Las Mentiras Sobre La Lectura
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Gregorio Hernández-Zamora
Metropolitan Autonomous University
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All content following this page was uploaded by Gregorio Hernández-Zamora on 20 September 2023.
En México, sin embargo, sabemos poco todavía sobre las prácticas sociales de
la lectura y la escritura. De las investigaciones pioneras en nuestro país
destaca el trabajo de Judith Kalman (2002), quien estudió las prácticas de
lectura y escritura de mujeres etiquetadas como analfabetas en el pueblo de
Mixquic.
Antes de que se hagan las encuestas millonarias sobre los hábitos de lectura
quiero contrastar aquí las experiencias de vida y, por tanto, de lectura de dos
mujeres mexicanas: una ama de casa de Iztapalapa y una escritora
reconocida. Mi intención es mostrar, con ejemplos concretos, que no es posible
separar las prácticas de lectura de las circunstancias de vida de las personas.
Paty
Paty (37 años) vive en Iztapalapa, la delegación más poblada de la capital. Sus
lecturas se centran en las "historias trágicas" –así les llama– que encuentra en
periódicos, revistas y novelas comerciales, y que reflejan su propia vida. Sus
circunstancias no son excepcionales porque ejemplifican la situación de
millones de mexicanos.
Paty está casada, y pese a ello, se mantiene a sí misma y a sus tres hijos
haciendo el aseo en tres casas distintas. Terminó la secundaria, lo cual no le
garantiza mejores condiciones sociales y económicas. En entrevista, explica
por qué le gusta leer esas "historias trágicas":
G: ¿Revistas o periódicos?
P: ¡Ah! Contenido, pero eso namás los pedazos trágicos, y eso porque me
regalan un bonchesote...
P: Adonde trabajaba antes. [Paty explica que después de una faena doméstica
extenuante, también recibía la revista de espectáculos Ooorale!].
G: ¿Tienes hijos?
P: ...Trágicas. Pus sí, siempre cuentan una historia de esos casos dramáticos;
de ésos me gustan, porque cuando son de amor y viven felices y no tienen
broncas, no les creo, porque no es cierto. O sea, la vida no es color de rosa.
"La casa era minúscula. Tres piezas, un baño y un jardín con fuente de
azulejos... Afuera hay sol y gorjeos de pájaros. Adentro hay libros. Libros y
más libros. Ese olor a libro viejo, esa mezcla gozosa de maderas nobles y
humo dulce como incienso que invade todos los rincones. Los libros pueblan
las paredes y crean un halo de penumbras azulosas en la casa. Sus lomos son
oscuros y sus pastas duras. Sé que son lo más importante de la casa. Mi
madre dice que un día los libros nos van a sacar a la calle, que ya no vamos a
caber.
"Yo no sé leer. No sé qué hace mi madre todas las noches frente a un reguero
de libros abiertos sobre su escritorio, fumando como chimenea y enrollando y
desenrollando su chino sobre la frente que tanto trabajo le cuesta arreglarse en
las mañanas. Mi padre dice que no la molestemos, que está haciendo su tesis
y que eso se llama filosofía...
"En las comidas mi madre nos cuenta el cuento de Platón... En las noches,
María nos cuenta el cuento de Lupito, que era un niño muy bueno al que la
Virgen le regaló su retrato para que lo llevara pintado en el ayate... En las
mañanas del Rabat, mi abuelo lee en voz alta su libro enorme [escrito en
hebreo N. de la R.], que siempre es el mismo, y seguirá leyéndolo todo el día...
Otro mundo...
Revisando estas historias de lectura y aprendizaje tan diferentes me planteo
ciertas preguntas que difícilmente se escucharían en el medio educativo y
entre quienes aseguran que en México no se lee:
Para Paty y Krauze leer y vivir significan cosas distintas. Sus historias
demuestran que la formación de un lector no es sólo asunto de hábitos
individuales y contacto con libros, sino de todo un mundo de relaciones y
condiciones sociales y culturales dentro de las cuales leer es sólo una pequeña
parte.
Debemos entender primero por qué la gente lee lo que lee, con qué fines, bajo
qué circunstancias, y sólo entonces ofrecer oportunidades para ampliar sus
experiencias no sólo en la lectura, sino en el aprendizaje y en la vida.
Afirmar sin más que en México "no se lee", por el hecho de que la gente no
puede o no quiere leer lo que algunos quisieran, no es sino un acto de
profundo clasismo y etnocentrismo. Esto no significa una defensa de la lectura
de publicaciones comerciales, sino un llamado a entender –antes que juzgar y
descalificar– las circunstancias de vida de los sectores empobrecidos, de los
que se afirma que "no leen", y para los cuales se diseñan "soluciones" que
consisten en arrojarles libros y "fomentarles el hábito de la lectura" antes que
brindarles condiciones dignas de vida y verdaderas oportunidades de
educación.
Referencias bibliográficas
• Gee, J., Hull, G., Lankshear, C. (1996). The new work order: Behind the language of the new
capitalism. Boulder: Westview.
• Hernández Zamora, Gregorio (2002). Identity and literacy development: Life histories of
marginal adults in Mexico City. University of California, Berkeley.
• Kalman, Judith (1999). "Everyday paperwork: Literacy practices in the daily life of unschooled
and underschooled women in a semi urban community of Mexico city", in What unschooled
women know about literacy.
• Kalman, Judith (2002). Saber lo que es la letra. Vías de acceso a la cultura escrita para un
grupo de mujeres de Mixquic (en prensa).