Alfonso Eduardo - Curso de Medicina Natural
Alfonso Eduardo - Curso de Medicina Natural
Alfonso Eduardo - Curso de Medicina Natural
Medicina Natural en
Cuarenta Lecciones
Curso de
Medicina Natural en
Cuarenta Lecciones
Se hallan reservados todos los derechos. Sin autorización escrita del editor, queda
prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio -mecánico,
electrónico y/u otro- y su distribución mediante alquiler o préstamo públicos.
615.5 Alfonso, Eduardo
ALF Curso de medicina natural en cuarenta lecciones.- 1ª.ed. 14ª.
reimp.- Buenos Aires : Kier, 2003.
688 p. ; 23x16 cm.- (Medicina)
ISBN 950-17-1201-X
Diseño de tapa:
Graciela Goldsmidt
LIBRO DE EDICION ARGENTINA
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
© 2003 by Editorial Kier S.A., Buenos Aires
Av. Santa Fe 1260 (C1059ABT), Buenos Aires, Argentina.
Tel: (54-11) 4811-0507 Fax: (54-11) 4811-3395
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Impreso en la Argentina
Printed in Argentina
Esta obra tiene una singular historia que no está de más exponer. Fue
comenzada en 1936 y terminada en 1939. Es decir, fue hecha durante la
guerra que azotó a mi patria durante tres años inolvidables. Muchas veces la
confección de sus líneas fue interrumpida por la granada de cañón que
estallaba a no más que metros de distancia, o por el silbido de una bala, el
tableteo angustioso de las ametralladoras o el bordoneo trágico de la aviación
que obligábanos a descender a refugio más seguro.
Sus páginas, escritas todas sin excepción, en Madrid, saben de hambres
y privaciones, de inviernos fríos sin carbón, de noches largas sin más luz que
una lamparilla de aceite o una vela, a cuyo mortecino fulgor fueron escritas
decenas de ellas. Han sido el fruto de una época de forzoso ascetismo y
renunciación, en que nos habíamos familiarizado con la idea de la muerte.
Vivíamos en plenitud de espíritu por la alimentación menguada y la presencia
constante del peligro. Y así, como en oración permanente, fueron hilvanadas
sus páginas, pensando que quizá estaba escribiendo mi testamento.
Mas, fuese el peligro, calmose la zozobra y encontréme con un libro
cuyo número de hojas es la medida intelectual de una guerra. Pero cuyas
ideas miden a su vez la práctica y el estudio de veintidós años. Esta obra es
mi lucha; mi aportación bélica al resurgimiento de una nueva era. No luché
con armas, sino con ideas. No disparé más arma mortífera que la de la
sinceridad, contra la falange apretada de los prejuicios y las rutinas.
Agregaré que mi doctrina no es mía sino de aquellos que me enseñaron.
Por esto no he querido que falten las opiniones de tantos maestros como, con
sus escritos o sus palabras, nutrieron mi acervo mental; ni las de aquellos
otros que de un modo u otro han contribuido al desarrollo de la medicina
naturista. Todos encontrarán en estas páginas el acatamiento que merecen.
Por eso al escribir no hablo de mí, sino de nosotros.
En las presentes lecciones, casi todas de nueva factura, va incluido todo
aquello que he expuesto en más de 1000 conferencias por toda España y
América, muchas de las ideas contenidas en artículos publicados en diarios y
revistas, y no pocas de las materias incluidas en otras obras anteriores (la
mayor parte agotadas), que no podían faltar en ésta, sin grave detrimento de
la unidad didáctica. Todo ello refundido en nuevo molde. He querido, en una
palabra, reunir en este tomo, toda mi aportación a la causa de la higiene y de
la medicina natural.
Pero las mismas consecuencias de tan aciaga época, impidiéronle salir
a luz en la propia tierra donde se gestó, con la premura que hubiese deseado.
Y mi obra atravesó el mar en busca de manos hermanas que, solícitas desde
el primer momento, se aprestaron a darle forma edito-
7
rial. El editor, señor Nicolás B. Kier, puso en el empeño toda la diligencia y
todo el esmero que yo deseaba. Y este tomo es el resultado de ello. La
escasez de papel en Europa, agravada por la guerra internacional que en
estos momentos conturba el continente, ha sido la causa principal de que mi
obra vea la luz en América. Pero como no existen casualidades, ni cualquier
hecho, por insignificante que parezca, deja de obedecer a leyes de
causalidad, como podrá comprobar el curioso lector desde la lección primera,
henos aquí con que, esta obra va a ser heraldo de mi proyectada excursión al
continente americano en el año próximo. Vaya por delante la obra
precediendo a la persona. Que antes y mejor me conocerá el que estas
páginas lea, que el que me haga el honor de estrechar mi mano.(1)
He procurado dar a estas lecciones un carácter de divulgación, sin dejar
de incluir en ellas todo aquello que pudiera exigir el hilo del razonamiento
científico. En consecuencia, el lector encontrará materia científica para
satisfacer al profesional, pero expresada en términos asequibles a los
profanos, cuando no aclarados los términos técnicos que necesariamente
han de ser empleados muchas veces.
También observará el que esto estudiare que, sin dejar de pisar el
terreno firme (?) de nuestro positivismo científico, hasta límites que a cualquier
buen naturista le parecerán -y con razón- exagerados, me permito
fundamentar doctrina y deducciones sobre conceptos científicos y filosóficos
totalmente ajenos a nuestra ciencia occidental; cosa que, por otra parte,
parecerá exagerada a nuestra ortodoxia universitaria. De este modo,
pensando que el camino de la verdad no es patrimonio exclusivo de ninguna
escuela particular, nadie podrá achacarme parcialidad ni dogmatismo. Acepto
con el mejor intencionado espíritu ecléctico, todo aquello que venga a aclarar
el enigma humano en su universalidad; es decir en sus múltiples facetas
dentro de la unidad del ser.
Y ruego a la atención del lector, ponga su interés en desentrañar, a
través de todo el libro, mi decidido esfuerzo por no caer en el terreno estéril de
una sistematización exclusivamente subjetiva o exclusivamente objetiva. Hay
puntos en los que un subjetivismo exagerado nos hace caer en errores como
el de las entidades nosológicas, por ejemplo. Hay otros, en cambio, en los que
la demasía objetividad nos aparta igualmente del camino de la verdad; por
ejemplo el de los análisis clínicos de laboratorio. Difícil es, en verdad,
mantenerse equidistante de dos abismos igualmente peligrosos para el
resultado final de una especulación científica y de las prácticas que de ella se
derivan. He procurado esta ecuanimidad y el lector juzgará si al fin me
mantuve en el fiel de la balanza. Repare, no obstante, en la manera como
trato el asunto del pronóstico, donde hallará quizá el mejor ejemplo de mi
esfuerzo en el sentido aludido.
Que mis bien intencionadas lecciones encuentren piadosa crítica entre
los pueblos de lengua castellana.
EDUARDO ALFONSO.
Madrid 30 de junio. Año de 1940.
1
Dicha excursión se aplazó, por circunstancias políticas, hasta el año 1948. 8
PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN
PRIMERA PARTE
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
NATURISTAS
Lección I
La Naturaleza está regida por leyes. La norma naturista debe ser cumplir
la ley natural. Síntesis vital armónica. La circulación de la materia y de la
energía.
Base de la filosofía naturista
La filosofía, que etimológicamente es amor a la sabiduría, prácticamente es
inteligencia en acción y trascendentemente es un instrumento para educir las
potencias de nuestro espíritu, es indispensable para levantar el edificio de
toda ciencia.
La filosofía naturista lleva implícita una idea de evolución o progreso,
tanto en el orden físico como en el intelectual, como en el espiritual. Toda
idea o acto en sentido de retroceso no es naturista. El salvajismo, el
primitivismo, que indudablemente suponen ventajas de orden higiénico
natural, podrán ser naturalismo pero no naturismo.
El naturista reconoce que la primera de las leyes naturales es la de
evolución, por la que todo lo existente tiende a adquirir grados superiores de
perfección.
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APENDICE
Naturología y Cultura
La Naturología es ciencia de la Naturaleza y, por consiguiente, basada en sus
leyes.
Cultura es el conjunto de valores espirituales de un grupo humano
durante un cierto tiempo. No hay que confundir "cultura" con "civilización", que
es el conjunto de instituciones o fórmulas sociales dentro de las cuales se
guarda y conserva la cultura. La civilización es, por decirlo así, el esqueleto o
armazón de la cultura.
La Naturología estudia las leyes de la Naturaleza, y toda cultura está
fundamentalmente basada en ellas. El estudio del Universo físico constituyó
en la antigüedad la base de su religión y de sus instituciones políticas. Los
movimientos de los astros fueron causa de los primeros mitos y de los
primeros cómputos cronológicos (calendáricos). Y uno de los más importantes
ciclos en el curso de la Historia es el de la "Precesión de los Equinoccios",
genialmente descubierto por Hiparco de Alejandría, y que hállase determinado
por ese círculo ideal que (dada su inclinación) describe el eje de la Tierra en el
lapso de 25.920 años. Esto hace que aparentemente el Sol salga cada 2160
años por cada uno de los doce signos del Zodíaco, en orden inverso a como,
también aparentemente, los recorre cada año y por esto le denominamos
"ciclo de precesión". A cada gran período de 2160 años le llamamos "Era" (y
así la Era de Tauro, la Era de Aries, la de Piscis, la de Acuario, etc.). En la
"Era de Acuario" hemos entrado el año 1942, dejando la cristiana "Era de
Piscis". No está de más, para completar estos conceptos, decir que el número
666 de la "Bestia del Apocalipsis", o sea, 6 X 6 X 6, nos da 216, que es la raíz
de cada período zodiacal o "Era".
Muchas gentes creen que cada cambio astronómico de "Era" trae
consigo una serie de perturbaciones históricas o sociales, cuando no un
cambio de cultura. Pero estos hechos humanos no están necesariamente
ligados a los hechos astronómicos, aunque pueden estar determinados
"astrológicamente".
Ciclos de perturbación social y decadencia cultural se han presentado en
la Historia en lapsos de tiempo más pequeños. Recuérdense como "tiempos
revueltos" (que diría Toynbee) el Egipto de la dinastía VIII, XIII, XX y XXXI; la
Babilonia de Baltasar; la Asiria de Assurbanipal II; la Persia de los Artajerjes;
la Grecia de Filipo; la India de los Yue-Chi (siglo III); la China de los Han; la
Roma de los Julio-Claudianos (fustigada por Horacio, Petronio y Juvenal) y de
los Severos; la Bizancio de Heraklio; la España visigótica de Wamba y Witiza;
la España musulmana de finales del Califato, etcétera.
En nuestro siglo xx de la "Era Cristiana", y a partir de 1914, esta mos
asistiendo al paso histórico de "tiempos revueltos", y hemos entrado, en su
mitad, en la "Era de Acuario". ¿Qué significado puede tener
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todo esto en relación con ciclos astronómicos anuales, lunares, zodia cales...
?
Indudablemente, los ciclos y posiciones respectivas de los astros (al
menos de nuestro sistema) influyen como determinantes de ciertos hechos
en el mundo biológico de animales, plantas y seres humanos, y aun en las
manifestaciones psicológicos de todos los seres conscientes, como he
expuesto en mi obra "La Religión de la Naturaleza" (página 24, tercera
edición). Es decir, las influencias astrales determinan historia. Pero esto no
es resultado de la "fatalidad", sino de un "determinismo" que hila unos
hechos con otros, tanto más cuanto se interfieren con influencias de
herencia, de género y lugar de vida y del carácter y grado de la cultura.
En este complejo biocosmológico ha de incluirse el carácter y duración
de las enfermedades, teniendo que añadirse, en nuestros tiempos de
enormes velocidades aviatorias, lo que se ha llamado "síndrome de los
husos horarios". La Tierra ha sido idealmente dividida en doce husos de una
hora separados por meridianos. Cuando viajamos de Oeste a Este (o sea,
en la misma dirección de la rotación de la Tierra), paralelamente al Ecuador,
o sea, cortando perpendicularmente los meridianos, tenemos que adelantar
el reloj una hora por cada "huso horario", porque vamos al "encuentro del
Sol", y entonces perdemos cronológica y biológicamente un cierto número
de horas y se nos acorta la noche. En el caso inverso (viajando de Este a
Oeste) ganamos otro número de horas.
Esto trae como consecuencia una "disritmia sueño-vigilia", sobre todo si
el viaje de ida y vuelta se repite frecuentemente, y aun más con los modernos
aviones Turbojets, Comet, Boeing 707, D.C. 8 y Jumbojets. Y dicha
"disritmia" se manifiesta por síntomas corporales y psíquicos, como
hipertensión arterial, astenia, insomnio nocturno, dispepsia, irritabilidad,
lentitud de reacciones psíquicas (cuyo conjunto se ha denominado "fatiga del
vuelo"). Terminado el viaje, es necesario, sobre todo para los pilotos, un
cierto tiempo de recuperación, que la "International Civil Aviation
Organization" (I.C.A.O.) ha calculado por medio de la fórmula de Buley: R.
P.T/2 + (Z - 4) + Cd + Ca, etn la cual R. P. es el período de recuperación o
descanso, dado en décimas de día (2,4 horas); T es el tiempo de duración del
vuelo, en horas; Z es el número de "husos horarios" cruzados durante el
vuelo, y Cd y Ca son los coeficientes de salida y llegada, porque no es lo
mismo volar fuera de las horas nocturnas habituales de sueño (en cuyo caso
estos coeficientes son de valor 0 y 1, respectivamente) que volar durante las
horas de la noche. Por esta razón, las mejores horas locales para emprender
un vuelo son de 8 a 17, y para llegar a su destino, entre 18 y 24.
Recuerdo que en uno de nuestros viajes en un avión de la P. A. A.
desayunamos en Marsella, comimos en Londres y cenamos en Nueva York.
Dormimos en la cama las dos noches contiguas; salimos con sol de Marsella
y llegamos al atardecer a Nueva York. Desde el punto de vista de los "husos
horarios" fue un viaje perfecto. Todo lo contrario al que hicimos de Nueva
York a París, en el cual partimos durante el crepúsculo de la tarde y a las dos
horas veíamos el resplandor de la aurora por el Este. ¡Nos habían robado
una noche!
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No hay ni qué decir que en los viajes en sentido Norte-Sur (o viceversa)
no existe este problema, porque no hay que atravesar meridianos.
De todo esto deducimos que el "síndrome de los husos horarios" puede
poner en peligro la buena solución de un asunto comercial o político, si el jefe
de empresa o el ministro salen volando a velocidad supersónica para resolver
un problema al día siguiente. Ni la píldora calmante podrá poner en orden su
cerebro.
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Lección II
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Tesalonicenses y a los Hebreos. En una palabra, el hombre está constituido
de esencia, vida y sustancia. La esencia es lo que es por sí, o sea el espíritu;
la vida es lo que le anima, o sea el ánima o alma; la sustancia es el elemento
material de expresión.
Mas como ni el alma ni el cuerpo son principios simples, sino com
puestos a su vez de otros elementos, de aquí que la observación de los
filósofos haya ido haciendo surgir nuevos conceptos que agregar a los
anteriores. Y no en el orden de los tiempos, sino en el de la profundidad de la
observación.
La admisión de una consciencia como suprema realidad trascendente
del ser humano, implica el imperativo de una finalidad a la que están
subordinados todos los actos de la vida física. Dice a este respecto Sedgwick
Minot ("Problemas modernos de Biología"): "La conciencia es el problema
más oscuro de la biología. De ella se ocupaban tan sólo los filósofos y
últimamente los psicólogos, y no han pasado propiamente de afirmarnos que
constituye un criterio final, es decir, un concepto que no puede ya dividirse. En
una conferencia que di en 1902, como presidente de la Asociación Americana
para el progreso de las Ciencias, intenté explicar la importancia de la
conciencia en la evolución animal, y hoy como entonces, opino que el
desarrollo filogenético, particularmente en los vertebrados, descansa en la
mayor perfección de la conciencia."
"Nos vemos efectivamente obligados a conceder en la evolución, un
papel director a la conciencia, cuya importancia deriva tan sólo de su
influencia en la vida de los animales. La conciencia es activa, y en mi
conferencia de que he hablado, expresé mi persuación de que no puede
menos de admitirse como condición causal inmediata de los procesos
fisiológicos. ¿Qué es la conciencia? Debemos escoger que yo sepa entre tres
explicaciones posibles. Según una de ellas, la conciencia no es un verdadero
fenómeno, sino un llamado epifenómeno, un algo que acompaña al fenómeno
fisiológico sin ejercer empero sobre él ninguna influencia. La conciencia como
me decía un notable psicólogo, es el aspecto opuesto de las transformaciones
del protoplasma de las células cerebrales. Según otra opinión, la conciencia
es una forma especial de la energía. Esta opinión, estrechamente
considerada, es metafísica; yo no conozco, por lo menos, ninguna
observación ni experimento que demuestren que la energía puede
transformarse en conciencia. No me inclino, pues, a considerar la conciencia
como un estado de protoplasma o como una forma de energía. Si admitimos,
no obstante, como debemos, según mi parecer, que la conciencia ocupa un
importante papel en la vida debe, pues, influir en algún modo sobre el cuerpo,
influencia que puede tan sólo manifestarse transformándose en energía en
algún lugar del cuerpo. Esto nos conduce inmediatamente a la hipótesis de
que la conciencia puede ocasionar la transformación de la energía y de que
ella no es energía."
"Este concepto no es una especulación filosófica, sino una hipótesis
científica, formulada para explicarnos los fenómenos vitales en su con junto.
Sería interesante saber, y es de esperar que se sabrá en lo futuro,
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en qué consiste esencialmente la conciencia. La primera cuestión para los
biólogos es: ¿la conciencia es realmente una causa?"
Entre las nebulosidades de estos interrogantes con que Sedgwick
plantea el problema de la conciencia hay una interesante afirmación intuitiva:
La de que la conciencia puede ocasionar la transformación de la energía (y
por tanto de la materia), pero la energía no puede transformarse en
conciencia. Ya es bastante para un biólogo que no quiere ser filósofo.
Para nosotros, estando la finalidad de la vida en la evolución y
ampliación de la conciencia, como núcleo esencial de nuestro ser múltiple, es
claro que de ella dependen todas las transformaciones de la vida en todos sus
aspectos. Los diferentes estados de conciencia con ésta se enfoca a través
de sus vehículos de manifestación, de los cuales el cuerpo es el material y
tangible, no son sino modos o aspectos por los que capta formas limitadas del
conocimiento, cuya suma la dará quizá un día la omnisciencia.
Esta manera de considerar la cuestión, podrá salirse del campo de la
biología, para entrar en el de la filosofía, pero es difícil que haya alguien
capaz de delimitar la disciplina por la que ha de llegarse a una verdad.
Hemos de deducir, finalmente, que la forma de llevarse a cabo la vida
de un individuo, es efecto de su estado de conciencia, y que muchas veces
será necesario llegar hasta la modificación de éste para la corrección de un
estado anormal del organismo. Por esto no puede haber verdadero médico si
no extiende su jurisdicción hasta las cosas del alma. Con razón decía
Spencer que la felicidad es el más poderoso de los tónicos. Y ello es cuestión
de estado de conciencia.
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lógica conserva siempre en su intimidad los mecanismos simples y primitivos
de la célula; y que las ulteriores complicaciones que representan la aparición de
sistemas bien diferenciados, especialmente el nervioso, más supone una
economía en el rendimiento fisiológico que una variación esencial. La
existencia de sistemas orgánicos para relacionar las funciones de los diversos
grupos celulares, es pues un ahorro por velocidad y coordinación. Pero en el
fondo, la base de la vida orgánica está en el intercambio de la célula con sus
compañeras y con el medio que las circunda, con todo su proteísmo original.
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Lección III
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constitución trina, responde a una ley universal que fundamenta la
arquitectura general de los seres. Y no podía faltar en la construcción del
cuerpo humano. Así, éste se compone de tres partes perfectamente definidas:
1ª Abdomen.
2ª Tórax.
3ª Cabeza.
Cada una de estas partes tiene sus correspondientes extremidades: El
abdomen tiene las piernas; el tórax, los brazos, y la cabeza, los maxilares
interiores (extremidades del metámero capital), unidos en la línea media para
los efectos de su especial función.
Obsérvese también que, cada parte se divide en otras tres: Así, el brazo
se divide en: brazo propiamente dicho, antebrazo y mano. La mano se divide
en: carpo, metacarpo y dedos. Los dedos en tres falanges; etc. Más, cada
uno de los segmentos se corresponde fisiológicamente con sus semejantes.
Es decir, que, el brazo corresponde al abdomen; el antebrazo al tórax, y la
mano a la cabeza; del mismo modo que el carpo corresponde al vientre, el
metacarpo al tórax y los dedos a la cabeza. Por esta razón los dedos son la
parte más inteligente de la mano; el metacarpo la más fuerte, y el carpo la
menos movible. Y de igual manera, el brazo, que corresponde al vientre, es la
parte más voluminosa y menos móvil; el antebrazo más movible y menos vo
luminosa porque corresponde al tórax; y la mano la más inteligente porque
corresponde a la cabeza. En fin, por la misma correspondencia fisiológica,
son gordos y tardos los hombres de tipo de nutrición; fuertes y ágiles los de
tipo torácico; y más débles, pero más exquisitos e inteligentes, los de tipo
cerebral.
En la cabeza, compendio y expresión del organismo todo, podemos
estudiar también tres partes, correspondientes a cada gran sector del cuerpo.
La zona C, que corresponde al vientre y que contiene el órgano que en la
cabeza corresponde al tubo digestivo: la boca, parte la más inteligente del
tubo digestivo, por cuanto en ella selecciona los alimentos el sentido del
gusto. La zona B, que corresponde al tórax, y que contiene el órgano que en
la cabeza corresponde al aparato respiratorio: la nariz, parte la más inteligente
del aparato en cuestión, por cuanto en ella se selecciona por el
sentido del olfato el aire que hemos de respirar. Y la zona A, que corresponde
al cerebro mismo, y que contiene el órgano que en la cbeza corresponde al
sistema nervioso: los ojos, parte la más inteligente del cerebro, por cuanto
selecciona por medio del sentido de la vista las imágenes que han de influir
en él, y nos lleva tras la belleza física (fig. 1.)
La cabeza vista de perfil nos muestra también sus correspon dientes
tres partes. La zona a, correspondiente al cerebro, por lo cual se hallan en
ella los órganos más inteligentes y más expresivos (boca, ojos, nariz, frente).
La zona b, correspondiente al tórax, por lo cual se hallan en ella los centros
cerebrales motores, los conductos guarda dores del equilibrio y los músculos
masticadores; es decir, aquello
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que corresponde al movimiento físico, cuya base orgánica es el tórax.(1) La
zona c, correspondiente al vientre, por lo cual es la más ruda y material de la
cabeza, siendo también la más voluminosa en los individuos de base
digestiva, que diría Lindlahr.
En el tórax encontramos los órganos del movimiento orgánico. El
corazón u órgano del movimiento físico interno, por cuanto mueve
Fig. 1. Zonas fisiológicas de la cabeza. A.a, Zona cerebral; B.b, Zona torácica; C.c., Zona
digestiva.
los humores; y los pulmones u órganos del movimiento químico interno, por
cuanto dan oxígeno, elemento de combustión que pone en actividad química
los materiales del organismo.(1)
En el abdomen encontramos los órganos digestivos o de la nutrición y
los órganos reproductivos o de la nutrición de la especie. Son los más
groseros de todos los órganos y sobre los que mejor influencia puede ejercer
el cerebro.
Habremos notado, pues, que en la cabeza, que es la parte más
1
Todo movimiento mecánico (marcha, danza, etc.), tiene por base a un movimiento físico
y éste a uno químico. Así los movimientos dichos se basan en contracciones (acción física), y
éstas, en variaciones del quimismo (acción química); como el movimiento de las ruedas de una
locomotora (acción mecánica), se basa en la expansión y tensión del vapor de agua (acción
física), y ésta, en la combustión (acción química). Los movimientos químicos, como ya veremos,
tienen por base otras acciones nerviosas y psíquicas.
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selecta del organismo humano, se da un resumen de todo el cuerpo, que no
se da en las demás partes. De aquí el valor diagnóstico de las alteraciones de
las facciones en los diversos estados morbosos, y aun el valor de la
observación de las facciones normales, para deducir las características
psicológicas del sujeto. Tema éste ya cultivado por Pitágoras y que ha tenido
tan excelentes continuadores como Lavater, y en los tiempos más modernos,
Samuel R. Wells en su New Physiognomy.
2
Estas tres clases de fuerzas, son en realidad una sola, pues se reducen a modalidades
de la energía solar única. La misma luz solar es creadora, conservadora y destructora. Crea,
v.gr.: el trigo sobre la tierra, le conserva y nutre por medio de su función clorofiliana; finalmente le
agosta y seca, terminando con la vida de la planta que queda en potencia en el grano. De modo
que, en realidad, toda diferenciación de fuerza, lo mismo que sucede con la materia, es una
apariencia de la vida una.
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normal que, cuando se refiere a las fuerzas de nutrición, dan lugar al tipo de
nutrición o braditrófico. Cuando se refieren a las fuerzas circulatorias dan
origen al tipo de movimiento o taquitrófico. Y cuando se refieren a las
nerviosas, en su sentido creador, originan el tipo psíquico. Ni que decir tiene
que, el equilibrio perfecto de las tres, se resuelve en el tipo armónico. De
todos los cuales tipos orgánicos nos ocuparemos más adelante.
Estudiemos ahora la constitución de los tres sistemas.
Nadie ha expuesto tan magistralmente como nuestro querido y
malogrado amigo el doctor Brioude, que fue catedrático de la facultad de
Sevilla, la existencia y descripción de los tres sistemas orgánicos, por lo cual,
siguiendo su didáctica expositiva, damos aquí el siguiente resumen:
Se observa, que las cavidades que contienen dichos sistemas llevan un
orden de capacidad de mayor a menor (vientre, tórax y cráneo); la resistencia
de sus paredes va de menor a mayor; y la índole de la función, de más lenta
y grosera a más viva y elevada (digestión, circulación-respiración,
pensamiento percepción).
Cada uno de los tres sistemas tiene un orificio de entrada y otro de
salida. Los orificios de entrada, todos situados en la cara, son: La boca, para
el aparato digestivo; la nariz, para el respiratorio; y los ojos, para el nervioso;
que también son órganos de tres sentidos importantes: gusto, olfato y vista.
Las entradas de los tres sistemas constituyen el polo positivo del cuerpo
humano, por ser el polo de atracción, hacia el cuerpo, de lo que hay en el
medio ambiente. Al hacer la afirmación de que el ojo es orificio de entrada del
sistema nervioso, lo hacemos bajo el convencimiento de que la luz, que es lo
que el ojo recoge, es de índole material además de vibratoria, y siendo cierta
la teoría de la emanación (que cada día tiene más adeptos en la ciencia),
puede afirmarse que todo ese bombardeo infra-atómico de las partículas
luminosas, entraría absorbido, como un torrente nutricio, por el nervio óptico,
(3) siendo recogido como legítimo alimento, sutil y energético, por el cerebro.
Respecto a la objeción que salta a la mente del estudiante, sobre el
papel que representan los oídos, órganos de un sentido tan elevado y
complejo como el de la audición, y que también son orificios de entrada
situados en la cabeza, le adelantaremos, para explanarlo más adelante, que
corresponden a la entrada de un aparato formado por dicho sentido, y
algunos centros y glándulas encefálicas de singular importancia.
Cada uno de los tres sistemas de que venimos hablando, tiene tam bién
un orificio de salida: El digestivo tiene el ano, por donde salen sus residuos; el
circulatorio expele sus excretas por los conductos uri narios, y el nervioso
tiene como vía de salida el conducto seminífero en el hombre y la trompa de
Falopio u ovárica en la mujer, es decir,
3 Afirma Testut que el nervio óptico no puede ser identificado ni comparado con un nervio
periférico, siendo su carácter estructural como el de los centros nerviosos, y constituyendo, como
la propia retina, una prolongación del cerebro anterior primitivo.
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los conductos genitales. Dice Brioude: ‘...los órganos genitales son
verdaderos condensadores de energía neúrica. Lo mismo en el hombre que
en la mujer, todas las alteraciones del sistema nervioso están directamente
relacionadas con el estado de los genitales. Así ha llegado a ser de uso
corriente la palabra histerismo en todo desarreglo nervioso, como aceptando
el origen uterino (hister-matriz) del proceso". También es de observar la
neurastenia o astenia nerviosa, que se observa en los sujetos que, por
deficiencias medulares o excesos de fluido nervioso, padecen de abundantes
pérdidas espermáticas. Hecho conocido, que aboga también por la certeza de
estas afirmaciones, es la pérdida de los caracteres psico-físicos sexuales por
la extirpación de los testículos y los ovarios. Nada tiene de particular, por otro
lado, que las eliminaciones del aparato nervioso sean células sexuales
capaces de generar otro ser. La fuerza creadora sexual puede trasmutarse en
fuerza creadora cerebral, porque en el fondo, es una sola. Y ésta puede
disminuirse o debilitarse por el abuso de la primera, porque fisiológicamente
están en razón inversa en cuanto a su cantidad relativa de libramiento; si bien
están en razón directa en cuanto a su potencia global. No olvidemos tampoco
las enormes energías latentes que atesora el sistema nervioso del hombre.
Los tres orificios de salida de los tres sistemas se agrupan en el periné,
formando el polo negativo del organismo.
Cada uno de dichos sistemas tiene un conducto de entrada, siendo el
esófago para el digestivo, la tráquea para el respiratorio y el nervio óptico
para el nervioso.
También tiene cada uno su órgano central e impulsor: El estómago para
el digestivo; el corazón para el circulatorio, y el tercer ventrículo o medio, para
el nervioso, que no es más que una dilatación diferenciada del conducto del
epéndimo, como el corazón lo es del conducto arterio-venoso y el estómago,
del tubo digestivo.
Tiene cada uno de nuestros sistemas, dos órganos laterales auxiliares,
que son: El hígado y páncreas en el sistema digestivo; los dos pulmones en el
circulatorio y los dos hemisferios cerebrales (cada uno con su correspondiente
ventrículo) en el nervioso. Los órganos laterales de los tres sistemas
comunican con el tractus central invariablemente.
Una red general pone en comunicación cada sistema con los otros dos.
Esta red es el sistema quilífero en el digestivo, el sistema arterio-venoso en el
circulatorio, y el sistema de tubos nerviosos en el céfaloraquídeo o nervioso.
La red eliminatoria de cada cual es, como sabemos, el intestino para el
sistema digestivo, el aparato urinario para el sistema circulatorio, y el aparato
sexual interno para el sistema nervioso.(4)
Cada sistema elabora una categoría de materiales: El digestivo asimila
sólidos y líquidos, el circulatorio asimila aire (fijado por los pulmones en la
sangre) y el nervioso asimila luz. Transformando el primero los alimentos en
linfa y plasma sanguíneo, el segundo convir
4 Los estudiantes poco versados en anatomía descriptiva, conviene que estudien algunas
nociones, con láminas a la vista, para comprender lo expuesto.
43
tiendo el plasma sanguíneo en energía o fluído neúrico, y transformando el
tercero el fluído neúrico en magnetismo y pensamiento.
Todo lo cual queda resumido en el siguiente cuadro y esquematizado en
la figura 2.
Sistema digestivo Sistema Sistema nervioso
circulatori
o
Orificio de entrada Boca Nariz Ojo
Los temperamentos
Se llama temperamento al carácter físico y psíquico resultante del predominio
o equilibrio de los cuatro principios constitutivos de la personalidad humana:
cuerpo, vida, sentimiento y mente.
El carácter temperamental se da, pues, por añadidura, sobre el carácter
fundamental de los tipos. El temperamento es una caracterís tica adjetiva. Se
puede ser, por ejemplo, de tipo de nutrición, y de cual quiera de los
temperamentos que vamos a estudiar. No obstante, hay
Fig. 3. Tipos individuales. A; Tipo psíquico o cerebral. Predominio del cerebro (cabeza) y de
las facciones que le corresponden (frente, lóbulo frontal del cerebro; b, Tipo de movimiento.
Predominio de los órganos torácicos (respiratorios, circulatorios) y de las facciones
correspondientes (nariz, pómulos); c, Tipo de nutrición. Predominio del sistema digestivo
(vientre) y de las facciones correspondientes (boca, carrillos).
temperamentos que son incompatibles con ciertos tipos y aun con otros
temperamentos. Por ejemplo: No se puede tener tipo de movimiento y ser al
mismo tiempo de temperamento linfático; como no se puede ser de
temperamento sanguíneo y linfático a la vez. Mas, lo general es que los
temperamentos se den mezclados en las formas posibles, en el mismo
individuo. Y rara vez se manifiestan puros.
Existen cuatro temperamentos fundamentales:
Bilioso o abdominal.
Nervioso o cefálico.
Sanguíneo o angio-pneumático.
Linfático o parablástico.
Estas cuatro modalidades de la naturaleza humana (que también se dan
aisladamente en las especies animales) tienen en el plan vital de la
Naturaleza, una raíz mucho más profunda de lo que puede parecer a primera
vista. Si los tres tipos estudiados responden al plan de la constitución general
del universo (esencia, vida y sustancia), los cuatro dichos temperamentos
responden a la constitución elemental de
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la naturaleza terrestre (fuego, tierra, aire y agua). El lazo íntimo que une los
elementos cósmicos con las formas organizadas, es de interés extraordinario,
como clave para comprender muchos problemas oscuros de la vida.
La materia orgánica está constituida por una molécula compuesta de
cuatro elementos químicos fundamentales: el Carbono, que da la estabilidad
(como núcleo de la molécula orgánica); el Hidrógeno, que da la movilidad; el
Nitrógeno, que da la intensidad (porque frena la combustión), y el Oxígeno,
que da la extensión (porque quema). No es una casualidad, ni tampoco puede
considerarse como un mero simbolismo, el que los sabios antiguos asimilasen
estos elementos químicos a los elementos de la naturaleza: tierra, agua,
fuego y aire. El agua es el medio donde se verifican todos los proteísmos
vitales; la tierra nos da los elementos químicos constitutivos de nuestro
cuerpo; el fuego se realiza en combustión lenta de los principios nutritivos en
las células, por el oxígeno aportado en la respiración; y el aire nos da este
oxígeno y ciertas radiaciones.
Es decir, que sin los cuatro elementos químicos y los cuatro cósmicos,
la vida no es posible.
Item más: conviene fijarse en que las funciones que hemos asignado a
los elementos, químicos: estabilidad, movilidad, intensidad y extensión, se
manifiestan en cuatro tendencias instintivas (cual si el instinto respondiese a
una determinante química original), bien apreciables en los seres animados:
el instinto psíquico, el motor, el material y el vital. El primero abocando a las
necesidades de la mente, el segundo a las del psiquismo inferior (pasional o
incentivo), el tercero a las del cuerpo y el cuarto a las de la vitalidad. Esto es
bien patente a la observación. Hay individuos de carácter estable y tenaz,
otros de carácter móvil o activo, otros pasivos y contempladores, otros, final
mente, enérgicos y expansivos.
Con esto quedan retratados los cuatro temperamentos, y hecha una
sucinta historia de su teleología. Ahora estudiemos sus caracteres.
Temperamento bilioso. Llamado también abdominal o grandular,
consiste en el predominio de las glándulas digestivas (y secundariamente de
las demás), especialmente el hígado. Es el temperamento pasional por
excelencia; por consiguiente domina, en los individuos que le poseen, el
incentivo y el ardor propios de la naturaleza motora. Son de carácter
concentrado, serios e irritables.
Se caracteriza por la piel terrosa, algo morena, poco regada de sangre,
abundancia de vello, desarrollo de glándulas sebáceas y cierta dilatación de
las venas. Tinte amarillento o subictérico del blanco de los ojos, facciones
pronunciadas, mirada fija o dura, musculatura fuerte y bien dibujada, y
actividad incesante y autoritaria.
Dice con mucha razón P. Carton: "Si un bilioso bien caracteri zado está
mal educado y posee malas inclinaciones, se hace susceptible, irritable,
sectario, déspota, tirano y brutal. Es capaz de todos los crí menes. Si por el
contrario, posee grandes superioridades intelectuales y morales, se muestra
organizador infatigable, creador de orden y de armonía, hombre de genio o
santo. Se encuentra este temperamento
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sobre todo en los jefes militares, los directores de empresas, los fundadores,
los conquistadores, los exploradores, los hombres de acción".(5) Los
individuos de este temperamento, por la exaltación funcional del principal
órgano transformador, el hígado, y consiguiente apetito exagerado, están
expuestos a afecciones biliosas. Por otro lado, la facilidad de sus estallidos
pasionales (sobre todo pasiones concéntricas), intensifican esta tendencia.(6)
De aquí que sean llamados biliosos, como también hipocondríacos o influídos
por los hipocondrios.
El tipo histórico de este temperamento, es Carlos V; el tipo literario, Otelo; el
tipo colectivo, la raza árabe, y el tipo animal, el lobo.
Temperamento nervioso. Llamado también cefálico, consiste en el
predominio del encéfalo y sus funciones. Se confunde, pues, con el tipo
psíquico, como ya dijimos al hablar de éste.
Se caracteriza por su senbilidad, emotividad y suceptibilidad. Sus
individuos presentan el rostro triangular (frente ancha), ojos vivos y animados,
ademanes rápidos e irregulares, piel pálida y fría. Tendencia exaltada a los
fenómenos nerviosos simpáticos (por la pobreza de ganglios viscerales), poca
resistencia a los males y mucha a la muerte, pues, según frase de Letamendi,
son como la caña de bambú: difíciles de romperse, porque fáciles en
doblarse. En general, son poco comedores, y en este, como en los demás
aspectos de la vida, les gusta la variación imprevista.
Intelectualmente, requieren el estímulo de un ideal, una sugestión o una
ocupación interesante. Cuando en ellos se dan facultades mentales
superiores, surgen los investigadores, intuitivos, ascetas, sabios, etc.
Dándose en cambio, si se trata de espíritus inferiores, todos esos tipos de
mentirosos, miedosos, superticiosos, maliciosos, inconstantes, etc., tan
perturbadores de la armonía social y familiar.
La diferencia que puede establecerse entre el tipo psíquico y este
temperamento, es que, en aquél dominan las facultades superiores, de las
cuales el gran desarrollo cerebral no es sino su manifestación orgánica, y en
éste dominan las funciones cerebrales orgánicas por sí mismas y sobre los
demás órganos. Por esto, dentro del tipo psíquico se encuentran los
reflexivos, comprensivos, estudiosos, sabios... y en cambio, en el
temperamento nervioso, los ilusos, ansiosos, agitados, desordenados y
pesimistas. La mezcla de dicho tipo y este temperamento es muy difícil de
conducir.
Es el temperamento más corriente entre las mujeres. Su tipo his
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tórico es Aurora Dupin ("Georges Sand"); su tipo literario, Manon Lescaut; la
raza en que se da con más frecuencia, la latina; y, como es lógico, no puede
manifestarse en la escala animal, siendo privativo de la especie humana.
Temperamento sanguíneo. Llamado también angio-pneumático o
torácico, consiste en el predominio del aparato circulatorio y sus funciones. Es
el temperamento de máxima vitalidad.
Se caracteriza por tenues pulmones, corazón fuerte, exuberancia de
capilares sanguíneos, piel caliente y sonrosada, ojos vivos y suavidad de
formas. La absorción de piel y mucosa es rápida, reacciona vivamente a los
tratamientos y causas de enfermedad, siendo fáciles las eliminaciones. Los
individuos de este temperamento son resistentes a las causas físicas y
morales de enfermedades. "Todo lo soportan, y de todo y contra todo triunfan
y prevalecen", como dijo Letamendi. Son alegres, expansivos, generalmente
de ojos azules y cabello rubio o castaño; imaginativos, entusiastas, optimistas
y joviales. Generosos, buenos amigos y pacíficos.
Son muy comedores, algo inestables y vanidosos. Pero en cambio, su
inteligencia viva y su facilidad para todas las cosas, les facilitan el triunfo. Su
estimulante favorito es el aire.
Tipo histórico de este temperamento es Marco Antonio; tipo literario,
Sigfrido; animales que le caracterizan, casi todas las aves no rapaces,
especialmente los pájaros. Se da en todas las razas blancas.
Temperamento linfático. Llamado también pseudo-embrional o pa
rablástico, consiste en la remisión de la potencia del desarrollo del organismo,
y la consiguiente poca definición y diferenciación de los tejidos y órganos. La
lentitud es su cualidad dominante.
Se caracteriza por su conformación basta, cutis pálido, labios gruesos,
nariz roma, mejillas lacias, carnes fofas y escasa reacción a las causas de
enfermedad y tratamientos médicos. Tardan en curarse cuando enferman,
son calmosos, plácidos, pasivos y pueriles. Trabajan con flema, andan
despacio, duermen mucho, tienen la sensibilidad atenuada y la imaginación
perezosa. En general, son gruesos y de piel húmeda y fría.
Los linfáticos que poseen cualidades superiores, son previsores,
metódicos, sobrios, pacientes y poseen excelente dominio de sí mismos. En
cambio, si carecen de ellas, son perezosos, sucios, imprevisores, lujuriosos y
comilones. Apetecen por regla general los alimentos fuertes y excitantes
como estímulo de sus dificultades reactivas.
Su estímulo preferible es el del agua. Como dice Carton, les gusta vivir
cerca del mar, de los lagos y los ríos. Disfrutan navegando y pescando.
Tipo histórico de este temperamento es el emperador romano Otón; tipo
literario, Sancho Panza; predomina en la raza negra; y como ya apuntó
Letamendi, corresponde al tipo natural oozoario (animal-huevo), que lo son
todos al principio de su desarrollo.(7)
7
Muchos autores, con perfecta razón, admiten la existencia de un quinto temperamento,
bien definido, aunque secundario, llamado raquídeo. Consiste en
49
Síntesis de los temperamentos
Los antiguos médicos y filósofos decían que, en la composición del
cuerpo humano entraban cuatro humores: la bilis, la atrabilis o bilis negra, la
sangre y la pituita, flema o linfa.
Naturalmente, consideraban que cada temperamento dependía del
predominio de uno de estos humores sobre los otros tres. De aquí nació la
primitiva, y aun empleada, denominación de cada uno de ellos. Las palabras
atribulario o melancólico (que ambas se refieren a la bilis negra), así como la
denominación de flemático, son de uso corriente en la actualidad.
La realidad de esta concepción antigua, la viene a ratificar hoy día,
como apunta el ya citado profesor francés, la admisión de cuatro grupos de
sangre (según la tabla de Moss), que se tienen en cuenta para determinar el
carácter del donador de sangre en las transfusiones sanguíneas. Asunto
extraordinariamente interesante desde el momento en que una transfusión
hecha a base de una sangre de tipo impropio, puede provocar accidentes
graves y aun la muerte súbita (hemolisis y aglutinación globular).
Probablemente, los diversos tipos de sangre están en relación con el
temperamento, y éste con su composición química. Los humores reconocidos
por los antiguos han sido reconocidos también por la ciencia moderna, con
diferencias de forma. La existencia de colemia en los biliosos, es evidente; el
predominio de linfa en los de este temperamento, también; y en cuanto a la
atrabilis, podría comprender una compleja categoría de toxinas, antígenos,
anticuerpos, sustancias endocrinas más o menos alteradas, perfectamente
reconocidas por la ciencia de nuestros días. Es, pues, admisible que, la
incompatibilidad de una sangre con otra en las transfusiones, dependa de la
existencia y proporción de los cuatro humores en ellas. Podríamos, pues,
completar el esquema de Moss, de la manera siguiente:
Glóbulos rojos S u e r o
Grupos 1 2 3 4
1 (AB) - + + + linfáticos 2 (A) - - + + sanguíneos 3 (B) - + - + nerviosos 4 (O) - - - - biliosos
+ significa aglutinación.
- significa falta de aglutinación.
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Así explicaríamos que, siendo el grupo 4 el de los biliosos, serviría como
donante universal, por ser dicho temperamento el más abundante en nuestras
razas blancas; y que, por el contrario, el grupo 1 de los linfáticos, sería el
receptor universal, por ser el más escaso.
"Agrupando en algunas líneas los caracteres psíquicos de los cuatro
temperamentos, vemos que el bilioso es una llama, el nervioso un
pensamiento, el sanguíneo un pájaro, el linfático un pez. El bilioso decide,
ejecuta y arrastra; el nervioso busca, combina y excita; el sanguíneo imagina,
descubre y resuelve; el linfático compara, ajusta y frena. El bilioso emprende;
el nervioso se agita, el sanguíneo se arrebata; el linfático para. El bilioso
explora; el nervioso inspecciona; el sanguíneo excursiona; el linfático mira. Se
domina al bilioso por la firmeza; al nervioso por el razonamiento; al sanguíneo
por el sentimiento y al linfático por la dulzura. El bilioso tiene necesidad de
aceptación; el nervioso de tranquilidad; el sanguíneo de medida y el linfático
de impulso". (P. Carton).
Grados anatomofisiológicos
Son modalidades de la forma y las estructuras orgánicas, basadas en la
relación entre los diversos elementos, órganos y funciones de los seres; más
acusadas que en ninguno, en el ser humano.
Nos referiremos a los tipos, conformación, temperamentos, constitución
y tipos nerviosos. Los tipos generales y la conformación se refieren a la
arquitectura macroscópica; los temperamentos y constituciones, a la
arquitectura microscópica, y los tipos nerviosos a la arquitectura cerebral. De
los tipos generales humanos y de los temperamentos, hemos tratado ya por
exigencias del orden didáctico. Fáltanos ocuparnos de los restantes grados; lo
que hacemos a continuación.
I. La arquitectura macroscópica o visible a simple vista, comprende un
primer grado de desviación del tipo humano ideal o armónico. A él pertenecen
los tipos de nutrición, movimiento y cerebral, estudiados en la página 40.
a) Conformación. Es la arquitectura macroscópica propiamente dicha del
organismo. Puede ser normal o caracterizarse por anormalidades mecánicas
y plásticas, como por ejemplo: pecho hundido, jorobas, desviaciones de la
columna vertebral, dislocación de vísceras, transposición de órganos, falta de
algunos miembros, dislocaciones de huesos, etcétera.
Puede ser heredada o adquirida, y tiene que ser corregida en su mayor parte por
medios mecánicos (gimnasia, masaje, prótesis...).
II. La arquitectura microscópica o elemental, se refiere a la re lación de
los diversos elementos y tejidos en los órganos. Un órgano se compone de
tejidos musculares, glandulares, nerviosos, vasculares, conjuntivos...; y de la
calidad de ellos y de la manera de estar dis puestos, resultan nuevas
modalidades de la forma que dan lugar a los
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temperamentos y constituciones. Como ya hemos tratado de los primeros,
ocupémonos de las segundas.
a) La constitución significa el grado de integridad vital, y el tono de los
tejidos (arquitectura físico-química), y de ella depende la resistencia a la
enfermedad, la buena o mala reacción a los tratamientos y la garantía de
salud. Se reconoce anatómicamente por la densidad y disposición de las
fibras del iris del ojo, admitiéndose por unos, cuatro, y por otros, siete, grados
de constitución. Las personas de mala constitución presentan las fibras del
iris del ojo, separadas y torcidas;
8 Véase la obra Diagnóstico por el Iris, del doctor A. Bidaurrázaga, y si se quiere más
extensión, la del doctor Lindlahr, Iridiagnosis.
52
labios gruesos, ojos vivos y algo saltones, nariz poco pronunciada y en
general redondeada. (Obsérvase como en estos caracteres hemos descrito,
hasta cierto punto, los rasgos de los batracios (ranas... etc.), lo cual no dice
mal con el hecho de ser la rana muy apreciada como animal de laboratorio,
quizá por su mucha sensibilidad). Pertenecen a este tipo casi todos los que
tachamos de listos. Tienen poco carácter. Es muy frecuente en cierta
categoría de artistas.
La perturbación de este tipo conduce al histerismo.
b) Tipo Motor. Es especialmente apto para hacer. Es el tipo de voluntad
práctica. Suele responder con reacciones exageradas a estímulos de
excitación pequeños, y en todas las ocasiones de la vida hace algo, aunque
esté mal, antes que quedarse parado. Su dinamismo se satisface mandando
a los demás. Es pues el tipo de autoridad.
Se caracteriza por el pronunciamiento de facciones, nariz destacada y
en general aguileña o convexa, musculatura marcada y mirada firme.
La perturbación de este tipo, nos conduce a la voluntariedad,
impulsivismo y violencia.
c) La exaltación o perturbación de los tipos acabados de citar, entra
plenamente en el terreno de la patología psíquica, por alteración de la
arquitectura cerebral. En estos casos no es la psique la que está perturbada,
sino el cerebro que es su órgano de expresión. Es -usando la expresión de
Corral- como Rubinstein en un mal piano o Sarasate en un mal violín.
Perturbaciones nacidas de la exaltación del primer tipo son el histerismo
(perturbación de la sensibilidad), la hiperestesia psíquica, imbecilidad (en que
falta el instinto de sociabilidad) y el idiotismo (en que falta el instinto sexual).
Perturbaciones del segundo tipo son el impulsivismo, epilepsia cons
titucional, locura motora o epilepsia psíquica (criminales).
53
Lección IV
FISIOLOGIA SINTETICA DEL CUERPO HUMANO
Las funciones orgánicas como derivadas de los tres grandes sistemas
corporales, podemos clasificarlas en:
1º Funciones nerviosas (intensivas);
2º Funciones de movimiento (protensivas);
3º Funciones de nutrición (extensivas),
cuyas subdivisiones -para economizar tiempo y espacio- se hallan en el
siguiente cuadro:
vista, oído, gusto,
De los sentidos (especiales olfato, tacto
Centrípetas Sensitivas: Sensibilidad general
Generales Sensoriales: Calor, volumen, sentido
Muscular.
Nerviosas
Voluntarios Motoras de los músculos voluntarios
Motoras autocerebrales (atención, etc.)
Centrífugas
Reflejos Motoras vegetativas (músculos)
Tróficas. (Quimismo, Secreciones internas)
54
La sublimación de la materia. Otras funciones del encéfalo Las
sustancias materiales del mundo exterior, son transformadas suce sivamente
por los sistemas digestivo, torácico y cefálico, hasta convertirse en materia en
estado radiante.
Efectivamente: Toma el aparato digestivo los materiales alimenticios,
transformando a través de complicadas reacciones químicas en toda la
longitud de su tubo, las albúminas en peptonas y amino-ácidos, los
hidrocarbonados en glucosa y las grasas en glicerina y ácidos grasos o
jabones; eliminando al exterior los residuos no aprovechables.
En el proceso digestivo juegan importante papel los órganos laterales
del sistema: hígado y páncreas; así como el bazo, órgano aun enigmático,
pero de importancia capital.
Analicemos con más detalles este proceso.
Los hidrocarbonados o sacáridos (almidones, féculas y azúcares),
provienen, como ya dijimos (pág. 26) de reacciones sintéticas a base de la
función clorofiliana de las plantas. Son compuestos de oxígeno, hidrógeno y
carbono (de aquí su nombre de hidrocarbonados o hidratos de carbono), que
responden a las fórmulas generales: CH 2 O. C2 H4 O2, C3 H6 O3, C4 H8 O4, Cs H10
O5, C6 H12 O6. En la alimentación empleamos monosacáridos, de los cuales es
ejemplo la glucosa o azúcar de fécula, de fórmula C6 H12 O6; los polisacáridos,
constituidos en la misma forma pero con la supresión de una molécula de
agua, de los que es ejemplo el almidón (C6 H1o O5); y los bisacáridos, que
carecen de media molécula de agua, pero unida su molécula a otro grupo
análogo; y de los cuales es ejemplo la sacarosa o azúcar de caña (C12 H22 O11).
Los hidratos de carbono sufren una primera digestión bajo la acción del
fermento de la saliva llamado ptialina, que los convierte en eritrodextrina,
acrodextrina y finalmente maltosa, que es una glucobiosa de fórmula C6 H12 O6.
Posteriormente, el jugo intestinal con su invertasa, maltasa y lactasa, y el jugo
pancreático con su fermento amilolítico, transforman los restos
hidrocarbonados no digeridos en tramos anteriores, también en maltosa y al
fin en glucosa, que el hígado almacena en moléculas condensadas en forma
de glucógeno.
Las proteínas o albúminas, provienen también en principio del reino
vegetal, donde se formaron gracias a la fijación de nitrógeno atmosférico por
los fermentos nitrificantes, formando en el suelo nitratos y nitritos,
ulteriormente absorbidos por el vegetal. Proceso curioso con el que las
bacterias dan a la planta la primera materia para formar albúminas a cambio
de consumir glucosa de la fabricada por el vegetal. Este reduce los nitritos o
descompone los nitratos del suelo, combinándolos con el carbono y formando
ácido cianhídrico (por reacción entre el ácido nítrico y el aldehído fórmico),
dejando libre anhídrido carbónico y agua. Y por su parte, el ácido cianhídrico
reaccionando sobre nuevas moléculas de aldehído, llegaría a constituir la
albúmina, según esta fórmula C62 H103 N17 O22, dejando libre ácido fórmico.
Nótese cómo en la albúmina encontramos ya, como base de la materia viva,
los cuatro elementos a que nos hemos referido al hablar de los
temperamentos.
55
Las sustancias albuminoideas o proteínas son desdobladas por el ácido
clorhídrico del jugo gástrico en proteosas y peptonas. El jugo intestinal y el
pancreático con sus erepsina, enterocinasa y tripsina, desdoblan las peptonas
en aminoácidos, entre los cuales encontramos la glicocola, leucina,
fenilalanina, tirosina, pirrol, triptófano, indol y adenina.
Las grasas o lipoides, provienen de la reducción de los hidratos de
carbono. Prueba esto el hecho de que en la aceituna disminuye la proporción
de manita (alcohol exatómico) según aumenta el aceite; y en la almendra,
durante el verano, aumenta su contenido de aceite desde 2 a 46 por 100, al
mismo tiempo que desciende la proporción de hidratos de carbono desde 34 a
8 por 100. La existencia de la manita en la aceituna, demuestra ya un proceso
reductor que constituye el mecanismo químico general de la formación de las
grasas, según esta fórmula cuantitativa:
13 C6 H12 O6 = C55 H104 O6 + 23 CO2 + 26 H2O
Glucosa Oleoestearomargarina
Dejando libre, como se ve, anhídrido carbónico y agua. Y sin que se
conozcan en la actualidad las fases del proceso químico intermediario por el
que se forma, bien directamente, el éter glicérico que constituye la grasa, o
bien la glicerina y el ácido, eterificándose después.
El mecanismo de su formación en los animales, aparte la ingerida
directamente en la alimentación, es exactamente igual.
En el intestino, las grasas son hidrolizadas por la esteapsina o lipasa
pancreática, y sus ácidos descomponen las sales biliares formando jabones
de sosa, siendo el resto finamente emulsionado para su perfecta absorción.
El hígado, importantísima glándula digestiva, cumple las cinco funciones
siguientes: La ya citada de disolver y transformar las grasas (función biliar); la
función glucogénica, por la que almacena la glucosa en forma de glucógeno,
para irla cediendo a la sangre; la hematopoiética, por la que destruye y
construye glóbulos rojos; la antitóxica en virtud de la cual neutraliza venenos
provenientes de la digestión y retiene los que no puede neutralizar (quinina,
arsénico, plomo, morfina, nicotina, etc.), que a la larga le lesionan; y la función
uropoiética, finalmente, por la que transforma las sustancias albuminoides en
urea, fácilmente eliminables en la orina.
El bazo, como es sabido, es un órgano simétrico del hígado, situado a la
izquierda de la cavidad abdominal, voluminoso, contráctil y cerrado, lleno de
sangre y linfa, cuyo contenido ha sido llamado barro esplénico. Actúa como
generador de glóbulos blancos (linfocitos y monocitos); destructor y
transformador de glóbulos rojos; depositario del hierro orgánico; interviene en
el metabolismo de los albuminoides, y sirve como filtro de la sangre para
todos los cuerpos extraños (glóbulos alterados, parásitos, materias mucoides
patógenas...). Todas estas funciones químicas ostensibles, aunque mal
definidas, son consecuencia de ser el bazo un acumulador del magnetismo
terrestre y solar, que fija a base del carbono y cede para su concentración al
plexo solar, no caprichosamente llamado así, sino porque lo que acumula
procede del sol. Este magne
56
tismo es la energía vivificadora específica del proceso digestivo. El bazo ha
sido siempre considerado por todos los autores en general como una glándula
vascular sanguínea, regeneradora de la vitalidad.
Resumiendo, como dice Brioude: "el organismo humano absorbe calor
con sus alimentos ricos en hidrógeno, gracias al elemento agua, por el
aparato abdominal, vivificando el producto por el magnetismo absorbido por el
bazo".
El producto de la digestión (quilo), es absorbido en el intestino delgado y
pasa al sistema quilífero, que desemboca por el canal torácico en el sistema
venoso. De este modo tenemos ya el material transformado, en pleno dominio
del sistema torácico o angiopneumático.
La sangre quilífera es llevada por la circulación a los pulmones, donde
se establece un cambio osmótico a través de la membrana de sus alvéolos;
fijando la sangre el oxígeno del aire (merced a la hemoglobina de los glóbulos
rojos, que se transforma en oxihemoglobina) y expulsando el anhídrido
carbónico de las combustiones orgánicas. Luego, el corazón manda la sangre
oxigenada y vitalizada a todos los ámbitos orgánicos, eliminando los residuos
no sublimales, en la orina, por los riñones.
El oxígeno del aire quema, en lenta combustión, en el seno de los
tejidos, los materiales aportados por el sistema digestivo. La mayor parte de
las energías liberadas por el organismo animal, aparecen bajo la forma de
calor; calor producido directamente por dicha combustión, y calor producido
por transformación de los movimientos internos (trabajo cerebral, circulación
sanguínea, etc.). Las células de los tejidos regulan el consumo de oxígeno de
la sangre según la intensidad de su trabajo bioquímico, siendo admitido por
Berthelot que por cada 32 gramos de oxígeno absorbido, se desprenden 14
calorías. La hemoglobina portadora del oxígeno recogido en la respiración, lo
cede al plasma sanguíneo, donde se disuelve y de donde lo extraen en la
proporción necesaria las células. A esto se añade, para completar el
mecanismo de las oxidaciones, la acción de las oxidasas y catalasas, que
efectúan operaciones reductoras, transforman el oxígeno molecular en
oxígeno atómico más activo, y lo ceden a las células, previa disolución en el
plasma, con arreglo a la ley de las tensiones. La hemoglobina de los glóbulos
rojos viene a ser, pues, una sustancia acumuladora de oxígeno, gracias a la
cual, la sangre contiene y transporta 40 veces más oxígeno que igual volumen
de plasma, del que se necesitarían 150 kilogramos, si no hubiese
hemoglobina, para alcanzar el contenido de oxígeno disociable existente en
los 5 kilogramos de sangre que posee el organismo humano.
Sintetizando: El sistema torácico sublima el producto de la digestión,
quemando con el oxígeno del aire, los productos nutritivos. Su elemento
vivificador es la electricidad, que convierte el oxígeno molecular en oxígeno
atómico, mucho más activo.
Llega la sangre al sistema craneal o cefálico por las arterias heli cinas, y
el plasma linfático a los ventrículos cerebrales desde la peri feria del encéfalo,
por los espacios subaracnoideos. Y en el seno del aparato cefálico, los
productos de la combustión de los primitivos ma
57
teriales nutritivos, se fijan en compuestos nitrogenados (lecitinas, cere
brósidos, neuroglobulinas, etc.), de gran poder emisivo de energía neúrica.
Las escorias de esta función se eliminan por el aparato genital, y los
materiales sublimados marchan desde el ventrículo medio por el tallo de la
hipófisis y por el cuarto ventrículo, convertidos en materia en estado radiante.
Esto requiere algunas explicaciones a base de lo ya expuesto al hablar
de los tres sistemas orgánicos. Para ello copiamos, en primer lugar, la
siguiente descripción de Brioude: "En la caja craneal existe un órgano doble y
simétrico, llamado cerebro, que presenta en su línea de unión de ambos
hemisferios una serie de tractus o puentes de comunicación, que recubren
una cavidad central, llamada conducto del epéndimo, el cual, sin interrupción,
se extiende desde el cerebro hasta el final de la médula. Este conducto
rodeado de sustancia gris, y, por lo tanto, de células, toma diferentes
aspectos en su trayectoria, que suele ser la siguiente: Dos ventrículos
laterales (cada uno perteneciente a un hemisferio cerebral), que desaguan en
el tercer ventrículo o ventrículo medio; luego un estrechamiento, que pasa a
ser acueducto de Silvio, ensanchándose de nuevo a nivel de la protuberancia
y bulbo, donde constituye el cuarto ventrículo (sitio del nudo vital cuya lesión
ocasiona la muerte fulminante); estréchase de nuevo, y, transformado en el
conducto ependimario de la médula, llega así hasta la región lumbar, donde,
antes de terminar, vuelve a sufrir otra pequeña dilatación, conocida por quinto
ventrículo".
"Así como el corazón no es más que una dilatación y reforzamiento del
sistema arteriovenoso, y el estómago otra cavidad reforzada del tubo
digestivo, asimismo el tercer ventrículo no es más, con todo el tejido nervioso
que le rodea, que una dilatación del tubo del epéndimo, y, del mismo modo,
ambos hemisferios no son más que las dos cavidades de los ventrículos
laterales, cuyas paredes se han engrosado enormemente. Los tres ventrículos
con su revestimiento de sustancia cerebral, son el equivalente del órgano
central y de los dos órganos laterales descriptos en los otros sistemas."
La sustancia de que se nutre el cerebro es la luz. Esto afirmaba Neuens
y esto afirma también Brioude, reforzando su afirmación con los siguientes
argumentos: "Solamente por el sentido de la vista se da el hombre perfecta
cuenta del medio ambiente; la luz es absorbida por nuestra retina y
transmitida a los centros sensoriales después de pasar por el quiasma, la
cinta óptica, los tubérculos cuadrigéminos y el cúneus. Cierto es que muchos,
apegados a la teoría de que la luz es un simple estado vibratorio, protestarán
de que sea, por lo tanto, absorbible; pero la teoría de la emanación, que cada
día tiene más adeptos en la Ciencia, nos demuestra que todo cuerpo en
actividad desprende partículas infinitesimales, animadas de una prodigiosa
velocidad. Hoy día, que la radioterapia y la radiumterapia obligan al médico al
uso diario de las emanaciones alfa, beta, gamma, etc., no hacen falta grandes
esfuerzos para demostrar que la misma luz física es un bombardeo de
partículas infraatómicas contra el objeto u órgano que le sirve de pantalla."
58
"No obstante lo dicho (y esto es una simple apreciación particular) creo
que, ambos opinantes llevan razón; pues así como la onda sanguínea,
lanzada del corazón, lleva un movimiento propio tardío y otro veloz, vibratorio,
que es lo que constituye el pulso, así la luz pudiera ir animada de ese doble
movimiento, uno de emanación y otro de vibración. Pongamos un ejemplo
para el caso que cita Gómez Ocaña, refiriéndose al pulso. Si en la corriente
de un río tiramos una piedra, veremos que se establecen una serie de
ondulaciones que progresan en todos sentidos, rizando la superficie del
líquido. Pues bien, si examinamos aquellas que se dirigen en el mismo
sentido de la corriente, veremos que dichas ondulaciones caminan con
diferente y superior velocidad al de las demás moléculas que constituyen el
río. Para nosotros la vibración ocasionada por la piedra, sería el estado
vibratorio de la luz, y la llegada del líquido por su natural corriente, la
emanación lumínica.
El hecho de que existan ciegos cuyo cerebro funciona perfectamente, se
explica porque la luz no solamente es absorbida por la retina, sino también
por el iris (vía nerviosa simpática), intacto en muchos ciegos, y en gran
cantidad por las terminaciones nerviosas de la piel, como lo prueban los
resultados de la helioterapia.
La luz, en unión de la sangre arterial sublimada, forma el fluido neúrico
que circula por las redes nerviosas, en dirección centrípeta (nervios
sensitivos) o centrífuga (nervios motores).
¿Qué proceso fisicoquímico se realiza para que el fluido neúrico, en
presencia de los lipoides y albuminoides cerebrales y con el estímulo de la
luz, forme materia en estado electrónico o radiante?
Ante todo, apuntemos que, nosotros llamamos materia en estado ra
diante, no a ese cuarto estado o metagaseoso de los físicos, sino a la materia
disociada en sus últimos elementos: los electrones. Por eso le denominamos
también estado electrónico o metaatómico. Estado análogo, aunque no
idéntico, al conseguido en la ampolla de Rayos X al producirse la radiación
catódica, por la acción de la corriente eléctrica en el vacío de una
millonésima. de atmósfera.
Apuntemos otra analogía: Los Rayos X ionizan el aire o el gas a cuyo través
pasan; es decir, lo disocian en iones cargados de electricidades contrarias. Estos rayos
no sufren desviación al atravesar campos eléctricos o magnéticos, por no llevar cargas
eléctricas de ningún género; al contrario que los rayos catódicos, desviables en campos
electromagnéticos.
Ahora bien; los ventrículos cerebrales y conducto del epéndimo están
llenos de un líquido llamado céfalorraquídeo, caracterizado por su abundancia
en cloruros. Este líquido actúa como verdadero medio electrolítico en el
complicado funcionalismo cerebral.
Fáltanos ahora recordar dos hechos importantes de la fisicoquímica, a
saber: que, según la hipótesis electrónica, la corriente eléctrica en los
conductores no es otra cosa más que, electrones en movimiento a través de
los espacios interatómicos. Y que, los átomos de los cuerpos radiactivos son
sistemas inestables, o en equilibrio lábil de electrones; dividiéndose o
escindiéndose estos átomos unos tras otro, en muchas partes, es decir, en
electrones negativos libres, que constituyen los rayos �,
59
y en grupos de iones positivos que son los rayos beta, hallándose formada la
emanación por modificaciones de los iones positivos (Piñerua).
Con esto quedan planteados los términos del problema y trazado el
camino de una deducción lógica.
El sistema cefálico es un gran transformador electroquímico, donde
actúa el fluido neúrico, cuyo vehículo es la electricidad; albúminas y lipoides
que actúan como condensadores; un líquido clorurado que sirve de electrolito,
y la luz que actúa como estimulante de la energía química y sensibilizador. El
resultado del funcionamiento de esta gran máquina electroquímica, en el que
interviene la luz como factor etéreo vitalizante, es convertir dicho fluido
neúrico (producto sublimado o iónico del material sanguíneo), en una
radiación (semejante a los Rayos X, porque no se desvía por los campos
electromagnéticos, y atraviesa los cuerpos opacos) que se condensa
alrededor del polo negativo o catodo del sistema nervioso, que es la glándula
hipófisis, y del positivo o anodo, constituido por la glándula pineal; formando la
que en un principio llamamos materia mental, y ha sido llamada por otros éter
reflector.(1)
1
Conocidos son los interesantísimos trabajos de Bertholon, Waller, Haake, Mayer, Du-Bois
de Reymond Mendelssohn, Einthoven, Nicolai, Gotch y Horsley, Caton, Dewar, Girard y nuestro
compatriota Luis Cirera sobre las manifestaciones eléctricas en los seres vivos, y de cuyos
trabajos extractamos las conclusiones más interesantes en lo que a la fisiología humana se
refiere.
La función respiratoria de asimilación está ligada a la actividad eléctrica, produciendo
inmediatamente cambios de potencial en sus distintas partes (Haake).
"Todo punto de sección transversal de un nervio o de un músculo, es negativo con
relación a un punto cualquiera de su superficie longitudinal"; por consiguiente, si se unen por un
arco metálico se desarrolla una corriente eléctrica, y esto ocurre en toda clase de músculos, y en
toda clase de animales de sangre fría o caliente, variando solamente la fuerza electromotriz,
entre 0'1 a 0'01 de voltio (Du-Bois de Reymond).
En los nervios se produce además una corriente eléctrica axial, que recorre el nervio en
toda su longitud, y es tanto más intensa cuanto mayor es la actividad funcional del nervio; así es
que el neumogástrico se distingue por su intensidad. Dicha corriente va en sentido contrario al de
la corriente nerviosa, según Mendelssohn. Lo que puede explicarse por la teoría electrónica, que
nos enseña como en los electrolitos, la corriente eléctrica está formada por una doble cadena de
iones que se trasladan en sentido opuesto.
El corazón produce una corriente eléctrica en cada una de sus contracciones, que marca
un campo eléctrico de líneas equipotenciales alrededor de cada polo cardíaco (ventricular o de la
punta, y auricular o de la base), como indica la fig. 5. (Trabajos de Waller.) Dicha corriente se
trasmite a todas las partes de nuestro organismo (Einthoven).
Las corrientes de reposo presentan una intensidad notable en los centros nerviosos, cuya
fuerza electromotriz es de 0 ’02 a 0'03 voltios (Gotch y Horsley). En el cerebro, la superficie es
siempre positiva con relación a una sección transversal, y una irritación cualquiera de un nervio
centrípeto, sensitivo o sensorial, produce una variación negativa de esas corrientes (Caton,
Danlewskey y Cybuiski). Todo acto cerebral está en correlación con un cambio eléctrico del
cerebro (Cirera).
Existe una corriente en la retina ocular, negativa en la superficie coroidea y
positiva en la superficie libre (Du-Bois Reymond, Steiner); la cual se modifica bajo la
influencia de la luz, con arreglo a la susceptibilidad de la retina por haber permanecido
más o menos tiempo en la oscuridad (Brucke, Steiner, Einthoven, etcétera).
A la secreción de las glándulas de la piel, acompañan los fenómenos electro motores de un
modo constante. Las regiones cutáneas donde abundan las glán 60
dulas sudoríparas, presentan una variación positiva de la corriente con motivo de todo acto de
actividad psíquica, desde una simple sensación, hasta un esfuerzo violento de voluntad
(Tarchanoff, Philippson).
Los glóbulos rojos de la sangre poseen una carga negativa; siendo positiva en el suero
sanguíneo (P. Girard).
El organismo en su conjunto, es un complicadísimo mecanismo celular bañado todo y
penetrado por una solución electrolítica doblada, de un sistema disperso coloidal; o por mejor
decir, constituyendo un conjunto variadísimo de electrolitos, integrados generalmente por una
disolución acuosa de sales (cloruros, carbonatos, sulfatos y fosfatos) de sodio y potasio. Esto
hace que sus corrientes eléctricas se distribuyan por cada tejido y célula, según la propia
conductibilidad de éstos y el potencial con que tropiecen. Así la electricidad interviene constan
temente en todas sus funciones por las acciones iónicas y cargas coloidales de sus humores y
plasmas.
La función neuro-electroquímica asignada por nosotros al sistema nervioso, no es, pues, más que
una de tantas como pueden referirse a la maravillosa mecánica de nuestro cuerpo.
61
Hemos visto la maravillosa correlación y sinergia de los tres grandes
sistemas orgánicos, realizando la no menos maravillosa alquimia de convertir
el alimento en pensamiento, según la feliz expresión de Brioude. Y no está de
más, para final, que expongamos la curiosa relación que existe entre los
diversos elementos que entran en juego en las funciones de la sublimación de
la materia.
Intervienen en las operaciones que acabamos de reseñar, cuatro
elementos químicos y cuatro físicos, que agrupados por el orden correlativo
citado, dan el siguiente cuadro:
2 Asunto que no tratamos aquí, porque antes es menester conocer las funciones de las
glándulas de secreción interna.
62
Los centros de proyección existentes en la corteza cerebral, son
sensitivos (como los auditivo, olfatorio, táctil, óptico, gustativo...), y motores
(como los centros de los movimientos musculares voluntarios). Estos centros
reciben las fibras sensitivas y sensoriales del organismo (después de haber
hecho estación en los centros ganglionares de que hablaremos), y almacenan
las imágenes de dichas sensaciones (memoria sensible). Otros, los motores,
mandan fibras a los órganos del movimiento, previo paso por ciertos centros
ganglionares.
Los centros de asociación, que son, con mucho, los más extensos del
cerebro, dan fibras nerviosas que enlazan los centros de proyección. Las
fibras centrípetas, reciben las sensaciones, fijándolas (memoria). Las fibras
centrífugas, estimulan o inhiben (acción de la voluntad) las células de los de
proyección . Los centros de asociación son: el frontal, verdadero centro
psíquico, donde se unifica el sentido íntimo del yo inferior, es decir, la
conciencia de la personalidad; el medio (ínsula), reúne en un todo único todas
las regiones corticales, sensitivas y motrices del lenguaje; y el posterior o
temporoparietal, que recibe las sensaciones del mundo exterior (visuales,
táctiles, auditivas...), regulando las correspondientes funciones de los de
proyección (que si no serían un mero reflejo no intelectual).
Los centros ganglionares, situados por regla general en la parte central
del encéfalo, son eficaces auxiliares de las funciones cerebrales, y tienen por
misión: 1º Producir reflejos superiores (automatismo), sin necesidad de que
sean conscientes, y por tanto, que no intervenga la voluntad con el
consiguiente ahorro energético. 2º Conmutar los impulsos sensitivos y sus
reflejos. 3º Coordinar las acciones (fig. 6).
Estos centros son el bulbo, la protuberancia, los tubérculos cuadri
géminos, el cerebelo, los tálamos ópticos, y otros menos importantes. El
bulbo coordina los movimientos voluntarios, gobierna la fonación, el corazón,
la respiración, masticación, deglución, estómago, párpados, secreción salivar,
urinaria, función glucogénica, acomodación y defensa de los sentidos,
etcétera.
La protuberancia anular, es un centro de coordinación sensitivo-motora.
Los tubérculos cuadrigéminos, coordinan las corrientes acústicas y ópticas,
siendo los centros del equilibrio.
El cerebelo, es el órgano de la coordinación de los movimientos, por
excelencia.
Los tálamos ópticos, son centros de los mecanismos orgánicos de la
emoción y emiten las fibras motoras que ponen en atención los sentidos, en
ellos se efectúan reflejos auditivos y ópticos, siendo punto de parada y
conmutación de las fibras que ascienden a los centros de la corteza cerebral.
Su papel es, pues, muy elevado.
Todos estos centros, se mandan fibras unos a otros y al cerebro, complicando de
manera admirable las posibilidades del mecanismo de que se sirve la mente para
manifestar sus esplendores en el reino de la actividad. El bulbo es una verdadera
central de comunicaciones orgánicas, nudo vital que sabe de todos los misterios de la
vida del organismo. Por algo su lesión es mortal.
63
El cerebro como gobierno del organismo. El cerebro se vale de todos
esos órganos auxiliares que acabamos de describir con el nombre de centros
ganglionares, amén de su acción directa (y consciente) en los casos en que
es necesaria; y de los reflejos medulares encargados del automatismo de las
funciones menos complejas (defecación, eyaculación, etcétera).
El cerebro es el nudo de unión entre el mundo externo (por medio de su
esfera somatocósmica que diría Letamendi) y el mundo interno o yo inferior
(por medio de su esfera somatopsíquica); siendo por medio
Fig. 6. El encéfalo: A, Cerebro; B, Cerebelo; C, Pedúnculo cerebral; D, Protuberancia; E, Bulbo;
F, Médula; 1, Hipófisis; 2, Glándula pineal; 3, Ventrículo medio o tercero; 4, Cuarto ventrículo;
5, Conducto del epéndimo; 6, Cuerpo calloso; 7, Acueducto de Silvio; 8, Agujero de Monro; 9,
Tubérculos cuadrigéminos, 10; Tálamo óptico.
64
del aparato pineohipofisario como realiza la trascendente comunicación con la
individualidad o Yo Superior.
Las corrientes y vibraciones venidas del cosmos, llegan al cerebro por
los nervios sensitivos y sensoriales; de éstos pasan a los centros
Fig. 7. Funcionamiento del cerebro referido al sentido de la vista. (Esquema); A, Centro oval; B,
Pulvinar (tálamo óptico); C, Tubérculo cuadrigémino anterior; D, Cuerpo geniculado externo
(tálamo óptico); E, Tubérculo cuadrigémino posterior; F, Tálamo óptico; G, Centro óptico de
proyección de la corteza cerebral; H, Corteza cerebral; O, Ojo: 1, Centro del lenguaje articulado;
2, Centro de la memoria auditiva; 3, Centro visual de las palabras; 4, Centro de los recuerdos
visuales; 5, Fibra de asociación arqueada; 6, Fibras de asociación entre diversos centros; 7,
Fibras de proyección con sensaciones visuales; 8, Idem; 9, Cinta óptica; 10, Guiasma óptico; 11,
Nervio óptico; 12, Fibras reflejas de acomodación y defensa de la vista; 13, Fibras de proyección
de la corona radiante; 14, Fibras cortico-talámicas; 15, Fibra comisural interhemisférica; 16,
fibra óptica larga.
65
ganglionares, donde se reflejan en corrientes motoras de acomodación,
coordinación y defensa de los órganos y los sentidos (reflejos inconscientes y
de un elevado automatismo). De los centros citados, continúan hasta los
centros de proyección y asociación, donde quedan estereotipadas como
memoria sensible en forma de engramas. En los centros ganglionares,
algunas corrientes y vibraciones son sublimadas (visuales, auditivas),
pasando a esferas superiores y conscientes. En los centros de asociación se
relacionan unas imágenes con otras para proyectarlas en corrientes motoras
de acción o expresión. La figura 7 contribuirá a dar una idea clara de la
síntesis de las funciones cerebrales.
66
Lección V
LAS GLÁNDULAS DE SECRECIÓN INTERNA
67
Glándula pineal. Situada en la región pósterointerna de los hemisferios
cerebrales, cerca de los tubérculos cuadrigéminos, su secreción interna es depresora
del instinto y función sexual (fig. 8). Su disminución acarrea la precocidad sexual,
corpulencia anormal, tendencia al sueño e hirsutismo (síndrome macrogenitosómico); y
a veces adiposidad general.
Fig. 8. Las glándulas de secreción
interna; a, Glándula pineal; b, Hipófisis
o glándula pituitaria; c; Tiroides; d,
Paratiroides; e, Timo; f, Glándula
mamaria (en la mujer); g, Hígado; h,
Páncreas; i, Bazo; j, Suprarrenales; h,
riñón; l, Ovario; m, Testículo; n,
Próstata.
Tiene además un
importantísimo papel en relación
con las facultades mentales
superiores del hombre, como
hemos de ver cuando hablemos
del aparato pineohipofisiario.
Anatómicamente, se define este
papel por la existencia de una
"arenilla" que la recubre, y que
falta en los niños menores de 7
años, en los viejos, en los locos y
en los idiotas.
Glándula hipófisis. Su
secreción varía en acción según
sea de su lóbulo anterior, o de su lóbulo posterior. La de su lóbulo anterior
provoca el engrosamiento de la matriz durante el embarazo, el desarrollo de
los huesos del feto hasta cierta edad, y estimula la secreción de la leche
después del parto. Finalmente, cuando es exagerada, produce el gigantismo
o la acromegalia, según coincida con la época del desarrollo o con la edad
adulta. La secreción de su lóbulo posterior aumenta los fenómenos genitales
y expolea las contracciones de la matriz para la
68
expulsión del feto, aumenta la tensión arterial, los movimientos intestinales, el
metabolismo de los hidrocarbonados y la excreción de orina.
La falta de función de esta glándula produce un entorpecimiento
general, laxitud y somnolencia, enfriamiento, coma y disnea; siendo sus
síndromes más caracterizados el adiposogenital y la diabetes insípida.
La secreción de esta glándula en la que entra el fósforo como elemento
primordial, produce la congestión del tiroides. Su función despierta la de la
glándula pineal y la de la matriz. Está, pues, relacionada con estos dos
órganos de tan opuestas polaridades; relación de gran trascendencia que
hemos de ver un poco más adelante al ocuparnos del dicho aparato
pineohipofisario.
La glándula hipófisis está situada en la silla turca del escéfalo, lugar
recóndito y verdaderamente privilegiado, como corresponde a tan importante
órgano.
Glándula tiroides. Está situada por delante y a los lados de la laringe y
de los primeros anillos de la tráquea, en compañía de las glandulillas
paratiroides de importante función neutralizadora de los venenos de la
nutrición. (2) Los tumores de la glándula tiroides constituyen el llamado bocio.
La secreción de esta glándula, llamada "fuelle de la nutrición", es a base
de iodo, y provoca un aumento del metabolismo y las funciones genitales. Su
exceso ocasiona el llamado mal de Basedow o bocio oxoftálmico.
La falta de función de la glándula que nos ocupa ocasiona el cretinismo,
mixedema y la caquexia, caracerizados por debilidad, fatiga, enfriamiento,
hinchazón de la cara y miembros, palidez, abatimiento, tristeza, apatía,
disminución de la inteligencia, caída del pelo, etc., y la caquexia, en fin, o
detención de la nutrición y desarrollo.
Por consecuencia, el papel de la glándula tiroides es el de regularizar la
nutrición y estimular las funciones genitales.
Corazón. Corresponde al cuarto centro de fuerza, y aunque no es, en
verdad, una glándula de secreción interna, bajo el punto de vista teleológico,
su papel es fundamental en el sistema químico, por cuanto mueve el medio
donde se verifican las acciones de todas las glándulas: la sangre.
El corazón es el nudo donde van a encontrarse todas las fuerzas vitales del
organismo, de cualquier categoría que sean.
Bazo. Corresponde al centro de absorción de vitalidad, habiendo ya
tratado de su función, excusamos hablar aquí de él. Podemos considerarlo
como una verdadera glándula de secreción interna por todos conceptos, ya
que carece de conducto secretor y sus funciones se resuelven en diversas
elaboraciones de principios y elementos sanguíneos, además de su papel
vitalizador digestivo.
2
Estas glandulillas paratiroideas, regulan también el metabolismo cálcico-magnésico; y su
disminución secretora va acompañada de fenómenos de desmineralización (raquitismo,
osteomalacia, caries dentaria), adelgazamiento, calvicie y tendencia tetánica.
69
Páncreas. A más de ser glándula de secreción externa del jugo
pancreático, de tan importante papel en la digestión intestinal, arroja una
secreción interna de no menor importancia, llamada insulina. Su función
consiste en regular el aprovechamiento de la glucosa del hígado y el de otros
principios nutritivos, por las células; produciendo su falta, la presencia de
azúcar en la sangre y la orina, la desnutrición y la caquexia, síntomas propios
de la llamada diabetes. Es también estimulante del sistema nervioso
parasimpático.
Cápsulas suprarrenales. Situadas encima de cada riñón, tienen una
importancia secretoria que no corresponde, realmente, a su exiguo tamaño.
Segregan adrenalina, que es una sustancia dinamógena, que aumenta el
tono de las arterias (y por tanto la tensión de la sangre), neutraliza los
venenos de la contracción muscular, estimula las funciones genitales, y es
excitante específica del sistema nervioso simpático.
La falta de su secreción origina el llamado mal de Addison, ca
racterizado por fatiga, apatía, debilidad o astenia general, dolores, bron
ceamiento de la piel, y, finalmente, la muerte.
Glándulas sexuales. Son el ovario en la mujer y el testículo en el
hombre, que, además de su secreción externa representada por el óvulo y el
espermatozoide, respectivamente, tienen una importante secreción interna
que da los caracteres sexuales respectivos, y estimula el correspondiente
instinto sexual. (3)
Su falta conduce a la difumación de los caracteres sexuales (eunu
quismo, obesidad...) o incremento del desarrollo corporal.
Timo. Es una glandulilla, sólo existente durante la infancia, en la parte
superior del esternón, cuya secreción interna es un freno al desarrollo sexual
y mental, y un estímulo para el desarrollo físico. Previene contra la
acumulación de ácidos (particularmente el fósforico) en el sistema.
Desaparece en la pubertad.
Glándula coxígea. Situada en el extremo del coxis o rabadilla, es de
funciones desconocidas, pareciendo ser que su atrofia ocasiona disturbios
nerviosos.
La secreción de las glándulas ahora estudiadas, se modifica inten
samente por las vibraciones emotivas y pasionales, lo que hace jugar a la
emoción un papel de gran importancia en la producción de ciertas
enfermedades (diabetes, enfermedades cardíacas, etc.). Las vibraciones
físicas, cuando responden a plácidos y armónicos estados mentales, por el
contrario, regulan y mantienen en una perfecta sinergia las secreciones
internas de las glándulas todas. La importancia que para la vida tienen las
citadas secreciones, depende de que no son sino el resultado en el plano
químico de la conjunción de fuerzas que concurren al centro del
3
Durante el embarazo aparece en el ovario un nuevo elemento accidental de secreción
interna: el cuerpo amarillo o lúteo, que se desarrolla en el sitio de donde salió el huevo fecundado
y cuya función refrena y polariza en un sexo u otro, la acción excitativa de la hipófisis.
70
cual la glándula es expresión tangible. (4) Así se explica nuestra afirmación de
que cada centro glandular es un nudo de comunicación entre el cuerpo y los
vehículos metafísicos. De aquí la trascendencia de la relación de unos jugos
con otros, cuya aplicación médica insensata puede provocar, no sólo
accidentes fisicoquímicos, sino también psíquicos, como ya estamos
presenciando más veces de lo debido.
En toda emoción hay un factor psíquico (idea o sensación), uno
expresivo (cólera, dolor...) y uno vegetativo (taquicardia, etc.), indiferente al
factor psíquico (Marañón).
La secreción del tiroides prepara la emoción, por cuanto su exceso la
favorece y su defecto la dificulta. Y así los enfermos de bocio oxoftálmico son
muy emocionales y los mixedematosos muy indiferentes.
La adrenalina, o secreción interna de las glándulas suprarrenales, es la
causa orgánica emocional (por esto el corazón late a gran presión), y la falta
de ella dificulta la manifestación orgánica emotiva; (estos hechos
fisicoquímicos no son sino expresión de la afinidad vibratoria entre el
psiquismo inferior y el quimismo biológico, que ambos funcionan en plano
atómico, como ya dijimos).
La vida del hombre puede dividirse en períodos de varios años, según la
manifestación evolutiva de cada glándula interna, caracterizados por un tipo
determinado de emociones, correspondiente al predominio de determinadas
glándulas, cuya síntesis queda hecha, para comodidad del lector, en el
cuadro siguiente, que resume la exposición hecha por Marañón:
4
La palabra hormon con que se designa el principio activo de las secreciones internas (así
como la palabra enormon con que Lordart designaba a la fuerza vital), tiene su intuitivo origen, en
la palabra ormonta, con que Hipócrates designaba aquel de los tres principios constitutivos de los
seres (ta ixonta, ta exinomena y ta ormonta), o espíritu que anima a los demás principios: Fuerza
vital, que nosotros decimos. Lo que apoya la idea de ser las glándulas de secreción interna,
centros de fuerzas hiperfísicas.
71
El aparato pineohipofisario
Es notable por todos estilos que, el sentido del oído (o quinto sentido) no
tenga una correspondencia tan clara con determinado sistema orgánico como
la tienen los demás sentidos (la vista con el cerebro, el olfato con el aparato
respiratorio, el gusto con el digestivo), y se nos aparece como órgano aislado,
destinado a recoger una suerte de vibraciones (sonidos), que no es, ni con
mucho, la más exquisita ni la más extensa. Pero he aquí que cuando esa
gama de sonidos es combinada según excelsas leyes musicales por la
intuición del genio, formando acordes, arpegios, melodías, contrapuntos, etc.,
el sentido del oído adquiere un elevado rango, no superado por los demás. Se
convierte en la entrada del aparato pineohipofisario, de funciones tan
trascendentales como mal estudiadas. (5)
Existen en el cerebro, como hemos visto, dos pequeños órganos
glandulares, en relación anatómica y fisiológica bien demostrada: la Hipófisis
y la Pineal, que hemos considerado como el catodo y el anodo,
respectivamente, del gran mecanismo electroquímico que es el sistema
nervioso. La primera, francamente pulsátil, aumenta su actividad con los
esfuerzos mentales, llegando sus vibraciones (si nos referimos al centro de
fuerza al cual corresponde) o sus hormones (si hablamos en lenguaje
químico) a despertar la actividad de la pineal.
Estas dos glandulillas son, abundando en la idea de Crookes, especie
de antenas receptoras y emisoras de la vibración mental, por las que se
emiten o reciben pensamientos positivos (constructivos) o negativos
(destructivos), según las leyes de sintonización mental que rigen estas
operaciones, y cuyo análisis no es de este lugar. (6)
Por otro lado, estas glándulas son los órganos donde se manifiestan las
más elevadas operaciones intelectuales del ser humano, como ya intuyó
Descartes, al decir que la pineal es el asiento del alma, afirmación de la cual
se han reído muchos sabios contemporáneos, para acabar la ciencia dándole
la razón. (7) Y he aquí que encontramos la importantísima misión del sentido
del oído, cuando pensamos que existen ciertos acordes y sonidos,
abundantes en los cantos litúrgicos religiosos, en las obras de los grandes
maestros y en la articulación de ciertas palabras (los famosos mantras de los
indos y quizá las "fórmulas mágicas" de los egipcios), que
5
Crookes, en una conferencia dada en 1888 en Birmingham, expuso la idea de que en
alguna parte del cerebro, podía haber un órgano capaz de recibir vibraciones aun no percibidas
por los instrumentos, cuya existencia explique la transmisión del pensamiento y los numerosos
casos de coincidencias a distancia.
6
La arenilla observada recubriendo la pineal, vendría a ser para los fenómenos mentales,
lo que el radio-conductor de Branly-Marconi es para las ondas hertzianas. La arenilla pineal,
como las limaduras de plata del radio-conductor, se orientan por la oscilación vibratoria, dejando
pasar la corriente correspondiente, una vez vencida su resistencia.
7
Sabido es que la pineal está simbolizada en el clásico "tercer ojo" de los cíclopes
mitológicos; y la manifestación de sus funciones no ha dejado de ser expresada por los artistas
de todos los tiempos, en esos halos o haces de luminosidad nimbando la cabeza de los santos o
seres espiritualmente elevados. Y esto desde los tiempos más remotos; lo que nos prueba el
conocimiento arcaico de las funciones de la pineal.
72
tienen la particular influencia de intensificar las pulsaciones de la hipófisis
(influencia fisiológica puramente psíquica), en los sujetos sensibilizados y
educados para ello.
El funcionamiento del aparato pineohipofisario, está íntimamente ligado
con el del sexo, no sólo por las relaciones de la secreción interna, que ya
hemos visto, de las glándulas de uno y otro, sino por su inversa significación y
finalidad.
Expliquemos esto.
Fig. 9.
Núcleos encefálicos opto-estriados. (Obsérvese la sorprendente semejanza del conjunto con los órganos
sexuales de ambos sexos): 1, Tálamo óptico; 2, Glándula pineal o epífisis; 3, Sus pedúnculos anteriores o
habena; 4, Cuerpo geniculado externo; 5, Cuerpo geniculado interno; 6, Tubérculo cuadrigémino anterior o
nate; 7, Tubérculo posterior o teste; 8, Pedúnculo cerebeloso medio; 9, Surco optoestriado; 10, Nervio
patético; 11, Válvula de Vieussens. (Entre los dos pedúnculos que forman la
habena se ve el ventrículo medio, y en la parte superior la abertura llamada vulva)
8
La mentalidad y la sexualidad están en razón inversa en cuanto a su función de
libramiento fisiológico, porque suponen la acción de una sola fuerza polarizada hacia el polo
positivo (cerebro) o hacia el negativo (sexo). Pero en razón directa en cuanto a su capacidad
global, pues las personas de gran potencia mental, suelen tener también gran potencia sexual.
74
y la fuerza creadora mental, son los modalidades negativa y positiva,
respectivamente, de una única fuerza creadora, de cuyo origen, circulación y
distribución, hablaremos en la lección siguiente.
Al hablar de la Síntesis vital armónica (pág. 25), hemos sentado un concepto que
podemos definir así: El hombre no es el centro de la vida, ni tiene la capacidad de
modificar a su capricho los demás elementos del medio que le rodea, sino que es uno
de tantos seres del medio universal, con sus limitaciones y deberes que cumplir dentro
del conjunto armónico de la Naturaleza.