Capítulo 1
La lucha del materialismo contra el idealismo y la religión en torno al problema del origen de
la vida.
Tantas preguntas que surgen a lo largo de nuestra existencia. ¿Qué es la vida? ¿Cuándo surgió?
¿Cómo surgió? ¿Por quién? ¿Gracias a quién? Tantas preguntas que no encontrábamos las
respuestas hasta después de varias investigaciones y análisis, pero a lo largo de las épocas surgían
especulaciones y teorías sobre el origen de esta. Los idealistas fueron los primeros que nos
plantearon una teoría a la que denominaron alma, espíritu universal, fuerza vital, razón divina, entre
muchas más. Ya que este era un concepto idealista, sostenido por las religiones que encontramos en
todo el mundo. Y ellos consideraban que la vida fue creada por un ser supremo o un Dios, que dio
origen a todo lo que conocemos hasta el día de hoy: las plantas, los animales, los seres humanos, el
sol, la luna, los ríos, los mares, las montañas y todo lo que nos rodea. Pero gracias a los estudios de
la biología a lo largo de las décadas, podemos encontrar pequeñas piezas de un enorme
rompecabezas para llegar hasta las conclusiones que tenemos hasta el día de hoy.
Los antiguos pensadores, biólogos, y personajes que aportaron a la ciencia, tenían la enorme duda
sobre el origen de la vida, por ello, ¿es que la solución era materialista, donde influía mucho las ideas
religiosas, el ser divino, la Biblia, que nos planteaba que el primer hombre era Adán, y que habría
sido creado por Dios de un material inanimado, y después lo habría dotado de un alma,
convirtiéndolo así en un ser vivo. Con estas especulaciones, también creían que la tierra era plana y
que se mantenía inmóvil, que el sol giraba alrededor de ella, apareciendo por el oriente y ocultándose
por el occidente.
A lo largo de los años, existían muy antiguas teorías de la India, Babilonia y Egipto y en Grecia.
Platón y sus ideas de la psique, de la materia vegetal como animal. Por sí solas carecen de vida y
solo pueden vivir cuando el alma inmortal, la psique, penetra en ella. Esta teoría se reflejó también en
Grecia por Aristóteles, que se convirtió en un fundamento importante para la cultura medieval, y que
predominó por muchos años. Aristóteles nos hablaba sobre la entelequia del cuerpo, o sea el alma, y
que esta era la que nos daba forma y movilidad. Las ideas de Aristóteles fueron muy influyentes
sobre esta incógnita del origen de la vida. Los neoplatónicos eran muy apegados a esta idea y ellos
afirmaban que los seres vivos habían surgido en el pasado y surgían todavía cuando la materia era
animada por el espíritu vivificador.
El cristianismo se había centrado en la Biblia y en las leyendas religiosas de Egipto y Babilonia.
Basilio de Cesarea, obispo de mediados del siglo IV, nos explicaba esta famosa y conocida
especulación de que el mundo había sido formado en seis días por la voluntad divina y que ésta
continúa manifestándose hoy en día con fuerza indeclinable. Después encontramos a San Agustín,
que es donde surgió una concepción cristiana del mundo y nos referimos a la generación espontánea
de los seres vivos. Agustín fue el fundamento de la plena concordancia de esta teoría y yendo de la
mano con los principios dogmáticos de la iglesia cristiana.
Se había expandido muy ampliamente la teoría de la generación espontánea de los organismos.
Podíamos interpretar esto por medio de que los seres vivos aparecen al ser animada la materia
inerte. Ellos decían que los gusanos que en el infierno martirizan a los pecadores surgen allí, según
Tomás de Aquino, como una consecuencia natural de la putrefacción de los pecados. E introducían
términos del diablo, demonios, malignos, brujas, entre muchos más. Por esto fue que la iglesia
cristiana occidental adoptó esta doctrina de Tomás de Aquino, que más tarde se convertiría en un
dogma. También fue un punto de vista presente en el obispo Rostov, que también sostenía la
generación espontánea, donde hablaba del diluvio universal sobre el arca de Noé, y que no todos
fueron bienvenidos, pero que estos seres vivos más tarde iban a renacer engendrados de estas
mismas sustancias. Sin embargo, los hombres de ciencia nos llegaron a demostrar que la generación
espontánea no iba a surgir en ninguna parte del mundo. Esto se había quedado demostrado hasta el
siglo XVII.
Más tarde, en el siglo XIX, se aplicaron otras ideas religiosas sobre el origen de la vida. Charles
Darwin y otros colegas de la ciencia demostraron lo contrario a las escrituras sagradas.
Autores extranjeros explicaban que la molécula del gen era creada gracias a una operación y una
conjunción de átomos de carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y fósforo que éstos se conjugaban
solos para crear una molécula compleja que iba a contener todas las propiedades de la vida.