Zapata, Gustavo D. C. Humedad de Cimientos S.A

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Voces:
CANDIDATO SINDICAL ~ CAUSALES DE DESPIDO ~ DESPIDO ~ DESPIDO POR JUSTA CAUSA ~
EXTINCION DEL CONTRATO DE TRABAJO ~ INDEMNIZACION ~ INDEMNIZACION POR DESPIDO
~ NOTIFICACION ~ TELEGRAMA ~ TUTELA SINDICAL
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, sala VII(CNTrab)(SalaVII)
Fecha: 11/08/2006
Partes: Zapata, Gustavo D. c. Humedad de Cimientos S.A.
Publicado en: LA LEY 13/02/2007, 7 - LA LEY2007-A, 572
Cita: TR LALEY AR/JUR/5802/2006
Hechos:
El juez de primera instancia rechazó la demanda por despido incoada por un trabajador, fundada en el art. 52
de la ley 23.551, al considerar que aquél no se encontraba amparado por dicha normativa ya que no reunía los
requisitos exigidos por la mencionada ley para poder ser delegado sindical. El trabajador apeló la sentencia que
fue confirmada por la Cámara.

Sumarios:
1 . Cabe confirmar el decisorio que rechazó las pretensiones indemnizatorias fundadas en el art. 52, párrafo 1°,
de la ley 23.551 (Adla, XLVIII-B, 1408), puesto que el actor no ha rebatido los fundamentos dados por el
sentenciante en orden a la imposibilidad de su postulación para un cargo sindical como consecuencia del
incumplimiento de los requisitos exigidos por los arts. 41 y 45 de la mencionada ley.
2 . La aplicación del art. 243 de la ley de contrato de trabajo (t.o. 1976) (Adla, XXXVI-B, 1175) no puede
importar un formulismo taxativo en aquellos casos en los que el trabajador no puede ignorar las causas que
determinaron la ruptura del vínculo y está en condiciones de preparar su demanda cuestionando el hecho
imputado.
Jurisprudencia Relacionada(*)
Corte Suprema
en"Riobo, Alberto c. La Prensa S. A." —16/02/1993, IMP 1993-A, 776 - DJ 1993-2, 66 - DT 1993-A, 435 — sostuvo que
la obligación de notificar las causas del despido y no poder modificar éstas en juicio, responde a la
finalidad de dar al dependiente la posibilidad de estructurar en forma adecuada su defensa, empero,
el detalle de esa información sobre las causas no puede importar un formulismo taxativo si el actor
estructuró su reclamo en base a los acontecimientos notificados, situación que hace suponer la plena
vigencia de la garantía constitucional prevista en el art. 18 de la Constitución Nacional.
(*) Información a la época del fallo

Texto Completo:
2ª Instancia. — Buenos Aires, agosto 11 de 2006.
El doctor Ruiz Díaz dijo:
I) Del fallo de la doctora Locatelli de Muñoz, que rechaza sus pretensiones salariales e indemnizatorias,
apela el actor a tenor de las argumentaciones que vierte a fs. 375/386vta., que merecieran la réplica de la
demandada de fs. 389/391vta. y asimismo apela por altos los honorarios regulados, en tanto que su
representación apela los suyos por bajos.
II) Atento los términos en que se encuentra redactado el "sub lite" —donde el apelante alude
tangencialmente a una supuesta designación gremial que habría investido el actor— considero que no resulta
superfluo transcribir algunos de los argumentos vertidos por la judicante para decidir como lo hizo.
a) Al respecto indicó la que "...el actor en su escrito de inicio, alega estar amparado por las garantías
sindicales establecidas en el art. 52, 1er. párrafo de la ley 23.551, toda vez que la accionada fue debidamente
notificada en el sentido que Zapata se hallaba postulado para ocupar el cargo de delegado general, postulación
que fue rechazada en tiempo oportuno por la accionada —v. prueba informativa de fs. 136/146—".
"Si analizamos detalladamente este informe, surge claramente que el aquí actor no podía postularse para
dicho cargo pues, como bien lo afirma la demandada no reunía los requisitos exigidos en el art. 41 de la ley
23.551, toda vez que se afilió al Sindicato de la Industria Química con fecha 5/12/03 y las elecciones se iban a
llevar a cabo del 1/1/04, es decir sin que tuviera la antigüedad necesaria para postularse a dicho cargo".
"Es dable destacar asimismo que de acuerdo a lo informado por el propio sindicato, sólo se hallaban

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afiliados siete dependientes —v. fs. 137—, no reuniéndose en consecuencia el requisito mínimo establecido en
el art. 45 de la ley 23.551, para que puedan designar un representante sindical, consecuentemente la oposición
efectuada por la demandada se encuentra ajustada a derecho y ello exime de considerar las demás cuestiones
planteadas, por carencia del sustento fáctico fundamental (art. 499 C.C.)".
b) Nada de esto se encuentra no ya suficientemente rebatido sino que ni siquiera es mencionado por el
apelante, por lo que en este aspecto el recurso se encuentra desierto en los términos del art. 116 de la ley 18.345.
III) En lo demás, el apelante sostiene que no se encontraría suficientemente acreditada la causal invocada
por la demandada para poner fin al vínculo, cuya comunicación (v. fs. 23 y fs. 67 vta.) vulneraría, en su opinión,
lo normado en el art. 243 de la Ley de Contrato de Trabajo.
a) La juez señaló que en dicha comunicación se le imputó haber amenazado al capataz César David Scalise
y desafiado a pelear en el ámbito laboral, en horas de trabajo y en presencia de compañeros de labor, creando un
clima de intranquilidad, desobedeciendo órdenes, negándose a realizar tareas que le eran propias o
desarrollándolas a desgano, faltando el respeto y dirigiéndose con improperios agraviantes, por lo que se lo
despidió.
b) Tardíamente, pues no lo alegó en su escrito de inicio (art. 277 del CPCCN), el apelante alega que dicha
comunicación vulneraría lo normado en el art. 243 de la Ley de Contrato de Trabajo.
c) Sin perjuicio de ello señalo, además, que lo cierto es que —a mi juicio— la misma luce suficientemente
circunstanciada pues la aplicación del artículo citado no puede importar un formulismo taxativo en aquellos
casos en los que el trabajador no puede ignorar las causas que determinaron la ruptura del vínculo y está en
condiciones de preparar su demanda cuestionando el hecho imputado (cfr. C.S.J.N. "Riobo c. La Prensa S.A."
16/02/93, D.T. 1.993-A-435; TSS 1993-509; en igual sentido ver de la sala V de esta Cámara, Sent. N° 63.991
del 29/12/00, "Novo Iglesias, Herminio c. Bugarín, Ricardo s/despido") porque el trabajador no puede ignorar
qué falta de conducta se le imputa.
IV) También sostiene que no se encontraría acreditado el hecho invocado por la demandada y critica la
valoración de la testimonial producida a instancias de su contraparte, testigos Carreira (fs. 172/174), Ludueña
(fs. 188/190), Scalise (fs. 191/193) y Gómez (fs. 194/196).
a) Respecto de Carreira (fs. 172/174), más allá de la muestra de disconformidad con lo decidido en grado
que su agravio evidencia, lo único concreto que le imputa, es contradictorio. Digo esto porque arguye "...la
referencia que el testigo Carreira hizo respecto de la supuesta incursión del actor en actos de indisciplina, fue
por saberlo 'de oídas', ya que conforme lo declaró el propio testigo, ninguno de los supuestos hechos sobre los
cuales refirió, acaeció ante sus sentidos...". (Las mayúsculas y la negrilla pertenecen al original).
Esto, me adelanto a señalarlo, es totalmente inexacto. Y tanto es así que a renglón seguido el apelante lo
admite contradiciéndose a sí mismo cuando arguye "...y aquellos sobre los que refirió que había presenciado o
escuchado, no los refirió ni detalló de manera alguna...", lo cual no sólo es contradictorio con lo anterior sino
también inexacto. A tal punto que intentando mejorar su argumentación dijo "...no pudo recordar ni reproducir
ni uno sólo de los presuntos agravios e insultos que afirmó había proferido Zapata..." (también en este caso las
mayúsculas pertenecen al original). Invoca además la calidad de dependiente de la demandada del testigo.
Esta última circunstancia, como el propio apelante admite, a lo sumo puede justificar una valoración más
estricta de sus dichos, pero en modo alguno lo descalifica como testigo (arts. 90 de la ley 18.345 y 386 del
CPCCN).
En lo demás, sus dichos resultan suficientemente descriptivos de la conducta del actor frente a sus
superiores y compañeros de trabajo. El defecto que le imputa respecto a que no pudo recordar ni reproducir ni
uno sólo de los insultos que profirió el actor resulta insuficiente para desmerecerlo (arts. 90 L.O. y 386 CPCCN
ya cit.), toda vez que su declaración resulta suficientemente descriptiva del tono de voz y actitud con que el
actor se dirigía al jefe de taller (Scalice) y a sus compañeros o cómo los desafiaba a pelear. También refiere
como veía al reclamante hacer mal o a desgano las tareas que se le encomendaban.
Tal testimonio, además, como bien señaló la Dra. L. de M. resulta coincidente con la de los demás testigos
que declararon en la causa.
b) La pretensión de restarle valor convictivo a los dichos de Ludueña y Gómez porque estos, al momento de
declarar, manifestaron no poseer libreta de Fondo de desempleo, pese a pertenecer al gremio de la construcción,
directamente debe desecharse y no merece mayor comentario.

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c) Ludueña da cuenta de las reiteradas discusiones del actor con el jefe del taller —su superior inmediato—
Sr. Scalise y como lo desafiaba, le contestaba y desobedecía sus órdenes. "Lo mandaba a la mierda", en palabras
del testigo. Su relato es muy descriptivo cuando relata como lo provocaba a Scalise cuando lo insultaba, que lo
enfrentaba y lo amenazaba. Que lo enfrentaba y lo amenazaba a Scalise. Insultaba a la madre de Scalise, frente a
frente le decía "...que era un ... de la empresa... Que era un hijo de mil ...". Que también maltrataba a sus
compañeros.
d) El propio Scalise (fs. 191/193) refiere el maltrato que sufrió por parte del actor —de quien era superior
inmediato el testigo— tanto él como sus compañeros. Refiere también que se dirigía al dicente con epítetos tales
como "b.", "tarado", "p.", "inútil", trato que se evidencia como impropio de un buen trabajador (art. 63 R.C.T.).
e) El apelante pretende restar valor convictivo a sus dichos precisamente por ser el superior jerárquico del
actor y, como tal, sujeto pasivo de las agresiones de aquél.
Si bien en principio pudiera por esta circunstancia valorarse con cierto reparo tal testimonio, lo cierto es que,
como indica la juez, su declaración se ve corroborada en la causa por los demás testigos que son coincidentes
con él (arts. 90 L.O. y 386 del CPCCN).
f) Atento ello resulta irrelevante que me detenga en el análisis del resto de las argumentaciones que el
apelante vierte en su memorial de agravios atento que la valoración de las mismas —ante los extremos que he
reseñado se encuentran acreditados— se revela inidónea a los efectos de lograr modificar lo resuelto en grado.
V) A mi juicio, los honorarios regulados a los letrados y perito intervinientes en autos resultan equitativos
atendiendo a la importancia y extensión de los trabajos realizados, por lo que sugiero su confirmación (ley
21.839, Dec. Ley 16.638/57 y art. 38 de la ley 18.345).
En síntesis, sugiero confirmar el fallo de grado en todas sus partes.
VI) En caso de ser compartido mi voto, propicio que las costas de alzada sean a cargo de la actora (art. 68
CPCCN ya cit.) y que se regulen honorarios a su representación y a la de la demandada en $1200 y $1650,
respectivamente (art. 14 de la ley 21.839).
El doctor Rodríguez Brunengo dijo:
Por compartir los fundamentos, adhiero al voto que antecede.
La doctora Ferreirós: No vota (art. 125 ley 18.345).
Por lo que resulta del precedente acuerdo, el tribunal resuelve: 1) Confirmar el fallo de grado. 2) Imponer las
costas de alzada a la actora. 3) Regular honorarios a su representación y a la de la demandada en $1200 y $1650,
respectivamente. 4) Hacer saber al obligado al pago del honorario de abogados y procuradores que, en caso de
corresponder, deberá adicionar al monto de la regulación el de la contribución prevista en el inc. 2) del art. 62 de
la ley 1181 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Hacer saber también que el obligado a afrontar las costas
del juicio deberá adicionar en ocasión de abonar la tasa de justicia, la contribución prevista en el inciso 3 del
citado artículo 62, todo bajo apercibimiento de comunicar la situación a CASSABA (artículo 80 ley 1181 de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y punto II Acordada CSJN No. 6/05).
Regístrese, notifíquese y devuélvase. —Juan A. Ruiz Díaz. —Néstor M. Rodríguez Brunengo. —Estela M.
Ferreirós.

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