Alfonso Eduardo - Curso de Medicina Natural

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Curso de

Medicina Natural en
Cuarenta Lecciones

Obras del doctor Eduardo Alfonso

Como Cura la Medicina Natural.


Nutrición Humana y Cocina Vegetariana Científica.
Manual de Curación Naturista.
La Salud de los Niños por la Higiene Natural.
La Religión de la Naturaleza.
El Egipto Faraónico.
Guía Lírica del Auditor de Conciertos.
La Atlántida y América.
Problemas Religiosos e Historia Comparada de las Religiones.
La Iniciación.
La Sabiduría Pitagórica.
Panton Crematon. (Ensayos Filosóficos.)
Einstein y su Teoría de la Relatividad.
El Hombre, su origen, su ser, su vida, su muerte y su historia. (Ensayos Filosóficos.)
Gramática Jeroglífica del egipcio clásico.
El Santo Grial en el Monasterio de San Juan de la Peña.
Dr. EDUARDO ALFONSO
Doctorado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Madrid,
Médico fisiatra de la Asociación de la Prensa de Madrid,
Miembro de Honor de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala,
Presidente fundador de la "Schola Philosophicae Initiationis"
y de la "Federación Ibérica de Sociedades Protectoras de Animales y Plantas" (S. M.).
Ex Presidente del Instituto Naturista Español y de la Federación Naturista Española,
del V Congreso Naturista de España y Ex Vicepresidente de la Masa Coral de
Madrid, M. S. T
Profesor jubilado de Biología en la Universidad de Río Piedras
y de Biología e Historia en el Junior College de Puerto Rico

Curso de
Medicina Natural en
Cuarenta Lecciones

Comprendiendo las siguientes Materias:


FILOSOFIA - BIOLOGIA - ANATOMIA - FISIOLOGIA
PATOLOGIA - DIAGNOSTICO - PRONOSTICO - TERAPÉUTICA
HIGIENE - CLINICA Y TÉCNICA

DÉCIMO CUARTA EDICION

Se hallan reservados todos los derechos. Sin autorización escrita del editor, queda
prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio -mecánico,
electrónico y/u otro- y su distribución mediante alquiler o préstamo públicos.
615.5 Alfonso, Eduardo
ALF Curso de medicina natural en cuarenta lecciones.- 1ª.ed. 14ª.
reimp.- Buenos Aires : Kier, 2003.
688 p. ; 23x16 cm.- (Medicina)

ISBN 950-17-1201-X

I. Título - 1. Medicina Natural

Diseño de tapa:
Graciela Goldsmidt
LIBRO DE EDICION ARGENTINA
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
© 2003 by Editorial Kier S.A., Buenos Aires
Av. Santa Fe 1260 (C1059ABT), Buenos Aires, Argentina.
Tel: (54-11) 4811-0507 Fax: (54-11) 4811-3395
http://www.kier.com.ar - E-mail: [email protected]
Impreso en la Argentina
Printed in Argentina

PROLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN

Esta obra tiene una singular historia que no está de más exponer. Fue
comenzada en 1936 y terminada en 1939. Es decir, fue hecha durante la
guerra que azotó a mi patria durante tres años inolvidables. Muchas veces la
confección de sus líneas fue interrumpida por la granada de cañón que
estallaba a no más que metros de distancia, o por el silbido de una bala, el
tableteo angustioso de las ametralladoras o el bordoneo trágico de la aviación
que obligábanos a descender a refugio más seguro.
Sus páginas, escritas todas sin excepción, en Madrid, saben de hambres
y privaciones, de inviernos fríos sin carbón, de noches largas sin más luz que
una lamparilla de aceite o una vela, a cuyo mortecino fulgor fueron escritas
decenas de ellas. Han sido el fruto de una época de forzoso ascetismo y
renunciación, en que nos habíamos familiarizado con la idea de la muerte.
Vivíamos en plenitud de espíritu por la alimentación menguada y la presencia
constante del peligro. Y así, como en oración permanente, fueron hilvanadas
sus páginas, pensando que quizá estaba escribiendo mi testamento.
Mas, fuese el peligro, calmose la zozobra y encontréme con un libro
cuyo número de hojas es la medida intelectual de una guerra. Pero cuyas
ideas miden a su vez la práctica y el estudio de veintidós años. Esta obra es
mi lucha; mi aportación bélica al resurgimiento de una nueva era. No luché
con armas, sino con ideas. No disparé más arma mortífera que la de la
sinceridad, contra la falange apretada de los prejuicios y las rutinas.
Agregaré que mi doctrina no es mía sino de aquellos que me enseñaron.
Por esto no he querido que falten las opiniones de tantos maestros como, con
sus escritos o sus palabras, nutrieron mi acervo mental; ni las de aquellos
otros que de un modo u otro han contribuido al desarrollo de la medicina
naturista. Todos encontrarán en estas páginas el acatamiento que merecen.
Por eso al escribir no hablo de mí, sino de nosotros.
En las presentes lecciones, casi todas de nueva factura, va incluido todo
aquello que he expuesto en más de 1000 conferencias por toda España y
América, muchas de las ideas contenidas en artículos publicados en diarios y
revistas, y no pocas de las materias incluidas en otras obras anteriores (la
mayor parte agotadas), que no podían faltar en ésta, sin grave detrimento de
la unidad didáctica. Todo ello refundido en nuevo molde. He querido, en una
palabra, reunir en este tomo, toda mi aportación a la causa de la higiene y de
la medicina natural.
Pero las mismas consecuencias de tan aciaga época, impidiéronle salir
a luz en la propia tierra donde se gestó, con la premura que hubiese deseado.
Y mi obra atravesó el mar en busca de manos hermanas que, solícitas desde
el primer momento, se aprestaron a darle forma edito-
7
rial. El editor, señor Nicolás B. Kier, puso en el empeño toda la diligencia y
todo el esmero que yo deseaba. Y este tomo es el resultado de ello. La
escasez de papel en Europa, agravada por la guerra internacional que en
estos momentos conturba el continente, ha sido la causa principal de que mi
obra vea la luz en América. Pero como no existen casualidades, ni cualquier
hecho, por insignificante que parezca, deja de obedecer a leyes de
causalidad, como podrá comprobar el curioso lector desde la lección primera,
henos aquí con que, esta obra va a ser heraldo de mi proyectada excursión al
continente americano en el año próximo. Vaya por delante la obra
precediendo a la persona. Que antes y mejor me conocerá el que estas
páginas lea, que el que me haga el honor de estrechar mi mano.(1)
He procurado dar a estas lecciones un carácter de divulgación, sin dejar
de incluir en ellas todo aquello que pudiera exigir el hilo del razonamiento
científico. En consecuencia, el lector encontrará materia científica para
satisfacer al profesional, pero expresada en términos asequibles a los
profanos, cuando no aclarados los términos técnicos que necesariamente
han de ser empleados muchas veces.
También observará el que esto estudiare que, sin dejar de pisar el
terreno firme (?) de nuestro positivismo científico, hasta límites que a cualquier
buen naturista le parecerán -y con razón- exagerados, me permito
fundamentar doctrina y deducciones sobre conceptos científicos y filosóficos
totalmente ajenos a nuestra ciencia occidental; cosa que, por otra parte,
parecerá exagerada a nuestra ortodoxia universitaria. De este modo,
pensando que el camino de la verdad no es patrimonio exclusivo de ninguna
escuela particular, nadie podrá achacarme parcialidad ni dogmatismo. Acepto
con el mejor intencionado espíritu ecléctico, todo aquello que venga a aclarar
el enigma humano en su universalidad; es decir en sus múltiples facetas
dentro de la unidad del ser.
Y ruego a la atención del lector, ponga su interés en desentrañar, a
través de todo el libro, mi decidido esfuerzo por no caer en el terreno estéril de
una sistematización exclusivamente subjetiva o exclusivamente objetiva. Hay
puntos en los que un subjetivismo exagerado nos hace caer en errores como
el de las entidades nosológicas, por ejemplo. Hay otros, en cambio, en los que
la demasía objetividad nos aparta igualmente del camino de la verdad; por
ejemplo el de los análisis clínicos de laboratorio. Difícil es, en verdad,
mantenerse equidistante de dos abismos igualmente peligrosos para el
resultado final de una especulación científica y de las prácticas que de ella se
derivan. He procurado esta ecuanimidad y el lector juzgará si al fin me
mantuve en el fiel de la balanza. Repare, no obstante, en la manera como
trato el asunto del pronóstico, donde hallará quizá el mejor ejemplo de mi
esfuerzo en el sentido aludido.
Que mis bien intencionadas lecciones encuentren piadosa crítica entre
los pueblos de lengua castellana.
EDUARDO ALFONSO.
Madrid 30 de junio. Año de 1940.
1
Dicha excursión se aplazó, por circunstancias políticas, hasta el año 1948. 8
PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN

Después de haberse agotado una profusa edición extendida por España y


toda Hispanoamérica, la Editorial Kier saca a la luz esta segunda edición
diecisiete años después de haberse publicado la primera. Y esto ocurre en
condiciones muy diferentes.
En primer lugar yo no estoy en España sino en América, desde 1948.
En segundo lugar las circunstancias políticas y económicas de la República
Argentina han cambiado profundamente en estos últimos diez años y se han
traducido por lo que ahora nos importa, en una mayor dificultad para los
negocios editoriales y para el poder adquisitivo del lector.
Estas circunstancias nos han obligado a suprimir todo aquello que en la
primera edición constituía un lujo de expresión y una holgura para el
pensamiento. No estamos en tiempos de holgura sino de austeridad, y esto
requiere limitarse a lo fundamental. Pero lo fundamental ha sido respetado
con la extensión que merece.
El nuevo lector de mi obra va a encontrar lo que encontró el lector de la
edición primera, con algunas innovaciones y renovaciones consecuentes a la
marcha del tiempo y a la evolución del pensamiento científico. Pero todo esto,
tenida cuenta de que las ideas básicas de la medicina son inconmovibles e
independientes de todo progreso técnico y de todos los modos y modas que
éste pueda adoptar.
La técnica -que es en lo único que la medicina ha progresado desde los
tiempos de Hipócrates- debe ser siempre una servidora del pensamiento. Este
es el que resuelve el problema de cada enfermo y define después la técnica
que haya de aplicarse al caso. En la segunda edición de mi obra, sigue
quedando íntegramente soslayado el peligro de subordinar el pensamiento a
la técnica.
El lector que me honre con su atención, será el último juez del resultado
de mis propósitos.
EDUARDO ALFONSO.
San Juan de Puerto Rico, junio, 1959.
9
PROLOGO DE LA TERCERA EDICIÓN
EL NATURISMO EN EL MOMENTO ACTUAL DE NUESTRA CULTURA

Sale a la luz esta tercera edición estando el autor nuevamente en España


en circunstancias bien distintas de las del año 1940 en que fue publicada la
primera edición de esta obra.
Estamos en un momento crítico y desconcertante, en que se hallan
puestos en revisión todos nuestros valores culturales y morales (ciencia,
arte, religión, sociología) y entre ellos, con especial interés, los grandes
problemas de la salud.
Se ha dicho con razón que el cáncer y los infartos del corazón son las
afecciones propias de nuestra civilización. A esto hemos de añadir la
frecuencia con que también se producen en la actualidad ciertas
enfermedades crónicas como la diabetes, la nefritis, la hepatitis y los
trastornos del tubo digestivo.
Todos estos males tienen indudablemente causas fisicoquímicas, pero
en su fondo hallase una raíz psicológica, producto de las tensiones,
pretensiones, y preocupaciones de la vida actual que nos obliga a la lucha,
la competición y el trabajo forzado, y, por consiguiente, a la prisa para "no
perder tiempo" y que se nos pongan otros por delante.
La prisa, como dice nuestro amigo y gran filósofo Pedro Caba, "es
indecente". Sí; es indecente porque quita a la vida humana su contenido
contemplativo y espiritual, y esto inutiliza nuestros mejores y más íntimos
valores del alma. El hombre que tiene prisa, porque le acucia la necesidad
de resolver su problema vital inmediato, no tiene tiempo de meditar; y esto
es una catástrofe para todo ser humano.
La filosofía naturista no solamente trata de darnos una solución a los
problemas de la salud y de la enfermedad, sino que ha de procuramos el
cauce necesario para las manifestaciones del espíritu que, a la postre, son
las genuinamente humanas.
Un cuerpo más sano y fuerte que el nuestro (dentro de su especie) lo
tiene cualquier animal, porque vive de acuerdo con su ley natural. Los
naturistas queremos también vivir con arreglo a las leyes naturales, pero en
la práctica nos dejamos arrastrar por la vorágine de la vida culta de nuestros
tiempos, y esto nos predispone a fracasar en nuestros propósito. La prisa, la
falta de calma, la tensión y la ambición, nos desplazan, sin querer, del
ámbito ideal creado por nuestras aspiraciones naturistas.
La mayor parte de los naturistas no saben colocar su mente en actitud
de calma entre la inquietud de la vida civilizada de nuestras ciudades
modernas. Ya es el hecho de adelantar al que va a nuestro lado para tomar
el billete del "metro" o subir al autobús; ya sea correr para ganar diez
segundos en la cola de certificados de correos; ya sea
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-y esto es peor- adelantar con nuestro automóvil al que va delante para
llegar al mismo sitio cinco minutos antes..., etc. Todo este constante pugilato
y competición, totalmente inútil, para la ganancia de tiempo, contrasta
desdichadamente con los distintos modos de "perder el tiempo" en
cafeterías, tertulias, televisión..., etcétera. El resultado de esta actitud
constante de "pretensiones" y "deseos", es fatal para el cuerpo y para el
alma.
Se ha dicho y escrito, con razón, que la filosofía de los pueblos
orientales determina un modo de aceptación de la vida que elimina casi
totalmente las tensiones emotivas causantes de las citadas enfermedades.
Y, por esto, Levis Roland hace notar la muy inferior mortalidad por
afecciones del corazón y de los vasos sanguíneos en el Japón y países del
extremo Oriente, que en nuestros pueblos occidentales.
Bastaría esto para tratar de adoptar un modo de vida más humano
(menos pretencioso) si no hubiese que añadir la acción continua de las
variadas intoxicaciones y carencias que suponen la contaminación
atmosférica y de las aguas, el empleo de abonos fertilizantes y
desinfectantes tóxicos; la recolección de los alimentos sin madurar y su
conservación en frigoríficos, latas o envases; el uso y abuso del alcohol, el
té, el café y el tabaco, sin excluir el de las carnes tóxicas, como la de cerdo,
mariscos, crustáceos, etcétera.
Todo esto está en el ánimo de todo buen naturista que trata, en la
medida de lo posible, de contrarrestarlo con las ventajas de una dieta
vegetariana y una higiene de aproximación a los elementos de la Naturaleza
(aire, agua, tierra y sol) en su mayor pureza y plenitud. Pero yerra muchas
veces también por inadecuación en sus prácticas de higiene natural.
Está probado que el exceso en los baños de sol puede reactivar
lesiones tuberculosas, provocar hemorragias renales en tuberculosos del
riñón, originar cáncer de la piel por quemaduras insistentes y repetidas,
causar insolaciones a veces mortales y provocar accidentes congestivos y
aun retinitis en personas de temperamento sanguíneo (que en realidad
rechazan y no deben tomar los baños de sol). En cambio, el baño de sol bien
administrado en personas a quienes no está contraindicado, es fuente de
vida, salud y vigor, haciendo bueno el refrán de que "donde entra el sol no
entra el médico". Pero observemos que el instinto de los demás seres vivos
les induce a buscar la sombra en verano y el sol en invierno.
El exceso de baños de agua fría puede también ocasionar depresiones
nerviosas y trastornos circulatorios, por reacciones exageradas o asimismo
por falta de reacción adecuada. El caso es que el verano con sus excesos de
placeres de agua y sol, deja a muchas personas en estado de debilidad
(astenia) y colapso de sus defensas vitales. En lo que nunca cabe exceso es
en la respiración de aire puro y en los contactos con la tierra.
Súmense a estas acciones desproporcionadas del medio natural, los
efectos deletéreos de los grandes tóxicos. El tabaco contiene varios tóxicos,
entre los cuales destacan la nicotina, que ataca y endurece a las arterias del
cerebro y del corazón, siendo causa de la "angina de pecho";
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y el alquitrán de la combustión, que produce el cáncer. El doctor José M.
Barajas, del Hospital de San Rafael dice que: "más de un 95 por 100 de los
casos de cáncer de la laringe se producen en personas que fuman en
mayor o menor cuantía". El epitelioma (cáncer de la mucosa) del labio y de
la lengua es casi exclusivo de los fumadores. "De un kilo de tabaco rubio se
pueden obtener 70 gramos de "alquitrán"; de ahí la gastritis crónica que se
presenta en los grandes fumadores, al tragar con la saliva los productos de
la torrefacción." (Sería interminable relatar las agresiones del tabaco sobre
el organismo humano; consúltese el número de "Noticias Médicas" del
domingo 11 de enero de 1970). El "Consejo Ejecutivo de la Organización
Mundial de la Salud" llegó a la conclusión de que "el fumar es la primera
causa de muerte prematura que puede evitarse, puesto que conduce "al
cáncer bronco pulmonar, afecciones coronarias, bronquitis crónicas y otras
enfermedades de los pulmones".
Del alcohol (consumido en las diferentes bebidas que le contienen) se
ha dicho por los médicos cuanto hay que decir. Últimamente los doctores
Karl y Hally Sax del "Instituto Crambrook" de Ciencias, de Michigan, han
llegado a la conclusión de que "el consumo de alcohol en una cierta
proporción, es tan grave como el estar sometido a radiaciones atómicas".
El doctor Jellinek agrupa a los alcohólicos en cinco tipos: 1º Grupo
alfa: de alcohólicos por razones psicológicas para vencer su timidez o
turbación. 2º Grupo beta: de los que presentan ante el alcohol intolerancia
gástrica o neuritis. 3º Grupo gamma: de verdaderos alcoholómanos,
inmoderados, con tolerancia general de otros órganos y con dependencia
psicológica del tóxico. 4º Grupo delta: de los "vino-lentos" que nunca beben
con destemplanza pero se hacen esclavos del tóxico; y 5º Tipo épsilon: de
los que se embriagan durante días o semanas, volviendo luego a un estado
de templanza o abstinencia.
Freud consideraba que el alcoholismo constituía un proceso de
evasión psicológica para compensar complejos reprimidos. Adler le
achacaba concretamente al complejo de inferioridad, y algunos de sus
discípulos afirman que las causas del alcoholismo son el perpetuo estado
de inseguridad y el sentimiento de insuficiencia social. En otros casos, como
afirma Joost Merloo, hay un fondo psicótico maníaco-depresivo.
El caso es que el veneno alcohólico llega a hacerse indispensable
para el funcionamiento de las células nerviosas, que acaban por degenerar;
y de este modo se cae en un círculo vicioso en que la necesidad del tóxico
va unida a su acción deletérea. El resultado final es que el alcohol acaba
por destruir el tejido cerebral, endurecer las arterias y atacar gravemente a
otras células nobles de las glándulas, como el hígado (produciendo
"cirrosis"), siendo su última y más grave consecuencia la herencia
alcohólica con sus tipos de oligofrénicos (o retrasados mentales),
epilépticos e imbéciles, que constituyen la mayor parte de la población de
los manicomios.
En las anteriores líneas he tratado de pintar un cuadro de los peligros
sanitarios de nuestra cultura, para que el naturista de buena cepa sepa qué
terreno debe pisar y cómo hacer compatibles las ventajas espi-
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rituales de la civilización y la cultura con la necesidad de mantener una salud
que proporcione eficiencia, bienestar y alegría para vivir.
Sirva esto de prefacio a la tercera edición que conserva íntegro lo
esencial de su doctrina, en la certeza de que lo que es verdad, lo es para
siempre y no admite modas. Y en materia de medicina creemos verdaderas
las bases hipocráticas fraguadas en la observación de una clínica
irreprochable.
Madrid, Octubre de 1972.
EDUARDO ALFONSO
14

PRIMERA PARTE

CONCEPTOS FUNDAMENTALES
NATURISTAS
Lección I

BASE DE LA FILOSOFÍA NATURISTA

La Naturaleza está regida por leyes. La norma naturista debe ser cumplir
la ley natural. Síntesis vital armónica. La circulación de la materia y de la
energía.
Base de la filosofía naturista
La filosofía, que etimológicamente es amor a la sabiduría, prácticamente es
inteligencia en acción y trascendentemente es un instrumento para educir las
potencias de nuestro espíritu, es indispensable para levantar el edificio de
toda ciencia.
La filosofía naturista lleva implícita una idea de evolución o progreso,
tanto en el orden físico como en el intelectual, como en el espiritual. Toda
idea o acto en sentido de retroceso no es naturista. El salvajismo, el
primitivismo, que indudablemente suponen ventajas de orden higiénico
natural, podrán ser naturalismo pero no naturismo.
El naturista reconoce que la primera de las leyes naturales es la de
evolución, por la que todo lo existente tiende a adquirir grados superiores de
perfección.

La Naturaleza está regida por leyes


El estudio de la Naturaleza nos demuestra que existe un orden natural regido
por leyes, que el hombre va descubriendo por el examen y comparación de
los hechos. Este orden natural se realiza por la armonía, que es la adecuada
relación entre las partes y el todo. Por esto a la Naturaleza en su conjunto se
la llama uni-verso, o sea la realización de lo uno en lo vario.
Echemos un vistazo sobre las principales leyes de la Naturaleza.
I. Ley del Movimiento. El movimiento es el modo de manifestación
universal.
La vida es movimiento, la inercia es muerte. Todo en último término son
vibraciones, porque este movimiento alterna con momentos de reposo. El
movimiento continuo no existe. Así el día y la noche, el sueño y la vigilia, la
vida y la muerte, la inspiración y la ex-
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piración, el sístole y el diástole, etc., son grandes vibraciones de la
Naturaleza, análogas en un todo a las del sonido, la luz, la electricidad, etc.,
en el mundo de lo pequeño.
II. Ley del Amor. El Amor -que es atracción de dos o más seres para
unificarse- es la ley de armonía y por tanto de creación y conservación de la
Vida.
El Amor, pues, supone la renuncia de sí mismo en bien de todo lo que
no es uno mismo, y para manifestarse requiere la conciencia de que todos los
seres son hermanos, como salidos del mismo Origen.
Amor es tanto como decir reconocimiento de la Unidad de todo. En los
astros se manifiesta en forma de fuerza centrípeta: Todos los planetas se
subordinan a la unidad de su sistema planetario. En los minerales y cuerpos
químicos se manifiesta como afinidad; en los animales como instintos,
atracción sexual; en el hombre como cariño, simpatía y en grados más
elevados como verdadero amor espiritual, ya en forma de idealismo o de
sacrificio.
La existencia de la repulsión, la destrucción y el odio, no implica la no
existencia del Amor, como veremos al hablar de la ley de los contrarios, sino
que la confirma y justifica. Téngase en cuenta que el Universo se manifiesta
por medio de fuerzas creadoras, conservadoras y destructoras, en lo que se
refiere al orden físico. El mismo sol que crea una planta, la conserva erguida
un tiempo sobre la tierra, y acaba por secarla con los propios rayos que la
dieron vida. Es decir, que estas tres categorías de fuerzas son una en
esencia.
III. Ley de Evolución. Todo lo existente lleva inmanente la tendencia y
fuerza para convertirse en algo superior.
Filosóficamente, esta ley es una consecuencia de la ley del Amor que
atrae a todos los seres hacia la unidad de su Origen. La evolución emplea
como medio el mecanismo misterioso de la Vida y de la Muerte. La
inteligencia y la voluntad evolucionan en formas materiales (cuerpos), que
también evolucionan por su parte; mas cuando la forma ha dado su máximo
rendimiento en favor de la evolución espiritual, se destruye (muerte), pasando
el espíritu (que es mentalidad y finalidad), a formas de más elevada
categoría.
IV. Ley de los Ciclos. Todo lo existente evoluciona por ciclos.
Llamándose ciclo a una trayectoria (movimiento), en el tiempo y en el
espacio, al final de la cual, los seres, aunque en forma semejante a la del
comienzo, han avanzado un grado en su evolución.
Las enfermedades tienen su ciclo que termina en salud o muerte. Las
semillas germinan, nacen, dan una planta que a su vez da finalmente
semillas que contienen en potencia las nuevas experiencias vitales de la
planta; el día y la noche forman un ciclo terrestre que renace en otro día; el
año es otro ciclo que, comenzando en la primavera y tras las madureces del
verano, las tristezas del otoño y el sueño del invierno, renace en
una nueva primavera; el ciclo de la vida humana, comenzando en esa dulce
primavera de la niñez y siguiéndola el épico período de la madurez y
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el lírico de la vejez, termina en la muerte (comienzo del ciclo puramente
espiritual), para cerrarse en nuevas manifestaciones.
V. Ley de Finalidad. La evolución tiene un sentido finalista, es decir, la
consecución de un objetivo de índole trascendental y metafísica.
Efectivamente, la evolución tiende a conseguir estados de conciencia más
elevados, afinando y perfeccionando la materia y la inteligencia. La negación
de la finalidad en todo lo creado, equivale a tanto como afirmar que, en la
Naturaleza, con todos sus dolores y alegrías, todo se mueve, gira y vive por
capricho, y sin otro motivo que pasar el rato que a cada cual le toca en el
mundo. Afirmación ésta absurda hasta para el menos exigente filósofo.
VI. Ley de Jerarquía. Todo ser o cosa está subordinado a todo aquello
que es superior en grado evolutivo y tiene poder o mando sobre todo aquello
que le es inferior en la escala de la evolución.
En efecto, el espíritu rige a la materia, la inteligencia al cuerpo, el cerebro
a los miembros; los animales más inteligentes vencen a los menos inteligentes,
el hombre vence a todos los animales y se sobrepone a sus semejantes
menos dotados de facultades, etc. Existe pues una jerarquía evolutiva de
orden natural que garantiza el triunfo de lo mejor y más perfecto, y por tanto
del progreso biológico.
En el plano puramente humano de la biología social, se falta
frecuentemente a esta ley, dándose el caso de que en las sociedades
humanas, no rige el superior en la escala evolutiva (el más virtuoso, más sabio
y más sano), sino el que tiene más medios materiales, más astucia, más
influencia o más fuerza. Esto desarmoniza la colectividad y degrada a los
hombres verdaderamente dignos.
Los hombres son iguales en esencia, no tanto en potencia, y desiguales
en presencia.
VII. Ley de Armonía. La existencia de todos los seres, exige una
adecuada relación entre las partes y el todo, que se manifiesta por el
máximum de libertad y rendimiento en la función de cada parte, juntamente
con el máximum de ayuda mutua en favor del todo.
Vemos pues que nada ni nadie aislado tiene valor por sí mismo, sino por
sus relaciones con las demás partes. Todo, según esta ley, coopera ordenada
mente al plan natural, cumpliendo el papel correspondiente a su grado
evolutivo. El egoísmo desmedido, como el sacrificio extremado, no pueden
conducir a buenos resultados: el segundo porque destruye al individuo; el
primero porque destruye la colectividad.
Aplíquese esta ley al cuerpo humano, y se verá que el secreto de su
salud o armonía estriba en la justa cooperación de cada órgano en el conjunto
y en la justeza de su propia función. Aplíquese a la vida social, y se verá como
es imposible la vida normal y aun la existencia de una nación, cuando los
individuos laboran por el bien propio exclusivamente, y no por el del conjunto.
Las personas que sepan las leyes de armonía en música, comprenderán
fácilmente que no son otras sino las que rigen la armonía universal. La
armonía en una partitura estriba en el orden, propor
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ción, combinación y medida, según tiempo y ritmo de las partes (notas) en el
todo. Si una orquesta es capaz de efectuar un concierto, es por el orden,
proporción, combinación y medida, según la ley de tiempo y compás, de la
actuación de cada instrumento en el conjunto, rígidamente subordinados a la
batuta del director; y esta batuta directora, nos da el ejemplo de la necesidad
de un principio de orden superior que sea capaz de abarcar las leyes del
conjunto.
VIII. Ley de Adaptación. Todos los seres adaptan su vida al medio que
los rodea para defenderse contra él y para aprovecharlo en su beneficio. El
sujeto desnudo al sol se pigmenta, no sólo para defenderse contra las
radiaciones luminosas, sino para aprovecharlas en beneficio de su salud y
vigor. Las plantas muy soleadas se ponen más verdes con el mismo objeto.
El hierro expuesto a la intemperie se cubre de una capa de óxido (orín) que le
protege más contra la acción de la atmósfera. El individuo que vive en
sociedad se adapta a los convenios colectivos para no ser eliminado y para
realizar sus fines particulares. El microbio dentro del organismo, cambia de
forma, se cubre de una cápsula, segrega antifermentos..., para defenderse de
la falta de sustancias nutricias y contra las defensas orgánicas del cuerpo que
le sustenta, etcétera.
La ley de adaptación es recíproca (subley de reciprocidad causal) por
cuanto el medio ambiente es modificado por los seres vivos, que es a
quienes corresponde la iniciativa del cambio. Es, pues, el ser, quien modifica
el medio en un principio, por su actividad voluntaria intrínseca, aunque sin
dejar de adaptarse al medio para no perecer. Concepto éste que no deben
dejar de meditar los perezosos y escépticos, que siempre están esperando
circunstancias propicias para actuar, sin pensar que las circunstancias deben
crearlas ellos mismos.
La ley de adaptación se halla condicionada por la de los contrarios y la
de los ciclos, porque todos los seres vivos evolucionan por la acción alterna
de agentes contrarios (trabajo-reposo, frío-calor, sueño-vigilia, vida-muerte...)
cíclicamente, como hemos visto.
IX. Ley de Selección. En la lucha que para adaptarse al medio
mantienen los seres, prevalecen los más sanos, más fuertes, más
inteligentes y más buenos, garantizando de este modo el progreso evolutivo
de la Naturaleza toda. Los estudios de Darwin y Lamarck son el mejor
testimonio de esta ley.
Las epidemias mismas, barriendo toda la escoria humana en
determinados momentos, y dejando persistir a los organismos más defen
didos y más puros, cumple -a veces tristemente- la ley de selección. Y
personas al parecer vigorosas, y positivamente cultas y virtuosas, son
arrastradas en aras de esta ley, porque a la Naturaleza no le importan las
ideas y los espíritus (que éstos no mueren), sino los cuerpos, pues en
cuerpos sanos y vigorosos siempre puede operarse la evolución y selección
de la mente y el espíritu, pero en cuerpos degenerados no pueden
encontrarse más que dificultades para la plena manifestación de elevados
estados de conciencia. La selección física es pues, a la postre, la garantía de
la selección ética e intelectual.
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Esto no quiere decir que no pueda darse un alma grande en un cuerpo
miserable o degenerado, pues no hay que olvidar que en los designios de la
naturaleza entra el dolor como importante factor de sensibilización de espíritu
y de evolución de conciencia. Y a veces como revelador del genio. Mas,
estos recovecos por los que a veces actúa la selección, no quitan verdad a la
ley.
X. Ley de Herencia. Todos los seres adquieren o heredan los
caracteres físicos y psíquicos de sus progenitores. Esta ley se cumple
mediante determinadas subleyes, las que referentes a los animales y plantas
fueron genialmente descubiertas por Juan Gregorio Mendel. (Véase "La
Herencia Mendeliana", de J. F. Nonidez). Gracias a la ley de Herencia, lo
adquirido por ley de adaptación y depurado por la selección, se mantiene y
eleva a través de la vida.
Los caracteres psíquicos (pasiones, instintos, pensamientos,
capacidades emotivas) se heredan también según leyes concretas menos
conocidas. Todos tenemos el ejemplo de la continuación en nuestros hijos,
de ciertas tendencias psicológicas nuestras.
Lo bueno se hereda para el progreso de las especies, pero no menos
cierto es que también se hereda lo malo, conduciendo a la degeneración de
los seres. Piensen pues bien en esta ley los que han de dar descendencia al
mundo. (Véase el artículo sobre "Herencia", en nuestra obrita La Salud de los
Niños por la Higiene Natural.)
XI. Ley de Analogía. Lo que es en el mundo físico y tangible, es como lo
que existe en el mundo metafísico e invisible; y lo que se realiza en lo
grande, se realiza también en lo pequeño, para efectuarse el hecho de lo uno
en lo vario. Es decir, que en todos los aspectos de la vida, rigen las mismas
leyes naturales. Así, los sistemas planetarios son de análoga constitución a
los átomos químicos. La misma ley de ramificación rige el curso de los ríos en
la tierra, de la corriente sanguínea y nerviosa en el cuerpo, de las ramas de
los árboles, de los sistemas de numeración en matemáticas, etc.
Análogamente existen siete sonidos, siete colores... y todas las vibraciones
de las energías cósmicas, se resuelven en grupos septesimales, etcétera.
La trascendencia del estudio y aplicación de esta ley, es de un orden
muy elevado. Por ella descubrió la ciencia matemática de Adams y Leverrier
la existencia del planeta Neptuno, antes de haber sido visto por el telescopio.
Por ella ha descubierto la ciencia química multitud de alcoholes,
hidrocarburos y otros cuerpos orgánicos seriados, antes de haber parado
mientes en su existencia tangible. Por ella reveló Mendelejeff, con su famosa
tabla de las analogías químicas, fundamentales hechos de la evolución
material. Por ella también han sido solucionados muchos problemas
biológicos, a la vista de los procesos maravillosamente semejantes del
desarrollo embriogénico de los individuos (ontogenia) y de las especies
(filogenia), en la escala magna de la evolución.
Aun en las creaciones industriales del hombre, se ve la fatalidad con
que actúa esta ley. No tenemos más que pensar que, v. g., la cámara
fotográfica es una reproducción del ojo de los vertebrados; el piano y el arpa
son el fiel retrato del órgano de Corti en el oído interno;
21
cualquier máquina de vapor o gasolina, no puede por menos que responder al
mismo plan constructivo de los organismos naturales. Nada ha inventado el
hombre cuyo mecanismo no preexista en algún ser de la Naturaleza.
XII. Ley de los Contrarios. Para que todo ser o cosa sea perceptible se
necesita un contraste, una diferencia o una variación. Si no hubiese luz no
habría sombras, si no hubiese verdad no existiría la mentira, si no hubiese vicio
no existiría la virtud. La electricidad se nos manifiesta como positiva o como
negativa, dejando de existir actualizada cuando ambas se neutralizan, y
quedando entonces potencialmente. Toda vibración (y el movimiento vibratorio
ya hemos visto que es el único medio de manifestación) es fruto de las fuerzas
centrífuga y centrípeta. En cuanto una cesa el movimiento se anula. El trabajo y
el reposo, la noche y el día, el sueño y la vigilia, la vida y la muerte, son
factores contrarios que no pueden existir separados. Forman pares de
opuestos, como los sexos, que se neutralizan en el común origen de ambos. Y
así, por ejemplo, suprimamos hipotéticamente el sol del sistema planetario, y
habrá desaparecido la luz, pero con ella la sombra; y el día, pero con él la
noche; y la vida, pero con ella la muerte... Al desaparecer la vida, habrá
desaparecido la salud, pero también su contraria, la enfermedad. Al neutralizar
el sexo masculino con el femenino vuelven los dos a resolver sus energías en
la forma original de ambos: la niñez inocente y neutra del hijo.
Podrían ponerse infinitos ejemplos, pero concluyamos, que la percepción
de cualquier cosa exige la existencia de su contrario, que la complementa y
constituye con ella una unidad. Es la Ley de los Opuestos Complementarios,
que nos da el clarooscuro de la vida, digna de ser meditada por los que creen
que de la vida puede ser suprimido el mal sin que en el instante dejemos de
saber lo que es el bien.
XIII. Ley de Causa y Efecto. Todo acto o fenómeno tiene una causa
productora, como a su vez produce también un efecto (el cual no es sino la
causa reproducida en otra forma). ¿Cómo podemos imaginarnos que algo
exista sin que haya una causa de su existencia? La enfermedad existe, porque
hay causas morbosas; los objetos artificiales porque hay causas constructoras;
el Universo, porque hay una Causa creadora... La casualidad no existe, ni el
destino ciego tampoco. Es la causalidad. En el determinismo que encierra esta
ley hallamos la base más firme de una fe razonada.
Esta ley es la misma de Acción y Reacción. Todo ser, al actuar como
agente causal produce una modificación en el medio universal que le rodea,
que es un efecto representado por una reacción del medio, pro porcionada y
condicionada a la acción primitiva, y cuya finalidad es restablecer el equilibrio o
armonía, alterado por la acción. La física, en el mundo de la mecánica, estudia
esta ley en el llamado postulado de Newton, que dice: la reacción es igual y
contraria a la acción. Vemos asimismo en biología que, v. g., la aplicación de
agua fría en el
organismo produce una reacción contraria (de calor) destinada a restablecer el
equilibrio, que es siempre la finalidad de esta ley. La acción del sol

22

produce una reacción de sudor y pigmentación regulada por la ley de


adaptación.
En el plano intelectual y en el moral se cumple con la misma
maravillosa exactitud. Lo que se llama suerte o desgracia, no es más que la
reacción del mundo a la acción de uno según la ley (por lo que a nadie
debemos culpar de nuestras desdichas). Esta equitativa ley de Acción y
Reacción o de Causa y Efecto, es la justicia de la Naturaleza. Basta con que
esta ley se cumpla con el sabio automatismo con que se cumplen todas las
leyes de la Naturaleza, para que cada cual no reciba sino aquello que sus
actos han provocado, en proporción a su cantidad y adaptado a su calidad. El
que mete la mano en ácido sulfúrico se quema los tejidos orgánicos en
proporción al tiempo que la tenga dentro, y sufre un mal de una calidad que
corresponde, ni más ni menos, a su ignorancia. De este efecto no puede
echar la culpa al ácido, sino a sí mismo, y debe sacar una lección y una
experiencia para el porvenir. Todo esto en su diáfana simplicidad, es de una
justeza admirable. El que dobla violentamente una rama de un árbol, y por la
reacción de ésta (elasticidad) se rompe el brazo, no puede culpar al árbol de
su desgracia, puesto que él era libre de haber cometido o no el acto
ocasional. Los objetos de las acciones vuelven siempre sobre el sujeto que
las realiza, como las ondas provocadas en el estanque por la caída de un
objeto, vuelven, al chocar con las orillas, al centro de donde partieron, hasta
restablecer el equilibrio perturbado de las aguas.
Las causas originan efectos, y estos efectos son causa de otros,
forjándose así el hilo del Destino. La ley de Causa y Efecto es fatal,
matemática, pero no quita a los seres el libre albedrío, por cuanto queda
reservado a su voluntad el hacer o no hacer una cosa u otra. Lo que no se
puede esquivar es el efecto una vez cometido el acto.
XIV. Ley de Necesidad. (O de Utilidad). Todo ser o acto responde a una
necesidad o utilidad dentro del plan universal de la Evolución. La Naturaleza
no crea nada inútil. Es económica y justa en sus manifestaciones, aunque
pródiga en sus potencialidades, y hace desaparecer lo ya inservible o inútil.
Recuérdese el principio biológico de que "todo órgano que no funciona se
atrofia". Vemos, en efecto, que todo aquello que ya para nada sirve, es
destruido e incorporado a la circulación de la materia elemental (los
cadáveres se descomponen, el cordón umbilical se atrofia, seca y cae una
vez cumplida su misión, etc.) y en cambio, vemos que la Naturaleza es
espléndida en grado sumo en todo aquello que suponga fuerzas en potencia
(como lo demuestra el número inmenso de semillas que da a cada planta, de
espermatozoides en cada gota de licor masculino, de óvulos en el ovario... la
mayoría de los cuales se pierden).
La Necesidad es el supremo estímulo de todo acto vital.
XV. Ley de Desigualdad. El movimiento tiene por único origen una
desigualdad (o excitación). La igualdad es estable. Si no hubiese una
desigualdad de tensión eléctrica entre dos fuentes unidas por un conductor,
no se establecería la corriente; si no hubiese una diferencia química entre los
alimentos y el cuerpo, no habría digestión, ni nutri
23
ción, ni fenómenos derivados; es decir, no habría vida por no haber excitación;
si no hubiera diferencia de ideas, no habría movimiento intelectual ni progreso,
etc. Es pues la desigualdad el origen del movimiento y, por tanto, de la vida. El
movimiento tiende a anular la desigualdad, conduciendo al sistema de que se
trate al punto de reposo o momento estable, del cual saldrá en cuanto una
nueva variación lo solicite. Basta una variación de temperatura en un lugar
determinado, para que sea seguida de una variación de presión y de corriente
de aire. Es suficiente que varíe débilmente la concentración salina del suero
de la sangre, para que se establezcan corrientes acuosas endosmóticas o
exosmóticas -según la variación- a través de los vasos, para restablecer el
equilibrio químico de su disolución. Podrían multiplicarse los ejemplos hasta el
infinito.
Y como la desigualdad o excitación inicial, está en la actividad de los
seres animales y vegetales, y en los cambios químicos de los minerales, como
también en las combinaciones de fuerzas magnéticas y eléctricas, vitales,
radiantes... de unos y de otros, fácilmente se nos da a la razón, que, cuanto
mayor sea la iniciativa y voluntad original de cada ser, mas está en su mano
ser dueño y señor de los cambios que originan las desigualdades excitatorias
de la vida, y que, por consiguiente, como ya dijimos, el medio ambiente será,
en su mayor parte, el creado por la actividad de los seres de más iniciativa y
voluntad intrínseca.
La norma del naturista debe ser cumplir la ley natural

Y para cumplirla es necesario conocerla. De aquí el interés extraordinario que


tiene el estudio y meditación de las leyes anteriormente citadas.
El naturista sabe que la máxima utilidad y rendimiento de su vida, le ha
de venir del exacto cumplimiento de la ley, y que ésta no se puede esquivar
más que en apariencia. El que cumple la ley, va en aras de ella, se
perfecciona y progresa. Este es el criterio naturista.
En contra de él está el criterio artificialista, que en realidad no es ningún
criterio, sino una cómoda postura mental de ignorancia y desidia. El
artificialismo pretende eludir la ley natural y satisfacer el deseo inmediato del
hombre aunque a la larga le perjudique. Es la ausencia de toda disciplina
biológica. Es una marcha, a contracorriente de la ley natural. Pueril resulta
querer marchar en contra de las poderosas leyes de la Naturaleza. A ésta se
la domina cumpliendo sus leyes, pero no desoyéndolas. Si el hombre ha
sabido captar el rayo, evitando que le incendie la casa o destruya su vida, es
porque ha estudiado y cumplido la ley de las descargas eléctricas. Si se
eleva al espacio en globos y aeroplanos, es porque ha estudiado las leyes de
la gravedad y de la resistencia y presión atmosférica, etc. Si no disfruta de
salud perfecta la mayor parte de la humanidad civilizada, es por que no ha
querido oír ni cumplir las leyes naturales que rigen su vida. El hombre prefiere
dar gusto a sus apetitos y pasiones, tratando de eludir sus con
24
secuencias con medicaciones supresivas o narcóticas, a moderar sus exce
sos y extravíos, ajustándose a la disciplina biológica de su especie.
Claro es que, la pretensión insensata de eludir la sanción natural una
vez transgredida la ley, aumenta a la larga sus consecuencias funestas.
Tales son los frutos del artificialismo.
El naturismo, por el contrario, es evolución suave, plácida, normal,
ausente en lo que humanamente cabe, de los trallazos del dolor. El naturista
boga a favor de la corriente en el gran río de la vida. El artificialista se estrella
contra la corriente.
Síntesis vital armónica
Debemos convencernos de que nuestra fuerza, resistencia y eficiencia de la
vida, dependen de que acertemos a colocarnos en el lugar que nos
corresponde en relación con todo lo que nos rodea. Es decir, que dada
nuestra naturaleza física y psíquica, sepamos tomar la posición armónica en
el mundo. Y esta posición armónica quiere decir que vivamos en
concordancia con el medio biológico, aceptando la subordinación a lo que es
superior, prestando la debida asistencia a los demás hombres y a los reinos
de la Naturaleza y sacando el fruto que nos corresponde de los elementos y
de los seres vivos. La armonía depende en último resultado, de la justeza en
el dar y en el tomar. Y parodiando una frase consagrada, podemos decir: "Un
sitio para cada individuo y cada individuo en su sitio."
Existe una posición justa o armónica del hombre, en el conjunto de
todos los seres y elementos que evolucionan en el planeta. El hombre debe
al medio natural todos sus medios particulares de subsistencia y evolución; y
debe, por consiguiente, aprovecharse de este medio sin restar su parte a los
demás seres, y perfeccionarle con su actuación inteligente en beneficio de
todos. Un proverbio árabe dice que, "Todo hombre debe tener un hijo, plantar
un árbol y escribir un libro"; o lo que es lo mismo, dar al mundo lo que el
mundo le ha dado a él: organismo, alimento y cultura. Esto es vivir de
acuerdo con la ley natural. Y el mantenimiento y progreso de esta armonía,
requiere el cultivo de actitudes constructivas. Por esto, el matar para comer,
el martirizar a los animales, talar bosques, destruir plantas, albergar
sentimientos de odio, ser violento y egoísta, etc., por ser hechos destructivos,
rompen la relación armónica de las fuerzas vitales y dan lugar a
enfermedades y desórdenes de todo género, disminuyendo la eficiencia
individual y colectiva. Conducen al fracaso de la vida misma.
El verdadero naturista ha de ser un colaborador de la Naturaleza y de
su ley suprema: la Evolución. Es bueno, constructivo, armónico y biológico
todo lo que favorezca o ayude a la ley evolutiva, pues como dijimos al
principio, toda idea de retroceso es antinaturista. El que come sin destruir,
vive en el campo, sencillamente y trabajando en algo útil, es respetuoso y
servicial, cuida a las plantas y los animales y es tolerante y bondadoso,
estrecha los lazos que le unen a los demás seres, a los que beneficia con su
apoyo y en los que, a su vez, encuentra una garantía de fortaleza y seguridad
contra todo mal.
25
Este ideal de armonía hay que completarle cuidando, por un lado, de
establecer el adecuado equilibrio entre los propios elementos del ser humano:
cuerpo, inteligencia y espíritu (organismo sano y mente culta al servicio del
bien); y por otro lado, practicando una serie de virtudes sociales que nos
permitan la convivencia armoniosa con nuestros semejantes: Respeto al sabio
y al anciano, amor al débil, fraternidad con los iguales, cumplimiento de la ley,
altruismo, ciudadanía, gratitud, justicia, prudencia y culto fidelísimo a la
amistad.
La armonía, en el cosmos, como en el arte, es desigualdad organizada,
es decir, reconocimiento de jerarquía. La vida del hombre sensato debe ser un
reflejo de esta armonía natural. Y esto es obrar en sentido naturista. Así, los
apetitos e instintos de nuestra naturaleza animal, deben subordinarse a la
inteligencia y ésta al espíritu (deber). Las actividades de los seres animales y
vegetales, deben someterse a la inteligencia humana, que les ayudará a
evolucionar y perfeccionarse, a base de respeto a las leyes que rigen la vida
individual y la colectiva. En la vida social debemos reconocer el derecho, la
obligación y la ventaja, de que nos guíen los hombres más sabios y morales.
Los seres todos de la naturaleza son iguales en esencia, como emanados de
un mismo origen, pero no son iguales en potencia (facultades), y menos en
presencia (manifestaciones prácticas inmediatas). De aquí la aceptación de
una jerarquía de orden natural. Ningún planeta puede volverse sol ni erigirse
en centro del sistema. Para ser centro hace falta tener luz propia; que en el
plano humano se llama inteligencia y espiritualidad. Y sólo así se puede dirigir.
Todos los planetas juntos no tienen ni la luz ni la fuerza que el sol aislado.
La meditación de estas ideas será utilísima para el hombre y le llevarán
a encontrar su posición en la vida, para ser ayuda y no estorbo, a la evolución
de los otros seres que con él comparten la existencia.

La circulación de la materia y de la energía


En síntesis hay que afirmar que, toda energía y todo cambio sustancial
procede del Sol. La naturaleza terrestre es un inmenso y admirable laboratorio
donde la energía solar se transforma de múltiples maneras. Y cada nueva
complicación o diferenciación de la materia, no es en el fondo, más que la
resultante de la acción de la energía del Sol sobre la masa virgen de la Tierra,
convertida así en matriz donde se forma el fruto del acto creador de la luz
solar. El antiguo concepto del Padre Sol, fecundando a la Tierra virgen y
madre, encarna un hecho científico revestido de poesía.
El ciclo energético terrestre comienza con la evaporación del agua, que
cayendo en forma de lluvia y atravesando las diversas capas geológicas, se
carga de sales minerales en disolución. Luego los vegetales absorben estas
sales y fijan el carbono combinado con el oxígeno, merced a la función de la
clorofila (sustancia que da el color verde a las plantas), que no tendría lugar
sin el estímulo de la luz solar. La clorofila se colorea de verde por todos los
rayos del espectro solar, con inclusión
26
de los infrarrojos y los ultravioletas, destruyéndose al cabo por la propia luz, al
igual que el pigmento de la retina del ojo de los animales. Una vez activa y
coloreada por la luz (sobre todo la roja), descompone el anhídrido carbónico
del aire (C02), en carbono, que fija y aprovecha para ulteriores síntesis
químicas, y oxígeno que deja libre.(1)
El carbono es la base de la formación de compuestos orgánicos más
complejos. Por reacción entre el anhídrido carbónico y el agua, aparecen los
azúcares, según la siguiente fórmula:
6 CO2 + 6 H2O = C6 H12 O6 + 6 O2
A continuación y merced a esta continua transformación de la energía
solar en energía química, los fermentos nitrificantes del suelo, determinan la
fijación del nitrógeno atmosférico, base de la formación de los albuminoides,
desde las más simples amidas y bases exónicas, hasta las moléculas
complejísimas de la legumina.
La transformación del nitrógeno en amoníaco, del hidrógeno en agua,
del carbono en anhídrido carbónico, del fósforo en fosfatos, del nitrógeno en
nitratos, etc., para formar sales vitalizadas en el organismo vegetal, es
siempre la consecuencia de la acción primordial de la luz del astro del día.
Hasta aquí la parte ascendente o sintética del ciclo energético, realizada
en el reino mineral y el vegetal.
Tócale después al reino animal realizar el circuito descendente, analítico
o de descomposición, desintegrando las sustancias químicas, convirtiéndolas
en compuestos cada vez más sencillos, que vuelven a la tierra, al aire y al
agua, de donde procedieron. El organismo animal, por medio de un proceso
llamado metabólico, del que forman parte las funciones de digestión,
absorción, asimilación, secreción y excreción, descompone los materiales
acumulados por el organismo vegetal, los recompone y asimila en parte,
formando sus tejidos propios, y elimina el resto. A la postre, el trabajo orgánico
desintegra también lo asimilado, y aun el propio organismo, finalmente, al
morir, devuelve a los elementos de la naturaleza sus propios elementos
componentes. Siempre con el concurso de los microbios que tanto actuaron en
el ciclo ascendente vegetal como en el ciclo descendente al verificar la
fermentación intestinal en vida y la putrefacción del cuerpo en la muerte.
Este ciclo expuesto a grandes rasgos, nos enseña la verdad de este
enunciado biológico: "La vida es el mantenimiento de la forma a pesar del
cambio de materia."
Los materiales de que nuestro cuerpo está formado, han cambiado
totalmente al cabo de siete años. Este hecho, juntamente con la persistencia de
nuestra conciencia personal, nos enseña que nosotros no somos nuestro
cuerpo.

1 Muchos principios colorantes de las flores, proceden de la transformación de la clorofila.


El amarillo se debe a la antoxantina, luteolina, berberina, quercitrin, etc. Sustancias rojas son la
hematoxilina, alizarina, etc. El azul se debe a la indigotina. También es inseparable de la
clorofila, la hipoclorina, cuerpo graso más sensible aún que la clorofila.

27
APENDICE
Naturología y Cultura
La Naturología es ciencia de la Naturaleza y, por consiguiente, basada en sus
leyes.
Cultura es el conjunto de valores espirituales de un grupo humano
durante un cierto tiempo. No hay que confundir "cultura" con "civilización", que
es el conjunto de instituciones o fórmulas sociales dentro de las cuales se
guarda y conserva la cultura. La civilización es, por decirlo así, el esqueleto o
armazón de la cultura.
La Naturología estudia las leyes de la Naturaleza, y toda cultura está
fundamentalmente basada en ellas. El estudio del Universo físico constituyó
en la antigüedad la base de su religión y de sus instituciones políticas. Los
movimientos de los astros fueron causa de los primeros mitos y de los
primeros cómputos cronológicos (calendáricos). Y uno de los más importantes
ciclos en el curso de la Historia es el de la "Precesión de los Equinoccios",
genialmente descubierto por Hiparco de Alejandría, y que hállase determinado
por ese círculo ideal que (dada su inclinación) describe el eje de la Tierra en el
lapso de 25.920 años. Esto hace que aparentemente el Sol salga cada 2160
años por cada uno de los doce signos del Zodíaco, en orden inverso a como,
también aparentemente, los recorre cada año y por esto le denominamos
"ciclo de precesión". A cada gran período de 2160 años le llamamos "Era" (y
así la Era de Tauro, la Era de Aries, la de Piscis, la de Acuario, etc.). En la
"Era de Acuario" hemos entrado el año 1942, dejando la cristiana "Era de
Piscis". No está de más, para completar estos conceptos, decir que el número
666 de la "Bestia del Apocalipsis", o sea, 6 X 6 X 6, nos da 216, que es la raíz
de cada período zodiacal o "Era".
Muchas gentes creen que cada cambio astronómico de "Era" trae
consigo una serie de perturbaciones históricas o sociales, cuando no un
cambio de cultura. Pero estos hechos humanos no están necesariamente
ligados a los hechos astronómicos, aunque pueden estar determinados
"astrológicamente".
Ciclos de perturbación social y decadencia cultural se han presentado en
la Historia en lapsos de tiempo más pequeños. Recuérdense como "tiempos
revueltos" (que diría Toynbee) el Egipto de la dinastía VIII, XIII, XX y XXXI; la
Babilonia de Baltasar; la Asiria de Assurbanipal II; la Persia de los Artajerjes;
la Grecia de Filipo; la India de los Yue-Chi (siglo III); la China de los Han; la
Roma de los Julio-Claudianos (fustigada por Horacio, Petronio y Juvenal) y de
los Severos; la Bizancio de Heraklio; la España visigótica de Wamba y Witiza;
la España musulmana de finales del Califato, etcétera.
En nuestro siglo xx de la "Era Cristiana", y a partir de 1914, esta mos
asistiendo al paso histórico de "tiempos revueltos", y hemos entrado, en su
mitad, en la "Era de Acuario". ¿Qué significado puede tener

28
todo esto en relación con ciclos astronómicos anuales, lunares, zodia cales...
?
Indudablemente, los ciclos y posiciones respectivas de los astros (al
menos de nuestro sistema) influyen como determinantes de ciertos hechos
en el mundo biológico de animales, plantas y seres humanos, y aun en las
manifestaciones psicológicos de todos los seres conscientes, como he
expuesto en mi obra "La Religión de la Naturaleza" (página 24, tercera
edición). Es decir, las influencias astrales determinan historia. Pero esto no
es resultado de la "fatalidad", sino de un "determinismo" que hila unos
hechos con otros, tanto más cuanto se interfieren con influencias de
herencia, de género y lugar de vida y del carácter y grado de la cultura.
En este complejo biocosmológico ha de incluirse el carácter y duración
de las enfermedades, teniendo que añadirse, en nuestros tiempos de
enormes velocidades aviatorias, lo que se ha llamado "síndrome de los
husos horarios". La Tierra ha sido idealmente dividida en doce husos de una
hora separados por meridianos. Cuando viajamos de Oeste a Este (o sea,
en la misma dirección de la rotación de la Tierra), paralelamente al Ecuador,
o sea, cortando perpendicularmente los meridianos, tenemos que adelantar
el reloj una hora por cada "huso horario", porque vamos al "encuentro del
Sol", y entonces perdemos cronológica y biológicamente un cierto número
de horas y se nos acorta la noche. En el caso inverso (viajando de Este a
Oeste) ganamos otro número de horas.
Esto trae como consecuencia una "disritmia sueño-vigilia", sobre todo si
el viaje de ida y vuelta se repite frecuentemente, y aun más con los modernos
aviones Turbojets, Comet, Boeing 707, D.C. 8 y Jumbojets. Y dicha
"disritmia" se manifiesta por síntomas corporales y psíquicos, como
hipertensión arterial, astenia, insomnio nocturno, dispepsia, irritabilidad,
lentitud de reacciones psíquicas (cuyo conjunto se ha denominado "fatiga del
vuelo"). Terminado el viaje, es necesario, sobre todo para los pilotos, un
cierto tiempo de recuperación, que la "International Civil Aviation
Organization" (I.C.A.O.) ha calculado por medio de la fórmula de Buley: R.
P.T/2 + (Z - 4) + Cd + Ca, etn la cual R. P. es el período de recuperación o
descanso, dado en décimas de día (2,4 horas); T es el tiempo de duración del
vuelo, en horas; Z es el número de "husos horarios" cruzados durante el
vuelo, y Cd y Ca son los coeficientes de salida y llegada, porque no es lo
mismo volar fuera de las horas nocturnas habituales de sueño (en cuyo caso
estos coeficientes son de valor 0 y 1, respectivamente) que volar durante las
horas de la noche. Por esta razón, las mejores horas locales para emprender
un vuelo son de 8 a 17, y para llegar a su destino, entre 18 y 24.
Recuerdo que en uno de nuestros viajes en un avión de la P. A. A.
desayunamos en Marsella, comimos en Londres y cenamos en Nueva York.
Dormimos en la cama las dos noches contiguas; salimos con sol de Marsella
y llegamos al atardecer a Nueva York. Desde el punto de vista de los "husos
horarios" fue un viaje perfecto. Todo lo contrario al que hicimos de Nueva
York a París, en el cual partimos durante el crepúsculo de la tarde y a las dos
horas veíamos el resplandor de la aurora por el Este. ¡Nos habían robado
una noche!
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No hay ni qué decir que en los viajes en sentido Norte-Sur (o viceversa)
no existe este problema, porque no hay que atravesar meridianos.
De todo esto deducimos que el "síndrome de los husos horarios" puede
poner en peligro la buena solución de un asunto comercial o político, si el jefe
de empresa o el ministro salen volando a velocidad supersónica para resolver
un problema al día siguiente. Ni la píldora calmante podrá poner en orden su
cerebro.
30

Lección II

CONSTITUCION DEL HOMBRE.


ANATOMIA Y FISIOLOGIA UNITARIAS
Constitución del hombre
Nadie, por muy materialista que sea, puede negar que en el hombre, además
del organismo físico, hay algo metafísico. Otra cosa, sería negar la existencia
de la vitalidad, el pensamiento, la emoción, la mente y la conciencia.
Sería interminable hacer un análisis de las opiniones de los filósofos y
médicos de todos los tiempos, referentes a este tema. Desde los que opinan
que el hombre es un compuesto de cuerpo y alma (aristotélicos, vitalistas,
escolásticos), hasta los que admiten la constitución decenaria de nuestro ser
(rosacruces), hay una dilatadísima gama de opiniones para todos los gustos y
modos de concebir.
Echemos una ojeada a lo fundamental de los diversos conceptos, ya
que no de los diversos autores.
La constitución dual humana la resume el profesor Corral (Patología
General, cap. XLIV) en el brillante párrafo siguiente: "El alma, diremos pues,
es el principio universal de la vida, concurre con la materia a la producción de
todos los fenómenos biológicos, así orgánicos como psíquicos, y existe por
tanto, aunque con distinta categoría, en todos los seres dotados de vida. El
hombre es también un compuesto de cuerpo y alma, de materia y forma
sustancial según el lenguaje de los escolásticos; sólo que el alma, o forma
sustancial del hombre, a diferencia de la de los demás seres orgánicos,
puede subsistir por sí con independencia de la materia: es espiritual, en una
palabra."
Esta última afirmación nos lleva como de la mano al concepto ternario.
El alma humana es espiritual, porque no es un elemento simple. Decía
Aristóteles (De anima, I, II, c. 2, 10): "Una cosa es el ser
que siente y otra el ser que piensa, porque sentir y pensar son dos cosas muy
diferentes", a lo que hay que agregar el comentario de Santo Tomás: Sensus
est particularium, intellectus universalium. Llegamos, pues, al concepto de los
antiguos griegos que concibieron al hombre compuesto de nous, psique y
soma, es decir, alma espiritual, alma animal y cuerpo, o sea espíritu, alma y
cuerpo según el concepto clásico de Orígenes, Clemente de Alejandría y San
Pablo en sus epístolas a los

31
Tesalonicenses y a los Hebreos. En una palabra, el hombre está constituido
de esencia, vida y sustancia. La esencia es lo que es por sí, o sea el espíritu;
la vida es lo que le anima, o sea el ánima o alma; la sustancia es el elemento
material de expresión.
Mas como ni el alma ni el cuerpo son principios simples, sino com
puestos a su vez de otros elementos, de aquí que la observación de los
filósofos haya ido haciendo surgir nuevos conceptos que agregar a los
anteriores. Y no en el orden de los tiempos, sino en el de la profundidad de la
observación.
La admisión de una consciencia como suprema realidad trascendente
del ser humano, implica el imperativo de una finalidad a la que están
subordinados todos los actos de la vida física. Dice a este respecto Sedgwick
Minot ("Problemas modernos de Biología"): "La conciencia es el problema
más oscuro de la biología. De ella se ocupaban tan sólo los filósofos y
últimamente los psicólogos, y no han pasado propiamente de afirmarnos que
constituye un criterio final, es decir, un concepto que no puede ya dividirse. En
una conferencia que di en 1902, como presidente de la Asociación Americana
para el progreso de las Ciencias, intenté explicar la importancia de la
conciencia en la evolución animal, y hoy como entonces, opino que el
desarrollo filogenético, particularmente en los vertebrados, descansa en la
mayor perfección de la conciencia."
"Nos vemos efectivamente obligados a conceder en la evolución, un
papel director a la conciencia, cuya importancia deriva tan sólo de su
influencia en la vida de los animales. La conciencia es activa, y en mi
conferencia de que he hablado, expresé mi persuación de que no puede
menos de admitirse como condición causal inmediata de los procesos
fisiológicos. ¿Qué es la conciencia? Debemos escoger que yo sepa entre tres
explicaciones posibles. Según una de ellas, la conciencia no es un verdadero
fenómeno, sino un llamado epifenómeno, un algo que acompaña al fenómeno
fisiológico sin ejercer empero sobre él ninguna influencia. La conciencia como
me decía un notable psicólogo, es el aspecto opuesto de las transformaciones
del protoplasma de las células cerebrales. Según otra opinión, la conciencia
es una forma especial de la energía. Esta opinión, estrechamente
considerada, es metafísica; yo no conozco, por lo menos, ninguna
observación ni experimento que demuestren que la energía puede
transformarse en conciencia. No me inclino, pues, a considerar la conciencia
como un estado de protoplasma o como una forma de energía. Si admitimos,
no obstante, como debemos, según mi parecer, que la conciencia ocupa un
importante papel en la vida debe, pues, influir en algún modo sobre el cuerpo,
influencia que puede tan sólo manifestarse transformándose en energía en
algún lugar del cuerpo. Esto nos conduce inmediatamente a la hipótesis de
que la conciencia puede ocasionar la transformación de la energía y de que
ella no es energía."
"Este concepto no es una especulación filosófica, sino una hipótesis
científica, formulada para explicarnos los fenómenos vitales en su con junto.
Sería interesante saber, y es de esperar que se sabrá en lo futuro,
32
en qué consiste esencialmente la conciencia. La primera cuestión para los
biólogos es: ¿la conciencia es realmente una causa?"
Entre las nebulosidades de estos interrogantes con que Sedgwick
plantea el problema de la conciencia hay una interesante afirmación intuitiva:
La de que la conciencia puede ocasionar la transformación de la energía (y
por tanto de la materia), pero la energía no puede transformarse en
conciencia. Ya es bastante para un biólogo que no quiere ser filósofo.
Para nosotros, estando la finalidad de la vida en la evolución y
ampliación de la conciencia, como núcleo esencial de nuestro ser múltiple, es
claro que de ella dependen todas las transformaciones de la vida en todos sus
aspectos. Los diferentes estados de conciencia con ésta se enfoca a través
de sus vehículos de manifestación, de los cuales el cuerpo es el material y
tangible, no son sino modos o aspectos por los que capta formas limitadas del
conocimiento, cuya suma la dará quizá un día la omnisciencia.
Esta manera de considerar la cuestión, podrá salirse del campo de la
biología, para entrar en el de la filosofía, pero es difícil que haya alguien
capaz de delimitar la disciplina por la que ha de llegarse a una verdad.
Hemos de deducir, finalmente, que la forma de llevarse a cabo la vida
de un individuo, es efecto de su estado de conciencia, y que muchas veces
será necesario llegar hasta la modificación de éste para la corrección de un
estado anormal del organismo. Por esto no puede haber verdadero médico si
no extiende su jurisdicción hasta las cosas del alma. Con razón decía
Spencer que la felicidad es el más poderoso de los tónicos. Y ello es cuestión
de estado de conciencia.

Anatomía y Fisiología unitarias


Que el cuerpo es un solo órgano y la vida una sola función, como decía
Letamendi, es afirmación indudable para todo médico filósofo. Tal es el
concepto puro hipocrático. ("Confluxio una, conspiratio una, consentientia
una").
En los tiempos actuales y en nuestra patria, Pí Suñer, en su notable
obra "La Unidad funcional", ha venido a confirmar de manera brillante la
evidencia de tal principio. El profesor Corral, en su "Patología General"
(capítulo VI), dice, refiriéndose a este tema: "El ser vivo es uno, es individuo,
es decir, un todo indivisible (individuus). Las diferentes partes del organismo
tienen cada una su actividad propia y particular, pero a la vez todas se
asocian de tal modo que cada una, para vivir, necesita de la acción de las
demás: la razón de la manera de ser de cada una de las partes del cuerpo
viviente, decía Kant, reside en todo el conjunto, al paso que en los cuerpos
brutos, cada parte la lleva en sí. La unidad, morfológica y fisiológica a la vez,
es la nota más típica del organismo, que dejaría de ser organismo en el
momento en que dejase de ser uno. Ni hay vida sin organización, ni
organización sin unidad. Multiplex quia vivus, vivus quia unus, decía el antiguo
aforismo."
33
"Esta ley admirable de solidaridad, de conspiración, de mutua
dependencia, conocida y proclamada ya por la escuela hipocrática, no es más
que la expresión de la unidad real del ser, que arrancando del óvulo
fecundado, la célula una, se muestra más vigorosa y con mayor evidencia en
el apogeo del desarrollo, en la complejidad y multiplicidad de las partes, que
liga e impregna con la vida del todo. Y no podía ser de otra manera: la
multitud que no es unidad es anarquía ha dicho Pascal."
La meditación de nuestro anterior esquema de diferenciación, será la
mejor tesis de este corolario de Corral.
Por su parte, Pí Suñer, nos dice: "Y el patólogo ve en el organismo algo
más que instrumentos que obedezcan ciegamente a los mandatos de un
espíritu: ve un cuerpo vivo, con una trabazón funcional, que muestra
dependencia mutua entre sus diversos órganos, que enferma por partes, pero
resonando el mal de una sobre las otras, y que se defiende. Ve una unidad
coordinando la variedad funcional y, así, en cada órgano, algo activo, viviente,
con función propia, pero contribuyendo en la medida justa, a la vida de los
demás. Adquiere el médico, por imposición de los hechos, la noción de la
solidaridad fisiológica y morbosa."
"Finalmente se cae en la cuenta de que no es posible la inmunidad -
cosa muy compleja y variable en sus necesidades y manifestaciones- sin una
estrecha colaboración de todo el organismo, sin una perfecta relación
interorgánica, sin la existencia de la unidad funcional."
Efectivamente, aun a riesgo de que el enorme progreso analítico de la
biología, capte aun algunas mentes para el criterio anatómico y localista, es
muy cierto que determinadas conquistas biológicas inclinan la balanza
decisivamente del lado del unicismo, o mejor dicho criterio unitario. Hay dos
hechos, que el propio Pí Suñer apunta, harto elocuentes para nuestra tesis: a)
La existencia de una unidad química, y b) La existencia de una unidad
nerviosa.
La evidencia de la unidad química, la demuestra la existencia de las
glándulas de secreción interna, cuyos productos son vertidos a la sangre con
una sinergia verdaderamente admirable. Y la existencia de la circulación de la
sangre que pone en relación química todos los órganos del cuerpo. Pues una
gota de sangre que circula en un momento dado por la cabeza, a la velocidad
media de 16 metros por minuto, estará al cabo de unos segundos en la planta
del pie.
El sistema nervioso, por su parte, pone en comunicación todos los
órganos del cuerpo, hasta el punto de que ninguno de ellos (con conciencia o
no, personal, de ello) ignora lo que pasa en los demás.
Solamente así podemos explicarnos que en el organismo animal, en
contra de lo que sucede en las máquinas artificiales, unos órganos pueden
sustituir o compensar a los otros, es decir, tener función vica riante. En un
automóvil no podemos pretender que una rueda sea sus tituida por el volante
o la magneto por el carburador. Pero en el orga nismo vivo, v. gr.: si un riñón
está enfermo, puede compensarse por un aumento de la función de la piel, y
si un pulmón está lesionado
34
puede ser compensado por el otro o por el corazón, y aun por la piel, y hasta
quizá por algunas glándulas que, al aumentar las oxidaciones, sustituyan la
función pulmonar en un momento dado. Estas son las mejores pruebas de la
unidad orgánica y funcional.
De todo esto se deduce el error de basar el diagnóstico de un enfermo
en sus lesiones anatómicas (última manifestación del estado de enfermedad),
cuando en realidad se debe basar, como hacemos los médicos naturistas, en
la alteración primordial de funciones y la causa que lo produce. De aquí
también, que nosotros rechacemos las especialidades médicas, en cuanto
que reducen la clínica a ocuparse de un sistema orgánico, con exclusión de
los demás, o a lo sumo, las aceptemos en el sentido letamendiano de "aplicar
la medicina toda, a un número particular de casos prácticos". Pero esto sin
olvidar que el cuerpo es un sólo órgano y que, v. gr.: no puede estar lesionado
un estómago, sin que esté enfermo todo el organismo y aun la psiquis del
sujeto.
Nosotros no creemos que sea el pulmón el que respira, ni el estómago
el que digiere..., sino que es el hombre el que respira por medio del pulmón y
digiere por medio del estómago .Por consecuencia (y aunque esto sea
adelantar ideas), haremos terapéutica errónea administrando pepsina y ácido
clorhídrico a un estómago asténico, u ovarina a una insuficiencia ovárica, en
lugar de buscar el medio de estimular ese organismo para que segregue por
sí mismo su jugo gástrico o su secreción ovárica, a trueque de funcionar con
jugos prestados, que no le resuelven su problema.
El tan citado Pí Suñer, hace al final de su mencionada obra, en el
capítulo X, un detallado esquema de diferenciación anatomofisiológica,
parecido al hecho por nosotros en 1915, y ya expuesto sintéticamente en la
lección segunda, del cual entresacamos los siguientes párrafos:
"Al progresar la diferenciación, crece el número de elementos celulares
que integran un ser vivo y se proceden diferentes formas en estas células.
Entonces las células son al individuo lo que las micelas a la célula: cada
especie se distingue por sus órganos, como cada órgano por los tejidos que
lo constituyen, y los tejidos por sus peculiares elementos anatómicos. Se
llega, progresivamente y sin saltos del átomo al tejido, al órgano y al
individuo".
"El mismo equilibrio que hacía posible la vida de la célula, relacionando
las micelas, traba entre sí las actividades de las distintas células, las que,
viviendo en un medio común, retirarán de este modo las substancias
necesarias a su nutrición y dejarán en el mismo sus productos,
excrementicios o de otra clase. Lo que era influencia por simple difusión en la
célula, conviértese en acción química a distancia en aquellos organismos que
poseen disposiciones circulatorias del medio interno".
"La correlación humoral se establece, por ende, de múltiples maneras:
a) Por impregnación difusa de célula a célula, como en las formas
primitivas.
35
b) Por productos funcionales que son acarreados por el medio in terno.
c) Por substancias diferenciales, resultado de especiales funciones
grandulares."
"La conducción por la sangre de las substancias químicas que
intervienen en el funcionalismo de otros órganos, constituye un per
feccionamiento fisiológico que presta mayor rapidez a la interacción humoral".
A lo que no está demás añadir este otro párrafo de Gómez Ocaña: "La unidad
de la circulación es indudable y ha sido brillantemente expuesta por
Letamendi y no hace mucho por Marco. Repárase que todos los líquidos que
circulan por el organismo, tienen su motor principal en el corazón y motores
auxiliares, en los músculos respiratorios, en los de los vasos y en los
estriados en general; es decir, motores comunes. Recuérdese asimismo que
todos los humores, líquido intersticial, linfa, quilo y sangre, o proceden de ésta
o van a parar a ella; y, por último, que los vasos, conductos y lagunas
comunican unos con otros, ora francamente ora por sus intersticios. "
Sigue diciendo el primero de los citados autores: "Representa la función
nerviosa la manera más eficaz de solidarizar las distintas partes de un
organismo. Como los órganos endocrinos (glándulas de secreción interna),
nace de una progresiva especialización de los plasmas primitivos: ‘En las
formas más avanzadas aparecen las neuronas intermediarias, de asociación,
y la tendencia a la centralización anatómica, por la cual un solo receptor o un
grupo de receptores (sistema nervioso central), puede obrar sobre múltiples
efectores’." "Y por la centralización, por la abundancia de los trayectos, por las
muchas combinaciones posibles, todo el sistema receptor puede entrar en
relación con el efector. Así se producen actos de defensa o de busca, hasta
los más complicados y, particularmente, cuando llega a aparecer el epife
nómeno que es la conciencia (física)."
"Bien se ve si es un imprescindible elemento de unidad funcional el
sistema nervioso, y si su formación representa ventajas para el ser vivo.
Desde el momento que un estímulo puede obrar sobre un punto determinado
y responder a este estímulo de órgano más o menos lejano, la conducción
nerviosa ha influido de una parte en que, a distancia, relacionando dos actos
biológicos, unificando un proceso fisiológico. Es superfluo insistir ya más
sobre el papel del elemento nervioso como elemento coordinador."
Meditando sobre el proceso de la diferenciación, puede colegirse que lo
humoral o químico y lo nervioso, tienen un origen común y todo depende de
una ley biológica general. Las células se influyen mutuamente por transmisión
y excitaciones y por cambios químicos, y en el curso del desarrollo presentan
ya su especial función antes de adquirir su estructura particular. Las células
cardíacas del embrión, pongamos por caso, laten con ritmo antes de que se
haya formado el corazón y de que hayan llegado a ellas las fibras nerviosas
que tienen destinadas. ¿No se intuye con este hecho, la variedad en la
unidad? También se hace evidente que la unidad orgánica y fisio

36
lógica conserva siempre en su intimidad los mecanismos simples y primitivos
de la célula; y que las ulteriores complicaciones que representan la aparición de
sistemas bien diferenciados, especialmente el nervioso, más supone una
economía en el rendimiento fisiológico que una variación esencial. La
existencia de sistemas orgánicos para relacionar las funciones de los diversos
grupos celulares, es pues un ahorro por velocidad y coordinación. Pero en el
fondo, la base de la vida orgánica está en el intercambio de la célula con sus
compañeras y con el medio que las circunda, con todo su proteísmo original.
37
Lección III

ANATOMIA Y FISIOLOGIA UNITARIAS


Rasgos generales de la constitución del cuerpo humano. Los tres sistemas
orgánicos. Los tres tipos humanos. Los temperamentos.

Rasgos generales de la constitución del cuerpo humano


Hemos de decir antes que nada que, la palabra anatomía, en su sentido
etimológico, de ana-temno, quiere decir dividir con insistencia. Como nosotros
lo que vamos a hacer en estos ensayos es precisamente lo contrario,
sintetizar y unir lo que siempre se ha estudiado disperso, de aquí que la
palabra anatomía pierda su oportunidad significativa. No obstante, y por no
usar el término pretencioso de somatosíntesis, emplearemos el de anatomía
unitaria, con el cual expresamos que, sin despreciar el estudio analítico de los
órganos, no olvidamos nunca su subordinación a la unidad orgánica.
Por otro lado, dado nuestro concepto global de estos problemas, se
hace imposible separar la fisiología de la anatomía, si queremos eludir el
peligro de error que supone el estudio de una anatomía de cadáver, en el que
hasta los órganos han perdido la forma que tenían en vida. Si esto puede no
ser óbice para el estudio general de la construcción orgánica, es motivo de
equivocación en cuanto se trata de conocer la forma, posición y volumen de
las vísceras.
Tampoco conviene confundir nuestro propósito de anatomía unitaria con
una especie de anatomía topográfica, por cuanto nosotros no vamos
buscando relaciones de órganos o sistemas en su aspecto local y somático,
sino relaciones vitales de órganos y sistemas, en cuanto son expresión de
una unidad funcional, no solamente de orden fisiológico o genérico, sino
también de orden psíquico y teleológico. Es decir, el estudio del organismo
humano en cuanto es instrumento de expresión de una individualidad
trascendente, no ya solamente metafísica, sino metapsíquica.
Y se verá como esto es así desde el primer momento de nuestro
estudio.
Efectivamente: Dijimos que, el hombre como los demás seres, se
compone de esencia, vida y sustancia (espíritu, alma y cuerpo). Esta

38
constitución trina, responde a una ley universal que fundamenta la
arquitectura general de los seres. Y no podía faltar en la construcción del
cuerpo humano. Así, éste se compone de tres partes perfectamente definidas:
1ª Abdomen.
2ª Tórax.
3ª Cabeza.
Cada una de estas partes tiene sus correspondientes extremidades: El
abdomen tiene las piernas; el tórax, los brazos, y la cabeza, los maxilares
interiores (extremidades del metámero capital), unidos en la línea media para
los efectos de su especial función.
Obsérvese también que, cada parte se divide en otras tres: Así, el brazo
se divide en: brazo propiamente dicho, antebrazo y mano. La mano se divide
en: carpo, metacarpo y dedos. Los dedos en tres falanges; etc. Más, cada
uno de los segmentos se corresponde fisiológicamente con sus semejantes.
Es decir, que, el brazo corresponde al abdomen; el antebrazo al tórax, y la
mano a la cabeza; del mismo modo que el carpo corresponde al vientre, el
metacarpo al tórax y los dedos a la cabeza. Por esta razón los dedos son la
parte más inteligente de la mano; el metacarpo la más fuerte, y el carpo la
menos movible. Y de igual manera, el brazo, que corresponde al vientre, es la
parte más voluminosa y menos móvil; el antebrazo más movible y menos vo
luminosa porque corresponde al tórax; y la mano la más inteligente porque
corresponde a la cabeza. En fin, por la misma correspondencia fisiológica,
son gordos y tardos los hombres de tipo de nutrición; fuertes y ágiles los de
tipo torácico; y más débles, pero más exquisitos e inteligentes, los de tipo
cerebral.
En la cabeza, compendio y expresión del organismo todo, podemos
estudiar también tres partes, correspondientes a cada gran sector del cuerpo.
La zona C, que corresponde al vientre y que contiene el órgano que en la
cabeza corresponde al tubo digestivo: la boca, parte la más inteligente del
tubo digestivo, por cuanto en ella selecciona los alimentos el sentido del
gusto. La zona B, que corresponde al tórax, y que contiene el órgano que en
la cabeza corresponde al aparato respiratorio: la nariz, parte la más inteligente
del aparato en cuestión, por cuanto en ella se selecciona por el
sentido del olfato el aire que hemos de respirar. Y la zona A, que corresponde
al cerebro mismo, y que contiene el órgano que en la cbeza corresponde al
sistema nervioso: los ojos, parte la más inteligente del cerebro, por cuanto
selecciona por medio del sentido de la vista las imágenes que han de influir
en él, y nos lleva tras la belleza física (fig. 1.)
La cabeza vista de perfil nos muestra también sus correspon dientes
tres partes. La zona a, correspondiente al cerebro, por lo cual se hallan en
ella los órganos más inteligentes y más expresivos (boca, ojos, nariz, frente).
La zona b, correspondiente al tórax, por lo cual se hallan en ella los centros
cerebrales motores, los conductos guarda dores del equilibrio y los músculos
masticadores; es decir, aquello
39
que corresponde al movimiento físico, cuya base orgánica es el tórax.(1) La
zona c, correspondiente al vientre, por lo cual es la más ruda y material de la
cabeza, siendo también la más voluminosa en los individuos de base
digestiva, que diría Lindlahr.
En el tórax encontramos los órganos del movimiento orgánico. El
corazón u órgano del movimiento físico interno, por cuanto mueve
Fig. 1. Zonas fisiológicas de la cabeza. A.a, Zona cerebral; B.b, Zona torácica; C.c., Zona
digestiva.
los humores; y los pulmones u órganos del movimiento químico interno, por
cuanto dan oxígeno, elemento de combustión que pone en actividad química
los materiales del organismo.(1)
En el abdomen encontramos los órganos digestivos o de la nutrición y
los órganos reproductivos o de la nutrición de la especie. Son los más
groseros de todos los órganos y sobre los que mejor influencia puede ejercer
el cerebro.
Habremos notado, pues, que en la cabeza, que es la parte más

1
Todo movimiento mecánico (marcha, danza, etc.), tiene por base a un movimiento físico
y éste a uno químico. Así los movimientos dichos se basan en contracciones (acción física), y
éstas, en variaciones del quimismo (acción química); como el movimiento de las ruedas de una
locomotora (acción mecánica), se basa en la expansión y tensión del vapor de agua (acción
física), y ésta, en la combustión (acción química). Los movimientos químicos, como ya veremos,
tienen por base otras acciones nerviosas y psíquicas.

40
selecta del organismo humano, se da un resumen de todo el cuerpo, que no
se da en las demás partes. De aquí el valor diagnóstico de las alteraciones de
las facciones en los diversos estados morbosos, y aun el valor de la
observación de las facciones normales, para deducir las características
psicológicas del sujeto. Tema éste ya cultivado por Pitágoras y que ha tenido
tan excelentes continuadores como Lavater, y en los tiempos más modernos,
Samuel R. Wells en su New Physiognomy.

Los tres sistemas orgánicos


Por lo que antecede vemos, que siguiendo siempre la Naturaleza su plan
constructivo trino, cada una de las tres cavidades orgánicas, vientre, tórax y
cabeza, contiene los órganos fundamentales de otros tantos sistemas
orgánicos. El vientre los del aparato digestivo (que elaboran la parte material);
el tórax los del circulatorio (que proveen la energía), y el cráneo, los del
nervioso (por donde actúa la inteligencia).
Estos tres grandes sistemas son el objeto de acción de tres grandes
grupos de fuerzas vitales, que, usando el léxico letamendiano, llamaremos
extensivas, protensivas e intensivas. Las extensivas o nutricias, realizan el
crecimiento y mantienen después el volumen del cuerpo. Las protensivas o
circulatorias, fuerzas de combustión, conducción y arrastre, tienden a la
disgregación del ser. Las intensivas o nerviosas son portadoras del impulso
constructivo, específico y finalista, siendo en cierto modo antagónicas de las
protensivas, y por las cuales se realiza la permanencia de la forma a pesar del
cambio incesante de materiales. (Las fuerzas llamadas expansivas no son
sino la fase inicial de las protensivas.)
Bien claro está que, estos tres grupos de fuerzas organizadas, que
constituyen el motor de los tres grandes sistemas, no son otras que las
encarnadas en el antiquísimo concepto, nacido de la más pura y lógica
observación natural, de fuerzas creadoras, conservadoras y destructoras.
Creadoras o nerviosas; conservadoras o nutricias y reproductoras; y
finalmente las destructoras, que son las circulatorias y respiratorias. De la
armonía y ponderación de estos tres sistemas de fuerzas, depende el
mantenimiento de la vida. Si predominasen las nutricias, el ser aumentaría de
tamaño indefinidamente; si predominasen, en cambio, las circulatorias y
respiratorias, se aniquilaría el individuo a fuerza de excretas y combustiones.
El predominio de las nerviosas en su sentido rector, es el único normal.(2)
Existe, no obstante, un predominio compatible con la existencia

2
Estas tres clases de fuerzas, son en realidad una sola, pues se reducen a modalidades
de la energía solar única. La misma luz solar es creadora, conservadora y destructora. Crea,
v.gr.: el trigo sobre la tierra, le conserva y nutre por medio de su función clorofiliana; finalmente le
agosta y seca, terminando con la vida de la planta que queda en potencia en el grano. De modo
que, en realidad, toda diferenciación de fuerza, lo mismo que sucede con la materia, es una
apariencia de la vida una.

41
normal que, cuando se refiere a las fuerzas de nutrición, dan lugar al tipo de
nutrición o braditrófico. Cuando se refieren a las fuerzas circulatorias dan
origen al tipo de movimiento o taquitrófico. Y cuando se refieren a las
nerviosas, en su sentido creador, originan el tipo psíquico. Ni que decir tiene
que, el equilibrio perfecto de las tres, se resuelve en el tipo armónico. De
todos los cuales tipos orgánicos nos ocuparemos más adelante.
Estudiemos ahora la constitución de los tres sistemas.
Nadie ha expuesto tan magistralmente como nuestro querido y
malogrado amigo el doctor Brioude, que fue catedrático de la facultad de
Sevilla, la existencia y descripción de los tres sistemas orgánicos, por lo cual,
siguiendo su didáctica expositiva, damos aquí el siguiente resumen:
Se observa, que las cavidades que contienen dichos sistemas llevan un
orden de capacidad de mayor a menor (vientre, tórax y cráneo); la resistencia
de sus paredes va de menor a mayor; y la índole de la función, de más lenta
y grosera a más viva y elevada (digestión, circulación-respiración,
pensamiento percepción).
Cada uno de los tres sistemas tiene un orificio de entrada y otro de
salida. Los orificios de entrada, todos situados en la cara, son: La boca, para
el aparato digestivo; la nariz, para el respiratorio; y los ojos, para el nervioso;
que también son órganos de tres sentidos importantes: gusto, olfato y vista.
Las entradas de los tres sistemas constituyen el polo positivo del cuerpo
humano, por ser el polo de atracción, hacia el cuerpo, de lo que hay en el
medio ambiente. Al hacer la afirmación de que el ojo es orificio de entrada del
sistema nervioso, lo hacemos bajo el convencimiento de que la luz, que es lo
que el ojo recoge, es de índole material además de vibratoria, y siendo cierta
la teoría de la emanación (que cada día tiene más adeptos en la ciencia),
puede afirmarse que todo ese bombardeo infra-atómico de las partículas
luminosas, entraría absorbido, como un torrente nutricio, por el nervio óptico,
(3) siendo recogido como legítimo alimento, sutil y energético, por el cerebro.
Respecto a la objeción que salta a la mente del estudiante, sobre el
papel que representan los oídos, órganos de un sentido tan elevado y
complejo como el de la audición, y que también son orificios de entrada
situados en la cabeza, le adelantaremos, para explanarlo más adelante, que
corresponden a la entrada de un aparato formado por dicho sentido, y
algunos centros y glándulas encefálicas de singular importancia.
Cada uno de los tres sistemas de que venimos hablando, tiene tam bién
un orificio de salida: El digestivo tiene el ano, por donde salen sus residuos; el
circulatorio expele sus excretas por los conductos uri narios, y el nervioso
tiene como vía de salida el conducto seminífero en el hombre y la trompa de
Falopio u ovárica en la mujer, es decir,

3 Afirma Testut que el nervio óptico no puede ser identificado ni comparado con un nervio
periférico, siendo su carácter estructural como el de los centros nerviosos, y constituyendo, como
la propia retina, una prolongación del cerebro anterior primitivo.

42
los conductos genitales. Dice Brioude: ‘...los órganos genitales son
verdaderos condensadores de energía neúrica. Lo mismo en el hombre que
en la mujer, todas las alteraciones del sistema nervioso están directamente
relacionadas con el estado de los genitales. Así ha llegado a ser de uso
corriente la palabra histerismo en todo desarreglo nervioso, como aceptando
el origen uterino (hister-matriz) del proceso". También es de observar la
neurastenia o astenia nerviosa, que se observa en los sujetos que, por
deficiencias medulares o excesos de fluido nervioso, padecen de abundantes
pérdidas espermáticas. Hecho conocido, que aboga también por la certeza de
estas afirmaciones, es la pérdida de los caracteres psico-físicos sexuales por
la extirpación de los testículos y los ovarios. Nada tiene de particular, por otro
lado, que las eliminaciones del aparato nervioso sean células sexuales
capaces de generar otro ser. La fuerza creadora sexual puede trasmutarse en
fuerza creadora cerebral, porque en el fondo, es una sola. Y ésta puede
disminuirse o debilitarse por el abuso de la primera, porque fisiológicamente
están en razón inversa en cuanto a su cantidad relativa de libramiento; si bien
están en razón directa en cuanto a su potencia global. No olvidemos tampoco
las enormes energías latentes que atesora el sistema nervioso del hombre.
Los tres orificios de salida de los tres sistemas se agrupan en el periné,
formando el polo negativo del organismo.
Cada uno de dichos sistemas tiene un conducto de entrada, siendo el
esófago para el digestivo, la tráquea para el respiratorio y el nervio óptico
para el nervioso.
También tiene cada uno su órgano central e impulsor: El estómago para
el digestivo; el corazón para el circulatorio, y el tercer ventrículo o medio, para
el nervioso, que no es más que una dilatación diferenciada del conducto del
epéndimo, como el corazón lo es del conducto arterio-venoso y el estómago,
del tubo digestivo.
Tiene cada uno de nuestros sistemas, dos órganos laterales auxiliares,
que son: El hígado y páncreas en el sistema digestivo; los dos pulmones en el
circulatorio y los dos hemisferios cerebrales (cada uno con su correspondiente
ventrículo) en el nervioso. Los órganos laterales de los tres sistemas
comunican con el tractus central invariablemente.
Una red general pone en comunicación cada sistema con los otros dos.
Esta red es el sistema quilífero en el digestivo, el sistema arterio-venoso en el
circulatorio, y el sistema de tubos nerviosos en el céfaloraquídeo o nervioso.
La red eliminatoria de cada cual es, como sabemos, el intestino para el
sistema digestivo, el aparato urinario para el sistema circulatorio, y el aparato
sexual interno para el sistema nervioso.(4)
Cada sistema elabora una categoría de materiales: El digestivo asimila
sólidos y líquidos, el circulatorio asimila aire (fijado por los pulmones en la
sangre) y el nervioso asimila luz. Transformando el primero los alimentos en
linfa y plasma sanguíneo, el segundo convir

4 Los estudiantes poco versados en anatomía descriptiva, conviene que estudien algunas
nociones, con láminas a la vista, para comprender lo expuesto.

43
tiendo el plasma sanguíneo en energía o fluído neúrico, y transformando el
tercero el fluído neúrico en magnetismo y pensamiento.
Todo lo cual queda resumido en el siguiente cuadro y esquematizado en
la figura 2.
Sistema digestivo Sistema Sistema nervioso
circulatori
o
Orificio de entrada Boca Nariz Ojo

Orificio de salida Ano Uretra Vesícula


seminal y
trompa de
Falopio

Conducto de entrada Esófago Tráquea Nervio óptico

Organo central Estómago Corazón Tercer ventrículo

Organos laterales Hígado y páncreas Pulmones Hemisferios


cerebrales

Cavidad orgánica Abdomen Tórax Cráneo

Red general Sistema quilífero Arterias y venas Nervios

Red de eliminación Intestino Aparato urinario Aparato sexual interno

Forma de materia Sólidos y líquidos Aire Luz


asimilable

Sublimación Transforma los Transforma el Transforma el


alimentos en linfa y plasma fluido neúrico en
plasma sanguíneo sanguíneo en magnetismo y
fluido neúrico pensamiento

Una vez más la fecundidad de la ley de analogía se nos muestra bien a


las claras, enseñándonos las insospechadas relaciones de los órganos y
sistemas, en una perfecta correlación funcional, que diría Pí Suñer.
Los tres tipos humanos
Expresión lógica de la existencia de los tres sistemas estudiados, son los tres
tipos humanos que se dan como consecuencia del predominio relativo de cada uno de
ellos. Sin contar el tipo en que el equilibrio de los tres da una resultante de perfecta
armonía.
Los tipos humanos son, pues, el de nutrición, el de movimiento y el
cerebral.
El tipo de nutrición, consiste en el predominio del sistema digestivo La
capacidad mecánica, digestiva y absorbente de dichos órganos, es
sobresaliente. Y pueden suceder dos casos: O que la capacidad de asi milación
sea también muy grande, en cuyo caso nos encontramos ante un individuo
grande, fuerte, musculoso (sobre todo si es de tempera mento raquídeo), o que
la capacidad asimilatoria sea menor, en cuyo caso, lo no asimilado se
depositará en los tejidos y humores en forma de detritus o de grasa (artritismo,
obesidad). Exteriormente se ca
44
racteriza este tipo por el volumen o gordura, predominio de la zona digestiva,
sotabarba grasienta y prominencia del vientre. (figura 3)
El tipo de movimiento se caracteriza por el predominio de los órganos y
funciones del tórax (pulmones y corazón). La sangre fuertemente oxigenada y
la circulación activa y fuerte le hace especialmente apto para el ejercicio
físico, por su destreza y resistencia. Todos los grandes atletas

Fig. 2. Los tres grandes sistemas orgánicos. (Esquemas) A, Sistema


digestivo o abdominal; B, Sistema circulatorio, angiopneumático o torácico;
C, Sistema nervioso o cráneoespinal.
pertenecen a este tipo. Anatómicamente, se define por la fortaleza de los
músculos, poca grasa subcutánea, pronunciamiento de facciones, predominio
de la zona torácica y flexibilidad del tórax. No debe confundirse con el
temperamento sanguíneo, del que hablaremos. (fig. 3).
El tipo cerebral o psíquico, se distingue por el predominio de los órganos
y funciones del encéfalo. Se confunde con el temperamento cefálico de otros
autores. Los individuos de este tipo tienen una influencia psicológica extrema
sobre todos los tejidos del cuerpo. Pudiéramos decir, usando de una frase
gráfica, que todos sus tejidos son más inteligentes. Anatómicamente,
presenta un tinte azulado del blanco de los ojos (salvo cuando se mezcla con
temperamento abdominal o hepático), uñas muy rosadas, laxitud muscular,
rectitud de huesos largos, sensibilidad, inteligencia y predominio de zona
cerebral (fig. 3).
El tipo psíquico o cerebral no se da más que en el hombre. El tipo de
movimiento se observa en casi todas las especies animales. El tipo de
nutrición se observa en una minoría de animales (corales, cerdos,
hipopótamos, etc.).
45

Los temperamentos
Se llama temperamento al carácter físico y psíquico resultante del predominio
o equilibrio de los cuatro principios constitutivos de la personalidad humana:
cuerpo, vida, sentimiento y mente.
El carácter temperamental se da, pues, por añadidura, sobre el carácter
fundamental de los tipos. El temperamento es una caracterís tica adjetiva. Se
puede ser, por ejemplo, de tipo de nutrición, y de cual quiera de los
temperamentos que vamos a estudiar. No obstante, hay

Fig. 3. Tipos individuales. A; Tipo psíquico o cerebral. Predominio del cerebro (cabeza) y de
las facciones que le corresponden (frente, lóbulo frontal del cerebro; b, Tipo de movimiento.
Predominio de los órganos torácicos (respiratorios, circulatorios) y de las facciones
correspondientes (nariz, pómulos); c, Tipo de nutrición. Predominio del sistema digestivo
(vientre) y de las facciones correspondientes (boca, carrillos).
temperamentos que son incompatibles con ciertos tipos y aun con otros
temperamentos. Por ejemplo: No se puede tener tipo de movimiento y ser al
mismo tiempo de temperamento linfático; como no se puede ser de
temperamento sanguíneo y linfático a la vez. Mas, lo general es que los
temperamentos se den mezclados en las formas posibles, en el mismo
individuo. Y rara vez se manifiestan puros.
Existen cuatro temperamentos fundamentales:
Bilioso o abdominal.
Nervioso o cefálico.
Sanguíneo o angio-pneumático.
Linfático o parablástico.
Estas cuatro modalidades de la naturaleza humana (que también se dan
aisladamente en las especies animales) tienen en el plan vital de la
Naturaleza, una raíz mucho más profunda de lo que puede parecer a primera
vista. Si los tres tipos estudiados responden al plan de la constitución general
del universo (esencia, vida y sustancia), los cuatro dichos temperamentos
responden a la constitución elemental de

46
la naturaleza terrestre (fuego, tierra, aire y agua). El lazo íntimo que une los
elementos cósmicos con las formas organizadas, es de interés extraordinario,
como clave para comprender muchos problemas oscuros de la vida.
La materia orgánica está constituida por una molécula compuesta de
cuatro elementos químicos fundamentales: el Carbono, que da la estabilidad
(como núcleo de la molécula orgánica); el Hidrógeno, que da la movilidad; el
Nitrógeno, que da la intensidad (porque frena la combustión), y el Oxígeno,
que da la extensión (porque quema). No es una casualidad, ni tampoco puede
considerarse como un mero simbolismo, el que los sabios antiguos asimilasen
estos elementos químicos a los elementos de la naturaleza: tierra, agua,
fuego y aire. El agua es el medio donde se verifican todos los proteísmos
vitales; la tierra nos da los elementos químicos constitutivos de nuestro
cuerpo; el fuego se realiza en combustión lenta de los principios nutritivos en
las células, por el oxígeno aportado en la respiración; y el aire nos da este
oxígeno y ciertas radiaciones.
Es decir, que sin los cuatro elementos químicos y los cuatro cósmicos,
la vida no es posible.
Item más: conviene fijarse en que las funciones que hemos asignado a
los elementos, químicos: estabilidad, movilidad, intensidad y extensión, se
manifiestan en cuatro tendencias instintivas (cual si el instinto respondiese a
una determinante química original), bien apreciables en los seres animados:
el instinto psíquico, el motor, el material y el vital. El primero abocando a las
necesidades de la mente, el segundo a las del psiquismo inferior (pasional o
incentivo), el tercero a las del cuerpo y el cuarto a las de la vitalidad. Esto es
bien patente a la observación. Hay individuos de carácter estable y tenaz,
otros de carácter móvil o activo, otros pasivos y contempladores, otros, final
mente, enérgicos y expansivos.
Con esto quedan retratados los cuatro temperamentos, y hecha una
sucinta historia de su teleología. Ahora estudiemos sus caracteres.
Temperamento bilioso. Llamado también abdominal o grandular,
consiste en el predominio de las glándulas digestivas (y secundariamente de
las demás), especialmente el hígado. Es el temperamento pasional por
excelencia; por consiguiente domina, en los individuos que le poseen, el
incentivo y el ardor propios de la naturaleza motora. Son de carácter
concentrado, serios e irritables.
Se caracteriza por la piel terrosa, algo morena, poco regada de sangre,
abundancia de vello, desarrollo de glándulas sebáceas y cierta dilatación de
las venas. Tinte amarillento o subictérico del blanco de los ojos, facciones
pronunciadas, mirada fija o dura, musculatura fuerte y bien dibujada, y
actividad incesante y autoritaria.
Dice con mucha razón P. Carton: "Si un bilioso bien caracteri zado está
mal educado y posee malas inclinaciones, se hace susceptible, irritable,
sectario, déspota, tirano y brutal. Es capaz de todos los crí menes. Si por el
contrario, posee grandes superioridades intelectuales y morales, se muestra
organizador infatigable, creador de orden y de armonía, hombre de genio o
santo. Se encuentra este temperamento
47
sobre todo en los jefes militares, los directores de empresas, los fundadores,
los conquistadores, los exploradores, los hombres de acción".(5) Los
individuos de este temperamento, por la exaltación funcional del principal
órgano transformador, el hígado, y consiguiente apetito exagerado, están
expuestos a afecciones biliosas. Por otro lado, la facilidad de sus estallidos
pasionales (sobre todo pasiones concéntricas), intensifican esta tendencia.(6)
De aquí que sean llamados biliosos, como también hipocondríacos o influídos
por los hipocondrios.
El tipo histórico de este temperamento, es Carlos V; el tipo literario, Otelo; el
tipo colectivo, la raza árabe, y el tipo animal, el lobo.
Temperamento nervioso. Llamado también cefálico, consiste en el
predominio del encéfalo y sus funciones. Se confunde, pues, con el tipo
psíquico, como ya dijimos al hablar de éste.
Se caracteriza por su senbilidad, emotividad y suceptibilidad. Sus
individuos presentan el rostro triangular (frente ancha), ojos vivos y animados,
ademanes rápidos e irregulares, piel pálida y fría. Tendencia exaltada a los
fenómenos nerviosos simpáticos (por la pobreza de ganglios viscerales), poca
resistencia a los males y mucha a la muerte, pues, según frase de Letamendi,
son como la caña de bambú: difíciles de romperse, porque fáciles en
doblarse. En general, son poco comedores, y en este, como en los demás
aspectos de la vida, les gusta la variación imprevista.
Intelectualmente, requieren el estímulo de un ideal, una sugestión o una
ocupación interesante. Cuando en ellos se dan facultades mentales
superiores, surgen los investigadores, intuitivos, ascetas, sabios, etc.
Dándose en cambio, si se trata de espíritus inferiores, todos esos tipos de
mentirosos, miedosos, superticiosos, maliciosos, inconstantes, etc., tan
perturbadores de la armonía social y familiar.
La diferencia que puede establecerse entre el tipo psíquico y este
temperamento, es que, en aquél dominan las facultades superiores, de las
cuales el gran desarrollo cerebral no es sino su manifestación orgánica, y en
éste dominan las funciones cerebrales orgánicas por sí mismas y sobre los
demás órganos. Por esto, dentro del tipo psíquico se encuentran los
reflexivos, comprensivos, estudiosos, sabios... y en cambio, en el
temperamento nervioso, los ilusos, ansiosos, agitados, desordenados y
pesimistas. La mezcla de dicho tipo y este temperamento es muy difícil de
conducir.
Es el temperamento más corriente entre las mujeres. Su tipo his

5 P. Carton, Diagnóstico y conducta de los temperamentos.


6 Sabido es que, las pasiones pueden ser concéntricas y excéntricas. Las primeras
caracterizadas por la congestión visceral y palidez externa (cólera blanca, envidia, avaricia...); y las
segundas por la depleción visceral y aflujo de sangre al exterior (ira o cólera roja, soberbia, gula...). Las
concéntricas, afectan especialmente al hígado, por lo que se ha dicho con razón que este órgano es "el
paño que enjuga las lágrimas que no salieron por los ojos". Es decir, que cuando no hay desahogo
externo (excéntrico) de la afección pasional, repercute en el hígado, cuya bilis pasa en parte a la
sangre y al estómago (boca seca, amarga, tinte pajizo de la piel...). Lo cual quiere decir que bajo el
punto de vista sanitario es preferible desahogar la pasión de modo violento, aunque esto, bajo el punto
de vista espiritual, sea egoísta y perjudicial para el mundo que nos rodea.

48
tórico es Aurora Dupin ("Georges Sand"); su tipo literario, Manon Lescaut; la
raza en que se da con más frecuencia, la latina; y, como es lógico, no puede
manifestarse en la escala animal, siendo privativo de la especie humana.
Temperamento sanguíneo. Llamado también angio-pneumático o
torácico, consiste en el predominio del aparato circulatorio y sus funciones. Es
el temperamento de máxima vitalidad.
Se caracteriza por tenues pulmones, corazón fuerte, exuberancia de
capilares sanguíneos, piel caliente y sonrosada, ojos vivos y suavidad de
formas. La absorción de piel y mucosa es rápida, reacciona vivamente a los
tratamientos y causas de enfermedad, siendo fáciles las eliminaciones. Los
individuos de este temperamento son resistentes a las causas físicas y
morales de enfermedades. "Todo lo soportan, y de todo y contra todo triunfan
y prevalecen", como dijo Letamendi. Son alegres, expansivos, generalmente
de ojos azules y cabello rubio o castaño; imaginativos, entusiastas, optimistas
y joviales. Generosos, buenos amigos y pacíficos.
Son muy comedores, algo inestables y vanidosos. Pero en cambio, su
inteligencia viva y su facilidad para todas las cosas, les facilitan el triunfo. Su
estimulante favorito es el aire.
Tipo histórico de este temperamento es Marco Antonio; tipo literario,
Sigfrido; animales que le caracterizan, casi todas las aves no rapaces,
especialmente los pájaros. Se da en todas las razas blancas.
Temperamento linfático. Llamado también pseudo-embrional o pa
rablástico, consiste en la remisión de la potencia del desarrollo del organismo,
y la consiguiente poca definición y diferenciación de los tejidos y órganos. La
lentitud es su cualidad dominante.
Se caracteriza por su conformación basta, cutis pálido, labios gruesos,
nariz roma, mejillas lacias, carnes fofas y escasa reacción a las causas de
enfermedad y tratamientos médicos. Tardan en curarse cuando enferman,
son calmosos, plácidos, pasivos y pueriles. Trabajan con flema, andan
despacio, duermen mucho, tienen la sensibilidad atenuada y la imaginación
perezosa. En general, son gruesos y de piel húmeda y fría.
Los linfáticos que poseen cualidades superiores, son previsores,
metódicos, sobrios, pacientes y poseen excelente dominio de sí mismos. En
cambio, si carecen de ellas, son perezosos, sucios, imprevisores, lujuriosos y
comilones. Apetecen por regla general los alimentos fuertes y excitantes
como estímulo de sus dificultades reactivas.
Su estímulo preferible es el del agua. Como dice Carton, les gusta vivir
cerca del mar, de los lagos y los ríos. Disfrutan navegando y pescando.
Tipo histórico de este temperamento es el emperador romano Otón; tipo
literario, Sancho Panza; predomina en la raza negra; y como ya apuntó
Letamendi, corresponde al tipo natural oozoario (animal-huevo), que lo son
todos al principio de su desarrollo.(7)
7
Muchos autores, con perfecta razón, admiten la existencia de un quinto temperamento,
bien definido, aunque secundario, llamado raquídeo. Consiste en

49
Síntesis de los temperamentos
Los antiguos médicos y filósofos decían que, en la composición del
cuerpo humano entraban cuatro humores: la bilis, la atrabilis o bilis negra, la
sangre y la pituita, flema o linfa.
Naturalmente, consideraban que cada temperamento dependía del
predominio de uno de estos humores sobre los otros tres. De aquí nació la
primitiva, y aun empleada, denominación de cada uno de ellos. Las palabras
atribulario o melancólico (que ambas se refieren a la bilis negra), así como la
denominación de flemático, son de uso corriente en la actualidad.
La realidad de esta concepción antigua, la viene a ratificar hoy día,
como apunta el ya citado profesor francés, la admisión de cuatro grupos de
sangre (según la tabla de Moss), que se tienen en cuenta para determinar el
carácter del donador de sangre en las transfusiones sanguíneas. Asunto
extraordinariamente interesante desde el momento en que una transfusión
hecha a base de una sangre de tipo impropio, puede provocar accidentes
graves y aun la muerte súbita (hemolisis y aglutinación globular).
Probablemente, los diversos tipos de sangre están en relación con el
temperamento, y éste con su composición química. Los humores reconocidos
por los antiguos han sido reconocidos también por la ciencia moderna, con
diferencias de forma. La existencia de colemia en los biliosos, es evidente; el
predominio de linfa en los de este temperamento, también; y en cuanto a la
atrabilis, podría comprender una compleja categoría de toxinas, antígenos,
anticuerpos, sustancias endocrinas más o menos alteradas, perfectamente
reconocidas por la ciencia de nuestros días. Es, pues, admisible que, la
incompatibilidad de una sangre con otra en las transfusiones, dependa de la
existencia y proporción de los cuatro humores en ellas. Podríamos, pues,
completar el esquema de Moss, de la manera siguiente:

Glóbulos rojos S u e r o
Grupos 1 2 3 4
1 (AB) - + + + linfáticos 2 (A) - - + + sanguíneos 3 (B) - + - + nerviosos 4 (O) - - - - biliosos
+ significa aglutinación.
- significa falta de aglutinación.

el predominio de la médula y sus derivados (aparato locomotor y ganglios viscerales), que


caracteriza al individuo por la fortaleza y volumen de sus huesos y músculos, quijadas fuertes,
muñecas gruesas y anchas espaldas. Son poco afectivos y muy resistentes a la enfermedad.
"Son como el roble, a quien el huracán, o sólo arrebata las hojas caducas o arranca de cuajo."
(Letamendi.) Pertenecen a este temperamento las razas vasca y escocesa; entre los animales,
los perros mastines y de Terranova, el toro y los desaparecidos saurios antidiluvianos. Los
grandes boxeadores y luchadores de grecorromana, pertenecen a este temperamento.

50
Así explicaríamos que, siendo el grupo 4 el de los biliosos, serviría como
donante universal, por ser dicho temperamento el más abundante en nuestras
razas blancas; y que, por el contrario, el grupo 1 de los linfáticos, sería el
receptor universal, por ser el más escaso.
"Agrupando en algunas líneas los caracteres psíquicos de los cuatro
temperamentos, vemos que el bilioso es una llama, el nervioso un
pensamiento, el sanguíneo un pájaro, el linfático un pez. El bilioso decide,
ejecuta y arrastra; el nervioso busca, combina y excita; el sanguíneo imagina,
descubre y resuelve; el linfático compara, ajusta y frena. El bilioso emprende;
el nervioso se agita, el sanguíneo se arrebata; el linfático para. El bilioso
explora; el nervioso inspecciona; el sanguíneo excursiona; el linfático mira. Se
domina al bilioso por la firmeza; al nervioso por el razonamiento; al sanguíneo
por el sentimiento y al linfático por la dulzura. El bilioso tiene necesidad de
aceptación; el nervioso de tranquilidad; el sanguíneo de medida y el linfático
de impulso". (P. Carton).

Grados anatomofisiológicos
Son modalidades de la forma y las estructuras orgánicas, basadas en la
relación entre los diversos elementos, órganos y funciones de los seres; más
acusadas que en ninguno, en el ser humano.
Nos referiremos a los tipos, conformación, temperamentos, constitución
y tipos nerviosos. Los tipos generales y la conformación se refieren a la
arquitectura macroscópica; los temperamentos y constituciones, a la
arquitectura microscópica, y los tipos nerviosos a la arquitectura cerebral. De
los tipos generales humanos y de los temperamentos, hemos tratado ya por
exigencias del orden didáctico. Fáltanos ocuparnos de los restantes grados; lo
que hacemos a continuación.
I. La arquitectura macroscópica o visible a simple vista, comprende un
primer grado de desviación del tipo humano ideal o armónico. A él pertenecen
los tipos de nutrición, movimiento y cerebral, estudiados en la página 40.
a) Conformación. Es la arquitectura macroscópica propiamente dicha del
organismo. Puede ser normal o caracterizarse por anormalidades mecánicas
y plásticas, como por ejemplo: pecho hundido, jorobas, desviaciones de la
columna vertebral, dislocación de vísceras, transposición de órganos, falta de
algunos miembros, dislocaciones de huesos, etcétera.
Puede ser heredada o adquirida, y tiene que ser corregida en su mayor parte por
medios mecánicos (gimnasia, masaje, prótesis...).
II. La arquitectura microscópica o elemental, se refiere a la re lación de
los diversos elementos y tejidos en los órganos. Un órgano se compone de
tejidos musculares, glandulares, nerviosos, vasculares, conjuntivos...; y de la
calidad de ellos y de la manera de estar dis puestos, resultan nuevas
modalidades de la forma que dan lugar a los
51
temperamentos y constituciones. Como ya hemos tratado de los primeros,
ocupémonos de las segundas.
a) La constitución significa el grado de integridad vital, y el tono de los
tejidos (arquitectura físico-química), y de ella depende la resistencia a la
enfermedad, la buena o mala reacción a los tratamientos y la garantía de
salud. Se reconoce anatómicamente por la densidad y disposición de las
fibras del iris del ojo, admitiéndose por unos, cuatro, y por otros, siete, grados
de constitución. Las personas de mala constitución presentan las fibras del
iris del ojo, separadas y torcidas;

Fig. 4 Tipo sensitivo y tipo motor


y las de buena constitución, apretadas y rectas. Puede observarse la
magnífica densidad iridiana de los animales salvajes y aun de la mayor parte
de los domésticos no degenerados.(8)
III. La arquitectura nerviosa o cerebral, se manifiesta en el doble circuito
sensitivo-motor unido en la célula nerviosa. La porción sensitiva está formada
por todas las terminaciones y fibras nerviosas que recogen vibraciones del
medio externo; y la porción motora está formada por todas las fibras que
partiendo de los centros nerviosos, llevan dichas vibraciones transformadas a
los órganos y tejidos todos, para cumplir, al librarlas, su especial función.
Según predomine la porción sensitiva o la porción motora, así nos
encontramos con el Tipo Sensitivo o el Tipo Motor (fig. 4).
a) Tipo sensitivo. Es especialmente apto para recoger todo estímulo del
exterior. Su poder de asimilación nutricia, energética y sensorial, es muy
grande, por lo cual aprende y se alimenta con poco esfuerzo. Sus individuos
son fácilmente emocionables y sensibles a toda clase de manifestaciones
psíquicas, intelectuales y morales.
Se caracteriza exteriormente por la boca ancha, generalmente de

8 Véase la obra Diagnóstico por el Iris, del doctor A. Bidaurrázaga, y si se quiere más
extensión, la del doctor Lindlahr, Iridiagnosis.

52
labios gruesos, ojos vivos y algo saltones, nariz poco pronunciada y en
general redondeada. (Obsérvase como en estos caracteres hemos descrito,
hasta cierto punto, los rasgos de los batracios (ranas... etc.), lo cual no dice
mal con el hecho de ser la rana muy apreciada como animal de laboratorio,
quizá por su mucha sensibilidad). Pertenecen a este tipo casi todos los que
tachamos de listos. Tienen poco carácter. Es muy frecuente en cierta
categoría de artistas.
La perturbación de este tipo conduce al histerismo.
b) Tipo Motor. Es especialmente apto para hacer. Es el tipo de voluntad
práctica. Suele responder con reacciones exageradas a estímulos de
excitación pequeños, y en todas las ocasiones de la vida hace algo, aunque
esté mal, antes que quedarse parado. Su dinamismo se satisface mandando
a los demás. Es pues el tipo de autoridad.
Se caracteriza por el pronunciamiento de facciones, nariz destacada y
en general aguileña o convexa, musculatura marcada y mirada firme.
La perturbación de este tipo, nos conduce a la voluntariedad,
impulsivismo y violencia.
c) La exaltación o perturbación de los tipos acabados de citar, entra
plenamente en el terreno de la patología psíquica, por alteración de la
arquitectura cerebral. En estos casos no es la psique la que está perturbada,
sino el cerebro que es su órgano de expresión. Es -usando la expresión de
Corral- como Rubinstein en un mal piano o Sarasate en un mal violín.
Perturbaciones nacidas de la exaltación del primer tipo son el histerismo
(perturbación de la sensibilidad), la hiperestesia psíquica, imbecilidad (en que
falta el instinto de sociabilidad) y el idiotismo (en que falta el instinto sexual).
Perturbaciones del segundo tipo son el impulsivismo, epilepsia cons
titucional, locura motora o epilepsia psíquica (criminales).

53

Lección IV
FISIOLOGIA SINTETICA DEL CUERPO HUMANO
Las funciones orgánicas como derivadas de los tres grandes sistemas
corporales, podemos clasificarlas en:
1º Funciones nerviosas (intensivas);
2º Funciones de movimiento (protensivas);
3º Funciones de nutrición (extensivas),
cuyas subdivisiones -para economizar tiempo y espacio- se hallan en el
siguiente cuadro:
vista, oído, gusto,
De los sentidos (especiales olfato, tacto
Centrípetas Sensitivas: Sensibilidad general
Generales Sensoriales: Calor, volumen, sentido
Muscular.
Nerviosas
Voluntarios Motoras de los músculos voluntarios
Motoras autocerebrales (atención, etc.)
Centrífugas
Reflejos Motoras vegetativas (músculos)
Tróficas. (Quimismo, Secreciones internas)

Internas Respiratorias. (Mantienen el movimiento químico)


Circulatorias. (Mantienen el movimiento físico)

Movimientos que Músculos


del
acarrean lo ex– torax y
terior hacia el brazos
De movimiento Mantienen la cuerpo
Externas mecánica
(Músculos) del cuerpo Movimientos que Músculos
de
acarrean el pelvis y
cuerpo hacia piernas
el exterior

Individuales Digestivas Prehensión, digestión, absorción,


Asimilación, escreción
De nutrición
Específicas Funciones de reproducción

Sintéticas Funciones de la piel

54
La sublimación de la materia. Otras funciones del encéfalo Las
sustancias materiales del mundo exterior, son transformadas suce sivamente
por los sistemas digestivo, torácico y cefálico, hasta convertirse en materia en
estado radiante.
Efectivamente: Toma el aparato digestivo los materiales alimenticios,
transformando a través de complicadas reacciones químicas en toda la
longitud de su tubo, las albúminas en peptonas y amino-ácidos, los
hidrocarbonados en glucosa y las grasas en glicerina y ácidos grasos o
jabones; eliminando al exterior los residuos no aprovechables.
En el proceso digestivo juegan importante papel los órganos laterales
del sistema: hígado y páncreas; así como el bazo, órgano aun enigmático,
pero de importancia capital.
Analicemos con más detalles este proceso.
Los hidrocarbonados o sacáridos (almidones, féculas y azúcares),
provienen, como ya dijimos (pág. 26) de reacciones sintéticas a base de la
función clorofiliana de las plantas. Son compuestos de oxígeno, hidrógeno y
carbono (de aquí su nombre de hidrocarbonados o hidratos de carbono), que
responden a las fórmulas generales: CH 2 O. C2 H4 O2, C3 H6 O3, C4 H8 O4, Cs H10
O5, C6 H12 O6. En la alimentación empleamos monosacáridos, de los cuales es
ejemplo la glucosa o azúcar de fécula, de fórmula C6 H12 O6; los polisacáridos,
constituidos en la misma forma pero con la supresión de una molécula de
agua, de los que es ejemplo el almidón (C6 H1o O5); y los bisacáridos, que
carecen de media molécula de agua, pero unida su molécula a otro grupo
análogo; y de los cuales es ejemplo la sacarosa o azúcar de caña (C12 H22 O11).
Los hidratos de carbono sufren una primera digestión bajo la acción del
fermento de la saliva llamado ptialina, que los convierte en eritrodextrina,
acrodextrina y finalmente maltosa, que es una glucobiosa de fórmula C6 H12 O6.
Posteriormente, el jugo intestinal con su invertasa, maltasa y lactasa, y el jugo
pancreático con su fermento amilolítico, transforman los restos
hidrocarbonados no digeridos en tramos anteriores, también en maltosa y al
fin en glucosa, que el hígado almacena en moléculas condensadas en forma
de glucógeno.
Las proteínas o albúminas, provienen también en principio del reino
vegetal, donde se formaron gracias a la fijación de nitrógeno atmosférico por
los fermentos nitrificantes, formando en el suelo nitratos y nitritos,
ulteriormente absorbidos por el vegetal. Proceso curioso con el que las
bacterias dan a la planta la primera materia para formar albúminas a cambio
de consumir glucosa de la fabricada por el vegetal. Este reduce los nitritos o
descompone los nitratos del suelo, combinándolos con el carbono y formando
ácido cianhídrico (por reacción entre el ácido nítrico y el aldehído fórmico),
dejando libre anhídrido carbónico y agua. Y por su parte, el ácido cianhídrico
reaccionando sobre nuevas moléculas de aldehído, llegaría a constituir la
albúmina, según esta fórmula C62 H103 N17 O22, dejando libre ácido fórmico.
Nótese cómo en la albúmina encontramos ya, como base de la materia viva,
los cuatro elementos a que nos hemos referido al hablar de los
temperamentos.
55
Las sustancias albuminoideas o proteínas son desdobladas por el ácido
clorhídrico del jugo gástrico en proteosas y peptonas. El jugo intestinal y el
pancreático con sus erepsina, enterocinasa y tripsina, desdoblan las peptonas
en aminoácidos, entre los cuales encontramos la glicocola, leucina,
fenilalanina, tirosina, pirrol, triptófano, indol y adenina.
Las grasas o lipoides, provienen de la reducción de los hidratos de
carbono. Prueba esto el hecho de que en la aceituna disminuye la proporción
de manita (alcohol exatómico) según aumenta el aceite; y en la almendra,
durante el verano, aumenta su contenido de aceite desde 2 a 46 por 100, al
mismo tiempo que desciende la proporción de hidratos de carbono desde 34 a
8 por 100. La existencia de la manita en la aceituna, demuestra ya un proceso
reductor que constituye el mecanismo químico general de la formación de las
grasas, según esta fórmula cuantitativa:
13 C6 H12 O6 = C55 H104 O6 + 23 CO2 + 26 H2O
Glucosa Oleoestearomargarina
Dejando libre, como se ve, anhídrido carbónico y agua. Y sin que se
conozcan en la actualidad las fases del proceso químico intermediario por el
que se forma, bien directamente, el éter glicérico que constituye la grasa, o
bien la glicerina y el ácido, eterificándose después.
El mecanismo de su formación en los animales, aparte la ingerida
directamente en la alimentación, es exactamente igual.
En el intestino, las grasas son hidrolizadas por la esteapsina o lipasa
pancreática, y sus ácidos descomponen las sales biliares formando jabones
de sosa, siendo el resto finamente emulsionado para su perfecta absorción.
El hígado, importantísima glándula digestiva, cumple las cinco funciones
siguientes: La ya citada de disolver y transformar las grasas (función biliar); la
función glucogénica, por la que almacena la glucosa en forma de glucógeno,
para irla cediendo a la sangre; la hematopoiética, por la que destruye y
construye glóbulos rojos; la antitóxica en virtud de la cual neutraliza venenos
provenientes de la digestión y retiene los que no puede neutralizar (quinina,
arsénico, plomo, morfina, nicotina, etc.), que a la larga le lesionan; y la función
uropoiética, finalmente, por la que transforma las sustancias albuminoides en
urea, fácilmente eliminables en la orina.
El bazo, como es sabido, es un órgano simétrico del hígado, situado a la
izquierda de la cavidad abdominal, voluminoso, contráctil y cerrado, lleno de
sangre y linfa, cuyo contenido ha sido llamado barro esplénico. Actúa como
generador de glóbulos blancos (linfocitos y monocitos); destructor y
transformador de glóbulos rojos; depositario del hierro orgánico; interviene en
el metabolismo de los albuminoides, y sirve como filtro de la sangre para
todos los cuerpos extraños (glóbulos alterados, parásitos, materias mucoides
patógenas...). Todas estas funciones químicas ostensibles, aunque mal
definidas, son consecuencia de ser el bazo un acumulador del magnetismo
terrestre y solar, que fija a base del carbono y cede para su concentración al
plexo solar, no caprichosamente llamado así, sino porque lo que acumula
procede del sol. Este magne
56
tismo es la energía vivificadora específica del proceso digestivo. El bazo ha
sido siempre considerado por todos los autores en general como una glándula
vascular sanguínea, regeneradora de la vitalidad.
Resumiendo, como dice Brioude: "el organismo humano absorbe calor
con sus alimentos ricos en hidrógeno, gracias al elemento agua, por el
aparato abdominal, vivificando el producto por el magnetismo absorbido por el
bazo".
El producto de la digestión (quilo), es absorbido en el intestino delgado y
pasa al sistema quilífero, que desemboca por el canal torácico en el sistema
venoso. De este modo tenemos ya el material transformado, en pleno dominio
del sistema torácico o angiopneumático.
La sangre quilífera es llevada por la circulación a los pulmones, donde
se establece un cambio osmótico a través de la membrana de sus alvéolos;
fijando la sangre el oxígeno del aire (merced a la hemoglobina de los glóbulos
rojos, que se transforma en oxihemoglobina) y expulsando el anhídrido
carbónico de las combustiones orgánicas. Luego, el corazón manda la sangre
oxigenada y vitalizada a todos los ámbitos orgánicos, eliminando los residuos
no sublimales, en la orina, por los riñones.
El oxígeno del aire quema, en lenta combustión, en el seno de los
tejidos, los materiales aportados por el sistema digestivo. La mayor parte de
las energías liberadas por el organismo animal, aparecen bajo la forma de
calor; calor producido directamente por dicha combustión, y calor producido
por transformación de los movimientos internos (trabajo cerebral, circulación
sanguínea, etc.). Las células de los tejidos regulan el consumo de oxígeno de
la sangre según la intensidad de su trabajo bioquímico, siendo admitido por
Berthelot que por cada 32 gramos de oxígeno absorbido, se desprenden 14
calorías. La hemoglobina portadora del oxígeno recogido en la respiración, lo
cede al plasma sanguíneo, donde se disuelve y de donde lo extraen en la
proporción necesaria las células. A esto se añade, para completar el
mecanismo de las oxidaciones, la acción de las oxidasas y catalasas, que
efectúan operaciones reductoras, transforman el oxígeno molecular en
oxígeno atómico más activo, y lo ceden a las células, previa disolución en el
plasma, con arreglo a la ley de las tensiones. La hemoglobina de los glóbulos
rojos viene a ser, pues, una sustancia acumuladora de oxígeno, gracias a la
cual, la sangre contiene y transporta 40 veces más oxígeno que igual volumen
de plasma, del que se necesitarían 150 kilogramos, si no hubiese
hemoglobina, para alcanzar el contenido de oxígeno disociable existente en
los 5 kilogramos de sangre que posee el organismo humano.
Sintetizando: El sistema torácico sublima el producto de la digestión,
quemando con el oxígeno del aire, los productos nutritivos. Su elemento
vivificador es la electricidad, que convierte el oxígeno molecular en oxígeno
atómico, mucho más activo.
Llega la sangre al sistema craneal o cefálico por las arterias heli cinas, y
el plasma linfático a los ventrículos cerebrales desde la peri feria del encéfalo,
por los espacios subaracnoideos. Y en el seno del aparato cefálico, los
productos de la combustión de los primitivos ma
57
teriales nutritivos, se fijan en compuestos nitrogenados (lecitinas, cere
brósidos, neuroglobulinas, etc.), de gran poder emisivo de energía neúrica.
Las escorias de esta función se eliminan por el aparato genital, y los
materiales sublimados marchan desde el ventrículo medio por el tallo de la
hipófisis y por el cuarto ventrículo, convertidos en materia en estado radiante.
Esto requiere algunas explicaciones a base de lo ya expuesto al hablar
de los tres sistemas orgánicos. Para ello copiamos, en primer lugar, la
siguiente descripción de Brioude: "En la caja craneal existe un órgano doble y
simétrico, llamado cerebro, que presenta en su línea de unión de ambos
hemisferios una serie de tractus o puentes de comunicación, que recubren
una cavidad central, llamada conducto del epéndimo, el cual, sin interrupción,
se extiende desde el cerebro hasta el final de la médula. Este conducto
rodeado de sustancia gris, y, por lo tanto, de células, toma diferentes
aspectos en su trayectoria, que suele ser la siguiente: Dos ventrículos
laterales (cada uno perteneciente a un hemisferio cerebral), que desaguan en
el tercer ventrículo o ventrículo medio; luego un estrechamiento, que pasa a
ser acueducto de Silvio, ensanchándose de nuevo a nivel de la protuberancia
y bulbo, donde constituye el cuarto ventrículo (sitio del nudo vital cuya lesión
ocasiona la muerte fulminante); estréchase de nuevo, y, transformado en el
conducto ependimario de la médula, llega así hasta la región lumbar, donde,
antes de terminar, vuelve a sufrir otra pequeña dilatación, conocida por quinto
ventrículo".
"Así como el corazón no es más que una dilatación y reforzamiento del
sistema arteriovenoso, y el estómago otra cavidad reforzada del tubo
digestivo, asimismo el tercer ventrículo no es más, con todo el tejido nervioso
que le rodea, que una dilatación del tubo del epéndimo, y, del mismo modo,
ambos hemisferios no son más que las dos cavidades de los ventrículos
laterales, cuyas paredes se han engrosado enormemente. Los tres ventrículos
con su revestimiento de sustancia cerebral, son el equivalente del órgano
central y de los dos órganos laterales descriptos en los otros sistemas."
La sustancia de que se nutre el cerebro es la luz. Esto afirmaba Neuens
y esto afirma también Brioude, reforzando su afirmación con los siguientes
argumentos: "Solamente por el sentido de la vista se da el hombre perfecta
cuenta del medio ambiente; la luz es absorbida por nuestra retina y
transmitida a los centros sensoriales después de pasar por el quiasma, la
cinta óptica, los tubérculos cuadrigéminos y el cúneus. Cierto es que muchos,
apegados a la teoría de que la luz es un simple estado vibratorio, protestarán
de que sea, por lo tanto, absorbible; pero la teoría de la emanación, que cada
día tiene más adeptos en la Ciencia, nos demuestra que todo cuerpo en
actividad desprende partículas infinitesimales, animadas de una prodigiosa
velocidad. Hoy día, que la radioterapia y la radiumterapia obligan al médico al
uso diario de las emanaciones alfa, beta, gamma, etc., no hacen falta grandes
esfuerzos para demostrar que la misma luz física es un bombardeo de
partículas infraatómicas contra el objeto u órgano que le sirve de pantalla."

58
"No obstante lo dicho (y esto es una simple apreciación particular) creo
que, ambos opinantes llevan razón; pues así como la onda sanguínea,
lanzada del corazón, lleva un movimiento propio tardío y otro veloz, vibratorio,
que es lo que constituye el pulso, así la luz pudiera ir animada de ese doble
movimiento, uno de emanación y otro de vibración. Pongamos un ejemplo
para el caso que cita Gómez Ocaña, refiriéndose al pulso. Si en la corriente
de un río tiramos una piedra, veremos que se establecen una serie de
ondulaciones que progresan en todos sentidos, rizando la superficie del
líquido. Pues bien, si examinamos aquellas que se dirigen en el mismo
sentido de la corriente, veremos que dichas ondulaciones caminan con
diferente y superior velocidad al de las demás moléculas que constituyen el
río. Para nosotros la vibración ocasionada por la piedra, sería el estado
vibratorio de la luz, y la llegada del líquido por su natural corriente, la
emanación lumínica.
El hecho de que existan ciegos cuyo cerebro funciona perfectamente, se
explica porque la luz no solamente es absorbida por la retina, sino también
por el iris (vía nerviosa simpática), intacto en muchos ciegos, y en gran
cantidad por las terminaciones nerviosas de la piel, como lo prueban los
resultados de la helioterapia.
La luz, en unión de la sangre arterial sublimada, forma el fluido neúrico
que circula por las redes nerviosas, en dirección centrípeta (nervios
sensitivos) o centrífuga (nervios motores).
¿Qué proceso fisicoquímico se realiza para que el fluido neúrico, en
presencia de los lipoides y albuminoides cerebrales y con el estímulo de la
luz, forme materia en estado electrónico o radiante?
Ante todo, apuntemos que, nosotros llamamos materia en estado ra
diante, no a ese cuarto estado o metagaseoso de los físicos, sino a la materia
disociada en sus últimos elementos: los electrones. Por eso le denominamos
también estado electrónico o metaatómico. Estado análogo, aunque no
idéntico, al conseguido en la ampolla de Rayos X al producirse la radiación
catódica, por la acción de la corriente eléctrica en el vacío de una
millonésima. de atmósfera.
Apuntemos otra analogía: Los Rayos X ionizan el aire o el gas a cuyo través
pasan; es decir, lo disocian en iones cargados de electricidades contrarias. Estos rayos
no sufren desviación al atravesar campos eléctricos o magnéticos, por no llevar cargas
eléctricas de ningún género; al contrario que los rayos catódicos, desviables en campos
electromagnéticos.
Ahora bien; los ventrículos cerebrales y conducto del epéndimo están
llenos de un líquido llamado céfalorraquídeo, caracterizado por su abundancia
en cloruros. Este líquido actúa como verdadero medio electrolítico en el
complicado funcionalismo cerebral.
Fáltanos ahora recordar dos hechos importantes de la fisicoquímica, a
saber: que, según la hipótesis electrónica, la corriente eléctrica en los
conductores no es otra cosa más que, electrones en movimiento a través de
los espacios interatómicos. Y que, los átomos de los cuerpos radiactivos son
sistemas inestables, o en equilibrio lábil de electrones; dividiéndose o
escindiéndose estos átomos unos tras otro, en muchas partes, es decir, en
electrones negativos libres, que constituyen los rayos �,
59
y en grupos de iones positivos que son los rayos beta, hallándose formada la
emanación por modificaciones de los iones positivos (Piñerua).
Con esto quedan planteados los términos del problema y trazado el
camino de una deducción lógica.
El sistema cefálico es un gran transformador electroquímico, donde
actúa el fluido neúrico, cuyo vehículo es la electricidad; albúminas y lipoides
que actúan como condensadores; un líquido clorurado que sirve de electrolito,
y la luz que actúa como estimulante de la energía química y sensibilizador. El
resultado del funcionamiento de esta gran máquina electroquímica, en el que
interviene la luz como factor etéreo vitalizante, es convertir dicho fluido
neúrico (producto sublimado o iónico del material sanguíneo), en una
radiación (semejante a los Rayos X, porque no se desvía por los campos
electromagnéticos, y atraviesa los cuerpos opacos) que se condensa
alrededor del polo negativo o catodo del sistema nervioso, que es la glándula
hipófisis, y del positivo o anodo, constituido por la glándula pineal; formando la
que en un principio llamamos materia mental, y ha sido llamada por otros éter
reflector.(1)

1
Conocidos son los interesantísimos trabajos de Bertholon, Waller, Haake, Mayer, Du-Bois
de Reymond Mendelssohn, Einthoven, Nicolai, Gotch y Horsley, Caton, Dewar, Girard y nuestro
compatriota Luis Cirera sobre las manifestaciones eléctricas en los seres vivos, y de cuyos
trabajos extractamos las conclusiones más interesantes en lo que a la fisiología humana se
refiere.
La función respiratoria de asimilación está ligada a la actividad eléctrica, produciendo
inmediatamente cambios de potencial en sus distintas partes (Haake).
"Todo punto de sección transversal de un nervio o de un músculo, es negativo con
relación a un punto cualquiera de su superficie longitudinal"; por consiguiente, si se unen por un
arco metálico se desarrolla una corriente eléctrica, y esto ocurre en toda clase de músculos, y en
toda clase de animales de sangre fría o caliente, variando solamente la fuerza electromotriz,
entre 0'1 a 0'01 de voltio (Du-Bois de Reymond).
En los nervios se produce además una corriente eléctrica axial, que recorre el nervio en
toda su longitud, y es tanto más intensa cuanto mayor es la actividad funcional del nervio; así es
que el neumogástrico se distingue por su intensidad. Dicha corriente va en sentido contrario al de
la corriente nerviosa, según Mendelssohn. Lo que puede explicarse por la teoría electrónica, que
nos enseña como en los electrolitos, la corriente eléctrica está formada por una doble cadena de
iones que se trasladan en sentido opuesto.
El corazón produce una corriente eléctrica en cada una de sus contracciones, que marca
un campo eléctrico de líneas equipotenciales alrededor de cada polo cardíaco (ventricular o de la
punta, y auricular o de la base), como indica la fig. 5. (Trabajos de Waller.) Dicha corriente se
trasmite a todas las partes de nuestro organismo (Einthoven).
Las corrientes de reposo presentan una intensidad notable en los centros nerviosos, cuya
fuerza electromotriz es de 0 ’02 a 0'03 voltios (Gotch y Horsley). En el cerebro, la superficie es
siempre positiva con relación a una sección transversal, y una irritación cualquiera de un nervio
centrípeto, sensitivo o sensorial, produce una variación negativa de esas corrientes (Caton,
Danlewskey y Cybuiski). Todo acto cerebral está en correlación con un cambio eléctrico del
cerebro (Cirera).
Existe una corriente en la retina ocular, negativa en la superficie coroidea y
positiva en la superficie libre (Du-Bois Reymond, Steiner); la cual se modifica bajo la
influencia de la luz, con arreglo a la susceptibilidad de la retina por haber permanecido
más o menos tiempo en la oscuridad (Brucke, Steiner, Einthoven, etcétera).
A la secreción de las glándulas de la piel, acompañan los fenómenos electro motores de un
modo constante. Las regiones cutáneas donde abundan las glán 60

Sobre esta materia mental, bajo la acción de la mente, se plasma el


pensamiento. Claramente se deduce que, la calidad y sutilidad de
esta materia mental, depende en último término de los alimentos que se han
ingerido, por lo que resulta que la finura del pensamiento
Fig. 5. Los dos polos del corazón y sus campos eléctricos potenciales
(según Waller).
depende del régimen alimenticio; argumento trascendental para la defensa
del vegetarismo que preconizamos.
Resumiendo: El aparato craneal sublima el producto de la sangre
oxigenada, a base de química de nitrógeno, vivificándolo por medio de la luz
recibida del éter.

dulas sudoríparas, presentan una variación positiva de la corriente con motivo de todo acto de
actividad psíquica, desde una simple sensación, hasta un esfuerzo violento de voluntad
(Tarchanoff, Philippson).
Los glóbulos rojos de la sangre poseen una carga negativa; siendo positiva en el suero
sanguíneo (P. Girard).
El organismo en su conjunto, es un complicadísimo mecanismo celular bañado todo y
penetrado por una solución electrolítica doblada, de un sistema disperso coloidal; o por mejor
decir, constituyendo un conjunto variadísimo de electrolitos, integrados generalmente por una
disolución acuosa de sales (cloruros, carbonatos, sulfatos y fosfatos) de sodio y potasio. Esto
hace que sus corrientes eléctricas se distribuyan por cada tejido y célula, según la propia
conductibilidad de éstos y el potencial con que tropiecen. Así la electricidad interviene constan
temente en todas sus funciones por las acciones iónicas y cargas coloidales de sus humores y
plasmas.
La función neuro-electroquímica asignada por nosotros al sistema nervioso, no es, pues, más que
una de tantas como pueden referirse a la maravillosa mecánica de nuestro cuerpo.

61
Hemos visto la maravillosa correlación y sinergia de los tres grandes
sistemas orgánicos, realizando la no menos maravillosa alquimia de convertir
el alimento en pensamiento, según la feliz expresión de Brioude. Y no está de
más, para final, que expongamos la curiosa relación que existe entre los
diversos elementos que entran en juego en las funciones de la sublimación de
la materia.
Intervienen en las operaciones que acabamos de reseñar, cuatro
elementos químicos y cuatro físicos, que agrupados por el orden correlativo
citado, dan el siguiente cuadro:

Hidrógeno Carbono Oxígeno Nitrógeno Calor Magnetismo


Electricidad Luz

Nos encontramos nuevamente con los cuatro elementos químicos


constituyentes de la molécula organizada, en su relación con los cuatro
elementos de la Naturaleza. Y por otro lado con cuatro modalidades de la
vibración etérea, indispensables para las manifestaciones de la vida. Esto nos
muestra una vez más la simplicidad de recursos a que recurre la naturaleza
en sus manifestaciones, y la variedad en la unidad de la vida.

Otras funciones del encéfalo


En conjunto, el cerebro funciona en cuatro órdenes de actividades. 1º Como
sublimador de los materiales elaborados por los otros sistemas. Conforme
acabamos de ver.
2º Como conmutador trascendente de las vibraciones acústicas y
luminosas, recogidas por el aparato pineo-hipofisario, según veremos en otra
lección.(2)
3º Como órgano de la inteligencia y del pensamiento. 4º
Como gobierno del organismo.
El cerebro como órgano de la inteligencia. Su mecanismo en tal orden
de funciones es claro, pero sumamente complicado.
En el cerebro se manifiestan la iniciativa, el instinto y las sensaciones;
en él reside también el archivo material de la memoria sensible, formado con
imágenes celulares de las sensaciones; en él hay un sector mal definido,
donde se unifican todas las sensaciones en un solo aspecto que recoge la
mente abstracta. Todas las funciones de los centros cerebrales, no hacen
sino dar elementos para que se manifiesten las funciones psicológicas, que
no son localizables en sitio alguno, sino que su manifestación depende del
conjunto del funcionalismo cerebral.
Existen en el cerebro tres clases de centros: de proyección, de aso
ciación y ganglionares.

2 Asunto que no tratamos aquí, porque antes es menester conocer las funciones de las
glándulas de secreción interna.

62
Los centros de proyección existentes en la corteza cerebral, son
sensitivos (como los auditivo, olfatorio, táctil, óptico, gustativo...), y motores
(como los centros de los movimientos musculares voluntarios). Estos centros
reciben las fibras sensitivas y sensoriales del organismo (después de haber
hecho estación en los centros ganglionares de que hablaremos), y almacenan
las imágenes de dichas sensaciones (memoria sensible). Otros, los motores,
mandan fibras a los órganos del movimiento, previo paso por ciertos centros
ganglionares.
Los centros de asociación, que son, con mucho, los más extensos del
cerebro, dan fibras nerviosas que enlazan los centros de proyección. Las
fibras centrípetas, reciben las sensaciones, fijándolas (memoria). Las fibras
centrífugas, estimulan o inhiben (acción de la voluntad) las células de los de
proyección . Los centros de asociación son: el frontal, verdadero centro
psíquico, donde se unifica el sentido íntimo del yo inferior, es decir, la
conciencia de la personalidad; el medio (ínsula), reúne en un todo único todas
las regiones corticales, sensitivas y motrices del lenguaje; y el posterior o
temporoparietal, que recibe las sensaciones del mundo exterior (visuales,
táctiles, auditivas...), regulando las correspondientes funciones de los de
proyección (que si no serían un mero reflejo no intelectual).
Los centros ganglionares, situados por regla general en la parte central
del encéfalo, son eficaces auxiliares de las funciones cerebrales, y tienen por
misión: 1º Producir reflejos superiores (automatismo), sin necesidad de que
sean conscientes, y por tanto, que no intervenga la voluntad con el
consiguiente ahorro energético. 2º Conmutar los impulsos sensitivos y sus
reflejos. 3º Coordinar las acciones (fig. 6).
Estos centros son el bulbo, la protuberancia, los tubérculos cuadri
géminos, el cerebelo, los tálamos ópticos, y otros menos importantes. El
bulbo coordina los movimientos voluntarios, gobierna la fonación, el corazón,
la respiración, masticación, deglución, estómago, párpados, secreción salivar,
urinaria, función glucogénica, acomodación y defensa de los sentidos,
etcétera.
La protuberancia anular, es un centro de coordinación sensitivo-motora.
Los tubérculos cuadrigéminos, coordinan las corrientes acústicas y ópticas,
siendo los centros del equilibrio.
El cerebelo, es el órgano de la coordinación de los movimientos, por
excelencia.
Los tálamos ópticos, son centros de los mecanismos orgánicos de la
emoción y emiten las fibras motoras que ponen en atención los sentidos, en
ellos se efectúan reflejos auditivos y ópticos, siendo punto de parada y
conmutación de las fibras que ascienden a los centros de la corteza cerebral.
Su papel es, pues, muy elevado.
Todos estos centros, se mandan fibras unos a otros y al cerebro, complicando de
manera admirable las posibilidades del mecanismo de que se sirve la mente para
manifestar sus esplendores en el reino de la actividad. El bulbo es una verdadera
central de comunicaciones orgánicas, nudo vital que sabe de todos los misterios de la
vida del organismo. Por algo su lesión es mortal.
63
El cerebro como gobierno del organismo. El cerebro se vale de todos
esos órganos auxiliares que acabamos de describir con el nombre de centros
ganglionares, amén de su acción directa (y consciente) en los casos en que
es necesaria; y de los reflejos medulares encargados del automatismo de las
funciones menos complejas (defecación, eyaculación, etcétera).
El cerebro es el nudo de unión entre el mundo externo (por medio de su
esfera somatocósmica que diría Letamendi) y el mundo interno o yo inferior
(por medio de su esfera somatopsíquica); siendo por medio
Fig. 6. El encéfalo: A, Cerebro; B, Cerebelo; C, Pedúnculo cerebral; D, Protuberancia; E, Bulbo;
F, Médula; 1, Hipófisis; 2, Glándula pineal; 3, Ventrículo medio o tercero; 4, Cuarto ventrículo;
5, Conducto del epéndimo; 6, Cuerpo calloso; 7, Acueducto de Silvio; 8, Agujero de Monro; 9,
Tubérculos cuadrigéminos, 10; Tálamo óptico.
64
del aparato pineohipofisario como realiza la trascendente comunicación con la
individualidad o Yo Superior.
Las corrientes y vibraciones venidas del cosmos, llegan al cerebro por
los nervios sensitivos y sensoriales; de éstos pasan a los centros
Fig. 7. Funcionamiento del cerebro referido al sentido de la vista. (Esquema); A, Centro oval; B,
Pulvinar (tálamo óptico); C, Tubérculo cuadrigémino anterior; D, Cuerpo geniculado externo
(tálamo óptico); E, Tubérculo cuadrigémino posterior; F, Tálamo óptico; G, Centro óptico de
proyección de la corteza cerebral; H, Corteza cerebral; O, Ojo: 1, Centro del lenguaje articulado;
2, Centro de la memoria auditiva; 3, Centro visual de las palabras; 4, Centro de los recuerdos
visuales; 5, Fibra de asociación arqueada; 6, Fibras de asociación entre diversos centros; 7,
Fibras de proyección con sensaciones visuales; 8, Idem; 9, Cinta óptica; 10, Guiasma óptico; 11,
Nervio óptico; 12, Fibras reflejas de acomodación y defensa de la vista; 13, Fibras de proyección
de la corona radiante; 14, Fibras cortico-talámicas; 15, Fibra comisural interhemisférica; 16,
fibra óptica larga.
65
ganglionares, donde se reflejan en corrientes motoras de acomodación,
coordinación y defensa de los órganos y los sentidos (reflejos inconscientes y
de un elevado automatismo). De los centros citados, continúan hasta los
centros de proyección y asociación, donde quedan estereotipadas como
memoria sensible en forma de engramas. En los centros ganglionares,
algunas corrientes y vibraciones son sublimadas (visuales, auditivas),
pasando a esferas superiores y conscientes. En los centros de asociación se
relacionan unas imágenes con otras para proyectarlas en corrientes motoras
de acción o expresión. La figura 7 contribuirá a dar una idea clara de la
síntesis de las funciones cerebrales.
66

Lección V
LAS GLÁNDULAS DE SECRECIÓN INTERNA

Y LOS CENTROS DE FUERZA

El aparato pineohipofisario. El sistema nervioso simpático,


vegetativo o neuroglandular.

Significación de las glándulas de secreción interna


Estas glándulas constituyen positivamente un sistema químico de funciones
complejas, destinado a dirigir y regularizar, mediante secreciones que pasan
a la sangre, las más importantes funciones del organismo.
Realmente, todo órgano tiene una secreción interna, pero sólo se
estudian en tal sentido aquellas secreciones cuya supresión o estímulo tiene
consecuencias vitales inmediatas de cierta importancia.
Expongamos, aunque de un modo resumido, el papel de cada una de
las glándulas en cuestión, asunto que el estudiante podrá ampliar en
cualquiera de los muchos libros que tratan del asunto. Y para no salirnos de
nuestro método analógico expondremos a la par los centros de fuerza que se
corresponden con cada glándula.
Podemos citar siete fundamentales centros de fuerza a los que
corresponde un órgano importante. Tales son:

Centros de fuerza Organos a los que corresponden

I. Pineal corresponde a La glándula pineal


II. Hipofisario “ “ La glándula hipófisis y plexo cavernoso
III. Tiroideo “ “ La glándula tiroides y plexo tiroideo IV. Cardíaco “ “ Corazón y plexo cardíaco V.
Esplénico “ “ Bazo y plexo esplénico VI. Epigástrico “ “ Páncreas y plexo solar VII. Lumbar “ “
Cápsulas y plexos suprarrenales (1)
y otros tres accesorios que son
VIII. Genital corresponde a Organos sexuales y plexo hipogástrico IX. Coxígeo “ “ La glándula coxígea
X. Tímico (accidental) “ “ El timo

1 El plexo esplénico es derivado del plexo solar.

67
Glándula pineal. Situada en la región pósterointerna de los hemisferios
cerebrales, cerca de los tubérculos cuadrigéminos, su secreción interna es depresora
del instinto y función sexual (fig. 8). Su disminución acarrea la precocidad sexual,
corpulencia anormal, tendencia al sueño e hirsutismo (síndrome macrogenitosómico); y
a veces adiposidad general.
Fig. 8. Las glándulas de secreción
interna; a, Glándula pineal; b, Hipófisis
o glándula pituitaria; c; Tiroides; d,
Paratiroides; e, Timo; f, Glándula
mamaria (en la mujer); g, Hígado; h,
Páncreas; i, Bazo; j, Suprarrenales; h,
riñón; l, Ovario; m, Testículo; n,
Próstata.

Tiene además un
importantísimo papel en relación
con las facultades mentales
superiores del hombre, como
hemos de ver cuando hablemos
del aparato pineohipofisiario.
Anatómicamente, se define este
papel por la existencia de una
"arenilla" que la recubre, y que
falta en los niños menores de 7
años, en los viejos, en los locos y
en los idiotas.
Glándula hipófisis. Su
secreción varía en acción según
sea de su lóbulo anterior, o de su lóbulo posterior. La de su lóbulo anterior
provoca el engrosamiento de la matriz durante el embarazo, el desarrollo de
los huesos del feto hasta cierta edad, y estimula la secreción de la leche
después del parto. Finalmente, cuando es exagerada, produce el gigantismo
o la acromegalia, según coincida con la época del desarrollo o con la edad
adulta. La secreción de su lóbulo posterior aumenta los fenómenos genitales
y expolea las contracciones de la matriz para la
68
expulsión del feto, aumenta la tensión arterial, los movimientos intestinales, el
metabolismo de los hidrocarbonados y la excreción de orina.
La falta de función de esta glándula produce un entorpecimiento
general, laxitud y somnolencia, enfriamiento, coma y disnea; siendo sus
síndromes más caracterizados el adiposogenital y la diabetes insípida.
La secreción de esta glándula en la que entra el fósforo como elemento
primordial, produce la congestión del tiroides. Su función despierta la de la
glándula pineal y la de la matriz. Está, pues, relacionada con estos dos
órganos de tan opuestas polaridades; relación de gran trascendencia que
hemos de ver un poco más adelante al ocuparnos del dicho aparato
pineohipofisario.
La glándula hipófisis está situada en la silla turca del escéfalo, lugar
recóndito y verdaderamente privilegiado, como corresponde a tan importante
órgano.
Glándula tiroides. Está situada por delante y a los lados de la laringe y
de los primeros anillos de la tráquea, en compañía de las glandulillas
paratiroides de importante función neutralizadora de los venenos de la
nutrición. (2) Los tumores de la glándula tiroides constituyen el llamado bocio.
La secreción de esta glándula, llamada "fuelle de la nutrición", es a base
de iodo, y provoca un aumento del metabolismo y las funciones genitales. Su
exceso ocasiona el llamado mal de Basedow o bocio oxoftálmico.
La falta de función de la glándula que nos ocupa ocasiona el cretinismo,
mixedema y la caquexia, caracerizados por debilidad, fatiga, enfriamiento,
hinchazón de la cara y miembros, palidez, abatimiento, tristeza, apatía,
disminución de la inteligencia, caída del pelo, etc., y la caquexia, en fin, o
detención de la nutrición y desarrollo.
Por consecuencia, el papel de la glándula tiroides es el de regularizar la
nutrición y estimular las funciones genitales.
Corazón. Corresponde al cuarto centro de fuerza, y aunque no es, en
verdad, una glándula de secreción interna, bajo el punto de vista teleológico,
su papel es fundamental en el sistema químico, por cuanto mueve el medio
donde se verifican las acciones de todas las glándulas: la sangre.
El corazón es el nudo donde van a encontrarse todas las fuerzas vitales del
organismo, de cualquier categoría que sean.
Bazo. Corresponde al centro de absorción de vitalidad, habiendo ya
tratado de su función, excusamos hablar aquí de él. Podemos considerarlo
como una verdadera glándula de secreción interna por todos conceptos, ya
que carece de conducto secretor y sus funciones se resuelven en diversas
elaboraciones de principios y elementos sanguíneos, además de su papel
vitalizador digestivo.

2
Estas glandulillas paratiroideas, regulan también el metabolismo cálcico-magnésico; y su
disminución secretora va acompañada de fenómenos de desmineralización (raquitismo,
osteomalacia, caries dentaria), adelgazamiento, calvicie y tendencia tetánica.

69
Páncreas. A más de ser glándula de secreción externa del jugo
pancreático, de tan importante papel en la digestión intestinal, arroja una
secreción interna de no menor importancia, llamada insulina. Su función
consiste en regular el aprovechamiento de la glucosa del hígado y el de otros
principios nutritivos, por las células; produciendo su falta, la presencia de
azúcar en la sangre y la orina, la desnutrición y la caquexia, síntomas propios
de la llamada diabetes. Es también estimulante del sistema nervioso
parasimpático.
Cápsulas suprarrenales. Situadas encima de cada riñón, tienen una
importancia secretoria que no corresponde, realmente, a su exiguo tamaño.
Segregan adrenalina, que es una sustancia dinamógena, que aumenta el
tono de las arterias (y por tanto la tensión de la sangre), neutraliza los
venenos de la contracción muscular, estimula las funciones genitales, y es
excitante específica del sistema nervioso simpático.
La falta de su secreción origina el llamado mal de Addison, ca
racterizado por fatiga, apatía, debilidad o astenia general, dolores, bron
ceamiento de la piel, y, finalmente, la muerte.
Glándulas sexuales. Son el ovario en la mujer y el testículo en el
hombre, que, además de su secreción externa representada por el óvulo y el
espermatozoide, respectivamente, tienen una importante secreción interna
que da los caracteres sexuales respectivos, y estimula el correspondiente
instinto sexual. (3)
Su falta conduce a la difumación de los caracteres sexuales (eunu
quismo, obesidad...) o incremento del desarrollo corporal.
Timo. Es una glandulilla, sólo existente durante la infancia, en la parte
superior del esternón, cuya secreción interna es un freno al desarrollo sexual
y mental, y un estímulo para el desarrollo físico. Previene contra la
acumulación de ácidos (particularmente el fósforico) en el sistema.
Desaparece en la pubertad.
Glándula coxígea. Situada en el extremo del coxis o rabadilla, es de
funciones desconocidas, pareciendo ser que su atrofia ocasiona disturbios
nerviosos.
La secreción de las glándulas ahora estudiadas, se modifica inten
samente por las vibraciones emotivas y pasionales, lo que hace jugar a la
emoción un papel de gran importancia en la producción de ciertas
enfermedades (diabetes, enfermedades cardíacas, etc.). Las vibraciones
físicas, cuando responden a plácidos y armónicos estados mentales, por el
contrario, regulan y mantienen en una perfecta sinergia las secreciones
internas de las glándulas todas. La importancia que para la vida tienen las
citadas secreciones, depende de que no son sino el resultado en el plano
químico de la conjunción de fuerzas que concurren al centro del

3
Durante el embarazo aparece en el ovario un nuevo elemento accidental de secreción
interna: el cuerpo amarillo o lúteo, que se desarrolla en el sitio de donde salió el huevo fecundado
y cuya función refrena y polariza en un sexo u otro, la acción excitativa de la hipófisis.

70
cual la glándula es expresión tangible. (4) Así se explica nuestra afirmación de
que cada centro glandular es un nudo de comunicación entre el cuerpo y los
vehículos metafísicos. De aquí la trascendencia de la relación de unos jugos
con otros, cuya aplicación médica insensata puede provocar, no sólo
accidentes fisicoquímicos, sino también psíquicos, como ya estamos
presenciando más veces de lo debido.
En toda emoción hay un factor psíquico (idea o sensación), uno
expresivo (cólera, dolor...) y uno vegetativo (taquicardia, etc.), indiferente al
factor psíquico (Marañón).
La secreción del tiroides prepara la emoción, por cuanto su exceso la
favorece y su defecto la dificulta. Y así los enfermos de bocio oxoftálmico son
muy emocionales y los mixedematosos muy indiferentes.
La adrenalina, o secreción interna de las glándulas suprarrenales, es la
causa orgánica emocional (por esto el corazón late a gran presión), y la falta
de ella dificulta la manifestación orgánica emotiva; (estos hechos
fisicoquímicos no son sino expresión de la afinidad vibratoria entre el
psiquismo inferior y el quimismo biológico, que ambos funcionan en plano
atómico, como ya dijimos).
La vida del hombre puede dividirse en períodos de varios años, según la
manifestación evolutiva de cada glándula interna, caracterizados por un tipo
determinado de emociones, correspondiente al predominio de determinadas
glándulas, cuya síntesis queda hecha, para comodidad del lector, en el
cuadro siguiente, que resume la exposición hecha por Marañón:

Edades Glándulas que predominan Emociones

De 1 a 9 años (infancia) Tiroides (nutrición), y timo Instintivas, alegría y dolor De 9 a 17 años


(pubertad) Tiroides, hipófisis (creci-
miento), genital (poco) Finas, complejas y vagas
De 17 a 33 años (adoles- Tiroides, hipófisis, sexua
cencia) les, suprarrenales (ines-
tabilidad endocrina) Epicas
De 33 a 45 ó 50 años Tiroides, hipófisis, sexua-
(madurez) les, suprarrenales Escasas De 40 ó 50 a X años Tiroides,
hipófisis, sexual,
(climatérica) suprarrenales. (Inestabi-
lidad endocrina) Líricas
De X a X años (senectud) Disminución de todas las
secreciones internas Egoísmo

4
La palabra hormon con que se designa el principio activo de las secreciones internas (así
como la palabra enormon con que Lordart designaba a la fuerza vital), tiene su intuitivo origen, en
la palabra ormonta, con que Hipócrates designaba aquel de los tres principios constitutivos de los
seres (ta ixonta, ta exinomena y ta ormonta), o espíritu que anima a los demás principios: Fuerza
vital, que nosotros decimos. Lo que apoya la idea de ser las glándulas de secreción interna,
centros de fuerzas hiperfísicas.

71
El aparato pineohipofisario
Es notable por todos estilos que, el sentido del oído (o quinto sentido) no
tenga una correspondencia tan clara con determinado sistema orgánico como
la tienen los demás sentidos (la vista con el cerebro, el olfato con el aparato
respiratorio, el gusto con el digestivo), y se nos aparece como órgano aislado,
destinado a recoger una suerte de vibraciones (sonidos), que no es, ni con
mucho, la más exquisita ni la más extensa. Pero he aquí que cuando esa
gama de sonidos es combinada según excelsas leyes musicales por la
intuición del genio, formando acordes, arpegios, melodías, contrapuntos, etc.,
el sentido del oído adquiere un elevado rango, no superado por los demás. Se
convierte en la entrada del aparato pineohipofisario, de funciones tan
trascendentales como mal estudiadas. (5)
Existen en el cerebro, como hemos visto, dos pequeños órganos
glandulares, en relación anatómica y fisiológica bien demostrada: la Hipófisis
y la Pineal, que hemos considerado como el catodo y el anodo,
respectivamente, del gran mecanismo electroquímico que es el sistema
nervioso. La primera, francamente pulsátil, aumenta su actividad con los
esfuerzos mentales, llegando sus vibraciones (si nos referimos al centro de
fuerza al cual corresponde) o sus hormones (si hablamos en lenguaje
químico) a despertar la actividad de la pineal.
Estas dos glandulillas son, abundando en la idea de Crookes, especie
de antenas receptoras y emisoras de la vibración mental, por las que se
emiten o reciben pensamientos positivos (constructivos) o negativos
(destructivos), según las leyes de sintonización mental que rigen estas
operaciones, y cuyo análisis no es de este lugar. (6)
Por otro lado, estas glándulas son los órganos donde se manifiestan las
más elevadas operaciones intelectuales del ser humano, como ya intuyó
Descartes, al decir que la pineal es el asiento del alma, afirmación de la cual
se han reído muchos sabios contemporáneos, para acabar la ciencia dándole
la razón. (7) Y he aquí que encontramos la importantísima misión del sentido
del oído, cuando pensamos que existen ciertos acordes y sonidos,
abundantes en los cantos litúrgicos religiosos, en las obras de los grandes
maestros y en la articulación de ciertas palabras (los famosos mantras de los
indos y quizá las "fórmulas mágicas" de los egipcios), que

5
Crookes, en una conferencia dada en 1888 en Birmingham, expuso la idea de que en
alguna parte del cerebro, podía haber un órgano capaz de recibir vibraciones aun no percibidas
por los instrumentos, cuya existencia explique la transmisión del pensamiento y los numerosos
casos de coincidencias a distancia.
6
La arenilla observada recubriendo la pineal, vendría a ser para los fenómenos mentales,
lo que el radio-conductor de Branly-Marconi es para las ondas hertzianas. La arenilla pineal,
como las limaduras de plata del radio-conductor, se orientan por la oscilación vibratoria, dejando
pasar la corriente correspondiente, una vez vencida su resistencia.
7
Sabido es que la pineal está simbolizada en el clásico "tercer ojo" de los cíclopes
mitológicos; y la manifestación de sus funciones no ha dejado de ser expresada por los artistas
de todos los tiempos, en esos halos o haces de luminosidad nimbando la cabeza de los santos o
seres espiritualmente elevados. Y esto desde los tiempos más remotos; lo que nos prueba el
conocimiento arcaico de las funciones de la pineal.

72
tienen la particular influencia de intensificar las pulsaciones de la hipófisis
(influencia fisiológica puramente psíquica), en los sujetos sensibilizados y
educados para ello.
El funcionamiento del aparato pineohipofisario, está íntimamente ligado
con el del sexo, no sólo por las relaciones de la secreción interna, que ya
hemos visto, de las glándulas de uno y otro, sino por su inversa significación y
finalidad.
Expliquemos esto.

Fig. 9.
Núcleos encefálicos opto-estriados. (Obsérvese la sorprendente semejanza del conjunto con los órganos
sexuales de ambos sexos): 1, Tálamo óptico; 2, Glándula pineal o epífisis; 3, Sus pedúnculos anteriores o
habena; 4, Cuerpo geniculado externo; 5, Cuerpo geniculado interno; 6, Tubérculo cuadrigémino anterior o
nate; 7, Tubérculo posterior o teste; 8, Pedúnculo cerebeloso medio; 9, Surco optoestriado; 10, Nervio
patético; 11, Válvula de Vieussens. (Entre los dos pedúnculos que forman la
habena se ve el ventrículo medio, y en la parte superior la abertura llamada vulva)

Dijimos que en la parte posterior de los hemisferios cerebrales, existe un


conjunto de órganos, constituido por la glándula pineal y los tubérculos
cuadrigéminos. Y es curiosísimo, hasta hacemos meditar que sea algo más
que una simple coincidencia, el hecho de que los tubérculos cuadrigéminos
posteriores sean llamados testes (testículos); los anterio res, nates (nalgas);
los pedúnculos anteriores de la pineal (¿penal?) son llamados habena
(orquilla, como en la vulva) existiendo un orificio cerca de ellos, llamado vulva,
y próximo inferiormente, otro orificio llamado
73
ano, que comunica con el acueducto de Silvio. Todo esto nos demuestra la
sabiduría antigua en la apreciación y estudio de la anatomía y fisiología
humanas.
También dijimos que la glándula pineal es depresora del instinto y
funciones sexuales, como sucede también con el timo, y que en cambio la
hipófisis, el tiroides, las genitales y las suprarrenales, son estimulantes o
activadoras de las funciones genésicas. Según el individuo va entrando en la
pubertad, empieza a manifestarse la mayor actividad del tiroides y la hipófisis,
y débilmente la de la glándula sexual, acciones hasta entonces perfectamente
compensadas por la secreción complementaria del timo y la pineal. Pero
cuando, ya camino de la adolescencia, se intensifica la función de la glándula
sexual, aumenta la tiroides y entra en escena de un modo patente la de las
suprarrenales, todas activadoras del sexo, el equilibrio endocrino se polariza
en la manifestación sexual, porque vencen las secreciones activadoras. Si
extirpásemos la glándula sexual, la pineal y la hipófisis se compensarían,
apareciendo los caracteres neutros del eunuco, pero si destruyémos la pineal,
desaparecería el freno, cayendo el sujeto en el erotismo y aun la imbecilidad.
Todo esto quiere decir que, es menester de un cierto equilibrio de
secreciones, para que funciones tan importantes no se salgan de sus cauces
normales, y que la anulación (voluntaria o no) del poder genital, tiene, para no
destruir la armonía orgánica, que ser compensado con un exceso de función
de la hipófisis; lo que equivale a decir que el sacrificio sexual sólo debe
hacerse a cambio del desarrollo de facultades elevadas, manifestadas, como
ya hemos dicho, en el mencionado aparato pineohipofisario. Y una vez que se
ha intensificado la función hipofisaria por intensas prácticas de meditación
(ejercicio mental metódico), las vibraciones de esta glándula (sea o no por
medio de sus secreciones), alcanzan la pineal, despertando la función de este
órgano del Yo, sensibilizándolo y preparándolo para la percepción de nuevos
y más altos estados de conciencia. Haciendo buena la frase de Platón,
"dioses sois y lo habéis olvidado".
En este aspecto tan importante de la fisiología humana, han fracasado
de un modo rotundo tantos infelices pseudomísticos, que han tratado de hacer
el sacrificio del sexo sin poseer la suficiente fuerza o capacidad mental. Y es
que la conquista del espíritu debe hacerse, no anulando, sino resistiendo o
encauzando las llamadas de la carne. Cosa que tiene un doble aspecto,
porque la espiritualización no sólo se hace a costa de los egoísmos y placeres
de la naturaleza inferior, sino que, esa fuerza sexual en tan grande caudal
acumulada en los correspondientes órganos, cuando se fortalece con el poder
(vir) de la castidad bien entendida, se transfiere a los órganos superiores del
encéfalo, poniendo al hombre en condiciones de superación. (8)
Conviene no olvidar, finalmente, que, la fuerza creadora sexual

8
La mentalidad y la sexualidad están en razón inversa en cuanto a su función de
libramiento fisiológico, porque suponen la acción de una sola fuerza polarizada hacia el polo
positivo (cerebro) o hacia el negativo (sexo). Pero en razón directa en cuanto a su capacidad
global, pues las personas de gran potencia mental, suelen tener también gran potencia sexual.
74
y la fuerza creadora mental, son los modalidades negativa y positiva,
respectivamente, de una única fuerza creadora, de cuyo origen, circulación y
distribución, hablaremos en la lección siguiente.

El sistema nervioso simpático o de la vida vegetativa


El sistema nervioso simpático, vegetativo o neuroglandular
El sistema nervioso de la vida vegetativa se compone de dos partes: El
sistema autónomo o parasimpático y el sistema simpático propiamente dicho.

Sistema parasimpático. Está formado por una porción mesocefálica, que


manda fibras nerviosas destinadas a la contracción del iris y del ciliar,
procedentes del motor ocular común, a través del ganglio ciliar. Otra porción
bulbar, compuesta por el nervio vago, que suministra fibras a la faringe,
laringe, bronquios, corazón, estómago, hígado, páncreas, intestino delgado,
colon y riñón; fibras salivares, que inervan las glándulas de este nombre, y
fibras vasodilatadoras para la piel y mucosas de la cabeza. Finalmente, una
porción sacra, que emerge del ganglio pélvico y manda fibras al colon
descendente, recto, genitales y vejiga de la orina.
Sistema simpático. Está constituido por dos cordones nerviosos situados
a lo largo de la columna vertebral, que parten del encéfalo y se unen en la
parte inferior del coxis, los cuales presentan en su trayecto numerosos
ganglios. Estos reciben ramas de los nervios raquídeos (o sea del sistema
nervioso cerebro-espinal), y emiten a su vez filetes nerviosos de los que, unos
se unen a diferentes nervios raquídeos y craneales (ramos anastomóticos), y
otros se distribuyen a través de nuevos ganglios y plexos, siguiendo el
trayecto de las arterias, en los órganos correspondientes.
El sistema nervioso simpático comprende cuatro porciones: cervical,
torácica, lumbar y pelviana. Sus fibras eferentes inervan la pupila
(dilatadoras), las glándulas salivares (secretoras), los vasos de la piel y
mucosas de la cabeza, a los cuales contraen (vasomotoras), el corazón
(aceleradoras), los bronquios, el estómago (vasomotoras), intestino, hígado,
páncreas, bazo, riñón, colon y recto (inhibidoras), genitales y vegija de la
orina.
A esto hay que agregar los centros vegetativos (del cuerpo estriado,
subtalámicos, para-hipofisarios, etc.) alojados en el encéfalo; los ganglios del
sistema entérico de Langley, y los acúmulos ganglionares viscerales, situados
en el interior de las paredes de los órganos (corazón, estómago, etc.), que
dan cierta autonomía o automatismo a su función.
Como resumen diremos que, la doble inervación simpática y
parasimpática es general a todos los órganos, exceptuando quizás los múscu
los de los vasos del intestino y estómago, los erectores del pelo y las
75
glándulas sudoríparas. Da una magnífica idea de conjunto el esquema que
presentamos a la consideración del estudiante. (fig. 10).
Ahora bien; entre el sistema simpático y el parasimpático, existe un bien
definido antagonismo funcional que ha permitido establecer dos síndromes,
según predominen las acciones de uno y otro: el síndrome simpático-tónico y
el síndrome parasimpático-tónico o vagotónico.
El síndrome simpático-tónico se caracteriza por dilatación pupilar
(midriasis); proyección de los ojos (exoftalmos); aceleración cardíaca
(taquicardia); disminución del sudor (piel seca); estreñimiento; disminución de
la acidez gástrica; aumento de la tensión sanguínea (hipertensión); presencia
de azúcar en la orina (glucosuria); disminución de tolerancia para el azúcar;
convergencia defectuosa de los ojos, y otros menos ostensibles.
El síndrome vagotónico presenta contracción pupilar (miosis); en
sanchamiento de la hendidura palpebral; aumento de secreción lagrimal y
salivar; sudoración fácil; tendencia a la diarrea; lentitud cardíaca (bradicardia);
descenso de tensión sanguínea (hipotensión); aumento de acidez gástrica;
eosinofilia (véase "Análisis de la sangre"); espasmo del esófago, píloro,
vesícula biliar y bronquios; tolerancia para el azúcar; tendencia a la
incontinencia de la orina y heces; ausencia de glucosuria y otros.
La adrenalina excita exclusivamente el simpático; la insulina actúa
predominantemente excitando el parasimpático; la tiroidina actúa in
distintamente sobre los dos.
76
Fig. 10. El sistema nervioso, simpático, vegetativo o neuro-glandular. (Esquema) Sistema simpático
propiamente dicho, en rojo. Sistema parasimpático o autónomo, en azul. Centros vegetativos encefálicos,
recuadros en azul: a, Motor ocular; b, Cuerda del tímpano; c, Ganglio cervical superior; d, Ganglio cervical
medio; e, Ganglio cervical inferior; f, Nervio pneumogástrico o vago; g, Ganglio de Wrisberg (plexo
cardiaco); h, Nervio esplácnico mayor; i, Nervio esplácnico menor; f, Ganglio semilunar y Asa memorable
de Wrisberg; k, Plexo solar; l, Ganglio mesentérico superior; m, Ganglio mesentérico inferior; n, Ganglio
pelviano o hipogástrico; o, Ganglio celíaco: 1, Primera vertebra dorsal; 2, Primera vertebra lumbar; 3,
Primera vertebra sacra.
77
Lección VI

REACCIONES GENERALES ORGANICAS SEGUN TIPO


TEMPERAMENTO Y CONSTITUCION

Al hablar de la Síntesis vital armónica (pág. 25), hemos sentado un concepto que
podemos definir así: El hombre no es el centro de la vida, ni tiene la capacidad de
modificar a su capricho los demás elementos del medio que le rodea, sino que es uno
de tantos seres del medio universal, con sus limitaciones y deberes que cumplir dentro
del conjunto armónico de la Naturaleza.

Descartando pues el criterio hemocéntrico como contrario a la serena


observación de los hechos, dejemos la palabra, por unas líneas, a las sensatas
observaciones del doctor C. Ruiz Ibarra: (1) "Es el criterio homocéntrico el que rige en
los estudios médicos, porque los estados de enfermedad se estudian principalmente en
cuanto molestan al paciente, dificultan su vida ordinaria, contrariando su deseo. En lo
que se relaciona con la alimentación humana, por ejemplo, se trata de combatir todo
fenómeno anormal que dificulta comer lo que la glotonería humana ha idealizado
como el summun del placer gastronómico, y se tiene como comida normal no lo que se
ha demostrado ser lo adecuado a la naturaleza humana, sino lo que el hábito al servicio
del deseo ha establecido como normal; es decir, que en vez de estudiar la organización
humana y la alimentación, para adaptar ésta a aquélla, se intenta modificar aquélla
para adaptarla a lo que el deseo pide que sea ésta. En todas las demás funciones, si se
mira serenamente el asunto, se ve la misma orientación; mucho más se ve en la
mayoría de los tratamientos en estados de procesos morbosos; hay un dolor por fatiga
de un órgano u otra manifestación, cualquiera de desfallecimiento y no se procura el
descanso necesario, sino que se calma el dolor o la manifestación que sea,
suprimiendo la sensibilidad; ahí están la infinidad de drogas anunciadas por todas
partes y la infinidad de laboratorios dedicados a su fabricación, para confirmar esta
verdad. Se estrechan orificios orgánicos a fuerza de contraerse y se hace ver que se
pueden hacer impunemente orificios artificiales; se manifiesta una blenorragia y se
dice que se fabrican vacunas con las que se cura esta afección, quedando después el
paciente como si nada hubiera

1 Acción Naturista, núm. 87, año 1926, pág. 93.


78
pasado; se estrechan las arterias porque la sangre se alteró y no puede
circular ya por las de calibre y tensión fisiológicas, y con drogas se pretende
modificar el retardo circulatorio para poder seguir fumando y bebiendo; se
habla de terapias esterilizantes contra la sífilis, se destruyen funciones
orgánicas con los rayos X, por hemorragias, cuya verdadera causa no se
busca, pues si se buscara, muchas veces se vería que está en la comida, en
la respiración o en el ejercicio del paciente, que quiere que le supriman la
hemorragia para seguir haciendo su vida... etc. En una palabra, si somos
sinceros hay que confesar que se hace creer al pueblo que puede vivir sin
restricciones, que los tratamientos médicos compensarán las consecuencias
que las transgresiones fisiológicas traigan."
Si la armonía de la vida humana, depende de sus relaciones con los
demás factores que integran el medio vital circundante, se deduce la
extraordinaria importancia que para nosotros tiene la cantidad y calidad de las
reacciones habidas entre el individuo y el medio; reacciones recíprocas
(véase Ley de Adaptación, pág. 20) e ineludibles.
Haremos bien en recordar que la base de toda reacción interbiológica o
intrabiológica, estriba en la existencia en la célula (y aun en la molécula) de
los tres grupos de fuerza: creadoras, conservadoras y destructoras (pág. 41).
Estas fuerzas que mantienen la vida, al manifestarse en la dinámica vital, lo
hacen (al fin y al cabo como todo éter vital) en dos polaridades: fuerzas
conservadoras o reaccionarias y fuerzas progresivas o de adaptación.
Verdaderos polos negativo y positivo de las libraciones energéticas de la vida.
Así toda reacción orgánica se basa en estos dos hechos:
El organismo toma aquello a que está adop
tado, para mantener la normalidad …………………………..Polaridad negativa.
El organismo se adapta a nuevos factores,
para evolucionar ………………………………………………...Polaridad positiva.
El polo negativo está condicionado por aquella suerte de fuerzas orgánicas,
conservadoras o de reacción (exactamente igual que en los organismos sociales) que
tienden a la conservación del ser, reaccionan contra las causas externas para lograr el
equilibrio orgánico y tratan de expulsar a todo agente que venga a alterar o modificar
el primitivo estado de armonía. El conjunto de todas estas fuerzas, constituye, en una
palabra, la vis medicatrix, fuerza medicatriz o energía individual curativa, que trata de
insubordinarse contra todo aquello a que el organismo no está adaptado.
El polo positivo está condicionado por todas aquellas otras fuerzas
progresivas o de adaptación (igual también que en el aspecto social), que,
buscando estados de armonía más elevados, llegan a poner en peligro la
integridad orgánica con tal de lograr adaptaciones a elementos más
armónicos con la finalidad de la vida, y por ende el progreso evolutivo de los
individuos, las especies y los reinos.
Naturalmente que, si pudiese dominar solamente el polo negativo, no
lograríamos ningún progreso y viviríamos en un estancamiento evo lutivo
absurdo y contra natura, que pronto daría al traste con nosotros. Y si, por el
contrario, dominase únicamente el polo positivo, estaría-
79
mos expuestos a desintegrarnos, como el humo, a fuerza de querer progresar
tan de prisa. Todas las polarizaciones son nocivas, como nos demuestra la
vida a todas horas.
La ponderación es el fundamento del equilibrio y de la armonía. Los
planetas giran en una majestuosa armonía alrededor del sol, porque ni se
dejan arrastrar por la fuerza centrípeta, gracias a la centrífuga de translación,
ni ésta es tan potente que venza a la centrípeta y se vayan por la tangente. El
número, la proporción, la subordinación, son los secretos de la armonía.
Estos conceptos son de importancia extraordinaria en el ejercicio de la
medicina, porque la terapéutica no es otra cosa que el arte de estimular, es
decir, de provocar reacciones; y éstas, están condicionadas por la ley de
adaptación que, como ya vimos, nos dice: "Todo lo existente se adapta a las
condiciones del medio que le rodea, para defenderse de él y aprovecharle en
propio beneficio". Esta ley es recíproca, por cuanto los seres modifican el
medio, siendo a ellos, por más activos, a quienes corresponde la iniciativa del
cambio. Y esta ley de adaptación, que con la de selección y la de herencia,
condiciona toda la evolución de los seres, se ejerce fisiológicamente por la
acción alterna de agentes contrarios (calor y frío, día y noche, invierno y
verano, trabajo y reposo...) o sea por el ritmo de las excitaciones y
correspondientes reacciones. De esto se deduce que, la oscilación mesurada
entre los citados polos positivo y negativo, es la clave de la normal evolución y
progreso. Por tanto hay que dar a los seres, para conservar y restablecer la
normalidad orgánica, aquello a que estaban adaptados, mas a prudentes
dosis al principio, aquello a que, por ser mejor a su finalidad, deben
adaptarse.
Pero hemos de ir poco a poco dando preponderancia a los elementos
progresivos, a las nuevas adaptaciones, al mismo tiempo que vamos restando
elementos de antiguas y patológicas adaptaciones, si las hubiese. Y todo esto
con oscilaciones (contrarias) de más o de menos, según la intolerancia o
tolerancia del organismo. Y de este modo llegará un momento en que éste se
encontrará adaptado a lo que debe según la finalidad, habiéndose convertido
las fuerzas progresivas del polo positivo en las conservadoras de las nuevas
adaptaciones (2), y manifestándose fuerzas progresivas nuevas, que habrán
hecho elevarse hacia el ideal el polo positivo.
Un ejemplo referente al fenómeno enfermedad y su tratamiento, dará
mucha luz a nuestro razonamiento.
Partamos de la base de que existen las dos conocidas modalidades de
enfermedad: la aguda y la crónica. En la enfermedad aguda el organismo
trabaja con todas sus fuerzas, exaltando sus funciones para expulsar la causa
morbosa; en la crónica, aunque existiendo lu cha contra el mal, existe también
un cierto grado de adaptación a la presencia de causas mórbidas, con
remisión de las funciones fundamen

2 Fenómeno exactamente igual al que se da en las organizaciones sociales. Todos los


revolucionarios, se hacen conservadores y reaccionarios en cuanto llegan al poder. Cosa lógica y
que obedece a una ley que, generalmente ignoran los hombres públicos.

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