Historia General de Panamá. Vol. III Pp. 297-324
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DIRECTOR
DIRECTOR
Castillero
Calvo
Nueva historia
general de Panamá
VOLUMEN,,,7
OMO 1
Nueva historia general de Panamá X 297
distinción de clase social. Esta segunda lectura está marcada por los movimien-
tos sociales que periódicamente sacudían al país exigiendo la descolonización
del país y la evacuación de las bases militares norteamericanas (objetivo final-
mente cumplido el 31 de diciembre de 1999).
una tercera lectura de los movimientos sociales parte del desarrollo de un
mercado interno, la incipiente industrialización, la transformación del agro y el
surgimiento de la clase obrera panameña. A lo largo de la primera mitad del
siglo XX el desarrollo del mercado nacional transforma, lenta pero sistemática-
mente, el arrabal urbano y la población rural que migra hacia las ciudades en
una clase asalariada de trabajadores. Esta tercera lectura está marcada por las
confrontaciones entre una clase obrera cada vez más numerosa y mejor organi-
zada frente a una clase empresarial que cuenta con el apoyo gubernamental.
Acumulación e integración
acuática. Sin embargo, al mismo tiempo que avanzaba la construcción, EE. uu.
segregó un área de casi tres mil kilómetros cuadrados donde actuaba «como si
fuera soberano». A su vez, durante la excavación del Canal, EE. uu. contrató a
100 mil trabajadores extranjeros. Igualmente, el circulante norteamericano se
convirtió de hecho como moneda de aceptación forzosa.
Mientras que la economía fue dolarizada totalmente y el mercado crecía ace-
leradamente como consecuencia de la inyección de la moneda norteamericana,
la estructura social del país se remecía, enfrentada a una incursión de institucio-
nes foráneas. A su vez, la «zona de tránsito», que rodeaba la construcción del
Canal y su posterior operación, tendía a diferenciarse del interior del Istmo que
mantenía valores más autóctonos y una economía menos mercantilizada.
Los movimientos sociales reflejaban las múltiples contradicciones que gene-
raban la obra del Canal, sus constructores, los trabajadores que llegaban a playas
panameñas y, a su vez, a los sectores sociales afectados por las inversiones millo-
narias. El objetivo de EE. uu. fue siempre convertir los gobiernos panameños de
turno en gendarmes, dedicados a controlar y neutralizar los movimientos sociales.
En algunos casos tuvieron más éxito, en otros fracasaron en su cometido.
Los gobiernos panameños de diferentes signos ideológicos también inten-
taron aprovecharse de las energías que emanaban de los movimientos sociales.
El populismo de los gobiernos presididos por Belisario Porras (1912-1924) buscó
apoyo en los estratos sociales que se agitaban en el «arrabal» cuyas protestas ca-
racterizaron la primera mitad del siglo XX. En otra dimensión, el nacionalismo
de Arnulfo Arias (1940-1941) encontraba apoyo en las capas medias.
En todo caso, las protestas populares y las reivindicaciones de las capas me-
dias rebasaban las políticas de los gobernantes de turno. En la primera década
del siglo XX, los trabajadores del Canal se organizaron para exigir mejores sala-
rios y condiciones de trabajo. Durante la segunda década, las políticas discrimi-
natorias, basadas en etnia y nacionalidad, aplicadas por EE. uu. y apoyadas por
los gobiernos panameños, no evitó que se recrudecieran las demandas y las exi-
gencias laborales.
La ideología laboral
étnico. La discriminación laboral tenía dos objetivos: Por un lado, se les asignaba
laborales diferentes y se les pagaba en planillas especiales. Por el otro, se man-
tenían a los trabajadores separados para poder controlarlos mejor.
Rápidamente se organizaron tres movimientos sindicales en torno a los tres
estamentos laborales en la Zona del Canal. En primer lugar, los trabajadores nor-
teamericanos fueron organizados por la Federación Laboral Americana (AFL).
Asimismo, los trabajadores europeos –especialmente los españoles– fueron re-
clutados por el sindicalismo anarquista. A su vez, los trabajadores de las islas
antillanas –la gran mayoría de la fuerza laboral– fueron incorporados a las logias
sindicales de tradición anglo-caribeña de los «trade unions».
En 1905 se produjeron las primeras protestas de los trabajadores antillanos
de la Comisión del Canal que fueron reprimidos por la Policía Nacional pana-
meña. Según Velma Newton, «cerca de 150 antillanos se declararon en huelga
para protestar por la escasez de alimentos». Gerstle Mack dice que las protestas
fueron causadas por «el injustificado retraso en el pago de los salarios». Como
resultado del movimiento, «21 antillanos fueron heridos por las cachiporras y
bayonetas de la Policía de Panamá (quienes perseguían) al líder de la huelga,
Charles Schuar»38.
Según el historiador Luis Navas, los trabajadores norteamericanos encarga-
dos del manejo de las grúas de vapor del Canal se declararon en huelga en 1907
exigiendo un aumento salarial. Ese mismo año, en el Corte Culebra estalló una
huelga de los obreros españoles que exigían mejores condiciones de trabajo y
aumentos de salario39.
Según Gerardo Maloney el movimiento obrero internacional encabezado por
el dirigente de la unión de Trabajadores Negros, Marcus Garvey, tuvo importan-
tes seguidores en Panamá. Entre estos se destacó William Preston Stoute, quien
encabezó la gran huelga de trabajadores del «rol de plata» en 1920. Maloney se-
ñala que «es la época de las logias, las iglesias, las brigadas, las reuniones conti-
nuadas de la Asociación universal pro Desarrollo del Negro»40. Velma Newton
destaca también la importancia de las logias y las iglesias en el movimiento rei-
vindicativo de los trabajadores antillanos en Panamá a principios de siglo XX41.
Fuente: Marco A. Gandásegui y otros, Las luchas obreras en Panamá (1850-1978), CELA, Panamá, 1990.
Nota: (*)=No existe una fecha precisa sobre la fundación de esta federación.
304 X Los movimientos sociales en Panamá: primera mitad del siglo
Para fines de la segunda década del siglo XX, en el marco de los movimien-
tos sociales combinados con las demandas de los trabajadores del Canal, de los
empleados de las ciudades terminales y otros sectores organizados, apareció la
Federación obrera de la República de Panamá y un poco más tarde el Grupo
Comunista42. La gran huelga de los trabajadores del Canal en 1920 reforzó a los
sectores populares que también sentían las influencias externas provenientes de
la Revolución rusa y de la Revolución mexicana.
prometiéndoles que no serán los obreros que integran este sindicato quienes
darán sus brazos para romper el actual movimiento de la Zona del Canal». Ma-
loney sugiere que la huelga comenzó a debilitarse «cuando la Federación Nor-
teamericana del Trabajo (AFL) resuelve restarle apoyo a la central obrera que
apoyaba a los trabajadores en huelga... Los huelguistas panameños se ven pri-
vados de un importante apoyo»47. Al cumplirse una semana de la huelga (mar-
tes, 2 de marzo de 1920), el movimiento había perdido su apoyo económico y
las autoridades del Canal anunciaron que los «obreros que han entrado a susti-
tuir a los huelguistas conservarán sus puestos...». En la medianoche de 3 de
marzo, Stoute declaró terminada la huelga, aclarando que el Gobierno pana-
meño no les permitía a los jefes del movimiento reunirse con los miembros del
sindicato e, igualmente, reconociendo que el gobernador de la Zona del Canal
había rechazado de plano la petición de los huelguistas48.
Según George Priestley, «las autoridades norteamericanas y panameñas
aplastaron al movimiento sindical antillano y deportaron a varios de sus líderes,
entre los que se encontraba W. Preston Stoute»49.
V.E.al gobernador interino del canal de Panamá, quien como usted lo sabe ya,
dio instrucciones al general comandante del Departamento del Canal de Panamá
para que enviara a la ciudad de Panamá la policía militar y las tropas que fueran
necesarias para mantener el orden y hacer el servicio de policía de la ciudad».
La carta tenía fecha de 13 de octubre de 1925.
Dos semanas más tarde, el 30 de octubre, con dos muertos a cuenta de la in-
tervención norteamericana y en medio de un Estado de sitio, el canciller pana-
meño le escribió otra vez al encargado de negocios señalando «que ha sido
particularmente grato para el Poder Ejecutivo apreciar la buena voluntad con
que ustedes atendieron la solicitud... En especial deseo dejar constancia de la
manera atinada y correcta con que cumplieron la delicada misión... así como la
excelente armonía que reinó entre (los militares norteamericanos) y las autori-
dades locales»65.
Acción Comunal
Según Demetrio Porras, «Acción Comunal estaba integrada por elementos he-
terogéneos, en donde si había unidades distinguidas y notables, también había mu-
chos que me inspiraban terror por su espíritu reaccionario. Eran conservadores de
tuerca y tornillo, amargados por las derrotas que les habían infligido los liberales»77.
Los miembros de Acción Comunal no se consideraban liberales, aun cuando
conspiraban con las diferentes fracciones del liberalismo panameño. Según Be-
luche, confesaban un nacionalismo contrario al «libre cambio», se sometían a
ritos clandestinos y no se declaraban demócratas. Cuando se constituyó formal-
mente en 1923 no convocó a las juventudes obreras concentradas en las urbes ni
tampoco a los trabajadores del agro. El movimiento, igualmente, participó mar-
ginalmente de las experiencias electorales de 1924 y 1928. La juventud que en-
cabezaba a las capas medias no se comprometió con las corrientes liberales y
condenaba las prácticas corruptas de los partidos políticos.
La nueva correlación de fuerzas producto de la aparición de capas medias
organizadas en las urbes principales del país arrojó resultados transformadores.
En 1931 Acción Comunal encabezó el primer golpe palaciego de la historia re-
publicana. Sin embargo, el nuevo Gobierno, una vez legitimado por un proceso
electoral (1932), desconoció las reivindicaciones populares provocando una re-
edición del movimiento inquilinario.
El movimiento popular fue reprimido por quienes habían sido sus aliados en
la década anterior. Según Muñoz Pinzón, Acción Comunal no se identificó plena-
mente con la causa popular inquilinaria78. El semanario de Acción Comunal, en
medio del conflicto entre propietarios y arrendadores, se identificó «al servicio del
capitalismo y del proletariado en común para ayudarlos en la solución de las di-
vergencias que puedan ocurrir entre ellos, sin más finalidad que la de hacer el bien
por el bien mismo, con ecuanimidad de mediadora imparcial». La Junta directiva
de Acción Comunal, además, dio la orden de «abstenerse de participar en la lucha
entre inquilinos y propietarios por medio directos o indirectos»79.
En 1932 Acción Comunal participó en la formación del Partido Liberal Doc-
trinario con representantes de varias fracciones liberales y una fracción del Par-
tido Conservador para llevar a la presidencia de la república a Harmodio Arias
M. «Durante la presidencia de Harmodio Arias se fundó la Concentración Na-
cional Revolucionaria con el objetivo de unificar y definir ideológicamente a los
que habían participado en la acción de 2 de enero. Al desatarse la campaña elec-
toral de 1936, parte de ese grupo... se colocó bajo la jefatura de Arnulfo Arias
para organizar el Partido Nacional Revolucionario, que conjugado con el Partido
Liberal Nacional [dirigido por Rodolfo Chiari] y la mayoría del Partido Conser-
vador proclamó la candidatura de Juan Demóstenes Arosemena»80.
La decisión de Acción Comunal la aleja de cualquier papel de liderazgo a
nivel popular y convierte a los partidos Socialista y Comunista en las organiza-
ciones que definirían las estrategias políticas de los sectores populares durante
las siguientes tres décadas.
Nueva historia general de Panamá X 315
La sublevación campesina
A mediados del siglo XX –en 1947– se presentó la coyuntura para que las
capas medias representativas de diferentes sectores se combinaran para enfren-
tar el proyecto de militarización del Istmo propuesto por EE. uu. con el aval del
Gobierno de turno. Según Castillero Pimentel, «las manifestaciones populares
de repudio y condena del Convenio, (fueron) organizadas principalmente por
la Federación de Estudiantes de Panamá, entidad de intachable autoridad
moral»85. Este autor agregaría, «una extraordinaria manifestación compuesta ex-
clusivamente por miles de mujeres hizo llegar al parlamento el sentir de la mujer
panameña contraria también a la entrega del territorio nacional».
Según Ricaurte Soler, en la década de 1940 «un sector de la pequeña bur-
guesía, las capas medias y el sector asalariado no productivo, se empeñó, al mar-
gen del populismo y de los partidos oligárquicos, en crear organizaciones cívicas
y políticas autónomas, reivindicativas y nacionalistas». Entre estas entidades,
318 X Los movimientos sociales en Panamá: primera mitad del siglo
Conclusión
Notas
1
Francisco Zapata, «Las organizaciones sindicales», en: R. Kaztman y J. L. Reyna, Fuerza de tra-
bajo y movimientos laborales en América latina, El Colegio de México, México, 1979, p. 209.
2
Sobre estas tensiones políticas que caracterizaron la conducción de los sectores populares
durante la primera mitad del siglo XX, se destacan los ensayos de Diógenes de la Rosa, las
interpretaciones incisivas de Ricaurte Soler y, en fechas más recientes, los escritos de Carlos
Alberto Mendoza.
3
Gino Germani, Sociología de la modernización, Piados, Buenos Aires, 1971, p. 21.
4
Marco A. Gandásegui, h., «La democracia: El caso de Panamá», Revista Panameña de Sociología,
número 11, 1999. En este artículo se hace un análisis de las propuestas de Huntington.
5
Luis Vitale, La formación social latinoamericana, 1930-1978, Editorial Fontamara, Barcelona,
1979. En el caso más reciente de Nicaragua, ver Orlando Núñez.
6
El término «clase peligrosa» surgió a fines del siglo XIX, cuando el liberalismo dominante se
percató del creciente poder que adquiría la clase obrera. Samir Amín, «La economía política
del siglo XX», Tareas, número 113, Panamá, 2003.
7
Los escritos de Antonio Gramsci sobre este tema que abarca las nociones de legitimidad y
hegemonía son clásicos. En el pasaje que citamos más abajo, el sentido que Gramsci le da
a la «sociedad civil» nosotros se lo extendemos a los «movimientos sociales». Según el so-
ciólogo italiano de la primera mitad del siglo XX, «la unidad histórica de las clases dirigentes
se produce en el Estado y la historia de esas clases es esencialmente la historia de los Estados
y de los grupos de Estados... Las clases subalternas, por definición, no se han unificado y no
pueden unificarse mientras no puedan convertirse en Estado... su historia está por lo tanto
entrelazada con la de la sociedad civil (movimientos sociales), es una función ‘disgregada’ y
discontinua de la historia de la sociedad civil y, a través de ella, de la historia de los Estados
o grupos de Estados». La cita es tomada de Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci, Edi-
ciones Pasado y Presente, México, 1977, p. 359.
8
F. H. Cardoso y E. Faletto, Desarrollo y dependencia en América latina, Siglo XXI Editores, Mé-
xico, 1969.
9
Son numerosas los estudios sobre estas experiencias. Vale la pena recordar la obra de Gérard
Pierre Charles, El Caribe contemporáneo, Siglo XXI Editores, México, 1981. Además, el trabajo
de Joan Garcés.
10
Samir Amín y otros autores como Arrighi y Wallerstein sitúan el inicio del cambio de modelo
de desarrollo a escala mundial entre 1968 y 1973. Según los estudios de la CEPAL, en América
Latina los efectos se sienten con más fuerza a partir de la década de 1980.
Nueva historia general de Panamá X 321
11
Giovanni Sartori, La sociedad multiétnica, Madrid, Taurus, 2001. «Una sociedad fragmentada
no por ello es una sociedad pluralista. Y si es verdad, como lo es, que el pluralismo postula
una sociedad de ‘asociaciones múltiples’, esta no es una determinación suficiente. En efecto,
estas asociaciones deben ser, en primer lugar, voluntarias (no obligatorias o dentro de las
cuales se nace) y, en segundo lugar, no exclusivas, abiertas a afiliaciones múltiples. Y este
último es el rasgo distintivo. Por tanto, una sociedad multigrupos es pluralista sí, y solo si,
los grupos en cuestión no son grupos tradicionales y, segundo, solo si se desarrollan ‘natu-
ralmente’ sin ser impuestos de alguna manera». Tomado de José A. Aguilar R., «Notas sobre
la izquierda antiliberal», Nexos, México, marzo de 2003.
12
Daniel Martínez, Impacto del crecimiento económico sobre el empleo en América Latina y el Ca-
ribe, SELA, Caracas, SP/CL/XXIII.O/DT número 8, 2002, Add. Según Martínez, «entonces, tenemos
dos primeras evidencias: aumenta el desempleo y aumenta la informalidad, obviamente, por
lo tanto, se reduce el peso relativo de los sectores modernos de alta productividad dentro
de la estructura ocupacional. Sí en 1980, 51 de cada 100 ocupados trabajaba en el sector mo-
derno, en estos momentos no llegan a 44... Por el lado de la productividad, tenemos un fe-
nómeno igualmente poco alentador. El hecho de que el producto de la región... aumentó a
una tasa promedio de 3 por ciento y el empleo a una tasa de 2.9 por ciento indica que la pro-
ductividad media de la región prácticamente se mantiene estancada».
13
Giovanni Arrighi, El largo siglo XX, Ediciones Akal, Madrid, 1999.
14
Ibidem, pp. 21-22.
15
Ver especialmente Joseph A. Shumpeter, Teoría del desenvolvimiento económico, FCE. México,
1967. También W. W. Rostow, The process of economic growth, The Free Press o Germani,
Nueva York, 1971; Sociología de la modernización, Piados, Buenos Aires, 1952.
16
Marco A. Gandásegui, h., «Wallerstein, el sistema mundo y la transición», en: Immanuel Wa-
llerstein, Sistema mundo y mundo sistémico, Universidad de Panamá, Panamá, 2002.
17
Emile Durkheim desarrolla este concepto en De la división del trabajo social, que puede con-
sultarse en la edición hecha en Buenos Aires por la Editorial Schapire en 1967.
18
Talcott Parsons desarrolla este concepto de modernidad y tradicionalismo en su obra The
structure of social action, The Free Press, Nueva York, 1967.
19
V. I. Lenin. «Informe sobre la situación internacional», Obras escogidas, 1961, pp. 454-476.
Discurso pronunciado en julio de 1920.
20
Hernán Porras, «Los grupos humanos de Panamá» y Georgina Jiménez de López, «La clase
media», en: M. A. Gandásegui, Las clases sociales en Panamá, CELA, Panamá, 2002.
21
Marco A. Gandásegui, h., «La democracia: El caso de Panamá», Revista Panameña de Sociología,
número 11, 1999. En este artículo se hace un análisis de las propuestas de Huntington.
22
Ver la versión de Juan C. Portantiero, Perspectivas de las ciencias sociales en América latina,
(Working Paper número 5), Barcelona, 1989, p. 3. Según Portantiero «esa modernización
prometida se asentaba sobre un trípode que combinaba industrialización, urbanización y
capacidad planificadora del Estado. El resultado fue, en efecto, una modernización global
de esas sociedades. Se estableció un nuevo modelo de estratificación con el surgimiento
de nuevos grupos sociales; varió la composición interna de los sectores populares y se ex-
pandieron nuevos sectores medios. Los empresarios industriales junto con la burocracia es-
tatal, intentaron conducir el proceso de desarrollo modificando el tradicional juego de poder
y la industria creció al amparo del modelo mundial de transnacionalización productiva. Cual-
quier análisis socioeconómico de la región en esa época –empezando por los pioneros de
CEPAL– acredita con precisión la vigencia de esos nuevos rasgos».
23
Marco A. Gandásegui, h., Acumulación y migraciones internas en Panamá, CELA, Panamá, 1980.
24
Armando Muñoz Pinzón, Un estudio sobre historia social panameña, Editorial Universitaria,
Panamá, 1980.
322 X Los movimientos sociales en Panamá: primera mitad del siglo
25
Alfredo Figueroa Navarro, Dominio y sociedad en el Panamá colombiano (1821-1903), Pa-
namá, 1978.
26
John Hobson, Imperialism, Ann Arbor, The University of Michigan Press, 1983.
27
Walter LaFeber, The Panama Canal, Oxford University Press, Nueva York, 1978.
28
Marco A. Gandásegui y otros, Las luchas obreras en Panamá (1850-1978), CELA, Panamá, 1990.
29
Luis Navas, El movimiento obrero en Panamá, (1880-1914), Editorial Universitaria, Universidad
de Panamá, Panamá, 1974.
30
Marco A. Gandásegui, «Las luchas políticas de los campesinos en Panamá», en: La fuerza de
trabajo en el agro, CELA, Panamá, 1990.
31
Demetrio Porras, Veinte años de luchas y experiencias..., op. cit.
32
Isidro Beluche Mora, Acción Comunal: Surgimiento y estructuración del nacionalismo pana-
meño, prólogo de Octavio Sisnett, Editorial Cóndor, Panamá, 1981.
33
Roque Javier Laurenza, «El panameño y la nación», Tareas, número 100, Panamá, 1998,
p. 45.
34
Ernesto de la Guardia, Jr., Pensamiento y acción, INAC, Panamá, 1977. Ver también a Demetrio
Porras, op. cit., quien ofrece un pasaje para describir la aparición del Partido Liberal Renova-
dor. «El Partido Liberal Doctrinario se escindió el 7 de junio de 1931... El grupo mayoritario,
encabezado por Domingo Díaz A... y el grupo minoritario que se denominó Partido Reno-
vador, apoyó a Francisco Arias Paredes», p. 27.
35
Jorge Turner, Sindicatos: Nuevos movimientos sociales y democracia, Universidad Obrera de
México, México, 1994. Según Turner, «la FSTRP pudo convocar en la capital, en junio de 1950,
a una grandiosa concentración de más de 50 mil trabajadores, para manifestarse... contra el
alza exorbitante de los precios de los artículos de primera necesidad...», p. 72.
36
La mejor recopilación de este período se encuentra en la obra de Oscar Terán, 1979, Del Tra-
tado Herrán-Hay al Tratado Hay-Bunau-Varilla...., Carlos Valencia Editor, Bogotá, 1979. Valiosa
correspondencia de la época se puede encontrar en Julio Yao, El Canal de Panamá, calvario
de un pueblo, Editorial Mediterránea, Madrid, 1972. También en Isidro Beluche, op. cit.
37
Ver M. Octavio Sisnett, Belisario Porras o la vocación de la nacionalidad, Editora de la Nación,
Panamá, 1959, (con prólogo de Rafael E. Moscote).
38
George Priestley, «Etnia, clase y cuestión nacional en Panamá: Análisis de estudios recientes»,
Tareas, número 67, 1987, pp. 35-62. Fue publicado nuevamente en Piel oscura Panamá, Edi-
torial Universitaria, Panamá, 2003. El autor cita a Velma Newton y Gerstle Mack.
39
Luis Navas, El movimiento obrero en Panamá..., op. cit., pp. 143-146.
40
Gerardo Maloney, El Canal de Panamá y los trabajadores antillanos, Formato Dieciséis, Pa-
namá, 1989, p. 25.
41
Velma Newton, Los hombres del «Silver-Roll»: Migración antillana a Panamá 1850-1914, SAMAAP,
Panamá, 1995, p. 230.
42
Marco A. Gandásegui, Las luchas obreras en Panamá..., op. cit. La FORP fue creada el 3 de julio
de 1921. Dos semanas más tarde se fundó el Grupo Comunista.
43
Gerardo Maloney, El Canal de Panamá y los trabajadores..., op. cit.
44
Ibidem.
45
Ibidem, p. 43.
46
En una historia de los tipógrafos, Lorenzo Mora se refiere al Gremio Unido de Braceros que
es probablemente la organización a la cual se refiere Maloney. En 1924 un miembro del Gre-
mio Unido de Braceros viajó en la delegación obrera que asistió al IV Congreso Obrero Pan-
americano. Ver Lorenzo Mora, Ensayos sobre la organización de los tipógrafos de Panamá,
FSTRP, Panamá, 1981, p32.
47
Gerardo Maloney, op. cit. «Los huelguistas son objeto de un duro golpe, cuando se anuncia
que suspenden a la Unión Obrera de EE. UU. (a la cual estaban afiliados los trabajadores del
Nueva historia general de Panamá X 323
rol de plata). La suspensión fue decidida por la Federación Obrera Norteamericana (AFL).
Como resultado los huelguistas panameños se ven privados de un importante apoyo»,
p. 49.
48
Ibidem. p. 52.
49
George Priestley, «Etnia, clase y cuestión nacional en Panamá: Análisis de estudios recientes»,
Tareas, número 67, 1987, pp. 35-62.
50
Catalina Grannum, Los trabajadores panameños de ascendencia antillana en la Zona del Canal
de Panamá, Cuadernos Populares número 2 de CELA., Panamá, 1979.
51
George Priestley, «Etnia, clase y cuestión nacional en Panamá...», op. cit.
52
Ibidem.
53
Iván Quintero, El Sindicato General de Trabajadores, Cuadernos Populares número 7, CELA,
Panamá, 1979.
54
Ibidem.
55
Ibidem.
56
Alexander Cuevas, El movimiento inquilinario de 1925, Cuadernos Populares número 15,
CELA, Panamá, 1980.
57
Alexander Cuevas, op. cit.
58
Iván Quintero, op. cit.
59
Alexander Cuevas, op. cit.
60
César del Vasto, Un hombre de ideas. Diógenes de la Rosa, Universal Books, Panamá, 2003,
p. 27.
61
Durante la ocupación militar, el Gobierno panameño deportó a muchos extranjeros y algu-
nos empleados fueron dejados cesantes. Según Carlos Cuestas, el dirigente obrero «Blázquez
de Pedro fue arrestado a las 3:30 p. m. del jueves, 24 de septiembre de 1925 en la puerta de
la Tipógrafa Moderna y llevado al Cuartel Central de la Policía Nacional. Fue llevado a la Po-
licía de la Zona del Canal de Balboa donde ingresó a las 8:00 p. m. y donde pasó la noche.
En la mañana de 25 de septiembre fue entregado a la Policía panameña que lo condujo a la
Estación de Policía de la Zona del Canal en Cristóbal. Pasó un corto tiempo en ese lugar
desde donde fue llevado a bordo del ‘Manuel Calvo’ que zarpó de ese puerto a las 11:34 a. m.
con destino a Cuba». Tomado de Carlos H. Cuestas, «Las últimas horas de Blázquez de Pedro
en Panamá», Tareas, número 98, 1998.
62
Alexander Cuevas, op. cit.
63
Ibidem.
64
Extracto de carta dirigida por Horacio F. Alfaro, canciller de la república, a la Embajada de
EE. UU., el 12 de octubre de 1925. Tomado de Luis Navas, Panamá: Nación, Estado y Canal,
Lotería Nacional de Beneficencia, Panamá, 1999, p. 182.
65
Luis Navas, op. cit., pp. 183-184.
66
R. D. Souza, C. de León, H. Víctor y C. Changmarín, Panamá 1903-1970, Sofía Press, s/f, p. 93.
67
Ibidem, p. 94.
68
R. D. Souza y otros, señalan que la gran depresión económica de 1929 contribuyó «a la agu-
dización de la lucha social en Panamá... Esta crisis tuvo hondas repercusiones en Panamá y
agravó las condiciones de vida de vastos sectores del pueblo panameño», ibidem, p. 93.
69
Armando Muñoz Pinzón, La huelga inquilinaria de 1932, op. cit.
70
Op. cit., p. 61.
71
Op. cit., p. 30.
72
Ibidem.
73
Op. cit., p. 59.
74
Op. cit., p. 72.
75
Rodrigo Velarde, «El Hospital Santo Tomás», Revista Lotería, número 441, Panamá, 2002.
324 X Los movimientos sociales en Panamá: primera mitad del siglo
76
Ver Olmedo Beluche, op. cit., pp. 16-17.
77
Demetrio Porras, Veinte años de lucha...., op. cit., p. 25.
78
Armando Muñoz Pinzón, La huelga inquilinaria de 1932..., op. cit., p. 66.
79
Ver el editorial del semanario Acción Comunal, «Nuestra actitud», año 9, número 178, 19 de
agosto de 1932. Citado por Muñoz Pinzón, ibidem.
80
Diógenes de la Rosa, Revista Lotería.
81
Ibidem.
82
Estas citas, así como las próximas que recogemos de Demetrio Porras, son de su libro Veinte
años de lucha, por la Editorial de Buenos Aires, Argentina, Américalee, 1947, especialmente
las páginas 73-167.
83
Cita en Marco A. Gandásegui, H., La fuerza de trabajo en el agro, CELA, Panamá, 1990, p. 274.
84
Ibidem.
85
Ernesto Castillero Pimentel, Panamá y los EE. UU., 1903-1953, Panamá, 1988, p. 306.
86
Ricaurte Soler, «Panamá, nación y oligarquía», en: M. A. Gandásegui, Las clases sociales en
CELA, Panamá, 2002, p. 97.
87
Según Carlos Calzadilla, cuando el presidente de la república se dirigía a su despacho eje-
cutivo se cruzó con el prestigioso abogado Felipe Juan Escobar quien no lo saludó. Enojado
el presidente dio la orden que se le destituyera de su cargo como profesor de Derecho en
la Universidad de Panamá. Este incidente fue la chispa que movilizó a los estudiantes quie-
nes transformaron su movimiento en una reivindicación por la autonomía universitaria. Ver
Calzadilla, Historia sincera de la república (siglo XX), Editorial Universitaria, Universidad de Pa-
namá, Panamá, 2001, pp. 80-86.
88
César del Vasto, ibidem, p. 66.
89
Anónimo, La década 1941-1951 y el Frente Patriótico, Editorial Virgilio Araúz, Panamá, 1981,
p. 29.
90
Ibidem, pp. 33-34.
91
Jorge Turner, «Intervenciones norteamericanas en Panamá», en: 75 años de relaciones entre
Panamá y EEUU, (prólogo de Rafael Mezquita), Frente de Profesionales del PRD, Panamá,
1989, p. 57.
92
Ibidem. Ver también La declaración de Panamá, de MLN-29-11, publicado por la editorial Dió-
genes de la ciudad de México, 1971, p. 34. «Su formidable intervención (del Frente Patriótico)
para que el pueblo presionara sobre la Asamblea Nacional provocó el rechazo del llamado
Convenio Filos-Hynes en 1947».
93
Ibidem, p. 59.
94
Anónimo, La década 1941-1951 y el Frente Patriótico, Panamá, 1981.