Terror Poliamoroso (Brigitte Vasallo)

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Pensamiento monógamo

Terror poliamoroso; (Brigitte Vasallo)


Brigitte Vasallo (Barcelona 1973) es escritora feminista.

Introducción

Este libro habla de la monogamia y las relaciones múltiples, pero no pretende


hacer de desde una forma de pensamiento universal sino situado en un lugar, un
tiempo, una mirada y una experiencia concreta. Escribo desde el sur de Europa y
lo hago desde la perspectiva del pensamiento político. Soy una mujer blanca que
se relaciona sexo-afectivamente con mujeres y vivo en una gran ciudad.

Analiza cómo la monogamia es un sistema de control sobre los afectos que viene
marcado por el neoliberalismo y que genera una forma de pensamiento
constitutiva y necesaria a la construcción nacional Europea y su proyecto colonial.

Objetivo: desactivar este sistema en tanto que manera de relacionarnos con el


entorno y con el mundo, más allá de la forma en que decidamos relacionarnos.

Plantea que la posibilidad de alternativa al sistema monógamo es la


colectivización de los afectos, de los cuidados, de los deseos y de los dolores.
Pero para ello es necesario desenmascara el sistema que nos confronta y nos
convierte en sujetos activos en una competición sangrante.

Activismo afectivo

El discurso neoliberal propone las relaciones no monógamas como quien vende


cachivaches en una feria de telefonía móvil (felicidad de supermercado: brillo,
facilidades, superficialidad, capital social, capital sexual, seguros contra
imprevistos, diversión asegurada, etc). Mucha libertad y pocos cuidados. Mucho
posibilismo y pocos dolores. Mucha heteronormatividad. Muchos hombres
sentando cátedra y muchas mujeres acatando. Muchas novias de, esposas de,
amantes de….
Hay otra forma neoliberal que es el consumismo afectivo en entornos libertarios
que, desde luego, me toca más cerca y más profundo. Casi diría que hay una
forma de depredación afectiva. Con la libertad (individual) como coartada, los
cuidados, la empatía, la paciencia, la construcción en común son conceptos
preciosos para hacer talleres de cohesión grupal pero en demasiadas ocasiones
las palabras se quedan allí, en el acta de asamblea.

Tal vez porque cambiar las condiciones requiere un esfuerzo que no estamos
siempre dispuestxs a hacer. Tal vez porque estamos demasiado habituadxs a usar
y tirar los afectos, por mucho que luego reciclemos la ropa y los muebles. Porque
sabemos palabras complejas pero no asumimos la complejidad de las palabras. O
porque estamos demasiado contaminadas por un romanticismo que nos dice que
el amor es un subidón y todo lo que no contenga adrenalina no nos sirve, no es lo
bastante bueno. Así que llenamos de adrenalina tanto los afectos como la gestión
de los afectos, todo superlativo, todo posibilista, todo basado en tu esfuerzo
individual por aceptar algo que nunca nadie te enseñó cómo aceptar. Todo
urgente, todo inmediato, todo imprescindible. Hasta que nos dejamos las entrañas.
¿Quedará alguien dento de unos años en todo este follón poliamoroso libertario
que estamos montando?...

Para el discurso académico, somos objetos de estudio, gentecita que pone el


cuerpo en algo que ni siquiera entiende, que no sabe explicar y que necesita de
señores y señoras importantes, legítimas y mayoritariamente monógamas para
analizar nuestra experiencia. ¿Cuántas investigadoras monógamas han abierto
sus parejas, sus tripas durante el doctorado sobre poliamor, dejándose el corazón
en todo este proceso? El conocimiento necesita ser situado, y no se sitúa
haciendo sándwiches para un poli-encuentro. El conflicto está en la jerarquía
intrínseca entre investigador y bicho y en el marco referencial que nos lleva a tener
sujetos que se creen neutros analizando disidencias que nos les atraviesan por
lugar alguno.
Para la Academia monógama, las relaciones no monógamas van de follar con
mucha gente. Y así, de paso, se garantizan que no supongamos riesgo alguno
para el status quo.

Con esto no nos quiere decir que lxs científicxs monógamos no puedan estudiar el
poliamor. Pero si tomar conciencia de cuál es tu marco de conocimiento. Y como
tu marco te impide ver.

Ella plantea que habla desde su propio activismo poliamoroso y desde el


feminismo que sostiene que “lo personal es político”.

Pensarnos radicalmente

(B.V) sostiene que en este libro va a defender posiciones radicales, es decir para
hacer mierda todo.

Femenino honorífico, masculino excepcional

Plantea que en el libro va a estar escrito en femenino porque se siente cómoda de


esa manera; y para romper con la idea de que el masculino es neutro.

No busca “feminizar” a todas las personas al usar el lenguaje femenino, ni


invisibilizar a las personas no-binarias. Buscar realizar un homenaje a todas las
personas que, más allá de su identidad de género y orientación sexual, merecen
ser nombradas en un femenino de rebeldía.

Lo personal: all you need is lov tá tararará.

El sistema monógamo

Luego de narrar una serie futurista que incluye, en uno de los personajes, las
relaciones poliamorosas, el resto de las relaciones se tratan dentro del esquema
del amor romántico, heterosexual y monógamo, sostiene que en general buena
parte del activismo y de la vivencia de las relaciones poliamorosas se queda ahí,
en construir relaciones no-monógamas basadas en la reproducción de la
monogamia.

Pareja de tres

También ejemplifica lo anteriormente dicho a partir de un ejemplo de una pareja de


3 personas que sostienen que son “como otra cualquiera”, que la única
particularidad es que está formada por tres personas.

(B.V) plantea una serie de preguntas: ¿Qué es lo que hace que la monogamia
sea monogamia, que el poliamor sea poliamor, y que la poligamia sea otra cosa
totalmente distinta?.

¿Qué es la monogamia?

A partir de productos culturales como los anuncios publictarios o el arte, la


monogamia es, en la actualidad, sinónimo de amor (de una forma de amor
romántica y sexualizada “auténtica”) y sinónimo de pareja, que es la construcción
práctica que se entiende como “natural” de ese amor “auténtico”. Sostiene que la
monogamia es incuestionada.

Describe los ejes vertebradores de la monogamia (a partir de ahora M): la


romantización del vínculo, el compromiso sexual, la exclusividad de ambos y el
futuro reproductivo, que pulula como un fantasma sobre los amores y las parejas.
Para fijarlos en un recorrido concreto, se han instalado una serie de prácticas de
convivencia y dependencia, también económica, que dan sustancia material a la
construcción amorosa.

Explica la dificultad de definir el término “pareja”. Los trabajos en torno al concepto


de matrimonio (en términos occidentales) nos acercan más a la idea habitual de
monogamia: “enlace exclusivo y permanente entre un hombre y una mujer que
concierne de manera central a la asignación de derechos sexuales sobre cada una
de las partes, y establece responsabilidad parental sobre las criaturas surgidas de
esta unión”

A esta trilogóa central amor-pareja-monogamia heterosexual y reproductora se le


han sumado excepciones. La homosexualidad, la no reproducción, la temporalidad
de los enlaces, y la no exclusividad. Las primeras 3 no ponen en riesgo el
concepto de monogamia (a todas se las llama parejas).

Pero la exclusividad si pone en riesgo a este sistema. Para eso analiza lo


sucedido con el caso de Bill Clinton y Mónica Lewinsky en donde se criminaliza el
hecho de tener relaciones sexuales no exclusivas, se victimiza a la “pareja
engañada”. Nunca se planteó que tal vez dentro de la pareja presidencial hubiera
un pacto de no exculsividad sexual, igualmente, de haber sucedido no lo podrían
haber mostrado públicamente porque hubiera destrozado la imagen de la pareja
presidencial. Al hecho se lo ha nombrado con la categoría de infidelidad.

BV plantea que la cuestión de la exclusividad sexual en la monogamia es una


práctica con una alta tasa de excepcionalidades (30% de infidelidad en parejas
casadas). Entonces se pregunta cuándo la infidelidad modifica la definición de
monogamia, a partir de qué periodicidad?

La idea de exclusividad busca dar marca de legitimidad a un tipo de relación


sexual frente a otras posibles eventualidades. La infidelidad es parte del sistema
monógamo. Se la presenta como la excepción que delimita qué es normal y qué
es anormal, escándalos, vergonzoso. Qué es la pareja y qué es el/la amante, con
un esquema de lectura de roles, además extremadamente plano y estable.

[Página 29 “Juego de Roles” para poner de manifiesto las dinámicas que tenemos
naturalizadas: excelente dinámica]

En la M está tan penalizada la posición de amante como la posición de amadx no


exclusivo. Sin embargo, esta penalización no evita que la infidelidad esté dentro
de los mecanismos mismos de reafirmación de la M. Son estos mecanismos los
que generan el terror poliamorosos que hace emerge las relaciones cerradas y
exclusivas como única forma soportable.

El perdón de Hillary Clinton a Bill Clinton, es la máxima representación del triunfo


del amor por encima de las contingencias de la vida. El amor como imponiéndose
sobre la infidelidad. Sin embargo no siempre es así, y la infidelidad es una causa
certificada y reforzada de ruptura pero, tambien en ese caso, se rige como la gran
amenaza hacia el amor de verdad, hacia la forma correcta de construir amor.

La M incluye el enamoramiento hacia otras personas siempre y cuando no se


materialicen y queden en la esfera del platonismo. De este modo, lo que define la
M no es la exclusivida, sino la importancia de la pareja frente a las amantes u
otros amores. La jerarquía de unos afectos sobre los otros. La exclusividad sexual
sirve como marca jerárquica. Pueden existir otras relaciones sexuales, pero solo
una tiene el apoyo social, solo una está certificada como correcta, apropiada. La
exclusividad sexual es un compromiso simbólico, es el pago que se hace para
adquirir esa legitimidad: yo no me acostaré con nadie más pero, a cambio, nuestra
relación será superior a las demás, tu y yo tendremos una relación privilegiada,
con una gama de privilegios a infinidad de niveles, y con una amplia tolerancia,
también social, a las violencias adscritas a esos privilegios.

Me reproduzco ergo sum

La reproducción tiene que ver con la supervivencia y la trascendencia. Es decir,


que tiene que ver con la infinitud, la identidad, del miedo a desaparecer y diluirse.
Estas son cuestiones centrales en la construcción de la subjetividad occidental.

La forma de reproducción que legitima el sistema monógamo es la que confirma al


individuo como tal, entendido en su aislamiento y soledad contemporáneas.

El mandato del sistema no refiere a la reproducción como especie, sino a la


supervivencia, reproducción y perdurabilidad del yo (concreto o grupal): es una
carrera de obstáculos infinita para garantizar la transmisión de lo mío más allá de
mí. Y a su vez, es un aparato de propaganda tanto para construir la idea de lo mío
como para legitimar el deseo de transmitirlo.

El sistema monógamo no organiza una forma de supervivencia colectiva, sino que


quiere que nos reproduzcamos de manera identitaria y excluyente, con nombres y
apellidos, con linaje, con marcas de nacimiento. Las criaturas que pare el sistema
monógamo no son hijxs de una comunidad, son hijxs de un padre con nobre y
apellidos de una madre con nombre y apellidos. Y no tener apellidos es tan grave
como tenerlos y no querer transmitirlos.

En el sistema monógamo. la estructura de la consanguinidad de genética


compartida goza de un sorprendente estatus que valoriza como vínculo
indestructible e imprescindible, incluso entre personas que han sido excluidas de
sus núcleos.

La filiación parece el único vínculo indeleble, incuestionable, irrenunciable: la única


estructura de vínculo que estamos condenadxs a acarrear de por vida, queramos
o no y la única posibilidad de permanencia y refugio incondicional. Sin embargo,
somos nostrxs mismxs lxs que hacemos que la familia sanguínea sea lo único que
de verdad perdura al no permitirnos mirar otras posibilidades y hacerlas reales.

Estas unidades persisten porque, a pesar de todo, tienen la capacidad de dar


cobijo, son identidades refugio frente a un entorno indudablemente agreste. Pero
la línea entre cobijo y la cárcel es extremadamente fina. La identidad monógama
genera núcleos de significado cerrados en sí mismos, excluyentes y articulados
por los miedos y las penalizaciones.

La consanguinidad tambien es importante en lo emocional. Es lo que llamamos


“nuestras raíces” que nos dan la sensación de pertenecia y de perdurabilidad. El
recorrido histórico de nuestra sangre explica quiénes somos, antes mismo de
existir y, de alguna manera, seguiremos estando después de existir. El recorrido
de nuestra sangre señala quiénes somos y qué debemos ser. Ya desde el inicio,
se nos atribuye un nombre y unos apellidos que acarrean información indeleble
sobre nuestro género, lugar de origen, clase, incluso racialización y, a menudo,
estado civil para el caso de las mujeres. Los apellidos funcionan como un sistema
demarcador de cuestiones como la pertenencia nacional y que funciona como
rueda distribuidora de privilegios. Para mantener este sistema de filiación y
mantener intacto el orden que acarrea es necesario asegurar la consanguinidad
en la descendencia y sacralizarla tanto que incluso las personas que salen
perjudicadas por este sistema acaten sus designios y lo defiendan como natural y
necesario. La trasmisión incluye los bienes materiales, pero también las
oportunidades, los contactos, el estatus, una especie de “pureza” de sangre que
solo a través de la monogamia como práctica es posible mantener.

La flia, la sangre, el Edipo y la pareja forman parte de los grandes dispositivos de


control, con una coerción subjetiva muy sutil. Es casi un insulto y motivo de
expulsión ir contra la familia. Parece que la heterosexualidad como régimen
político pega la vuelta y gana a nivel subjetivo, a la altura de los deseos. Dado que
no puede vencer extinguiendo las desviaciones sexuales, produce deseos
heteronormales incluso entre personas no heterosexuales: deseo de familia,
reproducción, matrimonio, pareja monogámica, etc. Tmb intenta convencer de que
cualquier elección que se salga del sistema monogámico, es radical,
deconstructiva y subversiva.

En resumen, la reproducción, la supervivencia, la transmisión y la


trascendencia van más allá del objeto concreto de transmisión. Definen
desde ángulos diversos el mismo fenómeno: el miedo a desvanecernos. Es
lo que hay detrás de todo tipo de amores. Porque la obsesión última de este
sistema monógamo desde el que amamos y follamos es la pertenencia y, en
consecuencia, la perdurabilidad.

El miedo a la finitud, a desaparecer, se traduce en terror y violencia hacia la


alteridad. El espejismo de la infinitud, de creer que somos eternxs y perdurables a
pesar de las circunstancias, se traduce en un individualismo salvaje.
El ser y el estar en pareja

El vínculo monógamo tiene carácter identitario: su lógica no es “estamos en”


pareja, sino que la somos. Acá aparece el mito de la media naranja, el amor para
toda la vida. Este vínculo tiene carácter de permanente porque aspira a serlo y
porque momentáneamente nos demuestra una y otra vez que tal permanencia
amorosa es escasa. Y esto último tiene que ver con lo “líquido” de la existencia, es
decir con lo efímero. Sin embarogo, mientras dura el amor-pasión, nuestras
parejas tienen calidad de permanentes y esa calidad les dará carácter identitario:
somos en tanto que estamos con. La pareja tmb es una forma de aumentar
nuestro valor de mercado: tanto gustas, tanto vales.

Con estos dos elementos sobre la mesa, la jerarquía y la identidad, lo demás


viene dado: competición por alcanzar ese núcleo jerárquico, para constituir una
pareja, y confrontación para alcanzarlo y conservarlo.

La policía de la monogamia

¿Qué es más natural, la monogamia o la Coca-cola?

Comienza cuestionando la hipocresía de lo natural o antinatural del debate. En


argumento de la naturalidad es una manera eficiente de invisibilzar estructuras
sociales y de poder. Además: ¿desde qué lugar se habla de lo natural y lo
antinatural? ¿desde nuestros coches, teléfonos, casas fabricadas? ¿es natural el
capitalismo? ¿qué definimos como natural?

Con todo su aparato de propaganda, la monogamia no ha lograda afianzar la


exclusividad sexual como práctica, pero si ha logrado afianzar su imagen: el
triángulo sexo-amor.-fidelidad y la idea de que el sexo fuera del nucleo legitimado
(la pareja) es una anomalía, que el deseo de follar sin aditivos por mujeres es visto
como una forma de cosificación y no puede conllevar cuidados si no se romantiza
y que, tanto tener sexo con varias personas como tenerlo sin la escalada del amor
romántico es una falta reporbable.

Lo exclusivo nos dará la felicidad

La M es un sistema de pensamiento que organiza las relaciones en grupos


identitarios, jerárquicos y confrontados a través de estructuras binarias con polos
que son excluyentes entre sí.

Laexclusividad sexual es la condición necesaria para un sistema como el


monógamo. La exclusividad no es la causa del sistema: es su consecuencia y su
condición. Su síntoma. La M necesita de la exclusividad sexual. Por un lado,
por ser la única manera de garantizar la filiación, la patermaternidad, y por
otro, por ser la marca para jerarquizar.

La exclusividad sexual, con todo lo que conlleva, es una construcción social. Es un


mandato y una forma disciplinar que actúa de manera especialmente feroz en los
cuerpos de aquello que se ha venido a nombrar tradicionalmente como mujeres.
Mujeres con vagina en tanto que cuerpos embarazables. Lo que tiene le poder de
la filiación. Las mujeres trans, como veremos mas adelante, forman pparte de las
márgenes del sistema, con todas las violencias tanto del sistema como de los
márgenes interseccionadas.

De este modo se va generando la biopolítica de los afectos, la policía de la M que


no está fuera de nosotrxs sino dentro.

Para ganrantizar la exclusividad sexual, es necesario generar una especie de


terror constante y uina especie de drama continuo ¿Qué es lo que pasó para que
“un polvo de una noche” tenga tanta trascendencia emocional? En ese polvo se
rompe un pacto, sin duda. Y los pactos son importantes en las relaciones porque
le dan un marco de seguridad, dan los bordes de la relación, los límites, y los
límites es lo que define, es lo de que da forma a cualquier cuestión. Pero los
límites son circunstanciales, es decir son movedizos. Pero esa movilidad,.cuando
estás en relación, debería ser pactada dentro de la relación. No fuera, ni
unilateralmente, ni después. De este modo, una noche de sexo fuera del pacto de
exclusividad, rompe un pacto pero ¿rompe la exclusividad de esa relación?

Acostarte con alguien de manera ocasional aún dentro del pacto monógamo
podría ser una travesura que explicarle sin mayor problema a tu pareja a la
mañana siguiente.

Positivación de la exclusividad: exclusividad y jerarquía

Exclusivo designa aquello que afecta a un grupo determinado y que deja fuera de
su disfrute a lxs demás. Tiene, por lo tanto, dos líneas: la primera marca la
especificidad de quien ostenta lo exclusivo; la segunda, genera una excepción.
Refiere, pues, a una especifidad y a una alteridad.

La positiviación de la exclusividad solo puede inscribirse en una forma de


pensamiento jerárquica, donde la máxima aspiración sea pertenecer a la
elite, a las cumbres.

La positivación de la exclusividad está ampliamente trabajada a través de


mecanismos de consumo y la publicidad. Productos exclusivos, vacaciones
exclusivas, clubs exclusivos…También terminología exclusiva para los ensayos
académicos. La exclusividad refiere a lo inalcanzable para lxs demás, estar en
lugares donde lxs demás no podrían estar aunque quisieran. Refiere a la envidia.

Cuando alguna cosa está al alcance de todo el mundo, pierde su valor. Las
marcas comerciales hacen esa misma función de alimentar el deseo a través del
imaginario de la exclusividad.

La ideología de la exclusividad se extiende a todos los aspectos de la vida


contemporánea. El documento de indentidad marca quién pertenece al Estado-
nación y quién no. Las fronteras son marcas de exclusividad.
La positiviación de la exclusividad, por lo tanto, alimenta tres constantes en
nuestro imaginario: la primea, el concepto de supremacía, de tener o ser algo
que el resto del mundo desea ser o tener; la segunda, la positivación del poder
mismo (una idea que relacionamos con la fuerza despótica pero no
necesariamente, por ejemplo, con el cuidado o la responsabilidad que tmb
deberían llevar incluido el poder); y la tercera, consentía de todo ello, la
competitividad.

Competir nos hará libres

Se nos muestra la competencia como algo sano, que si se realiza de manera justa
nos reconcilia. Y esa competencia se extiende a todas las formas de relación. Lo
de afuera, lo externo, deviene competición.

El capitalismo construye la ficción de una estructura jerárquica con un paraíso en


lo alto y un infierno en la base, y poner a los individuos a competir para alcanzar la
cima. Para que haya competencia tiene que haber una jerarquía. No todo el
mundo cabe en la cumbre.

INTERESANTE EL JUEGO PLANTEADO


La competitividad misma genera la idea de alteridad amenazante. En un
mundo donde la medida de nuestra felicidad la constituye la envidia ajena, ¿cómo
podemos pensarnos en relaciones libres de celos y de competitividad en un
mundo donde nuestra felicidad se mide en términos de la admiración que
generamos?

La exclusividad como marca de autenticidad

El imaginario monógamo nos convence, tmb, de que si amas de verdad no


desearás a nadie más: la exclusividad deviene marca de autenticidada. En la
lógica de la competencia te enamorás de ·”el mejor” o “la mejor”. Cuando estás,
por lo tanto, con “la mejor” es imposible que desees a nadie mas: la carrera ya
está ganada, ya no es necesario seguir buscando. El pensamiento monógamo es
sustitutivo: desear a alguien nuevo significa de alguna forma dejar de desear a la
persona a quien deseabas previamente. De nuevo la estructura piramidal.

A esto se le añade la penalización de la sexualidad. El imaginario monógamo nos


inculca que la multiplicidad es descuido. Los vínculos múltiples estan penalizados
por todo un imaginario que aplica las ideas de maltrato, descuido, indiferencia,
desamor, banalidad a esas relaciones. Y en cierto que en la práctica muchas
veces sucede, la multiplicidad, a veces, implica maltrato, descuido, indiferencia,
desamor, dejadez, banalidad. Pero eso es consecuencia de utilizar la multiplicidad
en favor del capitalismo sanguinario de los afectos.

El entorno monógamos no toma enserio las relaciones poliamorosas porque para


ellos el amor el amor de verdad es único y porque ese pensamiento esta
impregnado de ideas de competición y guerra cuando aparece otra persona.

EL mandato de la exclusividad entre en colisión con la construcción de la


masculinidad hegemónica. El constructo social de la masculinidada hegemónica,
el verdadero hombre no puede ser objeto exclusivo de nadie, construye que el
hombre siempre es proactivo.
Cualquier idea de generar amores inclusivos es desestimada. La exclusividad se
presenta con virtudes, la diversidad y la inclusión tiene todos los defectos y se
plantea como imposible e indeseable.

Significados y significantes

La exclusividad sexual se conoce como fidelidad.

Fidelidad

La fidelidad refiere a la lealtad en el vinculo de manera amplia. Es decir, en el


compromiso de actuar y pensarse respecto a unas necesidades comunes y
respecto a una serie de acuerdos pactados o tácitos y que tiene que ver con el
cuidado y la protección mutua recíproca.

La fidelidad en sentido amplio viene ligado a la consciencia de no poder vivir solxs.


La fidelidad refiere al espacio de seguirdad, a la zona sin riesgo, de protección, y a
las identidades racionales.

Pero para pensar que no podemos sobrevivir solxs debemos creer que “estar
solxs” existe, que es posible una existencia individual e individualizada respecto a
las demás existencias.

Pero afirmamos estar solxs porque no recordamos que hay una red afectiva que
cuenta con mi existencia y que no necesariamente está aquí y ahora. Cuando
hablamos de soledad nos referimos, en un primer término, a la falta de presencia
física e inmediata de alguien que yo considere igual.

En un marco más amplio, la soledad refiere a la ausencia de ciertos vínculos


afectivos. Hablamos de estar solx al no estar “en pareja”, lo cual remite a la
jerarquía monógama según la cual la pareja es el vinculo superior que articula
todas las demás relaciones.
Vivimos en la fantasía de poder apoyar o poder escoger no hacerlo, en la absoluta
ignorancia de la interdependencia, en la constante vergüenza de la imposibilidad
de autosuficiencia. En la afirmación de la soledad hay una grieta temporal,
también.

La fidelidad se vuelve imprescindible en una sociedad que se cree formada por


individuos solos y temerosos ante esa soledad. Individuios que buscan un mínimo
de seguridad en el que saberse acompañados. Pero no pensamos si nuestro
cerebro le es fiel o infiel a nuestros brazos.

El otro, de este modo pasa a ser un objeto utilitario y un potencial enemigx.

El tabú de la fidelidad sustituye conceptos más complejos como el de la


responsabilidad o la corresponsabilidad, el compromiso o la
interdependencia. Desde la cuestión de la sexualidad en el entorno de relaciones
sexo afectivas, pero tmb respecto a tu identidad nacional, a tu equipo de futbol, tu
teoría revolucionaria… tiene que escoger uno y mantenerte fiel.

La falacia de la libertad

Habla del control sobre el cuerpo a partir de agentes externos que no tienen en
cuenta el cuerpo mismo y que lo reducen a una funcionalidad concreta, el cuerpo-
herramienta, cuerpo-medio para finalidades externas al cuerpo.

El sistema monógamo, como todos los sistemas que nos mantienen ligadxs a
estructuras de opresión y dolor, son promesas de felicidad. Si somos buenxs, si
seguimos las instrucciones, todo irá bien. Si tenenmos relaciones monógamas, no
sufrimeremos: encontraremos un gran amor que durara toda la vida sin
demasiados imprevistos pero con intesidad constante, nos reproduciremos sin
contratiempos y tendremos una familia feliz que nos hará sentir acompañadxs.
Segurxs. Si trabajamos y no hacemos mucho ruido, si nos nos sindicamos mas
allá de lo permitido por la oficialidad, si no pedimos demasiadas mejoras en las
condiciones laborales ni tratamos de desarticular el sistema, y si estamos
agradecidxs al trabajo mismo accederemos al precioso mundo de la estabilidad
económica y el bienestar consumista para poder comprar los objetos mismos de
felicidad: casa con jardín, coches con aire acondicionado, cremas antiedad y
vacaciones en paraísos de cartón piedra.

Para llegar a esas promesas, hay que dejar el cuerpo de lado (el particular y el
colectivo, abandonar la voluntad, los sentimientos, las emociones, los propios
pensamientos y deseos de entregárselos, como prende, al sistema, a la
maquinaria, que pasará a decidir por nosotrxs cuándo y cómo sentir. El sistema de
la M tmb nos dice cómo y cuándo sentir. El sist M son las gafas de realidad
aumentada que llevamos permanentemente conectadas. ¿Qué imágenes se
proyectan en ellas, y cuáles de ellas nos dan placer o nos producen dolorosas
descargas eléctricas?

El choque entre M y PA se da a estos niveles. Acostarte con mas de una persona


lo hace todo el mundo. Pero se hace o cosificando, desde la perspectiva de
“amante” que no volverás a ver nunca y no merece “invertir” cuidados, todo muy
en la línea del imaginario bancario, o bien desde la romatizacion con la que se
inician las relaciones monógamas que se quieren perdurables, haciendo una
escalada hacia la pareja monógama por mucho que no pretenda serlo y por
mucho que exista una red afectiva ya en marcha. Y estas formas no son
compatibles con un nuevo paradigma amoroso.

Conclusiones

El imaginario de la M es tan potente que no alcanzamos ni a plantearnos que lo


disfuncional es el sistema y no nosotrxs. Para lograr que este haya quedado
asentado son y han sido necesarios una serie de mecanismos de estímulo y de
coacción que operan sobre nuestro marco referencial. Para apuntalar la jerarquía
es necesaria la exclusión y la confrontación, la exclusividad y la
competitividad amorosa que pasa a formar parte del amor mismo.
Desmontar la M es desmontar el sistema piramidal. No es posible desmontar
la M sin demantelar la competición en todos sus ámbitos. Hay que cambiar el
paradigma relacional en su totalidad, porque la forma en que nos situamos
en unas relaciones, nos entrena el cuerpo para reproducir constantemente
esas mismas sensaciones ante situaciones similares. No vale competir en lo
laboral y colaborar en lo amoroso.

El poliamor no viene definido por el nro de relaciones, sino por el tipo de relación
que tienen los meta amores entre sí: si de cooperación y cuidados mutuos, o de
confrontación y batalla por la cumbre.

Exclusiones del sistema

Lxs excluidos del sistema son los monstruos que confirman lo normal de la
normalidad.

Es importante entender que el problema del sist monógamo, como de cualquier


sistema, no es su práctica concreta, sino la obligatoriedad de esa práctica y la
desaparición de cualquier otra posibilidad de existencia. El problema es la
desaparición de opciones reales.

¿Qué sucede con la gente que queda excluida de la M? ¿Qué sucede con la gente
que no encaja en ese sistema?

Las herramientas del amo no desmontarán al amo (Audre Lorde)

Interesante análisis de la película Langosta de Yorgos. El film comienza con


una metáfora de la media naranja que consiste en la existencia de un hotel en
donde las personas buscan parejas que deben surgir del “amor verdadero”, tienen
un plazo de 45 días y si no lo logran se convierten en un animal. Esta primera
parte refiere a la monogamia como estructura jerárquica, donde el vínculo
romántico cerrado y reproductivo es imprescindible para la vida misma, donde la
penalización social por no tenerlo o no querer tenerlo pasa por el ostracismo, y
donde la competición entre aspirantes no tiene límites.

La segunda parte de la película, sin embargo, da un giro. Coloca en el


centro de la escena a los habitantes del bosque a los prófugos que han escapado
del hotel, los rebeldes. En el bosque habita la resistencia al sistema, la disidencia.
Sin embargo en el bosque están prohibidas las relaciones románticas, está
prohibido enamorarse, prohibido coquetear y prohibido tocarse. Cada cual es
dueño de si mismo.

El bosque se vuelve la reproducción del mismo sistema desde el espectro


de parámetros opuestos. No hay zonas de transición. Sin embargo la gente se
sigue enamorando pero bajo el terror de ser descubierta y ejecutada.

Acá la autora realiza una crítica al poliamor de vanguardia, al que


saltamos de repente sin mas, porque es “copado”, porque nos creemos
libres, porque pensamos que le sacamos la ficha a la monogamia. Sin
embargo andamos aguantando mientras se nos desgarran las tripas de
dolor, sin tener ni donde ir a llorar porque en el bosque tus dolores son
tuyos. Si en todo este trayecto te ahogas, sufres, dudas o te quejas serás
simplemente dejada atrás por la vanguardia que sigue adelante.

La deconstrucción y la construcción forman parte del mismo


movimiento: al desmontar estamos construyendo ya la forma nueva. Por eso
no podemos utilizar “las herramientas del amo” porque no nos permitirá ese
desmontar/montar distinto”. Las relaciones no monogámicas no podrán
desmontarse desde dentro, reproduciendo esquemas monógamos o no se
puede construir otro tipo de vínculos utilizando las herramientas de la
monogamia. Hay que ir desmontando paso a paso, desde sus cimientos,
comprendiendo qué sustenta ese lugar, buscar cuáles son las partes
esenciales de esa casa, tmb buscar las vías de escape para hacer caer la
construcción sin morir en el intento. Esos cimientos son, el sistema sexo-
género binario que sustenta toda la estructura de co dependencia
reproductora entre los “hombres” y las “mujeres” a través de la
romantización de los deseos y los afectos y por otro lado las dinámicas de
jerarquía, la confrontación y la exclusión, que se sustentan en el capitalismo
afectivo.

Hace una crítica a las “monógamos seriadas con aires de poliamor”


planteando que dejan tras de sí hasta más muertos emocionales que la
infidelidad tradicional. Porque la “nueva ficción”, nos dirá que aquello no es
infidelidad, que no es abandono, que todo eso no nos está pasando.

Sostiene que hay dos tendencias:

1) El individualismo extremo que es el triunfo final del capitalismo emocional, la


imposición de un modelo único de sexo afectividad productiva y reproductiva, en
un mundo desconectado del exterior, pero con hiperconectividad virtual. Romper
ese vínculo sexo afectivo (único, exclusivo y jerárquico) sin abrir otras
perspectivas comunitarias también es aventurarse a una soledad que es real en
un mundo igualmente real, en ese territorio de desampara que habitamos, de
indiferencia generalizada hacia la suerte de tus congéneres, de tu entorno. En esa
realidad la pareja cumple una función de soporte necesario. Lleno de violencias,
de miserias, de carencias. Junto con los ansiolíticos y los antidepresivos, es una
de las soluciones de urgencia más asequibles que tenemos de momento.

Retoma un análisis realizado por Proa Proeza del enunciado de Missogina que
decía que el poliamor está hecho para blancas, bonitas y cuerdas. Quien sostiene
que esas cualidades son privilegios que tienen al momento de relacionarse y habla
específicamente del deseo que reciben, y si más deseo recibes más posibilidades
de establecer vínculos sentimentales, ergo el poliamor es para ti. Si no gozas de
esos privilegios y nadie te ve como una persona deseable, ni poliamor ni papa.

Si bien la teoría nos dice que todos los cuerpos son deseables qué sucede en la
práctica. Por eso plantea problematizar sobre la base misma de los deseos y la
base misma de la monogamia en la que el mercado, a través de una jerarquía, nos
plantea qué cuerpos deben ser los más deseados. Y hasta que no se dinamite esa
dinámica, el poliamor será una revolución de pacotilla.

Redes afectivas

2) Es una manera de nombrar a las prácticas existentes y por venir que se dan en
comunidades poliamorosas, en contextos de anarquías relacionales, y tmb en
entornos de relaciones con exclusividad sexual pero con muchas otras
inclusividades que desafían el sistema. Las redes afectivas no es una contra
propuesta cerrada, sino un paraguas desde el que pensar el marco relacional y
sus dinámicas. La creación de redes afectivas tiene que ver con la dinamitación de
las jerarquías, la exclusión y la confrontación de las relaciones monógamas.

Plantea romper con la ética de la justicia (característica de la monogamia) en la


que se piensa en términos de simetría e intercambio comercial: es la justicia de la
equivalencia. Si ofreces X recibes X. Esta simetría llevada a la poligamia lleva a
edificar una relación en base a la competencia con las otras relaciones
establecidas, a ver quién consigue más. La simetría inmediata acostumbra a
referir a todo aquello que otorga estatus en términos monógamos: visibilidad,
tiempo, pero pocas veces a la crianza compartida o el cuidado de los mayores, por
ejemplo.

La ética del cuidado propone una perspectiva diferente, tiene en cuenta las
necesidades de cada cual en su momento y en su contexto. Tiene en cuenta las
necesidades de los integrantes y a la vez las del conjunto. La ética del cuidado
proponer tener en cuenta de que siempre vivimos en red, no podemos estar
ensimismados en los propios deseos. Por eso tenemos que hacernos
responsables. Sostiene que la horizontalidad de origen desequilibra las relaciones
existentes, las desplaza generando una nueva jerarquía que no tiene en cuenta el
recorrido de los vínculos. Lo horizontalidad debe ser el punto de llegada, al que se
accede cuando se han desactivado los mecanismos de confrontación.,
reemplazados por la cooperación y la construcción común.
El argumento del poliamor es que todxs conocen la existencia de las otras
personas, donde hay consentimiento de todas las partes. Sin embargo, las redes
afectivas no se conforman con el conocer sino que construyen el reconocimiento.

Pero por lo general se piensa que cuando se pide reconocimiento hay posesión y
celos. Sin embargo, poner la etiqueta “celos” a la cuestión, tmb se
desresponsabiliza a todo el entorno. En las relaciones no M se colectivizan los
placeres pero no los dolores. Cuando uno de los nudos de esa red de afectos
conoce a las otras partes pero no reconoce su implicación en la red, la red no
existe, solo existen fragmentos de un presente sin recorrido. Y una red es la
articulación entre esos fragmentos/nudos y sus conexiones, el diálogo entre ellos.

¿Pero cómo construimos espacios de reconocimiento que no nazcan doblegadas


a las lógicas capitalistas sino al servicio de dinámicas de cuidado? Tenemos
derecho a dejar una relación cuando no nos sentimos cuidadxs ante la aparición
de otra persona. La libertad está en poder hacer y tmb des hacer.

De aquellos lodos racistas, estos barros monógamos

Aquí plantea que los grupos poliamorosos suelen tener la necesidad de


distinguirse de la poligamia. La autora plantea que esto es por una cuestión de
islamofobia, en donde en el poliamor existe una igualdad de género, y esa es lo
que la distingue de la poligamia.

Hace un recorrido por el término “poliamor” y hace especial hincapié en rol de la


antropología eurocentrista del siglo XIX que pone en el centro las formas
familiares típicas burguesas de Europa, y que a partir de ahí estudia y sitúa de
manera lineal todas las demás posibilidades que pasan a formar parte del pasado
de esa pareja europea y burguesa.

Es decir la antropología clasificó las relaciones de parentesco de manera


jerárquica en la que la europea es el estado mas avanzado de la civilización.
Plantea cambiar el foco con el que se analiza las relaciones M y P que ponen
énfasis a la cantidad de personas involucradas y no en las relaciones de poder
que articulan las relaciones y a las formas que toman esas articulaciones, lo cual
sería necesario.

Legitimar un mayor nro de parejas simultáneas o legitimar un mayor nro de


personas en la pareja no cambia los mecanismos que definen el sistema.

En busca del tiempo (premonógamo) perdido

BV nos dice que aún no se ha rastreado el origen de la M como sistema, es decir,


saber cuándo se hicieron imposibles, inviables, otras formas de vinculo y cuándo
se implantó esa construcción de alteridad amorosa confrontacional y amenazante.
Cuándo se nos inoculó el miedo.

Para explicar la M en Europa parte de dos premisas 1) la M es un sistema y no


una práctica 2) y el tiempo es una constelación y no una línea. Y a partir de ellas
utiliza dos hilos para explicar: A) dado que la M es un sist de jerarquización que
promueve las relaciones reproductivas, la primera premisa refiere al sexo no
procreativo B) la existencia de comunidades articuladas por vínculos no
sanguíneos y, por lo tanto, no transmisores de herencias genéticas ni de capital
social.

A) ¿En qué momentos históricos han existido formas socialmente aceptadas


de prácticas sexuales no reproductivas? ¿En qué momentos se han
penalizado esas prácticas sexuales no reproductivas? ¿Qué condiciones
históricas se dan en las épocas de represión?

B) ¿Existieron esas comunidades? ¿Cuándo y qué condiciones de vida


propiciaron su existencia, así como cuándo se penalizaron dichas
comunidades?
El periodo que toma es Europa entre los siglos XV-XVIII, momento de su primera
gran expansión colonial, la implantación del capitalismo y la construcción de la
raza y el género a través del asesinato masivo de originarixs, esclavxs, personas
acusadas de brujería, en su mayoría mujeres.

A partir del s XVII, se combinaron todas las fuerzas del desastre actual. Con el
auge del comercio textil, la tierra empezó a ser interesante para el pastoreo de
ovejas, asique los dueños “legales” de las tierras las quisieron retomar después de
siglos de uso comunitario. Como no todo el mundo estaba de acuerdo en cercar
los terrenos, el Parlamento inglés, donde solo estaba representada la clase
poderosa, promulgó una ley; si el 80% de los propietarios estaba de acuerdo en
cercar las tierras, el 20% restante debía cercarlas tmb. Con esta medida, los
grandes terratenientes obligaron a los pequeños a vender sus parcelas, pues no
podían vivir de ellas sin el añadido de las tierras comunales. Una enorme
población quedó totalmente empobrecida y sin modo de subsistencia y tuvo que
migrar a las ciudades, donde se dedicaron a vagabundear y a buscarse la vida
como podían. Se realizaron redadas masivas contra estas poblaciones, fueron
enviados a las colonias, en este caso a Australia y el norte de América. El círculo
del capitalismo se cierra. Pone en marcha su devastadora rueda.

Este proceso de cercamiento de las tierras en torno a los registros de la propiedad


que dejó de lado el derecho de uso modificó tmb la vida en común y las formas
relacionales, haciendo un cerco sobre la familia nuclear, en una lógica de
criminalización de los vínculos de apoyo mutuo ajenos aún a las dinámicas
capitalistas o resistentes a sus primeros envites.

Una serie de leyes dificultaban o prohibían las formas de vida comunal, la


diversión, el entretenimiento, las celebraciones comunales que fueron
reemplazados por rituales de la Iglesia, que transformó los festivales, las fiestas,
los bailes y las orgías en actos jerárquicos y aburridos que giraban en torno a la
culpa y las obligaciones.
BV realiza un análisis del libro de Evans: Brujería y contracultura gay. Trata sobre
prácticas disidentes y permite rastrear la implantación del sistema monógamo,
basándonos en los dos puntos de anclaje anteriores: el sexo no procreativo y la
existencias de las comunidades no transmisoras.

Según Evans, las orgías como forma litúrgica eran una práctica común de los
pueblos mediterráneos. Los cutos a Isis en el Egipto faraónico, el culto de Venus
en Chipre o Adonis en Byblos. Tmb el culto romano a Baco, incluía orgías y
bacanales nocturnas entre mujeres en las que se mezclaba vino, sexo y
conspiración política.

En los primeros tiempos del cristianismo, grupos cristianos considerados


posteriormente heréticos por la ortodoxia y oficialidad ganadora de la guerra
interna de este culto, utilizaban el sexo de manera litúrgica. Los gnósticos, por
ejemplo, surgidos en la actual Turquía y sincretizados con el cristianismo, fueron
condenados en el siglo III por el obispo Clemente de Alejandría por celebrar
orgías.

Estas prácticas siguieron vigentes en la Europa ya cristiana durante varios siglos,


y el sexo comunal estaba presente en las celebraciones populares del
campesinado, en las que se comía, se bebía y se mantenían relaciones sexuales
como parte de la construcción comunitaria. Sexo recreativo, sin funciona
reproductora, y como elemento cohesionador del grupo. El culto popular
sincretizado entre las formas paganas y las nuevas ideas que iban llegando o que
iban siendo impuestas por el clero incluyó durante algunos siglos formas litúrgicas
de sexo.

Fue recién en el siglo XII que la Iglesia consideró el matrimonio como un


sacramento y pasó a regirse bajo leyes divinas. Aun así, tardó siglos en
convertirse en una práctica habitual entre las clases populares.

Desde la oficialización del cristianismo en Europa hasta el siglo XII han pasado
casi 800 años, durante los cuales, incluso en tierras cristianas, las uniones
reproductoras ni eran eternas, ni eran indivisibles, ni estaban sacralizadas. A la
par de la implementación y cercamiento del matrimonio como institución, se
intensificaron los ataques contra la “sodomía”, dirigidos tanto contra lo que hoy
denominaríamos homosexuales como contra el sexo no procreativo.

Estos fueron mecanismos de control sobre prácticas sexo-afectivas con el


objetivo de redistribuir la reproducción y la filiación. Para ello se necesitó mucho
tiempo y violencia, aparecen aparatos represivos como la Inquisición. Durante la
Edad media vamos atendiendo a la clasificación y ordenación de la sexualidad en
su función y su práctica, siendo la única función lícita la reproductora, y la única
práctica lícita la heterosexual. Desaparecen paulatinamente del imaginario el sexo
recreativo, litúrgico, homosexual, y se impone la genitalidad, la privacidad, la
utilidad, un descrédito de los deseos sexuales que ligará definitivamente sus
prácticas con la culpa. la vergüenza o el asco.

BV propone una reflexión sobre el deseo y la construcción del deseo que en la


actualida está totalmente ligado a unos ciertos ideales de belleza. La sexualidad
debe ser la única actividad humana tan extrañamente ligada a cualidades que
nada tienen que ver con ella; si queremos bailar bien, buscamos a alguien que
sepa bailar, sin embargo, para tener relaciones sexuales, buscamos a alguien
considerado bello según los cánones del momento. A esta atracción condicionada
por la belleza la llamamos deseo y tiene menos que ver con el sexo que con su
función reproductora. A la persona socialmente considerada bella, además, se le
atribuyen de manera inconsciente cualidades morales positivas. De este modo el
deseo sigue condicionado por las servidumbres de la reproducción y la búsqueda
de una pareja que mejora la herencia genética

La lógica de la represión de los cuerpos no se redujo a la sexualidad, sino a las


formas de relación comunitaria que existían hasta entonces, y que incluían la
sexualidad.

Silvia Federici en su obra nos plantea que la violencia de la clase dominante no se


limitó a reprimir a los transgresores. Tmb apuntaba hacia una transformación
radical de la persona, pensada para erradicar del proletariado cualquier
comportamiento que no condujera a la imposición de una disciplina de trabajo más
estricta. Las dimensiones de este atque pueden verse en la legislación social que,
a mediados del siglo XVI, fue introducida en Inglaterra y Francia. Se prohibieron
los juegos, en particular aquello que, además de inútiles, debilitaban el sentido de
responsabilidad del individuo y la “ética del trabajo”. Se cerraron tabernas y baños
públicos. Se establecieron castigos para la desnudez y tmb para otras formas
“improductivas” de sexualidad y sociabilidad.

Dentro de la institución del catolicismo existieron formas subversivas por fuera de


la ortodoxia triunfante y son identificadas por Silvia Federici como movimientos
heréticos con formas de resistencia. En estos grupos perseguidos las mujeres
tenían un estatus elevado, donde disfrutan de funciones y derechos similares a los
de sus compañeros, siendo hasta numerosas tmb las deidades femeninas.

Las primeras condenas por parte de la Inquisición a brujas y brujos aparecen a


partir del siglo XIII. Desde esa época vienen de la mano la represión brutal y
obsesiva de la sexualidad, una misoginia exacerbada y la consolidación de la
institución religiosas que viene a imponerse como forma de poder coercitivo sobre
las prácticas populares. Así lo explicitia el Malleus Maleficarum, la obra de
referencia en cuanto a brujería, escrito por dos inqisidores domimicos en el siglo
XV.

En este período de transición entre feudalismo y la era del Estado se dieron los
cambios de dinámicas en todos los aspectos de la vida del campesinado europeo,
incluyendo tmb las formas de vinculación social a través de los afectos y los
deseos. Los espacios privados y nuestra misma subjetividad son los lugares
donde se construyen e imponen los sistemas represivos que ayudaremos, a
nuestro pesar, a consolidar en el exterior.

El proceso de cercamiento de las tierras comunales que tuvo lugar a partir del s.
XVII en Europa forma parte de una transformación radical del mundo.
Achille Mbembe en su Crítica de la razón negra, plantea que hubo una correlación
clara entre la expansión territorial colonial y la clausura del pensamiento europeo.
Y la metáfora de esta clausura podrían ser los cercamientos de tierras comunales.

El sistema monógamo referido a los afectos fue una forma de cercamiento y


represión relacionada directamente con el surgimiento del capitalismo y en la
creación del racismo colonial, todos ellas formas de distribución jerárquica entre
identidades confrontacionales. Los sujetos castrados en sus capacidades de
relación, encerrados en su propio cuerpo y en la posesión de los cuerpos
ajenos, confrontados a través del terrero a una alteridad deshumanizada,
serán los peones necesarios para la construcción del desastre
contemporáneo. Del Estado-guerra.

La clasificación racial jerárquica y violenta se topó con una resistencia sexo-


afectiva qe fue perseguido por leyes violentas como ha sufrido tmb la
homosexualidad hasta el día de hoy. En EEUU los matrimonios mixtos (en
términos raciales) estuvieron prohibidos hasta 1967. Y en la actualidad son solo el
8% y el 10% de las parejas de EEUU.

Fedirci plantea que a partir de mitad del s. XVI, a la par que los barcos
portugueses regresaban del contienente africano con esclavos, todos los
gobiernos europeos empezaron a imponer las penas más severas a la
anticoncepción, el aborto y el infanticidio. Las políticas reproductivas aplicadas a
Europa y a las colonias eran totalmente opuestas y marcadas por la construcción
de la raza y por el racismo. Las mujeres esclavizadas estaban obligadas a
procrear, pues los hijos eran propiedad del dueño y aumentaban su riqueza. A la
par que se les impedia cualquier relación materno o paterno/filial. A las mujeres
blancas se les exigía castidad y reproducción reducida al ámbito matrimonial,
mientras que a las mujeres racializadas en estado de esclavitud se las violaba
sistemáticamente al tiempo que se les imponían trabajos tan duros como a los
varones.
Los conventos cristianos a los largo de Europa representaban espacios en los que
poder huir de las obligaciones de la vida familiar, incluidas las obligaciones
sexuales, y de las obligaciones guerreras en el caso de los hombres, para formar
parte de un proyecto comunal basado en el trabajo y en los recursos compartidos.

Las mujeres beguinas en Europa entre los siglos XII-XV denuncaiban el secutro de
la espiritualidad por parte de la institución eclesiástica, que reducía las
posibilidades de vida a tomar los hábitos o a vivir inmersas en la materialidad.
Ellas generaron espacios de convivencia solo para mujeres, con una intensa vida
espiritual, pero perfectamente enmarcadas en la vida de las ciudades.

La constitución y la implantación de la M como sistema en Europa se


desarrollan en paralelo y como condición necesaria a la implantación del
sistema capitalista. Hasta que se logró impone, las uniones reproductoras tenían
importancia entre las clases dominantes, pues de ellas dependían pactos, alianzas
transmisiones de títulos y capital, pero no tenían ese peso entre el pueblo que
necesitaba más lazos horizontales para la supervivencia. Fue el capitalismo lo que
necesitó afianzar y organizar el impulso atávico de la reproducción para
concretarlo en términos de filiación (clase) y producción de trabajadores. Y para
afianzarlo hubo de aclara y fijar de manera definitiva el género de los sexos y su
inmutabilidad. Quedamos definitivamente marcados como hombres y mujeres,
ligados por el deseo heterosexual obligatorio, y dependientes en términos de M en
tanto que ya no sería posible ninguna otra forma de subsistencia corriente: la
rotunda división del trabajo imposibilitaría sobrevivir fuera de la heterosexualidad
monógama, y ya solo los mov anticapitalistas, la resistencia organizadas contra el
E o las congregaciones religiosas serán espacios en los que vivir fuera del
sistema monógamo.

Una vez implantado el sistema, el E pasa a tener el control absoluto sobre la


reproducción y la sexo-afectividad, que van ya claramente de la mano. En épocas
de emergencia poblacional, como la hambruna europea del S. XVIII, se promueve
el alza de la natalidad, para restringirla nuevamente cuando la población se ha
estabilizado. Si miramos a nuestro alrededor, la similitud clónica de las familias
nucleares típicas europeas (padre, madre y una o dos criaturas) es esperpéntica.
Y la criminalización racista de grupos familiares más extensos forma parte de la
construcción de la Familia Civilizada imprescindible para el Estado, como veremos
en los próximos capítulos.

La sexualidad quedará secuestrada para siempre. Todos los intentos posteriores


de “liberarla” (amor libre, prácticas poliamorosas o swingers) estarás marcados por
el sistema monógamos y su estructura de pensamiento, así como por todas las
cargas de la consolidación del sistema sexo-género binario, de sus atributos y de
las penalizaciones que conllevan. Serán todos ellos, a menos que hagan un
esfuerzo en ese sentido que pocas veces se da, intentos machistas y
heterocentrados de modificar las costumbres sexuales sin poner en riesgo los
sistemas de privilegios que penaliza de lagunas sexualidades mientras promueve
otras.

El Pensamiento Monógamo

Consideraciones Previas

Plantea los conceptos de nación y patria como dos partes de un mismo constructo,
siendo la primera el engranaje administrativo, que incluye sus formas militares y
económico capitalistas, y la segunda, la patria, su parte emocional.

Se pregunta si la M al ser un sistema relacional se limita solo a las relaciones sexo


afectivas y de pareja, o si es un sistema que cruza de manera transversal todas
nuestras construcciones y articulaciones grupales. Recordemos sus
características principales: esencialización identitaria, jerarquización, exclusión y
confrontación como formas autodefinitorias. Todas sustentan el pensamiento
monógamo tanto aplicado a la pareja como a cualquier otra estructura social. Y BV
sostiene que es hay que desmantelarlo si queremos deconstruir la M.
Para que sus dinámicas funcionen, el Pensamiento Monógamo (PM) necesita de
la diferencia. Es por ello que el PM necesita del pensamiento binario que
aprendemos a aplicar desde que nacemos, en cuestiones de género.

Pensamiento monógamo y sistema sexo-género binario (monógamo)

BV cree que no se puede pensar la heterosexualidad como sistema sin pensar en


ala M tmb y cómo la una y la otra se interrelacionan, se construyen y se apuntalan
de manera recíproca. El sistema sexo-género binario solo pueden dar como
resultado la M, todo lo que refiere a la construcción de la masculinidad
hegemónica y la feminidad hegemónica y binaria está pensado para
llevarnos a la codependencia, a la confrontación entre iguales por formar el
núcleo reproductor y, una vez formado, al cercamiento y la propiedad
privada de ese núcleo reproductor. Esto no significa que por el hecho de no
performar masculinidad o feminidad hegemónica ya tengamos el abracadabra del
poliamor servido.

La Modernidad es la época en el que se afianza esta relación de dependencia y


construcción recíproca entre el sistema monógamo y el sistema sexo-género
binario. No son un invento de la modernidad, pero si se afianza en Europa y, a
partir de ahí, se imponen en el resto del mundo a través de procesos de
colonización, colonialidad y globalización. Antes de la colonización europea ya
existían el género y la dominación masculina en infinidad de lugares. Por ejemplo
en el imperio azteca. Sin embargo no se puede afirmar que las formas de
dominación masculina son únicas e idénticas en todos los contextos, ni que su
evolución globalizada haya sido resultado de una deriva natural causada
solamente por mecanismos relativos al género, sino que la dominación colonial
geopolítica y el capitalismo fueron un mecanismo de imposición de cierta
forma de desigualdad de género sobre el resto del mundo
La Gran Muralla (Aka Línea Abismal)

La línea abismal es un concepto heradado de la idea de zona del ser y zona del no
ser desarrollada por Frantz Fanos….

Es decir, podemos analizar las relaciones de poder como un marco que divide a
las personas en grupos con poder y grupos sin poder dentro de ese relación. El
poder es contextual, por lo tanto estas dinámicas pueden observarse desde
distintos prismas que van de los micro a los estructural y lo sistémico. Prismas
que nos son excluyentes. Ejercicio: cuando doy clases pregunto quién tiene
más poder, si los hombres o las mujeres. Y todo el mundo contesta a la vez
“los hombres”. Sin embargo, en el aula quien ostenta el poder soy yo [BV].

La línea imaginaria que separa estos dos espacios es la línea del abismo. Que la
línea sea imaginaria no significa que sus consecuencias tmb lo sean, por el
contrario. Las vidas en esa zona existen pero esas mismas relaciones de poder
las remiten a un espacio de desposesión.

Esta línea se construye y se impone a través del imaginario de la diferencia


inherente y abismal, una diferencia entendida como irremediable. Gramci define a
la dominación como la imposición a través de la fza. Y define hegemonía como la
imposición de la agenda por parte de la clase dominante por medio de la
biopolítica (concepto de Foucault). No usa la fuerza sino toda una maquinaria
como el sistema educativo, la institución religiosa y los medios de comunicación
para convencer a las clases dominadas de que esa forma de existencia es natural
y es la única. Pensemos en el género y cómo se nos ha inoculado tanto la idea de
que los hombres mueven el mundo, que incluso a las mujeres nos cuesta pensarlo
de manera distinta o tomar los lugares de responsabilidad.

El género como línea abismal se articula a partir de las diferencias entre hombres
y mujeres (en el esquema binario).
La línea abismal es una línea sobre la cual se decide la vida y la muerte. Para
Fanon esa línea es la racializacion, sin duda una de las mayores líneas abismales
y sobre la que versa el trabajo de este pensador.

Para entender con claridad qué es una línea abismal y qué es una diferencia no
abismal podemos tomar prestada una idea que Foucault utiliza en su gneología
del racismo: “la condición de aceptabilidad de la matanza”. En otros y otras que
habitan más allá del abismo se imaginan tan amenazantes en su propia existencia
que la matanza es aceptable. Y BV añade que para entender qué es una línea
abismal, que la matanza inversa deviene escandalosa e inaceptable. Ejemplo: los
femicidios. La existencia de las mujeres no amenaza el sistema ni amenaza la
existencia de los hombres, al contrario: hemos visto hasta qué punto son co
dependientes ambas construcciones. Pero si que un tipo de mujeres o un tipo de
rebelión de mujeres amenaza la existencia de un tipo de hombres. Y esa matanza
es aceptable. ¿La prueba? En 2016, 105 mujeres fueron asesinada en España
bajo la marca del femicidio. Si hubiesen sido 105 hombres muertos a manos de
mujeres, el trastorno social hubiese sido extraordinario.

Una línea abismal es la que posibilita la aceptabilidad de una matanza desde el


ser hacia el no ser, y convierte en tumultuosa la matanza inversa.

Gramci plantea que la hegemonía es un pacto entre posiciones de poder y


posiciones subalternas que generan una hegemonía temporal a través de
dinámica de consenso que no hacen desaparecer las desigualdades sino que las
invisibilizan, aplazan su resolución.

EN la pareja, la línea abismal constituyente es el género: es la diferencia inherente


y abismal necesaria para la reproducción en términos monógamos. La hegemonía
es el pacto necesario para aplazar la resolución de las diferencias de género en
pos de la reproducción y de la creación del núcleo identitario entendido como
pareja heterosexual o de modelo heterosexual. La posición de poder que se
encarna en elk hombre, el hombre como institución hegemónica, y la subalternidad
encarnada en la mujer como institución subalterna crea, en su combinación
monógama, un nuevo núcleo hegemónico que es la pareja, que servirá de base
para nuevas subalternidades.

La participación de esa hegemonía es lo que permite que estas estructuras de


dominación sigan en marcha. El ensueño de participar de esta hegemonía, de esta
promesa de la desaparición de las desigualdades, viene afianzado por los mitos
del amor romántico en el caso de la pareja contemporánea. Un constructo que
empieza a desarrollarse en Europa en el siglo XIX.

Fanon dice que la estructura familiar y la estructura nacional tienen relaciones


estrechas. La militarización y la centralización de la autoridad en un país implican
automáticamente un recrudecimiento de la autoridad paterna. En Europa y en
todos los países llamados civilizados o civilizadores, la familia es un fragmento de
la nación.

El súbdito monógamo

El súbdito monógamo arrastra las mismas estructuras de pensamiento del círculo


privado al círculo público y viceversa, de las relaciones amorosas a las relaciones
comunitarias, de la construcción de identidad nacional al a construcción de pareja.
La jerarquización, la confrontación y la exclusión en términos de pertenencia
identitaria está tan implantada que opera en cómo adscribimos a un equipo de
fútbol, cómo hacemos nuestras alianzas activistas o de qué manera nos
posicionamos políticamente. “O con ella o conmigo” es la manera monógama de
entender al mundo. Es de este modo que el sujeto monógamo deviene tmb
súbdito monógamo.

La monogamia formal de la nación

Aquello que denominamos nación es el espacio geográfico y administrativo donde


las narrativas sedentarias asientan el mito del “pueblo”, entendiendo este como
identidad cultural, histórica, pero desprovisto de su componente de clase. Cuando
hablamos de pueblo en contexto nacional no nos referimos a la clase obrera o a la
popular, sino a la encarnación de la identidad esencializada e idealizada de la
nación. No todos los pueblos necesitan de una nación o de un espacio geográfico
concreto (ej: lxs gitanxs). Para los pueblos que sí lo consideran importante, la
nación es la parte administrativa de la unión de personas que se sienten
identificadas por códigos comunes y deciden vivir juntas bajo esa unidad
administrativa común, siendo la patria es su parte emocional. Esta forma de
agruparnos es y funciona por mecanismos bastantes similares a la decisión de
varias personas de formar una unidad familiar u organizar la crianza conjunta.
Ambas opciones (la nación y la flia) tienen poco de elección consciente y mucho
de mística, de destino y de una poética esencialista que es, simultáneamente, su
mejor amiga y su peor enemiga, pues el belicismo implícito en la nación es
azuzado por las mismas características esenciales que posibilitan su existencia.

Hanna Arendt plantea que “las auténticas condiciones para el surgimiento de la


nación son: la homogeneidad de la población y su enraizamiento en el territorio.
Esta homogeneidad es una ficción de homogeneidad pues, como en el caso de la
pareja heterosexual, la nación no está pensada para unir a iguales sino para
aglutinar a diferentes en el sentido de desiguales bajo un espejismo de igualdad o,
como mínimo, de amabilidad. Tanto la nación como la pareja son una promesa de
felicidad. Aglutinar una desigualdad insostenible es la necesidad primara de la
nación como es tmb la necesidad primaria de la pareja heterosexual. La gran
diferencia entre lo uno y lo otro es que la pareja heterosxual se lleva a la práctica
en conjuntos tan reducidos que es posible ensayar una redistribución íntima del
poder, pero en el caso de la nación el engranaje es tan mostruoso que no hay
resistencia posible.

Ochy Curiel define el pueblo como el sujeto colectivo de la nación.


“Supuestamente”, afirma, “es su concepción no se admiten privilegios basados en
la raza, el sexo, la religión, la posición económica, etc. Se supone que quienes
integran el pueblo gozan de igualdad ante la ley. En las democracias modernas,
pueblo tiene un sentido restringido y tiende a referirse a los y las ciudadanas, para
simplificar, a las personas que pueden votar y ser elegidas” La concepción de
pueblo, añado, es dinámica y su dinamismo no es necesariamente inclusivo ni
opera en función de los intereses de las personas que habitan la nación, sino en
función de los intereses (incluso identitarios) de la corporación que dirige la
nación.

La nación europea es monógama de forma y fondo. La M aparece en la mayoría


de las legislaciones europeas como fundamental a la nación, en su acepción de
unión exclusiva y romántica entre dos personas, especialmente un solo hombre y
una sola mujer. Pero tampoco cualquier hombre y cualquier mujer. EN la mayoría
de países europeos están prohibidas las relaciones sexuales (y el matrimonio)
entre hermanos, incluso en el caso de personas dadas en adopción al nacer. El
sexo consentido entre hermanos/as adultos/as está penado con cárcel en la
mayoría de los países europeos. La palabra “incesto” no distingue entre la relación
consentida entre dos adultos, y un adulto y su hijo o hija menores. Todo entra en
el mismo saco tabú, sin tener en cuenta la gran brecha de la desigualdad del
poder, que es el elemento mas problemático en estas relaciones. Los argumentos
esgrimidos para prohibir el sexo entre hermanos son perfectos a la idea de M
como maquinaria para la reproducción. Se alega que la reproducción entre
personas de consanguinidad cercana aumenta las posibilidades de
malformaciones en la criatura.. Sin pararme a investigar si es cierto o no, la brecha
entre tener sexo y reproducirse es enorme, pero en el fondo de esta tabúes opera
la misma idea: el sexo es reproductivo y la M protege la reproducción, que es el fin
último de las uniones, más allá de las voluntades privadas de las personas unidas.
Así, observar qué uniones son alentadas y qué uniones son perseguidas nos da
una idea clara tmb de cuál es el cuerpo reproducible de la nación y cuáles son los
cuerpos no reproducibles, lo que incluye las uniones mestizas, bastardas, entre
personas certificadas como nacionales y personas extranjeras, a las que se
investiga para comprobar la veracidad de su amor, o uniones de distintas formas
de racialización, especialmente si una de ellas se considera esencial a la nación y
la otra no.
La nación es M no solo porque premia un cierto tipo de relaciones sexo afectivas,
sino que toda la forma de estructurar los vínculos, la identidad y la construcción de
alteridad intrínsecas a la nación son M y están construidas a partir de la estructura
básica del Pensamiento M: jeraraquía, exclusividad/exclusión y confrontación
reafirmante.

La identidad nacional y reproducción del yo colectivo

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