Mariano Vilar. Cruces Entre Mundos y Teorias de Medios
Mariano Vilar. Cruces Entre Mundos y Teorias de Medios
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Mariano Vilar
estructura y las leyes internas de ese relato, sino porque entra en diálogo con
las contingencias que definieron nuestra propia configuración mediática. Estas
cuestiones rápidamente saltan a la vista si pensamos en ficciones distópicas
y el cyberpunk, al igual que cualquier novela, película o serie que trate sobre
la inteligencia artificial, entre muchas otras posibilidades. El hecho de que
la mirada de Sauron atraviese el Palantir no solo resulta importante porque
describe sus propiedades “aléticas” (según la terminología doleželiana, aquello
que resulta posible, imposible o necesario para una entidad ficcional) sino que
también abre un campo simbólico en el cual las comunicaciones a distancia
que conocemos en el mundo real aparecen ya predispuestas a ser intervenidas
por un poder central.
No cabe duda, no obstante, de que estos dos niveles de mímesis o simboli-
zación no plantean de por sí ningún tipo de prioridad por sobre la interacción
realidad-ficción de otras elementos que podríamos elegir. Si nos interesan los
cuerpos, observaremos qué rol juegan en los mundos posibles que analizamos
y en qué medida esos roles son susceptibles de ser contrastados con imagi-
narios que atraviesan las barreras que median entre lo real y lo ficcional. Lo
mismo puede suceder con los animales, los desiertos, el patriarcado o el cho-
colate blanco. La conexión más profunda entre los medios y los mundos no
aparece hasta que pasamos al próximo nivel, en el que ya no nos preguntamos
qué es posible o imposible para cada dispositivo mediático en el interior de
un mundo ficcional, sino en qué medida el mundo ficcional es una contin-
gencia que surge de las posibilidades del medio (o de los medios) sobre el
que se construye. En otras palabras, el objetivo consiste ahora en resaltar los
condicionamientos mediáticos tras la estructuración semántica de un mundo
ficcional, lo que implica pensar simultáneamente en el “contenido” y su so-
porte. Dado que nos interesa vincular teoría de los mundos ficcionales con
la teoría (y arqueología) de medios, ese soporte no será solamente una serie
de limitaciones y posibilidades técnicas, sino también las redes discursivas a
las que estas limitaciones y posibilidades dieron lugar históricamente y que
conforman sus condiciones de posibilidad 3 .
3
Este tercer nivel de análisis presenta alguna conexión con el concepto de “narrativas trans-
media”, pero ciertamente no debería confundirse con él. Por un lado, este concepto alude
específicamente al hecho de que ciertos mundos ficcionales transcurren en más de un medio,
un fenómeno creciente en los últimos años gracias al desarrollo de las franquicias, aunque ya
podíamos encontrarlo en los vitrales medievales o la tragedia griega (Scolari, 2013). Pero la
Podemos graficar estos tres niveles como círculos concéntricos que remiten
a preguntas diferentes. En términos de la estructura modal de los mundos
ficcionales, nos interesará preguntarnos por el funcionamiento y significado
de los medios que tienen mayor relevancia tanto para la trama como para la
comparación con otros mundos ficcionales. En terminología doleželiana, pode-
mos hablar de los “cuantificadores” que señalan lo que es posible, imposible o
necesario tanto en términos físicos como deontológicos, éticos y epistémicos.
En el segundo nivel, la pregunta pasa a ser qué nos dice esta configuración
mediática del ecosistema de medios en el que fue producida o en el que está
siendo percibida. Por último, en el tercero, se trata de responder a la cuestión
de qué implicancias tiene en el mundo ficcional y en su relación con su exterior
las determinaciones mediáticas de las que depende su existencia.
Espejos y pantallas
¿Será Black Mirror la serie con la que dentro de 50 o 100 años intenta-
rán explicar la cultura mediática de principios del siglo XXI? Friedrich Kittler
(2006), al analizar los discursos que rodearon la aparición del fonógrafo, el
cine y la máquina de escribir, señala una y otra que la historia nunca deja de
(no) escribirse a sí misma. No seremos nosotros quienes podremos decidir si
esta frase se aplica a Black Mirror respecto de las determinaciones mediáticas
contemporáneas.
El primer capítulo de la serie, The National Anthem, ocupa un lugar para-
digmático, y es uno de los pocos que trabajan con tecnologías existentes.
Es evidente que el medio protagónico en The National Anthem es la televi-
sión, y en particular su capacidad (hoy por hoy a menudo desplazada) para el
broadcasting. Todo el plan del secuestrador se estructura sobre tres pilares:
la transmisión masiva a nivel nacional de un evento en vivo, la existencia de
articulación medios-mundos presentada desde este enfoque a menudo parte de un concepto
diferente de medialidad ligado a las Ciencias de la comunicación (y, en muchas ocasiones, al
marketing), que encontramos en autores como Kittler, Parikka o Huhtamo. Sin embargo, en
la medida en que algunos autores parten de la búsqueda de elementos específicos de un medio
(media-specific) para pensar mundos ficcionales, existen puntos de contacto que ameritan
explorarse más.
Esta tensión entre mostrar y ocultar la estructura interna de los medios fic-
cionales aparece expresada de forma todavía más clara en el capítulo Shut Up
Conclusiones
Bibliografía