Estructura de La Biblia

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 19

Estructura de la Biblia

La palabra «Biblia» viene de la palabra griega βίβλος(biblos, forma plural biblia) que significa la cáscara
interna del junco papiro que fue la materia prima para libros en la antigüedad. Por eso la palabra llegó a
tener el significado de «libro». Ya en el segundo siglo d.C. los cristianos usaban la palabra griega «biblia»
(libros) con el significado de Escrituras.

La palabra «testamento» en las frases «Antiguo Testamento» y «Nuevo Testamento» es una traducción de
la palabra griega διαθήκη(diatheque) que realmente significa «pacto». A través de la Biblia Dios ha hecho
pactos con el ser humano. Tal vez el pacto más conocido en el Antiguo Testamento fue la Ley dada por
medio de Moisés. En Jeremías 31:31 (y otras citas en los profetas) Dios prometió que iba a establecer un
nuevo pacto diferente del antiguo. Jesucristo se refirió a esa profecía en Lucas 22:20 cuando dijo: «Esta
copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes». Este es la razón por la cual las dos
divisiones principales de la Biblia se llaman Antiguo Testamento [AT de ahora en adelante] y Nuevo
Testamento [NT de ahora en adelante].

2.1 HISTORIA Y ESTRUCTURA DEL AT

El AT fue escrito durante un período largo. Si los cinco libros del Pentateuco fueron los primeros escritos
durante la vida de Moisés y el último libro escrito fue Malaquías unos 400 años a.C., entonces la
composición del AT duró unos mil años. Es posible que Job sea el libro más antiguo y si es así fue aun más
largo el tiempo. Los cambios que ocurrieron en la cultura e idioma de Latino América durante los últimos
mil años ilustra lo asombroso es el hecho que el conjunto de libros del AT fueron escritos durante tan
largo período de tiempo.

El idioma de la mayoría del AT es el hebreo. El idioma de Génesis 10:22, 31:47, 2 Reyes 8:26, Esdras 4:7–6:1,
7:12–26, Isaías 36:11, Jeremías 10:11 y Daniel 2:4–7:28 es el arameo (lo cual era el idioma del norte de
Mesopotamia, incluido de Babilonia en la época del AT).

La versiones en español del AT contienen 39 libros (las versiones católicas contienen 46 libros porque han
aceptado como canónico otros libros[1]). El AT en español está dividido en cuatro secciones: Pentateuco
(Génesis-Deuteronomio), libros históricos (Josué-Ester), libros poéticos y sapienciales (Job-Cantares) y
libros proféticos (Isaías-Malaquías).

En cambio la Biblia Hebrea originalmente tenía 22 libros porque Samuel, Reyes y Crónicas no estaban
divididos, Rut era parte de Jueces, Lamentaciones era parte de Jeremías, Esdras y Nehemías era un libro, y
los doce profetas menores era un libro. Las ediciones actuales del texto hebreo del AT (conocido como el
Texto Masorético [TM]) han separado Rut, Lamentaciones y los doce profetas menores para llegar a un
total de 36 libros. Estos libros están organizados en tres secciones con títulos
hebreos: ‫(תורה‬toráLey), ‫( נביאים‬nebiim, Profetas) y ‫(כתובים‬ketubimEscritos). Los 22 libros de la Biblia hebrea
antigua, los 36 libros del TM y los 39 libros de las versiones modernas del AT en español contienen las
mismas palabras, la única diferencia es la organización en libros y el orden de esos libros.

La versión griega del AT que estaba disponible en el primer siglo d.C. se llama la Septuaginta (LXX[2]). Esta
traducción del AT al griego surgió poco a poco entre 250 a.C. y 15 a.C. Los judíos tradujeron sus Escrituras
al griego porque muchos de ellos ya no hablaban ni leían el hebreo, pues el mundo antiguo estuvo bajo el
dominio de los griegos desde el 330 a.C., aproximadamente, hasta 40 a.C. y aun durante varios siglos
después, el griego fue el idioma de negocios en todo el mundo romano.

Hay varios manuscritos griegos de cada libro del AT y hay diferencias entre los diferentes manuscritos.
Además la calidad de la traducción varía entre libro y libro. En algunos casos hay diferencias marcadas
entre el TM y la LXX y en otros casos los dos son muy similares en significado. La LXX es muy importante
para el estudio de la Biblia por dos razones: (1) el orden de libros en la LXX es el orden de los libros en las
versiones modernos en español; (2) la mayoría de las veces que un autor del NT cita el AT está citando la
LXX y no el TM.

Además de los libros del AT que aparecen en la Biblia Hebrea, la LXX incluye una cantidad de otros libros
de carácter religioso e histórico que eran importantes a los judíos en los dos siglos antes de Cristo. Estos
libros se llaman los libros apócrifos y pseudoepígrafos. Algunos de estos libros aparecen en las versiones
católicas de la Biblia en español. Cuando la Biblia fue traducida al latín y siglos después a los idiomas
modernos como al español, el orden y la organización de los libros del AT fue el de la LXX.

2.2 HISTORIA Y ESTRUCTURA DEL NT

El NT fue compuesto durante un período relativamente corto de unos 50 años. Es probable que el primer
libro escrito fuera la Epístola de Santiago, y que Apocalipsis fuera el último libro escrito. El idioma de todo
el NT es el griego koiné(común), que era el idioma de comercio de todo el mundo romano del primer
siglo. Hay unas pocas palabras del idioma arameo en el NT[3], y unas palabras del latín
como centurión y legión.

La estructura del NT también se desarrolló durante un tiempo relativamente corto de unos dos siglos. Los
cuatro evangelios aparecen juntos en manuscritos muy tempranos y también las trece epístolas de Pablo.
Los manuscritos más tempranos de todo el NT en el orden que observamos en las versiones en español
son del cuarto siglo d.C. Es probable que los Evangelios aparecen primero porque narran la vida del Señor
Jesucristo. Hechos sigue porque es como un puente entre la vida de Jesucristo y las cartas, pues narra los
primeros años de la Iglesia. Las cartas de Pablo están ordenadas de la más larga a la más corta (con la
excepción de Gálatas, que es unas palabras más corta que Efesios). La razón del orden de los demás
epístolas es incierta. Es probable que Apocalipsis ocupe el último lugar porque relata los eventos que
terminan con la segunda venida del Señor en el futuro.

Existe una cantidad de otros libros de carácter religioso de los primeros siglos d.C. que tienen títulos como
Evangelio de Tomás, Hechos de Pedro, Epístola de Bernabé y muchos otros, pero ninguno de estos
documentos han sido considerados como parte del NT.
Comparación de versiones del AT
Biblia hebrea Texto Septuaginta Versiones
antigua (22) masorético protestantes en
LXX español
TM (36)
(53) (39)
LEY (torá) LEY (torá) PENTATEUCO PENTATEUCO

Génesis Génesis Génesis Génesis

Éxodo Éxodo Éxodo Éxodo

Levítico Levítico Levítico Levítico

Números Números Números Números

Deuteronomio Deuteronomio Deuteronomio Deuteronomio


PROFETAS PROFETAS HISTÓRICOS HISTÓRICOS
(nebiim) (nebiim)
Josué Josué
Josué Josué
Jueces Jueces
Jueces (+ Rut) Jueces
Rut Rut
Samuel (1 y 2) Samuel (1 y 2)
1 Reyes (1 Sam) 1 Samuel
Reyes (1 y 2) Reyes (1 y 2)
2 Reyes (2 Sam) 2 Samuel
Isaías Isaías
3 Reyes (1 1 Reyes
Jeremías (+ Jeremías Reyes)
Lam.) 2 Reyes
Ezequiel 4 Reyes (2
Ezequiel Reyes) 1 Crónicas
Oseas
Los doce 1 Crónicas 2 Crónicas
Joel
2 Crónicas Esdras
Amos
Esdras A Nehemías
Abdías (también
conocido como 1 Ester
Jonás Esdras o 3
Esdras)
Miqueas
Esdras B (Esdras
Nahúm + Nehemías)

Habacuc Ester (*con


adiciones del
Sofonías texto griego,
incluidas en
Hageo
versiones
Zacarías católicas)
[1]Ver la lección sobre el canon.

[2]Septuaginta quiere decir 70, y LXX es el número 70 en latín. Este nombre surgió de la tradición que dice
que 70 ancianos de los judíos tradujeron el Pentateuco. Esta tradición probablemente no representa la
verdad.

[3]Por ejemplo, talita cumien Marcos 5:41, Corbánen Marcos 7:11 y maranathaen 1 Corintios 16:22.

Géneros literarios de la Biblia

El término «género literario» se refiere a la clase de literatura a la que una obra escrita pertenece. Los dos
géneros literarios más amplios son poesía y prosa. Los géneros principales que abarcan libros enteros de
la Biblia son: literatura narrativa, poesía, profecía, sapiencial (sabiduría), la Ley, literatura epistolar y
apocalíptica. Además hay una cantidad de sub-géneros (a veces llamados formas) encontradas adentro de
ciertos libros. Por ejemplo, los evangelios contienen parábolas y chreiae (anécdotas); las epístolas
contienen himnos, códigos de comportamiento social y listas de virtudes y pecados, dichos cortos como
aforismos y máximas. Varios libros de la Biblia contienen genealogías.

Es importante poder identificar con precisión el género literario de un libro y de un pasaje bíblico para
poder interpretarlo en la forma correcta. Por ejemplo, algunos tratan de justificar la práctica de poligamia
refiriéndose a los ejemplos de Jacob con sus cuatro mujeres, David con sus varias esposas y Salomón con
sus mil. Esto ignora un principio básico de la interpretación del género literario de literatura narrativa.
Narrativa relata lo que sucedió, no prescribe lo que es correcto. Además, es obvio de las vidas de Jacob,
David y Salomón que el tener más de una esposa generó para ellos problemas, tristeza y muchos
conflictos familiares y en el caso de David y Salomón abrió la puerta a una serie de desastres para toda la
nación.

A continuación encontrará unas pautas para identificar correctamente el género literario de un libro de la
Biblia juntamente con unos principios para guiar en su interpretación.

Géneros literarios de la Biblia

3.1. Literatura narrativa


En general, la literatura narrativa relata eventos históricos o ficticios. En la Biblia, los libros y pasajes
narrativos relatan eventos históricos. La gran mayoría del contenido de Génesis-Ester en el Antiguo
Testamento y los evangelios y Hechos en el NT pertenecen a este género. También hay pasajes narrativos
en los profetas, en algunos salmos, en los evangelios, en el libro de Hechos y en las epístolas del Nuevo
Testamento.

Para entender cómo interpretar la literatura narrativa de la Biblia es importante entender la diferencia
básica entre «historia»—lo que en realidad pasó, y una «narración histórica»—una reconstrucción de lo
que pasó. No tenemos acceso a «historia» en el sentido de lo que realmente pasó porque ningún
observador puede captar todo, ningún narrador puede relatar todo, y ningún lector puede leer y entender
todo relacionado aun con un evento relativamente sencillo.
Para ilustrar esta verdad tomemos como ejemplo un accidente de tránsito que fue presenciado por dos
observadores. Vamos a decir que un observador, Albeiro, es sobrino del chofer del carro morado. Él vio
que su tío estaba hablando por celular y pasó un aviso de PARE sin parar, pero no va a contar eso al
policía que llegó después. El otro observador, Argemiro, no vio ese detalle, sólo vio que el carro morado
chocó contra el amarillo pero él considera que las mujeres que manejan un carro son un peligro, y
observó que el chofer del carro amarillo fue una mujer. Su prejuicio le predispone de antemano a echar la
culpa al chofer del vehículo amarillo. Cuando Albeiro y Argemiro relatan al policía lo que ellos observaron,
cada uno tiene una perspectiva diferente por sus prejuicios, su posición física, sus habilidades físicas y
otros factores. Además, cada uno seleccionará lo que le pareció más significativo de lo que se acuerda del
accidente. Finalmente, su recolección del evento no va a ser perfecta. El policía tendrá que escuchar a
ambos testigos, observar otros datos y llegar a una conclusión acerca de quién tuvo la culpa. Él elaborará
un resumen (una reconstrucción de lo que pasó) que también está limitado por los factores de memoria,
selección, prejuicio y otros elementos. El resumen del policía es una narración histórica, es decir una
reconstrucción imperfecta de lo que pasó en realidad.

En esta ilustración, Albeiro no dijo toda la verdad y Argemiro dejó que su prejuicio contra las mujeres que
manejan carros influyera en su evaluación del evento que observó. En las narraciones históricas de la
Biblia, el autor también tenía que depender en muchos casos del testimonio de otros. Por ejemplo, en
Lucas 1:2, Lucas dice que él recibió su información de «los que desde el principio fueron testigos
presenciales y servidores de la palabra». En Lucas 1:5-2:52, él relata muchos detalles del nacimiento de
Juan el Bautista y Jesús. Es posible que Lucas se entrevistara con María misma durante su estadía en
Jerusalén cuando Pablo estaba encarcelado, pero eso hubiera tenido lugar unos 50 años después del
nacimiento de Jesús. Podemos suponer que María contó a Lucas todo lo que ella pudo recolectar de los
eventos. Lucas luego tenía que seleccionar de todo eso lo que finalmente escribió. ¿Qué criterio usó Lucas
para seleccionar lo que finalmente escribió de entre todo lo que María pudo haberle dicho? Él mismo nos
dice cuál fue su criterio de selección en Lucas 1:4: para que Teófilo (y otros gentiles creyentes como él)
llegara «a tener plena seguridad de lo que te enseñaron». En otras palabras Lucas está convencido acerca
de la verdad de lo que relata y quiere ofrecer una narración histórica que fortalezca la fe de personas
creyentes.

En otros casos, el narrador de una historia bíblica está relatando lo que él mismo vio, escuchó y
experimentó. Por ejemplo, Juan nos dice en 1 Juan 1:1, «lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto les
anunciamos respecto al Verbo que es vida». También, él admite en Juan 20:30-31, «Jesús hizo muchas
otras señales milagrosas en presencia de sus discípulos, las cuales no están registradas en este libro. Pero
estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su
nombre tengan vida». En otras palabras, Juan también seleccionó entre muchas cosas que él vio y escuchó
unos eventos y unas palabras de Jesús para relatar. Su criterio de selección fue para que sus lectores
creyeran y así tuvieran vida eterna.

Como se puede observar, cada autor de una narración histórica en la Biblia tenía que seleccionar, de entre
muchas cosas que tuvieron lugar, las que finalmente él decidió escribir. Además, cada autor tenía criterios
que le guiaban en ese proceso de selección. Para poder interpretar correctamente una narración histórica,
es preciso tener en cuenta el criterio (propósito) del autor e interpretar el texto narrado de acuerdo a ese
propósito. En los casos cuando el mismo autor no nos dice cuál es su propósito, es necesario examinar
todo el libro para poder discernirlo.

Por ejemplo, 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes narran un período de la historia de Israel y Judá. 1 y 2 Crónicas
narran el mismo período, pero sólo incluyen eventos de la historia de Judá. Además incluye genealogías
largas, y muchos detalles (especialmente de los reinos de David y de Salomón) que no están en Samuel y
Reyes. La clave para interpretar Crónicas está en reconocer que fue escrito después del retorno de Judá de
su exilio en Babilonia y en reconocer que el énfasis en todo el libro es la fidelidad de Dios en restablecer a
su pueblo otra vez en la tierra que prometió a Abraham, a pesar de la desobediencia y rebeldía que su
pueblo demostró a través de los siglos narrados.

Ya hemos mencionado el error de tratar de justificar la práctica de la poligamia, citando las cuatro mujeres
de Jacob. Génesis 12-50 narra la historia de los patriarcas Abraham, Isaac, Jacob y José (y sus familias). El
énfasis de esta sección de Génesis está en la fidelidad de Dios a sus promesas a pesar de las flaquezas de
los protagonistas. Hay un ciclo de pecados repetidos. Abraham es infiel a su esposa (con consentimiento
de ella) y eso produce conflicto en el hogar. Isaac muestra preferencia por uno de sus dos hijos y esto
produce conflicto en el hogar. Jacob comete esos mismos errores de Abraham y de Isaac y el conflicto
entre sus hijos resulta en el intento de asesinar a uno de ellos, José. José rompe esa cadena de pecado y
conflicto y logra un hogar estable. El mismo autor escribe en Éxodo 20:5-6 que Dios visita «la maldad de
los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago
misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos». Esta reflexión teológica resume
con exactitud la historia de los patriarcas, pues José es la cuarta generación contada desde Abraham y
cuando él (José) obedece a Dios, es liberado de la cadena de pecado que enredó a su familia antes.

Un último ejemplo lo encontramos en Hechos 8:26-40 que narra la evangelización que Felipe adelanta y el
bautismo que celebra del eunuco de Etiopía. Muchos han usado este pasaje como una enseñanza acerca
de cómo y cuándo bautizar. El error está en no reconocer que el propósito de Lucas en el libro de Hechos
es relatar la expansión del evangelio desde Jerusalén hasta lo último de la tierra. El significado de la
conversión del etíope no está en los detalles de su bautismo sino en el hecho de que él es el primer gentil
que recibe el Señor Jesús. Este pasaje puede complementar los pasajes didácticos sobre el bautismo
(como por ejemplo Romanos 6) pero no se debe tratar de establecer una teología de bautismo sobre este
pasaje, de manera aislada del resto del Nuevo Testamento.

En resumen, la narración histórica conforma una parte muy grande de toda la Biblia. Es necesario entender
la diferencia entre pasajes narrativos (que proveen una reconstrucción de lo que pasó) y pasajes didácticos
(que enseñan directamente). Se debe interpretar un pasaje narrativo a la luz del propósito y del énfasis del
autor. No se debe usar un pasaje narrativo aislado del contexto del resto de la Biblia para establecer una
doctrina o una teología.
Los Evangelios conforman una clase especial dentro de la literatura narrativa de la Biblia porque son
propiamente biografías (narraciones históricas que tratan principalmente con la vida de un individuo—en
este caso la vida humana de Jesucristo). El hecho que tenemos cuatro relatos diferentes de la vida de
Jesús exige dos formas de leer los Evangelios.

La primera forma es leer cada evangelio como una obra distinta con su propio propósito, énfasis y
teología. Para poder hacer esto es necesario observar lo que el autor dice acerca de su propósito (por
ejemplo Lucas 1:1-4 y Juan 20:30-31) y también es necesario notar las diferencias entre el evangelio que
estamos estudiando y los otros tres. Por ejemplo, el relato de la alimentación de los 5.000 está en cada
evangelio, pero solo Juan menciona el niño que ofreció los panes y peces, y solo Marcos menciona el
hecho de que la gente se sentó en pasto verde. Estos y otros detalles pueden tener significado para la
interpretación.

La segunda forma de leer los evangelios es en su conjunto, tratando así de elaborar una cronología de
todos los diferentes eventos narrados en los cuatro, y también de tener una visión más completa y amplia
de la vida de Jesús. Por ejemplo, Juan es el único Evangelio que menciona los varios viajes de Jesús a
Jerusalén y las Pascuas que él celebró allá. Este detalle nos ayuda a saber que el ministerio público de
Jesús duró entre 2 ½ y 3 ½ años. Pero Juan no menciona ninguna parábola de Jesús ni tampoco ninguna
ocasión cuando Jesús expulsó un demonio. Así que si leyéramos solo el evangelio según Juan, no
entenderíamos muchas cosas que Jesús hizo, pero si leyéramos solo Mateo, Marcos y Lucas, hay otras
cosas que no sabríamos.

Poesía
El libro entero de los Salmos es poesía y también lo es Cantares y Lamentaciones. Además, muchos
ejemplos de poesía aparecen en la literatura narrativa del Antiguo Testamento (Génesis 49; Éxodo 15:1–18;
Deuteronomio 32; 33; Jueces 5; 1 Samuel 2:1–10; 2 Samuel 1:19–27; 1 Reyes 12:16; 2 Reyes 19:21–34) y
libros enteros de profecía también están compuestos en poesía (Oseas, Joel, Amós, Abdías, Miqueas,
Nahúm, Habacuc, Sofonías), también grandes partes de Isaías, Jeremías, Jonás, y Zacarías. El Nuevo
Testamento también tiene partes compuestas en poesía, como por ejemplo Lucas 1:46-55, 68-79;
Filipenses 2:6-11 y varios fragmentos de himnos en el libro de Apocalipsis. Así que la poesía es un género
importante de la Biblia que aparece en muchas partes.

La poesía en el Antiguo Testamento no tiene rima ni tipos de ritmo que se puede identificar con
seguridad, sino el paralelismo estructural y el paralelismo de pensamiento. Las clases de paralelismo son el
paralelismo antitético, sinónimo, sintético, emblemático, reiterativo y el quiasmo.

3.2.1. El paralelismo antitético ocurre cuando dos frases exponen dos pensamientos contrarios. Salmo 1:6,
por ejemplo dice: «Porque el SEÑOR cuida el camino de los justos, mas la senda de los malos lleva a la
perdición». En estas dos frases son opuestos «el camino de justos» y «la senda de los malos», «el SEÑOR
cuida» y «lleva a la perdición». Esta clase de paralelismo es en especial frecuente en el libro de Proverbios.

El paralelismo sinónimo es el más frecuente en la poesía del Antiguo Testamento y consiste de dos o más
frases que expresen ideas casi iguales. Salmo 1:1 dice, «Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los
malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos». Aquí hay tres
frases que dicen lo mismo. Este tipo de paralelismo sirve para enfatizar una idea.
El paralelismo sintético es aquel por medio del cual una segunda frase completa el pensamiento de la
primera. Salmo 1:2 dice: «sino que en la ley del SEÑOR se deleita, y día y noche medita en ella». La
primera frase afirma algo y la segunda añade información para hacer más completo lo que la primera
frase afirma.

El paralelismo emblemático presenta una comparación explícita con el uso de las palabras «como», «así»,
o «semejante a». Salmo 1:3 dice: «Es como el árbol plantado a la orilla de un río».

El paralelismo reiterativo repite unas palabras en dos o más frases y añade algo al pensamiento cada vez.
Salmo 3:1 es un ejemplo: «Muchos son, SEÑOR, mis enemigos; muchos son los que se me oponen, y
muchos los que de mí aseguran: “Dios no lo salvará”», donde se repite dos veces las palabras «muchos
son» y luego una tercera vez «muchos».

El quiasmo es una serie de frases o cláusulas donde la primera y la última corresponden; la segunda y la
penúltima, y así sucesivamente. La correspondencia puede ser a nivel de la gramática o a nivel de
significado de las palabras. Lucas 1:71-74 es un ejemplo:

A. Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;

B. Para hacer misericordia con nuestros padres,

C. Y acordarse de su santo pacto;

B’. Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder

A’. Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos

De manera que un paso fundamental en la interpretación de la poesía bíblica es estudiar la estructura e


identificar las clases de paralelismo utilizadas. Otro paso necesario es reconocer el tema general del
poema. En los Salmos, por ejemplo, hay poemas cuyo enfoque principal es alabanza a Dios. Otros Salmos
están enfocados en presentar una queja ante Dios y pedir ayuda. Una tercera clase de Salmos celebra a
Dios como un poderoso guerrero que actúa en ayuda a su pueblo. Otro tipo común de Salmo es el que
está dedicado a dar gracias a Dios. Finalmente hay Salmos que maldicen a los enemigos de Dios y de su
pueblo y predicen su destrucción.

Un tercer paso en el estudio de poesía es un estudio cuidadoso de las metáforas y cualquier otro lenguaje
simbólico. La poesía por naturaleza contiene más de este tipo de lenguaje que otra literatura. Con
frecuencia, el simbolismo está ligado a un ambiente cultural diferente a lo nuestro. Así que hay que
estudiarlo con mucho cuidado para no sacar conclusiones erróneas. Por ejemplo, el Salmo 133 dice que
«Habitar los hermanos juntos en armonía es como el buen óleo sobre la cabeza que desciende sobre la
barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras». Esto se refiere una costumbre antigua
de ungir con bastante aceite perfumado al sumo sacerdote. Hay que estudiar los pasajes en Éxodo que se
refieren a la unción de Aarón para poder interpretar correctamente este Salmo.
Profecía y apocalíptica
El género literario que ha sufrido más mala interpretación es el de profecía bíblica. La profecía en el
Antiguo Testamento tuvo su comienzo con Moisés a quien Dios habló directamente (Éxodo 33:11) y a
quien Dios prometió que levantaría otro profeta como él (Deuteronomio 18:18-22). Moisés advirtió con
claridad al pueblo de Dios del peligro de desobedecer a Dios, animó al pueblo a arrepentirse de su
desobediencia, y predijo bendición si obedecía y maldición si desobedecía (Levítico 26; Deuteronomio 28-
29). En especial, Moisés advirtió al pueblo que si ellos persistían en la desobediencia, Dios los mandaría al
exilio en un país extranjero. Todos los profetas que Dios levantó después de Moisés llevaron el mismo
mensaje básico de Moisés: el peligro de desobediencia, la invitación a arrepentirse, la consecuencia del
exilio si no se arrepentía, y la bendición si obedecía. Muchos de los profetas también predijeron la llegada
del Mesías.

La profecía en el Nuevo Testamento sigue los mismos patrones. 1 Corintios 14 es el pasaje más largo y
detallado acerca del papel de la profecía en el Nuevo Testamento. Según este capítulo, las características
de la profecía son edificación, exhortación y consolación (1 Corintios 14:3), la profecía debe convencer y
juzgar (14:24) y existe para que todos aprenden y sean exhortados (14:31). Además, Pablo dice:
«Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen» (14:29) y «los espíritus de los profetas
están sujetos a los profetas», o sea la profecía en el Nuevo Testamento no tiene la misma autoridad de la
Palabra escrita sino que los demás deben discernir si el mensaje profético hablado está de acuerdo a la
Biblia o no.

A la luz de todo esto, la moda corriente de «profecía» no es en realidad profecía en el sentido bíblico sino
adivinación (una cosa abominable ante Dios según Deuteronomio 18:9-13) y manipulación de la iglesia. La
esencia de la profecía bíblica no es predicción del futuro (aunque la verdadera profecía contiene
predicciones para autenticar la veracidad del mensaje). La esencia de la profecía bíblica es proclamación
del mensaje de Dios a su pueblo para encaminarlo hacia la obediencia. En los tiempos actuales, ya que
tenemos la Biblia completa sin faltar nada, la profecía es proclamar la verdad que la Biblia contiene con
autoridad y en el poder del Espíritu Santo, aplicándola a las vidas de todo el pueblo de Dios.

Volviendo al Antiguo Testamento, ahora podemos ver la relación entre profecía y literatura apocalíptica.
La profecía advertía al pueblo de que si persistía en la desobediencia, iría al cautiverio y al exilio de la
tierra que Dios había prometido a Abraham. Cuando Asiria había conquistado al reino del Norte (Israel) y
Babilonia había conquistado el reino del sur (Judá), no había ya más necesidad de ese mensaje profético
porque lo que todos los profetas habían advertido que iba a pasar, ya, en efecto, había pasado. Ahora el
pueblo de Dios estaba en el exilio y ellos necesitaban otro tipo de mensaje de parte de Dios. Ese mensaje
se dio a través de la literatura apocalíptica de la Biblia. Así que la profecía evolucionó a la apocalíptica
durante los años del exilio en Babilonia.

Podemos trazar este desarrollo claramente en el canon, si ubicamos a los profetas según su orden
histórico. Isaías, Miqueas, Oseas y Amós todos profetizaban antes del exilio y predijeron lo que sucedería.
Los libros de ellos son, pura y llanamente, profecía. Jeremías profetizó inmediatamente antes y durante el
exilio. Él es el último de los que escribieron profecía pura y llana. Ezequiel y Daniel fueron llevados
cautivos y profetizaban desde el exilio. Una buena parte de sus libros ya contienen literatura apocalíptica
pero también algo de profecía. Estos dos autores ministraron en la transición de géneros literarios de la
profecía pura y llana a la apocalíptica. Zacarías escribió después del exilio y su libro es prácticamente pura
literatura apocalíptica.
La diferencia entre profecía y literatura apocalíptica radica en la diferencia en el ambiente político del
pueblo de Dios. La profecía existía antes del exilio y lo predecía. La literatura apocalíptica tuvo lugar
durante y después del exilio. Su propósito es enseñar al pueblo que Dios actuaría para liberarlos del exilio
y mostrarles cómo vivir mientras se da la liberación. La literatura apocalíptica del Nuevo Testamento
(Apocalipsis, Marcos 13 y pasajes paralelos en Mateo y Lucas, 2 Tesalonicenses 2 y algunos otros
versículos en otras cartas) también tienen ese mismo propósito. En medio de un mundo cuyo príncipe es
el diablo, la literatura apocalíptica nos asegura que Cristo viene para dar solución definitiva a la situación y
también nos enseña cómo vivir mientras esperamos su venida.

A continuación hay algunas pautas para tener en cuenta para la interpretación de literatura profética:

1. Examine el ambiente político e histórico en el que la profecía fue dada. Por ejemplo, la famosa
predicción en Isaías 7:14: «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará
a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel», fue dada cuando Acaz era rey de Judá. Israel y Siria habían
hecho alianza contra Judá y el profeta Isaías fue enviado por el Señor para decirle a Acaz que no debía
tener miedo de ellos. La señal del nacimiento de un niño era para indicarle a Acaz que Dios iba a acabar
con el poder de Israel y Siria dentro de pocos años. Así que el significado de esta predicción para Acaz era
confiar en Dios y no en sus propios medios o en alianzas con otras naciones. Acaz ignoró la profecía de
Isaías e hizo alianza con Asiria. Siglos más tarde, Mateo reinterpretó esta profecía como una referencia al
nacimiento de Jesús, pero en cierta forma el significado todavía es tener confianza en Dios porque Él está
con nosotros.

2. Trate de discernir el comienzo y el final de la profecía. Es frecuente que dos o más profecías estén
unidas sin ninguna indicación de discontinuidad. Por ejemplo, Miqueas 7 tiene cuatro profecías
distintas (1-10, 11-13, 14-17 y 18-20), sin ninguna indicación explícita sobre dónde termina una y
comienza la otra. Para interpretar este capítulo, el lector tiene que poner mucho cuidado al cambio de voz
y tema.

3. No es raro observar un cumplimiento de una profecía en una época histórica y luego otro cumplimiento
distinto pero relacionado en otra época. Por ejemplo, la abominación de la desolación en Daniel 11:31 se
refirió explícita y originalmente a algo que pasó en el año 167 a.C., con la abominación del templo en
Jerusalén por parte del rey seléucida A ntíoco IV Epífanes. Luego el Señor Jesucristo usó la misma
expresión para referirse a algo que iba a pasar en el año 70 d.C. y es probable que tenga una referencia
futura a algo que todavía no ha pasado.

4. Evite la tentación de ver el cumplimiento explícito de profecías en los eventos del momento actual.
Durante los últimos 50 años con frecuencia autores populares han identificado equivocadamente a la
bestia, el anticristo, y otras cuantas cosas. El propósito de la profecía no es pronosticar ni satisfacer
nuestra curiosidad acerca de los detalles del futuro inmediato. Su propósito es encaminarnos hacia la
obediencia y dependencia al Señor para nuestro futuro.

Cuando hablamos de la interpretación de literatura apocalíptica, todas las pautas ya mencionadas aplican
y además las siguientes:

1. Literatura apocalíptica es altamente simbólica. La interpretación correcta de esa literatura toma en serio
este hecho. Muchas veces, no podemos saber el significado exacto de los símbolos, pero a pesar de
nuestra ignorancia, podemos seguir el hilo narrativo y ver principios y aplicaciones que nos ayudan a
confiar en el Señor y a vivir en obediencia mientras esperamos su venida (lo cual es el propósito de la
literatura apocalíptica).

2. La estructura de la literatura apocalíptica tiene mucho significado para su interpretación. Note frases
repetidas, ideas semejantes en diferentes secciones del libro y construcciones gramaticales inusuales
(especialmente, si están repetidas) como pistas estructurales para la interpretación.

3. El trasfondo histórico de la literatura apocalíptica en el Nuevo Testamento es sobre todo el Antiguo


Testamento. No es una exageración decir que todos los símbolos usados en Apocalipsis aparecen también
en el Antiguo Testamento, y algunos de ellos aparecen allá varias veces. Para la correcta interpretación de
esos símbolos, es imprescindible tener en cuenta su significado en el Antiguo Testamento.

Sabiduría
En el Antiguo Testamento los libros que están dedicados a exponer sabiduría son Job, Proverbios y
Eclesiastés. Además, hay numerosos Salmos dedicados a la sabiduría, como Salmo 1, 34, 37, 49, 73, entre
otros. La sabiduría bíblica surge de observar cómo funciona la creación y por eso aunque la literatura
sapiencial de la Biblia está inspirada por Dios, no es una revelación de verdad divina e inmutable sino un
compendio de lo que generalmente sucede y pasa basado principalmente en la experiencia. El error más
común en interpretar esta literatura en la Biblia surge de no tomar en cuenta esta diferencia entre
revelación de una verdad inmutable y la exposición de lo que generalmente suceda.

Tomamos como un ejemplo el Proverbio 13:4: «El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve
cumplidos sus deseos». Esto es la verdad en la mayoría de los casos y cuando no hay factores
excepcionales que intervienen para cambiar la situación. Sin embargo, una persona diligente que siembra
un campo y lo trabaja duro puede sufrir desastre por una granizada o una inundación. Un negociante
diligente puede esforzarse para construir un edificio para su negocio y luego un terremoto o un tsunami
lo puede destruir por completo. En cambio todos conocemos personas perezosas que son hijos
consentidos de familias ricas que nunca trabajan pero tienen todos sus deseos satisfechos.

El proverbio expone un principio que es cierto en muchos casos pero no considera todos los casos
posibles. Por eso no hay que tomar cada proverbio como una promesa de Dios o algo que expresa lo que
siempre va a suceder. Es más, la literatura sapiencial bíblica presenta varias perspectivas diferentes sobre
la vida. La mayor parte del libro de Proverbios presenta una óptica optimista sobre la vida y anima al
lector a esforzarse para obtener paz y prosperidad. En cambio el libro de Eclesiastés presenta una
perspectiva pesimista sobre la vida, declarando que todo es vanidad y que todo lo que el ser humano
consigue en esta vida es motivo de frustración y desengaño. Job presenta otra perspectiva donde la
persona más recta y justa puede sufrir calamidades en cada área de la vida sin tener el derecho de hacer
un reclamo ante el Creador. Para dar una interpretación y aplicación correcta de la literatura sapiencial de
la Biblia, es necesario tener en cuenta todas estas perspectivas distintas, porque todas representan un
aspecto de lo que es la vida en un mundo afectado por el pecado.

Ley
Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio contienen la exposición de muchas leyes. La interpretación y
aplicación de estas leyes han creado mucha controversia y desacuerdo entre cristianos. En general, hay
dos tipos de leyes en el Antiguo Testamento: casos (casuística) y ley apodíctica (a veces llamada ley
absoluta). La ley casuística detalla una situación específica y lo que deben hacer las personas frente a esa
situación. Un ejemplo de esta clase de ley detalla qué debe hacer la persona que tiene una enfermedad
contagiosa de la piel. Una ley apodíctica es «no matarás».

La Ley del Antiguo Testamento es muy diferente a las leyes modernas en dos formas. En primer lugar, la
Ley del Antiguo Testamento fue dada como parte de un pacto o convenio entre Dios y la nación de Israel.
Dios actualmente no tiene un pacto con una entidad política en el mundo moderno, sino con su pueblo
que se compone de personas creyentes en Cristo de todas las naciones. Por eso, es necesario interpretar
la Ley del Antiguo Testamento como parte del pacto de Dios con Israel y verla en su contexto histórico y
cultural. Además, el pacto actual de Dios con su pueblo descansa sobre el hecho de que el creyente está
«en Cristo», y Cristo efectivamente cumplió perfectamente la Ley. Por eso no estamos ya más bajo la
condenación de la Ley sino bajo la gracia de Dios, pero por otra parte, no tenemos la libertad de vivir en
desobediencia a Cristo confiando así en una gracia barata.

En segundo lugar, la Ley del Antiguo Testamento es diferente a los códigos legales modernos porque no
identifica, en la mayoría de los casos, la entidad competente para implementar la ley ni tampoco el castigo
que se deba imponer en caso de desobediencia. La Ley del Antiguo Testamento fue más bien una serie de
principios que gobernaban el comportamiento de los individuos y grupos en la nación de Israel donde
cada uno tuvo la responsabilidad ante Dios por honor, respetar y obedecer los principios.

Históricamente había dos extremos en la interpretación de la Ley: un extremo es considerar que toda ley
del Antiguo Testamento aplica al cristiano con la excepción de lo que el Nuevo Testamento explícitamente
contradice; el otro extremo es considerar que nada de la Ley del Antiguo Testamento aplica al cristiano,
con la excepción de lo que el Nuevo Testamento explícitamente afirma. Un principio de interpretación
mejor que está entre estos dos extremos es toda la Ley del Antiguo Testamento aplica al cristiano de
acuerdo a su cumplimiento en Cristo Jesús.

Por ejemplo, el cristiano está exento de sacrificar animales por el pecado porque Cristo murió una sola vez
para siempre (Hebreos 9:1-10:25). Sin embargo, el principio bíblico que el pecado requiere el castigo de
muerte es vigente y la muerte de Cristo debe infundir al cristiano un profundo rechazo a todo tipo de
pecado. El cristiano no está obligado a obedecer las leyes dietéticas del Antiguo Testamento porque
Cristo declaró todo alimento limpio (Marcos 7:19). Sin embargo, hay que reconocer que el objetivo de las
leyes dietéticas del Antiguo Testamento fue el de mostrar a las otras naciones que el pueblo de Israel era
diferente (el significado principal de la palabra «santo») y que el pueblo cristiano hoy cumple con este
principio de santidad a través de un comportamiento limpio en cada área de la vida (2 Corintios 6:17). El
cristiano no está obligado a circuncidar a sus hijos (Gálatas 5:2-6), pero la ceremonia de bautismo es
paralela a la circuncisión y el creyente en Cristo debe someterse al bautismo (Colosenses 2:11-12). La
diferencia es que ahora las mujeres pueden ser bautizadas y así llegar a formar parte del pueblo de Dios.
Además, muchos consideran que se debe practicar la ceremonia de bautismo cuando la persona tiene
suficiente edad y conocimiento para estar consciente de haberse arrepentido del pecado y recibido al
Señor Jesucristo, mientas que la Ley señala que la circuncisión debe hacerse al octavo día contado a partir
del nacimiento.

Otras leyes del Antiguo Testamento están explícitamente vigentes como Deuteronomio 6:5 (repetido por
Jesús en Mateo 22:37): «Ama al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas». Y en muchos casos, el cristiano está obligado a un nivel de comportamiento mucho más estricto
que el comportamiento a la luz de las leyes del Antiguo Testamento. Por ejemplo, la Ley del Antiguo
Testamento prohibió el adulterio físico, pero Jesús enseñó que con solo el deseo sexual hacia otra mujer
distinta a su esposa, ya se incurre en adulterio (Mateo 5:28) y, aunque la Ley del Antiguo Testamento
permitió divorciarse y volverse a casar, Jesús enseñó que se puede divorciar solo en caso de infidelidad
sexual.

En Mateo 5:20, Jesús dijo: «Porque les digo a ustedes, que no van a entrar en el reino de los cielos a
menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los maestros de la ley». Este versículo introduce un
pasaje donde Jesús nos da un principio de interpretación de leyes que nos puede guiar en casos en los
que no hay otra guía explícita. El principio está enunciado por el Señor así: «ustedes han oído que está
escrito…, pero yo os digo…). En cada caso, Jesús expone un principio más estricto que el de la Ley. Este
pasaje cubre casos como amor al prójimo, juramentos y adulterio. Si aplicamos el mismo principio al robo,
podemos concluir que Pablo expresó bien el principio cristiano en Efesios 4:28: «El que robaba, que no
robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados».
En otras palabras, no es suficiente no robar, el cristiano debe trabajar y dar con generosidad a los que
tienen necesidad.

Consideremos el caso del cuarto mandamiento que obliga al pueblo judío a descansar el día sábado. Hay
grupos dentro del cristianismo que insisten en seguir observando esta ley. Creo que el principio cristiano
ahora es que todos los siete días y cada momento de nuestras vidas es ahora santo y especial y que
debemos dedicarlos todos al servicio de Jesucristo. El caso del diezmo es otro semejante. Según la Ley del
Antiguo Testamento (y algunos grupos cristianos hoy) 90% de lo que gano es mío y 10% pertenece al
Señor. Creo que la realidad es que para el cristiano 100% de lo que gano, de lo que tengo, y de lo que
puedo hacer pertenece al Señor y que yo estoy obligado a administrar todos mis bienes, tiempo y talentos
para la gloria y honra de Él y estar dispuesto a entregar todo hasta la misma vida si fuere necesario.

Otras leyes que parecen sencillas realmente no lo son. Por ejemplo, hay que considerar la ley «no
matarás» juntamente con los muchos mandamientos de Dios a matar (al secuestrador, al asesino, al hijo
rebelde, a la pareja que comete adulterio) para extirpar la maldad de la tierra. También Dios mandó a su
pueblo a exterminar varias naciones—hombres, mujeres y niños de pecho. En el Nuevo Testamento, Pablo
aclara en Romanos 13 que Dios estableció el gobierno humano para frenar la maldad y que ha dado el
poder de la espada al gobierno para ese fin. Dios prohíbe a la persona privada de asesinar a otra persona,
pero sí ha dado la responsabilidad al gobierno de usar la fuerza legítimamente para frenar la maldad. Por
eso, el policía o el soldado que mata a otra persona y que está actuando bajo la autoridad y el mando de
un gobierno debidamente constituido por Dios no peca.

Literatura epistolar
Las 13 cartas de Pablo en el NT tienen muchas cosas en común con la literatura epistolar no-bíblica de su
época, y ciertas cosas diferentes. El conocer tanto las semejanzas como las diferencias ayuda al intérprete
con la tarea de entender y aplicar las cartas paulinas.

Hay miles de ejemplos de cartas o fragmentos de cartas del mundo grecorromano. El saludo inicial de una
carta típica fue «Fulano a Sutano, saludos». Todas las cartas de Pablo tiene estas palabras, pero todas
añaden otras palabras generalmente para establecer la autoridad de Pablo como Apóstol y para identificar
con más precisión a los recipientes de la carta como creyentes en Jesucristo y en alguna medida bajo la
autoridad apostólica de Pablo. Otra diferencia es que Pablo sustituía por la palabra «saludos» las palabras
teológicamente importantes «gracia y paz».
Después del saludo, una carta típica tenía una oración corta o un deseo del autor para el bien del
recipiente. Las cartas de Pablo todas contienen una oración con la sola excepción de Gálatas. Las
oraciones de agradecimiento a Dios y deseando bendiciones para los recipientes son bastante más largos
que las de una carta normal de la antigüedad. Generalmente la oración contiene todos los elementos
importantes del cuerpo de la carta en forma breve (casi un bosquejo del contenido de la carta). La
excepción de Gálatas es importante para la interpretación de esa carta, pues muestra el enojo del Apóstol
y su afán para iniciar el cuerpo de la carta sin gastar tiempo y espacio en otras cosas.

El final de una carta típica siempre tenía una oración despidiéndose y a veces mandando saludos a otras
personas. Las cartas de Pablo también tienen esta sección, pero otra vez es siempre más extenso que en
cartas típicas del mundo secular y siempre contienen detalles que ayudan al intérprete a conocer más
acerca de las circunstancias que impulsaron a Pablo escribir.

Parece que Pablo consideró la carta como un sustituto para una visita personal cuando fue imposible
realizarla. Siempre enviaba sus cartas con discípulos de confianza quienes hubieran leído la carta
públicamente en la iglesia (o probablemente las varias iglesias locales en casas de familia en una ciudad).
Cada carta de Pablo (con la posible excepción de Efesios) está dirigida a una situación específica en una
iglesia local. Para interpretar correctamente una carta, es necesario reconstruir con tanta exactitud posible
esa situación y así entender lo que la carta dice en ese contexto.

La razón por la que esa reconstrucción de la situación es tan importante se debe a que el intérprete tiene
que determinar si las instrucciones que la carta contiene son normas eternas aplicables directamente en
todo tiempo y entorno, o si son aplicaciones de tales normas a una situación histórica y cultural en una
iglesia local del primer siglo. Por ejemplo, la instrucción en Efesios 5:25 de dejar la mentira y hablar la
verdad parece ser una norma transcultural porque hay muchas otras citas a través de toda la Biblia que da
la misma orden. De otra manera es posible que la instrucción que prohíbe a las mujeres enseñar a
hombres y ejercer autoridad sobre ellos pueden ser una aplicación del principio misionero de Pablo
(enunciado en 1 Corintios 9, especialmente versículo 19-23) de no ejercer ciertos derechos para facilitar la
extensión del evangelio. Digo esto porque hay evidencia en otras partes de la Biblia de la autoridad de
mujeres sobre hombres (como Débora, Hulda y Junia) y también de mujeres que tuvieron ministerios de
enseñanza o predicación (como María Magdalena y Priscila).

Otro aspecto de las cartas de Pablo que es importante para la interpretación es la estructura. En general,
Pablo expone una base teológica primero y después aplica la teología al comportamiento de los
recipientes. Es importante identificar si el pasaje que está interpretando es teológico o dirigido al
comportamiento.

Algunas de las otras cartas del Nuevo Testamento tienen las partes normales de una carta típica (1 Pedro,
2 Pedro, Judas y las 7 cartas en Apocalipsis 2 y 3). Pero Hebreos no tiene saludo inicial, Santiago no tiene
saludo de despedida, y 1ª Juan no tiene ninguna de esas dos partes. Además la estructura de estas últimas
tres cartas es muy diferente de una carta típica de Pablo. Santiago y 1ª Juan tratan unos pocos temas en
una forma intercalada. Para captar la enseñanza completa sobre cualquiera de esos temas, es necesario
leer toda la carta y recopilar la enseñanza de las diferentes secciones. Hebreos intercala exposición
teológica con exhortación.

En general, para interpretar un pasaje de cualquier carta del Nuevo Testamento es necesario leerla toda
con mucha atención y considerar el significado del pasaje en el contexto de la carta entera.
Unidad y diversidad en la Biblia

Esta breve reflexión sobre los diferentes géneros literarios en la Biblia es una buena introducción al tema
de la unidad y diversidad de la Biblia. Académicos que estudian la Biblia pero niegan la inspiración divina
de ella por lo general también niegan que haya unidad y coherencia en ella. Indican los diferentes autores,
citan pasajes que parecen contradictorios, hablan de los miles de años que pasaron entre la composición
de los primeros y últimos libros y dicen que las diferentes retratos que la Biblia presenta de Dios son
irreconciliables.

De otra manera, el autor de este curso y la mayoría de los estudiantes que lo van a tomar creemos que la
Biblia es la Palabra de Dios y esto quiere decir que no contiene contradicciones porque Dios por definición
es perfecto, todopoderoso y sabe todo. También quiere decir que en medio de la diversidad de la Biblia,
tiene que haber un hilo (o unos hilos) que demuestran unidad. Es más, la Biblia tiene que ser coherente
porque Dios como autor perfecto no puede crear una obra literaria imperfecta.

Vamos a introducir este tema ahora pero hablaremos mucho más acerca de esto en unas lecciones
posteriores.

4.1. UNIDAD Y DIVERSIDAD EN LA DEIDAD Y LA CREACIÓN

Al comienzo debemos notar que la unidad dentro de la diversidad es una característica de Dios y también
de su creación. Dios mismo, según la Biblia, existe eternamente como un solo Dios en tres personas
distintas. Cada una de las tres personas tiene ministerios y funciones distintos pero en una unidad tan
perfecta y completa que es un solo Dios. Esto es un misterio que ningún ser humano va a poder entender
a la perfección, pero puesto que la Biblia enseña la doctrina de la Trinidad, no tenemos otra opción
diferente de aceptarla y creerla, admitiendo así nuestra ignorancia parcial frente al conocimiento de Dios.

Esta ignorancia no es una cosa sorprendente porque Dios es eterno, infinito y perfecto en todo sentido. Es
lógico que nosotros los seres humanos (mortales, finitos e imperfectos) vayamos a tener un conocimiento
limitado e imperfecto de Dios. Sin embargo, no debemos preocuparnos de esto, pues Dios se ha revelado
a nosotros todo lo que necesitamos saber y todo lo que debemos creer acerca de Él (Deuteronomio
29:29).

Así que Dios mismo demuestra unidad dentro de diversidad en su esencia y todo el universo que creó
también muestra unidad dentro de diversidad. Al nivel más básico de la creación, toda materia física está
compuesta de una trinidad de partículas: protones, electrones, y neutrones. Pero dentro de esta unidad
tan sencilla, existe una diversidad asombrosa de elementos, moléculas, compuestos, y estados físicos que
parece casi infinita.

Si consideramos la creación orgánica, observamos lo mismo. No es difícil reconocer si un ser vivo es un ser
humano o no. Todos los seres humanos poseemos un conjunto de características que nos identifica como
parte de la raza human, pero ningún ser humano es por completo igual a ningún otro ser humano. Hay
unidad en la raza humana pero a la vez una diversidad inmensa. Podemos decir lo mismo de cada cosa
creada, sea vivo o sin vida. Toda la creación está caracterizada por unidad y diversidad.

Los filósofos han tratado por siglos de proponer una solución a lo que ellos llaman el problema filosófico
de uno y muchos. Este problema reduce a la búsqueda de uno solo que dio origen la lo mucho (la
diversidad) que actualmente observamos (reconociendo que esa diversidad tiene como característica
cierta unidad). Todas las soluciones filosóficas propuestas para este problema tienen contradicciones. La
única solución viable es Dios como Él se ha revelado a través de la Biblia.

A la luz de todo esto, no es sorprendente que la Biblia (la Palabra de Dios) demuestra unidad dentro de
una gran diversidad. Y debemos esperar que al buscar la unidad de la Biblia, lo que vamos a encontrar no
es un solotema central sino una diversidad de temas que demuestran diferentes aspectos o puntos de
visto de una realidad que es demasiado grande y compleja para que un ser humano la entienda a la
perfección.

4.2. LA DIVERSIDAD DE LA BIBLIA

4.2.1. Géneros literarios

Un aspecto de la diversidad de la Biblia es evidente al estudiar los diferentes géneros literarios de ella. El
escéptico argumenta, si la Biblia en realidad es una sola obra literaria de Dios, debe mostrar unidad en su
género literario, pero lo que observamos son muchos géneros distintos, aun a veces dentro de un solo
libro de la Biblia. Por ejemplo, Apocalipsis dice que es un libro de profecía, tiene literatura epistolar,
poesía, y por muchos factores se considera un ejemplo de literatura apocalíptica. ¿Dónde está la unidad
en todo esto? ¿Qué posibilidad existe que una colección de diferentes géneros tan diversos como la Biblia
puede demostrar unidad?
La respuesta a esta duda está en la naturaleza artística de toda literatura. El arte es el intento de
comunicar un aspecto de realidad en una forma impactante. La Biblia es sin duda una obra artística. La
realidad que intenta comunicar es espiritual, divina, y algo ajeno a nuestra habilidad humana de
percepción. Con nuestros cinco sentidos físicos, no se puede percibir la realidad de Dios y del mundo
espiritual que nos rodea. Por eso, la única forma de comunicar algo acerca de esa realidad es a través de
la metáfora: es decir comparando la realidad espiritual a algo físico.

Jesús hizo esto con frecuencia, usando agua, pan, agricultura, trabajo doméstico, el comercio y muchas
otras cosas para comunicar alguna verdad espiritual. Podemos comparar la Biblia al relato de los cuatro
ciegos palpando un elefante e intentando describirlo. Uno palpaba la cola y decía que el elefante era
como una serpiente, otro palpaba una pata y decía que el elefante era como un árbol, etc. Cada uno
describía la realidad del elefante en forma parcial. La Biblia emplea una diversidad grande de géneros
literarios, cada uno de los cuales puede comunicar algún aspecto de la realidad espiritual. Pero solamente
la combinación de todos puede acercarse a una comunicación adecuada y en alguna medida completa de
la realidad de Dios y del mundo que ha creado.

4.2.2. El retrato de Dios

La Biblia provee muchos retratos de Dios que según detractores son contradictorios. 1 Juan 4:8 dice «Dios
es amor», mientras Hebreos 12:19 dice que «Dios es fuego consumidor». Diferentes partes de la Biblia
compara Dios con una madre, un padre, una gallina, un guerrero, y el príncipe de paz. Isaías 57:15 dice:

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la
altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los
humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.

El comienzo de este pasaje describe a Dios como transcendental (es decir por completo distinto, más alto
y aparte de todo lo creado), mientras la segunda parte del versículo lo describe como inmanente
(realmente presente y parte de la creación).

¿Cómo podemos entender y reconciliar estas diferentes descripciones de Dios a través de la Biblia? La
realidad de Dios es grande, y cada intento de describirlo sólo capta una parte de la realidad de Él.
Tomemos como ejemplo el amor y la ira de Dios. Él nos ama con un amor perfecto e infinito pero odia el
pecado y por su justicia tiene que castigarlo. Parece que Dios tiene un conflicto irreconciliable entre estas
dos características. La resolución del conflicto ocurrió en la cruz donde Dios mismo (en forma humana)
sufrió las consecuencias justas de nuestros pecados para hacer posible nuestra reconciliación con Él.

4.2.3. Las supuestas contradicciones en la Biblia


Hay varias clases de supuestas contradicciones en la Biblia. Si hubiera una sola contradicción verdadera en
la Biblia, entonces negaría la inspiración divina de ella porque Dios es perfecto. Podemos clasificar las
supuestas contradicciones y así entender que en verdad no son contradicciones.

Las paradojas son afirmaciones que parecen contradictorias al ser humano por la imposibilidad de que un
ser finito alcanza a entender el Dios infinito. La doctrina de la Trinidad, las naturalezas humana y divina de
Jesús, y la soberanía de Dios frente a la responsabilidad humana son tres ejemplos de paradojas. Sería una
contradicción decir, «Dios es una persona y Dios es tres personas» o decir, «Dios es uno y Dios no es
uno». Pero no es una contradicción decir que Dios es uno en esencia pero tres en personalidad. Esto es
una paradoja—algo que superficialmente parece contradictoria pero en realidad es una afirmación de una
realidad que es más allá de nuestra experiencia humana y por eso difícil para nosotros a entender
perfectamente.

Hay aparentes contradicciones en la Biblia debido al hecho que muchas palabras tienen más de un solo
significado. Por ejemplo 1 Samuel 15:29 [Reina-Valera, 1960] dice: «Además, el que es la Gloria de Israel
no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta». Pero ocho veces en el AT dice
que Jehová se arrepintió de algo que iba a hacer (Gen. 6:6; Éx. 32:14; 2 Sam. 24:16; 1 Cr. 21:15; Jer. 26:19;
Amós 7:3, 6; Jon. 3:10). Otras versiones captan el sentido de 1 Samuel 15:29 mejor con la traducción
«cambiar de propósito». La palabra «arrepentirse» puede tener diferentes significados tales como sentir
tristeza por una circunstancia (Gen 6:6), retractar una decisión y sustituir otra como consecuencia de un
cambio de circunstancia (Jonás 3:10 donde Dios iba a destruir a Nínive por su maldad y cuando los
ciudadanos se arrepintieron [otro significado de la palabra] de su maldad, no la destruyó).

Hay supuestas contradicciones debido al hecho que la literatura narrativa es selectiva. Por ejemplo, Mateo
27:5 dice que Judas se ahorcó y Hechos 1:18 dice que se cayó y se reventó. Los dos relatos pueden ser
ciertos si algún tiempo después de ahorcarse el cuerpo muerto de Judas se cayó de dónde estaba colgado
y se reventó. Los dos relatos dieron una reconstrucción parcial de lo que pasó y tenemos que combinar
los dos para tener una idea más completa del suceso.

4.2.4. La imposibilidad de encontrar el tema central de la Biblia

Por siglos, teólogos han tratado de identificar el tema central de la Biblia. Lo que ha resultado es una lista
larga de posibles temas centrales con una defensa larga y complicada de cada uno. Algunas sugerencias
para un tema central de toda la Biblia han sido: Dios mismo, los pactos entre Dios y su pueblo, la historia
del pueblo de Dios, Cristo, la redención, y otros muchos. Cada una de estas sugerencias tiene algo a su
favor. Los escépticos afirman que la imposibilidad de encontrar un consenso sobre el tema central de la
Biblia demuestra que no tiene unidad y por eso no está inspirada por Dios.

La verdad es que cualquier obra literaria larga y compleja tiene un conjunto de temas. Por ejemplo la
riqueza temática de Don Quijotees proverbial, nadie sugiere que tiene múltiples autores porque no se
puede identificar un solo tema central de la obra. Cuánto más la Biblia, que es una comunicación divina de
realidades espirituales y celestiales y de la relación del Creador con sus creaciones, tendrá que exponer
una multiplicidad de temas.
4.3 CONCLUSIÓN

En resumen, la Biblia demuestra unidad dentro de diversidad, igual como Dios y toda su creación. Erramos
si buscamos empobrecer la Biblia ignorando su diversidad en la búsqueda de una unicidad rígida y
limitador. El hecho que la Biblia trata a Dios en relación con su creación demanda que sea un libro de gran
diversidad. Por eso, en esta introducción a la Biblia, vamos a examinar esa diversidad, no como evidencia
de la falta de inspiración divina, sino como la mayor riqueza de la obra. Vamos a aproximarnos a la Biblia
buscando a entender su coherencia, integridad y unidad en el mismo contexto de diversidad.

También podría gustarte