Michael Foucault
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Michael Foucault
Foucault
Enviado por di1950
Partes: 1, 2
Keith Hoskin
Introducción.
Lo establecido no hace sino remarcar el peso de la obra de este autor y los enriquecimientos
de una muy variada gama de disciplinas y ciencias. La filosofía, la historia, la lingüística, la
educación y la psiquiatría, son algunos de los campos en que se ha proyectado el
pensamiento de Foucault.
Esa dificultad de "encasillarlo" fue tomada irónicamente por el propio autor, el cual restó
total importancia a tal hecho. En una de las entrevistas concedidas en 1984, poco antes de
su muerte, afirmó:
" Creo que, en realidad, he estado situado en la mayoría de los cuadros del tablero de
ajedrez de la política, de manera sucesiva y, a veces, simultánea: como anarquista,
izquierdista, marxista manifiesto o disimulado, nihilista, antimarxista explícito o secreto,
tecnócrata al servicio del gaullismo, neoliberal, etc... Ninguna de estas descripciones es
importante de por sí; por otra parte, tomadas en conjunto, significan algo. Y debo admitir
que me gusta bastante lo que significan" (1)
Una dificultad que podemos señalar dentro del pensamiento del autor es la presencia de
enfoques parciales, no sistematizados, sobre los problemas abordados.
No puede entonces extrañarnos que el conjunto de su obra adopte una forma laberíntica
para quien se aproxima a sus trabajos por primera vez. Su pensamiento, se mueve entre
intersticios dejados por teorías de mayor envergadura, más especializadas, arrastrando tras
sí un muy extenso conjunto de influencias y una gran erudición.
Otra de sus dificultades radica en nuestra propia formación. La ruptura que introduce el
autor con la tradición racionalista crea una falta de sintonía profunda con los códigos que
maneja. Es necesario penetrar en estos en primer lugar para comprender el alcance de sus
posturas, muchas veces revestidas de formas aparentemente contradictorias
Frente a ese cuadro que lo caracteriza, creemos que uno de los caminos posibles de
abordaje consiste en apuntar hacia las ideas centrales en torno a las cuales gira su obra. Los
grandes temas que concentraron su interés. Es decir centrarnos en aquellos pilares que le
permitieron alcanzar determinadas formulaciones las cuales pueden ser tomadas como
punto de partida de nuevos caminos en el abordaje de la sociedad.
El cómo concibe la historia, es una de las piedras angulares de su pensamiento. Allí surge
una de las rupturas que introduce con la tradición surgida en el siglo XVIII, que aún se
encuentra muy arraigada en el campo de las ciencias sociales. Mientras la continuidad
histórica, la racionalidad creciente, fue adoptada de un modo casi natural, definiendo lo que
se agrupa bajo la denominación de modernidad, los pasos de Foucault se encaminan con
otro rumbo.
En este punto no es totalmente original, sino que se nota en particular la influencia del
pensamiento científico contemporáneo, así como los aportes de los filósofos Nietzsche y
Heidegger.
En lo personal considero que el aporte efectuado es digno atención, más allá de una cierta
"moda" que ha cobrado. Quizás resulte válido afirmar que la importancia radica más en los
temas que puso sobre la mesa que lo que dijo en concreto sobre cada uno. Esa acción de
atraer la mirada hacia aspectos laterales de la discusión y ponerlos en el centro de la misma,
es uno de sus principales aportes.
Las diferentes corrientes iluministas tendieron a construir una línea continua de evolución
que mostraba el desenvolvimiento progresivo de la razón. Cada etapa, período, forma o
estructura que sucedía a otra señalaba un avance, un salto cualitativo en un proceso de
evolución continua. Evolución que, a la vez, señalaba un origen y un destino o meta. Esa
línea, construida desde el hoy hacia el ayer, dejaba una sola ruta posible a recorrer cuando
se enfocaba desde el otro extremo. La humanidad había recorrido esa ruta y no otra, cada
paso es una suerte de absoluto en ese andar y no una decisión entre un abanico de posibles.
Queda elaborado así un campo de legitimidad para sus construcciones teóricas en el cual
los vacíos son obviados planteando una falsa continuidad. Funciona como una suerte de
axioma a partir del cual se construía todo el edificio teórico.
Herederas de esa postura son las propuestas tanto de Comte como del propio Marx,
fundadores del pensamiento sociológico moderno, si bien ambos se ubican en las antípodas
de la reflexión social. Cuando Conte nos plantea la "ley de los Tres Estados", piedra
angular de su obra, está trazando una línea por la cual ha transitado el ser humano a lo largo
de su historia, más allá de las particularidades que adquiriera en cada espacio concreto. La
humanidad en su conjunto recorre ese camino inexorablemente.
Mientras en el primero la meta era el triunfo de la razón, vía por la cual se alcanzaría la
felicidad, en Marx la instauración del comunismo, triunfo también de la racionalidad en el
uso y distribución de los recursos, sería capaz de superar los conflictos históricos que
caracterizaran el desarrollo humano.
Foucault rompe con esa tradición. Para ello se nos muestra como un continuador del
pensamiento de Nietzsche de quien recoge aspectos fundamentales.
No existe una esencia "pura" y verdadera. No existe un punto inicial a partir de la cual
podamos trazar una línea evolutiva que, a través de un tránsito ordenado por cada una de
las estaciones, nos conduzcan a nuestro presente. Aceptar otra posibilidad es caer en
aceptar la presencia de un pre - conocimiento que negaría toda posibilidad positiva.
Rechazar la idea de la evolución, del tránsito, de estadios menos evolucionados a otros más
elevados, o como quiera llamárselos, deja de lado una de las ideas fundamentales que han
regido el pensamiento a partir del Siglo XVIII y genera un vacío. La Historia global, la que
reconoce etapas por las que han transitado todos los seres humanos, con prescindencia del
espacio, tambalea. Aparece entonces la idea de discontinuidad la que se constituye en una
clave de primer orden. Tomando como ejemplo el desarrollo de una función lineal puede
afirmarse que la historia presenta una serie de discontinuidades, de tramos en los que no
está definida, y de inflexiones, cambios de rumbo positivos o negativos, donde la
aceleración puede ser mayor o menor. Esta función presenta tendencias parciales en
diferentes tramos los que no pueden absolutizar. Por otra parte no resulta válido tomar la
asíntota como representación de la función misma, ya que estaríamos sustituyendo la cosa,
con su riqueza de comportamientos, por una construcción a la cual se le impone una
determinada lógica y un discurso externo a ella misma. Crearíamos de este modo una meta
- realidad a la que sólo la metafísica podría acceder.
La procedencia apunta a mostrar como los conceptos y las cosas presentan una gama muy
grande de pliegues y fisuras que lo transforman en una construcción inestable. Tiene
además la particularidad de transmitir dicho carácter a todo lo que sobre ella se apoye.
Referido concretamente a la sociedad lo anterior, podemos deducir que cualquier tema que
se aborde, deberá reunir la mayor información posible sobre él y su entorno, pero la
construcción resultante será inestable. Deberá explicitar de un modo exhaustivo la
constelación de fenómenos, profundos o superficiales que contribuyen a definirlo. La
construcción estará limitada en el espacio y el tiempo. El autor nos cierra el paso al intento
de comparar. Tampoco sería válido extrapolar situaciones o modelos de un contexto a otro
dado que los mismos responden a combinaciones particulares. Aun cuando intervengan los
mismos componentes, nada asegura que tengan igual significado. Al no existir la pretendida
esencia, ambos fenómenos más allá de la palabra que los identifica, no tienen nada que ver
entre sí, por pertenecer a series diferentes.
El concepto de procedencia tiene pues dos dimensiones complementarias. Por una parte
hace referencia a la necesidad de determinar con la mayor exactitud posible, las
condiciones y sucesos que posibilitaron la aparición de un hecho. Dado que en esta
enumeración se manejan las tres categorías básicas, general, particular e individual, el
mismo es producto de una combinación única de las mismas.
La segunda dimensión hace referencia al manejo del concepto construido el cual debe ser
empleado de un modo relativo evitando extrapolaciones y generalizaciones. El campo de
validez en que se gestara debe ser siempre explicitado e integrado a la serie, inestable, que
genera y de la que forma parte.
Estos dos aspectos permiten a Foucault sortear con relativo éxito y bastante artificialidad, la
dificultad de explicar la historia. En efecto. A todo lo expresado hasta aquí no se trata de
decretar el fin de la historia en el sentido en que lo planteara Fukuyama, sino de romper con
una visión eurocentrista que predominara hasta entonces y de la cual aún se conservan
resabios. Esta reacción del autor es compartida por su generación, núcleo donde nacieran
las formas que se identificaran como corrientes contraculturales.
Del mismo modo que el médico debe examinar a cada paciente para poder diagnosticar, ha
de proceder el historiador. Se podría argumentar que el médico basa su análisis en el
conocimiento anatómico – fisiológico característico del ser humano. Pero este argumento
no resultaría válido porque lo que el cuerpo y la fisiología que nos define no es sino
producto de una serie de cambios, en la que intervinieron mecanismos adaptativos y
hereditarios entre otros. Cada cuerpo tiene una dimensión histórica personal. El cuerpo de
conocimiento a partir de la cual se diagnostica ha variado y ello debe estar presente en el
análisis. El funcionamiento orgánico y la propia anatomía no han sido siempre igual, ha
cambiado.
No debe dejarse de lado ni un momento la convicción de que, por exhaustivo que sea un
análisis, la construcción estará acotada a un espacio - tiempo concreto y será de gran
inestabilidad.
El discurso, tanto del sociólogo, del historiador o cualquiera de los científicos, es una
creación de los mismos. Elaborada tanto partir de un contexto exterior que define su
entorno, como también de su historia interior. Esas "historias" lo llevan a escuchar
determinadas voces y a silenciar otras; a emplear determinadas construcciones,
determinados esquemas, presentes en su mente más allá de su propia conciencia. En este
punto hay una confluencia general con el planteo de Khun y su teoría de los paradigmas.
Pero Foucault intenta ir más lejos que aquel. No se limita a considerar el pensamiento y el
conocimiento como dependiente del paradigma dominante, sino que la propia realidad es
generada por aquel. Es importante su afirmación de que el propio cuerpo no es sino el
resultado de las huellas de la historia. Desde el elemento fisiológico hasta la elaboración
más sofisticada todo queda comprendido en ese marco. Huellas que no son el resultado de
un impacto unidireccional, sino fruto de la lucha que desarrolla el individuo. Lo que nos
alimenta, los hábitos de sueño, el ocio, la forma en que organizamos nuestra vida cotidiana,
todo ello impacta sobre nuestra capacidad de construir la realidad. Esto que lo ve
claramente el saber popular se "extraña" de sí mismo en los planos académicos. En estos
últimos la realidad se vive a partir de una meta – realidad elaborada y sostenida a partir de
un determinado discurso que tiene la capacidad de autolegitimación.
Dicho discurso es resultado de su propia descripción ya sea con vuelo de águila o a través
de ese sistemático acallamiento voces a que hacíamos referencia anteriormente. Podemos
señalar como ejemplo del silenciamiento de voces la ausencia de la mujer en la historia. Si
recordamos los textos tradicionales en los que nos formamos cada uno de nosotros,
encontramos que despliegan una historia de hombres con total ausencia de la mujer. ¿La
mujer se limitó exclusivamente a la reproducción? ¿Incidió en los diferentes procesos? Esas
son preguntas que no son respondidas por los textos aludidos, elaborados en consonancia
con determinado discurso.
Foucault resalta así el rol articulador que ejerce las formulaciones discursivas. Ellas deben
ser consideradas elaboraciones de segundo nivel ya que están preexistentes en las redes de
poder en que se mueve. Más allá de que estén generadas en experiencias de laboratorio,
ajustadas a todas las reglas positivas, la visión estará mediado por un sistema
preestablecido. El resultado final también estará sometido a la necesidad de respetar una
jerarquización y en general una estructuración previa. Tomando en cuenta esto es que se
puede comprender la postura foucaultiana respecto a que el discurso es el que conforma el
objeto y posibilita su emergencia en determinado contexto.
Cuando se genera una ruptura, tal el caso de Giordano Bruno, Galileo, o del propio Mendel,
o la lucha más cercana en el tiempo de Teyllard de Chardín, se debe enfrentar los
mecanismos de poder que se sustentan y sirven de esas estructuras. Modernamente el
destino no está marcado por la hoguera de la Inquisición, pero se han ideado otros
instrumentos, más sutil de sanción y silenciamiento.
En el comienzo de "Las palabras y las cosas" (1964) establece al respecto: " Los códigos
fundamentales de una cultura – los que rigen su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus
cambios, sus técnicas, sus valores, la jerarquía de sus prácticas – fijan de antemano para
cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver" (4). El parentesco
con el pensamiento de Weber es evidente. Para superar esa limitante es necesario
desarticular el discurso, la historia global, para hacer crecer la historia general, tal como lo
plantea concretamente Foucault en "Arqueología del Saber". Al respecto afirma: " ... el
tema y la posibilidad de una historia global comienzan a borrarse, y se ve esbozarse los
lineamientos, muy distintos, de lo que podría llamar una historia general" (5)
En campos complejos como en el social, en donde inciden una gama muy extensa de
variables, no es posible establecer una causalidad lineal, mecánica, sino que en todos los
casos estaremos señalando un determinado grupo de ellas. Por tanto la construcción deberá
ser entendida como un "posible", no como un "absoluto".
Esta postura lo lleva negar las grandes construcciones adoptando en cambio una actitud
relativa. Las construcciones de carácter macro pueden mantener determinados niveles de
validez, pero mientras las consideremos sólo como tendencias más o menos permanentes en
un período concreto. Tomemos como ejemplo el modelo ideado por Marx, uno de los más
influyentes en nuestro siglo. La serie construida a partir del desenvolvimiento económico,
no es sino un pliegue dentro de la historia general, que de acuerdo a la coyuntura específica
de un momento tendrá mayor o menor fuerza proyectiva hacia otros campos. En esto se
acerca a los neomarxistas de la Escuela de Francfort, los cuales concedieron a la cultura y
la ideología un papel mucho más importante que el que originariamente les reservara Marx.
Lo simbólico tiene una gran trascendencia. Como ya lo señalara Weber a comienzos del
siglo y lo reafirmara en la actualidad B. Bernstein, cuando en la obra: Clases, códigos y
control (1971), el lenguaje es un sistema que a la vez de articular las experiencias del
individuo, conlleva determinada manera de "leer la realidad. Esto ya lo había adelantado
Leybniz cuando estableciera que la lengua de un pueblo resume su propia historia y
determina una forma de concebir el mundo.
El discurso en tanto que articulador y vehículo de las relaciones de poder debe ser
desmontado por aquel que aspira a cambiar la relación existente. Mientras este hecho no se
verifique es imposible hablar de sustitución o anulación de una determinada forma de
poder. Cuando el preso comienza a expresar su sentir sobre la prisión, cuando
progresivamente va articulando una
determinada visión del universo carcelario, en esa medida está ideando un contradiscurso
capaz de entrar a disputarle el terreno al hegemónico.
El concepto de Poder.
Este es un concepto capital dentro de la obra de Foucault. Quizás sea el que ocupara mayor
espacio en su reflexión aún cuando desarrollara temáticas particulares, constituyéndose en
una suerte de factor común. A pesar de ello es significativo el hecho de que encontramos
una serie de "huecos" de importancia en su análisis.
" Para exponer las cosas muy esquemáticamente, el arte de gobernar se encuentra a finales
del siglo XVI y comienzos del XVII una primera forma de cristalización, forma que se
organiza en torno al tema de la razón de Estado entendida no en el sentido negativo y
peyorativo que se le da hoy (infringir los principios del derecho, de la equidad o de la
humanidad por el solo interés del Estado) sino en un sentido positivo y pleno..." (7)
Foucault en la cita nos acota la construcción de la serie histórica, marcando un quiebre
significativo producido en el pasaje del siglo XVI al XVII.
El tema, en su desarrollo, es sacado del exclusivo campo político para ser instalado en la
cotidianidad. Sin dejar de reconocer que los intereses hegemónicos de diferente grupos
sociales se encuentran detrás de situaciones de poder generalizadas, considera que no es la
única manifestación de aquel. Del mismo modo considera situaciones como las planteadas
por obras como "El Miedo a la Libertad" de E. Fromm, que buscan explicar
comportamientos sociales a partir de pulsiones del inconsciente.
En ambos casos no tenemos ante nosotros sino una parte del problema. El poder es mucho
más complejo que lo derivado de las posiciones marxistas o freudianas. Es en esencia un
personaje que atraviesa todos los escenarios en los que se despliega la vida humana.
"Quiero decir esto: en una sociedad como la nuestra, pero en el fondo de cualquier
sociedad, relaciones de poder múltiples atraviesan, caracterizan, constituyen el cuerpo
social; y estas relaciones de poder no pueden disociarse, ni funcionar sin una producción,
una acumulación, una circulación, un funcionamiento del discurso. No hay ejercicio de
poder posible sin una cierta economía de los discursos de verdad que funcionen en, y a
partir de esta pareja." (8)
Su naturaleza última no puede ser aprehendida sino allí donde su intención está totalmente
investida; en el interior de prácticas reales y efectivas y en relación directa con su blanco y
campo de aplicación. Resulta lógico entonces no tomar el nivel macro como punto de
partida para su análisis sino la multitud de actos que a diario son protagonizados por el
individuo. No es algo que se precipita sobre el individuo y que se encuentra
institucionalizado en formaciones sociales. No importa la legitimidad del mismo, si emana
de los intereses de un grupo hegemónico o si es producto de la voluntad de la mayoría.
El planteo parte de que el poder se genera y materializa en una extensa gama de relaciones
interpersonales desde las cuales se eleva hasta constituir estructuras impersonales.
En este punto encontramos uno de los "huecos" teóricos a que hacíamos referencia.
Preguntas tales como el modo en que se relacionan entre sí diferentes formas de poder,
cómo unas pueden ser apropiadas por sectores sociales o cómo pueden cambiar o ser
abandonadas no es respondido con claridad. Si como vimos al analizar el discurso existen
normas que rigen nuestra percepción, debe existir, a su vez, mecanismos que posibiliten
que se estructuren y se reproduzcan. A la vez su permanencia implica una determinada
materialización en las prácticas cotidianas. ¿Cuáles son los elementos legitimadores, cuáles
los que permiten su sustitución circunstancial o permanente? Parece faltar la respuesta y
sólo es posible alcanzarla a través de caminos laterales. Por otra parte no podemos dejar de
reconocer la presencia de por lo menos dos grandes planos donde se agrupan las diferentes
manifestaciones de poder tomando como criterio la extensión de las mismas. Uno estaría
constituido por las relaciones interpersonales que no alcanzan a la totalidad de integrantes
de un grupo y otro caracterizado por formas institucionalizadas que operan como espacios
cerrados. En estos ya no es el poder de un individuo sobre otro sino de un grupo sobre otro,
con las características que sus integrantes quiéranlo o no, quedan presos de su ejercicio. Los
dos planos en los que habría que considerar el Poder, tienen dinámicas diferentes y generan
formas de perpetuación y defensa diferentes.
Foucault parte de la base de que existen dos esferas donde se consolidan las prácticas, cada
una de ellas tiene sus propios mecanismos de legitimación, actúan como "centros" de poder
y elaboran su discurso y su legitimación.
Una de dichas esferas está constituida por la ciencia, la otra por el contrario está
conformada por todos los demás elementos que pueden definirse como integrantes de la
cultura. Lo ideológico, las diferenciaciones de género, las prácticas discriminatorias, las
normas y los criterios de normalidad, están dentro de esta segunda esfera. Tanto una como
otra con una referencia notoria a un tiempo y un espacio determinado.
En medio de las dos esferas referidas queda una zona intermedia que es donde la cultura
puede desprenderse de sus códigos primarios y mostrar lo consolidado como un "posible"
entre otros.
Desde el momento que es una forma histórica de relación de los individuos y dado que
consiste en una red intrincada tiene la facultad de definir el cuerpo social. Así mientras
Marx dividía la historia de la sociedad de acuerdo al modo de producción dominante, en
Foucault, tal división debería efectuarse a partir de series particulares, de acuerdo a las
características que asumen las relaciones de poder existentes. Con la particularidad de que
cada uno de los períodos no se encadena a los demás sobre una línea de evolución sino que
es una serie independiente de la que no puede deducirse otra cosa que su propio carácter de
tal.
El poder no tiene una única fuente ni una única manifestación. "...por dominación no
entiendo el hecho macizo de una dominación global de uno sobre los otros, o de un grupo
sobre otro, sino las múltiples formas de dominación que pueden ejercerse en el interior de
la sociedad". (10) Tiene, por el contrario, una extensa gama de formas y naturaleza. Cuando
un grupo social es capaz de apoderarse de los mecanismos que regulan una de dichas
manifestaciones, lo pone a su servicio y elabora una superestructura que se aplica a los
potenciales dominados. " No hay ejercicio de poder posible sin una cierta economía de los
discursos de la verdad que funcionen en, y a partir de esta pareja". (11)
Se crea, así, un discurso que lo presenta como un hecho "natural" y procura bloquear las
posibilidades de aparición de otros discursos que tengan capacidad cuestionadora. Aparece
en escena la disciplina en su doble acepción que mantiene desde su origen, apuntando tanto
al conjunto de conocimientos como al control.
Esa necesidad de contar con un discurso de "respaldo", con una determinada forma de
verdad, lleva necesariamente a establecer una relación entre poder y saber. Esta relación
será clave a partir de la cual interpretar la labor de la escuela como espacio cerrado.
Espacio en el que funciona uno de los panópticos que conforman la sociedad.
A partir de esta postura sobre la naturaleza y funcionamiento del poder todos actuamos
como víctimas y victimarios del poder. Por tanto nos movemos en una situación
ambivalente con respecto al poder, participando de él y estando sometidos al mismo.
Este es uno de los puntos débiles, que a mi juicio presenta el conjunto del análisis.
Ante la pregunta si puede establecerse una analogía entre la escuela, el cuartel, la fábrica y
la cárcel, como formas de encierro destinadas al disciplinamiento, la respuesta de Foucault
es por demás clara. "Creo que en el fondo la estructura de poder propia de estas
instituciones la que es exactamente la misma. Y verdaderamente, no se puede decir que
haya analogía, hay identidad. Es el mismo tipo de poder, se ejerce el mismo poder."
Diálogo sobre el poder. (13)
Para desarrollar este juicio, que para los que hemos sido formados en una visión positiva,
positivista y "rosa" de todo lo que se refiere a la educación tiene un efecto traumático,
debemos seguir los pasos señalados por el autor. Los mismos son los siguientes. En primer
lugar significa la ruptura con una concepción humanista dominante a partir del siglo XVIII
y el enfrentarnos a una construcción postmoderna de la escuela como institución y la
educación en general.
Para analizar la escuela desde la particular óptica de Foucault debemos en primer lugar ver
como se integra dentro de los procesos diferenciadores existentes en la sociedad. Estos
crean espacios básicos en los que se definen situaciones de poder. Tomando en cuenta
trabajos como los realizados por B. Berstein en Inglaterra referentes a la adquisición del
conocimiento de los alumnos de acuerdo con su extracción social, es posible establecer una
correlación entre los resultados académicos y los niveles alcanzados. También los trabajos
de M. Apple en Estados Unidos apuntan a remarcar la misma situación. En un mismo
sentido están los informes producidos por CEPAL en nuestro país. La conclusión de todos
estos informes es que existe una vinculación directa entre los resultados alcanzados y la
ubicación social de los examinados. La escuela lejos de servir de mecanismo de
compensación acentúa esas diferencias. En todos los casos la escuela parte de un mensaje
único frente al cual determinados sectores y extractos sociales no se identifican. Uno de los
mecanismos de resistencia primarios consiste en un rechazo de los contenidos y de los
valores que están. El "fracaso" académico es el resultado lógico de esta situación.
La posición de Foucault se alinea con estas ideas y propone que la escuela al ejercer el
mismo tipo de poder que la fábrica, la cárcel, el cuartel o el hospicio, busca disciplinar el
cuerpo y la mente de los individuos para desenvolverse dentro de determinadas
coordenadas de poder. En el caso de la enseñanza el instrumento del examen es una de las
estrategias de reproducción de las relaciones de poder. En la medida en que el estudiante se
encuentra a merced del examinador y que no tiene otra alternativa que moverse dentro de
los parámetros establecidos por aquel, está siendo sometido a un poder manifiesto. En el
acto de examen la relación poder – saber alcanza su esplendor supremo. Eso combinado
con las prácticas cotidianas de enseñanza nos llevan a que "Las disciplinas encierran ciertas
visiones del hombre en cuanto agente moral, ser sexuado, aprendiz o cualesquiera otra.
Mediante los procedimientos normalizadores del examen y la "confesión", las personas se
clasifican como objetos, "revelándoles" la verdad sobre sí mismos. Al construir de este
modo a los sujetos, el poder moderno produce individuos gobernables." (14)
Un segundo aspecto que hemos de tomar en cuenta es el referente a los objetivos, implícitos
y explícitos, perseguidos por la institución en su accionar. A este respecto hemos de
considerar el aporte efectuado por las corrientes reproductivistas y en especial los trabajos
de Bourdieu con su teoría del habitus. Como ha sido descripto desde los trabajos iniciales
de Althusser, Bourdieu, Paseron, Establet y otros en Europa, así como Gintis en EE.UU, la
escuela debe ser analizada profundamente de manera de poner en evidencia lo que se ha
denominado el currículo oculto. Es decir toda una serie de actitudes y valores que si bien de
modo indirecto se busca matrizar en cada alumno que pasa por las aulas.
En este punto Bourdieu y Passeron, son quizás los que en la obra La Reproducción, los que
han presentado un desarrollo más completo. La tesis central de estos autores apunta a
establecer que la escuela como institución es un instrumento clave en la reproducción de las
relaciones de dominación existentes en la sociedad. Esta dominación, a diferencia de lo que
aconteciera en la antigüedad no se verifica por el empleo de la fuerza, aunque esta no se
elimina, sino por la implantación de lo que ellos denominan habitus. El mismo es definido
por los autores del siguiente modo: "produit de l’intériosation des principes d’un arbitraire
culturel capable de se perpétuer après la cessation de l’AP et par là de perpétuer dans les
pratiques les principes de l’arbitraire intériorisé" (*)
Leer más:
http://www.monografias.com/trabajos12/foucuno/foucuno2.shtml#ixzz5EqSfwitT
Michel Foucault
Enviado por vec72
Partes: 1, 2
Indice
1. Introducción
2. Notas sobre foucault en [y no-en] la fenomenologia.
3. Notas sobre foucault en [y no-en] el estructuralismo
4. Foucault. un posible ordenamiento de su estrategia
5. Bibliografía
1. Introducción
Georges Canguilhem
Es así como creemos adecuado trabajar, de manera acotada, dos cuestiones que nos parecen
de suma relevancia al momento de introducirnos en su primera etapa de investigación, a
saber, las discusiones que parece mantener con la Fenomenología y con el Estructuralismo.
Teniendo en cuenta las limitaciones de la presente investigación, intentaremos abordar en
primer lugar, la discusión que mantiene Foucault con Jean Paul Sartre, uno de los
representantes más importantes de la Fenomenología.
Esta influencia puede fácilmente sondearse a partir de su primer trabajo publicado en 1954,
a saber: Maladie mentale et personalité (Enfermedad mental y personalidad). Allí pueden
encontrarse expresiones como las siguientes:
"…La enfermedad mental (…) implica una conciencia de enfermedad; el universo morboso
no es un absoluto en el que se anudan las referencias a lo normal; por el contrario, la
conciencia enferma se desarrolla siempre con una doble referencia para sí misma: lo normal
y lo patológico, o lo familiar y lo extraño, o lo singular y lo universal, o bien la vigilia y el
onirismo…"(3).
Este horizonte teórico, dominado principalmente por Sartre, ve a la filosofía como una
praxis; como un método de investigación y de explicación. Al respecto, Sartre nos dice: "…
toda filosofía es práctica, aunque en un principio parezca de lo más contemplativa; el
método es un arma social y política: el racionalismo analítico y crítico de grandes
cartesianos los ha sobrevivido; nació de la lucha y se volvió sobre ella para
iluminarla…"(4).
"Sí la filosofía tiene que ser al mismo tiempo totalización del saber, método, idea
reguladora, arma ofensiva y comunidad de lenguaje; si esta visión del mundo es también un
instrumento que está en actividad en las sociedades apolilladas, si esta concepción singular
de un hombre o de un grupo de hombres se convierte en la cultura y a veces en la
naturaleza de toda una clase, bien claro resulta que las épocas de creación filosófica son
raras. Entre el siglo XVII y el XX, veo tres que señalaré con nombres célebres: están el
"momento" de Descartes y Locke, el de Kant y Hegel, y finalmente el de Marx. Estas tres
filosofías se convierten a su vez en el humor de todo pensamiento particular y en el
horizonte de toda cultura, son insuperables en tanto que no se supera el momento histórico
del cual son expresión"(5).
Por razones a las que Foucault designa, en Saber y Verdad (6), de orden político, ideológico
y científico, y en sus propias palabras: "difíciles de desentrañar", este panorama parece
eclipsarse entre los años 1950 y 1955.
Es así como desde 1960, Foucault ya muestra profundas diferencias con todas las formas de
humanismo y filosofía de la conciencia. En su respuesta a Sartre, cuando el entrevistador,
Jean Pierre El Kabbach, le pregunta: ¿Qué es para usted la filosofía?, Foucault responde:
Ante todo, recordemos que el humanismo existencialista de Sartre no es aquel que toma al
hombre como fin y como valor superior: "Esto supone que podríamos dar un valor al
hombre de acuerdo con los actos más altos de ciertos hombres. Este humanismo es
absurdo"; sino y más bien aquel que sostiene que: "…el hombre está continuamente fuera
de sí mismo; es proyectándose y perdiéndose fuera de sí mismo como hace existir al
hombre y, por otra parte, es persiguiendo fines trascendentales como puede existir; siendo
el hombre este rebasamiento mismo, y no captando los objetos sino en relación a este
rebasamiento, está en el corazón y en el centro de este rebasamiento. No hay otro universo
que este universo humano, el universo de la subjetividad humana. Esta unión de la
trascendencia, como constitutiva del hombre y de la subjetividad en el sentido de que el
hombre no está encerrado en sí mismo sino presente siempre en un universo humano, es lo
que llamamos humanismo existencialista…"(8).
Es así como Sartre intenta fundar, en cierta medida y cómo lo sugiere Foucault al comienzo
de su "Autorretrato", una filosofía en un nuevo cogito. Al respecto dice: "En el punto de
partida no puede haber otra verdad que ésta: pienso, luego existo; ésta es la verdad absoluta
de la conciencia captándose a sí misma"(9). Pero ante esta sentencia, quizás, sería
pertinente destacar una diferencia basal. Para Descartes el cogito hace referencia a un yo
pienso individual, ya que, como diría Miguel Morey (10), en ese momento en el que
Descartes reflexiona es todo el mundo, no importa donde ni en que momento. Para Sartre,
diferentemente, en este yo pienso nos captamos a nosotros mismos frente a un otro, y este
otro es tan cierto para nosotros como nosotros mismos, y cada acto individual implica y
compromete a la humanidad toda Es en este sentido que Sartre habla aquí de una
universalidad del hombre.
Para Foucault, y éste es quizás el primer punto de ruptura con el humanismo existencialista
y con sus demás formas, es en el siglo XIX donde se han inventado las ciencias humanas,
disciplinas que pretendían hacer del hombre un objeto de saber; constituirlo en objeto de
conocimiento. Asimismo, se esperaba que ese conocimiento pudiese liberarlo de todas las
formas de alienación, de todas las determinaciones que no controlaba; para Sartre no hay
otro legislador que el hombre mismo, es en la soledad de su reflexión donde deberá decidir
por sí y sobre sí mismo alguna forma, algún fin (telos) particular que le permita alcanzar
una liberación que arrastre para sí su trascendencia y la de la sociedad en su conjunto; para
Foucault, esa naturaleza humana o esa esencia humana, lo propio del hombre, aquella
sustancia sobre la cual el hombre podría emprender el camino hacia su autodefinición,
nunca se encontró. A cambio, a medida que se desarrollaban las investigaciones sobre el
hombre en tanto que un objeto para un posible saber, lo que se descubrió fue un
inconciente; inconciente que a modo de un sistema, funcionaba mediante los mecanismos
emergentes de sus propias leyes, de su propio orden, en el interior de una espacialidad
topológica bien definida y que lejos estaba de tener que ver con lo que se podía esperar de
la esencia humana.
Así, en el último apartado de Les mots et les choses titulado: "Etnología y Psicoanálisis",
Foucault nos dice:
"…el hombre no es el problema más antiguo ni el más constante que se haya planteado el
saber humano. Al tomar una cronología relativamente breve y un corte geográfico
restringido (…) puede estarse seguro de que el hombre es una invención reciente. El saber
no ha rondado durante largo tiempo y oscuramente en torno a él y a sus secretos. De hecho,
entre todas las mutaciones que han afectado al saber de las cosas y de su orden, el saber de
las identidades, las diferencias, los caracteres, los equivalentes, las palabras, (…) una sola,
la que se inició hace un siglo y medio y que quizá está en vías de cerrarse dejó aparecer la
figura del hombre. Y no se trató de la liberación de una vieja inquietud, del paso a la
conciencia luminosa de una preocupación milenaria, del acceso a la objetividad de lo que
hacia mucho tiempo permanecía preso en las creencias o en las filosofías: fue el efecto de
un cambio en las disposiciones fundamentales del saber. El hombre es una invención cuya
fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento. Y quizá
también su próximo fin"(11).
"…en mi opinión, es el mejor, más eficaz y actual de los modelos que tenemos a mano para
llevar a cabo las investigaciones que propongo. Creo que en Nietszche se encuentra un tipo
de discurso en el que se hace el análisis histórico de la formación misma del sujeto, el
análisis histórico del nacimiento de un cierto tipo de saber, sin admitir jamas la
preexistencia de un sujeto de conocimiento…"(13).
Para entender esta idea, en la conferencia primera de La verdad y las formas jurídicas,
Foucault comienza citando un texto de Nietszche fechado en 1873 y titulado: "De verdad y
mentira en sentido extramoral". Allí, Foucault advierte y remarca una frase que pone en
cuestión la idea metafísica del conocimiento y su preexistencia:
"En algún punto perdido del universo, cuyo resplandor se extiende a innumerables sistemas
solares, hubo una vez un astro en el que unos animales inteligentes inventaron el
conocimiento. Fue aquel el instante más mentiroso y arrogante de la historia universal".
Así, Foucault nos acerca un grupo de ejemplos; ejemplos de los que sólo tomaremos uno, el
que creemos es el más representativo y esquemático a la hora de explicar esto que
afirmamos. En "La gaya ciencia", Nietszche nos dice que Shopenhauer, cometió el error de
buscar el origen (Ursprung) de la religión en una especie de sentimiento metafísico que
estaría presente en todos los hombres de modo anticipado y que conformaría el núcleo de
toda religión. Para Nietszche, este análisis de la religión es totalmente falso; la historia no
se hace de esa manera; las cosas no suceden así; la religión carece de origen; no tiene
Ursprung; fue inventada; hubo una Erfindung de la religión.
Al respecto, Foucault aclara que: "la palabra que emplea, invención -el término alemán es
Erfindung- reaparece con frecuencia en sus escritos y siempre con intensión y sentido
polémico. Cuando habla de "invención" tiene in mente una palabra que opone a invención,
la palabra "origen". Cuando dice invención es para no decir origen, cuando dice Erfindung
es para no decir Ursprung"(14).
Para Foucault, como ya expusimos más arriba, es el sistema lo pre-existente, lo que nos
atraviesa profundamente; es el sentido sólo un efecto de superficie; el resultado de un juego
de relaciones entre elementos que se determinan y se transforman independientemente de
las cosas que conexionan. Este sistema, se modifica históricamente, es anónimo y es el que
rige, para las sociedades, las formas de pensar y de hablar.
Más allá de la polémica relación que mantendrá Foucault con el pensamiento estructuralista
-cuestión que trataremos de abordar más adelante- no podemos dejar de reconocer en esta
idea de sistema, una aproximación a los dos principios básicos establecidos por Ferdinand
de Saussure en su Curso de lingüística general y que han tenido hasta la actualidad, amplia
relevancia en el desarrollo de las ciencias humanas.
A] La relación entre significante (costado material del signo; imagen acústica) y significado
(concepto: lo que ese signo quiere decir) es plena o relativamente arbitraria, vale decir, no
hay nada en el significante «mesa» que se parezca a la idea de «mesa».
B] Cada elemento de la lengua se define por su relación con los demás, es decir, se trata de
una función cuyo significado depende de su posición dentro de un sistema, por ejemplo: el
significante «perro» no se define por el objeto que dice nombrar sino y más bien, por la
relación de oposición que mantiene con los otros significantes dentro del sistema de la
lengua.
A partir de aquí, y si con esto tenemos en cuenta que para Saussure la lengua es el asiento
de la realidad(15), entonces, será el lenguaje lo preexistente y no el sentido; será el lenguaje
posibilidad a la vez que construcción de la realidad. En palabras de Foucault: "...El yo ha
estallado (vease la literatura moderna), estamos ante el descubrimiento del hay. Hay un se.
En cierto modo se vuelve al punto de vista del siglo XVII con una diferencia: No se coloca
al hombre en el puesto de Dios, sino a un pensamiento anónimo, a un saber sin sujeto, a lo
teórico sin identidad..."(16).
Entre los diversos autores que hemos consultado con el fin de comprender ¿Qué es el
Estructuralismo?, encontramos que la mayoría acuerda en hablar de estructuralismo en
tanto esté presente el modelo lingüístico, en este sentido, se refieren al término estructural
como aquel en el que se expresa el ordenamiento que en los lenguajes y signos humanos
produce significación, y éste en oposición al término estructurel con el que califican toda
forma concreta de organización directamente perceptible en la realidad. Así, para estudiar
lo estructural a diferencia de lo estructurel, es necesario "reconstruirlo"; organización del
lenguaje y no de la naturaleza.
En definitiva y como asiente Antonio Bolivar Botia: "El estructuralismo trata de buscar una
racionalidad sin sujeto, liberando al hombre de las falsas ilusiones humanistas, al poner de
manifiesto que dentro de la estructura no corresponde al hombre elegir"(26).
Por lo expuesto hasta aquí, no podemos considerar a Foucault, por la definición misma de
estructuralismo, un estructuralista. El método aplicado por Foucault no será el
estructuralista sino el definido por su arqueología; cuestión a la que pretendemos
aproximarnos a lo largo de éste, nuestro trabajo de investigación. Sin embargo, no podemos
dejar de reconocer en el pensamiento de Foucault, el conjunto de nociones generales
trabajadas hasta aquí y que se desprenden del método propiamente estructural, a saber: la
desvalorización de la historia (en términos de continuidad causal y su correlato en la
búsqueda de los orígenes (génesis); la renuncia a la idea de función; la negación del sujeto
mismo (la desaparición del concepto de hombre) y la idea de que lo que preexiste no es el
sentido sino el sistema: "Se piensa en el interior de un pensamiento anónimo y constrictor
que es el de una época y el de un lenguaje. Éste pensamiento y éste lenguaje tienen sus
leyes de transformación"(27).
A medida que avancemos, nos resultará quizás más claro pensar a Foucault no-en el
estructuralismo; sobre todo si tenemos en cuenta que el "historiador" (en un sentido
Nietzscheano) no se interesará por el estudio de las leyes de formación de las estructuras,
de los códigos con los que pensamos, sino y más bien, por sus condiciones de posibilidad y
de existencia, serie de problemas que Foucault intentará reunir y ordenar en Les mots et les
choses bajo la idea de episteme.
De todos modos, debemos tener siempre presente que estos interrogantes, los nuestros,
hallarán quizás sus respuestas -o no- en la medida en que nos adentremos al estudio puntual
de la aplicación arqueológica en la que Foucault pretende orientarnos desde su segundo
trabajo: Histoire de la folie, hasta: L'archéologie du savoir, su primer «anclaje»
metodológico. Preferimos decirlo así pues nos parece, y esto se desprende de un
primerísimo acercamiento a su trabajo general, que la arqueología, en sus aspectos
nucleares, nunca cesará de ser reformulada y reaplicada. Esto es así si entendemos las
investigaciones que Foucault realiza posteriormente sobre el poder (Genealogía) o sobre las
prácticas de sí (Ética) como un cambio de mirada y un enriquecimiento metodológico y no
como una mutación radical o como unas rupturas irreconciliables en el interior de un
proyecto filosófico más general (si es posible hablar estrictamente en términos de un
proyecto).
Con respecto a esto dice Miguel Morey: "El obstáculo es sin duda de mucho peso. Y con
ello no quiere decirse que no exista diferencia de procedimiento entre la arqueología y la
genealogía, sino que esta diferencia puede que no sea en absoluto lo esencial.
Anteriormente, sostuve que la diferencia entre arqueología y genealogía es la que media
entre un procedimiento descriptivo y un procedimiento explicativo: que la arqueología
pretende alcanzar un cierto modo de descripción (liberado de toda «sujeción
antropológica») de los regímenes de saber en los dominios determinados y según un corte
histórico relativamente breve; y que la genealogía intenta por recurso a la noción de
«relaciones de poder», explicar lo que la arqueología debía contentarse por describir"(28).
Por el momento, el problema que nos planteamos fue tan sólo el de desentrañar, en la
medida de nuestras posibilidades, algunas interlocuciones que nos permitan pensar los
trabajos de Foucault en un contexto dominado principalmente por la Fenomenología y
atacado en sus fundamentos por las novedades del Estructuralismo.
"Sin duda todavía es demasiado pronto para apreciar la ruptura introducida por M. F.,
profesor en el Colege de France (cátedra de historia de los sistemas de pensamiento) desde
1970, en un paisaje filosófico dominado hasta entonces por Sartre y lo que éste designaba
como la filosofía insuperable de nuestro tiempo: el marxismo. De entrada, desde Histoire
de la folie (1961), M.F. está en otra parte. Ya no se trata de fundar la filosofía sobre un
nuevo cogito, ni de desarrollar en un sistema las cosas ocultas hasta entonces a los ojos del
mundo, sino más bien de interrogar este gesto enigmático, quizá característico de las
sociedades occidentales, por medio del cual se ven constituidos unos discursos verdaderos
(y, por tanto, también la filosofía) con el poder que se les conoce"(29).
En adelante intentaremos esbozar el mapa teórico que nos permita, en pos de una posible
instrumentalización del pensamiento de Foucault, avanzar con una mirada prudente pero no
por ello menos ambiciosa de reconstrucciones.
Finalmente, la última de estas tres etapas es la que caracteriza sus trabajos sobre la
Ética; este desplazamiento se anuncia ya tras cuestiones como la de la
gubernamentalidad a partir de 1978 y se ve realizada en los volúmenes segundo y
tercero de la Historia de la sexualidad: L´usage des plaisirs y Le souci de soi ambos de
1984. En esta etapa Foucault se interesa principalmente en una cuestión: la de la
subjetividad, más precisamente de las técnicas y tecnologías de la subjetividad, en
términos de: ¿Quién soy yo?; Como un intento de abordaje de la relación del yo
consigo mismo.
Sin embargo, esta clasificación aunque muy útil, no debe tomarse de suyo como una
evidencia primera; de hecho, esta se pone en cuestión si se percibe, como bien lo hace
Morey, que existen contactos de muy poco peso entre Histoire de la folie y Les mots et les
choses (ambos trabajos de la etapa arqueológica), y no, por ejemplo, entre Histoire de la
folie y Surveiller et punir, en donde el segundo -desarrollo propiamente genealógico-
parece un "trabajo de reescritura de su primera obra arqueológica". Pero, como nos
esmeramos en argumentar al final del apartado anterior, esto no quiere decir que no exista,
entre ambas instancias, diferencias claras en el procedimiento; como lo expresara el mismo
Foucault: "la genealogía explica o analiza el nivel de la arqueología"(33); como diría
Morey: "El riesgo de aceptar una periodización como la tradicional es, a mi entender,
doble. En primer lugar, nos puede llevar a imaginar algo así como la sucesión de tres
procedimientos, cada uno de los cuales sustituiría al anterior: de arqueología a genealogía,
y de ésta al análisis de las técnicas de subjetivación. Y ello es radicalmente erróneo. Los
procedimientos metódicos se engloban en círculos cada vez más amplios pero no se
sustituyen en absoluto. Así, en 1983, Foucault anota: «Arqueología: método para una
Genealogía histórica, que toma como dominio de análisis los discursos; los discursos
considerados como acontecimientos; ligados por reglas de Prácticas discursivas». Y en
segundo lugar, puede llevarnos a pensar que L' archéologie du savoir es algo así como la
culminación teórica de sus ejercicios anteriores de análisis histórico y concederle de este
modo el estatuto pleno de teoría (…) Foucault no puede, y él es el primero en saberlo,
obtener resultados de su discurso que valgan como «verdad»"(34).
Otro ejemplo de esto nos lo dan las palabras de Foucault en Un diálogo sobre el poder:
"Cuando pienso en ello ahora, me pregunto de que pude hablar en Histoire de la folie o en
Naissance de la clinique, por ejemplo, sino del poder"(35).
Así puede advertirse, en una dirección, un corte que diferencia el primer y el segundo
período, y en otra, el período siguiente complementa y se reapropia del anterior.
Con esto, y siguiendo con la lectura que realiza Morey del pensamiento de Foucault,
entendemos que no sólo es posible realizar sobre las investigaciones de un autor una lectura
cronológica -en orden de aparicion de las publicaciones-; sino también, y efectuando una
mirada más global, realizar una lectura de orden lógico. Por ejemplo, teniendo en cuenta la
cuestión de la subjetivación (eje Subjetividad - Verdad )(36), como lo hace Morey y lo
reconoce Foucault en la entrevista titulada "La ética del cuidado de uno mismo como
practica de la libertad"; entendiendo por subjetivación el modo en que el sujeto hace la
experiencia de sí mismo en un juego de verdad en el que está en relación consigo mismo.
Quisiera decir en primer lugar cual ha sido la finalidad de mi trabajo durante estos últimos
veinte años. No ha sido analizar los fenómenos de poder ni sentar las bases para tal análisis.
Busco más bien producir una historia de los diferentes modos de subjetivación de los seres
humanos en nuestra cultura"(37).
"Se trata de determinar lo que debe ser el sujeto, cuales deben ser sus condiciones, que
estatus debe tener, que posición debe ocupar en lo real o en lo imaginario para poder
convertirse en un sujeto legítimo de cualquier tipo de entendimiento dado. En suma, se trata
de determinar su modo de subjetivación"(38).
Esta denominación: "Historia crítica del pensamiento", responde a la autoinclusión de
Foucault en la tradición filosófico-crítica de Kant, cuestión que le permite completar su
análisis de la subjetividad a partir de una ontología del presente.
Foucault, a nuestro entender, intenta mostrarnos hasta qué punto la pregunta sobre el
presente, sobre la actualidad, aparece aquí como un acontecimiento al que Kant se propone
interrogar. Dice Cristina Donda: "Lo que Foucault resalta es la pregunta por el presente;
pregunta a través de la cual el filósofo ya no se ubicaría en relación a una doctrina o a una
tradición; ni a una comunidad humana en general, sino que se plantea su pertenencia a un
determinado «nosotros», a un nosotros que enraiza en un conjunto cultural
característico"(40). Seguidamente, encontramos a M.F. advirtiendo que no es la primera
vez en la historia de la reflexión filosófica que se revela una pregunta acerca de una cierta
actualidad del conocimiento; esto puede fácilmente sondearse quizás al comienzo de El
Discurso del Método en Descartes, pero esta reflexión, que parece comenzar a delimitarse
en Descartes a partir de 1637, se esboza en términos universales, atemporales, bajo la forma
de ¿Quién soy yo?. Puesto que, como ya dijimos anteriormente, allí Descartes es todo el
mundo, no importa donde ni en que momento.
Este articulo, al que M.F. hace referencia, se publica en el periódico alemán Berlinische
Monatschrift en 1784. Allí Kant intenta responder a la pregunta: Was ist Aufklärung? con
esta sentencia inicial:
Habría así, dos posibles formas de crítica: una que del lado de una filosofía crítica, se
constituiría paulatinamente a partir de una analítica de la verdad y otra, más acorde a lo que
Foucault parece pretender a lo largo de su extenso proyecto y que se fundaría en términos
de una Ontología histórica de nosotros mismos. Ontología de los juegos de verdad y
falsedad (y allí los modos de subjetivación) en donde el sujeto mismo se presenta como
objeto de un posible conocimiento, como generador de un saber sobre sí mismo, regulado
por normatividades ejercidas por determinadas prácticas discursivas que posibilitan un
conjunto de prácticas sociales en un acontecimiento que marca una experiencia(47);
entendiendo por juegos de verdad, al resultado de la mutua relación entre los procesos de
subjetivación y las condiciones históricas a partir de las cuales algo de la realidad es
factible de ser problematizado como objeto de conocimiento (proceso de Objetivación).
Una historia crítica del pensamiento tendría entonces que partir del análisis de las
condiciones en que el sujeto y el objeto se relacionan para transformarse a tal punto que
estas permitirían la emergencia de un saber. Foucault no pretende preguntarse, como él
mismo lo diría, acerca de una verdad ya dada, tampoco pretende promover lo válido en un
momento posible, sino y más bien, revelar las condiciones a través de las cuales el sujeto en
relación con el objeto, generan un conjunto de saberes acerca de ellos mismos, saberes que
regulan y delimitan los procesos de objetivación de la realidad, saberes que se modifican
históricamente, saberes a partir de los cuales los sujetos desarrollan una experiencia sobre si
mismo a partir de la cual deben decir qué son. En consecuencia, la pregunta aparecería en
términos de: ¿Qué condiciones históricas posibilitaron la inscripción de ciertas prácticas
discursivas en una serie de juegos de verdad y falsedad, a partir de los cuales pudo forjarse
un campo de saber particular?.
Tenemos entonces tres argumentos de peso para ensayar un ordenamiento distinto al
tradicional: a) los procedimientos no se suceden; se engloban en reapropiaciones; b) El eje
subjetividad-verdad atraviesa el interés de las investigaciones de manera general; 3)
Ontología de la actualidad y de nosostros mismos en esa actualidad, como pregunta de
partida y como pregunta objeto.
Hemos planteado hasta aquí, dos posibles formas de ordenamiento del pensamiento de M.
F., sin agotar aún, todas las alternativas localizables en relación a ésta, por lo pronto,
nuestra labor . Ejemplo de ello es el que encontramos, en Saber y Verdad, en propias
palabras de Foucault, cuando afirma: "La noción que sirve de soporte común a los estudios
que he realizado después de la Historia de la locura es la de problematización, pese a que
yo no había entonces aislado suficientemente esta noción(49)". Con problematización no
quiere decir ni objeto preexistente ni creación discursiva de un objeto que no existe, sino y
más bien, conjunto de prácticas discursivas y no discursivas que harán ingresar a «algo» en
un juego de verdad y falsedad que lo hace emerger como objeto de conocimiento. Por
ejemplo, en Histoire de la folie se trataba de la problematización de la locura a través de las
prácticas institucionales y los modos de conceptualización (el problema que la locura
planteaba a los otros); en Survellier et punir se trataba de analizar la problematización en
relación a las prácticas penales y a las instituciones penitenciarias, en suma: los cambios en
la problematización de las relaciones entre delincuencia y castigo; en Histoire de la
sexualité, invirtiendo el frente de ataque, el problema que la conducta sexual puede plantear
a los individuos mismos.
"…Más numerosos son aquellos que consideran el «afuera» igual a «contra» (de la
filosofía)(50) pues se muestran sensibles al hecho de que Foucault desacreditó las
cuestiones de posibilidad trascendental en beneficio de las cuestiones de posibilidad
histórica, condenó la investigación de las profundidades (pues le pareció muy difícil
discernir los puntos desde los cuales se perciben bien las superficies) y sustituyó la historia
de los sistemas por la historia de las problemáticas…"(51).