Mercantilidad de Los Títulos Valores en La LTV Vigente
Mercantilidad de Los Títulos Valores en La LTV Vigente
Mercantilidad de Los Títulos Valores en La LTV Vigente
4) el art. 219 LTV ant. disponía precisamente que no eran aplicables “ías
disposiciones sobre títulos-valores a los boletos, contraseñas, fichas u otros
documentos análogos no destinados a la circulación mercantiT (énfasis
añadido, que, completando lo expuesto en el numeral anterior, habla también
por sí solo).
Pero, sin que la fuerza de estos argumentos textuales sea despreciable, mucho
más explícito resulta el propio proceso legislativo de la LTV ant. Y es que, en
virtud del mandato legislativo que permitió su promulgación, el 15 de junio de
1967, la LTV ant. tenía explícitamente la condición de Libro de los Títulos-
Valores del Código de Comercio80. Imposible pensar en un modo más claro y
definitivo de determinar el carácter mercantil de la materia regulada en ella.
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Permanente del Congreso de la República, y que dio lugar a la LTV, son
prácticamente ubicuas referencias que apuntan a la inserción de la Ley y de su
contenido en el ámbito mercantil, tales como:
2) enfatizar que la “Ley [propuesta] (...) concuerda sus preceptos con otras
disposiciones legales especiales y modernas como son la Ley General de
Sociedades, la Ley General del Sistema Financiero, del Sistema de Seguros y
Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros y la Ley del Mercado de
Valores", todas ellas leyes mercantiles (sólo después se menciona la
concordancia del Proyecto con otras normas de alcance más general del
ordenamiento, como los Códigos Civil y Procesal Civil y la Ley del
Notariado)82;
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9) vincular la cláusula de pago con cargo en cuenta bancaria a la
mediación empresarial (y específicamente bancaria) en el mercado de
pagos89; y,
2) Aún más elocuente se me antoja, quizás por el mismo hecho de dar por
sentada con una naturalidad nada afectada, y hasta diría que inconsciente, la
mercantilidad de todos los títulos valores, el siguiente pasaje: “Una de las
razones para no eliminar el protesto, supresión que cuenta con muchos
simpatizantes (pues el mero hecho de tener en posesión el título valor en fecha
posterior al de su vencimiento, constituye prueba suficiente de la mora y en
derecho mercantil la mora es automática), es otorgar seguridad plena de que
se trata de un título auténtico...” (énfasis añadido)82.
1) El art. 73.3 LTV sigue previendo que cuando el domicilio señalado para
el pago no pueda hallarse, “el protesto se hará mediante notificación cursada a
la Cámara de Comercio provincial correspondiente al lugar de pago o, de no
poder determinarse éste, del lugar de su emisión” (énfasis añadido), aunque a
falta de Cámara de Comercio ya no es necesario completar el trámite en un
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establecimiento mercantil del lugar (cfr. también los arts. 78.4, 85, 87, 88, 89,
91.1 y 147.2 LTV).
Es más, la vinculación al tráfico mercantil de todos los títulos valores que hacen
los dos primeros grupos de textos recién citados se deja entrever también en el
art. 1248 CC, cuando refiere el procedimiento para determinar el valor de los
intereses debidos sobre los títulos valores a la “cotización” bursátil o al “valor
de mercado en la plaza” de los títulos valores en cuestión. Y la referencia al
Derecho de los títulos valores como ajeno al ámbito estrictamente civil, que se
trasluce en los dos últimos grupos de textos, aparecía también en el ant. art.
1087 CC, que defería a "la ley de la materia” (o sea, la LTV) las formalidades
que debían acompañar la entrega de los títulos valores a la orden y
nominativos que fueran objeto de prenda, referencias que siguen presentes en
el n. 23 del art. 2, y en los arts. 18, 29 y 30 LGM, para los casos de garantías
mobiliarias constituidas sobre títulos valores.
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acciones cambiarías, causales y de enriquecimiento sin causa derivadas de
títulos valores” (art. 1, inc. a).
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expuesto, especialmente en el apartado anterior, queda sobradamente
justificado por qué opino que debe seguir siendo así.
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Pues bien, y pese a que es casi universal en nuestro medio ponderar como un
progreso decisivo de la teoría general de los títulos valores el hecho de
considerarlos más como “cosas” que como “negocios jurídicos obligatorios”99,
a mi modo de ver este criterio sistemático resulta inadecuado por una serie de
razones:
b) por otra parte, la eficacia general, erga omnes, del derecho real, en el
sentido de que el lado "pasivo” de la relación jurídica ni puede obligar
exclusivamente a los empresarios, ni puede carecer de eficacia frente a los que
no lo son.
Por las mismas razones, el derecho real tampoco puede poseer un contenido
diferente, según vengan a ser objeto de tráfico específicamente empresarial o
no. Así pues, los derechos reales, serán siempre en principio materia de
Derecho común, porque esa misma generalidad y homogeneidad de efectos
jurídicos excluye la especialidad subjetiva y funcional, típica de las relaciones
jurídico-mercantiles. Sólo por excepción, puede decirse que ciertas cosas sean
“mercantiles”; es el caso, precisamente, de los títulos valores, en la medida en
que en nuestro ordenamiento no existen títulos valores “civiles”. Pero lo que
ocurre es que, como queda dicho, su “mercantilidad” deriva fundamentalmente
de que sirven a la actividad empresarial, o son objeto o consecuencia de éíla.
De hecho, del tenor de los más importantes preceptos del CdC originalmente
referidos a las “mercancías” y demás “cosas mercantiles” (ant. arts. 297 inc. 2,
305 inc. 2, 320 y 344 inc. 1 CdC, entre otros), no parece que tales cosas
posean ninguna característica jurídica propia, intrínseca, endógena o esencial
que las haga “mercantiles”. Su relevancia para el Derecho Mercantil les
sobreviene por la circunstancia exógena y contingente de que, en un momento
dado, llegan a ser objeto de comercio. Por lo tanto, ni siquiera el dinero o las
mercancías son cosas propiamente mercantiles por sí mismas, ni determinan
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por sí solas la mercantilidad de las relaciones jurídico-rea/es de que son objeto.
Es cierto, por ejemplo, que la adquisición de la propiedad de un buque se rige
por el CdC y no por el CC, pero sólo su armamento o su explotación económica
lo sujeta de Heno al Derecho Mercantil; es más, el derecho real de dominio
adquirido sobre el buque (según las reglas del CdC) no presenta especialidad
jurídico-real alguna respecto del derecho real de dominio sobre otros objetos:
su inherencia y su eficacia erga omnes son las mismas. De hecho, no existe un
régimen jurídico general aplicable a todos los derechos reales que pudiesen
merecer el calificativo de mercantiles, como sí lo hay (por muy elemental que
sea) para las obligaciones y sus fuentes.
Sea como fuere, incluso muchos autores que siguen la antigua sistemática que
considera los títulos valores preponderantemente como “bienes” terminan por
reconocer que esta.categoría de documentos supera hasta tal punto los
parámetros del Derecho de cosas, que el eje de su construcción dogmática
queda fuera de él102.
1) la expresión “título” (a secas) en sus arts. 21 inc. 10, 348, 382, 538-540, etc.;
2) “documentos”, ya sola, o calificada como “de cambio”, “mercantiles”,
“comerciales" o “de crédito”, en sus arts. 23, 182 inc. 10, 382, 537 y 961;
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3) asimismo, en numerosos lugares se hace mención de “valores” como
concepto que comprende a los títulos valores y al dinero (en el inc. 9 del art.
182 se los distingue como "valores en papel” y “en metálico”, respectivamente);
La mayor parte de las normas sobre títulos valores del CdC estaban dispersas,
o parcialmente organizadas en pequeños grupos referidos a los ciertos títulos
específicos. Así, entre otras normas de carácter menos orgánico, estaban (en
orden de aparición):
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sobre la emisión al portador de distintos documentos previstos en otros lugares
(aní. arts. 534 a 536 CdC), y otro sobre el “robo, hurto o extravío” de ellos (ant.
arts. 537 a 556 CdC). En 1936, como ya dije, los arts. 1802 a 1815 CC ant.
completaron el régimen del CdC sobre los títulos al portador.
Sin duda, las normas más importantes por su desarrollo, y por el significado
económico de los títulos a que se referían, eran las relativas a la letra de
cambio, el cheque y los vales y pagarés a la orden. Con buen criterio, el CdC
se apartó de su modelo español en esta materia, para seguir básicamente el
Código de Comercio italiano de 1882. Esta legislación era mucho más
desarrollada y se adecuaba mejor a la función que el tráfico otorgaba a los
títulos valores. Seguía claramente el sistema cambiado germánico.
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4) Y la Sexta traía dos grupos de disposiciones bastante heterogéneas
entre sí: por un lado, lo relativo a la prescripción y caducidad de los derechos
documentados y, por otro, las disposiciones finales y transitorias sobre la
aplicación de la ley.
Aparte de la modificación del art. 208, en 1970, para salvar un error garrafal
cometido en la promulgación original de la Ley112, la LTV ant. fue modificada
en detalles menores en 1974, 1981, 1992 y 1997. Respectivamente:
4) L. 26852, que modificó el inc. 1 del art. 61 LTV ant., para que se
incluyera inequívocamente su denominación en el texto de la letra de cambio, y
derogando los arts. 101 al 106 LTV ant. sobre la pluralidad de ejemplares de la
letra
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la Comisión Redactora, la aprobación definitiva de la Ley por la Comisión
Permanente se hizo mediante el expeditivo procedimiento de aprobar a mano
alzada el Proyecto como un todo, lo que se hizo prácticamente por unanimidad,
con la única abstención del Congresista Javier Diez Canseco113.
Además, las LL. 27809 (DF 6a), 28055 y 29623 han creado ya tres nuevos
títulos,respectivamente:
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1) la regulación de los valores desmaterializados, específicamente de los
anotados en cuenta (aunque la LMV actualmente vigente ya se había
adelantado en esto);
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8) prescripción y caducidad (arts. 95 a 100 LTV);
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La Sección Undécima del Libro II (arts. 277 a 279 LTV), que trata del ámbito de
aplicación de la LTV, debería quedar, en realidad, fuera de ambos Libros, en un
Título Final (o Preliminar), Título que quizás debería incluir otras disposiciones
de la misma naturaleza, como los arts. 1 a 3 LTV, y toda la Sección Décima del
Libro I (pues define el ámbito territorial de la Ley).
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posterior puedan crearse, salvo disposición legal expresa distinta o se haga
reserva, limitación o exclusión”.
“Los títulos valores cuya emisión esté autorizada por leyes especiales,
igualmente se regirán por la presente Ley, en todo aquello que no resulte
incompatible con ellos".
Como es lógico, pues, todo título valor se somete a la LTV, salvo en lo que
expresamente se excluya o limite117, sin perjuicio de la lógica preferencia que,
para la regulación de cada tipo específico de título valor, corresponde a sus
propias normas especiales. El único prerrequisito es que se trate de un
verdadero título valor, a tenor de los arts. 1 y 2 LTV, que son por eso los que
delimitan propiamente el ámbito de aplicación de la Ley. El punto de partida
principal es el art. 1.1 LTV:
No es difícil de apreciar que el “título valor" así delineado coincide punto por
punto con la definición provisional que propuse ai inicio118, con una adicional
exigencia de formalidad. Con cargo de volver más tarde sobre ello119, se
advierte que los elementos jurídico-normativos que añade la LTV para construir
esta noción legal de título valor resulta lógica en toda norma positiva: no sólo
hay que delimitar el fenómeno, sino regularlo. De hecho, aunque el único
aludido aquí es el formal, la LTV también regula los títulos valores, con alcance
general, en muchos otros aspectos.
“Los billetes que emite el Banco Central de Reserva del Perú quedan sujetos
exclusivamente a su Ley Orgánica y demás disposiciones especiales".
Una razón que se ha propuesto para esta exclusión podría ser que el
monopolio de los billetes lo tiene el BCR, ente público, autónomo, no
perteneciente al Derecho Mercantil, sino al Constitucional o al Financiero122.
Pero la razón principal es, en mi opinión, que el dinero (todo él, no sólo el papel
moneda) no puede ser comprendido dentro del concepto legal de título valor,
puesto que no cumple con el criterio de la incorporación. Éste comporta, como
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veremos123, una precisa vinculación entre el derecho patrimonial
documentado y el documento mismo, cuya descripción exacta corresponde a la
“necesidad de poseer el título para ejercer el derecho”. Ahora bien, para
tratarse propiamente de la incorporación que corresponde a la noción de título
valor, y diga lo que diga el n. 15 del art. 279 LTV, esa vinculación no debe
llegar a convertirse en una identidad entre el derecho y el documento. Pese a
toda la íntima relación entre uno y otro que implica la ¡ncoporación de un título
valor, siempre sigue siendo posible distinguiréI derecho del documento y, en
casos extremos, también es posible disociados en la práctica, como prevé el 2o
párr. del art. 1230 CC, y regulan con detalle los arts. 101 a 112 LTV.
A lo anterior puede añadirse que si bien es cierto el título valor debe ser (más o
menos) “autoexplicativo”124, nunca es “autorreferencial": como documento que
es, habla siempre de “algo” (el derecho patrimonial incorporado: una cantidad
de dinero, unas mercancías, un derecho a participar en una sociedad
anónima...) que no se agota en el documento mismo.
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ser eficaces, al contradecir directamente el carácter circulatorio, sin duda
excluirían la condición de título valor del documento en que apareciesen. Es
más, el art. 277.4 LTV expresamente excluye de la LTV los boletos,
contraseñas, fichas u otros documentos análogos, como decía el art. 209 LTV
ant., “no destinados a la circulación mercantil":
En primer lugar, el art. 278 LTV dispuso que la vigencia temporal de la Ley
comenzaría a los 120 días desde su publicación. La LTV fue publicada en el
Diario Oficial El Peruano e¡ 19 de junio de 2000. Teniendo en cuenta que tanto
julio como agosto son meses de 31 días, los 120 días se cumplieron el 17 de
octubre del año 2000, fecha en la cual la LTV comenzó a desplegar todos sus
efectos.
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Las DDTT 1a y 6a LTV no son sino aplicación concreta de esos mismos
principios a:
“Las disposiciones que contienen los Artículos 85 y la Sección Novena del Libro
Primero serán de aplicación desde la vigencia de la presente Ley, inclusive
para los títulos valores emitidos o girados en fecha anterior”.
Así pues, tenemos una regla, la de la DT 2a LTV, aplicable a todos los asuntos
materiales o sustantivos en materia de títulos valores; y otra, la de la DT 3a
LTV, aplicable a todos los asuntos procesales y procedimentales suscitados
con ocasión.
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24. Normas de conflicto.
Toda ley, así como tiene un ámbito temporal de aplicación, tiene también un
ámbito espacial. “El límite espacial está condicionado por el principio de
soberanía territorial"129, esto es, la ley se circunscribe a todo o parte del
territorio gobernado por quien la ha dictado. En el caso de la LTV, como las
demás leyes peruanas, su ámbito territorial es en principio todo el territorio de
la República, y sólo él.
Pero la hipótesis de un título valor que rebase el ámbito del país y merezca el
calificativo de “internacional” no es nada inverosímil. En consecuencia, tanto su
régimen como la competencia para discernir las controversias sobre elfos
pueden suscitar cierto “conflicto” con las leyes y jurisdicciones de otros países,
así como la “duda” de si lo resuelto por tribunales extranjeros puede o no tener
eficacia en el país130. Para resolver dudas y conflictos de ese tipo todos los
países tienen las denominadas “leyes de conflicto" o de Derecho internacional
privado. Las cuestiones básicas por resolver respecto de títulos valoras
internacionales, entonces, son dos:
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ella que primariamente se determina tanto la competencia internacional
(mediante el pacto de prorogatio fon) como la ley aplicable (mediante el pacto
de lege utenda). Por otra parte, no es sino aplicar a los títulos valores la
solución que ya daban al asunto los arts. 2058 inc. 3, 2060 y 2095 CC, en
materia de obligaciones y contratos132.
En cambio, los arts. 113 a 118 LTV prevén una serie de disposiciones
especiales sobre la ley aplicable, para cuando el título valor no contenga
ningún pacto de sumisión a una ley determinada a tenor del art. 55 LTV.
El art. 113 LTV dispone que la capacidad para obligarse en un título valor se
rige por la ley del lugar donde la obligación fue contraída, pero quien es
incapaz para obligarse según esa ley quedará vinculado de todos modos si la
obligación contenida en el título valor en el que intervino debe cumplirse en un
país conforme a cuya ley esa misma persona sí fuese capaz. Se favorece así la
validez del título, aplicando (e incluso extendiendo) el principio que ya inspiraba
el art. 2070 CC.
Según el art. 114.1 LTV, las formalidades que debe cumplir el título valor en su
conjunto son las que señala la ley del lugar donde ha sido emitido, pero los
defectos de forma según esa ley no afectarán la validez del título valor que sea
formalmente válido conforme a la ley del país en el que alguna obligación
posterior hubiese sido contraída o del país señalado para su pago. También
aquí se sigue un criterio de favorecer la validez del título, yendo incluso más
allá de lo que dispone, en general, el art. 2094 CC. Cada declaración cartular
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concreta, por su parte, debe seguir la forma prevista en la ley del lugar de
emisión de esa declaración (art. 114.2 LTV).
Si conforme a la ley así determinada (que será siempre la que rija la obligación
principal) no resultasen exigibles una o más obligaciones correspondientes a
personas distintas al obligado principal, éstas se rigen por la ley del país en el
que dichas personas hayan intervenido en el título valor.
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la aceptación a una parte, la obligatoriedad de recibir un pago parcial y las
medidas que deben adoptarse en caso de pérdida, destrucción o sustracción
del título valor.
Por último, el art. 118 LTV remite la cuestión de la ley aplicable a las relaciones
causales vinculados al título valor al Derecho (internacional privado) común.
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