Psicosocial Del Adolescente
Psicosocial Del Adolescente
Psicosocial Del Adolescente
Lección 2 CURSO I
DESARROLLO PSICOSOCIAL Y PSICOSEXUAL EN LA ADOLESCENCIA
Sra. María Elena Gumucio
OBJETIVOS
Adquirir un concepto general de la adolescencia, que pueda ser utilizado en la práctica médica.
Identificar las principales características del desarrollo cognitivo, emocional, social y psicosexual
del adolescente y comprender la interacción entre ellas
CONTENIDOS
I.- La adolescencia
1) Desarrollo somático
2) Desarrollo cognoscitivo
3) Desarrollo emocional
4) Desarrollo social
5) Desarrollo psicosexual
La palabra adolescencia deriva del latín "adolescens" que significa hombre joven, siendo el participio
activo de "adolescere" que significa crecer o desarrollarse hacia la madurez. También tiene relación
con la palabra latina "dolescere" que significa padecer alguna enfermedad o estar sujeto a afectos,
pasiones, vicios o malas cualidades (Diccionario de la Real Academia Española, 1970). Se define
como una etapa de transición entre la niñez y la adultez, caracterizada por procesos específicos,
propios e irrepetibles, con gran intensidad de los afectos y vivencias; de transformaciones importantes
y de presión social para lograr metas específicas. Al respecto hay que decir que estos procesos se
dan siempre en una determinada cultura, lo que define en cierta medida sus características
específicas y su duración.
Psicológicamente: "La adolescencia es un período crucial del ciclo vital, en el cual los
individuos toman una nueva dirección en su desarrollo, alcanzando su madurez sexual, se
apoyan en los recursos psicológicos y sociales que obtuvieron en su crecimiento previo,
recuperando para sí las funciones que les permiten elaborar su identidad y plantearse un
proyecto de vida propia." (Krauskopf, 1982, en Montenegro & Guajardo, 1994).
El principal criterio para señalar el final de la adolescencia y el comienzo de la vida adulta es romper
con los lazos de dependencia infantil para poder lograr una identidad propia. Esta identidad supone la
independencia de los padres en cuanto a la adopción de un sistema de valores propios, elección
vocacional, autonomía económica y un buen ajuste psicosexual. Es decir, que la persona llegue a ser
autónoma, independiente, autodirigida, capaz de tomar sus propias decisiones y aceptar las
consecuencias de ellas, tener una identidad clara de sí misma, saber quién es, cómo pedir y aceptar
ayuda de otros y posteriormente, ser capaz de tener un trabajo y formar un hogar.
En general el paso desde la infancia a la adultez no ocurre como un proceso continuo y uniforme. El
crecimiento biológico, cognitivo, emocional, social y psicosexual puede ser bastante asincrónico. En
el logro de cada uno de estos aspectos suelen haber oscilaciones hasta que se consolida el cambio.
Ya se ha hablado acerca del desarrollo somático del adolescente, así es que aquí se realizará un
breve resumen de los cambios que experimenta el adolescente en su cuerpo:
Desarrollo de las características sexuales secundarias: aparición del vello pubiano y axilar; en
los varones barba y el vello en las piernas, brazos y pecho; en las muchachas, aparición del
botón mamario y desarrollo de los pechos, cambios de voz, posteriormente la menarquia.
En las mujeres la pubertad se inicia uno o dos años antes que en los hombres.
Los cambios fisiológicos aparecen en la adolescencia temprana teniendo una gran repercusión
psicológica tanto para el adolescente como para quienes lo rodean. Estos cambios externos implican
también cambios en el esquema corporal.
El esquema corporal es la imagen interna que manejamos de nuestro propio cuerpo; en el período de
la adolescencia una de las tareas importantes es la adaptación a la nueva imagen corporal que se
adquiere, con la cual necesita identificarse y lograr una aceptación física de sí mismo. Esta imagen
estará impregnada de valoraciones subjetivas en interrelación con el medio y es una parte importante
de la imagen que cada uno tiene de sí mismo, así como un elemento donde se sustenta y/o expresa
la autoestima.
Frente a estos cambios, el adolescente tiende a centrarse en sí mismo intentando adaptarse a este
nuevo cuerpo que le puede producir sensaciones contradictorias. Son frecuentes las interrogantes
acerca de cuan normal o no es su desarrollo y cuán atractivo puede resultar para los demás. Así
también, son esperables las comparaciones y el interés creciente en la anatomía sexual y fisiológica,
incluyendo preguntas acerca de la menstruación, masturbación, orgasmo, etc.
Es en la adolescencia media y tardía donde se podrá ir integrando esta nueva imagen corporal. Una
vez que ya se han ido experimentando la mayoría de los cambios puberales, el adolescente tiende a
centrarse en hacer atractivo su cuerpo, pasando largas horas preocupado por su estética. Como
parte de la búsqueda de una identidad propia y de su expresión en la imagen corporal, es frecuente
que el adolescente experimente con su apariencia física buscando diversas formas de vestirse, de
peinarse, e interesándose por la moda.
Puede considerar no sólo una respuesta posible a un problema o explicación a una situación,
sino varias posibilidades a la vez.
Este tipo de pensamiento recientemente adquirido trae aparejada la capacidad del adolescente para
entenderse consigo mismo y el mundo que lo rodea.
El adolescente es capaz no sólo de captar el estado inmediato de las cosas, sino de entender los
posibles estados que éstas podrían asumir. La conciencia de la discrepancia entre lo real y lo posible,
El joven tiende también a la ensoñación, a fantasear, pasando largas horas dedicado a esto. El
fantasear constituye un espacio intermedio entre el jugar y el pensar racional simbólico. Aunque
supone experimentar con las nuevas posibilidades que le da la evolución en su pensamiento, para el
adolescente el "soñar despierto" ocupa un lugar distinto en su campo de conciencia que el pensar
racional. Existe, en la mayoría de los jóvenes, la clara diferenciación entre los contenidos de las
fantasías, la acción de fantasear y los contenidos del pensar racional y el contacto con la realidad
externa que éste exige. Como el soñar, el fantasear tiene también una connotación de realización de
deseos que puede ser altamente placentera y exige reducción de la sensorialidad dado el grado de
invasión de imaginería visual-auditiva en el campo de la conciencia. Es una mezcla entre sueño y
vigilia, acción y simbolización, juego y pensamiento. Un adolescente fantaseando es un sujeto que
parece en estado de trance. Esta "acción dentro de la mente" puede realizarse en un espacio privado
y ser parte de la intimidad, por ejemplo, encerrado en su pieza recostado en su cama, como también
puede implicar una actitud "distraída" en sus tareas cotidianas.
El adquirir la capacidad de razonar sobre sí mismo y el mundo lo lleva a uno de los principales
problemas de esta etapa: el de construir su propia identidad. Comienza a preguntarse ¿Quién soy?
¿Qué quiero? ¿Para dónde voy?
Son consideradas como una de las tareas evolutivas importantes de esta etapa el aprender a percibir,
modular y controlar la expresión de las emociones e impulsos. El desarrollo yoico depende en gran
parte de esta capacidad de postergación de las gratificaciones inmediatas. En la adolescencia
temprana tiende a haber mayor labilidad emocional y descontrol de impulsos, en la adolescencia
media es la etapa en la que los sentimientos experimentan su mayor intensidad y en la etapa
posterior el adolescente irá experimentando una mayor profundidad y duración de sus sentimientos,
así como irá desarrollando la responsabilidad, lo que implica pasar de sentirse "víctima" de las
circunstancias a sentir un mayor autocontrol.
El concepto de sí mismo del adolescente fluctuará entre una enorme sobreestimación, con deseos y
fantasías de ser una persona extraordinaria y por otra parte de un intenso menosprecio donde duda
de sus aptitudes y habilidades al compararse con otros que toma como modelos a los cuales aspira
imitar.
En la adolescencia uno de los cambios más significativos que supone esta etapa, es el paso desde la
vida familiar a la inserción en la vida social.
Se espera del adolescente una inserción autónoma en el medio social y que alcance el estatus
primario: asumir una independencia que lo exprese personalmente y dirigirse hacia roles y metas que
tengan consonancia con sus habilidades y que estén de acuerdo con las probabilidades ambientales.
El joven procura que sus sentimientos de adecuación y seguridad provengan de sus propias
realizaciones, las que confronta frecuentemente con su grupo de pares o compañeros de edad
similar.
En la adolescencia temprana se tiende a establecer una relación cercana de amistad con uno o más
amigos del mismo sexo. Este vínculo es estrecho y el contacto con miembros del otro sexo suele
hacerse en grupo. Hay una fuerte desidealización de las figuras de autoridad, tendiendo al
distanciamiento, desobediencia y evitación de dichas figuras.
En la adolescencia media el grupo de pares como tal comienza a tener mayor relevancia. Es aquí
donde cobra importancia la pertenencia el grupo del barrio, grupos deportivos, grupos de amigos, etc.
Estas pertenencias desempeñan variadas funciones, siendo las principales:
En este período se tiende a asumir los valores y códigos del grupo de pares, lo que aumenta la
distancia con los padres, existiendo una tendencia "anti-adulto".
En la adolescencia tardía los valores del grupo dejan de tener tanta importancia, siendo los propios
valores acordes a la identidad los que se privilegian. Respecto a las figuras de autoridad, se
comienza a producir una reconciliación y reparación.
Estos vínculos tardíos suponen menos explotación y experimentación que en la adolescencia media,
ya no está todo centrado en la aceptación del grupo de pares sino que se puede compartir con los
amigos de un modo más íntimo y diferenciado. Lo óptimo es que se desarrolle una independencia
flexible, es decir que el joven concilie un rol definido, pero al mismo tiempo autónomo, que le permita
contrastar sus valores. Esto va a depender de la solidez previamente lograda en el proceso de
socialización. Si el adolescente fracasa en ser aceptado en un grupo, pueden aparecer conductas de
En general, las relaciones con iguales del mismo sexo y del sexo opuesto durante la adolescencia,
sirven de prototipo de las relaciones adultas en las interacciones con los miembros del mismo sexo y
del sexo opuesto. El adolescente que todavía no ha aprendido a entenderse bien con sus pares en
esta etapa, cuando llegue a la edad adulta se enfrentará con serios obstáculos que le dificultarán su
inserción social.
Es frecuente escuchar a algunas madres que dicen tener un hijo modelo, porque es tranquilo, no sale
a ninguna parte y no tiene amigos, ni "malas juntas". Es importante señalar que esta situación no es
necesariamente la ideal y que puede llegar a ser incluso bloqueadora de un desarrollo social más
sano del joven hacia la autonomía.
Física: aparición de los caracteres sexuales secundarios que preparan al individuo para
participar en el acto sexual.
Social: Comprende la involucración sexual efectiva con otras personas la que se refleja en
sus elecciones de objetos sexuales siendo cada expresión un reflejo de la experiencia
contextual del adolescente, donde la familia es su ámbito más inmediato.
Como ya se ha mencionado, una de las tareas más importantes del adolescente es consolidar su
identidad. Esta supone identificarse permanentemente con sus objetivos, con sus ambiciones
relativas a la sexualidad, con el tipo de relaciones que establece con los otros, etc.
Cuando se llega a la adolescencia no comienza la identidad de género ni el rol sexual, éste viene
desde el nacimiento, imbuido en las actitudes y los valores de la familia, de la cultura en general y de
las subculturas específicas. Así como el significado atribuido a la sexualidad en la adolescencia
variará dependiendo de los mitos familiares y culturales respecto a este tema.
La falta de experiencia en el trato con el sexo opuesto, la timidez, las bromas groseras respecto al
sexo, la falta de información, las vivencias desagradables o inesperadas con el otro, etc. pueden
afectar una sana identidad sexual. Incluso las experiencias traumáticas en esta etapa pueden
complicar la identidad sexual y desencadenar o favorecer alteraciones psicopatológicas.
Dentro del desarrollo de una adolescente un evento que puede constituir un importante riesgo es un
embarazo, ya que afecta las metas y tareas de esta crucial etapa, interrumpiendo los planes para
alcanzarlas, con posibles consecuencias tanto para la salud mental de la adolescente y su familia
como para el desarrollo del hijo que va a nacer. Las exigencias y responsabilidades de la maternidad
ocurren en un momento en que la adolescente esta centrada en la búsqueda de su identidad y de su
independencia y antes de haberlo logrado debe satisfacer las necesidades de dependencia de un ser
en desarrollo. Por estas razones, y por el notable aumento de su frecuencia, se considera que el
embarazo en la adolescencia es un importante problema psicosocial.
En Chile, como en casi todo el mundo, la edad de inicio de las relaciones sexuales es cada vez más
temprana. En 1994, un 33% de las y los adolescentes de 15 y los 19 años refería haber tenido su
primera relación sexual y un 42% en el año 2000. Las mujeres de nivel socioeconómico bajo, con
baja escolaridad y dedicadas a las labores del hogar se inician sexualmente antes que el resto de las
mujeres. Estas diferencias no se dan en los hombres. En menores de 15 el 18% de las niñas de nivel
socioeconómico bajo refiere haberse iniciado, el 13 % de las de nivel medio y el 5% de las de nivel
alto. La edad de la menarquia también se ha adelantado y ocurre, en promedio, a los 12 años y
ocho meses.
La proporción de hijos de madres menores de 20 años del total de nacidos vivos aumentó del 11.9 %
al 14,5 % entre 1991 y 1999, mientras la tasa de natalidad general diminuyó de 22.1 a 17.1 en ese
mismo período en Chile. El embarazo y la maternidad son una razón importante para la no
permanencia o incorporación de las mujeres jóvenes al sistema educativo.
Dentro de los factores individuales, se plantea que las adolescentes que se embarazan tienen baja
autoestima, frecuentemente han fracasado en sus estudios, tienen sentimientos de soledad y refieren
conflictos con sus padres, dificultad para establecer metas personales apropiadas y para gratificarse
a sí mismas con sus propios logros, poca tolerancia a la frustración, tendencia a la impulsividad y a la
inestabilidad emocional, dificultad para anticipar consecuencias y para aprender de la experiencia.
También son frecuentes los antecedentes de abuso sexual.
Los estudios señalan que las adolescentes que se embarazan tienden a haber tenido una menarquia
precoz, haber iniciado su vida sexual alrededor de los 15 años de edad, y a tener una conducta
sexualmente activa, unida a una ignorancia sobre su propia fisiología.
Estas adolescentes suelen insertarse en grupos de pares sexualmente activos, tener pocas amigas y
contar con una pareja estable que con frecuencia es 5 años mayor que ella.
En relación con los factores familiares, aunque son inespecíficos, se describen características que
aumentan la probabilidad de que ocurra un embarazo adolescente. Este incluye las pérdidas afectivas
significativas, figuras parentales ausentes o de vínculos frágiles y conflictivos con la adolescente,
sentimientos de ser rechazada o no querida por uno o ambos padres y embarazos adolescentes y/o
prematrimoniales en la madre y/o el padre u otras figuras femeninas significativas dentro del grupo
familiar.
Se agrega a esto el antecedente de uno o ambos padres con ingestión alcohólica excesiva, familias
donde se valora el tener muchos hijos y la dificultad para expresar verbalmente sentimientos y
emociones lo que conduce a actuar las emociones facilitándose así las conductas sexuales y
violentas.
Los factores socioculturales son también complejos e inespecíficos. Aunque los embarazos
adolescentes se dan en todos los estratos sociales, se ha visto que tienden a aumentar en familias
populares urbanas que viven en condiciones de hacinamiento, con trabajos inestables y de poca
remuneración (entre 20% a 28% de cada 100 mujeres entre 15 y 19 años). También se considera que
un factor importante es la influencia de los medios de comunicación en la sexualidad adolescente.
Las madres adolescentes se ven enfrentadas a vivir simultáneamente diversas crisis personales y
familiares altamente estresantes, lo que incide en el frecuente desarrollo de sintomatología
angustiosa y depresiva. A la crisis de la adolescencia propiamente tal, se agrega la crisis del
embarazo, de la relación de pareja, la cual dependerá también de la actitud del padre del hijo que
espera y que involucra difíciles decisiones compartidas (por ejemplo, la de vivir o no en pareja) duelo
del abandono de los ideales y metas trazados, duelo del alejamiento de los padres y/o brusco cambio
en la relación, adaptación a otra familia, cambio en las relaciones con los pares, a veces abandono y
rechazo, etc.
Las investigaciones señalan que las adolescentes después del parto reinician su vida sexual a los
pocos meses sin tomar las medidas necesarias para prevenir un segundo embarazo, tendiendo a vivir
con fuertes sentimientos de culpa y marginación. Mas de los dos tercios de las adolescentes que
tienen un hijo antes de los 15 no terminan sus estudios y la mitad de las que lo tienen entre los 15 y
17.
Como hemos visto, en el embarazo de una adolescente se pone en juego el presente y futuro de
varios individuos. La actitud del profesional que atiende a la adolescente debe ser cuidadosa con
todos los involucrados, incluyendo el niño que va a nacer, y debe estar orientada al futuro. Debe
tomar en consideración la estructura, dinámica y valores particulares de la familia y no pensar en la
adolescente en forma descontextualizada. Es importante tomar en cuenta que una adolescente "no
se transforma necesariamente en adulto debido a su embarazo". Las intervenciones deben tener
como propósito ayudar a la adolescente a crecer y desarrollarse y a apoyar a la familia para que la
ayude en ese proceso. Con este fin puede ser necesario contribuir a que los padres superen el
sentimiento de fracaso personal y familiar que los embarga y facilitar el diálogo entre padres e hija.
Suárez Munist B, Zubarew T. Desarrollo psicológico y social del adolescente. En: Adolescencia:
promoción, prevención y atención de salud. Zubarew T, Romero MI, Poblete F. Ediciones
Universidad Católica de Chile. 2003.
Zubarew T, Álvarez MI, Montiel F, Schilling A. Sexualidad del adolescente. En: Adolescencia:
promoción, prevención y atención de salud. Zubarew T, Romero MI, Poblete F. Ediciones
Universidad Católica de Chile. 2003
Texto que aborda las necesidades y problemas de salud del adolescente en forma integral,
biopsicosocial y familiar. En su primera parte describe el proceso de crecimiento y desarrollo
biopsicosocial del adolescente y la importancia de la familia.
Berwart, H. & B. Zegerz. (1980) Psicología del Adolescente. Editorial Universitaria. Santiago.
Texto de fácil lectura acerca del desarrollo adolescente en sus diversas áreas enfatizando las
tareas de la etapa.
Este libro trata de una visión psicoanalítica de la adolescencia entregada en un lenguaje sencillo y
surgida desde la experiencia clínica. Entrega una clasificación de maneras de presentarse de la
adolescencia y describe en profundidad las crisis de identidad, autoridad y sexualidad que vive el
adolescente.
Hidalgo, C.G., y Carrasco, E. (1999) Salud Familiar: un modelo de atención integral en la atención
primaria. Santiago de Chile. Ediciones Universidad Católica de Chile.
El Ciclo Vital Familiar. En: Familia y salud de los jóvenes. Florenzano, R. Ediciones Universidad
Católica de Chile. 1994.
Valenzuela C.; Sepúlveda G.; Almonte C. (1991). Desarrollo normal y trastornos psicosociales en
la edad juvenil. Serie científica Médica. Centro de Extensión Biomédica Fac. Medicina U Chile.
Mc Anarney, E.R., Kriepe, R.E., Orr, D.P., et al. Textbook of Adolescent Medicine. 1992.
Philadelphia. W.B. Sounders Company. 91-98.