Apuntes Historia 2 Bachillerato TEMA 5 La Espana Del XVIII. Los Borbones
Apuntes Historia 2 Bachillerato TEMA 5 La Espana Del XVIII. Los Borbones
Apuntes Historia 2 Bachillerato TEMA 5 La Espana Del XVIII. Los Borbones
2º BACHILLERATO
TEMA 5: La España del s. SVIII: Los
Borbones
TEMA 5: LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII. LOS BORBONES
5.1. LA GUERRA DE SUCESIÓN Y EL SISTEMA DE UTRECHT
En 1700, el último monarca de la casa de Austria en España, Carlos II, moría sin descendencia. Los dos
principales candidatos a ocupar el trono, por sus vínculos familiares, eran: Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de
Francia y de la princesa española María Teresa de Austria, hermana del fallecido Carlos II; y el archiduque
Carlos de Austria, perteneciente a la rama de los Habsburgo austriacos. El testamento de Carlos II
designaba como sucesor al candidato Borbón, el príncipe Felipe de Anjou, que fue proclamado rey de los
reinos españoles en 1700, con el apoyo de Francia, pero el temor al creciente poder borbónico en Europa, sin duda
incrementado con la herencia del imperio español, llevó a Inglaterra, Holanda, Portugal y Saboya a apoyar al
candidato austriaco ya formar la Alianza de la Haya, alianza antiborbónica firmada en 1701. Así comenzó la
Guerra de Sucesión al trono español, guerra europea y peninsular, prácticamente una guerra mundial en que
incluso en tre los propios reinos españoles y su población existía división en el apoyo a ambos candidatos. De
forma general, no significa que el otal de la población apoya a uno u otro candidato, pues existían partidarios
de ambos yes en todos los reinos, Castilla y Navarra apoyaron a Felipe de Anjou, mientras que los reinos de la
Corona de Aragón apoyaron al archiduque ante el temor a la tendencia centralizadora y uniformadora de los
Borbones, que atacaba a sus privilegios.
En la península, los éxitos militares fueron de Felipe de Anjou, pero en Europa la guerra estaba siendo
desfavorable a los Borbones. En 1711, un hecho hizo cambiar el curso de los acontecimientos: la muerte del
emperador de Austria José I, sin hijos, por lo que el trono pasaba a su hermano el archiduque Carlos. Sus
aliados, Inglaterra, Portugal y Holanda, alarmados por la posibilidad de que el archiduque pudiera reconstruir el
imperio de Carlos V, en caso de obtener el trono español, decidieron dejar de apoyarle y ofrecieron a los Borbones
un acuerdo de paz, que no llegaría hasta 1713.
El Tratado de Utrecht (abril de 1713) reconocía a Felipe de Anjou como rey de España y de las
colonias españolas en América, convirtiéndose en Felipe V, primer rey español de la casa de Borbón. A
cambio, España perdía todas sus posesiones en Europa: los Países Bajos españoles, Luxemburgo y las
posesiones italianas (Milán, Nápoles y Sicilia), pasaban a Carlos de Austria; la isla de Cerdeña era
entregada al duque de Saboya; e Inglaterra se quedaba con Gibraltar y Menorca, conquistas que había
realizado durante la guerra, y obtenía importantes privilegios comerciales con la América española
(Asiento de negros y el Navío de permiso). Además Felipe de Anjou renunciaba a sus derechos a la Corona de
Francia.
El tratado de Utrecht no puso fin a la guerra en España, donde Cataluña siguió resistiendo a la
ocupación de las tropas borbónicas hasta el 11 de septiembre de 1714, cuando se rindió Barcelona.
Tras la muerte de Felipe V, le sucedió en el trono su hijo Fernando VI (1746-1759), del primer matrimonio
del rey con la princesa Mª Luisa de Saboya. Fernando VI fue un rey con poco carácter y escasa capacidad de
decisión, pero tuvo la suerte de contar con un gran político como el marqués de la Ensenada, que inauguró una
época de neutralidad y paz, en la política exterior, necesaria para llevar a cabo su ambicioso proyecto de
reformas internas. Como la reforma fiscal, consistente en establecer en Castilla un impuesto único sobre las
propiedades y las rentas, como el ya creado para los territorios de la antigua Corona de Aragón. Para establecer
dicho impuesto, que acabaría siendo retirado por las protestas de los privilegiados, se realizaron trabajos de
información sobre la riqueza del país, en lo que se llamó Catastro de Ensenada. Otras reformas de tipo
económico fueron la supresión de los impuestos que gravaban el comercio interior de grano y la libertad de
comercio con las colonias americanas para todos los puertos españoles. Pero sobre todo, la actuación más
destacada del marqués de la Ensenada fue la potenciación de la marina, en la línea ya iniciada por José Patiño.
La política naval de Ensenada fue la causa de su caída, pues Inglaterra, amenazada por el rearme, contó con
el secretario de Estado José Carvajal, probritánico y enemigo de Ensenada. Carvajal y su grupo lograron que el
rey destituyera a Ensenada en 1754, fecha a partir de la cual se paralizaron las reformas.
Por encima de la administración provincial, se situaba la administración general del estado, que con
los Borbones supuso la decadencia de los Consejos, sustituidos por los secretarios de Despacho, antecedentes
de los futuros ministros. Eran personas especializadas en asuntos concretos de la administración general. A lo
largo del s. XVIII se tendió a que fueran cinco: secretario de Estado (asuntos exteriores), el de Hacienda,
Justicia, Guerra y el de Marina e Indias. Todos ellos formaban el gabinete o gobierno del rey. Los antiguos
Consejos decayeron, y sólo conservó su importancia el Consejo de Castilla, que realizaba funciones
consultivas, elaboraba proyectos de ley y actuaba como alto tribunal de justicia.
Los Decretos de Nueva Planta también suprimieron las distintas Cortes, y sólo se mantuvieron las Cortes
de Castilla, convertidas en las Cortes de España, apenas convocadas por los reyes. En la administración local,
se extendió a todas las ciudades importantes la institución de los corregidores castellanos.
Finalmente se produjeron importantes reformas militares (los tercios fueron sustituidos por regimientos)
y apareció el servicio militar obligatorio mediante un sistema de cuotas y los secretarios de Felipe V y de
Fernando VI realizaron un notable esfuerzo por la recuperación del poderío naval español: construyéndose
arsenales y nuevos astilleros.
5.3 LA PRÁCTICA DEL DESPOTISMO ILUSTRADO: C ARLOS III
Carlos III (1759-1788) accedió al trono español al morir su hermano Fernando VI. El nuevo monarca ya
había gobernado en Nápoles y en Sicilia y había entrado en contacto con las ideas de la Ilustración. Al iniciar su
reinado en España, se mostró partidario, como otros monarcas europeos, de seguir algunas de las ideas de
progreso y racionalización ilustradas, siempre que no atentaran contra el poder de la monarquía absoluta
(despotismo ilustrado).
En el inicio de su reinado, Carlos III tuvo que enfrentarse a la fuerte oposición de los grupos privilegiados a
su programa de reformas. En 1765, su secretario de Hacienda, el italiano, marqués de Esquilache, decretó la
libertad de precio del trigo, medida que resultó perjudicial, puesto que la mala cosecha de ese año originó una
subida de precios y el hambre hizo su entrada en escena. A la vez, las medidas de Esquilache para sanear y
acabar con la delincuencia en la capital, Madrid, prohibiendo los juegos de azar, el uso de armas, y la
vestimenta masculina tradicional (chambergos y capas largas, que permitían ir embozado y difícilmente
identificable), ocasionaron un gran descontento popular. El ambiente de tensión, que se fue creando, fue
aprovechado por la nobleza anti-reformista para incitar al pueblo a la rebelión. Así, en marzo de 1766, estallaba en
Madrid el motín de Esquilache, que pronto se extendió a otros muchos pueblos y ciudades del reino. Carlos III,
asustado por las dimensiones de la revuelta, tuvo que destituir a Esquilache, paralizar las reformas y bajar el precio
del pan. Controlada la situación, la revuelta fue aprovechada para justificar la expulsión de los jesuitas en 1767,
pues se le acusó injustamente de haber promovido el motín, para expulsarlos de España y la América española,
pues se temía su poder e influencia cultural, a través de los colegios de la orden en todas las ciudades del reino.
Tras el motín de Esquilache, Carlos III continuó con su programa de reformas, pero mucho más moderado
y apoyándose en ministros conservadores como el conde de Aranda y el conde de Floridablanca. En la política
de reformas de Carlos III, debemos destacar:
A pesar de las muchas medidas adoptadas, los cambios fueron mínimos por la resistencia a las
reformas de los grupos privilegiados. La Corona no quiso enfrentarse con la nobleza y alto clero, pues
constituían el principal apoyo de la monarquía absoluta que encarnaban los Borbones.
Con Carlos III se volvió a la política belicista y a los Pactos de Familia. España entra en la Guerra de
los Siete años contra Inglaterra. En esta ocasión España tuvo que entregar Honduras y Florida a los ingleses,
mientras que Francia, que perdió todas sus colonias en Norteamérica, nos compensó cediendo a España la
Luisiana. En 1776 estalló la guerra de independencia de las colonias norteamericanas contra Inglaterra.
Francia y España apoyaron a los colonos rebeldes. El Tratado de París de 1783 fue positivo a nuestros
intereses. Inglaterra, además de reconocer la independencia de las trece colonias americanas, que convertidas
en estados formarían un nuevo país, devolvía a España los territorios americanos de Florida, Honduras, y la
isla de Menorca. A pesar de las presiones diplomáticas, no se logró la devolución de Gibraltar.
Muchos de nuestros ilustrados procedían de la pequeña nobleza y de la burguesía. Todos ellos estaban
convencidos de que únicamente la mejora del nivel cultural de la población podía sacar al país de su
atraso. Por ello hicieron de la educación un objetivo prioritario. Defendieron la necesidad de imponer una
enseñanza útil y práctica, obligatoria en los primeros niveles, común a los dos sexos, y basada en las
ciencias experimentales y en la tecnología. Así, se fundaron instituciones de carácter científico y las
Academias, pero fracasaron los proyectos de reforma de las universidades.
Junto a la educación, la otra preocupación básica de los ilustrados españoles fue la economía, siendo
conscientes del atraso económico del país, del desconocimiento de las nuevas técnicas e inventos, aplicados ya en
otros países como Holanda o Inglaterra, de la necesidad de una reforma agraria que acabase con el volumen de
tierras amortizadas en manos de la nobleza y el clero.