Curbet, J. (2011) - Un Mundo Inseguro. La Seguridad en La Sociedad Del Riesgo

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 103

Un mundo inseguro

La seguridad en la
sociedad del riesgo

Jaume Curbet
Un mundo inseguro
La seguridad en la sociedad del riesgo
Un mundo

1nseguro
La seguridad en
la sociedad del riesgo
Jaume Curbet
Área Gestión de la ciudad y urbanismo UOC

ÍNDICE

Introducción. ¿qué seguridad? ................... . 7


1. ¿Seguridad v.r libertad? ........................... . 9
2. c.·S egun'dad vs ¡ust1c1a
. . . ..............................
~ . 14

PRIMERA PARTE.
Coordinación de la edición:
COMPRENDER LA INSEGURIDAD
Miguel Mayorga
Capítulo I
La estrategia del avestruz ............................ . 23
Primera edición en lengua castellana: enero 2011
1. El conflicto originario ............................ . 26
2. El ansia de poder ................................... .. 31
© Jaume Curbet, del texto.
©Foto de la cubierta: mayorga_fontana 3. Individuo vs colectividad ....................... . 35
4. La exasperación individualista .............. . 41
©Editorial UOC, de esta edición, 2011
Rambla del Poblenou 156, 08018 Barcelona 5. La búsqueda individual de seguridad .. . 63
W\Vw.editorialu<Jc.com 6. Aceptar la inseguridad ........................... . 71
Realización editorial: El Ciervo 96, S.A.
Impresión: Book-print S.L. Capítulo II.
ISBN: 978-84-9788-961-2 El hormiguero enloquecido ........................ . 77
Depósito legal: B-7.716-2()11
1. Fronteras identitarias ............................. . 80
Ninguna parte de esta publicación, incluyendo el diseño general y el de 2. La reacción particularista ....................... . 86
la cubierta, puede ser copiada, reproducida, almacenada o transmitida de
3. El mecanismo del chivo expiatorio ..... . 97
ningún modo ni a través de ningún medio, ya sea electrónico, químico,
mecánico, óptico, de grabación, de fotocopia o por otros métodos sin la 4. La búsqueda grupal de seguridad ......... . 109
previa autorización por escrito ele los titulares del copy,~gbt.

5
Capítulo III.
¿Sálvese quien pueda?.................................... 119

1. La sociedad del riesgo mundial............. 126


2. Una conciencia mundicéntrica.............. 134
Introducción

SEGUNDA PARTE. ¿QUÉ SEGURIDAD?


REPENSAR LA SEGURIDAD

Capítulo IV. «La palabra protecciún emite dos tonos contrastantes.


(In)seguridad: una realidad indivisible .... 143 Uno es reconfortante, d otro siniestro. Con un tono, la
"protección" evoca imágenes del refugio frente al pdi!-,lLO
1. Socialización e individuación................. 151 que proporciona un amigo poderoso, una buena policía
2. Violencia(s) ............................................... 156 de seguridad o un techo firme. Con d otro, evoca la
organizaciún en la que un hombre fuerte local obliga a
Capítulo V. los comerciantes a pagar un tributo con el fin de evitar
La búsqueda de seguridad: una evolución un daño, daño que el propio hombre fuerte amenaza
consciente.......................................................... 173 con causar.»
Charles Tilly (19R5)
1. Problemas de inseguridad: ¿diagnósticos
• • ";>
o prescrtpctones ..................................... . 174 ¿Qué significa la seguridad en un mundo que se
2. El proceso psicosocial de la violencia y halla sumido en un continuo proceso de evolución?
el miedo .................................................... . 178 Incluso en los mejores tiempos, nos recuerda Watts,
la seguridad nunca ha sido más que temporal y apa-
Conclusión. rente.
Menos temerosos, más prodentes ............. . 187 Existe, ciertamente, una estabilidad básica -
1. La única seguridad posible .................... . 189 una esencia indestructible- en el seno de toda vida
2. Comprender es actuar ........•.................... 193 sin la cual, la innovación creativa resultaría imposible
(Nichols). Sin una dosis adecuadade estabilidad --o
Bibliografía ....................................................... . 197 sea, previsibilidad, repetición, equilibrio, orden-

6 7
los organismos vivos -desde el más primario, la que nos mantiene vivos puesto que nos da conti-
célula, hasta el más evolucionado, el ser humano- nuidad. He aquí, sin embargo, la ineludible paradoja
no podrían metabolizar el flujo incesante de materia existencial: estabilidad equivale a encarcelamiento,
y energía que les permite producirse, regenerarse y creatividad equivale a riesgo.
perpetuarse a sí mismos. Hasta el punto que podría Así que morimos de exceso -ya sea de desor-
afirmarse, como lo hace Wagesnsberg, que un ser den o bien de orden- tanto como de insuficien-
vivo constituye una parte del mundo que tiende a cia. Estabilidad e innovación avanzan de la mano,
mantener una identidad independiente de la incerti- inseparables y a su vez en un constante equilibrio
dumbre del resto del mundo. inestable -necesariamente generador de incerti-
Aunque, al mismo tiempo, los organismos bioló- dumbre- que, por definición, no puede decantarse
gicos dependemos críticamente de valores óptimos, definitivamente en favor de ninguno de los dos
afirma Grof, es decir, más vitaminas, más hormonas, componentes.
más calcio o más agua no significan necesariamen-
te mejor que menos vitaminas, menos hormonas,
menos calcio, y menos agua. Por la misma causa, 1. ¿Seguridad vs libertad?
más temperatura o nivel de azúcar en la sangre no
es mejor que menos temperatura o menos nivel de La seguridad que se obtiene del control del
azúcar en la sangre. De manera que ningún ser vivo riesgo supone, para las sociedades humanas, la capa-
podría existir, asimismo, sin creatividad -es decir, cidad de persistir en sus características esenciales
novedad, crecimiento, innovación, desorden. Hasta ante las condiciones cambiantes -en un inevitable
el punto que nada resulta factible al margen de este equilibrio dinámico- y, al mismo tiempo, ante
equilibrio, necesariamente inestable, entre ambos las amenazas probables o reales. Bajoit identifica
elementos consubstanciales a la vida -estabilidad y cuatro necesidades existenciales sociales del indi-
creatividad- que, en muchos casos, denominamos viduo humano: (a) tiene que protegerse contra la
crisis. agresividad de los otros humanos; por lo tanto,
Por consiguiente, nuestra existencia, en un necesita seguridad física, que solo le puede aportar
movimiento continuo de sístole y diástole, como la protección de los grupos a los cuales pertenece
el corazón, o de flujo y reflujo, como el océano, se y que le brindan reconocimiento social; (b) tiene
despliega en este incesante y no siempre apacible ir que protegerse contra la hostilidad de la naturaleza;
y venir entre asumir lo nuevo que nos desorganiza por lo tanto, necesita bienestar material, que solo se
-en tanto que nos vivifica- y conservar aquello puede conseguir fabricando herramientas y bienes

8 9
materiales, lo que implica participar en alguna crea- única de comercio y de la red global de informa-
tividad colectiva, desarrollar una cierta capacidad ción- como la seguridad -que acapara la praxis
innovadora compartida; (e) tiene que protegerse política de los estados-, acaban generando con
contra las amenazas de lo sobrenatural, contra harta frecuencia un escenario de infinita inseguridad
todo lo que no entiende (el universo en el tiempo social -debida a los excesos de una libertad de
y en el espacio infinitos, los espíritus, la cólera de mercado sin controles cívicos- y de inseguridad
los dioses, la muerte, el sufrimiento); por lo tanto, civiP -debida a la restricción de derechos y liberta-
necesita serenidad moral, una tranquilidad que solo des causada por un exceso de seguridad. Lo cual nos
la pueden brindar las creencias compartidas con exige abordar la pregunta inicial con una gran cau-
otros; (d) tiene que protegerse contra el peligro de tela, pues no cabe olvidar que la seguridad pierde su
su propia locura, contra si mismo: su decadencia, su sentido fuera del equilibrio inestable con la libertad.
desequilibrio mental; por lo tanto, necesita alcanzar Y viceversa, claro está.
una cierta plenitud personal, sentirse realizado como Eugenio Trias (2005) nos invita a pensar las
individuo singular. cosas «a la contra», o a partir de sus caracteres
De manera que este equilibrio incierto entre umbríos: no tanto la felicidad sino el sufrimiento; no
estabilidad e innovación, resulta una condición la libertad sino las formas de servidumbre y cautive-
indispensable para la pervivencia -en sus esen- rio; no la justicia sino los extremos de desequilibrio
cias indestructibles- y, a su vez, para la evolución en la distribución de riqueza, poder u honores que,
-que permite adaptarse a los nuevos retos- de en forma de sumas desigualdades, constituyen el
toda sociedad. No parece tener mucho sentido, terreno abonado para las más flagrantes injusticias.
sin embargo, la reiterada y conflictiva contraposi- Y, por consiguiente, no la seguridad sino la insegu-
ción política entre seguridad (estabilidad) y libertad ridad; es decir, los riesgos que derivan en desastres
(creatividad); puesto que ambas, en su justa medida, y los conflictos que se materializan en violencias; asi
constituyen ingredientes esenciales para cualquier como las vulnerabilidades objetivas o subjetivas que
fórmula de gobierno que pretenda garantizar la con- alimentan la incesante demanda de seguridad.
vivencia y el desarrollo humano. Asi como ocurre en Pero, ¿para qué entretenerse en comprender la
los organismos biológicos, también los organismos inseguridad si lo que buscatnos es seguridad? ¿No
sociales mueren de exceso tanto como de insuficien- nos perderemos en las profundidades, aparentemen-
cia, ya sea de libertad o bien de seguridad.
Convertidos en valores exclusivos, tanto la
libertad -que rige la expansión mundial de la red 1. Tomo prestados los términos «inseguridad sociah> e «inseguridad civil>> de
Robert Castel (2004).

10 11
te insondables, de las causas remotas que alimentan miento de las leyes penales, de mayor contundencia
los riesgos y los conflictos? ¿De qué nos podría ser- policial y, con relativa facilidad, de aplicación estricta
vir un buen diagnóstico si no aporta la solución al de la cadena perpetua e inclusive de reinstauración
problema? Veámoslo. -allí donde se hubiera abolido- de la pena de
Nadie razonablemente sensato acepta ser inter- muerte.
venido quirúrgicamente sin antes disponer de un Volviendo al caso de la salud, imaginemos: una
diagnóstico fiable que así lo aconseje. Incluso algu- repentina indisposición, de síntomas inquietantes
nos sistemas públicos de salud permiten al paciente aunque por el momento de causa desconocida, que
solicitar un segundo diagnóstico que venga a con- provocara un alud de prescripciones, a cual más
firmar, corregir e incluso desmentir el primero. En drástica y, por supuesto, temeraria: amputar algún
este caso, el bien a proteger -el bienestar físico, la mietnbro, si no todos, extirpar algún órgano, inter-
calidad de vida y, en última instancia, la superviven- venir a corazón abierto. Por extrema que pueda
cia- bien parece aconsejar todo el rigor y la máxima parecer la comparación, no se halla tan lejos de la
prudencia en el diagnóstico de la enfermedad que se realidad, sin embargo, la respuesta dominante a los
pretende tratar. No olvido que las comparaciones episodios agudos de inseguridad ciudadana. Cuando,
pueden llegar a ser peligrosas; puesto que también en un momento y un lugar determinados, aumenta
es cierto que, en algunos casos, la gravedad de los repentinamente la percepción social de inseguridad
síntomas experimentados por el paciente aconseja también lo hace una incontinente pasión prescrip-
adoptar medidas inmediatas sin disponer todavía tiva: todo el mundo parece saber con exactitud
de un diagnóstico concluyente acerca de las causas qué es lo que hay que hacer y, ante tal avalancha
que los originan. Pero incluso así, nos viene bien de propuestas de acción, se abren paso en la opi-
la comparación entre la salud y la seguridad, pues- nión pública aquellas que resultan más originales,
to que, cuando una sociedad se siente aquejada de efectistas y drásticas. Gozan de especial aceptación
inseguridad, entonces la excepción -en el caso de la las propuestas de actuación represiva que permitan
salud- se convierte aquí en la regla. Es decir, cuan- identificar a culpables, individuales o colectivos y
do aflige el temor apremia la búsqueda de seguridad, preferentemente extranjeros, a los que se puedan
sin importar tanto el conocimiento de las causas que aplicar de inmediato medidas contundentes que, en
generan la inseguridad. Esto, por supuesto, tiene su versión extrema, pueden incluir distintas formas
consecuencias nada desdeñables: basta un crimen de linchamiento ya sea mediático o bien físico. Estos
con un gran impacto mediático, pongamos por caso, «palos de ciego», lanzados con un auténtico desdén
para provocar una oleada de demandas de endurecí- por cualquier esfuerzo de comprensión de las verda-

12
deras causas del malestar, y aún contradiciendo toda combustión de productos quimicos; puesto que el
lógica, parecen aportar sosiego momentáneo a una remedio podría ser peor que la enfermedad. E, inclu-
comunidad enardecida, ansiosa de restablecer cuan- so, la extinción de un incendio forestal puede reque-
to antes y casi a cualquier precio el orden alterado. rir, en algunos casos, el empleo de contrafuegos, es
decir, fuego para apagar fuego. Asimismo, cada vio-
lencia supone el punto de ignición de un conflicto
2. ¿Seguridad vs justicia? específico, su manifestación extrema, que debe ser
tratado con una estrategia apropiada. Poco tiene que
La víctima principal de este desdén por la com- ver, por ejemplo, el asesinato de una mujer a manos
prensión cabal de los hechos que causan la ansiedad de su esposo con el atraco a una joyería; o bien una
colectiva es, sin duda, la justicia. Indudablemente, estafa multimillonaria con el enfrentamiento entre
la prisa por expulsar la inseguridad y restablecer el bandas rivales. Y, sin embargo, sorprende constatar
orden se compadece poco con la prudencia, el sosie- -tanto en los medios de comunicación, como en la
go, el rigor indagatorio y la ecuanimidad requeridas opinión pública y en las autoridades gubernamen-
para la búsqueda de la verdad. La inseguridad pierde tales- la persistencia de una fe de carbonero en
así, en la medida que la despreciamos, su cualidad la efectividad milagrosa de unas mismas recetas -
principal: indicarnos los puntos de fractura en los endurecimiento de las· medidas penales, instalación
que estallan -en forma de violencias y desastres- de elementos físicos y electrónicos de vigilancia,
los conflictos y los riesgos generados, respectiva- ampliación de las plantillas policiales, tolerancia
mente, tanto en las relaciones sociales como en el cero-· para el tratamiento de una multiplicidad de
encaje de la humanidad en la naturaleza. De manera situaciones que no parecen tener más en común que
que, voluntariamente cegados, quedamos condena- el temor que provocan entre la población.
dos a tratar meros síntomas, a perseguir sombras Solo así se entiende que, después de más de tres
y, en el peor de los casos, a agravar el problema de décadas d~ «guerra global contra la droga», declarada
inseguridad con estrategias de seguridad contraindi- por el gobierno de los Estados Unidos -con una
cadas. asignación de recursos económicos y el empleo de
Los bomberos no apagan fuego sino fuegos. unos medios colosales-, ni la cifra mundial de con-
Efectivamente, cada incendio requiere ser atacado sumidores de sustancias prohibidas ni la superficie
con un instrumental, unas habilidades y unas estra- dedicada a la producción de dichas sustancias hayan
tegias específicas. A ningún bombero se le ocurriría, dejado de crecer, así como tampoco la violencia
pongamos por caso, pretender extinguir con agua la organizada y la corrupción directamente asociadas

14 15
a este tráfico ilegal. Y un camino parecido parece (protección, corrupción de autoridades) y, por la
haber tomado la «guerra global contra el terroris- otra, los «beneficios del problema», es decir los
mo», emprendida por el mismo actor: ba~ada en recursos públicos destinados a la lucha contra los
un diagnóstico incompleto -en la medida que efectos de <da droga>> (agencias especializadas, poli-
renuncia drásticamente a comprender las causas y da, justicia, sanidad, servicios sociales), así como
solo enfrenta los efectos- que, inevitablemente, la los privados (abogados, asesores fiscales, entidades
condena a exacerbar el problema que, al menos en bancarias, paraísos fiscales). Solo asi podríamos ver,
la declaración de intenciones, se pretendía resolver. en una única mirada, el proceso completo que des-
No parece, sin embargo, que estemos iden- emboca en la inquietante coincidencia de intereses,
tificando una simple carencia metodológica, una entre los actores de ambas orillas, en la oposición
anomalía en las políticas de seguridad que bastara frontal -ya sea explicita o bien fáctica- a cual-
con ponerla en evidencia para que se pudiese sol- quier intento de regular esta lucrativa actividad, con
ventar. Mucho menos, tal y .como se pretende con el propósito de reducir drásticamente la violencia
frecuencia, se trata de una obcecación académica organizada asociada a este negocio ilegal, facilitar
por el diagnóstico que vendría a obstaculizar la efi- una eficaz protección estatal a las víctimas de tan
cacia de la acción contra la inseguridad. No se trata peculiar consumo y actuar restrictivamente sobre el
ni de una ingenuidad, ni de una deficiencia técnica, crecimiento incesante de la demanda.
ni de una discrepancia entre académicos y políticos. No cabe, entonces, la ingenuidad. El menos-
La renuncia a profundizar en el diagnóstico de las precio deliberado por un diagnóstico ajustado de
causas del llamado «problema de la droga» o del los conflictos que estallan, con harta regularidad, en
<<problema del terrorismo» constituye una condición violencias -incluida la identificación de la totalidad
previa e indispensable para declarar y sostene~, más de los actores involucrados en el problema de inse-
allá de las trágicas evidencias de su fracaso, pnmero guridad- constituye una opción política de graves
la «guerra contra la droga» y después la «guerra con- consecuencias para la convivencia. La limitación del
tra el terrorismo». objetivo de las políticas de seguridad a un tratamien-
Hay una contabilidad, tan difícil como necesa- t?, ~o siempre inocuo, de los efectos sin pretender
ria, que nos aportaría mucha luz a esa inquietante stqut.era acercarse a las causas de la inseguridad no
cuestión. Se trataría de calcular el PIB de la droga es, stn duda, la menor de las consecuencias de esa
agregando, por una parte, la totalidad de los recursos opción política. Sin embargo, no cabe olvidar otras.
generados por la actividad económica (pr<?duc~ión, La falta de rigor en el diagnóstico, necesaria-
distribución y venta) más los costes de !legalidad mente, fuerza la generalización -violencia en lugar

16 17
de violencias, terrorismo en lugar de terrorismos- continuo proceso de evolución?-, plantea un doble
y, con ello, la agrupación de fenómenos diversos e indisociable desafío. En primer lugar, la necesidad
bajo una misma etiqueta, lo que conlleva un tra- de abordar la búsqueda de seguridad sin olvidar que,
tamiento uniforme de conflictos que requerirían tanto en los organismos biológicos como en los
soluciones específicas. Pero, también, la voluntaria sociales, la seguridad (estabilidad) pierde su sentido
falta de conocimiento acerca de los problemas de fuera del equilibrio inestable con la libertad (innova-
inseguridad posibilita la emergencia de creencias y ción). Y un segundo elemento relevante: compren-
prejuicios que, con frecuencia, sustentan las actitu- der la inseguridad constituye el primero y el más
des más drásticas e intolerantes. determinante de los pasos en el proceso de creación
Solo así es posible la pervivencia de la estructura de seguridad.
psíquica del «chivo expiatorio~>, mecanismo por el
cual una comunidad puede descargar, periódica-
mente, la inevitable acumulación de tensiones que
se produce en su seno, sobre determinados colec-
tivos socialmente marginados y preferiblemente
compuestos de extranjeros -actualmente, los inmi-
grantes en los países desarrollados- de manera que
se preserve la cohesión social del grupo dominante.
Y, en definitiva, la falta de indagación en las
raíces que sustentan los problemas de inseguridad
permite concentrar la inmensa mayor parte de la
atención y los recursos públicos en una búsqueda de
seguridad al margen de los conflictos y los riesgos
que alimentan la inseguridad. Es decir: buscar las
llaves no en el lugar en que se han perdido sino allí
donde hay más luz.
El esfuerzo por repensar la seguridad a que
nos invita la pregunta inicial -¿Qué significa la
seguridad en un mundo que se halla sumido en un

2. Ver Girard, 1986; 2002.

18 19
PRIMERA PARTE
Comprender la inseguridad

«Quién mire en el interior de si mismo y


considere lo que hace cuando piensa, opina,
razona, espera, teme, etcétera, y por qué,
leerá y conocerá cuáles son los pensamientos
y pasiones del resto de los hombres en cir-
cunstancias parecidas 1· .. ¡. Quien gobierne
toda una naciún deberá leer en el interior
de si mismo, no a éste o a aquel hombre en
particular, sino a la humanidad entera.»
Thomas I Iobbes
Capítulo I

LA ESTRATEGIA DEL AVESTRUZ

En una espléndida síntesis, Trías (2001) nos


ayuda a entender la compleja realidad del mundo
contemporáneo presentándola como la intersección
-que es fuente de toda experiencia- potencial-
mente conflictiva y trágica de tres niveles o planos.
Un primer nivel, o plano máximamente univer-
sal, en el que la realidad contemporánea se muestra
como un «casino global» (casino, por la ausencia de
controles cívicos sobre su funcionamiento) en el
que todos los sucesos que lo constituyen se encuen-
tran en radical interacción, de manera que cualquier
suceso en cualquier lugar acaba repercutiendo en
cualquier otro, siendo, sobre todo, la razón tecno-
cientifica, debidamente sacralizada, bien religada
con el complejo financiero, empresarial (de carácter
multinacional) y político, la que se constituye en
su motor. Este mundo global genera un desarrai-
go generalizado que altera el plano de lo particular
(segundo nivel); el cual, consiguientemente, reac-
ciona ante este proceso con la creación de núcleos
duros de particularismo excluyente.

U~~IVERSIEYAD DE ANTIOQUIA
ñ 1r.~l ¡_ ¡ f:;:'\""Frg;:@.ill., 1":!. E 1!\ tTn " e
Un segundo nivel o plano de lo particular, desesperado» (la exasperación individualista) que, en
en el que este acoso del «casino globab> da lugar su materialización extrema, dan lugar -como vere-
a una afirmación de la propia identidad en forma mos más adelante- a las más diversas formas de
excluyente, de manera que se perturba la relación violencia y desastre. De manera que la exasperación
de alteridad con otras comunidades, las cuales son individualista estallaría en una constelación de vio-
percibidas como chivos expiatorios. Este «santuario lencias interpersonales, las reacciones particularistas
locab> encuentra su forma ideológica a través de los derivarían en violencias colectivas y finalmente la
integrismos religiosos, presentes en todas l~s re~gio­ globalización homogeneizadora esta;ía en el origen
nes, y en un gran número de formas nae1onalistas de la crisis global que amenaza gravemente la conti-
radicales 3 • nuidad de la vida humana en la Tierra.
Y un tercer nivel, o plano de lo personal y subje- Consecuentemente, en cada uno de los tres
tivo, en el que la doble acometida del «casino globab> niveles -universal, particular y singular- que con-
que parece deglutir el primer mundo y del «Santua- figuran la realidad actual, no solo se producen las
rio locab> que se apropia del segundo, da lugar a un distintas manifestaciones, objetivas y subjetivas, de
<<individualismo de la desesperacióm> (que aparece, inseguridad sino que también encuentran su origen
frecuentemente, en forma obscena y salvajemente las correspondientes estrategias básicas de seguri-
cínica) como forma espontánea de responder a esta dad: individual (egocéntrica: yo contra todos), gru-
doble y amenazante acometida. Este individualismo pal (etnocéntrica: nosotros contra ellos) y colectiva
desesperado constituye la expresión de un individua- (mundicéntrica: todos nosotros).
lismo neoliberal que asume la despiadada <ducha por En el estadio egocéntrico de la evolución huma-
la vida>>, bien engrasada por la dinámica de un capita- na, el individuo se mantiene básicamente absorto en
lismo internacional que genera graves desequilibrios, sí mismo, de manera que la búsqueda de seguridad
desigualdades e injusticias. se emprende, ineludiblemente, desde la perspectiva
Estos tres niveles, siendo como son planos de exclusiva y excluyente del <<yo»; es decir, desde «mi>>
una realidad única y por ello peculiarmente comple- percepción singular de la inseguridad4• Por consi-
ja, están religados, por tanto, en una cadena de flujos guiente, en la medida que se sustentan en una com-
conflictivos --del «casino globab> (la globalización prensión inevitablemente incompleta del problema,
homogeneizadora) al «santuario locab> (las reaccio-
nes particularistas) y, de éstos, al <<individualismo
4. «1 .a suposición de nuestra vulnerabilidad frente a los peligros no depen-
de tanto del volumen o la naturaleza de las amenazas reales como de la
3. Ver también Beck, 2009. ausencia de confianza en las defensas disponibles» (!human, 2007).

24 25
las estrategias de seguridad basadas en una visión el desarrollo humano. A través de la individuación, el
egocéntrica, generan exclusión y buscan remedios ser único que habita en cada ser humano está llamado
únicamente externos, por lo que, lejos de aportar nin- a aflorar plenamente, a desplegarse conscientemente
guna solución duradera, vienen a agravar la inseguri- en todo su potencial evolutivo, a culminarse res-
dad que tan persistentemente pretenden ahuyentar. ponsablemente como un individuo integro, de una
sola pieza. Asimismo, mediante la socialización, el
desarrollo consciente y responsable del individuo se
1. El conflicto originario produce en una interacción constante con los demás,
en unos contextos culturales y sociales específicos.
Pero vayamos por partes. En realidad, el sentido Aunque, no debemos olvidar que el ego consti-
del <<yo separado» (ego) tiene un desarrollo muy pre- tuye, tan solo, una fase intermedia en el desarrollo
coz: una serie primitiva de núcleos de ego aparecen ya integral del individuo que, por consiguiente, debe
en los primeros meses de vida. Y, como cualquiera ser completada y, justo entonces, transmutada cons-
otra de sus etapas, el desarrollo pleno del ego cons- cientemente en su estadio inmediatamente superior.
tituye un elemento esencial de la evolución humana En ello consiste, justamente, la evolución humana:
y, en particular, un requisito previo y necesario para desarrollar por completo las capacidades requeridas
que el individuo pueda completar armónicamente, por cada etapa y, llegados a su limite, afrontar los
en los estadios posteriores, tanto el proceso de indi- retos propios de un estadio superior que, a su vez,
viduación5 (que no de «individualización6») como el_ permitirá al individuo seguir desplegando todo su
de socialización. potencial. Esta ley básica rige, por cierto, no solo
Ambos procesos -individuación y socializa- el crecimiento físico, psicológico y emocional de
ción- resultan conjuntamente indispensables para los individuos, sino también la expansión de su
dimensión más compleja: la conciencia. Pero tam-
bién el desarrollo económico, político y cultural de
5. La imliflidNaCÍÓII -principio de individuación o proceso de individuación las sociedades. Porque en todas y cada una de estas
(Primipitllll imliz~idNatimli.r)- es definida, desde la psicología analítica de dimensiones del desarrollo humano, la evolución
Carl Gustav Jung, como «aquel proceso que engendra un individuo psi-
cológico, es decir, una unidad aparte, indivisible, un Todo.»
-más que progreso- nunca es simplemente acu-
mulativa y secuencial y la sucesión de etapas no se
6. La indiPidNali'{páón deriva, con frecuencia, en una dinámica socialmente
centrífuga que resulta atribuible a la exaltación de lo individual: hambre produce mecánicamente.
insaciable de vivencias, inflación de pretensiones, fiebre del ~~n y decre- Ciertamente, tanto los individuos como las
ciente disposición a cumplir, comprometerse, renunciar (Beck, 2009). colectividades, acumulan irreversiblemente años de

26 27
vida. Asimismo, se sabe con certeza que la muerte excepcionales -las crisis- sino, por el contrario,
culmina la existencia de los individuos tanto como del elemento esencial de todo proceso de evolución
la de las civilizaciones. Sin embargo, son pocas más y, por tanto, de la vida.
las certezas disponibles, pues, incluso los eventos El desarrollo del ego configura el ámbito propi-
en apariencia más previsibl~s -.-~omo las enferme- cio para la fricción entre valores y deseos opuestos,
dades- cristalizan en cada 1ndiv1duo de una forma entre querer hacer y deber hacer, entre los condicio-
desconcertantemente aleatoria e inalcanzable para namientos heredados y la necesidad de completar
la razón científica. Incluso las etapas más conocidas el proceso de individuación, en el que se acumu-
del desarrollo físico, psíquico y emocional, comunes la una gran tensión de tendencias destructivas.
a todos los seres humanos -niñez, adolescencia, Pa~ticularmente, éste es el escenario en el que se
juventud, madurez, vejez- son ex~erimentadas, for¡a una de las psicopatologías más determinantes
en su totalidad o bien solo en parte, s1ngularmente en la evolución humana y, en especial, para poder
por cada individuo. De manera que, por ejemplo, comprender la producción de la inseguridad: la
los rasgos atribuidos con carácter general a l_a eta~a escisión egocéntrica. En efecto, el ensimismamiento
de la adolescencia adquieren, en cada eXlstencla narcisista en el que se sume el <<yo separado» no solo
individual, una configuración específica que puede impide completar el proceso de individuación, sino
dar lugar, como es bien sabido, a los resultados más que también obstaculiza gravemente el proceso de
socialización.
dispares. .
Toda evolución consiste, como hemos v1sto, Más allá de la actividad fisiológica y de las
en un equilibrio dinámico y por consiguiente frágil respuestas condicionadas, en buena parte incons-
entre estabilidad e innovación. Resulta siempre críti- cientes, que facilitan las adaptaciones de los organis-
co, por tanto, ese punto o instante en el que la con~i­ mos al ambiente, permitiéndoles anticipar estímulos
nuidad se ve repentinamente alterada por el camb1o beneficiosos para el mantenimiento de la vida y
y, a su vez, también cuando el_proc~so d~ creación se prevenir estímulos perjudiciales (Alcaraz), el déficit
ve interrumpido por la neces1dad 1mpenosa de pre- de individuación en los seres humanos se manifes-
servar el núcleo esencial del ente evolutivo. Hasta el tará como un sometimiento interiorizado, fatalista
punto que, en algunas cultu~as, s~ reserva e~ término o bien acomodaticio, en todo caso, intrínsecamente
«crisis» para designar estas s1tuac1ones amb1valentes, irresponsable, al determinismo fijado por los condi-
en las que se nos presentan entrelazados _un p~li!?fo cionamientos genéticos, culturales y sociales. Por su
(de patología o muerte) y una oporturudad uruca par~e, .el déficit de socialización provoca el repliegue
(de crecimiento). No se trata, en absoluto, de casos ens1m1smado sobre uno mismo y, por consiguiente,

28 29
limita la capacidad de empatía y cooperación, el 2. El ansia de poder
establecimiento de vínculos sociales creativos y, en
última instancia, el compromiso cívico con objetivos Un doble elemento definitorio de la existencia
establecidos colectivamente, incluidas la oposición psicológicamente aislada que conlleva la escisión
a situaciones manifiestamente injustas o la rebelión egocéntrica viene dado, por una parte, por la pre-
ante poderes ominosos. Y, en sus manifestaciones eminencia imperiosa del ansia de poder obtener
extremas, estas insuficiencias pueden producir las riquezas, honores, reconocimiento, placer y, en defi-
más diversas psicopatologías. nitiva, superioridad sobre los demás y, por la otra,
Pero, ¿en qué consiste la escisión egocéntrica? por el correspondiente miedo a no poder asegurarse
En realidad, el <<yo separado» es una concentración la satisfacción constante de los deseos en el futuro.
de angustia; concretamente, el temor a su propia Así pues, un individuo que vive dominado por la
muerte o no-ser. El <<yo separado» está condenado sugestión de la sensación de identidad separada,
a morir y lo sabe, y se pasa toda su vida (consciente- como dice Grof, ve la existencia desde la perspectiva
mente o no) tratando de negarlo, mediante la mani- estrecha del <<yo mismo»: «mi» familia, <<mi» religión,
pulación de su propia vida subjetiva y erigiendo unos «mi» país. Desde este punto de vista, otras personas,
objetos culturales «permanentes» e <<intemporales» y grupos y naciones son percibidos como competi-
unos principios conceptuales como signos externos dores, el mundo como una amenaza potencial, y la
y visibles de una inmortalidad interior en la cual ha naturaleza como algo externo a nosotros que debe
resuelto confiar ciegamente. ser conquistado y controlado.
Porque la angustia no es algo que el <<yo» pade- Una característica esencial de una existencia psi-
ce, sino algo que el <<yo» es: dondequiera que haya cológicamente aislada es la fe en que los otros seres
un <<yo», existe temblor; dondequiera que haya un deben, por naturaleza, sacrificarse por nosotros. Es
«otro», existe temor. Así se configura una ansie- por ello que, ante cualquier situación que venga a
dad crónica que constituye la raíz del conflicto y contradecir esta presunción interesada, la escisión
que resulta innata a todas las formas de existencia, egocéntrica libera en el individuo el ansia de poder,
más que individual, psicológicamente aislada. De es decir la tentación imperiosa de reducir la diferen-
tal forma que no es posible en absoluto evitar este cia mediante la fuerza. En efecto, solo el ansia de
pánico, como no sea mediante la represión o algún poder parece capaz de impulsar al individuo a sobre-
otro mecanismo defensivo o compensador (Wilber, pasar el limite del esfuerzo requerido para obtener
1999). lo verdaderamente necesario para vivir -alimento,
ropa, resguardo- y a creerse obligado a luchar soli-

30 31
taria y encarnizadamente para acumular recursos, a graves conflictos con su naturaleza en tanto que
prestigio, poder en definitiva. Lo cual supone, para sistemas biológicos y a la desarmonia con las leyes
el individuo psicológicamente aislado, generar y a universales esenciales.
su vez padecer unos costes enormes en términos de Por consiguiente, todo indica que la estrategia
riesgos que se materializan en desastres y conflictos impuesta al individuo por la escisión egocéntrica es
que estallan en violencias. antinatural e intrínsecamente peligrosa: como bien
Watts nos recuerda, sin embargo, que el con- dice Grof, en un universo la naturaleza del cual
flicto no es solo entre nosotros y el universo cir- es ciclica, refuerza la visión lineal y la persecución
cundante, sino entre nosotros mismos, pues la del crecimiento ilimitado. Además, el enfoque que
naturaleza indómita está tanto en nuestro alrededor resulta de una existencia individualmente escindida
como dentro de cada uno de nosotros. Este con- desatiende el imperativo ecológico y no reconoce la
flicto originario se expresa en forma de una lucha urgente y absolutamente vital necesidad de sinergia,
entre el deseo de permanencia y la realidad del flujo. complementariedad y cooperación. De manera que
Esta guerra no puede ser sino fútil y frustrante -un el individuo, apresado en la falacia de la sensación
círculo vicioso-, dado que se trata de un conflicto de identidad separada, se ve abocado a una carrera
entre dos partes de la misma cosa. Puesto que la vida enloquecida hacia la catástrofe .
. es un proceso que fluye, tanto el placer y la dicha Fruto de la escisión egocéntrica, el ansia de
como el cambio y la muerte son sus partes necesa- poder corroe en el individuo el vínculo (ethos) que
rias. Pretender reducir la vida únicamente a una de une al individuo a la humanidad y a la naturaleza en
las partes -el placer y la dicha- constituye un des- el Todo y establece, por tanto, la delimitación poten-
propósito descomunal. que no puede sino conllevar cialmente conflictiva entre nosotros y los demás.
contradicción y conflicto, temor y violencia. Ello constituye, para todas las tradiciones filosóficas,
A su vez, en el ámbito colectivo y global, este el conflicto originario, es decir, el ámbito en el que
marco mental genera una filosofía de vida que se generan los primeros y ancestrales miedos y de
pone el acento en la fuerza, la competitividad y la donde surge la violencia en todas sus formas. Así
autoafirmación, y glorifica los progresos lineales y el pues, como si de una sutil alteración genética se
crecimiento ilimitado; considera el beneficio mate- tratara, se extiende metastáticamente la ambición
rial y el aumento del producto nacional bruto como -inevitablemente desmedida- de ser, cada uno de
el criterio principal de bienestar y de calidad de vida. nosotros, quien en realidad no es.
Esta ideología y las estrategias que de ella se deri- Este conflicto primigenio, que enfrenta al indi-
van conducen necesariamente a los seres humanos viduo consigo mismo y, por extensión, a los demás
\

32 33
y al Todo, impregna las relaciones sociales y las con- que, individuo y colectividad, están lejos de consti-
vierte en un campo de batalla. La especie humana se tuir realidades esencialmente distintas y ni siquiera
asemeja entonces a un hormiguero enloquecido en tan fácilmente delimitables como nos hemos acos-
el que sus individuos hubiesen perdido su lugar en tumbrado a creer. Bien al contrario, los procesos de
el conjunto: es decir, una agitación caótica que ya no individuación y de socialización constituyen las dos
conduce a la realización global de la vida sino que caras de una misma moneda: la evolución humana.
amenaza con su destrucción.
Olvidado el sentido de especie y la conciencia
del Todo, las acciones humanas no pueden sino 3. Individuo vs colectividad
generar confusión. Aislados de manera egoísta, el
deseo de acaparar más energía y recursos de los que Un desarrollo adecuado del ego resulta igual-
necesitamos para vivir, nos lleva a una competencia mente esencial, a su vez, tanto para la individuación
extrema con los demás para alterar, someter, con- como para la socialización de los seres humanos.
sumir o simplemente destruir las otras formas de Sin embargo, también hemos visto que una per-
vida. Paradójicamente, esta competencia avariciosa turbación significativa, aunque no necesariamente
y destructiva, orientada a alcanzar una imaginaria excepcional, de este proceso evolutivo -ya sea por
seguridad individual, genera y extiende el miedo en alteración o bien por interrupción- puede llegar a
la sociedad y nos obliga a vivir en condiciones glo- sumir al individuo en un ensimismamiento narcisista
bales cada vez más inseguras para la supervivencia que, en su dimensión patológica, cristaliza en una
humana. Así, nuestro ansia de seguridad nos lleva sensación de identidad separada (escisión egocéntri-
a imponer un gran número de fronteras (físicas o ca), que a su vez constituye, en el sentido literal de
legales, pero técnicas y también psicológicas) que, la expresión, «la madre de todos los conflictos» (el
lejos de reducir una inseguridad implícita al obrar conflicto originario).
egocéntrico, abren nuevos y mayores frentes de Así pues, la materia prima de esta escisión ego-
conflicto y riesgo. céntrica es el conflicto con uno mismo y con los
Cabe, pues, insistir una vez más en la perti- demás. Esta fricción constante, entre elementos per-
nencia de prevenirnos ante los resultados funestos cibidos como antagónicos e incluso incompatibles
que, en forma de conflictos internos y externos, se --aún tratándose de partes de una misma cosa-,
derivan de la creación de fronteras y, en particular, produce una acumulación extraordinaria de tensión
de la frontera originaria por la que se separa psicoló- que --de acuerdo con la ley de la conservación de
gicamente la esfera individual de la colectiva; puesto la energía (el primer principio de la termodinámi-

34 35
ca)- no puede eliminarse y únicamente se puede No se trata, sin embargo, de una operación
transformar en otra forma de energía. estrictamente individual e interna --esta escisión ego-
Sin embargo, dado que la naturaleza de esta cén~rica-, c_on tan solo una significación psicológica,
fricción no es mecánica sino psicológica, la trans- soctalmente tntrascendente, para un imaginario indivi-
formación del conflicto en violencia no puede ser duo autosuficiente que pudiera considerarse realmente
considerada, determinísticamente, como una fatal desconectado de todo lo demás. Nada tan inconve-
respuesta condicionada ¿~ónde radica, .si. ,no,, l.a niente, para la debida comprensión de la (in)seguridad,
auténtica libertad? Alternattvamente, una vtston rutt- como esa ilusoria, aunque extremadamente resistente,
da del conflicto interno permite al individuo trans- frontera entre psicólogos -que en una sociedad no
formar conscientemente -es decir, transmutar-la ven sino sus individuos- y sociólogos -que en una
energía destructiva en creativa. sociedad no ven los individuos que la constituyen-.
Ha quedado dicho en las páginas ant~riores q~e Ciertamente, al individuo le corresponde la res-
debiéramos prevenirnos ante el potenctal conflic- ponsabilidad crucial-es decir, la libertad- de asu-
tivo inherente al establecimiento de cualquier tipo mir conscientemente la realidad conflictiva que, en
de frontera. Ahora corresponde enfatizar el riesgo su interior, contrapone deseos incompatibles (quiero
que conlleva el fútil intento, aunque persistente- esto pero también lo otro), así como deseos y debe-
mente reiterado, de fortificar esa frontera originaria res (lo deseo, pero, ¿debo?). Este hacerse cargo de
que pretende separar, drásticamente, el <<yO» de <dos uno mismo, libre y responsablemente, supone no
demás» y de <do demás». No cabe duda que, como solo la determinación resuelta sino la tarea cons-
cualquier otra forma de delimitación, la toma d.e tante de alinear, en la conciencia, pensamientos,
conciencia acerca de «quién soy yo», y por const- sentimientos, palabras y acciones de manera que se
guiente también de «quién no soy», constituye un produzca la debida congruencia -no solo lógica,
paso útil e incluso necesario en el proceso de indivi- sino finalmente ética- entre las intenciones que
duación. A condición, claro está, de que se trate de nos impulsan a actuar y las acciones que en defini-
una conciencia viva y alerta, crítica y evolutiva que, tiva realizamos. Todo ello transcurre, por tanto, en
en ningún caso, se esclerotice en una identificación la dimensión individual de la realidad, dado que este
exclusiva, rígida e inalterable, con una determinada proceso de responsabilización personal nos convier-
imagen de uno mismo. Pues, en este caso, la función te no solo en individuos íntegros -de una pieza-,
delimitadora deja paso a la creación de ese ámbito sino también en fiables para los demás, por lo cual,
propicio al conflicto en que, inevitablemente, se puede afirmarse que la individuación supone, asimis-
convierte toda frontera. mo, la única forma de socialización.

36 37
Cuando, por el contrario, no se culmina debi- individuación, el individualismo pretende ignorar la
damente el proceso de individuación, entonces ese red de interdependencias que nos hace a todos, sin
sujeto evolutivamente incompleto no solo impregna excepción posible, parte indivisible de la Humanidad
su mundo de confusión y malestar sino que su estar en la Tierra. De manera que, en la esfera interior, el
«incompleto» le hace vulnerable a la fuerte presión individualismo constituye un intento desesperado de
combinada que ejercen sobre el individuo, en la eludir la cita crucial de la individuación y, en la esfera
sociedad actual, la globalización homogeneizadora y exterior, supone una forma no menos desesperada
la reacción particularista. Es decir, contamina y, en el del «sálvese quien pueda>>.
mismo acto inconsciente, se contamina. Y aún, de lo visto hasta ahora, hay otro aspec-
Un medio social constituido por una multitud to a aclarar. El proceso de individuación parece
de individuos insuficientemente desarrollados -en albergar una paradoja. En términos evolutivos se
tanto que sujetos plenamente responsables de sus trata, por una parte, de dar rienda suelta al ser
existencias- se convierte en el terreno abonado único e irrepetible que en realidad soy; y, por la
para el despliegue de una competencia desaforada otra, de reconocerme como parte indivisible de la
entre individuos necesitados de afirmar su identidad Humanidad. ¿Qué soy, por tanto: gota de agua o
en contraposición, inevitablemente conflictiva, con mar? La supuesta paradoja, sin embargo, se desvane-
los demás. La tarea propia e intransferible de indi- ce con la misma facilidad que se disuelve la gota en
viduarse, como el ser único e irrepetible que cada el mar. Y, entonces, ¿qué sentido podría tener trazar
uno es, deja entonces su lugar a un individualismo una frontera, por supuesto conceptual, que pretenda
desesperado que no atiende a más razones que delimitar la gota del mar? Se entiende fácilmente, así,
la necesidad perentoria de satisfacer la sucesión, que individuación y socialización constituyan, antes
caótica y contradictoria, de deseos que atormentan que dos procesos paralelos, las dos caras de una
al individuo en la sociedad del consumo masivo y misma moneda: el despliegue interno y externo del
compulsivo. ser humano.
Pero, ¿por qué calificar este individualismo En todo caso, ese individualismo desesperado
como «desesperado»? No solo porque se trata de no se limita a señalar el efecto externo de la escisión
una exasperación del deseo, en buena medida pato- egocéntrica que se produce en el interior del sujeto.
lógico, de imponer una simple imagen de sí mismo Ello sería posible solo si se tratara, esa exasperación
a los demás y, de hecho, contra los demás, casi a individualista, de una psicopatología que afectara a
cualquier precio. También porque en última instan- un grupo relativamente reducido de población y que,
cia, en tanto que simple sucedáneo del proceso de por consiguiente, pudiera ser considerada como un

38 39
efecto colateral y no esencial del desarrollo humano. vés de una mirada capaz de integrar en un todo tanto
No parece, sin embargo, que éste sea el caso. Hemos su dimensión subjetiva como la cultural. Lo cual
visto, más bien, que la escisión egocéntrica debe ser significa que el sujeto insuficientemente individuado
entendida, desde una perspectiva evolutiva, como es responsable del conflicto que, debido a ese déficit
un ineludible paso de crecimiento -aunque, cierta- de desarrollo personal, aporta a su red de relaciones
mente, exigente y no exento de graves riesgos- en y, en última instancia, a la vida de la colectividad.
el despliegue armónico de todo el potencial que ate- Indisociablemente, además, el desarrollo colectivo
sora cada ser humano al nacer. incita al individuo, en ocasiones sutilmente y en
Dado, pues, que no nos hallamos ante una ano- otras trágicamente, a interiorizar valores y pautas de
malla singular sino en presencia de uno de los rasgos comportamiento que pueden perturbar gravemente
globales característicos de las sociedades desarrolla- su proceso de individuación.
das, resulta imprescindible ampliar el zoom y con-
siderar también la expansión social del individua-
lismo desesperado como el resultado de la presión 4. La exasperación individualista
combinada que vienen ejerciendo sobre el individuo
contemporáneo la globalización homogeneizadora y En el punto de convergencia entre una indivi-
el particularismo excluyente. duación incompleta y la presión combinada de la
Este individualismo desesperado -que se globalización homogeneizadora y el particularis-
expande en la sociedad contemporánea como resul- mo excluyente, la exasperación del individualismo
tado del efecto combinado del déficit de individua- corroe, en sus cimientos, el sutil juego de equilibrios
ción (es decir, de la escisión egocéntrica) y la res- que asegura la convivencia en las sociedades huma-
puesta a la presión convergente de la globalización nas y, por ello, se convierte en un factor determi-
homogeneizadora y los particularismos excluyen- nante en el proceso psicosocial de producción de
tes- constituye el motor de la demanda que impul- inseguridad.
sa el crecimiento desenfrenado de un capitalismo de Como en un hormiguero enloquecido, una mul-
consumo mundial, de base tecnocientífica, que gene- titud de egos enardecidos -a la búsqueda imperiosa
ra graves riesgos y conflictos. De manera que, sin de reconocimiento, los unos de los otros- colisio-
necesidad de quedar atrapados en la estéril polémica nan inevitablemente entre sí. Los resultados de este
acerca de si fue primero el huevo o la gallina, el fenó- despropósito existencial resultan inquietantemente
meno del individualismo desesperado solo puede ser fáciles de constatar en la proliferación de conflictos
debidamente comprendido, por consiguiente, a tra- en el hogar, en la escuela, en el trabajo, en los espa-

40 41
cios públicos, en los lugares de ocio o en las carrete- que morir en la carretera es un lamentable accidente,
ras. Aunque, probablemente, bastaría con prestar la por consiguiente, improbable e imprevisible, y que
debida atención para que no fuera necesario esperar solamente puede afectar a los demás. «Yo controlo»,
a que esa extraordinaria acumulación de conflictos <<yo conozco la carretera», <<yo domino mi vehiculo»
se materialice en formas más extremas y visibles de o <<yo llevo muchos años conduciendo y nunca me
violencia. Veámoslo. ha pasado nada» son solo algunos de los epitafios
Los llamados «accidentes de circulación>> no son que, con mayor frecuencia, esculpen anticipadamen-
en realidad propiamente accidentes, es decir sucesos te las lápidas de los candidatos al suicidio.
imprevisibles e incontrolables. Ahora mismo, sabe- Sin embargo, todo esfuerzo por alertar a este
mos con un margen de error mínimo cuántos «acci- suicida inconsciente acerca del peligro que corre,
dentes» van a ocurrir el próximo fin de semana; y aunque meritorio, resulta inútil. Se trata de un
cuántos muertos y cuántos heridos causarán; dónde individualista desesperado, que no tiene tiempo
se producirán: en carretera o en ciudad; y qué pér- para atender a razones. Tiene prisa, siempre tiene
didas económicas generarán. Sobre la base de este prisa -¿para llegar a dónde?, por cierto-. Ebrio
conocimiento, basado en estimaciones estadísticas, de sí mismo, encantado de haberse conocido, el
las autoridades administrativas, las policías de tráfi- habitáculo de su vehiculo constituye una fortaleza
co, los servicios de emergencias médicas, los bom- inexpugnable -psicológicamente hablando- para
beros, las urgencias de los hospitales, los juzgados de su ego entronizado. ¿Y la carretera? La carretera,
guardia, los medios de comunicación, las compañias para el individualista desesperado, se asemeja cada
aseguradoras, las empresas de grúas y las funerarias vez más a un campo de batalla o, incluso mejor,
dispondrán los recursos necesarios para atender efi- a un videojuego. Una carrera de obstáculos, en
cientemente esta catástrofe anunciada. definitiva, en la que se olvida que solo se gana si se
Paradójicamente, todos sabemos lo que va a llega a destino, sano y salvo claro está. Y se olvida
ocurrir, en las carreteras este fm de semana, menos porque el candidato al suicidio parece tener tareas
quienes van a morir o a resultar gravemente heri- más urgentes: presionar, adelantar, evitar que le
dos. Y, por consiguiente, todos estamos prevenidos adelanten, tocar el claxon, insultar, demostrar que es
menos aquellos que con mayor razón deberían el más hábil y el más listo, convencerse que su cos-
estarlo. Y, ¿cómo podrían estar prevenidos, esos toso vehiculo ha sido una buena adquisición, ganar
inconscientes inquilinos del corredor de la muerte, unos segundos, llegar antes que los demás y, todo
si nadie cree que pueda ser él la víctima del próximo ello, mientras piensa en cualquier cosa menos en lo
«accidente»? Este es el engaño fatal: decidimos creer que está haciendo y enciende un cigarrillo y cambia

42 43
de emisora y habla por teléfono y se distrae con el egocéntr~ca. «¡No sé qué haría si "mi" hijo muriera!»
G PS ... Todo ello al mando de una de las armas de o «no qruero pensar que "mi" mujer enfermera gra-
destrucción masiva más letales. vemente». "Mi'", recordémoslo, es un pronombre
Incluso el individualista «menos» desesperado posesivo, que se utiliza para señalar una pertenencia.
que se muestra capaz de asumir el riesgo que supone Por lo que, hasta aquí, ese «pensar en los demás» del
para su vida, su integridad física y su autom?vil-no indi~idualista ?esesperado no parece que pueda ser
sé si siempre por ese orden- esa peculiar forma cons1derado, s1no, como una mera prolongación del
de conducirse al volante de su vehiculo, logra hacer «pensar en sí mismo».
extensiva esa responsabilidad a los riesgos que su Aunque, ese «pensar en sí mismo» del individua-
temeridad impone a los demás. Puede que se pre- lista desesperado puede llegar a ser desconcertante.
ocupe de tener al corriente de l?ago, aunque s~~ a De tan seguro de sí mismo, el individualista desespe-
regañadientes y porque la ley lo 1mpone, una poliza rado es, ante todo, un temerario. ¿Para qué reducir la
.:¡ de seguro que cubra los daños a terceros, pero esa velocidad si tengo unos frenos magníficos? ¿Por qué
transferencia del riesgo a una compañia aseguradora no ~delantar en ese final de recta si dispongo de un
no lo hace necesariamente más consciente de lo peli- reprz.re descomunal? ¿Por qué preocuparse por una
grosos que resultan sus actos irreflexivos para otros c?lisión si voy en un todoterreno equipado con un
,,,
•il
''1,
seres humanos. Puede, además, que haya dejado a1rbag de última generación? Recordémoslo: ¡Él-
r.,
!111
dispuestas algunas previsiones para el_ caso de falle- justamente él- sí controla! Y, entonces, las normas
cimiento, aunque tampoco esa medida razonable de circulación o bien son creadas por incompetentes
parece suficiente para cubrir el impacto_ que provo:a o bien están pensadas para los mediocres, es decir
en los familiares del siniestrado un acc1dente decir- para los demás, para los que no controlan. Con
culación. esta aparente facilidad, el alarmante riesgo objetivo
No hay que olvidar que, al individualista deses- -que se resiste a la manipulación egoica- desapa-
perado, le supone una verdadt;ra dificultad pensar rece en la chistera del individualista desesperado,
en los demás. Entendámonos. El, seguramente, dirá para reaparecer luego en forma de un más tran-
que no hace otra cosa que pensar en los demás. Y quilizador riesgo subjetivo -del que sí es posible
no le faltará razón. Cierto que piensa en los demás, autoexcluirse-. No se requieren muchas luces para
sobre todo en <dos suyos», es decir en aquellos comprender la insensatez de esa pueril operación
seres que considera que forman parte de su vida. de autoengaño. El resultado es sorprendente: quién
Aunque, inevitablemente, ese pensar en los demás, solo parece pensar en protegerse a sí mismo y a su
tiene menos de auténtica empatía que de expansión prop1edad resulta ser su peor enemigo.

44 45
Un peligro para· sí mismo y, por supuesto, para Si le resulta difícil circular, al individualista des-
los demás. En eso se convierte el individualista deses- esperado -para seguir aún con el caso del tráfico-
perado, no solo cuando se pone al volante de su auto- con la debida consideración no solo por los riesgos
móvil. Básicamente por tres motivos, siniestramente más inmediatos y visibles (colisión, atropello) que
complementarios. En primer lugar, porque no atiende asume él mismo sino también por los que impone a
a razones --que podrían alertarle de los riesgos que los demás, qué decir de aquellos otros daños -menos
asume y que impone a los demás- sino que única- vi~ib~es aunque no menos catastróficos- producidos
mente está interesado en satisfacer sus deseos --que, ~s1m1smo por la circulación masiva de vehículos par-
como es sabido, solo toman en consideración aque- ~culares: la contaminación acústica que ensordece,
llos elementos de la realidad que parecen servir a su literalmente, a los habitantes de las grandes ciudades;
propósito-. E1"l:tonces, no hay más sordo que el que la ocupación abusiva del espacio público; el impacto
no quiere oír. El segundo de los motivos tiene que ver brutal en el territorio; el enorme estrés injertado en la
con la entrenada habilidad de la qué dispone el indivi- vida social; o la letal contaminación atmosférica y su
dualista desesperado para ver la imprudencia ajena e contribución crucial al cambio climático7 •
ignorar la temeridad propia. Para él, el riesg? siempre De no ser porque el individualista desesperado
lo generan los demás; por lo que se les debena casngar contempla emocionalmente anestesiado -con la
duramente. Por el contrario, él siempre sabe lo que resignación propia del que debe asumir el precio
hace y, por consiguiente, incluso para sus actos más del progreso- esa carnicería cotidiana a la que
injustificables, se cree en posesión de los atenuantes denominamos «siniestralidad vial», ¿cómo podría
apropiados para cada situación. Y, por último, aun- entenderse que se mantuviera inmutable ante esa
que no por ello lo menos importante, la peligrosidad matanza aún mayor, aunque menos visible, causada
del individualismo desesperado viene dada por el por la contaminación atribuible específicamente a la
ensimismamiento egocéntrico que la caracteriza que circulación de vehículos a motor? Ojos que no ven,
supone una restricción severa de la visión de la rea- corazón que no siente.
lidad. Desde esta perspectiva limitada, el individuo Por consiguiente, más improbable resulta, toda-
se ve a sí mismo como una entidad diferenciada del vía, que nuestro individualista desesperado pueda
resto, es decir de los demás y de lo demás. De manera llegar a reconocerse a sí mismo en la ambivalente
que sus acciones no pueden contemplar, consciente
y responsablemente, los efectos que inevitablemente
van a tener más allá de esa ilusoria frontera que sostie- 7. Recordemos que, en J~u ropa, por cada muerte causada por un accidente
ne la falsa sensación de identidad separada. de circulaciún se producen más de tres muertes debidas a la contamina-
ci{m directamente atrihuihk a los vehículos a motor.

46 47
e inquietante condición de victimario y víctima de El temerario atemorizado
la catástrofe humana y ambiental causada por el La sensación de identidad separada, en el indi-
modelo imperante de transporte de personas y mer- vidualista desesperado, no solo se materializa en un
cancías por carretera. Pero, ¿por qué no atrevernos arrogante sentimiento de omnipotencia («¡yo con-
a imaginarlo? La conciencia, como hemos visto, al trolo!») que, inevitablemente, lo precipita hacia toda
igual que el cuerpo, se despliega evolutivamente; suerte de comportamientos temerarios. A su vez, la
es decir, puede expandirse gradualmente, volverse formación de ese <<yo separado» supone el «olvido»
más nítida, más comprehensiva, más compasiva. de la realidad última del ser humano -que nos une
Entonces, recordémoslo también, el individualismo a todos y cada uno de nosotros, inextricablemente, a
desesperado no viene a definir los rasgos distintivos la Humanidad y al Universo en un Todo- y, siendo
de un grupo social condenado fatalmente a seguir como es el resultado de un falseamiento neurótico
respondiendo, eternamente, a esas pautas. Se trata, de la realidad, produce aislamiento psicológico,
eso sí, de una caricaturización, dado que lo que pre- genera una fricción constante con uno mismo y con
tende es mostrar los efectos más determinantes, en los demás (es decir tensión, conflicto, violencia)
el proceso psicosocial de producción de (in)seguri- y, en última instancia, alimenta un temor difuso
dad de las conductas humanas basadas en la exas- (inseguridad) que impregna todos los ámbitos de la
'
peración individualista. La conciencia, sin embargo, existencia.
no evoluciona mecánicamente. Lo cual resultaría, En realidad, como vimos, el <<yo separado» es
por cierto, una contradicción en los términos. Por el una concentración de angustia; concretamente, el
contrario, constituye una tarea, esforzada y constan- temor a su propia muerte o no-ser. El <<yo separado»
te, consistente en ver con la mayor nitidez posible está condenado a morir, y lo sabe, y se pasa toda su
en cada momento la realidad completa, más allá de vida tratando inútilmente de evitarlo, mediante la
la bruma formada por los prejuicios, los conceptos manipulación de su propia existencia subjetiva. El
limitados, las creencias, las formas de pensar inade- resultado de esta maniobra disparatada, insensata a
cuadas y, especialmente, el miedo. Porque, he aquí fin de cuentas_, da lugar a una de las configuracio-
que la temeridad que caracteriza al individualista nes prototípicas del individualismo desesperado: el
desesperado viene acompañada, como su contrapar- temerario atemorizado.
te ineludible, de otro rasgo no menos característico Recurriendo a la técnica de la caricatura -en
de la realidad actual: el temor que acompaña a la el sentido de destacar los rasgos que mejor pueden
producción de inseguridad. ayudar a comprender una situación paradójica-,
la dimensión singular del mundo actual puede con-

48 49
templarse como una mezcolanza grotesca, cuando veinte cigarrillos diarios (cuyo riesgo de muerte es de
no simplemente inquietante, de individuos que 1 entre 200)H.
son adictos al riesgo y, a su vez, hipocondríacos. Asimismo, en un mundo como el actual, en el
Entiéndase. Utilizamos aquí la expresión «adicción que ocupa un lugar tan preponderante el miedo,
al riesgo» para poner de manifiesto la inclinación podría sorprender el éxito de los «deportes extre-
a asumir, de forma persistente, mayores riesgos de mos» -que obtienen esa denominación por su real
los que resultarían intrínsecamente inevitables. Se o aparente peligrosidad o por las condiciones difí-
recurre, asimismo, al término «hipocondría» para ciles o extremas en las que se practican- no solo
referirnos metafóricamente a la preocupación des- entre el público sino también entre los comerciantes
mesurada e incluso obsesiva por la seguridad, que de bebidas, alimentos, complementos alimenticios
no solo se somatiza en una mayor inseguridad sino o incluso de tabaco. Entre estos deportes podemos
que también determina la adopéión de medidas de
seguridad inapropiadas, desproporcionadas o sim-
plemente contraindicadas. Y juntamos copulativa- S. Diversos estudios hechos en paises gue tradicionalmente han impulsado
estas investigaciones -como los Países Bajos o los J \stados Unidos, en
mente ambos términos --<<adicto al riesgo» e «hipo-
los <-]Ue esta cuestiún está muy ligada a los seguros- han llevado a la
condríaco>>-- con el propósito explícito de llamar la conclusión <-]U e 1O_,., es un valor de riesgo guc no preocupa al individuo
atención hacia la, solo en apariencia, contradictoria medio. Es el riesgo asociado a catástrofes naturales: caída de rayos,
actitud con relación a la seguridad que resulta propia picadura de insectos, inundaciones, etcétera. La gente cree gue es un
del individualismo desesperado. riesgo gue corresponde a accidentes gue solo pueden ·su cederles a otras
El temerario atemorizado, paradójicamente, personas. Casal ofrece una serie de valores de riesgo individual de muerte
por diferentes causas en Gran Bretaña y los Estados" Unidos, extraídos de
logra simultanear una injustificada despreocupa- diversas estadísticas:
ción ante ciertos riesgos (en muchos casos, los más
graves) con una preocupación exagerada ante otros
(con frecuencia los menos relevantes). Sin necesi-
dad de rebuscar, podemos pensar en una situación
frecuente: una persona a la que le produce pánico
la simple posibilidad de subir a un avión (el riesgo
de muerte es de 1 entre 10 millones), no se inmuta
viajando a diario en automóvil (1 entre 5.900) o,
cada vez más, en moto (1 entre 1.000) y, en no pocas
ocasiones, mantiene el hábito letal de fumar más de

50 51
encontrar: carreras automovilisticas y motociclistas, Otro rasgo no menos llamativo del temerario
surf, barranquismo, bungee o caída libre, carreras de atemorizado consiste en que teme a quién no debe
supervivencia o raids, descenso de ríos o f?ydrospeed, y se confía ante quién debería precaverse. Es sabido
escalada en hielo, escalada en roca en libre, paracai- y no solo por los investigadores policiales que la
dismo, esquí extremo, snowboard extremo, para- inmensa mayoría de los homicidios son cometidos en
pente, patinaje agresivo, submarinismo a pulmón el interior del hogar, bien por un familiar, bien por un
libre, puenting y otras candidaturas al suicidio. Pero conocido cercano de la víctima. Esto no impide que
también debería aplicarse el calificativo de extremo a siga plenamente vigente en el imaginario colectivo el
todos aquellos deportistas que están practicando su ancestral temor al extraño y, asimismo, la evitación
deporte en unas condiciones de creciente exigencia de determinados lugares públicos cuando se trata de
competitiva que pueden convertir -por la gene- adoptar medidas elusivas dictadas por el miedo a ser
ralización del dopaje, por ejemplo- una práctica asesinado. En otras palabras, la futura víctima pre-
deportiva normal e incluso masiva en una actividad tende alejarse del peligro imaginado (el amenazante
de gran riesgo para la salud de sus practicantes, ya extraño .agazapado en una lúgubre esquina) refugián-
sean montañistas, atletas, gimnastas, ciclistas u otros. dose en su tasa (de hecho, el ámbito más propicio a
Sin embargo, al mismo tiempo que se expan- los homicidios) en compañía de sus familiares Oos
den las conductas arriesgadas, aumenta también el principales candidatos a cometer estos crímenes).
interés por la protección económica de bienes o Adicto a la estrategia del avestruz 9 , el temerario
personas ante posibles daños que pudieran sufrir en atemorizado se preocupa de lo que le asusta más que
el futuro. Por ello, se aseguran todo tipo de cosas - de lo que le amenaza. Y, por consiguiente, antepone
tanto materiales (coches, viviendas, negocios, etcéte- la sensación de seguridad a la seguridad efectiva.
ra) como inmateriales (perjuicios económicos, para- ¿Deberíamos concluir que esta actitud ante el riesgo
lización de actividad, etcétera)-, además de la vida constituye una arbitrariedad incomprensible? No
y el patrimonio. Son innumerables, pues, los objetos necesariamente. Primar, en la búsqueda de seguri-
posibles de un contrato de seguro: de accidentes, de dad, ahuyentar el temor a afrontar el peligro cons-
asistencia de viajes, de automóviles, de enfermedad, tituye una estrategia tan insensata como, en última
contra incendio, de orfandad, contra robo, de trans-
porte, de vida, de intereses, de personas. Pero tam-
bién, aunque menos comúnmente, resulta incluso 9. l ,a expresión «estrategia del avestruz» se utiliza aquí para designar la pri-
factible asegurar lo más impensable, desde una parte macía acordada, en la húsLllleda individual de seguridad, a la sensación de
del cuerpo hasta el resultado de un sorteo. seguridad en detrimento de una seguridad efectiva.

52 53
instancia, congruente con el modo de vida propio El ansia de poder, en el individualista desespe-
del individualismo desesperado. rado, conlleva -como hemos visto- la fe en que
los otros seres deben, por naturaleza, sacrificarse
El depredador energético por nosotros; puesto que la satisfacción de «mis»
La exacerbación del individualismo que caracte- deseos constituye la piedra angular de una existencia
riza la realidad actual no solo cristaliza, sin embargo, psicológicamente aislada. Ciertamente, solo el ansia
en esa peculiar configuración pr~totípica -.a la que de poder parece capaz de impulsar al individuo a
hemos denominado «el temerano atemonzado»- sobrepasar el límite del esfuerzo requerido para
que consiste en esta mezcolanza parad~jica de adic- obtener lo verdaderamente necesario para vivir -
ción al riesgo e hipocondría que ~ontnbuye, en. ~o alimento, ropa, resguardo- y a creerse obligado
poca medida, al proceso psicosoctal de produccton a competir constantemente con todos los demás,
de inseguridad. . solitaria y encarnizadamente, para acumular la mayor
En efecto, la inclinación a asumtr, de forma cantidad posible de recursos -no solo materiales,
reiterada, mayores riesgos de los que resultarían sino también informacionales-, pero también de
intrínsecamente inevitables constituye, juntamente reconocimiento y, en definitiva, en forma de sensa-
con el miedo 10 , los componentes esenciales de un_a ción de seguridad.
existencia psicológicamente aislada. Fruto de la esct- El «yo separado» supone, como ha quedado
sión egocéntrica, la adicción al rie~go_ v_iene dada por dicho, el «olvido» del vínculo que nos une a la
la preeminencia imperiosa, en elt~dtvtduo desespe- Humanidad y al Universo en un Todo. Ese olvido
rado, del ansia de poder obtener nquezas, honores, crucial, en la esfera de la conciencia, constituye una
reconocimiento, placer y, en definitiva, superio:idad forma de falseamiento neurótico de la realidad que
sobre los demás. Y, a su vez, el correspondtente condena al individuo a perseguir desesperadamente
miedo a no poder asegurarse la satisfacción constan- la realización personal a través del reconocimien-
te de los deseos en el futuro cristaliza en forma de to -en todas sus expresiones- obtenido de los
inseguridad crónica y, en su expresión extrema, en demás.
actitudes hipocondríacas. Así pues, el individuo egocéntrico, necesita aca-
parar la atención constante de los demás, ya sea en
10. «"Miedo" es el nombre gue damos a nuestra "incertidumbre": a nuestra forma de comprensión, de entrega y, en definitiva,
"ignorancia" con respecto a la amenaza y a lo gue hay gue "hacer" -a lo de reconocimiento. Lo cual resulta lógico, pues-
gue puede y no puede hacerse- para detenerla en seco, o para combatirla, to que se trata en buena medida de una habilidad
si pararla es algo gue está ya más allá de nuestro alcance.» (Bauman, 2007).
aprendida y desplegada en una etapa del desarrollo

54 55
humano -la runez- caracterizada por un nivel castas de los más ricos, los más poderosos, los más
todavía incipiente de conciencia y es, por tanto, en atractivos, los más elegantes, los más inteligentes, los
este estadio temprano de evolución que el cachorro más habilidosos, los más fuertes, los más resistentes
de depredador aprende a lograr que los demás, espe- los más creativos, los más populares; pero tambié~
cialmente los más próximos, se preocupen específi- los más feos, los peor vestidos, los más crueles, los
camente de él, le consagren su tiempo, se esfuercen más temidos o los más odiados. Todo vale, con tal
por entender sus deseos y se apliquen cuidadosa- de ser «el más»: obtener el Premio Nobel o resultar
mente a satisfacerlos de la forma apropiada. Que lo vencedor en un reafiry .rhmv, proclamarse miss univer-
hagan movidos por el afecto o bien por el cálculo so o gozar de un dudoso protagonismo en la crónica
interesado e incluso por el temor, llegado el caso, negra. Y a sea aterrorizando o seduciendo, dominan-
puede resultar irrelevante para la expansión incesan- do o manipulando, lo que parece estar siempre en
te e insaciable de ese <<yo separado» que convierte al juego para el depredador de energía humana es con-
individualista desesperado en un voraz depredador vertirse en un imán capaz de atraer -cuanto más
de energía humana. mejor- la mirada de los demás y, con ella, el refor-
Como si de un videojuego se tratara, la trayec- zamiento de su sensación de identidad separada.
toria del depredador energético se mide en unidades Esta estrategia de poder -consistente en mani-
lt·i

¡¡;;, de tiempo, de afecto, de entrega, de comprensión, pular a otras personas con el propósito de obtener
11¡¡'
de reconocimiento o de temor obtenidos de los una energía suplementaria que creemos necesi-
demás. ¿En qué consiste la dificultad del juego? El tar-, produce una indudable sensación de euforia
l>¡¡i
•h¡l

individualismo desesperado, recordémoslo una vez momentánea al depredador que captura una presa.
más, no describe una patología que pueda atribuirse, Sin embargo, ese efímero goce individualista -equi-
reductivamente, a un grupo aislable de individuos, parable, probablemente, a los efectos euforizantes
sino que constituye una caracterización de una fase del alcohol o la cocaína- apenas logra encubrir el
evolutiva en el desarrollo del potencial humano. Lo sufrimiento que genera -no solo en la víctima sino
cual significa que no solo a escala local, sino también también en el victimario- esta competencia avari-
globalmente, una multitud de depredadores compi- ciosa, necesariamente conflictiva y finalmente insen-
ten ferozmente entre sí con el propósito común de sata, por acaparar más energía de la que realmente
lograr la mayor cantidad posible de la energía huma- cada uno necesita para vivir.
na disponible. Los efectos destructivos de ese vasto juego de
De esa lucha cruenta -en la que únicamente dominación, en el ámbito de las interrelaciones per-
sirve ganar- emergen, selectivamente, las nuevas sonales, se hacen cada día socialmente más visibles y

56 57
con ello menos tolerados mediante la proliferación El resultado de todo juego de poder suma siem-
de distintas formas de violencia que, sin embargo, pre cero y, por consiguiente, lo que se lleva el gana-
vienen a expresar un mismo conflicto básico: la com- dor lo obtiene, fatalmente, del perdedor. Nadie gana
petencia por la energía humana. A modo de seísmo, si alguien no pierde. De manera que la lucha por la
cuyo epicentro se ubica en el conflicto interno que energía humana nos conduce, inevitablemente, a un
estremece -es decir tensa y a la vez atemoriza- callejón sin salida: los perdedores se ven privados de
al individuo aislado psicológicamente, los efectos los recursos necesarios para la existencia, en tanto
devastadores de esta estrategia de poder se expanden, que los vencedores acumulan mucho más de lo que
en círculos concéntricos, desde el núcleo básico de las son capaces de consumir. Con lo cual, mientras unos
relaciones familiares hasta la esfera universal. Y a sea malviven, enferman y mueren a causa de la desnutri-
en la pareja, la familia, la escuela o el trabajo, la pre- ción, los otros se pudren por exceso. Pero también,
sión ejercida sistemáticamente, de forma consciente en el plano psicológico, el resultado de esta lucha de
o bien inconsciente, por un individuo sobre otro poder nos precipita hacia una situación no menos
con el fm de obligarlo -ya sea mediante métodos explosiva: en tanto unos pocos individuos consiguen
persuasivos, seductores o amenazadores- a actuar captar la atención de los demás -con la máxima
no según su propia conveniencia sino conforme al acumulación posible de popularidad, dinero, presti-
capricho del depredador, tarde o temprano y de una gio, influencia, poder en definitiva- los más deben
u otra forma cristaliza en violencia. contentarse con el papel de meros espectadores de
Sin perder de vista que esta estrategia de domi- un festín de gloria -exacerbado por la industria
nación se trata de un recurso generalizado -que, sin global del entretenimiento- al que no son invitados
embargo, acostumbramos a imputar exclusivamente a participar.
al «otro>>- y, por consiguiente, que determina la
confrontación inevitable entre voluntades contra- El perdedor radical
puestas de dominación. O, dicho, en otras palabras: En el escenario global, el éxito de los depreda-
lo que yo pretendo obtener de los demás es lo dores de energía humana cristaliza en una ostentosa
mismo que los demás quieren conseguir de mí. N o acumulación de dinero, reconocimiento y poder
cabe, entonces, más que competencia encarnizada en manos de una relativamente reducida constela-
por la energía humana, conflictos incesantes que ción de directivos de corporaciones multinacionales,
se materializan en múltiples formas de violencia, modistos y modelos de alta costura, deportistas de
vencedores y vencidos, agravios y venganzas en un elite, especuladores financieros, políticos y altos fun-
círculo perverso que tiende a perpetuarse. cionarios internacionales, estrellas cinematográficas,

58 59
músicos y cantantes, banqueros, traficantes de seres da nombre al individuo dispuesto a todo hasta las
humanos, drogas y armas. Entre los restos humean- últimas consecuencias.
tes de esta inacabable lucha por el poder --de la que Nada más inquietante que un individuo dis-
solo unos pocos parecen resultar momentáneamen- puesto a todo hasta las últimas consecuencias. Y
te indemnes- emerge, por doquier y cada día más nada que hacer, realmente efectivo, para evitarlo;
desafiante, la lúgubre figura del perdedor radical. ni siquiera, quizás, para predecirlo. ¿Quién hubiera
En una inquietante secuencia, Enzensberger podido imaginar que ese vecino ejemplar, discreta-
ubica al perdedor radical extramuros del conti- mente amable, cumplidor estricto de las normas de
nuo, integrado por los descabalgados del llamado convivencia cívica y siempre al corriente en el pago
progreso, que enlaza al fracasado -al que solo le de las cuotas de la comunidad de vecinos, estaba tan
queda resignarse a su suerte-, a la víctima -que cerca de dirigirse al armario del dormitorio, esa tarde
únicamente reclama satisfacción- y al derrotado en apariencia como cualquier otra, desenvolver y
-que se prepara para el siguiente asalto-. Más allá, cargar la vieja escopeta de caza, caminar lentamente
mucho más allá, el perdedor radical se invisibiliza hacia la cocina, apuntar por detrás a la cabeza de su
socialmente, incuba su rabia irreductible y aguarda esposa, mientras ésta preparaba la cena, y dispararle
estoicamente a que llegue su momento. sin parpadear? O, ¿qué decir ante el horror perpe-
En la antípoda del ganador radical, el perde- trado, en las aulas y en los pasillos de un instituto
dor radical se nos aparece, convertido en pesadilla, de enseñanza media, por un joven que ha sido com-
como la plasmación extrema de los peores presa- pañero de curso de esos chicos y esas chicas, desde
gios contenidos en la expansión del individualismo hace años y hasta ahora mismo, cuyos cuerpos yacen
desesperado y, en particular, de la guerra sin cuartel inertes, ensangrentados, sin haber tenido tiempo de
por capturar la energía de los demás. A diferencia comprender porque les han disparado?
del fracasado, el perdedor radical descarta cualquier La dificultad para predecir el momento y el
forma de resignación. Por su parte, no le une con la lugar, incluso la forma, en que finalmente habrá
víctima la modesta expectativa de obtener una sim- de producirse la eclosión violenta -y casi siempre
ple reparación y, probablemente, incluso la detesta sorprendente- del perdedor radical no le convierte,
por lo que considera un rasgo indudable de pusilani- sin embargo, en una figura excepcional. En absolu-
midad. Y no puede, bajo ningún pretexto, admitir el to. Más que señalar una patología rara, que se pre-
limitado horizonte del derrotado, que no le permite sentaría a través de unos síntomas que permitirían
ver más allá del próximo asalto. Ni resignado, ni identificar a quién la padece, la figura del perdedor
pusilánime, ni limitado, la figura del perdedor radical radical constituye una caracterización prototipica de

60 61
los efectos más aparatosos, y por ello también más tan larga y dolorosamente incubada en la soledad
visibles, de la exasperación individualista. y la amargura, ya no permiten menos que arrasar
Sometido a una presión social extrema -sea con todo. Destruir la propia vida y la de los demás,
real o percibida-, el perdedor radical se forja al por supuesto. Pero no siempre resulta suficiente.
mismo ritmo que va perdiendo la esperanza de Hay que darle -al mundo- una lección, graba-
encontrar su lugar en el mundo. Con toda proba- da a fuego, que no pueda olvidar jamás. Ese es el
bilidad, de todas las formas de exclusión social que momento culminante al que aspira, para el que se
puede sufrir un individuo, el perdedor radical expe- prepara incluso antes de saberlo, el perdedor radical.
rimenta la más implacable. Y, una vez abandonada Y, ¿qué ocurre -como se pregunta
toda esperanza, ¿qué puede evitar que el individuo Enzensberger- cuando el perdedor radical supera
desesperadamente dispuesto a todo se convierta en su aislatniento, cuando se socializa y encuentra una
una auténtica bomba de relojería? patria de perdedores en la que se siente aceptado,
La energía que impulsa al perdedor radical es, comprendido, útil? De esa perspectiva inquietante
esencialmente, autodestructiva. El aislamiento psi- nos deberemos ocupar, sin embargo, más adelante.
cológico, la desesperanza y la frustración convierten
al perdedor radical, ante todo, en un firme candidato
al suicidio. Podrá cumplir esa aciaga profecía antes 5. La búsqueda individual de seguridad
o después y ejecutarla con aparatosidad o bien con
discreción. No hay que olvidar, sin embargo, que al La búsqueda individual de seguridad constituye,
perdedor radical, a medida que le abandona la espe- de hecho, una contradicción en los términos y la per-
ranza le inunda una rabia incontenible. Y esa rabia sistencia insensata en este despropósito solo puede
irreductible difícilmente se logra encauzar hacia un terminar convirtiéndola en parte del problema más
propósito, únicamente, suicida. Son muchos los que de la solución.
culpables y muy profundos sus agravios como para Hemos visto como el individualismo desespe-
que permita que queden impunes. Y menos ahora, rado se forja, de dentro hacia fuera, en la fricción
es decir en el instante crucial en el que el simple fra- interna entre deseos incompatibles entre sí y, a su
casado, la víctima, el derrotado se han convertido en vez, entre deseos y deberes; y, en última instancia,
un perdedor radical y, por consiguiente, en el indi- por la resistencia numantina a aceptar la realidad
viduo que está desesperadamente dispuesto a todo. incomprensible de la muerte. Inevitablemente, esta
El perdedor radical ya no se conforma con fricción constante genera una gran tensión que
menos. Ya no. La desorbitada acumulación de rabia, se acumula en forma de ansiedad y que requiere,

62
UNiVERSlDAD DE ANTIOQUIA
imperativamente, ser descargada regularmente. Ahi La paradójica conversión de la búsqueda indivi-
radica, en definitiva, el conflicto originario. dual de seguridad en factor principal de inseguridad
A su vez, de fuera hacia dentro, el individuo se materializa, de forma específica, en cada una de
contemporáneo se ve sometido al doble acoso de las distintas configuraciones psicosociales a que da
la globalización homogeneizadora y de la reacción lugar la exacerbación individualista y que hemos
particularista. Ante esa acometida, el individuo se visto en el punto anterior. Así, en la figura del teme-
parapeta en la sensación de identidad separada Oa rario atemorizado, la inclinación a asumir mayores
escisión egocéntrica) y, para ello, traza una frontera riesgos de los que resultarían realmente inevitables
psicológica que le permita salvaguardar -ilusoria- precipita al individualista desesperado hacia toda
mente, claro está- todo lo que considera que da suerte de comportamientos imprudentes pero, al
sentido a su existencia y, de esta forma, alejarse de mismo tiempo, esa adicción al riesgo debe convivir
la muerte. Esa frontera originaria, como cualquier problemáticamente con una preocupación desmesu-
otra, constituye el ámbito propio del conflicto y, por rada e incluso obsesiva -a modo de hipocondría-
consiguiente, solo puede proporcionarle un sucedá- por la seguridad. Por su parte, la caracterización del
neo de seguridad que, en realidad, se convierte en la depredador energético pone de manifiesto el absur-
principal fuente de su inseguridad. do problema de inseguridad real provocado por la
Esta estrategia del avestruz, lejos de aportar la competencia avariciosa por acaparar la energía: los
anhelada seguridad individual, supone un alejamiento perdedores se ven privados de los recursos -mate-
imprudente de la conciencia de la propia vulnerabili- riales y psicológicos- necesarios para su existencia,
dad tanto como del peligro que supone, el individua- en tanto que los vencedores acumulan mucho más
lista desesperado, no solo para sí mismo sino tam- de lo que son capaces de digerir. Finalmente, cotno
bién para los demás. Y es que, con toda probabilidad, la plasmación extrema de los peores augurios de
no existe peor -por contraproducente- estrategia inseguridad contenidos en la expansión del indivi-
de seguridad que la dictada por el desconocimiento dualismo desesperado, más allá del simple resenti-
del problema que pretende resolver, por la incons- miento e incluso de la exigencia de reparación o del
ciencia acerca de los factores que lo alimentan, por el deseo de venganza, la inquietante figura del perde-
autoengaño que supone preferir una falsa sensación dor radical da nombre al individuo dispuesto a todo
de seguridad a una aceptación lúcida y valerosa de hasta las últimas consecuencias.
la inseguridad; en definitiva, por la irresponsabilidad En todo caso, la búsqueda individual de segu-
que permite considerarse a uno mismo como parte ridad, siendo como es la estrategia propia del indi-
de la solución y en ningún caso del problema. vidualismo desesperado, es incapaz de aportar una

64 65
respuesta sólida y sostenible a la necesidad de garan- y confrontación con los demás que compiten, en
tizar la preservación de los elementos que resultan un espacio común, por lograr la misma quimera y,
esenciales para el pleno despliegue del potencial por consiguiente, mayor inseguridad para todos. Sin
humano. Más temprano que tarde, los esfuerzos embargo, no es necesario aguardar a que ocurra la
por escapar individualmente del peligro se revelan tragedia excepcional para constatar los resultados
inoperantes, cuando no contraproducentes y, en no funestos de la búsqueda individual de seguridad. Y
pocas ocasiones, trágicos. A ello contribuye enor- no hay que ir, tampoco, muy lejos.
memente, cabe recordarlo, que esas estrategias ego-
céntricas están dictadas por el temor o, en su caso, La mercantilización de la seguridad
por el pánico. De hecho, ¿cuál es la escalofriante La ciudad actual se ha convertido, como dice
pauta de conducta que causa una masacre en los Castells, en un espacio despersonalizado y racio-
intentos multitudinarios de escapar de un incendio nalizado, expuesto a una exacerbación del indi-
-ni siquiera necesariamente importante- en la vidualismo como única defensa posible ante un
oscuridad de una discoteca? U na multitud presa del desequilibrio general motivado por la multiplicidad
pánico solo tiene un objetivo en mente: escapar lo de pulsiones contradictorias. Esta exasperación indi-
más rápidamente posible. Y, para ello, la fuerza de vidualista conlleva que cada persona puede mezclar-
una multitud se ha revelado capaz de derribar muros se con las otras y apenas verlas, tocarlas, pero no
y doblar obstáculos de acero (Ball). Cualquier inci- sentirlas; existe solo en sí misma y para sí misma. Lo
dente puede activar el pánico y generar una autén- cual se debe a una paradoja propia del orden urbano:
tica estampida, convirtiendo de esta forma a una la ciudad supone una densificación enorme de las
multitud de individuos en una masa gregariamente relaciones sociales y, sin embargo, una ruptura brutal
precipitada hacia lo que se supone una salida y, en de aquel vínculo orgánico que unía a los individuos.
realidad, habrá de resultar, con la máxima probabi- De manera que, estos nuevos territorios de la globa-
lidad, en una muerte espantosa por aplastamiento. lización, reproducen esta forma de individualistno
En efecto, la simple agregación de una multipli- desesperado que viene marcado por el aislamiento
cidad de esfuerzos individuales no solo no garantiza psicológico y que, a su vez -remarca Putman-,
el logro del bien intrínsecamente colectivo de la destruye el capital social sin el cual no es posible el
seguridad, sino que puede llegar incluso a compro- buen funcionamiento de la sociedad civil y, en defi-
meterlo gravemente. Dicho en otras palabras, cuan- nitiva, de la democracia.
to más esfuerzo por lograr una seguridad individual En medio de este territorio inhóspito, la crea-
de uso exclusivo, mayor tensión, mayor conflicto ción de auténticas burbujas de seguridad, surgidas

66 ó7
de la segregación social y espacial caracteriza, cada mercantilización de la seguridad 11 - a una peque-
dia más, la vida de las grandes ciudades en el mundo. ña parte de la población, en una parte altamente
Como consecuencia de la creciente utilización de la protegida del territorio, el disfrute ilimitado de las
inseguridad como argumento importante del mar- libertades ofrecidas por el mercado; y, por el otro,
keting inmobiliario, se está transformando la mor- en imponer inapelablemente al resto de la población,
fología de algunas de las más importantes ciudades en el resto desprotegido de ese mismo territorio, el
que se han empeñado en crear «Zonas residenciales padecimiento de la contraparte del progreso econó-
de supresión de riesgos» solo al alcance de las clases mico: los riesgos, los conflictos, la inseguridad.
acomodadas. Estas comunidades cerradas (gated Sin embargo, como el deseo, el miedo es insa-
communities), de inevitables resonancias neofeudales, ciable. Y, en el mercado de la seguridad, ningún
responden inicialmente a un intento de las clases nivel de protección, por elevado que pueda parecer,
sociales acomodadas de reunirse y fortificarse a jamás resultará suficiente. Entonces, la búsqueda
fin de aislarse de una realidad social que se percibe de seguridad impulsada por el temor no se satisface
como irremediablemente peligrosa. con el logro de un nivel razonable -y, por consi-
Esta estrategia de seguridad, basada en cerrar guiente, siempre limitado- de protección ante los
el espacio público como si ésta fuese la causa de la riesgos propios de la vida en comunidad. Así pues,
inseguridad urbana (Borja), aunque no logre modi- la búsqueda individual de seguridad en el mercado
ficar las tasas de delincuencia (seguridad efectiva), de consumo masivo y compulsivo no pretende tanto
consigue que los residentes de estas comunidades satisfacer una necesidad real -obtener un nivel
cerradas se sientan momentáneamente más seguros razonable de protección- como alimentar un deseo
(sensación de seguridad). En contrapartida, este -ahuyentar el miedo. Por consiguiente, el marke-
afán por perseguir una seguridad ilusoria, va gene- ting de la industria privada de la seguridad se dirige a
ralizando una ciudad dual en la que, por una parte, ofrecer, cada vez más sensación de seguridad que no
proliferan las urbanizaciones blindadas, ocupadas seguridad efectiva a unos sectores sociales atrapados
por clases altas y medias, en las que sus habitantes neuróticamente en los propios miedos.
se aíslan y tratan de protegerse tanto de <dos otros» En última instancia, la mercantilización de la
como de sus propias fobias, imaginarias o reales; y, seguridad transforma a los ciudadanos en consu-
por otra, se dejan abandonados a su suerte los subur- midores de servicios de seguridad, lo que impacta,
. bios y tugurios «sin ley».
Este sistema de reasignación forzosa de riesgos
consiste, por un lado, en asegurar -a través de la 11. El fenómeno de la mercantilizaciún de la seguridad se desarrolla en
Curhct, 2009.

68 69
por supuesto, en la policía pública. De manera que económica secundaria y poco prestigiada, para situar-
la policía resulta desgarrada por la acción de fuerzas se entre los sectores económicos más importantes ~
contradictorias. Así, por un lado, el rigor presupues- escala mundial y, como hemos visto, con un ritmo de
tario impuesto por la gobernanza neoliberal restringe crecimiento más importante: con 325 mil millones de
la capacidad estatal para desarrollar políticas públicas euros, facturados en el año 2005, la industria privada
de seguridad; por el otro, las organizaciones públicas de la seguridad se situaba a tan solo la mitad del total
de policía son arrastradas <<hacia arriba>> a fin de poder de la industria mundial del automóvil.
combatir mejor el crimen organizado y el terrorismo
transnacionales. Y, entonces, los vendedores priva-
dos de seguridad se afanan en denunciar el déficit 6. Aceptar la inseguridad
local de seguridad que presenta la oferta estatal y,
por consiguiente, encuentran ahi el elemento central Únicamente una aceptación sin reservas de la
de la estrategia de marketing que viene insuflando el inseguridad inherente a la existencia, por efecto
crecimiento espectacular de la industria privada de de la ley del esfuerzo invertido, nos puede aportar
la seguridad. La paradoja radica en que esta inter- auténtica seguridad. Claro está, ello significa asumir
vención privada, lejos de suponer una reducción de plenamente que vivimos una existencia finita, llena
la inseguridad objetiva, alimenta la inseguridad sub- de percances y cuyo final inevitable es la muerte. Y
jetiva que, a su vez, genera una mayor demanda de actuar en consecuencia, por supuesto.
seguridad. El círculo vicioso está cerrado. Esta realidad evidente, sin embargo, es negada
No puede sorprender, entonces, que el merca- hasta el absurdo por el individualista desesperado.
do mundial de la seguridad comercial --dominado Tanto más en sus pensamientos y en sus actos que
por un pequeño grupo de empresas multinacionales en sus palabras, el individualista desesperado sostie-
que constituyen redes de seguridad transnacionales ne contra viento y marea la ilusión pueril consistente
complejas- esté viviendo, desde hace años pero en desconocer la condición intrínsecamente insegu-
especialmente a partir de 2001, un crecimiento espec- ra de la existencia.
tacular sostenido en todo el mundo. Según los datos Desde esta perspectiva ilusoria, la inseguridad
aportados por Haas, el sector privado de la seguridad aparece inevitablemente como un suceso imprevi-
creció dos veces más rápido (8-9°/o, desde 2001 hasta sible, un accidente, cuando no una catástrofe y, en
2005) que el conjunto de la economía mundial (4°/o, todo caso, como una anomalía existencial de la que
en 2005). Hasta el punto que, actualmente, la industria hay que alejarse cuanto antes mejor. Y es que, para
privada de la seguridad, ha dejado de ser una actividad el individualista desesperado, el estado natural de

70 71
una existencia ajustada a sus deseos solo puede ser, decir, absurda pero inevitable- como si en ello le
tautológicamente, la plena y constante satisfacción fuera la vida.
de todos y cada uno de sus deseos. Por lo que, en La persistencia en esta búsqueda de seguridad,
esta peculiar visión de la vida, no cabe lo imprevis- que nos aleja de la fuente de la inseguridad, no solo
to y aún menos lo indeseado, el contratiempo, la resulta infructuosa sino también contraproducente.
enfermedad, el dolor, el miedo y, en última instancia Como todo esfuerzo sostenido que, sin embargo,
aunque omnipresente, la muerte. "¿Por qué a mí?" jamás logra su propósito, la búsqueda individual de
se constituye en el mantra con el que el individualista seguridad alimenta la tensión interna y la frustra-
desesperado pretende, una y otra vez, ahuyentar el ción del individualista desesperado. Obcecado en la
maleficio de los sucesos indeseados. creencia de que no existe otra forma de enfrentar la
Esta actitud pueril ante la inseguridad conlleva, inseguridad, ante cada nuevo fracaso, es incapaz de
ineludiblemente, darle la espalda al problema que cuestionar la visión egocéntrica que determina sus
nos inquieta. Lejos de aportarnos ninguna solución ineficientes estrategias de seguridad.
real, esta táctica evasiva nos aleja de la realidad
que se hace visible con esta forma inquietante que
siempre adopta el suceso imprevisto, impactante, Tánatos fue a buscarle, Sísifo le puso grilletes, por lo gue nadie murió
duro, incomprensible. Y, alejándonos del problema, hasta que Ares vino, liberó a Tánatos, y puso a Sísifo bajo su custodia.
Pero Sísifo aún no había agotado todos sus recursos: antes de morir
¿cómo podríamos hallar la solución?
le dijo a su esposa que cuando él se marchase no ofreciera el sacrificio
La búsqueda individual de seguridad es, por habitual a los muertos, así que en el infierno se guejó de que su esposa
tanto, un intento de escapar de la inseguridad. Buscar no estaba cumpliendo con sus deberes, y convenció a 1Iades para que le
las llaves no dónde se han perdido sino dónde hay permitiese volver al mundo superior y así disuadirla. Pero cuando estuvo
más luz. No hace falta insistir: se trata de un esfuerzo de nuevo en Corinto, rehusó volver de forma alguna al inframundo, hasta
que allí fue devuelto a la fuerza por 1Icrmes.
condenado al fracaso. Lo cual no impide que, el indi-
1\n el Tártaro, Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta
vidualista desesperado, se aplique con una tenacidad arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de
digna de mejor empeño a esta tarea sísifica12 --es la colina la piedra siempre rodaba hacia ahajo, y Sísifo tenía que empezar
de nuevo desde el principio. El motivo de este castigo no es mencionado
por Homero, y resulta oscuro (algunos sugieren que es un castigo irónico
12. En la mitología griega, Sísifo fue fundador y rey de Corinto. Fue pro- de parte de Minos: Sísifo no guería morir y nunca morirá pero a cambio
motor de la navegación y el comercio, pero también avaro y mentiroso. de un alto precio y no descansará en paz hasta pagarlo). Según algunos,
Recurrió a medios ilícitos, entre los que se contaba el asesinato de via- había revelado los designios de los dioses a los mortales. De acuerdo con
jeros y caminantes, para incrementar su riqueza. Desde los tiempos de otros, se debió a su hábito de atacar y asesinar viajeros. También se dice
1Iomero, Sísifo tuvo fama de ser el más astuto de los hombres. Cuando aun después de viejo y ciego seguiría con su castigo.

72 73
Con todo, la desesperación max1ma constitu- mite el despliegue de nuevas y mayores capacidades
ye, paradójicamente, el momento crucial para la Qa búsqueda de «nuestra» seguridad).
evolución consciente. La regla básica de la evolu-
ción consiste, justamente, en que cada uno de los
estadios -por su propia lógica interna- debe ser
desarrollado plenamente y, una vez alcanzado su
techo, no cabe sino seguir desplegando el potencial
en un nivel inmediatamente superior. Así, como la
serpiente muda la piel que limita su crecimiento, en
el ser humano, el niño se transforma sucesivamente
en adolescente, en joven, en adulto y en anciano.
También la conciencia se despliega en oleadas que,
integrando la precedente, se abre a una visión cada
vez más nítida, es decir más amplia y profunda, de
la realidad.
La visión de la inseguridad propia del estadio
egocéntrico se despliega en una fase muy limitada
de la expansión de la conciencia y, por consiguien-
te, alcanza pronto su techo. Esto no desmiente, en
absoluto, la importancia crucial de dicho estadio
evolutivo. En otras palabras: el final del recorrido
de la búsqueda de «mi» seguridad abre la puerta a
la emergencia de una preocupación por «nuestra>>
seguridad. De manera que, una vez completada la
evolución, el nuevo estadio integra al precedente
(«mi» seguridad) en otro jerárquicamente superior
(«nuestra>> seguridad). En este caso se trata de un
estadio jerárquicamente superior debido, precisa-
mente, a que se muestra capaz de incorporar los
resultados logrados en la fase anterior Qa preocupa-
ción exclusiva por «mi» seguridad) y, a su vez, per-

74 75
Capítulo II

EL HORMIGUERO ENLOQUECIDO

La conciencia individual no existe en el vacío,


sino que se halla inextricablemente inmersa en un
sistema integrado de valores, creencias y conductas
que asociamos con el fenómeno de la cultura. Por
ello, Neumann advirtió que la realidad del mal que
asalta al individuo no procede solo de su realidad
individual, sino que se proyecta también como ela-
boración propia de una situación colectiva. La trage-
dia de un individuo, pongamos por caso, que asesina
a su mujer es el escenario en el que la comunidad
lleva a su desenlace fatal el conflicto derivado del
cambio ·en las relaciones entre los sexos; problema
cuya significación y efectos son colectivos y trascien-
den el conflicto individual. Y, al mismo tiempo, las
fuerzas creadoras del inconsciente que, en el sujeto,
señalan nuevas vías, no son solo sus fuerzas indivi-
duales, sino la configuración subjetiva del aspecto
creador de la comunidad, es decir del inconsciente
humano común.
Sin embargo, esta conexión íntima entre las
esferas individual y colectiva de la realidad humana,
según Neumann, no parece haber enraizado sufi-
cientemente todavía en este mundo dualísticamente

77
escindido. Esto impide la comprensión de la unidad por el egocentrismo -.-proceso de socialización-.
intrínseca de la existencia, en la que cada individuo Aunque cabe preguntarse: ¿qué es primero, el huevo
es un órgano de la comunidad cuya común estruc- (la introspección) o la gallina (la acción)? Capra
tura lleva en su inconsciente colectivo propio y en la nos recomienda no olvidar que la acción humana
que lo colectivo no es una abstracción, sino la uni- se origina a partir del significado que atribuimos a
dad efectiva de todos y cada uno de los individuos nuestro entorno. Ciertamente, el comportamiento
en los cuales está representado. Por lo que la inquie- de cualquier sistema vivo está constreñido, pero no
tante realidad del mal, en sus múltiples materializa- determinado, por fuerzas externas a él. Sin embargo,
ciones, resulta incomprensible desde esta conciencia la autonomía de los sistemas vivos no debe ser con-
fragmentada. fundida con su independencia; puesto que los orga-
De manera que el individuo, ese ser social que nismos vivos no están aislados de su entorno, sino
no podría vivir sin los demás, es también un ser que interactúan continuamente con él. De manera
único e irrepetible. Lo cual explicaría que el desa- que necesitamos comprender constantemente el
rrollo humano de cada individuo requiera la cul- significado de nuestro mundo interno, así como el
minación consciente del proceso de individuación de nuestro entorno y nuestras relaciones con otros
tanto como del de socialización. Recordemos que, seres humanos, y obrar de acuerdo con esa com-
por la individuación, el ser único que habita en cada prensión. Es decir, el huevo (la introspección) es la
ser humano está llamado a aflorar plenamente, a gallina (la acción).
desplegarse conscientemente en todo su potencial Por supuesto, ambos procesos demandan un
evolutivo, a culminarse responsablemente como un despliegue integral, de manera que un déficit en el
individuo íntegro, de una sola pieza. Y que, a su vez, desarrollo de una de las partes afectará inevitable-
por la socialización, el desarrollo consciente y res- mente al todo. Así, las patologías características
ponsable del individuo se produce en interrelación de este desequilibrio evolutivo se presentan, por
íntima y constante con el resto de los individuos, en el déficit de individuación, como un sometimiento
unos contextos culturales y sociales específicos. inconsciente, y por ello personalmente irresponsa-
La condición humana se completa, pues, por el ble, a la herencia genética, cultural y social recibida,
despliegue introspectivo del potencial del qué dispo- es decir, un acatamiento gregario e interiorizado de
ne cada individuo -proceso de individuación- y, a un destino impuesto ancestralmente. Asimi.smo,
su vez, por el desarrollo de todas las posibilidades de a causa de un déficit de socialización, el repliegue
acción que ofrece la dimensión colectiva de la exis- ensimismado sobre uno mismo dificulta cuando no
tencia humana para trascender los límites impuestos impide la empatía con los demás, la capacidad de

7R 79
cooperación, el establecimiento de vínculos sociales permanencia de la identidad propia más allá de los
creativos, el compromiso cívico en la consecución limites impuestos a la existencia individual, por la
de los objetivos de la colectividad, en definitiva la realidad ineludible de la muerte.
posibilidad de actuar juntos. Identificarse con intereses que incluyen y a la
vez trascienden los propios constituye, por tanto,
una pieza indispensable en la culminación conscien-
1. Fronteras identititarias te del proceso de socialización. Facilita, entre otras
cosas no menos valiosas, unir el esfuerzo personal
No soy nada sin los demás, sin lo demás. al de otros y, de esta forma, aspirar a objetivos más
Reconocer y aceptar plenamente ese hecho, tan ambiciosos que los que quedan al alcance de un
evidente como crucial, nos concede la oportunidad individuo solo. El mecanismo de la identificación
de liberarnos del asfixiante egocentrismo. Sentirnos -por el que el yo se identifica con las exigencias de
parte de una realidad que, a la vez que nos incluye, la sociedad, del estado social y del grupo nacional-
nos permite desbordar los límites tan estrechos de parece cumplir, por tanto, un papel determinante en
la individualidad, supone una ampliación incues- la socialización, puesto que permite a los individuos
tionable del horizonte de nuestra existencia. En construir y transmitir visiones compartidas de noso-
definitiva, compartir conscientemente con otros, tros, de los demás, del mundo y de la vida, recono-
las preocupaciones y los anhelos que nos unen, nos cerse entre sí por sus semejanzas, comprometerse
hace más grandes que uno mismo. con y por los demás, recorrer trayectos comunes y
Asimismo, saberse miembro de una familia, fijarse metas que trasciendan los limitados intereses
de un grupo, de una tribu, de un pueblo o de una egocéntricos. El peligro aparece por el exceso de
nación, ancestralmente, viene aportando seguridad identificación con los valores colectivos. Como bien
a la vulnerable existencia individual. Por una parte, señaló Neumann, la inflación del yo por su identi-
genera seguridad efectiva mediante el estableci- ficación con los valores éticos colectivos no resulta
miento de redes de ayuda mutua que protegen a sus funesta porque tales valores sean peligrosos por sí
miembros, en cierta medida, ante los riesgos más mismos, sino porque el individuo limitado, al identi-
temidos: la enfermedad, el desvalimiento propio de ficarse en cuanto yo con lo suprapersonal en forma
la infancia y de la vejez, el sometimiento al poder de de valores colectivos, pierde el sentido de sus limites
otros, la violencia. Pero también garantiza seguridad y se convierte en inhumano. . .
simbólica, puesto que es en las esferas cultural y Cada individuo, a lo largo de su extstencta,
religiosa que se despliega colectivamente el deseo de asume identidades múltiples. Ese es un hecho tan

80 81
sencillo como determinante. A modo de condicio- por cada individuo en contextos culturales, econó-
namiento básico, al nacer llevamos incorporadas micos y políticos diversos, pero también según las
las identidades básicas, que vienen marcadas por el variaciones significativas en sus circunstancias per-
sexo, la familia de origen, la raza, la lengua y la cultu- sonales y familiares. Asimismo, rasgos que pudieran
ra, la religión o la nacionalidad. Más adelante, nuevas parecernos inalterables, como la pertenencia a una
identidades se van añadiendo como parte del desa- tradición religiosa o a un grupo étnico, pueden verse
rrollo físico, emocional, psicológico y espiritual del profundamente transformados en la forma de vivir-
individuo, así como formando parte del despliegue los. Así sería en el caso de un musulmán argelino
de su trayectoria social. De manera que, por ejem- que se enamore y se case con una francesa católica.
plo, una mujer, de raza negra, nacida en Los Angeles, A partir de entonces, sin abandonar sus respectivas
miembro de la iglesia evangelista y de nacionalidad identidades básicas, ya no podrán seguir viviéndolas
estadounidense, en el transcurso de su vida, puede de la misma forma. Mediante la comunión con el ser
ir añadiendo sucesivamente a su abanico de identi- amado se ha producido una experiencia vital trans-
dades ser abogada, activista por los derechos civiles, formadora que, para ambos, significa una modifica-
seguidora de Los Angeles Lakers y miembro del ción substantiva del núcleo mismo de la identidad: la
partido demócrata; pero también jugadora de tenis, percepción del otro y, por extensión, de los demás.
madre soltera, vegetariana, amante del jazz, directiva Inevitablemente, fuera cual fuera el respectivo punto
de la asociación protectora de animales domésticos, de partida, la alteración significa apertura a lo dis-
etcétera. tinto, mayor disposición a comprender las razones
Las identidades no solo son múltiples sino ajenas y, en definitiva, ampliación de la capacidad
también modificables. Por lo que se refiere a las compasiva.
identidades adoptadas voluntariamente, no presenta Las identidades, además de múltiples y modi-
mayor dificultad aceptar que se trata de decisiones ficables, son también ambivalentes. Por una parte,
revocables. No es tan distinto, como pudiera parecer, como hemos visto, permiten franquear los límites
cuando se trata de gestionar las identidades básicas impuestos por el egocentrismo. Por la otra, sin
-en lugar de las adoptadas voluntariamente- a fin embargo, abren las puertas a la exteEiorización del
de actualizarlas, modificarlas o bien transformarlas. conflicto interno en forma de violencia expresiva.
La identificación con la condición de género, ponga- En el caso de los seguidores de un mismo equipo
mos por caso, no es un efecto mecánico de la perte- de fútbol nos encontraremos, en un extremo, con
nencia a uno u otro sexo. La masculinidad, como la aficionados que asumen su predilección deportiva
feminidad, pueden ser vividas de forma muy distinta con una caballeresca actitud defair plqy y, en el otro,

82 83
a hooligans capaces de romper la cabeza, sin mediar una perversión patológica del verdadero sentido de
palabra, a cuantos seguidores del equipo rival se les la identidad. Bien al contrario, el conflicto resulta un
crucen en el camino. Y, entre ambos extremos, una elemento constitutivo del desarrollo de la sensación
multitud de seguidores que aún aborreciendo for- de identidad separada. No se olvide, como hemos
malmente el hooliganismo, tampoco parecen capaces visto en el capítulo anterior, que la escisión egocén-
de asumir las derrotas de la misma forma que las trica disuelve el vínculo (ethos) que une al individuo
victorias y que, en no pocas ocasiones, no tienen a la Humanidad y a la Naturaleza en el Todo y, de
reparo alguno en convertir su identificación depor- esta forma, establece las condiciones básicas para la
tiva en el mejor pretexto para dar rienda suelta a la confrontación de <<yo contra todos» y, en su prolon-
tensión acumulada cotidianamente mediante las más gación inevitable, de «nosotros contra ellos». Esto
diversas manifestaciones de violencia psicológica, constituye el conflicto originario, es decir el ámbi-
como pueden ser la arrogancia, el desprecio por los to en el que se generan los primeros y ancestrales
otros, la intolerancia, la bravuconería, la xenofobia miedos y de donde surge la violencia en todas sus
o el racismo. formas.
Así pues, las identidades -múltiples, modifica- Pero, ¿qué ocurre cuando esa panoplia de
bles, ambivalentes- pueden llegar a resultar, tam- identidades múltiples, modificables y ambivalentes
bién, conflictivas. Y, como bien dice Amartya Sen, -debido al apremio del irresuelto conflicto interno
muchos de los conflictos y las atrocidades que ocu- tanto como a una reacción identitaria ante una grave
rren en el mundo se sostienen, cada vez con mayor presión externa, así como por una conjunción de
persistencia, en la ilusión de una identidad única ambas causas- se ve absorbida por la necesidad
que no permite elección, de manera que la identidad imperiosa, del individuo egocéntrico, de realizarse
también puede matar. en la ilusión de una identidad fija, completa y exclu-
En efecto, las más diversas formas de violen- yente de todas las demás? Entonces, la realización de
cia colectiva estallan por doquier en las múltiples esa identidad exclusiva concentra la totalidad de la
fronteras identitarias que, a modo de líneas de energía psíquica distribuida anteriormente en iden-
fractura, dividen problemáticamente la Humanidad tificaciones múltiples se convierte, por consiguiente,
en familias, bandas, mafias, tribus, pueblos, etnias, en fundamental para el individuo que ha visto así
naciones, estados, religiones o civilizaciones. Sin reducirse tan drásticamente el horizonte de realiza-
embargo, los conflictos colectivos originados en la ción personal en la esfera colectiva, impregna todas
pugna entre identidades antagónicas no constituyen las facetas de su vida, adquiere una prioridad abso-
una anomalía excepcional, que pueda ser atribuida a luta y su materialización deviene en cuestión de vida

84 85
o muerte, ya sea en un sentido psicológico o literal. contra un poder global- que se percibe amenazada
Ante esa vivencia asfixiante, la dimensión particular de una inminente extinción violenta, difícilmente
del mundo contemporáneo ofrece una sensibilidad podría ser encauzada hacia las instituciones y los
nueva y fresca en relación a la diversidad y necesaria métodos de resolución pacífica de conflictos y,
pluralidad de formas de vida y cultura que -en la en un conflicto de esta naturaleza, esencialmente
medida que fuera posible evitar los extravíos exclu- asimétrico, cualquier estrategia de combate sirve a
yentes- promete salvaguardarnos, por una parte, excepción de la guerra convencional. De hecho, el
del proceso de radical desarraigo al que propende término «terrorismo» se aplica exclusivamente, más
la globalización (frías, 2001) y, por la otra, de la que con una finalidad descriptiva, como un intento
ansiedad crónica a la que nos condena el aislamiento de demonización, a esta variedad de estrategias de
individualista. combate empleadas por quienes se enfrentan radi-
calmente al poder global. U na vez desbordados los
cauces estatales, la violencia y el miedo marcan a
2. La reacción particularista sangre y fuego el imaginario colectivo, se expanden
epidémicamente, se transmiten entre generaciones y,
El poder produce resistencia y un poder global en definitiva, condicionan gravemente la posibilidad
genera y reconfigura una vasta y variopinta conste- individual de romper este letal círculo vicioso.
lación de resistencias particularistas. Efectivamente, Resulta indudable que el orden internacional
el implacable avance globalizador -en los ámbitos surgido del final de la Segunda Guerra Mundial
económico, político, cultural y militar-, con su ha logrado limitar, sustancialmente, los conflictos
colosal capacidad devastadora de valores comuni- interestatales. Sin embargo, más que de un efecto
tarios ancestrales y la creciente producción de una pacificador a escala mundial, parece tratarse de un
desigualdad cada vez mayor entre naciones, clases y desplazamiento de la tensión hacia una nueva y
regiones, no podía sino provocar resistencias deses- extremadamente más compleja configuración con-
peradas y reacciones particularistas -materializadas flictiva global. Por consiguiente, una cartografía de la
en una ira global contra las fuerzas homogeneizado- reacción particularista debería ser capaz de registrar,
ras- entre aquellos grupos que sienten gravemente más allá de las fronteras estatales, una diversidad
amenazada su identidad cultural e incluso las bases colosal de conflictos territoriales, culturales, sociales,
mismas que aseguran su supervivencia colectiva. económicos, étnicos o religiosos que eclosionan,
La expresión desesperada de una identidad con una frecuencia y una violencia desconcertantes,
exclusiva -en forma de reacción particularista en el interior de ámbitos territoriales subestatales, de

86 R7
comunidades culturales y religiosas establecidas en quienes se identifican con el pequeño grupo de
diversos países del mundo, de flujos migratorios, de ganadores.
barrios marginales en las megaciudades e incluso, en En esta nueva frontera global, la yihad --o qui-
el ciberespacio. zás fuera más exacto hablar, en plural, las yihad-,
Asimismo, las condiciones en las que se entre- a pesar de sus intentos de afincarse con carácter
cruzan y se conectan, en las dos últimas décadas, los permanente en un territorio determinado (sucesi-
efectos más perturbadores del proceso globaliza- vamente Afganistán, Bosnia, Chechenia, Cachemira
dor -en particular, la circulación global de armas, o Irak) desde donde proyectar su subversión terro-
drogas, dinero, mercenarios y mafias- determinan rista, no ha perdido, como dice Filiu, su condición
la formación de modalidades extremas de reac- esencialmente nómada. Sin una patria que defender,
ción particularista con un marcado sesgo etnocida la razón de ser de esta red global de yihad no habría
--<<fundamentalismos», «mayoritarismos», <<indige- que buscarla tanto en la oposición a un estado o
nismos>>- que, en su manifestación más inquietan- grupo de estados en particular como en la reacción
te para las atemorizadas sociedades occidentales, particularista ante la presión homogeneizadora de la
adquieren la forma de «terrorismo yihadisttl>> y, en su globalización.
versión más irreductible, de «terrorismo suicida>>. El nuevo desorden global no viene a confirmar,
El desaparecido telón de acero, que trazaba la precisamente, la condición de estructura pacificado-
línea de fractura de la tensión acumulada a nivel ra, del hobbesiano todos-contra-todos, atribuida
internacional, parece haber reaparecido con una fundacionalmente al estado. En este sentido, resulta
nueva textura y un trazado más difusos, aunque no significativo constatar que, actualmente, los conflic-
por ello menos reales. Este nuevo telón de acero, a tos internos que afectan a territorios e implican a
diferencia del anterior, no puede ser señalizado en poblaciones encomendadas a la protección estatal
el mapamundi geopolítico puesto que -contraria- no responden tanto a un proyecto secesionista como
mente a tesis muy publicitadas- ni separa bloques a una reacción particularista provocada, en buena
constituidos por estados, ni tampoco marca el medida, por la intolerancia mostrada por el estado
supuesto punto de confrontación entre civilizacio- ante los derechos de las minorías.
nes. Ello se explica, en palabras de Appadurai, por El Estado, en demasiadas ocasiones, discrimi-
el hecho que la acción de las fuerzas del mercado na, genera exclusión, no atiende las demandas de
a escala global, liberadas de todo control cívico, las minorías, hace un uso inadecuado de la fuerza
ha creado una suerte de nueva guerra fría afectiva y, en definitiva, se muestra incapaz de articular una
entre quienes se identifican con los perdedores y convivencia basada en el respeto a la diferencia. Por

88 89
todo ello, no resulta exacto atribuir la condición de las actuales estrategias de prevenc1on situacional
«Estado fracasado», exclusiva e interesadamente, a del delito 13- , la ocasión hace al ladrón. Entonces,
un reducido grupo de estados. En realidad, el fraca- parecería prudente prestar atención a cómo y dónde
so del estado en su misión pacificadora se pone de se configuran realmente las ocasiones que atraen, de
manifiesto en la proliferación, con carácter univer- forma irresistible, la voracidad depredadora de las
sal, de conflictos internos en los territorios confia- jaurías.
dos a su protección; pero también por la expansión Pensemos, por ejemplo, en un espacio público,
incesante de las violencias interpersonales y, todavía en cualquiera de nuestras ciudades, descuidado por
más, del temor entre su población tanto a una inclu- las autoridades e infrautilizado por los ciudada-
sión leonina --que le suponga una merma grave de nos, que se degrada de forma rápida e inexorable.
derechos y libertades (inseguridad civil)- como a la ¿Qué podría impedir que acabe convirtiéndose en
exclusión --que la deje inerme ante las implacables el hábitat propicio para ser colonizado por grupos
fuerzas del mercado (inseguridad social)-. dedicados a explotar la prostitución o a la venta de
drogas? Una política policial de «tolerancia cero»
Las nuevas jaurías globales con los delincuentes -sostienen no pocos gobier-
Piratas en los mares, bandas juveniles en los nos, medios de comunicación y asociaciones de
barrios marginales, hooligans en los estadios, bando- vecinos-, olvidando así que, en este caso, la opor-
leros en la ciudad diseminada, cibercriminales en tunidad delictiva se construye, concertadamente, en
Internet, guerrilleros en las montañas, mafias en los la ineficiencia de la gestión pública y en el creciente
mercados ilegales ... Los crecientes espacios ajenos abandono ciudadano del espacio público.
a los efectos, tanto positivos como simbólicos, del O bien, situémonos en el momento en el que
dominio y la protección pública ejercidos por el la ciudad urbanísticamente compactada empieza a
estado, tanto en la esfera interior como en el ámbito dispersarse en un vasto territorio a través de la proli-
internacional e incluso en el ciberespacio, se ven feración de viviendas unifamiliares. En esa decisión,
asolados por un conglomerado variopinto de jaurías cabe suponer que deberían tenerse presentes los
humanas que compiten entre sí o bien cooperan beneficios que aportará al comprador (realizar el
para imponer, por todos los medios, su particular
orden predatorio a poblaciones desprotegidas.
13. ((En ft(~ar dt' mt(jiar m la cllllfllfl:{fl incierta de la.r .ranáone.r di.r11a.ril'ltJ o m la rl/1(/o.ra
De ser cierto el dicho popular -y su correspon- babilidcul dt' la po/ida para atmpar a lo.r bamlido.r, [esta estrategia preventiva]
diente versión ilustrada en forma de teoría crimino- pom en 11/0I'ÍiliÍflllo 1111 amitmlo má.r IJIII!Idano de refom;a.r, dimlada.r no para m/JI-
lógica de la elección racional, la cual vino a sustentar biar a la.r pl'n·ona.r, .rino pam redimlar obirto.r.r n'mn.rtmir .riltwdollfJ" (Carlaml).

90 91
sueño de vivir en contacto con la naturaleza, alejado zación de la publicidad a través de la red global de
del caos de la urbe), al vendedor (pingües beneficios) información. Todo ello sin olvidar un hecho crucial:
y a la administración municipal (aumento de los la expansión de este nuevo modelo de vida -basado
ingresos debidos a las licencias de construcción y a en la capacidad individual para adquirir los objetos
los posteriores impuestos), pero también seria razo- y los servicios que garantizan no solo la satisfacción
nable prever los riesgos, en forma de oportunidades de las necesidades sino también de los deseos más
delictivas (o vulnerabilidad ante los incendios fores- peregrinos- como única vía de inclusión social, se
tales), que conlleva esta decisión. Alejarse del núcleo produce en paralelo a un aumento constante de la
urbano y con ello del efecto preventivo de la presen- desigualdad en las oportunidades de acceso a dichos
cia constante de vecinos tanto como del alcance de bienes y servicios y, por consiguiente, de la exclusión
los servicios públicos de seguridad y emergencias, social de amplios sectores de la población. En otras
desperdigarse en un territorio amplio y con frecuen- palabras, a medida que se expande la sociedad de
cia orográficamente complejo, construir viviendas consumo también aumenta la cantidad de personas
estructuralmente mal protegidas ante el riesgo de que se ven excluidas a la hora de poder acceder a un
intrusión y, en definitiva, optar por un modelo de juego al que, sin embargo, no dejan de ser no solo
vida basado en el aislamiento individualista y que, incitadas, sino persuadidas e incluso seducidas, por
por consiguiente, reduce el espacio público, la convi- la publicidad, para que participen en él como sea.
vencia y la solidaridad mutua a la mínima expresión, Y, en algunos casos, a pesar de no disponer de los
no parece la mejor forma de eludir las ocasiones de recursos legales requeridos, así lo hacen, claro está.
resultar víctima de un robo en la vivienda, y muy ¿O es que, razonablemente, se hubiera podido espe-
probablemente con la tan temida violencia, a manos rar otra cosa? ¿Resultaría verosímil confiar en que
de un grupo de bandidos nómadas. esta descompensación descomunal entre la oferta
Sin abandonar todavía la lógica propia de la pre- (puesta tan insistentemente a la vista de todos) y la
vención situacional, por la que se pretende rediseñar demanda (restringida drásticamente a unos pocos)
objetos y reconstruir situaciones que favorecen, terminaría equilibrándose por sí misma? Y, en todo
cuando no estimulan, la voracidad de las jaurías caso, ¿cómo evitar que esta expansión sin prece-
humanas, también cabria considerar los más que dentes del consumo masivo no llevara aparejado el
presumibles efectos criminógenos de la rápida y correspondiente aumento de los delitos predatorios?
extensiva difusión del modelo de consumo masivo Para algunos, las cosas no podían ser más simples:
y compulsivo -particularmente de bienes semidu- bastaría con una regulación fuerte, consistente en
rables- y, complementariamente, de la universali- leyes más punitivas, tribunales más implacables,

92 93
más recurso a la pena de cárcel y más, muchísimos por el poder y con la población como rehén, resulta
más, policías en la calle. Sin embargo, la realidad simplemente inevitable. En otros casos, estas jaurías
casi nunca se compadece con el deseo. Más de tres logran vampirizar un estado formalmente consoli-
décadas después, en todo el mundo, las cifras de la dado -como sería el caso, entre muchos otros, de
llamada pequeña delincuencia siguen ancladas en Rusia, Italia o Colombia- y ampararse así en las
unos niveles muy altos y mantienen un peso notable instituciones públicas, e incluso en los mecanismos
en la configuración del fenómeno social de la inse- (pseudo) democráticos de gobierno, para desplegar
guridad ciudadana. Y, como consecuencia de todo mafiosamente una depredación organizada a gran
ello, bandas compuestas por pequeños predadores, escala.
grupos organizados y auténticas redes garantizan el De hecho, actualmente, resultaría difícil encon-
suministro de la mano de obra requerida por una trar algún país en el que no haya espacios de ilegali-
economía ilegal cada vez más vigorosa. dad perfectamente articulados en las redes globales
Asimismo, aquellos territorios en los que resulta de comercio ilegal. Y no solo eso; puesto que no
evidente la ausencia efectiva del estado -ya sea por son pocos los países del mundo que para entender
la insuficiencia o bien la inexistencia de autoridades, su política resulta imprescindible tomar en conside-
estructura administrativa y servicios públicos-, en ración, como un factor estratégico determinante, la
los que la legitimidad estatal se encuentra grave- influencia que ejercen sobre sus gobiernos las jaurías
mente cuestionada por una parte significativa de la globales. Precisamente por ello, Moisés Naím nos
población o bien que han padecido una desmedida advierte de un error en el que no debiéramos incu-
represión estatal, se convierten en el caldo de cultivo rrir: creer que el actual comercio ilícito global no es
para la regresión hacia sistemas primitivos de poder más que la continuación del ancestral contrabando.
que asumen el monopolio de la violencia y el con- Por el contrario, se trata de un efecto secundario,
trol parasitario de la actividad económica. Cuando, aunque extremadamente relevante, del despliegue de
además, estos territorios resultan atractivos para la red mundial de comercio basándose en el princi-
las fuerzas del mercado global -por disponer de pio por el cual debe ponerse a la venta cualquier cosa
recursos cotizados tanto en la economía legal (petró- que tenga algún valor. Y si la ocasión hace al ladrón,
leo, diamantes, madera) como en la ilegal (cocaína, entonces la globalización del comercio no podía sino
esclavos, armas) o bien por constituir un lugar estra- producir jaurías globales.
tégico para su transporte (paso de oleoductos, rutas Durante la década de los años noventa del siglo
del tráfico de esclavos)- entonces huelga decir que pasado, las mismas fuerzas que impulsaron la glo-
la proliferación de jaurías en guerra abierta entre sí balización económica también generaron enormes

94 95
oportunidades para el comercio ilegal y, aún más, países sus recursos superan ya a los del estado y el
debilitaron las capacidades estatales para regular la dinero negro constituye una parte esencial de la eco-
economía y, por consiguiente, para perseguir el tráfi- nomía mundiaP 4 •
co ilícito. Las jaurías no desaprovecharon la ocasión Estas nuevas jaurías globales aparecen como
que les brindaba el éxito del laissezfaire, laissezpassery una peculiar forma de reacción primitiva -en tér-
se pusieron manos a la obra desafiando leyes, regla- minos evolutivos- y particularista -que permite
mentos, tratados y fronteras -no siempre-a escon- descargar la pesada carga de la responsabilidad
didas e incluso retando a las autoridades- para individual mediante la identificación absoluta con
cumplir con el mandato neoliberal: vender a quien valores colectivos- ante la doble acometida de la
quiera comprarla cualquier cosa que tenga algún globalización homogeneizadora, que amenaza las
valor. Y vendieron drogas ilegales, seres humanos, identidades grupales, y de la exacerbación del indi-
cadáveres y órganos vivos para trasplantes, diaman- vidualismo, que lleva al individuo a un aislamiento
tes extraídos de zonas de conflicto, obras de arte psicológico asfixiante. Y, como hemos visto, su rápi-
robadas, medicamentos falsificados, vertederos para da expansión obedece a la capacidad que muestran
residuos tóxicos, especies protegidas, armas conven- para aprovechar cuantas ocasiones les brindan las
cionales, armas biológicas, armas nucleares. Todo graves consecuencias humanas de la mundialización
ello, en el seno de un mercado global que ha logrado desregularizada del comercio.
camuflarse camaleónicamente mediante su vincula-
ción simbiótica con el mercado legal, hasta el extre-
mo que resulta extremadamente complejo saber en 3. El mecanismo del chivo expiatorio
qué medida nuestras compras, nuestra inversiones
e incluso nuestro trabajo se hallan vinculados, de Cuando la mayor parte de los individuos que
una u otra forma, con estas prácticas ilegales. De constituyen una colectividad no han completado el
esta manera, las jaurías locales -aprovechando proceso de individuación, es decir cuando el encaje en
hábilmente todo el potencial ofrecido por las nue-
vas tecnologías, especialmente de la comunicación
(Internet) y el transporte (buques más eficientes, 14. «Las instituciones financieras occidentales reciclan la mayor parte del
dinero generado por la economía ilegal del mundo, estimado en unos
navegación y seguimiento vía satélite), pero también
1,5 billones de dólares anuales. Cuando le pregunté a un conocido eco-
financieras (redes bancarias globales informatiza- nomista inglés qué pasaría si se retirase bruscamente del sistema toda esa
das)- se internacionalizaron, se enriquecieron y se liquidez, admitió que eso sumiría a las economías occidentales en una
volvieron inquietantemente poderosas: en algunos profunda depresión.» (Napoleoni).

96 97
lo colectivo no se complementa asumiendo conscien- Entretanto, la extraordinaria acumulación de
temente la responsabilidad consigo mismo y con los energía psíquica de tendencia destructiva, resultante
demás, entonces la fricción que se genera en el inte- de la fricción constante que atormenta al individuo
rior del individuo, tanto como entre los miembros de psicológicamente escindido, buscará inexorable-
la comunidad, no puede ser debidamente procesada y, mente su vía de escape. Algo, o mejor aún alguien,
por ello, periódicamente necesita ser expulsada. «debe ser>> el causante externo de nuestro mal. Solo
Como hemos visto, una identificación excesiva así es posible mantener la ilusión que permite al
del individuo con los valores de lo colectivo, lejos de individuo identificarse exclusivamente con la dimen-
garantizar la armonía social, le priva de la conciencia sión luminosa de su personalidad (susceptible de
de sus limites y, por ello, le exime de responsabilidad reconocimiento colectivo), manteniendo en la más
individual, convirtiéndose así en el peor enemigo completa oscuridad de la conciencia la parte que no
para sí mismo y para los demás. Pensemos en un encaja con los valores de lo colectivo (despreciada,
individuo particularmente corpulento, dotado de cuando no condenada, por los demás).
una fuerza extraordinaria en sus brazos -posible- Esta ilusión funesta, que mantiene al indivi-
mente un boxeador profesional del peso pesado-, duo alejado de la fuente originaria de su angustia,
pero que no tiene conciencia del daño que puede le incapacita para gestionar conscientetnente el
causar con un uso inadecuado de su fuerza. ¿Qué le conflicto interno. Por ello, el individuo incompleto
impedirá romperle la crisma a alguien, involuntaria- -en tanto no asume como propia la otra cara de su
mente, con un golpe que, propinado por otra perso- personalidad- reniega de los impulsos destructivos
na, podría resultar inofensivo? Pero también, ¿cómo que experimenta, pero tampoco sabe qué hacer con
podrá una persona particularmente bien dotada de esa inquietante energía psíquica. Y algo debe hacer;
inteligencia no dañar psicológicamente a los demás, puesto que, como toda energía, esa fuente de inquie-
despreciándolos o bien humillándolos, sin disponer tud no puede eliminarse y únicamente se puede
de un conocimiento nítido de su potencial de des- transformar en otra forma de energía.
trucción psíquica? E, incluso, ¿cómo asegurarnos La erupción de emociones destructivas -ira,
de que no nos estamos autodestruyendo, impercep- celos, soberbia, etcétera- tiene, ciertamente, mucho
tiblemente, si no destinamos ningún esfuerzo a la de volcánica: es repentina, inesperada, espectacular,
tarea introspectiva de fusionar la esfera inconsciente descontrolada, incontenible. Y, cuando no se pro-
con la consciente? Esa es, pues, la inquietante reali- duce con frecuencia, a los daños externos causados
dad que hace necesario que cada individuo complete por su expansión incontenible, debe añadírs~le el
su propio proceso de individuación. estado de estupefacción en el que queda sum1do el

98 99
individuo que la ha experimentado. Por un instan- por el cual pretendemos eludir la responsabilidad
te, uno se contempla a si mismo en una faceta tan sobre nuestras tendencias destructivas, simplemente
desconocida e inquietante que cuesta asumirla como transfiriéndola a otros. Esta incapacidad para asu-
propia. Sin embargo, ha ocurrido; y los desperfectos mir no solo la dimensión consciente sino también
causados, en no pocas ocasiones, pueden resultar la inconsciente de nuestra existencia, no nos exime
irreparábles. en absoluto de padecer los efectos destructivos
En todo caso, se trate de perjuicios de menor o que, sin mayor distinción entre la esfera individual
mayor entidad, la interacción constante entre indi- y la colectiva, emergen sorpresivamente de nuestra
viduos incapaces de autogestionar su parte alícuota parte oscura. Con una regularidad escalofriante,
de tendencias destructivas genera una acumulación comparecen voluntariamente en comisaria sujetos
descomunal de tensión que mantiene a la colecti- conmocionados y perplejos ante los hechos que
vidad en una constante zozobra y, como en cual- vienen a denunciar: se ha cometido un asesinato,
quier enfermedad transmisible epidémicamente, el mi mujer está muerta y «parece» que he sido yo el
transmisor convierte un daño limitado en catástrofe asesino. Aunque no hace falta aguardar a que las
colectiva sin obtener por ello ningún beneficio per- cosas lleguen tan lejos. Bastaría con observarnos a
sonal. Lo cual, sin embargo, no siempre nos resulta nosotros mismos y constatar la reiteración con que
tan evidente como pudiera parecer. La peste, como descargamos nuestra frustración en quién no tiene
es ampliamente conocido, se contagia sin que el absolutamente nada que ver con ella. ¿Qué sería, por
transmisor quede por ello curado. Sin embargo, un ejemplo, de las discusiones matrimoniales si d.eja~an
juego infantil consistía en traspasar la peste a otro de alimentarse con motivos externos a la prop1a v1da
y, de esta forma, «desprenderse» de ella para, luego, de pareja: los conflictos en la oficina, los ~t~scos
evitar por todos los medios que te la volvieran a en el tráfico, la enésima avería de Renfe, la lnJusta
pasar. El juego, planteado de esta forma, no tenia derrota del Betis o el maldito segundo pago de la
por objeto ganar sino no perder, es decir no termi- declaración de la renta?
nar convirtiéndose en «el apestado». U na adaptación En los estadios primarios del despliegue de la
significativa, ¿no es cierto? conciencia, el individuo es incapaz de tomar a su
El apestado de nuestro juego infantil era - cargo el conflicto interno. Inmerso en el incons-
aunque un despliegue todavía rudimentario de la ciente colectivo, la causa originaria de sus impulsos
conciencia no nos permitía saberlo- el chivo destructivos solo puede buscarla en el exterior de
expiatorio. Y en el juego aprendíamos -incons- su identidad psicológicamente aislada y, por consi-
cientemente, por tanto- este mecanismo psíquico guiente, en los demás. Este mecanismo psíquico, a

100 101
modo de automatismo, se constituye entonces en la en su Retrato de un antisemita, sostiene que el judío
válvula de escape que permite evacuar los excesos de es un hombre a quien los otros hombres ven como
tensión acumulada en el interior del individuo. De judío, de manera que es el antisemita el que «hace» al
tal forma que, el ámbito individual de la existencia, judío y no al revés. Es decir, no es «el extraño» quien,
lejos de constituir el filtro depurador de las energías magnéticamente, atrae sobre sí la tensión acumulada
destructivas circulantes en la red social, deviene en en la colectividad sino, al contrario, es esa colectivi-
el foco propagador de la epidemia social de ansie- dad -incapaz de _manejar debidamente sus propios
dad, intolerancia, conflictos y, en última instancia, conflictos- la que necesita ansiosamente disponer
violencias. de un chivo expiatorio en el que poder descargar esa
Inexorablemente, las colectividades formadas tensión insoportable. Esta es una apreciación que
por una mayoría de individuos rudimentariamente resulta esencial si se quiere comprender no solo la
evolucionados, necesitan activar regularmente el estructura psicosocial del chivo expiatorio sino tam-
mecanismo del chivo expiatorio a fin de evitar el bién el funcionamiento de las relaciones de poder en
estallido de una acumulación insostenible de agre- nuestra sociedad.
sividad en su seno que pudiera poner en peligro En la sociedad del riesgo, nos dicen algunos
su supervivencia. Pero, ¿quiénes son las víctimas sociólogos como Ulrich Beck (2008), el conflicto en
propiciatorias de este sacrificio ritual? La cuestión torno a la producción de bienes -es decir, la dispu-
básica es, como hemos visto, la incapacidad del indi- ta por acceder y acumular recursos- parece haberse
viduo evolutivamente primitivo y, por extensión, de extendido, asimismo, a un forcejeo por eludir los
las colectividades que éste constituye, para asumir efectos perversos del crecimiento económico. Es
como propias las tendencias destructivas que expe- decir, industrias ubicadas en el norte de Italia, pon-
rimentan en su seno. No pudiendo, pues, gestionar gamos por caso, producen unos determinados bie-
el conflicto interno, no cabe sino expulsarlo lo más nes y generan beneficios para sus propietarios. Pero
lejos posible del ámbito de la responsabilidad propia. no solo producen bienes, sino también males en
Esta necesidad imperiosa, en tanto que obedece a un forma de residuos tóxicos que deben recogerse, tras-
impulso alejado de la conciencia, genera una pieza ladarse y almacenarse en unas estrictas medidas de
indispensable para perpetrar el exorcismo con posi- seguridad a fin de evitar la contaminación ambiental
bilidades de éxito: la figura de «el extraño». y los correspondientes daños a la salud pública. Tal
La figura de «el extraño» no constituye una rea- y como lo describe dramáticamente el «condenado a
lidad preexistente a la activación del mecanismo del muerte» por la Camorra Roberto Saviano -autor de
chivo expiatorio, sino su creación. Jean-Paul Sartre, un testimonio desgarrador sobre la realidad mafiosa

102
en N ápoles- y lo documentan los informes anuales se padecen los males. No debería ser necesario insis-
sobre la eco mafia que publica el Osservatorio Ambiente tir demasiado en que la población de la Campania se
e Lega/ita, muchas empresas del norte italiano han ve forzada a asumir los efectos desastrosos para la
podido prosperar enormemente, hasta el punto salud que conlleva la acumulación descontrolada de
de hacer competitivo el tejido industrial del país y residuos tóxicos en su territorio. Se trata de los efec-
facilitar la entrada de Italia en Europª, debido a la tos perversos del bienestar de otros que, sin lugar
posibilidad de que disponen para eliminar ilegal- a dudas, solo les pueden ser impuestos debido a su
mente sus residuos tóxicos mediante acuerdos con extrema vulnerabilidad.
los clanes napolitanos y casertanos. Piénsese que la Las poblaciones vulnerables son aquellas que,
eliminación ilegal de residuos tóxicos ofrecida por la en los juegos de poder que constituyen el tejido
Camorra puede llegar a representar un ahorro, inclu- social, se ven despojadas de los recursos de todo
so, del ochenta por ciento sobre el coste de la elimi- tipo requeridos para hacer valer sus derechos, para
nación legal. Se calcula que, entre 2003 y 2007, solo protegerse de los abusos y de las imposiciones arbi-
en la Campania, fueron eliminadas ilegalmente cerca trarias, para desplegar creativamente sus proyectos
de tres millones de toneladas de residuos de todo de vida. Las poblaciones vulnerables se ven arrinco-
tipo: cadmio, zinc, restos de pintura, sedimentos de nadas, por los efectos inevitablemente asimétricos
depuradora, plásticos de todo tipo, arsénico,· plomo de las relaciones de poder, a la arriesgada condición
y productos siderúrgicos. Gracias a este tráfico de de minoría. Como «el extraño», la minoría deviene
venenos --que ha convertido al sur de Italia en el una condición imprescindible para el funcionamien-
vertedero ilegal de la Italia rica e industrializada- el to del mecanismo del chivo expiatorio. ¿Cómo sino
negocio de la ecomafia ha experimentado un creci- lograr que otros asuman los desechos, físicos tanto
miento solo comparable al del tráfico de cocaína. como psíquicos, de los que me quiero desprender?
El caso de la ecomafia nos pone sobre la pista ¿Quién puede, pues, convertirse en un chivo
de las reglas que rigen el reparto de bienes y de males expiatorio? En una sociedad marcada por la com-
en la sociedad del riesgo. Todo el mundo quiere los petencia individualista extrema, cualquiera que no
bienes y nadie los males, claro está. Sin embargo, pueda seguir el ritmo despiadado del crecimiento
producir bienes solo es posible al precio de producir económico Qa población vulnerable) y, asimismo, en
males, también. El ejemplo italiano ilustra trágica- una sociedad paranoica, todo aquel que no se ajus-
mente el resultado de este forcejeo: en un territorio te a los valores del colectivo («el extraño») se halla
(el norte próspero e industrializado) se disfrutan los en riesgo de ser convertido en catalizador forzado
bienes y en el otro (el sur dominado por la Camorra) de las frustraciones, los miedos, las ansiedades, la

104 105
corrupción, la criminalidad, la violencia y, en defini- de la violencia catártica del colectivo. Aunque nadie
tiva, el primitivismo del colectivo. es indispensable para asegurar el funcionamiento de
Ciertamente existen poblaciones minoritarias la maquinaria implacable de la purificación colec-
que, por la visibilidad de sus particularidades - tiva; puesto que, como se ha dicho, un elemento
étnicas, raciales, sociales, nacionales o religiosas-, esencial del proceso del chivo expiatorio consiste,
corren un mayor riesgo, en determinados contextos precisamente, en su capacidad intrínseca para crear
sociales, políticos o económicos de terminar sacri- la víctima propiciatoria más apropiada.
ficadas en aras de la purificación del grupo domi- Otra pieza indispensable del mecanismo del
nante. Sin embargo, insiste Appadurai, las minorías chivo expiatorio lo constituye el detonante. Pudiera
no vienen predeterminadas. Bien al contrario, son parecer que unos procesos usualmente tan devasta-
generadas en las circunstancias específicas de cada dores como pueden llegar a serlo las histerias etno-
colectivo. En algunos casos, las minorías, encarnan cidas requieren unas circunstancias excepcionales
recuerdos indeseados de episodios históricos vio- para dispararse. Wole Soyinka, Premio Nobel de
lentos que han dejado una cicatriz en el imaginario Literatura y buen conocedor de los dramas recientes
colectivo. En otros, por su condición económica, de la política africana, nos advierte que esta forma de
constituyen solicitantes desvalidos de los cada vez histeria puede manifestarse como un estallido colec-
más disputados subsidios estatales. Las minorías, en tivo y contagioso, cuyo origen no siempre puede
última instancia, son la expresión más visible del fra- ubicarse con exactitud en un acontecimiento causa-
caso de diversos proyectos de estado (incapaces de tivo lógico. Como en toda manifestación histérica,
incluir a toda la población) y una afrenta para toda pierde toda su relevancia el sentido de realidad y, por
imagen de pureza nacional amparada estatalmente. tanto, la verificación de la exactitud de los argumen-
Ayer podían ser los españoles en Alemania, hoy tos esgrimidos para acusar a la víctima propiciatoria,
los marroquíes en España y mañana quién sabe si la cual-no se olvide- ha sido condenada de ante-
los senegaleses en Marruecos, las minorías escogidas mano. Cuenta infinitamente más la embriagadora
para realizar esa función indispensable para el man- sensación de pertenecer a una comunidad de con-
tenimiento de la cohesión social del grupo mayorita- vicción que le ofrece, al individuo psicológicamente
rio. No importa tanto, en realidad, el quién como el aislado, una promesa de certidumbre e invulnerabili-
qué. Los extranjeros, los nómadas, los enfermos, los dad. Tampoco importa que los efectos de esta expe-
disidentes religiosos y otros grupos sociales similares riencia patológica, como los de la ingesta de alcohol
emergen, ciertamente, en todas las épocas y en las o de cocaína, resulten efímeros. Una y otra vez, la
más diversas circunstancias como objeto predilecto necesidad de evacuar la insostenible acumulación de

106 107
tendencias destructivas en el colectivo, garantiza la 4. La búsqueda grupal de seguridad
repetición periódica de este luctuoso ritual catártico.
Aunque no siempre, la violencia ejercida sobre La búsqueda individual de seguridad, como
las minorías, se nos presenta con la visibilidad trá- vimos en el capítulo anterior, se plantea egocéntri-
gicamente espectacular, como una erupción o un camente desde el <<yo contra todos». Sin duda, una
derrumbamiento, de los estallidos de histeria colec- auténtica contradicción en los términos. Esa estrate-
tiva. El mecanismo del chivo expiatorio funciona, gia irrazonada e irrazonable brota de la inseguridad
también, a través de formas menos aparatosas de inherente al individuo aislado psicológicamente, que
violencia, pero más sostenidas y no menos temibles se siente, aunque no de una forma consciente, vulne-
que un progrom. Así, ciertas minorías -como sería el rable y, por ello, no logra materializarse en acciones
caso de los gitanos- pueden ser objeto de una dis- que puedan procurarle una protección efectiva ante
criminación crónica, larvada, insidiosa, cínicamente amenazas reales. Aunque todo apunta a que ni siquie-
sutil, persistente, apenas visible, para quiénes tampo- ra lo pretende, en realidad, puesto que la auténtica
co tengan el menor interés en ver lo que realmente obsesión de esta conducta, básicamente inconsciente,
ocurre, pero de efectos catastróficos, no solo para no consiste tanto en procurarse una seguridad efecti-
las víctimas sino también para los victimarios, que va como en reforzar, a cualquier precio, su sensación
pueden medirse en términos de pérdida del sentido de seguridad. Pero ahí surge el problema: las medidas
de dignidad humana. encaminadas a proporcionar sensación de seguridad,
Sabemos, pues, qué función social ejerce el como las burbujas del cava, resultan tan seductoras
mecanismo del chivo expiatorio, quién puede con- como efímeras e insubstanciales. Dado que las causas
vertirse en víctima propiciatoria y cómo se activa de la inseguridad finalmente permanecen inalteradas,
este proceso de histeria purificadora. Quedaría por esa peculiar búsqueda de seguridad no puede sino
preguntarnos, finalmente, acerca de quiénes pueden aportar frustración y, con ello, aumentar la incerti-
ser los victimarios. Inevitablemente, este interrogan- dumbre que pretendía disipar.
te nos sitúa en el inquietante territorio de la ambiva- Esta estrategia del avestruz, que privilegia la sen-
lencia. De hecho, como dice Sen, la comunidad bien sación de seguridad en detrimento de la seguridad
integrada en la que los residentes hacen instintiva- efectiva, no nos permite llegar muy lejos. Más tem-
mente cosas maravillosas por los demás con pron- prano que tarde, se pone de manifiesto el sinsentido
titud y solidaridad puede ser la misma comunidad de una estrategia que, deliberadamente, concede un
en la que se arrojen ladrillos a las ventanas de los crédito injustificado a los temores de todo tipo que
inmigrantes que lleguen al lugar. asaltan al individuo psicológicamente aislado y, por

108 109
el contrario, no muestra el mismo interés en con- Polivalente retrato robot del ladrón ' el estafador' el
siderar seriamente los auténticos peligros a los que secuestrador, el violador, el terrorista y el asesino
se halla expuesto. Sin duda, se trata de una actitud (toda una ganga: seis en uno).
imprudente que, en no pocas ocasiones, está en el Esta certidumbre, aparentemente incuestiona-
origen de unos resultados catastró,fi~os. ., . ble, inspira actitudes y medidas preventivas que nos
La magnitud de este despropos1to resulta d1fícil alejan físicamente pero aún más psicológicamente
de asumir. Podemos observarlo, por su importancia de los desconocidos y, en particular, de aquellos
indudable en la economía del temor, en el miedo a que parecen llevar inscritos en sus rasgos étnicos la
morir asesinado a manos de un extraño, pongamos condición de asesino en potencia, que nos impulsan
por caso. Este pánico an~estral, apenas t~:Wzado P<?r a evitar los lugares públicos mal iluminados y las
la razón, nos dicta med1das de precauc1on que, s1n zonas de la ciudad mal reputadas, que nos privan de
embargo, con mucha frecuencia pueden llegar a ser salir de casa a ciertas horas, que, por consiguiente,
completamente ineficaces e incluso resultar contra- nos encierran cada vez más en el recinto progresi-
indicadas. Un cierto sentido común, que se expande vamente fortificado (con puertas blindadas, alarmas
con una certeza a prueba de cualquier atisbo de rea- conectadas a una central, cámaras, perros y armas)
lidad que pueda contradecirla, induce a los padres a del hogar y que, en definitiva, nos empujan a buscar
ordenar a los niños que desconfíen por completo de refugio en «los nuestros» para protegernos solidaria-
cualquier extraño, que no le hablen jamás, ni acep~en mente ante la amenaza de <dos otros».
nunca nada de él. Aunque, esa desconfianza radical Con todo, estas estrategias preventivas, dicta-
hacia «el extraño» no se reserva únicamente para la das por el miedo al extraño, no pueden alterar una
infancia. De «el extraño», en cualquier momento y realidad inquietante: los malos tratos, las amenazas,
lugar, cabe esperar todo mal imaginable. Siempre las coacciones físicas y psíquicas, los chantajes, los
aguardando en la oscuridad de nuestro temor, opor- abusos sexuales a los menores, las violaciones y los
tunista y desalmado, «el extraño» reúne en una asesinatos ocurren principalmente entre personas
misma figura todos y cada uno de los rasgos que, en conocidas, con frecuencia en el círculo más íntimo
15
su conjunto, dibujan -lombrosianamente - un de amistades e incluso en el seno de la propia familia;

15. Un aspecto particularmente difundido de la obra de Cesare Lombroso formas clt: mandíbula, orejas, arcos supcrciliarcs, etc.). Sin embargo, en sus
(1835-1909) es la concepción del delito como resultado de tendencias ohras se mencionan también como factores criminógcnos el clima, la oro-
innatas, de orden genético, observables en ciertos rasgos físicos o fisonó- grafía, el grado de civilizacic)n, la densidad de población, la alimentación,
micos de los delincuentes habituales (asimetrías craneales, determinadas el alcoholismo, la instrucción, la posición económica y hasta la religión.

11 () 111
el lugar de los hechos más repetido no es un lugar Y es que, en la economía del miedo, caiga quien
desconocido, un callejón inhóspito, un lúgubre pasi- caiga, debe mantenerse la estrategia del avestruz. De
llo del metro o una esquina poco iluminada, sino no hacerlo así, podría convertirse en insostenible la
el dormitorio conyugal, el despacho de gerencia, la conciencia de la fragilidad del orden que mantiene
sacristía o el patio de la escuela. Y el perfil prototí- la violencia relativamente contenida, fragmentada,
pico del agresor no se asemeja en absoluto al que aislable, circunscrita exclusivamente a ciertos luga-
impregna el imaginario colectivo y que viene siendo res e imputable a unos muy determinados grupos
tan profusamente alimentado a través de los medios sociales. Porque, en el fondo, todos sabemos que
de comunicación: se trata de un conocido, probable- el caparazón que impide a los individuos «norma- ~
mente un amigo, una persona respetable, de mucha les» -es decir, que habitualmente no se comportan
confianza, un familiar cercano incluso el más próxi- como delincuentes y de forma violenta- estallar de
mo, de quien no hubiera cabido sospechar; y no solo repente en una furia incontenible es inquietantemen-
para las agresiones menos graves, sino también para te frágil. Y, por consiguiente, nada puede garantizar-
los crímenes más horrendos, incluido el asesinato en nos tampoco que nuestra civilizada sociedad no vaya
todas sus variantes. a desmoronarse sin previo aviso en medio de una
Nada que ver, en todo caso, con esa visión auténtica ordalía de violencia, saqueo y destrucción.
deformada que promete exorcizar el riesgo de vio- ¿Quién hubiera podido imaginar cuando en 1984
lencia proyectándolo en lo desconocido y en «el se celebraron los Juegos Olímpicos de Invierno en
extraño». Lo cierto es que, mal que nos pese, el peli- Sarajevo que apenas ocho años más tarde, la capital
gro mayor y más cierto se halla no ante sino detrás de Bosnia y Herzegovina, quedaría destruida por
de la puerta blindada, en el recinto inviolable de la una guerra de tres años que causó cerca de 100.000
intimidad familiar, entre los muros de la empresa, víctimas y 1,8 millones de desplazados?
de la escuela o de la iglesia; oculto, en gran medida, La búsqueda individual de seguridad supone,
bajo una execrable losa de silencio fruto del pánico pues, una estrategia evolutivamente rudimentaria
de unos y la complicidad de otros, desbordando que únicamente puede procurarle al individuo psi-
los límites estrechos de las estadísticas policiales y cológicamente aislado una protección ilusoria y efí-
judiciales e incluso de las encuestas de victimización, mera ante amenazas fantasmagóricas (estrategia del
que permite mantener impunes los actos más infa- avestruz). Asimismo, en un contexto social marcado
mes y, a su vez, sostener la creencia tranquilizadora por la exacerbación del individualismo desesperado,
que el peligro está siempre en otra parte y que la la masificación de esta práctica evasiva se convierte
violencia incumbe solo a los demás. en un caótico <<yo contra todos» que, paradójicamen-

112 113
te, deviene la mayor fuente de inseguridad («sálvese sucesivamente. A esta regla simple, aunque drástica,
quien pueda»). deben su crecimiento exponencial tanto el negocio
La yuxtaposición caótica de esfuerzos indivi- de la seguridad privada como las políticas que bus-
duales por lograr, desesperadamente, una sensación can en la inseguridad de los electores el sustento
duradera de protección no permite, en absoluto, para propósitos de una más que discutible utilidad
acceder al siempre escurridizo bien público de la pública que, de otra forma, podrían encontrar resis-
seguridad. Más bien al contrario, este auténtico «sál- tencias insuperables. Lo cual plantea, por lo menos,
vese quien pueda» se convierte, fácilmente, en un una cuestión crucial: ¿cómo las políticas públicas de
problema muchísimo peor que el que se pretendía seguridad pueden hacer una lucha efectiva contra
resolver. De manera que la seguridad, perseguida los riesgos reales y la reducción de miedos públicos
ansiosamente mediante esta combinación funesta a riesgos inexistentes o bien irrelevantes? O, en los
de estrategia del avestruz y «sálvese quien pueda» términos con que lo plantea Sunstein, ¿cómo debe-
deviene un espejismo que, en lugar de orientarnos, ría responder un gobierno democrático al miedo
nos extravía aún más si cabe. público? El propio Sunstein sugiere que si el público
La primada acordada, en la búsqueda individual tiene miedo a un riesgo trivial, una democracia deli-
de seguridad, a la sensación de invulnerabilidad en berativa no debería responder intentando reducir
detrimento de una protección efectiva (estrategia ese riesgo, sino utilizando sus propias instituciones
del avestruz) y, asimismo, a la persecución individual para disipar un miedo público infundado. Solo de
de un bien público («sálvese quien pueda») permite esta forma, las democracias deliberativas pueden
explicar la expansión prodigiosa -especialmen- sustraerse a la tendencia de los sistemas populistas a
te en las dos últimas décadas-, en los ámbitos caer presos del miedo público cuando éste no tiene
económico y político, del «comercio de la seguri- razón de ser y emplean salvaguardas instituciona-
dad» y de la <<política del miedo» respectivamente. les para controlar el pánico público. Esas mismas
Paradójicamente, el éxito indiscutible de ambas salvaguardas entran en juego cuando el público no
formas de obtener beneficios del temor ajeno, ya sea tiene miedo de un riesgo que, en realidad, es serio.
en la forma de réditos económicos o bien políticos, Cuando éste es el caso, una democracia deliberativa
constituye la expresión más ostensible de la imposi- toma medidas, ya sea a requerimiento del público
bilidad intrínseca de lograr el propósito que orienta o por propia iniciativa. En este aspecto, un sistema
la búsqueda individual de seguridad. Es decir, cuanta democrático que funciona correctamente se apoya
más (percepción de) inseguridad, más medidas de en la ciencia (que no siempre puede ser concluyente)
seguridad que, a su vez, aumentan la inseguridad y así y en lo que puedan decir los expertos (que pueden

114 115
equivocarse), además de conceder un gran peso a los pertenencia- a realidades colectivas -una familia,
valores del público (que no a sus errores de hecho); una profesión, una ciudad, una etnia, una nación,
y, de esta forma, rechaza el populismo simple. una religión- que le permiten trascender los estre-
Llegados a este punto, cabe preguntarse si resul- chos limites de su individualidad.
ta razonable esperar mejores resultados de una bús- No se debería, pues, menospreciar el potencial
queda grupal de seguridad. Puesto que se trata de un atesorado en las identidades múltiples para aportar
bien público lo que está en juego y que, fruto de la significado a la existencia humana. Lo cual no impi-
evolución de la conciencia, la búsqueda individual de de, sin embargo, que una identificación exclusiva
seguridad se nos muestra ahora como una contradic- con alguna de dichas realidades colectivas, pueda
ción en los términos, entonces parece inevitable que ser la causa principal de una reacción particularista,
el <<yo contra todos» deje paso al <<nosotros contra esencialmente intolerante con las otras identidades y
ellos». que, inevitablemente, se convierta en el catalizador
En efecto, como hemos visto, ante el desarraigo de las más deleznables formas de violencia colectiva.
al que propende la globalización homogeneizado- En el mejor de los casos, la búsqueda de seguri-
ra y la ansiedad crónica a la que nos condena el dad en el refugio que ofrece el grupo, podría aparecer
aislamiento individualista, la dimensión particular como una opción razonable y sin contraindicaciones
del mundo contemporáneo se nos ofrece como un evidentes. Se trata de apoyarse mutuamente ante
refugio prácticamente irresistible. No cabe duda las inclemencias de la existencia y procurarse una
que saberse miembro de un grupo aporta seguridad, protección creíble ante las agresiones de otros seres
tanto efectiva como simbólica, a la fragilidad de humanos. Todo ello con un propósito fácil de com-
la existencia: por una parte, mediante las redes de prender: no quedar a la intemperie, ni en medio de la
ayuda mutua ante los riesgos más temidos y, por la naturaleza ni de la sociedad y sin por ello alimentar,
otra, encauzando colectivamente el deseo individual necesariamente, ninguna intención agresiva. Ocurre,
de permanencia más allá de la muerte. sin embargo, que una parte nada desdeñable del
Un elemento crucial, en la búsqueda grupal de volumen global de violencia, existente en el mundo,
seguridad, lo constituye la identidad. Por el meca- se materializa a través de toda suerte de conflictos en
nismo de identificación, el ser individual materializa los que se enzarzan encarnizadamente entre si, una y
su dimensión social y obtiene, a la vez que también otra vez, jaurías de la más diversa índole. La realidad
aporta, los beneficios de una red de ayuda mutua. no se compadece, por tanto, con el deseo.
En círculos concéntricos, el individuo se incorpora En todo caso, la búsqueda grupal de seguridad
gradualmente --o bien revalida conscientemente su constituye un salto evolutivo, que trasciende a la

116 117
vez que integra el estadio precedente, es decir la
búsqueda individual de seguridad. Efectivamente, la
preocupación exclusiva y excluyente por sí mismo
se incluye en una visión superior que es capaz de Capítulo III
asumir la protección de quienes constituyen el grupo
de pertenencia. Un objetivo meramente individual
se amplía y se convierte, así, en una tarea grupal. ¿SÁLVESE QUIEN PUEDA?
Sin embargo, la identificación grupal supone un
tipo de lealtad a una porción de la Humanidad- La búsqueda individual y grupal de seguridad,
una nación, una clase- que excluye la lealtad a la impulsada respectivamente por la ansiedad egocéntri-
Humanidad entera 16 • De manera que el «nosotros ca y etnocéntrica, logra justamente lo contrario de lo
contra ellos» deviene una prolongación y en buena que pretende, es decir, produce la máxima inseguridad
medida una intensificación del <<yo contra todos» y, tanto en el individuo como en la colectividad. Y, para-
por consiguiente, la búsqueda grupal de seguridad dójicamente, la única seguridad posible solo puede
no logra eludir la lógica funesta de la búsqueda emerger de una aceptación plena de la inseguridad.
individual de seguridad, dado que, en realidad, más La existencia humana es un producto extre-
que una auténtica innovación, la búsqueda grupal de madamente frágil de la evolución de la vida que,
seguridad, supone un desplazamiento de la frontera sin embargo, le corresponde desplegarse en unas
originaria (es decir, la línea de fractura en la que condiciones ambientales intrínsecamente peligrosas.
emergen violentamente los conflictos) desde la esfe- Por ello, la enfermedad, el accidente, la degradación
ra estrictamente individual a la grupal. física y psíquica y, al final, la muerte no constituyen
infortunios extraordinarios sino hitos comunes en
la trayectoria vital de todos y cada uno de los seres
humanos, sin excepción posible. N o son pocas las
culturas ni los individuos que han aceptado ese
16. El escéptico dice: «Usted me pide que me interese por todos los demás. hecho tan simple como crucial, logrando así tras-
Pero a los seres humanos solo nos interesa la gente con quien comparti-
cender la engañosa dialéctica entre resignación y
mos una identidad: nacional, familiar, religiosa, etcétera. Y esas identida-
des adquieren su energía psicológica del hecho de que para cada grupo rebeldía. En efecto, aceptar la inseguridad propia de
incluyente hay un grupo excluido. Amar a los Estados Unidos implica, la existencia está tan lejos de constituir una actitud
en parte, odiar --o, al menos, rechazar- a todos los enemigos de los resignada --que nos hace incapaces de afrontar
Estados Unidos: la amistad es la hija del conflicto» (Appiah). responsablemente los peligros-, como de la pueril

118 119
resistencia a admitir nuestra condición mortal--que también en los sociales, en un equilibrio inestable
nos arrastra hacia una búsqueda insensata de per- y potencialmente trágico entre la atracción de dos
manencia más allá de lo razonable. Ni la resignación polos: innovación-libertad y estabilidad-seguridad.
ni la rebeldía, en tanto que modalidades distintas de Ya hemos visto que, en este funambulismo ineludi-
una misma incapacidad para asumir la radical incer- ble, cualquier desequilibrio resulta fatal, siéndolo por
tidumbre de la vida, resultan pues ser el mejor fun- igual si se trata de un abuso de libertad (innovación)
damento para Una estrategia plausible de seguridad. que de un exceso de seguridad (conservación). La
Más bien al contrario. única senda practicable se nos aparece paso a paso,
Aceptar serenamente la inseguridad propia de cada vez que renunciamos conscientemente a aten-
la existencia puede convertirse, por su capacidad der los cantos de sirena tanto de una libertad como
apaciguadora, en el mejor antídoto para la enfebre- de una seguridad que pugnan por un imposible
cida búsqueda de seguridades ilusorias. La única dominio absoluto. De manera que la seguridad es
seguridad posible empieza, por consiguiente, en el relativa o no es ni seguridad ni libertad.
abandono consciente del deseo quimérico de sus- Es necesariamente relativa, la seguridad. Pero,
traerse al alcance de cualquier peligro, de convertirse entonces, también efímera. A una fase de innovación
en invulnerable, de arriesgarse sin asumir las con- le sucede otra de estabilidad y, a ésta, una innovación
secuencias desagradables y, en definitiva, de eludir más, y así sucesiva e indefinidamente. Es decir, el
la cita con la muerte. Sabernos inseguros nos evita despliegue de la libertad aporta, tanto en el individuo
obcecarnos en persecuciones infructuosas, y por como en la colectividad, los recursos requeridos para
ello, frustrantes, de algo que no se halla a nuestro afrontar creativamente las situaciones nuevas y, por
limitado alcance. Y, de esta forma, podremos con- tanto, alienta la realización completa del potencial
centrar toda nuestra energía, mediante la atención propio. No se trata, sin embargo, de un progreso
consciente, en afrontar prudentemente -es decir, lineal e ilimitado, sino de una modalidad de avance
asumiendo la responsabilidad con uno mismo, con más sutil que adopta la desconcertante forma del vai-
los demás y con lo demás- las incertidumbres que vén. Es por ello que toda innovación lleva implícito
van jalonando toda trayectoria vital. el germen de la estabilización; y, llegado el momen-
Este primer paso en el despliegue de una con- to, la algarabía creadora se transforma en necesidad
ciencia mundicéntrica nos lleva inevitablemente a de asentamiento y de ordenación. Y viceversa, claro
constatar que toda seguridad es relativa, efímera, está, porque todo orden termina atrofiándose y
ambivalente. No hay que olvidar que la vida pro- abriendo, así, la vía para un nuevo impulso renova-
gresa, no solo en los organismos biológicos sino dor. No se trata, tampoco, este vaivén entre la liber-

120 121
tad y la seguridad de una secuencia armónica. No ante la tozuda persistencia del resto de factores de
se nos olvide que libertad y seguridad pugnan por inseguridad temerariamente ignorados. Y, claro está,
desplegarse absolutamente y que solo la simetría de también las situaciones de inseguridad, que tanto
designios logra imponer un ritmo que expresa más nos pueden perturbar, están anunciando ya una
un compromiso inevitable, dificil y constantemente nueva situación de estabilidad. De hecho, ninguna
cuestionado, que un acuerdo voluntario. Por obra de revolución se limita a derruir un orden -ya sea el
esta sabiduría invisible, la seguridad evita al exceso sistema político, el modo de producción o la estruc-
de libertad tanto como la libertad impide el exceso tura social- sino que también es instauradora de
de seguridad. No necesariamente se produce, todo un nuevo orden. Inseguridad y seguridad no pueden
ello, de manera pacífica, por supuesto. ser comprendidas si no es desde la perspectiva de su
Relativa, efímera, la seguridad también es ambi- complementaria alternancia.
valente. La sabiduría oriental, más que la occidental, Esa seguridad a la que podemos aspirar razona-
enseña prudentemente a pensar en la inseguridad blemente -es decir relativa, efímera, ambivalente-
en los momentos que se disfruta de seguridad y en se encuentra prefigurada justo allí donde se produce
la seguridad cuando se sufre la inseguridad. Porque la inseguridad. Tiene sentido: ¿dónde cabe buscar
en cada cosa se prefigura su contrario. Así, el for- la solución sino en el núcleo del problema? Lo
talecimiento de la seguridad, ineludiblemente, pro- cual requiere, indudablemente, asegurarnos que el
voca algún retroceso -más o menos grave- en problema está correctamente formulado. No es tan
la libertad, lo cual supone, como decía mi abuela, obvio como pudiera parecer. Entonces, cualquier
desvestir a un santo para vestir a otro. Finalmente, búsqueda de seguridad debiera empezar por plantear
uno u otro acaba siempre resfriado. En todo caso, el problema de inseguridad, que pretende resolver,
procurarse seguridad supone concentrar la atención en sus justos términos. No se trata, en ningún caso,
selectivamente en un peligro (la droga, el terrorismo, de un esfuerzo prescindible. Ni siquiera puede
el crimen organizado o la inseguridad ciudadana) al considerarse como un retraso en la búsqueda de la
que, por no importa ahora qué consideraciones, se solución. Asegurarse que el problema de inseguridad
convierte en el catalizador del miedo, lo cual supo- está debidamente planteado -y, por consiguiente,
ne que se desatiendan otras amenazas (la catástrofe plenamente comprendido- es el primero, pero el
ecológica) e, incluso, la propia responsabilidad en más decisivo, de los pasos a seguir a fin de lograr
la producción de riesgos (la pobreza, el hambre, las toda la seguridad que está a nuestro alcance.
enfermedades evitables, la fractura social). Tarde Toda seguridad es, esencialmente, un est~do
o temprano, esta seguridad aparente se desvanece de ánimo. Contrariando la creencia más extend1da,

122 123
«sentirse» -incluso más que «saberse>>-- seguro persistente) no resulta el mejor consejero a la hora
constituye el objetivo real de la demanda de seguridad de tomar decisiones de seguridad. Toda protección
surgida de una visión egocéntrica o bien etnocéntrica. parece poca cuando uno se siente vulnerable. Quien
¿Cómo, pues, lograr una solución objetiva (externa) a mejor lo sabe son los vendedores, ya sea de produc-
un problema eminentemente subjetivo (interno)? No tos de alimentación o de seguridad. La prosperidad
puede sorprendernos que una característica común a de ambos negocios requiere clientes hambrientos e
las más diversas estrategias de seguridad, privadas y inseguros, respectivamente, insaciables, en definitiva.
públicas, sea su paradójica capacidad para aumentar En ambos casos, el antídoto es el mismo: una mayor
aún más la demanda de seguridad que pretenden satis- capacidad de reflexión, es decir, de pausa para pon-
facer. Ahí radica, precisamente, el secreto del éxito derar el imperativo impulso consumista. No siempre,
de la industria privada de la seguridad: la demanda es por no decir casi nunca, la auténtica seguridad viene
infinita. Como las industrias del tabaco, del alcohol o dada por la agregación de medidas de seguridad, en
de la pornografía, la industria de la seguridad privada su sentido más amplio, a una situación de insegu-
juega con la ventaja inconmensurable que propor- ridad insuficientemente comprendida. ¿Qué mejor
ciona, mediante la adicción, una demanda cautiva. protección que identificar lo que realmente nos hace
Consumir tabaco, alcohol o pornografía no satisfacen vulnerables? Ello permite invertir la lógica con la que,
ninguna necesidad sino que alimentan un deseo que, desde los estadios egocéntricos y etnocéntrico de
por su propia naturaleza, es literalmente insaciable. conciencia, se pretende inútilmente lograr seguridad.
Asimismo, consumir seguridad no apacigua la insegu- El remedio, entonces, es tan sencillo como eficaz:
ridad sino que la hace crónica. Lo mismo ocurre, sin evitar aquellos actos, individuales y colectivos que
embargo, con las políticas públicas de seguridad. Tal y nos exponen innecesariamente al peligro. O, si se
como si se echara agua en un cubo agujereado, nunca quiere, prevenir antes que curar. En todo caso, más y
hay suficientes policías, leyes y cárceles. La insegu- mayores medidas de protección no garantizan mejor
ridad no atiende a razones, a cifras o a resultados y seguridad que una prudente eliminación, de raíz, de
su voracidad no conoce límites: mal si se ven pocos los factores que alimentan la inseguridad. •
policías y peor si se ven demasiados. Todo sirve para Comprender es actuar. Esto significa descon-
alimentar la inseguridad y nada basta para aplacarla. fiar de lo binario y alejarnos de los simplismos. La
Una auténtica tenia, el ansia de seguridad. primera medida de seguridad consiste en ver con
Hacer la compra antes de almorzar, dicen, no es absoluta nitidez el peligro y alejarse de él sin más
buen asunto: se compra más de lo que se necesita. dilación. Si el fuego quema, retiro la mano. Resulta
Asimismo, la inseguridad (ese temor difuso pero más seguro que mantener la mano en el fuego

124 125
mientras busco la forma de no quemarme. A menos to del proceso de globalización, ofrece un carácter
que se pretenda cuadrar el círculo. No se trata, ecuménico que nos sensibiliza en nuestra común
pues, tanto de «qué hacer» sino, ante todo, de «qué condición humana solidaria (frías, 2005). En efecto,
dejar de hacer>> para estar razonablemente seguro. durante los treinta últimos años, hemos asistido a
Sabemos que la velocidad, el alcohol o la distracción un hecho histórico sin precedentes: la posibilidad
causan la mayor parte de los muertos y los heridos de acceder a las culturas de todo el mundo. Por ello,
en accidentes de circulación. Entonces, ¿qué resul- como señala Wilber (2007), el conocimiento es hoy
ta más seguro: añadir, incesantemente, todo tipo en día global, lo que significa que, por primera vez
de artilugios de protección a los vehiculos, o bien en la historia, cualquier persona tiene la posibilidad
reducir la velocidad, no beber si se va a conducir y de acceder no solo a la totalidad del conocimiento,
evitar las distracciones? La primera de las opciones sino también de la experiencia y la sabiduría acumu-
juega con la ventaja, una vez más, de que no requie- ladas por todas las grandes civilizaciones premod.er-
re modificar hábitos y, sobre todo, no exige una nas, modernas y postmodernas. Pues, como bten
mayor conciencia, basta con estar dispuesto a pagar señala Bajoit, la globalización no se reduce a una
por las sucesivas medidas de seguridad. Llevada al cuestión meramente económica, sino que supone
paroxismo -como ocurre en las carreras ilegales, también una sensibilidad extrema acerca de todo lo
pero no únicamente-, esta disponibilidad a pagar que ocurre en cualquier parte del mundo, a causa de
por no asumir la propia responsabilidad, incluye la la extraordinaria circulación de las informaciones Y
previsión de las posibles sanciones. Sin embargo, de la difusión de modos de vida y de consumo. Una
el modelo de movilidad resultante de esta exas- nueva manera de representarse el mundo y de con-
peración individualista deviene colectivamente en cebir la vida se está generalizando en todas l?artes.
insostenible a causa de la persistente siniestralidad, la Sin embargo, tampoco nunca antes se había vtslum-
contaminación atmosférica y acústica, la ocupación brado con tanta claridad el riesgo de catástrofe pla-
del espacio público, así como por su contribución netaria que, tanto en la dimensión ecológica como
decisiva al cambio climático. en la social, paradójicamente se deriva del éxito en la
colonización humana del planeta.
La autoextinción de la Humanidad no es una
1. La sociedad del riesgo mundial posibilidad remota, sino una probabilidad cierta.
Hasta el punto, como remarca Grof, que so.mos la
Ante tanto particularismo excluyente, la dimen- primera especie que ha desarrollado el potenctal p~ra
sión universal del mundo contemporáneo, por efec- cometer un suicidio colectivo. Lejos tanto de fatalis-

126 127
mos milenaristas como de escepticismos voluntaris- E, incluso, nada nos puede garantizar ya que organi-
tas, la realidad trágicamente pertinaz de Hiroshima zaciones no-estatales no puedan disponer de armas
y Nagasaki marca los hitos catastróficos de un de destrucción masiva, ya sean químicas, bacterioló-
incomprensible proceso colectivo. ¿Qué sentido gicas o nucleares (especialme~te_ «sucias»). ~1 ataque
tiene olvidarlo? Con la Guerra Fría, el potencial de que la secta japonesa Aum Shinrtkyo efectuo con gas
autodestrucción de la humanidad entera, acumulado satín en el metro de Tokio el 20 de marzo de 1995,
en manos de las dos grandes potencias, llegó a des- como señala Townshend, abría la posibilidad de un
bordar todos los limites imaginables; hasta el punto asesinato en masa verdaderamente escalofriante:
que resultó necesario inventar una nueva unidad de posteriores operaciones policiales probaron que
medida: megadeath, palabra con la que se designaba los Aum poseían suficiente Sarín como para matar
un volumen de un millón de muertos (Anders). Con a más de cuatro millones de personas. Beck (2009)
la desaparición abrupta de la Unión Soviética, una sintetiza así el riesgo de catástrofe planetaria: <<La
parte importantisima del arsenal nuclear mundial asociación de nación, religión y violencia caracterizó
-.per? también químico y bacteriológico- quedó el siglo XIX y culminó en las g~erras mundi~le~ del
dtsemtnado y, en gran medida, incontrolado. Ahora siglo xx. El terror ante una postble guerra ato~uca y
mismo, nuevos estados ya disponen de un arsenal la sociedad del riesgo mundial no solo no dest1_erran
nuclear -Israel, Pakistán, India, Corea del Norte- y estos peligros, sino que los acumulan y generalizan».
por lo menos veinte más se hallan en camino de Parece, pues, que no deberían resultar necesa-
conseguirlo. rias más evidencias para prever la catástrofe planeta-
Desde la Segunda Guerra Mundial, por tanto, ria a la que nos precipita la creación, la diseminación
no solo ha crecido la capacidad total de destrucción y el progresivo descontrol de un arsenal ?e armas de
me~li~r:te el uso de -~rmamento nuclear, sino que destrucción masiva que, globalmente, dtspone de la
su tructal concentracton (exclusivamente en manos incomprensible capacidad de hacer de~aparec~r a la
de la Unión Soviética y los Estados Unidos) ha ido Humanidad de la Tierra no una vez stno vanas, es
derivando hacia una progresiva dispersión. Es decir decir, lo más parecido a la situación de un conde-
al «equilibrio del terror» -basado en una amenaz~ nado en el corredor de la muerte, a la espera de la
nuclear equiparable entre las dos grandes superpo- ejecución no de una sino de varias penas de mu~rte.
tencias mundiales y, por consiguiente, mutuamente Un despropósito que podría resultar chocante s1 no
controlado- le ha sucedido un «desequilibrio del fuera trágico. .
terror>> -una inquietante diseminación del arsenal El riesgo nuclear es, en un doble senttdo, un
nuclear entre una cantidad creciente de estados-. riesgo global. Es global porque no reconoce fronte-

128 129
ras ni territoriales ni temporales y, por tanto, afecta zación local-es decir, una parte de la Humanidad-,
a la Humanidad en todo el planeta y más allá de las sino la existencia humana sobre la Tierra, la que se
actuales generaciones. Y es un riesgo global, en su halla amenazada por el éxito de la civilización global
sentido más literal, porque la sucesión de catástrofes en su propósito de colonizar, desde Europa, el resto
nucleares (solo relativamente locales) «todavía>> no del planeta. El riesgo global, por consiguiente, se
han precipitado la catástrofe definitiva (planetaria). configura al mismo ritmo que se impone en el con-
Aunque también porque no se trata de un accidente junto del planeta -en tanto que sociedad del riesgo
del progreso técnico científico sino del resultado - mundial-la civilización occidental.
indudablemente más indeseable- de su éxito. Así, una vez más en la historia de la Humanidad,
Ciertamente, la totalidad de los nuevos riesgos aunque por primera vez a escala global, el éxito en
-incluido, por supuesto, el nuclear- que confi- el despliegue de estrategias civilizadoras -basadas,
guran la sociedad del riesgo se despliegan al mismo en esta etapa, en la disponibilidad de un crecien-
ritmo que lo ha venido haciendo, especialmente en te arsenal de artefactos devastadores- es, a su
el último siglo, el extraordinario desarrollo industrial vez, la condición inevitable de su fracaso. Beck 11l
basado en unos no menos colosales avances técnico remarca enfáticamente esta característica paradó-
científicos. Beck (2008) remarca, en este sentido que jica de la sociedad contemporánea: nunca antes, la
el cambio climático, por ejemplo, es el producto del Humanidad, había estado tan cerca como ahora de
éxito de una industrialización que desprecia siste- la autoextinción y, al mismo tiempo, jamás había
máticamente sus efectos tanto sobre la Naturaleza resultado tan factible la emergencia de una concien-
como en la Humanidad cia mundicéntrica (o auténticatnente cosmopolita)
Morimos, pues, de éxito. No sería la primera vez capaz de frenar -quién sabe si a tiempo- esta
-si éste fuera el caso- que una civilización que ha insensata carrera hacia la nada.
desafiado a la Naturaleza terminara desapareciendo Ciertamente, en la sociedad del riesgo mundial,
no a manos de un enemigo exterior sino, justamente, se extiende la conciencia acerca del alcance planetario
debido a su dudoso éxito en la explotación excesiva y la potencialidad catastrófica de los riesgos que se
de su entorno 17 • Pero no es ya el destino de una civili- han ido expandiendo, pandémicamente, al mismo
ritmo de la colonización humana de la Tierra. De tal
17. Fernández-Armesto (2002), Broswimmer (2005) y Diamond (2006)
documentan algunos de los casos más perturbadores y, especialmente,
extraen de ellos las lecciones gue un progreso auténtico, en ningún caso, 1H. En la rclectura (2007) de su tesis inicial de l,a .roCÍ!'tlarl rM rÍF.W.O (19H6),
hubiera debido desdeñar. posteriormente ! ..a .wáerlarl dd rie.~go .e.fobal (1999).

130 131
forma que un riesgo que no se detiene en las fronteras expectativas provocadas, la tecnC?ciencia ~special­
politicas no podia sino erosionar el mito fundacional mente a partir de la segunda m1tad del stglo xx-
del estado moderno, según el cual el estado soberano genera nuevos riesgos (cada .vez más globales y .mer:?s
sería capaz de garantizar la seguridad en el interior controlables) además de btenestar; la entroruzacton
de sus limites territoriales. Lo cual constituye, indu- capitalista del mercado produce exclusión s<?cial junto
dablemente, una verdad extremadamente difícil de con riqueza; y, finalmente, el estado se ve tmpotente
asumir por parte de las autoridades gubernamentales, para gestionar los ~onflictos (ca~a vez más r:umero-
dado que son conscientes de los enormes costes que sos) debidos a los nesgas y la destgualdad so~tal. . .
supondría abandonar su pretensión de ser los provee- La previsión de una catástrofe planetana antlcl-
dores monopolisticos de seguridad a la población: la pa el resultado probable de un proceso, ~n el qu~ nos
contrapartida de reconocer los peligros es el fracaso hallamos inmersos. Este es el punto cntlco: el nesgo
de las instituciones, la justificación de las cuales es anticipa la probabilidad fundada de la catástrofe
justamente la no existencia de peligros (Beck, 2008). (peligro) y, por consiguiente, no.s concede la op?r~u­
E pur si nmove! Cada vez se hace más evidente el nidad de modificar la trayectorta que nos prec1p1ta,
fracaso estatal en su propósito (en última instancia, sino hacia un desenlace fatídico. De manera que, tal
~robablemente insensato) de erigirse en garante exclu- y co~o bien percibe Beck (2008), los riesgos globa-
s~vo de la seguridad pública, acaparando monopolis- les liberan inesperadamente un momento cosmopo-
tlcamente los recursos de protección anteriormente lita histórico, es decir, en la medida en que anticipan
dispersos en la sociedad 19 • Asimismo, resulta progre- la muerte colectiva, también liberan un impulso
sivamente más difícil enmascarar la responsabilidad moral y político que aspira a equilibrar, más .allá. ?e
compartida, en este fracaso del estado (en su confi- fronteras y trincheras de todo orden, la globalizac1on
guración actual), de la tecnociencia y del mercado. económica, política y cultural. ,.
La fe ilustrada en la bondad intrínseca del progreso Pero, ¿qué nos falta para poder prever mtld~-
tecnocientífico, juntamente con la más reciente devo- mente el espanto insostenible ?e la t?era prob~~l­
ción neoliberal por el potencial ilimitado del mercado, lidad de una catástrofe planetana debtda a la acc1on
ta~poco podian quedar indemnes ante la previsión humana? Racionalmente, resulta incomprensible que
(nesgo) de una ~atástrofe planetaria. De manera que, puedan resultar necesarias aún más evidencias para
en una secuencta de defraudación de las enormes darnos cuenta, pongamos por caso, de la gravedad
del cambio climático y de quién es el responsable.
Tal y como se puso de manifiesto en el Informe 2007
19. Esta tesis se desarrolla en Curbet, 2009. del Intergovernmental Panel on Climate Change, el

132 133
debate académico sobre el cambio climático ha repentina. Dicho de otra manera, probablemente no
concluido. Sin embargo, las discusiones políticas y nos baste con aceptar racionalmente las evidencias
morales al respecto se hallan en un punto nuevo. documentadas de un auténtico riesgo planetario para
El principal culpable del calentamiento climático comprender plenamente que todos nosotros cons-
global-afirman los científicos con una unanimidad tituimos una comunidad de peligro mundial (Beck,
poco frecuente en una cuestión tan compleja-es el 2008) y, por consiguiente, para actuar en base a una
ser humano. La auténtica novedad, la importancia nueva ética de la responsabilidad planetaria Qonas).
histórica inclusive, del contenido de este informe Con todo, a pesar de los escepticismos y las
es la contundencia con la que desarma cualquier tergiversaciones, ante el alcance y la profundidad de
intento de excusarse o bien de dudar acerca de que los riesgos globales (ecológicos, económicos, socia-
la causa del evidente cambio climático lo sea el ser les), a partir de ahora nada de lo que ocurra quedará
humano (forres). Y lo mismo puede decirse acerca circunscrito localmente (todos los riesgos esencia-
de la extinción de especies. La Tierra pierde especies les son riesgos globales) y, en contrapartida, cada
a una velocidad sin precedentes en la experiencia riesgo local es también el resultado de la situación
humana. En el mundo contemporáneo, el goteo de la Humanidad. Así es el caso del problema del
normal de extinciones se ha transformado en una agua: Naciones Unidas estima que 1.000 millones
hemorragia incontrolable en la que desaparecen de personas se hallan sometidas al llamado «estrés
diariamente cien o más especies. El proceso actual del agua>>, es decir, que tienen acceso a menos agua
de extinción solamente presenta algún parecido con de la que necesitan. Con el cambio climático, las
las tres grandes extinciones en masa catastróficas del previsiones son escalofriantes: más de 3.000 millo-
remoto pasado geológico. Ecocidio designa el terrible nes lo sufrirán en el año 2025 y 5.300 millones en el
alcance y los efectos acumulativos de esta crisis de año 2050. Un casNs belli que puede afectar al planeta
extinción masiva y de destrucción de los hábitat entero (Folch).
inducida por la especie humana (Broswimmer). ¿Qué se interpone, pues, entre la evidencia
razonada de un riesgo global -que ya no admite
ilusos intentos de escapatoria individual o local-
2. Una conciencia mundicéntrica y la emergencia de esta imprescindible conciencia
mundicéntrica que nos permita, finalmente, eludir el
Jean Jaures, en su discurso a la juventud en el peligro de autodestrucción? En el estadio actual de la
año 1903, advertía que la noche de la servidumbre y evolución humana -dominado aún por la exaspe-
de la ignorancia no se desvanece con una iluminación ración del individualismo competitivo y consumista,

134 135
así como por la proliferación de particularismos que luchó durante millones de años por asegurar la
excluyentes-, lo que necesitamos con mayor pre- supervivencia humana se halla actualmente a punto
mura (el acceso a una seguridad mundicéntrica) es de agotar los recursos de su planeta, de convertir en
también, paradójicamente, para lo que nos hallamos inhabitable su entorno y de crear los instrumentos
menos capacitados. Son cuatro, desde mi punto de de su propia autoaniquilación. ¿Puede esta misma
vista, los obstáculos principales que nos correspon- conciencia desplegar la sabiduría necesaria para
de superar. En primer lugar, hemos perdido -en abandonar esta práctica catastrófica? ¿Podemos
realidad olvidado- la conciencia de nuestra vulne- desarrollar suficiente autocomprensión como para
rabilidad ante los fenómenos naturales y, por tanto, reducir nuestra destructividad y madurar con sufi-
también la noción de cuál es nuestro lugar en la ciente rapidez como para traspasar a tiempo esta
Tierra. En segundo lugar, ebrios de orgullo técnico crisis evolutiva?
científico, hemos llegado a creer que lo podemos La emergencia de la conciencia constituye uno
hacer todo y que todo lo que se puede hacer debe de los productos más sofisticados de la evolución
hacerse, inclusive, que podemos arreglar todos y humana. Pero no es, en absoluto, un lujo prescin-
cada uno de los desastres causados por el progreso. dible. Ahora menos que nunca. Nos urge ver con
En tercer lugar, el individualismo desesperado tanto claridad, es decir comprender, un hecho crucial: el
como el particularismo excluyente nos han hecho modelo actual de desarrollo es insostenible, tanto
olvidar el sentido de Humanidad y, en la medida en social como ecológicamente. Y lo es ahora y no, en
que nos confronta competitivamente a todos contra términos de simple probabilidad, de aquí a unas déca-
todos, nos incapacita para enfrentar colectivamente das, unos siglos o unos milenios. Los efectos actuales
(¡cómo si no!) los riesgos que amenazan la continui- del llamado progreso son exactamente insostenibles,
dad de la especie. En cuarto lugar, por consiguiente, es decir humanamente intolerables. Podríamos ocu-
vivimos atemorizados -cuando no aterrorizados- par décadas enteras examinando la cantidad ingente
y, así pues, buscamos solitaria y frenéticamente segu- de datos, estadísticas, estudios e informes de todo
ridad a casi cualquier precio, incluida, por supuesto, tipo que nos dicen lo que el sentido común (au?9ue
la renuncia voluntaria a la libertad. Esto constitu- aún no la opinión pública) sabe bien: nos preclplta-
ye, por sí mismo, una nueva y relevante causa del mos hacia el abismo. Pero la cuestión que, más tem-
aumento incesante de la inseguridad mundiaL prano que tarde, cada quién deberá responderse, es
Por todo lo cual, en las palabras de W alsh, sencilla y cada día que pasa más dramática: ¿por qué
la evolución humana se encuentra ahora ante un no abandonamos nuestros comportamientos auto-
abismo creado por ella misma. Esta conciencia destructivos? ¡Qué mejor seguridad que ésta!

136 137
Alli donde hay conciencia existe una visión níti- políticas. De manera· que las etapas que marcan la
da de qué hay que dejar de hacer, una comprensión evolución humana se ajustan mal a los moldes inter- ,
profunda de qué hay que hacer y, por consiguiente, pretativos construidos, aisladamente, por las distin-
acción transformadora. Todo a la vez; en un único tas disciplinas académicas y, cada vez más, ponen en
acto consciente, es decir surgido -sin mediación evidencia la necesidad de conjugar las aportaciones
ponderativa- de una auténtica comprensión. No de las ciencias naturales y las sociales en una visión
hay que darle vueltas: una situación cambia, de integral y evolutiva de la realidad.
repente y con todas las consecuencias, cuando la Afortunadamente, la catástrofe planetaria es,
vemos desde una perspectiva diferente, es decir, hoy por hoy, un riesgo. Sin embargo, no resulta ni
cuando ampliamos la visión, profundizamos en la tan obvia ni tá'n intranscendente la conclusión que
comprensión, nos hacemos conscientes. En este queramos extraer de este hecho: (a) solo es un riesgo
instante clarificador ya no existe ni antes ni después, o bien (b) debemos impedir que el riesgo se mate-
ni pros ni contras, ni optimismo ni pesimismo, ni rialice en catástrofe. Son indudables las ventajas, a
distinción entre pensamiento y acción: tan solo pura corto plazo y en lo que se refiere a la comodidad,
conciencia transformadora. que nos aporta la primera de las interpretaciones: si
Todo salto en la escala de la evolución humana «solo» se trata de un riesgo, entonces no hay que dra-
constituye, en última instancia, un cambio de con- matizar y, sobre todo, nos podemos ahorrar la ingra-
ciencia. De repente, lo que resultaba aceptable deja ta tarea de cuestionar la sostenibilidad del modelo
de serlo; lo que era útil ahora estorba, lo que no se de vida actual. Si, por el contrario, entendemos
valoraba ahora se considera imprescindible, lo que que resulta inaceptable que nuestra forma de vida
podía esperar se vuelve inaplazable. La distinción produzca un riesgo de catástrofe planetaria -que
entre la esfera individual y la colectiva, en última compromete no únicamente nuestra existencia sino
instancia, tiene más de delimitación conceptual que también la de las próximas generaciones- entonces
real; puesto que identificar dónde termina el indivi- la situación no resulta tan confortable: son todas
duo y dónde empieza la colectividad resulta siempre las dimensiones de nuestra forma de vida, insepa-
una tarea cargada de dificultades. Debido a ello, la rablemente tanto en la esfera individual como en la
formación -en buena medida imperceptible- de colectiva, las que pasan a verse cuestionadas por este
una masa crítica, alli dónde podía parecer que sola- despropósito insostenible.
mente habían actitudes individuales aisladas, acaba No deberíamos engañarnos, sin embargo. Este
determinando las grandes transformaciones cultu- dilema crucial no se resuelve con un voluntarista
rales y, por tanto, también sociales, económicas y acto de elección racional entre dos opciones basa-

138 139
do, como en tantos otros casos, en un cálculo de
coste y beneficio, de preferencia o incluso de creen-
cia. Se trata de algo quizás más sencillo y por ello
más dificil: una cuestión de conciencia, es decir de
ampliación y profundización de la conciencia. Y la
conciencia ni se adquiere ni se adopta: como bien
dice Vaughan, debe ser descubierta dentro de uno
mismo y aplicada en las relaciones. De manera que
únicamente una visión clara, amplia y profunda de la
tragedia que supone el riesgo de catás~rofe planetaria
podrá permitirnos acceder a un estadio superior - SEGUNDA PARTE
en la medida que es capaz de incluir y a su vez tras-
cender los estadios egocéntrico y etnocéntrico- de Repensar la seguridad
seguridad mundicéntrica que nos permita -más allá
de los estrechos limites impuestos por la identifica-
ción completa con el <<yO» y el <<nosotros>>-- ver, con «La inseguridad de la vida no ha encontrado
los ojos de la Humanidad entera, que constituimos hasta ahora -y de una manera general- más
una comunidad de peligro mundial y que solo una soluci<'>n que la búsqueda del poder. Sería
nueva ética de la responsabilidad planetaria podrá tiempo de reflexionar sobre si es la única, la
salvarnos. mejor vía para la seguridad de la vida, y para
el desarrollo de la humanidad.»
Alfred Adlcr

140
Capítulo IV

(IN) SEGURIDAD:
UNA REALIDAD INDIVISIBLE

Comprender la inseguridad probablemente


constituya la mejor seguridad posible. Pero, ¿cuál
es la condición de probabilidad? Comprender la
inseguridad supone ver con nitidez, en una mirada
integradora, las distintas perspectivas que ofrece
cualquier problema de inseguridad que debamos
afrontar: los actores, los factores de riesgo, las vulne-
rabilidades, los procesos, las causas, las consecuen-
cias, los tratamientos y sus efectos.
Como hemos visto, abordar los problemas de
inseguridad desde una perspectiva parcial no solo
impide, obviamente, la comprensión plena del pro-
blema sino que, consecuentemente, limita de raíz las
posibilidades de solución. Es decir, la manera de ver
el problema es el problema. O, si se prefiere: solo un
problema correctamente formulado tiene solución.
Con lo cual se reafirma la impertinencia radical de
una búsqueda de seguridad al margen de la plena
comprensión de la inseguridad que la genera.
La seguridad vial, pongamos por caso, no se
logra por una actuación dirigida únicamente a san-
cionar las infracciones a las normas de circulación y,

UNiVERSrDAO DEPi;~TIOQUi/J..
0101 11"'\TIL~A i"'f"""lfi..I"T"nAI
ni siquiera, por el endurecimiento de las sanciones. provienen del tráfico rodado. Esta contaminación,
La minimización de los daños personales y mate- causada por los vehículos a motor, es la causa más
riales producidos por la circulación masiva de vehi- probable del reciente aumento del asma infantil en
culos a motor requiere, además de la intervención las ciudades (Ball).
sancionadora, el despliegue de un amplio abanico Este fracaso relativo, aunque trágico, de las
de actuaciones concertadas en todos los ámbitos: la políticas de seguridad vial solo puede explicarse por
mejora constante de la seguridad técnica en los vehi- su renuncia -consciente o no- a alterar algunas
culos, la eliminación de puntos negros en las infraes- de las condiciones básicas de producción de la inse-
tructuras viarias, la adecuación de las normas a una guridad vial. Así, por ejemplo, en tanto las normas
realidad cambiante, la mejora de la formación de los de circulación imponen limites y sanciones cada
conductores, la difusión de la educación vial entre la vez más estrictos de velocidad a los conductores, la
población, las campañas de sensibilización a través industria del automóvil no se ve obligada a limitar
de los medios de comunicación de masas, la dispo- técnicamente la velocidad de los vehículos; asimis-
nibilidad de instrumentos electrónicos de control del mo, el uso del automóvil privado en detrimento del
cumplimiento de las normas -en especial para las transporte público o bien de otros modos de trans-
limitaciones de velocidad y de adelantamiento, así porte más sostenibles (a pie, en bicicleta), a pesar
como en las de alcoholemia-, la creación de unida- de algunas intervenciones, sigue siendo la norma en
des especializadas de policía de tráfico, etcétera. Y, las ciudades. Y una publicidad constante y masiva
a pesar de todo ello, en los -paises en los que más se sigue presentando la posesión privada de automó-
ha mejorado la seguridad vial todavía padecen unos viles como una condición indispensable de libertad
niveles humanamente insostenibles de muertes y individual, de éxito social y de satisfacción de la más
daños a la salud; no solo debidos a la siniestralidad variopinta gama de deseos.
sino también a la contaminación atmosférica cau- Desmintiendo, pues, una creencia extendida,
sada directamente por la circulación de vehiculos la seguridad no se genera en oposición frontal a la
a motor: en Europa, por cada muerte causada por inseguridad sino mediante el tratamiento completo,
un accidente de circulación se producen al menos profundo y sostenido de los factores de riesgo; de
tres muertes debidas a la contaminación provocada manera que producir seguridad supone gestionar
por los vehiculos a motor (Noy) y, en paises muy integralmente la totalidad de los ámbitos que susten-
urbanizados como Alemania, el sesenta por ciento tan la inseguridad. Pero, ¿qué hace falta para ello? En
del monóxido de carbono y de los óxidos de nitró- la tabla 1 se presenta una visión de la inseguridad que
geno, gases tóxicos, que se lanzan a la atmósfera, pretende articular integralmente -en sentido verti-

144 145
cal--los ámbitos individual y colectivo con -en pensamientos, creencias, estereotipos y emociones
sentido horizontal-las esferas interior y exterior de que no siempre se materializan en conductas lógicas
la inseguridad. En el bien entendido que cada uno de y, por tanto, previsibles.
los cuatro cuadrantes resultantes representa, solo a Este es, pues, el espacio de la fricción entre
efectos analiticos, una parte inseparable de una rea- valores y deseos encontrados, entre deseos y debe-
lidad única -la inseguridad- y, por consiguiente, res, entre condicionamientos recibidos (genéticos,
indivisible. Lo cual requiere no confundir, en ningún culturales, sociales) y necesidad de desplegar el
momento, el mapa con el territorio. potencial individual, en el que se acumula una
tensión extraordinaria. Obviamente, no se trata de
una tensión que pueda reducirse a una sucesión de
elecciones, en base a criterios utilitarios, entre opcio-
Conductual (ello) nes claramente identificables. Bien al contrario, la
Intencional (yo)
Violencias
Conflicto originario fricción se produce en el punto de encuentro (en
interpersonales
realidad de confrontación) entre las dimensiones
consciente e inconsciente presentes en cada indivi-
Cultural (nosotros) Social (ellos) duo. Asimismo, la fricción no solo se produce de
Identidad excluyente Violencias colectivas una forma esporádica, con motivo de circunstancias
extraordinarias, sino que se trata de un proceso
Tabla 1. Visión integral de la inseguridad. constante e insidioso que se registra en las situacio-
Fuente: Elaboración propia, basada en Wi/ber (2007) nes más cotidianas y, en buena medida, en ámbitos
alejados de la conciencia.
Sin duda, no basta con una comprensión mera- Ante todo, sin embargo, es éste el escenario en
mente conceptual de la idoneidad de la propuesta el que se forja una de las psicopatologías más crucia-
de repensar la seguridad. En el problema de la inse- les en el proceso de evolución de los seres h~manos
guridad no solo se halla involucrada la mente sino y, en particular., en el desarrollo de la insegundad: la
también las emociones y, en particular, emociones escisión egocéntrica. Efectivamente, cuando la impres-
tan poderosas como el deseo y el miedo. Lo cual cindible comprensión de quién somos nosotro~ Y
supone aceptar que las actitudes básicas ante la inse- quiénes los demás deriva, mediante una desmed1da
guridad se configuran en el ámbito interior del indi- identificación psicológica con uno mismo, en el esta-
viduo --que se representa en el cuadrante superior blecimiento de una frontera psicológica entre ambas
izquierdo de la tabla 1- con una confusa mezcla de dimensiones de una realidad única -propulsada, en

146 147
gran medida, por la insufrible inseguridad existen- los sueños, el potencial creativo y, en definitiva, la
cial-, entonces queda delimitado también el ámbi- sabiduría esencial. El acceso consciente a la sabiduría
to más propicio a la confrontación interpersonal y esencial es una tarea crucial para el desarrollo de los
colectiva de los diversos conflictos internos. seres humanos y que solo puede ser realiza.da en el
La escisión egocéntrica) en la medida que con- ámbito interior de cada individuo. El despliegue de
lleva la fe en que los otros seres deben, por natura- esta sabiduría esencial facilita al individuo la toma de
leza, sacrificarse por nosotros, libera en el individuo conciencia del conflicto interno como fuente de la
el ansia de poder, es decir la voluntad imperiosa de inseguridad y, por tanto, descubrir el punto de inicio
reducir la diferencia mediante la fuerza. Ciertamente de la búsqueda de seguridad.
' Así solo la conciencia del conflicto interno per-
solo el ansia de poder parece capaz de impulsar al
individuo a sobrepasar el limite del esfuerzo reque- mite al individuo cesar en la búsqueda infructuosa y
rido para obtener lo verdaderamente necesario para contraproducente de seguridad lejos de la fuente de
vivir: alimento, ropa, resguardo, y a creerse obligado la inseguridad, es decir, en los demás, en lo demás.
a luchar solitaria y encarnizadamente para acumu- Paradójicamente, esta mala noticia -la fuente de
lar recursos, prestigio, poder en definitiva. Lo cual la inseguridad se halla en lo más íntimo ~e cada
supone, para el individuo psicológicamente aislado, ser humano- se convierte, por obra y gracta de la
generar y a su vez padecer unos costes enormes en conciencia, en la mejor noticia: cada ser hum~no
términos de riesgos que se materializan en desastres dispone de la capacidad para transfo~mar~e, med1an-
y conflictos que estallan en violencias. te la gestión responsable del conflicto 1nterno? de
Así pues, la liberación del ansia de poder disuel- productor de inseguridad en generador de segur1dad
ve -por los efectos corrosivos de la escisión ego- para sí mismo y para los demás.
céntrica- el vinculo (ethos) que une al individuo a la De manera que cualquier intento de compren-
Humanidad y a la Naturaleza en el Todo y establece, der el fenómeno de la inseguridad que deje de lado,
por consiguiente, la delimitación potencialmente por sombría e inquietante, la introspección en el
conflictiva entre nosotros y los demás. Ello consti- interior de uno mismo jamás podrá lograr su propó-
tuye, para todas las tradiciones filosóficas, el conflicto sito, dado que desdeña una verdad tan ~enc~lla co~o
originario, es decir, el ámbito en el que se generan los trascendente: cada individuo es, en últ1ma 1nstanc1a,
primeros y ancestrales miedos y de donde surge la un ser único e irrepetible. A pesar de todo ello,
violencia en todas sus formas. siendo como es, la introspección, una tarea ardua
Sin embargo, también es en la esfera interior y exigente que antes ~e comprometer a los _demás
que anidan los anhelos más íntimos del ser humano, compromete a uno m1smo, no resulta extrano que

148 149
sea olvidada con tanta frecuencia, particularmente 1. Socialización e individuación
en las sociedades hijas del pensamiento ilustrado. Lo
cual no desmiente que, en el otro extremo, también La articulación de lo individual y lo social en
se produzcan intentos de explicación de la inseguri- una visión integral permite considerar conjunta-
dad que no tengan en cuenta la intrínseca condición mente las causas oijetivas (los hechos sociales, esas
social de los seres humanos. fuerzas estructurales exteriores a la conciencia de los
Adentrarse en el corazón de las tinieblas con individuos y que se imponen a ellos) y las intenciones
la esperanza de resultar indemne se trata, efectiva- sttijetivas (las motivaciones que dan sentido a sus
mente, de una pretensión insensata. Como en el conductas). Articular es mostrar cómo unas y otras
metafórico viaje emprendido por Conrad, indagar se engendran recíprocamente: <<de una parte, cómo
en la cara oscura de la condición humana no es una los hechos sociales no son coercitivos sino porque
empresa que se halle exenta de peligros y, por consi- tienen sentido y se traducen en intenciones en la
guiente, que sea apropiada para diletantes o curiosos cabeza de los individuos y, de otra parte, cómo los
y, ni siquiera, que pueda constituir un reto al alcance productos de esas intenciones que son las lógicas
de un mero empeño intelectual. Exige, un proyecto de acción social en las cuales esos individuos se
de esta naturaleza, determinación -para perseguir comprometen, (re)producen esos mismos hechos
la verdad más allá de los propios prejuicios- y, sociales» (Bajoit). El individuo es, indisociablemen-
ante todo, valor -para incluirse a uno mismo como te, sujeto y objeto de la vida social: la produce y es
parte del problema y no solamente de la solución-. el producto de ella. Por consiguiente, la sociedad
Es tanto el sufrimiento condensado a lo largo de la es una suma de individuos entrelazados, que se
evolución humana en términos tales como violencia construyen como individualidades propias por sus
o miedo que no es posible manejarlos sin el respeto relaciones entre ellos, y que, por lo mismo, producen
y el cuidado propios de un transportista de nitrogli- también la sociedad, que por su parte les ofrece las
cerina. Respeto, justamente, por el caudal incesante condiciones materiales, sociales y culturales para que
de sangre derramada por la violencia en sus múlti- puedan (re)producirse. Es decir, son las relaciones
ples expresiones, así como por la imposibilidad de entre los individuos, que buscan construir y realizar
reducir el problema del mal a un maniqueo juego de su identidad personal por sus intercambios, las que
estigmatizaciones. Cuidado, a su vez, por la explo- permiten comprender la vida social.
sividad de unas sustancias, la violencia y el miedo, Así pues, la condición humana es el resulta-
capaces de provocar incontrolables reacciones en do de dos procesos complementarios: el proceso de
cadena. socialización y el proceso de indizJidttación. Por la sociali-

150 151
zación, el individuo se ajusta a lo colectivo, en unos del establecimiento de fronteras (el espacio de los
contextos culturales y sociales específicos. A su vez, conflictos) y, en particular, de la creación de la fron-
por la individuación, el ser único que habita en cada tera originaria por la que se separa psicológicamente
ser humano está llamado a aflorar plenamente, a la esfera individual de la colectiva, puesto que,
desplegarse conscientemente en todo su potencial individuo y colectividad, están lejos de constituir
evolutivo, a culminarse responsablemente como realidades contrapuestas y ni siquiera tan fácilmente
un individuo integro, de una sola pieza. De manera delimitables como acostumbramos a creer. Bien
que, como aseveró Einstein, la salud de la sociedad al contrario, como hemos dicho, los procesos de
depende tanto de la independencia de los individuos individuación y de socialización constituyen las dos
que la forman como de su intima cohesión social. caras de una misma moneda: la evolución humana.
Por sus propias lógicas internas, ambos proce- Justamente, el proceso de individuación consis-
sos -socialización e individuación- requieren un te, en buena medida, en identificar «aquello que se
despliegue conjunto y armónico; de manera que un expresa a través de mi>> (ser social) -en forma de
déficit en el desarrollo de una de las partes afectará pensamientos, creencias, valores, afectos, proyectos;
inevitablemente al todo. Asi, las patologías caracte- pero también, prejuicios, miedos, resentimientos,
rísticas de este desequilibrio evolutivo se presentan, odios- <<pero que no se ha originado en mi» (suje-
por el dificil de individuación, como un sometimiento to singular). Es decir, individuarse supone adquirir
inconsciente, y por ello, personalmente irresponsa- conciencia de cuanto hay en mi mente y de las emo-
ble, a la herencia genética, cultural y social recibida; ciones que rigen mi vida y, sin embargo, obedece a
es decir, un acatamiento gregario e interiorizado de intereses que no son necesariamente los mios. La
un destino impuesto ancestralmente. Asimismo, a aparente paradoja consiste en que para completarse
causa de un dificit de socialización, el repliegue ensi- como individuo resulta imprescindible descubrir que
mismado sobre uno mismo (egocentrismo) difi- aquello que considero mi identidad genuina (yo) es,
culta cuando no impide la empatia con los demás, en su mayor parte, una identidad compartida (noso-
la capacidad de cooperación, el establecimiento de tros).
vínculos sociales creativos, el compromiso cívico en El descubrimiento que <<yo» es, en realidad,
la consecución de los objetivos de la colectividad y, «nosotros», permite iniciar el inventario de los
en definitiva, la posibilidad de actuar juntos. condicionamientos genéticos, culturales y sociales
Resulta conveniente, pues, prevenirnos de los que hemos interiorizado inconscientemente como
resultados funestos -en términos de generación algo propio. Descubrir «qué no soy>> constituye, por
de conflictos internos y externos- que se derivan supuesto, la condición previa e indispensable para

152 153
«saber quién soy>>. No se trata de un trabalenguas. colegio de oftalmólogos y, finalmente, en jubilada.
Recordemos la invitación a pensar a la contra: como Asimismo, la identificación con prácticas religiosas,
si se tratara de esculpir (es decir, quitar toda la piedra opciones políticas, aficiones artísticas o deportivas
sobrante hasta que aparezca la estatua contenida en van ampliando y modificando constantemente esa
el interior) hacerse de una pieza constituye la res- identidad necesariamente poliédrica.
ponsabilidad básica del individuo. Esta tarea, lejos El mecanismo de la identijicación parece cumplir un
de pretender llegar a ser alguien distinto de quien en papel determinante en el proceso de socialización,
realidad se es, consiste en despojarse de lo impropio puesto que permite a los individuos reconocerse
y por ello superfluo, permitiendo así que aflore lo entre sí por sus semejanzas, compartir preocupacio-
propio y esencial. nes, comprometerse con y por los demás, recorrer
Es en esta esfera interior de lo colectivo -que trayectos comunes y fijarse metas que trascienden
se representa en el cuadrante inferior izquierdo de la los limitados intereses individualistas. De esta forma,
tabla 1- que se construyen, consolidan, transmiten distintos seres humanos que compartan su identi-
y evolucionan visiones compartidas de nosotros, de ficación con la condición de mujer podrán reunir
los demás, del mundo. Estas visiones colectivas cris- sus fuerzas individuales para luchar colectivamente
talizan, de una forma específica en cada individuo, por la igualdad de sexos; un grupo de oftalmólogos
en una multiplicidad de identificaciones que vienen podrá constituir un colegio profesional; unos cuan-
a completar o bien a alterar las identidades básicas: tos aficionados al fútbol crear un club; un conjunto
soy mujer, soy madre, soy divorciada, soy catalana, de ciudadanos levantar un país. Y, lo que es mejor,
soy católica, soy oftalmóloga, soy melómana, soy de un mismo individuo podrá, a la vez, luchar por la
centroizquierda, soy de Greenpeace, soy naturista, igualdad de sexos, constituir un colegio profesional,
soy del Barfa, etcétera. crear un club de fútbol y levantar un país. En defini-
De manera que cada ser humano, a lo largo tiva, por las identificaciones múltiples, el individuo
de su vida, va gestionando -no siempre de forma se hace miembro voluntario y responsable de una
plenamente consciente- una cartera relativamente comunidad que lo incluye y, a su vez, lo trasciende.
amplia de identidades. Así, en un trayecto vital común, ¿Dónde está, pues, el riesgo? No en las iden-
la identidad básica niña se transforma sucesivamente tidades diversas, sino en la identidad exclusitJa. Las
en joven, mujer, madre, abuela; la identidad soltera identidades múltiples y cambiantes (mujer, madre,
en casada y luego en divorciada, para quizás retornar divorciada, catalana, católica, oftalmóloga, melóma-
a ser casada. A su vez, la estudiante se transforma na, de centroizquierda, de Greenpeace, naturista, del
en oftalmóloga, posiblemente en presidenta del Barfa), eventualmente, se ven constreñidas por el

154 155
apremio del irresuelto conflicto interno tanto como reprimiéndolas, no constituye ninguna garantía de
por una reacción identitaria ante una grave presión que no vayan a estallar en el momento y la situación
externa, así como por una conjunción de ambas, en más inesperados -más bien al contrario-, a través
la necesidad imperiosa de realizarse en una identidad de conductas violentas que afecten, muy probable-
exclusiva (católica, por ejemplo), la cual concentra, mente, a quiénes poco o nada hayan tenido que ver
a partir de entonces, la totalidad de. la energía distri- con la causa real de esa reacción incontrolada.
buida en las identificaciones múltiples. Entonces, la En unos casos, la descarga de tensión acumu-
realización de esa identidad exclusiva se convierte en lada, encontrará un cauce socialmente aceptado
fundamental para el individuo que ha visto así redu- -desde la práctica deportiva hasta todo tipo de
cirse tan drásticamente el horizonte de realización adicciones legales- y, en otros, se desbordará más
personal en la esfera colectiva, impregna todas las allá de los limites de las normas -desde el homi-
facetas de su vida, adquiere una prioridad absoluta y cidio hasta el suicidio, pasando por toda la gama
su materialización deviene cuestión de vida o muer- de violencias interpersonales-. De esta forma, el
te, ya sea en un sentido psicológico o bien literal. conflicto interno se enraíza, se expande epidémica-
mente, interactúa con otros conflictos internos y,
con suma facilidad, se cronifica en círculos perversos de
2. Violencia(s) ¡;io!encia generalizada.
Si pudiéramos rebobinar hasta su origen el
En el ámbito individual, la esfera interior (inten- proceso que culmina, pongamos por caso, en un
cional) se proyecta, necesariamente, en la exterior «crimen pasional», con toda probabilidad, nos
(conductual) -que se representa en el cuadrante inquietaría descubrir que el primer paso hacia este
superior derecho de la tabla 1-. Es en este ámbito, desenlace trágico no difiere, en lo esencial, de esta
en el de la realidad indivisible de la inseguridad, que misma acumulación de emociones negativas que
el conflicto interno se manifiesta, inevitablemente, a constituyen nuestro particular conflicto interior.
través de una amplia amalgama de violencias intetper- Sin embargo, en la sabiduría esencial que anida en
sonales. el interior de cada ser humano radica la posibilidad
La acumulación cotidiana de emociones nega- determinante de discernir, consciente y responsable-
tivas y poderosas -como el desengaño, el enojo, mente, la conducta que demanda cada momento y
el resentimiento, la frustración, los celos, el odio, situación. Es por ello que unos mismos condiciona-
la envidia o la ira-, en algún ámbito alejado del mientos colectivos cristalizan en cada individuo de
alcance de la conciencia, ya sea negándolas o bien una forma específica: ante una misma oportunidad

156 157
delictiva unos individuos la aprovechan y otros la de conductas incontroladas (palabras, gestos, accio-
rechazan; en una situación de desastre aparecen nes... pero también silencios e inacciones) y, por
tanto saqueadores como héroes; al volante de unos consiguiente, nos obliga a actuar prudentemente,
mismos automóviles, conduciendo en unas mismas es decir responsablemente, en todo momento, de
carreteras y sometidos a las mismas reglas, coexisten manera que nos posibilita transformarnos de factor de
las conductas más agresivas y temerarias con las más inseguridad en factor de seguridad, tanto para uno mismo
prudentes y solidarias. como para los demás. En este sentido, Neumann
Pero no solo se presentan entre los individuos señala que el asesinato, en términos evolutivos,
estas diferencias significativas. Un mismo individuo, constituye una reacción humana primitiva, que
enfrentado a distintas situaciones -ya sea en el queda superada por el desarrollo de la conciencia en
transcurso de su vida o bien en la secuencia de un forma de conciencia moral y formación de la noción
solo dia- puede ser alternativa o simultáneamente de justicia. Sin embargo, por el proceso de regresión,
prudente y temerario, egoísta y solidario, héroe y la instancia superior de la conciencia desaparece y
villano: el maltratador de su mujer puede ser un resurge en su lugar la reacción primitiva.
conductor ejemplar; el filántropo, un mafioso; el La interacción social de los conflictos internos
arriesgado escalador, un hipocondriaco; el obispo, -no asumidos conscientemente en el plano indi-
un pederasta; el Dr. Jekyll, Mr. Hyde20 • vidual-, lejos de reducir su potencial de violencia,
De ahí la importancia crucial de la tarea intros- constituye el entramado idóneo para el desarrollo de
pectiva que nos mantiene conscientes de la evolu- las identidades excluyentes y para el despliegue del
ción del conflicto interior, nos alerta del potencial ansia de poder en las manifestaciones más inquie-
de violencia que acumula, nos previene acerca de tantes y tenebrosas de violencias colectivas -que
la inercia fatal que lo conduce a expandirse a través se representa en el cuadrante inferior derecho de la
tabla 1-.
El resultado de esta sinergia perversa -entre
20. El Extraiio caso del Dr.Jek]l~y Mr. 1-[yde (a veces abreviado simplemente El una multiplicidad de conflictos internos, identidades
Dr. .fef<:yll)' Mr. 1-[yde) es una novela escrita por Robert Louis Stevenson, excluyentes y ansia de poder- no se reduce a una
publicada por primera vez en inglés en 1886, cuyo título original es The mera constelación de circunstanciales violencias
Stra11ge Case r!f Dr. Jek-J'II ami Mr. 1 1]de. Trata acerca de un abogado, Gabriel interpersonales sin una mayor significación colecti-
John Utterson, que investiga la extraña relación entre su viejo amigo, el
Dr. Henry Jekyll, y el misántropo Edward Hyde. El libro es conocido por
va, sino que se traduce en la constitución de e.str?c-
ser una representación vívida de la psicopatología correspondiente a un turas sociales, económicas y políticas que, st bten
desdoblamiento de personalidad. pretenden asegurar el despliegue de la vida humana,

158 159
en no pocas ocasiones terminan convirtiéndose en de dificultades y carencias básicas, sin una esperanza
una de sus principales amenazas. fundada de poder llegar a desplegar sus capacidades
Obviamente, las sociedades humanas están humanas.
constituidas por individuos y, por extensión, tam- Asimismo, las instituciones politicas -que
bién por la interacción de los conflictos internos de debieran, por una parte, garantizar el acceso equi-
todos ellos. No r~sultaría sensato, por tanto, confiar tativo de la totalidad de la población a los bienes
en que las estructuras sociales creadas por individuos públicos esenciales (salud, educación, vivienda) y,
pudieran escap~r a los efectos, amplificados colecti- por la otra, procurar las condiciones básicas para el
vamente, del conflicto originario. Así pues, el papel ejercicio armónico de los derechos y las libertades-
determinante del ansia de poder en la formación y el se muestran incapaces de subordinar la actividad
desarrollo de las estructuras económicas (el mercado económica al interés común, es decir garantizar la
o las grandes corporaciones multinacionales) politi- seguridad social; y, asimismo, tampoco logran hacer
cas (los estados o los organismos internacionales) y efectivo su propósito fundacional de monopolizar el
sociales (la familia, la escuela o los medios de comu- uso de la violencia a fin de asegurar la convivencia,
nicación) limita radicalmente la capacidad de dichas es decir garantizar la seguridad cívica.
instituciones para contribuir significativamente a la Finalmente, las instituciones sociales -llama-
pacificación de la vida social. das no solo a reproducir la existencia humana, sino
No debemos olvidar que, junto a los beneficios a facilitar el pleno despliegue de todas sus potencia-
que aportan al desarrollo humano, no resulta en lidades- no consiguen eludir una función perversa
absoluto desdeñable la capacidad de la que disponen de transmisión de las condiciones culturales que, en
las instituciones para expandir, intensificar y repro- su raíz, alimentan el ciclo de la violencia. De manera
ducir los conflictos y, en su manifestación extrema, que solo una definición extremadamente restrictiva
las violencias. Así, las instituciones económicas - de la violencia -exclusivamente aplicada a las vio-
que debieran suministrar a todos los individuos los lencias interpersonales- puede excluir de su ámbito
recursos necesarios para su existencia- generan, las violencias estructuralmente ejercidas por las ins-
mediante la exacerbación de la competitividad indi- tituciones sociales, politicas y económicas. Y dado
vidualista, no solo un reparto desigual de las opor- que ello ocurre con frecuencia, las violencias quedan
tunidades de acceso a los recursos básicos, con una entonces fatalmente reducidas a una sucesión frag-
creciente acumulación de las riquezas en unas pocas mentada de actos individuales, incomprensibles y
manos, sino que condenan a amplios sectores de la desconectados entre sí (violencia del stijeto), que solo
población mundial a malvivir una vida corta, llena remotamente aparecen vinculados a los factores

160 161
estructurales que los interrelacionan significativa- de ciertos individuos y grupos de manera que, desde
mente (violencia sistémica). Zizek resume, claramente, esta visión deliberadamente restringida, los actos vio-
el núcleo de la cuestión: lentos aparecen como las excepciones trágicas que vie-
<<A primera vista, los signos de violencia eviden- nen a confirmar la bondad intrínseca del orden social,
tes son los actos criminales y terroristas, los distur- politico y económico vigente. Consecuentemente, la
bios callejeros y los conflictos internacionales. Pero existencia de un cierto volumen de violencias, lejos
deberíamos aprender a mirarlos con perspectiva, de perturbar el orden establecido, vendría a constituir,
a distanciarnos de la fascinación de esta violencia paradójicamente, una condición indispensable para su
directamente visible protagonizada por el sujeto, una conservación. Pero no solo eso.
violencia ejecutada por un agente claramente identifi- Esta reducción extrema del zoom hasta dejar
cable. Tendríamos que ser capaces de percibir el tras- fuera del visor toda violencia estructural, exime de
fondo que genera estos estallidos. Una mirada con cualquier responsabilidad a las instituciones en el ciclo
perspectiva nos permitiría identificar una violencia de la violencia. Con lo cual, las instituciones raramente
que se halla en la base de nuestros propios esfuerzos son tomadas en consideración como parte del proble-
por luchar contra ella y para fomentar la tolerancia.» ma de la violencia y si como elementos imprescindi-
Esta definición restrictiva de la violencia, por bles para su solución. Desde esta idea preestablecida,
tanto, no resulta inocua. Bien al contrario, tiene claro está, la producción de violencia desde alguna
consecuencias trascendentales. Ante todo, tamaña institución solo puede aceptarse en forma de excep-
reducción del campo de observación condena cual- ciones que confirman la regla, imputables únicamente
quier esfuerzo de comprensión del ciclo completo de la a individuos inescrupulosos o a procesos mejorables
violencia en simplemente imposible y, por supuesto, y que, difícilmente, vienen a cuestionar sino :nás bien
los diagnósticos de las distintas manifestaciones a confirmar la idoneidad de las estructuras v1gentes.
de violencia aceptada como tal Guvenil, de género, Por todo ello las instituciones se sienten legi-
escolar, laboral, politica, organizada) se estrellan, una timadas para seg~ir produciendo exclusión social,
y otra vez, contra este muro destinado a salvaguardar económica y politica, así como limitando derech~s
las instituciones de cualquier responsabilidad en la y libertades, sin temor a que ello vaya a ser cons1-
producción de violencia e inseguridad. derado como violencias estructurales -no menos
En efecto, circunscribir la violencia a las agresio- inaceptables que otras formas de violencia por
nes entre individuos o bien entre grupos, supone foca- lo menos- sino como meros efectos colaterales
lizar la atención en las conductas desviadas, es decir indeseables pero perfectamente reparables por las
psicológicamente patológicas o socialmente anómicas, propias instituciones.

162 163
¿En qué condiciones, pues, se hacen social- Con todo, aún resulta más complejo desvelar
mente visibles estas violencias estructurales? la violencia estructuralmente vehiculada a través de
Ordinariamente, se requieren situaciones verdadera- las principales instituciones sociales -la familia, la
mente extremas para que la capacidad institucional escuela o los medios de comunicación- sin embar-
para producir violencia quede al descubierto. Así, la go, la creciente visibilización de la violencia asociada
pervivencia contemporánea de formas de esclavitud, a las relaciones familiares -particularmente, la
el tráfico de seres humanos para la explotación labo- ejercida por el hombre contra la mujer y, en menor
ral, el trabajo infantil, el acoso laboral, la devastación medida, la de ambos contra los niños-, las violen-
industrial de recursos naturales o la contaminación cias entre alumnos y con los profesores en el ámbito
atmosférica debida a la actividad económica cons- escolar o el protagonismo incuestionable, aunque
tituyen la punta del iceberg que, eventualmente, ambivalente, de las violencias en los medios de
puede llegar a revelarnos la magnitud real de la vio- comunicación y de entretenimiento ya no permiten
lencia estructural requerida para el buen funciona- excluir, a priori, a dichas instituciones del complejo
miento de un modelo económico global que perdió proceso de reproducción social de la violencia.
de vista -si es que en algún momento llegó a tener- Indudablemente, el enorme caudal de violencia
la- la meta de satisfacer las necesidades básicas de colectiva no alcanza a poderse encauzar, en su tota-
los seres humanos. lidad, a través de las instituciones y en el marco de la
De la misma forma, en el ámbito político, la ley. El despliegue del ansia de poder -insuflado por
deriva dictatorial de un régimen, una agresión mili- la acumulación de conflictos internos e identidades
tar que no suponga legítima defensa, el terrorismo excluyentes-, en unos contextos sociales, políticos
de estado, los genocidios instigados o perpetrados y económicos minados de tensiones de toda natura-
desde instancias gubernamentales, pero también leza, se revela imposible de contener en las fronte-
las reacciones estatales manifiestamente despropor- ras, más simbólicas que efectivas, interpuestas por
cionadas a las amenazas terroristas provocadas por los estados y los organismos supranacionales. Dos
grupos no estatales o la corrupción generalizada de polos principales parecen atraer y articular, fuera
instituciones armadas y de control del delito consti- del marco de la ley, este flujo de violencia colectiva
tuyen algunos de los efectos perversos de la transfe- entorno a dos ejes principales: los mercados ilegales
rencia del poder de los individuos, especialmente el y el terrorismo fundamentalista.
uso de la fuerza, a grandes estructuras burocratiza- Toda decisión estatal de prohibir o bien de res-
das de gobierno. tringir el comercio de alguna sustancia (drogas, por
ejemplo), producto o servicio de los que exista una

164 165
fuerte demanda en la sociedad genera, automática- militares, así como de poderes judiciales y guberna-
mente, la emergencia de un mercado ilegal y, en un mentales.
mundo interconectado, de un mercado ilegal global. Al margen pues de un control cívico efectivo,
Ese hecho evidente, que sin embargo se olvida los mercados ilegales globales enraízan, territorial-
con suma facilidad, resulta crucial para comprender mente, en aquellos espacios locales que resultan
los fenómenos de violencia organizada: los merca- excluidos de los beneficios del proceso de globaliza-
dos ilegales son creados por una decisión legal que ción -estados fallidos, zonas de un país abandona-
pretende excluir, mediante la prohibición y la perse- das por el estado, barrios marginados de las grandes
cución policial, unas sustancias, productos o servi- ciudades- e implican, socialmente, a los sectores
cios de los mercados sometidos a regulación estatal. más perjudicados por los efectos de la extrema com-
No resulta menos evidente que la prohibición petitividad que rige el crecimiento económico, cons-
estatal no supone, en ningún caso, la eliminación tituyendo así el hábitat más propicio para la expan-
de la sustancia, el producto o el servicio indeseado, sión social del ansia de poder -cuya esencia es el
sino la clandestinización de su comercio. Esta medi- deseo egocéntrico de acumular riquezas, de obtener
da tiene unos efectos fácilmente predecibles y en reconocimiento social y de eliminar, por todos los
absoluto intrascendentes: se renuncia a ejercer los medios, los obstáculos que impidan la realización de
controles cívicos (de garantía sanitaria y de calidad, la propia voluntad- y su articulación en estructuras
de protección de los derechos de trabajadores y capaces, incluso, de perturbar gravemente, a escala
consumidores) que afectan a las actividades legales; mundial, la acción de los estados, el curso de la eco-
se exime, a este comercio ilegal, de contribuir fiscal- nomía y el desarrollo social.
mente a los presupuestos públicos; la retirada estatal, No debería pues sorprender, entre otras cosas,
de este ámbito económico, estimula la aparición de que la extraordinaria expansión de los mercados
estructuras mafiosas de mediación y resolución de ilegales globales, principalmente en las últimas tres
conflictos, incluido el uso de la violencia; los costos décadas, resulte inseparable de la articulación en red,
imputables a la clandestinidad (camuflaje, vigilancia, a escala mundial, de las tradicionales organizaciones
sobornos) repercuten en un encarecimiento sustan- mafiosas de base local en una constelación creciente
tivo del precio final para el consumidor; e, incluso, de acuerdos de cooperación que, algunos au~ores,
la magnitud colosal de los beneficios generados por ya han denominado como el «crimen organ1zado
los más lucrativos mercados ilegales (principalmente globab>. .
droga, tráfico de seres humanos y armas) facilita la · En apenas dos siglos, la totalidad de las comuru-
corrupción a gran escala de organismos policiales y dades humanas han ido quedando integradas en una

166 167
red única de comercio y una red global de informa- del entretenimiento y la diversión y, en definitiva, la
ción. Este proceso, para muchos de «globalizacióm> difusión del modelo de vida dominante en las socie-
o <<mundializacióm>, está lejos de resultar pacífico y dades industrializadas, con una poderosa capacidad
sus consecuencias benéficas para todos los grupos persuasiva y con vocación homogeneizadora, en los
sociales afectados. contextos culturales más diversos. No es una carac-
Son colosales, __sin duda, los avances científicos terística menor de esta red global de información
y tecnológicos que se han venido produciendo a lo su tendencia a banalizar, cuando no a ridiculizar e
largo de este período. No es menor la mejora en la incluso a demonizar, los valores propios de aquellas
capacidad productiva de bienes y de intercambio de comunidades que aún logran resistir ante el avance
productos y servicios. Y resulta poco menos que arrollador del nuevo (des )orden mundial.
asombrosa la intensificación de las comunicaciones En ningún caso, sin embargo, el éxito logrado
a escala planetaria. A su vez, sin embargo, ya no es a nivel mundial, por este doble pero inseparable
posible ocultar la descomunal magnitud, en términos proceso unificador del comercio y la información,
humanos y ecológicos, de los mal llamados «efectos podría entenderse -como se pretende desde una
colaterales» de esta peculiar forma de progreso. perspectiva eurocéntrica- como el resultado inevi-
Fundada en la exacerbación de la competen- table de una supuesta superioridad cultural, de base
cia individual y entre comunidades locales, la red tecnocientífica, de las sociedades europeas, en pri-
única de comercio se ha mostrado implacable en mer lugar, y estadounidense más tarde, que el resto
el despliegue de su enorme capacidad de convertir de sociedades se habrían apresurado a imitar. Para
casi todo en mercancía global -incluidos los seres poder dar crédito a esta versión habría que olvi-
humanos-, y despiadada en la exclusión de los per- dar, en la medida que ello fuera posible, el caudal
dedores de esta competencia inhumana por el acce- inconmensurable e incesante de víctimas causadas
so a los recursos indispensables para la existencia de por el colonialismo y el imperialismo -en forma de
todos y cada uno de los individuos. guerras (incluso mundiales), genocidios, conflictos
Por su parte, el despliegue de la red global locales y regionales de todo tipo, golpes de estado
de información ha supuesto un salto difícilmente y atrocidades diversas e inclasificables- en la van-
imaginable hasta hace muy poco tiempo, tanto en guardia del proceso de imposición mundial de una
la multiplicación de las posibilidades de interco- red única de comercio.
municación como en la generación constante de Semejante ostentación impúdica del ansia de
nuevas necesidades artificiales, la trivialización de las poder, al servicio de un proyecto de hegemonía
dimensiones más sagradas de la vida, la sacralización política, económica y cultural a escala planeta-

168 169
tia, no podia sino provocar resistencias locales y nente extinc1on violenta, difícilmente pueda ser
reacciones identitarias generalizadas. En efecto, la encauzada hacia las instituciones y los métodos
extraordinaria presión universalizadora -ejercida, propios de la resolución pacifica de los conflictos.
complementariamente, desde las esferas económica, Son muchos los obstáculos que lo impiden; aunque,
politica, cultural y militar- con su colosal capacidad a mi entender, principalmente uno. La defensa de la
devastadora de valores comunitarios ancestrales, ha propia y exclusiva identidad, cuando ésta se siente
tenido como efecto imprevisto, aunque perfecta- gravemente en peligro, se convierte en una cues?ón
mente previsible, la resistencia y, en última instancia, de vida o muerte, en el seno de una lucha rad1cal-
la reacción fundamentalista de ciertas identidades exclu- mente asimétrica contra un poder descomunal. En
yentes que se han visto gravemente amenazadas por una guerra de esta naturaleza, cualquier estrategia
el implacable avance globalizador. de combate puede servir a excepción del enfrenta-
La cristalización de esta reacción al proceso de miento convencional, en el campo de batalla, con un
globalización no se ajusta, necesariamente, a las deli- enemigo desmedidamente superior. En realidad, es
mitaciones impuestas ni por las fronteras estatales ni para esta variedad de estrategias de lucha, empleadas
por las estratificaciones sociales. Así, el mapamundi por quienes se enfrentan radicalmente al poder glo-
de la resistencia o reacción identitaria identifica, a bal, que parece haber quedado reservada en exclu-
la vez que los superpone, ciertos estados (Irán, por siva la aplicación del término (en realidad anatema)
ejemplo), ámbitos territoriales subestatales (Gaza, «terrorismo»; quedando así fuera de cámara, en la
Cisjordania o zonas de Líbano, Afganistán, Irak o red global de información, las estrategias terroristas
Pakistán) y comunidades culturales y religiosas esta- empleadas, sistemáticamente, por muchos estados y,
blecidas en diversos paises (sunies o chiies). Y las en particular, por los principales servicios secretos.
· condiciones en las que se combinan, en cada caso,
los efectos más indeseables del proceso globalizador
determinan el surgimiento y la expansión de moda-
lidades extremas de resistencia o bien de reacción
que, en su manifestación más inquietante para las
atemorizadas sociedades occidentales, adquieren la
forma de terrorismo fundamentalista y, en su ver-
sión más irreductible, de terrorismo suicida.
La expresión desesperada de una identidad
exclusiva, que se percibe amenazada de una inmi-

170 171
Capítulo V

LA BÚSQUEDA DE SEGURIDAD:
UNA EVOLUCIÓN CONSCIENTE

Tal y como acostumbra a ocurrir, la pregunta


inicial -¿qué significa la seguridad en ttn mundo qtte se
halla sttmido en ttn contintto proceso de evolttción?- nos
abría ya en su misma formulación la puerta de la
respuesta. Y lo hada, como hemos visto, con una
advertencia crucial y en absoluto obvia en la etapa
actual de la evolución humana: en los organismos
sociales, así como ocurre en los organismos biológi-
cos, ninguna seguridad (estabilidad) es posible lejos
del punto de equilibrio -dinámico, tenso, perma-
nente y no exento de conflictividad- con la libertad
(innovación).
De manera que buscando más seguridad de la
que admite en cada momento este equilibrio entre
conservación y creatividad, tan frágil como crítico
para el despliegue de la existencia humana, se logra
justamente lo contrario, es decir, mayor inseguridad.
Y, paradójicamente, reconocer la inseguridad pro-
pia de la existencia constituye la condición previa e
indispensable para lograr la mayor seguridad posible.
Por consiguiente, comprender la insegttridad se convierte en

173
el primero y más determinante de los pasos en el proceso de los poderes públicos contemplan el estado de inani-
producción de seguridad ción que presentan los organismos destinados a la
No es esto, sin embargo, lo que acostumbra investigación científica en esta materia. Lo cual, por
a suceder. La ansiedad crónica que conlleva la no cierto, se corresponde con un escaso interés en los
aceptación de la inseguridad nos afana a salir pre- medios de comunicación -por decirlo en términos
cipitadamente de este incómodo estado. Proliferan, amables- por contextualizar significativamente las
entonces, las prescripciones más que los diagnósti- informaciones de «sucesos». Y, asimismo, no resul-
cos, esto supone que diagnósticos poco rigurosos ta menos inquietante el rechazo que manifiesta la
-ya sea por incompletos o bien por superficia- opinión pública ante las propuestas que pretenden
les- o sesgados sustentan pronósticos erróneos y; revisar -por no decir ya cuestionar- la visión
por consiguiente, conllevan tratamientos que están dominante de los problemas de inseguridad.
condenados, en el mejor de los casos, a aliviar meros Por tanto, no deberíamos engañarnos. El
síntomas y, en el peor, a agravar el problema puesto menosprecio generalizado por una comprensión
que, la voluntaria falta de conocimiento acerca de los ajustada de la evolución que registran los diferentes
problemas de inseguridad, posibilita la emergencia riesgos y conflictos que, en cada caso, alimentan los
de falsas creencias y prejuicios que, con frecuencia, desastres y las violencias más temidas, más que una
sustentan las actitudes más inflexibles, drásticas e carencia constituye una opción interesada. Pero, ¿a
intolerantes. quién podría beneficiar, realmente, este aparente
despropósito? De hecho, una vasta constelación
de intereses económicos y politicos confluyen en el
1. Problemas de inseguridad: interés común por mantener la atención pública cen-
¿diagnósticos o prescripciones? trada en un consumo compulsivo y masivo -a la
vez privado y público- de seguridad. Ciertamente,
En ningún caso, pues, se trata de una simple cualquier experto en marketing podría confirmar el
deficiencia metodológica que pueda ser solventada irresistible potencial de negocio que presenta, en el
con una receta académica. Indudablemente, no son mercado actual, una oferta -a la vez comercial y
irrelevantes las carencias en lo que se refiere a la politica- orientada más a gestionar temores que a
disponibilidad de indicadores fiables de la evolución satisfacer necesidades reales.
de los factores de riesgo que alimentan la insegu- Sin olvidar, asimismo, que ningún mercado -
ridad en sus diversas manifestaciones. Asimismo, incluido el de la seguridad- se puede sustentar sola-
tampoco pasa desapercibida la indolencia con la que mente en la oferta, por potente que ésta pueda ser.

174 175
Necesariamente, la oferta debe estar siempre contra- de la droga>> en la comprensión de las condiciones
balanceada por la demanda, lo cual significa que la económicas, sociales y culturales, específicas de la
magnitud de la oferta (ya sea expresada en términos sociedad estadounidense, que generan la extraordi-
monetarios o bien de apoyo político) nos da razón de naria concentración de la demanda mundial de dicho
la dimensión del conflicto y el miedo acumulados en consumo. Entonces, las preguntas se orientarían a
los individuos y las sociedades que estos constituyen. desvelar las causas de tamaño desencuentro entre
Pensemos, una vez más, en el mercado ilegal la legalidad y la realidad y, más allá, a comprender la
de la droga, donde el desequilibrio entre la atención creciente adicción, de un volumen tan importante de
social y política prestada, por una parte, a la oferta población, a formas tan dañinas de evasión de la rea-
y, por la otra, a la demanda resulta, por muchas lidad. Esto posibilitaría tratar la disfunción desde su
razones, asombroso. Los Estados Unidos son el país raíz y, por consiguiente, permitiría desplegar políticas
con mayor tasa de experimentación con marihuana y públicas destinadas a reducir el riesgo de adicción.
cocaína de todo el mundo, pese a las estrictas leyes Y, sin embargo, no es esto lo que ocurre.
contra las drogas con las que cuenta21 • Bastaría una Después de más de tres décadas de «guerra contra
simple ponderación lógica de este dato sorprendente la droga>>, impulsada por la Administra~ión Fe?er~l
para enfocar la búsqueda de la solución al <<problema de los Estados U nidos a escala mundial, las insti-
tuciones penitenciarias -de aquel país, pero tam-
bién en el resto del mundo- se hallan hacinadas
de presos -abrumadoramente varones jóven~s
21. Globalmente, el uso de drogas no está distribuido eguitativamente y no
está relacionado simplemente con las políticas sobre drogas, dado gue los
pertenecientes a los grupos étnicos y social_es margi-
países con normas más estrictas sobre el uso ilegal no tuvieron menores nados- condenados por pequeño comercio de sus-
niveles de consumo gue los países con políticas liberales. Los Estados tancias prohibidas 22 y, por consiguiente, los sistemas
Unidos, gue han estado conduciendo la mayor parte de la investigación de justicia penal se mantienen congestionados, en
mundial en drogas y la agenda de políticas al respecto, presentan uno de
los mayores niveles de consumo de alcohol, cocaína y cannabis, más allá
ele las políticas punitivas sobre las drogas ilegales. Holanda, con un enfo-
gue menos punitivo sobre el uso de cannabis gue los Estados Unidos, 22. Wacguant (2006) resalta gue si fuera una ciudad, el sistema penitenciario
experimentó niveles más bajos de consumo, sobre todo entre los adultos norteamericano, con casi 2 millones de internos en el año 2000, sería la
jóvenes. de acuerdo con un informe publicado en la revista PLoS Medicine, cuarta metrúpolis del país, solo por detrás de Nueva York, 1.os Angeles
en el mes de julio de 2008, por investigadores de la Organización Mundial y Chicago. Y atendiendo al número de empleados, con datos correspon-
de la Salud (OMS). El estudio está disponible en inglés en: http://medi- dientes a 1998, la administración penitenciaria era el tercer empleador,
cine.plosjournals.org/perlserv/?reguest=get-document&doi=1 0.1371/ solo por detrás de Manpower Inc. (trabajo temporal) y Wal-Mart Stores
journal.pmed.0050141 Inc. (supermercados).

176 177
buena medida, a causa de una aplicación prioritaria y Esta visión integral, esbozada en el desarrollo
drástica de las legislaciones antidroga. del cuadrante representado en la tabla 1, pretende
En los países productores -como es el caso hallar una vía de salida, sencilla y elegante -aunque
paradigmático de Colombia-, la «guerra contra la no por ello simple-, a la persistente controversia
droga» no solo ha fracasado rotundamente en el criminológica acerca de a quién y en qué medida
objetivo declarado de reducir la producción en ori- cabe atribuirle la responsabilidad final del delito: al
gen23 sino que tampoco ha podido o querido evitar el individuo o a la sociedad, es decir, ¿qué es primero,
secuestro mafioso del estado colombiano por parte el huevo o la gallina?
de una funesta simbiosis de reacción ultraderechista La violencia, en todas sus manifestaciones inter-
-articulada en torno a los grupos paramilitares- y personales y colectivas, se expresa (más bien se
los grandes empresarios de la droga y la violencia, encarniza) en los cuerpos -hiriéndolos, mutilán-
lo cual, lejos de facilitar el encauzamiento pacífico dolos, destrozándolos- y en las mentes -pertur-
del conflicto político que, desde hace más de medio bándolas, aterrorizándolas, sometiéndolas- de las
siglo desangra al país, parece haberlo abocado a un víctimas. Por extensión, este lenguaje atroz escribe
auténtico callejón sin salida. con la sangre derramada, en la memoria de las
comunidades humanas, el relato interminable de
los agravios que, a lo largo de la historia, mantienen
2. El proceso psicosocial de la violencia siniestramente activo el ciclo de la violencia.
y el miedo En tanto que fenómeno social, la violencia
-inseparable del miedo- se expande epidémica-
La seguridad no se genera, por tanto, en opo- mente, se transmite hereditariamente de generación
sición frontal a los efectos más visibles de la inse- en generación, modela a fuego el imaginario colec-
guridad sino mediante un tratamiento completo, tivo, carga de potencial destructivo las identidades
profundo y sostenido de sus factores de riesgo, de colectivas -familiares, grupales, étnicas, naciona-
manera que producir seguridad supone actuar equilibrada- les- y, por consiguiente, condiciona fuertemente
mente, desde una visión integra¿ en la totalidad de los ámbitos la posibilidad individual de renunciar libremente a la
que configuran poliédricamente la inseguridad violencia. Lo cual no significa, sin embargo, que ni la
violencia ni el miedo constituyan un legado fatal. En
absoluto. Sometido a unos mismos condicionamien-
23. Para más detalle, ver el l1?for111e 11//IINI;a/ .robre las dro,~a.r 2008 de Naciones tos colectivos, en realidad, cada individuo responde
Unidas. singularmente a esta herencia perversa, ya sea deján-

178 179
dose arrastrar o, por el contrario, transmutándola Retomemos aquí la clarificadora visión de Trías
conscientemente en fuerza creativa. (2001) acerca de la compleja realidad del mundo
Así como una visión integral de la inseguridad contemporáneo, que es presentada como la inter-
nos permite contemplar el ciclo completo de la sección potencialmente conflictiva y trágica de tres
violencia y el miedo, en su interacción significati- niveles o planos.
va entre las dim~nsiones individual y colectiva y Un primer nivel, o plano máximamente univer-
las correspondientes esferas interior y exterior,. la sal, en el que la realidad contemporánea se muestra
búsqueda de seguridad en el mundo actual requiere como un «casino globab>. Este mundo global genera
ser examinada desde una perspectiva evolutiva. Y un desarraigo generalizado que altera el plano de lo
ambas, inseguridad y seguridad, tal y como se intenta particular (segundo nivel), el cual, consiguientemen-
plasmar en la tabla 2, requieren ser examinadas desde te, reacciona ante este proceso con la creación de
una visión integralJ' evolutiva como un proceso único: núcleos duros de particularismo excluyente.
la (in)seguridad. Un segundo nivel, pues, o plano de lo particu-
lar, en el que este acoso del «casino globab> da lugar
a una afirmación de la propia identidad en forma
excluyente, de manera que se perturba la relación
de alteridad con otras comunidades, las cuales son
percibidas como chivos expiatorios. Este «santuario
locab> encuentra su forma ideológica a través de los
integrismos religiosos, presentes en todas las reli-
giones y en un gran número de formas nacionalistas
radicales.
Y un tercer nivel, o plano de lo personal y subje-
tivo, en el que la doble acometida del «casino globab>
que parece deglutir el primer mundo y del «santua-
rio locab> que se apropia del segundo, da lugar a un
«individualismo de la desesperación» como forma
espontánea de responder a esta doble y amenazante
acometida. Este individualismo desesperado cons-
Tabla 2. La (in)seguridad en el mundo actual. Fuente: tituye la expresión de un individualismo neoliberal
Elaboración propia basada en Trías (200 1) y Wilber (2007) que asume la despiadada «lucha por la vida», bien

180 181
engrasada por la dinámica de un capitalismo inter-
nacional que genera graves desequilibrios, desigual-
dades e injusticias.
Estos tres niveles, siendo como son planos de
una realidad única y por ello peculiarmente comple-
ja, están religados, por tanto, en una cadena de flujos
conflictivos --del «casino globab> (la globalización
homogeneizadora) al «santuario locab> (las reaccio-
nes particularistas) y, de éstos, al «individualismo
desesperado» (la exasperación individualista)- que,
en su materialización extrema, dan lugar -como
hemos visto en el despliegue de la tabla 1- a las más
diversas formas de violencia y desastre. De manera
que la exasperación individualista estallaría en una cons-
telación de violencias interpersonales, las reacciones
particularistas derivarían en violencias colectivas y,
finalmente, laglobalización homogeneizadora estaría en el
origen de la crisis global que amenaza gravemente la
continuidad de la vida humana en la Tierra.
Consecuentemente, en cada uno de los tres
niveles que constituyen la realidad actual no solo se
generan las distintas formas de inseguridad sino tam- Figura 3. Estadios de la seguridad.
bién las correspondientes estrategias de seguridad, Fuente: Elaboración propia
entendida ésta como un afán instintivo o bien cons-
ciente, de protección efectiva o simbólica ante las Egocéntrico (yo contra todos), etnocéntrico
amenazas reales o percibidas al desarrollo -super- (nosotros contra ellos) y mundicéntrico (todos
vivencia, bienestar, evolución- individual (seguridad nosotros) se trata de tres estadios (o niveles) que,
egocéntrica), grupal (segNridad etnocéntrica) o colectiva jerárquicamente -porque los superiores tienen una
(.reguridad mNndicéntrica). mayor capacidad de respeto y compasión y, en defi-
nitiva, porque incluyen los inferiores y no al revés-,
constituyen una escala evolutiva.

182
UNPJERSYÓAD DEAi~T~OQUIA
Efectivamente -tal y como se representa en más comprehensiva y eficaz que tenga en cu~nta
la tabla 3 y como ha sido desarrollado en la prime- tanto el <<yo» como el <<nosotros» y el «ello»; o, d1cho
ra parte-, un gran despliegue evolutivo conduce de otra forma, tanto el individuo como la cultura y la
desde el nivel egocéntrico (básicamente absorto en naturaleza (seguridad mundicéntrica).
sí mismo) hasta el etnocéntrico (que gira en torno a
la familia, al grupo, 1~ tribu, clan o nación, al tiem-
po que excluye a quienes no forman parte de él) y,
posteriormente, el mundicéntrico (que incluye el
respeto y la preocupación por todas las personas,
con independencia de su raza, color, sexo o credo e,
incluso, de todos los seres sensibles).
Por lo cual, la visión egocéntrica nos limita a una
búsqueda individual de seguridad desde el punto de vista
del <<yo», es decir el modo en que personalmente per-
cibo la inseguridad. A su vez, la visión etnocéntrica
permite una búsqueda grtpal de seguridad desde el punto
de vista del <<nosotros», es decir el modo en que <<yo
con otros» percibimos la inseguridad. Y, finalmente,
la visión mundicéntrica posibilita una búsqueda colec-
tiva de seguridad desde el punto de vista del «ello», es
decir, de la dimensión objetiva de la inseguridad.
La búsqueda de seguridad desde visiones ego-
céntricas o etnocéntricas, en la medida que se basa en
una percepción inevitablemente incompleta del pro-
blema, genera exclusión y busca soluciones exclusi-
vamente externas. Por consiguiente, lejos de aportar
ninguna solución duradera, viene a agravar el proble-
ma que se pretende solucionar. Irremediablemente,
cualquier visión auténticamente integral de la segu-
ridad debe incluir y a la vez trascender todos esos
estadios, lo que nos permitirá desplegar una visión

184 185
Conclusión

MENOS TEMEROSOS, MÁS PRUDENTES

«El hombre descubre ¡... ¡ que vale más el cerrojo que


lo que guarda.»
Pere Calders, La ciutat cansada, 200H

La pregunta inicial -¿qué significa la seguridad


en un mundo que se halla sumido en un continuo proceso
de evolución?- ha marcado el punto de inicio de un
recorrido indagatorio, más en espiral que en linea
recta, que nos ha permitido desvelar un conjunto
de generalizaciones orientadoras 2\ simples pero
estables -sobre las que existe un amplio grado de
acuerdo entre las diferentes ramas del conocimiento
humano (desde la física y la biología hasta la psicolo-
gía y la sociología)-, que facilitan una comprensión
integral y evolutiva del fenómeno psicosocial de la
(in)seguridad.
Esta cartografía (es decir, teoría y análisis) de la
búsqueda de seguridad, destaca algunos hitos que
posibilitan un conocimiento más nítido y profundo

24. 1~xprcsic'm tomada de \'\'ilhcr, 2007.

187
del mecanismo que articula, en un todo, la pro- capacidad de persistir en sus características esencia-
ducción de inseguridad y seguridad en la sociedad les -en un inevitable equilibrio dinámico- ante
actual. En el momento de concluir este recorrido, los riesgos que derivan en desastres y los conflictos que se
dos cuestiones parecen reclamar la continuidad de materializan en violencias, así como las incertidmJtbres
la tarea reflexiva: en primer lugar, la (in)seguridad es que alimentan la incesante demanda de segt~ridad.
una realidad indivisible y en segundo lugar, las distintas
estrategias de seguridad aparecen como resultado de una evo-
lución consciente. 1. La única seguridad posible
Nada resulta factible, tanto en los organismos
biológicos como en los sociales, al margen del siem- Abordar la (in)seguridad desde una perspectiva
pre frágil equilibrio entre estabilidad (permanencia, limitada no solo impide, obviamente, la debida com-
seguridad) e innovación (creatividad, libertad) que, prensión del problema sino que, por consiguiente,
necesariamente, genera incertidumbre. No tiene limita de raíz sus posibilidades de solución. Es decir,
sentido, pues, la reiterada y conflictiva contraposi- la manera de ver el problema es el problema. O, si
ción entre seguridad y libertad; puesto que ambas, se prefiere: solo un problema correctamente for-
en su debida proporción, constituyen ingredientes mulado tiene solución. Con lo cual se reafirma la
igualmente indispensables para el desarrollo huma- impertinencia radical de una búsqueda de seguridad
no. Así como ocurre en los organismos biológicos, al margen de la plena comprensión de la inseguridad
también los organismos sociales mueren de exceso que la genera.
tanto como de insuficiencia, ya sea de innovación o Por el contrario, analizar la (in)seguridad desde
bien de estabilidad; y, una vez convertidos en valores un enfoque integral -probablemente la única segu-
exclusivos, ambos terminan produciendo inseguridad ridad posible- supone ver con nitidez, en una
social -debida a los excesos de una libertad de mer- mirada integradora, las distintas perspectivas que
cado sin controles cívicos- e inseguridad civil -debi- ofrece cualquier problema de inseguridad que deba-
da a la restricción de derechos y libertades causada mos afrontar: los actores, los factores de riesgo, las
por un exceso de seguridad. vulnerabilidades, los procesos, las causas, las conse-
Lo cual plantea una primera paradoja: la seguri- cuencias; pero también las políticas de seguridad que
dad no se genera en contraposición y ni siquiera al pretenden solucionarlos y sus efectos reales. Lo, :ual
margen de la inseguridad. La seguridad, que solo se plantea, en particular a los actores de las. políticas
obtiene -relativamente- de un adecuado control públicas de seguridad, como des.taca Sennett, el ret.o
del riesgo, supone, para las sociedades humanas, la de desplegar la capacidad para 1ndagar la presenc1a

188 189
de nuevos problemas en el curso de la solución de individuo aislado psicológicamente -que se siente,
los antiguos o para explicar la intuición, surgida de aunque no de forma consciente, vulnerable- y, por
· la experiencia, de que un problema está a punto de ello, no logra materializarse en acciones que puedan
entrar en un callejón sin salida. procurarle una protección efectiva ante amenazas
Nuestra percepción de la inseguridad, así como reales: es decir, la estrategia del avestruz. Aunque todo
la consecuente búsqueda de seguridad, constituyen apunta a que, en realidad, ni siquiera lo pretende,
un proceso psicosocial de evolución consciente. Así, puesto que la auténtica obsesión ~e esta conducta,
según sea el nivel de percepción de la inseguridad básicamente inconsciente, no consiste tanto en pro-
-egocéntrico (yo contra todos), etnocéntrico (nosotros curarse una seguridad efectiva como en reforzar, a
contra ellos) o mundicéntrico (todos nosotros)- se cualquier precio, su sensación de seguridad. Pero ahí
despliegan, respectivamente, estrategias de seguri- surge el problema: dado que las causas de la insegu.ri-
dad individua~ grupal o colectiva. dad finalmente permanecen inalteradas, esa peculiar
En su estadio egocéntrico, la búsqueda individt.!al de búsqueda de seguridad no puede sino aportar frus-
seguridad en el mercado de consumo masivo y compul- tración y, con ello, aumentar la incertidumbre que
sivo no pretende tanto satisfacer una necesidad real pretendía disipar. . .
-obtener un nivel razonable de protección- como Esta supuesta estrategia de segundad constituye,
alimentar un deseo -ahuyentar el miedo-. Esta por tanto, una auténtica contradicción en sus térmi-
prioridad acordada al consumo de sensación de seguridad nos, dado que, cuanto más esfuerzo por lograr una
en detrimento de una seguridad ifectiva y, por ello, a la seguridad individual de uso exclusivo, mayor ten-
persecución de una solución individual a un problema sión, mayor conflicto y confrontación con los demás
colectivo permite explicar la expansión prodigiosa, que compiten, en un espa~io .común, por ~ograr ~a
en los ámbitos económico y político, del comercio de misma quimera y, por consigmente, mayor insegun-
la seguridad y de la política del miedo respectivamente. dad para todos: es decir, un hormiguero enloquecido. De
Paradójicamente, el éxito indiscutible de ambas for- manera que la persistencia insensata en este despro-
mas de explotar el temor ajeno, constituye la expresión pósito termina convirtiéndola.en parte del problema
más clara del fracaso de esta estrategia de seguridad: es en lugar de en la solución. ., . .
decir, cuanto mayor es la percepción de inseguridad, Entonces, a quien descubre el calleJOn s1n s~lida
más medidas de seguridad se adoptan que, a su vez, al que conduce la búsqueda i.ndivi?ual d~ segundad,
aumentan la inseguridad y así sucesivamente. se le hace evidente la neces1dad ineludible de des-
Esa estrategia irrazonada e irrazonable, como plegar una visión más evolucionada -que integre
hemos visto, brota de la inseguridad inherente al y a su vez trascienda el estadio precedente-, desde

190 191
la cual poder ampliar el alcance de la contraindica- la que emergen, en forma de violencias y desastres,
da estrategia individual de seguridad y evitar así la los riesgos y los conflictos respectivamente) desde .la
fatídica confrontación egocéntrica de <<yo contra esfera estrictamente individual a la grupal: es dectr,
todos». Puesto que lo que está en juego es encontrar de la estrategia del avestruz al hormiguero enloquecido.
una solución colectiva (seguridad) a un problema
colectivo (inseguridad), parece inevitable, por tanto,
que el <<yO contra todos» (egocéntrico) deje paso a 2. Comprender es actuar
un estadio superior de conciencia: «nosotros contra
ellos» (etnocéntrico). Tanto la búsqueda individual como la grupal de
Aunque, ¿resulta razonable esperar mejores seguridad, impulsadas respectivamente por la ansie-
resultados de la búsqueda grupal de seguridad? En dad egocéntrica y etnocéntrica, logran justamente
efecto, desde este nuevo estadio, la preocupación lo contrario de lo que pretenden, es decir producen
exclusiva y excluyente por sí mismo se incluye en una y hacen crónica la máxima inseguridad tanto en el
visión superior que es capaz de asumir la protección individuo como en la colectividad. Hasta el punto
común de quienes constituyen el grupo de perte- que, paradójicamente, nunca antes, la Humanid~d,
nencia. Un objetivo meramente individual se amplía había estado tan cerca como ahora de la autoexttn-
y se convierte, así, en una tarea grupal. Sin embargo, ción y, por ello, sin embargo jamás había resultado
la identificación grupal supone un tipo de lealtad tan factible -por inaplazable- la emergencia de
limitada a una porción de la Humanidad -una una conciencia mundicéntrica (o auténticamente
familia, un pueblo, una nación, una clase, una raza, cosmopolita) capaz de frenar --quién sabe si a tiem-
una comunidad religiosa- que, inherentemente, po- esta insensata carrera hacia la nada. En este
excluye la lealtad a la humanidad entera. De manera sentido, Beck (2009) considera que esa salvadora
que el <<nosotros contra ellos» (seguridad etnocéntrica) conciencia mundicéntrica no aparecerá como un
aparece como una prolongación y en buena medida acto voluntarista sino como la respuesta inevitable
una intensificación del <<yo contra todos» (seguridad ante una amenaza inminente y descomunal: «la polí-
egocéntrica) y, por consiguiente, la búsqueda grupal tica climática se convertirá en "cosmopolítica" en
de seguridad no logra eludir la lógica funesta de la todo el mundo, y lo hará no por convicción indivi-
búsqueda individual de seguridad, dado que, en rea- dual, sino por el realismo de la pura supervivencia>>.
lidad, más que una auténtica innovación, esta nueva Aceptar la inseguridad de la existencia, final-
es~rategia de seguridad, supone un simple desplaza- mente, puede resultar el mejor antídoto para esa
mtento de la frontera originaria Qa línea de fractura en enfebrecida búsqueda de falsas seguridades. La

192 193
única seguridad posible empieza, por consiguiente, de esta imprescindible seguridad mundicéntrica que nos
en el abandono consciente del deseo quimérico permita, finalmente, eludir el peligro de auto~~s­
de no verse expuesto a ningún peligro, de con- trucción? Albert Einstein responde, a esta cuest1on
vertirse en invulnerable, de arriesgarse sin asumir crucial con tanta lucidez como belleza:
'
las consecuencias indeseadas de los riesgos y, en
definitiva, de eludir la cita con la muerte. Sabernos «Un ser humano es parte de un todo al que denominamos
inseguros nos evita obcecarnos en persecuciones "universo", una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Este
infructuosas, y por ello frustrantes, de algo que no ser humano se ve a sí mismo, sus pensamientos y sensaciones,
se halla a nuestro limitado alcance. Solo de esta como algo separado del resto, en una especie de ilusión óptica
for~a podemos concentrar toda nuestra energía, de su conciencia. 1~sta ilusión es para nosotros como una cárcel
med1ante la atención consciente, en afrontar de que nos limita a nuestros deseos personales y a sentir afecto por
forma creativa y a su vez prudente -es decir, asu- unas pocas personas que nos son más próximas. Nuestra tarea
miendo la responsabilidad con uno mismo, con los debe consistir en liberarnos de esta cárcel ampliando nuestros
?emás y con lo demás- las incertidumbres que círculos de compasión de manera que abracen a todos los seres
Jalonan toda trayectoria vital. Este primer paso, vivos y a toda la naturaleza en su esplendor».
en el despliegue de una conciencia mundicéntrica,
nos lleva inevitablemente a constatar que toda
seguridad es relativa, efímera, ambivalente, más
aparente que sustancial.
Comprender es actuar. Aunque no se trata
tanto de «qué hacer» como, sobre todo, de «qué
dejar de hacer>> para estar razonablemente seguros.
Probablemente, sin embargo, no nos baste con
aceptar racionalmente la evidencia de un auténtico
riesgo de catástrrfo planetaria para ver nítidamente que
nos hemos convertido en una comunidad de peligro
mundial y, por consiguiente, para actuar sin demora
en base a una nueva ética de la responsabilidadplanetaria.
¿Qué se interpone, pues, entre la evidencia razonada
del riesgo global -que no admite ilusos intentos
de escapatoria individual o local- y la emergencia

194 195
BIBLIOGRAFÍA
Anders, G., 2003, JVfás allá de los límites de la conciencia.
Barcelona: Paidós.
Appadurai, A., 2007, El rechazo de las minorías: enscryo
sobre la geografía de la furia. Barcelona: Tusquets.
Appiah, I<-A., 2007, Cosmopolitismo: la ética en un
mtmdo de extraños. Buenos Aires: l(atz.
Bajoit, G., 2008, El cambio sociaL· análisis sociológico
del cambio social y cultural en las sociedades contem-
poráneas. Madrid: Siglo XXI de España editores.
Ball, P., 2008, Masa crítica: cambio} caos y complqiaad
Madrid y México: Turner y Fondo de Cultura
Económica.
Bauman, Z., 2007, Miedo líquido: la sociedad contem-
poráneay sus temores. Barcelona: Paidós.
Beck, U., 2008, La sociedad del riesgo mundiaL· en busca de
la seguridad perdida. Barcelona: Paidós.
Beck, U., 2009, El Dios personaL· la individualización de
la religióny el @spíritm> del cosmopolitismo. Barcelona:
Paidós.
Borja, J., 2003, La ciudad conquistada. Madrid: Aianza
Editorial.
Broswimmer, F-J ., 2005, Ecocidio: breve historia de la
extinción en masa de las especies. Pamplona: Laetoli.

197
ordine pubblico tra paure e pericoli. Roma: Donzelli
Capta,. F., 200~, Las_ conexiones ocultas: implicaciones
soeza/es, medzoambzentales, económicas y biológicas de Editare, 2008.
Diamond,] ., 2006, Colapso: por qué unas sociedades per-
t-Ina nueva visión del mundo. Barcelona: Anagrama.
duran y otras desaparecen. Barcelona: Debate.
Casal, J., 1996, Analisi de risc en insta/· lacions industrials.
Einstein, A., 2002, Mis ideas y opiniones. Barcelona:
Barcelona: Editorial Universitat Politecnica de
Catalunya. Bon Ton.
Enzensberger, H-M., 2007, El perdedor radical:
Castel, .R., 2004, La ~nseguridadsocial.· ¿Qué es estar pro-
ensayo sobre los hombres del terror. Barcelona:
tegzdo? Buenos Aires: Manantial, 2004.
Castells, M., 1999, La cuestión urbana. México: Siglo Anagrama. . .. .
Fernández-Armesto, F., 2002, Czvzlzzaczones: la lucha
XXI Editores.
del hombre por controlar naturaleza. Madrid: Taurus.
Conrad, J., 2006, El corazón de las tinieblas. Madrid:
Filiu, J-P., 2008, Les fronteres de la jihad. Barcelona.
Punto de lectura.
Cook-Greuter, S., 1990, <<Maps for Living: Ego- Edicions de 1984.
Folch, R. et al., 2008, Suarem! El clima que ens espera.
Development Stages from Symbiosis to
Conscious U niversal Embeddedness». En: Barcelona: L'Arquer.
Frixione, E. (ed.), 2007, Conciencia: ~ue?Jas .perspec-
Commons, M-L. et al. (eds.), Adult Developmen0
ti?Jas en torno a un vir!)o problema. Méx1co: S1glo XXI
vol. 2: Models and Methods in the Stucfy oJAdolescent
and Adult Development. N ew York: Praeger Editores.
Garland, D., 2005, La cultura del control.· crimen Y
Publishers.
ordm social en la sociedad contemporánea. Barcelona:
Curbet, J., 2006, «El formiguer enfollit: El desig de
seguretat en la societat del riso>. En: Transit Gedisa.
Girard, R., 1986, El chil;o expiatorio. Barcelona:
Civilització o barbarie. Informe 2006 de I'Observatori
del Risc. Barcelona: Institut d'Estudis de la Anagrama. , ,
Girard, R., 2002, Veo a Satan caer como el relampago.
Seguretat, p. 23-25.
Curbet,J., 20~7, :<C,ri.si: Entre el perill i l'oportunitat>>. Barcelona: Anagrama.
Grof, S., 1994, «Investigación actual sobre la con-
En: Canvz clzmatzc: Som a temps d'aturar-lo? Informe
ciencia y la supervivencia humana»: En Grof, S.
2007 de I'Observatori del Risc. Barcelona: Institut
et al. (ed.), La evolución de la concimcza. Barcelona:
d'Estudis de la Seguretat, p. 23-35.
Curbet, J., 2009, El rry desnudo: la gobernabilidad l(airós, p. 91-121.
Haas, P., 2007, Atlas 2007: panorama économique du
de la seguridad ciudadana. Barcelona: Editorial
marché de la sécurité. Paris: Technopresse.
UOC. Edición en italiano: Insicurezza: Giustiifa e

199
198
Hobbes, T., 1651 (2002), Leviatán: la materia} forma Saviano, R., 2007, Gomorra: viatge a l'imperi economic
y poder de un Estado eclesiástico y civil. Madrid: i al somni de domini de la Camorra. Barcelona:
Alianza Editorial. Empúries.
Jo nas, H., 2004, Elprincipio de responsabilidad· ensqyo de Sen, A., 2007, IdentidadJ' tJiolencia: la ilusión del destino.
una ética para la civilización tecnológica. Barcelona: Buenos Aires: l(atz Editores.
Herder. Sennett, R., 2009, El artesano. Barcelona: Editorial
Kegan, R., 1982, The Evolving Se!f Problem ans Process Anagrama.
in Human Development. Cambridge: Harvard Soyinka, W., 2007, Clima de miedo. Barcelona:
U niversity Press. Tusquets Editores.
Naím, M., 2006, Ilícito: cómo trcificantes} contrabandis- Sunstein, C., 2009, LeJ'eS de miedo: más allá del principio
tas y piratas están cambiando el mundo. Barcelona: de precattción. Buenos Aires: l(atz Editores.
Debate. Torres, P., 2007, «El canvi climatic, un risc que
Napoleoni, L., 2004, Yihad· cómo se financia el terrorismo s'infiltra arrem>. En: Canvi climatic: som a temps
en la nueva economía. Barcelona: U rano. d'aütrar-lo? Informe 2007 de I'Observatori del Risc.
Neumann, E., 2007, Psicología profunda y nueva ética. Barcelona: Institut d'Estudis de la Seguretat, p.
Madrid: Alianza Editorial. 41-67.
Nichols, S., 2005, Jungy el Tarot: un viaje arquetípico. Townshend, C., 2008, Terrorismo: una breve introducción.
Barcelona: l(airós. Madrid: Alianza Editorial.
Noy, P., 2007, «Ciutat i automobib>. En: Transit: Trías, E., 2001, Ciudad sobre ciudad· arte, religión y ética
civilització o barbarie. Informe 2006 de I'Observatori en el cambio de milenio. Barcelona: Destino.
del Risc. Barcelona: Institut d'Estudis de la Trías, E., 2005, La política y su sombra. Barcelona:
Seguretat, p. 71-96. Anagrama.
Os serva torio Ambiente e Legalita, 2007, R.apporto Tuan, Y-F., 2007, Topofília: un estudio de las percepcio-
Ecomcifia 2007: I numeri e le storie del/a crimina/ita nes, actitudes y valores sobre el entorno. Barcelona:
ambienta/e. Milano: Edizioni Ambiente. Melusina.
Putman, R. (ed.), 2003, El declive del capital social.· Vaughan, F., 1994, «La visión transpersonab>. En:
un estudio internacional sobre las sociedades y el sen- Grof, S. et al. (ed), La e1;olución de la conciencia.
tido comunitario. Barcelona: Galaxia Gutenberg. Barcelona: l(airós, p. 26-38.
Círculo de Lectores. Wacquant, L., 2006, Castigar els pobres: el nou gm;ern
Sartre, J-P., 1946, «Retrato de un antisemita». Sur de la inseguretat social. Barcelona: Edicions de
138. Buenos Aires, abril de 1946. 1984.

200 201
. ~~A 1111111111111111111111111111111
o'rl;,~,\f~~ 1034669

Wagesnsberg, J., 2002, Si la naturaleza es la respuesta,


¿cuál era la pregunta? y otros quinientos pensamien-
tos sobre la incertidumbre. Barcelona: Tusquets
Editores.
Walsh, R., 1994, <<La supervivencia humana: un
análisis psicoevolutivo». En: Grof, S. et aL (ed.),
La evohtción de la conciencia. Barcelona: l(airós, p.
15-25.
Watts, A., 2001, La sabiduría de la inseguridad.
Barcelona: l(airós.
Wilber, 1(., 1999, La conciencia sin fronteras. Barcelona:
l(airós.
Wilber, I<., 2007, Espiritualidad integraL· el nuevo papel
de la religión en el mundo actHaL Barcelona: l(airós.
Zizek, S., 2009, Violencia. Barcelona: Editorial
Empúries.

202
UNIVERSIDAD
DS~a ,......,.~....,. ..... -
DEANTIOQUJA

También podría gustarte