GUIA LIRICA GRIEGA-HELENISMO-CALIMACO Acotado

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LA LÍRICA GRIEGA

El nombre del género lírico se explica porque originariamente en Grecia los


poemas eran cantados o recitados con acompañamiento musical, en especial con una
lira o cualquier instrumento de cuerda, luego también incluso con la flauta; tal
costumbre se perdió, pero se mantuvo el nombre para la poesía de corte personal que
se había ido desarrollando sobre este patrón. Bajo la amplia denominación de «género
lírico» se incluyen composiciones poéticas de temas muy variados (erótico, patriótico,
idílico, elegíaco, religioso, etc.), es decir, no hay una temática específica propia del
género, aunque siempre los poemas tienen un enfoque personal y subjetivo (el poeta
expresa sus sentimientos más íntimos).
El género lírico se caracteriza formalmente en principio por su métrica –
variada– y por su carácter cantado o rítmico. Los nombres más corrientes para el poema
lírico son oda (del griego ᾠ δή ) o carmen (término latino). En la historia de la lírica
griega hay que distinguir dos etapas: la lírica arcaica y la lírica helenística.

LÍRICA ARCAICA

La lírica arcaica se extiende del siglo VII al siglo V a.C. Se trata de una época posterior
a Homero y su épica que manifiesta un pasado idealizado, y anterior al desarrollo de la
tragedia griega. La lírica de este período es el reflejo de una sociedad en crisis: la polis
se consolida como unidad administrativa y el comercio se vuelve la principal fuente de
ingresos; la aristocracia pierde poder en manos de tiranos que se alían con sectores bajos
que han crecido económicamente, y justamente los primeros autores líricos son nobles
venidos a menos por el auge de esta burguesía; además, se suceden las guerras entre las
ciudades -por el dominio de las colonias- y con el exterior. Estas tensiones y conflicto
constantes producen como resultado una época creadora por excelencia, plena de
vitalidad. Las nuevas tendencias se dirigen todas hacia un mismo horizonte: el
individualismo. En efecto, se abandona la tercera persona épica para dar lugar a un ‘yo’
que no sólo se da a conocer por firmar sus obras, sino que comienza a expresar sus
pensamientos y sentimientos íntimos. Asimismo, los autores no se interesan por el
pasado, sino por el presente en el cual están tomando parte activa. Por eso en sus versos
se reflejan las discusiones del momento: ya sea la nostalgia por el pasado poderío
aristocrático, ya sea el sentimiento ciudadano que se adapta a la nueva configuración
social sin prejuicios. En consecuencia, nunca atiende exclusivamente al yo, sino que su
objeto es la comunidad vista desde el yo. Lo que sobresale en todos los autores, a pesar
de sus enormes diferencias, es el enfrentamiento entre las exigencias del individuo y sus
limitaciones, lo individual frente a lo social. Las características de la lírica arcaica, en
resumen, son:

1. Actualidad: el poeta se interesa por el mundo circundante y canta hechos


relacionados con el presente, no con el pasado.
2. Subjetividad: el autor dirá su nombre e incluso nos informa de su mundo, a
veces incluso de su vida privada e íntima. Se autodenomina poeta (ποιετή ς, de
ποιέω que es ‘crear’) para establecer una diferencia entre lo que es un auténtico
creador y aquellos que eran simples cantores o recitadores de obras épicas ajenas
(aedos o rapsodas).
3. Variedad: la lírica nos ofrece una gran variedad y complejidad de esquemas
métricos (cada autor elegía cuál utilizar), y también una temática muy rica (el
amor, los problemas sociales y políticos, el disfrute del presente, los placeres de
la mesa, etc.). El recurso a la mitología también dependerá del tema.

Debe tenerse en cuenta que la transmisión de estos textos era principalmente oral:
se escribían no para que otros los leyeran, sino para ser recitados ante mucha gente, ya
sea en el banquete, ya en el ágora o en las reuniones de las tropas. Esto es lo que
convierte al plano de la sonoridad (tanto el ritmo intrínseco del verso como el
acompañamiento musical) en el más importante. En relación con esto, se distinguen dos
clases de lírica arcaica: la lírica monódica y la coral.

1.-MONÓDICA: poesía para ser cantada por un cantante solista. Esta modalidad es la
más comparable con el concepto moderno de poesía o de lírica. Los temas dominantes
son el amoroso, el convival o simposíaco (banquete), el patriótico y guerrero, y el
existencial (reflexiones sobre la vida). Subtipos: elegía, yambo, poesía mélica.

1.1.-Elegía: Era una poesía que se acompañaba con flauta y que nace aparentemente de
los lamentos y elogios dedicados a un muerto (poesía tradicional que acompañaba los
rituales fúnebres). Su tono, por tanto, era triste o melancólico. Pero cuando se desarrolló
–influenciada por la épica– amplió su temática: exhortativa, amorosa, satírica, de
contenido político y social e incluso filosófico-reflexivo. Su metro es el dístico elegíaco
(un hexámetro más un pentámetro). Al combinar dos métricas distintas, su ritmo se
quiebra y no es apto para la narración. En cambio, es ideal para la exhortación y la
reflexión. El autor más antiguo es Tirteo (s. VII), nacido en Esparta. Peleó en el ejército
espartano, especialmente en la guerra contra Mesenia. Los poemas que de él nos han
llegado, muchos en estado fragmentario, tienen como tema en su mayoría el valor
guerrero y la exhortación a la lucha.

No sabría acordarme ni mencionar a un hombre


por su excelencia en la carrera o en la lucha,
aunque tuviera la estatura y la fuerza de los cíclopes,
o venciera en la carrera al tracio Bóreas,
o fuera más agraciado de cuerpo que Tirano,
y más rico que Midas y Cíniras,
ni aunque fuera un rey más poderoso que Pélope, hijo de Tántalo,
y tuviera la lengua de miel de Adrasto,
ni aunque tuviera toda la gloria exceptuando el valor guerrero;
pues no es un valiente en la guerra
el que no ose contemplar la matanza sangrienta
y ataque al enemigo acercándosele.
Ésta es la verdadera virtud, éste es, entre los hombres, el premio agonal mejor
y más hermoso de lograr para un joven.
Es un bien común para la ciudad y el pueblo todo
que un guerrero, con las piernas bien abiertas, se mantenga firme en la vanguardia
sin cansancio, y se olvide enteramente de la huida vergonzosa,
exponiendo su vida y su corazón sufridor,
y enardezca con sus palabras al soldado, acercándosele:
éste es el hombre bueno en la guerra.
Rápidamente pone en fuga a las furiosas falanges enemigas
y con su ardor contiene la ola del combate.
Mas si cayendo en la vanguardia pierde su vida,
dando gloria a su ciudad, a su pueblo y a su padre,
herido por delante en muchos sitios a través del pecho,
del abombado escudo y de la coraza
le lloran tanto los jóvenes como los viejos
y toda la ciudad queda enlutada, llena de penoso dolor,
su tumba, sus hijos reciben honor entre los hombres
y los hijos de sus hijos y su descendencia remota:
jamás su gloria ni su nombre perecen
sino que aun estando bajo tierra alcanza la inmortalidad
aquel a quien, deplegando su heroismo, aguantando firmemente
y luchando por su patria y por sus hijos, mata el violento Ares.
Y si escapa a la Ker de la muerte que abate por tierra
y, triunfador, alcanza la gloria esplendorosa de la lanza,
todos le honran, tanto los jóvenes como los viejos,
y llega a la morada de Hades después de lograr mucha felicidad.
De viejo, es distinguido entre los ciudadanos y nadie
osa tratarle sin respeto o sin justicia,
todos, tanto los jóvenes como los de su edad
le ceden el asiento, incluso los más ancianos.
Que todos ahora intenten llegar a la cima de tal virtud suprema
con su valor, no huyendo de la guerra. (8)

Porque es hermoso que, caído en las primeras filas,


un valiente muera, luchando por su patria;
es en cambio la cosa más dolorosa de todas vivir como un mendigo,
abandonando la patria y sus fértiles campos,
errante con la madre querida y el padre anciano
y los hijos aú niños y la esposa legítima.
Este será objeto de odio para aquellos a cuyo país llegue
cediendo a la necesidad y a la horrible pobreza;
deshonra su linaje, desmiente su noble rostro
y toda infamia y toda vileza va con él.
Por lo tanto, si no hay para un vagabundo ninguna ayuda
ni tampoco respeto, consideración ni compasión,
luchemos valientemente por nuestra tierra y por nuestros hijos
muramos sin ahorrar nuestras vidas.
Así pues, oh jóvenes, luchad permaneciendo unidos
y no deis la señal de la huída vergonzosa ni del miedo,
haced grande y fuerte en el pecho vuestro corazón
y no tengáis amor por vuestras vidas, luchando con el enemigo;
ni huyáis abandonando caídos a los de más edad,
cuyas rodillas ya no son ágiles, a los viejos.
Pues es vergonzoso que caído en las primeras filas, yazga en el suelo
delante de los jóvenes un hombre de más edad,
de cabeza ya blanca y barba cana,
exhalando en el polvo su alma valerosa,
con las ensangrentadas vergüenzas cogidas entre las manos
–visión abominable, cosa impía de ver-
y desnudo; en un joven, en cambio, todo es decoroso
mientras posee la brillante flor de la amable juventud:
vivo, su vista produce admiración a los hombres y amor a las mujeres;
caído en las primeras filas, es un héroe.
Ea, pues, cada uno permanezca con las piernas bien abiertas, apoyado en el suelo
firmemente con los dos pies, mordiendo el labio con los dientes. (6)

Si observamos bien el primer poema no sólo se destaca un sentimiento profundo por el


valor y la defensa de la patria, sino que principalmente descubrimos un tono
moralizante. Luego de ejemplificar cómo el valiente soldado obtiene gloria, la moraleja
es que todos deben aspirar a eso. El segundo agrega, para ampliar la ejemplificación,
una descripción de la deshonra que sufre el que ha sido vencido y debe vivir en el exilio,
como mendigo. Las descripciones y el ideal de la areté (ἀρετή, “virtud”) están tomadas
del mundo de Homero, aunque en Tirteo se resalta una nueva idea: la del sacrificio del
individuo por la comunidad. Este es el espíritu de la época, el hombre es parte de una
sociedad y en ella su vida cobra sentido. Por tanto, su fuerza de trabajo, su fuerza
guerrera, su sabiduría y su vida deben estar al servicio de ella.
Otro de los poetas destacados es Mimnermo (s. VII-VI). No hay certezas sobre su vida,
aunque se lo cree de familia noble. Este poeta habría sido uno de los iniciadores de una
renovación literaria que llevaba a la poesía del ámbito público (y los temas sociales y
políticos) al privado. Pasó a la historia de los poetas con el epíteto de “dulce” y fue
famoso por su poesía amorosa e intimista. En sus versos se destaca también la inclusión
de relatos mitológicos.
¿Qué vida, qué placer existe sin la dorada Afrodita?
Ojalá muera yo cuando ya no me importe
la unión amorosa en secreto, ni los dulces dones de la diosa, ni el lecho,
que son las más amables flores de la juventud
para los hombres y las mujeres; pues cuando llega la dolorosa
vejez, que hace deforme incluso al hombre hermoso,
siempre le rondan el corazón tristes inquietudes
y ya no se regocija contemplando los rayos del sol,
sino que es motivo de odio para los jóvenes y de desprecio para las mujeres:
tan triste hizo la vejez la divinidad. (1)

………………………………………………………
pero de vida tan corta como un sueño es
la juventud incomparable y en seguida queda suspendida
sobre nuestra cabeza la triste y deforme vejez,
odiosa y despreciada al mismo tiempo, que hace a un hombre irreconocible
y debilita sus ojos y su espíritu al envolverlos. (5)

Jamás Jasón habría logrado traer el gran vellocino


de Ea, realizando su penosa expedición y
llevando a cabo la difícil empresa para dar satisfacción al cruel Pelias,
y jamás habría llegado a la bella corriente del Océano.
………………………………………………………………
……………………………………………………….
A la ciudad de Eetes, donde los rayos del veloz Sol
están guardados en una cámara de oro
junto a las orillas del Océano, a donde llegó el divino Jasón. (11)

El tema principal de Mimnermo es el carpe diem, con la celebración del amor durante la
juventud. No tiene un marcado sentido erótico –como desarrollará la elegía posterior y
sobre todo la romana–, sino reflexivo, que llama a gozar de la vida refinada, pronta a
desaparecer por el incierto futuro político. De algún modo es pesimista.
Finalmente, Teognis (s. VI-V) es el elegíaco más joven. No hay certezas sobre su
biografía y hasta se discute la época exacta en que escribió. Se supone, sin embargo, que
el frecuente destinatario de sus versos, Cirno (también llamado Polipetes), habría sido
su amante y que Teognis se habría propuesto elevarlo moralmente. Este es el tono
general de sus poemas: el moral, enseñanzas que abarcan muchos ámbitos (la política,
los amigos, las riquezas, etc.). Asimismo, hallamos la forma del himno, es decir, la
invocación o plegaria pero como excusa literaria para expresar los sentimientos del yo.
En menor medida ha desarrollado elegías eróticas. En todos estos temas es constante la
necesidad del poeta de colocar un destinatario explícito.
Este poeta gozó de bastante fama en su época, en especial era leído en banquetes.
Sus poemas han sido compilados todos juntos –sin separación– en dos libros. La
colección total posee casi 1400 versos. Esta magnitud de versos conservados lo ha
convertido en la mejor fuente para el conocimiento de la elegía arcaica.
Como tu amigo que soy voy a darte los consejos que yo mismo,
oh Cirno, de niño, recibí de los hombres de bien.
Sé prudente y no busques mediante la deshonra ni la injusticia
honores, éxitos ni riquezas.
Convéncete de ello; y no trates con hombres
viles, sino está siempre unido con los buenos;
bebe y come con aquellos, con aquellos
reúnete y sé grato a aquellos cuyo poderío es grande.
De los buenos aprenderás cosas buenas; pero si con los malos
te juntas, estropearás incluso tu buen natural.
Aprende estas máximas y trata con los buenos, y algún día dirás
que aconsejo bien a mis amigos. (Libro 1, vv. 27-38)

Oh joven: ¿hasta cuándo te escaparás de mí? ¡Cómo te persigo


buscándote! ¡Ojalá me sea posible ver el fin
de tu ira! Pero tú, dueño de un corazón violento y altanero,
me huyes tan cruel como un milano.
Espera un poco y concédeme tus favores: no tendrás por mucho tiempo
los dones de la nacida en Chipre, que coronan las violetas. (Libro 2, vv. 1299-1304)

Estas últimas peripecias de los amores no correspondidos las hallaremos tiempo después
en Catulo.

1.2.-Yambo: También se cantaba acompañado de flauta. Su origen está más ligado a


canciones rituales satíricas y obscenas de los cultos de Dionisio y Démeter; la épica no
influye demasiado en él. El ritmo del yambo se acerca más al de la lengua hablada, por
tanto, se usó para crear una poesía más realista, dedicada principalmente a la discusión,
la sátira y la crítica de adversarios. Sin embargo, al extenderse, sus temas se
diversifican: amor, carpe diem, críticas sociales y personales. Su autor más antiguo e
importante fue Arquíloco (s. VII). Nació en Paros, isla del mar Egeo. Su padre fue
noble, pero su madre no. Este puede ser el origen de su pensamiento novedoso respecto
de la tradición aristocrática. Participó en varios conflictos bélicos, como muestran
muchos de sus versos. Sin embargo, no se ve en su poesía heroica el tono patriótico de
otros poetas, sino un tono más realista que identifica al yo con el dolor y la vida
cotidiana del soldado. Esto se ve en los siguientes fragmentos:

...pues realmente Ares es imparcial para los hombres. (108)

...con sus vidas en los brazos de las olas (110)

Se resguardaron contra la pared, en la oscuridad. (118)

Asimismo, se ríe del heroismo al estilo épico, pero lo que lo ha hecho más famoso es su
poesía de invectiva, sus crudos versos satíricos o críticos, donde insulta a personas que
lo han ofendido:

...sorbía ruidosamente como el varón tracio o el frigio


que beben la cerveza con una paja; e inclinaba la cabeza, llena de afán. (116)

No está tan floreciente como antes tu suave piel, pues ya se marchita


Y el surco de la vejez funesta te derrota.
(...)
No te pondrías perfumes, siendo vieja como eres...
(...)
Gorda, mujer pública, prostituta, corrompida. (frag. 80, 83 y 88 del epodo 8)
Como puede observarse se permite gran libertad de lenguaje, incluso en el primer
fragmento que debe interpretarse con sentido sexual. Pareciera como si su lengua no
tuviera freno, a veces descarga una tempestad de maldiciones o injurias contra alguien,
lo cual demuestra que no le importa exponer al desnudo sus sentimientos (aquí se ve sin
duda su “individualismo”). Esta es la faceta –y el estilo- que más ha llamado la atención
de los críticos y que ha influido en varios poetas posteriores.
Finalmente, podemos observar en este autor el pensamiento religioso tradicional,
que deja la vida de los hombres en manos de los dioses, como se ve en el ya citado
fragmento 108 y en estos otros:

Señor Apolo, señala a los culpables


Y mátalos como los matas siempre. (117)

Atribúyeselo todo a los dioses: con frecuencia, sacándolos de su infortunio,


levantan a hombres que yacían en la negra tierra;
y con frecuencia los derriban, haciendo caer boca arriba a otros
que estaban seguros sobre sus pies; luego se sigue una serie de desgracias
y el caído va de un lado a otro sin medios de vida y con la mente extraviada. (tetrám. 207)

No me importan las riquezas de Giges, rico en oro,


ni me ha dominado la ambición ni envidio
las acciones de los dioses, y no codicio la soberbia tiranía:
pues lejos está de mis ojos. (102)

En efecto, el límite a las aspiraciones humanas son los dioses, y es necesario que los
hombres reconozcan ese límite. En esto se asemeja a la visión de los dioses que
encontramos en Homero, especialmente en la Ilíada. Esta suerte de sentimiento de
resignación se refleja también en la propuesta de la aurea mediocritas del último
fragmento, tópico retomado luego por el latino Horacio.

1.3.-Mélica: En este caso el canto es acompañado por la lira. Se distingue de las dos
anteriores, además, por sus características métricas: son poemas breves (máximo 15 a
20 versos) organizados en estrofas y con ritmos novedosos (muchos de los cuales llevan
el nombre del poeta, que fue quien los inventó). Estas características y sus temas
señalan no hacia una influencia de la épica, sino de la poesía popular (generalmente de
tipo coral), que circulaba oralmente. Esta poesía popular evoluciona, evidentemente, de
ser la exposición de los sentimientos de un grupo a exponer los sentimientos de un
cantor.
La poesía mélica nace en la isla de Lesbos –se escribe por tanto en dialecto
lesbio–, pero no se propaga como la elegía o el yambo, sino que se desarrolla en lugares
aislados de Grecia. Quien ha logrado quizás mayor fama en este género es la poetisa
Safo (s.VII), una de las pocas mujeres escritoras que conocemos de la antigüedad. Ella
nació en Lesbos, y se dedicó principalmente a una lírica sentimental amorosa. La
influencia de la poesía popular se observa en su preferencia por los epitalamios y los
temas amoroso-eróticos, y también por cierto carácter dialógico de alguno de sus
poemas. En sus versos encontramos el mundo femenino (la amistad, el amor, el culto a
los dioses) y el de la nobleza (las reuniones, el lujo, el refinamiento). Tanto Safo como
Alceo (el otro poeta lésbico reconocido) son aristócratas que componen poesía en
interés de los círculos sociales a los que pertenecen, no para reflejar un sentimiento
social.
La biografía de Safo ha sido foco de varias discusiones. Una gran mayoría
acepta que fue una educadora de muchachas de la aristocracia, a quienes enseñaba artes
femeninas como el canto o la danza y también la poesía. Otros opinan que era una
prostituta e incluso que era lesbiana. Se cree además que se suicidó por amor, pero no
hay certezas sobre su muerte. Como sea, la temática amorosa y el rol seductor de la
mujer son sus temas principales. El yo lírico generalmente llora o aspira al amor de una
mujer y esto es lo que ha cubierto de sospechas su sexualidad.

Me parece igual a los dioses


aquel varón que frente a ti
está sentado y a tu lado, mientras dulcemente
le hablas, te escucha

y mientras ríes con amor; esto en verdad


a mi corazón dentro del pecho ha hecho desmayarse:
pues si te miro un poco, mi voz
no me obedece,

mi lengua queda rota, un suave


fuego corre bajo mi piel,
nada veo con mis ojos, me zumban
los oídos,

brota de mí el sudor, un temblor


se apodera de mí toda, pálida cual la hierba
me quedo y a punto de morir
me veo a mí misma.

Pero hay que sufrir todas las cosas... (31)

Muchos interpretan que estos versos narran relaciones eróticas que se daban en el
círculo de sus discípulas. Sin embargo, hay quienes no dejan de remarcar que se trata de
poesía, no de autobiografía. Es posible que Safo “representara”, al escribir, una voz
masculina.
Esta escritora ha influido mucho en los poetas romanos, especialmente en
Catulo, quien reescribe este último poema 31 en el 51 suyo y tiñe de erotismo incluso
los epitalamios.
Respecto de Alceo, un poco más joven que aquella (s. VII-VI), los temas varían
bastante: la venganza, el poder, la traición aparecen para dar cuenta de una época de
lucha de clases, donde los nobles han sido desplazados y combatidos por tiranos de
origen plebeyo, como Pítaco o Mírsilo, mencionados en el siguiente poema:

...decirle esto...
disfrutaba participando en el banquete...
la lira, en unión de ociosos juerguistas,
dándose el festín con ellos...

mientras que el otro (Pítaco), unido (en boda) con (la familia de) los Atridas...
devore la ciudad como con Mírsilo
hasta que Ares nos quiera a las armas llevar.
Pero ojalá nos olvidemos de esta ira...

y demos una pausa a la discordia que corroe el ánimo


y a la lucha civil que uno de los Olímpicos
impulsó llevando al pueblo a la catástrofe
y entregando a Pitaco la gloria que él quería. (70)

Alceo no responde a un compromiso social ni político, sino a su indignación, siendo


noble, al cambio de reglas del juego. Se observa un influjo de Arquíloco por las injurias
que dirige a sus enemigos y por la mirada resignada acerca del accionar de los dioses
sobre los hombres. Un tópico interesante que se repite en este poeta es la alegoría de la
nave del estado (“...Desde la tierra hay que tomar precauciones para la navegación/ si
uno puede y tiene recursos,/ pero una vez que está en el mar,/ fuerza es correr con el
viento que haya...”, 249). Por otra parte, la reunión y la amistad también son celebradas
por este poeta, teñidas generalmente del elogio al vino.

Bebamos: ¿por qué esperamos a las luces? Queda un dedo de día.


Levanta en alto, amigo, grandes copas decoradas,
que el vino, como olvido de los males, el hijo de Sémele y de Zeus
nos lo ha dado a los hombres. Mezclando una y dos partes, vierte
en las copas el vino desde tu cabeza hasta llenarlas y que una copa
empuje a la otra. (346)

Empapa de vino los pulmones, pues la estrella está haciendo su giro


y la estación es dura y todo está sediento por el calor
y resuena desde el follaje la cigarra cantora...
y florece el cardillo. Ahora están más peligrosas las mujeres
y débiles los hombres, pues... su cabeza y sus rodillas Sirio
las hace arder... (347)

Notamos cómo se cuela el tema del carpe diem. Su descripción expresiva –pasión,
añoranza, tristeza, etc.– es la que lo colmó de admiradores e imitadores, entre otros el
gran poeta romano Horacio.
Otro autor que se destaca en este género bastante tiempo después es Anacreonte
(s. VI-V). Es el único testimonio de la mélica jónica (influenciada y derivada de la
lesbia), escaso y fragmentario, no obstante. Su tema principal es el simposio y el mundo
de corte, donde él vivía deleitando a los príncipes. El banquete significa el goce con
amigos, compartiendo buena comida y especialmente el vino, al cual nuestro poeta
dedica varias de sus composiciones.

Ea, muchacho, tráenos


una jarra para bebérnosla
de un trago sirviéndonos diez medidas
de agua y de vino cinco
para que yo pueda otra vez
divertirme sin barbarie. (356a)

Nótese que se destaca el hecho de que no se trata de entregarse a la bebida en forma


desmedida, lo cual podría desencadenar comportamientos inadecuados, sino del disfrute
moderado de la bebida, respetando las conductas sociales refinadas.
También, sin duda, se vuelve centro el amor, dado que la reunión con música y
vino favorece las uniones amorosas. Estas composiciones pueden dirigirse a mujeres u
hombres.

A Dioniso
Señor con quien el novillo Eros
y las ninfas de ojos oscuros
y la purpúrea Afrodita
danzan, tú que recorres
las altas cumbres de los montes;
te imploro de rodillas, ven
benévolo a mí y grata a ti
escucha mi plegaria:
Sé para Cleobulo buen
consejero y que mi amor,
oh Dioniso, acepte. (357)

Otra vez con su pelota purpúrea


Eros de cabellos de oro me alcanza
y con una muchacha de sandalias
multicolores me invita a jugar.
Pero ella, como es de la bella isla de
Lesbos, desprecia mis cabellos
porque son blancos y abre
su boca en busca de otros. (358)

Estos amores en ocasiones son correspondidos y en otras no. Es frecuente la invocación


a Dioniso o a Eros, lo cual simula la hímnica. El erotismo se filtra en mayor o menor
medida, de acuerdo al poema. En general, la poesía de Anacreonte es más breve que la
de los autores anteriores. Son canciones de banquete cortas y concisas, donde se
mezclan los sentimientos del yo lírico con la narración de alguna situación puntual. Su
principal temática –el vino y el amor– no deja de traslucir cierto sentido del carpe diem
o una nostalgia por lo que sabe no durará mucho.

2.-CORAL: Cantada por más de una persona o coro. A veces se puede alternar el canto
coral con recitados solistas (monodias), en ese caso se habla de lírica “mixta”.
Normalmente la danza va unida al canto, ya que la ejecución o canto de esta poesía se
inscribe en una ceremonia pública o celebración. La tradición hímnica se desarrolló
mediante una lírica coral popular, es decir, cantos de creación anónima y que se
transmitían en forma oral de una generación a otra. Afortunadamente, algunos de estos
fueron recogidos por escrito y hoy podemos conocerlos, pero son muy pocos. Estos
himnos tenían carácter ritual, sólo se usaban en ceremonias colectivas en honor a algún
dios.
La lírica coral literaria, es decir, de autor y de transmisión escrita, abordó otros
géneros: el epinicio (canto de celebración de una victoria atlética), el peán (himno en
honor de Apolo), el epitalamio (canto de bodas), el encomio (alabanza de alguien o
algo), el treno (canto fúnebre). Se desarrolla sobre todo en los territorios de dialecto
dórico. Los autores más antiguos son Alcmán (s. VII) y Estesícoro (s. VII-VI) de
quienes poseemos lamentablemente fragmentos dispersos. Posteriores a éstos se
destacaron Baquílides (s. VI-V) y especialmente Píndaro (s. VI), cuyos famosos
epinicios –compuestos por encargo en honor de vencedores olímpicos– son los únicos
poemas que se transmitieron directamente y que actualmente conservamos en buen
estado.

LA LÍRICA ALEJANDRINA O HELENÍSTICA

El término "helenismo" –que en griego significa "imitación de la cultura griega"


– designa el período de expansión de la cultura griega en Oriente, caracterizado,
precisamente, por la fusión de elementos griegos con elementos orientales. Este
fenómeno histórico se produjo como resultado de la conquista de Alejandro Magno,
quien entre los años 334 y 324 llevó las armas griegas al corazón de Asia.
En los últimos tres siglos, del VI al IV a.C., Grecia había alcanzado un
admirable florecimiento en las artes, en el pensamiento, en las ciencias. Luego, su
impulso tendió a agotarse, agotado también paulatinamente el poderío naval que lo
sustentaba. Atenas, que había sido una de las más desarrolladas intelectualmente, ya no
será creadora ni de historia ni de pensamiento (por ejemplo, los filósofos Aristóteles y
Teofrasto vienen de otras partes del mundo griego). Ahora los centros de propulsión
están en el mundo nuevo, principalmente en Alejandría.
En el campo literario, el hecho más visible y más importante es sin duda el
renacimiento de la poesía, que en el siglo IV había casi enmudecido. Fundamentalmente
se reutilizan formas ya tradicionales. Los "géneros" predilectos de la poesía helenística
son: el epos heroico, el poema didáctico y el himno de tipo homérico, el drama, la
elegía, el epigrama y el yambo. No obstante, el mundo "lírico" con sus temas personales
e individuales, se expresa ahora con otras modalidades. Desaparece, sin dejar rastro, la
gran lírica coral, inspirada en un mundo religioso y social ya perteneciente al pasado, y
también la mélica, ligada a un ambiente dialectal dejado al margen por la hegemonía
cultural ateniense. Además, la poesía no puede ya apelar, para su inspiración, a los
grandes temas patrióticos, éticos y religiosos del siglo precedente, dado que en la
dominación, el concepto de patria se desdibuja y la vida cambia notablemente.
Los elementos comunes en la mayoría de los poetas son los siguientes:
 la intolerancia por los grandes temas y por las grandes (es decir voluminosas)
composiciones,
 el odio por la retórica,
 la escasa estima por todo el pasado poético de Grecia (excluidos, pero hasta cierto
punto, Homero y Hesíodo).

En contrapartida, el nuevo ideal exige:


 composiciones breves,
 argumentos también mínimos, frívolos y delicados,
 perfección formal, que a veces puede prescindir del contenido, y técnica rebuscada,
que no reclama el aplauso del vulgo sino la admiración de pocos entendidos,
 erudición mitológica, temas extraídos de fuentes recónditas y no comunes,
 lenguaje simple y esquivo, carente de hinchazones épicas, pero embellecido con
palabras difíciles o raras, para crear efectos puramente verbales,
 tendencia al realismo, al detalle descriptivo,
 sentimentalismo y sensibilidad íntima, intensa y profunda.

Pero el hecho más notable —y absolutamente original— es en todos estos poetas la


conciencia de crear una nueva poesía, conciencia que se manifiesta en una abierta
posición programática, polémica respecto al pasado y al presente tradicionalista. Este
hecho tiene gran importancia, principalmente como indicio de la necesidad que sienten
los poetas de meditar el problema del arte. Y será ésta una experiencia valiosa para
renovar, después de la griega, la poesía romana, es decir para asegurar la continuidad de
la poesía más allá del mundo antiguo.

El autor más representativo y mejor conservado de este período es Calímaco,


quien nació alrededor del año 305 a. C. en Cirene, de una familia acomodada, aunque
no rica (de hecho pasa algunos años de dura pobreza como maestro de escuela en el
suburbio de Eleusis). Ignoramos quién lo introdujo en la corte de Ptolomeo Filadelfo
con un cargo en la Biblioteca de Alejandría. Pronto se convierte en el poeta oficial,
celebrador sincero, aunque no desinteresado de las glorias dinásticas. La muerte del
poeta se sitúa poco después del 245 a. C.
La imponente actividad literaria de Calímaco comprende, además de las obras
poéticas, numerosos escritos en prosa de carácter crítico, histórico, arqueológico y
erudito. Entre ellos recordaremos en primer término los ciento veinte libros de los
Cuadros de aquellos que se destacaron en todas las formas de cultura y de las obras
por ellos compuestas, poderosa y fundamental obra que señala el comienzo de la
historiografía literaria y en la que Calímaco clasificaba (por géneros literarios) y
enumeraba (en orden alfabético) autores y obras coleccionadas en la Biblioteca del
Museo. Se conservan sólo veinticinco fragmentos de esta valiosa obra. Otras obras
menores de variada erudición permanecen todas perdidas.
La producción poética está representada por las siguientes obras:
-Aitía (Causas u Orígenes), colección de elegías de las cuales quedan cien fragmentos
seguros. Explican los orígenes de usos, costumbres, ritos, instituciones, leyendas, etc. de
todo el mundo mediterráneo.
-Yambos, colección de trece composiciones de variado argumento y de extensión
variable. Se conservan todos, aunque con diversas lagunas.
-Seis Himnos en hexámetros épicos (excepto uno): I A Zeus, II A Apolo, III A Artemis,
IV A Delos, V Para el baño de Palas, VI A Deméter.
-Sesenta y tres Epigramas, todos en el habitual metro dístico elegíaco y de temática
muy variada.
-Unos pocos fragmentos de poesía mélica y épica.

Poética y poesía
A los presupuestos teóricos y críticos del helenismo que hemos citado más arriba
se adecúa perfectamente la poesía de Calímaco. Hay sin duda en él una unión del poeta
y del erudito, que es condición típicamente helenística. Esta postura crítica, si bien
pueden hallarse algunas de estas ideas aisladamente en algunos poetas arcaicos, era tan
novedosa que Calímaco debió afrontar muchas hostilidades para imponerla; de ahí la
violenta, continua polémica hasta el fin de su vida, que prueba tanto la novedad de su
posición como los obstáculos que el poeta halló en su camino. Encontramos ejemplos en
algunos epigramas. El epigrama, por su brevedad, es una forma poética de preferencia
para estos poetas helenísticos.

Tú, quienquiera que seas, que diriges tus pasos junto a esta sepultura, sabe que
de Calímaco el Cireneo yo soy, hijo y padre.
Tienes que conocerlos: el uno el ejército de su país
presidió otrora; más fuerte que la envidia cantó el otro.
[Es justo; pues las Musas a los que miran desde niños con ojo
favorable no abandonan jamás, aunque tengan grises los cabellos] (Epigramas, 21)

Odio el poema cíclico, aborrezco el camino


que arrastra aquí y allá a la muchedumbre;
abomino del joven que se entrega sin discriminación, y de la fuente
pública no bebo: me repugna todo lo popular.
Lisanias, tú eres bello, sí, muy bello. Pero antes de que
pueda terminar de decirlo, repite el eco: “Es ya de otro.” (Epigramas, 28)

El poema 21 es un autoepitafio, ejercicio literario en el que el yo imagina la


inscripción que tendrá su tumba. Allí manifiesta su problema con la envidia ajena. Los
dos últimos versos se cree que debieron pertenecer a otra composición. En 6 y 28 se ve
el rechazo de la épica como forma poética, por su gran extensión, la cual no permite
perfeccionar o pulir los versos. En este tiempo se puede admirar a Homero, que quizá
nunca fue tan estudiado como entonces, pero no se lo puede continuar hasta el
cansancio y el vacío (hay un sentimiento de tedio frente a la poesía del pasado); este
tiempo pide, en la vida y en la poesía, otra cosa. Es interesante, desde el punto de vista
histórico, esta primera rebelión contra la poesía "clásica" en nombre de una poesía
"nueva" inspirada en una sensibilidad contemporánea, en un gusto moderno y refinado.
En aquellas condiciones no podía existir sino la poesía del hombre erudito y culto,
literato y libresco, que escribía para una minoría, no sólo de gusto y de educación, sino
étnica y de lengua, como eran los griegos dominantes en Egipto y en todo el mundo
helenizado por Alejandro. Esta limitación del destinatario se observa también en el
vocabulario elegido, rico y a veces raro o desusado, y en la preocupación por la
perfección formal.

Alguien me dijo, Heráclito, tu muerte, y me brotaron


lágrimas. Recordé cuántas veces vimos juntos
la caída del sol en charla interminable. Y he aquí que ahora tú,
en alguna parte, huésped de Halicarnaso, no eres más que vieja ceniza.
Pero ellos sí, tus ruiseñores viven; el que todo lo arrebata,
Hades, jamás pondrá su mano sobre ellos (Epigramas, 2)

En este poema se observa el tópico de que las obras vuelven inmortales a los autores, lo
cual los acerca de algún modo a los dioses. Esta idea será retomada, por ejemplo, por
Horacio. Nótese también la metáfora de los versos como “ruiseñores” y, en
consecuencia, de la poesía con el canto de los pájaros. Si bien la principal temática es
fúnebre, no es menor el elogio a la actividad poética. Observemos ahora el tratamiento
de la temática amorosa:

Juró Calígnoto a Yonis que nunca tendría,


mejor que ella, ni querida, ni querido.
Juró, pero dicen con verdad que en amor
juramentos no entran a oídos de inmortales.
Hoy él por un viril fuego se quema, y de la mísera
ninfa "ni palabra ni cuenta", como de megarenses. (Epigramas, 25)

El cazador, Epicídes, toda liebre en los montes


busca, y también, las huellas de todo corzo,
invadido por nieve y escarcha. Mas si alguien le dice:
“¡Ea! Aquí está herida la fierita”, no la toma.
También mi amor es así: él perseguir a lo que huye
sabe y vuela al lado de lo que yace en medio. (Epigramas, 31)

A Teócrito, bellamente ennegreciendo, si él me aborrece,


cuatro veces detestes, y si él me ama, ames.
Sí, por Ganimedes de bella cabellera, uránida Zeus.
También tú antaño amaste. Más no digo. (Epigramas, 52)

El objeto de amor puede ser tanto una mujer como un hombre. En ambos casos, no
obstante, se muestra un amor no correspondido o un yo inseguro de su éxito amoroso.
Esto es parte también del carácter rebuscado de la poesía helenística, ilustrado
maravillosamente por el poema 31: uno busca lo difícil, lo fácil de conseguir pierde
encanto por no ser un desafío. La actitud desafiante es el espíritu mismo del
alejandrinismo. Asimismo, esta concepción de que el único amor que merece la pena ser
cantado es el amor tortuoso y complicado pasará a Roma y hasta continuará vigente
tanto tiempo como para que la retome el romanticismo alemán en el s. XVIII. El poema
25 tiene su imitación en Catulo 70 y se relaciona con la idea de que el amor trastroca
todos los valores, a tal punto que ya no se debe confiar en la palabra dada. Debemos
comprender que los juramentos eran sagrados, porque se hacían en nombre de los
dioses; pero el amor es más fuerte incluso que los dioses. El propio Zeus sucumbe por
amor ante Ganimedes en el 52 y esto aprovecha el poeta para elevar al dios, a modo de
himno, la plegaria de que favorezca o perjudique a Teócrito, según su respuesta a los
pedidos amorosos del yo. Pero también el autor de Cirene aborda otras temáticas:

¡Gran bebedor de vino este Erasíxeno! Apurada dos veces seguidas,


una copa de vino sin mezclar se perdió con él. (Epigramas, 36)

De nuevo, Ilitiaa, acude a la llamada de Licénide, propicia para el parto,


con un alumbramiento feliz del fruto de su vientre.
Hoy es por una hija, soberana, esta ofrenda. Sea a cambio de un hijo
mañana dedicada otra ofrenda en tu templo perfumado. (Epigramas, 53)

Feliz Orestes en los viejos tiempos, pues, por loco que fuese,
Léucaro, no lo fue con locura excesiva
y no ensayó en el Foceo la prueba que confirma
al amigo. Un sólo drama hubiese representado: al punto
habría perdido a su compañero. Es lo que yo he hecho,
y, aunque eran numerosos, no tengo ya más Pilades conmigo1 (Epigramas, 59)/

El 36 mezcla la tradición simposíaca de elogio al vino con los poemas de invectiva a la


manera de Arquíloco: aquí denuncia a un ladrón de copas. El siguiente es un típico
epigrama votivo, una de las temáticas más habituales de la antigua epigramática. El
último es sobre la fragilidad de la amistad, remarcada a partir del mito de Orestes y
Pílades.

Calímaco fue el más audaz o el más preocupado teóricamente de los poetas de su


tiempo, cada uno de los cuales intentó caminos nuevos y distintos. Pero es importante
resaltar que tras estos poetas —y recuérdese que muchos eran eruditos de profesión—
había una tradición de cultura, que ellos, como poetas, no lograban olvidar aun cuando
se profesaban y se mostraban como innovadores. Aquí se encuentra la contradicción
íntima y fundamental de estos poetas que no quisieron o no pudieron hacer tabla rasa
del pasado, de la tradición, de la cultura, para comenzar desde el principio y decir, con
modos nuevos, los sentimientos de su alma y de su tiempo. Una rebelión, por lo tanto,
pero sólo hasta cierto punto.
Finalmente, desde el punto de vista histórico, Calímaco es importantísimo por la
participación que tuvo en la renovación, después de la griega, de la poesía romana. De
toda ella este poeta helenístico fue tanto el primer teorizador como el primer ejemplo.

Bibliografía:
Cantarella, R. (1972) La literatura griega de la época helenística e imperial, Buenos
Aires, Losada.
Rodríguez Adrados, F. (1981) Líricos griegos. Elegíacos y yambógrafos arcaicos
(siglos VII-V a.C.), vol I-II, C.S.I.C., Madrid.
Rodríguez Adrados, F. (2001) Lírica griega arcaica. Poemas corales y monódicos, 700-
300 a.C., Madrid, Gredos.
Ruiz Yamusa, E. – Ortega, A. (2002) Píndaro. Odas y fragmentos, Madrid, Gredos.

1
Aparentemente Calímaco puso en escena un drama autobiográfico y por ello se ganó el rechazo de
muchas amistades (que posiblemente aparecieran representados).

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