Cronica Del Gueto de Varsovia
Cronica Del Gueto de Varsovia
Cronica Del Gueto de Varsovia
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Emanuel Ringelblum
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Título original: Kronika getta warszawskiego
Emanuel Ringelblum, 1940
Traducción: Katarzyna Olszewska & Sergio Trigán
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Introducción
Sólo muere lo individual. Pero el individuo, cuando forma parte de la totalidad, se convierte en ingrediente de un
todo inmortal. Puede transformarse, sí, pero no perecer. A muchos este pensamiento sencillo, que supo formular
con singular maestría el filósofo judío Franz Rosenzweig (1886-1929), les parecerá una obviedad. Conviene, sin
embargo, recordarlo en estos tiempos de biografías, memorias y dietarios centrados en la experiencia cotidiana del
yo, para que nadie se lleve a engaño: el diario de Emanuel Ringelblum, su crónica del gueto de Varsovia, posee
desde la primera página la vocación de universalidad de quien se sabe parte de la Humanidad y de la Historia en
un punto crítico para ambas.
Lo que importa en las páginas que siguen es el rostro ajeno (un poco en el sentido que otro Emanuel, Lévinas,
usa este término). No se trata de salvar el pellejo, sino de salvar la cara. La propia y la ajena. Por eso, a diferencia
de otros diarios que narran la experiencia de la Shoá[*], estas notas no constituyen un manual de supervivencia,
porque lo que estaba en juego aquí (la razón, la convivencia, la tolerancia, la justicia…) sólo se podía rescatar del
abismo en un continuo arriesgar la vida. Hasta el sacrificio y la muerte.
Cualquiera diría que la gran enseñanza de las tragedias humanas, sobre todo de las que en el siglo pasado
acarrearon los totalitarismos, consiste en aprender que la salvación es siempre individual. Pero Ringelblum, como
Lévinas, reniega todo el tiempo de esta premisa. No es la salvación sino la culpa lo que es individual. La solución
sólo puede ser colectiva, sólo es posible si incluye al otro. Porque si escurrimos el bulto ante la barbarie, antes o
después nos tocará a nosotros ser las víctimas (otro pensamiento sencillo). Quizá por eso, Ringelblum se esfuerza
por dejar constancia de las faltas de algunos judíos y de las buenas obras de algunos alemanes, de los otros. Estas
páginas nos invitan a mirar el rostro ajeno (aunque sea deforme) como si estuviéramos ante un espejo.
En cierto modo esta crónica del gueto de Varsovia se narra como en el juego de las cajas chinas o las muñecas
rusas; pero en este caso, en lugar de abrirse, las cajas se cierran una tras otra. Y cuanto más ocultos quedan el
sentido y la trama, con más lucidez se ve que todo lo que se nos cuenta conduce al mayor de los sinsentidos. A
menudo se tiende a presentar la «solución final[*]», el exterminio, como un hecho aislado; el gran salto al vacío
desde el precipicio de la barbarie nazi. Ringelblum nos muestra que fue la consecuencia de decisiones cotidianas,
adoptadas por tipos vulgares y corrientes. La tesis de Hannah Arendt sobre la «banalidad del mal», expuesta en su
magistral Eichmann en Jerusalén, encuentra en este libro el apoyo de la verdad de los hechos y de la verdad
esencial (la Grundwahre goetheana) que nos comunica el autor en sus propios juicios sobre la realidad del gueto y
del exterminio.
Ringelblum tuvo la gran virtud de hablar de sí mismo —y de su esposa y de su hijo— sin hacerlo nunca (o
casi nunca) directamente en su diario. Tampoco pudo elaborar sus notas, escritas al vuelapluma del condenado a
muerte y en condiciones infrahumanas. Nos legó, por tanto, a los demás la tarea de escribir sobre su vida y su
obra.
Un testigo excepcional
Emanuel Ringelblum nació el 21 de noviembre de 1900, en Buczacz, una pequeña población del oeste de Ucrania
(o del este de Polonia) que cambió siete veces de nacionalidad en el siglo XX. Casi toda su vida transcurrió en
Varsovia, una ciudad que los nazis arrasaron por completo y en la que vivían, antes de la Segunda Guerra
Mundial, más de 300 000 judíos (hoy sólo viven unos 15 000 en toda Polonia). En la Europa en la que el autor vio
la luz, ser judío o polaco significaba ser súbdito de tercera categoría, un paria sin patria; pero ser judío y polaco al
mismo tiempo era ya un estigma difícil de llevar, que a menudo significaba la tortura y la muerte y casi siempre el
desprecio y la discriminación.
Por si fuera poco, Emanuel Ringelblum quiso retar aún más a su suerte hasta forjar el carácter de un hombre
que se resiste a renunciar a su destino: judío y polaco, sionista y socialista, intelectual y hombre del pueblo. Y
siguió siendo todo lo que era a pesar de que los nazis habían sentenciado a muerte al pueblo judío y que él
representaba lo que ellos —los otros— odiaban sobre todas las cosas (un hombre culto, sensible y comprometido).
Una osadía que pagó con su vida frente a un pelotón alemán de fusilamiento el 7 de marzo de 1944.
La biografía de Ringelblum es, en muchos sentidos, la de un hombre hecho a sí mismo. Buczacz, la localidad
del este de Galitzia en la que nació, tenía apenas 15 000 habitantes, la mitad de ellos judíos. En esta ciudad —cuna
de otros destacados personajes de la cultura judía europea como el premio Nobel de Literatura S. Y. Agnon o el
hebraísta David Zvi Miller— realizó sus primeros estudios. Cuando cursaba el bachillerato, sus padres,
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comerciantes de clase media que habían gozado de una buena posición económica, se arruinaron definitivamente.
Ringelblum continuó estudiando, mientras trabajaba en todo tipo de empleos para ayudar a su familia. Al mismo
tiempo, el joven Emanuel, que ya pertenecía a la organización juvenil del sionismo socialista, dedicaba muchas
horas de su tiempo a las tareas del partido y a su propia educación política.
A los 19 años, Ringelblum se trasladó a Varsovia para continuar sus estudios. Polonia acababa de conquistar
de nuevo su independencia, después de casi 150 años de sometimiento repartida entre tres imperios (el alemán, el
ruso y el austríaco). Como la recién nacida república, también la universidad de la capital daba sus primeros pasos
con ilusión y energía. El joven estudiante judío de Historia se contagió muy pronto de este espíritu. Para ganarse
la vida impartía clases nocturnas en la Organización Educativa judía de Polonia. Su labor en la alfabetización y en
la instrucción de adultos le llevará, cuando es aún un estudiante, a la dirección de una de las principales escuelas
nocturnas de Varsovia y, posteriormente, a presidir el consejo pedagógico de cinco de estos centros educativos.
Además de su trabajo y de sus estudios, el joven Ringelblum desarrolló durante esos años una actividad social
y política frenética, que ya no abandonaría nunca. Desde 1920 a 1927 fue miembro del Comité Central de la
Federación de Jóvenes Sionistas Socialistas de Polonia y publicó numerosos artículos y pronunció multitud de
mítines y conferencias. En el frente universitario, lideró la lucha de los estudiantes judíos contra los cupos de
universitarios, que limitaban el número de estudiantes hebreos que podían formarse en las instituciones de
enseñanza superior en Polonia.
En 1927 se doctora en Historia por la universidad de la capital polaca con una tesis sobre la historia de los
judíos de Varsovia durante la Edad Media. Cinco años más tarde, se publica en polaco su monografía La historia
de los judíos de Varsovia desde la expulsión en 1527. Ringelblum publicó más de un centenar de artículos
académicos y se le consideraba, antes de que estallase la guerra, una de las jóvenes promesas de la nueva
generación de historiadores polacos.
Además de su labor como investigador, Ringelblum enseñó Historia en un instituto de bachillerato de Varsovia
entre 1927 y 1939, y desde 1933 trabajó a tiempo parcial en la organización humanitaria judío-estadounidense
American Joint Distribution Committee[*] (más conocida como Joint). Como delegado de esta asociación
filantrópica tendrá un papel muy importante en la atención de los judíos expulsados por Alemania en 1938, que
son alojados por el Gobierno polaco en el campo de refugiados de Zbąszyń.
También continuó su actividad política como miembro destacado del ala izquierdista del partido socialista
Poalei Sión. Precisamente, la guerra le sorprende en Ginebra, donde asiste como delegado de su partido al
XXI Congreso Sionista Mundial. A diferencia de otros dirigentes polacos y sionistas, Ringelblum decide quedarse
en Polonia. Su trabajo en Joint, ahora que el país está en guerra, es más necesario que nunca. Es en este momento
cuando comienza a escribir el diario que se reproduce en estas páginas.
Cuando la guerra comienza, Ringelblum había cumplido 38 años y estaba casado con una maestra de escuela,
que pertenecía a una familia de clase media de Varsovia. Vivían en un confortable piso de la calle de Leszno, en el
barrio judío, que será el escenario de más de una de las notas de esta crónica. La pareja tenía un hijo, Uri, que
tenía siete años al comienzo de la guerra. Los tres murieron asesinados en las ruinas de la capital polaca. Pocas
semanas antes el autor había entregado una parte de su archivo a un grupo de resistentes judíos para que lo
enterrasen.
Además de su labor como historiador y fundador del archivo de Oneg Shabat[*], Ringelblum se dedicó desde
la invasión alemana de Polonia hasta su muerte en 1944 a actividades de asistencia social a los más necesitados,
sobre todo a los intelectuales —a quienes los nazis habían condenado a morir, negándoles el trabajo— y a los
refugiados. También formó parte activa en la resistencia y, en especial, en la formación de una clase dirigente en
el gueto alternativa al poder del Consejo Judío.
Uno de los fundadores de la Organización Militar Judía (ŻOB)[*], el ejército clandestino judío que plantó cara
a los alemanes cuando éstos se disponían a desmantelar el gueto, Ringelblum fue también el promotor de
instituciones como los Comités de Vecinos o los comedores públicos. Historiador y profesor, siguió dando clases
en los seminarios clandestinos de organizaciones socialistas como Dror y Hashomer Hatzair.
Ringelblum se dio cuenta muy pronto de que las circunstancias de la guerra y la ocupación nazi exigían una labor
de documentación destinada, en el presente, a la sensibilización de la opinión pública internacional y, en el futuro,
a la reconstrucción histórica de los hechos. De vuelta a Varsovia desde Ginebra, mientras trabajaba con los
desplazados y damnificados por la guerra, observó que mucha gente sentía temor a guardar documentos u objetos
que pudieran comprometerles ante los ojos del invasor y que, por esta razón, se estaban perdiendo valiosas
pruebas y testimonios de los acontecimientos históricos. Por ese motivo, en octubre de 1939, al mismo tiempo que
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acometía la redacción de su propio relato de lo que ocurría, Ringelblum comenzó a recopilar documentación y
materiales de todo tipo sobre la vida de los judíos de Varsovia en esas difíciles horas.
Durante meses, Ringelblum trabajó en solitario en su archivo. Desde el principio había decidido que su labor
debía ser colectiva, pero le costaba encontrar a la gente adecuada: sus colaboradores debían poseer una buena
formación y estar dispuestos a mantener el secreto. Por fin, en mayo de 1940, logra hacer realidad su objetivo de
constituir una organización dedicada a registrar los hechos más relevantes de la vida de los judíos polacos durante
la ocupación. El grupo recibirá el nombre de Oneg Shabat (en hebreo, «los que festejan el Shabat»), porque sus
reuniones solían mantenerse en sábado, el día festivo en el gueto.
Ringelblum despliega en su archivo todos sus conocimientos como historiador social y económico. Junto con
sus colaboradores, se dedica a recoger testimonios y objetos para documentar las vejaciones y penalidades, la vida
cultural, política y económica en el gueto, las difíciles relaciones con la población no judía, la corrupción del
Consejo Judío y, finalmente, el exterminio. Resulta increíble la exactitud de los detalles que narra Ringelblum en
sus notas personales e, incluso, la buena información que poseía sobre el desarrollo de la guerra.
Además de un interés científico y testimonial, el archivo de Oneg Shabat hace esfuerzos por comunicar la
información de lo que está pasando al exterior. En este sentido, uno de los grandes logros de Ringelblum consiste
en haber informado al mundo —a través de un enlace en la resistencia polaca que logró comunicar con Londres—
la existencia del campo de exterminio de Chełmno, en el este de Polonia.
Sus notas personales, que es lo que se publica aquí con el título de Crónica del gueto de Varsovia, se
encontraron, junto con el resto de documentos y escritos del Archivo de Oneg Shabat, en el interior de unos
contenedores de metal, que Ringelblum había ordenado enterrar en dos puntos diferentes del gueto poco antes de
su muerte. La primera parte del archivo se halló al remover las ruinas de la calle de Nowolipki en septiembre de
1946 y la segunda se encontró en diciembre de 1950 en el otro extremo del barrio judío. Una tercera parte del
archivo, cuya existencia está debidamente documentada, nunca llegó a encontrarse.
Los diarios de Ringelblum y el resto del archivo se conservan desde la década de 1950 en el Instituto de
Historia Judía de Varsovia, que ha llevado a cabo la labor de fijar el texto definitivo de los diferentes materiales
encontrados y de publicarlos. En 1999 la UNESCO declaró el Archivo de Oneg Shabat «patrimonio documental
de la Humanidad».
La Crónica del gueto de Varsovia ocupa un lugar central en la historiografía de la Shoá. Como testimonio de
un historiador que persigue la objetividad, de un Flavio Josefo contemporáneo, el diario de Ringelblum figura
como fuente primaria en las principales bibliografías sobre el exterminio de los judíos europeos y se ha utilizado
ampliamente para fijar la veracidad histórica de numerosos hechos. Pero, tal y como asegura Artur Eisenbach,
investigador del Instituto de Historia Judía y editor de Ringelblum, el principal mérito de Crónica del gueto de
Varsovia no está en la exactitud de la narración, sino en el hecho de que incluso los errores nos informan de las
opiniones y falsas creencias que sobre lo que estaba ocurriendo tenía la elite de la sociedad judía de Varsovia. En
este sentido, este libro ha servido para responder algunas de las más controvertidas cuestiones de la investigación
sobre la Shoá; por ejemplo, qué información tenían los judíos y los aliados del exterminio y cuándo la obtuvieron.
La presente edición
Cuando se encontraron, las notas de Ringelblum formaban un todo caótico y fragmentario, compuesto por
anotaciones plagadas de iniciales, acrónimos, palabras clave y seudónimos. El texto estaba escrito principalmente
en yídish[*], aunque contenía partes redactadas en polaco, así como frases y expresiones en alemán
(Hochdeutsch), hebreo coloquial y ruso. Para evitar que fuese descifrado por los alemanes con facilidad, en todo
el texto, también en aquellas partes que no estaban escritas en yídish, se usaba el alfabeto hebreo. A veces, como
una precaución más, Ringelblum daba a sus anotaciones la apariencia formal de una carta enviada a algún familiar
o amigo.
Un equipo de cuatro investigadores del Instituto de Historia Judía —el ya citado Eisenbach, Tatiana
Berenstein, Ber Mark y Adam Rutkowski— se encargó de la tarea de ordenar, catalogar y fijar el texto de las
notas de Ringelblum con vistas a su publicación primero en yídish y después en polaco. Mientras acometían esta
tarea, y como adelanto, la revista Hojas de historia, editada en Varsovia, publicaba en 1948 una selección de
textos, que se completaría en 1952 con la edición de una antología de las notas de Ringelblum en un solo
volumen.
En 1961 el Instituto de Historia Judía publicó, al fin, el primer tomo (1939-1942) de los diarios de Ringelblum
en la editorial Idisz Buch de Varsovia. Pero tres años antes, el poeta y traductor estadounidense Jacob Sloan había
publicado, desoyendo la prohibición del Instituto, una traducción de parte de los textos que se contenían en las
antologías de 1948 y 1952.
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La traducción de Sloan, publicada por la prestigiosa editorial McGraw-Hill bajo el título de Notes from the
Warsaw Ghetto. The Journal of Emanuel Ringelblum, contiene muchos errores y ofrece innumerables lagunas
en episodios importantes. Un buen número de estos fallos procede de la interpretación de nombres propios y
palabras polacas como si fuesen vocablos en yídish. Además, en el texto de Sloan la mayoría de los nombres
geográficos están mal transcritos y resultan irreconocibles.
Sin embargo, errores aparte, la de Sloan es una magnífica edición. Posee una excelente introducción y tiene el
acierto de añadir unas notas introductorias antes de cada uno de los apartados en los que se divide el libro. Tanto
en la forma como el contenido, la presente edición castellana se ha servido del extraordinario trabajo divulgativo
realizado por Sloan.
Precisamente por sus aciertos y por la influencia de la lengua inglesa, la edición de Sloan ha terminado
sustituyendo al original. Así, por ejemplo, las traducciones al francés y al italiano son versiones de la de Sloan. Ha
sido una pequeña desgracia para los lectores en estas lenguas; sobre todo porque en 1983 dos de los investigadores
del Instituto de Historia Judía antes citados, Artur Eisenbach y Adam Rutkowski, publicaban en polaco la que
debe considerarse edición definitiva de las notas de Ringelblum.
La presente edición, la primera que se publica en castellano, está basada en esta última, aunque para elaborar
la traducción y el aparato crítico se han consultado la edición en yídish y en inglés. Aunque se trata de una
selección, el número de páginas es considerablemente superior al de las ediciones basadas en la versión inglesa y,
además, se incluyen anotaciones escritas por Ringelblum en el año 1939 y también en 1943, que no figuran en la
edición de Sloan. En total, se ofrecen más de tres cuartas partes del texto original.
Otras novedades son las notas a pie de página y el Glosario y Registro, concebidos y escritos para el público
español. Además, se ha respetado la grafía polaca de los nombres propios y se ha intentado expresar, en lo posible,
la riqueza lingüística de la prosa del autor. Siempre que se ha suprimido alguna frase o párrafo, se ha indicado con
puntos suspensivos entre corchetes […]. También se señalan entre corchetes las palabras que se han añadido para
ayudar a la comprensión e interpretación del texto. A menudo, y para facilitar la lectura, lo que se añade entre
corchetes es la traducción de vocablos y expresiones en otras lenguas (hebreo, alemán, francés…), que también
abundan en el texto. Los términos seguidos de un asterisco remiten al Glosario y Registro para su explicación.
En la medida de lo posible, se ha querido conservar el estilo sobrio y, a menudo, telegráfico del autor.
Teniendo en cuenta las condiciones en las que este libro fue escrito hubiese sido una frivolidad proceder de otra
manera. El propio Ringelblum pensaba que, tratándose de la descripción de unos hechos tan tremendos, los
adornos literarios y los excesos retóricos hubiesen afeado el texto más que embellecerlo.
Sin embargo, a pesar de todas las limitaciones, el estilo del autor es brillante y preciso, y sus análisis
profundos y penetrantes. Tampoco falta el sentido del humor, tan importante en la cultura judía, con chistes que
valen por mil imágenes. Ni expresiones tan clarividentes como ese los otros, que el autor usa para referirse a los
alemanes, o ese el otro lado, que alude a lo que hay más allá de los muros del gueto. No es éste el lugar ni el
momento para reflexionar sobre la honda intuición que los términos que emplea el autor contienen, pero son, sin
duda, auténticas cargas de profundidad.
Ringelblum no puso título a su diario ni dejó indicaciones al respecto. En esta versión se ha conservado el
nombre que el Instituto de Historia Judía dio a sus dos ediciones: Crónica del gueto de Varsovia. Pues, en
definitiva, es eso: el diario de una ciudad que agoniza en el interior de otra ciudad, Varsovia, no menos prisionera.
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1 La invasión de Polonia
Al clarear el alba del 1 de septiembre de 1939, el Ejército alemán invade Polonia por tierra, mar y aire. Las tropas
polacas, mal adiestradas y peor equipadas para la guerra moderna, apenas pueden detener la ofensiva. En los dos
primeros días de la contienda, los alemanes han destruido ya la mayoría de los aeródromos y la totalidad de la
fuerza aérea polaca. Una semana más tarde, la Wehrmacht se encuentra en los arrabales de Varsovia; la ciudad, en
la que meses más tarde se alzarán los muros del gueto sobre el que trata esta crónica, resistirá, a pesar de todo,
veinte días más el acoso de unas tropas perfectamente pertrechadas para el combate.
Pero la ofensiva alemana no es la única que tiene que soportar Polonia. El 17 de septiembre tropas del Ejército
Rojo cruzan la frontera soviético-polaca para apoderarse de su parte del botín. Así lo habían decidido unos días
antes, en Moscú, los ministros de Asuntos Exteriores del Reich y de la Unión Soviética, Joachim von Ribbentrop
y Vyacheslav Molotov, respectivamente. El ataque coge por sorpresa a las autoridades militares polacas: apenas se
ofrece resistencia al avance de las tropas soviéticas. El Pacto de No Agresión firmado entre las dos dictaduras
supuestamente antagónicas incluía una cláusula secreta en virtud de la cual ambos países se repartirían Polonia
hasta borrarla del mapa.
Y así fue. El 27 de septiembre de 1939 el comandante militar de Varsovia capitula. Con el centro
administrativo del país en manos enemigas y el Gobierno evacuado a Rumania, un nutrido grupo del Ejército
polaco resiste unos días más. Pero todo es inútil: el 8 de octubre se rinden las últimas unidades. Polonia ha dejado
de existir. Los territorios conquistados por el Ejército Rojo quedan anexionados sin más a las Repúblicas
Soviéticas con las que anteriormente hacían frontera. Por su parte, se incorporan al Reich extensos territorios
polacos.
Quedaba, sin embargo, una parte de la Polonia central, incluyendo Varsovia, conquistada por la Wehrmacht
que las dos potencias invasoras aún no se habían repartido. Un día después de la capitulación de Varsovia, la
Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin firman un Tratado de Amistad y, en virtud de este acuerdo,
queda en manos de Berlín la decisión final sobre el resto no anexionado de Polonia. En este territorio se terminaría
constituyendo el llamado Gobierno General, una especie de tierra de nadie bajo administración alemana.
La invasión de Polonia fue el primer ejemplo de Blitzkrieg, de guerra relámpago. Pero la rapidez de la
campaña militar no disminuyó la violencia de los combates. Las cifras de la contienda son elocuentes: 700 000
soldados polacos capturados, entre 70 000 y 100 000 muertos, 133 000 heridos. Las bajas alemanas no superan las
11 000, con 30 000 heridos y cerca de 3500 desaparecidos. Entre los fallecidos, heridos y prisioneros polacos se
encuentran miles de ciudadanos judíos, que han luchado codo con codo con sus compatriotas de otras confesiones
religiosas y nacionalidades. En Varsovia, los judíos crearon un Comité de Ayuda a la Defensa, que contribuyó al
esfuerzo militar polaco durante el asedio de tres semanas al que fue sometida la ciudad.
Polonia se había enfrentado a un enemigo muy superior sin la ayuda de sus aliados, Francia y el Reino Unido,
que se limitaron a declarar la guerra a Alemania dos días después del comienzo de la invasión. Esta declaración de
guerra, que no fue retirada a pesar de las ofertas de paz de Alemania, dio paso, tras la ocupación y reparto de
Polonia, a lo que se conoce como «falsa guerra» (drôle de guerre o phony war) que se caracteriza por la carencia
absoluta de hostilidades entre Alemania y los aliados. Este periodo de tensión sin enfrentamiento bélico finalizó
en mayo de 1940, con la invasión de Francia.
Mientras los alemanes invaden su país, Emanuel Ringelblum, como muchos otros destacados dirigentes judíos
de Polonia, se encuentra en Ginebra, participando en los trabajos y deliberaciones del XXI Congreso Sionista
Mundial. Ringelblum milita desde su juventud en la facción izquierdista de Poalei Sión[*], un partido fundado en
Rusia bajo la inspiración del sionista-marxista Ber Borochov (1881-1917), que apoyó la Revolución bolchevique.
El partido de Ringelblum es una de las fuerzas de izquierda que lideran en estos momentos el movimiento
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sionista. Se trata de una situación nueva creada sólo dos años antes, en el Congreso de Lucerna, cuando los
partidos socialistas habían conseguido arrebatar al centrista Sionismo General tanto la Agencia Judía como el
Congreso Sionista Mundial. Una hegemonía a la que también había contribuido la decisión de los revisionistas de
Vladimir Jabotinsky[*] de retirarse de las instituciones sionistas.
En Polonia, sin embargo, uno de los pocos países del mundo donde los judíos votan a sus propias
organizaciones políticas, la correlación de fuerzas es muy distinta a la del Congreso Mundial. Por un lado, en el
medio rural, el electorado se divide entre los partidos religiosos —con Agudá Israel[*] a la cabeza— y las
diferentes organizaciones sionistas, con un predominio claro del Sionismo General. En las ciudades, el voto judío
se reparte entre el Bund[*] (Unión General de Trabajadores Judíos), un partido socialista de tendencia
asimilacionista y antisionista, y el sionismo. El Bund había conseguido sus mayores logros en Varsovia, ciudad en
la que se habían colocado como primera fuerza en el Ayuntamiento y en la Kehila[*] (Comunidad Judía). Por
cierto que Poalei Sión-Izquierda era un partido muy minoritario en la capital polaca.
Entre los asuntos que se habían debatido en el Congreso de Ginebra durante los últimos días de agosto de
1939, se encontraba uno de vital importancia en los trágicos tiempos venideros. Se trata de la cuestión de los
refugiados y de la emigración a Palestina. Como ya les había pasado a los republicanos españoles, nadie quiere
ahora dar cobijo a los judíos europeos.
En efecto, desde el último Congreso, las cosas se les habían puesto aún más difíciles a los judíos europeos, y
no sólo en Alemania. El Reino Unido ha decidido retirar el Plan para la Partición de Palestina que había propuesto
la Comisión Peel[*] (presidida por sir Robert Peel y encargada de buscar una solución al conflicto en Oriente
Próximo tras el levantamiento árabe de 1936) y que suponía una esperanza de evacuación de la comunidad judía
amenazada por el nazismo. Una conferencia celebrada en Londres en los meses de febrero y marzo de 1939
intenta sin éxito que árabes y judíos reconcilien sus posturas y alcancen un acuerdo. En mayo de ese mismo año,
el Gobierno británico publica un Libro Blanco en el que se propone la creación durante el siguiente decenio de un
Estado unitario en Palestina para judíos y árabes, en el que estos últimos gozarían de hegemonía. Al mismo
tiempo, en el plazo de los cinco años siguientes sólo se permitiría la entrada de 75 000 emigrantes judíos en
Palestina.
La razón de esta vuelta atrás británica tiene que ver, sobre todo, con la necesidad del petróleo de los árabes,
que se oponen a la partición y mantienen estrechos vínculos con los nazis. El primer ministro británico, Neville
Chamberlain, resume la situación a la perfección cuando afirma en una reunión de su Gabinete en abril de 1939:
«Si tenemos que ofender a alguna de las partes ofendamos a los judíos y no a los árabes[1]».
El Congreso condena con fuerza la decisión del Reino Unido. Pero una vez que estalla la guerra, todas las
miradas se concentran en Polonia, un país que, como todos saben, no podrá aguantar mucho tiempo sin la ayuda
de sus aliados occidentales. La reacción de la mayoría de los líderes sionistas polacos es emprender el viaje de
regreso a la patria amenazada. Pero a diferencia de casi todos ellos, Ringelblum regresará para quedarse y ser
testigo del exterminio que los nazis han planeado para su pueblo.
La extensión del conflicto al resto de Europa es tan inminente que el presidente, Chaim Weizmann, y demás
miembros del Consejo Sionista Mundial autorizan la creación del Consejo Sionista Americano de Emergencia en
Estados Unidos. Comienza una intensa actividad diplomática con el fin de concienciar a la opinión pública
norteamericana del horror de los fines genocidas que persigue el nacionalsocialismo, que tendrá un peso decisivo
en el fin de la neutralidad estadounidense.
Las accidentadas circunstancias de su viaje de regreso a Polonia, con la frontera alemana cerrada, harán que
Ringelblum vuelva a Ginebra para asistir a tiempo al discurso final de Weizmann. El dramatismo de las palabras
del máximo dirigente sionista presagian el nada halagüeño futuro que aguarda a los judíos europeos. «Sólo rezo
por esto: que nos volvamos a encontrar de nuevo», son las últimas palabras de un discurso que, por desgracia,
resultará profético.
Los alemanes que entran en Varsovia van a encontrar 360 000 judíos viviendo en la ciudad, un número muy
superior al de los hebreos que en ese momento se encuentran en Palestina. La capital de Polonia es la mayor
ciudad judía de la época después de Nueva York. Aunque nadie hubiese podido predecir la magnitud del
genocidio posterior, la población tenía suficientes elementos de juicio para temer por el futuro.
Desde el año 1933, en el que Adolf Hitler llega al poder en Alemania, los judíos habían sido objeto de
persecuciones y de vejaciones físicas y morales, así como desposeídos de los más elementales derechos cívicos.
La violencia antisemita había ido creciendo en Alemania hasta alcanzar un punto de no retorno la noche del 9 al
10 de noviembre de 1938, durante la llamada Kristallnacht[*]. Más de un centenar de judíos muertos, treinta mil
capturados y enviados a los campos de concentración, centenares de sinagogas destruidas y más de 7500
comercios saqueados fue el balance de una violencia orquestada por el Partido Nacionalsocialista, pero ejecutada
por la población civil.
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Además, en 1935 se habían promulgado las conocidas como Leyes de Núremberg. Sus dos medidas, la Ley de
ciudadanía del Reich y las Leyes para la protección de la sangre y del honor alemán (Blutschutzgesetz), privaban a
los judíos de la nacionalidad alemana y prohibían el matrimonio y las relaciones sexuales entre judíos y alemanes.
Ambas se pusieron en vigor con carácter inmediato en el tercio de Polonia incorporado a Alemania. En la región
bajo administración militar la violencia contra los judíos y otros grupos considerados «indeseables» se aplicaba
sin cortapisas legales de ningún tipo.
Pero el terror desencadenado en Polonia desde los primeros días de la invasión eclipsó la violencia y las
medidas discriminatorias que se habían aplicado en el Reich desde el ascenso al poder de Hitler. El 10 de
noviembre de 1939, en el aniversario de la Kristallnacht, policías y soldados alemanes queman las cuatro
sinagogas de Łódź a modo de celebración. Ringelblum nos relata en sus notas la sucesión de decretos especiales
dirigidos contra la comunidad judía. Los judíos deben llevar un brazalete de diez centímetros de ancho con la
estrella de David. Se expropian las fábricas y negocios judíos, se congelan los depósitos bancarios y se impide a
muchos profesionales el libre ejercicio de sus oficios. Como en otras ciudades con fuerte presencia hebrea, el
barrio judío de Varsovia se considera un área en cuarentena, en la que son confinados los refugiados —cristianos y
judíos— que proceden de los territorios polacos incorporados al Reich.
De hecho, en noviembre de 1939 los alemanes habían planeado ya el establecimiento del gueto en el barrio
judío de Varsovia. En aquella ocasión, la comunidad judía consiguió impedir que el proyecto se hiciera realidad
pagando una fuerte suma de dinero.
En estas primeras notas abundan los testimonios de las brutalidades y vejaciones cometidas por las fuerzas de
ocupación contra los judíos y también contra el resto de los polacos. Aunque muchos de estos incidentes tenían
todavía carácter aislado, no puede olvidarse que los soldados alemanes llevaban en sus mochilas de campaña los
ideales racistas del odio etnocida. Por otra parte, muchas de estas acciones contra la población civil las realizaban
efectivos de los destacamentos de la Policía de Seguridad (los Einsatzgruppen de la SS). Estas unidades son
responsables, por ejemplo, de la eliminación en los días siguientes a la invasión de la nobleza, el clero y la
intelectualidad polacas, un plan que costó la vida a 60 000 personas. Su acción estaba perfectamente planificada
desde Berlín.
Con el Gobierno en el exilio y el exterminio de la elite intelectual, religiosa y política, la población polaca
tardará aún meses en vertebrar una resistencia organizada contra el invasor. Otro tanto ocurre con la población
judía. Además, los nazis harán todo lo posible, como Ringelblum refleja en sus notas, para que cunda la
desconfianza entre judíos y cristianos.
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Agresión[6] llegó a su punto culminante. Conversación con alguien que se dedica a
vender política, no a hacerla (un vendedor de periódicos). En Zúrich [todo el mundo
piensa que] Polonia será aplastada. He hablado mucho con los suizos sobre cuál será
el comportamiento de Polonia. ¿Se rendirá? Sienten gran simpatía por Polonia, pero
al mismo tiempo hacen reproches a la política de Beck[7]. Los suizos aparentan estar
tranquilos, pero a decir verdad también sienten inquietud por su destino. El país
dispone de poderosas fortificaciones militares en las montañas. Todos los suizos
guardan armamento en sus casas y cada domingo reciben instrucción militar. Cientos
de miles de jóvenes y adultos entrenados militarmente. Varios miles de jóvenes
asisten cada domingo al espectáculo Guillermo Tell, que se representa al aire libre, en
Interlaken. Tiene para ellos un gran significado. Las frases contra el absolutismo y la
dominación extranjera [que se pronuncian en la obra] reciben un sonoro aplauso.
Cada palabra, cada gesto de este espectáculo está impregnado de actualidad. La
tendencia a subrayar la singularidad de Suiza, su peculiaridad; algo que se podía
apreciar con claridad en la Exposición Nacional de Zúrich. Fue un gran
acontecimiento, dominado por la cuestión de la defensa del país, al que se dedicó una
buena parte de la Exposición. (No hay secreto militar; la prensa informa sobre las
maniobras y se publican avisos con los lugares en los que cada grupo debe
presentarse.) […] Por todas partes hay lemas patrióticos, consignas: la singularidad
[nacional de Suiza], la actitud frente a Alemania. Hablé con gente sobre la posibilidad
de un ataque desde dentro [llevado a cabo por los partidarios de Alemania]. La fuerza
de sus protestas disminuyó mucho. Se van a quedar sin representantes en el
Ayuntamiento de Zúrich[8]. Yo mismo no he visto que los otros[*] tengan influencia
en este país. Poseen sólo un diario. Durante el Congreso cuatro o cinco jóvenes
intentaron provocar un incidente.
Las dificultades del regreso. La delegación de Palestina no pudo viajar en barcos
italianos. A la nuestra no le resultó posible volver por el mismo camino [por el que
vino]. Nuestra epopeya.
En la estación fronteriza. Nos internaron y nos encerraron; muchos nervios y
excitación generalizada. No reconocieron el visado colectivo que llevábamos. […]
De nuevo, regresamos a Ginebra. El discurso de Weizmann[9] en el Congreso estuvo
lleno de espanto y de temor […], también por el destino de los judíos polacos en caso
de guerra. Komarnicki[10] envió un telegrama a Roma y el embajador [italiano] en
Berna nos concedió un visado. Hicimos todo el viaje a través de Italia acompañados
de una escolta. Engancharon nuestro vagón a diferentes trenes. Llegamos a
Yugoslavia: una cordialidad sorprendente. En Zagreb nos esperaba una bienvenida
entusiasta. De ahí viajamos a Hungría[11]. En la frontera asistimos a los primeros
movimientos de tropas. Viajamos a Varsovia en un coche cama, tardamos treinta
horas. Sonó una alarma, pensamos que se trataba de un simulacro. Se oyó una
detonación terrible. En la estación, se agolpa una gran muchedumbre. La gente se
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agarra como puede a los vagones y viaja encima de ellos. Algunos intentaron entrar
en nuestro vagón. Muestras de antisemitismo en nuestro país, aunque nuestra decisión
de regresar a Polonia estuvo motivada por un deber cívico. […]
En la radio polaca sólo se oyen mensajes de alarma. Son tantas las alarmas que no
pueden avisar de todas. Los refugios [antiaéreos] se han convertido en tumbas donde
la gente queda sepultada en vida. La gente hace caso omiso de las alarmas y camina
por la calle a pesar del peligro. Hay una auténtica psicosis: todo el mundo cree ver
saboteadores, incluso disfrazados de deshollinadores[12]. Según informó la radio, los
saboteadores llegan en paracaídas. […] Los soldados judíos han conseguido el
reconocimiento de sus superiores polacos.
Estamos pasando mucha hambre. Durante tres semanas era imposible encontrar
pan. Sólo se podía conseguir arroz. Los precios de las patatas están por las nubes. El
comisario de Varsovia[13] se pelea con las autoridades militares; y mientras tanto el
fuego acaba con los depósitos de alimentos y la población se muere de hambre. La
gente se muda de los pisos de arriba a los de más abajo [por los bombardeos]. El
equipo de desinfección también se encarga de recoger los cadáveres. Los cuerpos sin
vida se llevan en carretillas, sin preocuparse si las manos y piernas quedan colgando
durante el trayecto. Sólo en un edificio murieron doscientas personas de una vez.
Gritos desgarradores y lamentaciones de la gente enterrada en los refugios, por
ejemplo en la calle de Orla. Gente sepultada en vida. He visto el cadáver de un niño:
se había acurrucado en la intemperie, a escaso metros de un puente, «para protegerse»
durante la alarma antiaérea. Mucha gente llega del otro frente[14].
Septiembre de 1939
La guerra ennoblece y hace mejores a algunas personas, mientras que a otras las
convierte en crueles y malvadas. La población dio muestras de un gran sacrificio. La
gente organizó Comités de Vecinos. En aquellos días terribles la carestía era total, las
tiendas estaban cerradas, no había pan. Se organizaron comedores públicos que daban
alimento a miles, decenas de miles de refugiados. […] En realidad, sólo en Varsovia
había más de cien comedores: repartían té, arroz… En los Centros de Acogida a los
Refugiados había numerosos cristianos[15]. […] Tumbas en los patios, por ejemplo en
el de la Biblioteca de la Sinagoga[16]. Resulta difícil entrar en algunos refugios
antiaéreos. Todo el mundo sueña con una vivienda en la planta baja y con un buen
refugio. En Varsovia por aquel entonces sólo algunas disponían de refugios. Una
escena de horror tras la caída de una bomba en una casa en el número 18 de la calle
de Leszno; los cristianos rezan todos juntos en el patio. El acercamiento de cristianos
y judíos en casas mixtas: surgen relaciones amistosas a raíz de los acontecimientos.
Los vecinos de una casa forman una familia, incluso alguien tuvo la idea, que al final
no se realizó, de crear comedores conjuntos. Críticas y decepción respecto al anterior
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Gobierno de Polonia.
15 de diciembre de 1939
Querido padre:
Te informo de lo siguiente. En Płock a los sastres y zapateros judíos les quitaron los
talleres y las máquinas. Los artesanos trabajan clandestinamente. Los rollos de la
Torá[*] y el Talmud[*] los tiene escondidos un conocido profesor de alemán, en algún
lugar del barrio alemán. Tu cuñado recibió la carta que le comunicaba la adjudicación
de un comisario para su mercería. El comisario, un polaco, tiene el derecho de
hacerse cargo de la tienda y de administrarla en nombre del Ayuntamiento, previo
pago de una indemnización al dueño. También está autorizado a confiscar la casa del
judío y a trasladarle a vivir en una barraca fuera de la ciudad. Hay noticias tristes de
Łódź. Arrestaron allí a todos los abogados, médicos y profesores judíos. Encarcelaron
a Kac[enelson][17], a su mujer y a sus tres hijos. Arrestaron a las mujeres e hijos de
quienes se dedicaban a la acción social. Por decreto, 1500 judíos deben abandonar
cada día la ciudad de Łódź de forma voluntaria, de lo contrario los otros se
encargarán de organizar el éxodo. El precio de los billetes de autobús subió de 20 a
200 złotys. Durante tres días se prohibió a los judíos viajar en tren. Nos han llegado
noticias sobre el supuesto asesinato de un soldado alemán a manos de un polaco.
Echaron a todos los vecinos, polacos y judíos, de la calle de Górna. El orfanato (600
niños) se encuentra en una situación lamentable, desde el 1 de noviembre el
Ayuntamiento no les da dinero. Desde el inicio de la guerra han muerto cien niños.
Las ventanas no tienen cristales, y los niños se congelan las manos y las piernas.
Rumores de que el lunes empezará a trabajar la Misión Soviética para
Desplazamientos y que cientos de miles de judíos se harán pasar por ucranianos.
Encontré a un campesino de los alrededores de Ostrów. De vez en cuando los otros
visitan su granja y se llevan un cerdo; exigen que se les entreguen los huevos, la
mantequilla, etcétera. Los campesinos saquean en la frontera, especialmente en
Sokołów [Podlaski], Węgrów.
16 de diciembre
ebookelo.com - Página 16
escurrido el bulto. En Szymanów, al lado de Varsovia (cerca de Niepokalanów), se
encuentran al parecer 2000 judíos refugiados en un monasterio. No conozco los
detalles.
Nota de la ADC (Asociación de Defensa contra las Cacerías). «Sind Sie Jude?»,
pregunta un policía. «¿Qué quiere que sea, turco?». «Ach, so, Türcke! Dann,
entschuldigen Sie!»[19].
En los Centros de Salud un comunicado advierte a las prostitutas judías de que si
mantienen relaciones con los policías serán acusadas de cometer un acto de sabotaje.
En los Centros [de Salud] ya no atienden a las prostitutas judías. En el Correo Central
un aviso en polaco y alemán prohíbe el paso a los judíos. Fuera del edificio hay
cristianos que por unos céntimos están dispuestos a entrar en lugar de los judíos. Un
dato interesante: en los anuncios de prensa los arios se ofrecen para administrar
tiendas judías. Unos conocidos cristianos transportan las pertenencias de judíos a
Łódź. Circula el rumor de que por 12 millones de złotys los otros están dispuestos a
cancelar las deportaciones en Łódź.
En Varsovia, en la casa de rezos de la calle de Twarda, desnudaron a unos judíos
y les ordenaron correr sin ropa a pesar del frío.
Terribles condiciones de vida de los refugiados del número cinco de la calle de
Rynkowa: allí no se puede ni respirar. Estrechez, suciedad. Hoy he visitado los
Centros de Acogida a los Refugiados que se han instalado en las casas de rezos de las
calles de Grzybowa y Graniczna. Van allí a rezar y traen la suciedad. Un aficionado a
la filatelia envió una postal y en el reverso del sello [colocó] un pequeño apunte sobre
los asesinados. Vi un cuadro de luto con velas encendidas; imaginación no falta. […]
18 de diciembre de 1939
Querido padre:
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supone que los judíos no podrán ejercer la abogacía. El Berliner Illustrierte Zeitung
[el Periódico Ilustrado de Berlín] publicó una fotografía en la que se veía a unos
judíos señalando el lugar donde ocultaban armamento[21]. En Łódź los judíos pueden
protegerse contra los saqueos si hablan en ruso[22]. En Varsovia los niños no pueden
acudir al comedor público porque les falta ropa de abrigo. La emigración disminuyó
un poco por varias razones. La juventud viajaba con el pretexto de ampliar estudios
en universidades extranjeras; así, se desplazaban a Rumania y de allí a Palestina.
Nadie paga el alquiler. Los vecinos crean unos comités que recogen el dinero
necesario para costear el agua y la contribución urbana. [Un inquilino] increpa a su
casero: «¿De verdad espera usted que le pague el alquiler?». Los anteriores dueños de
casas admiten como administradores a los arios (Klajn, en la calle Dzielna 15). […]
Las bibliotecas sacan afuera cuadernos, lápices, para pasar por librerías. En la
biblioteca de Bachul ya hay un índice de libros prohibidos: están los hermanos Mann
y los Zweig, Sobre la pista de Smetek [de Wańkowicz][23], Jalu Kurek, [André]
Malraux. Los cocheros que transportaron los libros de la sinagoga vendieron algunos
por nada. Guardaron el resto de los libros en un sótano seco. En Dobrzyń, [los otros]
reventaban los edredones y buscaban dinero. El lunes, en Łódź, [los cristianos]
estaban soliviantados por efecto de los sermones del domingo. Allí se prohibió [a los
judíos] entrar en las oficinas. Un periódico del Gobierno General[24] publicó el 17 de
diciembre un decreto por el cual se prohibía a los judíos hablar por teléfono[25]. En la
ciudad de Chełmno obligaron a 1500 personas a dirigirse a la frontera soviética, a 18
de ellos los fusilaron. Entre los que murieron se encontraban el doctor Aks, los
hermanos Margulies. Les devolvieron de aquella parte porque querían impedir que se
crease un precedente para el futuro. Ha llegado la comisión de traslado, que preside
Zwilling, a su padre lo mataron la semana pasada. La situación ha mejorado. El
profesor Rajchman recibió supuestamente la noticia de que no podía sacar los 100
marcos o dólares que le había enviado su hermano, ya que era judío. Dicen que a raíz
de los robos cometidos por prostitutas fusilaron en Minsk a 50 personas.
Gran pérdida para la cultura. Han desaparecido los Pinkas[*] de las ciudades. En
Łaskarzewo mataron a veintitantas personas. En las tiendas judías están obligados a
venderles las mercancías a los otros a precios de antes de la guerra y, además, con un
descuento del 25 por ciento. En Mielec, en la víspera de Ros Hasaná[*] entraron en
una carnicería, mataron a los dueños y golpearon y violaron a las mujeres, después
quemaron la tienda.
22 de diciembre de 1939
Querido abuelo:
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Te informo de lo siguiente. Llegó la noticia de que en el distrito de Poznań
concentraron a todos los judíos de los alrededores de la ciudad. En el campo había
más de 350 judíos, los tuvieron allí durante ocho semanas y después se los llevaron
[…], en un tren de mercancías desde Poznań hasta Ostrów Lubelski […], los más
débiles y enfermos no soportaron las fatigas.
En Lublin, los otros exigieron [a un grupo de judíos] que les cantaran Lomir sich
iberbeten, pero los judíos cantaron Lomir say iberleben[26]. En Varsovia, se ha
observado un fenómeno interesante relacionado con los letreros y rótulos de las
puertas[27]. […] En Piotrków devastaron un viejo cementerio judío para hacer más
recta una carretera. Circulan rumores de que van a disolver los batallones de trabajo
del Consejo Judío. El Consejo entregará sus fondos al Ayuntamiento, que los dedicará
a crear empleo para los cristianos sin trabajo. […] En Łódź a los judíos ya no se les
permite sacar sus objetos de las casas de empeños.
Se ha publicado un decreto sobre la confiscación de todo tipo de objetos de arte
pertenecientes tanto a las instituciones como a las personas privadas. La fábrica de
chocolates Wedel ya no vende mercancías a los judíos. Un alto funcionario alemán
vio cómo un policía le quitaba unos caramelos a un niño y se los tiraba al suelo; [el
funcionario] dio 20 złotys al niño y dijo que los sufrimientos de los judíos iban a
terminar pronto. En Łódź dieron una paliza tan grande a un chico en su trabajo que
éste se volvió loco.
[…] El profesor Kotarbiński[28] está intentando conseguir alumnos. A unas judías
bautizadas, mujeres de dignatarios, nadie las ayuda. Señales de simpatía por parte de
los polacos. Apuntamos los apellidos de aquellos que señalan tiendas y casas judías.
Algunos dicen: ¿Para qué lleváis brazaletes? ¡Quitáoslos!
La gente no se calla, cuando vienen a saquear se sale por la puerta trasera y se
llama a la Policía, se abre la ventana y se empieza a gritar, a llorar y a lamentarse: de
esta forma consiguieron que dejasen las cajas con el botín y que huyesen corriendo.
[…]
Resulta imposible llevar a cabo cualquier actividad cultural. Huida de dirigentes y
militantes. Las instituciones se quedaron sin sus jefes. Algunos volvieron de aquella
parte. En Piotrków exigieron que las actas de las sesiones del Consejo Judío se
tomaran en tres idiomas: alemán, polaco y yídish. En Varsovia [?] al principio exigían
actas en hebreo pero cuando se les explicó que el yídish era una lengua coloquial lo
aceptaron.
No se burlan del idioma yídish, al contrario, a menudo se sirven de judíos como
intérpretes. La introducción de las cartillas de racionamiento para pan, así como el
traslado de su venta a las pocas tiendas judías existentes en nuestro barrio, disminuye
las posibilidades de ganancias de los judíos. Otro tanto sucede con la venta de carbón;
ya no queda ni un mayorista judío. Entre los minoristas, muy pocos, y así
sucesivamente. También han reducido considerablemente el número de restaurantes
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judíos, especialmente en los barrios polacos. […]
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2 El basurero del Reich
El juicio del Führer sobre los polacos es «aniquilatorio». Más animales que
humanos… La suciedad de los polacos es inconcebible.
A comienzos de 1940 empiezan a percibirse los primeros efectos de las decisiones adoptadas por los nazis tras la
ocupación. Para evitar las protestas de algunos oficiales ante el rumbo etnocida que la invasión y posterior
ocupación de Polonia había adquirido, el 26 de octubre de 1939, Hitler había dado por concluida la administración
militar en el país recién conquistado y había firmado una serie de decretos que perfilaban la situación de este
nuevo territorio bajo el yugo alemán. Se creaban dos nuevas Gaue o provincias del Reich: Prusia Occidental-
Danzig (que incluía la ciudad libre de Danzig-Gdańsk y el corredor de acceso a la metrópoli hanseática) y la
Reichsgau o provincia de Posen (rebautizada posteriormente «Reichsgau Wartheland»). También se incorporaban
territorios polacos a las provincias ya existentes de Prusia Oriental y Silesia. Con el resto, un tercio
aproximadamente del territorio, se iba a crear el llamado Gobierno General (Generalgouvemement) bajo la
administración de Hans Frank, antiguo jefe de asuntos legales del Partido Nacionalsocialista. Este territorio «no
incorporado al Reich» entre los ríos Vístula y Bug debía servir, según acordaron soviéticos y alemanes, de franja
de interposición entre ambas potencias.
El nuevo mapa administrativo de la Polonia ocupada por los alemanes se acompañaba, como era habitual, de
una cosmovisión racial y política, orquestada hasta el milímetro por el responsable de Seguridad y recién
designado comisario del Reich para el Fortalecimiento de la Alemanidad Étnica, Heinrich Himmler. De acuerdo
con estos planes, los polacos, una vez exterminada su clase dirigente e intelectual (una labor que llevaron a cabo
los ocupantes en apenas semanas), debían servir de mano de obra esclava en Alemania. Sólo una minoría,
especialmente dotada racial o ideológicamente, podría ser arianizada. En las regiones incorporadas al Reich, los
polacos no considerados aptos para el trabajo o para ser convertidos en seres racialmente puros debían compartir
el destino de los judíos: la deportación al Gobierno General.
Para administrar los asuntos de la comunidad judía las autoridades nazis fuerzan la constitución de Consejos
Judíos (Judenräte), que añadían a las funciones de las autoridades comunales judías de preguerra (las Kehilot)
muchas competencias de los gobiernos local y central. El 4 de octubre de 1939 la Gestapo[*] encarga al ingeniero
Adam Czerniaków, hasta entonces presidente de la Asociación de Profesionales Judíos, la creación del Judenrat de
Varsovia. Aunque las órdenes importantes procederán siempre de las autoridades de ocupación, el nuevo Consejo
tendrá, en apariencia, las funciones de un Gobierno en miniatura. Entre las responsabilidades del Consejo se
encontraban la de formar y adiestrar batallones de trabajadores según las necesidades de las fuerzas de ocupación,
mantener el orden y la seguridad a través de un Ordnungdienst o Servicio de Orden Judío[*] y atender a las
necesidades médicas de la población.
Desde el comienzo de la ocupación alemana el Judenrat será visto con desconfianza y hostilidad por el resto
de los judíos. El propio Ringelblum no ahorra calificativos para denunciar las injusticias que Czerniaków y sus
funcionarios cometen a la hora de reclutar a los trabajadores, recibiendo sobornos, recaudando impuestos de
forma nada equitativa. En cualquier caso, la capacidad de maniobra de los Consejos fue siempre realmente muy
pequeña. Un decreto de junio de 1940 reorganiza las funciones del Consejo Judío de Varsovia. A partir de ese
momento carecerá de autonomía para adoptar decisiones y se limitará a obedecer las órdenes de las autoridades
alemanas. Los alemanes no permitían que los jefes judíos les llevaran la contraria y, a menudo, acababan sus
discusiones a puñetazos o a tiros. El primer encuentro entre la Gestapo y los 30 miembros del Consejo de Łódź se
saldó con el fusilamiento de 27 de ellos al día siguiente; además, los nazis azotaron a su presidente, Chaim
Rumkowski, un anciano que terminaría siendo conocido como «el rey Chaim» por el celo que ponía en el
desempeño de su función.
Las condiciones de vida de los judíos empeoran considerablemente en el año que media entre la partición de
Polonia, en otoño de 1939, y el comienzo de las obras del muro que rodeará el gueto de Varsovia. Además de los
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abusos y los malos tratos se intensifican las cacerías de judíos para trabajos forzados. Los alemanes se llevan a los
hombres en edad de trabajar, dejando a muchas familias en el más completo desamparo. También el resto de la
población polaca sufre las palizas y el reclutamiento forzoso para los campos de trabajo, con una diferencia que
les hace envidiar hasta la simulación el estatus de los judíos: en contraste con estos últimos, considerados
totalmente indeseables en suelo alemán, los cristianos son enviados a campos de trabajo en el Reich. Diferencias
como ésta hacían, además, más insoportable y difícil la convivencia entre ambas comunidades.
En el campo de batalla, los meses de calma aparente tras la invasión de Polonia se rompen en abril de 1940.
El 8 de ese mes fuerzas aeronavales británicas y francesas penetran en las aguas noruegas con el fin de cortar los
suministros de acero a Alemania, que llegan a través de Noruega procedentes de la neutral Suecia. Ese mismo día
los alemanes logran desembarcar tropas a lo largo de la costa noruega y ocupan los principales puertos y
aeropuertos. Simultáneamente, la Wehrmacht ocupa Dinamarca en un solo día y sin encontrar la más mínima
resistencia.
Ringelblum se hace eco de la desesperación con la que la población judía acoge la noticia. Es sólo el
comienzo: antes de que llegue el verano, los alemanes se habrán apoderado de Bélgica, Holanda, Luxemburgo y
Francia. En esa situación, parece que el Reino Unido no podrá aguantar mucho tiempo su lucha en solitario contra
Alemania.
En Varsovia, la situación es cada vez más difícil para la población. Aunque no hay víveres, el flujo de los
deportados que llegan a la capital desde los nuevos territorios incorporados al Reich continúa incesante. En menos
de un año el número de refugiados judíos que llegan al Gobierno General supera las 300 000 personas. El
gobernador general, Frank, es incapaz de manejar la situación que crean los recién llegados. Varias
organizaciones, con las que Ringelblum colabora, intentan socorrer a los refugiados.
Como nos relata el autor, a pesar de las dificultades la vida social en Varsovia es intensa y no sólo en el campo
de la acción humanitaria. En enero de 1940 las organizaciones juveniles judías comienzan a establecer una
incipiente red de resistencia contra el ocupante. Unos meses más tarde empiezan a circular las primeras
publicaciones clandestinas de organizaciones políticas como Poalei Sión o el Bund.
En febrero de 1940 se va a producir un hecho de enorme transcendencia para los judíos de Varsovia. Los
alemanes habían anexionado al Reich Łódź, el principal centro fabril polaco que contaba con una importante
industria textil. La ciudad es rebautizada con el nombre de Litzmannstadt, un apelativo de nuevo cuño ya que se
trata de una ciudad que jamás había pertenecido a Alemania. Ante la imposibilidad de deportar a la numerosa
población judía de esta ciudad y de las localidades que la rodean, los alemanes deciden crear un gueto, donde
concentrar a los judíos para su expulsión paulatina. Ringelblum pone mucha atención a las noticias que proceden
de allí, porque en el ambiente se palpa que Łódź es el laboratorio de lo que tarde o temprano ocurrirá en Varsovia.
Tras los primeras decretos de las autoridades de ocupación, destinados sobre todo a censar e identificar a los
judíos, se comienza el proceso de registro e incautación de sus propiedades. Los beneficiarios serán siempre
funcionarios nazis y los llamados Volksdeutsche o alemanes étnicos (ciudadanos polacos de origen alemán).
El 26 de junio de 1940 se prohíbe a los judíos del Gobierno General las celebraciones religiosas y la matanza
ritual de animales. Tal y como nos trasmiten estas notas, los rabinos y hombres religiosos son objeto preferente de
las palizas, burlas y asesinatos de los alemanes; las sinagogas son incendiadas impunemente. El 1 de agosto de
1940, el gobernador Frank ordena que se apliquen en su territorio todas las leyes raciales del Reich.
Entre los que más sufren, junto con los refugiados, los ancianos, los niños y los más pobres, hay un colectivo
que aparece siempre en las notas de Ringelblum: los enfermos psiquiátricos. Desde que comenzó la ocupación de
Polonia, los alemanes habían aplicado en este territorio su mal llamado «plan de eutanasia», conocido por el
nombre en clave T-4 (en realidad se trataba de un programa de exterminio para discapacitados y enfermos). En
julio de este año, los alemanes comienzan a utilizar gas para asesinar a los enfermos mentales. El programa T-4
finaliza oficialmente en Polonia el 1 de septiembre de 1941 con un saldo de más de 70 000 muertos.
En noviembre de 1940 un rebosante Hitler decía bromeando a sus colaboradores: «Podrían descargar toda la
basura en el Gobierno General. Judíos, enfermos, vagos, etcétera». Varsovia era el corazón de ese basurero que
tendría pronto, como dramático centro, el llamado «Barrio Residencial Judío», es decir, el gueto.
1 enero de 1940
Querido padre:
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poco. Ocurrió lo siguiente: algunos polacos estaban sentados en un restaurante. Dos
policías alemanes entraron en el local (uno de ellos capitán de la guardia) y
comenzaron a gritar a los polacos. Estos últimos sacaron los revólveres (o, mejor
dicho, uno de ellos) y mataron a disparos a los alemanes. Fusilaron a algunos polacos
[en represalia], entre ellos a los implicados. Además, los otros han ordenado que se
exhume el cadáver del propietario del restaurante. El cuerpo permanecerá colgado
durante siete días.
La consternación del viernes, 30 de diciembre, fue, se dice ahora, infundada.
Ningún alemán murió asesinado. Se rumorea que esta vez han sido ladrones. Otro
rumor es que un soldado alemán se vio envuelto esa noche en una pelea a puñetazos
en la calle de Towarowa y que fue noqueado.
La mortalidad entre los judíos de Varsovia es atroz. Hay entre 50 y 70 muertos
diarios[29]. Antes de la guerra, el índice solía ser de diez. La tasa por entierro se ha
fijado en 50 złotys en el término municipal de Varsovia y en 100 en el suburbio de
Praga. En Radom la sinagoga y el edificio que servía de sede al Consejo Judío han
sido pasto de las llamas[30]. Lo mismo en Tarnów[31], en donde había 1000
deportados de la ciudad de Łódź. En Rzeszów hay entre 6000 y 7000 refugiados de
Kalisz, Łódź y Alta Silesia. Los amos[*] no son tan malos. Si tocas los resortes
adecuados, te puedes llevar bien con ellos. En Tarnów mataron a balazos a unos
soldados polacos; ordenaron a los judíos que los enterrasen. A los judíos no se les
contrata para ningún trabajo. Dos judíos estaban en la calle; dos amos saltaron de un
coche que pasaba y se llevaron a rastras a uno de los judíos, mientras le gritaban
«¡Bandido!». Se ignora lo que le ha ocurrido al judío. Anoche mataron de un tiro al
Dr. Kuperman por estar en la calle pasadas las ocho. Tenía un pase. En el barrio de
Praga asesinaron a un obrero judío que pertenecía a los batallones de trabajo.
La sección de Avisos del periódico Diario de Łódź (Lodzer Zeitung) parece un
cementerio. Está llena de anuncios insertados por los fideicomisarios (Treuhänder[*])
de las empresas judías solicitando a los deudores que informen de sus deudas a los
nuevos fideicomisarios.
Muchos de los deportados murieron después [de su llegada a Varsovia] como
resultado de las terribles condiciones de los traslados. Una anciana originaria de
Poznań, que había caminado 70 kilómetros desde Lubartów a Ostrów, murió en
Varsovia. Los tenderos judíos ya no guardan el dinero en efectivo en la caja, como
solía hacerse, sino que lo ocultan en algún lugar del edificio, dentro de arcones,
vasijas, vasos, tarros u otros utensilios de ese estilo.
Un letrero en la oficina principal del Archivo General, en el número 26 de la calle
de Długa: Eintritt für Deutsche Soldaten Verboten [Prohibida la entrada a los
soldados alemanes].
Hay un enorme temor a las epidemias. Han aislado calles enteras —Śliska, Rybna
y otras— con alambre de espino. Hoy he visto una casa en la calle de Grzybowska
que está en cuarentena. Dos hospitales para enfermos contagiosos están también en
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cuarentena; ni siquiera las enfermeras y los médicos pueden salir. El Consejo Judío
de Varsovia hizo recolecta de sábanas y almohadas para los hospitales. Tampoco se
puede salir del hospital del barrio de Czyste. Se dan casos de paquetes postales
abandonados [por los alemanes] a la puerta de un piso cuando se ha averiguado que
había (supuestamente) tifus en esa familia.
A mediados de octubre, hará unas seis semanas, el consulado de Suecia aceptaba
mensajes para transmitirlos a América. Últimamente, mucha gente ha recibido
cuestionarios desde América preguntándoles cómo se encuentran; era posible enviar
un mensaje de carácter privado de 25 palabras como máximo. Mantener
comunicación con los familiares del extranjero es muy importante. Hay miles y miles
de familias aquí que solían mantenerse gracias a sus familiares del extranjero. Pero
ahora se han roto todos los contactos con el exterior. La gente se desespera.
La actividad social de la comunidad se ha interrumpido por completo. Cada uno
mira primero por su propio interés. Tememos pasear por la calle por miedo a que nos
capturen para trabajos forzados. La frase de alguien [Hitler] de que la próxima guerra
mundial… será el fin del pueblo judío se cita con frecuencia. El cumplimiento de
estas palabras proféticas parece próximo, en especial desde que nadie ve ninguna
posibilidad de mejoría. […]
Queridos míos:
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dedican a oficios tales como cristalero, y están dispuestos a hacer trabajos menores de
todo tipo, por ejemplo de conserje, de servicio doméstico, etcétera.
En Lublin el policía Lewandowski denunció a siete estudiantes polacos que
organizaron una estación de radio ilegal. Les fusilaron. Una directora de escuela
pública pagó 10 złotys por no llevar el brazalete con la estrella de David. En un
hospital de Kalisz quedaron sólo unos varios cientos de enfermos judíos, el resto
huyó. A los judíos asegurados por el ZUS[32] no se les pagan las pensiones a pesar de
que siguen teniendo la obligación de pagar las cotizaciones de la Caja de Enfermos.
Si alguien recibe de Estados Unidos 100 marcos, no puede cobrarlos, ya que el
Gobierno General de Polonia no se considera parte del Reich alemán. Así pues, es
necesario recibir de América un permiso para que [esta cantidad] sea abonada en otra
moneda; de lo contrario no es posible cobrarla.
El comentario del día era hoy la Conferencia de Estados neutrales: Suiza,
Turquía, Italia y Bélgica, celebrada bajo los auspicios aliados. Ayer me enteré del
concierto de Paderewski[33] en Londres, y supe que el rey [Jorge VI] le había
estrechado la mano y prometido socorrer a Polonia.
A los refugiados polacos[34] se les aloja en el campo. Toda granja de más de 10
morga[35] de terreno tiene la obligación de acoger a una familia.
Decreto sobre la pega de carteles (2 de enero): la prohibición afecta a las
esquelas. Hay que entregar 10 carteles para su censura previa antes de mandarlos a
imprenta.
La actitud hostil alcanza incluso a un sanatorio mental próximo a donde vivo. No
pasan ni dos días hasta que expresan nuevas exigencias, una vez se refieren a los
muebles, otras a los taburetes de cocina…
De un centro municipal en Nałęczów sacaron a los enfermos mentales, a los niños
los metieron en un carro y los llevaron a la calle [?] de Fedry, ahora se encuentran en
un estado lamentable.
Hoy, cinco [de enero], se ha publicado el decreto que prohíbe a los judíos cambiar
de lugar de residencia sin permiso previo de las autoridades. Tampoco pueden salir a
la calle entre las nueve de la noche y cinco de la mañana. Se ha hecho público
también el reparto de funciones entre los diferentes órganos administrativos con
competencias sobre los asuntos judíos[36]. Mende[37] se encargará de la
Schutzpolizei[*], Blumental[38] de la Comunidad Judía y de la Protección Social
Judía. En la Inspección Escolar se creará un departamento [para los asuntos] de las
minorías [nacionales]. Por cierto, el suceso que ocurrió al profesor Bartlow y a
Taylor, tuvo lugar no en Radomsko sino en Ostrowiec.
Ayer en Varsovia sucedió lo siguiente: en el restaurante de la calle donde vive
Szymek, uno de los invitados pidió que le tocaran Todavía no desapareció la
esperanza[39] […]. Todos se pusieron en pie. [Los alemanes] recibieron su primera
bofetada.
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En la entrada de la mayoría de los restaurantes hay un cartel que dice: «Prohibida
la entrada a polacos y judíos». Las calles de Poznań están vacías. En las calles de
Toruń apenas pueden verse algunas personas solitarias durante el día.
Durante la famosa carnicería en Ostrów[40] una mujer ofreció 25 000 złotys a
cambio de la vida de su hijo. Los otros rechazaron el dinero.
A un sastre judío le quitaron un traje que le había encargado un cristiano. El
cliente [tras enterarse del robo] amenazó al sastre con ir a la Avenida[41], a la sede de
la Gestapo, si no le entregaba [el traje] en una semana.
Change de profession [Cambio de profesión]. Zoma[42], el director del Teatro
Judío de Vilna, reparte ahora comidas. […] Profesores de bachillerato, y también un
profesor ayudante de la universidad, se encargaron del censo de los refugiados;
Orleska, la actriz del Teatro Judío de Vilna, es ahora ayudante de camarera; otros
profesores se han convertido en conserjes, cristaleros… La actriz Klara se dedica a
repartir ropa. Los redactores mendigan por las calles.
Ayer, cinco de enero, se publicó un decreto sobre la venta ambulante. El comercio
judío fue restringido a las calles del [antiguo] gueto[43], empezando por Krakowskie
Przedmieście e incluyendo Karowa, Królewska, Sienna y otras. Se necesita una
autorización por escrito para poder dedicarse al comercio. En cuanto a la norma que
restringe el derecho de los judíos a cambiar de domicilio se comenta que también
atenta contra el comercio judío, contra el contrabando y contra la llegada masiva de
gente a Varsovia. Aquellos que quieren ser deportados a aquella parte, a Rusia, no
están sujetos a estas restricciones.
En la calle de Franciszkańska muchos edificios han quedado aislados. De nuevo
hay actividad en el piso del burgués Załmenke[44]. ¡Todo un milagro! El problema de
las grandes bibliotecas. Los refugiados calientan sus pisos quemando en las
chimeneas los libros de la biblioteca de Hashomer Hatzair[*] del número 6 de la calle
de Leszno.
En el pueblo de Kosowo Lackie hay 1200 refugiados procedentes de Kalisz,
Wyszków, Stoczek, Czyżew. Tres han muerto. Algunos judíos hacen mucho dinero
devolviendo a sus dueños mercancías que los otros les habían confiscado. […]
Algunos judíos de Poznań (200) se encuentran en Włoszczowo. [Otros] en las
siguientes ciudades: Ostrów, Grodzisk, Żyrardów, Wiskitki, Błonia.
La fotografía que publicó el Berliner Illustrierte Zeitung, el armamento escondido
en las tumbas, era un montaje. Las cinco personas que aparecían en la foto eran
judíos que habían sido secuestrados y transportados en un coche [al cementerio].
El decreto sobre la obligación de empadronarse contiene una disposición en
virtud de la cual el empadronamiento debe realizarse durante las 24 horas posteriores
a la llegada. Un judío, propietario de todo un edificio en Bydgoszcz valorado en
100 000 złotys, así como de casas en otras ciudades, se quedó sin nada. El Hospital
Psiquiátrico Judío de Otwock, también conocido como Marpe, ha cambiado sus
letreros y ahora se presenta como un hospital de enfermedades infecciosas. Huelga
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decir el porqué. Ha empezado a circular el rumor de que los finlandeses han cruzado
la frontera rusa y de que, incluso, han ocupado Leningrado. Se decía que Hungría y
Rumania iban a solicitar a Italia convertirse en sus protectorados. Entre las 350
personas de la calle de Nalewki había quizás dos de Poznań y también dos del
[restaurante] Astoria[45].
Al parecer eran tres los calaveras[*] que entraron, pistola en mano, en el piso de
un judío de Wrocław y se llevaron todo su dinero. Después visitaron los pisos
paredaños y se embolsaron quinientos złotys o más por vivienda. Nadie quiere
perderse esta rapiña: los soldados rasos de la Wehrmacht[*], los calaveras, los
Volksdeutsche[*] y [policías] polacos. En suma, una pandilla muy diversa.
Recuerdos de tu Fajwel.
Querido padre:
En los últimos tiempos abundan los personajes pintorescos. Jóvenes militantes, que
no superan los treinta o treinta y cinco años, desconocidos por completo antes de la
guerra; decidieron quedarse cuando todos [los dirigentes judíos] se marcharon. Su
conducta es poco ortodoxa. Son capaces de entablar relaciones con los otros, de
sobornarlos, de pagarles para salvar a sus compañeros. Claro que estos nuevos
militantes también obtienen beneficios con estos tratos. De otro lado, son honrados
con otros judíos y les hacen mucho bien. Se rodean de personas jóvenes, temerarias
(deportistas y gente así), ayudan a los pobres, organizan la acción social a gran
escala, imponen impuestos fuertes a los ricos, les sacan el dinero. También se
aprovisionan para el futuro por lo que pueda pasar. Durante las deportaciones dieron
a los pobres muy buena ropa y adecuada para el frío. Para comprarla obtuvieron
dinero de los ricos que estaban incluidos en las listas de deportados. Sacaron de cada
uno de ellos varios miles de złotys. [Allí donde ellos actúan] no se llevan a los judíos
para trabajos forzados. Alguno de estos jóvenes tiene incluso derecho a hacer largos
viajes. Puede moverse por toda la provincia. Consiguió un documento para sacar a
Lejb[46] y a Isaac [Giterman[*]] de Varsovia y que pudieran huir así de la deportación.
Para frenar la primera deportación les dieron [a los alemanes] 120 000 złotys al
contado.
¿Qué pasará con ellos después de la guerra? ¿Qué educación recibirán? ¿Serán
grandes luchadores por la causa u hombres grises como antes?
[En la reunión con los alemanes] estuvieron el talmudista Szachno [¿Sagan?], el
ingeniero polaco Laufer…, y también Bordmann […], que contó que le propusieron
dirigir el Consejo de Construcciones y organizar una deportación de los judíos de
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Varsovia y de tres provincias ocupadas más a una reserva[47]. Se les señaló a los otros
la imposibilidad técnica de trasladar a tres millones de judíos y a tres millones de
polacos. Por ejemplo, la comunicación sería un problema; serían necesarios mil
millones de złotys. Habría que crear un Estado de la nada, es decir crear una
estructura social con sus diferentes capas, que incluyese un campesinado judío,
también habría que construir casas. Una empresa de este tipo no resultaría muy
oportuna en plena guerra, ya que despertaría envidias hacia los judíos, que podrían
resultar muy peligrosas. Otra dificultad estriba en unir a judíos de diferentes
naciones. Ahora bien, es importante no propagar la idea de que [una empresa de esa
naturaleza] es imposible. Por complejo que sea llevar a cabo esta idea, no se debe
responder: «Yo no estoy de acuerdo». Es mejor aplazar la respuesta definitiva, con el
pretexto de que hay que estudiarla mejor, hacer cálculos. En cualquier caso, los judíos
no debemos ser cómplices de esa catástrofe. […] La conclusión es que este proyecto
es peligroso. Llegado el caso, habría que estudiar, calcular e investigar por un tiempo
la situación en la provincia de Lublin.
También se mencionó otro asunto. La deportación de 150 000 judíos de
Sosnowiec, Będzin, Katowice, Cieszyn (1200 personas), Zawiercie[48]. El proyecto
fue una iniciativa de Joint, que ya ayudaba a los judíos de las ciudades cercanas y
propuso encargarse de la deportación. Una buena parte de los judíos no está
empadronado en estas ciudades. En Sosnowiec hay 55 000 judíos. Si las cosas no
marchan según lo planeado, entonces él[49] organizará la deportación. Los judíos
tienen que dirigirse a la provincia de Cracovia[50]. Les envían allí pero a los alcaldes
de los lugares donde tienen que ser realojados no les han comunicado su llegada.
Todos los judíos [de Silesia] deben ser deportados. Se ha preparado el plan para la
deportación, su realización durará cinco meses, cada día tendrán que salir de 1000 a
1500 judíos. Los otros ocuparán sus propiedades. Cuentan que antes, cuando la
deportación todavía no era un hecho, los judíos propusieron entregar en Katowice
4000 pisos [a los alemanes étnicos]. Los otros no aceptaron. [Los judíos] tienen
miedo al Gobierno General.
El dólar se cambia hoy, 17 de enero, a 220 złotys; este precio se explica por el
aviso de sellar pronto los billetes polacos. […]
Vi el documento en virtud del cual M[eryn] está autorizado a nombrar a los
administradores de la región de Katowice, a ordenar el arresto de los resistentes, a
moverse día y noche, a poseer 20 000 złotys y a pegar bandos en los muros.
Esa patraña de los formularios para emigrar a Rusia fue una provocación. Querían
que grupos enteros de judíos abandonaran sus hogares, para después poder
expulsarlos y arrojarlos a aquella parte. Los niños de diez años o más ya no pueden
comer caramelos: se los quitan. Cuentan que la obligación de trabajar se va a
extender también a los polacos. En Bydgoszcz los polacos no pueden andar por la
acera y tampoco pueden abandonar la ciudad. Empezó la deportación de los polacos
de Silesia; los judíos esperan [su turno]. En una calle les dieron tiempo para recoger
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sus pertenencias. En otra tan sólo les dejaron coger una mochila, aunque al mismo
tiempo no les permitieron, por ejemplo, meter en la mochila una bolsa de piel ya que,
según los otros, se trata de un objeto de lujo. Los judíos venden el resto de las
mercancías que roban de sus propias tiendas y almacenes. Aparecen nuevas formas
de comercio.
El decreto sobre el cambio de billetes de cien y de quinientos złotys ayudará a
disminuir la carestía de la vida[51]. Cuentan que el decreto sobre el comercio castiga
el estraperlo con la pena de muerte. Y no sólo al vendedor, sino también al
comprador. Miedo a guardar colas en los bancos [para validar los billetes].
Por 500 złotys uno puede librarse de la obligación de llevar el brazalete. Ayer
arrestaron a quien no lo llevaba [el brazalete], y los retuvieron durante cuatro días.
A los prisioneros judíos de guerra que habían luchado en Prusia Oriental les
quitaron las botas de caña y han tenido que hacer el viaje al Gobierno General en
ropa de verano. A muchos los mataron al llegar a Włodawa, y sólo algunos
consiguieron salvarse. Quedaron 200.
El decreto sobre el cambio de billetes de cien y quinientos złotys provocó un gran
pánico. Por un billete de cien validado pagaban un 15 por ciento extra e incluso más.
Mientras que otros compraban billetes de quinientos pagando por cada uno de ellos
515 złotys.
Desarticularon la organización clandestina que dirigía Kazimierz Kott[52] (un
converso). Arrestaron a 100 abogados, médicos, ingenieros (Brański, Wohl). El
Consejo Judío tiene que encontrar en 48 horas al jefe (instigador) de esta
organización.
Hoy (19 de enero) pegaron carteles con el comunicado sobre Kazimierz Andrzej
Kott: por atraparlo o por informar sobre su escondite se ofrece una recompensa de
2000 złotys. Le acusan de intentar llevar a cabo un homicidio. Kott es converso. A la
edad de 17 años se bautizó por convicción, es un asimilado. Cuentan que le
descubrieron en una reunión del Partido Socialista Polaco[*] (PPS); Kott huyó por la
escalera trasera. Dicen que preparaban un atentado con bomba contra una guarnición
acuartelada en Powiśle. En una palabra, hay rumores de todo tipo.
Hoy, 29 [de enero], circuló la noticia sobre la aplicación de pena de muerte a 26
personas, entre ellos había cinco cristianos. A los condenados se los llevaron a
Palmiry[53].
Hoy no había pan en la ciudad. La razón es la siguiente: exigen que los panaderos
hagan pan y lo vendan a precios bajos, a pesar de que la harina tiene cada vez precios
más altos. Por miedo a las penas por la venta [de pan] a un precio más alto del oficial,
los panaderos dejaron de hacer pan. Eso acarrea largas colas delante de las panaderías
que todavía hacen pan. Resulta imposible conseguir algunos productos en las tiendas
(por ejemplo, el azúcar).
En Łódź enterraron a 13 prisioneros de guerra judíos. No permitieron distribuir la
comida de la Cruz Roja en los vagones con judíos. Algunos salieron de Prusia
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Oriental sin abrigos, en unos vagones abiertos. En Włodawa enterraron a 167
soldados. En Prusia se comían las mondaduras de patata porque les daban muy poco
de comer. Para el camino les dieron un pan para cada cinco soldados. El viaje duró
desde el lunes hasta viernes. Para poder viajar en el tren tenían que obtener
previamente un certificado de despiojamiento. Ni a los judíos ni a los polacos les está
permitido viajar en los trenes expresos sin un permiso especial.
Queridos míos:
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Los niños —según me cuenta Uri[55]— comentan entre ellos: «A los viejos les van a
matar, a los adultos se los van a llevar a los campos de trabajo y a los jóvenes les van
a bautizar y entregar a las familias cristianas». Existen diferentes formas de encarar el
presente. Algunos quieren salir de Varsovia y viajar a algunas ciudades del Reich, en
donde no hay campos de trabajo. Otros no quieren inscribirse en el censo; hay todavía
quienes consideran que la situación no es tan trágica.
Hoy, 2 de febrero, se publicó el decreto que obliga a todos los judíos a realizar
una declaración de bienes[56]. Se ve en esta medida una prueba más del anhelo que
tienen los otros por apropiarse del resto de nuestras pertenencias.
Szymek (Lubelski) y yo nos reunimos con un doctor [cristiano] que habla yídish y
un poco de hebreo (nada nuevo bajo el sol). Lo aprendió durante la última guerra
mundial de su peluquero judío. El doctor Minkowski respondió a su brindis «A su
salud», con un «a la suya», pero observó que sería más correcto decir «Por la buena
salud de todos y la paz». Un hombre de mundo, elegante, lleno de alegría de vivir.
Lassalle[57] escribió durante el pogromo de Damasco: «Hasta los gusanos se
retuercen cuando son aplastados, mientras que tú, la nación judía, te doblegas todavía
más». (Escritos históricos, YIVO[*], v. III, p. 735).
Los judíos de Varsovia se defienden a golpes de los ataques que llevan a cabo los
cristianos en las calles judías, a pesar de que el incidente del número 9 de la calle de
Nalewki indica a las claras que matar a un cristiano puede conllevar consecuencias
graves[58]. […]
Hace algunas semanas cargaron al Consejo Judío con la obligación de tener al día
el padrón de habitantes.
Liquidaron el restaurante de Gertner. Los camareros tuvieron que sacar la vajilla,
el mobiliario y otros utensilios.
Por las mañanas se puede ver a los destacamentos de judíos que se marchan al
trabajo bajo el mando de sus jefes. Por cada paso torpe o que ellos consideran que no
es lo suficientemente vigoroso se producen golpes y gritos sin cesar. No se habla,
sólo se grita. Ése es el sistema. Dicen que el sistema de golpes y gritos se aplica
también a los otros.
Querido padre:
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mostrarlo cuando viajan en tren (es válido sólo para diez días)… 7000 [złotys de
multa] para los judíos de un edificio que no querían pasar por la desinfección.
Escenas terribles en los comedores públicos para niños. Les rapan el pelo. Dicen que
mataron a varios cientos de enfermos mentales. […]
Analogía entre la comunidad judía de ayer y de hoy. La obligación de
empadronarse, así como la obligación de declarar todos los bienes judíos antes del 1
de marzo causaron una gran conmoción entre la población judía. En Włocławek y en
otras ciudades de provincias, al principio la gente sintió el impulso de deshacerse de
los bienes, de las tiendas. La gente buscaba compradores. Cuentan que arrestan a la
gente para pedirles después el dinero del rescate.
Ayer y hoy cazaron a mujeres para los trabajos. Especialmente a aquellas que
llevaban los abrigos de caracul. Las obligaron a limpiar el suelo con las bragas,
después se tuvieron que poner de nuevo las bragas mojadas. No hace mucho ocurrió
que cogieron a un par de judíos para sacar un coche que se atascó. Después les
ordenaron colocarse en una fila y gritar «Mazel tov[*]» [¡Buena suerte!], les
prohibieron darse la vuelta y mirar atrás. Ellos anduvieron así durante un largo rato,
pensando que los otros les seguían, pero no era así. En tiempos de cataclismos es
normal pensar en ser útil, en no vivir de limosnas. Los nuevos refugiados aprenden
profesiones. […] A los judíos se les compara con flores, parásitos que viven a costa
de otros, en eso coinciden Inglaterra y los judíos.
Una norma nueva. Hoy, 8 [de febrero], se publicó en un diario de Varsovia el decreto
que prohíbe a los judíos viajar en trenes con el fin de evitar el contrabando y las
epidemias. Para hacer un viaje, se necesita un permiso especial de las autoridades.
Se llevaron para trabajos forzados a una ciudadana americana, una judía, que
vestía un abrigo de caracul. La obligaron a limpiar el suelo. [Después] los amos le
devolvieron los 10 000 złotys y el reloj que le habían robado.
De nuevo se han producido hoy ataques a judíos en las calles protagonizados por
gamberros polacos. También me ha visitado alguien para proponerme que cada judío
entregue cinco gramos de oro para pagar a un protector, que a su vez les libraría de
los trabajos forzados.
Queridos míos:
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menores de 12 años quedarían exentas de esta obligación.
En todas las calles saquean los muebles de las casas judías. Se llevan el
mobiliario de todos los abogados judíos. Primero llegan y registran los bienes, luego
se lo llevan todo. También se dan casos de médicos judíos a los que les quitan el
instrumental de trabajo. Últimamente hay cristianos que esperan en las calles a los
judíos para arrastrarles a la fuerza a los portales y vaciarles allí los bolsillos.
La noticia sobre el gueto de Łódź[59] [causó] una gran conmoción. Sus habitantes
sólo pueden llevarse lo que sean capaces de transportar en sus propios brazos. De
nuevo se habla de la posibilidad de crear un gueto en Varsovia. Se supone que va a
abarcar el barrio de Praga y unos cuantos distritos judíos[60]. Hace poco salió un
decreto sobre expropiaciones, que autoriza a las oficinas e instituciones a realizar
confiscaciones[61]. […]
A un abogado que escondía el brazalete [con la estrella de David] con su maletín,
le pusieron el abrigo de pieles al revés y le obligaron a andar así por la calle. La loca
de la calle de Marszałkowska sigue asaltando a los judíos, les golpea con un guante
que lleva una piedra dentro. Antes de la guerra participó activamente en
manifestaciones antisemitas. Circula el cuento de que los judíos mataron en Grodno a
su hermano; mentira, nunca tuvo hermanos.
Parte de los refugiados huyó de la capital debido a la obligación de inscribirse en
el censo. También se recluta a los polacos sin trabajo. Les mandan a Alemania.
Debido al frío hay una necesidad perentoria de grasas y patatas. A pesar de las
medidas contra la especulación, los precios no han bajado. Llegan muchos
prisioneros de guerra que han sido liberados. Los intermediarios encarecen mucho el
precio de las mercancías, que pasan ahora por muchas manos.
Un médico que tapó con el brazalete de la Cruz Roja el de judío fue golpeado en
la cara y multado. […]
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suicidarse de un disparo. Obligan a un grupo a boxear contra otro. Les quitan los
abrigos y así, si los quieren recuperar, tienen que volver a trabajar al día siguiente. En
estos pasatiempos se producen heridos. También emplean a cristianos para estos
trabajos.
Existe una sociedad que organiza viajes ilegales a Palestina. Los familiares tienen
que ingresar en el extranjero 100 dólares para pagar sus servicios.
Hoy, 13 [de febrero], la loca ha alborotado de nuevo y ha increpado a la gente que
no llevaba los brazaletes.
Hoy, 14 [de febrero], he oído que mataron a setenta personas; falta información
sobre cuarenta de los muertos, quizá eran cristianos; tenían las caras tapadas con
periódicos. Un comisario de incógnito llegó a una localidad fronteriza, censó a más
de cuarenta judíos: al día siguiente los mataron a todos. En los números 6 y 15 de la
calle de Franciszkańska se congelaron dos judíos en sus casas.
Hace algunas semanas me contaron una historia sobre un gerifalte alemán que dio
dinero a un niño judío; se trataba de un vendedor callejero y el alemán le dijo que se
fuera a casa. En la calle se venden ahora baygel[*] calientes y tabaco. Se oye también
con frecuencia: «¿Alguien desea cambiar?». La comisión por el cambio de billetes
grandes bajó de 20 o 25 a 12 złotys. Arrestaron a los prestamistas, y lo hicieron de
una forma sencilla: preguntaron a los porteros de ciertos edificios dónde se alojaban
los abogados judíos. Cogen a los chicos de doce años para cargar los muebles.
Queridos míos:
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semanas ordenaron al Consejo Judío cerrar todas las sinagogas y casas de rezos[66].
Se han oído rumores de que Kott habló por la radio desde Francia.
A los judíos de Słupiec y Zagórów los deportaron a Bochnia y Niepołomice. Las
noticias sobre esta deportación son tristes. Dejaron a 3000 personas a la intemperie,
expuestas al crudo frío, durante todo el día. A las personas que transportaban sus
pertenencias en carros las arrestaron.
La entrada al barrio de Bałuty, en Łódź, está cerrada con alambre de espino.
Tuvieron que hacer un agujero en la alambrada para poder pasar. En Bałuty se vive en
una estrechez insoportable. En unas habitaciones pequeñas se hacinan varias familias.
Entre los polacos cunde cierto optimismo. Se han depositado esperanzas en la
próxima primavera. Hay que resistir, para contribuir a este fin se quedaron los
representantes de la intelligentsia[*], a pesar de que pasan mucho miedo. La actitud de
la intelectualidad polaca con los judíos ha mejorado mucho.
En Wielopole vi cómo un soldado alemán ordenaba a los cristianos que se
encontraban cerca robar a un hojalatero judío. La incertidumbre sobre [el futuro] ha
disminuido de forma notable el número de vendedores ambulantes y de feria. Antes
eran muchos, ahora quedan pocos, [venden] en la mayoría de los casos directamente
de sus cestas, pero [tienen] muy poca mercancía.
El dólar cayó hasta situarse entre 140 y 150 złotys. La razón es que aquellas
personas que durante el cambio de los billetes grandes por pequeños compraron
dólares, los están vendiendo ahora ya que necesitan dinero para vivir.
Creció mucho el número de enfermos mentales. Oí que pegaban a un niño de diez
años, muy guapo. En Lublin se estableció el trabajo obligatorio.
Los judíos con oficio trabajan para las necesidades del Ejército, aunque no en su
propia casa sino con los otros. A cambio obtienen algo de comida, poca cosa. […]
El 23 [de febrero] se publicó el segundo decreto sobre el empadronamiento de los
judíos, que obliga a inscribirse a los judíos de entre 14 y 60 años; el
empadronamiento se realizará en dos etapas. La primera, que comenzará el primero
de marzo, afecta a los judíos de 16 a 25 años, la segunda al resto. Quien posea
herramientas de trabajo debe comunicarlo. Los dirigentes de la Kehila son
responsables de [la veracidad] de los datos aportados.
Cuentan que en una localidad mataron a unos judíos enfermos que, según la
información inscrita en el censo, estaban débiles.
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los cristianos tienen derecho a medio kilo de azúcar, mientras que los judíos sólo a
300 gramos. Si no se reciben provisiones desde el campo, entonces las raciones de
comida para los judíos se reducirán a la mitad. Cuando se decidió que los judíos
podían comprar sólo en sus tiendas entonces algunos [comerciantes] cristianos se
opusieron a esta medida, sosteniendo que entonces lo perderían todo.
En Włocławek un antisemita, un antiguo alemán llamado Dunkorst, que fue
durante años instructor de Macabi[*], ha vivido toda su vida de los judíos. El
undécimo mandamiento: «Bautiza a tu abuelo y a tu abuela[68]». Los judíos sufren
ahora por no haber respetado este mandamiento. Mimetismo, [los judíos] llevan ahora
gorras con la visera muy calada y botas de caña larga (las mujeres zapatos con
medias). A menudo calzan zapatos deportivos para tener un aspecto un poco más
cristiano. Muy pocas veces se pueden ver mujeres judías maquilladas, empolvadas,
vestidas elegantemente. [Ellas] también [llevan] zapatos deportivos, abrigos cálidos y
vestidos. Se unen a nosotros los representantes de la intelectualidad judía asimilada
por completo; por ejemplo, la jefa de la Biblioteca Pública, también Dina
Steinberg[69] y el profesor Małowist.
En Lublin hacinan a los judíos, en las casas hay cada día menos espacio por
persona. En los últimos días llegaron allí 1500 judíos procedentes de Szczecin[70]. Se
esperan más transportes desde el Reich.
He oído algo sobre los incidentes en el edificio del Parlamento. Mataron allí a dos
hombres, que murieron de sendos disparos en el corazón y en la cabeza. Obligaron a
otros judíos a enterrarles al instante. Se encargaron cuatro judíos, que transportaban
los cuerpos sujetándolos por los brazos y las piernas. […]
Cada día regresan de Alemania más prisioneros de guerra; quienes se encontraban
recluidos en ciudades austriacas estaban en buenas condiciones. Muchos murieron de
frío. Una fuente fidedigna me contó que un diez por ciento de ellos murió [durante el
cautiverio]. Otros viajaron en condiciones muy duras. Alguien oyó en la estación sus
gritos. Los transportaban en vagones de mercancías.
En el Diario de Łódź se publicó la noticia sobre el incendio de la sinagoga en
Łęczyca. Nowy Kurier Warszawski [el Nuevo Correo de Varsovia] publicó un
artículo incendiario contra los responsables de la Administración judía.
6 de marzo de 1940
Queridos míos:
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que pasar varias semanas en la cama [para recuperarse de los golpes recibidos].
En el número 2 de la calle de Tłomackie tres amos violaron a varias mujeres
[judías], los gritos [se podían oír] en todo el edificio. La Gestapo se interesa por los
actos de Rassenschande[*], pero la gente tiene miedo a denunciarlos.
«Jüdische Gaunerei[72]» [comentaron] al ver el letrero de Icyk y Guziczek[73].
Vinieron a llevarse las camas de la clínica, pero no pudieron hacerlo porque
pertenecen a Joint.
En Łódź los judíos tienen prohibido viajar en tranvía, mientras que en Cracovia,
según informa el Nuevo Correo de Varsovia, sólo pueden hacerlo en la plataforma
trasera.
Deportaron a más de 1000 personas de Łódź a Piotrków. 900 polacos y 600
judíos. A los polacos se los llevan a realizar trabajos forzados a Alemania. Rumores
de que la gente se pone los brazaletes judíos en Varsovia y en Cracovia[74].
La tragedia de los prisioneros de guerra en Warthegau[*]. Enviaron un transporte
de más de 600 personas. El Consejo Judío de Lublin no pudo aceptarlos, porque no
tenían ropa civil para ellos; les ordenaron seguir viaje en dirección a Parczew.
Disparaban a aquellos que no podían seguir el paso. Andaban en zuecos que se les
caían de los pies, fusilaron a muchos heridos. Después les colocaron en dos graneros;
a más de 200 personas las fueron sacando en grupos de 20 y fusilándolas. De los 627
quedaron sólo 287 personas. Una veintena consiguió escapar. Mataron a tres personas
con una sola bala. En Parczew muchos querían suicidarse. En el camino intentaron
rebelarse ya que les custodiaban sólo trece guardias. Sin embargo, les dijeron que si
lo hacían caería una gran desgracia sobre todos los judíos de Polonia. Uno de estos
monstruos se dedicó a matar a la gente que pasaba por la calle, disparándoles como si
fueran conejos. Intentaron comprar a los guardias la libertad de los supervivientes. El
oficial que estaba al mando contó que se comportaba de esta forma [que mataba a la
gente] para evitar que huyeran sobornando a los negros[*]. Cuando llegaron a Biała
Podlaska, alguien les preguntó dónde estaba el resto de los prisioneros, y el oficial
simuló que no sabía de nada. Oí que dos [antiguos] soldados entraron en un piso —un
judío y un polaco— y se llevaron diferentes cosas.
En un orfanato de Varsovia murieron 200 niños. En la aldea de Naguszewo
mataron a cuatro campesinos por recoger leña del bosque. En la misma aldea
multaron [a los judíos] con 500 złotys por no haberles suministrado a los otros el
carro y el caballo de tiro que habían pedido. El portero de una finca acompañado por
un cristiano visitaron a un judío, que era dueño de un edificio en Varsovia, y le
exigieron un piso; le amenazaron con denunciarle a los otros si se negaba a hacerlo.
El Consejo Judío exige el pago de 60 złotys a quien desee librarse de trabajar durante
seis días quitando nieve. […] De los fondos que la Comunidad Judía tenía asignados
para la emigración, que ascendían a 100 000 złotys, [los otros] se llevaron una parte,
porque dijeron que no tendrían ocasión de emplear este dinero. A los trabajadores del
Consejo Judío que quitaban la nieve se los llevaron para otros trabajos. Los judíos
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extranjeros no tienen la obligación de llevar brazaletes. Hay dólares de sobra, ahora
falta dinero polaco para realizar los cambios.
El 28 [de febrero] sacaron a muchos polacos directamente de sus casas, los
cogieron en las calles, en las cafeterías. Cuentan que los cristianos se pusieron
brazaletes judíos. En el banco de Łódź había un millón, de lo que parte correspondía
a nuestro fondo social, mientras que la mitad pertenecía a los polacos. Tristes noticias
desde Łódź, Rumkowski[*] echa de sus casas a familias pobres y se las entrega a los
ricos. Muchas familias vuelven de nuevo a Łódź, prefieren morir en sus casas que
errar fuera de ellas. Por 10 marcos se pasan clandestinamente judíos de Łódź al
Gobierno General[75]. Cada día llegan miles de prisioneros de guerra judíos. Hay
escasez de ropa […]. No les está permitido llevar uniforme pero no tienen ropa civil.
Una historia interesante sobre Elio[wicz][76], este pintor fue obligado a trabajar en
la maestranza. Como se le daba bien el trabajo de encender el horno, le preguntaron
dónde adquirió esa habilidad. «Soy un pintor, un artista». Le pidieron que pintara. Ya
ha realizado retratos a seis personas y cada vez de rango superior. Cobra 150 złotys
por cuadro, que están debidamente firmados por el pintor. Los retratos están bien
hechos.
El 26 de febrero se publicó el decreto sobre la obligación de registrarse. Rumores
sobre las crueldades en [el edificio] del Parlamento. El primer día los torturaban en
una habitación separada, luego organizaron ejercicios colectivos. […] Les golpearon
en las orejas y en la cabeza. Mataron a dos personas. La gente que vuelve de allí está
como enloquecida, les obligan a trabajar dos semanas seguidas. A los trabajadores
judíos les ponían de cara a la pared antes de matarlos. Un rabino lanzó un anatema
contra los cristianos. Los otros sienten temor de comportarse bien con los judíos. [Un
alemán] hablaba afablemente con un judío, pero cuando vio a otro [alemán] le gritó:
«Aber schnell los!». [¡Desaparezca enseguida de aquí!] y le maldijo.
El precio del oro ha bajado de 80 a 40 [złotys], el dólar se cotiza a 100 złotys. A
los abogados polacos que tienen mujeres judías o pasantes judíos se les expulsa del
Colegio de Abogados. Deben firmar una declaración en la que se afirma que nunca
han sido hostiles a Alemania. Se suprime a políticos y polacos eminentes; así pues,
sólo quedan varios cientos de abogados polacos. Un abogado del partido conservador
Democracia Nacional[*] (DN)[77], que [antes] había votado a favor del párrafo ario[*],
ahora se siente orgulloso de ser expulsado del Colegio [de Abogados] por tener
empleado a un pasante judío. Se llevaron a 200 mujeres cristianas de una cafetería y
las violaron. Oí que algo semejante se repitió en Varsovia en un par de ocasiones. Por
las noches la calle de Marszałkowska [está] medio vacía. Por las mañanas las calles
se asemejan a las de una pequeña ciudad judía. Los destacamentos de trabajadores del
Consejo Judío se marchan a sus puestos. Tienen los rostros demacrados a causa del
hambre, ganan 3,5 złotys al día.
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27 de marzo de 1940
Hoy he tenido una interesante conversación con Meszulim[78]. Él no cree que sea
oportuno viajar[79] a Cracovia y duda de que pueda resultar algo bueno de esa misión.
Cuando Caín quiso matar a Abel, al no saber cómo hacerlo, según nos cuenta el
Midrash[*], le hirió en diferentes partes del cuerpo. No sabía que bastaba con abrir
una herida en sólo un lugar: ese lugar, único y especial, es la cabeza. Los rusos
organizaban pogromos, pero los otros saben mejor cómo destruir a los judíos. En
general, Meszulim no espera nada bueno del enemigo ni del contacto con él.
Hay rumores absurdos, según los cuales Czerniaków[*] es amigo de Frank y por
esta razón [este último] le invitó. […] Hay rumores de que durante la estancia de
[Czerniaków] en Cracovia pusieron la radio para oír la queja de los judíos contra el
pogromo en Varsovia. Cuentan que hace ocho días Biberstein[80] declaró que a los
judíos les iba bien en Polonia. Los otros exigieron una declaración en los mismos
términos a Sapieha[81], y por eso cerraron las iglesias.
Hoy, día 2[82] de marzo se han empezado a construir los muros que deben rodear
la Seuchengebiet[*] [zona en cuarentena]. La noticia ha causado un gran impacto. La
gente ve en este hecho el principio de un gueto de verdad. Sin embargo, en las calles
reina una tranquilidad absoluta. La población judía, que la semana pasada se escondía
en sus pisos, hoy sale de sus casas; se puede ver a los judíos incluso en los barrios
próximos [al área en cuarentena].
Dicen que la gente se rebeló contra los tristes acontecimientos[83]. En Cracovia
estos sucesos duraron un día entero. Se pidió la intervención del jefe de la SS[*],
Krüger[84], y gracias a él terminaron los excesos. Arrestaron a un tal Puławski, que
supuestamente tenía algo que ver con estos incidentes. Vi con mis propios ojos cómo
un gamberro robó o se compró un brazalete judío y se lo puso por error en el brazo
izquierdo. Cuentan que al cristiano que murió en la calle de Franciszkańska lo mató
el conductor de un tranvía, que se apeó del vehículo y golpeó al hombre con una
manivela.
Sobre la reunión en Cracovia se comenta lo siguiente. Durante cuatro horas se
repasaron todos los asuntos que estaban en el orden del día: brazaletes, la seguridad
personal, bienes, situación de los Consejos Judíos, protección social y otros.
Prometieron que dentro de dos semanas el doctor Arlt[85] viajaría a Varsovia y
seguiría manteniendo el contacto. [Los judíos] se sienten decepcionados por los
resultados obtenidos en Cracovia. Se esperaba mucho, pero no se ha conseguido nada
y de ahí el desengaño que sienten. A la pregunta de por qué los judíos de la otra parte
[del Reich] no llevan brazaletes, el doctor Arlt dijo: no estamos en guerra con ellos.
Dicen que el alcalde de la ciudad y las autoridades militares están en contra de la
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construcción del muro. Pero la SS, así como las autoridades sanitarias, están a favor.
En gran medida esto dificultará la comunicación ya que habrá que dar grandes rodeos
para evitar [el barrio judío]. Entre otras cosas, el doctor Arlt dijo que el Führer
resolvería la cuestión judía después de la guerra, creando para ellos una patria.
Czerniaków describió su día de trabajo en el Consejo y sus dificultades cotidianas.
Todos los delegados cuentan lo que les dijeron a los otros pero, sin embargo, no
mencionan lo que los otros les respondieron.
Los testigos cuentan que el robo de la farmacia del número 8 de la calle de Żabia
duró una hora y media. Había allí policías polacos y policías de los otros, pero no
hicieron nada para evitarlo. Más de lo mismo: un policía de los otros pasea por la
calle, detrás de él unos chicos llevan cosas robadas, pero a él le da igual. La misma
conversación con un abogado polaco. Los judíos estuvieron siete días en Cracovia,
«se los metieron en el bolsillo», dice, y añade: «Ahora dejarán en paz a los judíos y se
meterán con los polacos». Miles de arrestados. Noticias Polacas, un diario próximo a
Democracia Nacional, publicó el 27 de marzo un artículo de opinión sobre el
pogromo de Varsovia. Un chico polaco quitó algo a un judío en Żelazna Brama y ésa
fue la chispa que hizo estallar el incidente. Se comenta que los otros pagaron a cada
mozuelo polaco 2 złotys, e incluso más, al día. Los trajeron en coches y los soltaron
en el barrio judío; no obstante, no obtuve esta información de una fuente fidedigna.
Hoy circulaba en la calle el rumor de que los ingleses y franceses han ocupado
Bélgica. Los judíos reunieron 10 000 [złotys] para los catequistas y los curas [?]. Las
masas judías no se están dejando desalentar por la ocupación. De forma solemne se
celebró el Purim[*]. El ambiente es bastante bueno, a pesar de que la situación es muy
dura. Los jóvenes no se quedan sentados de brazos cruzados. Viajan de una ciudad a
otra y hablan de Palestina. Apareció una publicación en polaco, yídish y hebreo sobre
Palestina. A un hombre joven llamado Hofman le golpearon en la cabeza con un
hierro, y murió.
[…] Ha llegado a mis oídos información sobre un grupo de judíos que van a la
G[estapo] todos los lunes para ayudar con el papeleo. No todos fueron capaces de
acostumbrarse a las nuevas condiciones. Esos judíos hicieron de buena fe todo lo que
exigía la G. Durante el registro general, por ejemplo, hicieron todo lo que les
ordenaban, a pesar de que las órdenes no beneficiaban siempre a los judíos. Estaban
muy enfadados porque había judíos que no se empadronaban, querían demostrar que
se tomaban en serio su trabajo.
Un rabino trajo de un campo de trabajo de la localidad de Stargard unos rollos de
la Torá rotos. Los sacó de la sinagoga y los consiguió traer felizmente a Varsovia;
tienen varios cientos de años.
Al principio las casas de judíos de la calle de Nalewki las asaltaban soldados de la
Wehrmacht; ahora se encargan jóvenes pilotos, de 17 o 18 años de edad. A veces
fuerzan las puertas para robar en los pisos cerrados.
Los vapores, así se dice cuando los otros se llevan a todos los habitantes de un
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edificio a los baños[*], se han convertido en una gran plaga. Los trabajadores
cristianos chantajean a los comerciantes judíos que tienen mercancía escondida. Les
amenazan con la desinfección de la mercancía. Las epidemias no tienen mayor
intensidad que antes de la guerra. Se cierra no sólo la casa donde se constató la
presencia de la enfermedad, sino también los edificios colindantes; en los últimos
tiempos cierran también algunos tramos de calles.
Cuando la comisión (de la sección estadounidense de la Cruz Roja) se dirigió a la
calle de Dzielna, un amo quería que los judíos dijesen que las zonas cerradas eran
puntos de tránsito [para refugiados], pero cuando el norteamericano preguntó al
primer judío con el que se toparon, éste respondió que le habían expulsado de su
ciudad y ahora vagaba sin fin. De esta forma [se enteraron de que no se trataba] de
puntos de tránsito.
En ¡Polonia vive[86]!, apareció un artículo de opinión titulado «No imitemos a los
alemanes». El origen del pogromo en Varsovia fue el asesinato de un muchacho
polaco que había robado una manzana a un judío en la plaza de Żelazna Brama.
Después empezó el pogromo. Los otros lo organizaron todo. «Nosotros sabemos lo
que los judíos hicieron en aquella parte, en colaboración con los bolcheviques. Lo
vamos a recordar, pero deberíamos castigar sólo a los culpables y no a todos. La
Polonia Nueva se liberará también de los ocupantes interiores». En la
correspondencia desde Krzemieniec se hace un recordatorio de los judíos que
impartían clases en el instituto de bachillerato local. Cuentan que durante el robo de
la calle de Karmelicka, los cristianos se encargaban de denunciar a los ladrones a la
Policía.
A veces para conseguir chatarra se cortan en trozos máquinas nuevas. Hoy, 5 de
marzo, el asunto del gueto cobró de nuevo actualidad. Los trabajadores cristianos de
Correos reciben la orden de abandonar el barrio judío. […]
Después de la guerra viajaremos a Berlín con la consigna: «¡En busca de nuestros
muebles perdidos!».
Queridos míos:
En los últimos días, es decir, a mediados de marzo, comenzaron a llegar sin cesar
grupos de prisioneros de guerra judíos procedentes de Alemania; llegó un grupo de
Olsztyn (en Prusia Oriental). Algunos de ellos cuentan que los otros les trataban muy
bien. Con el paso del tiempo la actitud con los judíos ha cambiado de forma radical.
«Cuando llegamos nos llamaban “judíos malditos”, pero nos despidieron como
“queridos hijos de Israel”». En Stargard (cerca de Szczecin) donde en los primeros
días se podía oír continuamente Jude, últimamente no se oía esa palabra para nada.
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En el diario local se publicaban todos los días condenas a guardias por cosas como
vender a un judío un cigarro, que suponían seis meses de prisión, etcétera. Por dar la
mano a un judío la pena era similar.
Una mujer, que perdió a su único hijo, le puso a un judío que trabajaba para ella
el nombre de su hijo caído. En las explotaciones agrarias los judíos se han convertido
con el tiempo en los mejores trabajadores (oí de un caso parecido en Varsovia). En
una finca trabajaban unos judíos que recibían golpes sin cesar. Con el tiempo esa
misma gente cambió de actitud [con los judíos]. Los judíos dirigen el trabajo; y los
patronos están muy satisfechos con la labor que hacen. Cuando de una finca se
llevaron a los trabajadores judíos, el dueño de la propiedad se fue personalmente a
Magdeburg, para intentar revocar esa orden. […] A los judíos que pasaban en fila, les
tiraban chocolate, pan y otras delicias. A algunos les daban regalos como relojes,
ropa, zapatos, etcétera. Se trataba de un fenómeno masivo. Eso también pesó, según
la opinión unánime de los prisioneros, para que se decidieran a deportar a los judíos
de vuelta a Polonia. También cuentan que en los alrededores de Stargard (cerca de
Szczecin) mandaron a unos prisioneros judíos a trabajar con un frío de 21o bajo cero.
Se congelaron. La actitud de los oficiales alemanes con los judíos es buena, de
compañerismo. Se dirigen a los médicos con el apelativo «amigo» […].
Por el 20 de marzo deportaron a los judíos de Sierpiec, Rypin y también de otras
ciudades pequeñas; se los llevaron a Grudziądz. Sin embargo, allí no había sitio para
alojarlos, así que se los volvieron a llevar. Pero cuando regresaron [los judíos] ya no
pudieron entrar en sus pisos. Les concentraron allí en un campo. Hubo quien les quitó
los caramelos a los niños.
El presidente[87] del Judenrat de Varsovia recibió un coche del nuevo alcalde de la
ciudad de Varsovia, el doctor Leist[88], que estuvo ya al frente de la ciudad de Łódź.
Leí una declaración de las autoridades británicas dirigida a los polacos. Estaba
publicada en polaco y terminaba con [las palabras]: «Polonia todavía vive[89]». Era
un llamamiento a la paciencia y a la resistencia. Se recordaba que el Gobierno polaco
trabaja en el exilio. El texto había sido publicado en el extranjero, como era fácil de
comprobar por la falta de algunas letras polacas como la «ń».
Me llegan noticias de que en Inowrocław un soldado alemán fusiló a un hombre
rico y conocido filántropo llamado Levi. El soldado quería arrestarle. Él respondió:
—A mí, a un antiguo comandante del regimiento de Dragones, sólo puede
arrestarme un oficial.
—Entonces, ¿opones resistencia? —le dijo el soldado, y le disparó.
Levi era millonario y había sido amigo personal del [emperador] Guillermo. Su
padre había construido la línea del ferrocarril de los alrededores de Inowrocław.
Una familia de refugiados, en total 12 personas, recibía ayuda en 12 centros de
beneficencia; al final conseguían el auxilio destinado a 64 personas.
Se ha publicado un decreto por el que se debe informar de todas las mercancías de
piel y lana[90]. La noticia causó gran pánico entre la población judía.
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La comisión por cambiar divisa se ha encarecido, subió hasta 38 złotys e, incluso,
39 złotys. Hace un par de días había rumores persistentes sobre la paz. […]
Los rabinos tienen pánico al trabajo forzado. Al rabino de Sochaczew le afeitaron
la barba. Algunos [rabinos] no salen a la calle durante días enteros. Otros viven en
habitaciones selladas con muros o cerradas con armarios. El tifus exantemático se
propaga tan rápido que sólo pensarlo produce pánico. La mortalidad es alta, en el
hospital muere uno de cada tres enfermos.
Murió el doctor Beatus, médico de los Centros de Acogida a los Refugiados. Si se
encuentra un solo caso de tifus, se cierran ahora los dos edificios colindantes. Un
bando del mando de las fuerzas alemanas del este ordena a los soldados evitar el
contacto con la población civil, en especial con los judíos. Se ha dado algún caso de
robo a pacientes por parte de médicos. La loca, a quien se conoce ya como «la
fantasma de Varsovia», organiza de nuevo sus travesuras salvajes.
Hoy, 23 de marzo, en la calle de Leszno y en la plaza de Żelazna Brama unos
jóvenes gamberros —tenían ocho o diez años— asaltaban a la gente. En todas las
calles trabajan ahora judíos limpiándolas de nieve. Estos trabajadores tienen un
aspecto mísero. Llevan el sello del hambre impreso en el rostro.
Casos de corrupción entre los médicos judíos. Cobran por librar a los habitantes
de los edificios de los baños o vapores[*], los vecinos recolectan el dinero. […] La
Mesusá[*] liberó a un judío del trabajo durante dos semanas en el Parlamento. Le
preguntaron cuál era el significado de la Mesusá y, como les gustó su respuesta, le
liberaron del trabajo. La imagen es terrible: bandas [de niños] de ocho y diez años
que van corriendo a la calle de Leszno para robar. Los verdaderos niños de la calle.
Los prisioneros de guerra judíos demuestran una gran vitalidad. Ni en los tiempos
más difíciles pierden el sentido del humor. En Stargard (cerca de Szczecin)
concentraron a 2400 prisioneros de guerra judíos. Organizaron allí un «concierto-
banquete» en honor del viaje del señor Nus[91] y de Isaac [Giterman]. Un muro separa
a los polacos y a los judíos. Discutimos, pero el muro aísla. Debido al hambre estalla
una guerra por un par de centímetros de salchicha. Si tuviéramos algo que comer no
discutiríamos. Alusiones a la situación de los judíos en Polonia antes de la guerra.
Se quemó la habitación de un tzadik[*] de la localidad de Kozienice y, con ella, la
cama, que era considerada por los hasídicos[*] como una reliquia. […]
Encontré a un judío cargado de niños. «¡Que se vayan a la mierda! Tengo siete
hijos, y además se nos ha añadido una pariente con sus hijos, y todavía hay que sumar
a un subarrendatario. Sólo me queda una salida: tirarme al Vístula, pero para eso
siempre hay tiempo». Los judíos de los batallones de trabajo se han acostumbrado a
la faena.
Desde el viernes [22] de marzo hasta hoy, jueves 28 de marzo, tuvieron lugar
ataques en casi todas las calles judías y, en especial, en las calles que colindan con el
gueto judío, en Leszno, Rymarska, Żabia, en la plaza Bankowy, en la calle de
Graniczna y en la plaza de Żelazna Brama (hace tiempo se celebró allí un mitin en el
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cual se corearon lemas antijudíos), y también en las calles de Grzybowa, Rynkowa,
Żelazna, Chłodna, Mazowiecka y otras. En todos los sitios robaban tiendas judías
(dicen que en la calle de Niecała también asaltaban las tiendas polacas, no he oído
que ocurriese nada igual en otras partes). Robaban los tenderetes de los vendedores
ambulantes y rompían los barrotes de hierro de las tiendas. Al principio se
conformaban con romper los cristales, pero después empezaron a robar. Hoy robaron
en las calles de Karmelicka y Franciszkańska. En esta ocasión se libró una auténtica
batalla entre judíos y gamberros. Según dicen, murió un cristiano en la pelea.
Cuentan que allí mismo capturaron a muchos judíos que no estaban empadronados.
Hoy llevaban cuadrillas completas de gamberros que habían sido arrestados. Los
había de diferentes edades, aunque la mayoría tenía entre diez y doce años. A la
cabeza y también a la cola de cada grupo de gamberros, iba una persona en bicicleta.
Se encargaba de dar las órdenes y de mantener la calma. Delante de la cuadrilla
corrían jóvenes gamberros dando gritos. Todos estaban armados con palos y alambres
trenzados. ¿Quién está detrás de estos excesos? Se piensa que se podría, si hubiese
voluntad, impedir estas manifestaciones de gamberrismo o, en el peor de los casos,
intervenir cuando ocurran. La mejor prueba de ello es que precisamente hoy por la
tarde se interrumpieron estos actos vandálicos. Estos sucesos fueron filmados,
también el momento en el cual los soldados [alemanes] entraban [en las calles] y
ahuyentaban a los gamberros. A menudo los soldados salían de los tranvías para
echar a los gamberros. Hoy vi a un piloto al frente de un grupo de judíos que les
escoltaba hasta su casa.
29 de marzo de 1940
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despedazado los bancos y también algunas placas de mármol. Ahora se ve todo el
cementerio como la palma de una mano y parece una calva humana. Se tiene la
sensación de desamparo y pobreza. La mortalidad entre los judíos es ahora tres veces
más alta que antes de la guerra por las mismas fechas. Se estableció un pago mínimo
por entierro en el cementerio que es de 500 złotys; en el barrio de Praga cobran al
parecer 100 złotys y para los pobres es gratis.
Mataron a un joven llamado Hofman, con el cual los soldados se ensañaron
durante el trabajo.
Hoy, 29 de marzo, todo estaba tranquilo, aunque se produjeron algunos asaltos
aislados a judíos. En el hospital judío se han trepanado 16 cráneos. En la calle de
Franciszkańska arrestaron a muchos judíos porque murió un cristiano durante una
pelea. Se llevaron a hombres, mujeres y niños, pero después los liberaron a todos.
Circulan rumores de que el vallado alrededor de la zona del gueto será sustituido por
un muro[92]. De nuevo se habla muy en serio del gueto en Varsovia, así como de
varios cientos de policías judíos a los que el Consejo, al parecer, va a reclutar. Se
buscan enchufes para conseguir este puesto. La mortalidad entre los refugiados es
alarmante.
Se comenta que los otros se encargarán ahora de la organización de los batallones
de trabajo. Debido al miedo ante la ola de asaltos a judíos muchos no se presentan en
sus puestos de trabajo.
En la calle de Złota descubrieron unos emisores de radio escondidos y, por ello,
detuvieron a muchos polacos y también a judíos. Vi con mis propios ojos cómo
golpeaban a un carretero judío, un viejecito que andaba al lado de un caballo de
aspecto miserable; le pegaron en la cabeza con el puño de un látigo. Mísero
matalón… Sintieron compasión por una criatura viva, aunque sólo fuese por el
caballo.
Las calles tienen un aspecto triste. En las ventanas en lugar de cristales hay
tableros o trozos de vidrio. Cuentan que durante los asaltos a las tiendas judías de la
calle de Żabia los [comerciantes] cristianos de la vecindad observaban contentos la
escena. Se quedaron sin competencia. Leí en el Diario de Łódź del 28 de este mes:
«El mariscal Rydz-Śmygły[93] no les enseñó nada a los judíos, mientras que nuestro
querido Hitler les ha enseñado a trabajar». La vitalidad de los judíos… un cristalero
aprovechaba que le estaban golpeando en la calle para corear: «¡Cristales, cristales!».
[…]
Recuerdos Isaac.
Queridos míos:
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En los periódicos escriben sobre el «orden ejemplar» que reina en la ciudad, pero, a
decir verdad, cunde el caos por todas partes. Si los alemanes hicieran gala de la
organización que poseían en el año 1914, a estas alturas, con su actual ideología, ya
no quedaría ni huella de los judíos. Muchos decretos ni siquiera entran en vigor,
como por ejemplo la norma sobre los 2000 złotys por judío y los 500 złotys[94] de
reintegro; así como la regulación de precios máximos [a niveles de antes de la
guerra]. Los judíos sólo pueden sobrevivir al margen de la ley. […] ¿Qué hicieron los
ricos judíos (Conversaciones de Cracovia) por sus compatriotas trabajadores? Antes
de la guerra no les daban trabajo, ni ayuda en los hospitales, mientras que las casas
construidas para los huérfanos eran para los hijos de judíos ricos.
El espectáculo en el edificio del Parlamento y en la calle de Oboźna no se repite
desde hace algunos días. También se comenta que cazan a menos personas para
trabajos forzados. Resulta difícil saber con exactitud si se trata de un cambio de
mentalidad [en los alemanes], resultado de las Conversaciones en Cracovia, o si es un
hecho cierto.
La lentitud del departamento fiscal del Consejo Judío. Cinco judíos echaban una
partida de bridge. Uno de los jugadores cuenta que pagó 60 złotys de impuestos
mientras que podía y debería haber pagado 4000 złotys, mientras que el resto [según
su propio relato de los hechos] podía haber pagado 6000 złotys, pero que no se les
exigió nada. Todo judío, incluso el más pobre, está obligado a pagar 200 złotys de
impuesto de emigración antes de abandonar la ciudad.
Alguien propuso al presidente del Consejo que exonerase a una costurera pobre
[de la obligación de pagar el impuesto] y que se le devolvieran los 200 złotys que ya
había pagado a través del departamento de Protección Social. Respondió: «Tengo
miedo de los agentes de la Gestapo». Leviatán es una pequeñez comparado con el
trabajo que hasta ahora han hecho [los alemanes], dijo el señor Isaac a su regreso de
allí[95].
Están colocando empalizadas de madera en nueve puntos de la ciudad,
especialmente en la calle de Krochmalna. Las autoridades sanitarias sostienen que
esta calle es la principal incubadora de enfermedades infecciosas. Si pudieran la
habrían quemado. En la localidad de Kraśnik cerraron toda una calle con un muro, los
sanos quedaron atrapados en su interior junto con los enfermos. Sólo se les puede
entregar comida a través de un hueco del muro. También los excrementos pasan por
el mismo camino [hacia el exterior].
Hoy escuché que en los círculos de la intelectualidad polaca reina la convicción
de que los judíos han llegado a un acuerdo con los otros y que, a su juicio, eso explica
los arrestos masivos a cristianos que se producen en la actualidad. El conde
Ronikier[*] entregó a las autoridades de Cracovia una nota, en nombre del Consejo
General de Protección (RGO)[*], que decía que los excesos cometidos habían sido
filmados (no se especificaba por quién) y que las autoridades de seguridad no habían
hecho nada para poner fin a estos sucesos. Esta nota causó impacto en Cracovia. En
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una conversación cara a cara el conde confirmó esta versión.
Cuentan que Czerniaków hizo un retrato fiel en [la reunión de] Cracovia del
trabajo cotidiano en el Consejo Judío: la llegada de gente de todas partes que trae
tristes noticias, el relato sobre alguien que fue asesinado mientras trabajaba, las
cacerías para trabajos forzados. Sin embargo se puso a tartamudear cuando empezó a
hablar de los brazaletes (al final, se convirtió en el principal problema, a pesar de que
algunos delegados no lo consideraban tan importante). Sostenía que pagando 500
złotys uno podía liberarse de esta obligación, no obstante no pudo probar sus
palabras. Así que perdieron la confianza en todo lo que había relatado hasta entonces.
Lewin ha estado escondido durante todo el tiempo, pero cuando los otros le
visitaron decidió salir a la calle. Hoy en el número 2 de la calle de Tłomackie los
soldados se han llevado los muebles y demás enseres. Obligaron a una mujer enferma
a levantarse y se llevaron la cama con la ropa puesta. A un judío le quitaron su
escritorio tan deprisa que no tuvo tiempo de sacar [de uno de los cajones] el
certificado que le eximía de entregar sus bienes.
Algo ha cambiado, se comenta. En [el aeropuerto de] Okęcie hasta ahora no se
daba de comer a los trabajadores judíos, pero desde hace un par de días reciben el
mismo rancho que los soldados y pan con tocino, que pueden llevarse a casa. La
historia con el presidente de los judíos [Czerniaków] y la fusta fue la siguiente:
cuando [la fusta] se rompió después de golpear a los judíos que llegaron con retraso a
su trabajo, Czerniaków se la entregó a un guarnicionero con la orden expresa de que
la repararan y se la devolvieran en su despacho a las nueve.
Debido al decreto de ayer sobre el cambio de dinero polaco por bonos, el dólar
subió de forma considerable, hasta 150 złotys. Se prevé una gran carestía.
Estos días liberaron a los rehenes arrestados en noviembre. Se dice que sólo a los
judíos. Se habla de escaramuzas de partisanos y de ataques esporádicos contra los
otros en la región de Kielce. En el barrio de Anin mataron hace algunas semanas a
dos alemanes; los otros fusilaron a cien polacos [como represalia]. Durante las
manifestaciones antijudías, según cuentan, una delegación judía visitó al arzobispo
Gall[96], que expresó su indignación por lo que sucedía pero no quiso dirigirse a la
población polaca [para intentar parar los ataques].
Se habla de un intento de rebelión en el destacamento de la Wehrmacht de
Skierniewice. Como castigo fusilaron a un hombre de cada veinte. En Włodawa se
produjo supuestamente una escaramuza entre los otros y los rusos. En Chełmno y
Włodawa liquidaron a todos los enfermos mentales. En muchas ciudades de
provincias las autoridades de los Landrätei[*] promulgaron bandos que prohíben a los
médicos cristianos curar a los judíos. Ya que no hay allí muchos médicos, [la
población judía] se quedó sin asistencia sanitaria. La situación de los médicos en
Varsovia es mala. Al principio el tifus seguía un curso leve, ahora, en marzo, su curso
es «maligno».
Cerraron muchas librerías polacas y requisaron libros polacos y alemanes.
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En Cracovia se promulgó un decreto que convierte el Consejo Judío en el único
organismo que puede gestionar el trabajo de los judíos; eso significa que otras formas
de reclutar trabajadores forzados quedan prohibidas. El 5 de abril venció el plazo para
inscribirse en el censo de trabajadores cualificados judíos, pero sólo una parte
pequeña de ellos lo hizo.
Se supone que Sumner Welles[97] trató de la situación de los judíos en Polonia en
la conversación que mantuvo con Ribbentrop. Una de las razones por las que tienen
en cuenta a los judíos de Polonia es que los judíos estadounidenses ocasionan muchos
inconvenientes al presidente de la Cruz Roja alemana.
Gottenhafen se llama hoy Totenhafen[98]. Hay mucha tranquilidad allí, no hay
ningún movimiento. En Gdańsk, dicen, cunde el pánico, están sentados en las
maletas, preparados para la salida.
Cuando se mencionó en Cracovia (27 de marzo) la cuestión de las deportaciones,
se les informó de que la interrupción de las deportaciones depende de Berlín.
Proponen crear una organización judía de fideicomiso que se ocuparía de la
liquidación de los bienes judíos en la otra parte [en el Reich].
Alguien quería organizar [una fiesta con motivo de] su santo. [Iban a reunirse]
más de diez personas y por ello se fue a la Gestapo y presentó allí la lista [de los
invitados], Al día siguiente le dijeron que no iban a mandar a ninguno de sus
hombres, ya que figuran tres de los suyos entre las más de veinte personas
[invitadas].
He oído una característica interesante del rey M[eryn]. Antes de la guerra se desvió
del buen camino. En política se movía de un partido a otro. Durante algún tiempo fue
un sionista del ala derechista de Poalei, después perteneció al Sionismo General[*].
Durante algún tiempo también fue adepto del rabino Hamer [?], siempre fue militante
político. Solía jugar a los naipes y perdió mucho dinero, se divorció de su mujer.
Empezó a rehabilitarse antes de la guerra. El día que los alemanes entraron en
Sosnowiec (4 de septiembre) reunieron en un sótano debajo del edificio del
Ayuntamiento a todos los hombres judíos desde los 14 años hasta edades muy
avanzadas. Estaban hacinados, la gente sudaba a chorros. Si la situación hubiera
durado media hora más, todos se habrían asfixiado. La gente estaba dispuesta a
romper la tubería del agua y a morir ahogada. Finalmente les sacaron y condujeron a
una sala. Allí les colocaron de seis en seis y les informaron de que los judíos habían
disparado a los alemanes desde las ventanas. Les afeitaron la barba y les cortaron los
tirabuzones. Mandaron a ocho peluqueros a recoger sus instrumentos de trabajo y les
amenazaron con fusilar a siete intelectuales judíos —a los que colocaron contra la
pared— en el caso de que no volvieran en quince minutos. Consiguieron quince
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minutos más de plazo. Los siete en cuestión ya estaban haciendo el examen de
conciencia y los otros estaban cargando sus fusiles. En el último momento los
peluqueros entraron corriendo, el sudor regaba sus rostros. Y así los prisioneros
consiguieron salvarse. Todavía les retuvieron en el campo durante un par de días y
después empezaron a liberarles poco a poco; primero a los trabajadores cualificados,
luego al resto. […]
En Sosnowiec no saben a quién se le ocurrió la idea de ofrecer oro y plata;
sospechan que detrás estaba el rey. Los polacos consideran que este comportamiento
fue inapropiado, pero los judíos pensaron que les protegería de las persecuciones.
Resulta difícil justificar este tipo de gastos en los libros de contabilidad, pero en
Będzin se registra como un impuesto más. El rey tiene un ardiente corazón judío. Le
recibieron muy bien en Ostrava Moravska y en Praga. Consiguió liberar a los judíos
de Ostrava Moravska, que se encontraban en un campo en Nisk[99]. Necesitaban la
zona para otro propósito y por eso cumplieron la petición y liberaron a los judíos del
campo. La suerte ha estado de su lado en muchas ocasiones. En cualquier caso, se
considera que por el asunto de la emigración [a Palestina] es capaz de todo y no se
doblegará ante nada[100]. Hace poco intentó conseguir una autorización de los
militantes [sionistas] de Varsovia, que necesitaba, probablemente, para acallar las
suspicacias de los judíos alemanes que le preguntan (al modo bíblico): «¿Y tú quién
eres?». Hace poco se desacreditó, ya que no consiguió los 20 000 salvoconductos que
había prometido. El hecho socavó gravemente su autoridad, aunque, en cambio,
consiguió aplazar por unos cuantos meses la deportación de los judíos de Silesia. No
obstante, hoy, 26 de abril, se va a proceder a la deportación de los judíos de Cieszyn,
Rybnik, Oderberg [en Silesia] y otras ciudades occidentales a las localidades de
Sucha, Trzebinia, Zawiercie; miles de judíos están obligados a abandonar sus casas.
El rey M[eryn] piensa ahora en mudarse a Cracovia y ser el rey en todo el Gobierno
[General] y también en el territorio del viejo Reich y del Protectorado. Los círculos
polacos tienen una opinión negativa sobre el rey M, y la han expresado en octavillas
en las que le critican a él y sus métodos. Me encontré en un tren con una mujer que
hablaba del rey como de un ángel salvador.
Quien consigue sobrevivir durante cuatro días en el campo de Sosnowiec se
siente como un bicho que mengua bajo la suela de un zapato. Siente que algo le
aplasta y que ya está a punto de morir asfixiado, pero el zapato se levanta por un
momento y un segundo más tarde el juego vuelve a empezar. En el campo de
Sosnowiec las celdas de castigo están cerradas con alambre de espino. […]
Los judíos sobreviven en Sosnowiec gracias al comercio. Viajan a Myszków, en
la frontera entre el Gobierno General y el Reich, y allí compran dinero polaco y vales
para telas. Muy pocas tiendas judías permanecen abiertas, la mayoría son pequeños
tenderetes. En el campo cerca de Sosnowiec a un médico le ordenaron limpiar las
letrinas con las manos.
En Varsovia empezó en los últimos días una nueva serie de cacerías. Los
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batallones de trabajo no tienen el número de trabajadores adecuado. Hace un par de
días jefes de sección [de los batallones] cazaban, con ayuda de soldados, a la gente
[para trabajos] en las calles. Ahora hay una modalidad nueva: un motociclista se para
delante de los viandantes y grita: «Halt Juden!». [¡Parad judíos!]. A quienes se paran
los detienen y los cargan en un coche del Ayuntamiento.
Hoy, 27 de abril, había dos soldados en un portal de la plaza de Zamenhoff, que
se dedicaron a detener a judíos durante una hora o así. Las cacerías se han vuelto muy
peligrosas. […]
En S[osnowiec] había un soldado que entraba en las casas judías y obligaba a los
hombres a mantener en su presencia relaciones sexuales con mujeres. Le arrestaron
después de un tiempo.
La gente del HK [Hoytz Komitet[*]] ha tomado ahora el poder.
¿Cómo deben contarse los meses? Januar, Februar… lipiec, sierpień, etc[101]..
La situación en Noruega[102] supone una esperanza de cambio en Polonia. […]
El Consejo Judío se ha gastado un cuarto de millón de złotys en la construcción
de unos muros gruesos en la esquina de las calles Próżna y Złota, así como en otras.
[…] Las sacudidas de los bombardeos han tenido consecuencias positivas en los
enfermos mentales. Resulta difícil tratar con insulina a los enfermos mentales, ya que
el precio de este medicamento está por las nubes. Los batallones de trabajo judíos
trabajan en [el aeropuerto de] Okęcie cargando y seleccionando chatarra. Indelman
contaba que en el campo [de trabajo] le daban un bidón con sopa caliente, pero sin
cuchara, de modo que tuvo que sacar con las manos las patatas calientes. Sólo tenía
un par de minutos para comer. En la calle de Leszno hay grupos de trabajadores
judíos de los batallones que no tienen nada que hacer, pero los otros siguen cazando
gente en las calles. Se puede liberar un edificio entero de los vapores pagando a un
alemán 2000 złotys (diez veces más de lo que gana un médico). Durante los vapores
se destruye todo. Se llevan [para la desinfección] también la ropa interior limpia. Se
comenta que también van a construir muros en Żoliborz y Saska Kępa (es decir,
fortificaciones estratégicas). […]
Queridos míos:
2 de mayo. Antes del día 3 de mayo sucedían cosas horribles. En las calles de
Varsovia los otros organizaron increíbles cacerías de polacos. Los camiones con
[alemanes] armados recorrían las calles sin cesar. Las calles estaban vacías. Los
coches se subían a las aceras y sembraban el pánico. Unos cuantos judíos resultaron
heridos en las calles de Nowolipie y Gęsia. Cuentan que personas vestidas de
funcionarios de la Gestapo sacaron de la cárcel de la calle de Dzielna a 50 personas.
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Pero se trata sólo de un rumor. En revancha los otros arrestaron, al parecer, a miles.
Recomendaron, según se comenta, colocar en los desvanes recipientes con agua,
también arena y botiquines. Oí sobre un comisario, un polaco, que colgó un letrero en
una empresa judía (en Galka) sólo en alemán para complacer a los otros. A los
funcionarios de Correos, les han rebajado los sueldos de antes de la guerra.
Nowodworski[103] y otros abogados antisemitas están en prisión por su apoyo a los
judíos. Los otros les citaron para preguntarles cuál era su opinión sobre el párrafo
ario. Respondieron que durante la guerra esta cuestión no era pertinente. Tengo
entendido que todo abogado debe proclamar antes de cada juicio que carece de
ancestros no arios.
Dicen que el rector de la Universidad Jagelloniana de Cracovia le señaló la puerta
a Studnicki[104], que le visitó con el asunto de crear un Estado polaco. Le echó de allí
y, en represalia, arrestaron a los profesores de Cracovia[105]. Me han llegado noticias
sobre el pintor y escritor polaco Witkiewicz[106], que huyó de Cracovia a Lublin. […]
En un bosque tomó una dosis grande de Veronal. Se cortó las venas para morir en el
último pedazo de tierra polaca.
Me contaron un chiste. El rey danés Christian se despierta por la mañana y ve a
través de la ventana a judíos con brazaletes en las mangas, que quitan la nieve de las
calles. No cabe duda de que los alemanes están en Dinamarca.
En la ciudad reina un ambiente deprimente debido al curso de la guerra en
Noruega. En Zgierz ordenaron a un rabino pagar el petróleo que los otros utilizaron
para quemar la sinagoga local (ocurrió en invierno). Los inquilinos del edificio en el
52 de la calle de Leszno se empecinaron en no pagar el rescate para liberarse de los
vapores. Las hijas del dueño de la casa fueron obligadas a someterse a la
desinfección. Los edificios de los números 3 y 20 de Nalewki pagaron 7000 złotys
por liberarse de los vapores. Las casas judías pagan por evitarlo enormes cantidades
de dinero. He oído que han tenido que aislar el gueto en Łódź[107] por razones
sanitarias.
En los últimos tiempos se han disparado los precios. Un kilo de mantequilla
cuesta 45 złotys. Las subidas se deben a que en Grochów y en otros suburbios
requisan todos los productos. La situación en la parte cerrada de la calle de
Krochmalna es terrible. Ayer murieron trece personas; hace dos días, cinco o seis
personas. En el comunicado de la Cruz Roja polaca sobre la posibilidad de regalar
libros a los prisioneros de guerra polacos hay una nota, al final, que informa de la
prohibición de enviar libros de contenido comunista y de autores judíos. Ferdynand
Goetel por su libro sobre el fascismo ayudó a abrir un comedor para los literatos
polacos[108]. Cuentan que la Gestapo paga 100 złotys a los Volksdeutsche civiles y
militares por entregar a las autoridades un judío que no lleve el brazalete.
El 9 de mayo oí que los polacos se habían escondido el día anterior en las iglesias,
en las casas en ruinas y en los patios interiores de los edificios. La gente saltaba de
los tranvías en marcha. Los otros rodearon el Café Club y se llevaron a todos los que
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se encontraban allí. Cuentan que se llevaron también a los judíos, pero sólo en casos
aislados. La razón, según dicen, es que al parecer los otros quieren amedrentar a los
polacos debido a las noticias sobre la evolución de los acontecimientos en los
Balcanes.
La situación en Łódź es muy triste. Para poder ir al retrete hay que hacer cola
durante horas. Prohíben la entrada de todos los productos salvo del pan.
En Varsovia se ha comenzado la construcción de los muros en Nalewki-Kramy
Nalewkowskie y también en Przejazd-Nowolipie. He aquí el germen del gueto, que
será una realidad.
En Lublin se prohíbe a los judíos encender la luz por la noche. Hace poco, en una
taberna del barrio judío, un bandido polaco mató a un oficial; arrestaron a 800 judíos.
Tuvieron que estar de pie con los brazos levantados durante tres horas.
En Chełm se llevaron a 200 judíos para trabajos muy duros. En general, la
situación allí es difícil. Los otros intentan colocar, siempre que pueden, a los
ucranianos en lugar de los polacos. Por ejemplo, los ucranianos se han convertido en
esa región en los comisarios de las empresas judías expropiadas. Un responsable de la
Oficina del Jefe de la Provincia convocó una reunión en la que se aprobaron
resoluciones acerca de retirar a los almacenistas y a los contables judíos. Una
excepción son los especialistas, de los que por ahora no pueden prescindir. En
algunas fábricas, según declaró un empresario, los trabajadores polacos no se
preocupan mucho del trabajo, holgazanean.
Hoy en Varsovia se llevaron fuera de la ciudad a los trabajadores judíos de un
batallón de trabajo; estuvieron trabajando en la reparación de un cobertizo. Los
polacos contaron a un conocido, en Radom, que Roosevelt dio dinero a Horowitz[109]
y de esta forma consiguió mejorar la situación de los judíos. He oído hablar de una
alemana que vio la película sobre el traslado en Łódź de los judíos al gueto. En las
mesas de los judíos había pescado y gansos. Los otros dijeron: «No os preocupéis»; y
esperaron hasta que terminasen de comer. Después les facilitaron coches para el
traslado de sus bienes.
En las ciudades y en el campo se llevan a los curas, a la intelectualidad, incluso a
los jefes de cooperativas agrícolas.
En Lublin los judíos no pueden salir a la calle después de las seis de la tarde, ni
tampoco encender las luces a partir de las ocho de la noche. En los suburbios de
Wieniawa echaron a la calle a todas las mujeres, mientras que a los hombres les
ordenaron desmontar las casas. No quedó ni un edificio en pie. Se llevaron las
mercancías, el dinero y el oro, que estaba escondido en los muros.
9 de mayo. Durante las cacerías de polacos (hoy de nuevo éstas tuvieron lugar en la
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calle de Nowy Świat) han detenido a 72 judíos, les han metido en la prisión de la
calle de Dzielna. Los policías polacos que vigilan la entrada a la ciudad exigen cinco
céntimos por cada huevo, ya que ellos también tienen que vivir (el precio de un
huevo es de 70 céntimos).
En Lublin los judíos están obligados a quitarse las gorras ante los policías
alemanes. Una carta ingeniosa describe la situación que se vive en Viena: «¡Qué pena
que no estéis aquí! ¡En poco tiempo os convenceríais de que el chivo [la prisión][110]
es de verdad!».
Nadie logra comprender el sentido último de los muros que rodean el gueto.
Existe el temor de que poco antes de que los otros abandonen la ciudad intenten
quemarlo. En los círculos del Ayuntamiento se propuso, previo pago de un soborno,
desplazar los muros a la calle de Rymarska, tal y como desean los comerciantes.
Cuentan que en Łódź un alemán fue a casa de un judío y le despertó diciendo:
«Ven a apagar el incendio de la sinagoga en Łódź». Fue, pero no le permitieron
acercarse a ella[111].
Durante la cacería de polacos ordenaban a algunos judíos de aspecto ario hablar
en yídish; así pudieron demostrar que no eran polacos. En un centro para refugiados
un niño de ocho años se volvió loco. Gritaba: «Quiero robar, quiero saquear, quiero
comer, quiero ser un alemán». El hambre hizo que el niño detestase ser judío…
He oído que los alemanes irrumpieron en la iglesia de la plaza de Grzybowski. El
cura intentaba tranquilizar a los fieles, pero a pesar de sus palabras cundió un gran
pánico. Lo mismo ocurrió hace un par de días en la iglesia de la plaza de las Tres
Cruces, donde capturaron a gente para trabajos forzados. A unos niños de una escuela
pública les obligaron a donar sangre.
Cuentan que los alemanes del Reich pidieron que se les emitiesen unos
certificados sobre el buen trato que dieron a los prisioneros de guerra; estos
documentos los cosieron en sus abrigos [pensando] en el futuro.
13 de mayo. He oído que en la plaza de Teatralny, en la calle Marszałkowska y en
otras, los otros han ordenado bailar a los judíos. A los polacos que pasaban y se reían
también les golpeaban. Hoy ha empezado una moda nueva. Los otros ordenan a los
judíos que se descubran la cabeza y que después tiren sus sombreros. En la calle de
Nowy Świat levantan muros (siguiendo la línea de Frank). Se supone que van a servir
de protección en caso de disturbios callejeros.
Horowitz [Hitler] llegó al otro mundo y en el paraíso vio a Cristo: «Vaya, vaya…
¿qué hace aquí un judío sin brazalete?». «Déjale —responde san Pedro— es el hijo
del jefe».
Se cuenta que en Białystok hay carteles pegados con la siguiente leyenda: «Stalin
tiene cogido a H[itler] por la nuca y pronto expulsará a Checoslovaquia, Austria,
etcétera, por la boca».
16 de mayo. Las victorias [alemanas] en el frente occidental están causando un
gran impacto. Una desesperación profunda se ha apoderado de la población. Conozco
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a una enfermera que tiene preparada una ampolla con veneno para el caso de una
victoria total [de Alemania], La gente atribuye estas victorias a la capacidad que
tienen los aviones de transformarse en tanques una vez que han aterrizado. Otros
cuentan que arrojan enormes bombas de aire comprimido, que protegen a sus
paracaidistas cuando están en el aire. [Así que estos últimos] son como ángeles, a los
que ninguna bala puede alcanzar. Circulan rumores de lo más diverso sobre una
delegación polaca en Moscú, sobre un discurso de Göring [en el cual iba a decir entre
otras cosas]: «No tenemos suerte con nuestros aliados, pero incluso en el caso de que
Rusia no cumpla con el pacto, ganaremos solos la guerra». Hay rumores sobre un
gerifalte en Włodawa que aplica un impuesto de 1000 złotys mensuales a los judíos
que posean un patrimonio de 20 000 złotys. A aquellos que no cumplen, los envía a
prisión. Si alguien le dice que no tiene dinero suficiente para pagar y le pregunta qué
puede hacer en ese caso, el mandamás les responde: «Nosotros sabremos qué hacer».
He oído que en Radom el Consejo Judío ha creado un tribunal arbitral, al que los
judíos pueden dirigirse en vez de acudir a los tribunales públicos. Los miembros del
Consejo Judío actúan de árbitros; un jurista hace de secretario. Los litigantes cubren
las costas e incluso queda algún beneficio para el Consejo Judío. Cuentan que los
terratenientes polacos han solicitado mano de obra [judía]. El problema es importante
ya que en caso de que los judíos sigan ocupándose del trabajo, se van a llevar a más
polacos para trabajar en Prusia.
Éste es el contenido de una carta: «El tío Basar no nos visita, lo mismo con el
vecino de Jema[112]…». Las empresas judías en Varsovia han recibido instrucciones
de la Oficina de Trabajo para despedir a los funcionarios judíos y contratar en su
lugar a ucranianos y polacos.
21 de mayo. Llegó la triste noticia de que en Cracovia ordenaron a todos los
judíos abandonar la ciudad antes del día 15 de agosto. Aquellos que se marchen de
forma voluntaria podrán llevarse consigo todos sus bienes. Al mes deberán abandonar
la ciudad 5000 personas. Sólo se pueden quedar 10 000 judíos[113]. De Silesia llega la
noticia de que todavía está pendiente la deportación de 140 000.
La semana pasada el abogado Goldfajl, responsable de un batallón de trabajo,
recibió veinte golpes en el Consejo Judío por no suministrar su cuota de trabajadores.
Me contaron que dos judíos fueron al Consejo y enseñaron los cardenales marrones y
azules que tenían en todo el cuerpo; los golpearon mientras trabajaban en [las
cocheras del] parque Dynasy. En el Consejo Judío se discute sobre la posibilidad de
gravar con un impuesto de dos złotys las cartillas de racionamiento para el pan. La
medida afectaría sobre todo a los más pobres, que no se podrían permitir comprar las
cartillas. Últimamente se ha reducido a la mitad la ración de pan para los judíos, de
500 a 250 gramos; los cristianos pueden comprar 750. Los judíos no reciben azúcar,
los cristianos sí. El dólar ha caído en los últimos días y cotiza ahora a más de 90
złotys. En Rusia, se cambia a 60 złotys.
En Tomaszów Mazowiecki los judíos pueden permanecer en la ciudad sólo desde
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las ocho de la mañana hasta las doce del mediodía. ¿La razón? Para que los alemanes
que se dirigen al frente no los vean. En Częstochowa mil judíos trabajan fuera de la
ciudad en las carreteras. En Hrubieszów los judíos trabajan muy duro fuera de la
ciudad, sólo una vez a la semana pueden volver a casa para descansar; a cambio de su
trabajo, reciben comida. Expropiaron una granja cerca de Częstochowa y la
convirtieron en un campo de deportes.
El muro que impide el acceso a las calles de Przejazd y Nowolipie está creando
una situación imposible en la calle de Karmelicka. La gente se apelotona allí de
forma terrible, en un incesante ir y venir. Ha llegado a mis oídos el caso de una judía
que, al serle arrebatada la mercancía, corrió por la calle gritando a todo pulmón:
«¡Ladrón!». También acerca de un niño al que quitaron la mercancía. Éste cogió [a
uno de los alemanes] de la mano y se puso a chillar. En una tienda de electricidad
alguien se escondió en el bolsillo dos lamparillas. La judía metió la mano en su
bolsillo diciéndole: «Aquí no se roba, en nuestro país las cosas son diferentes».
El Consejo Judío de Cracovia negocia para que puedan quedarse allí 30 000
judíos. Al parecer los otros están de acuerdo. También cuentan que la culpa de las
deportaciones la tiene el Consejo, que se queja todo el tiempo de que el número de
los refugiados en Cracovia es excesivo. En Małkinia cazan a los judíos para que
trabajen excavando trincheras.
Hoy, 27 de mayo, ha llegado a mis oídos la siguiente historia. Los otros iban a
levantar un muro en el número 11 de la calle de Świętojerska; como les sobornaron,
fueron a construirlo en el número 13 [de Świętojerska]; pero éstos también pagaron,
así que lo trasladaron más lejos. Lo mismo ocurre en otras zonas, como por ejemplo
en Nalewki y en Nowolipki; allí hasta ahora no hay muros porque lo han evitado con
sobornos. En un edificio de la calle de Muranowska hubo quince casos de tifus, pero
no se cerró la casa porque el médico recibió 800 złotys en efectivo. Si la duración de
la guerra dependiese de la capacidad de aguante de los judíos, las cosas estarían muy
mal: los judíos pueden aguantar más de lo que la guerra puede durar.
28 de mayo. Noticias deprimentes procedentes de Łódź. La gente vive allí sólo a
pan y agua. Nadie puede salir. El abandono del gueto se castiga con la pena de
muerte. Se llevaron a los chicos del Instituto R[umkowski], a los de séptimo y octavo,
y los llevaron directamente de sus estudios al trabajo forzado. En Łódź el único
transporte para salir del gueto es la camilla mortuoria. Los judíos pueden acompañar
[al difunto] sólo hasta las puertas del gueto. Las condiciones en el gueto son terribles.
Hay largas colas ante los retretes, hacinamiento, no dejan que la gente reciba
paquetes con comida, sólo cartas. Sacar ilegalmente a una persona cuesta 1000 złotys,
y a veces más. Cada día mueren 60 judíos. Sólo en la ciudad de Łódź viven 200 000
judíos.
En Kalisz[114] todavía quedan judíos, aquellos que se quedaron en la zona del
mercado.
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Del 25 al 28 de agosto de 1940
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Del 6 al 9 de septiembre de 1940
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grupo.
Hoy, 6 de septiembre, Rumkowski, más conocido en su ciudad como «el rey
Chaim», ha llegado de Łódź. Se trata de un hombre de cerca de setenta años, con una
ambición desmedida y un poco chalado. Hablaba maravillas de su gueto. Ha
organizado allí un Estado judío con 400 policías y tres cárceles. Tiene un ministerio
de Asuntos Exteriores y todos los ministerios restantes. Le preguntaron cómo podía
presumir de que las cosas iban bien cuando la situación es tan calamitosa y hay una
mortalidad tan alta; no quiso contestar. Se considera un ungido de Dios.
He tenido noticias del célebre Schultz, que actúa en las cocheras del parque
Dynasy. Ordenó a uno de los judíos escoger uno de los palos que estaban colgados.
Después le golpeó, pero con un palo más grueso al que había elegido. Allí lavan los
coches y distribuyen gasolina. Él [Schultz] va en un coche abierto y caza a los judíos
de dos en dos; después les honra con una paliza. Cuando el Consejo Judío le propuso
facilitarle diariamente los trabajadores que necesitara, él les contestó que no le gustan
los harapientos y que prefiere buscar a gente bien vestida. Además no puede privarse
del placer de cazar judíos.
En Otwock se produjeron cacerías de judíos para los campos de trabajo; la
mayoría huyó, más de diez pagaron el intento con su vida.
Cada vez se dan más casos de judíos expulsados de sus casas. Les dan media hora
para sacar todos los bienes. En un piso ordenaron a los moradores que utilizaran la
media hora asignada a recoger sus pertenencias para cambiar las sábanas. A menudo
hay que dejar los muebles y la ropa de cama. Otro pretexto para hacer negocios, hasta
el extremo de que los otros vienen incluso al barrio judío: engañan a la gente
diciéndoles que tienen que mudarse, aunque a cambio de dinero les dejan quedarse en
el piso. Hay judíos que tienen recogidos todos su bienes y esperan la visita. Todo eso
crea mal ambiente en la ciudad.
He oído que en una ciudad reunieron a todos los jorobados y les fusilaron. Cada
vez menos judíos llevan abrigos largos. Se multiplica el número de canallas. Vinieron
a por un comerciante, le arrestaron. Un par de horas más tarde apareció un
intermediario judío y le liberó por unos cuantos miles de złotys.
El primero de septiembre transcurrió sin incidentes[120]. Los polacos hicieron
públicos unos manifiestos ilegales. El PPS [Partido Socialista Polaco] convocó una
huelga de dos horas, durante la cual la población debe quedarse en casa. El DN exigía
[una huelga] que durase todo el día. En las calles polacas no había ni un alma. Todo
estaba vacío. En las calles judías había poco tráfico. Unas cuantas decenas de jóvenes
polacos se pasearon por la calle de Leszno, en las solapas llevaban chapas blancas y
rojas[121] y otras con el lema: «¡Viva Polonia!». Cuando pasaba un coche se subían
los cuellos y tapaban las solapas. El deseo: «Que América cumpla, que Inglaterra
resista y que nosotros aguantemos».
El escándalo con los campos de trabajo está cada vez más claro. Resulta que la
empresa alemana que se encarga de estos trabajos recibe dos złotys para la
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manutención de cada obrero, mientras que su nutrición le cuesta al día sólo 1,08
złotys. Así que hace negocio a costa de los trabajadores.
El Consejo Judío recibió más de 200 000 złotys de personas que no querían ir a
los campos de trabajo. Con ese dinero abastece a la gente que trabaja en los campos
con ropa, mantas, etcétera. Otro problema son las cacerías que se han producido los
días 7, 8, 9 de septiembre, en Varsovia; tras su captura, la gente pasa la noche en la
prisión de Pawiak. Estos hechos se explican porque en virtud de un reciente decreto
no se puede emplear gratis a los judíos en trabajos forzados. Sin embargo, la ley no
dice nada de que no se pueda emplear [gratis] a los arrestados. En Pawiak pasan la
noche 1200 sastres, que trabajan durante el día. Se trata de una práctica habitual de la
Gestapo, la SS y otros organismos de ese estilo, que no tienen respeto por los
decretos del gobernador general. Circula el siguiente chiste: la ansiada ayuda
estadounidense ha llegado en forma de mil martillos; son para que se saquen de sus
cabezas a martillazos los sueños de Londres [de una rápida victoria].
La semana pasada, en Otwock, cazaban a los judíos para los campos de trabajo.
Los judíos consiguieron escapar de algunos chalés; mataron a seis personas e hirieron
a 18. […] Alguien que llegó de Szczebrzeszyn me ha contado que se llevaron de allí a
todos los judíos de entre 18 y 60 años de edad.
Me llegan noticias interesantes sobre la actividad de los administradores oficiales
[polacos] de algunos edificios. Algunos de ellos se gastan todo el dinero ingresado en
concepto de alquiler en caras e innecesarias reformas, para que de este modo no
quede nada con que pagar a los alemanes. Lo hacen por razones patrióticas. Otros en
cambio quieren arruinar a los judíos. No pagan impuestos, piden hipotecas en los
bancos y después no responden a los plazos, cualquier cosa con tal de llevar a la ruina
a los judíos. La única ventaja estriba en que los dueños de casas no tienen que pagar
el alquiler. En estos edificios a los trabajadores cualificados judíos no se les permite
trabajar, lo mismo les ocurre a los administradores de bienes judíos.
Alguien que estuvo en Łódź a principios de julio cuenta que en el gueto han
quitado los nombres de las calles, se quedaron sólo los números para que el barrio
tuviera todavía más el aspecto de un campo [de concentración]. Han suprimido el
servicio postal; la razón aludida: llegaban muchos paquetes con víveres. Rumkowski
solía llevarse una parte para el hospital, los jardines de infancia y otros sitios
similares. Los trabajadores de Correos le imitaban. Los cogieron y los fusilaron.
Luego liquidaron la oficina. Es una gran desgracia para la población. Rumkowski
calculó que la población gasta demasiado dinero en periódicos y por razones de
ahorro prohibió la venta de diarios. Así que por un periódico que cuesta 30 céntimos
se paga en el mercado negro tres marcos. La historia de los chaims[122] también es
idea suya. La población le tiene tanto odio que siempre lleva dos policías alemanes
para su protección. […]
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Del 24 al 29 de septiembre de 1940
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voz alta del alto el fuego. Los graciosos lo explican así: «Quieren derribar el muro de
la calle de Nalewki. Con ese fin, cazan a algunos judíos [para que hagan el trabajo].
Pero los judíos capturados sobornan a sus captores para que les dejen en paz. Cuando
reciben el dinero los otros deciden ir a un bar judío a gastárselo. Eso es para nosotros
un alto el fuego». En Alemania han nacido gemelos, les han llamado: Horowitz y
Moszele[123]. Después del baño, sin la ropa, nadie acertaba a decir quién era quién. Se
lo preguntaron a un transeúnte judío, y éste les contestó: «El que se cague primero es
Moszele…».
Hoy, 25 de septiembre, circulan rumores persistentes sobre el gueto. Causan una
gran inquietud entre la población judía. Se sigue expulsando a los judíos de los
edificios que están fuera de la Seuchengebiet. A veces les dan apenas 15 minutos para
recoger sus cosas.
Moszele[124] se dirigió a los judíos para que le ayudaran a salir de Egipto[125].
Durante una reunión de Horowitz, Moszele y Stalowy [Stalin] estalló una bomba.
¿Quién se salvó? La humanidad.
[…] Cuentan que Składkowski[126] fue a Palestina y visitó a Grynbaum[127]. Éste
le dio la bienvenida con la palabra: «Sí[128]».
Hoy, 29 de septiembre se pagaba por los periódicos alemanes 10 céntimos más
porque llevaban fotografías de ruinas [efectos de los bombardeos aliados]. Me he
enterado del siguiente juego: a un judío le ordenaron hacer del [mariscal] Rydz, otro
debía hacer el papel de Mościcki[129], otros judíos tenían que aplaudirles. Les
ordenaron discutir entre sí y después pegarse.
Moszele está dispuesto a ayudar a los judíos siempre que no revelen el secreto del
éxodo de Egipto. De forma masiva expolian los muebles y otros objetos de los pisos
judíos.
Horowitz preguntó a un gobernante de aquí por los castigos que había aplicado a
los judíos. Éste empezó a enumerar diferentes plagas, pero a Horowitz todo le parecía
poco. Entonces se dispuso a enumerar 10 medidas [que había aplicado], «Primero,
creé para ellos la ŻSS[*]». «Es suficiente —dijo Horowitz— con eso basta».
Cuentan que hace un par de semanas un tzadik de Kozienice, mientras los otros le
apaleaban, declaró que cuando suene el sofar[*] del fin de los tiempos los alemanes se
convertirán en conejos. El tzadik de Kozienice preguntó si en Holanda había judíos.
Le respondieron que sí, y que en Dinamarca, Francia y Noruega también. «Si es así
—les dijo— entonces sois prisioneros de los judíos…».
Hoy, 27 de septiembre, circula el rumor de que el gueto iba a ser más pequeño de
lo previsto. Incluiría las calles de Złota, Sienna, Chmielna, así como Leszno,
Elektoralna, Ogrodowa. Los polacos de la calle de Złota se dirigieron a las
[autoridades] indicando que en esta calle los judíos son una minoría. Me contaron
hoy que los judíos vuelven a Cracovia. Viajan en barcos por el Vístula y alquilan
pisos en la ciudad. Se ha prohibido a los judíos hacer negocios en el camino entre
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[Varsovia y Otwock]. Todo indica que el gueto se hará realidad. He tenido noticia del
caso de una persona que no quería abrirles la puerta de su casa. La forzaron con la
ayuda de un hacha, le echaron de su casa con lo puesto, un pijama, y por la ventana le
tiraron el pantalón. A partir de mañana los judíos podrán viajar sólo en algunos
tranvías; al barrio de Żoliborz no podrán ir en ningún tranvía. En la cooperativa de
pisos[130] a los judíos no les devuelven sus aportaciones.
He leído un artículo de Llamas, la publicación de Hashomer Hatzair, en el que se
subraya con acierto la tendencia de una parte de la juventud judía a envidiar a los
otros, porque son fuertes, orgullosos y disfrutan de todos los bienes del mundo. Hay
una tendencia de esa parte de la juventud a imitar a los otros. La continua
inseguridad, la amenaza sin cesar de ser expulsados del hogar ha conseguido que
algunos deseen el gueto, siempre y cuando los otros no puedan entrar en él.
Hoy, 29 de septiembre, me dieron en los dientes porque no me incliné [ante un
alemán]. Hoy aparecieron tranvías judíos, pintados de amarillo y con una estrella de
David en cada uno de los lados, así como con la inscripción: «Sólo para judíos». Un
muchacho cristiano entró en uno de estos tranvías con la intención de repartir unos
calendarios mientras coreaba lemas antisemitas. Nadie cogió sus calendarios y uno de
los viajeros le ordenó abandonar el tranvía de inmediato. Un rabino dijo que el 27 de
septiembre va a ocurrir algo importante y que los judíos serán liberados. Pero la
realidad es ésta: Japón firmó el Pacto [Tripartito]. Una de las calles amenazadas con
no ser incluidas en el gueto es Złota, adonde hasta hace poco, incluso en los últimos
días, se mudaron muchos judíos de los barrios del sur. Compraron allí pisos por
varios miles de złotys. En Otwock[131] ya se ha publicado el decreto sobre las calles
en las que los judíos están autorizados a vivir.
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3 En cuarentena
Las autoridades de ocupación habían censado y expropiado a los judíos, les habían robado y saqueado individual y
colectivamente, y habían puesto en marcha los mecanismos para aprovechar la fuerza de trabajo que les resultaba
más ventajosa; ahora se trataba de concentrarles en los lugares más insalubres y pobres para dejar que el hambre y
las enfermedades hicieran el resto. Varsovia, con sus 300 000 judíos, a los que se habían sumado 150 000
refugiados y desplazados de guerra procedentes de los alrededores de la capital y de otras ciudades de Polonia, no
podía permanecer al margen por mucho tiempo de la política nazi de concentrar y recluir a los judíos en guetos,
que ya se estaba ensayando con éxito por todo el país. De hecho, sólo un sustancioso soborno había logrado
impedir que la capital polaca fuera la primera ciudad en la que se adoptase esta medida.
Aunque los alemanes habían aplicado algunas restricciones que anunciaban el confinamiento, como el decreto
que prohibía a los judíos salir a la calle entre las nueve de la noche y las cinco de la mañana, el Consejo Judío
insistirá hasta el final en que la amenaza del gueto no es real. Mientras tanto, los nazis aprovechan la excusa de las
epidemias para concentrar a los judíos en un área concreta de Varsovia (el antiguo barrio judío de la ciudad) y
robarles sus viviendas y todas sus pertenencias.
Además de las incautaciones, en esta época los diversos cuerpos de Policía existentes y los colaboradores
judíos de la Gestapo ponen en práctica tácticas de extorsión y chantaje, que no sólo afectan a los individuos, sino
también a las instituciones. El Consejo Judío se ve obligado a pagar a los alemanes un soborno de 100 000 złotys
para evitar la ejecución de 100 personas.
También continúan en esta época las maniobras dirigidas a dividir a la población de Varsovia. Los alemanes
subvencionan a pandillas de adolescentes polacos para que peguen palizas a judíos en las calles de Varsovia,
mientras miembros de la Gestapo y la SS fotografían y filman estas escenas de barbarie. Quieren demostrar al
mundo que es necesario segregar a los judíos por su propia seguridad.
Los nazis desean presentarse ante la opinión pública como un agente de civilización ante lo que denominan el
«desbarajuste polaco». Por si no había quedado claro ya el sentido de su misión, unos meses antes Heinrich
Himmler había dado la orden de creación del campo de Auschwitz[*] y en Łódź —la ciudad en la que, en
proporción al total de su población, vivían más judíos del mundo— se había cerrado el gueto. Unos 164 000
judíos vivirán hacinados a partir de ese momento en cuatro kilómetros cuadrados.
Además, desde la óptica alemana, el desarrollo de la guerra hace aún más imprescindible la reclusión de los
judíos de la capital. En el verano de 1940, tras la conquista de Francia, Hitler había decidido concentrar tropas en
Polonia con el fin de preparar una ofensiva contra la Unión Soviética. Varsovia es el lugar indicado para el
alojamiento de los efectivos de la Wehrmacht; por tanto, hay que hacerles sitio en la ciudad y evitar que
contemplen el esperpéntico espectáculo que ofrecen los judíos y preservarles, al mismo tiempo, de las
enfermedades contagiosas.
Por otra parte, se había saldado con un estrepitoso fracaso el plan para la deportación de los judíos al este, a la
región de Lublin, en el que Adolf Eichmann, responsable del departamento de Asuntos Judíos de la Oficina
Principal de Seguridad, había desempeñado un penoso papel. Organizar los traslados es una operación costosa y
compleja y una vez en el «salvaje este» resulta difícil controlar a los deportados. Muchos judíos huyen a la Unión
Soviética —ocasionando innumerables trastornos a los alemanes en las relaciones con sus aliados de Moscú— y
otros se organizan en grupos de guerrilleros y partisanos. En el caso de una ofensiva contra la URSS, los judíos,
piensan las autoridades de Seguridad alemanas, pueden convertirse en una peligrosa quinta columna.
El 12 de octubre las autoridades alemanas comunican a los judíos de Varsovia que el «área en cuarentena» se
va a convertir en gueto. La comunidad judía celebra Yom Kipur[*], el Día de la Expiación. La noticia, aunque
esperada, cae como un auténtico mazazo. Sólo dos días más tarde, los alemanes comienzan a sustituir el alambre
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de espino que rodeaba la Seuchengebiet con unos gruesos muros. Unos 80 000 cristianos debía abandonar lo que
se conocerá, en la eufemística terminología alemana, como «Barrio Residencial Judío». Por su parte, 140 000
judíos tendrán que alojarse en las viviendas que han abandonado los cristianos dentro del gueto.
Aunque uno de los objetivos del hacinamiento y la concentración de los judíos fuese su eliminación física, en
ese momento la solución que más seducía a la cúpula nazi para acabar con «la cuestión judía» pasaba por la
deportación a alguna remota colonia en África o en el Pacífico. El 15 de agosto de 1940 Adolf Eichmann había
presentado a Heydrich un memorando llamado Plan Madagascar que proponía la emigración forzosa de los judíos
europeos a esa posesión francesa. No se trataba de una idea original. El antisemita francés Paul de Legarde ya
había propuesto en 1885 el confinamiento de los judíos europeos en esa enorme isla africana y el Consejo Sionista
Mundial ya había discutido —y rechazado— ofertas similares de reasentamiento. Ahora, sin embargo, la
perspectiva de una escapatoria de aquel infierno hacía atractiva cualquier perspectiva de emigración. Aunque el
plan de Eichmann era irrealizable en una situación de guerra, esta esperanza contribuyó a hacer más llevadero el
sufrimiento de los judíos y sirvió a los alemanes para convencerles (a la fuerza) de que nada debían temer por la
creación del gueto, ya que significaba la antesala de su liberación.
El traslado de decenas de miles judíos al gueto y su realojamiento se llevó a cabo sin graves incidentes. La
población todavía tiene una esperanza: que se les permita transitar por el resto de la ciudad, que los alemanes les
dejen trabajar en el otro lado. Pero el 16 de noviembre se cierran las puertas de los puestos fronterizos para los
judíos, excepto para una exigua minoría. Decenas de miles de personas pierden de esta forma su único sustento.
Queridos míos:
La víspera de la fiesta de Ros Hasaná (2 de octubre) fue este año muy triste. Hoy se
llevaron los muebles de las casas de los números 4, 6 y 8 de la calle de Leszno;
además ordenaron vaciar pisos en el número 8 de la plaza de Żelazna Brama; esta
casa se encuentra al lado de la entrada. Mañana, Ros Hasaná, algunos minyanim
iniciarán sus rezos ya a partir de las seis de la mañana. En numerosos patios del
barrio judío se pueden encontrar carteles con el llamamiento tradicional [a los fieles]:
«Escuchad la canción[132]». En una palabra: se comercia con los asientos [en las
sinagogas][133]. He oído muchas cosas positivas sobre el comportamiento de los
judíos de Cracovia con los deportados de Łódź (que procedían del campo de
Radogoszcz). Llegaron a Cracovia a las ocho y media de la tarde, y en apenas media
hora todos se encontraban ya alojados en pisos. Viajaron en tren durante tres días, no
les dieron nada de comer ni de beber.
También hoy han comenzado los desalojos de polacos de algunas calles del sur de
Varsovia: en las calles de Poznańska, de Wspólna. Si se les paga dejan un poco más
de tiempo a los judíos y les permiten llevarse todo. Una inquietud alarmante se
apoderó de la población judía, nadie está seguro de si al día siguiente va a dormir en
su cama. En la parte sur [de la ciudad] la gente se pasa todo el día en casa: esperan
hasta que lleguen y les echen. El método para apropiarse de los muebles y otros
objetos consiste en cerrar a cal y canto por la mañana las puertas de entrada al
edificio y no dejar salir a nadie. Cuentan de Rumkowski que por norma se dirige a los
otros de la siguiente manera: «¿Tiene este judío permiso para hablar?».
Hoy, 3 de octubre, primer día de Ros Hasaná, reinaba un ambiente de
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pesadumbre. A los judíos del número 31 de la calle de Dzielna les ordenaron
abandonar el edificio en muy poco tiempo. Por el permiso para sacar un maleta se
pagaba al portero 10 złotys. También un policía polaco se llenaba los bolsillos. Los
judíos tiraban sus cosas detrás de la valla. El asunto con el 8 de la plaza Żelazna
Brama resultó ser un escándalo. Todo terminó con el pago de 150-200 złotys.
Escenas en el tranvía. Un judío con una gorra de visera y un pañuelo rojo
anudado en el cuello le dice a una mujer judía, que se dirige a él en polaco: «En un
tranvía judío hay que hablar en yídish». Otro viajero dice: «¿Y por qué no en
hebreo?». «¡En hebreo también!». El viejo judío se baja del tranvía y les dice a todos:
«¡Feliz año, judíos!». En una palabra: la gente se siente como en casa. El problema es
la falta de espacio. Los conductores también hacen negocios a costa de los judíos:
cobran el dinero a los viajeros pero no les dan los billetes. Las listas de precios en los
restaurantes judíos tienen que estar escritas en yídish. Un extranjero sin brazalete
quería entrar en un tranvía judío pero el conductor no le dejó.
La avaricia de los ricos de Varsovia. El año pasado, cuando todo indicaba [que se
iba a crear] el gueto y se impuso a los judíos una contribución de 300 000 złotys, el
Tío[134] [Sam] tuvo que pagar más de 100 000, mientras que los ricos de Varsovia
dieron 20 złotys por cabeza. Ahora en octubre se comenta que las autoridades
sanitarias y militares están en contra [de la creación] del gueto. En la Seuchengebiet
viven 350 000 judíos y 150 000 polacos. Fuera de los muros viven 75 000 judíos. La
densidad de población en la zona cerrada es nueve veces mayor que fuera de ella. La
venta [de bienes] es la principal fuente de ingresos de miles y miles de judíos.
Se cuenta el chiste de que hay un Generalgouvernement [el Gobierno General, es
decir, Polonia] y un Generalbombardement [un Bombardeo General, es decir,
Alemania]. […]
Hoy (4 de octubre) he oído hablar de la deportación de los judíos de Zgierz[135]. A
los judíos se les permite vivir en los pueblos de los alrededores, pero los campesinos
sólo pueden venderles un kilo de patatas. También echaron a los judíos de Rzeszów.
Me han contado el caso de un profesor polaco que está prisionero en Oranienburg[136]
y que antes era considerado un ángel de bondad. Ahora este profesor considera que
no hay otra solución para las futuras generaciones de alemanes: hay que
exterminarlas. Un judío, un hombre sencillo de una pequeña ciudad, que sufrió
mucho, dijo que en Alemania tiene que haber escuelas de tortura ya que de lo
contrario resultaría difícil explicar tanta bestialidad. La familia de un hombre llamado
Frajdlan se suicidó tres días después del 27 de septiembre, que era la fecha señalada
por un rabino anónimo para la muerte del mayor criminal de Alemania. Cuando la
profecía no se cumplió, el hombre se derrumbó y se suicidó junto con su mujer. Hace
un par de días (en la víspera de Ros Hasaná) cazaron a los judíos incluso en el
cementerio.
Una cristiana quiso entrar en un tranvía judío. Como no se lo permitieron, se puso
a gritar: «¡Hay que ver, también el tranvía es sólo para judíos!». Una anciana judía
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que lleva una toca tradicional se dirige a los niños judíos: «Aquí podéis hablar en
yídish sin miedo». Ayer detuvieron un tranvía judío y se llevaron a todos los
pasajeros para trabajos forzados. El conductor que deje entrar en el tranvía a un
cristiano puede ser sancionado con un złoty de multa. Hay casos de cristianos que se
empeñan en viajar, precisamente, en los tranvías judíos. «¡Yo no soy antisemita!»,
argumentó a gritos uno de ellos. Algunos judíos afirman: «Por fin hemos conseguido
tranvías con la estrella de David». Otros bromean: «Y también con mesusá». En el
gueto de Kutno, en los terrenos de Konstancja[137], se celebró, con el permiso de las
autoridades, un acto en memoria de Herzl[138] y de Jabotinsky.
En los últimos tiempos se emplea sólo a alemanes para sacar los muebles de los
pisos judíos, ya que no confían en los judíos. Estos últimos habían adquirido la
costumbre de sacar los muebles y después volverlos a meter dentro de la casa.
Hoy, 5 de octubre, arrestaron a más de 100 judíos en Łódź. Algunos sostienen que
se les acusa de abandonar el gueto, otros que de contrabando de mercancías o de
sacar sus bienes con ayuda de unos alemanes, que después les habían denunciado a
las autoridades. Además arrestaron a los padres, incluso a los mayores de sesenta
años, de quienes no se presentaron en los campos de trabajo. También se llevaron a
los arrendatarios que escondían a algún realquilado en casa.
Un decreto autoriza a los judíos a circular libremente dentro del gueto desde las
siete de la mañana hasta las nueve de la noche y fuera del gueto desde las ocho hasta
las siete; los polacos pueden estar en la calle hasta las once. Una mujer judía entró en
uno de nuestros tranvías: «Feliz tranvía nuevo».
En Ros Hasaná se llevaron a muchos judíos viejos y canosos a trabajar a la calle
de Rakowiecka. Frank o Leist, uno de los dos, dijo que no era capaz de trabajar con
suficiente rapidez para estar al nivel de lo que los judíos se inventan (la creación del
gueto, etcétera). Algunos cuentan que los otros hacen realidad lo que los judíos
inventan. Cuando el asunto del gueto estaba aún en el aire, los trabajadores
cualificados cristianos de la Seuchengebiet se dirigieron a las autoridades para
quejarse de que, debido a los desalojos, iban a perder a sus clientes judíos, con los
que tenían estrechos contactos.
Humor negro: ¿Por qué los alemanes bombardean Londres y los ingleses Berlín?
¡Qué desperdicio! Ahorrarían gasolina si los alemanes bombardeasen Berlín y los
ingleses Londres.
Los cristianos pueden entrar en el edificio de la oficina principal de Correos sin
ningún tipo de restricciones. Pero a los judíos sólo se les permite estar en grupos de
diez al mismo tiempo como máximo; ésa es la razón de que en el exterior del edificio
haya una larga cola, compuesta generalmente por mujeres. Los judíos deseaban la
guerra, los judíos son culpables de su estallido. Estas palabras se repiten en todas las
conversaciones que mantenemos con los otros, incluso con los mejores. Estuve en el
comedor y ordené quitar la inscripción: «Felices fiestas».
Si el tranvía es de uso exclusivo para judíos cada uno de los vagones está provisto
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de un distintivo amarillo. Si un tranvía está compuesto por dos vagones, y uno de
ellos es sólo para judíos y el otro para los cristianos (el vagón judío siempre es el de
cola) entonces el rótulo es medio amarillo. Muchas empresas, como por ejemplo
E. Wedel[139], han suprimido los letreros donde ponía: «No se admiten judíos». El
hecho de que una empresa judía como Plutos tenga colgado el letrero de «No se
admiten judíos» define bien la situación. Conozco una empresa donde los
trabajadores judíos que habían sido despedidos fueron obligados a acudir de nuevo a
sus puestos de trabajo ya que los otros todavía no controlaban todos los secretos de la
producción; a los judíos les amenazaron con la Gestapo en caso de no presentarse en
la fábrica. En algunas oficinas del [gobernador de la] provincia reciben a los judíos de
la siguiente forma: «Weg, weg». [¡Fuera, fuera!], y con la mano hacen un gesto para
que «los sucios judíos no se acerquen demasiado». «Machen Sie dass Sie
verschwinden». [Quítese de mi vista cuanto antes] le dijeron a una mujer judía en la
oficina de la provincia. Ella respondió: «No soy de aire, no puedo desintegrarme». He
oído hablar de un alto dignatario que, por lo que pueda ocurrir, ha querido ganarse a
un judío conocido.
Un judío mayor de sesenta años que trabajaba duramente en Ros Hasaná, les
pidió agua a los otros; le respondieron que el destino de los judíos es la muerte y no
le dieron agua. En la calle de Nalewki se avisa de las cacerías [que realizan] los
pilotos: «Alarma aérea para la ciudad de Varsovia, la alarma sigue vigente, se
acercan, ya pasó el peligro». Esta ayuda resulta muy eficaz: avisan a todo el mundo
que esté en la calle en esos momentos de que se están produciendo cacerías en ese o
en aquel otro sitio. Los cristianos advierten también a los judíos de que los otros
golpean a quienes no se inclinan ni se descubren a su paso.
El principio de jerarquía ha cautivado a algunos judíos. Vi al jefe de seis
sindicatos de artesanos paseándose con sus botas de caña, hablando en un tono que
denotaba una gran seguridad en sí mismo. A menudo ponía el énfasis en la palabra
«yo» como si fuera el ungido de Dios.
La razón por la que se impide salir a los judíos antes de las siete de la mañana es
económica; [los alemanes] no quieren que compren productos a los campesinos que
llegan de los pueblos.
Un judío rezaba irrespetuosamente en Ros Hasaná. Le preguntaron por qué se
comportaba así. Respondió: «Los rezos deben acompasarse con los tiempos». […]
El rabino de Kozienice, refiriéndose a los campos de trabajo, dijo que, según sus
noticias, los mejores son los de Tyszowce y Siedliszcze. El Consejo Judío de
Varsovia se interesa por todo menos por su población. El que mejor funciona es el
Consejo de Radom, que envía a menudo a sus representantes a los campos de trabajo
con pan, medicinas, etcétera. [Allí] se encuentran judíos de Varsovia enfermos que, a
pesar de su estado, no han sido sustituidos por otros. Zabłudowski[140] dice que todo
es all right. Un judío de Tyszowce se comprometió a alimentar a la gente del campo
de trabajo previo pago de 65 céntimos al día. Hace un par de semanas leí una carta de
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Bełżyce[141]. «Si te toca venir al campo, es mejor que te tires al Vístula». Pero a pesar
de todo los polacos están convencidos de que los judíos se encuentran en mejor
situación. He oído de numerosos casos de polacos que envían paquetes [con comida]
a comerciantes judíos [que ahora se encuentran] en el gueto de Łódź, en pago de
antiguas deudas. Se trata de relatos emocionantes.
Por desgracia los tranvías judíos están más sucios que los no judíos. ¿De quién es
la culpa? Quizá del consejo de tranvías que no se preocupa demasiado por la
limpieza, quizá de los judíos, que se comportan en ellos como si estuvieran en sus
casas. Hoy detuvieron un tranvía judío en la calle de Marszałkowska y ordenaron
bajar a todas las personas, dieron la vuelta al rótulo [amarillo] y arrojaron al suelo el
letrero con la inscripción «Sólo para judíos». [Después] unos soldados se marcharon
en él.
En los últimos días algunos judíos del sur de la ciudad se dedican a cambiar sus
pisos con los cristianos de los barrios del norte. En la parte sur de la ciudad los judíos
están sentados en las maletas, preparados para que en cualquier momento les
obliguen a salir de allí.
Me han contado que los agentes alemanes [de la Gestapo] llamados «aspirantes»
no reciben salario, así que durante los tres años que dura el periodo de formación
tienen que preocuparse ellos mismos de su sustento. Eso explica sucesos como el del
número 8 de la plaza de Żelazna Brama, en donde los vecinos evitaron un supuesto
desalojo [pagando] un rescate de entre 100 y 200 złotys por cabeza.
La población está deseando que Estados Unidos entre en la guerra, pero al mismo
tiempo teme por las represalias contra los judíos. Hasta los más optimistas empiezan
a tener dudas de si conseguirán sobrevivir a todas estas penalidades, aunque a pesar
de todo se confía en la derrota de Alemania. Resulta difícil saber en qué pone sus
esperanzas la gente y cómo se imaginan la liberación. Cuentan que repartieron
octavillas entre los soldados [alemanes] concienciándoles para que abandonen las
armas. No obstante esta información no es fiable. Por ahora los militares infunden
respeto con sus guantes, sus relucientes botas de caña, están bien afeitados, se nota
que están bien alimentados y sus uniformes elegantes son de la mejor calidad.
Cuentan la siguiente historia: al llegar a su destino el conductor de un tranvía
anunció: «Hitler Platz»; entonces un judío sentenció: «Amén[142]».
La declaración publicada en la revista Der Stürmer[143] sobre que se solucionaría
la cuestión judía en Europa en cuanto Estados Unidos entrara en la guerra, tuvo un
impacto terrorífico. Frank, según cuentan, pronunció un discurso lleno de odio a los
judíos. […] La información sobre la limitación de horas durante las cuales a los
judíos les está permitido estar fuera del gueto resultó ser falsa. Parece que esta
limitación tenía validez sólo durante la visita de Frank en Varsovia.
Hoy he visto la siguiente escena: los alumnos de la escuela de Konarski
golpeaban a judíos en la calle. Algunos cristianos mayores se opusieron y eso hizo
que la gente se apelotonara en la calle. Éste es un fenómeno muy frecuente: los
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polacos reaccionan a los asaltos de cristianos a judíos. Antes de la guerra [este
comportamiento] era insólito.
Frank telegrafió a Czerniaków para que los judíos no inventen tantas represalias
antijudías ya que se sentía incapaz de cumplir con todas ellas. Los cristianos del
Casco Antiguo, con el conde Tarnowski a la cabeza, han iniciado acciones para que
se excluya del gueto esta parte de la ciudad. ¿De qué forma se consiguió parar
[provisionalmente] la creación del gueto en Varsovia? El conde Ronikier intervino
ante las autoridades correspondientes en Cracovia (ante un tal Kundt[144], que
procede de la antigua Checoslovaquia). En la habitación había cuatro sillones. Kundt
estaba indignado de que alguien se atreviese a interceder en favor de los judíos. En
algún momento se oyó un suspiro. Era el jadeo de un perro grande, que volvió a
suspirar. Gracias a esto se rompió el hielo y cambió el mal ambiente que reinaba en la
gran sala. El brutal decreto sobre la construcción del gueto fue retirado.
Hoy se ha publicado el decreto que autoriza a los judíos a permanecer fuera del
gueto desde las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde, y que establece la
obligación de dejar el paso de forma clara a los militares bajándose de la acera. Por la
tarde asistí en la calle de Zamenhof a la siguiente escena: uno de los otros pasando un
buen rato [torturando a la gente]. Los judíos cuentan que eso ya no les importa para
nada, los otros son así, por lo tanto cuando ven una cosa semejante se esconden en los
portales. La prohibición de salir a la calle antes de las ocho de la mañana es un golpe
duro para los pequeños comerciantes que necesitan abastecerse en los suburbios. Los
panaderos judíos tienen prohibido hacer pan blanco, es un golpe duro para toda la
profesión. Los artesanos judíos están obligados a entregar sus herramientas si no las
utilizan. En un periódico de Varsovia se ha publicado el informe de una conferencia
(de médicos) que tuvo lugar en la Oficina del Jefe de la Provincia: consideran que
hace falta aislar cuanto antes a la población judía del resto de la sociedad creando un
gueto.
Hoy circulaba el siguiente rumor: se ha aprobado un decreto que obliga a los
hombres a llevar un gorro de terciopelo; las mujeres judías deberán cubrir sus cabezas
con un pañuelo.
Hoy, en Powiśle, han expulsado de unas casas míseras tanto a los polacos como a
los judíos; les dieron tres días de plazo. También hoy he oído que la mayoría de los
mozos de cuerda de la calle de Nalewki son soplones que siguen a los comerciantes
que transportan paquetes y les denuncian. Quienes no se convierten en chivatos, se
mueren de hambre. Sucedió lo siguiente: [uno de ellos] cogió 100 złotys por no
chivarse pero apenas una hora más tarde llegó en un coche y se llevaron todo. Esta
noche he oído la siguiente historia: a las tres de la noche unos oficiales [alemanes]
golpeaban a un judío: «¡Dijiste que él escondía diamantes, entonces ¿dónde están?!».
Muchas personas de los barrios del sur de la ciudad tienen dos pisos: uno en la
parte sur y otro en la parte norte. Libraron al señor Isaac[145] de los trabajos forzados
pagando al jefe de sección 20 złotys. El año pasado, justo antes de la fiesta de
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Sukot[*] había largas colas para conseguir etorgim[*]. Los polacos que no sabían de
qué se trataba también se colocaban en la cola.
Los judíos se presentan como voluntarios para trabajos agrícolas para salvarse de
este modo de los campos de trabajo. He tenido noticias de [la finca] Grójec. Allí
trabajan de forma voluntaria un grupo de jóvenes para un terrateniente alemán.
Muchos judíos de Cracovia han regresado a sus casas. Se pueden empadronar sólo
como residentes temporales, no reciben cartillas de racionamiento, etcétera. De
acuerdo con el decreto de las autoridades es necesario conseguir, antes de finales de
octubre, un permiso para poder emplear a servicio ario; si no lo consiguen, tienen que
despedirlos. He oído que una familia de conversos fue condenada a ocho meses de
cárcel por no llevar el brazalete. También sobre un alemán que al ver que un judío se
bajaba de la acera, en la calle de Hoża, le preguntó por qué lo hacía. Le cogió de la
mano y le acompañó a su casa. Otro en cambio, cuando aún estaba lejos, le hacía
señales con la mano a un judío para que se bajara de la acera. Todo esto obliga a los
judíos, en los barrios frecuentados por alemanes, a caminar en zigzag de una acera a
la otra (y vuelta a empezar).
Queridos míos:
Hoy he oído que existen dos tendencias en el PPS (Partido Socialista Polaco): una a
la derecha, próxima a Witos[146], otra a la izquierda. El segundo grupo se llama
Spartakus[147]. Se sospecha que algunos grupos los dirige [en la sombra] la Gestapo.
Parte de los gastos, según se comenta, los cubren ellos. Reciben incluso asignaciones
de comida. Todo con tal de saber qué es lo que sucede entre los polacos. Se comenta
que también algunos grupos judíos sucumbieron a esta influencia. Por supuesto no
existen pruebas que lo confirmen. El 95% de los mozos de equipajes —según me
comentaron— están al servicio de los soplones. Me refiero a los miembros de la
llamada Fracción Roja[148], que se pasaban de un partido a otro. Se trata de los peores
canallas, que se dedican a hacer negocios de cualquier forma. Van a los pisos de
judíos y lo roban todo en compañía de los alemanes.
Hoy, sábado 12 de octubre, fue un día terrible. Anunciaron a través de altavoces
la división de la ciudad en tres partes; una alemana, que incluye el centro con Nowy
Świat, otra polaca y otra judía. Hasta finales de octubre todos, excepto los alemanes,
están obligados a mudarse dejando todos sus muebles. En nuestro edificio reina la
desesperación. La dueña de la casa vive en el piso desde hace ya 37 años y ahora
debe abandonarlo sin muebles. Esto será también la ruina de miles de tiendas y
empresas cristianas. He oído que un oficial saltó del tranvía al ver unos alumnos de la
escuela de Konarski que asaltaban a judíos. Se fue corriendo en su persecución y
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disparó al aire. No sé cómo acabó todo. En la zona judía viven 140 000 polacos; fuera
de la zona judía viven 60 000 judíos[149]. Los polacos me contaron que en Toruń
condenaron a unos cuantos polacos a la siguiente pena: les ataron de pies y manos y
después a una motocicleta; de este modo les arrastraron hasta que exhalaron el último
aliento.
Poco a poco el gueto para los judíos se hace realidad. Los telegramas se envían a
través del Consejo Judío, lo mismo ocurre con los permisos ferroviarios. Hoy, en la
fiesta de Yom Kipur, los judíos han recibido un regalo muy amargo. Algunos
consideran que para los polacos que poseen muchas empresas en el gueto, es todavía
peor. Se ha resuelto de forma muy sencilla el problema de la seguridad en Wołówka:
un alemán vestido de uniforme hace guardia en una cafetería. Recibe al día 100 złotys
por actuar en caso de robo[150]. Un golpe doloroso para la población judía es la
prohibición de estar en la calle en el barrio de Praga después de las siete [de la tarde].
Hoy, domingo 13 de octubre, me ha dejado una extraña impresión. Se hizo
evidente que 104 000 judíos del sur de Varsovia y del barrio de Praga tienen que
abandonar sus casas y mudarse al gueto judío. Ya no quedan judíos en ningún
suburbio. 140 000 cristianos deben abandonar el gueto. La cuestión de las empresas
cristianas que se ubican en el gueto judío todavía no está resuelta. Hoy durante todo
el día se dedican a llevarse los muebles. El Consejo Judío estaba sitiado por cientos
de personas que querían saber qué calles abarcaba el gueto.
Cuentan que un grupo de profesores judíos asimilados se dirigió a los inspectores
polacos [de educación] para quejarse de que los judíos quieren introducir en las
escuelas públicas la enseñanza del yídish.
Los mozos de cuerda se aprovechan de la confusión para ganar dinero. Cuando
cerraron el edificio del número 31 de la calle de Dzielna, [los inquilinos] tiraron todas
sus cosas a través de la valla. Los mozos de cuerda cerraron entonces el portal y
exigieron 2 y hasta 3 złotys por cada bulto. El desalojo de los judíos de los suburbios
de la ciudad, así como del pobre barrio de Praga, significa para ellos la ruina
absoluta: ni siquiera van a tener dinero para la mudanza. Algunos tienen muchos
problemas con las sirvientas cristianas… No se las puede despedir sin [el permiso de]
la Oficina de Trabajo, por lo tanto hacen lo que les da la gana. Se han dado casos de
sirvientas que se visten con la ropa de sus señoras. Los cristianos del barrio de
Powiśle [a orillas del Vístula] que se ganan la vida como areneros, dicen que no se
moverán de sus casas, aunque les vaya la vida en ello. El día de hoy fue espantoso.
La imagen de los judíos con sus enseres a cuestas causaba un impacto horrible. Se
llevaban los muebles a pesar de que está expresamente prohibido hacerlo. Se daban
casos de detener carros con muebles, de requisarlos.
En Warthegau sucedió el año pasado lo siguiente: a un grupo de judíos les
ordenaron enterrar en la arena al presidente del Consejo Judío y quizá también al
rabino de la localidad. Cuando ya les habían cubierto con arena hasta el cuello, los
otros dijeron que se trataba de una simple broma. El judío se sacudió la arena y dijo:
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«¡Que se les trague la tierra!»[151]. He oído que los otros han amenazado con cerrar el
gueto en caso de que se propague el tifus.
El Consejo Judío anunció la contratación de 1000 policías judíos. De momento
van a cumplir sus obligaciones de forma gratuita. La impotencia absoluta del Consejo
Judío. Hace dos semanas los 24 consejeros felicitaban a su presidente, Czerniaków,
por el éxito conseguido: hacer desistir a los otros de la creación del gueto. Todavía el
viernes, es decir, un día antes de la desgracia, el Consejo Judío declaró que no existía
semejante amenaza. Algunos cristianos, dueños de casas en el barrio de Praga no
permiten llevarse las cosas de los pisos a menos que se les pague antes el alquiler del
mes de octubre. Algunos [caseros] no dejan que la gente se lleve nada.
«El rincón de la felicidad». Así llaman a una página en los periódicos que está
dedicada a la mermelada[152]. En el edificio de la calle de Ciepła, mientras los
miembros de la SS se llevaban los muebles, un grupo de músicos judíos tocaba y
cantaba enfrente de ellos. Les ordenaron tocar un vals y se pusieron a bailar en medio
de la calle. También ordenaron a los transeúntes judíos dar dinero a los músicos, 5
złotys los que estaban vestidos de forma elegante y 10 céntimos, como mínimo, los
pobres.
Detuvieron a unas cuantas mujeres y se las llevaron a un sótano. Allí les
ordenaron desplumar unas aves. Después del trabajo las desnudaron y dieron 30
azotes a cada una de ellas.
De acuerdo con un reciente decreto del doctor Fischer[*] los polacos pueden
quedarse en el barrio alemán pero tienen prohibido mudarse dentro de él. Hay miedo
de que los polacos se nieguen a abandonar el barrio judío. La mudanza del barrio
polaco está resultando muy difícil. Algunos cristianos sostienen que no se van a
mudar. En Częstochowa echaron a los judíos del centro de la ciudad a una zona
cercana al cementerio judío, donde puede vivir sólo una pequeña parte de la
población judía. En Otwock, por ahora, han aplazado la fecha de creación del
gueto…
Hoy se propagó la noticia de que no habrá Caja de Enfermos. Se habla de una
Policía judía [que vigilará la] moral pública. Toda la ciudad está empapelada con
hojas blancas sobre el cambio de pisos entre judíos y cristianos. La pared próxima de
la Oficina de Alojamientos del Consejo Judío está blanca. Los polacos se sirven de
diversos trucos para ampliar el número de los edificios que formarán el barrio polaco.
Así, por ejemplo, se tapian con ladrillo portales de los edificios que dan a la zona
judía, dejando el portal útil sólo en la parte polaca. Entre el populacho polaco circula
el rumor de que los judíos han logrado reunir 5 millones de złotys para sobornar a los
otros. A cambio de este dinero, obtendrán una mayor asignación de terreno, calles
amplias, etcétera. Especialmente difícil es la situación de los judíos en la parte
alemana [de la ciudad] ya que no tienen ninguna posibilidad de cambiar sus pisos.
Algunos polacos eligen pisos judíos y vienen con órdenes de expropiación del
Ayuntamiento. De esta forma se priva a estos judíos de la posibilidad de cambiar sus
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pisos con los cristianos.
Crearon el gueto en Pruszków. Algunos judíos no abren la puerta cuando los otros
les visitan. Un judío estaba rezando shemone-esrey[*] y no quería interrumpir sus
rezos. Los otros se cansaron de esperar y se fueron.
20 de octubre de 1940
En qué consiste el Servicio [de orden]. Regula el tráfico en las calles. Ha puesto
orden en la calle de Karmelicka. Ya están presentes en las comisarías, aunque todavía
la Policía polaca está allí de guardia. Estos últimos se retirarán el 31 de este mes. Se
cuenta que esta noche trajeron un gran transporte de azúcar a la calle de Chłodna. Los
dos policías recibieron 5000 złotys. Los alemanes necesitan permiso para entrar en el
gueto pero a pesar de ello hoy han seguido robando en algunas calles, se llevaban la
ropa de cama, etcétera. Hay largas colas ante las farmacias, la gente lo compra
absolutamente todo. […]
En el gueto de Łódź hay una carencia desesperada de medicamentos, durante la
epidemia de disentería se pagaba mucho por una cucharada de aceite de ricino. Los
ciudadanos que proceden de Łódź, y aprendieron allí a manejarse en el gueto,
compraron cantidades especialmente grandes de todo tipo de productos. Para suplir el
carbón, se compra madera en grandes cantidades.
Hoy en el periodicucho polaco[153] apareció un artículo asqueroso sobre
saqueadores, contrabandistas, shabes-goyim[*] que traen productos al gueto.
Publicaron fotos de estas personas.
He tenido noticias de que el grupo de personas arrestadas y [deportadas] a
Puławy, bajo supervisión judía, viven en buenas condiciones. Ganan 3,20 złotys de
los cuales 1,20 [se dedica] a la manutención, el resto es para sus familias. Viven en
barracones de ladrillo, los pisos están calientes, les recibieron con un desayuno. A los
judíos de Henryków y de las localidades vecinas se los llevaron para trabajar al
campo, lo mismo ocurrió en los alrededores de Radomsko. La gente desea ir a
trabajar a Okęcie. En el camino de vuelta se pueden comprar varios panes y ganar así
algo de dinero. Un cristiano justo amonestó al comandante de la Policía polaca en
Grochów por mantener bajo arresto a los halutzim. Le dijo que respondía
personalmente por ellos. Les trajo una vaca holandesa. Existe una gran simpatía por
los judíos que trabajan en el campo. El Consejo Judío no quiere crear su propio
organismo de abastecimiento, prefiere que el Ayuntamiento siga ocupándose de ello.
Tal comportamiento encuentra comprensión entre los polacos. Uno de sus superiores
prometió ayudar en este asunto. Janusz Korczak[*] fue arrestado por no llevar el
brazalete. Hoy los alemanes anunciaron que no dejarán entrar patatas en el gueto
porque los judíos estaban haciendo gran acopio de ellas. Volverán a recibirlas más
adelante.
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Hoy trajeron un carro con arena, debajo de ella se escondía carne de cerdo. Desde
ahora el Consejo Judío depende de Schön, del Umsiedlungsamt[*].
Se comenta que la firma del decreto de creación del gueto tuvo lugar en el
restaurante Pod Bachusem. Por la mañana, todavía borrachos, colocaron a guardias
para que no dejaran salir a los judíos del gueto. Los judíos de Cracovia no pueden
abandonar la ciudad sin permiso. Aquellos judíos que se encuentran allí deben
disponer de Ausweis [documento de identidad], el resto, si son mayores de 15 y
menores de 50 años, serán trasladados a campos.
Hoy, 20 de octubre, se ha difundido el rumor de que la megafonía informó sobre
una sorpresa que recibirán los judíos el sábado. Existen diferentes conjeturas
relacionadas con ello: dinero, gas cuatro veces al día, electricidad hasta las nueve de
la tarde, etcétera. El contrabando sigue, especialmente, en el cementerio judío.
También los niños cruzan la frontera y compran productos en el otro lado. Se pudo
ver cómo a plena luz del día llegó, claro está que previo soborno, un carro con azúcar.
A través del cementerio judío también pasaron al gueto una vaca de contrabando. Se
habla mucho sobre la comunicación entre el gueto y el otro lado.
Hoy se llevaban de nuevo muebles de casas judías, aunque los robos, por ahora,
han cesado. Ya no se instalan teléfonos en casas judías; los existentes se van a quitar.
A los judíos de Ludwisie, Henryków (cerca de Varsovia) se los llevaron a trabajar en
el campo. Ahora se estudia el proyecto de la crianza de un viejo animal judío, el
chivo. Cualquier cosa con tal de suplir la falta absoluta de leche. Temporalmente no
se saca la basura del gueto, por lo tanto se ordenó a los Comités de Vecinos
incinerarla. Se comenta que las personas que reciben la orden de expropiación del
Consejo Judío se pueden liberar de ella pagando una cantidad mínima de 100 złotys.
En el barrio de Praga muchos talleres y empresas quedaron selladas. Al principio se
pensó que sería posible volver allí, pero echaron a todos durante la creación del
gueto.
Se fue Molotow pero volvió «Mato-tow[154]». […]
Hoy, 23 de octubre, se anunciaba de nuevo por los altavoces que quedaban excluidas
del gueto las calles Waliców y Ceglana. Al mismo tiempo las noticias sobre la
prolongación del plazo más allá del 31 de octubre —es decir, hasta el 15 de
noviembre— resultaron ser falsas. La gente pierde la cabeza, no sabe adónde
mudarse. Ninguna calle resulta segura, ya que todas ofrecen algún peligro. En la calle
de Ceglana se encuentra la fábrica de Ulrich; eso fue decisivo para su exclusión del
gueto. Se comenta que Schön es el nuevo jefe del Umsiedlungsamt, conocido ya
como organizador del gueto de Łódź[155]. La población siente temor ante la
posibilidad de que en Varsovia ocurra lo mismo que en Łódź. Hoy [el orfanato de] la
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calle Wolska envió a sus niños, desnudos y descalzos, al número 5 de la calle de
Tłomackie[156]. Se pretendía que esto sirviera de acto de protesta contra el Consejo
Judío, pero echaron a los niños de allí y volvieron al orfanato en un carro. Una
incontrolable sensación de inseguridad se ha apoderado de todos nosotros. El mañana
es demasiado incierto. Hace algunos días unos cristianos entraron en las casas del
número 43 de la calle de Żelazna y ocuparon a la fuerza unos pisos judíos. Colgaron
allí una cruz y les dijeron: «Atreveos a quitarla». Cuando hace un par de días la gente
se enteró de que Żelazna, junto con otras calles vecinas —Łucka, Wronia y Śliska (el
tramo final), Pańska y otras—, quedaban excluidas del gueto, la desesperación fue
indescriptible. Los judíos decían: «Preferimos que nos asesinen con gas a que nos
torturen de este modo». Más de 7000 judíos se habían mudado a estas calles desde las
calles vecinas, así como desde el barrio de Praga. Allí los pisos por los que los judíos
de Praga cambiaron los suyos eran pequeños. Los cristianos que abandonaron la parte
sur de la ciudad para mudarse a los pisos judíos cambiaron sus pisos por otros más
grandes, mientras que los judíos, al contrario, por otros más pequeños. En el número
9 de la calle de Warecka un alemán controlaba lo que sacaban los judíos. Lo revisaba
todo pieza por pieza. Un trabajador del Consejo Judío trajo a un alemán de la Gestapo
y por indicarle 40 pisos judíos amueblados recibió gratis un piso para él mismo, y
además le llevaron sus muebles en un carro. Algunos judíos ricos han perdido ahora
todo su dinero. Compraron por ejemplo diamantes por valor de 100 000 złotys y en la
actualidad valen 5000 złotys; dólares a 250 złotys y ahora cotizan a 30.
Haberbusch[157] recibió de los cristianos, según se comenta, flores en agradecimiento
por salvar para ellos algunas calles; supuestamente intercedió por ellos en Berlín.
Hace algunos días surgió el proyecto de incluir la calle de Mylna, para tener así
acceso al Hospital Evangélico. Se estudió rápidamente el mapa; [y así fue como en su
lugar] los números 1 y 3 de Elektoralna han quedado excluidos del gueto. Han
tapiado con ladrillo la salida a la calle de Elektoralna; queda la puerta que da a la
calle de Przechodnia, que no pertenece al gueto. La población judía está más
conmocionada por el asunto de [la pérdida de] la calle de Żelazna (30 000 judíos
afectados) que por el gueto. Al fin y al cabo ya se habían hecho a la idea de lo
segundo. Las casas en la calle de Graniczna se han cerrado con ladrillo por el otro
lado y se abrió la salida a la calle de Skórzana, así al menos [se quedaron] los
edificios de esta última en el gueto.
En los tranvías judíos no cabe un alfiler, tampoco están demasiado limpios. Da
pena viajar en un tranvía así. Los curas recogen firmas de los vecinos para que las
calles mixtas se queden fuera del gueto. Exigen que sea excluida del gueto incluso la
calle de Nowolipki, que es íntegramente judía, debido a la iglesia [que se encuentra
situada allí].
El día 21 de octubre un amigo vio cómo en la plaza de Muranowski había cerca
de 20 judíos con las manos arriba. Esos asesinos seguramente querían robarles. Ayer,
22 de octubre, en Nowolipie algunos polacos, quizá un grupo de bandidos, asestaron
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varias puñaladas de muerte a un judío. En Praga me enteré de que en enero Frydman
intercedió por un rabino al que cogieron para trabajos forzados y al que estaban
golpeando. Mataron a Frydman allí mismo. En la calle de Przebieg dos soldados
exigieron a un conocido mío 50 złotys de rescate. Como no tenía dinero, le llevaron
un par de kilómetros fuera de la ciudad y allí le quitaron el abrigo.
Un judío se ríe entre sueños y grita. Su mujer le despierta; está enfadado y cuenta
que en el sueño vio en las paredes las inscripciones «¡Golpea a los judíos!», «¡No
queremos matanzas rituales!», y cosas por el estilo. «Entonces, ¿de qué te estás
riendo?», le pregunta ella. «¿Cómo que de qué? Los nuestros han vuelto[158]».
Dos abogados —Koral y Tykociñski— se han suicidado porque les había llegado
la orden de desalojo. El primero era asesor legal de la Embajada francesa.
El recuento de pisos que el Consejo Judío está realizando es ahora determinante
para acabar con la especulación. La gente busca familiares y conocidos para que el
Consejo Judío no les adjudique en sus pisos unos inquilinos inadecuados. Se comenta
que van a abrir el gueto en Łódź. El gueto en Kutno ya está abierto. Antes de la
guerra se decía: «¡Judíos a Palestina!». Ahora la estrella de David está en Varsovia y
los polacos están en Palestina[159].
Consiguieron salvar para el gueto la calle de Świętojerska gracias al señor
Cukierman, que estaba en guardia y no permitió a nadie moverse del sitio; de lo
contrario habrían perdido la partida. Por regla general, el censo de población que se
realiza el último día es bastante fiable.
Las instituciones públicas más preciadas de Varsovia quedaron destruidas: el
[orfanato] de Korczak, en la calle de Krochmalna y la Residencia de Ancianos. [Hay
que] rescatar ochocientos rollos de la Torá. Los judíos de los alrededores de Varsovia
estaban muy vinculados a sus pueblos. Una catástrofe indescriptible ya que serán
aislados de las fuentes de ingresos que tenían hasta ahora.
En los tranvías viajan personas desaseadas y mendigos, los tranvías se usan para
transportar todo tipo de mercancías. Rumores de que [los otros] van a exigir oro y
divisas por los productos en el gueto.
Hoy, 24 de octubre, se volvió a incluir la calle de Ceglana dentro del gueto. Bailes
continuos de un lado a otro, y nadie sabe cuándo va a terminar todo esto. Se dan
casos como el siguiente: alguien cambió su piso en la calle de Marszałkowska por un
local en Wronia. Mientras tanto se supo que Żelazna y las calles adyacentes no
pertenecerán al gueto, por lo tanto la persona que cambió el piso se quedó en la calle.
También se llevaron todas sus pertenencias. En muchos casos los cristianos exigen y
consiguen indemnizaciones. El hospital judío se queda por ahora fuera del gueto. Al
principio exigieron que el hospital dejara el instrumental más costoso y trasladara tan
sólo a los enfermos. Existe el temor de que en el caso de que estalle una epidemia de
tifus exantemático, algo que en esta situación tiene que suceder tarde o temprano, se
va a proceder a cerrar el gueto. Al Consejo Judío se le acusa de no hacer nada, de no
estar informado de lo que está sucediendo. Sobre la exclusión de la calle de Żelazna
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se enteraron a través de los altavoces. La situación de los judíos conversos es
desesperante, pues les obligan también a trasladarse al gueto.
8 de noviembre de 1940
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Consejo Judío. Me han contado la historia de un judío que tuvo que mudarse hasta
siete veces a medida que cambiaban las fronteras del gueto. Otro en cambio cuatro
veces: expulsado de Hoża, Freta, Grzybowska 68 y también de allí. La larga muralla
de Wielopole da la impresión de ser el muro de una prisión. El camino hacia [mi]
oficina dura últimamente una hora, e incluso más tiempo. Hay que esperar en los
portales hasta que desaparezca el peligro. Si hay cacerías en Leszno la noticia llega
enseguida a Muranów. Alguien me ha contado que en el gueto de Łódź no había nada
de comida; hasta tal punto llegaba el hambre que un judío que hasta hace poco era
rico tuvo que visitar a otro para pedirle el agua con la que cocía las patatas, para
sentir así al menos algo de sabor. En un comedor autogestionado de Łódź trabaja
como camarero un conocido empresario llamado Kamiński.
Hoy, 8 de noviembre, de nuevo circulaban rumores de que la creación del gueto
será aplazada hasta el mes de abril. En Falenty obligan a los judíos que han quedado
eximidos de los trabajos forzados por razón de edad o por falta de calificación
profesional a cambiar los zapatos y la ropa con aquellos que se quedan en el campo.
En Falenty ordenaron a un joven de más de veinte años con barba [signo de piedad] a
decir a todos los grupos judíos que tenía veinte años, después le ordenaron gritar cada
vez más y más fuerte: «Ohne Beruf[161]». Al final otro judío tuvo que afeitarle la
barba. Cada institución alemana tiene sus propios judíos a los que trata bien; al resto,
mal. Así por ejemplo en Dynasy hay alguien a quien llaman Moisés; este judío ha
conseguido eximir a más de uno del trabajo forzado.
Hoy el Consejo Judío ha recibido por carta la comunicación oficial de que los
judíos deben mudarse al gueto antes del 15 de noviembre. De esta forma se puso fin a
todos los rumores sobre posibles aplazamientos y prórrogas en el establecimiento del
gueto. El miedo ante la posibilidad de que cierren el gueto aumenta, sobre todo
porque ordenaron a la Policía polaca —según se comentó hoy— a irse de aquí. Se
hace acopio de provisiones, cada uno lo que puede. Un comandante de Falenty les
quita productos a los campesinos: «Para mis judíos».
Un oficial visitó a una familia judía con la intención de llevarse sus cosas. La
mujer se puso a llorar y a lamentarse porque es viuda y tiene un hijo a su cargo. El
oficial le dijo que no se llevaría nada si adivinaba cuál de sus ojos era artificial. La
mujer adivinó que el izquierdo. Cuando le preguntaron cómo lo supo, respondió:
«Porque parece humano[162]».
Ayer, al parecer, anunciaron por los altavoces que no se podía utilizar el término
«gueto judío». Sólo «Barrio residencial judío[*]»; y lo mismo en el caso del barrio
alemán y el polaco. Hoy le quitaron sus cosas a un sastre judío en la calle de Orla.
También estaba por allí un judío que quitaba a los abrigos los cuellos de piel y los
escondía después debajo de su abrigo. Rumkowski comienza a ser conocido como
«Chaim, el terrible». A los tranvías judíos se les llama PMC (es decir, paga la mitad
al conductor). Los tranvías van ahora medio vacíos. Un alemán quería quitarle a una
persona su abrigo de pieles. «Me gustaría dártelo pero acabo de salir del hospital.
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Tuve tifus». He oído que doscientas personas han muerto, ya sea por causas naturales
o asesinadas en los campos de trabajo; tan sólo en Bełżec[163] murieron 80 personas
de disentería, el mismo número ha muerto durante el trabajo.
La noticia sobre la expropiación de pisos hizo que la gente buscara inquilinos
aunque fuese pagando alquileres muy bajos; se trata de llenar los pisos todo lo
posible. Los chivatos reciben el 10 por ciento del botín. Cuatro de ellos acompañados
por un oficial, que resultó ser buena persona, visitaron una tienda judía. Los
acompañantes se llenaron los pantalones de ropa interior y otras mercancías; y así,
hinchados como osos, se marcharon. «Heute Tag ohne Ausweisen». [Hoy es el día
sin carnés de identidad]. Eso significa que hoy hacen cacerías y se llevan incluso a
los judíos que disponen del certificado que les exime del trabajo. Es lo que dicen
algunos que hacen cacerías. A menudo sucede que en respuesta a las reverencias de
los judíos los otros hacen una señal con la mano: «No hace falta». La mayoría de los
otros se comporta como si este saludo no fuera con ellos. Lo peor es cuando van dos
o tres judíos juntos y sólo uno de ellos se inclina. A menudo responden a la
inclinación de la forma más cortés.
El gueto resulta ahora mucho más duro que en la Edad Media ya que habíamos
conseguido estar muy arriba y ahora hemos caído demasiado bajo. Una llamada a
mostrar los aspectos positivos del gueto: las tendencias igualitarias (por ejemplo los
impuestos sobre la seda, la ropa…), la ayuda mutua y la animación de la vida social.
Los muros que rodean el gueto se construyen con mucha prisa. El camino entre
Leszno y Grzybowska es ahora más difícil. En las calles de Solna, Ciepła hay tanto
tráfico que resulta imposible pasar por allí.
Queridos míos:
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ciudad [judía] a trabajar. El primer día muchos polacos trajeron pan a sus conocidos y
amigos judíos, era un fenómeno masivo. Por ahora llegan productos gracias a la
ayuda de amigos polacos.
En las calles de Chłodna y Żelazna obligan a hacer ejercicios de gimnasia con
piedras y ladrillos a quienes se quitan las gorras demasiado tarde [para saludar a los
alemanes]. A los ancianos también les ordenan hacer flexiones. A algunos agentes del
Servicio de Orden Judío (apareció el 16 de noviembre) les ordenaron saltar en la calle
a la pata coja alrededor de los judíos que hacían gimnasia. Tiran trocitos de papel al
barro y les ordenan recogerlos, al tiempo que les dan patadas mientras intentan
hacerlo. En las calles polacas les ordenan tumbarse en la calle y les pisotean. Un
militar que pasaba por la calle de Leszno montado en bicicleta empezó a golpear a un
transeúnte judío; le ordenó tumbarse en el barro y besar la acera. Una oleada de
crueldad se ha apoderado de toda la ciudad, como si fuese la respuesta a una señal del
Cielo. Al mismo tiempo hay optimistas oficiales que todavía siguen creyendo que el
gueto no se va a cerrar.
Se comenta que en el Consejo Judío se prepara un proyecto de Correos, servicio
de abastecimiento y de dinero judío. Debido al cierre del gueto y al ritmo febril al que
compra la población, en todas las calles judías había un tráfico terrible. Casi resulta
imposible cruzar la calle. Los transeúntes llenan por completo las aceras y las
calzadas. El viernes por la noche arrestaron a los judíos del barrio de Praga [que
quedó fuera del gueto] y se los llevaron en coches a Muranów y a otras calles; ahora
pernoctan en los portales y en los patios de las casas. Se llevaron consigo tan sólo
algo de equipaje de mano. El sábado vi cómo escoltaban a grupos de judíos desde
Praga. Se prepararon para ellos locales temporales en escuelas, salas de baile,
etcétera. A los judíos que disponen de pisos más grandes, el Consejo Judío les requisa
habitaciones. He visto la siguiente escena: en la esquina de la calle de Chłodna con
Żelazna una familia judía se despedía de una polaca. Se besaban, se daban las manos
y se decían unos a otros: «Venid a nuestra casa la próxima semana». En el cruce de
las calles de Tłomackie y Bielańska hay una fila larga de tranvías[164]. Controlan si no
hay judíos dentro de los vagones. Ordenan bajarse a todos los pasajeros y
comprueban su documentación. En parte, todo esto recuerda a un punto fronterizo. A
veces el tranvía se queda parado entre 10 y 15 minutos.
«Greco bandito, tutto perdito, pobre Benito», un homenaje a las derrotas del
ejército italiano en Grecia. Me contaron lo siguiente sobre un grupo de prisioneros de
un campo de trabajo: no son personas sino sus sombras, sin zapatos, con los pies
envueltos en harapos. Los muebles que requisan a los pisos judíos se los llevan al
cine Splendid (o al Sfinks). Quien quiera puede ir allí a comprarlos. Nuestros
hermanos, los hijos de Israel, les ayudan en estos negocios. Una denuncia infame
contra Munio[165].
Uno de los fenómenos tristes que resultan de los desalojos es la aparición de
muchos mendigos (sobre todo judíos de los suburbios). Obligaron a un grupo de
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trabajadores judíos y a su jefe a hacer gimnasia en la esquina de Leszno y Żelazna. A
un grupo de médicos, que se dirigían el domingo al hospital en el barrio de Czyste,
los sacaron de los tranvías y les obligaron a hacer gimnasia durante una hora. Un
anciano judío pasaba por la calle de Twarda al lado de unos policías y no se quitó el
gorro a pesar de que le avisaron unos policías judíos. Le torturaron durante un buen
rato. Después de una hora volvió a hacer lo mismo: «¡Que se los trague la tierra!».
Muchos judíos ganaban dinero fuera del gueto; ahora se han quedado aislados de
estas fuentes de ingresos. Se comenta que las empresas que están bajo la gestión de
un fideicomisario tendrán que trasladarse; eso significa que los judíos perderán
también los pequeños ingresos que hasta ahora les ofrecían estas empresas. Comentan
que el gueto permanecerá parcialmente abierto hasta el 25. Alguien influyente visitó a
Adam [Czerniaków], el superior de los judíos, le besó, lloró y le dijo que no estaba de
acuerdo con la existencia de una zona judía. La gente paga un canon de 2500 złotys
por la administración de casas judías y lo mismo por las concesiones para [la venta]
de productos en monopolio. En los edificios de viviendas se habla mucho sobre la
posibilidad de hacer comidas colectivas para todos los vecinos, debido a la falta de
madera y carbón.
En Łódź ocurre otro tanto de lo mismo. Allí enseguida, a partir del tercer día,
prepararon una caldera colectiva, incluso para hacer café. He tenido noticias sobre la
forma en que Rumkowski (Chaim Mordechaj) logró erradicar los sobornos a los
policías judíos. Entró en la habitación y quitó los galones a los primeros diez policías
y les dijo que no tenía tiempo para investigaciones. El desalojo en Łódź lo realizó de
forma muy eficaz. Disponía de siete policías alemanes para ayudarle, preparados para
intervenir en caso de que los cristianos se opusieran. La primera noche murieron siete
personas; la segunda, 70; la tercera, 133; en total, 300 [judíos] en Łódź.
Hoy, 19 de noviembre, mataron a un cristiano que tiró por encima del muro del
gueto un saco con pan. […] Muchos judíos pudientes que hasta ahora no daban ni un
céntimo a la Asociación de Autoayuda Judía han empezado de repente a entregar
cuotas más grandes para que con ellas se compren productos para los pobres de [su]
patio. El juego del gueto continúa. Cuentan que han cortado la electricidad en el
gueto de Łódź. Los judíos tienen que estar a oscuras. Circula el rumor de que los
judíos tendrán que pagar cuatro veces más que los polacos por la electricidad, lo
mismo por el gas. ¡Qué idea!
Hoy, 20 de noviembre, corría el rumor de que van a abrir el gueto durante cinco
días, después de lo cual será cerrado (a partir del 25) a cal y canto. Rumores de que
los otros van a encargarse del suministro de alimentos a cambio de que se les pague
en oro y divisas. Se comenta que abrieron el gueto en Łódź. El infierno en el cruce de
las calles de Chłodna y Żelazna continúa. A grupos enteros de personas les ordenan
pasar de forma muy rápida, les meten prisa como si estuvieron azuzando a perros.
Incluso sacan a la gente de los coches de caballos. En la plaza de Teatralny
adiestraban durante un largo tiempo a un grupo de policías judíos. Por esa razón 50
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policías abandonaron el servicio. Se comenta que las autoridades ya se han llevado
parte de las mercancías que estaban en las tiendas judías fuera del gueto.
A menudo judíos recomendados por la Gestapo consiguen pisos gracias a sus
requisas. Dos judíos se quedaron en el barrio de Żoliborz, en casas de sus vecinos
polacos que no les obligaron a irse. Traen cartas de recomendación de la Gestapo
para obtener concesiones en monopolio.
En Otwock han creado dos guetos: uno para enfermos y otro residencial. Desde las
ocho de la tarde del sábado hasta las ocho de la mañana del lunes está prohibido salir
a la calle. El resto de los días de la semana se puede salir del gueto desde las diez
hasta las seis de la tarde.
Los comerciantes judíos traen a Varsovia desde las poblaciones ribereñas del
Vístula productos diversos, aves, etcétera. Se paga por vagón. El conductor pide por
el primer [vagón] 250 złotys, por el segundo 300 złotys. Las autoridades sanitarias
realizaron una inspección [en el tren]: la mitad de las personas viajaba con los billetes
de Młynarski[166]. Cerraron las dos puertas [de los vagones] y no dejaron entrar a
nadie. También sobornaron a un alemán con 40 złotys.
Algunos judíos de Varsovia huyen a provincias.
Durante el traslado al gueto los polacos enviaban flores a sus conocidos judíos.
Nunca se han vendido tantas flores como entonces. Al principio de la guerra, todavía
antes de la ocupación [del país] por los alemanes, así como durante las primeras
semanas [de la ocupación], los dueños pagaban a sus trabajadores grandes cantidades
de dinero cuando liquidaban sus empresas. La empresa Ejtingon[167] de Łódź les pagó
el salario correspondiente a un año, otras empresas el de seis meses y más; algunos
querían dar a sus trabajadores mercancías pero los otros no lo permitieron… Los
refugiados del barrio de Praga se mudaron de la siguiente forma: cargaron el coche
con todos sus trastos y después se sentaron encima de ellos. […]
Mucha gente buscaba refugio de las bombas durante los bombardeos en los pisos
de las plantas bajas o en las primeras plantas de los edificios altos. En uno de estos
pisos, en el número 5 de la calle de Leszno, no querían dejar entrar al dueño de la
casa ya que había demasiada gente dentro. Se dormía en los pasillos, en las
habitaciones sin ventanas. Todo un sistema filosófico para resguardarse ante las
bombas.
Los guardias del gueto de Varsovia ya lo fueron en Łódź. Fueron entrenados
durante la guerra. Hoy el lema es: «Despacio, no corráis como ayer». Ordenaron a un
judío arrodillarse y orinaron sobre él. En la calle de Chłodna golpeaban a las mujeres.
La creación del gueto causó entre los polacos una gran inquietud; temen que ahora les
vaya a llegar su turno; establecerán un Treuhand [fideicomiso] sobre sus bienes, les
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quitarán los muebles, etcétera. Hoy circulaba el rumor de que la radio inglesa y la
soviética anunciaban cada media hora: «Encierran a medio millón de judíos entre
muros en el gueto».
¿Con qué fin obligan, en la calle de Chłodna, a los judíos a utilizar ladrillos en sus
ejercicios? Les entregan dos ladrillos; uno más ligero y otro más pesado. A la hora de
inclinarse resulta imposible mantener el equilibrio. Para rodear el cruce de Żelazna y
Chłodna hay que adentrarse mucho en la calle de Chłodna y desde allí, atravesando el
número 29, se sale a la calle de Krochmalna. Los otros se han enterado y han tapiado
el pasadizo que atravesaba el patio.
Algunas personas han regresado de los campos sólo con lo puesto (unos
calzones). Ayer, 20 de noviembre, sacaron a más de 800 judíos de la cama y se los
llevaron derechitos a los campos de trabajo; también a los enfermos, ya que la
comisión médica no estuvo presente. He oído que en dos ocasiones, cuando unas
mujeres cedieron el paso a unos militares, los otros se mostraron sorprendidos y
dijeron que no sabían nada sobre el decreto [que obliga a los judíos a ceder el paso a
los alemanes]. En las calles sigue habiendo un tráfico indescriptible. La gente tiene
mucho miedo, pero los jóvenes siguen paseando por la calle de Leszno.
150 judíos enfermos procedentes de Berlín van a llegar al hospital psiquiátrico
Zofiówka. Por lo general no hubo ningún tipo de comunicación entre los judíos
polacos y los judíos del Reich. También los prisioneros de guerra tenían poco
contacto con los judíos de aquellas ciudades[168].
La carestía es mayor cada día. Hoy, es decir, dos días antes del cierre del gueto
(23 de noviembre), las patatas cuestan 95 złotys, cuando antes valían 30; resulta casi
imposible conseguir pan, su precio es de cuatro złotys el kilo, lo mismo ocurre con la
harina y otros productos. Las tiendas venden [todas] sus existencias.
El Señor del Universo envió a la Tierra un ángel para que viera lo que está
ocurriendo aquí. Éste volvió al Cielo e informó: «En Alemania, Italia y Japón todos
llevan uniformes y hablan de paz. En Inglaterra todos van vestidos de civil y hablan
de la guerra. En Polonia todo el mundo anda descalzo y cree en la victoria (los judíos
en Polonia cuentan que todo irá bien)». Los judíos llaman a la gente que pasa con sus
pertenencias por la calle de Żelazna «tanques oruga»; sólo se puede pasar a gatas.
Hoy no dejaron entrar en el gueto a los polacos que llevaban productos. El motivo
es que los polacos [se quejan de que] se saca todo de su zona y se trae aquí. Se habla
sobre la construcción de dos puentes (viaductos) entre las calles de Solna y Ciepła,
así como entre Bonifraterska y Przebieg.
De un número total de 800 judíos empleados por la SS —a pesar de las enérgicas
recomendaciones para que emplearan a polacos— han rechazado sólo a 50; en su
lugar tampoco han empleado a cristianos. Una persona que vio las calles del otro lado
cuenta que la diferencia es enorme. Allí el tráfico es normal. La gente se desplaza con
libertad, está vestida de forma elegante, las cafeterías están llenas, en las calles hay
mucho espacio libre, no están tan abarrotadas como en el gueto. Hay malos presagios
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para los judíos.
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4 Entre muros
Los judíos permanecerán allí hasta que lo que han amasado para
intercambiar por alimentos sea devuelto y entonces se les pondrá en la
frontera. El gueto vacío se quemará entonces y quedará reducido a cenizas.
Cuando se cierra el gueto viven en él 450 000 judíos, forzados a alojarse en un total de 27 000 pisos (con una
media de 2,5 habitaciones por vivienda). Una distribución equitativa obligaría a que un número no inferior a seis
personas compartiesen una sola habitación, pero la realidad era aún peor, como nos cuenta Ringelblum, pues
mientras algunas familias ricas o bien conectadas con el poder lograban mejores viviendas, muchos otros carecían
de hogar o vivían en un hacinamiento totalmente insoportable. En las calles la situación no era mucho mejor: la
gente se apelotonaba, no podía caminar con normalidad ante el aluvión de peatones. Al fin y al cabo, el gueto
ocupaba sólo un 2,4 por ciento de la superficie de la ciudad, unas 345 hectáreas (una extensión similar, aunque
inferior, a tres veces la del Parque del Retiro de Madrid): un espacio claramente insuficiente para albergar a tantas
personas. Por si la falta de libertad y el hambre fuesen poco, el hacinamiento hace que algunas enfermedades,
como el tifus, adquieran categoría de epidemia.
El hambre y las enfermedades comienzan a diezmar a la población. Sólo en enero de 1941, 2000 personas
mueren de inanición. Nuevos «cargamentos humanos» de judíos procedentes de otras localidades del Gobierno
General (72 000 sólo entre febrero y abril), y a partir de ese momento también de otros países conquistados o
controlados por los alemanes, llegarán asimismo al gueto de Varsovia. La constante avalancha de refugiados
creará un grave problema a las autoridades del gueto, ya que es imposible darles alimento y cobijo.
Los hombres en edad laboral que no tuvieran un empleo eran obligados a realizar trabajos forzados. Cuando el
Consejo Judío no era capaz de reclutar los trabajadores exigidos por los alemanes, la Policía se encargaba
directamente de secuestrarlos en la calle: son las famosas «cacerías» que Ringelblum nos describe con sumo
detalle en estas páginas. El futuro de quienes carecían de trabajo y de hogar —una multitud harapienta de niños,
mujeres y ancianos— era morir en las calles.
Los trabajadores recibían apenas unos céntimos. Pero incluso con dinero las posibilidades de conseguir
comida eran muy reducidas. La ración de pan diaria no superaba los 100 gramos y, en total, cada habitante del
gueto recibía unas 800 calorías; un aporte insuficiente para cubrir las necesidades nutritivas de un ser humano. La
dieta de la mayoría, excepto de aquellos que se podían aprovisionar en el mercado negro, estaba compuesta de
pan, patatas y un sucedáneo de grasa.
La única actividad permitida en el gueto consistía en la importación de comida y de algunas materias primas
con las que, a su vez, se fabricaban productos manufacturados. Los centros en donde se elaboraban estos bienes,
destinados a su exportación fuera del gueto, se denominaban con la palabra inglesa shops, y a menudo estaban
regidos por antiguos empresarios o por personas de gran preparación científica y técnica, que habían quedado
fuera del sistema productivo por motivos racistas. Estos productos se vendían a empresas alemanas a precios
irrisorios a través de la Transferstelle, en trenes que partían de la Umschlagplatz, un enorme solar próximo a una
de las salidas del gueto que contaba además con una estación de ferrocarril.
Además de los shops, la principal actividad de los habitantes del gueto era el contrabando. Hombres, mujeres,
ancianos y niños arriesgaban cada día sus vidas para sacar dinero y productos para intercambiarlos por comida
(sobre todo patatas y harina). Muchos de estos negocios se hacían por teléfono o a través del correo y el
intercambio se materializaba de formas muy ingeniosas, que el autor nos describe con viveza y admiración.
Aunque los contrabandistas sobornaban a menudo a los guardias, eso no evitaba el peligro de ser sorprendidos por
un policía que no estuviese al tanto del soborno. Para Ringelblum, como para la mayoría de la población, los
contrabandistas eran auténticos héroes, ya que sin su aportación el gueto se hubiera muerto de hambre. Eso es lo
que estaba pasando en Łódź, el segundo gueto en importancia, donde el contrabando era casi imposible y todo el
mundo tenía la obligación de trabajar.
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El contrabando crea a su alrededor toda una forma peligrosa —y activa— de vida, un arriesgado pulso por la
supervivencia que también constituye un signo de rebeldía contra la autoridad del Consejo Judío y de los
alemanes. Los nazis son conscientes de este peligro y comienzan a apoyar a un oscuro y ambicioso personaje,
Abraham Gancwajch. Con el apoyo de la Gestapo, éste creará una banda, que pronto se conocerá en el gueto con
el nombre de «los del trece[*]» (en alusión al local del número de 13 de la calle de Leszno que les servía de centro
de operaciones), para descubrir a los contrabandistas y neutralizar sus operaciones. Ringelblum describe con
detalle las operaciones de Gancwajch y de sus secuaces, así como los intentos del líder del grupo por mejorar su
reputación en el gueto.
Pero en medio de las peores penalidades, Ringelblum nos muestra que los habitantes del gueto son capaces de
organizar un tejido social y cultural capaz de superar cualquier prueba. La religión, cuya práctica está casi
prohibida, y la enseñanza, que se reduce a las cuatro reglas, se cultivan en secreto. La solidaridad y la esperanza
en un mundo mejor no se pierden del todo en ningún momento. El humor, a menudo teñido de una capa de fina y
sórdida ironía, ayuda a pasar los peores tragos: los chistes van de boca en boca. Y ello a pesar de la crueldad y de
la corrupción de muchos funcionarios del Judenrat y de la Policía judía.
No menos crueles son muchos ricos y hombres de negocios del gueto, totalmente insensibles a la realidad que
les rodea. El prototipo de estos ricachones sin escrúpulos, que se aprovechan de la miseria ajena para prosperar,
son Kohn y Heller. Estos hombres de negocios eran propietarios de varias concesiones y empresas en el gueto,
soplones y colaboradores del representante de la Gestapo en el gueto, Auersbald. Ambos socios habían
comerciado con empresas alemanas antes de la guerra y poseían sólidas conexiones con sociedades del Tercer
Reich. Lazos que no duraron mucho. Al final, tampoco Alemania pagaba traidores y su estrella, como la de
Gancwajch, se apagó un día para no volver a encenderse jamás.
Pero el gueto de Varsovia, a pesar de que sus habitantes tienen a veces la sensación de vivir en una isla de paz,
es un terreno excluido de la civilización. No es, sin embargo, un mundo aparte, que pueda permanecer a salvo de
las grandes convulsiones que azotan Europa. A finales de la primavera de 1941, cuando la situación comienza a
estabilizarse, una serie de acontecimientos agrava aún más las perspectivas de sobrevivir de los habitantes del
gueto. El 20 de mayo se prohíbe a los judíos emigrar: se cierra una puerta que ya pocos podían utilizar, pero con
esta decisión se pone en cuestión que los planes de los alemanes para los judíos pasen por su expulsión de Europa.
En otro orden de cosas, el 22 de junio se produce uno de los acontecimientos ante los que Ringelblum siente más
temor: la invasión de la Unión Soviética. Eso significa que la guerra va a durar más tiempo y que, por lo tanto, las
penalidades se van a prolongar.
Los ecos de los primeros días de la operación Barbarroja traen de nuevo al gueto malos presagios. La
maquinaria bélica alemana parece imparable. Los alemanes encuentran poca oposición en su avance por territorio
soviético y los británicos parecen exhaustos. Pero a pesar de todo, según nos transmite Ringelblum en estas notas,
los habitantes del gueto siguen confiando en la victoria de los aliados.
Queridos míos:
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cristianas carecían de permisos para entrar en el gueto. Los otros se mostraron
sorprendidos de que los judíos mantuvieran a las personas que hasta hace muy poco
organizaban pogromos contra ellos.
En la parte aria de Varsovia el tifus está tan extendido que hicieron controles en
todos los pisos judíos para ver si no encontraban en ellos algunos enfermos
escondidos, pero no descubrieron ni uno. He oído que los bautizados quieren tener un
gueto separado dentro del gueto.
En Rypin se llevaron las lápidas y araron la tierra del cementerio.
Ayer, a los trabajadores judíos que llevaban más de dos hogazas de pan cuando
regresaban al gueto, les quitaron el pan y se lo tiraron a los polacos al otro lado del
muro. Las numerosas pastelerías que aparecieron recientemente en los antiguos
locales dedicados al comercio textil, dan una imagen distorsionada del gueto.
Cuentan que a partir del 15 de diciembre no dejarán entrar periódicos en el gueto.
En Cracovia se expulsa a los judíos de la ciudad de forma masiva. Iban a crear un
gueto en Sosnowiec pero retiraron el decreto. En Kutno existe un gueto abierto.
A pesar de la prohibición, los policías dejan salir a la gente [del gueto]. Es posible
recibir paquetes del otro lado, en consecuencia también se puede enviar un paquete
desde la calle de Bielańska a Tłomackie[170]. Ayer, un camión [cargado] de pescado
entró [en el gueto], el precio: 4000 złotys en sobornos. Un tal Erlich[171] visitó al
presidente [Czerniaków] con una carta de los alemanes en la cual se le ordenaba
emplear a 25 personas de su confianza. El filósofo[172], el amigo de los judíos, vino el
día antes del cierre del gueto para despedirse. Comentó que en la ciudad estaban
construyendo barracones para no se sabe quién.
El lenguaje de los responsables del Consejo Judío está cada vez más cuajado de
amenazas como «calle de Kawęczyńska[173]», campo de trabajo, etcétera y
expresiones del tipo: «Me traerás el dinero entre los dientes». Los listillos, los astutos
que calzan botas de caña, se han apoderado del Consejo Judío. Se consiguen los
puestos a cambio de sobornos. Una portería cuesta 300 złotys, un trabajo en el correo
500 złotys, cada uno tiene su precio. Tardaron apenas un día en colocar a alguien en
un buen puesto por 600 złotys. Una pandilla de estafadores y especuladores reina en
el Consejo Judío sin que nadie les controle. Algunos jefes son honrados, pero no
comprenden los problemas sociales. Uno de los policías [alemanes] dijo a su
compañero judío: «Fue Satanás quien concibió esta idea de estrangular a 400 000
personas». Algunos [policías alemanes] simulan que no ven cómo [los judíos] pasan
al otro lado y traen mercancías.
Los médicos y demás personal sanitario del hospital judío (en total 1000
personas) recibieron al principio 75 pases [para ausentarse del gueto]; ahora tienen
200. El resto de los empleados tiene que estar a las siete de la mañana en el número 6
de la calle de Twarda para dirigirse desde allí en fila al hospital en el barrio de
Czyste. En el gueto falta suero porque hay personas que lo compran para uso privado.
Algunos judíos reciben recomendaciones de los otros para obtener diferentes
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concesiones en el gueto. Lo mismo ocurre con los puestos de trabajo. Hoy, en la
esquina de las calles de Leszno y Żelazna ordenaron bailar a hombres y mujeres,
mientras una banda de música, que pasaba por allí, tuvo que tocar. Además, hubo
mucha gimnasia. El Consejo Judío quería cobrar a los administradores de casas unos
cientos de złotys, pero los del número 13 de la calle de Leszno (la Oficina contra la
Usura y la Especulación[*]) no accedieron, y lo prohibieron. También se opusieron a
que el 25 por ciento de los administradores fueran abogados judíos (considerando que
se trataría de dar privilegios a una profesión). La Oficina en la calle de Leszno 13,
que recibió el encargo de administrar algunas casas de esa calle, se dedica a organizar
almacenes de mercancías. También están fundando algún tipo de comisión sanitaria.
He oído hablar del gran heroísmo que demostraron los judíos durante la campaña
[de 1939 contra los alemanes]. Cerca de Mława había algunos puestos de artillería
aérea. Durante la alarma todos huyeron menos los judíos, que lograron derribar
diecisiete aviones enemigos. Otro suceso: estaban atacando un puesto de artillería
polaca, todos, excepto un judío que disparaba desde una pieza de artillería, huyeron.
Tanto cundió su ejemplo que otros se le unieron; hirieron al judío, pero aún tirado en
el suelo él seguía disparando. Le curaron en un hospital. En el cautiverio que siguió a
la derrota, era frecuente oír muchas historias como éstas. Los judíos eran un ejemplo
de resistencia y heroísmo. Un médico judío de la calle de Marszałkowska (más tarde
buscado por el Colegio de Médicos) se puso al frente de su destacamento tras la
muerte del comandante; y lo llevó al ataque, hasta que él mismo cayó muerto.
Hoy, la mañana del 10 de diciembre, en las calles de Chłodna y Żelazna les han
quitado a los judíos sacos con pan, grasas, etcétera, por la denuncia de un policía
polaco que aseguró que se trataba de mercancía de contrabando. Los policías judíos
que se personaron en el lugar declararon que estos judíos transitaban por calles
judías. Al final repartieron el pan entre los pobres. Tendrán que evacuar el hospital
judío antes de abril. En Varsovia hay 750 médicos judíos. El dólar cotizaba de nuevo
muy a la alza, a 108 złotys. Esto se debe a dos razones: la gente ya no confía en el
valor del dinero y se lanza a comprar productos; en segundo lugar, los otros al parecer
también compran dólares enfebrecidamente. Se comenta que en el otro lado mataron
a cuatro alemanes y por ello cortaron algunas calles. El muro es el símbolo de la
corrupción del Consejo Judío: es lo que se dice cuando visitan los pisos judíos para
amenazarles con la desinfección y exigir dinero [a los inquilinos]. Ayer un militar
saltó de un tranvía y asestó un golpe a un chico con una barra de hierro. El chico
murió. Ayer en la calle de Grzybowa se produjo una masacre. Unos alemanes
borrachos golpearon y torturaron a decenas de transeúntes judíos. Según algunas
fuentes hubo 100 heridos, también mataron a un chico. Desde Oświęcim llegan
muchos telegramas que informan del fallecimiento de las personas deportadas allí. A
diario obligan a gente a hacer ejercicios durante tres horas y bajo el fuerte chorro de
las bocas de riego; a menudo esto produce pulmonías que desencadenan la muerte.
Las postales que llegan de Oświęcim hablan de condiciones de vida tan duras que la
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gente desea incluso la muerte.
Hoy he oído una interesante interpretación de la moda de llevar botas de caña
alta. Es una señal de la fuerza y del porte de los otros. Algunos judíos quieren
diferenciarse del resto de la población e infundir respeto [vistiéndose como los
alemanes]. Unos canallas se pasean por la ciudad azotando a los inocentes transeúntes
judíos. El dólar subió, el dinero blando[*] más de 100 złotys, el duro[*] 115 złotys, el
pan cuesta 3,50 złotys el kilo, las patatas entre 5 y 6 złotys. El Consejo Judío invertirá
150 000 złotys en una Oficina de Transferencia [Transferstelle[*]]. Colocan verjas en
las ventanas [de la Oficina] que dan al gueto.
Queridos míos:
En los últimos días (15 de diciembre) abrieron las tiendas judías del otro lado; resultó
que estaban vacías. Se sospecha que sus propios dueños habían sido los ladrones. Los
artesanos judíos podrán traer al gueto las herramientas de trabajo y recuerdos
familiares que guarden en el otro lado, pero tienen prohibido llevarse la mercancía.
Hoy estuve en un concierto en la Biblioteca Judaica; los actores judíos cantaban
en yídish por primera vez. Todo el programa se desarrolló en este idioma. Quizá
estemos ante el principio de un renacimiento del idioma yídish.
Cuentan que el domingo los guardas dejaron pasar a un cura que se dirigía a la
iglesia para dar un sermón a los judíos conversos. Algunos conversos se bautizaron
hace 40 o 60 años, pero ahora tienen que sufrir en el gueto. Una parte de los judíos
bautizados tuvo que separarse de sus mujeres arias, que se quedaron en el otro lado.
Un judío que disponía de permiso quería cruzar por el puesto [fronterizo] de la
calle de Grzybowska; se lo llevaron a la garita y le torturaron allí durante dos horas;
le obligaron a beber su orina, a realizar el acto sexual con una chica cristiana, le
hicieron unos cuantos agujeros en la cabeza y le limpiaron las heridas con una escoba
de barrer. Los guardias del siguiente turno le trataron de forma humana, le dieron de
comer y de beber, le acompañaron a su casa y por el camino le dijeron que los judíos
también eran personas.
El Consejo Judío presentó para su aprobación una lista de más de treinta
comisarios para gestionar edificios de viviendas, se tachó a veinte y se propuso en su
lugar a otras tantas personas, que habían pagado 3000 złotys por ese cargo.
Hoy, entre los candidatos para el Gobierno polaco se barajan diferentes nombres,
por ejemplo, Bniński[174].
Entre los colaboradores [de la Oficina de] la calle de Leszno 13 también hay
personas honradas. Me acuerdo de que no hace mucho tiempo se enviaban denuncias
contra Adam [Czerniaków]. Los estafadores decían [a los alemanes]: «Nosotros les
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sacaremos el dinero a los judíos ricos, vosotros tendréis lo vuestro y nosotros
también». La gente de la calle de Leszno 13, que cuenta con el apoyo de la SS,
recurre a este tipo de métodos: pretenden convertirse en el segundo Consejo Judío y
quieren preocuparse por el resto sin olvidarse de ellos mismos. Allí hay muchos
tipejos siniestros.
El Consejo Judío asumió la administración de las casas del gueto. Dicen que
aquellas personas que no paguen el alquiler van a vivir en barracones.
He oído el siguiente chiste: Él [Hitler] visitó a una bruja vestido con un uniforme
de chófer y le preguntó por su destino. Ella le respondió: «Te faltará la gasolina, se te
romperá el eje[175] y te quitarán el carné de conducir».
Ayer en el Consejo Judío estalló un gran alboroto cuando se repartieron entre los
suyos los puestos de administradores. Kaminer adjudicó a sus hijas los edificios más
grandes, como los de la calle de Swiętojerska, los números 28, 32, 34, etcétera. En el
cruce de las calles de Leszno y Żelazna había un hombre elegante con un sombrero
hongo; como no se descubrió la cabeza en su momento, le golpearon, le tiraron el
hongo al suelo, pero a pesar de todo el hombre no se inclinó ante los otros. Existe un
método original de contrabando de leche. En ambos lados de la frontera, cerca del
mercado, hay carros aparcados. En la parte judía el carro tiene las lecheras vacías y,
en la parte aria, están llenas. Se espera el momento en el que ambos policías estén
ocupados, se cambian las lecheras vacías por las llenas y los carros se van.
Hoy, 17 de diciembre, hacía mucho frío, -14o C y no había carbón. Una tonelada
cuesta 1000 złotys, en la esquina de Leszno y Żelazna siguen divirtiéndose quitando
el pan a los judíos y repartiéndolo entre los cristianos. El contrabando sigue. Se
comenta que su base de operaciones se encuentra en el edificio de los juzgados, en la
calle de Leszno. Los polacos y los judíos tienen puertas de acceso diferentes. Las
transacciones las llevan a cabo oficiales alemanes. En los últimos días han traído una
gran partida de trigo, que se molerá en el gueto. Ayer golpearon con gran saña al
rabino de Praga, que se quitó el sombrero ante los otros pero llevaba debajo el kipá.
La empresa de transporte Hartwig hace un buen negocio. Sacan [del gueto] productos
manufacturados y traen al gueto materias primas. La diferencia entre los precios del
carbón es muy grande: aquí cuesta más de 1000 złotys, en el otro lado, 400 złotys. Vi
a una persona de Góra Kalwaria; no quiere contar nada, tan sólo que perdió 24 kilos
(pasó de 82 a 58). «La gente vive y muere aquí y allí. En el país hay cerca de noventa
guetos como éste. Los judíos están separados del resto de la población.» Dicen que se
podrá viajar [al extranjero] pero los familiares tendrán que ingresar 700 dólares.
Por 300 złotys se puede alquilar un camión y traer aquí toda la mercancía que se
quiera.
Las profecías de todo tipo sobre el futuro y la victoria final están muy extendidas
entre los polacos. Leí algunas de estas profecías con rima y el resultado me pareció
muy malo. Hace poco he oído la historia de un chico de la calle de Pańska que
predijo la liberación. Eso me recuerda una historia del siglo XVII (aparece citada en el
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volumen cuarto de la Historia [de la Literatura Judía] de Cynberg) sobre un chico
natural de Gródek Jagielloński, que conmovió a todo el mundo judío. Condiciones
similares crean fenómenos similares. La población se estremece ante el día 31 de
diciembre, teme que cierren el gueto de forma hermética. Al menos por ahora todavía
se puede recibir todo tipo de cosas por correo, incluido dinero. La razón de que el
tifus se propague con mucha más virulencia entre los cristianos que entre los judíos
es muy simple: ellos comen mucha fruta (sin lavar). Los judíos comen en cambio
muy poca. Ayer mataron a una mujer judía. Unos guardias buenos la dejaron pasar;
pero cuando regresó ya había otros guardias. Se puso a correr, la dispararon por la
espalda y dieron en el blanco.
Hoy vi un destacamento de trabajadores judíos que estaba cargado de pan y de
otros productos deliciosos. En las calles, en el otro lado, se pueden ver muchos niños
judíos de nueve y diez años que no llevan brazaletes.
En los trenes que llegan aquí a los cristianos les quitan todo. Los cristianos
compran muchas mercancías en Varsovia. Están dispuestos a pagar cualquier precio.
Por esa razón los productos subieron, también los diamantes. África está perdiendo el
pelo[176]. En Częstochowa las condiciones son bastante buenas. No cazan a la gente
para los trabajos forzados. El cuñado de Himmler es el comandante de la ciudad. Los
judíos se dedican al comercio. Si les hace falta algo, se lo da el Consejo Judío. ¿De
qué forma una mujer judía trae de contrabando la mercancía desde Otwock? Cuando
quiere entrar se pone el brazalete y se coloca de espaldas al gueto. El policía, por
supuesto, le ordena volver al gueto. Ella le obedece y entra aprovechando la presencia
de más gente a su alrededor. Cuando quiere salir [del gueto] se quita el brazalete y
adopta la postura contraria.
Hoy, 20 de diciembre, sábado, [un camión] con trabajadores judíos llegó a la calle
de Gęsia. Los trabajadores se bajaron del coche y el policía alemán les ordenó cantar.
Uno de ellos, cantor de sinagoga, se colocó encima del camión y cantó El mole
rahamim[177]. En la calle había mucha gente. El paso por el edificio de los juzgados
en la calle de Leszno cuesta 5 złotys. Los polacos se ponen los brazaletes antes de
entrar en el gueto. En el mismo juzgado los judíos se encuentran con los polacos y
arreglan sus asuntos. Una escena: él es un ario, ella una judía, se encuentran cerca de
la frontera. Los guardas se alejan de forma discreta para que ellos pueden hablar en la
intimidad. Los judíos conversos están comprando ahora los árboles de Navidad. Se
comenta que Cáritas les ofrece ayuda. Parszawiak[178] trabaja [en la Oficina] de la
calle de Leszno 13. Gancwajch[*] leyó un discurso sobre la fiesta de Hanuká[*]. En
una carta alguien pregunta sobre la cotización del dólar: ¿en qué números de la calle
viven el señor Blando y su cuñado, el señor Duro[179]? La respuesta: 48 y 90. El
hospital judío tiene que mudarse en los próximos meses. No pueden llevarse los
objetos que estén sujetos a las paredes (así como la gran parte de los instrumentos
valiosos). En cambio los funcionarios de Hacienda se llevan del hospital[180] de la
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calle de Leszno incluso los grifos y los fregaderos, cualquier cosa que se puede quitar
con un destornillador. En los últimos tiempos mueren cada día entre doce y catorce
judíos, antes de la guerra morían más de veinte. Antes de la guerra había
semanalmente siete suicidios, ahora unos tres o cuatro.
Queridos míos:
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descubrieron la cabeza. A éstos no los golpearon. En cambio, se lanzaron a la
persecución de los que huían y les propinaron una terrible paliza. A un judío le tiraron
al suelo, le pisotearon y golpearon hasta que empezó a sangrar. Hoy, una vez más,
apareció un coche en la calle de Karmelicka, se bajaron de él unos alemanes y
empezaron a golpear brutalmente a todos los judíos. Pegaban a todo el mundo,
hombres, mujeres y niños. Por la acera pasaba una mujer con un niño, éste recibió tal
patada que se cayó en la mitad de la carretera. Lo curioso es que la gente se echaba a
llorar y les daban ataques de histeria sólo con ver lo que estaba sucediendo.
Leszno 13 sigue haciendo gestiones para atraerse a personas influyentes de otras
organizaciones. Con este fin envía a sus representantes para que recluten a la gente.
Sin embargo, no lo consiguen. Se comenta que las personas que acepten los puestos
ya no podrán renunciar a ellos.
Una mujer me comentó su experiencia del día 19 de diciembre del año pasado:
«Yo viajaba en un tren de Łódź a Varsovia, con parada en la ciudad de Kutno; subí al
tren en la estación de Kaliska. Los judíos no podían viajar por otras rutas en aquel
tiempo. Todavía llevaban unos parches delante y detrás, podían estar en la ciudad de
ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde. […] Llegamos a Kutno a la una de la
noche. [El tren] a Varsovia iba a salir a las diez de la mañana. Todos entraron en la
sala de espera, muy abarrotada, ya que se trataba de los días previos a las fiestas.
Había pocos judíos. Pasado un rato aparecieron unos jóvenes alemanes [étnicos] que
recomendaron a los judíos salir y tomar aire fresco, ya que se estaban ahogando en
aquella sala. Así que los judíos tuvieron que salir de la estación y colocarse en la
parte de atrás, que daba a la ciudad. Se sentaron encima de los equipajes. Pronto
aparecieron los mismos alemanes de antes y empezaron a golpear a los hombres. Les
golpearon de forma tan brutal que los judíos dejaron el equipaje y huyeron. Entonces
empezaron a golpear con saña a las mujeres. Las golpeaban en el rostro. Ninguna se
libró, todas estaban sangrando. Entre los alemanes surgieron dos que, nerviosos,
empezaron a hacer reproches al resto y a preguntar por qué las estaban golpeando. La
respuesta fue que los judíos eran culpables de que los alemanes estuviesen en Polonia
en esa difícil situación. Los otros dos alemanes respondieron que los judíos no eran
los responsables, sino la política del Gobierno. Aquellos que les golpeaban se fueron
y con ellos también los dos defensores. Estos dos todavía nos visitaron un par de
veces, y sobre todo uno de ellos se interesó por nuestra situación. Nos trajeron agua
para limpiarnos la sangre y se compadecieron de nosotros. Uno de ellos dijo que iba a
intervenir para que nos dejaran entrar de nuevo en la sala de espera. Se fueron pero
no volvieron. Posiblemente porque no consiguieran nada. Cerca de las tres de la
madrugada apareció un coche con oficiales. Aparecieron los mismos soldados que
nos golpearon antes y nos ordenaron descargar el equipaje de los oficiales. A mí me
tocó un baúl. Después de dar unos cuantos pasos un oficial, al ver que estaba herida y
que a pesar de todo arrastraba el baúl, me dijo que era demasiado pesado para mí, y lo
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cogió él mismo. Uno de los dos alemanes que antes se pusieron de nuestro lado dijo:
“Esperad, esta escoria se irá pronto y podréis volver a entrar en la estación”. (Se
refería a los alemanes que nos golpearon.) Después nos dijeron que intentarían que no
tuviéramos que esperar el tren hasta las diez de la mañana. Por suerte llegó un tren
especial, de refuerzo. Ya a las seis de la mañana, como nos informaron en la estación,
el tren reanudó la marcha gracias a la intervención especial de los soldados».
Queridos míos:
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amenazaron con matarle respondió que, como ingeniero, sabía bien la composición
[química] del veneno. Dio la misma respuesta cuando le propusieron crear un
destacamento de policías [para luchar contra] la resistencia polaca.
Resulta que los pasteleros judíos compran pasteles en el otro lado, en la casa
Gogolewski y en otras. Un Volksdeutsch dispone incluso de un salvoconducto para
comerciar con ellos. De esta forma grandes sumas de dinero abandonan el gueto. Los
policías judíos ordenaron retirar los pasteles de los escaparates. Circulan rumores
falsos de que en la calle de Nowy Świat se produjeron manifestaciones antijudías la
semana pasada y de que la gente llevaba pancartas pidiendo la expulsión de los judíos
de Varsovia.
Una militante del Bund[183] consiguió pasar a aquella parte [a la Unión Soviética]
el año pasado, en la frontera un militar la consolaba gritándole: «Sois 17 millones,
¿por qué no tenéis vuestra patria? ¿Por qué habéis caído tan bajo?». Cuando uno de
ellos acusó a un judío de una pequeña localidad de que él era culpable de la guerra, el
judío respondió que a él nadie le había consultado al respecto.
En los últimos días, los otros se han dedicado a golpear a los judíos entre las dos
y las tres de la tarde. De camino hacia la prisión de Pawiak, se bajaban del coche y
azotaban con un látigo a los transeúntes judíos. Los de Leszno 13 se jactan de que un
famoso profesor de química trabaja para ellos. Los del trece se dedican a la
liquidación de los bienes judíos en el otro lado: la oficina se queda con un tercio, los
otros y el dueño se llevan otro tanto.
La gente cuenta que hoy, 25 de diciembre, durante la misa de Navidad, el cura
dijo, al parecer, que los neófitos deberían repudiar a los judíos. La Policía judía
mantenía el orden.
Una de las preguntas que la gente hace a los judíos en el otro lado es sobre la
Policía judía, cómo se comporta y cómo mantiene el orden, etcétera. Un paciente
cristiano consiguió un salvoconducto y se fue a ver a sus médicos judíos. Les contó
que el noventa y nueve por ciento de la población estaba satisfecha de cómo estaban
las cosas ahora. Habían hecho obras en las tiendas que habían pertenecido a los judíos
en el otro lado, las dejaron bonitas y ahora tienen mucha mercancía. Un policía
[alemán] utiliza los servicios de un judío de Cracovia, que posee documentos para
hacerse pasar por no judío y que puede encargarse, por tanto, de distribuir sus
mercancías.
A[braham] Gancwajch, de Łódź, que dirige Leszno 13, dio una conferencia sobre
la fiesta de Hanuká en el Melody Palace, habló sobre la necesidad de resistir y de
acostumbrarse [a las nuevas circunstancias]. Gancwajch está emparentado con Meryn
y declara que va a seguir sus pasos y que hará muchas cosas buenas para los judíos.
Este año la fiesta de Hanuká se ha celebrado de forma muy apasionada. En Varsovia
se organizaron cientos de representaciones infantiles así como veladas festivas. A
menudo se discute sobre la huida de los diferentes responsables de instituciones y
centros públicos, que se fueron en un momento muy importante dejándolo todo en
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manos del destino. […] Se critica, en especial, la actitud de las agrupaciones obreras.
Me han contado detalles interesantes sobre el comercio de trapos. La mayoría de
las personas que se dedican a recoger trapos (los sacan de la basura o de los lugares
donde se suelen tirar trapos fuera de la ciudad) son cristianos, los compradores son
judíos. Se supone que después de recogerlos deberían entregar los trapos a una
empresa de Viena, que tiene el monopolio para todo el país. Se ha establecido una
cuota que cada persona tiene que entregar. La clave del éxito de este negocio consiste
en que se venden grandes cantidades en el mercado negro, cobrando precios mucho
más altos, a veces incluso diez veces más. Por un kilo de trapos [el monopolio oficial]
paga 40 céntimos, mientras que en el mercado se pagan 4 złotys. He oído que los
comerciantes de trapos de Łódź han hecho grandes fortunas. Uno de ellos viene a
visitar a su mujer en Varsovia en su propio coche. Dona grandes cantidades de dinero
al Consejo Judío. Los recolectores de chatarra ganan dinero de la siguiente forma:
seleccionan máquinas viejas y tornillos, y cosas similares, y las venden no al peso
sino por piezas.
Hoy, 26 de diciembre, golpeaban a la población de nuevo entre las dos y las tres.
En la iglesia de la calle de Leszno el cura es un neófito, un tal Puder, se sabe que
antes de la guerra le pegaron una paliza (los del ONR[*]). Los observadores cuentan
que a la iglesia acude gente sencilla, mozos de cuerda, etcétera. Numerosos policías
judíos vigilan para que nadie les moleste. En la localidad de Grójec los judíos tienen
tres tipos de chapas que señalan el tipo de trabajo forzado que realizan.
El 17 de diciembre se celebró un acto en honor de Borochov. Se leyó un
juramento, aunque no hubo cánticos para que no se oyeran en la calle.
Gancwajch promete crear una comisión médica y de higiene. Pretende competir
con el Consejo. Recibe el apoyo de la Gestapo. […]
Últimamente se ha discutido mucho sobre la diferencia entre la actitud que
adoptaron los judíos frente a la ocupación en 1916 y ahora. En aquella ocasión
quienes apoyaban a los otros pertenecían a algún partido [político][184]. […]
Murió Graf[185], que había pertenecido a una organización de comerciantes. El
señor Majer [Bałaban] pronunció un discurso atrevido. Los cristianos pasaron al
gueto, vinieron al funeral, llevaron el féretro. La gente les dijo: «Cuando volváis
hablad allí sobre nuestros sufrimientos». […]
Las palizas de las dos de la tarde son obra de Schultz. Últimamente los decretos
se publican en yídish y en alemán. La medida atenta directamente contra los
asimilados, en especial si no conocen ninguno de estos idiomas, Izkor[*] es una nueva
versión del poema Ciudades de matanza[186]. Cada día aparecen nuevas pastelerías.
Un antiguo dueño del Astoria (que era conocido por preguntar en los restaurantes si
Maimónides[187] cenaba allí) también abrió un centro [gastronómico]. La gente
cuenta que en la ciudad de Otwock se cerrará el gueto con alambre.
Al parecer Frank pedía disculpas en su último discurso por no haber exterminado
a las ratas y a los judíos, pero, según declaró, pronto lo conseguirá. No obstante, este
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párrafo concreto no estaba incluido en la prensa de Varsovia. El noventa por ciento de
los lectores de periódicos alemanes en Varsovia son judíos, los polacos los boicotean.
Los carteros judíos distribuyen cartas y reciben 20 céntimos por misiva. No reciben
ningún salario. Eso explica que las cartas se queden en el correo [sin repartir] durante
ocho días. Hubo que comprar unas caras alfombras persas para la Transferstelle. Se
ha ordenado al Consejo Judío preparar un número mayor de cantinas. La
Transferstelle costó 100 000 złotys.
En la ciudad de Tomaszów Mazowiecki 6000 alemanes entraron en el gueto y se
llevaron todos los productos, mercancías, dinero, oro y divisas. En un piso dejaron
sólo los abrigos, uno para cada persona. En un edificio del número 27 de la calle de
Gęsia un chico de quince años, que recibía un salario semanal de 15 złotys, exigió
que le pagaran 25. Como se negaron a aumentarle el sueldo, llamó a los otros.
Hicieron un registro que duró varias horas, se llevaron el dinero en efectivo, las
divisas y productos diversos. El juego con los látigos todavía sigue, cada día, de dos a
tres horas. El artífice principal es Schultz y sus amiguetes.
La gente celebró la fiesta de Hanuká de forma muy apasionada. En los patios, se
concedió el honor de encender la primera vela a los vecinos más respetados de cada
edificio. En todas las ventanas se podían ver las velas encendidas de Hanuká, incluso
en la calle de Sienna[188]. Pude escuchar un bonito discurso del señor Isaac [Schiper]
sobre que Hanuká es la fiesta del solsticio del día y de la noche, pero de un día que,
no obstante, se encuentra cubierto de hielo. Purim es el momento en el que el día,
liberado del hielo, vence sobre la noche. Pésaj[*] significa primavera, y es entonces
cuando el bien vence sobre el mal.
En los últimos tiempos el tocino se ha convertido en un artículo tan común entre
los judíos que el rabino Kanał, cuando le entregaron 7 złotys como pago por dictar
sentencia, dijo: «Me dais 7 złotys, cuando un kilo de tocino cuesta hoy 18». En la
calle de Krochmalna mujeres judías con pelucas[189] venden tocino.
Queridos míos:
He oído que en los últimos días se han producido manifestaciones por las calles de
Varsovia con pancartas en las que se podía leer el lema: «Varsovia sin judíos».
También he oído que en todas las iglesias se pronunciaron sermones en los que se
decía que hay que arrinconar los rencores hacia los judíos, ya que ahora están detrás
de los muros. [Según los curas,] nadie se debe dejar instigar por los enemigos que
pretenden sembrar el odio entre las naciones.
En los últimos tiempos se celebran muchas fiestas en casas particulares. Se bebe
vino y aguardiente, la gente se lo pasa bien. Se ha extendido mucho el uso de estufas
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que usan aserrín. Una estufa de este tipo cuesta 30 złotys, calentar una habitación
cuesta dos złotys, mientras que con carbón seis o siete złotys. Además el calor que
produce es más limpio.
El gueto divide a las familias. Una mujer se fue al otro lado a vivir con su
hermano converso; una [de sus hijas] se fue con ella, ya que no quería quedarse en el
gueto. El marido se quedó con las otras dos hijas.
En Radom reunieron en tres días 150 000 złotys para 2000 judíos que fueron
expulsados de allí a las ciudades vecinas[190].
Se comenta que muchas personas escriben diarios, Nergep [Gepner] y otros. El
poema Izkor está causando un gran impacto, aunque desde el punto de vista artístico
es de baja calidad. El poeta exige venganza por el sufrimiento y por las lágrimas,
habla de las cacerías, del miedo cerval que se vive en la calle, de los campos de
trabajo (de las sanguijuelas que chupan la sangre de los que trabajan en ciénagas y
pantanos) de los que no se regresa. También están reflejadas en el poema las hazañas
infames de la gente del Judenrat, que a veces se comportan peor que los otros. El
sufrimiento de los niños que no tienen escuela y que no reciben educación. La muerte
de los mártires, el asesinato de un niño a quien mataron porque era hermoso.
En la nueva guía telefónica figura a nombre de Jarosłaj, en la calle de Jezuicka, el
número de teléfono de un prostíbulo para los otros[191]. ¿Cómo se comporta
Rumkowski? Adjudicó a su gente pisos por los que ingresó varios miles de marcos de
cada uno, dinero que destinó a la protección social. Hasta ahora ha conseguido
sacarles a los otros varios millones de marcos. La mayoría de los ingresos los obtiene
de las cuentas judías hasta ahora bloqueadas, otra parte de los ingresos proviene de
los alquileres que Rumkowski recauda tanto en las casas judías como cristianas. En
una casa del número 6 de la calle de Leszno vive un judío converso que desea mucho
familiarizarse con los judíos. Trabaja día y noche en el Comité [de Vecinos].
El día 31 de diciembre en la esquina de las calles de Niska y Zamenhof
asesinaron a tiros a una judía que intentaba atravesar la frontera del gueto. A pesar de
este incidente, son cientos las personas que consiguen traspasar la frontera y comprar
allí productos de todo tipo. Hoy se ha hecho pública la prohibición de organizar
fiestas de fin de año. El asunto de la calle de Sienna[192] huele muy mal. Los
especuladores del Consejo Judío están implicados. Se comenta que todo este asunto
fue provocado por la gente del Consejo.
Alguien me comentó que estuvo en un campo de prisioneros en Alemania y vio
un certificado que poseía un judío y que le acreditaba como el mejor ordeñador de
vacas. [Un alemán dijo] que tenía trabajadores de diversas nacionalidades, pero el
mejor resultó ser un judío.
La locura de las fiestas excede todos los límites. Me cuentan que cada día entre
las seis y las siete de la mañana se pueden ver personas que vuelven de salas de baile,
de fiestas, con globos en la mano, medio borrachos, que se detienen en la calle para
entonar una canción; como en los buenos viejos tiempos de antes de la guerra. El
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Consejo ordenó tapiar todas las ventanas de las fachadas para que las luces
encendidas no irriten a los otros.
Decenas de judíos van andando a Otwock y logran traer carne de allí. Nadie,
excepto los implicados, sabe cómo consiguen llegar hasta allí y volver al gueto. Se
comenta que en Łódź hubo un pogromo estos días. No se conocen los detalles;
tampoco se ha confirmado la noticia.
Los otros han visitado un restaurante de moda en el número 16 de la calle de
Sienna y han hecho unas fotos de cómo se divertían los judíos. También fotografiaron
carteles que decían: «Fiesta de carnaval». Hoy, gracias al frío se ha podido pasar a
través de Gibraltar[193] sin tener que descubrirse la cabeza.
En la central lechera de Muranów cada día hay una vaca nueva; sustituye a otra
que ha sido sacrificada. Todo sucede del siguiente modo. Cada día llegan campesinos.
En el puesto de guardia dicen que tienen un permiso para traer una vaca al gueto,
pero que se lo dejaron en casa, y entregan a los guardias 700 złotys de fianza por el
documento acreditativo. Después se les olvida traer el documento. En la calle unos
judíos conversos vendían los arenques que habían recibido de la organización católica
Cáritas.
Niemcy significa nem cy; Allemagne alles mein[194]. Hoy, 5 de enero, he oído
hablar sobre una persona que visitó el gueto de Łódź. La gente que vio en las calles
parecían mendigos, caminaban encorvados, hambrientos. Muchas personas reciben
ahora cartas sobre el fallecimiento de sus familiares. En la calle esa persona encontró
a un fabricante de Łódź llamado Mandeltort, que andaba encorvado y se apoyaba en
un bastón; parecía un mendigo. Cuentan que Rumkowski ordenó a todos que
entregasen al Judenrat, so pena de cárcel, sus abrigos de pieles. En Łódź la gente ha
vendido sus pertenencias por nada; por ejemplo, por un abrigo de piel que se vende
en Varsovia por 1000 złotys, la gente sacaba 50 marcos[195].
En la actualidad se pueden ver muchos niños harapientos mendigando por las
calles. Según parece, el 80 por ciento de los niños que están en los centros de acogida
para refugiados se dedican a la mendicidad en las calles. En la calle de Leszno se
pueden ver personas congeladas, a pocos pasos unas de otras, tiradas en las esquinas,
mendigando. En el otro lado, en la calle de Marszałkowska, he visto pocas escenas
iguales. Cuentan que Gancwajch está organizando, con Stupnicki[196] y Kacenelson,
un Kulturbund [asociación cultural]. Cuando pidieron permiso para llevar paja a los
centros de refugiados, la Transferstelle exigió el apellido del peticionario.
En los últimos días se hace más visible en las calles el fenómeno de la
prostitución. Ayer me importunó una mujer de aspecto muy respetable. La miseria
empuja a uno a hacer cualquier cosa. He oído el caso de un refugiado que suplía a
otros [en los trabajos forzados] por dos o tres złotys diarios. Los días que no tenía a
nadie a quien suplir trabajaba para la gente de la SS a cambio de la comida. Las
noticias sobre Szymek[197] parecen confirmarse. Lo mismo en lo referente a
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Stanisław[198].
En los últimos días (principios de enero) he tenido noticias de unos
acontecimientos estremecedores en Łódź. La gente hambrienta empezó a saquear los
almacenes del Consejo Judío. El Consejo no supo cómo atajar el asunto y llamó a los
representantes del poder. Cientos de personas murieron, hay muchos heridos (miles)
[199].
19 de febrero de 1940
Mi querido amigo:
No hace mucho tiempo (en diciembre de 1940) se publicó un decreto en Lublin que
prohibía a los judíos saludar a los otros quitándose el sombrero. En toda la ciudad se
colocaron carteles informando de la norma. Pero ahora algunos de los otros golpean a
los judíos por no saludarles; otros, sin embargo, al ser saludados, les arrastran hasta
los carteles y les enseñan que está prohibido. Un miembro del Judenrat, el doctor
Alten, fue encarcelado a raíz de este asunto del cartel.
¿Qué persiguen con la creación del gueto? Se sospecha que pretenden concentrar
a todos los judíos de Polonia en cuatro lugares: Varsovia, Cracovia, Kielce y Radom.
Así, en caso de guerra con el este, tendrían cubierta la retaguardia. En Cracovia la
situación es muy mala, hay deportaciones continuas de judíos, principalmente a la
Galitzia occidental[202]. Cada día cazan a los judíos que no llevan la Kennkart[*] y los
conducen a la calle de Mogilska (nomen omen, como su nombre indica)[203].
En Łódź se derriban muchos edificios, especialmente los edificios anexos para
ensanchar las calles. En la calle de Nowomiejska derriban los muros buscando
divisas, oro, diamantes. En Łódź algunos judíos trabajan en las fábricas. No les está
permitido abandonar el lugar de residencia. Ya no quedan allí traperos.
En la otra parte del cementerio judío aparecieron pandillas de jóvenes ladrones que
acosan también a los cristianos; se dieron casos de desnudar allí a algunos judíos y de
quitarles absolutamente todo.
He oído la siguiente historia sobre Płońsk: en una vieja sinagoga local se
encontraba una antigua arca sagrada[*]; encerraron en el templo a un grupo de judíos
y les dijeron que se quedarían allí hasta que no hicieran añicos el arca. Me han dado
la siguiente explicación: se trata de que no quede ni una huella de la vida de los
judíos en Polonia. Eso es necesario para demostrar que los judíos son unos recién
llegados, que no han echado raíces.
Los rabinos judíos de Cracovia que fueron deportados a Oświęcim ya no están
con vida. Su delito: se dirigieron al arzobispo metropolitano Sapieha y al conde
Ronikier con el informe sobre la deportación de los judíos de Cracovia[213]. En los
últimos días [el asunto] de la deportación de Cracovia se ha agravado. Tan sólo 7000
judíos poseen la Kennkart, el resto —unos 20 000— debe abandonar Cracovia. 1000
judíos de Viena han llegado a Opole. Los otros se llevaron las colecciones de casi
todos los museos más importantes de Polonia. En la calle de Koźla el contrabando se
hace a través de las puertas en el muro que da a la parte aria. El paso cuesta cinco
złotys (un buen negocio). Hace algunos días (entre el 23 y el 27 de febrero) se
organizó la bienvenida de más de 20 familias conversas, que estaban incluidas en la
lista de Ronikier. Entre ellos estaban Benedykt Hertz, el profesor Hirszfeld, el doctor
Febrero de 1941
10 de marzo de 1941
Mi querido amigo:
18 de marzo de 1941
Querido mío:
El número de muertos crece cada día. Hace quince días murieron 200 judíos en una
semana. En los últimos siete días (principios de marzo) han muerto más de 400. Se
les entierra en fosas comunes, los cadáveres quedan separados entre sí por una tabla.
A la mayoría de los difuntos que llegan del hospital se les entierra desnudos. En mi
casa murió de hambre una familia entera el mismo día: un matrimonio y su hijo.
Pinkert[230], el rey de los difuntos, abre sin cesar nuevas filiales. En los últimos días
ha abierto una filial en la calle de Smocza, donde organiza funerales de lujo; es decir,
con cocheros vestidos de librea por 12 złotys.
Una escena: en un edificio judío, en un piso clandestino, se dedican al estudio de
los libros sagrados. La puerta del piso secreto se abre sólo a las personas de
confianza, que conocen la contraseña (una forma determinada de llamar a la puerta).
En el interior hay un grupo numeroso de alumnos de Yesivá[*]; están aprendiendo,
estudiando. Una persona lee la colección de Haggadá[*], otra reza los Salmos, la
tercera hojea el Talmud.
Debido al tifus un periódico polaco [Nuevo Correo de Varsovia] publica cada día
un artículo que instiga al odio contra los judíos. Día tras día se repite en sus páginas
la consigna de que hay que mantener la limpieza y evitar a los judíos, ya que son
ellos, precisamente, los transmisores de la enfermedad. Un judío coloca un cartel
asqueroso sobre el tifus y los judíos en un tranvía judío. Entre las mujeres hay una
moda nueva: en lugar de sombreros llevan pañuelos. En una palabra: el nuevo estilo
está floreciendo.
El loco de Rubinsztajn anda por las calles y grita: «¡Todos iguales; en el gueto
23 de marzo de 1941
Marzo de 1941
Estos días murió un hombre famoso en la comunidad por ser dueño de una de las
bibliotecas con mayor número de títulos en hebreo; me refiero a Rajtnemer[249].
Murió por la añoranza de su biblioteca, que se había quedado en el otro lado,
almacenada en dos habitaciones grandes. El trato continuo con los libros, que había
llenado su vida, se acabó a raíz de la creación del gueto. Así que daba vueltas por su
piso en solitario y murió de nostalgia.
No hace mucho (a mediados de marzo) el Consejo Judío (en concreto, el
6 de abril de 1941
Queridos míos:
Queridos míos:
En la víspera de las fiestas [de Pésaj] se vivieron unas escenas terribles en el local de
una organización para refugiados. Allí se reunieron entre 7000 y 8000 refugiados que
esperaban recibir masa y paquetes de víveres. La víspera de Pésaj mostró todo el
horror de la situación. Entre las personas que se presentaron para recoger los paquetes
había hombres considerados ricos en sus círculos, hombres que hace apenas poco
tiempo ayudaban a otros. Resulta imposible describir la desesperación de aquellas
personas que no consiguieron paquetes. Tres son los elementos que caracterizan la
situación en el gueto estos días; carestía (un kilo de pan cuesta 11 złotys; un kilo de
patatas, 3 złotys; masa, entre 16 y 18 złotys), los acontecimientos políticos (la derrota
de Yugoslavia) y los campos de trabajo. La hambruna se notaba mucho, ya que el pan
y las patatas no se podían adquirir ni siquiera con las cartillas de racionamiento. Un
conocido mío, al que deseé tranquilas fiestas de Pésaj (ésta ha sido la consigna de
Pésaj de este año), me respondió: «Por favor, deséame más bien que mi ayuno sea
pasajero». Hubo una cacería para los campos de trabajo, porque el Consejo no
suministró el número de personas solicitado. Por eso la Policía judía y la polaca se
encargaron de cazar a las personas que habían recibido la calificación de «aptas» y la
convocatoria para presentarse ante las autoridades, pero que habían eludido el
llamamiento. Por supuesto, los que no se habían presentado para el trabajo no
durmieron en sus casas. La Policía se llevaba incluso a las personas mayores de
cincuenta años. De paso, los policías judíos y polacos hacían un buen negocio.
Cobraban cientos de złotys a personas inocentes, aceptaban dinero en concepto de
rescate de edificios enteros. Fue una auténtica orgía de terror. La gente joven se
escondía sobre los tejados, en los sótanos, en los comedores populares y en otros
locales públicos.
Los centros de acogida para refugiados se vaciaron en gran parte. Por lo general,
la Policía judía está muy corrompida. A 750 policías —del total de 1700 efectivos
existentes— se les han abierto expedientes disciplinarios. La forma en que
Kupczykier reclutó a muchos policías, recibiendo sobornos por admitirles, tiene la
culpa de esta situación: al final, quienes fueron seleccionados estaban ya de entrada
corruptos.
Uno de los guardias alemanes ordenó a un policía judío permanecer a una
distancia de 50 metros de él, que podía ser de 10 si quería hablar con él. Los otros
dicen que los judíos son una gangrena. El lugar que pisa un judío debería ser
quemado de inmediato.
Hace una semana (alrededor del 10 de abril) le sucedió algo terrible a un policía
judío. Llegó a Varsovia un nuevo destacamento de guardias alemanes. Dicen que se
26 de abril de 1941
Queridos míos:
Queridos míos:
En estos momentos (es decir, a principios del mes de mayo) la población judía vive
bajo el impacto de las terribles noticias que nos llegan directamente de los campos de
trabajo, o bien las que nos traen quienes llegan a Varsovia tras conseguir evadirse de
ellos o tras ser dados de baja por enfermedad. La razón principal de las muertes (91
fallecimientos hasta el 6 de mayo) es el terrible trato que dispensan a la gente los
guardias ucranianos, así como la falta de víveres, muchos mueren simplemente de
hambre. Los ucranianos quieren dejar su impronta no sólo en las personas internadas
en los campos de trabajo sino en todos los judíos. En los últimos días han perpetrado
numerosos asaltos a tiendas judías. Por ejemplo a un relojero del número 18 de la
calle de Leszno le intentaron quitar un reloj que valía 50 złotys ofreciéndole 10
złotys, etcétera. En todos estos casos intervino de forma eficaz la Policía judía o los
de Leszno 13. La Policía arrestó y desarmó a toda esta pandilla. Sus compinches se
vengaban de estas detenciones ensañándose con la gente de los campos de trabajo.
Las peores horas se vivieron en Puszcza Kampinowska [al noroeste de Varsovia], en
donde se registraron 37 víctimas, lo que supone el diez por ciento del número total de
personas de este campo. Los guardias robaban a la gente la ración diaria (180 gramos
de pan, una sopa aguada y un vaso de café negro).
Quienes lograron regresar de los campos murieron en el edificio del Consejo
Judío. Parte de ellos fueron abatidos a tiros durante su huida. En los campos reina una
disciplina terrible. La gente vuelve extenuada por completo. Algunos de ellos todavía
permanecen bajo la psicosis de sus experiencias en los campos de trabajo y se ponen
a temblar en cuanto ven a un hombre uniformado. Los círculos del Consejo están
estudiando ahora con mucha intensidad el modo de deshacerse de los guardias del
campo. Al parecer el comisario del distrito judío, Mohns, va a tratar este asunto con
el gobernador. Es fácil imaginar el estado de ánimo de los que se tienen que ir al
campo de trabajo. Las personas que se tenían que ir ayer (5 de mayo) organizaron una
verdadera rebelión y se negaron a ir [a los campos]. Ahora ya se sabe hasta qué punto
18 de mayo de 1941
Querido mío:
20 de mayo de 1941
Querido mío:
A mediados del mes de mayo el protagonista del gueto es el hambre y las muertes que
se ha cobrado esta plaga. En los últimos tiempos mueren una media de 150 personas
cada día (eso supone que hasta el 15 de mayo murieron 1700 personas), y la
mortalidad sigue creciendo. A los muertos se les entierra por las noches, entre la una
y las cinco de la madrugada, sin mortajas, envueltos en un papel blanco (que después
también se les quita), en unas tumbas colectivas. Al principio los cadáveres se
El personal de urgencias de los del trece[290] llevan una estrella de David de color
rojo, así como unas gorras especiales con unos ribetes en azul claro. La población
pobre tiene piojos hasta unos niveles espantosos. La gente no tiene ni un trozo de
jabón, vive en condiciones terribles, con estrechez y suciedad. Las enfermeras de la
TOZ [Asociación para la Protección de la Salud] encuentran bajo los vendajes nidos
enteros de piojos.
A Heller y a Kohn se les ha eximido de la obligación de llevar el brazalete. Sólo
hay tres personas en el Consejo Judío que disfrutan de este derecho. Los mendigos
piden limosna a partir de las nueve de la noche. No tienen miedo y caminan por el
medio de la calle pidiendo pan a gritos. El departamento de carbón de la Empresa de
Abastecimiento del Consejo comete la siguiente estafa: unos listillos se presentan en
las instituciones con la propuesta de suministrar carbón bajo la condición de
guardarles una parte del pedido. En la fiesta de Shevuot[*] la gente rezaba por primera
vez en la sinagoga de la plaza de Tłomackie[291]. Czerniaków apareció en la sinagoga
con sus ayudantes: Zabłudowski y Lichtenbaum. Delante del templo una guardia de
honor de la Policía judía desfiló ante él. Durante Shevuot se celebró la ceremonia del
Bar Misvá[*] del hijo de Gancwajch en el teatro Azazel[292]; con este motivo el
muchacho recibió el nombramiento de jefe de sección.
En la calle de Przebieg se ha construido un puente de madera para aislar del gueto
un internado cristiano que se ubica al final de esta calle. Desde allí hay una hermosa
vista al río Vístula y al barrio de Żoliborz. Muchos judíos se pasan allí todo el día
para contemplar aquel mundo libre. La obligación de invisibilizar las luces [para
evitar los bombardeos aéreos] supone un gran problema para la población pobre:
¿con qué dinero pueden comprar el papel negro, que se ha puesto por las nubes? En
uno de los shops le preguntaron a un alemán cuándo iba a terminar la guerra.
«Cuando nosotros comamos una vez al día, y vosotros, judíos, una vez a la semana»,
respondió.
Hasta el uno de enero creían en la victoria de Alemania las personas menores de
35 años de edad; antes del 1 de mayo (y de lo que sucedió con Hess) los menores de
30 años; después de la historia con Hess, los menores de 20 años[293]. La esposa de
Askenazy[294] murió hace poco y lo hizo, como conversa que era, en la parte aria de
la ciudad. La enterraron con otro apellido, ya que como judía bautizada debería haber
vivido en el gueto.
Los niños judíos aprenden ahora cosas sobre Varsovia con la ayuda de
Querido mío:
10 de junio de 1941
«Canallas de todos los grupos y clases unidos bajo las alas de los del trece.» Ahora se
dedican a organizar una asociación religiosa con famosos ladrones al frente: con el
rabino Blumenfeld, el rabino Glicensztajn (que, dicho sea de paso, nunca fue rabino).
Los del trece colaboran con el departamento de censura postal. Ocurren cosas
extrañas con las cartillas de racionamiento. Constan de 15 cupones, pero sólo
entregan productos por valor de 10. El motivo: un diez por ciento se destina a la
protección social. Hasta el 1 de mayo el Ayuntamiento asignó 400 000 cartillas para
pan [destinado a la población del gueto]. Las autoridades municipales rechazaron el
empadronamiento de decenas de miles de personas (parece ser que en total había
446 000 personas inscritas). Después de largos trámites asignaron [cartillas de
racionamiento] a 16 000 refugiados más; [una medida insuficiente] porque las
Agosto de 1941
Cada día se distribuyen 120 000 comidas gratuitas, pero, sin embargo, no
conseguimos que el problema de los mendigos desaparezca de nuestro orden del día.
A pesar de las acciones iniciadas por el Consejo Judío y por la CENTOS[*]
[Asociación de Protección a los Huérfanos] el número de mendigos crece cada día.
En la actualidad se les puede ver en las calles más que antes y eso que la Policía —
cumpliendo las directrices de las autoridades— libra una lucha enérgica contra la
mendicidad desde hace ya unos cuantos meses. Una gran parte de los mendigos son
niños. Vi un grupo de cuatro o cinco niños que pasaban la gorra después de
representar un espectáculo infantil, que seguramente habían aprendido con
anterioridad en la escuela. Un mendigo, que pasó por un campo de trabajo, muestra
su antigua fotografía, en la que tiene un aspecto bueno, fresco y sano, mientras que
El día 11 de julio la letra V[302] estaba por todas partes: en los tranvías, en los cines,
en los muros, en los sellos, etcétera.
La gente se pasa el día inventándose chistes. La «V» significa Quinta Clase de la
lotería nacional: les ha caído un millón[303]. En la parte aria de la ciudad la población
26 de agosto de 1941
Los últimos tiempos se caracterizan por una extraña indiferencia ante la muerte, que
ya no impresiona a nadie. La gente pasa indiferente al lado de los difuntos. Pocos son
los que van al hospital para interesarse por sus familiares. También en el cementerio
es raro ver a alguien que visite a los muertos.
Aparte del hambre, el tifus se ha convertido en la principal preocupación de toda
la sociedad judía. En los últimos tiempos ésa es la cuestión más apremiante. La curva
[de la epidemia] de tifus sigue avanzando hacia arriba. Así por ejemplo, ahora, a
mediados del mes de agosto, hay entre 6000 y 7000 enfermos de tifus en sus casas, y
cerca de 900 más en los hospitales. La desproporción existente entre el número de los
enfermos que permanecen en sus casas y en los hospitales se puede explicar de la
siguiente forma: los hospitales que, debido a múltiples razones, han perdido su
función sanitaria se han convertido —en palabras del doctor Milejkowski— en
«centros de ejecución». Los enfermos, que reciben una sopa y alguna ración
miserable de comida, se mueren allí de hambre. Así que los enfermos no se mueren
de tifus sino de inanición.
El tifus amenaza especialmente a la gente de «las clases altas» que no resisten la
enfermedad y mueren; el pueblo llano, a pesar de que se alimenta peor, consigue
[A los difuntos se les transporta] en carros tirados por caballos, en carretillas, con
ayuda de bicicletas, en camillas, etcétera. Los carros tirados por caballos están tan
repletos de muertos que los ataúdes sobresalen. En algunas casas judías muy pobres,
como por ejemplo en la calle de Wołyńska, mueren familias enteras. A veces ocurre
que en una casa muere el último miembro de una familia y su cuerpo se queda allí
hasta que los vecinos lo descubren por el hedor del cadáver en descomposición. Se
dio el caso de una madre que escondió el cadáver de su hijo para poder aprovechar su
cartilla de racionamiento durante más tiempo. En algunas casas de la calle de
Wołyńska, las ratas mordían los cuerpos que yacían allí desde hace varios días.
En el número 7 de la calle de Wołyńska se quedaron vacíos diez pisos. Todos sus
inquilinos se habían muerto. La muerte de familias enteras en un solo día o en varios
se ha convertido en un fenómeno bastante frecuente. Crece a un ritmo siniestro el
número de huérfanos, ya que en primer lugar mueren los mayores, especialmente los
hombres. Los niños hasta los dos años mueren casi todos, simplemente no hay leche
Septiembre de 1941
Desde de la segunda mitad del mes de julio se repiten sin cesar —en diferentes
versiones— los rumores sobre la deportación de los judíos de Varsovia. Algunos
sostienen que van a deportar sólo a una parte de la población judía, es decir, a los
refugiados. Otros llegan incluso a mencionar la cifra de 150 000 y hay quien opina
que serán 300 000. También hay personas que consideran que los otros se van a llevar
a todos los judíos de Varsovia sin distinción. La razón es la propagación de la
epidemia de tifus, así como de otras enfermedades. Estos rumores son tan persistentes
que Czerniaków consideró oportuno preguntar a la Gestapo. Se lo negaron todo de
forma categórica. También hay personas que sospechan que es el Consejo quien
quiere llevar a cabo la deportación para hacer un buen negocio. Aquellas personas
que reciban el permiso para quedarse tendrán que pagar sobornos muy elevados. Es
curioso observar que la población tiene tan mala opinión de la gente del Consejo que
les considera capaces de cometer tal vileza. El Consejo ha dado motivos sobrados
para justificar esas sospechas.
En los últimos días he oído por boca de Gancwajch que los alemanes preparaban
un proyecto para la deportación de todos los judíos del Gobierno General, del
Protectorado [de Bohemia-Moravia] y de otras provincias a algún lugar en el este, en
Polesie[309]. [Gancwajch] me ha comentado que el proyecto estará listo en estos días.
[…] Los tranvías tirados por caballos, que son lentos y siempre están atestados de
pasajeros (el precio del billete es de 60 céntimos), son viveros de tifus; pertenecen a
la empresa Kohn y Heller. Se comenta que se están haciendo de oro. Hace poco esta
empresa recibió el permiso de importar al gueto 20 vagones de patatas, que
compraron por 40 céntimos el kilo para después venderlas en el gueto por 2 złotys el
kilo. Gancwajch abrirá un mercado en el número 44 de la calle de Leszno. Éste
también será un buen negocio. La gente comenta que [Gancwajch] pretende viajar a
Lwów para empezar allí una nueva carrera.
Me han contado que hay una mujer que acertó al predecir el futuro inmediato de
muchas personas. Según el señor Menachem[310] esta mujer predijo todos los
acontecimientos de la guerra. La mujer sostiene que la guerra terminará en noviembre
Las últimas victorias de los alemanes —el cerco de Moscú, la derrota del ejército de
Timoshenko— han levantado entre los judíos una oleada de pesimismo. Todos
preguntan: «¿De dónde llegará la ayuda?». La población está muy indignada con el
comportamiento de Inglaterra, que en las últimas dos semanas dejó de bombardear
Alemania, a pesar de que su obligación era iniciar una ofensiva de distracción contra
los alemanes. Cualquier hombre corriente considera que Inglaterra desea que ambos
dictadores sean derrotados para que así Gran Bretaña y Estados Unidos de América
puedan emerger de esta guerra como dos potencias victoriosas. Pero en ese caso el
comportamiento de Inglaterra sería difícil de entender, ya que después de la
hipotética destrucción [de la Unión Soviética] una Alemania fortalecida se enfrentaría
a Inglaterra todavía con mayor fuerza. Me han contado que una mujer tortura a diario
a su marido con la misma pregunta: «¿A qué viene la pasividad de Inglaterra?». El
marido le argumenta una y otra vez que él no tiene la culpa de eso. Sin embargo, la
mujer no se deja convencer y sigue martirizándole. A pesar de que todos, tanto
optimistas como pesimistas, están convencidos de que Alemania perderá la guerra,
algunas personas empiezan a tener dudas. ¿Qué pasaría si después de hacerse con los
centros industriales Alemania conquistara el mundo? Son muy pocos los que creen
probable algo similar ya que en tal caso sólo habría una salida: el suicidio colectivo.
En los últimos días de septiembre y los primeros de octubre la población judía de
Varsovia vivió convulsionada por el asunto del gueto pequeño, es decir, de las calles
al sur de Chłodna. En el gueto pequeño viven 110 000 judíos, y gran parte de ellos
son muy pobres, sobre todo los que viven en calles como Śliska, Krochmalna,
Pańska…; es decir, para este colectivo la mudanza significaría la ruina más absoluta.
[A cambio de estas calles] iban a incluir [en el gueto] algunas calles cristianas (la
prolongación de la calle de Chłodna, Leszno, Wolność, Żytnia y otras), que en total
están habitadas por unas 35 000 personas. El gueto, que ya de por sí está
superpoblado, tendría todavía una mayor densidad y las epidemias se propagarían aún
más que ahora. En una palabra, la liquidación del pequeño mundo del gueto sería una
ruina económica y una tragedia sanitaria.
¿Cómo nació la idea de borrar del mapa el gueto pequeño? En primer lugar, está
el asunto del contrabando. Los otros quieren que entre las casas judías y las cristianas
haya siempre calles de por medio, y que no estén pegadas las unas a las otras. Se trata
de evitar vías para el contrabando, tal y como ocurre en la famosa calle de Koźla. Así
que desean aislar con mayor eficacia a los judíos de los arios. Por ahora, el gran
peligro ha terminado con la evacuación de la calle de Sienna. Ya el año pasado esta
misma calle estaba amenazada [con la evacuación]. En aquella ocasión se pudo evitar
el peligro con la ayuda de cuatro kilos de oro (por valor de 200 000 złotys) a favor de
Octubre de 1941
Dos niños mendigos estaban sentados en la calle con un letrero colgado en el que se
Octubre de 1941
Una persona que había vuelto de la ciudad de Ostrowiec me ha contado que los judíos
de allí están empleados por los alemanes en grandes fábricas. En la fábrica de
munición de Starachowice [cerca de Varsovia] trabajan 600 judíos, que además de
salarios reciben unas raciones de comida. Otro tanto ocurre en Ostrowiec, donde los
judíos trabajan en fábricas.
En octubre sólo se hablaba de la mudanza forzosa. Esta vez le llegó el turno a las
calles de los judíos pobres, la calle de Krochmalna (casi la calle entera, excepto un
tramo corto, entre otros el gran edificio de la escuela pública en Krochmalna 36), los
últimos números de la calle de Ogrodowa, así como toda la calle de Chłodna. El
objetivo es claro: acabar con el contrabando. Los otros quieren delimitar el gueto de
modo que sus fronteras pasen por en medio de las calles, para evitar así que un
edificio judío linde con otro cristiano. El desplazamiento afectó a casi 18 000
personas. Todo sucedió sin tensiones. Tampoco hubo grandes dificultades. La gente
vendió todo lo que poseía y se mudó en el plazo [establecido]. Los pobres de otras
calles recibieron de forma hospitalaria a sus hermanos de la calle de Krochmalna, de
tal modo que tanto el Consejo como la Autoayuda Judía, que se encargaban del
asunto, tuvieron poco que hacer. Apenas 200 o 300 personas acudieron a los centros
de acogida [para refugiados]. Los costes de transporte eran altos. Por transportar las
pertenencias en un carro se cobraba entre 80 y 100 złotys.
Es curioso que últimamente en el gueto hayan aparecido carros tirados por
personas. El cálculo es sencillo: el coste diario de mantener un caballo es de 80
złotys, mientras que el de un hombre 20. También durante la mudanza se pudieron
ver muchos carros, cargados con muebles y tirados por personas. Durante esta acción
los ladrones actuaban con atrevimiento. Les arrancaban los bultos de las manos,
hacían volcar los carros poniendo los pies debajo de las ruedas y se llevaban sus
bienes. A algunas personas las despojaron de los restos de sus pertenencias. El
traslado forzoso de la calle de Żelazna y de las calles situadas a su lado derecho es tan
sólo el principio de los próximos traslados, que abarcarán Tłomackie, Rymarska,
Elektoralna y unas cuantas calles de los pobres, como Nowiniarska, Fraciszkańskay
Sapieżyńska.
Los siguientes colaboradores de los amarillos[*] son conocidos por todos: Anders
(apellido y dirección desconocidos) y Milek (nombre y apellido desconocidos).
En los primeros días de noviembre de 1941 se publicó el decreto que impone la pena
de muerte a los judíos que abandonen el gueto sin el correspondiente
salvoconducto[327]. Éste es el resultado de la última visita de Frank a Varsovia[328]. El
decreto tuvo cierto impacto, aunque no muy grande, en los precios.
El 8 de noviembre fusilaron (es lo que se comenta) a dos judíos en la calle sin
juicio previo. Uno de ellos es Lehman, conocido dueño de un cine, que fue abatido en
la plaza de Teatralny; el otro fue fusilado en la Estación central. Ahora han entregado
a la Policía judía a ocho judíos, entre ellos seis mujeres, para ser fusilados. El
comisario del gueto, Auerswald[*], exige de forma tajante que la Policía judía cree su
propio pelotón de ejecución para que se haga cargo de las penas en la prisión judía de
la calle de Zamenhof. El neófito Szeryński, que cada domingo reza en la iglesia, pero
que es conocido como el corrupto más grande, aceptó esa imposición cuando le
amenazaron con el fusilamiento en caso de negarse. ¡Sería terrible si los mismos
judíos tuvieran que ser verdugos! Cerca de 100 judíos, a los que espera la pena de
muerte, están en la prisión por el mismo delito [abandonar el gueto sin
salvoconducto].
Se han registrado menos casos de tifus. Y eso que en invierno las epidemias, por
regla general, se intensifican. [La epidemia de tifus] perdió su fuerza y se redujo en
un cuarenta por ciento. Me lo comentaron en las farmacias y en los hospitales,
también los médicos me lo han dicho. Se trata, pues, de un fenómeno irracional, que
no se puede explicar de ningún modo sensato. Quizá lo único que puede explicarlo es
el hecho de que en los centros de acogida [para refugiados], que son el foco principal
de la enfermedad, la mayoría de las personas ya ha pasado por el tifus. Otros
sostienen que durante el invierno los pobres llevan ropa gruesa y de este modo los
piojos no tienen fácil acceso a ellos. Sea como fuere, la epidemia es menos virulenta.
El siguiente suceso describe la explotación de los refugiados por parte de los
judíos de Varsovia. Alquilaron un piso [a un refugiado], y le obligan a pagar la
electricidad que gasta y también la del dueño del piso y de su vecino, que utilizan el
contador común. El representante de la Sociedad Polaca de Autoayuda, Iłowiecki,
admira la labor de los Comités de Vecinos. En los círculos polacos pasan varios
meses hasta que atienden al solicitante de ayuda, en nuestro caso todo se resuelve
muy rápido.
14 de noviembre de 1941
22 de noviembre de 1941
La ejecución de ocho judíos, entre ellos seis mujeres, ha conmovido a toda Varsovia.
Hemos sufrido bastante en Varsovia y en otras ciudades, en especial en Lituania,
donde se sucedían las ejecuciones masivas, pero todo eso palidece comparado con el
fusilamiento de ocho personas por cruzar el umbral del gueto. La noticia que
especulaba sobre la posibilidad de emitir un decreto que condena al fusilamiento por
abandonar el gueto se propagó por la ciudad durante la última estancia de Frank en
Varsovia. Supuestamente el decreto es un proyecto de Auerswald, a quien los judíos
consideraban al principio su amigo y un hombre honrado.
La ejecución de las ocho personas tuvo lugar en la prisión judía del número 24 de
la calle de Gęsia. Al principio, exigían que la ejecución fuera llevada a cabo por la
Policía judía y también que la presenciaran los consejeros [del Judenrat]. La gente
cuenta que Szeryński comunicó al comandante de la Policía polaca, Przeworski, que
ejecutaría la pena, pero que un cuarto de hora más tarde se suicidaría. Otros en
cambio sostienen que Szeryński declaró que no iba a ejecutar la pena aunque le
amenazaran con ser fusilado. Lo cierto es que la pena fue ejecutada por policías
polacos. Algunos cuentan que se presentaron voluntarios[330]. No obstante, todos los
trabajos preparatorios los tuvo que realizar el Servicio de Orden judío. Los policías
judíos sacaron a cada uno de los condenados de la celda, los ataron al poste y les
vendaron los ojos.
Auerswald llegó tarde a la ejecución, dijo: «Schade, zu spät» [¡Lástima,
demasiado tarde!]. En la ejecución estaban presentes algunos oficiales de la SS que
fumaban cigarrillos y se comportaban de forma cínica. También se comenta que en la
ejecución estuvo Leist. Por parte judía estuvieron: Szeryński, Lederman y Lejkin,
que, al parecer, destacaron por el especial ensañamiento que demostraron a la hora de
sacar a los condenados de las celdas. El procurador leyó la condena, después tuvo
lugar la ejecución. En la calle, cerca de la prisión había mucha gente. Se podían oír
los gritos de los familiares. La ejecución fue el martes[331], a las siete y media de la
mañana. Una de las seis mujeres era una mendiga, otra una madre de tres niños, y
había también una que tenía 16 años y que mostraba una espantosa desesperación
23 de noviembre de 1941
Finales de 1941
Los shops reciben los uniformes militares cortados, así como la cantidad de hilo justa
que se necesita para coserlos. Sólo se puede ganar el dinero previsto. Según los
cálculos del señor Hersz durante la última guerra mundial murieron 45 millones de
ciudadanos de los países neutrales. ¡Quién puede decir cuántos morirán ahora, cuando
el hambre atenazó entre sus garras a todos los países ocupados!
Ykor[*] fundó varios Comités de Vecinos que son ejemplares. En ellos, todo [el
trabajo cultural] se desarrolla en yídish. Una excepción noble entre los cerdos ricos
de Varsovia es el señor Bergman, que desde hace varios meses suministra comidas a
diario a 42 personas.
Del salario de 6 złotys al día por jornada de trabajo que reciben los trabajadores
en los shops, el Consejo recauda un cinco por ciento, mientras que la Transferstelle se
queda con un diez por ciento.
Los refugiados de las casas de acogida cuecen mondas de patatas. A la gente se le
hincha el cuerpo por culpa de esta dieta.
Me han contado que aquellos que huyen de Varsovia a otras ciudades vagan
después de una localidad a otra, ya que la carestía reina en todos los sitios. En la
ciudad de Lublin un kilo de cebada cuesta 20 złotys.
¿Qué pretende Gancwajch? Se sabe al menos una cosa, escribe informes semanales
La falta de electricidad afectó mucho a la población judía del gueto en los meses de
noviembre y diciembre. Una buena mañana, sin previo aviso, se cortó la electricidad.
Al principio, de 7 de la mañana a 10 de la noche; después cortaron la luz por
completo. La excepción son los ricos que pagaron a diversos intermediarios y
enseguida consiguieron electricidad. No siempre se paga lo mismo, [el soborno]
puede ser de 1000 złotys y más. A menudo ocurre que después de pagar esta suma de
dinero hace falta pagar por segunda y tercera vez. Simplemente no se puede entender
por qué sucede esto. De todos modos en el gueto hay muchas cosas incomprensibles.
La falta de electricidad arruinó algunos sectores económicos como los molinos, las
pequeñas fábricas y similares. El carburo, ahora el combustible más popular, subió de
precio de forma desorbitada: se paga 9 złotys por kilo, y el petróleo se cotiza a 24
złotys. El precio de las velas es de 27 złotys el kilo. La falta de electricidad paralizó
todo el trabajo social. Las reuniones de los Comités de Vecinos tropiezan con grandes
dificultades; lo mismo ocurre con las reuniones locales.
En diciembre los judíos han recibido parte de las casas arias situadas en las calles de
Chłodna, Żelazna, Nowolipie y otras. Los cristianos dejan sus pisos en un estado
lamentable. Quitan los cristales de las ventanas, las cerraduras, los marcos de las
Dos tipos destacan entre la pandilla de ladrones que aprovechan los tiempos de guerra
para enriquecerse, y que tienen sólo un objetivo: alimentarse de la mejor forma
posible y de la manera más abundante, así como devorar comida y beber hasta no
poder más (a menudo pagan cuentas que ascienden a miles de złotys). Me refiero a
los señores Emil Weiz y Jakub Silberstein. Los dos son de la ciudad de Tarnów,
donde viven todavía hoy. De vez en cuando vienen a Varsovia para cerrar algunos
tratos, después regresan a su ciudad. Aquí hacen negocios a gran escala. Fabrican
cepillos para el Ejército alemán y ganan con esto millones, en el sentido literal de la
palabra. Su facturación mensual hace poco era de dos millones de złotys. Hacen
verdaderos milagros. Fabrican cepillos con palos, sacudidores y cosas similares.
Después de la victoria de los rusos en Rostov los judíos dieron un nombre nuevo
a esta ciudad: Ros-tov [en hebreo, «buen principio»].
El proyecto de creación de guetos en Polonia ya había existido antes de la guerra.
Un alto funcionario alemán enseñó a Isaac [?] una copia de un trabajo que databa de
junio de 1939; en este documento se esbozaba el proyecto de construcción de cuatro
guetos en Polonia.
En el calendario polaco del año pasado había hojas blancas los días de las fiestas
nacionales.
8 de enero de 1942
Enero de 1942
El comercio de libros
Ya no hay librerías judías. Las cerraron y se llevaron los libros. El resto de los libros
que se consiguió salvar de la calle de Świętokrzyska, en la que trabajaban
generaciones enteras de libreros judíos, se venden ahora, con total libertad, en la
calle. El centro de venta de libros se encuentra en la calle de Leszno, donde las obras
de los escritores que están ahora de moda se venden en canastos. Tampoco falta en
ellas la mercancía prohibida, como las obras de Feuchtwanger, Zweig, Kautsky,
Lenin, Marx, Werfel y otros, o la literatura claramente antihitleriana. La obra Nerón
[de Lion Feuchtwanger] se vende a la luz del día. Erlich, el suplente del doctor Kruk,
vende toda su biblioteca, folletos socialistas, informes de conferencias
internacionales, etcétera. Los libros en idiomas extranjeros gozan de gran
popularidad, en especial aquellos que están en inglés (los de la editorial Penguin), ya
que la población estudia este idioma con ganas, preparándose para la emigración
después de la guerra. Los vendedores de libros son en gran parte los antiguos
propietarios de las grandes librerías de la calle de Świętokrzyska, famosa por los
ataques que cada año protagonizaban los jóvenes del ONR (Partido Nacional
Radical).
En la calle de Leszno se venden libros polacos, en Nowolipie, Zamenhof y en
otras calles judías se venden libros en yídish y en hebreo. Entre estos últimos llama la
atención la venta de libros talmúdicos, un fenómeno sin precedentes, ya que se trata
de textos sagrados que por tradición pasaban como herencia de una generación a otra.
La venta de estos libros en canastas es un verdadero sacrilegio y muestra el nivel al
que hemos descendido.
Entre los vendedores de libros se encuentra también el famoso escritor en hebreo
Czudner[343]. Sin embargo, tiene la fea costumbre de quedarse él con los mejores
libros. Un literato siempre será un literato.
Enero de 1942
[Señales en el] Muro. La «A» significa por ejemplo que a las cinco se puede pasar
mercancía y la «B» lo contrario. En un lugar han instalado una grúa para trasladar
sacos con harina, azúcar y otros productos. En este punto el muro que separa el gueto
del mundo exterior es bajo.
10 de abril de 1942
12 de abril de 1942
7 de mayo de 1942
El comandante de Vilna, Hering[355], dijo: «Estoy a favor de los judíos, que valen
más que yo mismo. Las órdenes las da Berlín». Quemaban a los judíos en las calles
de todos los shtetln[*]. […]
En el gueto de Kovno, una nueva operación[356] se puso en marcha el mes pasado.
Economía. En el gueto la Policía alemana pasa penurias económicas: están en peligro
de muerte por inanición. En Szawle hay 4000 judíos en fábricas, en muy buenas
condiciones.
En Riga hay 4000 judíos. En Minsk quedan 9000, la situación es muy dura.
En los alrededores de Vilna los judíos viven en ciénagas.
En Vilna hay 20 000 judíos, más otros 50 000 llegados desde los alrededores. Hay
una carestía terrible: el kilo de pan cuesta 43 rublos, un trabajador gana a la semana
10 marcos. En Białystok el kilo de pan está a 13 rublos, la alimentación es cara.
La actividad social en Vilna florece, se celebran veladas musicales. Han fundado
una asociación de profesores.
En Vilna se han creado institutos, liceos; los círculos hebreos [se reúnen] los
viernes por la tarde; en la asociación de escritores se organizan conferencias dos
veces a la semana. En el gueto hay mucha libertad. Desler[357] es un judío
provocador, y no lleva el parche. El parche se lleva en dos lados, en el pecho y en la
8 de mayo de 1942
12 de mayo de 1942
Hoy, 12 de mayo, ha sucedido una historia parecida a la del viernes, 18 de abril. Esta
noche, como aquella vez, mataron a tiros a cuatro judíos: Szklar, Fas, Zaks (el
deportista) y Tenenbaum[367]. Todo indica que estas personas tuvieron contacto con el
movimiento de liberación. Les sacaron por la noche de la prisión de Pawiak y les
mataron en calles diferentes. Éste es —desde principios de abril— el método: fusilar
a la gente en las calles. El objetivo es que cunda el pánico y el terror entre la
población.
El gueto de Varsovia recibió 200 000 uniformes de soldados muertos. Los
uniformes estaban plagados de piojos y manchados de sangre. Teniendo en cuenta
esta cifra de doscientos mil, sólo en Varsovia, es fácil imaginarse cuántos cientos de
miles y de millones cayeron este invierno en el este. En los bolsillos [de muchos
uniformes] de los caídos se encuentran proclamas que tiraron los aviones soviéticos,
que son como una especie de carné para que las autoridades soviéticas reconozcan [al
portador] como un amigo. A pesar de que las penas por guardar estas proclamas son
muy severas, se las encontró incluso en los bolsillos de numerosos oficiales. Además,
en los uniformes se pueden encontrar cartas para amigos y familiares en el país [en
Alemania], que reflejan el estado de ánimo entre los soldados y también en la
retaguardia. La sensación general es que la moral de los soldados está por los suelos.
El cementerio [judío] de Praga[368], que tiene más de 150 años, está siendo
allanado. Estos diablos no dejan en paz ni siquiera a los difuntos. De todos modos ya
han realizado hazañas similares en otras ciudades de Polonia y Alemania. El valor de
lo antiguo, el significado cultural e histórico de estos lugares, es para ellos una
cuestión baladí, carece de importancia.
Convocaron a los ciudadanos de Sudamérica que viven en el gueto para que se
presentasen en la prisión de Pawiak. Allí les informaron de que tienen de plazo hasta
el 18 del presente mes para abandonar Varsovia: viajarán a Suiza, en donde se les
canjeará por ciudadanos alemanes. No obstante, se ignora todavía si los
nacionalizados por conveniencia (es decir, aquellos que han comprado su nueva
nacionalidad durante la guerra) podrán beneficiarse de esta medida.
Un asunto enigmático. Suryc, un ciudadano soviético que estuvo encarcelado en
Pawiak junto con otros compatriotas, se encuentra en libertad. Se mueve sin
brazalete, vive en el otro lado, hace negocios. ¿Cómo consiguió este estatus, qué
precio pagó por la libertad obtenida?
18 de mayo de 1942
La fiera de la Gestapo devora a sus propios hijos. También hay animales que se
comen a sus propias crías. No vamos a analizar aquí los motivos de los animales. Se
trata, sencillamente, de un hecho de la naturaleza. Lo mismo hace la Gestapo con sus
agentes judíos, a los que liquida uno tras otro; hasta los mismos jefes —Gancwajch,
Kohn, Heller y Erlich— temen por su pellejo. Las causas pueden ser las siguientes.
En primer lugar, los agentes judíos saben demasiado, ya que son socios de los otros
en más de un negocio y, en consecuencia, temen que puedan contárselo a otro alemán
y tengan que despedirse entonces del lucrativo negocio. En segundo término, hay
grupos de la Gestapo que rivalizan entre sí. Cada jefe, cada departamento de la
Gestapo tiene sus propios agentes. Así que si un jefe de la Gestapo se pelea con otro,
entonces mata a los agentes del bando rival. Los tres jefecillos mencionados arriba
pertenecen a tres grupos diferentes que pugnan entre sí. Kohn y Heller llaman
Azef[374] a Gancwajch. En la actualidad, parece que son Kohn y Heller los que tienen
mejores contactos y, por esta razón, murieron durante el famoso viernes los agentes
de los rivales, es decir de Gancwajch y de Erlich. Mataron al socio de Erlich,
19 de mayo de 1942
22 de mayo de 1942
El viernes toda la Policía se puso en alerta. En la calle reinaba una gran inquietud. Se
habló de la deportación de la gente mayor, de los débiles y de los desempleados. Hay
quien hablaba de cacería para los campos. Resultó que se llevaban a aquellos que
desempeñan oficios a los campos de trabajo. Los atrapaban en sus domicilios:
cerrajeros, tapiceros y similares. Si la persona seleccionada no se encontraba en casa,
23 de mayo de 1942
Mayo de 1942
Una parte de los 1300 reclusos de la prisión de la calle de Gęsia, entre ellos más de
500 niños, ha pasado a disposición del Sondergericht; Auerswald se encargará de
juzgar al resto. El Sondergericht ha dictado ya más de 200 penas de muerte, que se
encuentran todavía pendientes de ejecución. No obstante, los postes a los que se ata a
los condenados a muerte todavía están en el patio, en el mismo lugar donde los
prisioneros pasean cada día. El hacinamiento que hay en la prisión resulta
indescriptible; la cárcel puede dar cabida entre 300 y 500 personas, en la actualidad el
número de reclusos es cuatro veces mayor. En las celdas el aire es irrespirable. La
intelligentsia se encuentra en unas mejores condiciones. Los prisioneros están
realizando una labor extraordinaria con los niños, que ahora se pasean semidesnudos
al sol, bronceados, casi todo el día al aire libre. Los niños hacen gimnasia y cantan
canciones judías y polacas. Tanto es así que las madres vuelven a pedir que cojan de
nuevo a sus hijos cuando los ponen en libertad. Entre los prisioneros hay, incluso, un
niño de nueve años.
Entre los presos también hay gitanos, a los que Auerswald llama gitanos-judíos.
Han liberado a una parte de ellos (a los ciudadanos rumanos). Las mujeres gitanas se
encuentran en una celda separada. Los hombres gitanos están, sin embargo, en el
mismo lugar que los judíos. Nos topamos con un llanto histérico en la celda en la que
se encuentran los condenados a muerte. La gente pide una comida mejor para poder
soportar la tensión nerviosa. Se va a emplear a centenares de personas en pequeñas
fábricas de ropa, cepillos y otros utensilios. Quizá gracias a estos talleres, se pueda
salvar a los condenados a muerte. A una delegación extranjera que visitó la prisión le
pareció inconcebible que se fusile a gente por pasar a la parte aria de la ciudad. «Eso
es imposible», afirmaron los visitantes. «Estas personas tuvieron que cometer algún
delito en el otro lado.» La higiene en la prisión es modélica. El centro penitenciario
cuenta con unos baños en los que cada prisionero se lava dos veces a la semana.
Mientras los reclusos se bañan, se desinfectan sus pertenencias. La mayoría de los
prisioneros, aparte de los contrabandistas, son niños mendigos que se pasaron al otro
lado. Ellos son los principales delincuentes. Los presos han convertido el patio, que
estaba alicatado, en un huerto floreciente, cuya cosecha aporta 200 000 złotys. Unos
prisioneros jardineros se encargan del huerto.
25 de mayo de 1942
Esta noche permanecerá mucho tiempo en la memoria de los judíos de Varsovia. Hoy
Mayo de 1942
26 de mayo de 1942
30 de mayo de 1942
Los judíos alemanes, transportados aquí desde Hannover, Berlín y desde otras
ciudades, trajeron consigo diferentes chistes. La palabra Jude que llevan en el pecho,
la describen de la siguiente forma: Italiens und Deutschlands Ende [El fin de Italia y
de Alemania]. A pesar de que sufrieron mucho en Alemania siguen hablando de
unser Führer [nuestro Führer] y creen en la victoria [del III Reich]. Están
convencidos de que, a pesar de todo, volverán a Alemania. Aunque ya ha pasado
bastante tiempo desde que llegaron a Varsovia (más de un mes) no se mezclan con el
resto de los judíos. Todavía siguen viviendo fuera del gueto, en unas casas especiales,
en cuarentena. Cerca de 300 judíos alemanes trabajan fuera del gueto en diferentes
instituciones. Están obligados a llevar el distintivo «Jude», también dentro del gueto.
Lo primero de lo que se preocuparon fue del trabajo. [En Alemania] todos estaban
empleados en trabajos diversos. Los ancianos no son capaces de acostumbrarse a las
nuevas condiciones, por eso mueren más deprisa. Les tratan mucho mejor que al resto
de los refugiados. Simplemente no hay ninguna comparación entre cómo el Consejo
trata a los refugiados polacos y a los judíos alemanes. Reciben un cuarto de kilo de
pan, sopa, café. Es cierto que viven peor que en Alemania, pero si su nueva situación
se compara con las condiciones del gueto se trata de un paraíso.
La desmoralización en el gueto alcanza círculos cada vez más amplios. Al mismo
tiempo que los pobres se convierten en indigentes, cubiertos con restos de harapos, se
pueden ver chicas vestidas cada vez con mayor elegancia, como si en el mundo no
hubiera guerra. Se han registrado casos numerosos de que las chicas robaban a sus
padres; sacaban de casa objetos de todo tipo, los vendían enseguida para conseguir
dinero para ornamentos, rizarse el pelo, en una palabra, para artículos de lujo.
En abril o en marzo apareció el decreto que prohibía a los judíos utilizar sellos de
correos con la cara de Hitler. Parece que tienen miedo a que los judíos les echen mal
de ojo.
Jonás Turków[383] actuaba durante esta temporada teatral en polaco (Examen de
madurez). Razón: no hay ninguna buena compañía teatral que represente obras en
yídish. En segundo lugar, se trata de un ejemplo de la fuerte asimilación existente en
el gueto. La gente habla en polaco con mucho gusto. Muy pocas veces se puede oír
yídish en las calles. Hubo discusiones encendidas sobre este tema. Algunos
explicaban que hablar en polaco es —desde el punto de vista psicológico— una
protesta contra el gueto. «Nos arrinconáis en un gueto judío, pero nosotros
mostraremos que es un barrio polaco. Nos queréis aislar, en especial de la lengua y de
la cultura polacas, por eso, a despecho, vamos a hablar en polaco y vamos a cultivar
la cultura polaca.» No obstante, pienso que se trata de una prueba del fuerte proceso
de asimilación operado entre nosotros ya antes de la guerra, pero que, últimamente,
[…] La ayuda social no resuelve los problemas, ayuda a la gente durante un tiempo
corto. Están condenados a muerte de todos modos. Prolonga los sufrimientos, pero no
trae la salvación. Tendría que disponer de millones de złotys cada mes para poder
hacer frente a la situación y no posee este dinero. Se ha comprobado que todos los
usuarios de los comedores mueren si sólo comen las sopas que se les ofrecen allí y el
pan duro de las cartillas de racionamiento. Así pues, surge la pregunta de si no sería
más apropiado asignar este dinero a algunas personas elegidas, a quienes sean
productivos socialmente, a la elite intelectual, etcétera. No obstante, la situación es la
siguiente, en primer lugar las personas seleccionadas supondrían un grupo bastante
numeroso y el dinero no alcanzaría ni siquiera para cubrir sus necesidades; en
segundo lugar, surge la pregunta de si se puede enviar a la fosa común a quienes
ejercen oficios, a los trabajadores y a gente que, en general, eran productivos en sus
ciudades y a quienes el gueto y la guerra han convertido en seres inhumanos, en
desechos, en residuos. Por lo tanto el problema es trágico: si se les da a todos una
cucharada, entonces nadie sobrevivirá; pero si se les da a raudales, entonces sólo
habrá para unos cuantos.
A todo esto hay que añadir nuevas circunstancias. En los últimos tiempos el
comisario del Barrio Residencial Judío, Auerswald, se entromete mucho en los
asuntos internos del gueto. Trata a los refugiados como si fueran hojas marchitas a
punto de caer, así que considera que no hace falta darles de comer. En su opinión, la
ayuda social debe ser sólo para los trabajadores. Continuamente reduce la cantidad de
productos para la ayuda social, ahora se dan sopas sólo tres veces a la semana; el
precio de la comida ha subido de 70 a 90 céntimos.
Hay incluso una persona que se opone a la ayuda para adultos. Es el antiguo
presidente de la Asociación de Comerciantes, Abraham Gepner. En la actualidad es
responsable del abastecimiento [del gueto] y dispone de cantidades de dinero
considerables. Gepner es un hombre honrado, pero como activista social es
caprichoso. Tiene la naturaleza de un dictador, no soporta la más mínima protesta ni
que contradigan su opinión. Capítulo aparte merece la escandalosa y tristemente
famosa política de la EA (Empresa de Abastecimiento). Se trata de un asunto muy
10 de junio de 1942
26 de junio de 1942
Este viernes, 26 de junio de 1942, es un gran día para Oneg Shabat. Hoy, antes del
mediodía, la radio inglesa emitió un programa para los judíos polacos. Contaron todo
lo que ya sabemos muy bien: Słonim y Vilna, Lwów y Chełmno, etcétera[387].
Durante largos meses sentíamos pena de que el mundo estuviese sordo y mudo ante
nuestra tragedia, que no tiene igual en la historia. Teníamos muchos reproches que
hacer a la opinión pública polaca, a las personas que mantenían contacto con el
Gobierno polaco [en el exilio] por no informar sobre la matanza de los judíos
polacos, les podíamos reprochar que el mundo no supiera nada sobre lo que estaba
ocurriendo. Acusábamos a los elementos polacos de callar nuestra tragedia de forma
consciente para que no ensombreciera su propia tragedia. Al parecer todos [nuestros]
desvelos han tenido al final sus frutos[388].
En las últimas semanas la radio inglesa daba continuamente informaciones sobre
las torturas bestiales a las que se somete a los judíos polacos: Chełmno, Vilna,
Bełżyce, etcétera. Hoy emitieron el resumen del informe sobre la situación de los
30 de junio de 1942
Los últimos días la población judía ha vivido bajo el signo de las noticias procedentes
de Londres. La información de que el mundo ha resultado fuertemente conmovido
por las noticias sobre las matanzas en Polonia, sacudió a todos muy profundamente.
Durante largos, largos meses, hemos sufrido mucho y nos preguntábamos: ¿acaso el
mundo conoce las torturas a las que se nos somete? Y si las conoce, entonces, ¿por
qué se calla? ¿Por qué no se estremeció cuando fusilaron a decenas de miles de judíos
en Ponary[389]? ¿Por qué el mundo estuvo callado cuando envenenaron a decenas de
miles de judíos en Chełmno? ¿Por qué el mundo estuvo callado cuando exterminaron
a cientos de miles de judíos en la región de Galitzia y en otros territorios ocupados?
Nos hacíamos esta pregunta y nos la respondíamos nosotros mismos: ¿cómo iba el
mundo a estremecerse con la matanza de Vilna si los alemanes exterminaron a
180 000 personas en Rostów, si un número parecido de ucranianos y judíos fueron
asesinados en Kiev[390]? ¿Por qué el mundo iba a estremecerse si día tras día corren
ríos de sangre en todos los campos de batalla? ¿Acaso la sangre judía es más valiosa
que la sangre de los soldados rusos, chinos, ingleses y de otras nacionalidades? Ésta
es la respuesta que nos dábamos; sin embargo, sentíamos al mismo tiempo que esta
respuesta no era del todo convincente. Sólo ahora hemos entendido cuál era la razón
Junio de 1942
¿Qué lee la población? Este tema interesa a todos los judíos, y después de la guerra
va a interesar al mundo entero. El mundo se preguntará: ¿qué opinó la gente sobre los
armenios de Musa Dah[393], que sabían, al igual que la población del gueto de
Varsovia, que estaban condenados a muerte, como también lo estaban el resto de las
poblaciones judías en ciudades grandes y pequeñas?
Hay que constatar que, a pesar de que nos condenaron a muerte, no hemos
perdido el rostro humano y nuestro cerebro funciona como antes de la guerra. Un
lector judío serio se interesa mucho por la literatura de guerra. Lee los diarios de
Lloyd George, novelas de la literatura universal de la anterior guerra mundial,
etcétera, y lee con especial dedicación aquellas páginas en las que viene descrito el
año 1918, la derrota de Alemania. La gente busca analogías con los tiempos presentes
y pretende demostrar a cualquier precio que se acerca la derrota del «invencible»
Ejército alemán. Lee con gusto sobre la recepción de los parlamentarios alemanes en
Compiègne[394] y ya ven con los ojos de la imaginación las nuevas Compiègne,
mucho más severas.
Tuve la oportunidad de leer un libro grueso de Van der Meersch sobre la
ocupación alemana en Francia y Bélgica. Su lectura me evocaba todo el tiempo los
tiempos presentes, que son mucho, mucho más crueles que aquellos de la anterior
guerra mundial. Tan sólo tienen un detalle en común: el robo frío y despiadado, así
como la apropiación de los bienes de la población civil de los países ocupados. Del
estremecedor libro de Van der Meersch se deduce que no sólo esta guerra es total,
también lo fue la anterior guerra mundial. Saquearon los países ocupados por
completo, a la población civil la redujeron a la esclavitud y fue obligada a trabajar a
favor de los alemanes. Después de leer este libro uno se pregunta: ¿qué es lo que se
hizo para evitar un nuevo dominio de los hunos en Europa?
Algunas personas leen con gusto a Napoleón. Hacen analogías entre el villano
[Hitler] y Napoleón, que siempre resultan favorables a este último, ya que —a pesar
de que el emperador fue responsable de que corriese la sangre por todos los campos
de batalla europeos— no obstante sacudió los fundamentos del mundo feudal e
Están creando una nueva formación de Policía judía que ya dispone de un nombre,
bastante adecuado, que coincide con el de la antigua y tristemente célebre guardia
fronteriza polaca: CPZF (Cuerpo de Protección de la Zona Fronteriza, el antiguo
cuerpo de carabineros polaco). El trabajo de esta formación consistiría en vigilar el
gueto para que no entren mercancías de contrabando. Los muros del gueto serán
marcados con letras grandes y blancas (cada tramo de 50 metros tendrá su propio
número). Los policías de la zona de los muros Van a tener asignados distritos
separados y van a cobrar sueldos especiales: 10 złotys por un día y una asignación
mayor de pan y de otros alimentos. El jefe de la Policía, Lejkin, convocó a todos los
policías y pidió voluntarios. Como se presentaron pocos voluntarios, eligieron a los
policías que se van a dedicar a este trabajo asqueroso y peligroso (cada policía será
responsable del contrabando en su tramo). El plan es diabólico y pretende matar de
hambre al gueto con la ayuda de los propios judíos. Por otra parte, no es la primera
vez que el ocupante obliga a la población judía a cavar su propia tumba, es su
comportamiento habitual. Hay que admitir, con el mayor de los dolores, que siempre
encuentra a la gente dispuesta a realizar el trabajo sucio con ganas, a veces con un
afán exagerado.
En el gueto hay muchos uniformes de soldados muertos. En los shops se lavan y
desinfectan. A menudo en los bolsillos de uniformes se encuentran cartas procedentes
de sus hogares y también otras escritas en el frente. Estas últimas, claro está, son muy
interesantes ya que reflejan el estado de ánimo, que —según se comenta— es muy
pesimista. Es curioso que la ropa esté llena de piojos. ¡Como si el gueto tuviera pocos
piojos propios y todavía tuviera que recibir otros desde fuera! Resulta normal que en
los bolsillos de los soldados muertos se encuentren a menudo objetos robados y,
además, muchos procedentes de Varsovia, por ejemplo objetos de mercería de las
empresas de Varsovia, pero incluso los talit[*] robados a los judíos vuelven a los
judíos. Hay más de 300 000 uniformes en este estado. Eso da una idea del número de
soldados alemanes que murieron durante este frío invierno en Rusia.
La arbitrariedad de los soldados alemanes con los judíos no tiene límites. Para
ilustrarlo citaré un suceso de hace una semana. Un oficial acompañado por un
soldado visitaron a un comerciante judío (que se dedica a los recauchutados) y le
exigieron una cámara de aire y un neumático nuevo. El judío dijo que no tenía estos
Cuando comienza la operación Barbarroja, en el verano de 1941, los habitantes del gueto de Varsovia habían
conseguido, dentro de lo que cabe, organizar unas pautas estables de vida. El hambre y la enfermedad continuaban
haciendo estragos —en total murieron unas 96 000 personas por estas causas, en su mayoría refugiados— pero la
mayoría de la población conseguía hacer frente a las penalidades impuestas por la reclusión.
Dentro de los muros casi todo estaba prohibido; en cierto sentido la mera supervivencia constituía un delito, ya
que la principal finalidad de los guetos era exterminar a la mayor cantidad de judíos posible mientras se decidía
qué hacer con el resto. Pero difícilmente podían aplicarse los decretos cuando las fuerzas de seguridad alemanas
(Gestapo, SS y SD[*]) no hacían acto de presencia en el gueto. Ésa era una de las grandes ventajas de la
segregación, mientras que para los nazis era un alivio olvidarse de uno de sus enemigos (los judíos) para dedicarse
con saña a reprimir la creciente resistencia polaca. Por su parte, la Policía judía, a pesar de la crueldad de muchos
de sus agentes, era ineficaz y corrupta, y apenas podía evitar que la sociedad funcionase al margen —y a pesar—
de las normas dictadas por los ocupantes y sus colaboradores del Consejo Judío.
El resultado de esta relativa paz es un florecimiento de la vida social, política y cultural judía, que no tiene
parangón en la Europa dominada por el terror nazi, y que explica en buena medida el fenómeno de la resistencia y
del levantamiento que se va a vivir en el gueto meses después. Instituciones como los Comités de Vecinos,
constituidos tras la invasión de Polonia y organizados en estos momentos en Comités de Distrito —que, a su vez,
elegían delegados para el Comité Central— suponían un auténtico contrapoder al Consejo Judío.
«El gueto baila», como nos dice Ringelblum. Y la cultura —con teatros y bibliotecas funcionando a pleno
rendimiento—, la acción social e incluso la enseñanza y la investigación tienen cabida de nuevo en el barrio judío
de Varsovia.
Pero la invasión de la Unión Soviética había supuesto una vuelta de tuerca más en el rumbo etnocida de los
nazis, un punto de inflexión desde el que ya era imposible retroceder. Un mes después del comienzo de la
operación Barbarroja, Göring da instrucciones a Reinhard Heydrich para que prepare un plan para la llamada
«solución final del problema judío». El 3 de septiembre se realizan en Auschwitz los primeros experimentos para
el exterminio de prisioneros con el gas Zyklon B. Las cobayas humanas, unos presos soviéticos, tardaron varias
horas en morir.
El 10 de octubre de 1941 se celebra en Praga la primera reunión para tratar la «solución final», a la que asisten
Eichmann y Heydrich, entre otros. Mientras, en el frente ruso los Einsatzgruppen[*] de la SS aprovechan el avance
de las tropas alemanas para exterminar en ejecuciones masivas a todo aquel sospechoso de ser judío o comunista.
El 20 de enero de 1942 se celebra a las afueras de Berlín la tristemente célebre Conferencia de Wannsee con el fin
de coordinar todos los organismos implicados en lo que se conoce desde hace unos meses como «solución final
del problema judío».
El ataque a Pearl Harbor y la consiguiente entrada de Estados Unidos en la guerra, en diciembre de 1941,
habían aumentado aún más las causas de inquietud de los habitantes del gueto. Por un lado se confirmaban las
predicciones de Hitler sobre un conflicto total; por otro, los nazis podían sentirse libres para acometer el
exterminio, ya que los rehenes judíos, que podían llegar a convertirse en moneda de cambio para negociar con
Estados Unidos, habían dejado de ser útiles.
Apenas unos días después de la Conferencia de Wannsee comienzan las deportaciones de judíos a los campos
de exterminio. Las «evacuaciones», como se llaman oficialmente, comienzan en los territorios polacos
anexionados al Reich. A mediados de marzo, la SS comienza a enviar a judíos del Gobierno General a los campos.
Umschlagplatz
Las heroicas enfermeras del hospital eran las únicas que salvaban a la gente de la
deportación sin pedir dinero a cambio. Szmerling[*] es un verdugo con látigo.
Escenas del cargamento en los vagones. El celo de la Policía judía. Separaciones
de padres e hijos, esposas y maridos, el rabino Kanał[396], Lubliner.
El fusilamiento en la plaza de aquellas personas que intentaron escapar a través de
los agujeros en los muros. Se libera a los que se hacen pasar por médicos, por
enfermeras del hospital. Las batas blancas salvaron a miles de intelectuales y de
Este día se llevó a cabo una selección en los shops. La matanza de mujeres, niños e
ilegales[398]. La gente preveía que en Yom Kipur sucedería algo: el primer año
(1939), bombardearon el barrio judío en Varsovia; en 1940, crearon el gueto; en
1941, se produjo la deportación de los habitantes de la calle de Sienna. Existe en las
ciudades la tradición de maltratar a los judíos el Día de la Expiación.
Cercaron los shops judíos y los alemanes. La selección [para la deportación] se
hizo en teoría por oficios, pero en realidad todo dependió de los sobornos. Los
alemanes buenos se convierten en alemanes malos, por ejemplo [Walter Caspar]
Toebbens[399].
La resistencia
Un judío del gueto pequeño cogió a un alemán por el cuello. Éste le mató de un
disparo, se enfureció y mató en el patio a trece judíos más (en la calle de Pańska o
Twarda). Un judío de la calle de Nalewki le arrancó la ametralladora de las manos a
un ucraniano y huyó.
El papel de los jóvenes, los únicos románticos, los soñadores que se quedaron en
el campo de batalla. […] Las asociaciones aprueban sus planes. El intento de prender
fuego[406] el 6 de septiembre[407]. Toda orden se considera una provocación. El
atentado contra Szeryński[408].
Un grupo de mozos de cuerda, que perdieron a sus familias, sueña con la
venganza; están dispuestos a pagar por ello. El ácido sulfúrico es un buen medio a la
hora de enfrentarse a la Policía judía. Jóvenes partisanos[409] preparan actos de
sabotaje.
El Servicio de Orden
Kohn y Heller
La prehistoria de la deportación
¿Por qué no hubo resistencia cuando se inició la deportación de 300 000 judíos de
Varsovia? ¿Por qué se dejaron llevar como ovejas al matadero? ¿Por qué le resultó al
enemigo tan sencillo, tan fácil? ¿Cómo es posible que los verdugos no sufrieran ni
siquiera una baja? ¿Por qué 50 hombres de la SS (hay personas que sostienen que
eran todavía menos), con la ayuda de un destacamento de 200 ucranianos y otros
tantos letones, pudieron llevar a cabo la operación de forma tan sencilla? Cien
personas de los del trece, que se dedicaron a detener a gente, están en el otro lado. Su
central se encontraba en la calle Litewska. Szternfeld era el jefe…
Al principio sólo Policía judía, después mixta y, a veces, sólo alemana[417]. Todos [los
vecinos se reunían] en el patio, se revisaban los documentos, se rompían todas las
puertas y entradas.
Los escondites
Los shops
El abastecimiento de los shops. Los estafadores usan diferentes métodos para el robo
y el saqueo, por ejemplo empeorando [la calidad] del pan comunitario, mientras se
destina [la harina] mejor a sus propios panecillos. Los víveres proceden del Rüstungs-
Zentrale[420].
El reglamento de trabajo en los shops. En verano el horario de trabajo es de siete
a siete. No se recibe salario a cambio. […] Tendencia de los judíos al sabotaje.
En Schultz, [se obliga a coser] dos camisas [diarias]. El trabajo es duro, los
víveres son malos. La única salvación está en el robo, en el pillaje, es decir, en la
venta de las cosas de los deportados. Todavía hoy en día hay comercio.
La confiscación de los bienes en los shops. Una nueva teoría: todo lo que se
encuentra en el terreno del shop pertenece a la empresa, es una ley no escrita. Los
pases para las personas que no viven en el shop prohíben sacar bienes fuera de sus
límites.
El idioma. Sólo se utiliza el alemán. Todas las indicaciones están en esta lengua.
En Hallmann, también la correspondencia.
Werkschultz = Werkschmutz[421]. Son antiguos policías, contrabandistas, la
gente del hampa, etcétera. Los principales ingresos de los ilegales [provienen] del
contrabando de las panaderías clandestinas. El miembro de la Gestapo Konrad[422].
Toebbens ofreció la protección de un shop ficticio, pero cuando le quitó el dinero a la
gente, los envió a todos a la Umschlagplatz. También confiscó las máquinas a los
judíos. Schultz cobra 10 złotys por la manutención a los desempleados.
[Fuentes de ingresos de los alemanes en los shops.] (1) Consiguen ganancias por
comercio con mercancía humana (venta de números de vida[*]). Los empresarios
alemanes les sacan a los trabajadores de los shops el resto de sus bienes, lo que aún
no han vendido, a cambio de perdonarles la vida. Así, por ejemplo, Hoffmann[423]
exigió impuestos a las personas adineradas. Lo mismo ocurre en otros shops; se
supone que así los alemanes tendrán más interés en proteger a sus judíos. (2) Resulta
que últimamente los beneficios de la producción son menores y por eso… (3)
Consiguen ganancias por la venta de víveres. En el mercado negro se venden los
Trabajo gratuito
Todos tienen que trabajar gratis en el shop: los obreros, los sastres, los zapateros, los
peluqueros, los médicos, etcétera. La gente sobrevive gracias a sus ahorros o al
pillaje. Y eso que ya antes de la deportación dejaron de pagar a los trabajadores, que
recibían un salario de hambre. El capataz Dalman del shop de Hallmann ganaba antes
100 złotys al día, hoy está obligado a pagar un aprovisionamiento diario de 30 złotys.
Los judíos tienen prohibido recibir salarios, tampoco los funcionarios del Consejo y
de otras instituciones reciben nada.
Los responsables de algunos talleres consideran que ya que salvaron la vida de
sus trabajadores pueden exigir que éstos trabajen gratis; al mismo tiempo el
El plazo. La espada de Damocles del exterminio pende sobre las cabezas de los judíos
de Varsovia. Su destino depende de los shops. Mientras que reciban pedidos, los
judíos tendrán derecho a la vida. Sin embargo, no todos tienen pedidos para un
tiempo largo. Hace poco (a mediados de octubre) Schultz recibió pedidos y materias
primas hasta el mes de abril. En aquella ocasión, reinaba una alegría generalizada: la
gente brindaba para celebrarlo, se divertía, etcétera. Sobre algunos shops pende la
amenaza de un pronto final. Entre éstos se encuentra el mejor de todos ellos —en
cuanto a ventajas sociales— el de la OBW (Ostdeutsche Bautischlerei Werkstätte),
cuyo plazo venció el 20 de octubre. Al final le prolongaron el plazo 30 días más.
Pensemos en las almas de las personas cuyo destino quedó unido a este shop. Si deja
de existir, perderán el derecho de vivir. Se convertirán en personas sin números [de
vida], sin casas, sin cartillas de aprovisionamiento.
1. Numerados y sellados.
2. Viven en cuarteles, sin sus esposas.
3. Les han arrebatado a sus mujeres e hijos, puesto que los esclavos no deben
tener familia.
4. Andan en formación, en grupos, nunca por separado.
5. Se les golpea y aterroriza durante el trabajo.
6. Se les explota de forma inhumana (trabajo a destajo en [el shop de] Schultz),
como si fueran culis.
7. Se les prohíbe asociarse.
8. No pueden protestar ni manifestar su descontento.
9. La vida de cada esclavo depende de su amo y del ayudante judío de éste. En
cada momento se puede enviar a alguien a la Umschlagplatz.
10. La disciplina es mortífera; llegar tarde se castiga (en Schultz) con la
Comunicación
Cada shop es una unidad independiente. En virtud del decreto de… octubre se
prohíbe [a los trabajadores] abandonar el territorio de un shop. Está prohibición sigue
en vigor [después del trabajo], de vuelta en el gueto. Si encuentran a la gente en la
calle sin un salvoconducto la envían a la Umschlagplatz. Después de la jornada de
trabajo (de siete de la mañana a cinco o seis de la tarde en algunos shops) es posible
moverse con un poco más de libertad de la siguiente forma: uno se une a un grupo de
personas que vuelven del trabajo a sus viviendas o a un grupo de los que trabajan
fuera [del gueto] y que se dirigen a sus casas. No obstante, a veces ocurre que
controlan también a estos grupos, en especial si no son muy numerosos. Los judíos
tienen prohibido andar en solitario por la calle.
El segundo modo de moverse por la calle durante el día y en horario de trabajo
consiste en viajar en un carromato. No detienen a la gente que viaja en carromatos y
por lo general este método de transporte se considera seguro.
Treblinka
Mujeres y niños
En los shops no hay mujeres. Se ha separado a las familias, a los niños. Han matado a
familias enteras, porque no querían separarse de sus hijos. El marido no quería
[separarse] de su mujer. Un padre que envuelve a su hijo en un abrigo. Los pequeños
delincuentes que durante varios meses tienen que esconderse en pisos. El rostro de un
niño deformado por el miedo ante las redadas.
La liquidación de los internados de Varsovia. [Janusz] Korczak al frente de una
procesión que cantaba. En la localidad de Miedzeszyn liquidaban a los niños in
situ[428].
El heroísmo del doctor Korczak, de Koniński y de la señora Janowa[429] (calle de
Dzielna 67). No quisieron abandonar a los niños de los internados. Korczak creó el
ambiente propicio para que todos se fueran juntos a la Umschlag. Algunos
responsables de los internados sabían perfectamente lo que les esperaba allí, pero no
obstante consideraron que en un momento tan duro no podían dejar desvalidos a los
niños y que debían ir con ellos a la muerte.
La tragedia de las familias: miles de hombres sin sus mujeres, que ya no
encuentran sentido a sus vidas. La tragedia de la población en general; algunos
perdieron treinta y tantos miembros de la familia; se quedaron solos, sin nada que les
atase a la vida. […] Los hijos [de la señora] Herzlich[430] no quieren pasar [al otro
lado]. La tragedia de Turków[431] como padre.
[También se llevan] a los ciudadanos de países extranjeros a Treblinka. Los
prisioneros de la calle de Gęsia enviados a Treblinka; también el hospital: se llevaron
a 1000 enfermos de la calle de Stawki.
El problema de las personas mayores. Se daban casos de hijos que envenenaban a
los padres. Los hijos iban junto a sus padres a la Umschlagplatz. Liquidaron la
residencia de ancianos. Se los llevaron en rickshaw con sus maletas directamente a la
Consejo
Correo
Confiscaron todos los paquetes del extranjero y del país. 3500 paquetes de una sola
vez. En la confiscación participó la Policía judía.
No entregan cartas en las casas, uno tiene que ir al correo a recogerlas. Pocas
personas disponen de salvoconductos; por lo tanto, no se recoge la correspondencia.
Las supuestas cartas procedentes de Pińsk, Brześć y de otras ciudades [del este].
Propagaban deliberadamente estos rumores para sembrar la confusión, poco después
de iniciar las deportaciones. Nadie ha visto las dichosas cartas. ¿Quién se dedicó a
difundir los rumores? Los agentes judíos de la Gestapo. El Consejo desmintió su
existencia. Los mismos rumores aparecen también en ciudades de provincias. Todo
de acuerdo con un plan y un esquema previamente elaborados.
El último grupo de la calle de Niska: a los hombres se los llevaron a Lublin, a un
campo de concentración.
Comercio, economía
La deportación armó un gran revuelo en la vida económica, tanto del gueto como de
la parte aria de la ciudad. Cayeron los precios de algunos productos. Por los
productos textiles, especialmente por la ropa interior, daban cuatro, cinco veces
menos que antes de la deportación. La ropa de cama no tiene ahora ningún valor.
Quitan las fundas [de los edredones] para sacar los forros de tela roja y las plumas. La
ropa de cama está tirada por los suelos en todas las calles, en todos los patios. En
algunos lugares, la quemaron. Lo mismo ocurre con los utensilios de cocina, que
carecen de valor y se encuentran abandonados en todos los basureros. Se trata tanto
de los utensilios de hojalata, como los de cristal y porcelana. Tampoco las camas y
los muebles tienen valor. Los muebles se cortan para hacer leña. La ropa interior tiene
valor sólo cuando es totalmente nueva. La ropa usada, remendada, no tiene ningún
valor, nadie la compra. Por un traje de hombre se pueden obtener 300-400 złotys, es
decir el equivalente a dos kilos de tocino o mantequilla (un kilo de mantequilla cuesta
más de 200 złotys).
El cementerio judío se ha convertido en un centro de comercio importante,
visitado por los contrabandistas cristianos. Es allí donde se puede conseguir el mejor
precio. Los intermediarios principales entre el gueto y la parte aria es la gente de los
centros [de trabajo fuera del gueto], que pueden pasar cosas al otro lado. Últimamente
5 de diciembre de 1942
¿Por qué dejaron al diez por ciento de los judíos en Varsovia?
Más de uno ha intentado responder a esta pregunta, ya que de esta cuestión dependen
otras: ¿cuánto tiempo nos dejarán en el gueto?, ¿cuánto tiempo nos dejarán con vida?,
y en general, ¿nos dejarán con vida o acabarán también con nosotros? Según la
opinión de muchas personas ilustradas dejaron el diez por ciento de los judíos en
Varsovia no por razones económicas sino puramente políticas. Les interesa poco lo
que puedan fabricar los judíos, incluso aunque se destine a la Wehrmacht. Los
alemanes, que han conquistado toda Europa, podrán rellenar sin apuros el hueco que
deje la deportación de los judíos. Si realmente se hubieran guiado por razones
económicas, jamás habrían enviado sin vacilar a miles de trabajadores cualificados de
primera clase directamente a la Umschlagplatz (ahora los agentes de la SS están
buscando como locos a profesionales judíos, en especial a carpinteros, pintores, e
incluso les ofrecen bastante buenas condiciones). Lo mismo ocurrió en provincias,
donde muchas ciudades ya se han declarado judenrein, a pesar de que toda la
población judía estaba allí implicada en trabajos relacionados con las necesidades de
la Wehrmacht, por ejemplo en la ciudad de Zamość.
En definitiva, en relación con los judíos no valen criterios económicos sino
políticos y de propaganda. Y si es así, entonces la cuestión resulta todavía más
perentoria: ¿por qué dejaron a estos judíos? La respuesta es de naturaleza política. Si
se hubieran llevado a todos los judíos de Varsovia y del Gobierno General se habría
terminado el argumento judío. Sería más difícil cargar la culpa a los judíos por todas
las dificultades y fracasos. El judío tiene que quedarse, tal y como dice un proverbio:
¡Que Dios haga que se te caigan todos los dientes, excepto uno para que te duela!
Los ilegales son las personas que no poseen números [de vida] y que, según la ley,
deberían estar en la Umschlagplatz, pero, no obstante, todavía están vivos. Nadie
sabe cuántos son. Se barajan diferentes cifras: algunos calculan que hay 7000
ilegales, otros dicen que 10 000 e, incluso, hay quien habla de 15 000. ¡Lo importante
es que todavía quedan algunos!
¿Quiénes son estos ilegales? Se trata, en su mayoría, de familiares de las personas
legales y, sobre todo, de los policías, los funcionarios del Consejo y gente por el
estilo. También hay aquí exfuncionarios del Consejo y de la Asociación Judía de
Protección Social, que, en lugar de marcharse a la Umschlagplatz, se escondieron y
ahora no se despegan de sus [antiguos] compañeros.
También existe una tercera categoría, los judíos sencillos, normales, que
simplemente se escondieron bien y ahora siguen haciéndolo. Pagan un tributo a la
Werkschutz para que no les delaten y siguen viviendo en sus casas. Muchos ilegales
proceden de los shops disueltos, que consiguieron evitar la Umschlagplatz. Uno de
éstos era el de Heinz Müller, allí murieron muchos artistas judíos, actores, etcétera.
Otros son Oschmann[434] (antes Ort), Oksako, Zimmermann[435], etcétera. Existen
casas como por ejemplo en Nalewki 35, 37, 41 y otras muchas, donde viven cientos
de ilegales.
La ayuda para los ilegales se convierte en una cuestión cada día más candente.
Los funcionarios ilegales reciben sopas y pan [de sus antiguos compañeros].
Hijos con madres, hermanos con hermanas…, todo con tal de salvar a los más
allegados. Los rabinos emitían certificados de matrimonio sin haber visto siquiera a
los novios. La falta de preparación de la población judía: miedo a la responsabilidad
colectiva, temor a que un acto de resistencia supusiese un castigo para toda la
sociedad.
Niños
Umschlag
Policía
5 de diciembre de 1942
Odio a la Policía
Durante el tiempo que duró la Aktion[*] (así llamaron a la matanza de los judíos de
14 de diciembre de 1942
¿Nos dejarán vivir o no?
24 de diciembre de 1942
Los escondites
La psicología popular judía nunca ha sabido aceptar la idea de que diez de las tribus
de Israel murieron, que desaparecieron para siempre de la faz de la Tierra. Por eso, se
contaban leyendas de todo tipo sobre «los judíos rojos» que supuestamente vivían
lejos, detrás de unas montañas negras y que ellos un día se levantarían y
emprenderían una marcha para salvar al pueblo judío de la diáspora.
En la actualidad ocurre lo mismo. Trescientos mil judíos de Varsovia fueron
aniquilados en el campo de exterminio de Treblinka, pero el pueblo, la fantasía
popular, no quiere aceptar este hecho horrible y busca diversos métodos para
engañarse a sí mismo y a los otros. Al principio la gente no creía, por lo general, en la
existencia de Treblinka, y si alguien lo mencionaba, enseguida era silenciada con
gritos y tachada de alarmista, de persona pesimista a la que le produce placer hacer
Zapatos, zapatos
Todos entienden por qué la gente de las grandes ciudades ha dejado de llevar botas de
caña y en su lugar se pone botines. En las pequeñas localidades los caminos están sin
Su perfidia
A la hora de reflexionar sobre por qué los judíos se dejaron arrastrar hasta la
Umschlag sin ofrecer resistencia se menciona la genial perfidia de los otros. Durante
todo el tiempo engañaban a todo el mundo sobre el carácter de la deportación. En los
primeros días de la deportación un alto oficial de la SS[446] dio su palabra de honor de
soldado de que a los judíos se les deportaba al este y no al basurero. Nos engañaban
todo el tiempo y aseguraban que la operación ya estaba terminando. Con la ayuda de
varios cientos de agentes judíos mantuvieron a la población en una tensión continua
asegurando que la acción iba a terminarse mañana o pasado mañana. En agosto
estuve presente en una reunión de militantes dedicada al asunto de la resistencia. En
aquella ocasión se optó por esperar para tomar la decisión, ya que la operación iba a
El 18 de mayo de 1943, dos días después de la destrucción total del gueto, el presidente de la provincia de
Varsovia declara que la ciudad se encuentra «limpia de judíos» (judenrein). No es del todo cierto, porque de forma
milagrosa unos miles de judíos se mantienen con vida, ocultos entre las ruinas o en sótanos y buhardillas que
vigilan miembros de la resistencia polaca.
Cercados por el hambre y acosados por las fuerzas alemanas de seguridad, muchos de estos últimos judíos de
Varsovia irán cayendo poco a poco en las garras de la Gestapo y de la SS. Ringelblum no tardó en ser uno de
ellos. Capturado en junio junto a muchos de sus camaradas, le enviaron al campo de internamiento de la SS de
Trawniki. Pero logró huir de allí, con ayuda de miembros de la resistencia judía, unas horas antes de que los nazis
asesinaran a la mayoría de los prisioneros.
De vuelta a Varsovia, la resistencia aloja a Ringelblum y a su familia en el otro lado, después de conseguirles
documentación falsa. El historiador aprovecha el tiempo para escribir. Trabaja en un libro sobre la Organización
Militar Judía (ŻOB), que él mismo contribuyó a crear.
En enero de 1944, Ringelblum recibe una última oferta del Gobierno polaco en Londres para abandonar
Varsovia. Una vez más rehúsa la oferta. Su sitio, dice, está allí. Dos meses más tarde, la Gestapo encuentra el
lugar donde se refugia con su familia y 35 resistentes del gueto. El 7 de marzo los capturan a todos y los fusilan
ese mismo día en la prisión de Pawiak.
Poco después de la muerte de Ringelblum, un informe enviado por la Jefatura de la SS en Varsovia y fechado
en abril de 1944 informaba a Heinrich Himmler de que se habían recuperado de las ruinas del gueto más de 5000
toneladas de hierro y otras 76 de cobre y bronce, así como dos millones y medio de ladrillos. Las autoridades
alemanas tienen la intención de no dejar nada que tenga el mínimo valor; después, planean allanar el terreno y
esparcir cenizas y estiércol sobre el terreno.
En julio de 1944, con las tropas soviéticas a las orillas del Vístula, el Gobierno polaco en el exilio autoriza a la
resistencia de Varsovia a levantarse en armas contra los alemanes. Así, comienza en agosto de ese año el
levantamiento de la ciudad de Varsovia, que termina dos meses más tarde con la muerte de 20 000 combatientes
polacos (entre ellos, supervivientes judíos del gueto) y 180 000 civiles. Una vez reprimida la sublevación, los
alemanes arrasan la ciudad como castigo. El Ejército Rojo, que desde mediados de septiembre contempla el
espectáculo de la devastación de la ciudad desde la otra orilla del Vístula, llega a las ruinas de Varsovia el 15 de
enero de 1945.
Ringelblum escribió los textos que se ofrecen en este apartado entre finales de 1942 y comienzos de 1943,
mientras se preparaba el levantamiento del gueto. Forman parte del segundo conjunto de notas, enterradas en
marzo de 1943 y halladas en diciembre de 1950. En estas anotaciones, la vida en el gueto se da por liquidada y se
persigue sobre todo dar una visión de conjunto de lo que ha sido la experiencia entre los muros.
Diciembre de 1942
¿Cómo murió la intelligentsia judía de Varsovia?
Durante estos tres años y medio de guerra el grupo Oneg Shabat ha recopilado
documentación para constituir el Archivo del gueto[*]. Normalmente el grupo se
reunía los sábados y de ahí surgió el nombre. Al final todas nuestras actividades
recibieron el nombre en clave de Oneg Shabat.
Comencé a trabajar en el archivo en octubre de 1939. En aquel tiempo reinaba en
Varsovia una gran pesadumbre. Cada día se nos sorprendía con nuevas medidas
contra los judíos. La población sentía temor ante las represalias por cuestiones
políticas y temblaba de miedo ante la posibilidad de que encontrasen documentos
comprometedores durante los registros domiciliarios. La gente también tenía miedo
de que [las nuevas autoridades] hicieran uso del fichero criminal del Gobierno Civil y
Militar de Varsovia. El miedo se mantuvo durante muchos meses, pero al final carecía
de fundamento. Los alemanes no buscaban a delincuentes aislados. Apuntaban y
atentaban contra toda la sociedad. Tenían bajo su punto de mira a grupos enteros, a
determinados estratos sociales, y no a individuos concretos. Durante los primeros
meses de la ocupación alemana, en especial en el mes de enero de 1940, llevaron a
cabo arrestos masivos entre la intelligentsia y, al parecer, también ejecuciones
masivas. Arrestaron a los miembros de corporaciones (Cámara Médica, Colegio de
Ingenieros, etcétera), sirviéndose de listas especiales. Pero no hicieron registros
exhaustivos en las casas de los detenidos. Por regla general, los alemanes no instruían
sumarios, sino que ejecutaban de forma sumaria a todas las personas que caían en sus
garras.
A decir verdad llevaban a cabo, muy a menudo, registros muy minuciosos pero
para buscar otra cosa: divisas, oro, brillantes, cosas de valor, artículos, etcétera. Este
tipo de registros tuvieron lugar durante los tres años y medio de la guerra y siguen
llevándose a cabo hasta hoy mismo.
Me he detenido en los detalles de los registros domiciliarios, ya que repercutían
en el destino posterior de los documentos manuscritos del periodo de la guerra.
Durante los primeros meses la gente estuvo terriblemente aterrorizada y tenía pánico
ante los registros. Quemaban todo, incluso libros ingenuos que ni siquiera el
mismísimo Hitler hubiera considerado fuera de la ley. En este periodo se destruyó la
Isaac Giterman es —junto con Sagan— otra de las grandes personalidades que han
muerto durante esta deportación. Ésta es una de las mayores pérdidas sufridas por la
población judía en Polonia. Habrá que escribir un libro entero sobre este gran
hombre. Nació en Kiev, en donde militó en el partido de los socialistas sionistas
como partidario de la resolución territorial de la cuestión judía [la fundación de un
Estado en Palestina]. Durante la anterior guerra mundial ya había trabajado de forma
activa en el Comité de Ayuda a las víctimas judías de guerra. […]
Isaac Giterman murió durante la segunda deportación de Varsovia. Cuando me
visitó por última vez hojeó las listas de los muertos y añadió algunos nombres.
Ahora, en esta misma lista, cumplimentada de su puño y letra, se encuentra el nombre
de Isaac Giterman. Me tiembla la mano cuando escribo estas palabras, quién sabe si
un historiador futuro, al hojear esta lista, no escribirá también mi nombre: «E.
Ringelblum». Y qué, ya hemos tenido tiempo para acostumbrarnos a la muerte y no
nos impresiona nada. Quien de nosotros sobreviva a la guerra va a andar por el
mundo como si fuera de otro planeta. Quien sea que se salve, habrá sobrevivido de
milagro y por error.
1939
28 de octubre. Según el censo realizado por los alemanes viven en Varsovia 359 827
judíos.
1 de diciembre. Decreto que ordena a los judíos llevar un brazalete con la estrella de
David.
1940
1941
Enero. A pesar de las defunciones, las deportaciones han aumentado la población del
gueto, que ahora tiene unos 400 000 habitantes.
5 de octubre. Decreto de las autoridades nazis que castiga con la pena de muerte a
quienes huyan del gueto.
1942
31 de enero. Hasta la fecha, 229 052 judíos asesinados en los países bálticos y
Bielorrusia. Primera deportación a Theresienstadt.
31 de mayo. Primer gran bombardeo aéreo contra Alemania, que afecta a la ciudad
de Colonia.
7 de agosto. Comienzan las redadas calle por calle, casa por casa.
20 de agosto. Atentado contra Józef Szeryński, jefe de la Policía judía, que resulta
gravemente herido.
3 de octubre. Los nazis dan por concluida la Aktion: 300 000 personas enviadas a
campos de exterminio. En el gueto quedan unas 60 000 personas, de ellas 20 000 son
ilegales.
18 de octubre. Los asuntos relacionados con los judíos y los eslavos pasan a
depender de la Gestapo.
1943
Mayo. Los rusos avanzan imparables. Los supervivientes del gueto de Łódź enviados
a Auschwitz.
16 de mayo. Los nazis arrasan el gueto. El general Jürgen Stroop, que ha dirigido el
combate contra la Organización Militar Judía, prende fuego personalmente a la Gran
Sinagoga de Varsovia como símbolo de su victoria.
1944
[*]Bełżec. Uno de los seis campos de exterminio instalados por los nazis en
Polonia (junto con Auschwitz-Birkenau, Chełmno, Sobibór, Treblinka y Majdanek).
Comenzó siendo en 1940 un campo de trabajos forzados para judíos, y así figura en
las primeras anotaciones de Ringelblum. Posteriormente, los alemanes comenzaron la
construcción de un campo de exterminio en Bełżec el 1 de noviembre de 1941 como
parte de la Aktion Reinhard. Cuando dejó de funcionar, en enero de 1943, más de
600 000 personas habían sido asesinadas allí. <<
[*]Bund (del alemán Bund, «unión»). Su nombre completo era Unión General de
Trabajadores Judíos. Partido socialista de orientación asimilacionista y antisionista,
propugnaba una identidad judía basada sólo en los aspectos culturales, entre ellos en
la lengua yídish. Poseía un gran respaldo entre las masas trabajadoras judías de las
grandes ciudades y desempeñó un importante papel en la resistencia judía y en la
sublevación del gueto de Varsovia. <<
[*]Calaveras. Término equivalente a Totenkopf. <<
[*]Hoshanna Raba (en hebreo, «la gran salvación»). Fiesta que se celebra el
último día de Sukot y que se caracteriza por una larga procesión alrededor de la
sinagoga. <<
[*]Judenrein (en alemán, «limpio de judíos»). Expresión con la que los nazis
aludían a la acción de «limpiar» (deportar o exterminar) de judíos un determinado
lugar. <<
[*]Kipá. Solideo con el que los judíos religiosos cubren su cabeza en señal de
respeto hacia Dios. <<
[*]Pésaj. Es la Pascua judía que forma, junto con Shevuot y Sukot, las tres
principales fiestas del calendario judío, marcadas en su día por la obligación de
peregrinar al templo de Jerusalén. En este caso se conmemora la dramática liberación
de la esclavitud en Egipto, tal y como se narra en el libro del Éxodo. En Israel se
celebra durante siete días y en la Diáspora, durante ocho. <<
[*]Solución final (en alemán, «Endlösung»). Término eufemístico con el que los
nazis se referían al exterminio de los judíos. <<
[*]Talmud Torá. Escuela en la que los niños judíos estudian hebreo y religión. <<
popular en yídish a la que los judíos durante la guerra cambiaron la letra por Lomir
say iberleben (Sobrevivámosles). <<
«mundo» y la última sílaba del entonces presidente de Estados Unidos Roosevelt. <<