Orejas y Jueces de Mesta NIcaragua

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 12

12 mil “orejas” y “jueces de mesta” tenían la G.N.

y la
O.S.N. somocista, en Nicaragua.

Por el accionar de ellos, fueron asesinados más de 50 mil


nicaragüenses.

12 mil “orejas” y “jueces de mesta” tenían la G.N. y la O.S.N. somocista, en


Nicaragua

• Integraban los “escuadrones de la muerte”, eran los torturadores, los


informadores oficiosos de la guardia genocida y de la Oficina de Seguridad del
somocismo, eran quienes espiaban y perseguían a estudiantes, opositores al
régimen, a guerrilleros sandinistas y a todo aquel “sospechoso” “de atentar”
contra el aparato opresor de la tiranía.

Pablo E. Barreto P.

Los yanquis invasores criminales asesinaron y arrastraron a cola de caballo el


cadáver del Abogado y General patriota Benjamín Zeledón Rodríguez por las
calles de Masaya, especialmente en Catarina, en 1912, lo cual fue presenciado
por un joven de 17 años, que después el mundo entero conocería como el
General Augusto C. Sandino, jefe del Ejército Defensor de la Soberanía
Nacional.

El resto de patriotas, obreros y artesanos, compañeros de batalla patriótica de


Zeledón, fueron también asesinados o torturados con la colaboración plena de
los vendepatria ya conocidos entonces, entre otros, Adolfo Díaz Resinos y
Emiliano Chamorro Vargas, ambos Conservadores, empleados de Empresas
mineras norteamericanas en Nicaragua, especialmente las que eran propiedad
de Finlander Knox, canciller de Estados Unidos.
Se produjo la llamada “restauración conservadora” mediante hombres armados,
agresores e invasores militares del Gobierno criminal de Estados Unidos.
Díaz Resinos y Chamorro Vargas se pusieron de acuerdo, nuevamente, con el
Gobierno gringo en 1926 para que volvieran los buques de guerra de la
marinería yanqui, porque esta vez los liberales, jefeados por el tal José María
“Chema” Moncada Tapia, estaban en guerra contra los conservadores mediante
lo que se conoció como “La Guerra Constitucionalista”.

Esta vez, los liberales y Moncada Tapia traicionaron a la Patria firmando el


“Pacto del Espino Negro”, en Tipitapa, el 4 de mayo de 1927, con el Coronel
Henry Stimpson, enviado plenipotenciario gringo, acostumbrado a efectuar
crueldades inauditas y a ejecutar matanzas de gentes humildes en otras partes
del mundo.

Stimpson, otros generales y coroneles yanquis y el mismo Moncada Tapia,


urdieron la formación de una tal “policía”, después de la “pacificación” o
desarme de liberales y conservadores, que dio origen a la creación de la Guardia
Nacional o “Constabularia”, con la finalidad de convertirla en ejército de
ocupación permanente con jefes gringos y nacionales y para fingir mejor el
asunto, la fueron nutriendo con soldadesca nicaragüense ignorante.

Sandino, como es conocido en el mundo entero, no aceptó la “pacificación”, ni la


entrega de las armas, se fue a la Mina de San Albino y de esa forma inició la
Revolución de Liberación Nacional, para desalojar, en primer lugar, a las
fuerzas militares de ocupación yanqui, bautizadas complacientemente ahora, en
1927, por las dos fuerzas políticas contendoras: liberales y conservadores.

El Presidente criminal gringo, Calvin Coodlige (1923-1928), pensó


diabólicamente que su “Constabularia” o ejército de intervención permanente,
debía estar por encima de los dos bandos locales: liberal y conservador y
también por encima de los intereses nacionales de Nicaragua.

Pero el General Sandino con su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional


derrotó a los invasores de afuera y de la naciente guardia genocida del
somocismo, provocando un problema que el Gobierno criminal de Estados
Unidos decidió que debía resolverse con el asesinato del General de Hombres
Libres en las calles de Managua, el 21 de febrero de 1934, porque el Ejército
Defensor de la Soberanía Nacional ponía en peligro los planes expansionistas
yanquis en Centroamérica y América Latina.

La orden de asesinar a Sandino y sus acompañantes debían cumplirla los Jefes


del naciente Ejército de ocupación, jefeado por Anastasio Somoza García, un
falsificador de billetes de San Marcos.

Se produjo el magnicidio de Sandino y comenzó la cacería de todos los que


integraban el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, incluyendo
persecusión implacable de los cooperativistas de Las Segovias y del Río Coco.

Desde entonces, la guardia sangrienta de los yanquis y del somocismo genocida,


no cesó de asesinar, torturar, violar, burlarse de la legislación que ellos mismos
hacían, robar sin cesar un solo día, hacer fraudes electorales, despojar de tierras
a los campesinos, de sus casas a pobladores urbanos, asaltar recursos
nacionales, apoderarse de bancos y de ayudas internacionales, hasta que fue
demolida definitivamente el 19 de julio de 1979 por los combatientes del Frente
Sandinista de Liberación Nacional, seguidores de la obra revolucionaria
antiimperialista del General Augusto C. Sandino.

El mismo Somoza García, antes de que lo ejecutara el patriota Rigoberto López


Pérez, en León, el 21 de Septiembre de 1956, y sus hijos Luis y Anastasio Somoza
Debayle, crearon distintos organismos y formas opresoras, para sostenerse de
manera sangrienta en el poder por 45 años, período en el cual mataron a más de
50,000 nicaragüenses.

Una de las primeras formas crueles de asesinar gente, inventada por ellos, fue la
de aplicar lo que se conoció como “el pisa y corre…o ley fuga” a los prisioneros, y
al primero que se lo aplicaron para matarlo, fue al abogado guatemalteco,
Oliverio Castañeda, famoso porque supuestamente le dio veneno a varias
mujeres de “alta alcurnia” burguesa de León, en 1933, mientras el Ejército
Defensor de la Soberanía Nacional, jefeado por Sandino, expulsaba del territorio
nacional a los yanquis invasores y agresores de Nicaragua.

Al prisionero le decían: “correte, andate…”, el pobre preso corría y ahí nomás lo


fulminaban a balazos.
Con este mismo método asesinaron a los patriotas Edwin Castro Wasmer,
Ausberto Narváez Parajón y Cornelio Silva, en lo que se conoció como “La
Aviación” o “Central de Policía” de la guardia genocida, donde, en realidad, era
guarida de asesinos, torturadores y ladrones.

Poco a poco, en las décadas del 50 y 60, los Somoza fueron creando los
organismos represivos y de asesinos que necesitaban para reforzar el trabajo
opresor de la Guardia Nacional o Ejército de intervención permanente (GN) de
Estados Unidos.

Aparecieron la Oficina de Seguridad, el Servicio Anticomunista, la “Mano


Blanca” (o “escuadrones de la muerte”), las Brigadas Antiterroristas (BECATS),
los AMROCS (militares retirados), los 12 mil “orejas” de la OSN, los “jueces de
mesta” o “jueces de cañada”…

También los llamados “esbirros” o guardias, políticos somocistas corruptos y


represivos y “matones oficiales” muy criminales y crueles como Pedro Nolasco
Romero, Alberto “Macho Negro” Gutiérrez, Ronald Sampson, Alesio Gutiérrez,
Juan Lee Wong, Franklyn Montenegro, Pablo Emilio Salazar, Juan Ángel López,
Davison Blanco, Camilo González, Reynaldo Pérez Vega, Gonzalo “Vulcano”
Evertz, Gustavo “el Tigre” Medina, Fermín Meneses Cantarero, Iván Alegret,
Nicolás Valle Salinas…

Los “paramilitares” que operaban junto a la guardia, “los soplones” (civiles que
informaban “voluntariamente”), el grupo represivo y atemorizante de la
Nicolasa Sevilla, los torturadores especializados en las peores maldades como
Gonzalo Lacayo, Ronald Sampson (cuñado de Somoza), Samuel Genie Amaya, el
“Coto” Torres, los que realizaban secuestros forzados masivos, los “doble
agentes”, los informadores “voluntarios” del somocismo, los intelectuales,
periodistas y fotógrafos al servicio de la tiranía, que también perseguían
oficiosamente a opositores al régimen, a estudiantes de secundaria y
universitarios y, especialmente, a guerrilleros sandinistas y a quienes les daban
apoyo.

Se ha informado que eran doce mil los “orejas” y “jueces de mesta”, entre los
cuales se contaban: enfermeras, barberos, intelectuales, economistas, choferes
de taxis, choferes de furgones, abogados, periodistas, agricultores. campesinos,
finqueros, comerciantes, profesores universitarios, médicos, estudiantes de
secundaria y universitarios, etc.

Los mismos Somoza, sus hijos, ministros del gobierno y torturadores usaban
hasta tigres en las cárceles siniestras de la Oficina de Seguridad, en la Loma de
Tiscapa, para mantener aterrorizados a los prisioneros, quienes, además, eran
encapuchados y torturados de día y de noche con “chuzos eléctricos”,
metiéndolos de cabeza en barriles de agua llenos de estiércol, etc.

Los “orejas” de la Oficina de Seguridad y de la guardia sangrienta eran


informadores que recibían paga por reportar sobre quiénes andaban en
actividades contrarias al régimen somocista genocida, o qué dijo un opositor en
un mitin político, en una manifestación, en una cátedra universitaria, en las
aulas escolares, en las redacciones periodísticas, etc.

Estos operaban mayoritariamente en las ciudades. Los “jueces de mesta”, en


cambio, eran también informadores y al mismo tiempo matones que asesinaban
ya fuese a balazos, machetazos, o provocando accidentes mortales en los
caminos y montañas.

Por estos “orejas” y “jueces de mesta” fueron asesinados más de 50,000


nicaragüenses en el país.

Dos de esos “orejas” más famosos en la década del 60 fueron Arnoldo Alemán
Lacayo y su hermano Agustín, en León.
Arnoldo, sí, el ladrón que ahora está en la cárcel ((¿?), hacía su labor de “oreja”
en una bicicleta y montado en los jeeps patrullas (“Brigadas Antiterroristas,
BECATS) de la guardia genocida somocista.
Esto último ocurría cuando don Arnoldo ya había espiado a alguien y se
montaba en el jeeps para que los guardias fuesen a realizar la captura. Su
hermano Agustín era “inspector” del Ministerio de Educación y mantenía
informada a la guardia hasta de los últimos detalles sobre actividades políticas
de los estudiantes y maestros de los colegios públicos y privados.

En León se hicieron famosos otros “orejas” y agentes de las Oficina de Seguridad


como “El Chele” Aguilera, Toribio “Pipilacha” Obando, Nelson Regalado, el
“cabo” Abelino Castillo y un tal Byron Benedith, quienes eran informadores
y torturadores de estos organismos represivos de la tiranía somocista.
En el Municipio de Malpaisillo, cercano a León, se hicieron famosos los “orejas”
Antonio Villegas, Antonio Urbina Debayle, Benigno Reyes Palacios, Félix Pedro
Alfaro y Raúl Valle Molina, quienes fueron responsables, inclusive, del asesinato
del guerrillero sandinista Jacinto Baca Jerez, en Rota.

Precisamente en las faldas del Volcán Rota asesinaban a los sandinistas y


opositores. Previamente los secuestraban y los llevaban a unas cuevas de las
faldas del Volcán Rota; allí los asesinaban.

Hasta después del Triunfo de la Revolución Popular Sandinista supe que este
grupo de matones de Malpaisillo y Rota planearon mi asesinato, con el
argumento de que “mucho jode”, pues en primer lugar yo formulaba denuncias
en contra de estos somocistas genocidas cuando era cortador de algodón y
trailero, precisamente en unas de las haciendas algodoneras de Benigno Reyes
Palacios, donde me había convertido en uno de los dirigentes sindicales.

Después de realizar estos oficios de mozo algodonero, salté rápido a ser


cobrador de la camioneta de pasajeros de Timoteo Flores, entre León y
Malpaisillo, y luego en taxista de los Interlocales entre Malpaisillo y León, y al
mismo tiempo en corresponsal del Diario LA PRENSA, mediante cuyas páginas
continué las labores de denuncias contra los abusos de estos maleantes, lo que
les puso más furiosos en mi contra.
Me lanzaron distintas acusaciones, incluyendo las de afirmar que los
“calumniaba” porque salían las denuncias en el Diario LA PRENSA, entonces
dirigido por el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, antisomocista sin
tacha hasta que lo asesinaron el 10 de enero de 1978.

Me salvé de que me fueran a matar a las cuevas del Volcán Rota porque en 1969,
de apenas 18 años, me trasladé a la Ciudad de León, a ejercer el periodismo
reporteril radial, y al mismo tiempo LA PRENSA me nombró su Corresponsal en
Occidente y todo el país, por órdenes del doctor Pedro Joaquín Chamorro
Cardenal.

En otro pueblo cercano a León, en Momotombo (casi colindante con


Malpaisillo), donde fue León Viejo colonial y en la orilla del Volcán
Momotombo, se hizo famoso un “juez de mesta” u oreja” malvado llamado
Santiago Huete, por perseguir, inclusive, a la familia del Guerrillero
internacionalista Patricio Argüello Rayan.
En Managua, particularmente en Bello Horizonte, durante la Insurrección u
Ofensiva Final contra la tiranía, se hicieron famosos los “orejas” Abraham “El
gato” Zamora, Amán López, un piloto de apellido López, Carlos Miranda (este
era trabajador de la Salud) y una mujer con el sobrenombre de “La Radio
Bemba”. Debido a las informaciones de ellos, la guardia genocida sabía de las
ubicaciones de trincheras de combate y de los jefes guerrilleros sandinistas..

Fueron famosos estos “orejas”, en Managua, y otras partes del país: “Carmelo
Negro”, José María Palacios, Julio Gutiérrez, Pablo González, Carmela Pérez,
Saúl Blandón, Rosario Luna, los hermanos Tirso y Asdrúbal Morales, Edmundo
Morales Martínez, Roque Gutiérrez, José María Rodríguez, “El Gato” Abraham,
“Mano Amarrada”, Antonio Rizo, Antonio Zeledón, Antonio Castillo, Santiago
Meneses Vallecillo, Stedman Fagot Müller, Henry Castillo, Pedro Pablo “El
Poeta Carpintero” Espinoza, “Cositas Sueltas”, Adolfo Tórrez, Augusto de La
Rocha, el “Gato” Colindres, Adolfo Machado, Raúl Arróliga (padre), Felipe
Reyes, Roberto Míxter, Iván Rosales Zamora, hermanos Iván y Hugo Rosales,
Roberto Zamora, Ernesto Zamora Müller, Isidro León York, Agustín Hernández,
Francisco Chavarría (padre), Francisco Chavarría Hernández (hijo), Rodolfo
Mejía, un publicista de apellido Fisher, Julián Martínez…

Los “paramilitares” y “orejas” Ramón Valle Arancibia y Gabriel Valle fueron


señalados como los responsables de darle la ubicación a la guardia genocida del
Repliegue de Monseñor Lezcano a San Judas, el cual fue masacrado un poco al
Este de la Embajada Norteamericana, donde perecieron 115 jóvenes el 15 de
junio de 1979, hecho criminal genocida conocido ahora como la Masacre de
Batahola.

El “oreja” y “soplón” Enrique Canales Espinoza fue señalado como el


responsable de las muertes de los guerrilleros Casimiro Sotelo Sotomayor y
Pedro Aráuz Palacios, quien era miembro de la Dirección Nacional del FSLN
clandestino. Este sujeto era un “oreja” y “soplón” muy activo; se movía en la
UNAN y en centros de educación secundaria.

Otro “oreja” no identificado fue el responsable de informar a la guardia


genocida la ubicación de los jóvenes de la Colina 110, donde la soldadesca
somocista genocida mató a 47 seres humanos el 15 de junio de 1979.
Varias masacres, ejecutadas por la guardia somocista en Waslala, fueron
atribuidas a los informes oficiosos de los “jueces de mesta” Secundino Gómez y
Francisco Hernández,

En Boaco se hizo famosa la “oreja” Liliam Mora. En Jinotepe había un sujeto al


que le decían “El Mico de la Pila Grande”; también José Logo, Manuel Antonio
López Mendieta, Roberto
Solórzano y Pedro Hernández Cordero.

En Chichigalpa, Chinandega, se hicieron famosos los “paramilitares” Hernán


Ramírez Sánchez, Uriel Navarrete, Jesús Dávila y un “juez de mesta” asesino
apodado “El Galope”.
Por las denuncias de los “orejas” María Elena “Nena” Martínez y Juan Brillo
fueron asesinados los miembros de la familia de María Marcha de Castro, en
Chinandega, el 5 de junio de 1979.

En Estelí se hicieron celebridades los “orejas” y “paramilitares” Migdonio, “El


Perro Vergara”, “Chepón” Sobalbarro, Juan Moncada, Magdaleno Serrato y un
tal “Bigarne”, quienes eran considerados como sujetos muy crueles y
sanguinarios.

Se les atribuye haber contribuido para el asesinato de 40 personas en La


Montañita y de Juan de Dios Muñoz y del ingeniero Raúl González Almendárez.

Marvin Corrales, otro “soplón”, fue el responsable de la muerte de José Benito


Escobar Pérez, obrero, intelectual, uno de los fundadores del Frente Sandinista
y miembro de la Dirección Nacional Histórica del FSLN. José Benito fue
asesinado, en Estelí, el 15 de julio de 1978.

“Paco” Blandón igualmente se hizo famoso en Estelí por la masacre de Fernando


y Paula Morales, Omar Rugama, Rosario y Jorge Luis Rugama Robleto, Rodolfo
Espinoza y Antonio Portillo.

El “esbirro” Alesio Gutiérrez, coronel, masacrador por naturaleza,


personalmente asesinó al doctor Casimiro Sotelo Montenegro, también a Hugo
Medina, a Edmundo Pérez Flores y Roberto Amaya Ruiz, hecho ocurrido el 4 de
noviembre de 1967, en el Barrio Monseñor Lezcano.
En abril de 1968 otro “esbirro” llamado Oscar “Moralitos” Morales Sotomayor,
asesinó a golpes a David Tejada Peralta y después lanzó, supuestamente, su
cadáver al Cráter Santiago del Volcán Masaya. Francisco “Chico Garand”
Guzmán asegura que Moralitos en realidad destazó el cadáver de Tejada Peralta
y lo lanzó a un hueco de tumbas colectivas que la Guardia Nacional genocida
tenía en la Colina de Mokorón, frente a la Universidad Nacional Autónoma de
Nicaragua o “Recinto Rubén Darío”

Por denuncias de “orejas”, 200 guardias genocidas, encabezados por el General


asesino Samuel Genie, fueron asesinados el 15 de enero de 1970 los compañeros
Leonel Rugama Rugama (poeta revolucionario esteliano), Mauricio Hernández
Baldizón y Róger Núñez Dávila, hecho ocurrido frente al Cementerio Oriental,
en Managua

Por el “soplo” de los “orejas” Enrique Gales, Abraham González, Carlos Guillén,
Antonio Baltodano y José Espino, fueron asesinados, el 7 de Noviembre de 1976,
los Compañeros Eduardo Contreras Escobar (miembro de la Dirección Nacional
del FSLN), Silvio Reñazco, Rogelio Picado y Carlos Roberto Huembes,
acontecimientos registrados en Satélite Asososca y Reparto El Dorado, contiguo
a la Colonia Don Bosco, en Managua.

Los “paramilitares” Miguel Cordero y Alejandro Bravo Blanco asesinaron a los


obreros de SOLECTRA: Germán Antonio Borge Esquivel, Jorge Altamirano
Hernández y Pablo Torres Rivera, a quienes les pusieron pañuelos rojinegros en
el cuello, para justificar el crimen como que eran “sandino-comunistas”. Esto
ocurrió en agosto de 1978.

Por “soplos” del “oreja” Danilo Zeledón González fueron capturados y


asesinados los jóvenes Guillermo Mendoza, Julio José y Virgilio Calero, cuyos
cadáveres aparecieron mutilados y con señales de tortura en la “Cuesta de los
Mártires” o “Cuesta del Plomo”.

En San Judas se hicieron conocidos los “orejas”: “Polvorón”, “El Pli”, “El
Canoso”, “Pedro Pistola” y “Colocho”, quienes fueron los responsables directos
de la mayoría de los crímenes de la guardia genocida somocista en este sector de
Managua, donde capturaron y asesinaron, entre otros, a la doctora Erlinda
López de Osorio y al doctor José Dolores Fletes Valle. El cadáver de López de
Osorio apareció en las Lomas de Mokorón y Fletes Valle fue asesinado a
cadenazos en el ZUMEN.

Los “paramilitares” y “orejas” Manuel Salvador “Foca” Medina y Freddy


Gutiérrez fueron los responsables de la captura y asesinato de Carlos Iván
Hernández, de una muchacha llamada Carmenza y de su esposo Francisco,
cuyos cadáveres aparecieron en las cercanías del Teatro Popular Rubén Darío.

Otros “paramilitares” y “orejas”, llamados Raúl “Califa” Flores, Eddy Galán


Méndez, Julio Sánchez Urbina e Ignacio Albarenga, fueron los responsables de
la captura y del asesinato de los jóvenes Julio César Cerda Sánchez, Wilfredo
Bonilla Largaespada, Alberto García Morales, Enrique Altamirano, Adolfo
Serrano, Juan Mayorga, Pablo Adolfo Mayorga, Jorge Hernández y Carlos
Sánchez, cuyos cadáveres aparecieron perforados a balazos en la “Cuesta de los
Mártires” o “Cuesta del Plomo”, en Xiloá y en la Laguna profunda del Volcán
Apoyeque, ubicado en la Península de Chiltepe, en julio de 1979.

En Matagalpa, los “orejas” María Vargas, Luciano García, José Valdivia,


Octaviano Rodríguez, Gilberto José López, un tal “Pelagio” y Cleto López,
denunciaron, participaron en la captura y asesinato de Santiago, Rogelio y
Roberto Picado Sánchez y Gregorio Blandón, suceso ocurrido en El Tuma (La
Dalia), en Septiembre de 1977.

Los “capitanes de cañada” o “jueces de mesta” Ernesto Larios Martínez y Juan


Estrada fueron los responsables directos de la masacre de la familia González
Hernández, la cual residía en “La Tronca”, también en Matagalpa.

Por denuncias, capturas masivas, torturas, masacres, robos, violaciones y terror


impuesto en las calles de Matagalpa, en 1978 y 1979, se hicieron famosos los
siguientes “orejas”, “paramilitares”, “esbirros” y guardias genocidas, según un
reportaje de “El Nuevo Diario” del 20 de junio de 1980:

Luis “Cuervo” Mercado García, Luis “Pichete” Solís Torres, Reynaldo Mendoza
Gutiérrez, Juan Fonseca Torres, Juan Sequeira Rivas, Francisco López Cardoza,
Santos Antonio Méndez Olivas, Freddy Padilla Gutiérrez, Catalino Miranda
Molina, Domingo Jarquín Centeno, Pedro Castillo Castellón, Eduardo Sánchez
Zeledón, Laureano Martínez Reyes, Lucas García Sánchez, Federico Velásquez
Camacho, Crescencio Palacios Orozco, Salvador Gutiérrez Vega, Pablo Castro
Valle, Noel Obando Gutiérrez. Todos ellos eran jefeados por los coroneles
genocidas Alfredo Juárez, Augusto Flores Lovo y Rainer Pesbell.

En Ocotal, Nueva Segovia, hicieron fama los “orejas” siguientes: Gustavo Pallais,
Gustavo Amaya y Ernesto Castellón, quienes eran jefeados por el coronel
genocida Otoniel Portillo González.

Estos mismos “orejas” y “paramilitares”, con oficiales y soldados de la GN,


fueron los autores de una masacre de 80 hombres y mujeres en Belén (Rivas), el
13 de Junio de 1979.

Estos guardias y los “orejas” se colocaron pañoletas rojinegras en el cuello,


llamaron a los pobladores a la plaza, donde abrieron fuego con sus fusiles,
matando a un montón de gente.

En el Norte de la Región Autónoma del Atlántica también se padeció la plaga


maldita de los “orejas” y “jueces de mesta”, entre otros: Secundino Gómez,
Leopoldo Blandón, Martin Rayo, Etanislao López. Este último fue responsable
de la captura y asesinato de Edgard “El Gato” Munguía, uno de los jefes de las
columnas guerrilleras que operaban en Chontales.

Al triunfar la Revolución Popular Sandinista, para mi fue sorprendente que dos


“orejas” me daban seguimiento permanente, entre ellos, el periodista Santiago
Meneses Vallecillo, quien se hacía pasar como “amigo” mío, mientras andaba en
manifestaciones opositoras, en las cuales recogía información para la Oficina de
Seguridad (OSN) y la guardia genocida del somocismo.

El “Servicio Anticomunista” estaba integrado por intelectuales del somocismo


genocida y le daban seguimiento a dirigentes populares, a intelectuales
opositores, a catedráticos universitarios, a periodistas opositores, es decir, era
un órgano ideológico especializado de la dictadura.

La “Mano Blanca” era en realidad “Escuadrón de la muerte” que se encargaba de


ejecutar asesinatos selectivos de sandinistas, opositores, sindicalistas y
dirigentes populares. Este organismo de asesinos profesionales estuvo jefeado,
al final de la tiranía, por Chéster Escobar y Byron Jerez Solís.
AMROCS era otro organismo integrado por “militares retirados”, de donde se
nutrían la “Mano Blanca” y otros organismos represivos de la tiranía somocista.
La Nicolasa Sevilla era una “defensora” violentísima de la dictadura y
especialmente de los Somoza Debayle y Somoza Portocarrero, para lo cual
recurría a su banda de criminales, la movía contra opositores, con la finalidad
de causar terror entre la población nicaragüense.

Este resumen sobre formas represivas y mortales de la dictadura fue extraído de


documentos del antiguo Ministerio del Interior, investigaciones personales, y
del libro Masacres Somocistas (Pablo E. Barreto P., periodista, investigador
histórico y de reportajes de los Diarios BARRICADA y El Nuevo Diario.

Abril, del 2008.

Pablo E. Barreto Pérez: periodista, fotógrafo, editor, investigador histórico,


fotógrafo, Cronista de la Capital, Orden Independencia Cultural Rubén Darío,
Hijo Dilecto de Managua, Orden Servidor de la Comunidad del Movimiento
Comunal Nicaragüense, Orden José Benito Escobar Pérez de la Central
Sandinista de Trabajadores (CST nacional) y Orden Juan Ramón Avilés de la
Alcaldía de Managua.
Residente en la Colonia del Periodista No. 97, frente al portón del parque, en
Managua..
Teléfonos: 88466187 y 22703077.

Me gusta:

Me gusta
Be the first to like this.
12 Respuestas a 12 mil “orejas” y “jueces de mesta” tenían
la G.N. y la O.S.N. somocista, en Nicaragua.

También podría gustarte