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El Estomago

El documento describe la anatomía y fisiología del estómago. El estómago está dividido en cuatro regiones y consta de cuatro capas. Produce jugo gástrico que contiene ácido clorhídrico y pepsina a través de glándulas gástricas. La secreción de jugo gástrico está controlada por mecanismos nerviosos y hormonales para digerir los alimentos de manera eficiente pero evitar daño al estómago.
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El Estomago

El documento describe la anatomía y fisiología del estómago. El estómago está dividido en cuatro regiones y consta de cuatro capas. Produce jugo gástrico que contiene ácido clorhídrico y pepsina a través de glándulas gástricas. La secreción de jugo gástrico está controlada por mecanismos nerviosos y hormonales para digerir los alimentos de manera eficiente pero evitar daño al estómago.
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EL ESTOMAGO

Estructura
Estómago. El estómago tiene cuatro regiones principales: cardias, fondo de ojo, cuerpo y
píloro. La adición de una capa interna oblicua de músculo liso le da a los músculos la capacidad
de batir y mezclar vigorosamente los alimentos.

. El cardias (o región cardíaca) es el punto donde el esófago se conecta con el


estómago y a través del cual los alimentos pasan al estómago. Situado inferior al
diafragma, arriba y a la izquierda del cardias, se encuentra el fondo de ojo en forma de
cúpula. Debajo del fondo se encuentra el cuerpo, la parte principal del estómago.

El píloro en forma de embudo conecta el estómago con el duodeno. El extremo más


ancho del embudo, el antro pilórico, se conecta al cuerpo del estómago. El extremo
más estrecho se llama canal pilórico, que conecta con el duodeno. El esfínter
pilórico del músculo liso se localiza en este último punto de conexión y controla el
vaciado del estómago. En ausencia de alimento, el estómago se desinfla hacia adentro,
y su mucosa y submucosa caen en un gran pliegue llamado ruga.

Inervación

La superficie lateral convexa del estómago se llama la curvatura mayor; el borde


medial cóncavo es la curvatura menor. El estómago se mantiene en su lugar por
el epiplón menor, que se extiende desde el hígado hasta la curvatura menor, y el
epiplón mayor, que va desde la curvatura mayor hasta la pared abdominal
posterior.

Histología
La pared del estómago está hecha de las mismas cuatro capas que la mayor parte del
resto del canal alimentario, pero con adaptaciones a la mucosa y muscularis para las
funciones únicas de este órgano. Además de las típicas capas de músculo liso circular y
longitudinal, el músculo tiene una capa interna oblicua de músculo liso . Como
resultado, además de mover los alimentos a través del canal, el estómago puede batir
vigorosamente los alimentos, descomponiéndolos mecánicamente en partículas más
pequeñas.

El revestimiento epitelial de la mucosa estomacal consiste únicamente en células


mucosas superficiales, las cuales secretan una capa protectora de moco alcalino. Un
gran número de fosas gástricas salpican la superficie del epitelio, dándole la apariencia
de un alfiletero bien utilizado, y marcan la entrada a cada glándula gástrica, que
secreta un líquido digestivo complejo denominado jugo gástrico.

Si bien las paredes de las fosas gástricas están compuestas principalmente por células
mucosas, las glándulas gástricas están compuestas por diferentes tipos de células. Las
glándulas del cardias y píloro están compuestas principalmente por células secretoras
de moco. Las células que componen el antro pilórico secretan moco y una serie de
hormonas, incluyendo la mayoría de la hormona estimuladora, la gastrina. Las
glándulas mucho más grandes del fondo de ojo y del cuerpo del estómago, el sitio de
mayor digestión química, producen la mayor parte de las secreciones gástricas. Estas
glándulas están formadas por una variedad de células secretoras. Estas incluyen
células parietales, células principales, células mucosas del cuello y células
enteroendocrinas.

Células parietales —Ubicadas principalmente en la región media de las glándulas


gástricas se encuentran las células parietales, que se encuentran entre las células
epiteliales más altamente diferenciadas del cuerpo. Estas células relativamente
grandes producen tanto ácido clorhídrico (HCl) como factor intrínseco. El HCl es
responsable de la alta acidez (pH 1.5 a 3.5) del contenido del estómago y es necesario
para activar la enzima digestora de proteínas, la pepsina. La acidez también mata gran
parte de las bacterias que ingieres con los alimentos y ayuda a desnaturalizar las
proteínas, haciéndolas más disponibles para la digestión enzimática. El factor
intrínseco es una glicoproteína necesaria para la absorción de la vitamina B 12 en el
intestino delgado.

Células principales —Ubicadas principalmente en las regiones basales de las glándulas


gástricas se encuentran las células principales, que secretan pepsinógeno, la forma
proenzimática inactiva de la pepsina. El HCl es necesario para la conversión de
pepsinógeno en pepsina.

Células mucosas del cuello —Las glándulas gástricas en la parte superior del estómago
contienen células mucosas del cuello que secretan moco delgado y ácido que es muy
diferente del moco secretado por las células caliciformes del epitelio superficial.
Actualmente no se conoce el papel de este moco.

Células enteroendocrinas —Finalmente, las células enteroendocrinas que se


encuentran en las glándulas gástricas secretan diversas hormonas al líquido intersticial
de la lámina propia. Estos incluyen la gastrina, que es liberada principalmente por las
células G enteroendocrinas.

Secreción gástrica
La secreción de jugo gástrico está controlada tanto por los nervios como por las
hormonas. Los estímulos en el cerebro, el estómago y el intestino delgado activan o
inhiben la producción de jugo gástrico. Es por ello que las tres fases de secreción
gástrica se denominan fases cefálica, gástrica e intestinal Sin embargo, una vez que
comienza la secreción gástrica, las tres fases pueden ocurrir simultáneamente.

La fase cefálica (fase refleja) de secreción gástrica, que es relativamente breve, tiene
lugar antes de que los alimentos ingresen al estómago. El olor, el sabor, la vista o el
pensamiento de los alimentos desencadena esta fase. Por ejemplo, cuando traes un
trozo de sushi a tus labios, los impulsos de los receptores en tus papilas gustativas o la
nariz se transmiten a tu cerebro, lo que devuelve señales que aumentan la secreción
gástrica para preparar tu estómago para la digestión. Esta secreción potenciada es un
reflejo condicionado, es decir, ocurre solo si te gusta o quieres un alimento en
particular. La depresión y la pérdida de apetito pueden suprimir el reflejo cefálico.
La fase gástrica de secreción dura de 3 a 4 horas, y se pone en movimiento por
mecanismos locales neuronales y hormonales desencadenados por la entrada de
alimentos en el estómago. Por ejemplo, cuando tu sushi llega al estómago, crea
distensión que activa los receptores de estiramiento. Esto estimula a las neuronas
parasimpáticas a liberar acetilcolina, lo que luego provoca una mayor secreción de
jugo gástrico. Las proteínas parcialmente digeridas, la cafeína y el aumento del pH
estimulan la liberación de gastrina de las células G enteroendocrinas, lo que a su vez
induce a las células parietales a aumentar su producción de HCl, lo que es necesario
para crear un ambiente ácido para la conversión de pepsinógeno en pepsina, y la
digestión de proteínas. Adicionalmente, la liberación de gastrina activa vigorosas
contracciones musculares lisas. No obstante, cabe señalar que el estómago sí cuenta
con un medio natural para evitar la secreción excesiva de ácido y el potencial de acidez
estomacal. Siempre que los niveles de pH bajan demasiado, las células del estómago
reaccionan suspendiendo la secreción de HCl y aumentando las secreciones mucosas.

La fase intestinal de secreción gástrica tiene elementos excitadores e inhibidores. El


duodeno tiene un papel importante en la regulación del estómago y su vaciado.
Cuando los alimentos parcialmente digeridos llenan el duodeno, las células de la
mucosa intestinal liberan una hormona llamada gastrina intestinal (entérica), que
excita aún más la secreción de jugo gástrico. Esta actividad estimuladora es breve, sin
embargo, porque cuando el intestino se distende con el quimo, el reflejo
enterogástrico inhibe la secreción. Uno de los efectos de este reflejo es cerrar el
esfínter pilórico, lo que impide que el quimo adicional ingrese al duodeno.

La Barrera Mucosa
La mucosa del estómago está expuesta a la acidez altamente corrosiva del jugo
gástrico. Las enzimas gástricas que pueden digerir proteínas también pueden digerir el
estómago mismo. El estómago está protegido de la autodigestión por la barrera
mucosa. Esta barrera tiene varios componentes. Primero, la pared del estómago está
cubierta por una gruesa capa de moco rico en bicarbonato. Este moco forma una
barrera física, y sus iones bicarbonato neutralizan el ácido. En segundo lugar, las
células epiteliales de la mucosa del estómago se encuentran en uniones estrechas, que
impiden que el jugo gástrico penetre en las capas de tejido subyacentes. Finalmente,
las células madre localizadas donde las glándulas gástricas se unen a las fosas gástricas
reemplazan rápidamente a las células epiteliales dañadas de la mucosa, cuando se
desprenden De hecho, el epitelio superficial del estómago se reemplaza
completamente cada 3 a 6 días.

El estómago es el centro de nuestro sistema digestivo. Este órgano


localizado en la cavidad abdominal y con una forma de “J”, consiste en una
cámara que recibe los alimentos sólidos y que, gracias a la acción tanto
mecánica como enzimática, los convierte en un líquido que pasa a los intestinos
para absorber los nutrientes.
Se trata de un órgano muy complejo a nivel anatómico y fisiológico, cosa que,
junto al hecho de que esté expuesto a la presencia tanto de sustancias
potencialmente dañinas como de patógenos, hace que el estómago sea
susceptible de desarrollar distintas patologías.

Náuseas, vómitos, dolor abdominal, pérdida de apetito, ardor


estomacal… Todos hemos experimentado estos síntomas alguna vez y, en la
mayoría de casos, indican que hay algo que no funciona del todo bien en
nuestro estómago.

En el artículo de hoy, pues, con el objetivo tanto de aprender cómo prevenirlas


como de saber de qué maneras tratarlas en caso de que se desarrollen, haremos
una descripción clara, concisa y completa de las patologías que más
comúnmente afectan al centro del sistema digestivo: el estómago.

¿Cuál es la importancia del estómago?

El digestivo es el único sistema de nuestro organismo que nos permite captar


tanto la materia como la energía necesarias para vivir. Y en este contexto, el
estómago es el órgano que, junto a otros, permite que los alimentos sean
degradados en moléculas nutritivas asimilables para nuestras células.

Teniendo en cuenta esto, podemos afirmar que la importancia del estómago es


capital. Es el órgano donde tiene lugar la mayor parte del proceso digestivo de
los alimentos. Y es que a pesar de que esta también ocurre a nivel de boca e
intestino delgado, lo cierto es que es el estómago el que alberga la mayor parte
de la misma.

Por lo tanto, el estómago se encarga, casi él solo, de mantener la función


vital de la nutrición. Con una longitud de unos 20 centímetros, un volumen en
reposo de 75 mililitros (que, gracias a sus vellosidades puede expandirse hasta 1
litro) y una forma de “J”, el estómago es esencial para nuestra supervivencia.

Se trata de un órgano de naturaleza muscular y cuyas paredes contienen unas


células que producen distintas enzimas digestivas, además de ácido clorhídrico,
un compuesto extremadamente ácido que mata a prácticamente todos los
patógenos que hayan podido llegar al estómago y que ayuda a que los
alimentos sólidos se conviertan en líquidos.

Y cuando alguna de sus estructuras fallan o desarrollan alguna patología,


aparecen problemas en todo el sistema digestivo, que se traducen en una
afectación a la salud general de la persona. Veamos, pues, de qué trastornos
estamos hablando.
¿Cuáles son las patologías del estómago más
comunes?
Como vemos, el estómago es pieza fundamental de nuestra salud. Pero
tanto por sus características intrínsecas (es una cámara llena de ácido
clorhídrico) como del grado de exposición a peligros externos, es susceptible de
sufrir distintas enfermedades. Veámoslas.

1. Enfermedad por reflujo gastroesofágico


La enfermedad por reflujo gastroesofágico o ERGE es una patología estomacal
en la que el ácido del estómago circula en sentido contrario y pasa al
esófago, el conducto que conecta la boca con el estómago. Como este esófago
no tiene un epitelio preparado para resistir la acidez, se irrita. Y esta irritación
puede llegar a ser grave.

Hablamos de ERGE cuando este reflujo tiene lugar, como mínimo, dos veces por
semana. En estos casos, es común experimentar ardor estomacal (que realmente
es en el esófago), dolor de pecho, dificultad para tragar y tendencia a la
regurgitación. A diferencia de los vómitos, la regurgitación tiene lugar sin
esfuerzo muscular.

La causa no está del todo clara, pero parece ser que el factor genético (que no
significa hereditario) juega un papel importante, aunque todo apunta a que la
obesidad, el tabaquismo, los excesos con alimentos grasos (y especialmente
fritos), los abusos con medicamentos que provocan irritación (como el
ibuprofeno), el exceso de café y el alcoholismo agravan la situación.

En este sentido, en caso de sufrir ERGE, basta con hacer cambios en el estilo
de vida. Ahora bien, si estos no funcionan, lo más apropiado será acudir al
médico. Dependiendo de la gravedad, se optará o bien por la medicación o, en
casos excepcionales, por la cirugía.

2. Gastritis
La gastritis se define como una inflamación del epitelio estomacal, es decir,
del revestimiento interno del estómago. Esta inflamación puede ser tanto de
carácter agudo (por una infección puntual) como ir progresando con el tiempo,
en cuyo caso es crónica.

Sea como sea, las causas detrás de esta gastritis son muy variadas. Desde
infecciones por Helicobacter pylori (después comentaremos esto) hasta abusos
con medicamentos analgésicos que provocan daños en las paredes del
estómago, así como abusos con el alcohol, que también es muy irritante, e
incluso trastornos autoinmunes.

El dolor estomacal, el ardor de estómago, las náuseas, los vómitos y la


sensación de saciedad tras comer aunque sea poco son los síntomas más
comunes. De todos modos, en la mayoría de casos (especialmente si es de
carácter agudo), la gastritis no es un problema grave.

Ahora bien, cuando la gastritis es intensa y crónica, sí que aumenta el riesgo de


desarrollar úlceras gástricas e incluso cáncer de estómago, dos patologías
serias. Por ello, en caso de experimentar de forma continua esos síntomas,
habría que acudir al médico, que podría recetar medicamentos para reducir la
producción de ácido mientras se resuelve la causa de fondo.

3. Úlcera gástrica
Las gástricas son un tipo de úlceras pépticas que se desarrollan en el interior del
revestimiento del estómago. Se trata de llagas abiertas en las paredes
estomacales que provocan un dolor intenso, además de ardor, pues el ácido
del estómago entra en contacto con una capa de la piel que no está lista para
soportar la acidez.

La causa más frecuente es la infección por Helicobacter pylori, pero como ya


hemos comentado, los casos de gastritis crónica pueden derivar también en la
formación de estas úlceras. Cabe mencionar también que, pese a lo que se
escucha, el estrés y la comida picante no provocan su aparición. Pueden
empeorar los síntomas, es cierto, pero jamás hacen que aparezcan.

Dolor y ardor estomacal, acidez de estómago, náuseas, sensación de hinchazón,


intolerancia a los refrescos con gas… Estos son los síntomas más comunes. Y
ante su experimentación, habría que acudir rápidamente al médico para
resolver la infección y/o tratar la causa de fondo de la gastritis, además de
tomar fármacos para reducir la producción de ácido.
4. Infección por Helicobacter pylori
Helicobacter pylori es una bacteria patógena acidófila, lo que significa que
es capaz de crecer, desarrollarse y reproducirse en ambientes extremadamente
ácidos. Por lo tanto, nuestro estómago es un lugar ideal para este
microorganismo.

Llega a través de alimentos contaminados por la bacteria o por contacto directo


o indirecto con la saliva o las heces de una persona infectada. Sea como sea, se
estima que la mitad de la población mundial alberga a Helicobacter pylori en su
estómago, aunque muy pocos desarrollan síntomas.

Cuando sí lo hace es porque Helicobacter pylori está causando daños en la


pared estomacal que ha colonizado, estimulando la aparición de úlceras
gástricas. Se estima que aproximadamente el 10% de las infecciones por
esta bacteria derivan en la formación de estas llagas. Además de los
síntomas propios de las úlceras, se observa pérdida de peso y de apetito, así
como eructos frecuentes.

El tratamiento de la infección es complicado, pues es una bacteria


increíblemente resistente. Habrá que administrar dos antibióticos conjuntos y la
mayoría de veces hay que realizar varias rondas en semanas distintas.

5. Cáncer de estómago
El de estómago es el sexto cáncer más común del mundo. Con 1 millón de
nuevos casos diagnosticados en el mundo anualmente, se trata de un tumor
maligno que se desarrolla en las células productoras de mucosidad de las
paredes estomacales.

Por desgracia, se trata de un cáncer con una letalidad muy alta. Incluso cuando
está localizado exclusivamente en el estómago, la supervivencia es del 68%. Y
en caso de que haya diseminado a estructuras cercanas, se reduce hasta el 31%.
Y si ha hecho metástasis a órganos vitales, entonces la supervivencia es de solo
el 5%.

Sangre en las heces, pérdida de peso, dificultad para tragar, amarillamiento de


la piel, ardor y dolor estomacal, indigestión, náuseas, saciedad rápida, fatiga y
debilidad, vómitos frecuentes… Hay que estar atento a estos síntomas y solicitar
atención médica cuanto antes. El tratamiento del cáncer de estómago suele
consistir en radioterapia, quimioterapia, inmunoterapia o combinación de
varios. Si se detecta rápido, puede ser suficiente con una extirpación, pero el
problema es que la mayoría se diagnostican tarde.

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