dos sectores del derecho internacional recibieron un extraordinario impulso en las
conferencias de la Haya: el arreglo pacífico de las controversias y el derecho de guerra
y la neutralidad.
Los Estados participantes en las conferencias de La Paz no podía ignorar dos realidades,
una jurídica y otra política, pues el recurso a la guerra era en el derecho internacional
una competencia discrecional de los Estados soberanos, de otra, la actitud hostil de las
grandes potencias del momento respecto del arbitraje (ius ad bellum).
Se reguló, por tanto, el recuro de terceros como vía para solución pacífica de conflictos
y controversias internacionales, por procedimientos políticos o el recurso del arbitraje,
elegidos por Estados parte en la controversia.
Las convenciones de La Haya de 1899 y 1907 sin embargo, no lograron introducir el
recurso obligatorio al arbitraje a pesar de que en la práctica había puesto de manifiesto
las posibilidades de este medio jurisdiccional, y de que la mayoría se mostró partidaria.
(Rusia pidió arbitraje para todos los ámbitos menos para los casos de honor e intereses
vitales, con oposición de Alemania).
Respecto de la guerra, los Estados participantes en las conferencias de La Haya no
pusieron en cuestión el derecho de los Estados a recurrir a la guerra, menos en la
segunda, que la prohibió como cobro de deudas contractuales. Es una paradoja que las
conferencias de paz trataran la regulación de la guerra, pero surgidas de un deseo de
paz, obedecieron a una de las lecciones de la historia: para eliminar la guerra es preciso
comenzar por darle normas.
Al margen de las conferencias, el esfuerzo de reglamentación de la conducción de las
hostilidades en la guerra terrestre y marítima se completó con la adopción de normas
relativas a la protección de las víctimas de los conflictos armados, renovada en Ginebra
en 1906. Siendo el derecho de La Haya, relativo a la conducción de hostilidades y el
derecho de Ginebra, relativo a la protección de las víctimas de la guerra, los secretos
que más impulso recibieron a inicios de siglo.
5. El derecho internacional en vísperas de la IWW.
En vísperas de IWW, el derecho internacional aparecía como un sistema jurídico regulador de
las relaciones (políticas, sobre todo, pero también económicas, sociales, técnicas y
humanitarias) entre Estados europeo-occidentales (los Estados civilizados), basado en los
principios de soberanía e independencia de entidades políticas por encima de los cuales no
existían autoridad política alguna.
Tres rasgos que caracterizaron aquel sistema jurídico regulador de las relaciones entre entidades
políticas soberanas e independientes:
1. Voluntarismo: en el sentido de que sus normas emanaban de la voluntad expresa o
tácita de los Estados, con lo que estos eran a la vez los creadores y los destinatarios del
derecho de gentes.
2. Neutralidad: en cuanto el derecho de gentes quedó desvinculado de toda inspiración
religiosa o ideológica.
3. Positivismo: ya que el derecho de gentes se concebía como un conjunto de normas
jurídicas de lex lata, y no de reglas morales o de aspiraciones jurídicas de lege refrenda.
Desde una perspectiva de técnica jurídica, aquel sistema de principios y normas que
denominamos derecho internacional clásico o tradicional, era un orden jurídico regulador de las
relaciones de coexistencia y cooperación entre Estados soberanos e independientes
caracterizado por los siguientes datos:
1. Las normas era producto del consentimiento, del acuerdo de voluntades de los Estados,
manifestado de modo expreso en los tratados o de modo tácito en las costumbres.
2. De dichas normas emanaban los deberes y derechos recíprocos.
3. Las normas jurídicas internacionales, aunque obligatorias, eran de derecho positivo por
lo que los Estados podían modificarlas mediante acuerdos ya que no existía rango
jerárquico alguno entre ellas.
4. El incumplimiento de las obligaciones hacía incurrir al Estado al que la violación del
derecho internacional fuese atribuible en responsabilidad internacional y, por
consiguiente, en el deber de reparar.
5. Cada Estado soberano, por último, apreciaba discrecionalmente el alcance de sus
derechos y, en caso de violación de los mismos, podía recurrir unilateralmente a
medidas de autoprotección o autotutela que podía implicar incluso el recurso a la
guerra.
De este modo, los Estados, únicos sujetos del derecho internacional, eran a la vez los creadores
y los destinatarios de las normas jurídicas internacionales, pues la existencia de un legislador
internacional resultaba impensable en un sistema de Estados soberanos. A estos quedaba
confiada igualmente la aplicación del derecho, en la medida en que el recurso al arbitraje era
voluntario y la competencia del tribunal arbitral se basaba en el conocimiento de los Estados
partes en una controversia. La ejecución del derecho, por último, estaba asimismo en manos de
los Estados que, en ejercicio de su derecho de autoprotección o autotutela, podrían incluso
recurrir libremente a la fuerza al no existir en el derecho internacional de la época ni una
prohibición del recurso de la guerra, ni una instancia internacional titular del monopolio del uso
jurídico e institucionalizado de la coerción.
6. Reforma y modernización del derecho internacional entre 1919 y 1939: la Sociedad de
Naciones y la Organización Internacional del Trabajo.
Terminada la IWW e inaugurada la Conferencia de Paz en París en enero de 1919, el Consejo
Supremo de las Potencias vencedoras (representantes de EEUU, Gran Bretaña, Francia e Italia),
adoptó una resolución en la que afirmó que le mantenimiento de la paz exigía la creación de una
Sociedad de Naciones a fin de promover la cooperación internacional, asegurar el cumplimiento
de las obligaciones internacionales y procura salvaguardias contra la guerra.
El tratado fundacional de la SN fue firmado en Versalles el 28 de junio de 1919, como Parte
primera del tratado de Paz con Alemania. Recibió la denominación de Pacto, a fin de poner de
manifiesto que, aunque se trataba de un acuerdo de voluntades entre Estados tenía, sin embargo,
una dimensión constitucional: la de ser tratado fundacional de una Organización Internacional
política cuyos objetivos primordiales eran garantizar el statu quo surgido del fin de la guerra y
establecer el orden internacional estable y equilibrado, y de ahí que el Pacto de la SN fuese
parte integrante de los Tratados de Paz.
El Pacto fue relativamente breve (un preámbulo y 26 artículos). En el preámbulo las partes
contratantes afirmaba que para fomentar la cooperación entre las naciones y para garantizar la
paz y la seguridad era necesario aceptar ciertas obligaciones de no recurrir a la guerra, y de
respetar escrupulosamente las obligaciones derivadas de los tratados.
La SN, sin embargo, no fue concebida como una instancia de autoridad internacional sino, por
el contrario, como una asociación de y entre Estados soberanos. No obstante, en cuanto cauce
institucionalizado para la cooperación permanente entre los Estados, la SN contó con una
estructura orgánica que contaba con:
- Un secretariado: inspirado en el de las Uniones Administrativas, pero dotado de un
estatuto internacional del que carecieron las secretarias de las distintas Uniones.
- Un órgano plenario: la Asamblea, que se reuniría en épocas prefijadas en cualquier otro
momento que fuere preciso, cuyas resoluciones se adoptarían por unanimidad (como en
la Conferencias del siglo XIX), y en el que se recogía la aspiración a la igualdad de
todos los Estados, que ya estuvo presente en La Haya en 1899 y 1907 y que estas
habían alentado frente a la hegemonía colectiva de las Grandes Potencias, propia del
Concierto Europeo.
- Un órgano de composición restringida, el Consejo: nuevo Concierto de las Grandes
Potencias, como lo habían sido la Santa Alianza y el Concierto Europeo a lo largo del
siglo XIX, integrado pro los miembros permanentes (representantes de las principales
potencias Aliadas y Asociadas), y miembros temporales elegidos por la Asamblea.
Dotado de competencias para entender de todas las cuestiones que estuviese dentro de
la esfera de actividad de la SN, o que afectaron a la paz del mundo, el Consejo se
reuniría cuando las circunstancias los exigieses y, salvo disposición expresa del Pacto,
adoptaría sus resoluciones por unanimidad.
El Pacto de la SN supuso una modernización del derecho internacional en diferentes sectores
del mismo, entre los que destacan los siguientes:
1. El arreglo pacífico de las controversias: con las competencias de la Asamblea y el
Consejo de la SN en la materia de creación de una tribuna internacional, la Corte
permanente de Justicia Internacional, primera manifestación histórica de la justicia
internacional en un plano universal.
2. La limitación del derecho de los Estados soberanos a recurrir a la guerra, que dejaba de
ser una facultad absolutamente discrecional de los Estados.
3. La instauración de un sistema de seguridad colectiva, con sanciones internacionales
para los supuestos en que un Estado recurriese a la guerra violando los compromisos
contraídos en virtud del Pacto.
4. La regulación internacional de materias que antes quedaban fuera del derecho
internacional, tales como el establecimiento de un régimen jurídico de protección de las
minorías nacionales inspirado en los principios de igualdad de trato y no discriminación
(sustituto del principio de las nacionalidades, por el cual la nación es la unidad natural
del orden internacional), y de un régimen jurídico internacionalizado de las colonias
(los Mandatos), si bien solo las de los Estados vencidos en la IWW quedaron sujetas a
dicho régimen internacionalizados sobre la base de que las potencias mandatarias
ejercerían la misión de civilización respecto de los pueblos no capacitados para
gobernarse a sí mismos.
5. La cooperación institucionalizada en materias económicas y sociales, en las que la
preocupación de la SN se hizo patente en la Conferencia Económica Mundial, tras la
gran depresión y la recesión que siguieron a la crisis de 1929, así como en la amplia
serie de actividades que, en 1939, casi en las postrimerías de la experiencia histórica de
la SN, constituyeron un claro antecedente de lo que más tarde serán los Organismos
Especializados de las NNUU.
6. La adopción de Tratados Multilaterales, en especial en materia de comunicaciones (por
ejemplo: el Convenio y Estatuto de Barcelona sobre el régimen de las vías de agua
navegables de interés internacional, adoptado por la Conferencia diplomática de
Barcelona en la que participaron 40 Estados; la Convención de Madrid de 1932, en a
que nació la Unión Internacional de Telecomunicaciones; o la Convención de Varsovia,
en 1929, para la unificación de ciertas reglas relativas al transporte aéreo internacional.
7. El impulso de la codificación del derecho internacional, expresión de la vocación
jurídica de la SN y de su fe en las posibilidades del derecho en la organización de la
paz, si bien fracasó su esfuerzo más significativo, el de la Conferencia de La Haya de
1930, en la que se abordaron las cuestiones de nacionalidad, mar territorial y
responsabilidad internacional de los Estados.
8. La creación, por último, de la Organización Internacional del Trabajo, como entidad de
la SN, confirmaba el proceso de socialización del derecho internacional. La estructura
de la OIT dejó de ser exclusivamente intergubernamental ya que las delegaciones de los
Estados miembros se dio entrada a los representantes de los patronos y de los sindicatos
de trabajadores; de ese modo, se reconocería jurídicamente el hecho de que las
relaciones internacionales empezaban a no ser exclusivamente intergubernamentales.
Otro sector que en la época de la SN alcanzó gran desarrollo fue el del derecho internacional
humanitario, confirmando así el proceso de humanización del orden internacional. En este
sentido destacan la Convención de Ginebra de 1926, por la que se comprometían a reprimir la
trata de esclavos; los esfuerzos a favor de los refugiados, respecto de los que se instituyó un
Alto Comisario; y las dos Convenciones de Ginebra que promovidas por el Comité
Internacional de la Cruz Roja fueron adoptadas en 1929: una sobre el tratamiento de prisioneros
de guerra, y otra para mejorar la condición de los heridos y enfermos en campaña.
Pero, a pesar de estos desarrollos del derecho internacional, todo el esfuerzo de modernización
del orden internacional que significó la SN tuvo un alcance limitado porque la organización no
fue concebida como una instancia de autoridad internacional sino, por el contrario, como un
instrumento para la cooperación permanente e institucionalizada entre Estados soberanos. De
ahí que ni el recurso al arbitraje, ni la sumisión a las controversias a la Corte permanente de
Justicia Internacional fuesen obligatorios; que el Pacto no prohibiera el derecho de los Estados
soberanos a recurrir a la guerra, sino que se limitara a distinguir entre guerras legales y guerras
ilegales; y que la efectividad del sistema de seguridad colectiva instituido en el Pacto fuese muy
limitada ya que, en última instancia, la puesta en práctica de las sanciones internacionales
dependía de la voluntad de los Estados, al carecer la SN de competencias para decidir la
imposición de sanciones.
El orden internacional siguió siendo fundamentalmente interestatal, ya que la SN no tenía por
finalidad desplazar a los Estados; por el contrario, sus fundadores partieron del hecho de la
existencia de una pluralidad de Estados soberanos e independientes. Por un signo de cambio y
transformación fue introducido con la creación de la SN y de la OIT, con lo que la situación del
derecho internacional en vísperas de la IIWW era muy diferente de la que existía en 1914, en
vísperas de la IWW, al haber quedado recogidos en el sistema internacional importantes
factores de modernización, vinculados a la primera experiencia histórica de cooperación
internacional permanente e institucionalizadas en materias políticas, económicas, sociales,
culturales y jurídicas: la SN.
Esta no fue la ruptura con el derecho internacional tradicional, aunque sí supuso una reforma y
modernización del sistema internacional y de su OJ que, no obstante, siguieron apoyados
sustancialmente sobre las mismas bases que se les venía sustentando desde la Paz de Westfalia,
en 1648: la pluralidad y la coexistencia de entidades políticas organizadas sobre la base
territorial, soberanas e independientes y no subordinadas, por tanto, a autoridad política superior
alguna.
7. El orden internacional en 1945 y en la inmediata postguerra: las Naciones Unidas.
Veinte años después de la finalización de la IWW y del establecimiento de la Sociedad de
Naciones, la acción combinada de los totalitarismos, la inexistencia de un sistema eficaz de
seguridad colectiva y la irresponsabilidad de los nacionalismos llevaron al desastre de la IIWW.
El colapso del orden establecido por el Pacto de la Sociedad de Naciones no produjo, sin
embargo, un sentimiento de desesperanza respecto de las posibilidades de la Organización
Internacional más eficiente que la Sociedad de Naciones, como un complejo sistema de
Organizaciones Internacionales: de un lado, una Organización Internacional general: la
Organización de las Naciones Unidas; de otro, una serie de Organizaciones Internacionales
universales pero con competencias en materias específicas: los Organismos especializaciones de
las Naciones Unidas (FAO, BIRF, FMI, OACI, OIT, UNESCO, etc.).
El plan de conjunto respondía a la idea de que, en el centro de ese amplio número de
Organizaciones Internacionales, independientes entre sí, estaría la Organización de las Naciones
Unidas, y de ahí que se hable del sistema de las Naciones Unidas. Pero en función de un
esquema centralizado, como había sido el de la sociedad de naciones, sino sobre la base de un
principio de descentralización en el que las distintas Organizaciones del sistema quedarían
relacionadas con la Organización de las Naciones Unidas y coordinadas con esta a través del
Consejo económico y social.
Los esfuerzos que aspiraban a la creación de un nuevo Organismo Internacional general,
destinado a remplazar y sustituir a la Sociedad de Naciones, culminaron con la Conferencia de
San Francisco en la que se firmó el 26 de junio de 1945 el tratado fundacional de la nueva
organización: la Carta de las Naciones Unidas. Para designar a este tratado fundacional, como
en 1919, se eligió un término, el de Carta, con el que se quiso poner de manifiesto la naturaleza
constitucional del instrumento jurídico en cuestión.
La Conferencia de San Francisco trabajó sobre las propuestas adoptadas previamente por China,
EEUU, UK y la URSS presididas por la idea de seguridad y expresión de la acción dominante
de las Grandes Potencias, evidentemente en el compromiso alcanzado en Yalta, en febrero de
1945, entre Churchill, Roosevelt y Stalin respecto de la composición y regla de votación en el
órgano más relevante de la nueva organización a crear, el Consejo de Seguridad: las Grandes
Potencias serían miembros permanentes del Consejo, y este no podría adoptar resolución alguna
sobre el fondo de una cuestión sin el consentimiento unánime de aquellas.
El peso político de las Propuestas de Dumbarton Oaks (es una mansión en Georgetown,
Washington D.C.) y del compromiso de Yalta en el desarrollo de la Conferencia de San
Francisco fue extraordinario, hasta el punto que pudo decirse acertadamente que la Conferencia
estuvo regida por el directorio de las Grandes Potencias. No obstante, la Carta de las NNUU no
se limitó a reproducir las propuestas de las Grandes Potencias pues, aunque no fue posible
modificar la preeminencia de estas en el Consejo de Seguridad, los pequeños y medianos
Estados sí lograron introducir en la Carta una ideología que apuntaba a una concepción más
estructural y más amplia de la paz, en la que ésta no se reduce exclusivamente a seguridad.
La Carta de las NNUU puso mayor énfasis que el Pacto de la SN en la cooperación
internacional en materias económicas y sociales, a la que dedica el capítulo IX, y respecto de la
que instituye un órgano principal, el Consejo Económico y Social, cuya composición, funciones
y competencias están reguladas en el Capítulo X.
También, la Carta contiene disposiciones que ponen de manifiesto innegables dimensiones de
cambio y transformación en el derecho internacional. Así, por ejemplo:
- La proclamación de la dignidad de la persona y el respecto universal de los derechos
humanos y de las libertades fundamentales, junto con la aspiración de la efectividad de
tales derechos y libertades, como uno de los propósitos de la organización, ideas en las
que es visible una cierta presencia de las que en el siglo XVIII habían sido anticipadas
por el racionalismo.
- La afirmación de la igualdad y libre determinación de los pueblos, como otro de los
propósitos de la Organización de las NNUU (preámbulo y arts. 1 y 55).
- La internacionalización del régimen jurídico de todos los territorios coloniales, y no
solo de las colonias de los vencidos como ocurrió tras la IWW (cap. XI, XII y XIII de la
Carta).
- La mayor relevancia del regionalismo internacional de la Carta de las NNUU que en el
Pacto de la SN, aunque los organismos y acuerdos regionales únicamente fueron
contemplados en 1945 en relación con sus funciones en el arreglo pacífico de
controversias y en orden a la acción colectiva para el mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales, subordinados por tanto al Consejo de Seguridad (cap. VIII de
la Carta).
- Por último, configuración de la Corte Internacional de Justicia como uno de los seis
órganos principales de la Organización con la consiguiente incorporación del estatuto
de la Corte a la Carta de las NNUU, de la que aquel es parte integrante.
No obstante, la organización de las NNUU fue concebida como una organización internacional
cuya finalidad primordial es la de mantener la paz, y de ahí que su tratado fundacional la dotase
de competencias para intervenir, en nombre del interés colectivo, en todo conflicto que pueda
poner en peligro a la paz y seguridad internacionales, así como en los casos de amenaza a la
paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión.
La organización, sin embargo, no tiene por misión solucionar todas las crisis internacionales ya
que la Carta de las NNUU reconoce expresamente sus límites al disponer:
a. Que el Consejo de Seguridad y la Asamblea General solo tiene competencia para
ocuparse de controversias o situaciones que puedan poner en peligro la paz y seguridad
internacionales.
b. Que la organización de las NNUU únicamente tiene competencia para recomendar los
procedimientos o métodos de arreglo que considere más adecuados, pero no para decir
los términos del arreglo (cap. VI de la Carta).
Por otra parte, el recurso del arbitraje continuó siendo voluntario (como en la Haya y en la SN).
Del mismo modo, la jurisdicción contenciosa de la Corte Internacional de Justicia siguió basada,
como antes la Corte Permanente de Justicia Internacional, en el consentimiento de los estados
partes en la controversia.
Si el mecanismo de arreglo pacífico de controversias y situaciones susceptibles de poner en
peligro el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales fracasara, y llegara a producirse
una amenaza a la paz, un quebrantamiento de la paz o un acto de agresión, la Carta de las
NNUU prevé un mecanismo de acción colectivo en cuya aplicación el Consejo de Seguridad, y
únicamente él (órgano de composición restringida), determinará la existencia de alguno de
aquellos supuestos y recomendará o decidirá qué medidas serán tomadas para mantener o
establecer la paz y seguridad internacional (cap. III de la Carta).
A diferencia del Consejo de la SN, por tanto, el Consejo de Seguridad de las NNUU tiene el
poder de adoptar por mayoría decisiones obligatorias en orden al mantenimiento de la paz y
seguridad internacionales, con lo que resulta evidente que, al menos sobre el papel, la Carta
organizó un sistema de seguridad colectiva más eficiente que el de la SN.
Pero esta mayor eficiencia es más aparente que real ya que el sistema de seguridad colectiva
instituido en la Carta de las NNUU está condicionado por la posición privilegiada de las
Grandes Potencias, miembros permanentes del Consejo de Seguridad y con derecho a veto. Los
redactores de la Carta de las NNUU fueron conscientes, en efecto, de que el sistema de
seguridad colectiva, ejerciendo su derecho a veto e impidiendo así una acción institucionalizada
por parte de las NNUU.
Este es el punto recogido en Yalta en febrero de 1945, peor en todo caso deberá tenerse en
cuenta que quedó registrada en la Carta, en claro testimonio de que ésta se propuso organizar un
mecanismo de coerción y de acción colectiva capaz de ser empleado en las crisis en las que las
Grandes Potencias no estuviesen en conflicto. La acción colectiva, en cambio, no puede terne
lugar respecto de los conflictos internacionales en los que aquellas estuviesen enfrentadas, ya
que las Grandes Potencias pueden paralizar cualquier acción del Consejo de Seguridad
prevaliéndose del privilegio de su derecho de veto.
A pesar de estos límites, la Carta de las NNUU representaba una concepción del orden
internacional muy distinto de la Westfalia. Esta nueva concepción se expresa,
fundamentalmente, en las disposiciones de la Carta que prohíben el recurso a la fuerza o a la
amenaza de fuerza en las relaciones internacionales, de una parte, y de otra, en las que obligan
al arreglo pacífico de las controversias internacionales.
Propósitos y principios básicos.
Art. 1: Los propósitos de las NNUU son:
1. Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas
eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u
otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con
los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de
controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamiento
de la paz;
2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de
la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras
medidas adecuadas para fortalecer la paz universal;
3. Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de
carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del
respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer
distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión.
4. Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos
propósitos comunes.
Art. 2:
Para la realización de los Propósitos consignados en el Art. 1, la Organización y sus Miembros
procederán de acuerdo con los siguientes Principios:
1. La Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus
Miembros.
2. Los Miembros de la Organización, a fin de asegurarse los derechos y beneficios
inherentes a su condición de tales, cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas
por ellos de conformidad con esta Carta.
3. Los Miembros de la Organización arreglarán sus controversias internacionales por
medios pacíficos de tal manera que no se ponga en peligro ni la paz ni la seguridad
internacionales ni la justicia.
4. Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de
recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la
independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con
los Propósitos de las NNUU.
5. Los Miembros de la Organización prestaron a esta toda clase de ayuda en cualquier
acción que ejerza de conformidad con esta Carta, y se abstendrán de dar ayuda a Estado
alguno contra el cual la Organización estuviere ejerciendo acción preventiva o
coercitiva.
6. La Organización hará que los Estados que no son Miembros de las NNUU se
conduzcan de acuerdo con estos Principios en la medida que sea necesaria para
mantener la paz y la seguridad internacionales.
7. Ninguna disposición de esta Carta autorizará a las NNUU a intervenir en los asuntos
que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados, ni obligará a los
Miembros a someter dichos asuntos a procedimientos de arreglo conforme a la presente
Carta; pero este principio no se opone a la aplicación de las medidas coercitivas
prescritas en el Capítulo VII.
El recurso a la guerra, por consiguiente, dejó de ser una competencia discrecional de los Estados
soberanos al quedar prohibido y no simplemente limitado, como habría ocurrido en el Pacto de
la SN. Este dato, nuevo e innovador es el que permite sostener que la Carta de las NNUU
expresa una concepción del orden internacional, muy distinta de la tradicional.
Sin embargo, es preciso no exagerar el alcance de estas innovaciones pues la Carta de las
NNUU no ha eliminado el conjunto de principios que inspiraron el orden internacional de
Westfalia (1648), ya que en ella perviven los principios tradicionales de la igualdad soberana de
los Estados y la obligación de no intervenir en los asuntos que son esencialmente de la
jurisdicción interna de los Estados.
En la Carta, además, no estableció una instancia de autoridad pública internacional superior a
los Estados soberanos, pues como reconoció la Corte Internacional de Justicia en su opinión
consultiva de abril de 1949, sobre reparación de daños sufridos al servicio de las NNUU, la
ONU no es un Estado, y mucho menos un superestado. Mientras que un Estado posee la
totalidad y deberes internacionales reconocidos por el derecho internacional, los derechos y
deberes de la OI dependen de sus propósitos y funciones tal como estos estén enunciados o
implícitos en sus tratados constitutivos y desarrollados en la práctica.
La NNUU fueron concebidas como un instrumento para la cooperación permanente e
institucionalizada entre los Estados, y como vehículo para promover la adopción de medidas
multilaterales, pero no como un super Estados, y de ahí que la Carta de las NNUU configure a
la organización como un centro que armoniza los esfuerzos de los Estados miembros para
alcanzar unos fines y propósitos comunes (art. 1.4).
A lo largo de toda su historia, en definitiva, por decirlo con palabras e la Corte Internacional de
Justicia: “el desarrollo del derecho internacional ha estado influido por las exigencias de la vida
internacional, de modo que el crecimiento de los Estados ha hecho surgir ejemplos de acción
ejercida en el plano internacional por determinadas entidades que no son Estados. Este
desarrollo desembocó, en junio de 1945, en la creación de una OI cuyos propósitos y principios
se enumeran en la Carta de las NNUU.

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