Capítulo Xix - Compraventa y Permuta
Capítulo Xix - Compraventa y Permuta
Capítulo Xix - Compraventa y Permuta
369. Caracteres
El contrato de compraventa tiene los siguientes caracteres:
a) Es bilateral porque implica obligaciones para ambas partes;
b) es consensual porque produce todos sus efectos por el solo hecho del consentimiento y sin
necesidad de la entrega de la cosa o del precio;
c) no es formal; aun en el caso de que tenga por objeto la transmisión de inmuebles, la escritura
pública exigida por el artículo 1017, inciso a, es un requisito de la transferencia del dominio,
pero no del contrato en sí, que puede ser válidamente celebrado en instrumento privado, y aun
verbalmente;
d) es oneroso;
e) es conmutativo porque es de su naturaleza que los valores intercambiados (cosa y precio)
sean aproximadamente equivalentes; sólo por excepción puede ser aleatorio, lo que ocurre
cuando se compra una cosa que puede o no existir.
370. Aplicación supletoria de la compraventa a otros contratos
El Código Civil y Comercial dispone que las reglas de la compraventa se aplican supletoriamente
para los restantes contratos en los que se transfieran o constituyan, según su admisibilidad legal,
derechos reales más limitados (condominio, propiedad horizontal, superficie, usufructo, uso,
habitación, conjuntos inmobiliarios o servidumbre), excluyéndose los derechos reales de garantía
(hipoteca, prenda y anticresis), y siempre que el adquirente pague un precio en dinero (art. 1124, inc.
a). Se está reconociendo que la compraventa es el principal medio por el que se transfiere el
dominio, y de allí su consagración como norma supletoria.
También establece que las disposiciones de la compraventa se aplicarán supletoriamente a los
contratos por los cuales se transfiera la titularidad de títulos valores por un precio en dinero (art.
1124, inc. b). Se desprende del texto que la adquisición de títulos valores no constituye un contrato
de compraventa de cosas muebles, pero su similitud queda de manifiesto al establecerse la
aplicación subsidiaria de sus normas.
La nueva norma se ubica en un punto intermedio entre dos posturas que pueden advertirse en el
derecho comparado y en otros proyectos de reforma del Código Civil. En efecto, existe un criterio
tradicional que solo reconoce como contrato de compraventa aquél por el cual se promete la entrega
de una cosa en propiedad, a cambio de un precio de dinero (art. 1323, Código Civil; art. 955,
Proyecto del P.E.N. de 1993; art. 1064, Proyecto de 1998). Pero, modernamente, se considera
compraventa a toda enajenación de derechos, cualquiera sea su naturaleza, a cambio de la entrega
de un precio en dinero (art. 453, Cód. Civ. alemán; art. 1470, Cód. Civ. italiano; art. 1598, Cód. Civ.
francés; art. 1532, Cód. Civ. peruano; art. 737, Cód. Civ. paraguayo).
El artículo 1123, como se vio más arriba (número 367), mantiene el concepto tradicional de
compraventa, pero el artículo 1124, inc. a), sin llegar a llamar de esa manera a la transmisión de los
demás derechos reales (con exclusión de los derechos de garantía), aplica supletoriamente sus
normas a tales transmisiones.
Además, especifica algo que el propio Código, más adelante, prevé de manera más amplia. En
efecto, el artículo 1614 establece que si la cesión de derechos se hiciere por un precio en dinero, el
contrato se regirá supletoriamente por las reglas de la compraventa. Ahora bien, si los títulos valores
no son cosas muebles, como ya se dijo, lo que importa en ellos es el derecho que encierran y que
puede ser transmitido. Por eso, el artículo 1124, inc. b), aplica las reglas de la compraventa
supletoriamente para ese contrato.
382. Enumeración
Además de las incapacidades de ejercicio mencionadas en los números anteriores, el Código
establece otras de derecho. La distinción es importante, porque en el primer caso no existe una
imposibilidad absoluta de comprar y vender, como ya hemos visto, desde que lo pueden hacer por
medio de sus representantes legales o con el auxilio del apoyo designado. En cambio, en las
hipótesis de incapacidad de derecho no hay medio de celebrar el acto por sí o por representante
legal o convencional.
385. c) Albaceas
El albacea, también llamado ejecutor testamentario, que no es heredero no puede celebrar
contratos de compraventa sobre los bienes de las testamentarias que estén a su cargo (art. 1002, in
fine). Aquí también se procura evitar que ellos puedan valerse de sus funciones para perjudicar a los
herederos, legatarios o acreedores.
La norma claramente excluye de la prohibición al albacea que es, además, coheredero. Desde
luego, no se aplica tampoco a los administradores de la sucesión, sobre quienes no pesa ninguna
incapacidad para comprar.
La compraventa celebrada en violación de lo dispuesto por esta norma adolece de relativa.
§ 3.— EL CONSENTIMIENTO
§ 1.— LA COSA
394. El problema
A primera vista, parece razonable afirmar que las cosas ajenas no pueden venderse. Es una
solución que parece impuesta por una lógica elemental, pues ¿cómo podría venderse algo que no
pertenece al vendedor? Sin embargo, a poco que se examine el problema, se advertirá que el
principio no es tan razonable como parecía. Cuando una persona se obliga a vender algo que no le
pertenece, es obvio que toma el compromiso de adquirirlo primero y luego enajenarlo al comprador.
No hay razón para prohibir tal contrato.
No es extraño, por consiguiente, que el derecho romano admitiera como válida la venta de cosa
ajena, solución que imperó sin discusiones hasta la sanción del Código Napoleón. Recuérdese que
esta legislación importó una innovación sustancial en lo que atañe a la naturaleza y efectos del
contrato de compraventa. Mientras que en el derecho romano este contrato no significa otra cosa
que una obligación de transmitir la propiedad, en el Código Civil francés es traslativo por sí mismo de
la propiedad. Parecía natural, por consiguiente, que las cosas ajenas no pudieran venderse, puesto
que en tal caso era imposible que se produjera aquel efecto.
Pero, habiendo adherido nuestro ordenamiento legal al sistema romano en lo relativo a los efectos
del contrato de compraventa, resulta lógico admitir la validez de la compraventa de cosa ajena, que
no es más que un compromiso a transmitir regularmente el dominio de la cosa prometida. Por ello, el
artículo 1132 dispone que la venta de la cosa total o parcialmente ajena es válida, en los términos
del artículo 1008. Y añade. El vendedor se obliga a transmitir su dominio al comprador. Será de
aplicación, entonces, lo estudiado antes (números 160 y 210).
400. Principio
Dispone el artículo 1132 que la venta de cosa parcialmente ajena es válida. Es el caso de la venta
hecha por uno de los copropietarios de la totalidad de la cosa indivisa; sin perjuicio de los derechos
de los demás condóminos y los del propio comprador que, obviamente, si compró todo, no puede ser
obligado a aceptar una parte, la venta es válida respecto de la porción del vendedor.
§ 2.— EL PRECIO
413. Enumeración
Las principales obligaciones del vendedor son: entregar la cosa vendida (lo que incluye la entrega
de instrumentos, facturas y documentación que corresponda), y garantizar para el caso de evicción y
de vicios ocultos. También, está obligado a recibir el precio. Implícita en la obligación de entregar la
cosa se encuentran los deberes de conservarla hasta el momento de la entrega y la de correr con los
gastos de la entrega.
416. a) Riesgos
Si la cosa perece sin culpa del vendedor, la venta queda resuelta; el vendedor no podrá reclamar
el pago del precio, y si lo hubiere recibido, deberá devolverlo (arg. arts. 755 y 955). Si la cosa se
pierde por culpa del vendedor, el contrato se extingue y deberá indemnizar el daño causado (arts.
citados). Esto último es aplicable al vendedor moroso, que no es culpable de la pérdida de la cosa, a
menos que demuestre que la cosa se habría perdido también en poder del comprador.
El Código Civil y Comercial no resuelve los problemas derivados del deterioro de la cosa, a pesar
de la remisión que hace el artículo 755 a los artículos 955 y 956. Ante este silencio, nos parece
razonable seguir el criterio previsto en los artículos 580, 581 y 892 del Código Civil de Vélez: (i) si la
cosa se deteriora sin culpa del vendedor, el comprador tendrá derecho a tener por resuelta la venta o
a pedir una disminución proporcional del precio; (ii) si la cosa se deteriora sin culpa del vendedor
después de encontrarse en mora, está obligado a pagar los daños, a menos que demuestre que la
cosa se hubiera deteriorado también en poder del comprador; (iii) si la cosa se deteriora por culpa
del vendedor, el comprador tendrá derecho a exigir una cosa equivalente y el pago de los daños
sufridos, si es que no prefiere recibir la cosa en el estado en que se encuentra y la reparación de
tales daños.
Un caso singular plantea el artículo 1151: el de la cosa mueble que, si bien no ha sido entregada
al comprador, ha sido puesta a su disposición, conforme lo dispuesto por el artículo 1149. Esta
situación se asimila a la de la entrega efectiva de la cosa mueble, pues los riesgos de daños o
pérdida de las cosas, y los gastos incurridos, quedan a cargo del comprador desde que la cosa ha
sido puesta a su disposición, si ello ha sido pactado en el contrato.
¿Significa esto que el vendedor carece de toda responsabilidad sobre la integridad de la cosa
mueble? No lo creemos. Aunque el artículo 465 del derogado Código de Comercio ha desaparecido
en el Código Civil y Comercial, su solución (que el vendedor, que pone la cosa a disposición del
comprador, se constituye en depositario de los efectos vendidos) debe mantenerse por analogía,
pues el vendedor conserva la tenencia de la cosa mueble y no puede usarla, características que son
propias del depósito (arts. 1356 y 1358).
El referido artículo 1151 establece también que el vendedor deja de cargar con los riesgos de
daño o pérdida de la cosa mueble, y los gastos incurridos, desde que la pone a disposición del
transportista u otro tercero, pesada o medida, pero no aclara quién asume tales riesgos. Pensamos
que poner la cosa a disposición del transportista o del tercero, es tanto como ponerla a disposición
del comprador. El nuevo texto no lo dice, pero es lo razonable si se procura interpretar el contrato de
manera armónica con la Convención de Viena de 1980, que dispone que cuando se haya puesto la
mercadería en poder de porteador, el comprador asume el riesgo desde ese momento (art. 68, ley
22.765).
417. b) Mejoras
Las mejoras naturales, esto es, las que no provienen del hecho del hombre sino de la naturaleza,
ocurridas entre la celebración del contrato y la entrega de la cosa, también favorecen al dueño, es
decir, al vendedor. Éste está autorizado a exigir el mayor valor al comprador, y si este último no lo
acepta, el contrato se extingue sin responsabilidad para las partes (art. 752).
Sin embargo, desde que el vendedor se encuentra en mora, las mejoras naturales pertenecen al
comprador y el vendedor no podrá exigir un mayor precio por ellas; esta solución se desprende del
principio según el cual el deudor que ha incurrido en mora debe satisfacer todos los daños que por
tal motivo ocasione a la otra parte; y por cierto, si la cosa se hubiera entregado en tiempo, las
mejoras naturales corresponderían indudablemente a su nuevo dueño, el comprador.
Respecto de las mejoras artificiales (las que provienen del hecho del hombre), deben diferenciarse
según se traten de mejoras necesarias, o de mejoras útiles, de mero lujo, recreación o suntuarias.
Respecto de las primeras, el vendedor está obligado a hacerlas, sin derecho a percibir su valor;
respecto de las segundas, se las puede llevar, siempre que no dañe la cosa, y no tiene derecho a
reclamar indemnización alguna (art. 753).
418. c) Frutos
Todos los frutos percibidos antes de la tradición de la cosa pertenecen al vendedor; pero los
pendientes corresponden al comprador (art. 754).
419. d) Productos
Los productos forman parte de la cosa y su extracción la disminuye. Está pues fuera de discusión
que el vendedor no tiene derecho a seguir extrayendo productos, desde el instante mismo en que se
realizó la venta, pues ello sería contrario a su obligación de conservación y custodia.
434. Enumeración
Las obligaciones del comprador son las siguientes: a) pagar el precio; b) recibir la cosa y los
documentos vinculados con el contrato; c) pagar los gastos de recepción de la cosa (arts. 1141).
§ 1.— OBLIGACIÓN DE PAGAR EL PRECIO
437. Intereses
En principio, el comprador no debe los intereses del precio por el tiempo transcurrido entre el
momento del contrato y el del pago, a menos que se trate de las siguientes hipótesis:
a) Que el contrato fije intereses, lo cual es muy común en las ventas a plazos.
b) Que el comprador haya incurrido en mora (art. 768), en cuyo caso debe los intereses aunque el
vendedor haya conservado la posesión de la cosa vendida. Ellos corren desde el momento de la
mora.
V — MODALIDADES DE LA COMPRAVENTA
452. Remisión
Nos hemos referido al pacto comisorio, llamado por el Código Civil y Comercial como cláusula
resolutoria, antes (números 239 a 250) y allí nos remitimos.
Solo hemos de señalar ahora que, si bien la facultad de resolver el contrato, es en general útil
desde el punto de vista económico porque brinda un instrumento de coerción contra el mal cumplidor
y bueno desde el ángulo moral, porque defiende eficazmente al contratante de buena fe, hay casos
en que su ejercicio resulta abusivo y contrario a la moral, como ocurre, por ejemplo, cuando el
incumplimiento es menor. En conclusión, para que pueda ejercerse la cláusula resolutoria, es
necesario que se trate de un incumplimiento de cierta gravedad.
§ 5.— VENTA CON PACTO DE RETROVENTA
455. Enumeración
Para que el pacto de retroventa sea válido debe reunir las siguientes condiciones: a) Debe recaer
sobre bienes inmuebles o muebles. b) Su plazo no puede exceder el fijado por el artículo 1167. c)
Debe estipularse en el mismo acto de la venta.
a) Es lícito en relación a bienes inmuebles y muebles. Hemos dicho que el Código Civil de Vélez
solo permitía la aplicación del pacto de retroventa para el caso de venta de inmuebles (art. 1380). El
Código Civil y Comercial amplía notablemente esta cuestión. Ahora puede pactarse tanto en la
compraventa de inmuebles como de muebles (art. 1166). La norma aclara que si la cosa es
registrable (todos los inmuebles y los muebles cuya venta deba inscribirse en algún registro), el
pacto de retroventa es oponible a terceros interesados si resulta de los documentos inscriptos en el
registro correspondiente, o si de otro modo el tercero ha tenido conocimiento efectivo. En cambio, si
se trata de la venta de una cosa mueble no registrable, el pacto de retroventa no es oponible al
tercero adquirente de buena fe y a título oneroso.
b) Plazo no superior a cinco años en los inmuebles y dos en los muebles. Los inconvenientes de la
incertidumbre que pesa sobre el dominio hacen necesario limitar el término durante el cual el
derecho de rescate puede ser ejercido. Nuestro Código establece dos diferentes plazos según se
trate de cosas inmuebles o muebles (art. 1167). Si es inmueble, el plazo es de cinco años; si es
mueble, es de dos años. En ambos casos, el plazo corre a partir de la fecha de celebración del
contrato. Por lo tanto, es irrelevante la fecha de la entrega de la cosa.
Se trata de un plazo de caducidad; por consiguiente, su vencimiento se opera ipso iure sin
necesidad de constitución en mora. Se trata de un plazo perentorio e improrrogable (art. 1167, in
fine).
Si las partes hubieran estipulado un término mayor, el plazo debe considerarse reducido al límite
legal (art. 1167, párr. 2º), siendo ineficaz en lo que lo exceda.
Si la cláusula se limita a establecer la retroventa sin estipular plazo, debe considerarse que se ha
referido al término legal de cinco o dos años, según el caso.
c) La retroventa debe estipularse en el mismo acto de la venta. Esto surge de la ubicación del
artículo 1163 que define el pacto de retroventa, el cual está en la sección referida a "algunas
cláusulas que pueden ser agregadas al contrato de compraventa". Si el pacto de retroventa se
hubiera pactado por contrato separado, no constituye una condición resolutoria, sino un nuevo
contrato que supone dos transferencias de dominio independientes. Además, este nuevo contrato no
tendrá efectos respecto de terceros a quienes el comprador hubiera transmitido el dominio u otro
derecho real sobre la cosa, puesto que, al no figurar el compromiso de retracto en el título original,
no tienen por qué ser afectados por las obligaciones contraídas por el comprador.
471. Es indivisible
El derecho de preferencia es indivisible; por tanto si la cosa hubiera sido vendida originariamente
por varios condóminos, cada uno de ellos podrá exigir se le venda toda la cosa, si los otros
covendedores no quisieran recomprarla; pero ninguno de ellos podría pretender que se le revendiera
sólo la parte que él tenía en la cosa, salvo que ese derecho a la recuperación parcial fuera
reconocido expresamente en el contrato.
472. Plazo para ejercer la preferencia
El vendedor está obligado a ejercer su derecho de preferencia dentro de los diez días de serle
notificada la oferta que tenga por ella, a menos que otro plazo resulte de la convención, los usos o
las circunstancias del caso (art. 1165, párr. 3º). Por otra parte, debe tenerse en cuenta que el pacto
de preferencia tiene un plazo de vigencia que no puede superar los cinco años, para los inmuebles, o
dos años, para los muebles, ambos contados desde la celebración del contrato. Vencido tales
plazos, que son perentorios e improrrogables, caduca el derecho del vendedor a exigir la preferencia.
B.— EFECTOS
481. Concepto
A veces el vendedor, con el objeto de asegurarse el pago total de la cosa vendida, se reserva el
dominio hasta que el precio haya sido pagado totalmente. Se trata de un poderoso medio de
garantía, pues retiene la propiedad de la cosa hasta que sea satisfecho íntegramente el precio
convenido; lo que el comprador hubiese pagado será retenido por el vendedor a título de daños o de
compensación por el uso de la cosa. Desde luego, si lo adeudado por el comprador fuese una ínfima
parte del precio convenido, la pretensión del vendedor de recuperar la cosa importaría un verdadero
abuso del derecho.
482. Naturaleza jurídica
En la doctrina nacional y extranjera domina netamente la idea de que el pacto de reserva de
dominio importa una venta hecha bajo condición suspensiva: el comprador sólo deviene propietario
cuando ha pagado la totalidad del precio. El Código Civil de Vélez, siguiendo a FREITAS, había
considerado, en cambio, que este pacto equivale al pacto comisorio y debe recordarse que éste
importa una condición resolutoria (art. 1376). El Código Civil y Comercial no regula la venta con
reserva de dominio, lo que permite adherir a la idea dominante, que se conforma con los términos en
el que el pacto es estipulado: el vendedor se reserva el dominio, cuya adquisición por el comprador
queda suspendida hasta el pago del precio.
489. Concepto
A veces se fija en el contrato la calidad de la cosa vendida; así por ejemplo, 1.000 quintales de
trigo duro, 100 vaquillonas Aberdeen Angus de pedigree. En tal caso, el vendedor cumple
entregando cosas de igual calidad a la prometida y el comprador no podrá rehusarse a recibirlas (art.
1338).
Esta cláusula, que no está prevista en el Código Civil y Comercial (aunque sí lo estaba en el
artículo 1338 del Código Civil de Vélez) tiene un punto de contacto con la venta a satisfacción del
comprador: el vendedor tiene derecho a demostrar que la cosa entregada tiene las calidades
prometidas y, como consecuencia, a exigir del comprador el cumplimiento del contrato. Pero las
diferencias son sustanciales: a) En la venta a satisfacción del comprador, éste tiene una facultad, en
cierta medida discrecional, de apreciación de las cualidades o méritos de la cosa y el juez no podrá
obligarlo a adquirirla si él ha manifestado no ser de su agrado, salvo en el caso de que su actitud sea
evidentemente injusta o abusiva. En la venta de cosa de calidad determinada, el criterio de
apreciación del mérito de ella es estrictamente objetivo. b) En la venta a satisfacción del comprador,
a éste, si no le satisface la cosa, le basta con rechazarla; y si el vendedor pretende que su conducta
ha sido abusiva, será a él a quien le corresponda tomar la iniciativa para demostrarlo; en cambio,
cuando se ha prometido calidad determinada, y el comprador entendiera que la cosa que se le ha
entregado no la tiene, es él quien debe accionar. c) En la venta a satisfacción del comprador, si la
cosa no lo satisface, el contrato queda sin efecto, sin lugar a indemnización entre las partes y sin que
el comprador pueda exigir la entrega de otra que le satisfaga; muy distintas son las consecuencias
de la venta de cosa determinada, según hemos de verlo en seguida.
Es que mientras que la venta a satisfacción del comprador es un acto sujeto a una condición
suspensiva (art. 1160), la venta de cosa de calidad determinada es perfecta desde el momento de la
celebración.
490. Efectos
Las ventas realizadas con esta cláusula producen ab initio los efectos normales de la
compraventa: obligación del vendedor de entregar la cosa convenida, obligación del comprador de
pagar el precio. La discusión sobre si la cosa tiene o no las calidades prometidas, debe resolverse de
acuerdo a dictamen de expertos, que se expedirán teniendo en consideración los usos del comercio.
Si la cosa no tuviese las calidades convenidas, el comprador tiene a su disposición varias
acciones: a) puede pedir la resolución del contrato por incumplimiento de sus condiciones y, desde
luego, los daños consiguientes; b) puede exigir del vendedor la entrega de otras mercaderías que
reúnan las calidades prometidas; c) finalmente, puede aceptar las mercaderías ofrecidas con
reducción de precio, más la indemnización de los daños sufridos.
492. Concepto
El Código Civil de Vélez definía las ventas por junto y por peso, cuenta o medida, y las
diferenciaba. Establecía que la venta es por junto cuando las cosas son vendidas en masa, formando
un solo todo y por un solo precio (art. 1339). En cambio, disponía que la venta es a peso, cuenta o
medida, cuando las cosas no se venden en masa o por un solo precio; o aunque el precio sea uno,
no hubiese unidad en el objeto; o cuando no hay unidad en el precio, aunque las cosas sean
indicadas en masa (art. 1340). La venta es a peso en el caso de venta de cereales, cuyo precio se
fija por tonelada, es a cuenta en el caso de cosas envasadas, cuyo precio se fija por unidad, y es a
medida en el caso de géneros, cuyo precio se fija por metros.
El Código Civil y Comercial establece que cuando se celebra un contrato de venta por junto, el
comprador no está obligado a recibir una parte de la cosas muebles adquiridas, excepto que así se
haya convenido (art. 1159). Por lo tanto, la regla es que el comprador no puede ser obligado a recibir
una porción de las cosas prometidas, ni siquiera en el caso de que el vendedor prometa entregarle
más tarde el resto. El único caso en el que está obligado a recibir parte de la cosa es si así se lo
convino.
Además, el mismo artículo 1159 dispone que si se recibe parte de la cosa, la venta y la
transmisión de dominio quedan firmes respecto de esa parte. Y entendemos que tal firmeza sobre la
parte recibida existe, incluso en el caso de que el vendedor no entregue el faltante, lo que
expresamente estaba previsto en el artículo 468 del derogado Código de Comercio.
El artículo 1144 dispone que si el precio se fija con relación al peso, número o medida, es debido
el precio proporcional al número, peso o medida real de las cosas vendidas; en otras palabras, el
precio del contrato resultará de multiplicar el precio de la unidad de peso, de la unidad de medida o
de la cosa individualmente considerada por la cantidad final de cosas que se venden. Además, en el
supuesto de que el precio se fije en relación al peso, la misma norma aclara que en caso de duda
habrá que tomarse el peso neto.
497. El problema
Una de las modalidades del negocio inmobiliario es la venta de lotes en mensualidades. En sus
inicios, en estos contratos era usual estipular que el precio se pagara en 60, 80, 100 o 120
mensualidades, con derecho para el comprador de exigir la escrituración luego de abonadas un
número determinado de cuotas. El problema que solía plantearse era el del comprador que se
atrasaba en el pago de las mensualidades; en estos casos, el contrato preveía que quedara resuelto,
sin necesidad de constitución en mora, recuperando el vendedor el inmueble con las mejoras
introducidas y conservando en su poder las cuotas ya pagadas a título de indemnización de daños y
de compensación por el uso de la cosa.
Estos planes de venta han tenido notorias ventajas, pues han facilitado el acceso a la propiedad
privada a numerosas personas de modestos recursos, que no hubieran podido desembolsar al
contado el precio del terreno; han sido, pues, un factor valioso de progreso. Pero al propio tiempo se
prestaron a abusos, cuando no a verdaderas defraudaciones, extinguiendo contratos cuando el
comprador ya había pagado parte sustancial del precio o había introducido mejoras importantes.
Con el fin de conjurar estos peligros se dictó la ley 14.005, luego reformada por la ley 23.266, que
estudiaremos a continuación.
501. Remisión
Nos hemos referido a los contratos en comisión, que el Código Civil y Comercial llama contrato
para persona a designar más arriba (número 211) y allí nos remitimos.
504. Prohibiciones
La ley expresamente prohíbe la realización de propuestas al consumidor, por cualquier tipo de
medio, sobre una cosa que no haya sido requerida previamente y que genere un cargo automático
en cualquier sistema de débito, que obligue al consumidor a manifestarse por la negativa para que
dicho cargo no se efectivice. Si con la oferta se envió una cosa, el receptor no está obligado a
conservarla ni a restituirla al remitente aunque la restitución pueda ser realizada libre de gastos (art.
35, ley 24.240).
512. Efectos
El efecto fundamental del boleto de compraventa, es, ya se ha dicho, colocar al titular del boleto en
situación de comprador y permitirle exigir del vendedor la transferencia del dominio. Además, tiene
los siguientes efectos: a) convierte la posesión adquirida por el comprador en legítima (art. 1916); b)
permite al comprador oponer al concurso del vendedor la compra del inmueble cuando ha pagado el
25% del precio y pedir la escrituración, quedando obligado a constituir hipoteca de primer grado
sobre el bien, en garantía del saldo de precio (art. 1171); y c) reunidos ciertos recaudos, el
comprador de buena fe por boleto tiene prioridad sobre los terceros que hayan trabado cautelares
sobre el inmueble vendido (art. 1170).
513. Poder para suscribir el boleto; forma
El artículo 364 establece que el apoderamiento debe ser otorgado en la forma prescripta para el
acto que el representante deba realizar. Teniendo en cuenta que la ley no establece ningún requisito
formal para el acto de apoderamiento por el cual se faculta a otra persona a suscribir en nombre del
poderdante un boleto de compraventa, puede otorgarse por instrumento privado o público y aun
verbalmente. Pero debe quedar claro que esta informalidad sólo alcanza al boleto; el poder que se
otorga para facultar a otro a escriturar en su nombre el inmueble debe ser hecho por escritura
pública, pues ésta es la formalidad que exige el artículo 1017, inciso a, para la adquisición de
derechos reales.
515. La escrituración
Las obligaciones esenciales que derivan para el vendedor de un inmueble que ha firmado boleto
de compraventa son otorgar la escritura y hacer la tradición de la cosa. A esta cuestión nos hemos
referido con anterioridad (números 178 y 182) y allí nos remitimos.
517. Colisión entre el adquirente por boleto y acreedor que ha trabado cautelar
Establece el artículo 1170 que el derecho del comprador de buena fe tiene prioridad sobre el de
terceros que hayan trabado cautelares sobre el inmueble vendido si: a) el comprador contrató con el
titular registral, o puede subrogarse en la posición jurídica de quien lo hizo mediante un perfecto
eslabonamiento con los adquirentes sucesivos; b) el comprador pagó como mínimo el veinticinco por
ciento del precio con anterioridad a la traba de la cautelar; c) el boleto tiene fecha cierta; y d) la
adquisición tiene publicidad suficiente, sea registral, sea posesoria.
El Código Civil y Comercial se propone claramente ampliar los efectos del boleto de compraventa,
permitiendo su oponibilidad no sólo en el concurso o la quiebra, sino también ante ciertos terceros
individuales que tienen derechos sobre el bien adquirido, precisando los recaudos que se exigen
para ello.
El primer requisito que el texto exige es que el adquirente sea de buena fe. La mala fe no puede
ser fuente de derechos.
Después, la norma limita la posibilidad de oponer el boleto de compraventa a los terceros que
hayan trabado medidas cautelares sobre el inmueble vendido, siguiendo un criterio que puede
considerarse mayoritario, que da preferencia al adquirente por boleto respecto del acreedor
embargante. En cambio, como se verá en el número siguiente, el Código Civil y Comercial, al
referirse exclusivamente a los terceros que hayan trabado cautelares, ha dado prioridad, a contrario
sensu, al acreedor hipotecario sobre el comprador con boleto.
La nueva norma exige que, para que el boleto sea oponible, el comprador debe haber contratado
con el propietario del inmueble conforme las constancias registrales. Además, admite que el boleto
sea opuesto por quien pueda subrogarse en la posición jurídica de quien lo hizo mediante un
perfecto eslabonamiento con los adquirentes sucesivos. La norma parece estar refiriéndose a la
probable existencia de sucesivas cesiones del boleto de compraventa. En este caso, el cesionario
del boleto, que acredite la existencia de una regular cadena de transmisión hasta llegar a quien ha
vendido por boleto, podrá hacer valer tales contratos y prevalecer frente al tercero.
La norma exige, también, que el comprador haya pagado el veinticinco por ciento del precio, antes
de la traba de la medida cautelar. Como se ve, se mantiene el mismo recaudo que se impone
cuando se pretende oponer el boleto de compraventa al concurso o a la quiebra.
Otro recaudo que impone el texto legal es que el boleto tenga fecha cierta, probablemente con la
idea de que ella da seguridad. A nuestro juicio, más relevante que la fecha cierta es probar la
entrega de la posesión o la publicidad registral, en su caso. Lo curioso es que la propia norma exige
que la adquisición tenga publicidad suficiente, sea registral, sea posesoria. Y esto resulta
incongruente con el recaudo de la fecha cierta.
VII — PERMUTA
520. Caracteres
Son los mismos de la compraventa: a) la permuta es consensual, porque produce efectos por el
solo acuerdo de voluntades; b) es no formal; en el caso de los inmuebles, la escritura pública exigida
por el artículo 1017, inciso a, es un requisito de la transferencia del dominio pero no del contrato en
sí, que puede ser válidamente celebrado en instrumento privado (véase número 511); c) es bilateral,
porque engendra obligaciones para ambas partes; d) es oneroso, pues las contraprestaciones son
recíprocas; e) es conmutativo, porque las contraprestaciones recíprocas son por naturaleza
equivalentes.