El documento describe los orígenes e historia del derecho internacional. Se originó en el siglo XV como las monarquías europeas se volvieron independientes y necesitaban normas para regular sus relaciones. Hugo Grocio publicó el primer trabajo sistemático sobre el derecho de gentes en 1625. La Escuela de Salamanca en el siglo XVI también contribuyó, especialmente Francisco de Vitoria. La Paz de Westfalia de 1648 consagró la soberanía territorial de los estados y el sistema interestatal moderno.
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El documento describe los orígenes e historia del derecho internacional. Se originó en el siglo XV como las monarquías europeas se volvieron independientes y necesitaban normas para regular sus relaciones. Hugo Grocio publicó el primer trabajo sistemático sobre el derecho de gentes en 1625. La Escuela de Salamanca en el siglo XVI también contribuyó, especialmente Francisco de Vitoria. La Paz de Westfalia de 1648 consagró la soberanía territorial de los estados y el sistema interestatal moderno.
Título original
Tema 1. Los orígees inmediatos del Derecho Internacional Público (1)
El documento describe los orígenes e historia del derecho internacional. Se originó en el siglo XV como las monarquías europeas se volvieron independientes y necesitaban normas para regular sus relaciones. Hugo Grocio publicó el primer trabajo sistemático sobre el derecho de gentes en 1625. La Escuela de Salamanca en el siglo XVI también contribuyó, especialmente Francisco de Vitoria. La Paz de Westfalia de 1648 consagró la soberanía territorial de los estados y el sistema interestatal moderno.
El documento describe los orígenes e historia del derecho internacional. Se originó en el siglo XV como las monarquías europeas se volvieron independientes y necesitaban normas para regular sus relaciones. Hugo Grocio publicó el primer trabajo sistemático sobre el derecho de gentes en 1625. La Escuela de Salamanca en el siglo XVI también contribuyó, especialmente Francisco de Vitoria. La Paz de Westfalia de 1648 consagró la soberanía territorial de los estados y el sistema interestatal moderno.
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El proceso histórico de formación del derecho internacional.
1. La comprensión universal de la historia del derecho internacional. Los orígenes
inmediatos del Derecho internacional público. El sistema jurídico que hoy llamamos derecho internacional público tiene sus orígenes inmediatos en las relaciones que se dieron en Europa occidental desde fines del siglo XV y comienzos del XVI, como consecuencia del proceso de transformación de la Cristiandad medieval en una pluralidad de reinos en los que los príncipes se declaran soberanos e independientes. Por ejemplo: las monarquías de España, Francia, Inglaterra y Portugal son claros ejemplos históricos de este hondo proceso de transformación política que llevó de la Cristiandad medieval al sistema de Estados modernos. Antes de esta situación histórica habían existido relaciones entre poderes políticos independientes, regulados por normas jurídicas, por lo que es obvio que una concepción exclusivamente europea del derecho internacional carece de fundamento. En la cristiandad medieval no hay que ignorar que las relaciones de guerra y de consistencia entre el islam y el cristianismo, también regulado por normas jurídicas, tienen continuidad con lo que llamamos hoy derecho internacional. El derecho internacional contemporáneo tiene sus orígenes inmediatos en el proceso de desintegración de la cristiandad medieval. Los príncipes, soberanos e independientes, tuvieron sin embargo conciencia de sus intereses comunes y se consideraron vinculados en sus relaciones políticas, diplomáticas y comerciales por un conjunto de principios y reglas, el derecho de gentes. Surgió de este modo un sistema de Monarquías independientes pero unidas por un sistema de vida, un orden económico, unos intereses dinásticos y por el derecho de gentes. Diversos factores favorecieron el desarrollo del derecho de gentes en este periodo: - La influencia de la tradición cristiana: visible en la idea de una sociedad que comprende todo el género humano, en la relevancia del derecho natural y en la preocupación por las condiciones en que una guerra puede ser justa. - La influencia del derecho romano: se registra en la idea del ius Gentium y en la concepción del derecho romano como ius commune, que contribuyó a la formación de un derecho regulador de las relaciones entre príncipes soberanos. Se necesitaban también normas relativas a la inmunidad diplomática, con tratados o acuerdos de voluntades, todo junto a las normas jurídicas escritas y consuetudinarias que prevalecen en los principados. Introdujeron el arbitraje imparcial de un tercero que condiciona “la conducción de hostilidades”, por ejemplo: treguas, regulación de paz, prisioneros, comercio, extranjeros y cónsules, como en el caso del derecho del mar con las normas consuetudinarias de la edad media con respecto del comercio marítimo. El uso de los mares ponía en comunicación a los comerciantes y a los pueblos en un tejido de relaciones no solo comerciales, sino también culturales y políticas, que tenían necesidad de regulación jurídica. En la fundamentación teológica, filosófica y ética de aquel ius Gentium fue fundamental la aportación de la Escuela del Derecho de gentes, la primera exposición sistemática del Derecho de gentes, como conjunto de principios y normas jurídicas positivas, se dio en la obra del holandés Hugo Grocio, con amplia cultura humanística, historiador, teólogo que creía firmemente en la tolerancia del derecho que se debía respetar también en la guerra. De iure belli ac pacis, publicada en 1625, en la que se exponía un derecho de gentes de validez general o universal fundamentado en el proceso de secularización del derecho natural y en una concepción racionalista de este, liberada de presupuestos teológicos. El primer mandato internacional, primera exposición sistemática, como compendio o conjunto de normas positivas del derecho de gentes de validez universal desligado de toda influencia religiosa más racionalista, que empieza a tener un peso importante y abre un proceso de laicización. La parte dedicada a la guerra es mucho más extensa en esta obra que la dedicada a la paz, como intento de reconstrucción de hostilidades. Otro punto fue el relativo a la liberalidad de los mares, y publica en 1609 un opúsculo conocido como “mare liberum” (opúsculo: obra científica o literaria de poca extensión). Tuvo un gran éxito por se un mensaje de conciliación y paz basado en la confianza y optimismo. Por ejemplo: cristiandad contra el islam, basada en la conciliación, como la actual alianza de civilizaciones. La Escolástica española de la escuela de Salamanca (Siglo XVI) será el que asentará la fundamentación filosófica en España, con Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Vázquez de Menchaca, Diego de Covarrubias, y más tarde, Francisco Suárez. Francisco de Vitoria reflexionó sobre tres grandes problemas, sobre lo que política y jurídicamente significaban los estados modernos. Sobre la visión amplia del alcance universal de la sociabilidad humana, y finalmente sobre aspectos éticos y políticos de los descubrimientos geográficos, en cuanto a los títulos justificadores de la colonización de América. Hombre de su tiempo, contemporáneo de Erasmo y Lutero, Vitoria es consciente de la crisis de la Cristiandad en los siglos XIV y XV y el advenimiento del Estado, la nueva sociedad política que emerge de aquellas crisis. Dotado de la potestad pública, es decir, de la autoridad o derecho de gobernar la república civil, el Estado es independiente de todo poder superior, y no es causal que sea en aquel tiempo cuando aparecen los términos Estado y soberanía. Pero Vitoria no consideró a la sociedad política, la republica (res publica), como realidad política última, sino que la integró en la perspectiva del orbe. Sobre la base de la existencia extendió la sociabilidad natural del hombre a la universalidad del género humano y sustituyó la noción medieval del Imperio mundo por una noción nueva, la societas Gentium. Esta, como la sociedad política, es fruto de la sociabilidad natural del hombre, que no se detiene en las fronteras de su pueblo, ciudad o reino, sino que se extiende a la totalidad del género humano. Su vínculo jurídico es el Ius Gentium, que Vitoria concibió en un doble plano: como derecho universal de la humanidad, a la manera romana, y como derecho de los pueblos organizados en comunidades políticas independientes en sus relaciones recíprocas. Consecuencias de este derecho de gentes de alcance universal es la admisión de la personalidad de las comunidades no cristianas y el reconocimiento de su igualdad jurídica; los pueblos más atrasados no están sometidos a los más civilizados, con lo que los pueblos del Nuevo Mundo constituían antes de la llegada de los españoles comunidades políticas autónomas e independientes. De este modo, Vitoria rechazó los títulos tradicionales justificativos de la colonización, derivados de la autoridad del Papado o del Imperio, e introdujo un nuevo título, el del ius communicationis, basado en la existencia de un derecho natural de sociedad y de comunicación al que no cabe sustraerse sin justa causa. Esta posición intelectual fue seguida por Fray Bartolomé de las Casas, así como por la orden dominica, en su polémica con Juan Ginés de Sepúlveda sobre la ocupación de América, planteado ante la comisión de teólogos y juristas convocada por Carlos V en Valladolid. Tres rasgos que caracterizan el derecho de gentes: - Voluntarismo: en el sentido de que sus normas emanaban de la voluntad expresa o tácita de los Estados, con lo que estos eran a la vez los creados y destinatarios del derecho de gentes. - Neutralidad: en cuanto que el derecho de gentes quedó desvinculado de toda inspiración religiosa o ideológica, pues como dijera Batel “los pueblos se tratan de calidad de hombres y no de cristianos o musulmanes”. - Positivismo: ya que el derecho de gentes se concebía como un conjunto de normas jurídicas en vigor, lex data, y no de reglas morales o de aspiraciones de lege ferenda. 2. La paz de Westfalia. La manifestación histórica más acabada de aquel derecho de gentes que reguló las relaciones entre príncipes soberanos se encuentra en la Paz de Westfalia, que consagró el desquiciamiento de la Cristiandad, el debilitamiento del Imperio, y la igualdad entre católicos, luteranos y calvinistas tras las guerras de la religión. Las potencias vencedoras crearon un orden político basado en la quiebra de los Habsburgo y el conocimiento del hundimiento del imperio hispánico, y un orden jurídico basado en la soberanía territorial de los estados, vigentes en las guerras que siguieron la revolución francesa. Aquel orden jurídico hizo que los estados soberanos el centro de gravedad del sistema internacional, un principio que igualmente aparece en el apartado 1 del art. 2 de la Carta de las Naciones Unidas. Art. 2 CNU: Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal. Esto situó a los estados como centro de gravedad del sistema internacional y de la regulación de las relaciones internacionales, siendo sus principios fundamentales: - El respeto de los límites territoriales de los Estados. - La jurisdicción territorial de los estados, es decir, la prevalencia del principio territorial en materia de legislación y administración de justicia. - La igualdad soberana. - El derecho de los príncipes a recurrir a la guerra, (ius ad bellium) para solucionar controversias. Esto sería en el pasado, pues no se reconoce en la actualidad (escrito expresamente en la Carta de 1945, pues no existe apoyo en la guerra). 3. Rasgos esenciales del derecho de gentes entre la Paz de Westfalia y el Congreso de Viena, 1815. A través de la doctrina el núcleo de derecho de gentes se desarrolló y completó a partir de las reflexiones de diversos sectores doctrinales, que elaboraron los principios que habían de ser observados por los soberanos en sus relaciones mutuas. Como aportación está la de Emmerich de Batel, de 1758. Aquel corpus iuris Gentium fue un sistema de derecho público centro en Europa, basado en la distribución de los espacios y territorios, en el que la solidaridad dinástica se manifiesta en un orden territorial y político, basado en el principio de equilibrio de poderes, apoyado en la hegemonía de una gran potencia, primero Francia y luego Gran Bretaña. Esto fue reconocido en la paz de Utrecht en 1713. Publicada con intención de servir a la práctica, la obra, en la que se advierte la experiencia del autor como diplomático y consejero jurídico, alcanzó gran difusión y ejerció extraordinaria influencia. De ella se ha dicho que es un libro elegantemente escrito por un hombre de mundo, un diplomático filósofo y culto, dirigido a soberanos y ministros. Expresamente reconocido en la Paz de Utrecht, el principio de equilibrio de poderes estaba muy alejado tanto de los factores nacionales como de las dimensiones humanitarias (licitud del comercio de esclavos), ya que fue un orden en el que la columna vertebral eran los Estado soberanos territoriales. Por otro lado, la generalización de las representaciones diplomáticas permanentes consolidó una amplia práctica en materia de derecho diplomático y expresó la extraordinaria importancia de la diplomacia y de la razón de Estado. Esta relevancia explica el declive del arbitraje que había tenido gran importancia en el Medievo y el predominio de la negociación político-diplomática como procedimiento de arreglo pacífico de controversias. Las relaciones diplomáticas se consolidaron con una amplia práctica, tan profusa que predominaron las relaciones político- diplomáticas y se redujo, por tanto, el arbitraje. La razón fue porque los estados tienen miedo a dirigirse a un tercero que sí tenga soberanía, así como llegar a las armas. El peso político de las grandes potencias marítimas (Inglaterra y Países Bajos) y la relevancia de la navegación explican, por otra parte, el gran desarrollo del Derecho del mar en esta etapa. Por último, además de reconocer el derecho de los soberanos a hacer la guerra, el derecho de gentes regulaba también la conducción de las hostilidades en tierra y en el mar (ius in bello), por lo que el derecho internacional de la época fue, aunque no exclusivamente, un sistema jurídico de regulación de la guerra. El ius Gentium se desarrolló en condiciones de hostilidades principalmente, como derecho internacional de la época como sistema jurídico de regulación de la guerra e interesado en formar proyectos de paz. El esquema de paz instituido en Westfalia apenas fue efectivo en la práctica, en su lugar, imperó una larga serie de cambiantes alianzas y guerras entre las Monarquías absolutas, como sistema jurídico de regulación de la guerra. En esta regulación jurídica de la guerra, la preocupación iusnaturalista y ética por la guerra justa fue dejando paso a una concepción muy distinta en la que la preocupación por la justicia material de la causa justa fue sustituida por el requisito formal de que la guerra fuese liberada por y entre los soberanos, titulares de la suprema potestas. Aunque se siguió usando bellum iustum y iusta causa belli el sentido de estas nociones había cambiado por completo ya que por guerra justa se entendía la que tuviese lugar entre iustes hostes, entre príncipes soberanos. El sector doctrinal se caracterizó por la formulación de proyectos de pa, donde destacan el de Bentham, Crucé y el de Kant. Kant con su opúsculo “de la paz perpetua” (1795) inspiró el pacto de la sociedad de naciones y la Carta de ONU. En esencia señala que la vida internacional no debe dejarse en manos exclusivas de los estados, y de ahí avanza la idea de crear una organización internacional conformada por ellos. En este se anuncian imperativos éticos y universales propios del racionalismo, en virtud de los cuales se rechaza tanto la razón del Estado como el monopolio de la vida internacional por los Estados; al menos en parte, reencontramos estos imperativos en la ideología, que tras las dos guerras mundiales del siglo XX, inspiró el Pacto de la sociedad de Naciones y la Carta de las Naciones Unidas. Al ser el estado de naturaleza en que viven los Estados un estado de guerra, regido por la ley de la fuerza, Kant sostuvo que los pueblos deben salir de él en virtud de la misma exigencia racional del imperativo categórico que lleva a los individuos a asociarse a un Estado, a fin de constituir la unión de Estados o Estado de los pueblos. Por esto, hasta que no llegue el Estado mundial, el derecho de gentes, que debería ser derecho de los Estados, no pasa a ser un sucedáneo carente de eficacia, que solo podrá llegar a convertirse en verdadero estado de paz mediante una unión de estados de carácter general. La noción kantiana de las civitas Gentium, como la de Francisco de Vitoria, son ideas más que realidades históricas; pero que tienen el indudable mérito de haber puesto de manifiesto que el derecho de gentes únicamente tiene pleno sentido cuando su función pacificadora y ordenadora de la vida internacional tiene alcance mundial, global. La Paz de Westfalia constituyó un sistema de garantías basado en los siguientes puntos: - Pacta sunt servanta, que los tratados deben ser observados y cumplidos por los Estados partes. - El Estado víctima de una relación del ordenamiento podría recurrir a la guerra y podía contar con la aprobación de otros Estados parte. - Una guerra iniciada sin justa causa, era contraria a derecho. Paralelo al ius ad bellium existe, también, el ius in bello, siendo dentro del derecho a la guerra el que regula la conducción de las hostilidades. Es el conocido como derecho internacional humanitario. 4. El derecho internacional entre 1815 y 1914. La primera expansión del sistema europeo de Estados tuvo lugar con la independencia de las colonias americanas a comienzos del siglo XIX, aunque con los nuevos Estados no cambió en demasío, dejó de ser europeo. La oligarquía de las grandes potencias que se repartieron el poder con similitud al G8 actual, Consejo de Seguridad de la ONU, con 15 miembros y 5 con derecho a veto. (China, USA, Rusia, Francia y Reino Unido). Dio paso a la incorporación de nuevas potencias y también a derechos como la abolición de la esclavitud. Tras las revoluciones americanas de 177 y la francesa de 1789 un nuevo principio apareció en el horizonte del orden internacional: el principio nacional. La nación va a servir como base tanto a la estructura política de los estados como a la del sistema internacional, hasta el punto de que incluso se abandonará la denominación clásica de derecho de gentes por el derecho internacional. Acuñada en 1780 por Bentham, la nueva denominación terminará prevaleciendo a partir de la Revolución y el hundimiento del Antiguo Régimen, porque expresaba mejor que la antigua realidad regulada la relaciones entre Estados nacionales, celosos de su identidad nacional, además de su soberanía e integridad territorial. Entre el Congreso de Viena y el comienzo de la IWW (1815 a 1914), los Estados tuvieron que hacer frente a tres grandes cuestiones: el tratamiento colectivo de las crisis por las Grandes Potencias, las exigencias de la cooperación internacional en materias económicas, sociales y técnicas y, por último, la necesidad de organizar la paz mediante un sistema de arreglo pacífico de controversias y una adecuada reglamentación de la guerra y la neutralidad. a. La concentración política: la hegemonía colectiva de las grandes potencias y sus consecuencias jurídicas. La necesidad de un orden en aquel sistema internacional de Estados nacionales soberanos, explica la acción de gobierno que asumieron las grandes potencias europeas en la Santa Alianza, primero, y en el Concierto Europeo, después, como mecanismos de concentración política entre las grandes potencias, a fin de asegurar un cierto orden internacional, mediante el tratamiento colectivo de los principales problemas y conflictos políticos por parte de los Estados con intereses generales. El sistema fue imperfecto, porque operó sobre la base de conferencias esporádicas convocadas para tratar colectivamente una crisis concreta, y porque el sistema consagró la hegemonía colectiva de las grandes potencias de la época convertidas en guardianas de Europa y del orden internacional. (Austria, Francia, Gran Bretaña, Rusia y Prusia). La consecuencia obvia de esta hegemonía colectiva de las grandes potencias fue una gran limitación del principio de igualdad soberana de los Estados, y la admisión de los Estados secundarios para participar en las deliberaciones fue por la necesidad de estabilizar las relaciones entre los poderosos, más que para la aceptación del principio de igualdad. Aún así, este sistema consiguió limitar los conflictos armados, puso de manifiesto las posibilidades de la diplomacia multilateral en el tratamiento de los conflictos, y aseguró un cierto orden internacional hasta 1914. La concentración política como gobierno internacional tuvo importantes consecuencias jurídicas, como los tratados multilaterales, los cuales expresaron la progresiva toma de conciencia de la existencia de intereses comunes de los Estados que era precios regular jurídicamente. Tras esto la comunidad internacional comenzó a ganar concreción histórica como realidad distinta de la mera yuxtaposición de Estados soberanos. Hubo tratados de tres tipos: o Los que crearon situaciones y normas jurídicas que servían a los intereses de las Grandes potencias (entre ellos), por ejemplo: acta final de la conferencia de Berlín en 1885 sobre las reglas de la colonización de África. o Los que beneficiaron al comercio y las comunicaciones internacionales (entre todos), por ejemplo: navegación de los ríos internacionales, o por los estrechos y canales, como el de Panamá. o Los que tendieron a proteger a la persona humana, que comenzó así a estar presente entre las funciones del Derecho internacional. Por ejemplo: la convención de Ginebra de 1864, por la protección de los heridos y enfermos, asó como contra la violencia y trata de esclavos. La otra de Ginebra (1949), tras la IIWW, fue por la protección de los presos de Guantánamo que EEUU los llamaba combatientes ilícitos, expresión que no existe jurídicamente hablando, usada para no tener que seguir las pautas establecidas. Fue un hito importante, pues hasta entonces no se habían tratados estos temas, llegando a prohibir internacionalmente la esclavitud, como punto de inflexión. b. Los inicios de la cooperación institucionalizada en materias económicas, sociales y técnicas: comisiones fluviales y comisiones administrativas. La necesidad de cooperar se manifestó no solo en materias políticas, sino también en otros ámbitos, económicos, sociales y técnicos, que no afectaban directamente a la seguridad y en los que resultaba evidente la existencia de problemas comunes que no podían ser resueltos individualmente por los Estados, y que, en consecuencia, requerían un trato común y una administración internacional. Estas son las razones que explican el nacimiento de las Comisiones Fluviales, para la gestión internacionalizada de la navegación por determinados ríos internacionales, y de las Uniones Administrativas tales como la Unión Telegráfica Internacional o la Unión Postal Universal. Siendo el mundo embrionario de organizaciones internacionales como UNICEF, UNESCO O FAO (Comisiones fluviales como Bayona-Bidasoa, con Francia, y Tajo-Guadiana con Portugal), así como de una función pública dedicada a la gestión de los servicios públicos internacionales. Lo más importante es que nos encontramos con personas dedicadas a interese internacionales de los Estados. Nace entonces, la función pública internacional (con personas como Federico Mayor Zaragoza), funcionarios internacionales, así como el secretario general de la ONU. Esto no era todavía estrictamente internacional, pues estaba integrada por funcionarios nacionales puestos al servicio de las Uniones Administrativas y de las Comisiones Fluviales, pero aún así, quedaba apuntado un hecho innovador: la presencia de la vida internacional de personas dedicadas al servicio de intereses generales de los Estados, y no únicamente al servicio de su Estado nacional. Lo esencial de todo este amplio proceso de transformación de las relaciones internacionales es que el derecho internacional comenzaba a experimentar un doble proceso de institucionalización y de socialización, con lo que dejaba de ser un sistema jurídico casi exclusivamente limitado a la regulación de la guerra y las relaciones político-diplomáticas entre Estados, para pasar a regir, también, materias técnicas, económicas y sociales, adaptándose de este modo a las exigencias de las sociedades capitalistas de la primera revolución industrial. c. La organización de la Paz: las conferencias de la Haya de 1899 y 1907. La preocupación por establecer un orden internacional se expresó en la toma de conciencia de la regulación de organizar la paz mediante un sistema de arreglo pacífico de controversias y una adecuada regulación de la guerra y la neutralidad, produciéndose a la convocatoria en la Haya, junto a la amplia acción pacifista, y en la que se pusieron de manifiesto las expectativas surgidas de la larga etapa de paz, que, tras la guerra franco-prusiana, se inició en 1871, y se prolongó hasta 1914. A diferencia de la expansión colonial del siglo XIX, que no fue más que una ampliación del ámbito geográfico de la sociedad internacional en la que, sin embargo, los pueblos sujetos a dominación colonial carecieron de estatuto internacional, o de las relaciones con Estados no europeos, como China, Japón y el Imperio Otomano (a los que les fue impuesto un precario régimen internacional caracterizado por la desigualdad, manifestada en los tratados desiguales y en el régimen de capitulaciones), las conferencias de la Haya registraron una auténtica expansión del sistema internacional que dejaba de ser europeo para hacerse occidental. En la Conferencia de 1899 participaron 20 Estados europeos, 4 asiáticos y 2 americanos; en la de 1907 tomaron parte 21 europeos, 4 asiáticos y 19 americanos, con lo que comenzaron a insertarse en las relaciones internacionales poniendo fin a la situación de relativo aislamiento en que vivieron tras su independencia. En estas conferencias no se limitaron a los Estados europeos, sino que registraron las primeras manifestaciones de la progresiva expansión geográfica del sistema internacional. Supusieron un considerable perfeccionamiento de las reglas de procedimiento de la diplomacia multilateral, que favoreció un cierto renacer del principio de igualdad soberana de los Estados que significaba la igualdad de los Estados en materia de voto, con representación equitativa, anteriormente limitada por la hegemonía colectiva de las Grandes Potencias en el sistema del Concierto europeo. Pero se hacía alusión a que esa equidad mostraba en problema, vivo en nuestros días, y que deriva de la contradicción existente entre la igualdad formal de los Estados soberanos y sus desigualdades de hecho. Dos sectores del derecho internacional recibieron un extraordinario impulso en las conferencias de la Haya: el arreglo pacífico de las controversias y el derecho de guerra y la neutralidad. Los Estados participantes en las conferencias de La Paz no podía ignorar dos realidades, una jurídica y otra política, pues el recurso a la guerra era en el derecho internacional una competencia discrecional de los Estados soberanos, de otra, la actitud hostil de las grandes potencias del momento respecto del arbitraje (ius ad bellum). Se reguló, por tanto, el recuro de terceros como vía para solución pacífica de conflictos y controversias internacionales, por procedimientos políticos o el recurso del arbitraje, elegidos por Estados parte en la controversia. Las convenciones de La Haya de 1899 y 1907 sin embargo, no lograron introducir el recurso obligatorio al arbitraje a pesar de que en la práctica había puesto de manifiesto las posibilidades de este medio jurisdiccional, y de que la mayoría se mostró partidaria. (Rusia pidió arbitraje para todos los ámbitos menos para los casos de honor e intereses vitales, con oposición de Alemania). Respecto de la guerra, los Estados participantes en las conferencias de La Haya no pusieron en cuestión el derecho de los Estados a recurrir a la guerra, menos en la segunda, que la prohibió como cobro de deudas contractuales. Es una paradoja que las conferencias de paz trataran la regulación de la guerra, pero surgidas de un deseo de paz, obedecieron a una de las lecciones de la historia: para eliminar la guerra es preciso comenzar por darle normas. Al margen de las conferencias, el esfuerzo de reglamentación de la conducción de las hostilidades en la guerra terrestre y marítima se completó con la adopción de normas relativas a la protección de las víctimas de los conflictos armados, renovada en Ginebra en 1906. Siendo el derecho de La Haya, relativo a la conducción de hostilidades y el derecho de Ginebra, relativo a la protección de las víctimas de la guerra, los secretos que más impulso recibieron a inicios de siglo. 5. El derecho internacional en vísperas de la IWW. En vísperas de IWW, el derecho internacional aparecía como un sistema jurídico regulador de las relaciones (políticas, sobre todo, pero también económicas, sociales, técnicas y humanitarias) entre Estados europeo-occidentales (los Estados civilizados), basado en los principios de soberanía e independencia de entidades políticas por encima de los cuales no existían autoridad política alguna. Tres rasgos que caracterizaron aquel sistema jurídico regulador de las relaciones entre entidades políticas soberanas e independientes: 1. Voluntarismo: en el sentido de que sus normas emanaban de la voluntad expresa o tácita de los Estados, con lo que estos eran a la vez los creadores y los destinatarios del derecho de gentes. 2. Neutralidad: en cuanto el derecho de gentes quedó desvinculado de toda inspiración religiosa o ideológica. 3. Positivismo: ya que el derecho de gentes se concebía como un conjunto de normas jurídicas de lex lata, y no de reglas morales o de aspiraciones jurídicas de lege refrenda. Desde una perspectiva de técnica jurídica, aquel sistema de principios y normas que denominamos derecho internacional clásico o tradicional, era un orden jurídico regulador de las relaciones de coexistencia y cooperación entre Estados soberanos e independientes caracterizado por los siguientes datos: 1. Las normas era producto del consentimiento, del acuerdo de voluntades de los Estados, manifestado de modo expreso en los tratados o de modo tácito en las costumbres. 2. De dichas normas emanaban los deberes y derechos recíprocos. 3. Las normas jurídicas internacionales, aunque obligatorias, eran de derecho positivo por lo que los Estados podían modificarlas mediante acuerdos ya que no existía rango jerárquico alguno entre ellas. 4. El incumplimiento de las obligaciones hacía incurrir al Estado al que la violación del derecho internacional fuese atribuible en responsabilidad internacional y, por consiguiente, en el deber de reparar. 5. Cada Estado soberano, por último, apreciaba discrecionalmente el alcance de sus derechos y, en caso de violación de los mismos, podía recurrir unilateralmente a medidas de autoprotección o autotutela que podía implicar incluso el recurso a la guerra. De este modo, los Estados, únicos sujetos del derecho internacional, eran a la vez los creadores y los destinatarios de las normas jurídicas internacionales, pues la existencia de un legislador internacional resultaba impensable en un sistema de Estados soberanos. A estos quedaba confiada igualmente la aplicación del derecho, en la medida en que el recurso al arbitraje era voluntario y la competencia del tribunal arbitral se basaba en el conocimiento de los Estados partes en una controversia. La ejecución del derecho, por último, estaba asimismo en manos de los Estados que, en ejercicio de su derecho de autoprotección o autotutela, podrían incluso recurrir libremente a la fuerza al no existir en el derecho internacional de la época ni una prohibición del recurso de la guerra, ni una instancia internacional titular del monopolio del uso jurídico e institucionalizado de la coerción. 6. Reforma y modernización del derecho internacional entre 1919 y 1939: la Sociedad de Naciones y la Organización Internacional del Trabajo. Terminada la IWW e inaugurada la Conferencia de Paz en París en enero de 1919, el Consejo Supremo de las Potencias vencedoras (representantes de EEUU, Gran Bretaña, Francia e Italia), adoptó una resolución en la que afirmó que le mantenimiento de la paz exigía la creación de una Sociedad de Naciones a fin de promover la cooperación internacional, asegurar el cumplimiento de las obligaciones internacionales y procura salvaguardias contra la guerra. El tratado fundacional de la SN fue firmado en Versalles el 28 de junio de 1919, como Parte primera del tratado de Paz con Alemania. Recibió la denominación de Pacto, a fin de poner de manifiesto que, aunque se trataba de un acuerdo de voluntades entre Estados tenía, sin embargo, una dimensión constitucional: la de ser tratado fundacional de una Organización Internacional política cuyos objetivos primordiales eran garantizar el statu quo surgido del fin de la guerra y establecer el orden internacional estable y equilibrado, y de ahí que el Pacto de la SN fuese parte integrante de los Tratados de Paz. El Pacto fue relativamente breve (un preámbulo y 26 artículos). En el preámbulo las partes contratantes afirmaba que para fomentar la cooperación entre las naciones y para garantizar la paz y la seguridad era necesario aceptar ciertas obligaciones de no recurrir a la guerra, y de respetar escrupulosamente las obligaciones derivadas de los tratados. La SN, sin embargo, no fue concebida como una instancia de autoridad internacional sino, por el contrario, como una asociación de y entre Estados soberanos. No obstante, en cuanto cauce institucionalizado para la cooperación permanente entre los Estados, la SN contó con una estructura orgánica que contaba con: - Un secretariado: inspirado en el de las Uniones Administrativas, pero dotado de un estatuto internacional del que carecieron las secretarias de las distintas Uniones. - Un órgano plenario: la Asamblea, que se reuniría en épocas prefijadas en cualquier otro momento que fuere preciso, cuyas resoluciones se adoptarían por unanimidad (como en la Conferencias del siglo XIX), y en el que se recogía la aspiración a la igualdad de todos los Estados, que ya estuvo presente en La Haya en 1899 y 1907 y que estas habían alentado frente a la hegemonía colectiva de las Grandes Potencias, propia del Concierto Europeo. - Un órgano de composición restringida, el Consejo: nuevo Concierto de las Grandes Potencias, como lo habían sido la Santa Alianza y el Concierto Europeo a lo largo del siglo XIX, integrado pro los miembros permanentes (representantes de las principales potencias Aliadas y Asociadas), y miembros temporales elegidos por la Asamblea. Dotado de competencias para entender de todas las cuestiones que estuviese dentro de la esfera de actividad de la SN, o que afectaron a la paz del mundo, el Consejo se reuniría cuando las circunstancias los exigieses y, salvo disposición expresa del Pacto, adoptaría sus resoluciones por unanimidad. El Pacto de la SN supuso una modernización del derecho internacional en diferentes sectores del mismo, entre los que destacan los siguientes: 1. El arreglo pacífico de las controversias: con las competencias de la Asamblea y el Consejo de la SN en la materia de creación de una tribuna internacional, la Corte permanente de Justicia Internacional, primera manifestación histórica de la justicia internacional en un plano universal. 2. La limitación del derecho de los Estados soberanos a recurrir a la guerra, que dejaba de ser una facultad absolutamente discrecional de los Estados. 3. La instauración de un sistema de seguridad colectiva, con sanciones internacionales para los supuestos en que un Estado recurriese a la guerra violando los compromisos contraídos en virtud del Pacto. 4. La regulación internacional de materias que antes quedaban fuera del derecho internacional, tales como el establecimiento de un régimen jurídico de protección de las minorías nacionales inspirado en los principios de igualdad de trato y no discriminación (sustituto del principio de las nacionalidades, por el cual la nación es la unidad natural del orden internacional), y de un régimen jurídico internacionalizado de las colonias (los Mandatos), si bien solo las de los Estados vencidos en la IWW quedaron sujetas a dicho régimen internacionalizados sobre la base de que las potencias mandatarias ejercerían la misión de civilización respecto de los pueblos no capacitados para gobernarse a sí mismos. 5. La cooperación institucionalizada en materias económicas y sociales, en las que la preocupación de la SN se hizo patente en la Conferencia Económica Mundial, tras la gran depresión y la recesión que siguieron a la crisis de 1929, así como en la amplia serie de actividades que, en 1939, casi en las postrimerías de la experiencia histórica de la SN, constituyeron un claro antecedente de lo que más tarde serán los Organismos Especializados de las NNUU. 6. La adopción de Tratados Multilaterales, en especial en materia de comunicaciones (por ejemplo: el Convenio y Estatuto de Barcelona sobre el régimen de las vías de agua navegables de interés internacional, adoptado por la Conferencia diplomática de Barcelona en la que participaron 40 Estados; la Convención de Madrid de 1932, en a que nació la Unión Internacional de Telecomunicaciones; o la Convención de Varsovia, en 1929, para la unificación de ciertas reglas relativas al transporte aéreo internacional. 7. El impulso de la codificación del derecho internacional, expresión de la vocación jurídica de la SN y de su fe en las posibilidades del derecho en la organización de la paz, si bien fracasó su esfuerzo más significativo, el de la Conferencia de La Haya de 1930, en la que se abordaron las cuestiones de nacionalidad, mar territorial y responsabilidad internacional de los Estados. 8. La creación, por último, de la Organización Internacional del Trabajo, como entidad de la SN, confirmaba el proceso de socialización del derecho internacional. La estructura de la OIT dejó de ser exclusivamente intergubernamental ya que las delegaciones de los Estados miembros se dio entrada a los representantes de los patronos y de los sindicatos de trabajadores; de ese modo, se reconocería jurídicamente el hecho de que las relaciones internacionales empezaban a no ser exclusivamente intergubernamentales. Otro sector que en la época de la SN alcanzó gran desarrollo fue el del derecho internacional humanitario, confirmando así el proceso de humanización del orden internacional. En este sentido destacan la Convención de Ginebra de 1926, por la que se comprometían a reprimir la trata de esclavos; los esfuerzos a favor de los refugiados, respecto de los que se instituyó un Alto Comisario; y las dos Convenciones de Ginebra que promovidas por el Comité Internacional de la Cruz Roja fueron adoptadas en 1929: una sobre el tratamiento de prisioneros de guerra, y otra para mejorar la condición de los heridos y enfermos en campaña. Pero, a pesar de estos desarrollos del derecho internacional, todo el esfuerzo de modernización del orden internacional que significó la SN tuvo un alcance limitado porque la organización no fue concebida como una instancia de autoridad internacional sino, por el contrario, como un instrumento para la cooperación permanente e institucionalizada entre Estados soberanos. De ahí que ni el recurso al arbitraje, ni la sumisión a las controversias a la Corte permanente de Justicia Internacional fuesen obligatorios; que el Pacto no prohibiera el derecho de los Estados soberanos a recurrir a la guerra, sino que se limitara a distinguir entre guerras legales y guerras ilegales; y que la efectividad del sistema de seguridad colectiva instituido en el Pacto fuese muy limitada ya que, en última instancia, la puesta en práctica de las sanciones internacionales dependía de la voluntad de los Estados, al carecer la SN de competencias para decidir la imposición de sanciones. El orden internacional siguió siendo fundamentalmente interestatal, ya que la SN no tenía por finalidad desplazar a los Estados; por el contrario, sus fundadores partieron del hecho de la existencia de una pluralidad de Estados soberanos e independientes. Por un signo de cambio y transformación fue introducido con la creación de la SN y de la OIT, con lo que la situación del derecho internacional en vísperas de la IIWW era muy diferente de la que existía en 1914, en vísperas de la IWW, al haber quedado recogidos en el sistema internacional importantes factores de modernización, vinculados a la primera experiencia histórica de cooperación internacional permanente e institucionalizadas en materias políticas, económicas, sociales, culturales y jurídicas: la SN. Esta no fue la ruptura con el derecho internacional tradicional, aunque sí supuso una reforma y modernización del sistema internacional y de su OJ que, no obstante, siguieron apoyados sustancialmente sobre las mismas bases que se les venía sustentando desde la Paz de Westfalia, en 1648: la pluralidad y la coexistencia de entidades políticas organizadas sobre la base territorial, soberanas e independientes y no subordinadas, por tanto, a autoridad política superior alguna. 7. El orden internacional en 1945 y en la inmediata postguerra: las Naciones Unidas. Veinte años después de la finalización de la IWW y del establecimiento de la Sociedad de Naciones, la acción combinada de los totalitarismos, la inexistencia de un sistema eficaz de seguridad colectiva y la irresponsabilidad de los nacionalismos llevaron al desastre de la IIWW. El colapso del orden establecido por el Pacto de la Sociedad de Naciones no produjo, sin embargo, un sentimiento de desesperanza respecto de las posibilidades de la Organización Internacional más eficiente que la Sociedad de Naciones, como un complejo sistema de Organizaciones Internacionales: de un lado, una Organización Internacional general: la Organización de las Naciones Unidas; de otro, una serie de Organizaciones Internacionales universales pero con competencias en materias específicas: los Organismos especializaciones de las Naciones Unidas (FAO, BIRF, FMI, OACI, OIT, UNESCO, etc.). El plan de conjunto respondía a la idea de que, en el centro de ese amplio número de Organizaciones Internacionales, independientes entre sí, estaría la Organización de las Naciones Unidas, y de ahí que se hable del sistema de las Naciones Unidas. Pero en función de un esquema centralizado, como había sido el de la sociedad de naciones, sino sobre la base de un principio de descentralización en el que las distintas Organizaciones del sistema quedarían relacionadas con la Organización de las Naciones Unidas y coordinadas con esta a través del Consejo económico y social. Los esfuerzos que aspiraban a la creación de un nuevo Organismo Internacional general, destinado a remplazar y sustituir a la Sociedad de Naciones, culminaron con la Conferencia de San Francisco en la que se firmó el 26 de junio de 1945 el tratado fundacional de la nueva organización: la Carta de las Naciones Unidas. Para designar a este tratado fundacional, como en 1919, se eligió un término, el de Carta, con el que se quiso poner de manifiesto la naturaleza constitucional del instrumento jurídico en cuestión. La Conferencia de San Francisco trabajó sobre las propuestas adoptadas previamente por China, EEUU, UK y la URSS presididas por la idea de seguridad y expresión de la acción dominante de las Grandes Potencias, evidentemente en el compromiso alcanzado en Yalta, en febrero de 1945, entre Churchill, Roosevelt y Stalin respecto de la composición y regla de votación en el órgano más relevante de la nueva organización a crear, el Consejo de Seguridad: las Grandes Potencias serían miembros permanentes del Consejo, y este no podría adoptar resolución alguna sobre el fondo de una cuestión sin el consentimiento unánime de aquellas. El peso político de las Propuestas de Dumbarton Oaks (es una mansión en Georgetown, Washington D.C.) y del compromiso de Yalta en el desarrollo de la Conferencia de San Francisco fue extraordinario, hasta el punto que pudo decirse acertadamente que la Conferencia estuvo regida por el directorio de las Grandes Potencias. No obstante, la Carta de las NNUU no se limitó a reproducir las propuestas de las Grandes Potencias pues, aunque no fue posible modificar la preeminencia de estas en el Consejo de Seguridad, los pequeños y medianos Estados sí lograron introducir en la Carta una ideología que apuntaba a una concepción más estructural y más amplia de la paz, en la que ésta no se reduce exclusivamente a seguridad. La Carta de las NNUU puso mayor énfasis que el Pacto de la SN en la cooperación internacional en materias económicas y sociales, a la que dedica el capítulo IX, y respecto de la que instituye un órgano principal, el Consejo Económico y Social, cuya composición, funciones y competencias están reguladas en el Capítulo X. También, la Carta contiene disposiciones que ponen de manifiesto innegables dimensiones de cambio y transformación en el derecho internacional. Así, por ejemplo: - La proclamación de la dignidad de la persona y el respecto universal de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, junto con la aspiración de la efectividad de tales derechos y libertades, como uno de los propósitos de la organización, ideas en las que es visible una cierta presencia de las que en el siglo XVIII habían sido anticipadas por el racionalismo. - La afirmación de la igualdad y libre determinación de los pueblos, como otro de los propósitos de la Organización de las NNUU (preámbulo y arts. 1 y 55). - La internacionalización del régimen jurídico de todos los territorios coloniales, y no solo de las colonias de los vencidos como ocurrió tras la IWW (cap. XI, XII y XIII de la Carta). - La mayor relevancia del regionalismo internacional de la Carta de las NNUU que en el Pacto de la SN, aunque los organismos y acuerdos regionales únicamente fueron contemplados en 1945 en relación con sus funciones en el arreglo pacífico de controversias y en orden a la acción colectiva para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, subordinados por tanto al Consejo de Seguridad (cap. VIII de la Carta). - Por último, configuración de la Corte Internacional de Justicia como uno de los seis órganos principales de la Organización con la consiguiente incorporación del estatuto de la Corte a la Carta de las NNUU, de la que aquel es parte integrante. No obstante, la organización de las NNUU fue concebida como una organización internacional cuya finalidad primordial es la de mantener la paz, y de ahí que su tratado fundacional la dotase de competencias para intervenir, en nombre del interés colectivo, en todo conflicto que pueda poner en peligro a la paz y seguridad internacionales, así como en los casos de amenaza a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión. La organización, sin embargo, no tiene por misión solucionar todas las crisis internacionales ya que la Carta de las NNUU reconoce expresamente sus límites al disponer: a. Que el Consejo de Seguridad y la Asamblea General solo tiene competencia para ocuparse de controversias o situaciones que puedan poner en peligro la paz y seguridad internacionales. b. Que la organización de las NNUU únicamente tiene competencia para recomendar los procedimientos o métodos de arreglo que considere más adecuados, pero no para decir los términos del arreglo (cap. VI de la Carta). Por otra parte, el recurso del arbitraje continuó siendo voluntario (como en la Haya y en la SN). Del mismo modo, la jurisdicción contenciosa de la Corte Internacional de Justicia siguió basada, como antes la Corte Permanente de Justicia Internacional, en el consentimiento de los estados partes en la controversia. Si el mecanismo de arreglo pacífico de controversias y situaciones susceptibles de poner en peligro el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales fracasara, y llegara a producirse una amenaza a la paz, un quebrantamiento de la paz o un acto de agresión, la Carta de las NNUU prevé un mecanismo de acción colectivo en cuya aplicación el Consejo de Seguridad, y únicamente él (órgano de composición restringida), determinará la existencia de alguno de aquellos supuestos y recomendará o decidirá qué medidas serán tomadas para mantener o establecer la paz y seguridad internacional (cap. III de la Carta). A diferencia del Consejo de la SN, por tanto, el Consejo de Seguridad de las NNUU tiene el poder de adoptar por mayoría decisiones obligatorias en orden al mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, con lo que resulta evidente que, al menos sobre el papel, la Carta organizó un sistema de seguridad colectiva más eficiente que el de la SN. Pero esta mayor eficiencia es más aparente que real ya que el sistema de seguridad colectiva instituido en la Carta de las NNUU está condicionado por la posición privilegiada de las Grandes Potencias, miembros permanentes del Consejo de Seguridad y con derecho a veto. Los redactores de la Carta de las NNUU fueron conscientes, en efecto, de que el sistema de seguridad colectiva, ejerciendo su derecho a veto e impidiendo así una acción institucionalizada por parte de las NNUU. Este es el punto recogido en Yalta en febrero de 1945, peor en todo caso deberá tenerse en cuenta que quedó registrada en la Carta, en claro testimonio de que ésta se propuso organizar un mecanismo de coerción y de acción colectiva capaz de ser empleado en las crisis en las que las Grandes Potencias no estuviesen en conflicto. La acción colectiva, en cambio, no puede terne lugar respecto de los conflictos internacionales en los que aquellas estuviesen enfrentadas, ya que las Grandes Potencias pueden paralizar cualquier acción del Consejo de Seguridad prevaliéndose del privilegio de su derecho de veto. A pesar de estos límites, la Carta de las NNUU representaba una concepción del orden internacional muy distinto de la Westfalia. Esta nueva concepción se expresa, fundamentalmente, en las disposiciones de la Carta que prohíben el recurso a la fuerza o a la amenaza de fuerza en las relaciones internacionales, de una parte, y de otra, en las que obligan al arreglo pacífico de las controversias internacionales. Propósitos y principios básicos. Art. 1: Los propósitos de las NNUU son: 1. Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamiento de la paz; 2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal; 3. Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión. 4. Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos propósitos comunes. Art. 2: Para la realización de los Propósitos consignados en el Art. 1, la Organización y sus Miembros procederán de acuerdo con los siguientes Principios: 1. La Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus Miembros. 2. Los Miembros de la Organización, a fin de asegurarse los derechos y beneficios inherentes a su condición de tales, cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con esta Carta. 3. Los Miembros de la Organización arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se ponga en peligro ni la paz ni la seguridad internacionales ni la justicia. 4. Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las NNUU. 5. Los Miembros de la Organización prestaron a esta toda clase de ayuda en cualquier acción que ejerza de conformidad con esta Carta, y se abstendrán de dar ayuda a Estado alguno contra el cual la Organización estuviere ejerciendo acción preventiva o coercitiva. 6. La Organización hará que los Estados que no son Miembros de las NNUU se conduzcan de acuerdo con estos Principios en la medida que sea necesaria para mantener la paz y la seguridad internacionales. 7. Ninguna disposición de esta Carta autorizará a las NNUU a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados, ni obligará a los Miembros a someter dichos asuntos a procedimientos de arreglo conforme a la presente Carta; pero este principio no se opone a la aplicación de las medidas coercitivas prescritas en el Capítulo VII. El recurso a la guerra, por consiguiente, dejó de ser una competencia discrecional de los Estados soberanos al quedar prohibido y no simplemente limitado, como habría ocurrido en el Pacto de la SN. Este dato, nuevo e innovador es el que permite sostener que la Carta de las NNUU expresa una concepción del orden internacional, muy distinta de la tradicional. Sin embargo, es preciso no exagerar el alcance de estas innovaciones pues la Carta de las NNUU no ha eliminado el conjunto de principios que inspiraron el orden internacional de Westfalia (1648), ya que en ella perviven los principios tradicionales de la igualdad soberana de los Estados y la obligación de no intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados. En la Carta, además, no estableció una instancia de autoridad pública internacional superior a los Estados soberanos, pues como reconoció la Corte Internacional de Justicia en su opinión consultiva de abril de 1949, sobre reparación de daños sufridos al servicio de las NNUU, la ONU no es un Estado, y mucho menos un superestado. Mientras que un Estado posee la totalidad y deberes internacionales reconocidos por el derecho internacional, los derechos y deberes de la OI dependen de sus propósitos y funciones tal como estos estén enunciados o implícitos en sus tratados constitutivos y desarrollados en la práctica. La NNUU fueron concebidas como un instrumento para la cooperación permanente e institucionalizada entre los Estados, y como vehículo para promover la adopción de medidas multilaterales, pero no como un super Estados, y de ahí que la Carta de las NNUU configure a la organización como un centro que armoniza los esfuerzos de los Estados miembros para alcanzar unos fines y propósitos comunes (art. 1.4). A lo largo de toda su historia, en definitiva, por decirlo con palabras e la Corte Internacional de Justicia: “el desarrollo del derecho internacional ha estado influido por las exigencias de la vida internacional, de modo que el crecimiento de los Estados ha hecho surgir ejemplos de acción ejercida en el plano internacional por determinadas entidades que no son Estados. Este desarrollo desembocó, en junio de 1945, en la creación de una OI cuyos propósitos y principios se enumeran en la Carta de las NNUU.