Día 12 Nueva Cons. San José
Día 12 Nueva Cons. San José
Día 12 Nueva Cons. San José
La castidad es una virtud; una virtud muy importante. Para ser casto se necesita tener
auto-dominio, para tener el control de sus propias pasiones y sexualidad. Contrario a lo
que mucha gente piensa, una persona que ejercita la castidad no está reprimiendo o
rechazando la belleza de la sexualidad humana. Por el contrario, conserva el corazón
humano y el cuerpo para la auténtica entrega de sí mismo. Todas la personas, no
importa la vocación de vida, son llamadas a la castidad. La castidad es una virtud
que nos preserva de llegar a ser esclavos de nuestras pasiones y de actuar como
animales irracionales.
Por otra parte, el celibato es una forma especial de castidad. Dios llama algunos
hombres y mujeres al celibato por el bien del Reino de los Cielos. San José era ambas
cosas: casto y célibe. El fue llamado por Dios para desposar a una virgen consagrada a
Dios en su mente, cuerpo y alma. San José fue el Casto Guardián de la Virgen.
San José es puro de Corazón: Para ser casto es necesario ser puro de corazón. Si una
persona no tiene corazón puro es incapaz de ver a Dios. El corazón de san José es
excepcionalmente puro. San José pudo contemplar el rostro de Dios durante décadas en
la persona de su Hijo. Los poetas, con frecuencia, han afirmado que los ojos son las
ventanas del alma. Si esto es cierto, san José debe haber tenido los ojos más puros
y castos que ningún esposo que haya existido. Los ojos y el corazón eran puros de
intención, castos y llenos de amor ardiente por Jesús y María.
Dios quiere que todos los hombres sean como san José. Él es el primer casto guardián
de la Virgen. Muchos hombres serán llamados al matrimonio, mientras que algunos
serán consagrados al celibato. Las dos vocaciones son necesarias. Sin matrimonios no
hay niños. Sin sacerdotes no hay sacramentos. Los hombres casados tienen que ser
castos en el matrimonio; los sacerdotes y obispos necesitan ser como san José que, en
su casto amor por la virginal Iglesia, son guardianes, defensores y protectores de la
belleza confiada a ellos; y no hombres que usan y abusan de los misterios sagrados.
Otra mística, la venerable María de Agreda (1602 – 1665), también afirma haber tenido
visiones de la vida de María y José. Ella escribió extensamente acerca de las
experiencias místicas y afirma que ha estado presente en el matrimonio de María y José.
En su reporte ella provee descripciones muy detalladas de cosas como el vestido que
llevaba Nuestra Señora, la majestuosidad y el atractivo de san José y del gozo que
experimentaban cada uno de los invitados. La Venerable María Agreda escribió lo
siguiente, acerca de lo que testimonió en la boda de María y José:
Por voluntad divina los dos esposos mas santos y mas castos sintieron un
gozo incomparable y una consolación (el día de la boda). La princesa
celestial, aquella que es la Señora de todas las Virtudes, amorosa
corresponde a las atenciones de san José. El Altísimo también le dio a san
José una nueva pureza y el completo mando sobre sus inclinaciones
naturales para que pudiera servir a su esposa María.
¿Por qué más gente no sabe de la fiesta litúrgica de los santos esposos? Bueno,
desafortunadamente, la fiesta no está en el calendario litúrgico universal. La fiesta de
los santos esposos es celebrada en algunos santuarios dedicados a san José (Por
ejemplo, el Oratorio de san José en Montreal, Canadá); en pocas diócesis donde el
obispo lo ha aprobado, y en muchas comunidades religiosas dedicadas a san José.
Una notable comunidad religiosa que celebra esta fiesta es la comunidad de los ‘Oblatos
de San José’, fundada en Asti, Italia por José Marello en 1878. Los oblatos de san José
son una maravillosa comunidad de hombres al servicio de la Iglesia, quienes celebran la
fiesta anualmente cada 23 de enero. Su fundador, José Marello, fue un obispo muy
santo que tenía un amor tremendo y devoción por san José. Fue canonizado por Juan
Pablo II en 2001.
Curiosamente en el 2002 san Juan Pablo II ofreció al mundo los misterios luminosos
del santo rosario. Estos misterios fueron establecidos en 1957 por George Preca de
Malta. San Juan Pablo II los ofreció a la Iglesia universal para ayudarnos a mantener en
la mente verdades importantes de la cristiandad que están bajo ataque hoy en día. Por
ejemplo, al meditar el segundo misterio luminoso, las bodas de Caná, se recuerda que el
matrimonio es entre un hombre y una mujer.
Ya que esta verdad perenne está fuertemente discutida, la iglesia necesita una fiesta
litúrgica que celebre el matrimonio. Sería maravilloso que se inserte en el calendario
universal la fiesta de los santos esposos para recordarles a todos los hombres y mujeres
la santidad del Santo Matrimonio. ¡Que deleite sería tener una fiesta que celebre
litúrgicamente la boda de la pareja más santa que jamás ha existido! Oremos para que
en más lugares se solicite la celebración de esta fiesta de los santos esposos y para que
algún día forme parte del calendario universal de la liturgia.
Todo lo referente al matrimonio (de María y José) pasó por una íntima
disposición del Espíritu Santo. San Buenaventura.