TEMA 2
DINÁMICA DE LA
PARTÍCULA
INTRODUCCIÓN: QUÉ ES LA DINÁMICA
Hemos aprendido en el tema anterior a describir el movimiento de los cuerpos.
Vamos a profundizar ahora en las causas del movimiento, investigando la razón por la cual
los cuerpos se mueven del modo que lo hacen. Entraremos en los conceptos de masa y
fuerza, conceptos que nos permitirán establecer las leyes generales a las que obedecen
todos los movimientos.
La observación diaria nos permite distinguir movimientos muy diversos, y ya los
griegos clasificaron los movimientos en tres categorías fundamentales:
1. El movimiento de los cuerpos provocado por otros cuerpos en contacto
directo (un caballo tirando de un carro).
2. El movimiento de los objetos que caen libremente hacia el suelo (fruta
desprendida de un árbol).
3. El movimiento de los astros (estrellas y planetas).
Para la primera categoría de movimientos se disponía de una explicación inmediata:
cuando el caballo tira del carro éste se mueve bajo la acción directa de la tracción
realizada por el caballo, y cuando la tracción cesa, el movimiento también cesa. Esto
condujo a la conclusión errónea de que en ausencia de fuerzas no puede haber movimiento y
que además una fuerza constante produce un movimiento uniforme, ya que para mantener
constante la velocidad del carro el caballo debe realizar una fuerza constante.
En cuanto a la segunda categoría de movimientos se disponía también de una
explicación simple. Aristóteles sostenía que puesto que la Tierra era el centro del Universo
todos los cuerpos pesados tendían de forma natural hacia éste.
Por último, los cuerpos celestes estarían formados por una sustancia diferente de
los cuerpos terrestres, de modo que tendrían la propiedad de autopropulsarse. La causa del
movimiento de los cuerpos celestes estaría en ellos mismos.
Este primer intento de explicar la causa de los movimientos adolece de los defectos
de un tratamiento no científico de la realidad. Hipótesis diferentes para los distintos tipos
de movimientos, en lugar de sintetizar el fenómeno del movimiento en el marco de una
teoría única. Hipótesis fantásticas, como la de la naturaleza divina de los astros, o
simplemente erróneas, como la de que en ausencia de fuerzas no hay movimiento. En
definitiva, ausencia total de experimentación en la observación del fenómeno y de análisis
riguroso de los resultados experimentales.
Hoy sabemos que la materia de que están hechas las estrellas es la misma que la que
están hechos los objetos terrestres y hemos aprendido a prescindir de los dioses. Sin
embargo, las explicaciones que dieron los griegos del fenómeno del movimiento en las
circunstancias de su época y con los medios a su alcance merecen nuestro respeto, el
respeto que inspira la mente del hombre cuando se interroga sobre sí mismo y su entorno.
El estudio de la relación existente entre el movimiento de un cuerpo y las causas de
dicho movimiento constituye una rama de la Física que se denomina Dinámica.
La experiencia nos muestra que el movimiento de un cuerpo es el resultado directo
de las interacciones con los demás cuerpos que lo rodean y que constituye su medio
ambiente. En general, sólo incluiremos en dicho medio ambiente los cuerpos cercanos, pues
los efectos de los cuerpos más alejados ordinariamente son insignificantes. Las
interacciones se describen convenientemente introduciendo el concepto fisicomatemático
que denominamos fuerza. De este modo, la Dinámica es básicamente el análisis de la
relación entre la fuerza y los cambios de movimiento de los cuerpos. Así, podemos tener
interacciones de dos tipos:
- Fuerzas de contacto, que se dan como producto de la
interacción de los cuerpos en contacto directo, es decir, chocando sus
superficies libres.
- Fuerzas a distancia, como la fuerza gravitatoria o la
fuerza entre cargas, que se producen cuando los cuerpos están
separados cierta distancia unos de otros.
Se denomina Dinámica Clásica o Newtoniana la teoría que
formularon Galileo y Newton para relacionar las fuerzas y el movimiento; esta teoría
constituye una de las más poderosas armas de investigación de la Naturaleza que ha sido
inventada y sus resultados influyeron en todo el desarrollo de la Física desde el siglo
XVIII. Se basa en ciertos postulados razonables (leyes de Newton) y tuvo un éxito
espectacular en la explicación de los movimientos de los planetas, de los cuerpos sobre la
superficie terrestre y de las propias moléculas. Es difícil encontrar en la Física otra teoría
cuyo campo de validez sea tan extenso. Las leyes de la Mecánica Clásica resultan
inadecuadas cuando se trata de cuerpos que se mueven con velocidades muy grandes,
próximas a las de la luz, o cuando se utiliza para la descripción de fenómenos a pequeña
escala, como los que se presentan en la Física Atómica y Nuclear. En estos casos la
Mecánica Clásica es sustituida por la Mecánica Relativista o la Mecánica Cuántica, pero aun
así, la Mecánica Clásica nos proporciona una descripción satisfactoria de los fenómenos
físicos.
El problema central de la Mecánica Clásica de las partículas es el siguiente: (1)
tenemos una partícula cuyas características físicas conocemos; (2) colocamos esa partícula,
con una cierta velocidad inicial conocida, en un medio ambiente del que tenemos una
descripción completa; (3) ¿cuál será el movimiento subsiguiente de la partícula? El método a
seguir para resolver el problema, de acuerdo con nuestra forma de entender hoy en día la
Mecánica Clásica, es el siguiente:
1) Introduciremos el concepto de fuerza F, definiéndolo en función de la
aceleración a que adquiere un cierto cuerpo patrón.
2) Desarrollaremos algún procedimiento para asignar una masa m a cada cuerpo,
con el objeto de entender por qué las partículas de una misma naturaleza
experimentan distintas aceleraciones al encontrarse dentro de un mismo medio
ambiente.
3) Trataremos de encontrar el modo de calcular las fuerzas que obran sobre la
partícula a partir de sus propiedades y las del medio ambiente, es decir,
buscaremos las leyes de las fuerzas.
En este orden, definiremos la partícula libre como aquella que no está sujeta a
interacción alguna. Estrictamente no existe tal cosa, ya que toda partícula interactúa con
todo el Universo. La partícula libre debería estar completamente aislada, o ser la única
partícula del Universo. Sin embargo, es posible en la práctica considerar algunas partículas
como libres, ya sea porque se encuentren suficientemente alejadas de otras partículas, de
modo que las interacciones resulten lo suficientemente débiles como para ser despreciadas
o porque las interacciones con las otras partículas se cancelen, dando una interacción neta
nula.
1. LEYES DE NEWTON
1.1. Primera ley de Newton: ley de la inercia
La primera ley de Newton dice que todo cuerpo permanece en su estado de reposo o
de movimiento rectilíneo y uniforme a menos que se le obligue a variar dicho estado
mediante fuerzas que actúen sobre él.
En otras palabras, sin la acción de las fuerzas no puede haber aceleraciones. Hay
dos ideas importantes contenidas en esta ley: la primera es una definición cualitativa de
fuerza como agente capaz de modificar el estado de movimiento del cuerpo; la segunda es
la de que el reposo (v=0) y el movimiento rectilíneo y uniforme (v=cte) son dos estados
enteramente equivalentes para una partícula material.
Veamos un ejemplo muy sencillo. Consideremos un
bloque descansando sobre una superficie horizontal lisa
como la de una mesa. Observemos que si el cuerpo está en
reposo respecto de la mesa permanecerá en esta situación a menos que le empujemos o
tiremos de él. En la dirección vertical podemos considerar el cuerpo como “libre” de acción
exterior, ya que el peso del cuerpo se compensa con la reacción normal de la mesa sobre el
cuerpo.
Si lanzamos el cuerpo de modo que deslice
F sobre la mesa podremos observar que su
movimiento se va haciendo cada vez más lento
hasta que finalmente se detiene. Esta observación fue en
su día la base para sostener la idea de que el movimiento
tenía que cesar cuando la fuerza exterior, en este caso
R la mano que empujó al bloque, dejase de actuar. Sin
embargo, Galileo argumentó contra esta idea atribuyendo
la disminución de velocidad a la fuerza de rozamiento entre el bloque y la mesa, debido a
que ni el uno ni la otra son perfectamente lisos. Así, aunque podemos considerar el bloque
como libre de acción exterior en la dirección vertical, no es el caso en la horizontal, debido
a la existencia de la fuerza de rozamiento, que no está compensada por ninguna otra fuerza
horizontal.
Si repetimos el experimento habiendo pulido
previamente la superficie de la mesa y la del bloque y
utilizando lubricante, notaremos que la velocidad
disminuirá más lentamente que antes. Si apoyamos el cuerpo en un colchón de aire (como en
los carriles neumáticos) el cuerpo deslizará durante un tiempo considerable con una
variación casi imperceptible en su velocidad. Podemos extrapolar estas experiencias a la de
una superficie lisa ideal que no impida en absoluto el movimiento del bloque de modo que
sobre dicha superficie la velocidad del bloque no variará. Así pues, si todo el rozamiento
pudiera eliminarse, el bloque continuaría moviéndose indefinidamente en línea recta con
velocidad constante. Esta fue la conclusión a la que llegó Galileo: la materia presenta una
cierta inercia u oposición a los cambios de movimiento.
Este principio de Galileo fue adoptado por Newton como la primera de sus tres
leyes del movimiento, que ya hemos enunciado anteriormente. El significado de la primera
ley o ley de la inercia consiste en que define por un procedimiento operacional lo que
queremos decir cuando afirmamos que no existe fuerza neta o resultante actuando sobre
un cuerpo, ya que podemos determinar si existe una fuerza externa neta actuando sobre un
cuerpo mediante la observación del movimiento del mismo. Si la velocidad del cuerpo es
constante (movimiento rectilíneo y uniforme) sacamos la conclusión de que no existe fuerza
externa resultante actuando sobre el cuerpo. Pero si la velocidad del cuerpo no permanece
constante, porque se esté modificando su módulo (celeridad) o su dirección (movimiento
curvilíneo) o ambas cosas a la vez, podemos asegurar que sobre el cuerpo está actuando una
fuerza neta no nula.
Notemos que por la propia definición de partícula libre y por la
primera ley de Newton, una partícula libre se mueve siempre con velocidad
constante, es decir, sin aceleración. Además y como hemos visto, la inercia
se asocia a la masa, ya que el efecto del mismo ambiente sobre cuerpos de
distinta masa es diferente.
La ley de inercia es de fundamental importancia, ya que determina la naturaleza de
los sistemas de referencia que hemos de utilizar en el desarrollo de la Mecánica, es decir,
las condiciones que deben cumplir tales sistemas para que en ellos sean válidas las
conclusiones que saquemos de las leyes enunciadas.
Recordemos del tema pasado que el movimiento es relativo, de modo que la
aceleración que puede presentar un cuerpo depende del sistema de referencia con respecto
al que se mida. La primera ley del movimiento de Newton nos dice que en ausencia de
fuerzas es posible encontrar una familia de sistemas de referencia respecto a los cuales
una partícula libre no presenta aceleración, es decir, una familia de sistemas de referencia
con respecto a los cuales la partícula libre se desplaza con movimiento rectilíneo y
uniforme, entre los que existe uno (el que viaja con la partícula) respecto del cual la
partícula se encuentra en reposo. Tales sistemas de referencia reciben el nombre de
inerciales. En los demás sistemas de referencia, esto es en los sistemas de referencia no
inerciales, la partícula libre presentará cierta aceleración, de modo que en tales sistemas
no se cumple la ley de la inercia. Obviamente, los sistemas de referencia no inerciales están
acelerados con respecto a los sistemas inerciales. Para comprender mejor esto veamos un
ejemplo.
Consideremos un
observador en reposo en un
sistema de referencia
inercial S y un segundo
observador en reposo en
otro sistema de referencia
S’ que se desplaza con una aceleración a0 con respecto al sistema S. Imaginemos, para
mayor claridad, que el sistema S está ligado a tierra, como puede ser el andén de una
estación, en tanto que el sistema S’ está ligado al vagón de un tren que se mueve por una vía
recta con movimiento uniformemente acelerado. Sobre la plataforma del vagón, que
supondremos horizontal y completamente lisa a fin de que no existan fuerzas de
rozamiento, se coloca un bloque. Así, el bloque puede moverse libremente y sin rozamiento
sobre la superficie del vagón. Cuando la velocidad de éste aumenta, es decir, cuando está
sometido a una aceleración, el bloque se moverá sobre la plataforma con velocidad
creciente (acelerado) en sentido contrario al de la aceleración del vagón, de forma tal que
si el vagón se encontraba inicialmente en reposo con respecto a la vía, el bloque
permanecería en reposo con respecto al observador S, y es como si el vagón se deslizase
por debajo del bloque sin arrastrarlo, ya que no existe rozamiento.
El observador S
acepta la validez de la ley
de la inercia: ninguna
fuerza actúa sobre el
bloque y éste permanece en
reposo en el sistema de
referencia inercial. Sin
embargo, el observador S’
rechaza la validez de la ley
de inercia: el bloque
presenta una aceleración en
el sistema de referencia
del vagón, pero no se puede
detectar ninguna fuerza
actuando sobre él. El sistema S’, que está acelerado respecto del sistema inercial S, es un
sistema de referencia no inercial.
A partir de estas sencillas experiencias sacamos como conclusión que la ley de
inercia sólo se cumple cuando las observaciones se efectúan desde lo que hemos llamado un
sistema de referencia inercial y que no se cumplen en los sistemas de referencia no
inerciales. Tales sistemas de referencia están acelerados con respecto a los sistemas de
referencia inerciales.
Resumiendo, un sistema de referencia inercial es aquel con respecto al cual un
cuerpo no presenta aceleración cuando no actúa ninguna fuerza sobre él. Todo sistema de
referencia acelerado con respecto a un sistema inercial será no inercial y en él no será
válida la primera ley del movimiento de Newton.
1.2. Segunda ley de Newton: fuerza y aceleración
Como hemos visto hasta ahora, para variar el movimiento de un cuerpo es precisa
una acción externa que denominaremos fuerza. Así, la segunda ley de Newton establece que
la variación del movimiento es proporcional a la fuerza que actúa sobre el cuerpo y se
realiza en la dirección de la recta en la que actúa la fuerza.
La segunda ley de Newton nos permite llegar al concepto de masa inercial, que es
una propiedad intrínseca de cada cuerpo. Supongamos que ejercemos una determinada
fuerza constante sobre distintos cuerpos. Observaremos que aun cuando la fuerza aplicada
sea la misma, las aceleraciones que los cuerpos adquieren son distintas en general. Los
cuerpos “más masivos” (de acuerdo con el uso corriente de esta palabra) adquirirán
aceleraciones menores que los cuerpos “menos masivos”. Esto nos sugiere que podemos
cuantificar el concepto de masa considerando las aceleraciones que una misma fuerza
origina al actuar sobre cuerpos diversos.
Definiremos como relación de las masas de dos cuerpos el recíproco de la relación
de las aceleraciones producidas en ambos cuerpos por la acción de una misma fuerza. Así, si
una fuerza determinada produce una aceleración a0 cuando actúa sobre cierto cuerpo y una
aceleración a1 cuando actúa sobre otro, las masas de estos cuerpos se encuentran en la
relación:
m1 a0
m0 a1
De este modo, una vez definido el cociente entre las masas para dos cuerpos
cualesquiera podemos establecer una escala de masas escogiendo un cuerpo concreto como
masa patrón y considerándolo arbitrariamente como unidad de masa.
Si repetimos el experimento anterior aplicando una fuerza común diferente, las
aceleraciones serán diferentes pero su cociente permanecerá constante, es decir:
m1 a0 a'0
m0 a1 a'1
Esto es, el cociente de las aceleraciones producidas por la misma fuerza sobre dos
cuerpos es independiente de la fuerza común que se use. Es también independiente del tipo
de fuerza utilizado, es decir, bien sea la fuerza debida a la acción de muelles, a la atracción
gravitatoria, a la atracción o repulsión eléctrica o magnética, etc. Así, la masa es una
propiedad intrínseca del cuerpo que no depende del entorno del mismo, de ningún agente
externo ni del tipo de fuerza utilizada para medirla.
Siguiendo con estos experimentos podemos demostrar que si unimos dos cuerpos de
masas respectivas m1 y m2 el conjunto se comporta mecánicamente como si fuera un solo
cuerpo de masa (m1+m2). En otras palabras, la masa es una magnitud escalar que obedece las
reglas ordinarias de la aritmética y el álgebra.
Hemos llegado al concepto de masa a través de la aceleración producida por una
fuerza determinada. Cuanto mayor es la masa de un cuerpo menor será la aceleración que
adquiere bajo la acción de dicha fuerza. Así pues, la masa de un cuerpo es una medida
cuantitativa de la inercia o resistencia que presenta ese cuerpo a modificar su estado de
movimiento bajo la acción de las fuerzas.
Podemos resumir todas las definiciones y experiencias descritas anteriormente en
la ecuación fundamental de la dinámica clásica:
F=ma
donde F es la suma vectorial de todas las fuerzas que actúan sobre un cuerpo de masa m y a
es la aceleración que éste adquiere. Esta ecuación puede considerarse como un enunciado
de la segunda ley de Newton: la fuerza neta o resultante que actúa sobre un cuerpo es
proporcional a su masa y a su aceleración.
Observamos también que la primera ley de Newton está contenida en la segunda ley
como un caso especial, porque si F=0, entonces a=0. Esto es, si es nula la fuerza neta o
resultante exterior no hay aceleración y el cuerpo estará en reposo o se moverá con
velocidad constante (movimiento rectilíneo uniforme), que es lo que dice la primera ley de
Newton. Por lo tanto de las tres leyes del movimiento de Newton sólo dos son
independientes, la segunda y la tercera.
Realmente la 2ª ley de Newton surge al analizar dos
parámetros que juegan un papel claro en el movimiento: la masa y la
velocidad. Ambos parámetros están relacionados con la inercia. Se
pueden agrupar estas dos cantidades en una sola, muy útil en Física,
que denominaremos cantidad de movimiento o momento lineal p:
p=mv
La 2ª ley de Newton surge de la evidencia de que en ausencia de fuerzas (acciones
externas) la cantidad de movimiento es cte. Se denotará como fuerza (matemáticamente) a
la variación de la cantidad de movimiento:
dp
F
dt
Si la masa del sistema estudiado es constante, llegamos a lo que utilizamos
habitualmente como segunda ley de Newton:
dp d dv
F mv m ma
dt dt dt
1.3. Tercer ley de Newton: ley de acción y reacción
Las fuerzas que actúan sobre un cuerpo provienen de
otros cuerpos que constituyen su medio ambiente. Por cada
fuerza que actúa sobre un determinado cuerpo A debe existir
un agente externo B responsable de dicha fuerza. La tercera
ley de Newton establece que el cuerpo A ejerce, a su vez, una
fuerza igual y opuesta sobre el cuerpo B, esto es:
FAB=-FBA
Una fuerza sola es únicamente un aspecto de la
interacción mutua entre dos cuerpos. Las fuerzas se presentan siempre por parejas, de
modo que es totalmente imposible tener una fuerza aislada. Por ejemplo, la Tierra ejerce
una fuerza sobre una pelota de masa m; dicha fuerza es el peso P de la pelota en el campo
gravitatorio de la Tierra. La pelota adquiere una aceleración vertical y hacia abajo igual a
P
g 9,8 m / s2 . De acuerdo con la tercera ley de Newton, la pelota ejerce una fuerza P’
m
sobre la Tierra que representa el peso de la Tierra en el campo gravitatorio de la pelota.
Dichas fuerzas, P y P’, son iguales en módulo y dirección pero de sentido contrario. La
Tierra, en respuesta a esta fuerza, debe acelerarse. Debido a la gran masa M de la Tierra
esta contribución a su aceleración total resulta ser despreciable e inobservable. En efecto,
m aT m
nos conduce a aT g 0 .
M g M
Si a una de las dos fuerzas que interviene en la interacción entre dos cuerpos se le
llama “acción”, a la otra la llamaremos “reacción”. Ni importa qué fuerza en dicha pareja se
llama “acción” y cuál “reacción”. En este fenómeno no se implica una relación de “causa-
efecto”; lo único que se implica es una interacción mutua entre los dos cuerpos. Lo
importante es que las fuerzas se presentan siempre por parejas “acción-reacción” y que la
una es siempre opuesta a la otra.
Nótese que las fuerzas de acción y reacción nunca pueden equilibrarse entre sí
debido a que actúan sobre cuerpos diferentes. Este último aspecto es de capital
importancia, ya que si ambas fuerzas actuasen sobre el mismo cuerpo nunca se podría tener
movimiento acelerado porque sería nula la fuerza resultante sobre el cuerpo.
1.4. Fuerzas de inercia (o ficticias)
Todas las fuerzas que hemos considerado hasta ahora son “fuerzas reales”, en el
sentido de que podemos identificar a sus agentes, esto es, otros cuerpos responsables de
cada una de ellas. Conocidas las fuerzas que actúan sobre la partícula, la segunda ley de
Newton nos permite calcular la aceleración que esta adquiere. Pero evidentemente
necesitamos un sistema de referencia con respecto al cual mediremos la aceleración de la
partícula, y además es necesario que este sistema sea inercial, pues sólo en estos sistemas
son válidas las leyes de Newton.
Sin embargo, en muchas ocasiones puede ser conveniente aplicar las leyes del
movimiento desde el punto de vista de un observador no inercial. Por ejemplo, para
describir el movimiento de un cuerpo sobre o cerca de la superficie terrestre puede ser
conveniente emplear un sistema de referencia ligado a la tierra y que gire con ella, a pesar
de que dicho sistema no es inercial. En los sistemas de referencia no inerciales la fuerza
que actúa sobre la partícula no es igual simplemente al producto de la masa por la
aceleración. No obstante, en los sistemas de referencia no inerciales, podemos seguir
escribiendo la segunda ley de Newton en su forma habitual F=ma si consideramos, junto
con las fuerzas reales, otras fuerzas, llamadas fuerzas inerciales, que dependen de la
aceleración del sistema de referencia con respecto a un sistema de referencia inercial.
Si estamos observando el movimiento de una partícula desde un sistema de
referencia acelerado, o sea, no inercial, deberemos ser capaces de escribir correctamente
las ecuaciones del movimiento en ese mismo sistema. Al final, deberemos conocer la forma
del producto marel en ese sistema, siendo m la masa de la partícula.
Lo más sencillo es comenzar escribiendo la ecuación del movimiento respecto de un
sistema de referencia inercial:
F=ma
donde F es la fuerza real o la resultante de las fuerzas reales que actúan sobre la partícula
y a la aceleración de dicha partícula respecto del sistema de referencia inercial. Como no
siempre será posible medir esa aceleración, sustituimos en esa ecuación la expresión de la
aceleración obtenida para el movimiento relativo:
a=aO+xr+x(xr)-2xvrel+arel F=ma F=m[aO+xr+x(xr)+2xvrel+arel]
De aquí podemos obtener la ecuación del movimiento en el sistema de referencia no
inercial sin más que reordenar los términos:
F-maO-mxr-mx(xr)-2mxvrel=marel
Vemos así que a la fuerza real F hay que añadirle unas fuerzas ficticias o inerciales
que aparecen en los sistemas acelerados en razón de su falta de inercialidad. La fuerza
ficticia total en el sistema no inercial es:
Ffict=-maO-mxr-mx(xr)-2mxvrel
La fuerza efectiva que actúa sobre la partícula, desde el punto de vista del
observador no inercial, es la suma de la fuerza o fuerzas reales y de la fuerza ficticia o
inercial total Ffict. De este modo, podemos escribir la ecuación del movimiento en el sistema
de referencia no inercial en forma análoga a como se escribe en el sistema inercial:
Fefect=marel Fefect=F+Ffict
En la expresión de la fuerza ficticia aparecen cuatro términos, o sea, cuatro
fuerzas de inercia, relacionadas con cuatro aceleraciones. La primera de estas fuerzas
inerciales maO está relacionada con el movimiento de traslación acelerado del sistema móvil
respecto al fijo, y será nula evidentemente si el origen del sistema móvil está en reposo en
el sistema fijo o se mueve con velocidad constante en él. La segunda de estas fuerzas mxr
no recibe ningún nombre específico y sólo aparece en los sistemas de rotación no uniforme.
La tercera mx(xr) es la llamada fuerza centrífuga y la cuarta 2mxvrel es la fuerza de
Coriolis.
Veremos a continuación dos ejemplos que nos permitirán
comprobar que los problemas se pueden resolver así en los dos
sistemas de referencia. Supongamos una plataforma que gira con
velocidad angular constante, sobre la que hay un bloque unido al
centro de la plataforma con una cuerda. Obviaremos en las fuerzas el
peso del bloque, perpendicular a la plataforma, que se
equilibra con la normal de la plataforma. Así, en el plano del
movimiento la única fuerza por tanto a que está sometido el
bloque es la tensión, en la dirección de la cuerda y hacia
afuera del bloque. Y en cuanto a aceleraciones, puesto que
se trata de un movimiento circular uniforme sólo existe la
componente normal, en la dirección del radio de curvatura y apuntando hacia el centro de
curvatura. Así, de la segunda ley de Newton:
v2 R 2 m2R
Fn=man T m m
R R
Si ahora nos colocamos en la plataforma y usamos este
sistema, será no inercial. La aceleración normal o centrípeta es
x(xr), de modo que la fuerza inercial asociada con esta aceleración
será -mx(xr) y estará dirigida perpendicularmente al eje de
rotación y hacia afuera. Podemos comprobarlo matemáticamente
haciendo coincidir la posición del bloque con la de la figura:
i j k i j k
r 0 0 Ri r 0 0 2Rj
0 R 0 R 0 0
Debido a esto recibe el nombre de fuerza
centrífuga. Esta fuerza centrífuga aparecerá
siempre que tengamos un sistema de referencia en
rotación. En cuanto a la aceleración relativa, si nos
colocamos en el centro de la plataforma veremos el
bloque siempre en la misma posición respecto de
nosotros, luego la aceleración relativa es nula. Así,
aplicando la segunda ley de Newton para sistemas
de referencia no inerciales:
F-maO-mxr-mx(xr)-2mxvrel=marel F-mx(xr)=marel T-m2R=0 T=m2R
Vemos que se obtiene exactamente el mismo resultado. Está bien claro que la
fuerza centrífuga no es una fuerza en el sentido usual de la palabra, sino que es una fuerza
ficticia. Un observador situado sobre la plataforma entenderá que existe una fuerza
misteriosa que actúa sobre él y que le imposibilita a seguir en reposo sobre la plataforma, a
menos que él mismo realice una fuerza dirigida hacia el centro de rotación y de valor m2R.
Veamos el ejemplo del tren con el paquete que hemos puesto
anteriormente. En un sistema de referencia inercial las únicas fuerzas que
actúan sobre el paquete son el peso y la normal. Así, en el eje X no hay fuerzas
luego no hay movimiento.
El observador situado dentro del vagón observa que el paquete se acerca
hacia él. Puesto que no hay rotación, la fuerza ficticia que tenemos es:
Ffict=-maO-mxr-mx(xr)-2mxvrel=-maO
Aparece por tanto una fuerza de arrastre, que no es real, sino ficticia. Así, la
ecuación del eje X queda:
-maO=marel -ma0=-ma0
Expresión que es idéntica a la otra, todo se anula.
2. LAS FUERZAS DE LA NATURALEZA. CASO
PARTICULAR: FUERZAS DE ROZAMIENTO
2.1. Interacción fuerte. Interacción débil. Interacción
gravitatoria. Interacción electromagnética
En nuestra experiencia cotidiana encontramos una gran variedad de fuerzas, que
relacionamos con diversos agentes. Así, hablamos de la fuerza muscular que ejercemos al
empujar un armario sobre el suelo, de la fuerza de rozamiento que el suelo hace sobre
aquél, de la fuerza elástica de un muelle estirado, de la fuerza que la Tierra ejerce sobre la
Luna, de la fuerza hidráulica que acciona los frenos de un automóvil o de la fuerza mecánica
que lo detiene si tenemos la desgracia de chocar contra una farola. Con independencia del
número de nombres que damos a las fuerzas que usamos o que simplemente conocemos,
existen solamente dos fuerzas fundamentales que gobiernan el comportamiento de los
cuerpos que encontramos en nuestra experiencia diaria: las gravitatorias y las
electromagnéticas. Todas las demás fuerzas, aparentemente diferentes, pueden
considerarse como diferentes manifestaciones macroscópicas de esas dos fuerzas
fundamentales. Así, las llamadas fuerzas de contacto entre dos cuerpos, en último análisis
son realmente de carácter electromagnético (fundamentalmente electrostático) y
representan la suma total de un número enorme de interacciones entre moléculas muy
próximas entre sí. Normalmente resultará difícil (por no decir imposible) y poco práctico
obtener la ley a la que obedece una fuerza macroscópica en función de las fuerzas
gravitatorias y electromagnéticas (principalmente estas últimas) entre partículas
submicroscópicas. Por lo tanto, las expresiones de dichas leyes de fuerza habrá que
suponerlas u obtenerlas experimentalmente. Por ejemplo, un bloque que desliza sobre un
tablero horizontal experimenta una fuerza de rozamiento que es aproximadamente
proporcional a la fuerza normal que hace el bloque contra el tablero. Son leyes aproximadas
y no son leyes fundamentales de la Naturaleza.
Sin embargo, las dos fuerzas fundamentales anteriormente mencionadas
(gravitatoria y electromagnética) no son suficientes para describir todos los fenómenos de
la Física. El estudio de los fenómenos a escala nuclear y de partículas elementales pone de
manifiesto la existencia de otras dos fuerzas fundamentales: la asociada a la denominada
“interacción fuerte”, que mantiene juntos los nucleones del núcleo atómico y la asociada a la
llamada “interacción débil”, que existe entre las partículas elementales. Las fuerzas
gravitatorias y electromagnéticas son fuerzas de largo alcance, esto es, son efectivas a
largas distancias y por eso son responsables de los fenómenos a gran escala. Las fuerzas
nucleares y las de interacción débil son fuerzas de corto alcance de modo que sus efectos
sólo resultan evidentes a escala nuclear. Sin embargo estas fuerzas desempeñan un papel
crucial en nuestra existencia ya que la vida en la Tierra es posible gracias a la energía que
en forma de radiación luminosa recibimos del Sol, energía que en último análisis procede de
los procesos nucleares que tienen lugar en el Sol.
Resumiendo, todas las fuerzas distintas observadas en la Naturaleza pueden
explicarse hoy día en función de cuatro interacciones fundamentales o básicas que ocurren
entre las partículas elementales:
- Fuerzas gravitatorias
- Fuerzas electromagnéticas
- Fuerzas de la interacción fuerte
- Fuerzas de la interacción débil
Es posible que estas fuerzas no sean completamente independientes, pero la
relación entre ellas no ha sido aún establecida de forma completamente satisfactoria.
Experimentos recientes con partículas elementales en el campo de las muy altas energías
parecen indicar una conexión entre la interacción electromagnética y la interacción débil.
Quizá con el tiempo seamos capaces de basar nuestra descripción de toda la Naturaleza en
sólo una o dos interacciones fundamentales, pero de momento, tenemos que basarla en las
cuatro interacciones básicas descritas.
Interacción gravitatoria
La fuerza de atracción gravitatoria entre dos cuerpos es un fenómeno universal:
todas las partículas ejercen entre sí una fuerza gravitatoria de atracción. La ley de
gravitación universal fue descubierta por Newton y publicada en 1686. Esta ley puede
enunciarse así:
Toda partícula material del Universo atrae a cualquier otra partícula con una fuerza que es
directamente proporcional al producto de las masas de ambas partículas, inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia que las separa y dirigida según la recta que las une.
Esto es, la fuerza con que una partícula de masa m1 atrae
a otra partícula de masa m2 viene dada por:
mm
F G 1 2 2 er
r
G es una constante universal, llamada Constante de Gravitación Universal, cuyo
valor ha sido determinado experimentalmente, resultando ser:
G=6,67 · 10-11 Nm2/kg2
El signo negativo de la ecuación indica que la fuerza gravitatoria está dirigida
siempre hacia m1, es decir, es una fuerza de atracción. La proporcionalidad inversa al
cuadrado de la distancia ya fue sospechada por Hooke, pero fue Newton quien consiguió
deducir la ley de gravitación universal a partir de las leyes de Kepler y de sus propias leyes
del movimiento.
Al ser tan pequeño el valor de la constante de gravitación universal G, la atracción
gravitatoria sólo puede apreciarse entre cuerpos de gran masa o si se toman precauciones
extremas para evitar cualquier otra perturbación que pueda actuar sobre los cuerpos.
A la fuerza con que la masa m1 atrae a la masa m2 se le denomina peso. En la
expresión de la ley de gravitación universal podemos ver que esta fuerza varía con la
distancia, es decir, no es una propiedad intrínseca del cuerpo. No obstante, para cuerpos
próximos a la superficie terrestre, podemos considerar que la distancia coincide con el
radio terrestre y así aproximamos:
MT m2 M 5,972 1024
FG m2g g G 2T 6,67 1011 9,81 m / s2
RT2 RT
6,371 10
62
Interacción electromagnética
Las fuerzas ejercidas entre dos partículas a causa de su carga eléctrica se
denominan fuerzas electromagnéticas. La descripción de estas fuerzas es
considerablemente más complicada que la correspondiente a las fuerzas gravitatorias. Por
una parte, la fuerza electromagnética puede ser atractiva o repulsiva, en tanto que la
fuerza gravitatoria es siempre atractiva. Pero una complicación aún mayor surge cuando las
partículas se encuentran en movimiento, pues entonces a la fuerza electrostática se
superpone la llamada fuerza magnética, que es función de las velocidades de las partículas
cargadas interactuantes y que generalmente no actúa según la recta que une ambas
partículas. Normalmente utilizaremos el término de fuerza electromagnética para indicar
que los dos efectos, el electrostático y el magnético, están presentes. Sin embargo es
importante comprender que las fuerzas magnéticas no tienen existencia independiente de
las cargas eléctricas; estas fuerzas aparecen exclusivamente entre cargas eléctricas en
movimiento. Por esta razón usaremos también el término de fuerza eléctrica en un sentido
general para indicar la fuerza electrostática pero incluyendo la posibilidad de la fuerza
magnética, si las cargas están en movimiento.
La fuerza electrostática es la única fuerza que actúa entre cargas eléctricas en
reposo. La ley de la fuerza electrostática fue descubierta por el físico francés Coulomb en
1795 y establece que
Entre dos partículas cargadas existe una fuerza atractiva o repulsiva que es proporcional al
producto de las cargas, inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las
separa y dirigida según la recta que las une.
Esto es, la fuerza electrostática viene dada
por:
qq
F k 1 22 er
r
donde k es una constante llamada constante de Coulomb
cuyo valor es k=8,9874 · 109 Nm2/C2. Por razones
históricas esta constante se suele representar como
1
k siendo 0 la llamada permitividad del vacío
40
(0=8,854 · 10-12 C2/Nm2).
Existen dos clases de carga eléctrica. Las
cargas de una misma clase se repelen entre sí, mientras
que las cargas de distinta clase se atraen mutuamente. De modo arbitrario se le asignó
signo positivo a las de una clase y negativo a las de otra.
Las fuerzas coulombianas se superponen a las gravitatorias, que están siempre
presentes. La relación entre estas fuerzas (electrostática y gravitatoria) es independiente
de la distancia que separa las partículas. La fuerza gravitatoria entre dos partículas
elementales es tan pequeña frente a la fuerza electrostática que puede despreciarse al
describir su interacción. Por lo tanto, sólo la fuerza electrostática es importante en la
descripción de los sistemas atómicos. En el núcleo atómico, la fuerza nuclear es aún más
potente que la fuerza electrostática entre los protones que lo constituyen, pero no tanto
como para que ésta sea siempre despreciable. Muchos fenómenos importantes a nivel del
núcleo atómico son consecuencia de las fuerzas electrostáticas.
Cuando las cargas eléctricas están en
movimiento, a las fuerzas electrostáticas se
superponen otras, las fuerzas magnéticas, que
dependen de las velocidades de las partículas y que
generalmente no actúan según la recta que una las
partículas interactuantes, por ser fuerzas
deflectoras, esto es, que tienen siempre una
dirección normal a la velocidad de la partícula cargada
sobre la que actúan. En este caso la fuerza sigue la
ley de Lorentz:
F=q(E+vxB)
que nos permite calcular la fuerza electromagnética que actúa sobre una carga q que se
mueve con una velocidad v en un campo electromagnético definido por la intensidad
eléctrica E y la inducción magnética B.
Interacción fuerte
Las dos interacciones que acabamos de ver, la gravitatoria y la electromagnética,
son las dos únicas que necesitamos tener en cuenta para explicar el movimiento de los
objetos cotidianos y aun para explicar el comportamiento de los sistemas atómicos. Sin
embargo, cuando profundizamos dentro del átomo e indagamos acerca de la naturaleza de
las fuerzas que actúan entre los componentes de su núcleo, nos encontramos con que las
fuerzas gravitatorias y electromagnéticas no son ya apropiadas para describir los
fenómenos que observamos.
El núcleo atómico es extraordinariamente pequeño y está
compuesto por protones (partículas elementales con carga positiva) y
neutrones (que no tienen carga eléctrica). Entre los protones existe una
fuerza coulombiana repulsiva muy fuerte que no puede ser compensada
por la fuerza gravitatoria atractiva entre los componentes del núcleo,
pues la magnitud de ésta es despreciable frente a la de aquélla. Como
observamos que un gran número de núcleos son estables es obvio que debe existir una
fuerza atractiva extraordinariamente fuerte que actúa en el interior del núcleo y
compense la fuerza de repulsión coulombiana que tiende a romperlo. Esta fuerza es la que
denominamos fuerza nuclear o fuerza de interacción fuerte, para distinguirla de la fuerza
de interacción débil, que actúa entre todas las partículas elementales.
La fuerza nuclear actúa entre dos protones (p-p), entre dos neutrones (n-n) y entre
un protón y un neutrón (p-n), pero sólo si las partículas están muy próximas, es decir, es de
corto alcance. Las fuerzas p-n y n-n son esencialmente idénticas, y aparte de la porción
coulombiana, la fuerza p-p es la misma que la n-n o la p-n. Puesto que los protones y los
neutrones tienen muchas propiedades comunes (excepto primordialmente la carencia de
carga eléctrica en el neutrón), estas partículas reciben el nombre genérico de nucleones.
Cuando la distancia entre dos nucleones es del orden de 1 fm la fuerza nuclear
entre ellos es atractiva y unas 100 veces más intensa que la fuerza eléctrica repulsiva que
existe entre dos protones a esa misma distancia. Pero la fuerza nuclear es de corto
alcance, siendo su radio de acción como mucho del orden del radio nuclear, de modo que
fuera de ese alcance deja de existir bruscamente. La fuerza nuclear no es enteramente
atractiva, ya que para distancia muy pequeñas es repulsiva; de este modo se evita que el
núcleo atómico se colapse.
Actualmente no existe una ley de fuerza para las fuerzas nucleares. Al tratar con
partículas tan pequeñas y a tan cortas distancias las leyes de la Mecánica Newtoniana
pierden validez y deben ser sustituidas por las de la Mecánica Cuántica. Por ello, en la
Física Nuclear no se piensa en términos de fuerza para describir la interacción entre dos
nucleones, sino que se encuentra preferible utilizar el concepto de energía de interacción.
Este tipo de interacción no es exclusivo de los nucleones, sino que existe una amplia
variedad de partículas elementales, llamadas hadrones, que interaccionan por medio de la
fuerza nuclear fuerte. Los hadrones incluyen los mesones y los bariones, que a su vez
incluyen a los nucleones y a otras partículas pesadas. En cambio, otras partículas
elementales más ligeras no participan de este tipo de interacción: son los leptones, que
incluyen los electrones, positrones, muones y neutrino.
Interacción débil
En el proceso radioactivo de desintegración de un núcleo, el núcleo padre emite un
electrón y un neutrino; podemos expresar ese proceso por:
A
Z núcleo Z A1núcleo e e
lo que equivale a considerar que un neutrón del núcleo padre haya experimentado una
desintegración :
n p e e
de modo que se obtiene un núcleo hijo con un protón más y un neutrón metnos que el padre
(isóbaro).
Del mismo modo que dos hadrones (dos nucleones, por ejemplo) interactúan
fundamentalmente a través de la fuerza de interacción fuerte, el electrón y el neutrino lo
hacen exclusivamente por la fuerza de interacción débil. Esta fuerza débil es la
responsable de la desintegración .
Se había pensado que esta interacción débil no aparecería más que con la presencia
de neutrinos y otros leptones, pero también parece dirigir las desintegraciones lentas de
las llamadas partículas raras aun cuando no se detecte ningún leptón. La interacción débil
existe entre todo par de partículas elementales, por lo que también se la denomina
interacción universal de Fermi. La interacción débil es la única que existe entre los
electrones y los neutrinos, pero también existe entre los protones, aunque es mucho más
débil que la interacción fuerte y la interacción electromagnética. La relación entre la
fuerza débil y la fuerza nuclear es de 1:10 13, lo que nos permite despreciar las fuerzas
débiles cuando están en juego las nucleares.
Para terminar, y a modo de resumen, en la tabla que sigue presentamos las
magnitudes relativas de las cuatro fuerzas fundamentales que actúan entre los diversos
pares de partículas elementales, para pequeñas distancias del orden de los 10-15 m.
Arbitrariamente hemos asignado la magnitud unidad a las fuerzas nucleares.
p-n
Fuerza p-p e-p e-
n-n
Nuclear 1 1 0 0
Electromagnética 10-2 0 10-2 0
Débil 10-13 10-13 10-13 10-13
Gravitatoria 10-38 10-38 10-41 0
2.2. Caso particular: fuerzas de rozamiento
En realidad todas las fuerzas tienen su origen en estas cuatro
fuerzas que acabamos de mencionar, pero hay unas fuerzas que por su
importancia particular se estudian por separado: son las denominadas
fuerzas de rozamiento. Las fuerzas de rozamiento están clasificadas
entre aquellas fuerzas pasivas que tratan de impedir o retardar el
movimiento, independientemente de la dirección en que dicho
movimiento tenga lugar o tienda a tenerlo. Aparecen siempre entre
medios materiales en contacto, aunque ese contacto sea tenue, como es el caso de un gas.
Siempre que la superficie de un cuerpo desliza sobre la de otro aparecen las
fuerzas de rozamiento, que son paralelas a las superficies y obran sobre cada uno de los
cuerpos en tal sentido que se oponen al movimiento relativo. Las fuerzas de rozamiento
siempre se oponen al movimiento y nunca lo ayudan. Aunque no haya movimiento relativo
puede haber rozamiento entre las superficies; basta con que haya una tendencia al
movimiento por la acción de otras fuerzas que actúen sobre los cuerpos en contacto. En
este último caso hablaremos de rozamiento estático en contraposición al rozamiento
cinético, que se presenta cuando hay movimiento relativo.
Realicemos un sencillo experimento para ver la
diferencia entre el rozamiento estático y el cinético.
Supongamos un bloque en reposo sobre una superficie
horizontal, como se muestra en la figura y apliquémosle
una fuerza horizontal cuya magnitud F podamos variar.
Encontraremos que cuando la magnitud de la fuerza F es
suficientemente pequeña el bloque permanece en reposo
sobre el tablero; la fuerza F está contrarrestada por una
fuerza de rozamiento (estático) en la misma dirección
pero en sentido opuesto al de la fuerza aplicada, ejercida
por el tablero y que obra en la superficie de contacto.
Conforme vamos aumentando la magnitud de la fuerza
aplicada F nos iremos acercando a un valor límite para el
cual el movimiento es inminente. Hasta alcanzarse ese valor límite, la fuerza de rozamiento
estática irá creciendo de modo que en todo momento contrarreste exactamente a la fuerza
aplicada F. En esta situación límite diremos que el tablero ejerce una fuerza de rozamiento
estático máxima sobre el bloque. Cuando aumentemos, aunque sólo sea ligeramente, la
intensidad de la fuerza aplicada por encima de ese valor límite, observaremos que el bloque
se pone en movimiento, y que dicho movimiento es acelerado. Se demuestra así que una vez
iniciado el movimiento la fuerza de rozamiento ha disminuido, es decir, la fuerza de
rozamiento cinético es menor que la de rozamiento estático máxima. Si después de iniciado
el movimiento reducimos la intensidad de la fuera F aplicada a un valor conveniente,
encontraremos que es posible conservar el bloque en movimiento uniforme; esta fuerza
puede ser pequeña, pero no nula. Así, si
representamos en una gráfica la fuerza de rozamiento
frente a la fuerza F aplicada, durante el intervalo
estático tendremos que la fuerza de rozamiento y la
fuerza F se contrarrestan y son iguales (recta de
pendiente positiva y ángulo 45º), hasta llegar al valor
máximo. A partir de ahí, la fuerza de rozamiento
disminuye instantáneamente al valor cinético, que
permanece constante y es inferior al estático.
El fenómeno del rozamiento es extremadamente complejo, ya que representa a nivel
macroscópico el valor promedio de un número enorme de interacciones que ocurren a nivel
microscópico. No podemos por tanto esperar una ley muy simple para la fuerza de
rozamiento. Sin embargo, considerando la gran variedad de superficies que encontramos,
podemos entender muchos aspectos de la forma en que ocurre el rozamiento en base a un
formalismo relativamente sencillo. Macroscópicamente y a efectos prácticos, se ha
observado que el rozamiento depende de la fuerza de reacción normal (N) de una superficie
contra un bloque o masa, distinguiéndose entre rozamiento estático y cinético.
Los primeros antecedentes del estudio experimental del rozamiento se remontan a
Leonardo da Vinci (1452-1519), quien encontró que la fuerza de rozamiento entre dos
superficies es proporcional a la carga (fuerza normal entre las superficies) e independiente
de la superficie de contacto. El enunciado de estas dos leyes es notable, sobre todo si
consideramos que se hizo dos siglos antes de que Newton desarrollase por completo el
concepto de fuerza. Estas leyes del rozamiento fueron redescubiertas por Amontons
(1663-1705) en 1699 y comprobadas por Coulomb en 1781, que fue el primero en señalar la
diferencia entre rozamiento estático y cinético. El trabajo de estos investigadores condujo
a la formulación de las dos leyes para la fuerza de rozamiento estático entre superficies no
lubricadas: El valor máximo de la fuerza de rozamiento estático…
1. …es aproximadamente independiente del área (macroscópica) de contacto,
dentro de unos límites muy amplios.
2. …es proporcional a la fuerza normal de presión entre las superficies de
contacto.
Esta fuerza normal es la que ejerce cualquier cuerpo sobre otro,
perpendicularmente a la superficie de contacto mutuo, y proviene de la deformación
elástica de los cuerpos que están en contacto.
La proporcionalidad entre el valor máximo de la fuerza de rozamiento estático y la
fuerza normal se establece a través del llamado coeficiente de rozamiento estático, que
designaremos por µe, de modo que:
FrµeN
siendo válido el signo = sólo cuando la fuerza de rozamiento tiene su valor máximo, es decir,
cuando el movimiento es inminente.
La fuerza de rozamiento cinético entre superficies secas obedece a las mismas dos
leyes anteriores del rozamiento estático y además:
3. …es independiente de la velocidad relativa de las superficies, al menos si
ésta es moderada.
4. …es, de ordinario, menor que la fuerza de rozamiento estática entre las
mismas superficies.
La relación de la fuerza de rozamiento cinético a la magnitud de la fuerza normal es
el llamado coeficiente de rozamiento cinético, que designaremos por µ c, de modo que:
Fr=µcN
Tanto µe como µc son constantes adimensionales, puesto que ambas son el cociente
de las magnitudes de dos fuerzas. Los valores de los coeficientes de rozamiento, estático y
cinético, depende principalmente de la naturaleza de las superficies y de su grado de
pulimento. Ambos coeficientes pueden tener valores superiores a la unidad, si bien en los
problemas más corrientes no será ese el caso, y de ordinario es µe>µc.
El rozamiento desempeña un papel muy importante en la vida diaria. En general, el
rozamiento estático nos resulta útil y es difícil imaginar cómo sería la vida sin él. Sin el
rozamiento estático no podríamos caminar como lo hacemos, no podríamos sostener un lápiz
entre nuestros dedos, y si lo consiguiéramos, no podríamos escribir con él, no sería posible
el transporte sobre ruedas tal como lo conocemos y ni siquiera sería posible fabricar
cuerdas y tejidos ya que su resistencia y durabilidad depende del rozamiento entre sus
fibras. También la acción de las bandas, poleas y transmisiones del movimiento en las
maquinarias sería imposible sin el rozamiento estático. En contrapartida, el rozamiento
cinético es por lo general un inconveniente. Al actuar sólo la fuerza de rozamiento se
detendrá cualquier cuerpo que se encuentre en movimiento. Tendremos que consumir
energía para mantener en movimiento uniforme un automóvil, un avión, un barco,… o una
máquina cualquiera. Además, el rozamiento cinético hace que se desgasten las partes
móviles de las máquinas. En cambio, tenemos a favor del rozamiento cinético, entre otras
pocas cosas, la acción del embrague de una automóvil (en la arrancada) y de los frenos.
Análisis microscópico del rozamiento
A escala molecular,
incluso la superficie más
finamente pulida está muy
lejos de ser plana. Resulta
fácil aceptar que, cuando
colocamos dos cuerpos en
contacto, el área real (microscópica) de contacto sea
mucho menor que el área de contacto aparente
(macroscópica). En algunos casos estas áreas pueden
encontrarse en la proporción 1:10000.
Comprenderemos entonces que la presión entre los
contactos reales debe ser enorme. Las investigaciones
realizadas por Bowden en la década de los 40, han
demostrado que dichas presiones son suficientes para
hacer que hasta un duro metal como el acero fluya
plásticamente. De ese modo, las crestas de las
irregularidades en las superficies en contacto son aplastadas de manera que aumenta la
superficie de contacto y la presión disminuye hasta que está justamente en el límite que
causaría el fluir del metal. De hecho, muchos puntos de contacto quedan soldados en frío
entre sí. Este fenómeno de adherencia superficial se debe a que, en los puntos de contacto,
las moléculas en las caras opuestas de las superficies están tan próximas las unas a las
otras que las fuerzas moleculares son extraordinariamente intensas. Cuando un cuerpo se
arrastra sobre otro, la fuerza de rozamiento está relacionada con la ruptura de esos
millares de pequeñas soldaduras, que continuamente se vuelven a formar en cuanto se
presentan nuevas oportunidades de contacto.
El rozamiento por deslizamiento entre superficies secas puede reducirse
considerablemente utilizando lubricantes. Con el uso de los lubricantes se sustituyen las
fuerzas de rozamiento entre sólidos por las de viscosidad, que son considerablemente
menores. Los gases son las sustancias que a las temperatura ordinarias presentan menor
viscosidad, de modo que una técnica muy eficaz para reducir el rozamiento entre dos
superficies hasta un valor prácticamente nulo es introducir una capa de gas (colchón de
gas) entre ellas. Actualmente se suelen utilizar estas técnicas en los laboratorios,
utilizando discos de nieve carbónica, mesas y carriles de aire…
En la tabla que sigue presentamos algunos coeficientes de rozamiento para algunos
materiales.
Superficies en contacto µe µc
Cobre sobre acero 0,53 0,36
Acero sobre acero 0,74 0,57
Aluminio sobre acero 0,61 0,47
Caucho sobre concreto 1 0,8
Madera sobre madera 0,25-0,5 0,2
Madera encerada sobre nieve húmeda 0,14 0,1
Teflón sobre teflón 0,04 0,04
Articulaciones sinoviales en humanos 0,01 0,003
Resistencia en fluidos (viscosidad)
Cuando un cuerpo se mueve en el seno de un fluido real, tal como un líquido o un gas,
aparecen unas fuerzas que actúan sobre el cuerpo y que se oponen a su movimiento. Estas
fuerzas, al igual que las estudiadas anteriormente, son fuerzas de rozamiento que tienen su
origen en un enorme número de interacciones entre las moléculas del cuerpo y las del fluido
y, principalmente, entre las del propio fluido. Como el fenómeno es demasiado complejo, no
podemos establecer una ley exacta para estas fuerzas de rozamiento y nos conformaremos
con buscar unas leyes empíricas, y por lo tanto aproximadas, que si bien no nos explican las
causas del rozamiento interno en los fluidos, nos permitirán resolver numerosos problemas
prácticos.
Con frecuencia, es suficiente considerar que la fuerza que se opone al movimiento
de un cuerpo en el seno de un fluido sea proporcional a alguna potencia de la velocidad, es
decir, podemos expresar dicha fuerza en función de la velocidad como:
Ffricción=-kvnev
donde k es una constante cuyo valor depende principalmente de la geometría del cuerpo y
de la naturaleza del fluido. El movimiento de un cuerpo en un medio fluido en el que la
fuerza resistiva es proporcional a la velocidad o al cuadrado de la velocidad (o a una
combinación lineal de ambas) fue ya estudiado por Newton en 1711. El término de ley del
rozamiento de Newton se aplica normalmente para las fuerzas de rozamiento que son
proporcionales al cuadrado de la velocidad; el término de ley de rozamiento de Stokes se
suele reservar para cuando la fuerza de rozamiento es proporcional a la velocidad.
Cuando un cuerpo se mueve en el seno de un fluido con una velocidad relativamente
pequeño, podemos supones, con buena aproximación, que la fuerza resistiva obedece a la ley
de Stokes, esto es:
Ffricción=-kv=-Kv
donde hemos descompuesto el coeficiente de rozamiento k en dos factores. El primero de
ellos depende de la forma del cuerpo. Así, en el caso de una esfera de radio R, un cálculo
laborioso demuestra que:
K=6R
El segundo factor, , es independiente del material y forma del cuerpo y depende
de la naturaleza del fluido y de su temperatura. El coeficiente representa la fricción
interna del fluido, es decir, la fuerza de rozamiento entre las diferentes capas fluidas que
se mueven con distinta velocidad. Esta fricción interna se llama viscosidad y es el
coeficiente de viscosidad. En el sistema cegesimal el coeficiente de viscosidad se expresa
en dyn·s/cm2, unidad que recibe el nombre de poise; normalmente se acostumbra a
expresarla en centipoises (cp). La viscosidad de los gases es mucho menos que la de los
líquidos y aumenta con la temperatura, al contrario de lo que ocurre con los líquidos.
Así, para un cuerpo que se desplaza en un fluido viscoso bajo la acción
de un fuerza F, tendremos, que aplicando la segunda ley de Newton:
F=ma F+Ffricción=ma F-Kv=ma
Notemos que si hay aceleración, aumenta la
velocidad, con lo que aumentan las fuerzas de fricción
y el término de la derecha llegará a hacerse nulo. En
ese caso la aceleración es nula y la velocidad constante
(la fuerza de fricción se equilibra con la fuerza
aplicada): a esa velocidad se la llama velocidad límite o
terminal:
F
a 0 v vL F KvL 0 vL
K
En el caso de un cuerpo que cae bajo la acción de la gravedad F=mg:
F mg
vL
K K
Para ser más precisos, deberíamos incluir el empuje, ya que por el
principio de Arquímedes, todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un
empuje vertical y hacia arriba igual al peso del fluido desalojado. Así, la
aplicación de la segunda ley de Newton cuando se alcanza la velocidad
terminar (a=0) nos queda:
FY=0 E+Ffricción-mg=0 mfg+KvL-mg=0 vL
mg mfg
m mf g
K K
Un ejemplo típico es la caída de un paracaidista. Variando la posición de
brazos y piernas se cambia el valor de K y se ajusta la velocidad terminal en
cada momento. Al abrir el paracaídas aumenta bruscamente el valor de K,
disminuyendo considerablemente la velocidad terminal.
En la tabla siguiente aparecen los valores aproximados de la viscosidad para algunos
fluidos:
Fluido Viscosidad (Pa · s)
Vidrio fundido (500ºC) 1012
Jarabes 102
Miel líquida 10
Aceite de oliva 10-2
Agua 10-3
Aire 10-5
Por último, mostramos en una tabla las velocidades límites de algunos objetos:
Objeto vL (m/s)
Paracaidista con paracaídas cerrado 60
Paracaidista con paracaídas abierto 5
Pelota de tenis 42
Balón de baloncesto 20
Granizo 14
Pelota de ping-pong 9
Gota de lluvia 7
3. MOMENTO LINEAL, IMPULSO Y MOMENTO ANGULAR
3.1. Momento lineal
Si repasamos el enunciado original de Newton referente a la segunda ley del
movimiento puede llamarnos la atención que en él no se haga referencia a la masa ni a la
aceleración sino a la variación del movimiento. Lo que Newton llamaba movimiento hoy se
denomina cantidad de movimiento. La cantidad de movimiento de una partícula es una
magnitud física definida como el producto de la masa de la partícula por su velocidad.
Designándola por p tenemos:
p=mv
La cantidad de movimiento es una magnitud física vectorial, que tiene la misma
dirección y sentido que la velocidad y, como ésta, depende del marco de referencia del
observador. Esta nueva magnitud física no debemos entenderla simplemente como el
resultado de una operación matemática, sino que representa un concepto físico de mucha
importancia, porque combina los dos elementos que caracterizan el estado dinámico de una
partícula: su masa y su velocidad.
3.2. Impulso
Para una partícula de masa m sometida a una fuerza F (que puede variar tanto en
módulo como en dirección), el efecto de dicha fuerza es producir un cambio en la cantidad
de movimiento de la partícula. Dicho cambio viene expresado por la segunda ley de Newton:
dp
F
dt
Podemos escribir esta ecuación también en la forma:
dp
F Fdt=dp
dt
que nos expresa el cambio elemental de la cantidad de movimiento durante un intervalo de
tiempo infinitesimal. Podemos obtener el cambio en la cantidad de movimiento de la
partícula durante un intervalo de tiempo finito, t=tf-ti bajo la acción de la fuerza
resultante F integrando:
Fdt dp ttf Fdt ppf dp
i i
La integral del primer miembro recibe el nombre de impulso de la fuerza F durante
el intervalo de tiempo t=tf-ti y es, evidentemente, una magnitud vectorial que
denotaremos por I:
I ttf Fdt
i
Obviamente esta integral sólo puede ser evaluada si conocemos cómo varía la
fuerza en función del tiempo. En realidad, esta situación nos la encontramos en muy
contados problemas físicos de interés. Lo más frecuente es conocer F en función de la
posición de la partícula en su medio ambiente. En otros casos la
información que tenemos de cómo varía la fuerza en función del
tiempo es insuficiente para poder integrar el primer miembro de la
ecuación vista. Pensemos en una pelotea de golf que es golpeada
violentamente con el palo; poco antes de que el palo entre en
contacto con la pelota la fuerza que actúa sobre éste es cero,
después aumenta rápidamente hasta un cierto valor máximo, para
disminuir de nuevo hasta cero cuando la pelota deja de estar en
contacto con el palo. El tiempo total de contacto es muy corto,
quizás del orden de los milisegundos. La información que tenemos
sobre la intensidad (variable) de la fuerza y sobre el tiempo en que
ésta actúa, es muy escasa. Todo lo más, podemos dar una
descripción cualitativa de la fuerza representándola (su módulo) en
función del tiempo, como se muestra en la figura. Las fuerzas,
como la de este ejemplo, que son relativamente intensas y que
actúan durante un intervalo de tiempo relativamente corto, reciben el nombre de fuerzas
impulsivas.
Aún cuando el primer miembro de la ecuación sólo puede ser integrado en
condiciones bien concretas, la integral del segundo miembro conduce siempre al resultado:
p
pif dp pf pi p
Así pues, podemos escribir:
I ttf Fdt ppf dp pf pi p I=p
i i
Esta ecuación expresa el siguiente resultado importante:
“El impulso de la fuerza resultante que actúa sobre una partícula es igual a la
variación de la cantidad de movimiento de la partícula”.
Este es el enunciado del teorema de la cantidad de movimiento, que se aplica
fundamentalmente a las fuerzas impulsivas, como las que aparecen en las colisiones y
explosiones, es decir, en aquellos casos en los que no conocemos, ni tenemos posibilidades
de conocer, la dependencia de la fuerza aplicada a la partícula con el tiempo.
Puesto que el impulso consiste, esencialmente, en el producto de la fuerza por un
tiempo, es obvio que una fuerza muy intensa que actúa durante un corto intervalo de tiempo
puede producir el mismo cambio en la cantidad de movimiento de la partícula que el que
produzca una fuerza débil que actúe durante un largo intervalo de tiempo. Podemos
interpretar el impulso de una fuerza como su efectividad en modificar la cantidad de
movimiento de la partícula sobre la que actúa.
3.3. Momento angular
Consideremos una fuerza F que actúa sobre una
partícula localizada en un punto P del espacio y un punto O
fijo en un cierto sistema de referencia inercial. Definimos el
momento de la fuerza F con respecto al punto O como el
producto vectorial del vector de posición de la partícula con
respecto al punto O (r=OP) por el vector F:
M=r x F
de modo que el momento M resulta ser un vector
perpendicular, en cada instante y conforme se mueve la
partícula, al plano determinado por el punto O y la línea de
acción o recta directriz de la fuerza F, su sentido es
determinado por la regla de la mano derecha o del tornillo
para el producto vectorial y su módulo vendrá dado por:
M=rFsen=Fd
donde d representa la distancia del punto O a la recta directriz del vector F y es llamado
brazo de la fuerza con respecto al punto O.
El momento angular o cinético con respecto a un punto arbitrario O (fijo en un
cierto sistema de referencia inercial) de una partícula de masa m y velocidad v (en ese
mismo sistema de referencia) o sea, de cantidad de movimiento p=mv, se define como el
producto vectorial:
LO=r x mv=r x p
donde r es el vector de posición de la partícula con respecto al punto O (r=OP). De acuerdo
con la definición anterior, el momento angular de una partícula con respecto a un punto
dado es el momento de la cantidad de movimiento de la
partícula con respecto a dicho punto. El momento angular es
un vector perpendicular al plano definido por el punto
arbitrario (O) elegido como origen de momentos y la recta
directriz de la cantidad de movimiento de la partícula, su
sentido es el determinado pro la regla de la mano derecha o del tornillo para el producto
vectorial y su módulo viene dado por:
LO=rpsen=pd
donde d es el llamado brazo de la cantidad de movimiento con respecto al punto O elegido y
representa la distancia de dicho punto a la recta directriz del vector p.
En general, el momento angular de una partícula cambia en módulo y en dirección
conforme ésta se mueve. Sin embargo, si la trayectoria de la partícula está contenida en un
plano y elegimos como centro y origen de momentos un punto O contenido en dicho plano, la
dirección del momento angular permanecerá constante, es decir, perpendicular a dicho
plano, por estar contenido en él tanto r como p.
En el caso de que la partícula describa una trayectoria plana, al tomar como origen
de momentos un punto cualquiera del plano de la trayectoria y teniendo en cuenta que en
coordenadas polares:
v=vr+v
tendremos que:
LO=r x mv=r x m(vr+v)=r x (mvr+mv)=r x mvr+r x mv=r x mv
siendo nulo el producto r x mvr por ser r y vr dos vectores paralelos. Nos queda pues:
d
LO r mv LO rmv rmr mr2 mr2 mr2
dt
Derivando la expresión del momento angular:
dLO d dr d dp
r mv mv r mv v mv r r F MO
dt dt dt dt dt
siendo nulo el producto v x mv por tratarse de dos vectores paralelos. De este modo hemos
establecido una relación importante entre el momento angular de la partícula y el momento
de la fuerza que sobre ella actúa:
dLO
MO
dt
Así tenemos que la suma de los momentos con respecto a O de las fuerzas que
actúan sobre la partícula es igual a la razón del cambio del momento de la cantidad de
movimiento de la partícula alrededor de O.
Si el momento aplicado a una partícula es ciero, o sea, si MO=r x F=0 tendremos que
dLO
MO 0 de modo que el momento angular de la partícula permanecerá constante a lo
dt
largo del tiempo.
Notemos además que si F siempre es paralela a la dirección de r el momento MO es
nulo y el movimiento estará siempre contenido en un plano.
4. FUERZAS CENTRALES
4.1. Definición de fuerzas centrales
Como hemos visto, la condición de que el momento sea nulo
también se satisface si F es paralela a r; en otras palabras, si la recta
directriz de la fuerza pasa siempre por el punto O elegido como centro u
origen de momento. Una fuerza de esas características recibe el nombre
de fuerza central, y el punto O recibe el nombre de centro de fuerzas.
Podemos decir entonces que cuando la partícula se mueve bajo la acción
de una fuerza central, su momento angular con respecto al
centro de fuerzas es una constante del movimiento y
viceversa. Por tanto, debido a la conservación del módulo
del momento angular tendremos que:
LO=rmvsen=cte=rmv0sen0
Este resultado es muy importante, ya que muchas
fuerzas de la naturaleza tienen carácter central. Así por
ejemplo, la Tierra se mueve en torno al Sol bajo la acción de una fuerza central (la fuerza
gravitatoria) cuya línea de acción pasa siempre por el centro del Sol; en consecuencia, será
constante el momento angular de la Tierra con respecto al Sol. Una situación análoga se
presenta en el movimiento del electrón del átomo de hidrógeno; en este caso, la interacción
es esencialmente electrostática y la fuerza que actúa sobre el electrón está dirigida
siempre hacia el núcleo; en consecuencia el momento angular del electrón con respecto al
núcleo será constante.
4.2. Trayectoria de una partícula bajo la acción de una
fuerza central
El estudio del movimiento de los objetos bajo la acción de fuerzas centrales
constituye una de las áreas más ricas e interesantes de la Mecánica. El análisis de tales
movimientos ha representado en dos ocasiones en la historia de la Física grandes avances
en el conocimiento y la comprensión de las leyes fundamentales de la Naturaleza; una vez a
escala macroscópica, a través de la explicación del movimiento planetario que conduce a la
formulación de lo que hoy conocemos Mecánica Clásica o Newtoniana, y otra vez a escala
subatómica, a través de los estudios de Rutherford sobre la difusión de partículas alfa por
los núcleos atómicos.
Para estudiar el movimiento de una partícula sometida a fuerzas
centrales partiremos de dos ecuaciones: las leyes de Newton y el principio de
conservación del momento angular para fuerzas centrales.
Consideremos una partícula bajo la acción de una fuerza central. Dado que el
movimiento tiene lugar en un plano, lo más cómodo será utilizar coordenadas polares planas
(r, ) en el plano del movimiento y con origen en el centro de fuerzas. Puesto que la fuerza
es central, tenemos que Fr=F(r) y F=0, de modo que las ecuaciones del movimiento en las
direcciones de r y son:
F(r) mar m(r r 2 )
F() ma m(r 2r ) 0 mr 2mr 0
Multiplicando por r esta segunda ecuación tenemos:
mr 2mr 0 mr2 2mrr 0 m r2 2rr
d
dt
dL
mr2 O 0
dt
que expresa la conservación del momento angular respecto del centro de fuerzas, y que una
vez integrada puede escribirse como:
L
LO mr2 cte O2
mr
donde LO es una constante que deberá ser evaluada a partir de las condiciones iniciales.
Tomamos ahora la otra ecuación, la de la dirección radial:
F(r) mar m(r r 2 )
Sustituimos en ella el resultado anterior:
L2 L2
F(r) m(r r 2 ) F(r) mr mr 2 F(r) mr mr 2O 4 F(r) mr O3
m r mr
1
Haciendo el cambio de variable u llegamos a una ecuación diferencial de
r
segundo orden que relaciona r y , y de cuya integración obtenemos la ecuación de la
trayectoria. El proceso matemático es complejo y no es momento ahora de desarrollarlo,
pero en el caso en que la fuerza central sea la de atracción gravitatoria se llega a la
siguiente expresión de la trayectoria:
r
1 cos
donde se denomina ascensión recta (r cuando =90º) y es la excentricidad. Así, la
trayectoria seguida por la partícula es siempre una cónica, y dependiendo del valor de la
excentricidad aparecen las distintas cónicas:
││>1 hipérbola
││=1 parábola
0<││<1 elipse
=0 circunferencia