Corpusarchivos 162
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Vol 3, No 2 | 2013
Julio / Diciembre 2013
Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/corpusarchivos/162
DOI: 10.4000/corpusarchivos.162
ISSN: 1853-8037
Editor
Diego Escolar
Referencia electrónica
Corpus, Vol 3, No 2 | 2013, « Julio / Diciembre 2013 » [En línea], Publicado el 20 diciembre 2013,
consultado el 27 marzo 2020. URL : http://journals.openedition.org/corpusarchivos/162 ; DOI : https://
doi.org/10.4000/corpusarchivos.162
Licencia Creative Commons: Atribución-NoComercial 2.5 Argentina (CC BY-NC 2.5 AR)
1
ÍNDICE
Crítica
Usos del pasado territorial en el proceso de comunalización de los Comechingones del Pueblo
de La Toma, Córdoba, Argentina
Lucas Palladino
Registros
La Numeración de los indios del partido del Río Salado. Santiago del Estero, 1607.
Encomiendas y servicio personal
Isabel Castro Olañeta
Diarios, informes, cartas y relatos de las expediciones a las Salinas Grandes, siglos XVIII-XIX
Lidia R. Nacuzzi
Debates
Diversidad religiosa y pluralismo espiritual: notas para repensar las categorías y sus
dinámicas de producción
César Ceriani Cernadas
En los márgenes de la institución. Reflexiones sobre las maneras diversas de ser y dejar de
ser católico
Verónica Giménez Béliveau
Tesis
Policías que mataron policías: a propósito de La búsqueda. Una entrevista con Charlie
Moore (Miguel Robles, 2010)
Diego Galeano
Vizcaínas: un proyecto de conservación, desarrollo social y cultural mexicano con 280 años
de historia
Ana Rita Valero de García Lascuráin y Nora Deveaux Cabrera
Crítica
Lucas Palladino
NOTE DE L’ÉDITEUR
Fecha de recepción del original: 11/09/2013
Fecha de aceptación para publicación: 22/11/2013
11 En este contexto de invisibilización, los Comechingones, con la ayuda del ICA, tendrán
que negociar su visibilización con la sociedad cordobesa y el Estado Nacional Argentino
(a través del INAI) para ser reconocidos políticamente como comunidad. Para esto
llevaron adelante una serie de prácticas a fin de posicionarse legítimamente como
auténticos aborígenes Comechingones y dar validez a su proceso de comunalización. En
primer lugar, decidieron reorganizarse políticamente a través de un sistema de
asambleas. Esta forma de organización fue “recuperada” del sistema de cacicazgo
Comechigón en donde la representación se estructuraba en torno al jefe de familia
también llamado curaca. A través de este sistema se definieron siete curacas que
representarían a los 325 adscriptos a la comunidad. En las asambleas se fueron
definiendo tanto las estrategias políticas como las prácticas a llevar adelante para
tramitar la personería jurídica frente al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas.
Seguidamente, se fue estructurando un calendario de celebraciones y eventos (en su
mayoría llevados a cabo en donde se situaba el Pueblo de La Toma). Este se conformó en
conjunto con otros pueblos originarios regionales y nacionales. Al mismo tiempo,
acordaron la participación en una serie de eventos en la ciudad y provincia de Córdoba
y en la ciudad de Buenos Aires. Estas prácticas tenían como meta visibilizar su propia
historia y narrar el proceso de expropiación territorial del cual fueron objeto los
Comechingones del Pueblo de La Toma en distintas coyunturas. Simultáneamente y con
la colaboración de historiadores e investigadores del ICA 9 ellos han investigado,
documentado, sistematizado y luego escrito su versión de la historia. Para ello han
elaborado una narrativa en la que muestran que los Comechingones ocuparon el
territorio del Pueblo de La Toma antes de la llegada de los españoles y que aún durante
el proceso de constitución del Estado-Nación se encontraban habitando y organizados
políticamente en este territorio. Esta reelaboración de la propia versión de la historia
fue justificada a través de documentos y cartografías obtenidas de archivos oficiales y
religiosos. Historiadores y otros especialistas participaron en su obtención.
12 Es importante destacar que el conflicto por la definición de la autenticidad aborigen
emergió de forma paralela al reconocimiento público de la comunidad Comechingón.
En este sentido, la narración del pasado comunal ha tomado un carácter central en la
legitimación de la identidad aborigen en este período. Por tal motivo en los siguientes
apartados nos centramos en analizar los usos del cual es objeto el pasado territorial en
el proceso de comunalización Comechingón.
15 Nos interesa destacar la manera en que los referentes espaciales cobran importancia
distintiva en los procesos de primordialización e invención de la tradición. Tanto el
pasado inmemorial como el “origen común” siempre se construyen a partir de la
vinculación con el espacio de pertenencia de la comunidad. Como en el caso de los
estudios de la formación de los estados, donde el territorio aparece como el ancla donde
se enraízan las políticas primordialistas de la nación 11. Es decir que la construcción de
narrativas históricas utiliza representaciones espaciales para legitimar los relatos
identitarios del presente.
16 Por otro lado, las prácticas de comunalización, ancladas en el territorio deben ser
entendidas también en relación con los procesos de hegemonización de los estados
nacionales donde están inmersos (Alonso, 1994). Estos últimos también están
narrándose (Bhabha, 2000) o fabricándose (Balibar, 1991). De hecho la legitimación
estatal tiene que ver con la fijación de criterios simbólicos y materiales para
representarse como comunidad natural e identidad de origen que trasciende los
individuos y las condiciones sociales (Balibar, 1991). El espacio, de esta manera,
participaría como elemento importante en los criterios de producción de hegemonía
del Estado. Para Alonso “la espacialización del tiempo, la reificación de las identidades
y la organización simbólica y material del espacio social” (Alonso, 1994, p. 8) participan
en el proceso de inscripción cultural (entendida como la fijación de sentido) que
construye el proceso hegemónico12. Así el Estado reproduce una serie de rituales a los
fines de asegurar su identidad a través de la mutua vinculación entre personas,
herencia y territorio. En este sentido, construcciones discursivas en base a “metáforas
botánicas” (la nación como un árbol genealógico arraigado a un suelo) o la cartografía
estatal (el mapa del estado nación) actuarían como instrumentos que permiten asentar
los relatos de legitimación de las naciones.
17 Esta discusión sobre la participación de lo espacial en los procesos de construcción y
legitimación estatal nos sirve para entender no sólo la manera en que estos
mecanismos participan y se reproducen en las representaciones identitarias oficiales –e
incluso en los habitus (Bourdieu, 1977) de la población-; sino también para indagar la
manera en que se producen en los procesos de comunalización de grupos aborígenes.
Esto nos permite entender la manera en que el espacio aparece en el proceso de
comunalización de los Comechingones al narrar su propia versión del pasado territorial
frente a los actores que sostienen representaciones enraizadas en las políticas estatales
de invisibilización.
18 La construcción de un pasado otorga “autoridad moral” (Brow, 1990, p. 5) y cuestiona el
orden social, la doxa13 (Bourdieu, 1977) de los relatos oficiales de la historia y de
quienes la construyen y legitiman14. De esta manera, a continuación veremos cómo los
Comechingones elaboran un relato donde denuncian la versión del pasado promovida
por el Estado nacional que desde su creación los invisibilizó y los expropió
territorialmente15. La reivindicación del pasado aparece entonces, en primer lugar, para
legitimar los sentimientos de pertenencia al interior de la comunidad; en segundo
lugar, fortalecer los vínculos comunales en el territorio de pertenencia del Pueblo de La
Toma, y en tercer lugar, lograr la visibilización legítima como aborígenes.
19 Los relatos del pasado de los adscriptos comechingones se construyen denunciando
concepciones y prácticas en los que se funda y sostiene el proceso hegemónico de la
nación dominante. Estas versiones del pasado cuestionan tanto las “políticas de
invisibilización” (Briones, 2005; Bidaseca, 2010) como las representaciones
que elaboraron en el marco de la crítica a los festejos del bicentenario del Estado
Nación Argentino de 2010:
“En la colonia española, instituciones como el Estado, La Iglesia, el Mercado, la
Justicia, y la Universidad, ejercieron un rol socializador con la clara intención de
homogeneizar para hegemonizar. Construyeron desde la hegemonía un sistema que
no contaba con nosotros y con nuestra cultura. (…) Luego vino el gobierno de la
Emancipación nacional. Y nuestra dependencia pasó del gobierno español al
gobierno criollo. Mientras muchos en la sociedad argentina se aprontan a celebrar
el bicentenario, nosotros queremos recordarle al país, que mientras se desarrollaba el
proceso de independencia política, los funcionarios y la burguesía local,
comenzaron la compra venta ilegítima de nuestras tierras. (…) Allí están los diarios
de la época [Por ejemplo El Porvenir y el Eco de Córdoba], que perpetúan en el
escrito, la promulgación de leyes injustas, desalojos violentos y remates infames”.
(Resaltado en el original. Folleto de promoción de la Comunidad Comechingona del
Pueblo de La Toma, Octubre 2008, p. 2)
25 El texto en cuestión destaca las maneras en las que diversas instituciones perjudicaron
al Pueblo de La Toma. Se centra particularmente en las prácticas del Estado (Nacional y
municipal) quien fue partícipe de acciones de despojo y exterminio, omitidas en la
historia narrada y celebrada en el bicentenario. Ejemplos de ello son las acciones de la
venta “ilegitima” de las tierras aborígenes y el simultáneo desalojo ejecutado por
funcionarios y miembros de burguesía local a finales del siglo XIX y comienzos del siglo
XX19.
26 En otras instancias este relato ha sido articulado con la reconstrucción de las acciones
de quienes se opusieron a este despojo: el Curaca Don Lino Acevedo quien, frente a la
Honorable Cámara de Córdoba (1862-1890), se opone a las acciones de expropiación; los
Curacas Ávalos y Cortes quienes fueron presos por oponerse al desalojo que tuvo lugar
en la década de 1880 y Pedro Villafañe, quien frente al comisario Fabriciano Martínez
en 1886 resistió al desalojo. Cabe destacar que este último desalojo es identificado como
el momento que implicó el desaparecimiento público del Pueblo de La Toma y su
denominación como Barrio Alberdi en 1910.
27 Desde nuestro punto de vista la narrativa comechingona establece una doble
enunciación. Por un lado da cuenta del proceso de desterritorialización 20 (Haesbaert,
2004) de la comunidad llevado a cabo por el Estado y por las clases dominantes por el
otro, a partir de la caracterización de un modo de ocupación del espacio y de la
descripción de los elementos que lo configuraban, busca instituir la certeza de la
existencia de una territorialidad, aborigen y comechingona en el pasado en el Pueblo de
La Toma. Así, y como se verá en el apartado sobre el análisis del uso de la Carta de Lino
Acevedo, el territorio es construido discursivamente no sólo como ámbito de
sobrevivencia y espacio de usufructo de los recursos naturales en el Pueblo de La Toma
en el pasado, sino también como sustrato material y político del relato histórico
construido por Comechingones.
28 La versión sobre el pasado comechingón, anclada en una antigua apropiación del
espacio, entra en diálogo con los relatos de los historiadores 21 que deslegitiman el
proceso de reconstrucción de la Comunidad del Pueblo de La Toma. Estos historiadores
afirman que quienes vivían aquí eran comunidades Sanavirones, Diaguitas o aborígenes
migrantes de otros sectores del país y no Comechingones. Además, destaca que el único
pueblo aborigen existente en la ciudad era Quisquisacate. Esta postura no sólo pone en
tela de juicio el vínculo genético de los Comechingones actuales con los habitantes del
Pueblo de La Toma en el pasado sino que también duda que los Comechingones hayan
invisibilizar a los Comechingones ahora son utilizados por esta comunidad para
visibilizarse. Como se sostiene arriba con la frase “olvidaron quemar los documentos”,
para los adscriptos Comechingones esto implicó la posibilidad de que estos sean usados
para su reivindicación.
37 Es preciso resaltar que han cobrado importancia una serie de artículos aparecidos en
medios de difusión de la Ciudad de Córdoba del siglo XIX, como el diario católico “El
Porvenir”, “Los Principios” y el “Eco de Córdoba”, en donde se hace mención a
existencia de los Comechingones del Pueblo de La Toma y a las acciones de
expropiación a los que fueron sometidos28. En lo que respecta a la correspondencia
epistolar, se han encontrado cartas de antiguos Comechingones dirigidas al gobierno de
la época y/o cartas de los políticos de la ciudad donde se describen sucesos
sociopolíticos ocurridos en el Pueblo de La Toma a través de relevancia en el desalojo de
tierras. Dentro de la correspondencia hallada en el Archivo Histórico Provincial se
encuentra la carta que el ex curaca Don Lino Acevedo le escribe al gobierno municipal
en el año 1882. Por su importancia en los primeros años del proceso de comunalización
de los Comechingones, la analizaremos en el siguiente ítem.
44 Tanto en espacios públicos como en medios gráficos los Comechingones han presentado
al Pueblo de La Toma como “espacio de continuidad originaria” configurando, a través
del relato, un vínculo genealógico con el pasado en el territorio. Esta continuidad
territorial fortalece la identidad y la comunidad en el presente. Así lo sostienen dos
curacas: Lucía V y Lucía I. Lucía V afirma “somos comechingones porque siempre
estuvimos acá” mientras que Lucía I. señala:
“[Somos] Comunidad porque sabemos que, por ejemplo, las siete familias han sido
del Pueblo de La Toma, han vivido, y siguen viviendo en el Pueblo de La Toma. Pero
[se refiere a quienes no viven más dentro del Pueblo de La Toma] a la vez se han ido
por cuestiones que le han quitado los terrenos (…)”. (Lucia I., B° Villa Páez,
Noviembre del 2009).
45 En este contexto la cartografía catastral de siglo XIX permite a los Comechingones
establecer una continuidad con el pasado. En primer lugar, se busca constatar que la
localidad del Pueblo de La Toma existía en el margen oeste de la Ciudad de Córdoba. En
segundo, ella ayuda a identificar los terrenos pertenecientes a las familias
Comechingonas en el Pueblo de La Toma antes de la expropiación y el desalojo oficial 33.
En tercer lugar, contribuye a delimitar el territorio legítimo que pertenecería al Pueblo
de La Toma en la actualidad34. Por último, el catastro colabora en la constatación de la
identidad indígena comechingona de los adscriptos. Es a través de esta cartografía y de
la verificación de los apellidos comechingones en el Libro de Bautismo del Archivo del
Arzobispado que se determina quién nació en los límites de dicho Pueblo, es decir,
quién pertenece y quién no pertenece al Pueblo de La Toma. De modo general, estas
operaciones identifican un “dónde estábamos” para mostrar a los Otros “quiénes
somos” y de este modo justificar el “por qué estamos acá”.
46 De hecho, durante las entrevistas, Alberto35 y Rubén recurren a los antiguos planos
catastrales para justificar que el Pueblo de la Toma existía en el siglo XIX. El plano
siguiente, elaborado por Ing. Ángel Machado (1890) es uno de los utilizados para
justificar la presencia comechingona en el Pueblo de la Toma. Este es representado en
el oeste de la Ciudad con la denominación de “La Toma” (Ver figura 2) que ya figura
como uno de los primeros “barrios pueblo” de Córdoba.
del gobierno municipal como también para indicar que dicho dispositivo representa y
visibiliza al Pueblo de La Toma en el siglo XIX.
48 Esta cartografía también ha sido usada para localizar ciertos acontecimientos ocurridos
en el pasado como las luchas de los ancestros. Para ilustrar esto acudiremos a dos
celebraciones. La primera corresponde a la conmemoración “El último grito de
libertad” del Pueblo de La Toma (llevada a cabo el 28 de octubre de 2008). En esta
circunstancia se buscaba recordar la resistencia al despojo de los comuneros del 28 de
octubre de 1886 y el accionar del Curaca Pedro Villafañe que resistió a tal expropiación.
En el mapa se identificó el territorio expropiado y apropiado por Fabriciano Martínez,
comisario de la policía.
49 La segunda conmemoración corresponde a la muerte de Don Lino Acevedo (llevada
adelante el 19 de agosto de 2008). En este caso se recurrió al catastro para seleccionar
un terreno perteneciente a la familia de un curaca ubicado en barrio Villa Páez (Pueblo
de La Toma). En el discurso público los Comechingones rescataron la historia del
terreno como también la lucha del curaca por los despojos ocurridos a partir de las
leyes de tierras37.
50 En todas las circunstancias el mapa permite apoyar las denuncias al avance del sistema
territorial moderno (Raffestin, 1986). Se elabora una crítica a lo que entendemos fue la
producción espacial estatal (municipal) a través de prácticas de mensura, loto y venta
de tierras. La configuración de un espacio geométrico, que caracteriza el entramado
urbano de la ciudad y en el cual fue despojando lógicas que los actuales adscriptos como
Comechingones declaran como comunales y aborígenes (no propiedad privada, uso
comunal del espacio, entre otros). En contraparte, los Comechingones reconstruyen su
historia en la cual no sólo manifiestan un pasado compartido y un origen espacial
común (asociado al Pueblo de La Toma, indicado en el mapa), sino que consideran que
las relaciones comunales que mantienen son un legado del pasado opuestas a esa
espacialidad moderna.
51 En este contexto, la idea de territorio aparece también en su versión naturalista
(Haesbaert, 2004) como componente indisociable de la comunidad, es decir, un
constitutivo natural y necesario en la formación comunal. Además, el territorio aparece
como un aspecto distintivo y fundador de todo grupo aborigen. Desde esta posición se
teje una lectura romántica de la relación de la población indígena con el medio: el
aborigen suele o debe vivir en comunidad, estableciendo un determinado tipo de
territorialidad vinculada a la vida en conjunto y al respeto a la naturaleza en un marco
rural. Es este estilo de vida el que los Comechingones del Pueblo de la Toma sostienen
que han llevado adelante en el pasado38 y que la imposición del modelo europeo-
moderno capitalista habría destruido. Este modelo implicó la instalación de la
propiedad privada (en oposición a la propiedad comunal), el desarrollo de las
individualidades (en oposición a las solidaridades colectivas), la difusión (no encuentro
otra palabra mejor para no repetir otras usadas: imposición, instalación, avance) de lo
moderno (en oposición a lo tradicional) y lo urbano (en oposición a lo rural) 39.
52 Así los discursos de desterritorialización y reterritorialización forman parte de la
comunalización. Los Comechingones consideran que la expropiación, el avance de la
urbanización sobre el Pueblo de la Toma y la invisibilización de la Comunidad son
procesos que dan cuenta de la desarticulación de la comunidad y la territorialización
del Estado (nacional, provincial y municipal). Mientras la expropiación aparece como
un modo de despojo material y físico asociado a la pérdida del territorio en el sentido
5. Reflexiones finales
54 A lo largo de este trabajo entendimos que el proceso de formación de un grupo
aborigen -en un contexto de extinción e invisibilización oficial- puede ser interpretado
a través de la idea de procesos de comunalización. Esto nos permitió analizar dichos
procesos como construcciones sociales que buscan dar sentido a los sentimientos de
pertenencia y devenir de quienes se identifican como parte de una comunidad
reemergente. De esta manera se hizo necesario entender las representaciones y
prácticas de primordialización e invención de la tradición participes en el proceso de
rearticulación comunal de Comechingones del Pueblo de La Toma.
55 La primordialización naturaliza los vínculos comunales asociándolos a un pasado
inmemorial (anteriores a la colonización de la Corona española) y a un territorio de
pertenencia pensado como sustrato básico de sobrevivencia de la comunidad. El uso de
mapas y documentos de archivos, a la vez que contribuyen al proceso de
primordialización, también permiten constatar el proceso de desterritorialización de
los Comechingones y señalar la complicidad de los diferentes poderes (coloniales,
republicanos y de clases sociales altas) en dicha dinámica. De esta manera destacamos
la importancia distintiva de la activación de la tradición a partir de una historia
comechingona alternativa que entrara en juego con el orden dóxico de aquella
oficializada.
56 Tanto en el proceso de primordialización como de invención de la tradición
adquirieron importancia distintiva los relatos sobre el pasado territorial. Ellos actúan
como herramienta de legitimación de la reivindicación, como capital que permite a los
comechingones posicionarse en tanto sujetos legítimos en la disputa sobre la identidad
indígena en Córdoba. En este sentido, así como el mapa sostiene el proceso de
primordialización en el territorio y contribuye a identificar los procesos moderno-
coloniales que desarticularon al grupo indígena, las fuentes documentales (analizados
aquí a través del uso de la Carta de Don Lino Acevedo) se imponen como una
herramienta que da sustancia al relato del pasado aborigen. En primer lugar, porque
permite constatar la ocupación territorial y el tipo de uso del que era objeto el espacio
de los Comechingones en el Pueblo de La Toma; en segundo lugar, porque contribuye a
demostrar los accionares del estado municipal y provincial que, a partir de las leyes de
tierras de 1882, busca expropiar y desalojar a Comechingones; en tercer lugar, porque
indica que existieron ancestros que se resistieron al despojo oficial de final de siglo XIX.
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Folleto promoción de la Comunidad Comechingona del Pueblo de La Toma, Octubre 2008.pp. 1-5.
Pachamama, revista del Instituto de Culturas Aborígenes, edición número 22, abril de 2010
Notas
NOTES
1. Existen otros trabajos que han tratado la problemática de la autenticidad aborigen, entre ellos
el de Diego Escolar (2007), Claudia Briones (1998), Ana Ramos (1997) Axel Lázzari (2007) y Karina
Bidaseca (2010).
2. Entre estos estudios podemos mencionar los de Montes (2008) y Serrano (1945). Estas
investigaciones no ofrecen una única visión sobre la localización de Comechingones. No todas
defienden la extinción de los Comechingones. En el caso de la ciudad de Córdoba, un trabajo que
menciona la desaparición de esta comunidad en el Pueblo de La Toma es el de Bischoff
([1992]1997).
3. Algunos de los trabajos históricos (Montes, 2008; Bischoff, 1997; Boixadós, 2000; CIICA, 2009;
Page, 2007; Tell, 2010) afirman que el Pueblo de La Toma era uno de los nueve “pueblo de indios”
de la Provincia de Córdoba. Si bien difieren en afirmar en que pertenecían a Comechingones o
Calchaquíes inmigrantes, coinciden en utilizar la categoría para mencionar las reducciones
indígenas que se establecieron luego de la colonización y que permaneció hasta el proceso de
consolidación del Estado Argentino (Vía constitución de 1853). Para Boixadós (2000) y Tell (2010)
el Pueblo de La Toma fue uno de los pocos pueblos de indios de la provincia de Córdoba que logró
tener tierras comunales hasta 1885.
4. Si bien el censo constituyó un momento oficial de reconocimiento indígena en Córdoba es
preciso aclarar que antes de la elaboración del mismo ya existían reivindicaciones
comechingonas en el noroeste provincial, en la localidad de San Marcos Sierras. Tal es el caso de
la Comunidad Tulián que se venía organizando desde finales de los 90´.
5. Cabe destacar que el censo del 2001 contempló entre sus objetivos cuantificar y caracterizar la
población aborigen en Argentina incorporando un casillero en donde se dejaba constancia de la
autoidentificación indígena de la población. La Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas se
llevó adelante a los fines de contar con información a escala provincial sobre la localización
(urbana y rural) y la categoría de identificación descendientes o indígenas de aborígenes.
6. Esta es una institución local de enseñanza terciaria que ha sido formada por aborígenes
migrantes en la ciudad de Córdoba en el año 1992. El ICA es reconocido por su militancia a favor
de las políticas de reconocimiento de las identidades aborígenes en la ciudad. Su director es un
cura e historiador llamado Horacio Saravia y que se adscribe al Pueblo Kolla del norte argentino.
7. Utilizamos el término “fenomitos” acuñado por Diego Escolar (2007) para designar la manera
en que se han instalado representaciones estandarizadas sobre la identidad indígena y que han
derivado en formas de validación de la autenticidad. Para el autor existen dos mitos particulares
que circulan como imaginarios en la población no aborigen. En primer lugar, el criterio biológico
representado a través del fenotipo (los rasgos biológicos, la “cara de indio”), en segundo lugar, el
criterio culturalista, representado a través de los aspectos étnicos de la población (lengua,
vestimenta, alimentación, religión, entre otros).
8. Se sostiene que la lucha por el reconocimiento identitario se orienta a obtener beneficios
materiales como dinero del Estado o tierras. Por ejemplo, el FFEI (Fundación Filosófica Ecológica
e Intercultural) un grupo reconocido por su fomento a las culturas originarias en Córdoba, han
colocado el carácter de duda al respecto de la identidad indígena de los adscriptos como
Comechingones. Este grupo justifica su posición en el hecho de considerar que los
Comechingones carecen de mitos y leyendas. Ello los lleva a reconocer un “sospechoso
oportunismo” dentro de las personas que se conciben como Comechingones.
9. El papel del ICA a través del Centro de Investigaciones del Instituto de Culturas Aborígenes
(CIICA), conformado por historiadores y profesores de dicho instituto, fue fundamental para la
rearticulación de los Comechingones. Cabe destacar también el protagonismo de Horacio Saravia
(presentado en nota número 6) y Adriana Gleser –historiadora- directora del CIICA. Ellos han
llevado adelante una investigación importante sobre la base de las fuentes documentales. El
trabajo del CIICA devino en la producción de un valioso libro sobre la historia y presente de los
Comechingones del Pueblo de La Toma. El libro se titula “Hijos del Suquía” y fue publicado por la
editorial del ICA (Imprentica) en el año 2009. Muchas de las discusiones que presenta este
artículo reflejan los debates registrados en el proceso de construcción de este libro.
10. Si bien nos basaremos en los discursos de Comechingones queremos subrayar que nuestra
perspectiva teórica no enfatiza la dimensión de la agencia por sobre la estructura. En este
sentido, consideramos que tanto las representaciones sobre la identidad como las prácticas de los
Comechingones del Pueblo de La Toma no pueden reducirse solamente a su discurso. Es preciso
tener en cuenta las relaciones de poder que se dan con otros agentes involucrados. Al sostener la
aboriginalidad en tanto construcción relacional y contrastiva, precisamos comprender también
las configuraciones de sentido y representaciones que los otros grupos “no aborígenes” otorgan –
en principal el Estado- ya que los mismos discursos no operan en el vacío y tienen un papel
importante en la configuración de condiciones materiales de existencia (Briones, 1998; Ramos,
1997). En este sentido nos interesa entender cómo los Comechingones en su proceso de
comunalización construyen representaciones sobre sí mismo y cómo al mismo tiempo
construyen y contestan al “otro” que también los configura.
11. Desde nuestra lectura, Brow usa la categoría de territorio en términos de la valoración
simbólica que tiene la población hacia el entorno. En este trabajo pretendemos articular la
dimensión simbólica de las representaciones del territorio, con la cuestión económica-política al
estilo del geógrafo Rogério Haesbaert (2004) al proponer el concepto en términos relacionales e
integrales. Esta noción entonces nos permite vincular representaciones territoriales en los planos
materiales y simbólicos con los procesos de comunalización. En este sentido, podemos analizar
los procesos por los cuales la comunidad va configurando una importancia decisiva en base a los
espacios de referencia identitaria.
12. Notamos que para Alonso el espacio participa en la configuración del Estado tanto en un
sentido material (procesos de organización del espacio) como simbólico (proceso de fijación de
sentido para legitimar la identidad nacional).
13. Basándose en las ideas de Pierre Bourdieu, Brow define a la doxa como un conjunto de
creencias y prácticas sociales que son consideradas normales (o verdaderas) en determinado
contexto social. La doxa es estructurada por la clase dominante a los fines de definir el mundo
social. Desde esta perspectiva, la doxa tiene un amplio poder simbólico; ella es la condición para
que se mantenga el estado de las cosas en una sociedad (Bourdieu, 1977).
14. En este sentido también Rojas Martínez afirma que “Los pueblos reformulan su propio
conocimiento histórico como arma para enfrentar su subordinación social. Para ellos la historia
constituye una forma de conocimiento sobre los orígenes de esta situación, así como una fuente
de información sobre sus derechos legales. Al mismo tiempo les sirve como inicio de una nueva
definición de si mismos (…)” (Rojas Martínez, 2005, p. 23).
15. Nos valemos del concepto de “usos del pasado” para dar cuenta de cómo determinadas
representaciones y prácticas sobre el pasado contribuyen a anclar sentidos de pertenencia y
solidaridad entre los miembros de la comunidad. Destacamos también que existen diferentes usos
del pasado, incluso al interior de los Comechingones.
16. Un estudio sobre afrodescendientes en Argentina nos permite entender algunas
representaciones sobre la “imagen ideal” de la sociedad argentina elaborada por la narrativa
dominante. Para Frigerio, dicha narrativa construye a la sociedad argentina como “blanca,
europea, moderna, racional y católica” (2008, p. 7). Al tiempo que la construye en estos términos
sus prácticas tienden, en primer lugar, a invisibilizar las presencias étnicas reemergentes, en
segundo lugar, a situarlas en la lejanía temporal y geográfica y; en tercer lugar, a mostrarse ciega
al respecto de los procesos de hibridación y mestizaje. Por otro lado es importante mencionar los
estudios que muestran la tensión entre grupos aborígenes reemergentes y discursos oficiales
(Briones, 2005; Escolar, 2007; Lazzari, 2007, entre otros). Un común denominador que es
enfocarse en la tensión que colocan los grupos reemergentes frente a las representaciones
oficiales de la identidad nacional. En este contexto también aparece la noción racializada de lo
étnico que se origina en políticas del Estado argentino que invisibiliza cualquier evidencia que no
se corresponda con dicho canon. Estas representaciones se encuentran presentes en los discursos
en el siguiente fragmento “Hay una marcada tendencia a adjudicar origen comechingón a grupos
que no parecen pertenecer a dicha parcialidad. En San Marcos Sierras se realiza anualmente una
simpática celebración denominada Tulianadas, cuyo nombre es debido a una importante familia
de la zona, de apellido Tulián, que dicen tener procedencia comechingona. Sin embargo, no
conozco la existencia de elementos que lo prueben (…)” (Bustos Argañaraz, Diario La Voz Del
Interior, 27-10-2007)
23. Se trata de un término popular que es utilizado irónicamente como sinónimo de persona.
24. La palabra “chorear” es utilizada en la jerga popular de argentina para hacer referencia a la
acción de “robar”.
25. Los Comechingones así como los miembros del ICA han asociado esta postura con sus
intereses territoriales. Así, los Comechingones afirman que el historiador Prudencio Bustos
Argañaraz posee terrenos en algunos de los actuales barrios que serían parte del antiguo Pueblo
de La Toma. También indican que el ex gobernador de la Provincia de Córdoba, Eduardo Angeloz
(1983-1987), quien habría sostenido que en Córdoba no existían aborígenes, es dueño de gran
parte de los campos del norte de la Provincia de Córdoba. Los reclamos de los pueblos originarios
sobre esas tierras pondrían en cuestión sus títulos de propiedad.
26. El Archivo Histórico Provincial contiene los documentos públicos correspondientes a la actual
Provincia de Córdoba desde 1574 hasta 1925. Entre los siglos XVII y XIX el Archivo del
Arzobispado fue el único registro de personas hasta la creación del Registro Civil. Luego, este
último ha provisto el libro de nacimientos de la Provincia de Córdoba. La Universidad Nacional de
Córdoba (creada en 1613 por jesuitas) reúne también documentos que pueden ser relevantes para
la comunidad, aunque no han sido utilizados tan directamente como los correspondientes a los
dos archivos citados anteriormente.
27. Seguimos a Derrida al destacar que no hay “Ningún poder político sin control del archivo,
cuando no de la memoria.” Y que “la democratización efectiva se mide siempre por este criterio
esencial: la participación y el acceso al archivo, a su constitución y a su interpretación” (Derrida,
1977)
28. Actualmente los Comechingones disponen de varios artículos publicados en estos diarios. La
mayoría de ellos tienen que ver con cuestiones tales como promulgación de las leyes de tierras,
remates judiciales y desalojos. Cabe aclarar que estos medios de difusión gráfica se mostraban
como opositores al gobierno municipal.
29. Nos referimos a la implementación de las leyes de tierras a nivel provincial (1860) en donde
toda tierra que no era considerada privada y con menos de 30 años de ocupación debía ser
fiscalizada. Esto implicó que las tierras comunales del Pueblo de La Toma fueran loteadas y
mensuradas hasta el año 1885 (Tell, 2010).
30. Estas leyes parten de una política de tierras iniciadas por el gobierno nacional en 1862 que
deriva en prácticas de mensura y amojonamiento de los territorios públicos para ser
incorporados al Estado. Estas dos leyes ordenaban mensurar y dividir las tierras de las
comunidades aborígenes. Finalmente el 27 de diciembre de 1881 se ordena la mensura y partición
del territorio del Pueblo de La Toma (CIICA, 2009).
31. En otros extractos Don Lino Acevedo describe el vínculo entre la comunidad y la naturaleza a
través de las prácticas agrarias. Con argumentaciones próximas al determinismo ambiental, este
curaca demuestra la necesidad de la comunidad de contar con ese espacio para sobrevivir. Una
lectura más detallada de los usos de esta carta por parte de la comunidad comechingona ver
Palladino (2010, p. 97 -106).
32. En los actos públicos varios Comechingones destacan con orgullo ser descendientes de Don
Lino Acevedo. Tal es el caso de Alberto Canelo y Argentina Acevedo. Esta última se ha presentado
en varias instancias como “Argentina Acevedo tataranieta del Curaca Don Lino Acevedo”.
33. Accedimos a una reproducción de la cartografía utilizada por españoles en donde figura “El
Pueblo de La Toma” en el siglo XVIII que figura en el artículo de Tell (2010). Esta reproducción
también fue utilizada por los Comechingones y el ICA. Estos últimos han accedido a los
documentos presentes en la Oficina de Catastro buscando comparar diferentes planos del siglo
XIX con la intención de evidenciar los cambios en la propiedad de las tierras y la titularidad a los
fines de corroborar el avance urbano de Córdoba hacia el Pueblo de La Toma.
34. Si bien en las entrevistas los curacas sostenían que la comunidad no poseía pretensiones
territoriales, esta delimitación es solicitada por el INAI para la obtención de la personería
jurídica. En dicha solicitud se requiere que la comunidad demuestre la extensión de su territorio
en el pasado. Por tal motivo los Comechingones han elaborado un mapa en donde definen los
límites territoriales del Pueblo de La Toma antes de 1886 y ubican los domicilios actuales de los
curacas dentro de esos límites. De esta manera pretendieron justificar ante el INAI que continúan
viviendo dentro de los límites representados.
35. Ver el segundo extracto de entrevista a Alberto en la página número 9.
36. Según Boixadós (2000), en el plano de 1889 firmado por Santiago Albarracín – incorporado en
la publicación oficial titulada “Bosquejo Histórico, Político y Económico de la Provincia de
Córdoba se incluyen los nuevos barrios con sus respectivos conjuntos de manzanas. Dentro de
estos aparece el Pueblo de La Toma, designado como “el Pueblito”. Del mismo modo, el plano de
Machado de 1890 expresa esta división y muestra al Pueblo de La Toma solo con el nombre de “La
Toma” (Ver figura 2).
37. Es importante destacar que las conmemoraciones comechingonas actúan como espacios de
conmemoración y recuerdo y por lo tanto son parte del proceso de invención de la tradición
(Palladino, 2013). Estas instancias también reconstruyen lazos con los ancestros que se habrían
resistido a la expropiación estatal en diferentes coyunturas. Del período colonial se reconocen a
aquellos que tuvieron un rol importante en la negociación con la corona española. Entre ellos se
destacan José Antonio Deiqui (Curaca entre 1770 y 1799) y Juan de Dios Villafañe (Curaca en
1805). Posteriormente Lino Acevedo, Félix Cortés, Gregorio Cortés, José Álvarez, Domingo Salinas,
Pedro Villafañe resistieron a la expropiación y el desalojo en el período de formación del estado
nacional y provincial (1853 a 1910). La identificación con estos personajes históricos permite
nutrir la narrativa histórica de la Comunidad al establecer una continuidad genealógica en el
territorio. Además, presenta a estos ancestros como “héroes” y fortalece la idea del despojo
estatal.
38. Aparte de la familia Villarreal, que explícitamente manifiesta el despojo en la década del 70,
la familia Acevedo destaca haber iniciado un proceso judicial para la recuperación de algunas
tierras.
39. Este tipo de reclamo se expresa, por ejemplo, en otro acto público cuando Horacio Saravia
expresaba: “La ciudad los invadió y el Pueblito de La Toma quedó invisibilizado pero nadie los
pudo exterminar”. Interpretamos que la categoría “ciudad” es vista como representativa de lo
moderno opuesta a lo tradicional representado en la vida en comunidad de los aborígenes. En
este sentido, se expresa que a pesar de que la ciudad (modernidad, urbanización) se impuso, ellos
han resistido.
40. Es preciso aclarar que los Comechingones usan el término invisibilización para referirse a la
estrategia que llevó a cabo el Estado, mediante el sistema educativo (entre otros medios) a los
fines de no dar a conocer su existencia en el pasado. El uso de esta noción por parte los miembros
del CIICA contribuyó a su incorporación dentro de la comunidad.
RÉSUMÉS
En el año 2008 un grupo de familias se proclaman como Comechingones pertenecientes al antiguo
Pueblo de La Toma e inician un proceso de rearticulación comunal en la Ciudad de Córdoba. Este
proceso de comunalización provocó tensiones ya que rápidamente aparecieron versiones sobre el
pasado territorial y la identidad –asociadas a representaciones oficiales históricas de
invisibilización - que sospechaban de la autenticidad aborigen de quienes se adscribían como
Comechingones. En este marco este trabajo analiza el papel que juegan las representaciones del
pasado territorial en el contexto de la disputa por la autenticidad que ha involucrado el proceso
de comunalización de los Comechingones del Pueblo de La Toma. La información se obtuvo del
trabajo etnográfico llevado en el período 2008-2010 e involucró observación participante,
entrevistas y análisis de fuentes documentales.
INDEX
Keywords : communalization processes, uses of the past, territory, aboriginal authenticity,
comechingones
Palabras claves : procesos de comunalización, usos del pasado, territorio, autenticidad
aborigen, comechingones
AUTEUR
LUCAS PALLADINO
Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades CIFFYH - CONICET (Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) – Universidad Nacional de Córdoba,
Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
Natalia García
Introducción
1 El presente artículo se desprende de una investigación académica inscripta en el campo
de la historia reciente de la educación argentina. Iniciada en el año 2008, examina en
profundidad la intervención dictatorial sobre la emblemática Biblioteca “Constancio C.
Vigil” de Rosario producida el día 25 de febrero de 1977. Su validación empírica resultó
del cruce permanente de fuentes orales y documentales; esto es, recurriendo a
entrevistas en profundidad y por vía de una exhaustiva búsqueda de fondos
documentales de orden secundario y primario1. Desde un inicio, estos últimos fueron
concebidos como materiales determinantes para la factibilidad de la indagación en
cuanto a la producción de nuevos conocimientos sobre el caso; principalmente, al
observar que en las publicaciones anteriores2 predominaban los testimonios orales y/o
datos duros documentados pero desprovistos de un análisis que profundizara en
algunas de sus múltiples tramas, como veremos: económico-financieras; político-
ideológicas; pedagógicas, u orientadas a su dinámica sociocultural ciertamente popular.
En particular, se entiende que los trabajos de Naranjo (1991) y Frutos (1997), ex
miembros de la Comisión Directiva (CD) de la entidad, gradualmente devinieron en una
novela institucional (Fernández, 1994) transmitida en cuantiosas prácticas de
divulgación, como también en investigaciones académicas.
“Rodrigazo” convirtió en deuda sus alicaídos ingresos; por primera vez en más de
quince años de pujante desarrollo, la organización afrontaba un pasivo irrefrenable.
8 Iniciado ya el terrorismo de Estado (1976-1983), el indefectible incumplimiento en la
entrega de premios a los ganadores disparó un conjunto de demandas judiciales.
Específicamente, el expediente judicial Nº 436/77caratulado “Biblioteca Vigil s/
Operaciones de Liquidación”, se abrió en 1977 con una veintena de querellantes; una
cifra ciertamente benévola con relación a los cientos de ganadores igualmente
perjudicados por entonces. No obstante, estas acotadas acciones civiles resultaron
suficientes y oportunas para operar como chivo expiatorio y dar inicio a una
intervención fundamentada en un discurso paternalista en pro de la “salvaguarda y
defensa del bien común”, y apuntando las acusaciones por manejos deshonestos a la
dirigencia de la organización, tal y como lo expresa el decreto de “Intervención
normalizadora” Nº 0942/77 dictado por el entonces gobernador de facto Jorge
Desimoni.
9 La normalización se puso en marcha con la toma de posesión de sus instalaciones el 25
de febrero de 1977 efectivizada por personal de servicios de seguridad (policial y
militar) y civiles profesionales (contadores, abogados y escribanos). Tras solo 49 días
hipotéticamente destinados a regularizar los pasivos contables, investigar posibles
ilícitos cometidos por la CD, y garantizar la continuidad de la gran obra popular,
finalmente se declaró la liquidación de su patrimonio y el traspaso del control
institucional desde la Marina al Ejército. La Resolución N° 202 puesta en vigencia el 15
de abril de 1977 fue el marco legal que habilitó su destrucción material; sus valiosos
bienes muebles e inmuebles fueron quemados, desmantelados, destruidos,
abandonados y subastados en remates viciados y ventas fraudulentas como
ulteriormente lo detallaremos.
10 A la fecha, estas acciones habilitan denominar el proceso liquidatorio como un caso
particular de genocidio cultural5 susceptible de penalidad en la figura de delitos
económicos imprescriptibles. Asimismo, el pathos intervencionista se inscribe como
delito de lesa humanidad en rigor de la detención ilegal y desaparición forzada de ocho
miembros de la CD la madrugada del 10 de mayo de 1977 6. La articulación de ambos se
significa gravemente al comprender que los dirigentes desaparecidos estaban en
condiciones jurídicas de avalar los procesos contables y financieros, refutar una
acusación de malversación de fondos y velar por el cumplimiento transparente del
injustificado proceso de quiebra y extinción de los bienes tasados en cifras millonarias,
según lo detallaremos a propósito del seguimiento del ya mencionado expediente
judicial.
Pedagogía de la intervención
11 El sistema escolar de Biblioteca Vigil resultó la única estructura institucional que la
intervención liquidadora sostuvo hasta la transferencia de las escuelas al ámbito de la
enseñanza pública provincial en 1980 y bajo la denominación “Complejo Pedro de
Vega”, intentando operar como último borramiento de su identidad y reconocimiento
populares7. En verdad, tal formalidad resultó el tramo final de un larvado proceso de
militarización educativa (Kaufmann y Doval, 1997) gestado desde la primera jornada del
ciclo lectivo 1977. En tal sentido, señalar la conservación edilicia y permanencia de la
enseñanza formal, lejos supone una continuidad de la experiencia educativa vigente
El corpus (re)aparecido
1. El Expediente Judicial: una confesión de partes
Contexto de
Tribunales Provinciales de Rosario. Juzgado Civil y Comercial 14º nominación.
origen
Tiempo de
2007-2012
exploración
VIII Cuerpos. Proceso judicial iniciado en abril de 1977 tras la declaración de quiebra
patrimonial por parte de Comisión Interventora. En términos generales: demandas
de particulares por retrasos en la entrega de premios; inventarios de bienes muebles
e inmuebles; tasaciones, ventas, subastas y remates (actas, edictos y recibos);
Contenido nóminas de acreedores (empresas, particulares, organismos del Estado); notas
General recibidas/enviadas entre actores (numerosas y por diversas temáticas desde
1977-1983); mandamientos; informes técnicos de diversas oficinas burocráticas
(Rentas, servicios públicos, etc.); solicitudes y respuestas sobre verificación de
créditos; rendiciones de cuentas de bienes liquidados; honorarios interventores;
distribución de utilidades.
16 El acceso a esta documentación resultó posible tras las previas gestiones realizadas por
la denominada “Asamblea de Socios por la Recuperación de la Biblioteca Popular
Constancio. C. Vigil”20, dado que el control sobre el estado de la causa judicial y estadio
de la liquidación patrimonial de la entidad constituyó una de las primeras acciones por
ellos realizadas. Específicamente, dos asesores legales miembros de la Asamblea y ex
alumnos del Instituto Secundario, se abocaron a la búsqueda y análisis del expediente
judicial 436/77 en el año 2004. Por entonces aquello no resultó sencillo, pues el corpus
judicial no lograba ser ubicado en su debido lugar; esto es, en los Tribunales
Provinciales de Rosario (Juzgado Civil y Comercial, 14º Nominación). Ulteriormente, se
conoció que la totalidad de la documentación vigente (1977-2004) se encontraba en el
domicilio particular del interventor Dr. Emilio Echen en funciones desde los años
dictatoriales. Desde ya, lo dicho constituyó la primera irregularidad de un largo listado
que pudo corroborarse una vez estudiado el expediente. Entre los aspectos más
destacables cabe citar:
17 Falta de control de los actos del liquidador: decretada la normalización en la firma del
gobernador de facto, los correspondientes órganos de control nunca fueron notificados
(Fiscalía de Estado e Inspección de Personas Jurídicas); así como no se le dio
participación a los síndicos de la entidad según lo determinaba el estatuto de la
organización; situación que prosiguió durante la posterior etapa liquidadora y tras el
reinicio a la vida constitucional hasta el año 200421, incumpliendo con la obligación de
informar (al menos) trimestralmente el estado de la liquidación a los órganos
competentes declarados en la normativa en cuestión. Claro que ello resulta algo más
que un mero incumplimiento normativo, por cuanto el delito que porta toda la carga
histórica del período dictatorial se anuda a la imposibilidad del estatutario control por
parte de los dirigentes institucionales en rigor de la renuncia coactiva, detención ilegal
y desaparición forzada de los fiscalizadores. Como se deslizó páginas arriba, estas
acciones fueron condición de posibilidad de los delitos económicos cometidos. Sobre
esta dimensión, el archivo judicial permite visibilizar y probar el nudo del caso: en
tanto las deudas originadas por la actividad de la entidad mutual no llegaron a U$S
100.000, por su parte, el patrimonio ascendía aproximadamente a U$S 3.500.000, los
cuales “desaparecieron” sin control a lo largo de 31 años de ininterrumpida
liquidación22, destacándose un total de U$S 700.000 en honorarios cobrados por los
civiles liquidadores Guillermo Tasada (1977-1979) y Dr. Emilio Echen (1979-2004) y
asesores intervinientes. Cuando explicitamos que este expediente judicial resulta una
confesión de partes, para este punto en particular, ello se patentiza en la foja 785 con
fecha 6 de septiembre de 1979; allí el liquidador declara:
fiscales con la entidad. Así, todo queda saldado en la esfera del Estado provincial y
nacional; claro está, en la esfera de un Estado terrorista.
21 Irregularidades en el procedimiento. Bienes y fondos. Al respecto se observa la no
correlación de fechas y fojas del expediente, así como la ausencia de informes generales
de los créditos supuestamente verificados. Esto es, el paso procedimental básico para
una distribución efectiva de indemnizaciones según la normativa que técnicamente
clasifica a la masa de acreedores; deudas posibles de ser saldadas tras las subastas y
remates de bienes de alto valor monetario realizados durante el año 1979.
Precisamente, 1979 bien puede calificarse como el año “de las grandes liquidaciones” en
el caso, atendiendo a la subasta de siete inmuebles practicadas los días 12 y 19 de
septiembre. Tras estas operaciones, la intervención se alza con un monto total de
$30.115.000, pero solo se verifica el depósito de $ 19.231.000. Ciertamente, este robo
cobra mayor dimensión cuando se consideran los magros depósitos solicitados por los
asociados a la Caja de Ayuda Mutua, cerrada en la primera semana normalizadora.
Hasta donde fue posible saber, nunca le fueron repuestos sus ahorros.
22 Pero todo lo descripto hasta aquí todavía no constituye el desfalco más notable operado
en esta liquidación: la venta de los bienes edilicios que componían la gran esquina de
las calles Alem y Gaboto del sur rosarino, inmueble donde se asentaran las escuelas
formales e informales (Universidad Popular). A saber, con fecha 21 de mayo de 1980 (fs.
1124/25), el Tribunal autoriza la venta por la suma de $ 4.184.000.000, equivalente a U$S
2.500.000, sin que obre en autos constancia de la operación (escrituras públicas,
constancia de ingreso de la suma de dinero a la masa liquidable y/o instrumento
público que perfeccione esa transferencia). Y cabe enfatizar, transferencia en la cual el
Estado provincial es parte compradora y vendedora simultáneamente. Esta particular
transacción no resultó sencilla para el régimen; al parecer, el botín más preciado
comportaba una serie de estorbos políticos, sociales y educativos inéditos en relación al
desguace hasta entonces perpetrado y a considerar especialmente en la historiografía
educativa. En principio, el día 8 de noviembre de 1979, el Dr. Tasada remite una nota al
juez de la causa explicando que el inmueble en cuestión:
“[…] ocupa un lugar especialísimo […] que puede dividirse en tres partes: biblioteca,
colegio secundario y unidad administrativa. Son tres estructuras distintas, pero que
se encuentran íntimamente ligadas entre sí no solamente por la intercomunicación
existente, sino también porque no aparece una delimitación clara entre las mismas,
a punto tal que subsuelos, maquinarias y otras instalaciones son comunes.”
(Expediente judicial “Biblioteca Popular Constancio C. Vigil. Operaciones de
liquidación” Cuerpo IV, foja 1075).
23 A continuación agrega:
“[…] la enajenación de dicho inmueble plantea un serio problema pues dado su
superficie y características el mercado comprador es reducidísimo. Como factor
incidental, debe tenerse en cuenta que su ubicación no resulta la más adecuada por
estar relativamente alejado del sector céntrico de la ciudad.” (fs. 1075)
24 Puede saberse también que la derivación de los inmuebles (y con ello las escuelas
curriculares de la esfera provincial) no resultó la primera opción intervencionista. El
Dr. Tasada continúa entonces:
“Preocupación constante de la intervención ha sido la de encontrar un comprador
para dicho inmueble. A fines del año 1977 se había despertado el interés de la
COMISION NACIONAL DE INVESTIGACIONES ESPACIALES, ante la cual se llevaron a
cabo distintas tramitaciones con el objeto de poder concretar su venta.[…]Pero pese
a las tratativas realizadas, que comprendieron entrevistas con el BRIGADIER
SÁNCHEZ PEÑA tanto en esta ciudad como en la Capital Federal, y al hecho de que el
ente estatal estudió los planos de los inmuebles que le fueron facilitados por esta
intervención, sin haber formulado observación al respecto, la COMISION NACIONAL
DE INVESTIGACIONES ESPACIALES, al cabo de un lapso bastante prolongado, hizo
saber que no tenía ya interés en concretar la operación. Tal circunstancia resulta
lamentable no sólo por la circunstancia apuntada en el párrafo anterior, sino
también por los esfuerzos y el tiempo empleados. Se han realizado distintas
gestiones a diferentes niveles sin que las mismas hayan fructificado hasta el
presente.” (fs. 1075).
25 En suma, los otrora valores socioculturales y pedagógicos de Biblioteca Vigil se tornan
disvalores para las ansias liquidatorias, ya fuere por la interconexión de espacios
edilicios que materializaban la articulación educativa, o, al decir de un ex alumno, las
características de un edificio “pedagógicamente inteligente”, o dada la lejanía con el
centro de la urbe que dificulta encontrar un comprador interesado en un
emprendimiento circundado por el estigmatizado23 barrio “Tablada”; dato que
ciertamente disminuye sensiblemente el precio de tasación según lo dejan ver otros
escritos agregados en autos. En este contexto, hace su aparición el Ministerio de
Educación de la Provincia de Santa Fe.
“No obstante, es de destacar que a raíz de una gestión directa de la intervención
ante el Sr. Ministro de Educación de la Provincia de Santa Fe, se despertó el interés
de dicho funcionario por el complejo educacional, a punto tal que lo ha visitado a
fin de tomar un conocimiento directo del edificio, ha requerido los planos
pertinentes y solicitado informes técnicos relativos al inmueble, su construcción,
posibles falencias, y factibilidad de su terminación.” (fs.1076).
26 Efectivamente, la Nota Nº 478 firmada por el gobernador Vicealmirante Jorge Desimoni
dirigida al Dr. Tasada el día 15 de febrero de 1980, explicita:
“[…] Entiendo que sería una sana política reactivar el complejo educativo cultural
de referencia por cuanto su creación dejó en la ciudad de Rosario esperanzadas
expectativas sobre la sa… [Ilegible] acción de aspectos indispensables en lo
educativo y cultural en una zona tan populosa y en continua expansión. En la acción
de reorganización nacional en que hemos comprometido nuestros esfuerzos no
puede suprimirse aquello que se inició para servir a la educación y a la cultura,
aunque posteriormente haya sido utilizado con fines opuestos a nuestra unidad
nacional. Por el contrario es nuestro deber reactivarlo y adecuarlo a un uso
correcto y racional conforme a los objetivos de su creación. Por todo ello es nuestra
intención continuar y mejorar aun los servicios que prestan la Escuela Primaria, la
Escuela Secundaria y la Biblioteca, adecuando dichos servicios con las condiciones y
características propias de la administración provincial. En [ilegible] posteriores se
incrementará la prestación de otros servicios que hacen al ámbito de actuación del
Ministerio de Educación y Cultura.” (fs.1102-1103).
27 Para tamaña operación, el Teniente Coronel Héctor Hiram Vila, Interventor del
Instituto Nacional de Acción Mutual (I.N.A.M.) no formula reparo “para la prosecución
de las acciones tendientes a concretar la venta de los inmuebles […] especialmente
considerando, que se asegura la continuidad de los distintos establecimientos
educativos y de la biblioteca”. Se acepta entonces el (supuesto) plan de pagos ofrecido
por el Gobierno Provincial y se señala la conveniencia de “dar celeridad a los trámites
necesarios para la firma de los documentos correspondientes”. Cumpliendo con la
celeridad sugerida por el militar, el Dr. Tasada informa las buenas nuevas al juez de la
causa a fines de marzo de 1980, efectivizándose el 21 de mayo del mismo año. Algunos
meses después, el día 13 de septiembre de 1981, el proyecto se presenta en sociedad con
Tiempo de
Visitas semanales durante los meses de julio y agosto de 2008.
exploración
31 Desde el año 1959 y hasta 1977, Augusto Duri fue presidente de la CD de Biblioteca Vigil.
Terminada su experiencia y ya entrada la década del 90, el ex dirigente volvió a
evidenciar su inquieto espíritu emprendedor en un megaproyecto social y asistencial
denominado “La Cocina Centralizada”. La misma funcionó entre 1991-1996 en un local
de 7.000 m2 perteneciente a la Federación de Cooperadoras Escolares (FCE) de Rosario.
En poco tiempo llegó a producir 32.000 raciones diarias para 180 comedores escolares.
32 En ocasión de los festejos del “Día del Cooperador” (26 de octubre de 2008) recorrimos
sus instalaciones. Llegados a los subsuelos del vasto edificio, dimos con un ecléctico
archivo que incluía parte de la historia de la FCE, la mencionada Cocina Centralizada y
el llamado Centro de Prestaciones Pedagógicas, integrante también de la Federación.
33 En pocas oportunidades el encuentro de fuentes documentales resulta fortuito, no
obstante sucede, y este es el caso. Entre aquellos armarios destartalados reparamos en
una pequeña caja de cartón etiquetada con el nombre “Vigil”. Esta contenía
documentación institucional ya dada por perdida. Inmediatamente se hicieron
gestiones para conservar o reproducir estas fuentes. No obstante los breves días que
demandaron estos trámites, al ingresar nuevamente al edificio se nos informó que “ya
habían sido cargados cuatro camiones de papeles y basura para su destrucción”. Gran
cantidad de documentos primarios referidos a Biblioteca Vigil fueron parte de aquel
desecho continuando la marcha de una historia de censuras, depuraciones y quemas,
aunque ahora víctima de la ignorancia y la desidia.
34 Solo la caja “Vigil” (separada durante la primera visita) quedó a resguardo.
Contexto de
Secretaría (Correspondencias); Departamento de Bonos (Interior y Delegaciones)
origen
Tiempo de
Marzo-junio 2010. Visitas semanales.
exploración
35 Dos aspectos caben destacarse de las fuentes “rescatadas”. Por un lado, se constataron
obras benéficas de la entidad en diferentes puntos del país, manifiesto en decenas de
cartas escritas por docentes y directivos de escuelas ubicadas en pequeñas y lejanas
localidades del país; principalmente, son muestras de agradecimiento fraterno por
libros donados y/o ayuda monetaria. En una mirada más amplia, también permitieron
constatar los modos de funcionamiento institucional en cuanto al tejido de relaciones
comunitarias por fuera de su radio local y provincial, coincidiendo en este sentido con
las descripciones que dejaran las entrevistas realizadas.
36 Otras fuentes desnudaron empíricamente un problema harto evidenciado en los
testimonios de los ex directivos de la entidad: la ardua tramitación político-burocrática
para obtener la eximición de impuestos sobre las emblemáticas rifas. Específicamente,
se dio con un conjunto de epístolas que evidenciarían unas prácticas lobistas a favor de
la organización, operada por altos y reconocidos funcionarios militares (provinciales y
nacionales) durante los años 1968-1969; por ejemplo:
39 Como se dijo, el pedagogo Mario López Dabat fue convocado por la CD en 1970 para
organizar el Departamento de Educación. Previendo los destinos biblioclastas y
persecutorios que podía correr la documentación obrante (legajos de docentes,
alumnos, empleados, etc.), y como efectivamente sucedió en el caso de la Biblioteca
Central26, López Dabat puso a resguardo parte de ese archivo sacándolo de la
institución.
40 Muchos años después de su fallecimiento (1981), la familia López Dabat decidió donar
su prolífica biblioteca personal a diferentes instituciones de la ciudad de Rosario. Así,
toda la bibliografía de orden pedagógico fue llevada a la Escuela de Ciencias de la
Educación de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR) a finales del año 2008. Allí
comenzó entonces nuestra búsqueda.
Tiempo de
Abril, mayo, junio y julio de 2010.
exploración
41 Las fuentes “exiladas” resultaron inestimables para ahondar en las tramas político-
educativas y didáctico-curriculares harto promocionadas desde la memoria de los
tendencias que amanecían desde la psicogénesis, las últimas oleadas del escolanovismo,
las lecciones freireanas27o la tensión de comulgar con las teorías reproductivistas en el
plano de la superestructura y, no obstante, apostar por la transformación social en la
topología escolar. Ello fue vehiculizado en las sienes y en la piel de las trayectorias y
perspectivas de algunos docentes y directivos, que vieron/creyeron/sintieron allí un
lugar “diferente” y posible para ponerlas en acción. Sin embargo, las fuentes orales y
más aún documentales analizadas habilitan señalar estas influencias en un rango
secundario. Así, el progresismo pedagógico se significó como igualdad de rigurosidad
cognitiva sin subestimaciones confundidas en un significante infértil de “lo
alternativo”. Lo alternativo fue comprendido como inédito material complementario,
parasistemático y supletorio no rupturista. Exponer lo representado-supletorio por
sobre lo nodal-documentado habla antes bien de una incomodidad epistemológica y
disciplinaria.
Tiempo de
Visitas esporádicas años 2009-2011. Total: 8
exploración
Imagen Nº 3. “Antecedentes” del Prof. Edgardo Ossanna. Ficha Fondo Dirección de Informaciones.
Caja 493. Legajo 1. Archivo Provincial de la Memoria, Santa Fe.
49 Con ello, si las fuentes detalladas del expediente judicial y los balances contables
ubicados en el archivo personal de Rubén Naranjo refutan la inevitable aplicación de
una quiebra patrimonial, estos documentos clandestinos abonan la hipótesis de una
intervención política-ideológica largamente pergeñada.
rigor, la docente expresó que desconocía el devenir del material solicitado, si acaso aún
existía, e interpuso una condición a nuestro pedido: “Que sea para contar la verdad, lo
que realmente pasó”... aún reflexionamos sobre el sentido preciso de su demanda.
53 Las fuentes documentales primarias emergieron en distintos ámbitos de la escuela: en
armarios olvidados pero ubicados en la oficina de Dirección; en un cuarto en desuso del
2º piso y, de forma mayoritaria, en un depósito del 6º piso. Ciertamente, el volumen y
calidad del archivo escolar, permitió recortar el objeto de estudio en el Instituto
Secundario para un análisis topográfico del proceso intervencionista. En suma:
Contenido 2º piso
Bibliorato “Supervisiones años 1981 al 1984”: contiene 23 actas y 32 notas de supervisores del
Sistema Nacional de Enseñanza Privada (SNEP).
Bibliorato “1979 / 1987 Disposiciones – Ley Reg. Incomp.”: decretos, resoluciones, reglamentos,
disposiciones, notas e instrucciones del Poder Ejecutivo provincial y SNEP. Total documentos: 20.
Cuaderno de Actas de los departamentos: Lengua y Literatura (1981-1983), total 23 actas; Estética y
Plástica (1981-1982), total: 9 actas; Ciencias Sociales: Geografía, Historia, Instrucción Cívica,
Formación Moral y Cívica (1981-1983), total actas: 22; Ciencias Jurídicas: Derechos y Contabilidad
(1981-1983), total actas: 22;Idiomas Extranjeros: Inglés y Francés (1981-1983), total actas: 28.
Bibliorato “PE año 1982”: asignación de cargos 1982; movimientos y nómina del personal; notas
intrainstitucionales; planillas de iniciación de clases, horarios del personal, distribución horaria
semanal, horas cátedras; plan decreto 4839/80 (Ciclo Básico Único); plan decreto nº 6680/56 (Perito
Mercantil); Plan decreto 2855/81 (Bachiller Modalizado con Especialidad / Terminalidad) plan
decreto 2855/81; plan decreto nº 0363/80 (Bachillerato con Orientación Docente). Total
documentos: 112.
Bibliorato s/n: circulares, decretos y disposiciones años salteados (1979; 1981; 1983). Total: 30.
6º piso
Legajos docentes (ficha del personal, hoja de concepto con calificación numérica según “general,
profesional y técnica” y “laboriosidad y espíritu de colaboración”; notas de “llamados de atención”
del rector del instituto; currículum presentado por el aspirante; certificado de estudios; certificado
médico; ley 20.515 Declaración Jurada; régimen de incompatibilidades; informes de observaciones
de clase; disposiciones por renuncia/despido, licencias, designación de horas; informes
institucionales; solicitud de licencia.
54 Cabe mencionar que cada documento “hallado” resultó una verdadera sorpresa para los
presentes. En tanto el nuevo equipo directivo expresó, simultáneamente, estupor y
alegría, los administrativos con más años en sus cargos explicitaron no saber que “eso
estaba allí”. Efectivamente, a pocos metros de sus escritorios, pudo darse con un libro
de Actas titulado “Comisión Cooperadora 1977-1980”. En una rápida lectura, se
destacaban los nombres de probados genocidas y colaboradores civiles que actuaron
durante la intervención de la escuela, tal y como lo habían testimoniado las fuentes
orales.
55 Uno de los documentos más impactantes fue ubicado en el depósito del 6to piso del
edificio; una verdadera montaña de papeles desordenados en pésimo estado de
preservación que solo dejó espacio para el ejercicio de un “justiciero ordenamiento”
(Nazar, 2006/2007, p. 214)31.
Imagen Nº 4: Parte del Archivo Escuela Secundaria (6to. Piso) año 2008.
Imagen Nº 5: Parte del Archivo Escuela Secundaria (6to. Piso). La imagen corresponde al año 2011
tras el traslado desde salón inundado.
56 Bajo esta lógica dimos con el legajo de la exalumna Celia M. Díaz (DNI 13.692.029) quien
a la fecha se encuentra desaparecida. Entre sus folios se destacan dos notas:
57 Cabe destacar que el tecnicismo utilizado por la directora y religiosa franciscana Luisa
Kainer32 en funciones desde mayo de 1983, opera negando todo el escenario donde
efectivamente sí pueden ubicarse y suministrarse los datos requeridos por el juez en
cuanto a “integración grupal” y/o “relaciones interpersonales”, y a modo de
reconstrucción del cotidiano escolar de la víctima. De forma más grave, la directora
falsea la imposibilidad de dar con actores institucionales contemporáneos a los años
escolares de la alumna Díaz y para la fecha asentada. Siguiendo el documento
denominado “Nómina de personal elevado a supervisión Zona 1 con fecha toma de
posesión”, se constata la presencia de al menos siete docentes y una preceptora en
condiciones de brindar mayores datos al juez. Quizá cabe aquí considerar la perspectiva
de Luisa Kainer en aquellos años dictatoriales expresada en una disertación que diera
en la Escuela Normal Superior “Rafael Obligado” (San Nicolás, Buenos Aires) el día 26 de
mayo de 1976, documento que, curiosamente, se halla en su propio legajo docente; a
saber:
“¡1976! Año de múltiples facetas y acontecimientos para el pueblo argentino; año en
que está vivenciando fuertemente principios claves para la vida nacional […] Será
año de reflexión para aportar orientaciones, evocación de virtudes profundamente
humanas con dimensión trascendente, nunca tan oportunas, como hoy, para
recordarlas y hacerlas carne en la vida diaria.”
58 Por fuera de los posicionamientos individuales o sectoriales, se interpreta que, si hasta
aquí la supervivencia del archivo de la escuela media colmado de documentación clave
pre y post intervención institucional podía atribuirse a la mera lógica burocrática
escolar, las notas destacadas también avanzan y admiten otras interpretaciones
cercanas al orden de la impunidad.
Reflexiones finales
59 En muy pocas oportunidades podemos atisbar escenas y escenarios desde los cuales se
reconocen, encuentran y construyen las fuentes documentales de una investigación
académica. Existe cierto pacto implícito en lo que refiere al abordaje y tratamiento
metodológico de las fuentes orales que ciertamente deja fuera a los documentos
escritos. Vale decir, en tanto la recuperación de las voces del pasado(y más aún de los
pasados traumáticos) interferidas desde el presente, o “función preformativa” de la
memoria (Vezzetti,1998), despiertan múltiples ansiedades disciplinarias, por su parte,
los acervos impresos y “palpables” suelen presentarse como un apéndice detallado que
invisibiliza las condiciones en las que se cuecen los datos más significativos del proceso
de indagación. Así, circunstancias clave para la producción del conocimiento son
transmitidas de forma dispersa e informal; quizás, en una charla íntima entre
conferencista y oyentes, mediante discusiones de pasillo o intercambios de “buena fe”
entre colegas.
60 No por ello se ha pretendido proponer una disminución de la rigurosidad que requiere
la historia oral y adosar un anecdotario a cada documento. Tampoco se buscó ingresar
al complejo debate de las tensiones historiográficas entre unas y otras fuentes, sino
reflexionar sobre los resabios positivistas que rodean la asimetría expuesta; si se
prefiere, repensar los acervos en tanto “objeto de análisis no desmembrado de la
indagación” (Da Silva Catela, 2002, p. 217).
61 Respecto del caso analizado, dicha articulación comenzó a tejerse acoplada al dato de
partida ya señalado: el imaginario popular (pero también el supuesto académico) sobre
la destrucción de gran parte de las pruebas de institucionalidad, sino acaso todas. Si por
el contrario, a poco de andar en la búsqueda “estéril”, se tropezó con significativos
archivos que propiciaron fértiles avances para una mejor compresión de la
organización antes, durante y después de la intervención cívico-militar, dos efectos
tomaron su lugar.
62 El primero fue de orden epistemológico e interno al proceso de investigación; a saber:
al tiempo que las fuentes fueron identificadas, se disparó la falsa idea de un “hallazgo”
accidental y afortunado que en rigor enmascara cierta creencia topológica de verdad/
realidad histórica. En otras palabras, “ir hacia” los archivos, permanecer, hurgar y
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NOTAS
1. Se decidió el recorte de tres grupos institucionales: ex miembros de Comisión Directiva de
Biblioteca Vigil, ex docentes y directivos del Instituto Secundario y ex alumnos. Respecto de los
dos últimos, se ponderó una selección que atendiera a unas memorias vividas y atravesadas por
las etapas pre y post intervencionistas. Lo dicho se instrumentó por vía de entrevistas en
profundidad del tipo semiestructuradas realizadas durante los años 2009-2011. Asimismo se
efectivizaron otras breves de carácter informal a otros actores institucionales no previstos en el
plan original, en razón de la emergencia de datos específicos que resultaron de los testimonios
recabados u otras fuentes documentales. En cuanto a las fuentes documentales secundarias, se
siguieron publicaciones periodísticas (diarios La Capital y Democracia de Rosario y El litoral de
Santa Fe. Período 1963-1987) y fuentes audiovisuales; a saber: E. Córdoba (1991) La Vigil. Rosario
(s/d). G. Dozo (2005) Los hombres de buena voluntad. La historia de la Vigil, 4AD Comunicaciones,
Santa Fe. M. Maseroni y M. Lapenna (2005) Rubén Naranjo, tras las huellas de un humanista. Rosario
(s/d) De Grupo "Socios Activos de la Biblioteca Vigil" (2008) Interpelación a Pangia; disponible en
http://sociosactivosvigil.blogspot.com. N. Font (2010) Existimos: por la recuperación de la Vigil.
Concurso “Programa estimulo a la producción audiovisual del Ministerio de Innovación y Cultura
de la Provincia de Santa Fe. Disponible en http://vimeo.com/1190298. Véase reseña tesis García
(2013).
2. Las primeras referencias escritas sobre la historia de “la Vigil” se registran en los trabajos de
dos actores institucionales: Naranjo (1991) y Frutos (1997). Esta bibliografía operó en tres
dimensiones para la investigación: en términos formales resultan antecedentes del problema de
indagación; por otro lado, se la incorpora a modo de fuentes secundarias; y en términos
conceptuales, se la comprende como parte nodal de la novela institucional, no solo en rigor de su
escritura testimonial sino por constatarse una saturada reproducción del relato en ulteriores
publicaciones académicas y prácticas de divulgación en general. Respecto del campo académico,
las publicaciones pueden agruparse entre aquellas que contienen referencias breves y puntuales
y otras que abordan un recorte temporal y/o espacial de la entidad, a modo de unidad de análisis
y en virtud de unas averiguaciones particulares. En el primer grupo se registran los trabajos:
Ossanna y AA.VV. (1997), Fernández y Armida (2000), Águila (2000) y Viano (2000) y el trabajo del
bibliotecario Báez (2005). En el segundo grupo, se destaca el libro del historiador rosarino Malla
(2006), cuyo estudio está centrado en el surgimiento y primeros años institucionales. En el otro
extremo temporal, se halla la investigación sociológica de Tavella (2007) y los trabajos de García
(2008; 2012). En un recorte sobre las escuelas fundadas por la entidad y siguiendo el examen de
sus características curriculares, didácticas, socioculturales y de su cultura material en general, se
ubican los artículos de Alderete (2010) y García (2011). Ajustado a un estudio de las políticas
educativas y la biblioclastía perpetrada durante el período dictatorial, pueden citarse, por un
lado, el capítulo escrito por Naranjo y Frutos (2006) en “El genocidio blanco. La Editorial
Biblioteca, Vigil, Rosario” (Tomo III Dictadura y Educación. Los textos escolares en la historia argentina
reciente, dirigida por Kaufmann), que aquí sí debe diferenciarse de sus respectivas publicaciones
anteriores en tanto su densa trama descriptiva se sostiene desde una problematización y análisis
histórico más amplio. Por el otro, la 2da. Edición del libro Paternalismos Pedagógicos (1999 [2007])
de Kaufmann y Doval, cuyo último capítulo a cargo de Kaufmann, “Los libros, la Dictadura
argentina y el después”, reedita las características depuradoras. Finalmente, y en el marco de un
análisis del impacto del régimen dictatorial sobre el campo cultural en la ciudad de Rosario y
zona de influencia, el historiador Cerruti (2010) incluye en líneas generales el devenir de la
Biblioteca Vigil apelando fundamentalmente a los textos de Naranjo (1991) y Frutos (1997).
3. La Universidad Popular comenzó a funcionar en 1964 con diversos cursos de capacitación que
finalmente se organizaron en un formato escolar asistémico: Escuela de artes visuales; Escuela de
música; Escuela de Astronomía; Escuela de teatro; Expresión creadora infantil; Ajedrez; Idiomas;
Mecanografía, Educación física, entre otros. La Caja de Ayuda Mutua (1967) se crea para el
otorgamiento de créditos (personales y para vivienda) a sus asociados. De sus utilidades
dependían el Centro Materno Infantil para la atención gratuita durante embarazo, parto y
puerperio, y la Guardería que recibía a los hijos de los empleados desde los 90 días de nacidos. La
Biblioteca Central fue inaugurada en 1963. Su calidad, caudal bibliográfico y servicio bibliotecario
representó uno de sus mayores logros. Por su parte, el Museo de Ciencias Naturales era una espacio
integrado al Departamento homónimo en vigencia desde 1964 abarcando funciones de
investigación a cargo del personal especializado (taxidermistas) y pedagógicas en tanto espacio
didáctico para los alumnos de la institución y escuelas de la ciudad y la región. Lo anterior se
aplica también al Observatorio astronómico y su imponente lente de telescopio adquirida en la
afamada óptica Zeiss de Alemania; se realizaban allí inéditas prácticas de formación e
investigación científica y divulgación popular de la Astronomía. Respecto de la Editorial Biblioteca,
cabe sintetizarla como una experiencia sin par en el interior del país que abrió sus puertas en
1966. En 10 años se publicaron más de 90 títulos con una tirada superior a los 2.000.000 de
ejemplares, de los cuales un 1.200.000 se destinó a donaciones a bibliotecas y a los adquirientes de
las rifas. Este emprendimiento y sus particulares políticas editoriales descentralizó la producción
de libros baratos a favor de la publicación de noveles y autores consagrados del interior del país.
Finalmente, el Centro recreativo social y deportivo refiere a un predio de 23 hectáreas sobre el río
Paraná adquirido a finales de la década del 60; una obra en verdad faraónica enteramente
construida por el Departamento construcciones de la entidad y sus Talleres productivos (herrería,
carpintería, automotores, servicios) que abrió la barranca hacia el río por una calle que bajaba a
la playa de 400 metros de extensión, al tiempo que fue elevada unos 3,50 metros para escapar a
las periódicas crecientes del Paraná.
4. Por un lado, los bonos tuvieron desde entonces una duración de 24 meses o cuotas,
posibilitando la previsión presupuestaria para el año en curso y el subsiguiente. Por el otro, y de
forma más decisiva, estos comenzaron a venderse en las provincias de San Juan, Mendoza,
Córdoba, Entre Ríos, Salta, Buenos Aires, Tucumán, Jujuy y, por supuesto, en la provincia de Santa
Fe. Estas modificaciones dieron sus frutos en la recaudación del 11º Bono del año 1966: la cifra
trepó de los 35.000 a los 90.000 bonos vendidos.
5. Entendido aquí como una complejización teórica, histórica, política, jurídica y sociocultural del
genocidio per se y en los términos clásicos definidos por Artículo 2º Convención para la
Prevención y la Sanción del Genocidio. III Asamblea General de las Naciones Unidas (1948): “[…]
cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo
nacional, étnico, racial o religioso como tal; estos actos comprenden la matanza de miembros del
grupo, lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, sometimiento
intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física,
total o parcial, medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo, traslado por la
fuerza de niños del grupo a otro grupo”. Por un lado, tal complejización se anuda a las
consideraciones aportadas por Feierstein (2007) quien conceptualiza al genocidio como una
práctica social integral y compleja centrado en la “construcción, destrucción y reconstrucción de
las relaciones sociales” (p. 101). Interesa su perspectiva por cuanto busca desbordar los
exterminios exclusivamente físicos y psíquicos para considerar los blancos histórico-sociales, y
agregamos, con epicentro en las construcciones culturales-populares evidentes en el caso. Sin
normativa que aún encuadre estos debates (sustancialmente en el campo jurídico), la definición
más acabada sobre genocidio cultural resulta del “Informe sobre la prevención y sanción del
crimen de genocidio” redactado en 1985 por Benjamin Whitaker, relator especial designado por
la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías, subórgano de las
Naciones Unidas; a saber:“[…] todo acto premeditado cometido con la intención de destruir el
idioma, la religión o la cultura de un grupo nacional, racial o religioso por razón del origen
nacional o racial o de las creencias religiosas de sus miembros, actos tales como: 1) la prohibición
de emplear el idioma del grupo en las relaciones cotidianas o en las escuelas o la prohibición de
imprimir o de difundir publicaciones redactadas en el idioma del grupo; 2) la destrucción de las
bibliotecas, los museos, las escuelas, los monumentos históricos, los lugares de culto u otras
instituciones y de los objetos culturales del grupo o la prohibición de usarlos”.
6. Aquella noche secuestraron a: Francisco Routaboul (síndico), Renato Perrota (revisor de
cuentas), Platón Duri (síndico), Augusto Duri (presidente de CD), Omar Pérez Cantón (revisor de
cuentas), Alberto Pedrido (tesorero), Raúl Frutos (vicepresidente y bibliotecario mayor) y
Domingo De Nichilo (revisor de cuentas). El grupo fue traslado al Servicio de Informaciones
ubicado en la Jefatura de Policía de Rosario donde funcionó el Centro Clandestino de Detención y
Tortura “El Pozo”. Permanecieron en carácter de desaparecidos durante noventa días
aproximadamente. A posteriori fueron declarados como detenidos del Poder Ejecutivo Nacional,
siendo finalmente liberados el 24 de diciembre de 1977 sin imputación de delito alguno.
7. Infra apartado “El Expediente Judicial: una confesión de partes”.
8. Los directores de curso fueron implementados desde el año 1970 en el Instituto Secundario.
Eran profesores con formación terciaria y universitaria dedicados a acompañar pedagógicamente
a los alumnos en su tarea cotidiana estimulando la comprensión de los contenidos y bajo una alta
consideración de sus historias de vida. Durante el ciclo básico que se extendía hasta el 3er año, se
propiciaban herramientas estratégicas de aprendizaje mediante un espacio curricular
denominado “Estudio dirigido”. En el ciclo superior, la propuesta se orientaba a brindar una
“Orientación emocional”. Estos programas buscaban configurar un espacio específico para la
discusión grupal, el debate e intercambio de opiniones respecto de asuntos institucionales,
disciplinarios o del interés de los alumnos.
9. En referencia al denominado movimiento Escuela Nueva gestado por reconocidos educadores y
pensadores europeos (Tolstoi, Decroly, Freinet, Pestalozzi, Fröbel, Montessori) y de Estados
Unidos (E.E.UU.) (Dewey) con marcada influencia en Argentina durante las décadas del 20 y 30. La
vasta bibliografía dedicada a su heterogéneo y desigual impacto, coincide en señalarla como una
renovación del pensamiento pedagógico que no logró ir más allá de diversas y aisladas
experiencias; esto es, sin articularse en una alternativa al sistema reglado y normativizado de
neto corte positivista. Durante la década del 60 y 70, aspectos clave de su propuesta general
(centros de interés del alumno; atención a las etapas de desarrollo; docente como auxiliar del
aprendizaje; relación democrática intra-áulica; trabajo grupal y cooperativo; ponderación de los
conocimientos socialmente significativos; articulación de la vida cotidiana por sobre el
de Buenos Aires. Sobre el particular, la autora sintetiza “también hubo docentes que aceptaron
actuar el rol de ‘interventores’ del establecimiento adonde trabajaban y avalar —por acción u
omisión— la expulsión de colegas con los que compartían el mismo espacio escolar” (p. 51). En el
caso de la Biblioteca Vigil, y en términos generales, se dio una coyuntura diferente sin dudas
relacionada con la historia e identidad institucional; como se dijo, el cuerpo docente se vio
diezmado entre persecuciones ideológicas y terror amenazante, al tiempo que un grupo
minoritario permaneció en sus funciones tras la intervención. Precisamente, la permanencia en
su lugar de trabajo fue significada en su contexto como un acto de “resistencia” solapada a los
efectos de “cuidar” a la escuela y más aún a sus alumnos.
20. Surge el día 11 de marzo de 2004 conformada por ex dirigentes, ex empleados, ex docentes, ex
alumnos y vecinos de la emblemática biblioteca, con los siguientes objetivos: restitución de la
personería jurídica a sus legítimos dueños; restitución de los bienes muebles e inmuebles;
investigación de todo lo actuado durante la liquidación; determinación de las responsabilidades
de los interventores civiles y militares.
21. La denuncia realizada por la Asamblea de Socios de Biblioteca Vigil en el año 2004, fue
dirigida al interventor-liquidador Dr. Emilio Echen y contador Jorge Menegozzi “por
irregularidades observadas en la tramitación de la causa de referencia por presunta comisión del
Delito contemplado en el Art. 173 inc. 7” del Código Penal. Ambos renunciaron a sus funciones.
Desde entonces el proceso fue controlado por un nuevo interventor enviado desde el Instituto
Nacional de Asociativismo y Economía social (I.N.A.E.S.) y la parte denunciante.
22. Tras poco más de tres décadas intervencionistas, en noviembre de 2008 se dicta la resolución
Nº 2.430 firmada por el Directorio del I.N.A.E.S., ex I.N.A.M. disponiendo la conclusión del proceso
liquidatorio. Sobre el particular, véase García (2012).
23. En una evidente continuidad histórica, y más aún desde mediados de los 80, el barrio
“Tablada” ocupa un espacio predilecto en la sección “policiales” de los diarios locales bajo rojos
titulares que repiten “delincuencia”, “droga”, “menores” e “inseguridad”. Solo la experiencia de
“la Vigil” materializó largas editoriales periodísticas en la sección “Cultura y sociedad”.
24. “Inauguraron El Complejo Pedro De Vega”, diario La Capital, Rosario, 13/9/81.
25. En entrevista realizada el día 02 de octubre de 2009, el ex tesorero Tomás Pedrido, nos
comenta: “Rubén se fue, lo fueron a buscar encapuchados, lo hubieran matado”. La ex docente y
artista Liliana Herrero amplía en su testimonio: “Nosotros estábamos en casa durmiendo y tocan
el timbre. Era Rubén Naranjo con una de sus hijas […] Nos levantamos y Rubén nos dice que la
policía estaba levantando a toda la Comisión Directiva de ‘la Vigil’. Bueno, ahí nos dice que él se
va a esconder. No preguntamos en qué lugar; no era conveniente saber. Luego por supuesto
supimos que amigos lo habían escondido en Rosario y luego, evitando los piquetes policiales en la
ruta 9, se había ido a Buenos Aires”. En entrevista realizada en junio 2011.
26. Alcides Ibarra se interesó especialmente por la mecánica de préstamos y consultas del acervo
bibliográfico solicitando información sobre la masa de lectores, a los claros efectos de rastrear y
relacionar centenares de nombres y domicilios de los usuarios con literatura considerada
subversiva.
27. En relación a la influyente obra del pedagogo brasileño Paulo Freire durante los primeros
años de la década del 70.
28. Diario Rosario/12, Rosario, Junio 12.
29. Antes de su fallecimiento en el año 2010, realizamos una larga entrevista con el profesor
Edgardo Ossanna y le acercamos la documentación mencionada previa autorización para la
búsqueda y publicación de datos. Sorprendido y conmovido nos comentó cuán insospechado le
resultaba todo ello. Aun cuando sufrió la cesantía en otros establecimientos escolares, no imaginó
que sobre él se realizaran tareas de inteligencia desde el año 1970, según puede leerse en la ficha
en cuestión.
30. “Cuaderno de comunicación de novedades mensuales del personal interino (1981/1982)”.
31. Para la mencionada especialista, reordenar una archivalía equivale a restituirle su orden
original siguiendo la lógica de su propia producción. Denomina “justiciero ordenamiento” a la
práctica habitual de hacerlo en virtud de nuestras orientaciones políticas y en perjuicio de los
fondos documentales. Desde ya, Nazar establece antes la diferencia entre “trabajar” e
“investigar” en un archivo. Precisamente, nuestra tarea solo se limitó a lo segundo; no obstante,
la forma de apropiarnos de estas fuentes remite a su concepto y advertencia.
32. Miembro de la Congregación de las Hermanas Franciscanas Terciarias Misioneras.
Ciertamente, este dato, aunque accesorio al análisis en cuestión, no resulta menor en la historia
de la institución en general, por cuanto las relaciones entre la Iglesia católica argentina y
Biblioteca Vigil fueron crecientemente tensas; en particular, desde la llegada de Monseñor
Guillermo Bolatti como Obispo de la ciudad de Rosario (1963) y profundizándose en los primeros
años de la década del 70 en oportunidad de tramitar ante la Superintendencia Nacional y
Provincial de Enseñanza Privada los planes de estudio, habilitaciones edilicias y pedidos de
subsidios económicos para las escuelas formales de “Vigil”. Siguiendo los testimonios de
dirigentes y directivos escolares, el poder lobista del Consejo Superior de Educación Católica
(CONSUDEC) como expresión de un potente conservadurismo pedagógico, produjo graves
obstáculos y trabas burocráticas, al tiempo que, desde los púlpitos locales, se condenaba a la
organización por su férreo laicismo sembrando sospechas de una “infiltración comunista”. En
suma, la presencia de directivos y docentes afines o miembros del clero católico en el “converso”
Complejo Pedro de Vega (según se sigue en los legajos de docentes ingresantes desde la
intervención), habilitan inferir una intervención de la moral católica largamente temida por los
dirigentes de “la Vigil”.
RESÚMENES
En 1977 se produce la intervención cívico-militar sobre la Biblioteca Popular “Constancio C.
Vigil” de Rosario. En el marco de una investigación académica (2007-2012), se encontraron
inéditas fuentes documentales primarias que permitieron profundizar, tensionar y/o producir
nuevos conocimientos sobre el caso inscripto en la historia reciente de la educación argentina. El
componente novedoso del corpus se anuda a la potente representación de un desierto
documental producto de la férrea intervención dictatorial. En este artículo se presentan los
acervos aludidos detallando sus principales características; espacios de producción histórica;
localización; tiempo de recolección; contenidos y efectos metodológicos. Igualmente, se
profundiza en las circunstancias de cada encuentro y particularidades de su acceso,
seleccionando específicas fuentes que evidenciaron rupturas y continuidades en una dimensión
disciplinaria micro y macro. Finalmente, señalamos los interrogantes a los que se dará respuesta
y que surcan con sentido la trama descriptiva del artículo: ¿Por qué —aparentemente— el caso se
mueve desde el silencio documental a la proliferación de fuentes escritas? Dicha emergencia
¿responde solo a un tiempo sociopolítico favorable a una revitalización de las memorias y/o
estudios sobre el pasado reciente?
In 1977 there was a civil-military intervention on the Popular Library “Constancio C. Vigil”
(Rosario, Argentina). As part of an academic research (2007-2012), we found unpublished primary
source documents that made possible the production of new knowledge about the case registered
in the recent history of education. The new component of the corpus becomes meaningful as
contrasted with the supposed documentary void during the dictatorship. This article presents
these collections specifying its main features; spaces of historical production; location; time of
collection; content and methodological effects. It also delves into the circumstances of each
finding and particularities of their access, selecting those sources that evidenced interruptions
and continuities in the different dimensions of the discipline (macro and micro). Finally, we
define the questions that will be answered and which give sense to the article: Why—apparently
—the case moves from the void into the proliferation of written sources? Does such emergence
respond only to a sociopolitical time that favors the refreshment of memories and/or studies of
the recent past?
ÍNDICE
Keywords: Archives, memories, civil-military institutional intervention, history of education
Palabras claves: Archivos, memorias, dictadura cívico-militar, intervención institucional,
historia de la educación
AUTOR
NATALIA GARCÍA
Instituto de Investigaciones. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario.
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
Registros
NOTE DE L’ÉDITEUR
Fecha de recepción del original: 14/07/2013
Fecha de aceptación para publicación: 11/09/2013
regulaba su duración y tipo de trabajo a través de una normativa estatal propia del
período toledano” (Palomeque, 2000, pp. 114-115).
9 Ahora bien, si Abreu normativizó como forma permitida —aunque regulada— el
servicio personal, es decir la renta en trabajo como beneficio principal de las
encomiendas de la región, cabe preguntarse qué aspectos reguló y cuál era el proyecto
del gobernador Abreu para el Tucumán.5 En las ordenanzas hay indicios de ello:
“queriendo remediar algunas deshordenes e malos tratamientos que algunos
encomenderos les han hecho e que se aprovechasen de los dichos naturales con mas
moderacion y que a ellos se les pudiese dar doctrina conbiniente yo hize e mande a
pregonar cierta tasa e moderacion de la orden que de aqui en adelante se avia de tener
en el aprovechamiento y servicio personal que los dichos naturales avian de dar a sus
encomenderos” (En Levillier, 1920, p. 32, el resaltado me pertenece).
10 Entonces, la intervención del Estado colonial y la moderación en el aprovechamiento y
servicio personal están dadas dentro del mismo sistema de entrega de tiempo de
trabajo y no en el esquema de una tasación monetizada o en productos. Si bien esto ya
ha sido remarcado por Lorandi y Palomeque, estimamos importante revisar algunas
cuestiones nuevamente para comprender el período de transición entre estas
ordenanzas y el nuevo orden normado por las ordenanzas de Alfaro de 1612, período
que coincide, en sus últimos años con la gestión del gobernador Alonso de Ribera.
11 La “moderación” de Abreu intentaba operar como regulación de los tiempos y
cantidades de trabajo entregadas al sector privado encomendero, e incluso al no
encomendero a través de la mita. Es decir, intentaba establecer y sancionar las reglas y
límites del sistema de explotación pero sin cuestionarlo.
12 Las Ordenanzas de 1576 establecen una diferenciación de los “tiempos de trabajo” de
los indios encomendados, volviendo sinónimos “indios de tasa” e “indios de trabajo” en
un marco en el que la territorialidad indígena aún no ha sido separada de la española y
el mismo pueblo de indios de la encomienda es el espacio principal de las actividades
productivas de los vecinos feudatarios.
13 En primer lugar, establece el “tiempo de mita” regulando el tiempo máximo permitido
para la mita en las casas y chacras de los encomenderos (y en parte no encomenderos)
en las ciudades, al cual estaban destinados el 1/10 de hombres de 15-50 años (Ord.8, en
Levillier, 1920, p. 35). En segundo lugar, regula específicamente el “tiempo de los
encomenderos” es decir, el tiempo de trabajo de los indios del repartimiento en las
empresas productivas que tienen como base el pueblo de indios, en cual están
ocupados:
- 9/10 de los hombres restantes de 15-50 años mientras no cumplían con la mita, debían
trabajar en el “tiempo del encomendero” por mitades en turnos semanales:
“se puedan servir los dichos encomenderos en los dichos sus pueblos de su encomienda en
sus haziendas e grangerias de la mitad de todos ellos una semana y de la otra mitad
que quedaren la otra semana siguiente para que quando los unos travajaren en el
beneficio y grangerias de su encomendero los de la otra mitad entiendan en sus propias
haziendas de los dichos naturales” (Ord.9, en Levillier, 1920, p. 35, el resaltado me
pertenece).
- las mujeres de 15-50 años debían trabajar en hilado durante 4 días a la semana:
“obligadas a servir a su encomendero en los dichos pueblos de su encomienda por todo el año
quatro dias en la semana desde el lunes hasta el jueves en la noche ecepto los meses
de diziembre y henero porque el biernes y el savado de cada semana y los dichos
dos meses an de olgar y travajar para si en sus propias haziendas” (Ord.10. Ver
también Ord.11, en Levillier, 1920, p. 36, el resaltado me pertenece).
- los muchachos de 10-15 años, que no mitaban pero sí trabajaban en los pueblos:
“al dicho su encomendero los quatro dias de la semana que an de servir las dichas
yndias en hazer calcetas, coxer grana, pez y algodon y otras cossas de poco travajo y
pesso todo el año continuamente y los biernes y sabados y meses de diziembre y
henero travajen en lo que a sus padres e a ellos conviniere”. (Ord.12, en Levillier,
1920, p. 36).
- las viejas de 50-55 y los viejos de 50-70 que no mitaban pero sí trabajaban en los
pueblos:
“al dicho su encomendero en guarda de algodonales chacaras de trigo maiz cevadas
y otras heredades y guarda de cabras y ovejas y las viejas desde hedad de cinquenta
años hasta cinquenta y cinco en hacer lossa y esteras y tener y criar aves” (Ord.13,
en Levillier, 1920, p. 37).
14 Finalmente, estipula el tiempo de trabajo mínimo que debe dejarse libre para la
reproducción de la familia indígena, una escasa diferencia y resto que queda del
“tiempo de mita” y del “tiempo del encomendero” que se define como “tiempo de los
indios”, durante el cual se ocupan por turnos la mitad del pueblo que no está
trabajando para el encomendero; los viernes y sábados de las mujeres, niños y viejos; y
el “tiempo de la algarroba” que ocupa los meses de diciembre y enero, pero que en
parte se entiende también como tiempo para el encomendero (Ord.16, en Levillier,
1920, pp. 37-38).6
15 En este marco, quedaban reservados formalmente los caciques y sus familias, los
menores de 10 años, los viejos mayores de 70 y las viejas mayores de 55 mientras todo el
pueblo de indios y su producción quedaba bajo el control de un agente asalariado del
encomendero: el poblero. Tal como ya ha sido señalado, en el Tucumán se legalizaba
una situación similar a la del Perú previa a La Gasca, por la cual “cada encomendero
explotaba sus indios en una forma y con una intensidad regulada por su voluntad y
capacidad para imponerla” (Palomeque, 2000, p. 113).
16 Los encomenderos administraban y ponían en marcha su repartimiento como empresa
productiva, gracias a la presencia directa en los pueblos de indios de un agente
contratado para tal fin: el administrador, poblero, sayapaya o mayordomo, quien
atendía la encomienda durante la ausencia del encomendero, lo que en realidad era la
práctica habitual. Esta relación intermediada entre encomendados y encomendero,
colocó a los pobleros en un lugar central en el funcionamiento de la encomienda, sobre
todo por el hecho de que esta institución se complejizó y desbordó ampliamente su
marco jurídico, transformándose en la base de las empresas económicas que
prosperaron y enriquecieron ampliamente al sector de los vecinos feudatarios, jugando
estos personajes un papel central en la explotación del trabajo indígena (Mayo, 1978).
17 Los abusos cometidos por estos agentes fueron recurrentes y contamos con numerosos
documentos que referencian los malos tratos y excesos sobre los indígenas. No es casual
que en 1612, las Ordenanzas del oidor Alfaro incluyan en sus primeros párrafos una
frase como esta: “el demonio a introduçido en esta tierra una gente que llaman
pobleros y estos son los que inmediatamente hacen los agravios” (Levillier 1918, p. 288),
justificando luego la prohibición de su nombramiento y presencia en los pueblos de
indios que había sido permitida por Abreu casi sin control, mientras prohibía la
presencia del encomendero, su esposa y familia.
18 Sin embargo, no fue Francisco de Alfaro el único alertado por los abusos de los
pobleros. Antes que él, principios del siglo XVII, el gobernador Ribera, preocupado por
los abusos y la consecuente disminución de los indios naturales, no solamente escribió
al rey denunciando los excesos de los españoles, sino que intentó hacer cumplir las
ordenanzas de 1576 al mismo tiempo que manifestaba en reiteradas oportunidades su
intención de tasar los tributos. De acuerdo con la documentación revisada hasta el
momento y la reciente investigación de Carmignani (2013), podemos asegurar que la
política de Ribera es el antecedente local más cercano al proyecto que llevó adelante el
oidor de Charcas con su Visita y Ordenanzas.
un conjunto de abusos y excesos que podían controlarse desde el Estado colonial si este
se constituía como guardián de las mismas (Carmignani, 2013).
25 Pero además, más allá de su declamación sobre la necesidad de una visita de la tierra,
podemos afirmar que Alonso de Ribera tomó medidas concretas durante su gestión de
gobierno y que la más contundente se orientó contra los pobleros que, tal como hemos
señalado, operaban como uno de los aspectos más terribles del sistema de explotación
de la mano de obra indígena permitido por las Ordenanzas de 1576.
26 Lo más interesante es que el gobernador, para accionar contra estos agentes del
encomendero, tomó como modelo la reforma toledana aplicada en el Perú. Su
intervención práctica radicó en introducir funcionarios que mediaran en la relación
entre los indios y sus encomenderos pero controlados desde el Estado colonial, y se
materializó con el nombramiento de “tenientes de naturales”, a semejanza de los
corregidores andinos para que actuaran como garantes —y brazo ejecutor del
gobernador— de las ordenanzas de 1576 para amparar a los indios en su justicia. Dice
Ribera:
“me funde en que las hordenanzas de don Françisco de Toledo que por orden de Vuestra
Magestad estan mandadas guardar en todas las provinçias del Piru diçen que aya
corregidores en los pueblos de natturales y como esta es una dellas puse los dichos tenientes
para que los anparasen y mantubiesen en justicia” (En Carmignani, 2013, p. 106, el
resaltado me pertenece).
27 Además, los tenientes de naturales permitirían no solo frenar los abusos de los
encomenderos y pobleros, sino también evitar las juntas y borracheras de los indios en
el “tiempo de la algarroba”, es decir serían parte de una burocracia estatal que tendría
injerencia sobre la territorialidad de los pueblos de indios con jurisdicción sobre
españoles e indígenas, muy similar a la de los corregidores (Carmignani, 2013, pp.
89-112).
28 En una carta de mayo de 1607, Ribera informaba que
“para el descargo de la real conciençia de Vuestra Magestad y bien y aumento desta
provincia y en esta conformidad me fui ynformando de las ordenanças que avia
puestas y el orden que avia en su oservancia y alle que no tenian otros executores sino
los mismos encomenderos contra quien se avian hecho a cuya causa no avia cunplimiento en
ninguna dellas antes exçedian en todas con gran daño destos natturales, por lo qual y
por ser esta provincia tan dilatada que no es posible que el que la govierna pueda
alcanzar a açer justiçia en toda ella perssonalmente ni con los ministros que tiene,
provei tenientes de natturales para que hiziesen cunplir las ordenanças” (AGI. Charcas,
26,R.8,N.41, el resaltado me pertenece).
29 Alonso de Ribera nombró tenientes de naturales para toda la gobernación: en Santiago
del Estero visitaron los tres partidos del Río Salado, del Río Dulce, y de la Sierra y valle
de Catamarca; en La Rioja los partidos del valle de Famatina y de Londres; en Córdoba el
Partido de los Ríos, el de Quilino y el de Soto; y finalmente, el partido único de la ciudad
de San Miguel de Tucumán. También se nombraron un teniente para Esteco y otro para
Salta, Jujuy y Las Juntas, pero estos no llegaron a realizar sus visitas debido a la medida
de suspensión que llegó desde Charcas en respuesta a las quejas de los cabildos por las
medidas tomadas por el gobernador (Carmignani, 2013, pp. 89-125).
30 Sin embargo, más allá de lo breve de la acción, los tenientes elaboraron informes como
resultado de sus visitas que fueron elevados al gobernador; en ellos se detallan los
castigos que dieron a los pobleros que habían cometido delitos, cómo iban reservando
del trabajo a los exentos por las ordenanzas y hacían saber a los indios que los que los
maltrataban serían castigados por los representantes locales de la Corona. 9
31 Entendemos que la gestión de Alonso de Ribera constituye el inicio de una coyuntura
política favorable a las sociedades indígenas que tuvo como consumación la Visita y
Ordenanzas del oidor Francisco de Alfaro. El gobernador actuó como un funcionario
preocupado por la conservación de los naturales y llevó adelante un proyecto político
de intervención con el claro objetivo de castigar los abusos de pobleros y encomenderos
contra los indios y modificar las ordenanzas vigentes de 1576, tomando como modelo la
reforma toledana aplicada en las regiones centrales del virreinato y cuya medida más
significativa fue la designación de tenientes y sus visitas.
limpio mas que este partido ques uno de los tres desta ciudad” (AGI. Charcas,26,R.8,N.
41, Bloque 3, f.1v).11
38 Si bien se encuentran dos transcripciones paleográficas de la Numeraçion realizadas a
principios de siglo XX —una perteneciente a la Colección Gaspar García Viñas en
Buenos Aires y la otra al Fondo Documental Mons. Pablo Cabrera en Córdoba— 12, y se
trata de un documento consultado por otros investigadores (González Rodríguez,
1984; Doucet, 1987; Farberman, 2011), el mismo hasta el momento se encontraba
inédito de manera completa y precisa, a pesar de su gran importancia para los estudios
etnohistóricos y de historia colonial de la región. González Rodríguez ha publicado un
cuadro con los datos del documento en cuestión (González Rodríguez, 1984, p. 21); sin
embargo, el mismo contiene errores en algunos números expresados y el documento no
se transcribe en su totalidad; además de no contar con una contextualización que
permita valorar la excepcionalidad del mismo.
39 La Numeraçion se estructura por repartimientos o encomiendas y, a manera de un
cuadro de doble entrada, brinda bajo el nombre de su titular o encomendero la cantidad
de caciques, de indios de trabajo, de indias de hilado, de viejos y viejas reservadas, de
muchachos y muchachas. Tomando las Ordenanzas de Abreu como marco normativo y
clasificador de la población, se consideran “indios de trabajo” (entendido como
sinónimo de tributarios) a los hombres de 15 a 50 años, y “mujeres de hilado”, a las
mujeres del mismo rango etario. Incluye también a viejos y viejas reservados, y a
muchachos y muchachas pre-tributarios. Esta Numeraçión permite visualizar la
afectación de toda la unidad doméstica en las distintas actividades productivas que
beneficiaban al encomendero.
40 En cifras, se registra para 1607 en el partido del Río Salado (sólo uno de los tres partidos
de dicha jurisdicción) un total de 4791 indígenas distribuidos en 19 encomiendas (casi la
mitad del total de las 42 encomiendas existentes en Santiago en ese momento) 13 según
las siguientes categorías:
Cuadro N° 1
41 Como podemos observar del cuadro de síntesis, para el partido del Salado en 1607 se
registran 4791 naturales —incluyendo 133 caciques— de los cuales 1359 son indios
tributarios o “de trabajo” (según las ordenanzas de Abreu, hombres entre 15 y 50 años)
y 1310 indias hilanderas (de 12 a 50 años).
42 Un apartado sobre la cantidad de reservados, los 283 viejos y 410 viejas. Por las cartas
de Ribera sabemos que una de las comisiones principales de los tenientes era reservar a
los viejos y a los niños del trabajo impuesto por encomenderos y pobleros, lo que
implica que antes de la visita, los viejos y niños no estaban necesariamente
“reservados” en los términos de las ordenanzas de Abreu (Carmignani, 2013, pp.
154-155).
43 Como señalamos, el documento consigna los nombres de los encomenderos del Río
Salado, pero no se brindan los topónimos o etnónimos que nos permitan reconstruir a
qué pueblos corresponde cada encomienda, por lo que la identificación de los asientos
solo es posible contrastando la Numeraçion con otro tipo de fuentes documentales.
44 Para lograr una primera reconstrucción, contrastamos la Numeraçion con la
“Descripción general de Santiago del Estero” de octubre de 1608, conocido también
como Censo o Memorial de 1608 (en Pérez Saez y Osán, 1997, pp. 17-108), documento de
excepcional riqueza que registra las respuestas de los vecinos de la ciudad a un
Memorial de preguntas muy variadas, entre las cuales está precisamente el nombre de
la encomienda que poseían los vecinos.14 Con una estrategia metodológica de
contrastación básica, logramos reconstruir el siguiente cuadro que permite contar con
los datos básicos de las encomiendas del Río Salado, el asiento, pueblo o conjunto de
pueblos encomendados y el nombre de su titular para 1607-1608.
Cuadro N° 2
El repartimiento de Hernando de
Meaxa
Quintana
45 Volviendo a las cifras brindadas por el padrón, varios de los datos ofrecen
interrogantes que creemos importante poner en discusión, pero que exigen un trabajo
más detenido y profundo del que se ensaya aquí.
46 En primer lugar, el elevado número de caciques, que en las encomiendas más
cuantiosas llegan a una docena e incluso a 23. ¿Cuál era la organización política y
jerarquía de autoridades que persistía luego de medio siglo de dominación española en
tierras bajas? ¿Hasta dónde se mantenían grupos que respondían a autoridades étnicas
diferentes, articulados socialmente entre sí? ¿Existían relaciones jerárquicas entre ellos
o el repartimiento unía bajo la misma titularidad unidades políticas pequeñas pero
independientes? La relación entre cantidad de caciques y población sujeta y el alto
número de caciques, ¿es indicador de la forma local de organización política o resultado
de la caída demográfica?
47 Quisiéramos recuperar la idea de que las sociedades de la mesopotamia estaban
asentadas en muchas aldeas, cercanas unas de otras y sin centros urbanos y políticos
dominantes sobre el conjunto.15 Tal como describía Diego Fernandez (1571), las huestes
de Diego de Rojas “descubrieron una gran provincia de tierra muy poblada y a media
legua los pueblos unos de otros de a ochocientas a mil casas...” (en Berberian, 1987, p.
52).
48 En el mismo sentido, Sotelo de Narváez (1582) nos brinda dos datos de importancia. En
primer lugar, la existencia de muchos pueblos a lo largo del río Salado de los cuales sólo
se nombran Yocoliguala (donde comienzan los indios que sirven a Santiago) y Colosaca
y Calabalax (donde terminan):
“El Río Salado [...] pasa doce leguas destroto [río Dulce]; están en él poblados indios
que sirven a la ciudad de Santiago y entran en el número dicho; [...] comienzan los
pueblos que sirven a Santiago dende un pueblo que se llama Yocoliguala hasta otro
que se dice Colosaca y Calabalax. Hay muchos en medio destos, y de ahí abajo están de
guerra. Los más destos pueblos hablan lengua que dicen tonocote...” (en Jaimes
Freyre, 1915, p. 89) (el resaltado me pertenece).
esquilman el multiplico y las lanas sin dar prouecho a los yndios” (en Carmignani,
2013, pp. 180-189).
61 Resumiendo, el documento que presentamos aquí es un ejemplo de la organización y
del registro de la población indígena encomendada y que se encontraba bajo el régimen
de servicio personal en la gobernación del Tucumán en la coyuntura prealfariana,
particularmente en el marco de la gestión del gobernador Alonso de Ribera y de la
vigencia de las Ordenanzas del gobernador Abreu.
62 La Numeraçion ha permitido abordar algunas cuestiones generales referidas a la
política colonial sobre las sociedades indígenas, el servicio personal y, específicamente,
disparar preguntas e hipótesis sobre el estado de las encomiendas del partido del Río
Salado en Santiago del Estero unos pocos años antes de la visita del oidor de la
Audiencia de Charcas don Francisco de Alfaro en 1611.
63 Finalmente, esperamos haber contribuido con las denominaciones de los
repartimientos del Río Salado, lo que podrá ser contrastado con otras fuentes para
precisar así la información sobre las sociedades indígenas y las encomiendas de la
jurisdicción de Santiago del Estero, cabecera de la gobernación del Tucumán.
64 (Véase Cuadro Nº3 en Documento Anexo)
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NOTES
1. Sobre el largo proceso de conquista y el conflictivo avance sobre las tierras altas de los
españoles asentados en las frágiles ciudades de las tierras bajas del Tucumán, ver Palomeque 2000
y 2009.
2. Este problema general no es novedoso, ya que ha sido desarrollado tempranamente por Ana
María Lorandi (1988; 1997), Gastón Doucet (1986; 1987; 1990) y luego por Silvia Palomeque (2000;
2009) quien recuperó los aportes de ambos autores y los posteriores avances sobre el tema
proponiendo nuevas líneas de análisis e hipótesis de trabajo.
3. Este planteo se ubicó como el eje central que marcó las posteriores investigaciones acerca del
impacto de la conquista y colonización de las sociedades indígenas en el Tucumán, y si bien ha
sido matizado por la autora (Lorandi, 1997; 2002), no ha sido cuestionado en sus líneas generales.
Dos líneas principales han sido revisadas en los últimos 30 años: la supervivencia de los pueblos
de indios más allá del contexto de desestructuración (Palomeque, 2000 y Farberman y Gil
Montero, 2002) y las formas diferenciadas y manipuladas en las que continúa el servicio personal
luego de las Ordenanzas de Alfaro (Castro Olañeta, 2010b).
4. A las cuales Abreu agrega en 1579 diez ordenanzas específicas para Córdoba. En Luque
Colombres, 1974, pp. 298-301.
5. Doucet remarca que la importancia de las Ordenanzas en tanto “tasa y moderación” del
“aprovechamiento y servicio personal” es que -más que innovando en la forma de explotación de
los encomendados- estarían dando cuenta de la existencia de un orden previo, de normas o
pautas de funcionamiento que fueron recuperadas por Abreu (Doucet, 1990, pp. 151-162).
6. Para un análisis más detallado sobre “el tiempo de la algarroba” y el subsidio de la recolección
a la economía colonial, así como sus aspectos culturales y de religiosidad, ver Quiroga (1999), Noli
(1999) y Castro Olañeta (2006).
7. Uno de los informes más conocidos es el que en 1586 hizo el tesorero de la Real Hacienda
Gerónimo Bustamante, quien expresaba que “aun una tasa que hizo Gonçalo de Abrego en que
mando se les diese a los yndios el biernes y sábado para que trabajasen en sus chacaras e ylasen
para su vestir, no se les guarda” (en Levillier, 1920, p. 221). A este se suman los informes de los
religiosos que han sido analizados por Crouzeilles (2007).
8. Remitimos a la reciente investigación acerca de la gestión y proyecto político del gobernador
Alonso de Ribera en el Tucumán de Carmignani (2013).
9. Ribera, esperanzado, le señala al Rey que gracias a la visita de sus tenientes, los naturales “en
efecto saven que ellos an de acudir a acer lo que deven y que quien los maltratare seran
castigados como se va hacienco y asi acuden con gusto y dilijencia a lo que se les manda y muchos
yndios que andavan ausentes y huyendo de sus naturales y pueblos an tendio esta nueva y vienen
a ressidir y vivir en ellos y cada dia bendran mas y estaran todos mas descansados y mantenidos
que asta aqui y gran aumento y cessara la disminuycion que en los tienpos passados y conozida
perdida en los venideros” (AGI. Charcas, 26, R. 8, N. 39). No nos detendremos en los Informes de
los Tenientes de Naturales, remitimos al detallado estudio y a la transcripción de Carmignani
(2013).
10. PARES - <http://pares.mcu.es/>
11. Podemos suponer que también se realizó una Numeración en el partido de Quilino,
dependiente de la ciudad de Córdoba; sin embargo este aún no ha sido encontrado. Tal suposición
se basa en que el Teniente Juan de Betanzos a cargo de dicho partido informa: “generalmente los
encomenderos y pobleros se servian de todos los yndios e yndias sin reservar viejos de demasiada
hedad ni niños que no llegavan a seis años y como se avian reservado en la numerazion algunos
yndios y yndias por su demasiada hedad lo avian tenido por grande veneficio” (Carmignani, 2013,
p. 155, el resaltado me pertenece).
12. Nos referimos a las copias manuscritas que de la Numeración se encuentran en la Colección
Gaspar García Viñas de la Biblioteca Nacional (Buenos Aires) bajo el número 4313 y en el Fondo
Documental Monseñor Pablo Cabrera de la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Humanidades
de la Universidad Nacional de Córdoba bajo el número 12765. Hemos contrastado el original con
ambas copias verificando que se trata exactamente del mismo documento y que ambas
transcripciones se realizaron del mismo original.
13. Tal como señala una misiva de Alonso de Ribera del 19 de marzo de 1607: “La ciudad de
Santiago del Estero que es la caveza desta provincia lo mas principal y mas bien poblado della
donde esta todo de paz y mejor sirven los indios tiene 42 vecinos con 4729 indios de doctrina” (AGI.
Charcas, 26, R. 8, N. 39, el resaltado me pertenece). Aclaramos que se debe entender indios de
doctrina como aquellos por los cuales se pagaba el estipendio a los curas doctrineros.
14. Sobre los Memoriales realizados en la Gobernación bajo el gobierno de Alonso de Ribera de
los cuales se conservan tres, ver Doucet (1998), y Carmignani (2013). El Memorial de la ciudad de
Santiago del Estero ha sido transcripto y publicado por Pérez Saez y Osán (1997).
15. La jurisdicción colonial de la ciudad de Santiago del Estero y el espacio prehispánico que
habitaban las sociedades indígenas que fueron encomendadas a los vecinos de Santiago, ha
recibido un renovado interés por parte de los investigadores (Castro Olañeta y Carmignani, 2009;
Castro Olañeta, 2010a) y particularmente destacan los recientes estudios de integración
interdisciplinaria de Farberman y Taboada (2012); y desde la arqueología de Taboada y
Angiorama (2008 y 2010) y Taboada (2011).
16. Remitimos a los recientes trabajos de Taboada (2011), y Farberman y Taboada (2012), los
cuales reflexionan sobre el cultivo de algodón y la producción de textiles en Santiago del Estero,
preguntándose acerca de su origen prehispánico o colonial.
RÉSUMÉS
Se presenta en este trabajo un documento inédito de 1607, el cual se ve precedido por una
introducción referida al sistema de servicios personales en la gobernación del Tucumán y una
contextualización dada por las Ordenanzas del gobernador Gonzalo de Abreu de 1576 y la gestión
del gobernador Alonso de Ribera (1605-1611). El documento en cuestión se trata de una
Numeración de los indios de las encomiendas del partido del Río Salado, en la jurisdicción de la
ciudad de Santiago del Estero, cabecera de la Gobernación del Tucumán realizada en 1607. La
numeración, que indica titular de cada encomienda y cantidad de indios tributarios, indias,
reservados y caciques, fue realizada por uno de los Tenientes de Naturales nombrados por el
gobernador Alonso de Ribera para visitar el territorio indígena y aplicar las Ordenanzas de 1576
que regulaban el servicio personal, con el objetivo de desagraviar a los indios de encomienda de
los abusos de los encomenderos y sus pobleros. Finalmente, la información de este documento se
contrasta con otras fuentes que permiten complementar la reconstrucción del mapa de
encomiendas del partido.
INDEX
Keywords : Encomiendas, Personal Service, Indian Numbering, Río Salado, Santiago del Estero
Palabras claves : Encomiendas, Servicio Personal, Numeración de indios, Río Salado, Santiago
del Estero
AUTEUR
ISABEL CASTRO OLAÑETA
Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
NOTE DE L’ÉDITEUR
Fecha de recepción del original: 10/09/2013
Fecha de aceptación para publicación: 01/11/2013
El documento a que se refiere este artículo se encuentra como Documento Anexo en
formato pdf en esta misma página, al final del texto.
1. Presentación
1 Entre 1606 y 1607 al menos seis tenientes de naturales nombrados por el gobernador del
Tucumán Alonso de Ribera, recorrían y visitaban pueblos de indios pertenecientes a las
jurisdicciones de las ciudades de Santiago del Estero –cabecera de la gobernación-, La
Rioja, Córdoba y San Miguel de Tucumán. Otros tenientes habían sido destinados a
visitar las jurisdicciones de Salta, Jujuy, Esteco y Madrid de las Juntas, sin embargo,
éstos no pudieron llevar a cabo su tarea por haber llegado disposición de la Audiencia
de Charcas de detener las visitas.
2 Los tenientes o jueces de naturales tenían la orden de ejecutar la legislación vigente -las
Ordenanzas de 1576 del gobernador Gonzalo de Abreu1- respondiendo a la
XX, más específicamente en 1919 por Santiago Montero en Sevilla y dicha transcripción
mecanografiada se halla en el Fondo Documental Monseñor Pablo Cabrera, en la
Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de
Córdoba (FDPC nº12771).
9 Los dos documentos originales consultados están disponibles en el citado Portal digital
PARES, digitalizados dentro de la serie “Cartas de Gobernadores” bajo la signatura
CHARCAS,26,R.8,N.46 ubicándose con una única signatura ambas cartas, rotuladas con
una misma fecha de creación el 11 de febrero de 1608.
10 Sin embargo, el análisis de la estructura del documento digitalizado nos permitió
identificar que bajo una misma signatura se encuentran cuatro documentos
distribuidos en cuatro bloques:
- el primero corresponde a una carta al Rey del gobernador del Tucumán Alonso Ribera
con la fecha del 11 de febrero de 1608 y consta de 8 folios rectos y versos.
- el segundo bloque corresponde a otra carta del mismo denominada: “Relación de los
excesos que se cometen contra los naturales de la provincia del Tucumán para el rey”, ésta
fechada el 14 de mayo de 1607 y consta de 14 folios rectos y vueltos.
- el tercer bloque presenta el “parecer del Padre Baltasar de Navarro de la orden de San
Francisco sobre si se ponían tenientes en los pueblos de indios” con dos folios rectos y dos
vueltos.
- el último corresponde a la “Relación del padre Juan Jiménez”, con dos folios rectos y dos
vueltos
11 De estos cuatro bloques, recuperamos específicamente los dos primeros por
corresponder a los originales de las dos cartas que contienen los informes de las visita y
son los que deseamos contrastar y presentar su transcripción como aporte. En tanto los
otros dos bloques corresponden a documentos, aunque muy valiosos, diferentes a las
cartas y a los informes de los tenientes de naturales que fueron incorporados a las
cartas de manera anexa por el gobernador tratándose de “pareceres” o informaciones
realizadas por religiosos que ya han sido publicados en parte. 3
12 Así, el primer bloque de imágenes corresponde a la carta original de la transcripción
ubicada en la colección Gaspar García Viñas y editada por Rodríguez Molas, escrita por
el gobernador Ribera el 11 de febrero de 1608. El segundo bloque de imágenes, más
extenso que el primero, era el original de la carta del 14 de mayo de 1607, cuya copia se
ubica en el FDPC.
3. Transcripción paleográfica
13 Dichos documentos fueron escritos por Alonso de Ribera, en soporte papel, con un tipo
de letra semejante o que tiende a ser “procesal” y se caracteriza por no regirse por
preceptos caligráficos ni reglas de ortografía y por una separación irregular en las
palabras a la que se suma una profusión de los rasgos inútiles de algunas letras (Tanodi,
1994). Ambos documentos se encuentran en buen estado y completos en formato
digital.4 No representan manchas ni roturas de mayor consideración que impidan la
lectura de algún segmento del texto. No poseen foliación propia, por lo que utilizamos
la foliación propuesta por PARES.
14 Nuestro trabajo consistió en la transcripción de tipo paleográfica, es decir, ajustada a
las “Normas para la Transcripción de Documentos Históricos Panamericanos”
encomienda y las estancias españolas que utilizaban la mano de obra de esos indios, por
tiempo de un año.
21 En este contexto, el gobernador ofrece al Rey los resultados de las visitas 5 de los
tenientes y describe las diferentes jurisdicciones.
22 En primer lugar, en las dos cartas se informa de manera general sobre la situación de
agravios en los términos de la ciudad de Santiago del Estero, comprendiendo sus tres
partidos: del Río Dulce; del Río Salado y de la Sierra. En el caso de la jurisdicción de
Santiago, la información de ambas cartas es igual y por lo tanto, es lo mismo consultar
cualquiera de sus originales o transcripciones.
23 A continuación ambos documentos pasan a describir los excesos de la jurisdicción de La
Rioja, comenzando con el Partido del Valle de Londres; en este apartado, enumeran y
describen procesos judiciales que habían sido realizados por el teniente de naturales
contra encomenderos y pobleros indicando los pueblos de indios en donde habían
tenido lugar los delitos. La carta de 1608 contiene 7 de estos, mientras que la carta de
1607 además de esos incluye otro proceso judicial (realizado Contra Gaspar Domínguez
poblero de Decagasta) e incorpora otras causas del proceso realizado contra Pedro Tello
de Sotomayor (vecino de la dicha ciudad de la Rioja). Esta última información se
encuentra ausente en la carta de 1608, por lo que resulta importante consultar el
documento de 1607 para completar la información sobre esta jurisdicción.
24 Se sintetizan las coincidencias y diferencias de ambos documentos en el siguiente
cuadro
DOCUMENTO 1
DOCUMENTO 2
14 de mayo de 1607
11 de febrero de 1608
(AGI.CHARCAS,26,R.8,N.46)
(AGI.CHARCAS,26,R.8,N.46)
Bloque 2. 14 fs.
Bloque 1. 8 Fs.
PARTIDOS / ENCOMIENDAS /
PARTIDOS/ENCOMIENDAS /CAUSAS
CAUSAS
VALLE DE LONDRES
VALLE DE LONDRES
- Machigasta (Menor de Fancisco
- Machigasta (Menor de Fancisco Robledo)
Robledo)
- Juctava
- Juctava
- Paccipa
- Paccipa
LA RIOJA - Sabuil
- Sabuil
- Contra Pedro Tello de Sotomayor
- Contra Pedro Tello de Sotomayor
vezino de la dicha çiudad de La Rioxa
vezino de la dicha çiudad de La
(INCOMPLETA 2 acusaciones)
Rioxa (12 acusaciones)
- OMITIDA
- Decagasta
- Olcagasta
- Olcagasta
PARTIDO DE FAMATINA
-contra Lázaro indio poblero de Pedro
Díaz (3 acusaciones)
-contra Juan de Contreras y Juan de
PARTIDO DE FAMATINA Papua, poblero
-contra Lázaro indio poblero de - contra Gaspar de Bañuelos, poblero
Pedro Díaz (1 acusación) del encomendero Gonzalo Duarte de
- OMITIDA Meneses
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NOTES
1. Ordenanzas dadas por Gonzalo de Abreu para el buen tratamiento de los indios en las
provincias del Tucumán y estableciendo reglas para su trabajo en el laboreo de las minas.
Santiago del Estero, 10-IV-1576. (Levillier, 1920).
2. Raíz de unidades de descripción: Archivo General de Indias/Gobierno /Audiencia de Charcas/
Cartas y expedientes de Gobernadores/CARTAS DE GOBERNADORES. (AGI.CHARCAS,26,R.8,N.46)
3. El documento del bloque 4 corresponde al “Parecer del padre juan romero que envía al rey el
gobernador de tucumán” 1608. en Colección Gaspar García Viñas., n°3887. (En Rodríguez Molas,
1985, p. 115).
4. Debemos aclarar que en la carta de 1607 (correspondiente al bloque 2 del documento) entre los
folios 5 y 6 debería ubicarse el que figura como folio 9 (recto y vuelto).
5. No sabemos si los informes de las visitas incorporados están completos o pertenecen a una
selección realizada por Ribera sobre los asuntos que le interesa comunicar.
6. Carta del Licenciado D. Francisco de Alfaro, oidor de la Real Audiencia de la Plata a S.M. San
Miguel del Tucumán, 23 de Enero de 1612. (Levillier, 1918).
7. En algunas excepciones las Ordenanzas de Alfaro si brindan referencias locales, como “en los
llanos de la Rioja” o “en las Sierras de Córdoba”.
8. Recordamos además que las Ordenanzas de Abreu fueron el resultado de una “negociación”
entre el gobernador y los encomenderos, (Palomeque, 2000) de quienes dependía el cumplimiento
de dicha norma, y quienes eran los beneficiados en el sistema vigente de “hecho.”
RÉSUMÉS
Los documentos presentados corresponden a dos cartas del gobernador del Tucumán Alonso de
Ribera al Rey, del 14 de mayo de 1607 y del 11 de febrero de 1608, que ofrecen los resultados de
las visitas realizadas por los tenientes o jueces de naturales que el gobernador había designado para
que visitaran los partidos de las ciudades de Córdoba, La Rioja, Santiago del Estero y Tucumán
durante los años 1606 y 1607 con el objetivo de desagraviar a los Indios y aplicar las Ordenanzas
vigentes de 1576 del gobernador Gonzalo de Abreu.
The documents presented correspond to two letters from the Governor of Tucumán Alonso de
Ribera to the King, of May 14, 1607 and February 11, 1608 which offer the results of the visitas by
the tenientes o jueces de naturales to whom the Governor had designated for visiting smaller
jurisdictions called partidos de Pueblos de Indios which were responsible to the cities of Córdoba, La
Rioja, Santiago del Estero and Tucumán during the years 1606 and 1607 with the aim of making
amends to the indigenous population in fulfillment of the ordinances of 1576.
INDEX
Keywords : Visitas, Governorate of Tucumán, 17th century, Partidos de Pueblos de Indios
Palabras claves : visitas, partidos de pueblos de Indios, Gobernación de Tucumán, siglo XVI
AUTEUR
LETICIA DANIELA CARMIGNANI
Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
Correo electrónico: [email protected]
Lidia R. Nacuzzi
Introducción
1 En el mes de mayo de 2008 revisamos la “Colección Pedro de Angelis” de manuscritos
guardados en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro (en adelante, BNRJMS) 1. Dado
nuestro interés particular, pusimos especial atención en los documentos referidos al
Chaco, la Banda Oriental y la Patagonia2. La colección se encontraba microfilmada en su
totalidad y para solicitar la reproducción de los documentos que nos interesaban los
seleccionamos previamente revisando el contenido de los rollos en una lectora de
microfilms. De esa manera, según qué cantidad de fotogramas de un rollo fue de
nuestro interés, obtuvimos rollos completos en microfilm o copias en papel. Una vez en
Buenos Aires, gestionamos la digitalización y las copias en papel del contenido de los
rollos de microfilm reproducidos y entregados por la Biblioteca. Así seguimos
conservando hoy las copias de esas fuentes documentales, algunas sólo en papel y otras
en los tres soportes: microfilm, digital y papel.
2 Entre aquellos documentos reproducidos, llamaron nuestra atención los referidos a las
expediciones a las Salinas Grandes. De algunos teníamos la certeza de que habían sido
publicados por Pedro de Angelis en su Colección de Obras y Documentos (en adelante
COD)3 y otros nos suscitaron dudas porque las firmas que ostentaban o se les
atribuyeron no nos resultaban nombres familiares. Esos eran los casos de José Antonio
Baygorri de la Fuente y de Juan Ignacio Terrada. El documento firmado por este último,
de 1808, nos resultó una pieza particularmente atractiva porque no parecía haber otros
testimonios tan tardíos al respecto (Transcripción N° 3). El de Baygorri tiene una
carátula mecanografiada, al parecer agregada en el archivo, que dice “Diario de la
expedición a Salinas al mando del maestre de campo Don Manuel Pinazo. 1778” y de
una revisión somera se desprende que efectivamente hace referencia a una expedición
que comandaba Pinazo –personaje más conocido como funcionario de la frontera–
aunque está firmado por José Antonio Baygorri de la Fuente. Un tercer documento
estaba caratulado en el archivo como de un autor también conocido, “Diario de una
expedición a Salinas, por el capitán Don Juan de Sardens. 1778”. Aunque ese corto
diario está al parecer inconcluso, no tiene firma y lleva como título original: “Diario del
destacamento que marcha a Salinas en 27 de setiembre de 1778” 4. La autoría de Sardens
debe haberse supuesto porque él dirigía ese destacamento, según se expresa en los
primeros renglones (Transcripción N° 1).
3 Así, parecía haber dos nuevos documentos que relataban hechos de las expediciones a
Salinas: el diario de Sardens de 1778 –que se sumaría al ya conocido “de Pinazo”, del
cual además habíamos ubicado el original– y el de Terrada de 1808. Conocíamos algunos
diarios de expediciones a Salinas que están publicados en la COD, ellos son de Pablo
Zizur, Pedro Andrés García y Manuel Pinazo. En efecto, las primeras constataciones
fueron que ni el diario de Juan Ignacio Terrada de 1808 ni el de Juan de Sardens de 1778
estaban incluidos en esa colección. Sobre el escrito atribuido a Baygorri de la Fuente en
la BNRJMS, pudimos determinar que es similar a un escrito anónimo publicado en la
COD, tomo III o IV según la edición, y que es habitual atribuir a Manuel de Pinazo
porque en los primeros párrafos se lo menciona como comandante de la expedición.
4 Por otra parte, recientemente revisamos los legajos del fondo documental de la
Comandancia de Fronteras del Archivo General de la Nación, en Buenos Aires (en
adelante, AGNCF) y conocimos las numerosas cartas y relaciones que se conservan allí
sobre las expediciones a Salinas, de las cuales seleccionamos dos de 1778 (Transcripción
N° 2) porque complementarían la información de los diarios referidos más arriba del
mismo año. La revisión de los legajos de AGNCF hizo posible que pudiéramos dedicarnos
a este asunto con algo más de conocimiento y precisión, dada la posibilidad de cotejar
las fuentes documentales mencionadas y de reflexionar acerca de su producción y
circulación. Tampoco nos es ajena la intención de aportar al conocimiento acerca de
esos densos hechos sociales que eran las expediciones a Salinas, señalando la
del presente año de [17]79”. Esta frase figura en ambas versiones del escrito, la de COD
y la de BNRJMS, y estaría indicando que fue realizado con posterioridad a esa fecha y no
al finalizar la expedición en octubre –según el propio diario– o noviembre de 1778 –
según otras fuentes documentales del AGN–.
11 Otros relatos sobre diversas expediciones a Salinas se encuentran en AGNCF. Allí, en el
legajo correspondiente a Baradero, Cabeza del Buey, Capilla del Señor y otros parajes
(sala IX, 1-4-2), existe un notable conjunto de papeles correspondientes a las
expediciones a Salinas, desde la de 1759 a la de 1805, todos ellos están fechados en
Cabeza del Buey12, paraje al que regresaban las expediciones que habían estado en
Salinas antes de desconcentrarse y dirigirse hacia sus lugares de origen, en la campaña
cercana a Buenos Aires13. Seguramente existen otros documentos inéditos referidos a
estas expediciones, como lo ejemplifica Taruselli (2005-2006). Entre ellos, los más
relevantes pueden resultar los referidos a la Real Hacienda que entregaba las raciones y
ganados para cada expedición, aunque también habría que considerar las Actas del
Cabildo de Buenos Aires, institución que convocaba a los interesados en participar de
cada viaje. Del mismo modo, debe haber otros registros de la Guardia de Luján (en otros
siete legajos de AGNCF, sala IX), lugar desde donde partían estas expediciones. En
AGNCF hemos prestado especial atención a las cartas, resúmenes y borradores que se
refieren a la expedición de 1778, buscando identificar –sin éxito– al autor del corto
diario que presentamos, y que suponemos fue objeto de la intervención de Baygorri de
la Fuente. En la Transcripción N° 2 presentamos dos cartas –una de Manuel de Pinazo y
la otra de Juan de Sarden– que corresponden a esa expedición, con el objetivo de
complementar y reunir la información correspondiente a ese año.
12 Sobre la expedición a Salinas de 1778, se encuentran menciones acerca de que se trató
de “una de las más grandes”. Creemos que lo más correcto es afirmar con Martínez
Sierra (1975, p. 146) que fue “de las más numerosas de que se tengan constancias”. En
efecto, según lo muestra Taruselli (2005-2006, p. 145-146) también se destacan por la
cantidad de individuos participantes las expediciones de 1800 (451 carretas y 1.111
individuos), 1798 (321 y 843 respectivamente) y 1786 (258 y 774 respectivamente),
aunque no superan a la de 1778. Según el mismo autor, la expedición de 1808 a la que
también nos referimos en este trabajo, reunió a 590 personas entre los troperos y la
escolta militar. Parece ser, entonces, que se destaca la expedición de 1778 por la
cantidad de individuos y vehículos movilizados, y podemos agregar que la cantidad de
documentos que produjo fue igualmente notable.
13 El documento que presentamos como Transcripción N° 3 es una copia de un diario de
1808 de Juan Ignacio Terrada que ubicamos en la Colección de Manuscritos de la
Biblioteca Nacional de Río de Janeiro14. Ese documento es del conjunto solicitado en
microfilm y luego digitalizado, la transcripción fue realizada desde el soporte digital.
Nos parece destacable de este escrito el numeroso grupo de caciques ranqueles que
menciona, el relato sobre el auxilio que Terrada tuvo que solicitar a los particulares
para que lo proveyeran de aguardiente para obsequiar a los caciques, la treta que
instrumentó para sentirse menos demandado por los grupos indígenas, entre otros
sugerentes detalles del relato. Acerca de esta misma expedición, Martínez Sierra (1975,
p. 268-269) indica que se encuentran referencias en los Acuerdos del Extinguido Cabildo
de Buenos Aires del 7 y del 12 de diciembre de 1808 15.
acercarse a las Salinas. Creemos que los registros de Real Hacienda y almacenes
permitirían obtener datos para un estudio específico sobre esta interesante
problemática.
23 Otro aspecto del intercambio que se destaca en el diario de Terrada es la referencia a la
“propiedad” de las Salinas por parte de los ranqueles. Relata que el cacique ranquel
Calepuqueo le había dado a entender al segundo comandante de su partida que “hemos
de pagar el piso de sus tierras, y tributo, por la extracción de sal” y que los productos
que les estaban entregando no alcanzaban a cubrir ese eventual pago: “el aguardiente,
yerba, y tabaco que los cristianos les daban a ellos, no era regalo, y si lo era la sal que
ellos nos permitían extraer, pues estaba en sus tierras, y era suya” (ver Transcripción
N° 3). Estas palabras expresan una idea similar a la que nos transmitía Basilio Villarino
una décadas antes: “Un cacique ponderó mucho su poder, diciéndome que estas eran
sus tierras, […] a fin de que le diese 4 frascos de aguardiente […] como dando a entender
que quería le pagase algún derecho por el pasaje” (Villarino, 1972, p. 1020). Es probable
que Terrada haya estado influenciado por la lectura del diario de Villarino, aunque
también se puede sospechar que este tipo de exigencia por parte de los caciques se
habría expresado de manera más contundente que lo que es factible descubrir hoy en
los testimonios recogidos por estos funcionarios. Unos funcionarios que no se
encontrarían dispuestos ni preparados para prestar oídos a reclamos de ese tenor y
luego, además, traducirlos a su expresión escrita.
25 Un tema casi oculto –también referido a la circulación de personas por los espacios de
frontera36– es el de los indios que pasan a vivir con los hispanocriollos acercándose a las
guardias y puestos o a las expediciones de este tipo. Así, en 1778 se acercó “un indio
mozo” que pidió “ser cristiano” (esta era la manera en que los hispanocriollos de aquel
momento explicaban este pasaje) y además informó sobre “la gran traición que nos
tienen armada varios caciques”37. Hacemos notar que en esta misma expedición había
sucedido la deserción de un boyero que, a su vez, informó a los indios sobre
movimientos de la tropa huinca.
conformar un tercer grupo41. Con respecto al papel de estos líderes, Terrada es muy
agudo en su observación: “los caciques, sin excepción de alguno, se han mancillado en
esta materia más por fuerza que de grado, respecto a no tener más que el nombre; sin
acompañarlos la autoridad ni el imperio en sus indios” (ver Transcripción N° 3). Acerca
de la diferenciación entre autoridad y poder en el desempeño de los líderes indígenas,
es un clásico todavía vigente el artículo de M. Bechis (2008) 42. Respecto de estos
encuentros con caciques, observamos que es demasiado ampulosa la fórmula utilizada
en las Actas del Cabildo para referirse a las actividades de Juan Ignacio Terrada. Allí se
afirma que este capitán de patriotas ha individualizado “a los caciques que
parlamentaron con él”43. Es posible que esos encuentros que Terrada relata con un alto
grado de informalidad, hayan sido comunicados a sus superiores como reuniones más
formales o, a la inversa, fueron reuniones formales que no dejaron un registro escrito
acorde con la ocasión44.
A modo de cierre
29 Las expediciones a Salinas, pese a su carácter habitual, se presentan en estos
documentos transcriptos y revisados como un momento especial de las relaciones entre
hispanocriollos e indígenas. Durante su transcurso ambos grupos dialogaban de
diversas formas, ya fuera mediante los pactos de paz o la reafirmación de los mismos,
por el intercambio de productos y de personas o por la comunicación de diversas
informaciones desde uno y otro lado. Esos conocimientos nuevos para los
hispanocriollos se anotaron en las cartas, relaciones y diarios que presentaban a sus
superiores y hoy se conservan de manera incompleta y fragmentaria en los archivos. La
lectura y el análisis del conjunto de documentos manuscritos que presentamos nos
inspiró para una reflexión sobre la producción, la reproducción y el resguardo de los
mismos y sobre la condición de copias o de re-escrituras tanto de los manuscritos como
de los documentos publicados. Aquí sólo hemos mostrado algunas de las cuestiones a
considerar en la lectura y el desciframiento de esos testimonios, haciendo notar que las
re-escrituras producen piezas documentales nuevas y valiosas, si estamos
convenientemente advertidos y las podemos descubrir. En estos casos, los límites entre
críticas externa e interna se tornan borrosos y las referencias a las instancias de
creación de los escritos adquieren una relevancia mayor. Así, las copias, omisiones y
conexiones entre diversos tipos de fuentes escritas que hemos puesto de manifiesto
conforman una parte de la variada información contextual a tener en cuenta en este y
otros casos de estudio.
Transcripciones
En las transcripciones que presentamos aquí se ha modernizado la ortografía y se han desplegado
las abreviaturas, manteniéndose los nombres de personas y lugares y los signos de puntuación
originales. Se indican los cambios de folios, pero no la numeración de los mismos porque no están
foliados en los archivos o se trata de cartas escritas en una sola hoja, verso y reverso.
N° 1: Un diario
Biblioteca Nacional de Río de Janeiro (BNRJ), Colección de manuscritos De Angelis (MS)
Día 28 de setiembre
A las 9 de la mañana salió el Capitán Don Juan de Sardiño con un destacamento de que era
Comandante compuesto de 1 teniente, 1 alférez, 3 sargentos. 3 cabos, 1 tambor, y 65 dragones,
con el destino de escoltar las carretas que van a Salinas; a las 4 ½ de la tarde llegó dicho
destacamento a la Estancia de Marques, distante de Buenos Aires 9 leguas.
Día 29 de setiembre
Al romper el día se tocó la generala, se tomaron caballos, y se puso en marcha para la frontera de
Luján distante 11 leguas de este paraje era la reunión de las carretas, y demás adyacentes para
emprender la marcha a las Salinas, en cuya frontera no había más que 7 carretas para esta salida.
Día 30 de setiembre
Día 1° de octubre
Día 2 de octubre
Este día vino el alférez Lamasa con 300 caballos para el destacamento.
Día 3 de octubre
Día 4 de octubre
Nos pusimos en marcha para la Expedición de Salinas con 250 carretas, y fuimos a dormir al
Durazno 5 leguas distante de la frontera de Luján donde hay unas lagunas chicas, en esta noche
llegaron más carretas.
Día 5 de octubre
Marchamos a las Saladas distante 6 leguas donde hay muy poca agua, y ya habían juntas 415
carretas.
Día 6 de octubre
Se siguió la marcha para Chivilcoy distante 12 leguas donde igualmente hay poca agua para la
gente en este día pasaban de 470 carretas, las que se habían unido; en este y en los demás parajes
antecedentes se encuentra cardo para guisar.
Día 7 de octubre
Salimos y fuimos a dormir a Palantelen distante 10 leguas en medio de ellas está el río Salado que
trae el agua hasta las cinchas de los caballos, hay en todo el camino cardos para guisar, menos en
este paraje que sólo se encuentra duraznillo. Aquí descansamos el día 8.
Día 9 de octubre
Al amanecer nos pusimos en marcha para el Médano Partido distante 12 leguas en medio camino
hay 3 lagunas grandes que se llaman las 3 Hermanas en todo el resto no se encuentra agua ni con
qué guisar.
Día 10 de octubre
Salimos a las 7 a parar en la Cruz de Guerra donde se encuentra una laguna grande, para cocinar
nada de leña si no es algún estiércol de caballos distancia 6 leguas.
Día 11 de octubre
Se emprendió la marcha para el Uncal que es una laguna bastante grande donde no se encuentra
leña, distancia 10 leguas.
Día 12 de octubre
A las 5 ½ de la mañana se marchó para unas lagunas que por no tener nombre se pusieron del
Pilar distante 5 leguas, y dos antes de llegar al Médano partido no hay leña.
Día 13 de octubre
A la misma hora salimos para la Cabeza de Buey que dista 8 leguas, en este lugar hay mucha agua,
y salió el Cacique Tipá con varios indios; e indias a vender sus cueros a cambio de aguardiente.
Día 14 de octubre
Por la tarde seguimos la marcha y paramos 5 leguas en una cañada que por no tener nombre, se
le puso de Vértiz, había mucha agua aunque no permanente, en esta tarde llegó el hijo del
cacique a sus cambalaches.
Día 15 de octubre
Salimos al romper el día y paramos en unos médanos llamados el Uncal 7 leguas, donde paramos
medio día, y siguieron nuestra marcha los indios.
Día 16 de octubre
Anduvimos 8 leguas y paramos en el campo sin nombre este día a las 5 ½ de la tarde dieron parte
verse 10 indios se hizo alto en un bajo, y la grande guardia fue a reconocerlos, y viniendo
formados con sus lanzas a distancia de un tiro de fusil hicieron alto, y adelantándose sólo 3 cerca
de la avanzada preguntaron a qué veníamos, y qué buscábamos en sus tierras, y sin aguardar
respuesta nuestra se retiraron a galope uniéndose con los demás se desaparecieron.
Día 17 de octubre
Caminamos hasta la laguna del Monte 7 leguas, esta laguna es muy grande, y tiene un monte en
medio.
Día 18 de octubre
Día 19 de octubre
Marchamos a la laguna de los Paraguayes 6 leguas este día se costeó la laguna de San Lucas que es
de sal hubo muy mal camino, y se ahogaron 2 bueyes, en el carril por la mucha agua.
Día 20 de octubre
Marchamos a las toscas distante 7 leguas, y en este paraje se encontraron 35 fogones de los indios
donde habían tenido otros tantos toldos, y se hallaron una porción de odres partidos de los que
habían cogido los indios a las tropas de arrias, que habían muerto en las Tunas pocos días había.
Día 21 de octubre
Día 22 de octubre
Salimos, y llegamos poco más tarde de mediodía a la deseada laguna de Salinas, distante 6 leguas.
N° 2: Dos cartas
Excelentísimo Señor
Doy parte a Vuestra Excelencia cómo he llegado a este paraje de la Cabeza del Buey hoy día de la
fecha habiendo salido de Salinas el cuatro del corriente, cuya gran demora han causado lo
indecible de malo que se ha encontrado el camino, por las inmensas lluvias que le han
sobrevenido, de lo que han resultado las muchas quiebras de carretas que uno, y otro ha
motivado la dilación de mis marchas; de modo que muchos días no se ha caminado una legua;
pero espero que dentro de doce días llegaremos a la frontera de Luján, si no nos embarazan
iguales motivos que hasta aquí en adelante.
Con las varias partidas de indios que me han salido al camino, hemos tenido una total armonía,
sin que de una, y otra parte haya habido el menor disgusto; pero no obstante todo esto he sabido
últimamente por un indio mozo que se / me ha venido pidiendo quiere ser cristiano, y para ello
pasaría a Buenos Aires (el que llevo conmigo). Este me ha manifestado la gran traición que nos
tienen armada varios caciques, entre los cuales se incluyen, Lorenzo, LincoPagni, y otros
confederados nuestros, los que han celebrado dos juntas, siendo en ellas unos del parecer de
insultarnos en las tropas de carretas, y otros de esperar a que estas llegasen a la frontera, y
entonces invadir en tres partes a saber, los Rancacheles por las partes del Salto, estos Aucases por
el partido de Luján, y trescientos Pehuelchus que están en la sierra de Cuello por la Magdalena;
cuya noticia doy a Vuestra Excelencia para que siendo servido disponga el que se refuercen las
fronteras, y que vaya alguna tropa a ellas con dos artilleros a cada fuerte para el manejo de la
Artillería, haciendo que las partidas exploradoras que saliesen a campaña observen con el
cuidado que corresponde las avenidas de los enemigos en caso de querer ejecutar sus maliciosos
designios, los que tal vez pondrán por obra antes, o al tiempo de mi llegada con- / siderando que
todas las fuerzas están conmigo.
En la punta de la sierra del Cairú se contaron el número de indios y ascendió a 990 según relación
del indio referido. Por estas novedades me precisa el hacer marchas pausadas esperando la
reunión esperando la reunión de las carretas todos los días, no obstante de traer la retaguardia
reforzada todo lo posible.
La tropa veterana se ha portado bien como asimismo sus oficiales, con los que he corrido en toda
buena armonía; y aunque los caballos que se les entregaron en la estancia de temporalidades de
Areco, no eran tan aptos como se requerían para seguir la expedición por su mucha altivez, y de
esto haber dimanado diferentes disparadas, y en ellas haberse perdido la mayor parte
supliéndose con los que han podido dar los dueños de carretas, como informara a Vuestra
Excelencia Don Juan José de Sardeñ.
He sabido cómo cuarenta indios armados salieron para adentro que dicen estos fueron contra los
Pehuelchus; es bueno avisar al capitán del Zanjón, y Matanza, para que salgan / con cuidado
aquellas partidas por si quisieren mudar de determinación, que creo será lo más cierto respecto a
que están todos unidos.
Un bueyero que se nos desertó a la ida se pasó a los indios, este ha introducido entre ellos mil
enredos, y ha puesto en tal consternación las cosas que se pudiera perder esta expedición y
recibir muchos estragos la Provincia; he practicado con los indios las más vivas diligencias, para
disuadirlos de todo cuanto les ha dicho, y de que me lo traigan preso, haciéndoles varias ofertas,
si logro conseguirlo tendrá, sólo tres días de vida para reconciliarse con Dios y al cabo de ellos
arcabucearlo, para ejemplo de 600 y más peones que van aquí, y para otros que quieran cometer
semejante atentado.
Quedo a la disposición de Vuestra Excelencia deseando que Nuestro Señor guarde su importante
vida muchos años. Cabeza del Buey 28 de noviembre de 1778.
Excelentísimo Señor
[Rúbrica:]Manuel de Pinazo
Excelentísimo Señor
Señor
Desde el día cuatro que salimos de Salinas hasta hoy llevamos andadas cuarenta, y seis leguas, y
estas con infinitos trabajos por las muchas aguas y lo malo de los caminos, de modo que habido
día de no caminar media legua.
Los trescientos caballos que me dieron de la Estancia de Areco, han sido de tan malas calidades,
que aseguro a Vuestra Excelencia no se podían haber escogido peores. La mayor parte eran
potros / y de tan malas propiedades que a los peones les era difícil montarlos, y los que eran
mansos tan estropeados que sólo el incesante cuidado que he tenido, he podido conservar 146,
aunque la mayor parte imposibilitados de montarse, de modo que me ha sido preciso tomar
algunos de los paisanos, y dar los míos para poder continuar la marcha.
Por un indio que se ha pasado a nosotros, y por el cacique Chuqueguala que ha salido a pedir paz,
hemos sabido haberse juntado una porción como de mil indios, con los designios que con esta
fecha da parte a Vuestra Excelencia el Maestre de Campo, lo que no ejecuto / por esta razón.
Todo el camino nos han salido porciones de indios a sus cambalaches de aguardiente, y se ha
conseguido rescatar un muchacho de 10 años, y se aguarda en estos días hacer lo mismo con una
pobre mujer.
El cabo de mi asamblea Lorenzo Jiménez, pasa a esa Capital acompañando el chasque que va a
Vuestra Excelencia.
Estoy con el cuidado, y precaución que es de mi obligación, para en el caso que intenten los
infieles atacarnos, vuelvan escarmentados del destacamento, en el que no he / tenido la menor
novedad, que es cuanto tengo que participar a Vuestra Excelencia.
Soy el más rendido a las órdenes de Vuestra Excelencia deseoso de sacrificar mi inutilidad en su
obsequio, y que Dios guarde a Vuestra Excelencia los muchos años que deseo y necesito Cabeza
del Buey 28 de noviembre de 1778.
Excelentísimo Señor
Señor
Obediente súbdito
[Diario de la expedición a Salinas al mando de Juan Ignacio Terrada – 1808]. 12 folios sin numerar,
sin mención de verso y reverso, transcriptos desde las imágenes digitalizadas que se obtuvieron
del microfilm. Copia del microfilm obtenido en junio de 2008, en BNRJ.
Con fecha veinticinco del próximo pasado octubre, tuve el honor de dar parte a Vuestra
Excelencia desde el punto de la Cruz de Guerra, de que me transportaba el mismo día con la
expedición a mi cargo, hacia la Laguna de la Sal, omitiendo por entonces el espíritu nocivo que
había reconocido en los indios, poniendo mi mira solamente en no incomodar la atención de
Vuestra Excelencia preocupada en asuntos de mayor entidad; más [sobre tachado: ahora Dios]
mediante, con la fecha de este, tengo el gozo de dar parte a Vuestra Excelencia de mi regreso y
arribo con felicidad al río nombrado la Cabeza del Buey, sin que hasta él haya padecido
detrimento alguno en vidas, ni considerables en haciendas; y no pareciéndome conveniente
ocultar a Vuestra Excelencia los sucesos y resultados de las simuladas políticas de los indios,
junto con los gastos en que no / me he detenido un punto, a efecto de no contravenir a las
piadosas miras del Excelentísimo Señor Virrey, y ser yo el promotor de nuevas hostilidades en
estos afortunados campos, reviviendo en mi comisión aquel lastimoso cuadro que alguna vez he
mirado inmediato, siéndome necesario para no llegar a este inconveniente ensanchar el
debilitado sufrimiento, reviviendo instantáneamente en mi memoria las sabias; y prudentes
órdenes del primero de octubre próximo pasado, día en que tuve el honor de recibirlas del
Excelentísimo Señor Virrey.
Puesto en marcha de esa capital el día cinco del indicado octubre me dirigí a la frontera a recibir
en ella municiones, y demás pertrechos; lo verifiqué el día ocho, el nueve me puse en marcha con
destino al Palantelen; el doce llegué a este sitio a las once de la mañana; aun no había llegado,
cuando empezaron a sucederse los embajadores o parlamentarios de los caciques, pretextando
que tenían noticia iba de malas la expedición, queriendo decir que íbamos a darles guerra. A mi
contes / tación se seguía ponerme delante un barril, una bolsa, o saco para yerba, con tal que a no
devolvérselas bien llenas no las admitían. Aquí se empezó mi reprensible condescendencia,
aunque siempre poniéndoles delante la prontitud de la expedición, los regalos que se les hacía en
la Capital, y otras razones que omito, suficientes en mi entender; encargándoles lo dijeren así a
sus Caciques. Ocho días me mantuve en el antedicho sitio, esperando el fin de la reunión, en el
entredicho tiempo; volvieron aquellos mismos a saludarme en nombre de sus Caciques con los
mismos barriles y demás pertrechos. Reconvenidos por mí en orden a su ambición, y el ningún
auxilio que esperaba, y del estado de escasez en que me hallaba, sus concertaciones eran llenarse
de oscuridad, y hacerme cucos por parte de los Ranqueles; las disimulaba y condescendía, con lo
que se despedían gustosos.
El veintiuno salí del Palantelen, con dirección a la Cruz de Guerra, acampando en este el veintidós
a las cuatro y media de la tarde; en el momento fueron llegando enviados o embajadores,
pidiendo / los caciques los aguardase en aquel sitio, como se los había prometido. El veintitrés a
Los beberajes [sic] duraron toda aquella siguiente noche, y se siguió con la misma algazara, y
vocería, hasta la hora de mi partida, que fue el veinticinco del predicho mes a las ocho de la
mañana (que hasta en esto son perjudiciales, pues la parada ha de ser a su gusto) en dicha hora
concurrieron todos a despedirse, poniéndome presentes los barriles, y bolsas desocupadas,
pidiendo con mucho orgullo hiciese que se les llenasen; (momento en que solamente a la fuerza
de las razones, que al principio dejo manifiestas, pudo sobrevivir el sufrimiento) persuasiones
eran escusadas para contentarles su ambición, hasta llegar el caso que el nombrado Cacique
Añapi, por no habérsele llenado dos barrilejos tan presto como él quería, montó en su caballo,
sacó el alfanje, y empezó a hacer escaramuzas, batiendo la cuchilla por el aire, y llamando / sus
indios, tomó el campo: En vista de esta desvergüenza, y desacato a nuestras armas por un
enemigo tan soez, las altas miras de Vuestra Excelencia graduarán nuestro sentimiento. Resolví
mandarle un lenguaraz al alcance, pidiéndole por favor que volviese, que no se le había dado
motivo para su enojo, pues los barrilejos estaban llenos, me contestó que mandaría por ellos,
como en efecto; que él no volvía porque estaba muy caliente. Sosegado Añapi, y abastecidos los
demás, emprendí la marcha al objeto de mi comisión, repasando la misma tragedia en cada
encuentro que me hicieron antes de la Laguna, los caciques nombrados Epumuel, Juan Pedro,
Paiñeg, Villapue, Quaguin [Joaquín?] Coronel, Sien mil, Quillipin, Clagvil, y Quenava, siendo para
con estos en todas sus partes símil la complacencia, sin embargo el dicho Quenava, habiéndose
despedido de mi el dos de noviembre a las ocho de la mañana, en que emprendí la marcha, con
grandes muestras de gratitud, y muchas ofertas, antes de haber caminado con la expedición tres
cuartos de legua, me dio parte la retaguardia, que aquel cacique había herido gravemente en la
cabeza a un soldado de ella, sin más mérito que / su antojo, y que se mantenía sitiado con su
indiada; Mandé al momento me siguiesen cincuenta hombres de la vanguardia que ocupaba; y me
conducí [sic] al lugar del suceso, y no encontrando en él Indio alguno, me satisfizo aquel
sargento, que luego que el citado cacique notó el chasque, apurando sus indios y caballos, se
había perdido de vista en breves instantes; dispuse se reconociese el soldado herido, y abrigado
en una carreta le siguiese el cirujano una prolija curación, sin dejar de tomar de instante a
instante, ya fuese en marcha, o acampado, las providencias que juzgaba oportunas, a nuestra
defensa y seguridad.
El día siete de noviembre a las nueve y media de la mañana, entré con la expedición a mi cargo a
las riberas de la Laguna de la Sal; mandando que luego al punto se acampase la expedición con
acuerdo de los puntos más adecuados para la ofensa y defensa de que dependía la seguridad de
nuestras vidas e intereses. No habían pasado muchos instantes, cuando se empezó a comenzar
representar la maliciosa escena de los Caciques Ranqueles nombrados Clam, / Iogquem,
Antegman, Qurutipay, Quiticham, Millan, Llancao, Quala, Calecpuqueo, Callunay, Quagquimer,
Fue exigiendo la necesidad en términos que me precisó ordenar a los pulperos concurriesen con
alguna contribución en aguardientes según sus fuerzas; no trepidaron un punto, presentándose
todos voluntariamente en vista de la urgente necesidad que notaban; de cuya concurrencia
resultaron setenta y ocho frascos de aguardiente, hallándome con este número tan necesitado
como antes para cubrirla. Viéndome en suma necesidad, me acogí bajo los auspicios del
Excelentísimo Señor Virrey, y de este Excelentísimo Cabildo, pidiendo por vía de préstamo, o
confianza aquello que juzgué necesario a evitar algún funesto resultado; como en esta misma
fecha se lo significo al / Excelentísimo Señor Virrey con las mismas voces y sentimientos que ante
Vuestra Excelencia lo verifico. Ascendiendo en aquellos términos el aguardiente suplido por Don
José Viñas al número de doscientos, y once frascos, cuatro recados de [sic] cargaron con sus
caronas de suela, y dos chaquetas, a Don Rosendo Albo cuatro sombreros muy ordinarios, y siete
varas de cinta carmesí, como se contienen en los recibos firmados por mí para su resguardo: mas
mirándome al alcance, y delincuente en la franqueza, por no tener para ello ninguna orden ni
prevención, me resolví a poner límite en los arrojos de los indios, y que corriese el agua por
donde quisiese; ayudándome a ello a ello a hallarse la expedición próxima al concluir el
cargamento, y juntamente el poco fruto que notaba en las promesas de los caciques; como me
sucedió con los indios de Carrupilun, que vinieron con el cacique Clam, que en el acto que este me
prometía seguridad y confianza, aquellos
En el interin mediaban estos insultos, y otros que omito, por no cansar más la atención de
Vuestra Excelencia; el cargamento se concluyó el catorce de noviembre a las ocho de la mañana;
y en la misma ordené se pusiese en franquía la expedición, cuyo manejo se concluyó a las ocho de
la noche del mismo día: a esta misma hora di orden a mi ayudante el sargento de Blandengues,
nombrado Manuel Chavez, hiciese correr la noticia de haber llegado un chasque dando aviso que
el Señor Virrey mandaba doscientos hombres a auxiliar la expedición, que venían al encuentro de
ella / marchando a grandes jornadas; luego que amaneció el día quince, se hizo tan notoria como
se tuvo por verdadera, la especie así entre los indios, como entre los propios nuestros; (eficaz
antídoto, aunque tarde conocido para templar la gula de los indios) pues desde aquel punto se
fueron despidiendo muy urbanos con grandes muestras de gratitud y benevolencia; siguiendo mi
regreso desde aquella fecha hasta el veintinueve a las seis de la tarde que llegué a este sitio,
nombrado la Cabeza del Buey, del mismo que me despido y emprendo la marcha de mi regreso a
las seis de la mañana del día de la fecha de este, sin haber desde aquella sazón sufrido otros
inconvenientes que los que son habidos[?] e indispensables en la fatigosísima expedición de
Salinas, ordenando en la insi…[?] hora remonte el vuelo la partida conductora de esta noticia,
hasta ponerla en manos de Vuestra Excelencia. Laguna de la Cabeza del Buey, y diciembre 1° de
1808.
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que hizo del río Negro en la costa oriental de Patagonia el año de 1782. En Colección Pedro de
Angelis, tomo VIII B. Buenos Aires: Plus Ultra, 967-1144.
NOTAS
1. Según José Honório Rodrigues (1951), el fondo documental que integra la Colección De Angelis
en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro es de 4076 obras publicadas y 1291 manuscritos. Ver:
“Explicación” al tomo I, de Manuscritos da Colecao De Angelis: Jesuítas e bandeirantes no Guairá,
con introducción, notas y glosario por Jaime Cortesao. Río de Janeiro, Biblioteca Nacional, 1951,
p. 5-9. En el mismo tomo Jaime Cortesao realiza un estudio del origen de la colección y del
itinerario de la compra de esas obras y manuscritos por el emperador Pedro I de Brasil (pp. 11-62)
y brinda una referencia detallada de cómo está organizada la sección Manuscritos (pp. 57-58): Los
1291 manuscritos están clasificados en cuatro secciones, 1) Sección de documentos sobre las
Provincias del Río de la Plata; 2) Sección dividida en “Misiones del Paraguay”, “Misiones de
Moxos y Chiquitos” y “Annuas de las Misiones”; 3) Sección dividida en “Documentos sobre el
Chaco”, “Documentos sobre la costa de Patagonia”, “Documentos sobre el estrecho de Magallanes
y la Tierra del Fuego” y “Documentos sobre las Islas Malvinas”, y 4) Sección de Planos y mapas.
Las tres primeras secciones están en orden cronológico.
2. El trabajo de archivo fue realizado junto con Sergio H. Latini; Carina P. Lucaioli tuvo a su cargo
gestionar y organizar la reproducción y digitalización de las copias en Buenos Aires; Aylen
Enrique digitalizó para nuestro equipo de investigación los legajos de Comandancia de Fronteras
del Archivo General de la Nación, de Buenos Aires, que también se citan aquí. Estas tareas
técnicas forman parte de las actividades que se realizan para los proyectos de investigación que
financia el CONICET, PIP 112-200801-00026, y la Universidad de Buenos Aires,
UBACyT20020100100215.
3. El título completo es: Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las
Provincias del Río de la Plata.
4. Signatura actual: BNRJ, MS 508 (37), documento 19; signatura antigua: BNRJ, Colección De
Angelis, I 29, 9, 60.
5. García, Pedro A. (1969). Diario de la expedición de 1822 a los campos del sur de Buenos Aires,
desde Morón hasta la sierra de la Ventana. En De Angelis, P. COD, tomo IV. Buenos Aires: Plus
Ultra, pp. 393-671.
6. Zizur, Pablo (1972). Diario de una expedición a Salinas emprendida por orden del Marqués de
Loreto en 1786. En De Angelis, P. COD, tomo VIII A. Buenos Aires: Plus Ultra, pp. 431-479.
7. http://bndigital.bn.br/scripts/odwp022k.dll?SHOWINDEX=deangelis_pr:deangelis:autor:D2:
Consultado el 4 de setiembre de 2013.
8. “Representación del Cabildo al Señor Intendente, para que se sirva nombrar piloto para la
expedición a Salinas”. En COD, tomo VIII A, p. 441.
9. Biblioteca Nacional de Río de Janeiro, Sección Manuscritos, Colección De Angelis. Signatura
actual: BNRJ, MS 508 (37) documento 20; signatura antigua: BNRJ, Colección De Angelis, I 29, 9, 61.
10. De Angelis, 1969, tomo IV, p. 171-177: “Diario que principia el 21 de setiembre de 1778, en que
se da noticia de la expedición y destacamento, que por orden del Excelentísimo Señor Virrey, Don
Juan José de Vértiz, marchó al campo del enemigo, reconociéndolo hasta llegar a las Salinas, que
se hallan en las campañas yermas del sur”.
11. Tampoco localizamos ningún mapa bajo alguno de estos dos nombres en el repositorio digital
que mencionamos en la nota 7.
12. La laguna Cabeza del Buey se ubica en el actual partido de Bolívar de la provincia de Buenos
Aires.
13. Las cartas y relaciones corresponden a las expediciones de 1759, 1774, 1778, 1786, 1791, 1793,
1798, 1800, 1803, 1804 y 1805.
14. Signatura actual: BNRJ, MS 508 (41), documento 10; signatura antigua: BNRJ, Colección De
Angelis, I 29, 11, 19.
15. Acuerdos, 1927, pp. 354 y 359.
16. Carta de Bartolomé Gutiérrez de Paz a Alonso de la Vega, 21 de mayo de 1759, AGN, IX, 1-4-2.
17. Carta de Manuel de Pinazo a Juan José de Vértiz, 28 de noviembre de 1778, AGN, IX 1-4-2.
18. Paraje y laguna en el actual partido de Alberti de la provincia de Buenos Aires.
19. Paraje en el actual partido de 25 de Mayo de la provincia de Buenos Aires.
20. Carta de Manuel de Pinazo a Juan José de Vértiz, 28 de noviembre de 1778, AGN, IX 1-4-2.
21. Carta de Francisco Balcarce a Nicolás de Arredondo, 12 de diciembre de 1793, AGN, IX 1-4-2.
22. Carta de Francisco Balcarce a Nicolás de Arredondo, 12 de diciembre de 1793, AGN, IX 1-4-2.
23. Carta y relación de Antonio de Olavarría al Marqués de Avilés, 30 de abril de 1800, AGN IX
1-4-2.
24. Carta de Bartolomé Gutiérrez de Paz a Alonso de la Vega, 21 de mayo de 1759, AGN, IX, 1-4-2.
25. Carta de Juan José de Sardén a Juan José de Vértiz, 28 de noviembre de 1778, AGN, IX 1-4-2.
26. Carta de Manuel de Pinazo a Nicolás del Campo, 16 de noviembre de 1786, AGN, IX 1-4-2, el
destacado nos pertenece.
27. Carta de Bartolomé Gutiérrez de Paz a Alonso de la Vega, 21 de mayo de 1759, AGN, IX, 1-4-2.
28. Sobre la obtención de ganado cimarrón como forma habitual de abastecimiento de los fuertes,
en 1774 se ordenaba a los criadores que “salgan a la metida de ganados”, Instrucciones de
Clemente López a Gregorio Cabrera, 17 de septiembre de 1774, AGN IX 1-4-5; en 1779 se hace
referencia a la “saca de ganado”, Carta de Manuel de Pinazo a Juan José de Vértiz, 17 de mayo de
1779, AGN IX 1-4-4.
29. Carta de Juan Antonio Hernández a Nicolás de Arredondo, 23 de diciembre de 1791, AGN, IX
1-4-2.
30. Carta de Juan José de Sardén a Juan José de Vértiz, 28 de noviembre de 1778, AGN, IX 1-4-2.
31. Carta de Manuel de Pinazo a Juan José de Vértiz, 28 de noviembre de 1778, AGN, IX 1-4-2.
32. Carta de Manuel de Pinazo a Nicolás del Campo, 16 de noviembre de 1786, AGN, IX 1-4-2.
33. Carta y relación de Nicolás de la Quintana a Antonio Olaguer y Feliú, 13 de noviembre de 1798,
AGN, IX, 1-4-2.
34. Carta de Miguel Tejedor a Joaquín del Pino, 24 de noviembre de 1803, AGN, IX 1-4-2.
35. Para las cuestiones que se relacionan con el concepto de frontera como espacio permeable y
mestizo de intercambios hay una numerosa bibliografía. Solo como títulos orientativos
mencionamos: Boccara, 2003 y 2005; Quijada, 2002; Roulet, 2006 y Nacuzzi, 2010.
36. Sobre este tema, se puede consultar el dossier compilado por Celestino de Almeida y Ortelli,
2011.
37. Carta de Manuel de Pinazo a Juan José de Vértiz, 28 de noviembre de 1778, AGN, IX 1-4-2.
38. Carta de Manuel de Pinazo a Juan José de Vértiz, 28 de noviembre de 1778, AGN, IX 1-4-2.
39. Carta y relación de Nicolás de la Quintana al Marqués de Sobremonte, 27 de noviembre de
1804, AGN IX 1-4-2.
40. Ver Transcripción N° 3.
41. La distribución espacial de estos grupos de caciques es muy significativa y recuerda el caso
que expusimos y analizamos en Nacuzzi (1998) sobre los caciques de sierra de la Ventana que
visita Pablo Zizur en 1781 (en Vignati, 1973).
42. Una revisión sobre el concepto de cacicazgo y sobre la función de los caciques en estas áreas,
en Nacuzzi, 2008.
43. Acuerdos del Extinguido Cabildo, 7 de diciembre de 1808, tomo III, libro LXII, p. 354.
44. Sobre los parlamentos de indígenas con hispanocriollos, ver Lázaro Ávila, 2002.
RESÚMENES
Las expediciones a Salinas Grandes (ubicadas en el actual departamento de Atreucó, provincia de
La Pampa) se realizaron desde la época colonial para extraer sal y trasladarla a la ciudad de
Buenos Aires, convocando a una cantidad importante de actores. Publicamos aquí algunos
documentos inéditos relacionados con esas expediciones que se conservan en la Biblioteca
Nacional de Río de Janeiro (BNRJ) y en el Archivo General de la Nación de Buenos Aires (AGN).
También ofrecemos información relativa a esos viajes basada en otros escritos ya publicados, con
el fin de plantear una reflexión acerca de la producción y reproducción de este tipo de fuentes
históricas y luego reseñamos los datos etnográficos que estos papeles ofrecen sobre algunos
temas específicos.
The expeditions to Salinas Grandes (a salt deposit in the current department of Atreucó, La
Pampa province) started in colonial times and gathered an important amount of actors since
their objective was to provide salt to the city of Buenos Aires. Here we present some unpublished
documents regarding those expeditions which are located in the Biblioteca Nacional de Río de
Janeiro(BNRJ) and the Archivo General de la Nación, Buenos Aires (AGN). We also offer information
about the above-mentioned trips based on written papers already published to pose a reflection
on the production and reproduction of this type of historical sources and the ethnographical
data on specific issues they can convey.
ÍNDICE
Keywords: written sources, contextual criticism, ethnographical data, Salinas Grandes
Palabras claves: fuentes escritas, crítica contextual, datos etnográficos, Salinas Grandes
AUTOR
LIDIA R. NACUZZI
Sección Etnohistoria, Instituto de Ciencias Antropológicas, Universidad de Buenos Aires y
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
Javier A. Trímboli
NOTE DE L’ÉDITEUR
Fecha de recepción del original: 24/09/2013
Fecha de aceptación para publicación: 15/11/2013
Fuentes
Entusiasta adhesión popular en los actos evocativos realizados ayer. (1979, junio 12). La
Prensa
Convicción, 25 de mayo de 1979.
La empresa asumida es responsabilidad de todos. (1979, junio 12). La Nación.
Suplemento Especial Centenario de la Campaña del Desierto. (1979, junio 11). Clarín
La conquista del desierto. (1979, junio 11). Clarín.
Todo es Historia. Edición Especial: Campaña del desierto: una epopeya argentina. (1979)
(tomo114).
La Nación, 12 de junio de 1979.
La Prensa, 12 de junio de 1979.
1 Más allá de las conclusiones a las que se arribe, la discusión sobre el genocidio a
propósito de la llamada conquista del desierto invita a hacer un ejercicio que había
quedado decididamente postergado: la puesta en trama de las ofensivas desplegadas
por el Estado –o por las fuerzas que bregaban por su conformación- contra las clases
populares o un sector de ellas. Una vez desmoronada la última dictadura militar, no era
descabellado suponer que el accionar pasado del Estado y de las clases dominantes sería
abordado de manera sostenida por una mirada con mejores reflejos críticos y cargada
de nuevas sospechas. Sin embargo, esto no fue así. El temor al anacronismo, que todavía
hoy se blande como amonestación, sólo en cierta forma explica la dilación. Sin entrar
de lleno en esa discusión, vale, no obstante, advertir sobre el equívoco que conlleva
suponer que el ejercicio del terror de la última dictadura, tan sistemático como
incontrolable, no tuvo escuela y fue por eso una excepción en nuestra historia. Este
artículo se abocará a la celebración del centenario de la conquista del desierto que tuvo
lugar en 1979 y, en este sentido, sólo de manera oblicua se aproximará a la cuestión. Sin
embargo, en diálogo con lo señalado por Julio Vezub en esta revista (2011), al reparar
en una coyuntura en que se anudaron de manera poderosa un conjunto de
intervenciones políticas, periodísticas e historiográficas, en las que pasado y presente
se citaron –el tema del artículo-, consideramos que puede ser un aporte al problema
planteado. Porque el juego de espejos que en 1979 se montó devolvía imágenes que,
aunque no eran idénticas, se reconocían e incluso alcanzaron a sobrevivir durante los
años de la democracia.
2 El acto central se llevó a cabo el lunes 11 de junio en la ciudad de Neuquén, en
coincidencia con la llegada, cien años atrás, del ministro de Guerra Julio A. Roca y del
ejército expedicionario a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén. La comitiva oficial
era numerosa. Además del presidente Videla, se encontraban presentes el ministro del
Interior Albano Harguindeguy, su par de Trabajo Llamil Reston, el jefe del Estado Mayor
del Ejército, Suárez Mason, el gobernador de la provincia anfitriona, Domingo Trimarco
y el director de Gendarmería Nacional, Antonio Domingo Bussi. Todos generales. Entre
los doctores: el ministro de Economía Alfredo Martínez de Hoz y el de Cultura y
Educación Juan Llerena Amadeo. Con autoridades eclesiásticas, todos en el palco ante
un auditorio en el que también hay soldados y civiles. Según La Nación son dos los
contingentes que sobresalen: el de los caciques y tribus indígenas que representan a sus
antepasados que colaboraron con la expedición y el casi centenar de jinetes que habían
partido a comienzos de mayo desde Bahía Blanca con el propósito de reproducir el
desplazamiento del ejército. También desfilan más de mil niños de escuelas de la
región. Videla se hallaba en la Patagonia desde días antes: el sábado, en Comodoro
Rivadavia, había participado del “acto de bendición de la nueva catedral”; el domingo,
en San Martín de los Andes, y subraya la misma crónica que, acompañado de su mujer,
se movilizó en un auto sin escolta. El vehículo militar que el lunes 11 de junio lo
trasladó hasta el palco fue aclamado por la multitud. El periódico La Prensa interpreta:
“No hubo temor por la cercanía del pueblo. Nadie molestó a los manifestantes que
tampoco daban motivo para un control excesivo (…) Fue la prueba de una
identificación honesta y desinteresada hacia los motivos de esa evocación. Por esta
causa creemos que fue un hecho significativo y digno de ser destacado, y quizás
habrán pensado aquellos que tienen hoy la responsabilidad política del país, que
algo está cambiando en el comportamiento generalizado de los argentinos y que los
frutos de una constante prédica están comenzando a advertirse” (1979, junio 12).
3 En claro contraste, el acto compartirá la primera plana de los principales diarios del
país con los enfrentamientos cada vez más álgidos que en Nicaragua se sucedían entre
guerrilleros y el gobierno de Somoza.
4 Las palabras del presidente Videla evitaron casi toda desmesura, cosa que vale señalar
luego de que el derrumbe de esa experiencia política –la del Proceso de Reorganización
pero en particular la de ese momento- hizo que prefiriéramos creer que el cuchillo
siempre estuvo entre los dientes. Más que con la figura de Roca, identificarse con “una
gloriosa y trascendente gesta de todos los argentinos” fue de especial interés para la
dictadura. Una epopeya afirmativa de la nacionalidad y de la soberanía sobre tierras
hasta “entonces señoreadas por la soledad y el desamparo”. Dicho esto en momentos en
que el conflicto limítrofe con Chile, después de la escalada de fines de 1978, apenas
Nicaragua –con una foto que podría recordar lo que entre nosotros se había vivido-, en
la Argentina se está cerca de la la ley y de la tranquilidad que aporta.
18 Aunque envuelta en mortaja, la película que se estrenó en conmemoración de la
conquista del desierto –por supuesto con apoyo oficial- también desliza objeciones que
le valieron alguna amonestación. Porque en De cara al cielo, tal el título de esta película
que dirige Enrique Dawi, además de subrayarse que la guerra no fue contra el indio, se
reconoce algo del final de La Patagonia Rebelde: nuevamente un coronel del ejército,
aunque esta vez al pie de la cordillera, termina descubriendo que todo su esfuerzo está
yendo a parar a manos de los estancieros ingleses. Fortín Quieto fue la miniserie, la
primera en color, dedicada al tema y transmitida por canal 9. Inhallable hoy, cuenta su
guionista Cernadas Lamadrid que, aun cuando el proyecto fuera supervisado por el
ejército, logró sumar a Fermín Chávez como asesor y así se le imprimió un sesgo
revisionista. De cara al cielo también parece sobrevolada por esa influencia. En el
suplemento de espectáculos de Clarín se la juzga con severidad, sobre todo por las
inconsistencias del guión que parecen superponerse con las ideológicas. Convicción
apunta hacia otro lado, porque si bien valora que esta película “se aleja de la
grandilocuencia de otras incursiones del cine histórico nacional”, cuestiona que no se
haya animado a mostrar sucios a los personajes y con “todas las grandezas y
debilidades de los hombres enfrentados a situaciones límites”. Posiciones críticas
resuenan en una nota de la revista Todo es Historia del mes de mayo, número dedicado
por completo al tema, a través de la publicación de los textos ganadores del concurso
convocado. La tapa presenta un pesebre realizado por la hija del general Ignacio H.
Fotheringham –inspirado en el célebre cuadro del Blanes- y que fuera expuesto en la
Feria del Libro de ese año. “A la Universidad. Advocación: Año Internacional del Niño y
Centenario del Inicio de la Campaña al Desierto”. Con el ánimo monocorde de homenaje
contrasta el artículo de Emilio J. Corbière, “Adolfo Alsina: integrar al indio sin
genocidio”. Es una semblanza en extremo favorable del primer ministro de Guerra de
Avellaneda y de su política, pero lo que interesa es que se trata de una hendidura en el
texto mayor y que por fin involucra al acontecimiento mismo. La palabra genocidio
queda escrita, aunque más por lo que pudo evitarse que por lo efectivamente sucedido.
“Pero si muchas de las ideas estratégicas de Alsina hoy pueden considerarse
erróneas, y algunas lo fueron, el espíritu de su planteo, basado en la progresiva
colonización de la Patagonia y del Sur argentino, sin el genocidio indígena,
constituyeron un ideario progresista para la época” (1979, p.63).
19 Atada a la suerte pública de Félix Luna, aunque unos pasos atrás suyo, la revista Todo es
Historia gozaba –y pocas veces la expresión será más dudosa- de no poca visibilidad. Así
y todo, la nota de Corbière está en sus bordes. De vuelta en el suplemento, Rita Segato
nos hace recordar que hubo un 19 de febrero en ese año –un día como cualquier otro-
en el que llegó a Viedma en compañía de una colega para internarse en el sur de la
provincia de Río Negro. ¿El objetivo? La búsqueda de “la música actualmente ejecutada
por las comunidades araucanas o mapuches que aún subsisten en la región”. Si hay un
obstáculo a vencer es “el influjo de los vicios occidentales de pensamiento” que
tendería a restarle relevancia a ese material. Observa transformaciones mayores que se
dan la mano con la expansión de las sectas protestantes que interpelan con su mensaje
las viejas prácticas religiosas. En una línea de este artículo, que es uno de los largos, se
deja escrito “represión ejercida por el Estado” -sin fecha ni contexto-, para entender la
postergación de esas prácticas y el debilitamiento del poder de los caciques. Luce un
poco más oculto el señalamiento porque de inmediato se hace alusión a otros factores,
pero ahí queda y lo leemos.
20 Pero ahora volvamos al palco del acto oficial, porque desde allí se pronunciaron
palabras que disonaron con el texto mayor de la celebración. Si no las señalamos antes
fue porque es alevosa la diferencia en cómo fueron recogidas por la prensa. Una
plegaria pronunciada por el padre Juan Sebastián, canciller del obispado local. En La
Nación, además de nombrarlo de esa forma, se reproducen párrafos de la misma:
“te pedimos, Señor, con todas nuestras fuerzas, que nunca más los argentinos
derramen su sangre con enfrentamientos fratricidas. (…) Señor, si te hemos fallado
en el pasado, hoy, ante tu presencia y la de tu pueblo, en esta plaza levantada como
recuerdo del acontecimiento histórico que nos congrega y ante estas banderas
argentinas, prometemos poner remedio a los errores, romper las diferencias
raciales, promover a los marginados (…)” (1979, junio 12).
21 La crónica de Clarín ni siquiera menciona la presencia en el palco de este religioso y La
Prensa reproduce por completo la plegaria, en la misma edición en que se publica una
de las tres notas de Camps. Se lee entonces que el pedido de perdón incluye una
caracterización más explícita de lo sucedido: “por habernos enfrentado los argentinos,
utilizando la violencia anticristiana, el secuestro, el asesinato, la tortura, el odio,
ignorando el mensaje de amor y de perdón; por haber marginado en estos cien años a
los nativos de estas tierras” (7). Quizás no faltaron quienes vislumbraron en esta
oración la crítica -¿por eso su ausencia en Clarín?-; el mismo padre, Juan San Sebastián,
años después va a contar la molestia que trajo entre las autoridades militares, esa
participación suya (San Sebastián, 1997). Un documento con un tono un poco más
crítico había sido elaborado por el Presbiterio que tenía a Jaime de Nevares a la cabeza;
de una decisión conjunta entre el obispo y los sacerdotes surgieron la aceptación de
participar en el acto oficial y de hacerlo con esas palabras. Ahora bien, las alarmas no se
encienden mucho más; el texto mayor de celebración de la conquista, que sale a relucir
en 1979 y tiene al suplemento de Clarín en su centro, se apoya tan sólidamente en lo que
la cultura argentina venía sosteniendo sobre este acontecimiento –ya que tampoco el
revisionismo, en sus coordenadas más generales, lo había tenido como blanco-, es tanta
la continuidad y, por lo tanto, la unanimidad reforzada, que las alarmas no tenían por
qué encenderse.
22 No obstante no contar con la salvaguardia religiosa –tampoco con su peculiar forma de
aportar a la bruma general, dirán quienes no quieran ver objeción en la plegaria-, en el
Congreso Nacional de Historia de la Conquista del Desierto, celebrado en General Roca
durante cuatro días del mes noviembre, se hizo lugar una ponencia como la de Rodolfo
Casamiquela. Aunque el Congreso lo presidiera el ministro Albano Harguindeguy y el
conjunto de escritos se publicara en cuatro tomos al año siguiente, su publicidad –
quizás también el riesgo- fue muy otra que la de la plegaria. El señalamiento principal
indica que la política de exterminio de la campaña de Roca se sostuvo en un
empobrecimiento del conocimiento sobre el mundo indígena, que pasó del obligado
plural de la época de Rosas al singular “indio”. Y el empobrecimiento fue la negación de
la política. En este mismo sentido, y teniendo como blanco uno de los motivos que el
texto mayor repite, agrega respecto de Calfucurá y los suyos: “(…) mal se los puede
calificar de chilenos… por ser Araucanos! Eran indígenas de la cordillera y no tenían
otra patria que ella” (Casamiquela, 1980, p.146, tomo 1). Evidentemente tanto la
coyuntura como la fuerza del texto mayor, habilitaba a que Casamiquela pudiera decir
esto y, a la vez, mostrarse complacido, como lo hace, por los avances que el Congreso
BIBLIOGRAPHIE
Andermann, J. (2013, julio). Una épica inconclusa. A Contracorriente, X (2). Disponible en: http://
www.ncsu.edu/acontracorriente
Barba, E. (1980). Introducción. En Congreso Nacional de Historia Sobre la Conquista del Desierto (pp.10).
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Halperin Donghi, T. (1980). Cinco respuestas sobre historia argentina. Punto de Vista. 10, 4.
Halperin Donghi, T. (1980). Una nación para el desierto argentino. En Proyecto y construcción de
una Nación (Argentina, 1844-1880 (p. XCV). Caracas: Biblioteca Ayacucho.
Halperin Donghi, T. (1994). La larga agonía de la Argentina peronista (p.106). Buenos Aires: Ariel.
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imagen de la historia argentina. En AA.VV, Ficción y política. La narrativa argentina durante el proceso
militar (p. 72). Alianza.
Rodríguez, M. (2011). De casa al mercado y del mercado a casa. Crisis. Abril/Mayo 2011.
Romero, L. A. (1981). Política, nación y Estado en la Argentina del siglo XIX. Punto de Vista. 11.
San Sebastián, Padre Juan (1997). Don Jaime de Nevares. Del Barrio Norte a la Patagonia, Buenos Aires,
Centro Nueva Tierra.
Sivak, M. (2013). Clarín. El gran diario argentino. Una historia. Buenos Aires: Planeta.
RÉSUMÉS
Este trabajo busca poner de relieve las intervenciones políticas, periodísticas e historiográficas
que se sucedieron en el año 1979, a propósito de la conmemoración del centenario de la conquista
del desierto. La dictadura militar adquiere protagonismo en esa evocación del pasado de tonos
celebratorios, pero producciones como el suplemento especial publicado por Clarín muestran que
de ningún modo fue exclusivo. En una coyuntura de importante consenso a favor del Proceso de
Reorganización Nacional, con aportes de variado origen y de distintas firmas se va definiendo un
texto mayor sobre el acontecimiento en cuestión. En él incluso hay lugar para diferencias y
objeciones que, sin embargo, no terminan de desentonar con el humor ideológico compartido. A
pesar de la descomposición de esa coyuntura, ocurrida con la guerra de Malvinas, algunos
escritos fundamentales que ella alojó sobrevivirán a su derrumbe y harán su aporte para que la
democracia y la nueva producción historiográfica conviva bien con esos tonos por lo menos
conservadores.
This article explores the political, journalistic and historiographical interventions made in 1979
on the occasion of the centenary of the so-called Conquest of the Desert. Though the 1976-1983
Argentine military dictatorship was clearly the protagonist among these celebratory evocations
of the past, publications such as the special issue of the newspaper Clarín examined here indicate
that it was not alone. Within a context of general support for the ‘Process of National
Reorganization’, contributions from different sources and by different authors constructed a
wider consensual narrative on the event in question. Even the differences and objections within
that narrative never ultimately disrupted their shared ideological tone. Though the Malvinas
War brought about the dismantling of this historical situation, some of the key texts written at
the time would survive that collapse, eventually contributing to the way democracy and new
historiographical production would co-exist with those –at the very least– conservative tones.
INDEX
Keywords : dictatorship, Conquest of the Desert, historiography, media
Palabras claves : dictadura, conquista del desierto, historiografía, medios de comunicación
AUTEUR
JAVIER A. TRÍMBOLI
Asesor historiográfico de la Televisión Pública, Argentina
Correo electrónico: [email protected]
Debates
1 Las investigaciones sociales sobre la religión llevadas adelante en nuestro país desde
diferentes áreas disciplinares, han experimentado un crecimiento exponencial en los
últimos años. En los espacios académicos de la historia, la sociología, la antropología
social y la geografía cultural, un número prometedor de estudiosos y estudiosas de
distintas generaciones (un dato optimista que no está demás aclarar), vienen realizando
un trabajo sistemático en la producción de un conocimiento en torno a un campo
históricamente relegado en los medios universitarios. La religión, más allá de los claros
obstáculos epistemológicos que como categoría de análisis pueda sugerirnos, se
transformó en un clivaje desde el cual interpelar a nuestra sociedad a partir de aristas
tan heteróclitas como sin duda válidas. En esta dialéctica con la realidad a la que
tomamos como referente, ya sea del pasado o del presente, la religión nos provee de
una entrada promisoria para acercarnos a aquélla a través de la indagación de las
prácticas, creencias y sociabilidades de los sujetos a los que dirigimos las miradas. En
suma, una visión retrospectiva sobre las últimas tres décadas evidencia la vitalidad de
una problemática cuyo interés se ha reflejado en actividades tales como la realización
BIBLIOGRAFÍA
Di Stefano, R. (2002). De la teología a la historia: un siglo de lecturas retrospectivas del
catolicismo argentino. Prohistoria, VI (6), 173-201.
Frigerio, A. (1993). Los Estudios Sociológicos sobre Religión en Argentina: Desarrollo y Tendencias
Actuales . En A. Frigerio (Ed.), Ciencias Sociales y Religión en el Cono Sur (pp. 14-30). Buenos Aires:
Centro Editor de América Latina.
AUTORES
ALEJANDRO FRIGERIO
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas)– Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales/Universidad Católica Argentina. Correo electrónico:
[email protected]
GUSTAVO A. LUDUEÑA
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) - IDAES (Instituto de Altos
Estudios, Universidad Nacional de San Martín), Argentina. Correo electrónico:
[email protected]
3 Hay entonces un mito de la colonia católica, al que podemos sumar otros que ha
acuñado la historiografía –sobre todo, pero no sólo, la declaradamente confesional- y
que se relacionan con la idea del monopolio católico. Como el que afirma que en el siglo
XIX los sectores subalternos nativos eran más devotos que las elites, imbuidas de ideas
“foráneas” y en consecuencia ilegítimas (se piensa en especial, desde luego, en la
cosmopolita elite cultural porteña). Los mitos también forman parte de la realidad,
como bien sabemos y como bien ilustra, en relación con nuestro problema, la historia
de la Iglesia. Para buena parte de la producción de inspiración confesional es
indiscutible la identificación de la nación con la fe católica, como lo es también para los
obispos y en general para el clero. Hay versiones de izquierda y de derecha, populistas y
elitistas. En ese sentido, Gerardo Farrell no dista mucho de Cayetano Bruno. La
diversidad religiosa les parece una patología que afecta exclusivamente a quienes
tienen la temeridad de abjurar del “ser nacional”. Esa concepción se advierte
claramente en el tratamiento historiográfico del anticlericalismo, que se considera una
anomalía que los extranjeros del siglo XIX y las malas lecturas inculcaron a la elite
cultural, alejada del pueblo y de los verdaderos intereses de la nación. Para Bruno el
reglamento del Ejército de los Andes que castiga las irreverencias hacia los sacerdotes y
hacia los símbolos sagrados nos habla de la religiosidad de San Martín, pero no de los
comportamientos de las tropas. A los católicos que se interesaron en el incendio del
Colegio del Salvador en 1875 no les cabe duda de que los atacantes fueron extranjeros
movilizados por las logias. Les basta recordar que muchos testimonios hacen referencia
a las banderas españolas e italianas que flameaban en medio de la multitud. El
verdadero pueblo, depositario junto con la jerarquía de los verdaderos valores
nacionales, no habría cometido semejantes desmanes. Pero cuando va uno a ver el
perfil de los centenares de detenidos –cosa que Hilda Sabato hizo antes que yo- advierte
que en su mayoría son porteños y de extracción popular –artesanos, vendedores
ambulantes, tipógrafos-. Más aún: la proporción de argentinos es superior a la de la
sociedad bonaerense de la época. Si uno lee además los testimonios que trae el proceso
penal, observa que algunas de las banderas españolas e italianas las llevaban
argentinos, incluso negros –es frecuente entre los testimonios la señalación de
afrodescendientes entre los atacantes-. Lo más gracioso es que los historiadores
católicos que se ocuparon del episodio no advierten que los que sí eran extranjeros en
su casi totalidad eran los jesuitas. Como en el caso de los soldados de Bruno, no creo que
se trate de una omisión intencional, sino de la fuerza con la que actúa el mito.
4 La idea de la existencia de un antiguo monopolio católico después perdido, que campea
en tantos estudios –y no sólo en los que salieron de las plumas de un Guillermo Furlong,
un Cayetano Bruno o un Guillermo Gallardo-, no es entonces sino derivación, y a la vez
fundamento, de ese mito eficaz. Si la historiografía “laica” no la ha puesto
suficientemente en cuestión es porque en parte abona su rudimentaria concepción de
la secularización. No hay ni siquiera entre la colonia y el siglo XIX un “antes” católico al
que sigue un “después” diversificado, para usar la expresión de Alejandro Frigerio en el
libro de María Julia Carozzi y César Ceriani. Volveré sobre este punto más adelante.
Quiero antes puntualizar que creo, sin embargo, que en cierto sentido la Argentina es
un país más católico que otros. Incluso los anticlericales del XIX, en su mayor parte, se
decían miembros de la Iglesia romana. Sarmiento mismo, por citar un caso casi
proverbial, se definió siempre como católico, incluso en su época más virulentamente
anticlerical, a partir del Syllabus y del Concilio Vaticano I. Es por ese motivo, me parece,
que arraigó tan fuertemente en nuestro país el discurso antijesuita, que tenía la virtud
de permitir despotricar contra el papa, contra los obispos, contra los religiosos o contra
el clero tout court sin sacar los pies del plato. La presencia de católicos en las logias
masónicas es un dato muy significativo a este respecto también. Cuando el obispo de
Buenos Aires Mariano Escalada expulsó a los masones de la Iglesia, con una carta
pastoral de febrero de 1857 en que afirmaba que el ingreso a una logia representaba
una formal abjuración del catolicismo, los aludidos pusieron el grito en el cielo. Cuando
en septiembre del año siguiente Escalada obligó al párroco de San Miguel a negarle los
funerales al confitero masón Juan Musso, no sólo protestó su familia, evocando la
conocida piedad del finado, sino también las “sociedades masónicas” en reclamo por
sus “derechos religiosos”, que veían avasallados por el obispo. Esa tendencia a pasar
por alto contradicciones que en otras latitudes se juzgaban evidentes no es un rasgo
exclusivo de los masones de nuestro siglo XIX: en los congresos que en 1913 y 1914
celebró la Liga Argentina del Librepensamiento, único movimiento anticlerical de
alcance nacional que hubo en este país hasta el día de hoy, la Comisión Ejecutiva
lamentó la presencia de católicos tanto en la Liga como en el seno de las logias,
fenómeno que consideraba origen de censurables inconsecuencias, como la del
delegado que había abandonado las sesiones de un congreso precedente al oír hablar de
los “errores del catolicismo”.
5 Todo ello nos conduce a interrogarnos acerca de los complejos vínculos que
establecieron históricamente el liberalismo y el catolicismo argentinos. En la muy
cosmopolita Buenos Aires, los liberales que rigieron los destinos de la provincia después
de la caída de Rosas declararon a la católica como religión de Estado –a diferencia de lo
que estipuló la constitución que se dieron las demás provincias, supuestamente más
devotas- y aumentaron el presupuesto de culto de manera descomunal -un 742,4% en
pesos fuertes en 1861 respecto de 1851, último presupuesto votado por la legislatura
rosista, también supuestamente más devota que las sucesivas-. Erogaciones a las que
deberíamos agregar los “auxilios” extrapresupuestarios que otorgaba cada año el
Ministerio de Gobierno a parroquias, curas, cofradías y otras instituciones. Sigo
creyendo que la clave para comprender esos datos, y los tantos otros que hablan
elocuentemente de la complejidad de esos vínculos, se encuentra en el hecho de que los
liberales argentinos, a diferencia de sus correligionarios de otras latitudes -
singularmente los mexicanos-, no tuvieron suficientes motivos para enfrentarse con la
Iglesia.
6 Como ha dicho Tulio Halperin Donghi más de una vez, esos hombres no se creían
protagonistas de un enfrentamiento entre dos civilizaciones –la de la modernidad y la
de la reacción-, sino combatientes de una suerte de cruzada de la civilización contra la
barbarie. En la “Historia de la Iglesia”, obra que ya tiene sus años, dijimos sus autores
que los liberales argentinos nunca dejaron de identificar la civilización con la religión.
Si no con el catolicismo, con un cristianismo concebido en términos genéricos. Algún
sutil filamento une esa concepción de nuestros liberales con la antigua idea borbónica
del párroco civilizador, que inocula la vacuna antivariólica a sus feligreses, les enseña
técnicas agrícolas y asiste a las mujeres en los partos. Los liberales argentinos ni
necesitaban ni creían conveniente prescindir por completo de la Iglesia. Por eso
apuntaron a modelar al clero según su propia idea del bon curé y se limitaron a atacarlo
cuando se alejaba de ella; por eso laicizaron lo mínimo indispensable, evitaron separar
la Iglesia del Estado y conservaron el régimen de patronato hasta 1966; por eso se
preocuparon por aumentar el número de obispados y de parroquias, le confiaron a la
Iglesia las “misiones entre los indios”, permitieron el despliegue de un vasto sistema
durante buena parte del siglo XIX. Por esas cosas de la burocracia, Buenos Aires era en
1810 la única capital virreinal cuya sede episcopal no había sido elevada al rango de
metropolitana, lo que generó innumerables trastornos hasta que lo fue en 1865. Los
obispos argentinos no firmaron un documento conjunto hasta 1889, cuando sus colegas
mexicanos lo venían haciendo desde 1730. Todos esos datos nos hablan de una gran
dispersión del poder religioso y de una muy limitada capacidad de control y de coacción
de los obispos, máxime teniendo en cuenta que se trataba de un país en el que la
movilidad propia de toda área de frontera se veía adicionalmente facilitada por la
dispersión de la población en espacios inabarcables.
9 Todo ello permitió, creo, que las creencias de los católicos fueran desde muy
tempranamente diversificadas y autoconstruidas. No hace falta ir a buscar al “otro
religioso” del siglo XIX en las Iglesias protestantes o en los judíos, porque muy
fácilmente vamos a encontrarlo en la misma grey católica. Ciertamente, menos a fines
del siglo que al comienzo, a causa de la progresiva consolidación institucional, del
mayor control episcopal sobre un clero más numeroso, de la llegada de congregaciones
europeas munidas de ricas experiencias pastorales y educacionales, entre otros
factores. Pero esos cambios, y otros que se produjeron en el pasaje del siglo XIX al XX,
no fueron capaces de erradicar del todo ese rasgo característico de nuestro catolicismo.
Los estudios sobre el siglo XX que producen los colegas especialistas en el período –
pienso en este momento en los de Ana Rodríguez, Miranda Lida, Diego Mauro o José
Zanca- muestran sustancialmente lo mismo: cuando dejamos de lado el telescopio para
tomar el microscopio descubrimos que las posibilidades concretas de modelar las
creencias de los fieles –incluso de los más comprometidos con la vida de la Iglesia-
siguen siendo llamativamente limitadas. El problema de los obispos es, en ese sentido,
el de los dirigentes de la Liga Argentina de Librepensamiento: disciplinar a individuos y
grupos que se revelan reticentes a la sujeción, con pocos pruritos a la hora de definir el
contorno de sus creencias. Es también –yendo hacia atrás- el de los superiores de las
comunidades religiosas coloniales, que no lograban impedir que quienes debían
comportarse como sus “súbditos” -los “venerabili patres”- circularan a caballo por
todas partes, durmieran fuera del convento, se trenzasen a puñaladas en los reñideros
de gallos y les dijeran piropos a las niñas.
10 Sería temerario afirmar que es éste un rasgo propio de nuestro catolicismo, pero me da
la impresión de que en él es más acusado que en otros, y en definitiva estamos hablando
de la Argentina. Por eso creo que aquí el proceso de secularización -que también yo
concibo en términos de recomposición, en la línea de Danièle Hervieu-Léger y de otros
sociólogos de la religión-, antes que debilitar la autoridad religiosa –como piensa
estudiando el siglo XX mi amigo Zanca, tras las huellas de Mark Chaves-, tuvo más bien
la virtud de impedir que se fortaleciera. Las transformaciones políticas, culturales y
económicas que fueron paulatinamente desarticulando los mecanismos jurídicos de
control religioso -que aunque poco eficaces habían sido siempre mejor que nada-,
privaron a las autoridades eclesiásticas de los escasos medios de coerción con que
habían contado hasta entonces, dejando en libertad a una sociedad cuyas creencias son,
al parecer, irreductibles a cualquier molde.
AUTOR
ROBERTO DI STEFANO
CONICET - Instituto Ravignani/Universidad de Buenos Aires.
Correo electrónico: [email protected]
relación con la historia del catolicismo argentino: su estrecha relación con la política en
tiempos de repliegue de la democracia.
5 3. La salida de la Segunda Guerra Mundial puso a prueba el mundo que la precedió. En
1944, el papa Pío XII se pronunció favorablemente acerca de la democracia en una
alocución de Navidad que tuvo gran repercusión en ámbitos católicos, si bien fue
juzgada demasiado tibia en más de una ocasión. En la Argentina, ello implicaría que el
catolicismo de tono triunfal, forjado en los años treinta a la luz de los congresos
eucarísticos, debió dejar a un lado su retórica más militante. De todas formas, era
evidente que con esa sola retórica ya no bastaría para aunar a las fuerzas católicas en
un movimiento sólidamente amalgamado. Desde fines de los años treinta, se
desarrollaron movimientos católicos juveniles (la JOC; la JAC, rama masculina de la
Acción Católica y las Vanguardias Obreras Católicas, de los Círculos de Obreros) que
adquirieron su propio dinamismo, en ocasiones incluso con notable independencia con
respecto de la jerarquía (Caimari, 1994; Lida, 2005; Lida, 2010). El activismo de estos
grupos puso a prueba la solemnidad y rigidez de las jerarquías eclesiásticas, e hizo
posible que muchos de sus miembros se sintieran atraídos por el peronismo, al menos
en sus primeros tiempos. La idea de un catolicismo compacto, unificado, homogéneo
hacía agua. ¿Cómo podría pues seguir aspirando a identificarse con la nación toda?
6 Las voces que desafiaron el mito de la nación católica fueron muchas, pero en tal caso lo
que importa destacar es que fueron mucho más certeros y contundentes los golpes que
aquel recibió desde dentro del propio universo católico, que los que provinieron de
factores exógenos tales como las ideologías laicas o de izquierda o cualquier tipo de
medidas emprendidas a través del Estado por sucesivos gobiernos de turno. No era
necesario aguardar a lo más violento de la colisión entre Perón y la Iglesia, de 1954-55
para advertir que se estaban produciendo sutiles transformaciones en un universo
católico que bien hubiera deseado permanecer igual a sí mismo. En sus últimos años de
vida, Gustavo Franceschi bregó para que el catolicismo argentino tomara conciencia del
ritmo imparable de la modernización, al que no cabía ya oponerle ningún tipo de
prédica integrista: "¿la Iglesia se moderniza? Sacerdotes obreros; religiosas sin hábito;
misas vespertinas; modificación de los ayunos... ¿Qué hay en el fondo de todo esto?",
fue el tema que escogió en 1953 para una de sus tantas conferencias sobre temas de
actualidad.1 La solemnidad de los treinta, propia de un catolicismo que tenía mucho de
victoriano, se disolvió de un plumazo. Director de Criterio desde 1932, Franceschi sabía
leer los cambios que se daban en la sociedad, e incluso trataba de adelantarse a ellos en
la medida de lo posible.
7 La crisis desatada con el gobierno de Perón aceleró los tiempos, pero de ninguna
manera decidió el rumbo de las transformaciones por venir, ya en marcha de todas
formas; en pocas palabras, sirvió de poderoso catalizador, sin ser más que eso, un
fermento de procesos ya desencadenados desde tiempo atrás. Una vez caído Perón, la
Iglesia ni siquiera presionó para intentar recomponer el orden anterior. La educación
no volvió a las escuelas públicas, mientras que el uso del clergymen se volvía un dato
irrefrenable de la realidad. La decoración señorial de las iglesias incendiadas en la
infausta noche del 16 de junio de 1955 no fue reconstruida en el mismo estilo después
del saqueo, salvo escasas excepciones; se prefirió más bien la sobriedad y sencillez que
cobrarían todavía tanta más visibilidad luego del Concilio Vaticano II. Tanto es así que
ya para la década de 1950 pueden advertirse cambios que habrán de signar los años por
venir: así, la popularización de los campamentos juveniles de verano, las misiones
BIBLIOGRAFÍA
Caimari, L. (1994). Perón y la Iglesia católica. Religión, Estado y sociedad en la Argentina 1943-1955.
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Lida, M. (2005). Catolicismo y peronismo: debates, problemas, preguntas. Boletín del Instituto de
Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, 27, 139-148
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Zanca, J. (2013). Cristianos antifascistas. Conflictos en la cultura católica argentina. Buenos Aires: Siglo
XXI.
NOTAS
1. "Aviso", El Pueblo, 23 de abril de 1953, p. 4.
AUTOR
MIRANDA LIDA
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) - Universidad Católica
Argentina/ Universidad Torcuato Di Tella, Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
16 Estas miradas diferentes sobre Brasil y Argentina no sólo reflejan dos procesos
históricos distintos, sino principalmente, la percepción dominante que de ellos se tiene. El
sentido común académico brasilero parece sobre-enfatizar el sincretismo y la porosidad
(Mariz, 2007) -siendo que existen lógicas particulares y limitaciones bastante claras
para los tránsitos religiosos (Frigerio, 2012)- de la misma manera que localmente
desconocemos las hibridaciones y mestizajes culturales que obviamente también están
presentes en la cultura y religiosidad argentina. Quizás el indicador más claro de las
convergencias entre ambos países, pese a la aparente divergencia de sus desarrollos
históricos, reside en que la caracterización de la “religiosidad mínima brasileña” que
hace Negrão (1997) sería prácticamente igual de válida para Argentina.
17 Finalmente, una tercera causa que nos impide apreciar adecuadamente la diversidad
religiosa existente en el país -y que está relacionada con el grupismo anteriormente
señalado- es la sobredependencia, en la mirada sociológica sobre la religión, en los
conceptos de "iglesia" y "secta". Nuestra formación sociológica nos predispone a
buscar, encontrar y examinar principalmente este tipo de grupos obviamente
estructurados y fácilmente reconocibles que perduran en el tiempo y que proveen
versiones desarrolladas, sistematizadas y (más o menos) coherentes de creencias y
prácticas religiosas.
18 Últimamente, una cierta insatisfacción con la "grupidad" que parecen implicar estos
conceptos han llevado a popularizar el de "espiritualidad", quizás porque llama la
atención hacia la búsqueda de experiencias religiosas no institucionalizada, enfatizando
los bricolages y sincretismos personales que caracterizarían a las sociedades de la
modernidad tardía. Un problema con este concepto es que parece dispensar de la
necesidad de todo grupo religioso, como si su protagonista fuera un sujeto hiper- o
sobre-individualizado, que pudiera prescindir de las actividades de algún tipo de
agrupación religiosa.
19 Lofland y Richardson (1984) ya llamaron la atención hacia el sesgo cristiano y algo
limitativo que los conceptos de “iglesia” y “secta” imponían en nuestros análisis, y
propusieron formas diferentes de conceptualizar lo que denominan “religious movement
organizations”. Algo parecido hicieron Bainbridge y Stark (1980) cuando agregaron, a los
tipos de iglesia y secta, el de “cultos”, diferenciando entre cultos de audiencia y cultos de
clientela –intentando visibilizar las varias maneras en que el conocimiento religioso se
produce y se hace circular a través de diferentes formas de organización adoptadas por
agrupaciones religiosas-.
20 En sintonía con estas propuestas, sugiero que para entender la diversidad de formas de
la elaboración, de la socialización y de la experiencia religiosa presentes en Argentina
hay que prestar atención a la profusa circulación de “conocimiento religioso” por fuera
de las instituciones que usualmente han acaparado nuestra atención. Es preciso
examinar con mayor detalle la circulación de los individuos por diferentes grupos con
distintos grados de organización y permanencia –desde las meras conferencias de
especialistas, pasando por grupos lábiles que se forman y deshacen, de pertenencia o
asistencia periódica, que pueden de todas maneras generar momentos altos de
communitas (días de la fiesta de un santo, por ejemplo) y que resultan vitales para la
elaboración y adopción de determinadas identidades religiosas (la de "devoto del santo
X") que pueden ser centrales para una identificación personal -mucho más que la más
general de "católico"-.
21 Hay que prestar atención también a las consultas individuales con agentes sanadores o
predictores del futuro, de los cuales siempre se toman ideas acerca de la naturaleza del
mundo “espiritual”, de la existencia y características de los seres más-que-humanos y
del propio destino (Carozzi, 1993); así como a los libros best sellers de importantes
editoriales (y a los de menores tirajes comprados en kioscos); a las películas, a los
programas de televisión (documentales, periodísticos) y aún a las telenovelas -que,
crecientemente, incorporan elementos religiosos y sobrenaturales en sus tramas.
22 En síntesis, precisamos discernir e identificar la variedad de soportes organizativos,
soportes materiales y a la multiplicidad de interacciones sociales que providencian el tool
kit o la caja de herramientas religiosas a partir de las cuales los individuos realizarán
luego su propia síntesis -y que exceden en mucho a las que usualmente consideramos
“típicamente" "religiosas”-.
BIBLIOGRAPHIE
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Negrão, L. (1997). Refazendo antigas e urdindo novas tramas: trajetórias do sagrado. Religião e
Sociedade, 18(2), 63-74.
AUTEUR
ALEJANDRO FRIGERIO
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas)– Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales/Universidad Católica Argentina. Correo electrónico:
[email protected]
1 De acuerdo con la encuesta más reciente realizada a nivel nacional (Mallimaci, 2008),
una amplia mayoría de las personas consultadas declara creer en dios (91.1%), y sólo
una pequeña minoría (4.9%) se inclina por la negativa. ¿Pero en qué dios cree esta
gente? O, dicho de otro modo, ¿hacia qué religiones convergen sus voluntades
cosmológicas? En el mismo estudio, basado en una muestra de 2.403 casos, se afirma
que católicos y evangélicos convocan el segmento más extenso de creyentes con el
76.5% y 9% respectivamente; en tanto que un 11.3% se define como ateo, agnóstico o no
pertenece a ninguna religión. Además, el trabajo sostiene que la conducta ritual no
acompaña los porcentajes relevados, al menos, para el caso católico. Si consideramos
que la participación en los ritos sancionados por las instituciones religiosas es una de
las principales instancias de vinculación formal con ellas –y, como se supone, con dios a
través de su mediación–, el catolicismo muestra que un 61.1% se relaciona con dios “por
su propia cuenta”. Más precisamente, un 75.9% declara concurrir poco o nunca a los
ámbitos de culto, mientras solo un 23.8% lo hace con mucha frecuencia y, en el otro
extremo, un 26.8% nunca asiste. No planteo formular una interpretación de estos datos,
ya que otros se han venido encargando de ello. Más bien, me interesan las
interpretaciones que hacemos de los mismos y, en especial, los supuestos
epistemológicos subyacentes que las orientan. Premisas que, digamos, guían los
lineamientos principales para la construcción de un discurso académico autorizado
sobre la religión en nuestro país. El artículo, entonces, pretende ser una invitación a
reflexionar desde otro lugar estas cuestiones para abandonar, provisoriamente, la
seguridad de verdades asumidas respecto a cómo opera lo que en las últimas décadas
definimos inobjetablemente como “campo religioso”.
las lógicas de la primera. Todo esto conduce a la formulación de una episteme que
condiciona la producción de un saber sobre lo diverso.
2. Ni solos ni desinstitucionalizados
4 Este año se celebró la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. La organización
y la supervisión oficial, así como la participación en la promoción y desarrollo del
encuentro por parte de escuelas religiosas, movimientos laicales y otras tantas
congregaciones católicas, contrastó con la afirmación corriente y admitida sobre la
pérdida de poder de las instituciones confesionales. En este caso, el rol gerencial de
estos organismos legitimados por la iglesia, tanto como la masividad que tuvo el
encuentro –dado por la asistencia de jóvenes mayormente adheridos a espacios
oficiales–, obligan a rever algunas certezas asumidas y poco discutidas respecto de la
vivencia de la fe. En particular, en lo que toca a los protagonismos institucionales en el
plano de la administración de la religión. La jornada, así como otros eventos de
religiosidad masiva en los que la iglesia sale y se expresa de manera multitudinaria en
la arena pública, como en las procesiones pascuales u otras peregrinaciones de mayor
amplitud, incuba la duda acerca de si los resultados positivos de la convocatoria
dependen de la eficacia organizativa de las estructuras eclesiásticas, o de la voluntad de
participación de las bases feligresas; lo mismo puede concluirse de la reciente caminata
anual a Luján teñida por la figura del papa Francisco. Muy factiblemente se trate de una
renovada connivencia entre ambas que apunta hacia otra modalidad de
institucionalización, ya no solo pautada ni determinada –aunque sí vehiculizada– por
organismos eclesiásticos formales. Es, quizás, la unión entre lo que podría verse como
subjetividades más reflexivas e instituciones no condicionantes o, al menos, basadas
ahora en estrategias reactualizadas de apelación. Sin embargo, más allá de esta
cuestión, esta lectura nos mantiene atados a un tipo puntual de institución –dominante
en el modelo del que venimos hablando–.
5 La visión convencional que se tiene de la institución la asume como una estructura
jurídica clerical que ejerce una función formal para la iglesia, al tiempo que igualmente
cautiva y gobierna la acción de los sujetos que contiene. Esta mirada, además de
acotada, tiene efectos para la identidad. Eso porque se funda en una ecuación que iguala
institución con ideología religiosa. Por el contrario, si observamos al desencanto
católico, la crítica de personas que suele dirigirse a la primera no arrastra
irremediablemente consigo a la segunda. En adición a esta sinonimia que relega a un
punto ciego al saber religioso, concebido como un patrimonio exclusivo del especialista,
existe una nutrida constelación de instituciones laicales y, más todavía, de
conglomerados informales que participan de la heteróclita galaxia católica. Hay nuevos
formatos de institucionalización, de construir esquemas de relaciones legítimas entre
los actores sociales; generándose sociabilidades de coyuntura – communitas
espontáneas– que hacen usos estratégicos de todos los dispositivos disponibles para
crear comunidad –eso que muchos gustan de llamar “red”– en torno a una experiencia
deseada. La institución perdió protagonismo en la agencia para producir comunidad y
ejercer la soberanía sobre aquel saber religioso que, agregaría, nunca tuvo del todo. A
este último estilo obedecen formaciones sociales espontáneas que tanto Bruno Latour,
como el mismo Georg Simmel, no vacilaría en catalogar como “asociaciones” más que
instituciones. Por esta razón, no sería errado revisar nociones clásicas como las que
en la Escuela Científica Basilio, me relató con emoción cuando en 1934 vio pasar junto a
ella al cardenal Pacelli (1876-1958) –futuro Pío XII– visitando la parroquia de San Carlos
en Almagro. De familia católica, y estudiante en una escuela confesional de su barrio,
siempre se sintió inquieta en lo intelectual y rebelde a las directivas de los curas y las
monjas; “no quería que ellos me dijeran qué era lo que tenía que hacer o pensar, y
terminaba haciendo lo que yo quería... ”. Pese a la visión de aquel “príncipe” de la
iglesia, como lo llamó, encontró en el espiritismo al que se afilió en 1939 varias de las
respuestas que, en distintos sentidos, el catolicismo no le proporcionaba. ¿Quién podría
decir de Blanca, así como de los espiritistas que la precedieron y de los centenares que
la seguirían en los años siguientes, que era “pasiva” en la opción de sus propias
creencias? ¿no era acaso ella también una “cuentapropista”?
8 En suma, la libertad de elección y el uso de los recursos simbólicos e institucionales que
tendría a disposición el sujeto religioso contemporáneo, es uno de los supuestos
centrales del paradigma actual. Así, se tienden a calificar como novedosos
comportamientos que muy probablemente tengan una larga presencia histórica que
nos pasa inadvertida por alguna razón. En buena medida, según creo, surge de una
perspectiva predominantemente sincrónica de los estudios que realizamos. La pregunta
correcta sobre el llamado cuentapropismo, entonces, no debería ser si ayer existió u
hoy existe sino, mejor, en qué se diferencia el pasado del presente. Claro que una
interpelación de esa naturaleza debería dar por sentada la metáfora económica
implícita que lidera la producción de conocimiento; lo cual se realiza mediante el
empleo de una caja de herramientas conceptuales basada en ideas tales como “bien”, “
capital”, “mercado”, “desregulación”, “competencia”, etc. Al católico y crono centrismo
del paradigma, se le adiciona por lo tanto un economicismo focalizado en la “elección”
de los actores que –como los compradores de una feria–, seleccionan sus productos
según la “oferta” del mercado religioso.
9 En este acercamiento suele exhibirse la noción profunda de un sujeto casi aislado del
que se prescinde en ocasiones de las condiciones de existencia, de las relaciones con los
otros y, más aún, de los flujos discursivos a los que las personas están sujetas
normalmente. Es decir, uno ve en esta aproximación un individuo que, como en una
clase de experimento controlado de laboratorio, toma decisiones libremente y opta
entre lo que se presenta ante él o ella como preferencias, inclinaciones, sensibilidades
espirituales, etc. Otra dificultad de este enfoque, por consiguiente, es la subestimación
activa del proceso complejo de la reflexividad que, indefectiblemente, los actores
desarrollan en el curso de la vida social. ¿Cómo entender de lo contrario las acciones de
Alberto quien “eligió” mirar por fuera del catolicismo en el que se enrola desde hace
años, después de bucear intelectualmente en diferentes tradiciones religiosas y practica
por estos días la “meditación cristiana”? Si se considera la idea de que en verdad hay
decisión, ella siempre se hace en una matriz social a través de y dirigida a tomar
decisiones sobre producciones de sentido que nunca son del todo individuales, sino que
obedecen a procesos donde hay experiencias y significaciones colectivas por detrás.
Esta perspectiva de persona la escinde del contexto y por ende de las relaciones que
establece con otros que, en cierta proporción, pueden condicionar las decisiones. En
consecuencia, es necesario incluir la reflexividad no solo como dispositivo cognitivo de
la imaginación religiosa; sino como estrategia de búsqueda de nuevas tramas de
articulación social que no se agotan en las propuestas tradicionales de la institución o,
al menos, no en las instituciones definidas en los términos en los que se sigue
BIBLIOGRAFÍA
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Stark, R. (1992). Do Catholic Societies Really Exist? Rationality and Society, 4(3), 261-271.
AUTOR
GUSTAVO ANDRÉS LUDUEÑA
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas)-IDAES (Instituto de Altos
Estudios Sociales), Universidad Nacional de San Martín, Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
Presentación
1 Mancomunado bajo el interés de reflexionar sobre la diversidad religiosa en Argentina
y los límites o posibilidades de la noción de “monopolio católico”, en esta comunicación
me interesa introducir en el debate una preocupación sobre los sentidos y usos de
categorías que marcan con fuerza nuestros estudios (Ceriani Cernadas, 2013). La idea es
centrar en el debate una noción cuyo espectro relacional con la categoría religión es
históricamente indiscutido, pero que sin embargo interpela y tensiona a la misma desde
distintos frentes: la espiritualidad. Pocas dudas caben acerca de la ubicuidad que ha
adquirido esta categoría en la última década, sea en el discurso cotidiano, mediático o
científico en Argentina, Latinoamérica y buena parte del orbe. ¿Qué diferencia
podríamos establecer entre diversidad religiosa y pluralismo espiritual? ¿Qué relación
se presenta entre el mediáticamente denominado “boom de la espiritualidad” y el
supuesto quiebre del monopolio religioso del catolicismo? ¿Qué nos informa esta
categoría sobre el proceso social de la Argentina reciente? No espero, por sensatez
lógica y conocimiento de mis limitaciones, poder responder todos estos interrogantes,
pero sí al menos plantear las posibilidades de su debate, para abrir así el juego a la
reflexión conjunta.
2 El escrito se organiza en dos partes. La primera ubica un breve cuadro de situación
sobre los principales elementos surgidos de investigaciones antropológicas que
permitieron poner en duda nuestras arraigadas percepciones sobre la “religión”, el
“monopolio católico” y la “diversidad religiosa” para prestar atención a otras
configuraciones de sentido en donde, aunque no exclusivamente, la llamada
Paradigmas en revisión
3 Concentrando el panorama en el campo de la antropología social argentina, y fiel a la
vocación de estudiar la alteridad cultural, hasta mediados de los años noventa los
investigadores eligieron expresiones religiosas ajenas a lo que consideramos –desde
nuestro sentido común- la religión hegemónica, es decir el catolicismo en alguna de sus
vertientes.1 Los estudios del cristianismo evangélico indígena, especialmente en el
contexto regional del Gran Chaco, fueron pioneros y representativos de una serie de
fructíferas indagaciones aún en movimiento. Las religiones afrobrasileñas entraron al
interés académico de la mano de las investigaciones de Alejandro Frigerio y Maria Julia
Carozzi hacia fines de la década de 1980 e inicios de la de 1990. Promediando y
concluyendo la primera, antropólogos y sociólogos comenzaron a interesarse por el
visible movimiento pentecostal y otras vertientes del protestantismo, y hacia diversas
expresiones del llamado catolicismo popular (por ejemplo en el estudio de antiguas y
nuevas santificaciones, y de prácticas curativas y de daño). También se posicionaron allí
nuevos estudios que permitieron expandir las fronteras temáticas y teóricas al interior
de la investigación antropológica rompiendo con ciertas doxas disciplinares. Entre
otros, me interesa focalizar tres perspectivas de investigación que considero
auspiciosas para pensar los cambios en la mirada académica local sobre las nociones de
“espiritualidad” - “religión” - “catolicismo” - “diversidad” – “pluralismo” y sus nexos o
rupturas semánticas. Sostengo que estos estudios y otros desarrollos posteriores
lograron, al interior del campo antropológico especialmente, producir un giro en las
miradas teóricas y en las construcciones del dato empírico sobre el fenómeno religioso.
4 En primer lugar, las investigaciones sobre la Nueva Era y las terapias alternativas
realizadas por Carozzi (2000). Entre otras virtudes, rescato dos en relación al
argumento que pretendo poner en discusión: 1. dieron cuenta de la centralidad que allí
presentaba la noción de “espiritualidad”, metaforizando el “sesgo autonómico al
reemplazar al término “religión” que remite a relaciones institucionales y creencias
compartidas” (2000, p.107); 2. descentraron el estudio de grupos religiosos con
contornos morfológicos e ideológicos concretos. El hecho de estudiar un movimiento
que revindicaba la “circulación permanente”, la apropiación selectiva y el aprendizaje
continuo, dio pie a pensar en qué medida las fronteras de la categoría religión y su
“ilusión de homogeneidad” –al decir de Frigerio en un trabajo reciente (2013a, p. 50)-
estaban demasiado reificadas.
5 En segundo lugar, la deconstrucción crítica realizada por Frigerio (2007) sobre la
categoría teórica de “monopolio religioso” y su declarada ruptura o perenne
vinculación al catolicismo argentino. La misma nos permitió reflexionar sobre los
distintos regímenes de legitimidad social (y como tal, moral), creencia e identidad
término se introdujo en las ciencias sociales a partir de los estudios sobre la Nueva Era,
al punto que ese ecléctico pero no inasible movimiento parece haber monopolizado la
categoría. Como advertía el mismo autor en la citada exposición: “últimamente el
concepto espiritualidad ha adquirido popularidad quizás porque llama la atención hacia
este aspecto de búsqueda-experiencia religiosa no institucionalizada, enfatizando (en la
realidad y en el análisis de ella) los bricolages y sincretismos personales”, advirtiendo
sobre los riesgos de pensar que estas expresiones no están –más allá de sus
apropiaciones individuales- social y culturalmente definidas a partir de marcos
interpretativos, valores de clase y formas de agregación y pedagogía social (coaguladas
en talleres, cursos, seminarios, etc.).
10 Es oportuno entonces detenernos a pensar sobre cómo la categoría es significada por
diversos académicos y por los sujetos o colectivos sociales que la consideran coherente
para definir sus identificaciones y –en ciertos casos- sus prácticas. Más aún, es posible
reflexionar si la noción de espiritualidad se ubica actualmente en un proceso de
emancipación, tanto de la categoría religión como de la noción de secularización.
¿Cuáles serían las características de este proceso? ¿A partir de una búsqueda de
integración no conflictiva, no invasiva, con la ciencia, la cultura, la política, el trabajo,
la economía, el arte?
11 “Pasé de lo religioso a lo espiritual. De lo dogmático institucional a lo espiritual”,
afirmaba el conocido psicólogo-pastor-escritor de autoayuda Bernardo Stamateas hace
dos años (en Battaglia, 2013, p.13) para dar cuenta de un cambio de paradigma
trascendental en su experiencia de vida. “Necesitamos santos modernos, santos del
siglo XXI con una espiritualidad insertada en nuestro tiempo… santos sociables,
abiertos, normales, amigos, alegres, compañeros”, predicaba el papa Francisco en la
Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, actualizando los ideales del Concilio
Vaticano II. Más allá de las diferencias de énfasis, que no son pocas, me interesa
remarcar los puentes semánticos que presupone la noción. En este sentido, podemos
advertir que, para buena parte de los sujetos que la apropian, la “espiritualidad” se
define como una categoría post o trans religiosa, que busca significarse como una
actitud simultáneamente universal a la especie humana e íntima y esencial de cada
persona o cultura, donde la amabilidad, el pensamiento positivo y fraterno son claves.
12 No es extraño así que la “espiritualidad” condiga con las narrativas multiculturales y
poscoloniales donde asimismo se insertan los “discursos de autoctonía” (Comaroff y
Comaroff, 2002) en pos de reivindicaciones étnicas. La denominada “espiritualidad
indígena americana” presenta un caso interesante al respecto. Y también variado. Dos
ejemplos distintos que pivotean sobre la misma categoría pueden ejemplificar esta
polisemia. Uno es el de las sacralizaciones primitivistas de la Nueva Era sobre la
naturaleza, los lugares de poder (“energéticos”, “magnéticos”, etc.), ciertos santos y
rituales, y especialmente las experiencias extáticas del shamanismo (De la Torre,
Gutiérrez Zuñiga y Juárez Huet, 2013). El otro refiere a la noción de “espiritualidad
indígena” entendida como ethos cultural, carácter, tradición y convicción propia de los
grupos indígenas americanos. En el caso del Chaco Argentino, las agencias misioneras
católicas o evangélicas difunden las características de la misma en el marco de la
llamada “teología indígena”. Esta perspectiva sobre la “espiritualidad”, articulada en
general con la categoría de “sabiduría”, emerge como estrategia de inculturación
políticamente correcta, no así el uso de la palabra “religión” que arrastra la
connotación colonialista europea (Horst, 2000). Asimismo, varios dirigentes indígenas,
Conclusiones provisorias
14 La propuesta para este debate radicó en pensar si la noción de “espiritualidad” puede
estar recorriendo en el contexto de la Argentina actual un camino de autonomía
referencial respecto a la de “religión” o “religiosidad”. Para ello buceamos en los
estudios locales sobre diversidad religiosa, especialmente en el campo de la
antropología y la sociología, para desandar un camino que fue atravesado en base a tres
narrativas disciplinares consolidadas: la primera sobre la religión como dominio
circunspecto, bajo forma institucional y un sistema coherente de creencias y prácticas;
la segunda sobre una noción de monopolio religioso católico que homologaba
legitimidades sociales, creencias compartidas e identidades personales y colectivas; la
tercera sobre las fronteras discretas del llamado “campo religioso”, un término que nos
cuesta cada vez más aplicar para entender nuevas formas de mediación simbólica, como
por ejemplo, en palabras de Semán (2012, p. 448), el peso paulatino que figuras de la
“espiritualidad de la Nueva Era” tienen en la incorporación de “una forma de sentido
BIBLIOGRAFÍA
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medios urbanos. Papeles de Trabajo. 5, 135-15
NOTAS
1. Los trabajos de Gustavo Ludueña, iniciados a fines de los años noventa, sobre las órdenes
monásticas y los imaginarios culturales de sectores del catolicismo contemporáneo constituyen
una notable excepción a esta tendencia antropológica y abrieron el espacio a un diálogo cada vez
más fructífero con historiadores y sociólogos abocados a ese campo de estudios, del cual este
debate es una grata ejemplificación.
2. “La espiritualidad en la asistencia a quienes sufren”, Dra, Laura Aresca, Clarín 14 de agosto de
2013. http://www.clarin.com/buena-vida/espiritualidad/espiritualidad-asistencia-
sufren_0_974302927.html
3. “Ken O´Donnell: Meditar en la empresa no es rasurarse la cabeza”, La Nación 12 de Diciembre
de 2004. http://www.lanacion.com.ar/662429-ken-odonnell-meditar-en-la-empresa-no-es-
rasurarse-la-cabeza
4. “Meditación para innovadores: el estrés, enemigo de las ideas”, La Nación 5 de Octubre de
2013. http://www.lanacion.com.ar/1626025-meditacion-para-innovadores-el-estres-enemigo-de-
las-ideas.
AUTOR
CÉSAR CERIANI CERNADAS
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas)- Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales, Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
La "Argentina católica"
1 La idea de una “Argentina católica” es tanto el producto de una situación histórico
social que excede al campo académico como de situaciones específicamente
relacionadas con los modos dominantes entre los especialistas en ciencias sociales.
2 En primer lugar, y más allá de su carácter de religión mayoritaria, es obvio que la
pretensión hegemónica del catolicismo, así como el hecho de que durante tramos
importantes de la historia nacional estuvo vinculado a las elites que impulsaron
procesos políticos y sociales a nivel nacional, hacen al catolicismo un factor crucial de
la vida política y social. Sin embargo eso que implicó, visto con alguna sobreestimación,
la creación de una Nación Católica no es una realidad ni eterna ni homogénea . En parte
porque ni “el catolicismo”, ni “la nación” son o fueron entidades unificadas a lo largo
del tiempo y el espacio social. Y en parte porque la pretensión hegemónica del
catolicismo tiene que ser puesta en perspectiva para que no se evalúe la eventual
hegemonía católica sin reponer en el análisis la contingencia que asiste a esa
pretensión y los compromisos que se traban entre la mirada académica y esa pretensión
(aún cuando esa mirada académica la rechace). Un ejemplo muy actual de este
compromiso lo constituyen las actuales evaluaciones acerca del rumbo del papado por
parte de analistas progresistas vinculados al catolicismo. Ellas naturalizan y magnifican
el carácter católico de la sociedad argentina (o el carácter rector del Catolicismo en
nuestra sociedad). Para ellos la cuestión de las libertades individuales en nuestro país
parece estar estrictamente asociada al destino del catolicismo y por ello cualquier
síntoma de inmovilismo papal en ese plano les parece una amenaza para la sociedad
argentina. No negamos la influencia que pueda tener el catolicismo en ese plano, pero
de ninguna manera eso conlleva aceptar el supuesto tácito de que lo que sucede con el
catolicismo es lo que sucede con la Argentina. Con ese argumento ya hemos ingresado
en la mirada académica y sobre ella es preciso decir algo más: si ella tiende a
BIBLIOGRAFÍA
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Veyne, Paul (1983). Les Grecs ont-ils cru à leurs mythes? Essai sur l'imagination constituante. Paris:
Editions du Seuil.
NOTAS
1. “Comment peut-on croire à moitié ou croire à des choses contradictoires ? Les enfants croient
à la fois que le Père Noël leur apporte des jouets par la cheminée et que ces jouets y sont placés
par leurs parents: alors, croient-ils vraiment au Père Noël? Oui, et la foi des Dorzé n'est pas moins
entière ; aux yeux des Éthiopiens, nous dit Dan Sperber, "le léopard est un animal chrétien, qui
respecte les jeûnes de l'Église copte, observance qui, en Éthiopie, est le test principal de la
religion ; un Dorzé n'en est pas pour autant moins soucieux de protéger son bétail le mercredi et
le vendredi, jour de jeûne, et qu'ils mangent tous les jours ; les léopards sont dangereux tous les
jours : il le sait d'expérience ; Ils sont chrétiens : la tradition le lui garantit" (Veyne, 1983).
AUTOR
PABLO SEMÁN
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas)– IDAES, Universidad
Nacional de San Martín, Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
sociales, sino que toma sus recursos de grupos sociales ya atravesados por las
sociabilidades católicas de diverso tipo. La entrada a la comunidad concreta es, sin
embargo, materia de opción personal, y cada fiel la elige siguiendo sus preferencias
individuales, su trayectoria de formación, y sobre todo, los caminos que habilita la
pertenencia a grupos sociales concretos.
7 Cuando los católicos entran en contacto con el grupo, en general a partir de relaciones
personales con otros miembros, la comunidad propone un recorrido de integración que
apunta no ya a la socialización en el catolicismo, que los nuevos miembros no necesitan
porque ya forman parte de él, y conocen sus rituales, gestualidades, gestión de los
tiempos y del espacio, sino a la transmisión de los saberes comunitarios, es decir, cómo
se es católico en el grupo específico en el que el fiel ha decidido comprometerse.
8 Para ello, la comunidad pone en práctica una serie de estructuras diferenciadas que
componen un recorrido a la vez de formación y de integración comunitaria. Cada grupo
arma el recorrido según distintos criterios y categorías: la Renovación Carismática
Católica organiza “Seminarios de Vida” y escuelas de “Discipulado” que se centran en el
aprendizaje de la perspectiva carismática de contacto con la divinidad. Así, cuándo
recibir la iluminación divina, cómo reconocerla, de qué maneras expresarla y cómo
transmitirla constituyen el núcleo básico de los aprendizajes. La Fraternidad de
Agrupaciones Santo Tomás de Aquino organiza a sus fieles según una estricta
separación según sexo y edad. Así, se escanden grupos de niños (denominados
Escuderos), niñas (Caperucitas, Herederas) y adolescentes (Adalides para las mujeres,
Templarios para los varones), de jóvenes (los milicianos) y luego de familias (los
convivios) (Giménez Béliveau, 2011). Las comunidades también proponen cursus
específicos para sus especialistas religiosos, sacerdotes y religiosas, que se forman
separados de los laicos, reproduciendo así una división del trabajo que estructura la
vivencia de la religión en la Iglesia católica.
9 La gran diversidad de los criterios que subyacen a las estructuras de encuadramiento de
los fieles de las distintas comunidades responden al amplio abanico doctrinal e
ideológico de los grupos. Sin embargo, podríamos tratar de pensar las formas básicas de
organización a partir de dos polos, cuya tensión en las estructuras organizativas
eclesiales no es nueva: la división según “criterios demográficos” de sexo y edad, y la
ubicación según “núcleos de acción”, siguiendo los intereses o los ámbitos de trabajo de
los fieles católicos. Estos polos, que vimos a la obra en las concepciones diferenciadas de
la Acción Católica, y en la evolución de la Acción Católica Argentina (Mallimaci, 1991),
aún conforman de alguna manera los grandes modelos organizativos de los
movimientos eclesiales y las comunidades católicas.
10 Las comunidades proponen, en suma, un espacio de compromiso intenso, apoyado en la
creación de una identidad diferenciada de la Iglesia pero sin salir de ella, y centrada en
los parámetros que el grupo destaca, para un sector del catolicismo muy minoritario,
dispuesto a asumir un compromiso activo y duradero con una manera de ser católico. Y
a la vez que exhiben una gran pluralidad de criterios organizativos y de posiciones
políticas respecto de temas de actualidad, componen un mapa de caminos de
consolidación del compromiso para católicos en busca de mayores dosis de religión en
sus vidas. Los grupos generan militantes, que además están dispuestos a mostrar su
identidad a la sociedad a través de signos en el cuerpo, manifestaciones en el espacio
público, intervenciones en la prensa. Pensar sociológicamente este tipo de compromiso
nos lleva al agrupamiento que Weber (1984) denominaba “de virtuosos”, es decir, de
aquellos que están dispuestos a extender su religiosidad a todos los aspectos de su vida.
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NOTAS
1. Las reflexiones de este artículo se basan en trabajos de campo que realicé en momentos
diversos en espacios católicos, durante más de 15 años, en distintas provincias de Argentina, y en
la zona fronteriza entre Argentina, Brasil y Paraguay denominada “Triple Frontera”. El estudio
de las comunidades comenzó en 1997 y se cerró en 2004, y desde 2009 retomé algunas
comunidades específicas para profundizar ciertas dinámicas católicas. El campo sobre los
católicos desafiliados y los indiferentes fue iniciado en 2009, y sigue hasta hoy.
2. Las citas de los dichos de Juan surgen de una serie de entrevistas realizadas en junio de 2010 en
Buenos Aires, en el marco del proyecto “Religión y Estructura Social en Argentina en el siglo
XXI”, dirigido por Fortunato Mallimaci (CONICET/ ANPCYT).
3. Las entrevistas a Noelia, Lucía, Mariana e Ingrid fueron realizadas entre junio y octubre de
2011 Buenos Aires, por Fernando Manzano, en el marco del proyecto “Religión y Estructura Social
en Argentina en el siglo XXI”, dirigido por Fortunato Mallimaci (CONICET/ ANPCYT).
AUTOR
VERÓNICA GIMÉNEZ BÉLIVEAU
CEIL/ CONICET- Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
Roberto Di Stefano
1 ¿Cuándo hubo un "monopolio" católico? Si con el término se quiere indicar
homogeneidad de creencias y prácticas, me atrevo a afirmar que nunca. Si en época
colonial regía en la vida colectiva un régimen jurídico que buscaba garantizar la
unanimidad -que es el segundo sentido que se me ocurre puede atribuirse a esa noción-,
tenemos indicios suficientes para pensar que la realidad distaba mucho del ideal
perseguido. Si lo contrario al monopolio es la diversidad, advierto a los amigos
sociólogos y antropólogos que lo que ven en la actualidad es menos novedoso de lo que
creen. Desde luego la configuración religiosa de la sociedad argentina a comienzos del
siglo XXI es incomparable en muchos sentidos a la de los siglos XVIII y XIX, pero no
precisamente en ése. Tendríamos que definir, en principio, qué entendemos por
diferente-de lo católico. Si hoy consideramos que aunque la abrumadora mayoría de los
argentinos se declara católica en las encuestas el dato es engañoso porque esconde
religiosidades o espiritualidades autoconstruidas, no me parece que en el siglo XVIII las
cosas fueran muy diferentes. Ya lo dije: ni los curas de las parroquias urbanas de
Buenos Aires lograban que sus feligreses cumplieran con el precepto anual en el siglo
XVIII. Si leemos los informes de los curas de otras áreas, sobre todo de las rurales,
vamos a encontrarnos con situaciones parecidas.
2 La idea de que los argentinos eran católicos y que lo contrario constituía una anomalía,
pervivió al desmantelamiento de ese régimen de unanimidad. Por ejemplo, hasta bien
entrado el siglo XIX se consideraba a los argentinos como católicos y a los protestantes
como extranjeros. Pero esa homologación no refleja ninguna unanimidad de creencias,
sino que responde al hecho de que la adscripción religiosa tenía implicancias políticas y
jurídicas. Mientras ese supuesto pervivía en los papeles y en los discursos, el
las posturas en relación con este punto estuvieron dictadas, muy a menudo, por las
necesidades que imponía la política. Furibundos anticlericales en la oposición
cambiaban de discurso cuando pasaban al oficialismo, y viceversa. Vuelvo a traer el
ejemplo de Sarmiento, que en 1868 declaró que en tanto presidente de un pueblo
católico debía proteger la religión independientemente de sus ideas –aclarando, de
paso, que si la masonería llamaba a oponerse a ella, había sido vilmente engañado al
ingresar a una logia–, pero como opositor a Roca no dejó de acusar al gobierno de
connivencias con la Iglesia. Desde luego las condiciones variaron enormemente entre la
presidencia de Sarmiento y la de Roca, pero el pasaje del gobierno al llano tuvo también
su parte. Razones políticas y obligaciones inherentes al cargo podían hacer que Eduardo
Wilde elevara en 1884 un proyecto de ley pidiendo fondos para cubrir los gastos de
instalación del obispo electo de Córdoba, o que Emilio Gouchon pidiese en 1901 la
excepción del servicio militar de los miembros del clero secular y de los ministros de
todas las religiones.
5 A lo que voy es que a mi juicio el "mito de la nación católica" que cobra vigor en el
período de entreguerras no surge simplemente de una reacción católica frente al
"Estado liberal", como Zanatta argumentó en su momento, sino que es el fruto de un
desarrollo más complejo: el de las derivas de la laicidad argentina entre el Ochenta y el
Centenario. Más allá de las posturas personales de los actores, favorables o contrarias
que fueran a la idea del país católico, la realidad aconsejaba desoír los discursos
radicales de uno y otro signo para evitar fricciones, tensiones o conflictos cuyos costos
habrían de ser sin dudas superiores a los beneficios, tanto para el Estado como para la
Iglesia. Lo que caracteriza a la Argentina, en relación con otros países de mayoría
católica, es que la ponderación de la relación costos-beneficios poseía la misma
polaridad para protagonistas que en otro contexto se habrían enfrentado
violentamente. La peculiar laicidad argentina jugó un rol determinante en la
construcción de la imagen del país católico. Frente a las posturas a menudo radicales de
los anticlericales opositores, la conservación del vínculo entre Estado e Iglesia –que si
nunca dejó de juzgarse oportuna cobró mayor importancia a partir de la segunda
presidencia de Roca– obligaba a afirmar, por parte de funcionarios cuyas ideas
personales en materia religiosa carecían por completo de relieve, la idea de que el
catolicismo ocupaba –y siempre había ocupado– un lugar cuanto menos relevante en la
vida del país. En otras palabras, creo que las necesidades políticas del cambio de siglo
no fueron ajenas a la definición del "mito de la nación católica", que en ese sentido,
aunque resulte paradójico, tiene también sus raíces laicas. En tal sentido ese mito -que
sería más apropiado considerar una leyenda- cumplió entre otras una función
etiológica: la de explicar por qué la Iglesia y el Estado argentinos permanecían unidos
cuando en todos los demás países latinoamericanos se los separaba jurídicamente.
6 A partir de ese momento de inflexión finisecular, como se sabe, la idea de la nación
católica fue ocupando mayores espacios en discursos parlamentarios, notas
periodísticas, sermones, alocuciones oficiales, actos escolares y desfiles militares. Pero
debajo de ese plano discursivo bullía una sociedad muy diversificada en cuanto a sus
creencias y prácticas, dentro y fuera de un catolicismo cuya jerarquía eclesiástica,
aunque sin duda más capaz que antaño de imponerle sus directivas, no lo fue nunca lo
bastante como para lograr homogeneizarlo en la medida en que lo juzgaba necesario.
Los estudios de Diego Mauro y de Miranda Lida sobre las manifestaciones católicas del
período de entreguerras muestran que la utilización de una cierta tecnología de la
movilización, sumada a intereses más bien ajenos a lo que solemos caratular como
Miranda Lida
9 La idea de la nación católica vuelve una y otra vez en los debates sobre religión y
sociedad en la Argentina contemporánea; parece que no pudiéramos despojarnos de
ella. La discutimos, la denostamos y la vemos casi en todas partes. De tan pregonado y
difundido, el mito quiso hacerse verdadero, aunque sólo fuera a fuerza de repetir hasta
el hartazgo ideas bien rumiadas de cómo es, debió haber sido o deberá ser la Argentina.
No obstante, el mito no deja de ser un mito, por más omnipresente que parezca. Si el
país no era religiosamente homogéneo en el siglo XX, así como tampoco lo era en
ningún otro sentido, de todas formas era fácil hacerse la ilusión, la fantasía, de que
había una signo identitario que amalgamaba a todos, más allá del idioma, no siempre
idéntico ni homogéneo en un país de inmigración. La nación católica es fruto de una
ilusión, un espejismo que se suma al que nos señala Di Stefano. Con esto, no
pretendemos negar, ni mucho menos, que se hablara en estos términos en amplios
sectores de la jerarquía eclesiástica, por supuesto. El discurso estaba profundamente
enraizado en la Iglesia Católica argentina. Sin embargo, ¿no hay acaso una fuerte
distancia entre el discurso y las prácticas en muchos fenómenos históricos y sociales?
Más todavía, ¿esta distancia no podría llevarnos a distorsionar nuestro propio objeto de
investigación?
10 Creemos que hay espejismos, también, en la "nación católica". El discurso se agigantó
hasta tal punto que se pierde de vista que el catolicismo podía ser menos compacto,
incluso en los años treinta, de lo que parecía a simple vista. En otro lugar propuse la
metáfora del "gigante con pies de barro" para referir al catolicismo militante de
entreguerras. Quiero volver sobre esta misma idea, por lo que aporta no sólo para
comprender el propio período aquí estudiado, sino por sus implicancias de más largo
alcance, en especial, a la hora de pensar la relación entre la sociedad argentina y el
catolicismo, en relación además con la cultura y la nación. Desde otra perspectiva,
Frigerio, Ludueña y Semán insisten también en problematizar la nación católica.
11 Así, pues, la década de 1930. Fue caracterizada en reiteradas ocasiones como una época
de fuerte avanzada clerical, cuya expresión más elocuente habría sido la celebración en
Buenos Aires del XXXII Congreso Eucarístico Internacional de 1934, al que asistieron
autoridades civiles, militares y religiosas de todo el país, así como también infinidad de
visitantes y dignatarios extranjeros. Ya sea como consecuencia de la crisis del
liberalismo que tuvo lugar en la posguerra en el plano internacional; por los propios
avances de la Iglesia, a fuerza de presionar sobre los gobiernos de turno; por su red de
instituciones y asociaciones laicales bien enraizadas a nivel territorial; por su capacidad
de movilización de las masas, ensayada desde años previos en infinidad de
circunstancias; por su capacidad de transmitir valores fáciles de asimilar para amplios
sectores sociales en ascenso, como la decencia, las buenas costumbres, el decoro, las
expectativas de una sociedad previsible, segura y ordenada. Todo ello conducía por una
u otra vía a que el catolicismo se hiciera cada vez más visible en la sociedad argentina.
De esta manera, la integración abigarrada del territorio nacional a través de los medios
de transporte y de comunicación (así, por ejemplo, con el desarrollo de la red vial y de
la radio) encontró su correlato religioso en la red cada vez más intrincada de
parroquias, diócesis y arquidiócesis que se estableció en el país en esos años. Los
congresos eucarísticos, a su vez, fomentaron los viajes de amplios actores del universo
católico a lo largo del país y potenciaron a través de su transmisión por la radio, como
nunca antes, la palabra de los oradores más descollantes, en especial, de los sacerdotes
e intelectuales católicos, que cobrarían así una visibilidad social inusitada. De esta
manera, el catolicismo, fortalecido por el credo integrista, de carácter militante,
monocorde y compacto, demostró una fuerza expansiva que llamó poderosamente la
atención de propios y extraños, para bien o para mal, a gusto de cada cual.
12 No obstante lo vigoroso que puede parecer a primera vista este catolicismo de los años
treinta, es pertinente aquí insinuar que encontraba también sus propias limitaciones: si
la Iglesia tanto se jactaba de los logros obtenidos, y necesitaba reafirmarlos a cada paso,
es quizás porque esos logros estaban montados sobre bases más endebles de lo que se
daba en admitir. Se proclamaba a los cuatro vientos el renacimiento católico y el
fortalecimiento de una nación en clave católica, sin embargo las cosas no funcionaban
tan bien como se decía: las parroquias crecían a pasos más lentos de lo que se las
dibujaba en el papel; las diócesis se creaban en lo formal pero no se les daba suficiente
presupuesto como para funcionar debidamente; se proyectó una catedral monumental
para Buenos Aires en 1934 pero por razones presupuestarias nunca se pudo iniciar su
construcción, a pesar de todos los sueños de grandeza que le estuvieron asociados; la
gente se afiliaba a la Acción Católica pero era volátil y no permanecía en ella a largo
plazo, así como no se sometía de buen grado a las duras exigencias de la militancia
religiosa, demasiado exigente para el hombre común; las multitudes iban a los
congresos eucarísticos, que duraban pocos días al año, pero no cumplían regularmente
con los preceptos religiosos más básicos, los de todos los días; escuchaban la misa por la
radio y a muchos oradores católicos que hablaban frente al micrófono y vendían por
miles sus libros, y sin embargo, no asistían con regularidad a la misa dominical. Dicho
de otra manera, el discurso no se condecía del todo bien con las prácticas, como suele
ocurrir en infinidad de procesos históricos, y la retórica integrista visceral y agresiva
que llevó a decir que la Acción Católica era una milicia, convivió con el hecho de que
era también un espacio de sociabilidad en el que había funciones de cine y otras
actividades recreativas que procuraban servir de atractivo para con la gente común,
incluso para los jóvenes y los niños. Hoy en día se ha discutido incluso el número de
socios que conformaron la ACA, al punto de poner en duda la imagen que se tenía
habitualmente acerca de sus dimensiones, alcance y fortaleza.
13 Estos solos datos bastan para sugerir que el integrismo católico logró efectivamente
una gran exposición pública gracias a la fuerte llegada que la Iglesia Católica tuvo en la
sociedad y en los medios de comunicación, pero habría estado lejos de tener el arraigo
profundo que hubiera exigido en caso de pretender hacer de cada cual un católico
verdaderamente integral. Había que resignar calidad en aras de la mayor cantidad de
fieles; para el caso no importaba que muchos de ellos no supieran hacer bien la
genuflexión (los boletines parroquiales, por las dudas, enseñaban cómo hacerla, porque
no se podía pasar por alto hasta qué punto muchos de sus lectores lo ignoraban). Poco
contaba. De lo que se trataba era de lidiar una suerte de remozada Kulturkampf, con las
armas y las formas del siglo XX.
14 Los historiadores —en especial los historiadores— hemos estudiado cuidadosamente los
vínculos políticos que la Iglesia tejió con el poder, en especial durante los gobiernos
militares o de dudosa legitimidad en la historia argentina contemporánea. Sin embargo,
uno de los terrenos en los que la Iglesia Católica pretendió lidiar una batalla más
imperceptible tal vez, pero no por ello menos importante, es la cultura. La relación
entre cultura y catolicismo está en el centro de la argumentación de Ludueña, y desde
otro lugar, también lo aborda José Zanca en su último libro. La democratización de la
cultura, fenómeno en expansión desde fines del siglo XIX, era un terreno tanto o más
preocupante para la Iglesia que el sufragio universal, la escuela pública o el ascenso
social de los sectores medios o populares. La democratización de la cultura entrañaba
gravísimos riesgos que la Iglesia advirtió muy tempranamente: el libro barato, la radio,
la prensa popular, lejos de ser factores de aculturación de las masas, podían ser vistos
como amenazas profundas que ponían en jaque los valores tradicionales, las jerarquías
sociales, las relaciones de género (en este sentido, nada más preocupante para la Iglesia
que las lecturas juveniles de las adolescentes). Si a ello le sumamos la vasta red de
instituciones culturales (bibliotecas, entre otras cosas) creadas y difundidas por
socialistas y anarquistas en las ciudades más populosas de la Argentina, tanto más
urgente era para el catolicismo tomar cartas en el asunto. Su intervención en el campo
cultural fue muy temprana, aunque quedó opacada totalmente por el debate político
sobre la educación, con motivo de la ley 1420. Ya en la década de 1880, sin embargo, se
libró la Kulturkampf del catolicismo argentino: se avanzó sobre el libro popular, se
denostó la literatura criollista, plagada de moreirismo a fines del siglo XIX y se fomentó
la creación de bibliotecas parroquiales y editoriales católicas, entre otras cosas.
15 El siglo XX ofreció un terreno mucho más amplio todavía para librar la batalla cultural,
puesto que trajo consigo una expansión casi sin límite de las modernas industrias
culturales. La Iglesia argentina se interesó por ellas, e intentó intervenir e influir sobre
ellas, en un sentido moralizante, incluso mucho antes de que el Vaticano publicara sus
primeras encíclicas al respecto. Así, por ejemplo, su temprana preocupación por el cine
(a causa de su posible influencia moralmente perniciosa), que aparece en el catolicismo
argentino hacia mediados de la década de 1910. La encíclica al respecto data sin
embargo de 1936 (Vigilanti Cura, de Pío XI). Y así sucesivamente. Las industrias
editoriales católicas se desarrollaron en este mismo período, y lo mismo cabe decir de
la prensa de masas y la radio: la Argentina llegó a tener con el diario El Pueblo una
suerte de "multimedio" (diríamos hoy), que publicaba libros, folletos, revistas, tenía su
propia agencia de noticia, a la par que tenía espacios en la radio, donde difundía sus
noticieros. El Pueblo calcó el modelo norteamericano de diario tabloide, ágil, moderno y
alentó el periodismo católico, militante y comercial al mismo tiempo. Copió, además, al
diario Crítica, muy popular en entreguerras, pero poco aceptable para los católicos. La
Iglesia creyó, así, que podría hacer realidad su ambición de alcanzar a todos los
argentinos con su voz, con su palabra. En pocas palabras, haría realidad el sueño de la
nación católica. A veces creía estar bastante cerca de lograrlo: el Congreso Eucarístico
Internacional se transmitió por radio en todo el país y también en el extranjero. De esta
manera pretendía exorcizar un medio de comunicación popular plagado de tangos y
radioteatros de sabor arrabalero, juzgados de mal gusto en ámbitos católicos. Sin
embargo, el tango estaba demasiado arraigado en la cultura argentina como para
extirparlo por la sola prédica de Monseñor Gustavo Franceschi que en la revista Criterio
despotricaba con frecuencia contra él. La Kulturkampf católica era a veces una batalla
perdida. Dicho de otro modo: la nación católica tenía sus limitaciones.
16 A diferencia de otras confesiones religiosas que no tuvieron, o no aspiraron a tener,
tamaña expansión en el campo cultural —el protestantismo hizo sus avanzadillas en el
terreno del libro popular pero no fue tan lejos como los católicos en las demás
industrias culturales, da la impresión—, el catolicismo sentó sus reales en la cultura de
masas y atacó con una contundencia militante en ese frente. Todos recordamos las
campañas moralizantes contra películas y obras de teatro, juzgadas subidas de tono por
la Iglesia, que se desarrollaron en las décadas de 1960, 1970 e incluso 1980, en pleno
destape... Y hoy en día, uno de los premios más tradicionales de la televisión argentina
se llama Santa Clara de Asís. La batalla en el campo de la cultura, pues, no ha concluido.
Alejandro Frigerio
17 Comencemos, primero, por la historia. Como se desprende de los textos de Di Stefano y
Lida, parece quedar claro que si observamos el panorama histórico local, la trayectoria
ideal "monopolio-desinstitucionalización-mercado (o "catolicismo a la carta")" se hace
bastante menos creíble que postulándola a la luz de determinadas lecturas de la teoría
sociológica sobre la secularización y sobre la religión en el mundo contemporáneo
(Frigerio, 2007). Di Stefano afirma muy claramente que "la idea del monopolio católico
es inadecuada, incluso en referencia con los períodos en los que su vigencia ha sido
menos cuestionada por parte de los historiadores" (la era colonial y la revolución). La
histórica falta de personal religioso suficiente por parte de la Iglesia, los procesos
inquisitoriales, las prácticas de las poblaciones locales indígenas y africanas, la
esporádica -ni siquiera anual presencia- de muchos supuestos feligreses, aun en las
ciudades, muestran que "en la época colonial el catolicismo es monopólico" (tan solo)
"en el plano jurídico". Por lo tanto además del "mito de la nación católica" (al que hace
referencia Lida, vía Zanata) para este autor también existiría un "mito del monopolio
católico" sostenido -aunque no sólo- por la historiografía "decididamente confesional"
(aquí me pregunto, ¿habrá que empezar a hablar de una "sociología confesional"?). Si
"la historiografía 'laica'", no la ha puesto suficientemente en cuestión, señala, es
porque en parte abona su "rudimentaria concepción de la secularización" y no puede
apreciar que "no hay ni siquiera entre la colonia y el siglo XIX un 'antes' católico al que
sigue un 'después' diversificado" (dialogando con Frigerio, 2007).
18 El trabajo de Lida también desmiente visiones demasiado unilineales del desarrollo, la
involución o la desinstitucionalización católica, mostrando más bien la existencia de
distintas olas de actividad que se despliegan y repliegan (de creación y movilización de
movimientos juveniles y obreros, de surgimiento, popularidad y decaimiento de
concepciones integristas o más orientadas a lo social, de misionalización y
parroquialización de sectores populares) creando momentos de diferente catolización de
la sociedad -promovidas por actores con distintos tipo de relación con la institución,
que intentan crear un monopolio donde no lo había y que afectan de manera desigual
las ideas acerca de la nación, de lo político, de lo social y de lo religioso-. Actividades y
olas que obviamente muestran la importancia del catolicismo en la sociedad argentina -
que nadie puede negar- pero no como un todo contenedor que abarca religión, patria,
identidad personal y colectiva y que se va desgranando sucesivamente, sino como una
serie de movimientos diversificados que en distintos momentos y con variante
intensidad van afectando, de maneras que aún debemos comprender adecuadamente,
diversas áreas de la sociedad y de la vida de los individuos que la componen. Repito, en
este sentido la macro-teorización sociológica sobre la "recomposición de la religión en
la modernidad" y la historia local y concreta de la institución Iglesia Católica (que en
nuestro país suelen ser concebidos como equivalentes) no se corresponden
adecuadamente.
19 Desde la antropología aparecen las voces (Ceriani, Ludueña, Semán) más preocupadas
con las conceptualizaciones y las teorías, y los intentos por problematizar el sentido
común académico que parece estar haciendo que buena parte de los trabajos locales
sobre religión sean más una comprobación rutinaria de lo que se desea afirmar que una
exploración novedosa innovadora -una afirmación propia que reconozco es
manifiestamente provocadora y, si tomada literalmente, también injusta.
20 No me preocuparía, en un principio, que nuestras definiciones de "religión" (o las que
podamos contemplar para reemplazarla como la de "espiritualidad") coincidan o no
con la de nuestros "nativos" (ver Ceriani, 2013 y también en este debate). En sociedades
postindustriales (y quizás en otras más pequeñas también) los nativos no suelen
ponerse de acuerdo entre ellos y tampoco usar los términos y conceptualizaciones de
manera coherente a través del tiempo. Sin embargo, y como bien señala Ceriani, la
aparición o popularidad de determinados términos sí puede dar cuenta de nuevas
formas de relación con el mundo espiritual (o suprahumano, o divino/inmanente) y
pueden ser una necesaria puerta de entrada a su comprensión. La reflexión acerca de
superposiciones o diferencias entre usos nativos o académicos también resulta vital
para un mejor conocimiento de la manera en que ambos grupos entienden estas
realidades. La resonancia de estos términos con el espíritu de los tiempos -como señala
este debate, "Es necesario comenzar a especular sobre religiosidades más ligadas a
asociaciones coyunturales abonadas por intereses particulares, que en otras solo
ordenadas alrededor de mecanismos institucionales de poder y condicionamiento
estructural". Su término "sociabilidades de coyuntura" parece particularmente
apropiado para visualizarlas. Coincido con que es necesario un modelo más "denso" de
las elecciones de los individuos respecto de sus prácticas religiosas, visualizándolas
siempre como insertas (embedded) dentro de redes o tramas de relaciones sociales y de
procesos de compromiso/conversión/tránsito que no involucran una sola elección sino
varias a lo largo del tiempo (algo que, aún resaltando las bondades de determinada
lectura del paradigma de las economías religiosas, ya he señalado en Frigerio, 2000, p.
44). Eso no disminuye la importancia de la(s) elección(es) personal(es), pero sí las hace
más complejas y exige un mayor esfuerzo académico por entenderlas. También es
necesario resaltar que no hay una opción sino una serie de ellas que a lo largo del
tiempo se sostienen o modifican a través de relaciones que se establecen con diferentes
personas y agrupaciones de consistencia muy disímil, en contextos coyunturales
determinados. Actualmente, navegamos entre los peligros de una visión demasiado
institucionalista (que representaría la situación ideal en el "pasado") y otra demasiado
individualista (que para algunos representaría el "presente"); tenemos por lo tanto o
creyentes fielmente congregados y sobresocializados (evocados bajo el concepto
"religión") o buscadores (seekers) o "creyentes a la carta" hiperindividualizados
(evocados por el concepto "espiritualidad"). Además, como bien mostró Carozzi (2000)
un discurso nativo que enfatiza e intenta demostrar y convencer de la autonomía
individual en la búsqueda religiosa es perfectamente compatible con (más, de hecho
depende de) el pasaje por una cantidad muy variable de conferencias, talleres,
encuentros y grupos de meditación, espiritualidad o autoayuda de muy variable
consistencia y permanencia en el tiempo. El (mítico) "individuo autónomo" sólo hace
sentido en contraposición a uno (igualmente falaz) "fielmente congregado".
24 Las ideas de "grupos lábiles" o de "sociabilidades de coyuntura" nos permitirían hacer
visibles las redes y agrupaciones sociales de distinto tipo, formas intermedias e
intermediarias de producción y circulación de conocimiento "religioso" o "espiritual",
cuya importancia se pierde entre visiones demasiado culturalistas, individualistas o
institucionalistas. Todos estos grupos, ideas religiosas/espirituales y prácticas muy
diferentes y nada "católicas" desaparecen de nuestro radar si nos quedamos con la
identificación pública que la mayor parte de sus practicantes realizarían, que es la de
"católico".
25 En el campo religioso, como bien señala Semán, "no compiten tan sólo distintas
fórmulas para comprender la eucaristía o administrar la salvación", ya que, como
afirma "definir las cosas de esta manera sería hacerlo con demasiado centramiento en
las definiciones institucionalizadas de la religión por el catolicismo y el
protestantismo". Para Semán, en el campo religioso: "se confrontan concepciones que
tienen como bien religioso a la salvación, pero también la sanidad, la prosperidad, etc.
(...) compiten el consuelo de la cruz, la promesa de sanación, las búsquedas interiores a
través de la dieta y los ejercicios respiratorios (...) es un campo de disputa en el que se
apuntalan, expresan y refuerzan no solo definiciones de la religión sino, nociones de
persona y alteración de las que las 'religiones' son un elemento co-participante" (en
este debate, y también en Semán, 2013).
Gustavo Ludueña
28 En esta segunda parte deseo retomar otro de los rasgos antes citados del modelo del
monopolio, y me refiero en especial a la noción de "campo", para descubrir luego su
articulación con una idea que encuentro –aunque de manera no explícita– en el resto
de las participaciones que componen este dossier. Esta presencia invisible de la que
todos hablan, o aluden como artilugio heurístico para una explicación sobre la
diversidad, me parece que está dada por la cultura. Tal aspecto, por tanto, me permitirá
justificar de algún modo mi insistencia en el valor de un foco que alumbre los procesos
de acomodación para comprender la diversidad religiosa en nuestro país. La acertada
frase de Roberto Di Stefano acerca de que "[n]o hay ni siquiera entre la colonia y el siglo
XIX un 'antes' católico al que sigue un 'después' diversificado", una aserción que por mi
parte asumiría como válida para la centuria subsiguiente, se aproxima a formular una
respuesta a la pregunta incómoda que manifesté en mi primer escrito. Los casos de
Sarmiento y Musso, que como sugiere tácitamente el autor estuvieron lejos de ser los
únicos, mostraron las tensiones del anticlericalismo decimonónico con el catolicismo.
De forma idéntica, el breve caso que introduje sobre una adherente al espiritismo y su
paradojal relación con el mundo católico, se adiciona a los otros ejemplos del pasado y
del presente (como los mencionados por César Ceriani) que, entiendo, ponen en jaque
ciertas construcciones teóricas que, amén de tener un origen disciplinar evidente y por
lo tanto una modalidad singular de examinar la realidad social, comienzan a evidenciar
las debilidades explicativas del modelo del monopolio. La imposibilidad empírica de
establecer un hito historiográfico fundante entre un estadio de "catolicismo" y otro de
"diversidad", echa por tierra el plan de construir una respuesta por la afirmativa a mi
pregunta inicial; eso aun cuando, como arguye Di Stefano, "en cierto sentido la
Argentina [pueda ser] un país más católico que otros". A diferencia de la sinécdoque,
aquí no podemos tomar la parte por el todo.
29 La aparición pública de la Iglesia Católica, entonces y después (y, por supuesto, también
ahora), no fue ajena al empleo de tecnologías de representación que, como lo ilustra
Miranda Lida, se materializaron en medios radiales, editoriales y de prensa escrita (así
como en las incipientes estructuras escolares y sanitarias); lo cual, a todas luces,
apuntala una tesis por la difusión cultural del catolicismo allende los acotados límites
institucionales católicos. Sin embargo, más cerca de la experiencia actual, esta
percepción se robustece a la sombra de los hallazgos que exhiben trabajos recientes
que, como los de Pablo Semán y Joaquín Algranti, exploran el devenir de diferentes
religiosidades en la música y la industria del libro (entre otras manifestaciones más
heterodoxas de la cultura material masiva). En este orden, es claro que existen
prácticas y creencias religiosas que son más "exitosas" que otras en función de la
divulgación social que logren alcanzar. Al punto que el máximo trofeo sociológico de
una religión no radicaría tanto en ganar adherentes, ni en la legitimidad o adquisición
de "capital simbólico", como nos invita a pensar la mirada fundada en el paradigma del
monopolio hasta ahora soberano en nuestra academia, sino en el grado en el que
algunas de (o todas) sus propuestas prácticas y cosmológicas alcancen el estatus de
naturalidad del sentido común que proviene solo del mandato tácito que nos impone la
cultura de la époque.
30 El hecho de que podamos escuchar a un católico, o incluso a un sacerdote en su homilía
dominical, recurrir a la noción (ya vox populi) de "energía", o inclusive que se nos
muestre en los medios de comunicación al papa con su médico chino y sus terapias
orientalistas (un horizonte semántico bien distinto tanto como distante del panteón
católico) habla de la apropiación de flujos discursivos (i.e., haceres, saberes y decires)
que evaden con sutil pericia los alambrados, o incluso las capilaridades, que podamos
asignarles a los campos. En esta línea, el catolicismo puede ocupar –aunque cada vez
con mayor dificultad– el más alto escalón en el podio; pero, por consiguiente, está lejos
–al igual que siempre, a no equivocarse– de ser el único. Dicho de otra forma, cuando al
menos parte de los componentes morales y de la percepción cosmológica en general
ofrecida por una religión resultan aceptados por su estatus de "normalidad" en la
sociedad para encontrar su lugar vital como unidad de un esquema interpretativo, sea
global o parcial en el sentido común de las personas, es cuando la legitimidad implícita
se sobrepone con eficacia suprema a la –eventualmente– canónica o jurídica. La
diversidad participa de este juego colectivo en el ciclo diario, y en no pocas ocasiones
dialoga en ese discurrir con el mundo católico y con otros. Estudios seminales como los
realizados por María Julia Carozzi, y más recientemente los de Catón Carini, Rodolfo
Puglisi, Víctor Hugo Lavazza, Alejandro Otamendi y Nicolás Viotti, por ejemplo,
muestran como adherentes a la Nueva Era, budistas, seguidores de Sai Baba, daimistas,
platillistas, pero también evangélicos, espiritistas, convertidos al Islam y devotos del
Gauchito Gil, entre otras configuraciones viables de vivencia espiritual, preservaron
abiertos los canales simbólicos que los conectaron otrora con el imaginario católico. Lo
diverso, en suma, interpela al catolicismo desde la posición de una alteridad imaginada
que obliga a refiguraciones constantes de la mismidad.
31 Esto no necesariamente tiene que obedecer al corolario de la lógica previsible de un
campo de fuerzas (en este caso religioso), una metáfora fisicalista demodé que –de modo
alterno– acompaña a la otra más economicista del mercado, sino a las dinámicas
reflexivas que despliegan sujetos que no fueron domesticados ni antes ni ahora, como la
idea del cuentapropismo pretende implícitamente hacernos creer. La noción de campo
(alternativa a la del antedicho mercado) es la base cardinal sobre la que descansa el
modelo del monopolio; el primero es condición sine qua non para la existencia de este
último. La presunción de una delimitación en el espacio social de algo ponderable como
religioso (un ítem que sabemos que Bourdieu corrigió más tarde con la tesis supletoria
de la "disolución" –como oportunamente nos lo recuerda Semán–); la racionalidad
teleológica subyacente de una competencia por el capital simbólico y aun entre los
actores sociales por los denominados "bienes de salvación"; y la división radical entre
especialistas (los poseedores del saber) y los legos –sobre lo que me detuve con más
amplitud en otro artículo–, son algunos de los ejes vertebrales que definen la existencia
del campo religioso. Por lo tanto, es inevitable presumir que tal concepción opera bajo
una voluntad taxonómica de la realidad. Así, las tribus que vemos condensadas en
taxones tales como "evangélicos", "católicos", "espiritistas" e "islámicos", entre otros,
regulan nuestra visual panorámica sobre la religiosidad. En adición a esta tribalización
que es continuamente interrogada por clivajes transversales como los de
secularización, modernidad, globalización, etc., no es factible identificar en la
experiencia local un momento histórico específico en que el campo pasara de un estado
concentrado a otro diluido, como el mismo Bourdieu lo afirmó en La dissolution du
religieux (1987) cuando hizo años después la revisión crítica a su original y finamente
elaborado Genèse et structure du champ religieux (1971). Todo parece indicar que, lejos
nuevamente de la percepción a la que nos induce solícito el paradigma del monopolio,
siempre estuvimos diluidos. En esta dirección, la incursión de la Nueva Era al
promediar la segunda mitad del siglo XX, sumó más disolución a una atmósfera que ya
era religiosamente líquida.
32 El campo religioso no solo está habitado por componentes susceptibles de ser
catalogados como religiosos (o, ahora, espirituales –y aun "sagrados"–), como tampoco
los otros campos no religiosos (e.g., económico, artístico, político, etc.) no son terrenos
inhabitados para lo religioso. Podemos preguntarnos entonces, ¿cómo nos sirve en el
análisis el campo para pensar y entender la diversidad que pretendemos investigar,
más allá de revelarnos de que existen actores sociales que ostentan prácticas y
creencias que pujan, suponemos a priori, por obtener lo que convenimos en llamar
capital simbólico? ¿En qué punto de ese campo o de qué forma ubicamos a Pancho
Sierra (1831-1891), a la Madre María (1854-1928), a Cosme Mariño (1847-1927), o al
profeta Benjamín Solari Parravicini (1898-1974)?, personajes que, entre muchos otros
no tan conocidos, le pusieron carne al esqueleto estructural imaginario que surge del
monopolio y de su campo aliado. ¿Por qué no ver en ellos, tomando a Bourdieu, a los
"nuevos clérigos" (aunque viejos en términos historiográficos) en una retrospectiva
más justa, y sobre todo más real, que nos indique las relaciones que tejieron con la
sociedad en la que vivieron? El ensayo de las respuestas a estos cuestionamientos nos
conduce a los laberintos de la cultura y de la acomodación de la que vengo haciendo
mención. En función de este abordaje de la microacomodación, hay un punto que es
nodal y que todavía no terminamos de entender ni de investigar que es el valor de los
discursos y de las construcciones sobre la alteridad, lo que tiene que ver con los flujos
discursivos que circulan en la sociedad. En el ciclo de la vida cotidiana, nosotros y los
sujetos con los que nos cruzamos, estamos inmersos en los discursos del sentido común
y de otros de otra clase; como lo son aquellos tan fundantes de verdad que provienen de
supuesta capilaridad sociocultural. Esto nos permite analizar con otros ojos una
dicotomía que durante largo tiempo ancló las percepciones antropológicas, sociológicas
e históricas sobre la nación: la oposición tajante entre "liberalismo – catolicismo". Este
dualismo maniqueo implicó asimismo el supuesto traspaso hegemónico del primero al
segundo, para luego considerar que el quiebre del último dio emergencia e impulso a la
"diversidad religiosa" argentina en los últimos treinta años. Por el contrario, las
diversas indagaciones efectuadas por los colaboradores en este debate, junto a las
producidas por estudiosos como Paula Seiguer y José Zanca (entre otros), complejizan
ampliamente los vínculos claves entre ambos dominios, que distan mucho de ser
homogéneos y compactos. Di Stefano sintetiza en su texto esta composición con la
claridad que lo caracteriza, Semán refiere los efectos dispares de "la Santa Alianza de
catolicismo e iluminismo" en la vida social argentina y Lida ilumina cómo en la
reificación del mito de la nación católica en el período de entreguerras los medios
masivos de comunicación y las llamadas industrias culturales –aunque denostados
ideológicamente por los integristas dados sus perniciosos efectos morales– fueron
elementos constitutivos centrales en la reificación de dicha "nación católica
imaginada". Esto nos habilita a pensar que la entreverada y por momentos conflictiva
negociación histórica entre "liberalismo" y "catolicismo" decantó en la producción de
la legitimidad moral de este último tanto en las configuraciones institucionales como
en los imaginarios simbólicos de la nación. Asimismo, nos permite continuar la larga
problematización sobre los modos sociales y políticos en que ambos constructos
emergen de un proceso social que los engloba, limita y redefine a la vez: la mentada
secularización.
37 La singular historia del catolicismo en estas tierras, como algunas de sus figuraciones
contemporáneas, nos permiten observar en qué medida las vocaciones hegemónicas
eclesiásticas conllevan inherentemente sus espacios de fugas, disputas, contestaciones
y réplicas. Asimismo, en las diversas dinámicas vinculadas a la "religiosidad popular" y
las "nuevas espiritualidades" se develan lógicas yuxtapuestas de reproducción y cambio
sociorreligioso, acomodación y contestación simbólica de características asociativas o
bien personales. En términos sociológicos, la cuestión remite al carácter segmentario
del poder, al hecho de que el mismo "no puede ser nunca totalmente contenido dentro
de las relaciones de autoridad" (Cohen, 1985) y a la necesidad de interpretar las
relaciones de poder "en términos correlativos como fenómenos interdependientes y no
como las manifestaciones de un desorden destructivo" –como nos recuerda, retomando
a Norbert Elias, el último Eric Wolf (2001, p. 19-20). Sostengo que estas tres
características podemos trasladarlas al complejo terreno de las "creencias" religiosas:
es decir, remarcar el carácter segmentario, correlativo e interdependiente de las
mismas. Como advierte Semán en su trabajo, es necesario seguir problematizando esta
categoría naturalizada y normativizada en buena parte de nuestro discurso académico.
De por sí, su discusión implicó una corriente de debate en la antropología desde los
años setenta, cuando varios investigadores emprendieron una potente deconstrucción
crítica de la misma, dilucidando la genealogía cristiana que la instiga, el dualismo
genérico que la recorre ("creer en" – "creer que"), su inconsistencia constitutiva y la
dificultad de traducirla a contextos culturales ajenos al estrecho mundo de la cultura
burguesa y cristiana euro-americana (Needham, 1972; Asad, 1993; Ruel, 1997; Robbins,
2007). Uno de estos representantes, la reconocida etnógrafa de la brujería
contemporánea en el occidente francés, Jeanne Favret-Sadda, volvió hace poco a
remarcarnos la dificultad analítica que encierra la plurivocalidad de la noción de
rupturas que estas presentan con los valores asociados a la religión, la diversidad y el
pluralismo en la sociedad argentina contemporánea.
Pablo Semán
40 I- Un tema transversal al de la discusión sobre la "Argentina Católica" es el de la
necesidad de redefinir el término "religión". Redefinición que emerge como necesaria
si se consideran tanto las transformaciones sociales contemporáneas como las
mutaciones de la mirada de los cientistas sociales sobre lo religioso que no sólo se
aplican a la actualidad sino, también, de forma retrospectiva al pasado. La mencionada
redefinición se retroalimenta de la crisis que ella misma le plantea a dos supuestos
implicados en el término religión: la naturalización de la autonomía de lo religioso y la
naturalización de su referencia a las ideas de alma y de trascendencia que dependen de
la hegemonía que tuvieron ciertas perspectivas cristianas para definir el contenido
"supuestamente eterno" del "campo religioso" (la postulación de lo sagrado como algo
que se encuentra más allá, y la definición del bienestar espiritual en base a una
problemática del "alma", algo que era diferente del cuerpo y la mente). El contenido
positivo de esa redefinición no puede ser otro que el de entender que "campo religioso"
es una convención estrecha y resulta subvertida en una dirección: el campo religioso es
menos un campo de disputas interinstitucionales por la primacía en la "cura de almas"
y el saber del "más allá", que un entramado de producción conflictiva y policéntrica de
nociones de reparación, de mejora y de bien en el que lo que se disputa es, justamente,
cuáles son y cómo se articulan los sujetos y las dimensiones de lo que se repara, mejora,
cura, salva o perfecciona. La especificidad de lo que llamábamos "religioso" está dada
por un hecho: que sean cuales sean los códigos que se aplican para definir lo "religioso"
está implicado un nivel de construcción de la persona que, para no identificar la
definición con una posición determinada en el campo "religioso", puede entenderse
como "hiperrelacional" (e implica sujetos, niveles, eventos más amplios, más fuertes,
mas importantes que los de los humanos). Pero hay algo más: si los trabajos de
Cernadas, Frigerio, Giménez Béliveau, Ludueña y Semán apuntan esa cuestión en la
sincronía contemporánea los trabajos de Di Stefano y Lida ofrecen la posibilidad de
pensar cuanto se ganaría con la percepción realista (heterogeneizada y tensional) de lo
que resulta obturado por la noción monolítica de "nación católica". Así, la
desnaturalización de la religión que alentamos no sólo se refiere al presente aun
cuando este presente muestre, respecto del pasado, ciertas discontinuidades.
Inversamente, y calibrando nuestra afirmación inicial, no es necesario suponer que sólo
estas discontinuidades contemporáneas, obligan a redefinir lo religioso: los trabajos de
los historiadores también nos muestran que la concepción del campo religioso como
campo de competencia entre formulaciones opuestas de la cura de almas es una
definición que oscurecía otras religiosidades y se identificaba con las de algunos actores
que, no por ser dominantes, eran absolutamente dominantes urbi et orbi y por todos los
tiempos. Es necesario revisar hasta qué punto esa visión no depende de la mirada
dominante de los analistas, mas agobiada de catolicismo que la propia sociedad. Ahora
bien: de la misma manera que los hechos de la nación católica (y no sólo ellos sino
también la manera de identificar religiosidad con la institución, por ejemplo) son
magnificados por el "catolicocentrismo" de las ciencias sociales de la religión, debe
interrogarse en qué grado nuestras actuales ideologías de época influyen en nuestra
percepción del "campo religioso". No para rechazar las innovaciones conceptuales,
pero si para no detener los efectos de aprendizaje del proceso reflexivo. Sería
interesante discutir en qué grado y de que forma el pluralismo democrático, el
liberalismo y la espiritualidad de la nueva era, solo por nombrar algunos factores,
acompañan nuestros intereses, nuestros énfasis y nuestras percepciones para que el
relevo crítico del catolicocentrismo no sea una ingenua proyección alineada con "otra
religiosidad" sino la oportunidad de poner en perspectiva "lo religioso"
41 II- En este contexto un tema que depende de los dos anteriores es el de las dinámicas de
institucionalización de la religión. Los trabajos de Ceriani, Frigerio, Gimenez Béliveau y
Ludueña apuntan a esta cuestión a la que también lo hizo mi propio trabajo. Hay un
argumento que corre el riesgo de generar una circularidad improductiva. Que la
religión o la espiritualidad no tomen formatos católicos, no se organicen con aspiración
a la duración y a cierto "sedentarismo" no quiere decir que hayan desaparecido las
instituciones. Cambio de formato no es desinstitucionalización. En ese sentido vale la
pena recordar el argumento de Durkheim en las Lecciones de Sociología: el individualismo
(correlativo de la supuesta desinstitucionalización) es en sí mismo una institución. La
noción de desinstitucionalización oscurece fenómenos de orden muy diferente que se
conjugan en ese rótulo. En primer lugar oculta el ya citado problema de la
identificación de un formato particular con un formato universal. En segundo lugar
oculta que institución es no sólo sustantivo sino también verbo. La institución es,
siempre, un dinamismo entre lo instituido y lo instituyente por lo que el cambio y la
fluidez son parte de su definición. El cambio de escalas en que ocurre la
institucionalización atañe a los grupos y a los tiempos. Pero el hecho de que la
espiritualidad se desarrolle en "instituciones lábiles", en grupos pequeños y
evanescentes, que conviven con otras opciones, incluso las prácticas solitarias, no
implica "desinstitucionalización". Si se atiende a las dos especificaciones hemos
realizado en este punto. Desinstitucionalización implica una categorización meramente
negativa que incurre en un cierto absurdo: como ir a la luna y describirla por la
ausencia de shoppings. En tercer lugar hay que rescatar algo ontológicamente positivo
bajo el término desinstitucionalización. Esto implica desplegar otro tema: el del
incremento de la agencia de los sujetos y el cambio en las relaciones con la verdad.
42 III- Sea porque apuntamos a otra dimensión, sea porque esta dimensión se ha
transformado o hecho más visible, lo cierto es que las ciencias sociales de la religión
han enfatizado el momento del actor, el sujeto, la agencia. En ese sentido las
reapropiaciones, las producciones individuales ganan realce y de cierta forma compiten
o desestructuran el momento de la institucionalización. Lo expuesto en base al
argumento durkheminiano nos permitiría salir de la falsa identificación entre
institución=colectivo vs. desinstitucionalización=individualidad. Pero más allá de que la
individualidad sea una institución es posible apuntar algo. Es necesario preguntarse si
el énfasis contemporáneo en el sujeto, la importancia correctamente atribuida a la
agentividad no es el hilo que debe seguirse para entender que el cambio que se
entiende mal con el rótulo de "desinstitucionalización" se entiende mejor tomando
conciencia de que el hecho es la tensión entre sujetos e institución y que la llamada
desinstitucionalización es en algún caso la producción de formas de subjetividad que
deben ser descriptas en su singularidad, en su recurrencia, en las lógicas que asisten a
su multiplicación. En ese contexto, volviendo al inicio, se entiende que nuestras
preocupaciones actuales necesariamente deban referirse al hecho de que la "religión se
sale de lugar" e incluye otras prácticas (que no solo las del alma y el espíritu): la
llamada desinstitucionalización tiene que ver con que la religión no se queda quieta: ni
en el lugar donde la puso la modernidad -como dominio autonómo y confinado-, ni en
las prácticas de los sujetos -que no la construyen como dimensión exclusivamente
relativa al alma o, incluso, resisten esta categoría-. Por último, una cuestión que solo
quiero indicar y que creo que debe ser objeto de una indagación ulterior, muchísimo
más dilatada en lo teórico y lo empírico: mucho de lo que emerge con la pluralización y
con el reconocimiento de la pluralización de lo espiritual y lo religioso habla de un
cambio cultural muchísimo más importante. Sin que esto forme parte de una tendencia
lineal e irreductible parece ser que, al menos nuestras sociedades, en parte, se asientan
cada vez más sobre "la libre interpretación de los textos".
43 IV- Estos cambios que son al mismo tiempo culturales y de las disciplinas orientadas a
la cultura deben relacionarse con los cambios de escala de nuestras sociedades. No solo
me refiero a que nuestra demografía es escasamente seguida de cerca por las
instituciones tradicionales y a que eso genera otras posibilidades de cambio. También al
hecho de que las trayectorias vitales se han hecho al mismo tiempo más variadas y
extendidas. En ese sentido es necesario entender que "la religión" o "las nuevas formas
de espiritualidad", con medios que no son la capilla y el sacerdote, operan en relación
con campos que antes no lo hacían: si las nuevas espiritualidades se nutren de
psicología, también hay que ver que los nuevos creyentes utilizan esa espiritualidad
para generar opciones en su propias instituciones y campos de acción: allí donde los
reglamentos o las expectativas tradicionales no funcionan, las ideas de la nueva era
ponen su cuota de directividad. De directoras de escuela que reorganizan el
funcionamiento del colegio basadas en literatura espiritual contemporánea a políticos
que incorporan y naturalizan el lenguaje de la nueva era, pasando por cientistas
sociales que, todavía a hurtadillas, se disocian entre su vida cotidiana y el lenguaje
científico de rigor. En la estructura social contemporánea la religión se sale de su lugar
y retorna, con otros fueros, por otros espacios.
construcción de identidades. Para ello, me parece útil pensar el catolicismo desde tres
conceptos: diversidad, autonomía y mixtura, o sincretismo
45 1. Pensar la diversidad. En el primer artículo que escribí en este debate sostenía la
pluralidad actual del catolicismo, enfocando particularmente dos lógicas distintas de
sociabilidad, las comunidades y los católicos desafiliados. Estos dos espacios, que
construyen formas diversas de ser católico, no son los únicos, y exponen un amplio
abanico de opciones teológicas, doctrinarias, militantes, practicantes y no practicantes
que el catolicismo actual muestra.
46 La diversidad al interior del catolicismo, como propone el artículo de Roberto Di
Stefano, se enraíza profundamente en la historia argentina, aunque fue opacada por el
discurso de la utopía de la nación católica, una narrativa que, como la describe Frigerio
(2002 y en este debate), se pretende "blanca, europea, moderna, racional y católica", y,
sobre todo, homogénea y unívoca en su constitución y proyecto político.
47 Sin embargo, a lo largo de los últimos 30 años de democracia, asistimos al
descentramiento del "mito de la nación católica" (Lida, en este debate), lo que permite
incluso a los agentes de las jerarquías eclesiásticas tomar a la diversidad como un dato,
y repensar su puesta en práctica en circunstancias socio-políticas determinadas. La
reflexión sobre un acontecimiento que viabilizó la intervención de la Iglesia en el
espacio público nos permite ver este proceso con claridad. Durante la discusión de la
Ley de Matrimonio Igualitario en el congreso de la nación, en el año 2010, la campaña
en contra de la ley fue encabezada por dos diputadas ligadas orgánicamente a grupos
confesionales: Liliana Negre de Alonso, al catolicismo, y Cynthia Hotton, al campo
evangélico (Carbonelli, Mosqueira y Fellitti, 2011). Si comparamos este proceso con la
intervención de la Iglesia en el momento de la sanción de la ley de divorcio, en 1987,
vemos que en ese entonces la campaña fue encabezada por un prelado (el entonces
obispo de la diócesis de Mercedes-Luján, Emilio Ogñenovich), y sostenida por varios
obispos, que le "pusieron el cuerpo" a la acción antidivorcista (Fabris, 2008).
Comparando los dos momentos y la manera en que se produjeron los acontecimientos y
las intervenciones de los grupos, es posible identificar dos tendencias que marcan la
puesta en práctica de un diálogo, yo diría inédito, del catolicismo argentino con la
diversidad. La primera es hacia el interior del campo católico, y tiene que ver con el
desplazamiento de los obispos de un lugar de centralidad escénica a un segundo plano,
y la aparición de un nuevo actor dentro de la Iglesia, los especialistas profesionalizados,
que ocupan un lugar medular en las discusiones públicas, marcando la voz de la Iglesia.
Éstos son juristas, políticos, médicos, psiquiatras, bioeticistas formados en
universidades de primer nivel, reconocidos especialistas en sus disciplinas, que
encarnan la perspectiva de la institución desde un lugar renovado (Irrazábal, 2012). La
segunda tiene que ver con el reconocimiento por parte de la Iglesia de la presencia de
otros actores religiosos en el campo de la palabra pública: el armado de la campaña en
contra del matrimonio igualitario se articuló sobre la alianza entre una diputada
católica y otra evangélica, y mostró en los hechos la constitución de un espacio
interconfesional para sostener un proyecto político concreto (Carbonelli e Irrazábal,
2010). Como vemos, incluso en los espacios de decisión de la Iglesia católica argentina,
la misma que eligió históricamente identificarse con la nación, se dan procesos de
admisión de la diversidad interna y externa.
48 2. Pensar la autonomía. Así como pensar el monopolio desde la extensión completa del
catolicismo en la sociedad forma parte del relato de la utopía del catolicismo integral,
planteado en torno a la convocatoria como, por otro lado, en los intereses concretos
que ocuparon los análisis de cada artículo. Con relación a este último aspecto, los
tópicos que cautivaron la atención pueden inscribirse en dos grandes núcleos: primero,
las consecuencias epistemológicas que conlleva el abordaje sobre la diversidad desde
los estudios sociales de la religión en el marco de las tradiciones académicas existentes
(Frigerio, Semán, Ceriani Cernadas y Ludueña) y, en segundo lugar, los procesos
históricos en la longue durée (Di Stefano y Lida) y los sociológicos de tono sincrónico que
se asocian a la diferencia religiosa (Giménez Béliveau).
56 En general, los escritos parecieron eludir la confrontación directa de las opiniones de
los otros, profundizando más bien las líneas de pensamiento que ya habían presentado
en sus primeras versiones. Las lógicas textuales privilegiaron el camino del diálogo a
través de la citación de los otros participantes y de sus ideas en los escritos variando en
grados diferenciales de inclusión. En este sentido, se pudieron notar desde sutiles
diálogos de silencio que parecieron no querer dirimir tópicos puntuales de manera
directa sobre los que podían exhibir desacuerdos hasta inclusiones reales más
consistentes que dieron lugar a desarrollos más finos para elucidar aciertos,
convergencias o divergencias. El resultado es, de todas maneras, rico en definiciones y
visiones de la agenda futura de los estudios de la religión. De forma global, el debate
mostró una crítica unánime a la idea de monopolio religioso católico y un fuerte
cuestionamiento a otros conceptos a ella asociados como los de desinstitucionalización
y autonomía de la creencia, así como una conversación inexorable y reconocidamente
postergada con la historia, sea explícita o implícita, para quienes no venimos de ese
espacio académico.
57 La diversidad, más que otros polos de discusión, se mostró como protagonista estelar y,
de forma concomitante, en tanto problema de estudio presentó los asedios de una doble
barrera. Por un lado, las tradiciones epistémicas de la academia (y de cada disciplina en
especial) que condicionan desde los esquemas conceptuales y teóricos una llegada
versátil y menos sesgada al problema de la diversidad religiosa; aquí la historia se
separó presentando una dificultad más metodológica que conceptual basada en la falta
de fuentes primarias para los estudios de caso sobre determinadas aristas. Por otro
lado, de modo similar, están las limitaciones fácticas inmediatas en cuanto a la
existencia y trayectoria de estudios empíricos que proporcionen una acumulación
crítica de material como para discutir y problematizar el lugar social, histórico y
cultural de las diferentes expresiones religiosas en Argentina. Asimismo, hubo tópicos
que aun siendo menos generales no dejaron de ser transversales a su medida y
ocuparon, igualmente, varias de las líneas de este intercambio. Entre ellos podemos
mencionar, por ejemplo, las nociones de monopolio, religión e institución.
58 En el caso del proclamado monopolio católico, por ejemplo, y en sintonía con las
apreciaciones críticas ya expuestas por Frigerio (2007), el debate canalizó otras voces
que convergieron con esa misma perspectiva. Así, Di Stefano afirma que esa idea "es
inadecuada, incluso en referencia con los períodos en los que su vigencia ha sido menos
cuestionada por parte de los historiadores". Por su parte, Giménez Béliveau propone un
uso restringido de ese supuesto monopolio católico que únicamente podría "ser
pensado como un horizonte utópico institucional". En una línea epistemológica más
laxa, Ludueña lo visualiza como parte de un paradigma más genérico aliado a un
conglomerado de axiomas teóricos y empíricos que aun visto al interior del ordo
católico resulta "frágil", y de mucha más dudosa solidez todavía hacia el exterior. En
BIBLIOGRAFÍA
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NOTAS
1. La frase remeda el "sicut erat in principio et nunc et semper et in saecula saeculorum" del
Gloria.
Tesis
Paula Lanusse
RESÚMENES
Esta tesis indaga en la construcción de alteridades indígenas en una localidad del sudoeste de la
provincia de Salta (Cachi, Valles Calchaquíes). Esta área se caracteriza por un temprano proceso
de incorporación e invisibilización de la población aborigen (siglo diecisiete), a pesar de que a lo
largo de los años también se han reproducido las marcaciones indígenas para definir la
singularidad de su población subalterna. La tesis aborda el tema de las representaciones de la
aboriginalidad a nivel local como un campo de disputas entre memorias dominantes y memorias
subalternas. En este sentido, se analizan datos extraídos de una variedad de fuentes:
producciones académicas, documentos de divulgación oficiales y no oficiales, entrevistas a
funcionarios públicos y dueños de haciendas, estadísticas, historias de vida, historias orales de la
This thesis explores the construction of indigenous alterities in a southwestern area in the
province of Salta (Cachi, Calchaquí Valley), Argentina. This area is characterized by an early
process of incorporation and invisibilization of the aboriginal population (17th century), which
did not prevented a reproduction of labeling practices of the subaltern sectors as “Indians” until
the present. The dissertation addresses the issue of representation of aboriginality at a local level
as a field of struggles between dominant and subaltern memories. I analyze data from a variety of
sources: academic works, official and non official popularizing texts, interviews with state
officials and land owners, statistical publications, life histories, oral narratives, myths and,
ethnographic observations. The interpretation of this documentation entails the reconstruction
of the various and conflicting ways in which the dominant and subaltern sectors in Cachi imagine
the past of the local community and the ethnic, racial and / or class identitites therein.
ÍNDICE
Keywords: memory, indigenous alterities, Calchaquí Valley, Salta
Palabras claves: memoria, alteridades indígenas, Valles Calchaquíes, Salta
AUTOR
PAULA LANUSSE
Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires,
Argentina
Correo electrónico: [email protected]
1 Hace aproximadamente tres años, en los últimos meses de 2010, apareció en la ciudad
de Córdoba el libro La búsqueda, de Miguel Robles. La aparición fue, en verdad, doble:
dos ediciones separadas por pocos días, con dos tapas y dos subtítulos diferentes. La
primera fue publicada en octubre por la editorial Jorge Sarmiento con el título La
búsqueda. Un reportaje con Charlie Moore. Es probable que los cien ejemplares de esta
“modestísima primera edición” –según palabras del autor– se hayan esfumado
rápidamente entre manos de amigos, conocidos, periodistas, militantes de derechos
humanos y funcionarios, incluyendo a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner,
quien confesó públicamente estar leyéndolo. Esa confesión de lectura y algunas reseñas
en los diarios bastaron para justificar una segunda edición, ahora de dos mil
ejemplares, que inauguró la colección “testimonios” de un sello editorial de la Comisión
y Archivo Provincial de la Memoria.
2 La nueva edición introduce algunas modificaciones. El subtítulo cambia la palabra
“reportaje” por “entrevista”. Corrección acertada desde el punto de vista formal,
porque el grueso del libro es un larga –larguísima– conversación de Miguel Robles con
Charlie Moore, reproducida bajo el formato de una entrevista periodística, con
preguntas breves y respuestas frondosas. Además de transcribir la grabación de un
diálogo, los capítulos del libro reflejan el final de una historia, la conclusión de una
larga–larguísima– búsqueda, coronada con el encuentro entre Moore y Robles en el
aeropuerto de Manchester, en noviembre de 2009. Ese momento marca el final de una
búsqueda y el comienzo de una historia, intersección de dos historias atravesadas por
los efectos del terrorismo de Estado. La imagen de tapa de la primera edición pretende
congelar ese momento: es una fotografía de Moore, sacada por Robles en el aeropuerto,
en el preciso instante en que se vieron las caras por primera vez.
3 ¿Quiénes son Miguel Robles y Charlie Moore? ¿Por qué sus historias se juntaron en esta
encrucijada? El autor del libro es un policía cordobés que en 1975 tenía cinco años
cuando mataron a su padre, el Comisario Principal José Elio Robles, en la Ciudad
Universitaria de Córdoba. En ese momento se instaló una versión oficial de los hechos
que le atribuía el asesinato a Montoneros. Un comunicado de esa agrupación
reconociendo la responsabilidad sobre el atentado apuntalaba la verosimilitud del
relato que salió de la propia policía provincial y que, por la vía de los “partes de
prensa”, se esparció en diarios locales. Algunos, sin embargo, cavilaban otras hipótesis,
porque José Elio Robles era un policía de carrera pasado a retiro compulsivamente ese
mismo año y distante de los aparatos de represión clandestina que entonces
comenzaban a organizarse en torno al Departamento de Informaciones, más conocido
como D2.
4 El repentino pase a retiro de José Elio Robles, que en 1975 tenía apenas 42 años, había
sido ordenado por el Jefe de Policía, Luis Alberto Choux. Robles tenía abiertas y
explícitas diferencias con la cúpula policial. Su muerte estuvo rodeada de una serie de
detalles inusuales tratándose del asesinato de un comisario. A lo largo del siglo XX, la
policía argentina –como tantas otras del mundo– cultivó una densa tradición de culto a
sus muertos, a los “caídos en cumplimiento del deber”. Casi toda muerte violenta de un
agente policial fue evocada como el más extremo de los “sacrificios” en la penosa tarea
cotidiana de estar “al servicio de la comunidad”, las veinticuatro horas, en vigilia y
alerta, enfrentando a los enemigos del orden. Esta figura del policía caído hunde sus
raíces en la fórmula religiosa del mártir, que en terreno secular tuvo una gran eficacia
para construir una narrativa heroica en torno a las guerras y los ejércitos nacionales
(narrativa de himnos escolares, del soldado Cabral que “su vida rinde haciéndose
inmortal”). En sede policial, también hubo himnos y poemas, discursos fúnebres
cargados de emotividad, desfiles en la vía pública, cuadros de honor, panteones
policiales en cementerios, estatuas y mausoleos atiborrados de imágenes alusivas al
caído en cumplimiento del deber, como las tumbas de Falcón y Lartigau en el
Cementerio de la Recoleta (Galeano 2011).
5 Todo este martirologio y hagiografía institucional acompañó la formación de la idea de
la “familia policial”. Como han mostrado las más recientes etnografías de las fuerzas de
seguridad en la Argentina, esta idea comunitarista contribuye al fortalecimiento de una
distinción fundamental entre dos modos de integrar la policía: una forma “profana”,
motivada por necesidad económica y afán de un salario estable cada mes, frente a una
forma “sagrada”, en la que desempeñan un papel central los linajes familiares de
policías que cultivan y celebran el ethos de la “vocación de servicio”. 1
6 Pues bien, la muerte de José Elio Robles una tarde de noviembre de 1975 reunía, en
principio, todos los elementos necesarios para poner en acción los discursos y rituales
de la figura del caído en cumplimiento del deber. En otros tantos casos, estar retirado o
fuera de servicio no había impedido que la muerte fuera envuelta del ceremonial de los
caídos, porque más que un trabajo o una profesión, el oficio policial es considerado una
condición de existencia (un estado) que se carga consigo en todos lados, todo el tiempo y
durante toda la vida. Bastaba con que esa muerte fuera violenta y que por detrás de esa
violencia hubiera un sujeto que la policía consideraba un enemigo de la sociedad, del
orden o de las buenas costumbres, para desencadenar la liturgia fúnebre de la
institución. Así como había sucedido a comienzos del siglo XX con los enfrentamientos
entre policías y anarquistas, en la década de 1970 un atentado de la guerrilla urbana
aparece como uno de los “quebrados” que terminaron colaborando con sus captores. 2
Esa acusación le valió, inclusive, una condena a muerte dentro del ERP.
10 A fines de 1980, mientras la justicia federal lo imputaba por la ocupación de la Fábrica
Militar de Villa María, Moore se fuga y atraviesa por tierra la frontera con Brasil. En la
ciudad de San Pablo es protegido por autoridades del consulado británico y, antes de
exiliarse a Inglaterra, deja un extenso testimonio ante autoridades del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas por los Refugiados. En esa declaración, Moore
menciona algo que había escuchado en los pasillos del D2: bajo esa misma mecánica de
atribuir a Montoneros supuestos atentados de la guerrilla, se escondían varios casos de
policías asesinados por la propia policía.
11 No fue solamente un caso, ni dos. Además del comisario José Elio Robles y del cabo
Manuel Cirilo Vaquinzay, a lo largo de la conversación con Charlie Moore van
apareciendo otros nombres, uno atrás del otro, hasta llegar a doce asesinatos. Hubo
policías que mataron policías: el lector se entera en las primeras páginas del libro, aún
en los preámbulos de la entrevista con Moore. Así, cualquier versión monolítica de las
“fuerzas de seguridad” o “fuerzas del orden”, cualquier idea de una policía maciza y sin
grietas, se hace trizas rápidamente. Más que una formación coral constituida por voces
monocordes y sujetos que acatan órdenes de un director de orquesta, la policía–según
han mostrado numerosas investigaciones históricas, sociológicas y antropológicas– es
ante todo un campo de luchas, un espacio de debates y enfrentamientos (Monjardet
1996). Por el libro de Miguel Robles desfilan personajes incómodos para los lugares
comunes y clichés sobre los años setenta, esos “usos del pasado” que otros autores
vienen discutiendo en publicaciones recientes (Hilb 2013 y Leis 2013). José Elio Robles
fue policía y víctima del terrorismo de Estado. ¿El cono de sombras que cubrió a su
muerte, ayudando a prolongar en el tiempo la farsa de la versión oficial, se habrá
nutrido apenas de los silencios de los muros policiales? ¿O acaso se alimentó también de
la imposibilidad de pensar, por fuera de esos muros, la doble condición de policía y
víctima del terror?
12 ¿Y qué tanto podemos preguntarnos sobre el testimonio de Moore? Desde su
declaración en San Pablo pasaron más de veinte años para que su voz fuera nuevamente
oída. Más de dos décadas viviendo en Inglaterra, con su esposa y su hija nacida en
cautiverio en 1976, esperando ser escuchado. Pero su presunta condición de
“colaborador”, es decir de “traidor”, parece haber tenido mayor peso que el hecho de
ser uno de los testigos que más y mejor conocieron el funcionamiento del D2 de
Córdoba. Por eso Miguel Robles propone una tarea que asegura copiar de las técnicas
detectivescas empleadas en el ámbito de la investigación criminal: cuando los indicios
son demasiado confusos y las informaciones se contradicen, lo mejor es hacer tabula
rasa y comenzar de nuevo, fingiendo que no se sabe nada. Esa tarea –dice Robles–
consistió en “pensar de nuevo a Moore”. Pero lo que Robles hizo, antes que nada, fue
escucharlo. Consiguió su número de teléfono, lo llamó, del otro lado atendió el propio
Moore, quien al oír el apellido dijo imaginar el motivo del llamado: “¿Hablás por lo de
tu padre, no? Lo mató el D2. Eso es un hecho. Pero no voy a hablar más por acá. No
confío en los teléfonos, macho. Si querés, te invito a mi casa. Venite cuando quieras y
hablamos acá” (Robles 2010, p.30).
13 En realidad, cuando Miguel Robles llegó a Manchester supo que no hablarían en la casa
de Moore, sino que lo llevaría en una camioneta LandRover a un campamento cerca de
Scarborough. Allí, en ese páramo gélido sobre la costa del Mar del Norte, se produjo una
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NOTAS
1. Ver, por ejemplo Hathazy 2006, Frederic 2009 y Sirimarco 2009, p.142-143.
2. Ver, por ejemplo, la declaración de Teresa Meschiatti realizada en Ginebra el 20 de marzo de
1984 e incluida en el Informe de la CONADEP, Legajo No. 4279. Disponible en línea [consultado
30/11/2013]: http://www.pparg.org/pparg/carceles/cordoba/cordoba_capital/la_perla/_b/
contentFiles/Meschiati.pdf
3. Algunas etnografías contemporáneas, basadas en investigación de campo en las comisarías,
han advertido sobre la existencia de “usos estratégicos” de la violencia, diferenciados entre
policías mujeres y policías varones. El sentido común que asocia a las mujeres con los eslabones
más débiles de las cadenas de violencia, identificándolas con víctimas y sujetos a proteger, otorga
a las policías mujeres un margen más holgado para un uso libre y menos controlado de la fuerza.
Ver, por ejemplo, Calandrón 2013.
AUTOR
DIEGO GALEANO
Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil
Correo electrónico: [email protected]
Vizcaínas: un proyecto de
conservación, desarrollo social y
cultural mexicano con 280 años de
historia
Vizcaínas: A conservation, social and cultural development, with 280 years of
Mexican history
México de papel
1 Hablar sobre la historia de un país es remitirse a sus fuentes históricas y México no es la
excepción. Este país es rico en fuentes documentales, las cuales abarcan todas las
épocas de su desarrollo histórico, encontrando así archivos que contienen información
tan antigua que hace referencia a la fundación de la ciudad por las culturas
prehispánicas como documentos del siglo XVI hasta el siglo XXI.
2 En algunos archivos encontraremos los códices que son documentos pictográficos
elaborados por tlacuilos1. Estos manuscritos relatan el desarrollo de Mesoamérica hasta
la llegada del capitán Hernán Cortés con su campaña militar, su posterior conquista y
colonización, para dar paso a la fundación del Virreinato de la Nueva España.
3 La época colonial para México abarcó un periodo de 300 años. La Nueva España generó
millones de documentos que tenían como fin dar órdenes, avisos, implementar nuevas
acciones legales y administrativas; asimismo, libros de cuentas diversas, libros de juntas
de cabildo, constituciones de colegios, registros sobre el nacimiento y muerte la de
población, asuntos fiscales, recetas médicas, acreditaciones de grado, calificaciones,
silabarios, mapas, planos, partituras de música sacra, entre otros. Dicha documentación
ha sido reunida en los archivos con la finalidad de resguardarla, conservarla y difundir
su riqueza2.
que sus fondos eran totalmente conseguidos a través de las donaciones de sus
bienhechores y sus rentas particulares.
20 El Porfiriato para Vizcaínas fue un periodo de estabilidad, desarrollo y modernización.
Los resultados serían que el colegio incorporaría a su educación nuevas clases, como la
clase de gimnasia; con ello se trataba de dar una educación integral en que se
desarrollase tanto el cuerpo como la inteligencia. A su vez los trabajos manuales
también recibieron gran impulso, procurando que la enseñanza tuviese un carácter útil
para la sociedad. El Colegio en este periodo se consolidó como uno de las instituciones
de mayor prestigio de la ciudad de México.22
21 En la Revolución Mexicana y los años siguientes, los acontecimientos que afectaron al
colegio fueron económicos, los cuales hicieron que la institución tuviera que ajustarse
en sus gastos para continuar con su labor educativa. Finalmente, el siglo XX y XXI
serían para Vizcaínas periodos de cambios, tanto en su arquitectura interna como en
sus planes de estudio para poder adaptarse a las nuevas necesidades de la niñez
mexicana. En la actualidad el colegio imparte educación básica (kinder, primaria,
secundaria) y educación media (preparatoria).
22 Este panorama histórico del Colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas, desea mostrar
de forma general cómo la institución amparó, protegió y promovió el desarrollo de la
educación de la mujer para que desempeñara su rol social de madre y esposa; sin
olvidar su preparación para su inclusión en el desarrollo económico del país al
adiestrarla en artes y oficios acordes a su sexo. Nuestra aportación es interesar a los
lectores a que descubran las riquezas documentales que resguarda su archivo.
BIBLIOGRAFÍA
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general y para texto en las escuelas y colegios de señoritas. D. Appleton y Compañía, pp. 135,136.
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Vizcaínas en la actualidad Colegio de la Paz. Reseña Histórica. México: Imprenta de Francisco Díaz de
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Bascongada de los Amigos del País. México: Universidad Iberoamericana- Real Sociedad Bascongada
de los Amigos del País-Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas, I. A. P.
NOTAS
1. Tlacuilos es un vocablo náhuatl que denomina a la persona que se encargaba de elaborar las
pictografías de los códices. Para más información consultar las obras escritas por Joaquín Galarza.
2. México cuenta con una gran variedad de archivos históricos los cuales resguardan una gran
cantidad de fuentes documentales. Por mencionar algunos contamos con el Archivo General de la
Nación (AGN), Archivo del Distrito Federal “Carlos Sigüenza y Góngora”, Archivo de Notarías de
la Ciudad de México, Archivo Histórico del Agua, Archivo Histórico del Arzobispado, Archivo del
Cabildo de la Catedral de México, Archivo Histórico del Centro de Estudios de Historia de México
CUNDUMEX hoy en día CARSO, Archivo Histórico de Petróleos Mexicanos, Acervo Histórico de
Bellas Artes, acervo de concentración e Histórico de la Secretaria de Salud, entre otros.
3. Fundada en una capilla en el convento de San Francisco.
4. Las principales instituciones que se encargarán de educar a las doncellas novohispanas a lo
largo de todo el virreinato serán los conventos de monjas; su primer establecimiento se dio en
1536 y fue el Convento de La Concepción, el segundo fue el Convento de Santa Clara, fundado en
1570; posteriormente el Convento Nuestra Señora de la Balvanera, fundado en 1573; el Convento
de Regina Coello, fundado en 1573; el Convento de Jesús María, fundado en 1578; el Convento de
Santa Catalina de Sena, fundado en 1581; el Convento de San Jerónimo, fundado en 1585; el
Convento San Juan de la Penitencia, fundado en 1591; el Convento de la Encarnación, fundado en
1594; el Convento de Santa Isabel, fundado en 1601 y el Convento de San José de Gracia, fundado
en 1610. Dentro de este escenario se comenzarían a esbozar y cimentar colegios que se
encargarían de educar a las doncellas novohispanas. Las edificaciones que prestaron sus servicios
de enseñanza fueron el Colegio de Nuestra Señora de la Caridad en 1548, posteriormente se une a
esta labor el Colegio Recogimiento de San Miguel de Belén en el año de 1683. Para el año de 1732
se funda el Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas y por último el Colegio de Nuestra Señora
del Pilar (La Enseñanza) en 1754.
5. Archivo Histórico “José María Basagoiti y Noriega” del Colegio de San Ignacio de Loyola las
Vizcaínas, E5 TV V7, NC 14463, 14464. Para las siguientes citas ocuparemos las siglas AHCV para
referirnos al archivo.
6. Tezontle es una piedra volcánica porosa, muy ligera, de color rojo oscuro, usada en
construcción.
7. Cantera es una piedra caliza que se utiliza para la construcción; existe en abundancia en
México.
8. Las investigaciones que se han realizado sobre el colegio fueron escritas por Enrique Olavarrìa
y Ferrari, Gonzalo Obregón Jr., Josefina María Cristina Torales Pacheco y Josefina Muriel.
9. Accesoria de taza y plato es una habitación acondicionada como local comercial. En su interior
cuenta con un tapango que le proporciona dos niveles. En la parte de abajo la persona que alquila
el lugar coloca su negocio y la parte de arriba es utilizada como vivienda. Esta forma de alquiler
brindaba comodidad y ahorro a la persona que rentaba estas accesorias porque no tenía que
desplazarse a su lugar de trabajo y no debía cubrir dos rentas.
10. AMABPAC es Asociación Mexicana de Archivos y Bibliotecas Privadas, A.C. Para mayor
información visitar su portal web: http://www.amabpac.org.mx
11. Muriel, 2006, p. 49.
12. Muriel, 2006, p. 58.
13. Ripalda, 1863.
14. Fleury, 1884.
15. Loyola, 1999.
16. Algunos ejemplos de ello son: los hilvanes, el punto adelante o bastilla, el pespunte, el
dobladillo, el punto por encima, la costura de faltriquera, la cruceta, los ojales, la cadeneta, el
recogido o fruncido, la costura abierta, la vainica, entre otros.
17. Este podía realizarse con algunos pedazos cuadrados de muselina blanca de diferentes
calidades, siendo preferible el algodón de color para trabajar, porque hacía la costura más visible
que el algodón blanco y las faltas podían notarse, y podía acomodarse mejor en forma de libro, en
tira o en un cuadrado grande.
18. Algunas de las puntadas del bordado que se elaboraban en Vizcaínas fueron las siguientes: el
festón, el festón redondo con festoncitos, variante de la puntada anterior, el punto de cruz, el
punto de rococó, pespuntes, punto cadeneta, pata de gallo, rellenos sueltos, rellenos lazados,
punto inglés, punto pisano, el filtere, punto de cordoncillo, etc.
19. La puntada predominante en este estilo es el punto noruego. La puntada básica es el bloque
kloster; este punto puede combinarse con otros como el ojal, el punto de cruz, la vainica, el punto
de tallo, la cadeneta. El aprendizaje de este bordado es el grado máximo de dificultad en esta
labor ya que en ella se deben dominar todas las puntadas y aplicaciones que se puedan poner en
la pieza que se está realizando. El método utilizado para bordar es utilizando tela de cuadrillé,
dividiéndola en cuatro partes iguales con un ligero hilván que puede ser con un hilo de color
contrastado. Se continúa centrando los motivos, se cuentan los cuadros de la tela y se empiezan a
bordar por el centro. Generalmente los primeros bordados son con un solo color de hilo y
copiando dibujos o imágenes muy sencillas como podrían ser flores o el abecedario. Las piezas de
bordado generalmente eran para objetos religiosos, cubre cálices, palias, los mantos para las
vírgenes, manteles, hijuelas y sotanas para los capellanes. Para obtener mayor información
consultar Atkinson (1908, pp. 135-136).
20. AHCV, E22 TI V16 “Constituciones del Colegio de San Ignacio de Loyola de México,” constitución
XXV.
21. Ibídem
22. Muriel, 2006, pp. 89-90.
23. Asimismo, se cuenta con material bibliográfico para la venta, que fue elaborado gracias a la
consulta de las fuentes documentales del acervo. Estos son algunos de los títulos:
- Ana Rita Valero de García Lascuráin, Mors Vita, El panteón de Vizcaínas, México, Colegio de San
Ignacio de Loyola Vizcaínas, 2007.
- Josefina Muriel, Los vascos en México y su colegio de las vizcaínas, México, Integración Editorial S.A.
de C.V, 2006, segunda edición.
- Elvia Carreño Velázquez, Este amoroso tormento, el libro y la mujer novohispana, México, Colegio de
San Ignacio de Loyola, Vizcaínas, ADABI, 2011.
- Julia Mörner, Memorias de una colegiala, México, Colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas
- Catálogo fondos bibliográficos Archivo Histórico “José María Basagoiti Noriega” del Colegio de San Ignacio
de Loyola, Vizcaínas.
- Gaceta Vizcaínas, México, Colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas, No. 1-5
RESÚMENES
Este artículo tiene como finalidad dar a conocer los acervos documentales que resguarda el
Archivo Histórico “José María Basagoiti Noriega” del Colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas.
La importancia de difundirlos es ofrecer a los lectores un acercamiento a la historia de México
examinado a través del desarrollo de la vida de un colegio fundado por vizcaínos en la época
novohispana. La institución logró adaptarse a las condiciones que le imponía ese contexto, y con
ello consiguió continuar prestando sus servicios por más de cuatro siglos. Pretendemos que este
material ofrezca nuevas alternativas para percibir la vida y desarrollo social, económico y
político de la sociedad civil mexicana.
This article aims to present the documentary collections that protect the Historical Archive "Jose
María Noriega Basagoiti" of the San Ignacio de Loyola College, Vizcaínas. It is important to spread
this knowledge to provide readers an approach to the history of Mexico examined through the
development of the life of a college founded by Basques in the era of New Spain. The institution
was able to adapt to the new conditions imposed, and thus to continue serving for more than
four centuries. This material is intended to offer new ways to perceive life and the social,
economic and political development of Mexican civil society.
ÍNDICE
Keywords: Basques in Mexico, female education, College of San Ignacio de Loyola, Vizcaínas,
Historical Archive
Palabras claves: vascos en México, educación femenina, Colegio de San Ignacio de Loyola,
Vizcaínas, Archivo Histórico
AUTORES
ANA RITA VALERO DE GARCÍA LASCURÁIN
Directora del Archivo Histórico “José María Basagoiti Noriega”, del Colegio de San Ignacio de
Loyola, Vizcaínas, México.
Correo electrónico: [email protected]
Introducción
1 En la actualidad, los estudios sobre el movimiento obrero argentino han vuelto a tener
un peso considerable. Los investigadores de este tema nos encontramos
frecuentemente con la problemática de que las fuentes disponibles para su estudio —
sobre todo para las décadas de 1960 y 1970, coincidentes con las dictaduras militares—
resultan escasas y se encuentran de manera fragmentada. Los sindicatos generalmente
no conservan archivos, otros fueron saqueados o su acceso es restringido, de manera
que salvo excepciones, las publicaciones producidas por aquellos no suelen encontrarse
en otros repositorios.1 De esta manera, la prensa informativa, como diarios y revistas, se
constituye en una de las fuentes privilegiadas.2 También los archivos de las fuerzas de
seguridad, recientemente desclasificados.3
suscripciones y asesoramientos”.7 Cabe notar que, por ejemplo, para el año 1972 la
suscripción anual de la serie Informes Laborales costaba 110 pesos de la época, es decir,
menos de 10 pesos por mes, cuando las revistas de interés general como Primera Plana,
Panorama y Análisis en el mismo año costaban 3 pesos por semana, unos 12 pesos al mes.
11 El primer espacio físico en el que funcionó el DIL fue en la propia casa de Leonardo
Dimase, en la calle Teodoro Viladerbo 1815, a 15 cuadras de la Unión Vecinal de Villa
del Parque, donde Dimase dictaba clases particulares y cursos. 8 La primera máquina de
escribir fue facilitada por Antonio A’gulo, canillita y referente de la zona. 9
12 Con el correr de los años, a la Serie Informes Laborales añadieron en 1964 la Serie
Informes Políticos (“Aparece mensualmente desde 1964. Exhaustivo análisis del proceso
nacional”) y en 1972 la Serie Textos Legislativos (“Aparece mensualmente desde 1972.
Contiene textos completos de leyes, decretos, resoluciones y proyectos legislativos,
referidos a los campos laboral y previsional”). Al margen de estas tres publicaciones
mensuales, con diversa periodicidad aparecieron la Guía de Organizaciones Gremiales
(“Registro de más de 4000 organizaciones con domicilio, número telefónico y nómina
de dirigentes”), Nucleamientos Sindicales (“Antecedentes y evolución de los núcleos
que actúan en el campo sindical, con interesantes datos estadísticos”), y
Remuneraciones (“Salario vital, mínimo y móvil. Antecedentes, legislación, escalas
salariales por zonas, etc., incluidos cuadros sobre la evolución de las asignaciones
familiares”).10
13 Las tres series, de aparición mensual, se obtenían por suscripción, mientras que los
otros por compra directa. También había informes especiales, que aparecían
generalmente al cumplirse algún aniversario de la fundación (como en febrero de 1970,
cuando el DIL cumplió 10 años e hicieron en el Informe Especial Nº 111 un resumen del
período posterior a 1955).
14 Desde el Informe Laboral Nº 1, de marzo de 1960, las secciones internas eran: conflictos
en diferentes áreas laborales, convenios, agrupaciones sindicales, vida sindical
(elecciones) y congresos; en los números siguientes fueron incorporando relaciones
intersindicales, noticias en relación con resoluciones oficiales, legislación, noticias
varias, resúmenes anuales, informes especiales (seguridad social, por ejemplo) y cursos
que se dictaban en los sindicatos u otras asociaciones. También algunos números
incluían suplementos sobre diferentes temas; el primero de ellos fue el suplemento del
Informe Nº 2 sobre comisiones mixtas entre funcionarios y sindicatos del transporte.
Posteriormente también se incluyeron separatas sobre tendencias sindicales y la CGT.
15 En el informe Nº 103, de septiembre de 1968, agregaron una nueva sección denominada
“interior”, ya que “todo indica que los acontecimientos a nivel sindical más allá de la
Capital Federal darán, en un futuro no lejano, pautas que incidirán en el orden
nacional”, según los editores debido a la aparición de conflictos como el del sindicato
de Construcción de Córdoba y Tucumán, que rechazó la intervención del sindicato
nacional, porque los primeros se habían adherido a la CGT de los Argentinos.
16 En el Informe Laboral Nº 159, de mayo de 1973, presentaron una nueva estructura
interna del boletín, sin divisiones en conflictos, vida sindical, y las otras secciones, sino
por actividad; así, todos los temas de cada actividad laboral se informaban
alfabéticamente en cada una de ellas (elecciones, congresos, conflictos, convenios).
17 El Departamento de Consultoría y Asesoramiento Integral brindaba servicios que
abarcaban desde consultas jurídicas hasta relativas a las obras sociales. El
Leonardo Dimase
24 Leonardo Enrique Dimase nació en Pergamino el 4 de julio de 1920 y murió el 9 de mayo
de 1987. Fue profesor titular de Derecho del Trabajo en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Argentina de la Empresa
(UADE). Le faltaron pocas materias para recibirse de abogado pero, según relata Miguel,
tuvo que abandonar sus estudios para trabajar.
Conclusiones
30 En este breve recorrido hemos dado cuenta de la importancia del DIL como posible
fuente para el estudio del movimiento obrero argentino, entre 1960 y 1989. La
posibilidad de encontrar en los Informes Laborales información detallada sobre
conflictos, congresos, elecciones, asambleas, cantidad de afiliados, convenios, leyes,
decretos, entre otros, configuran a estos documentos como una fuente relevante.
31 No nos es ajeno que, como cualquier tipo de documentos, los Informes Laborales deben
ser cruzados con otros como los citados en la introducción: diarios, revistas,
publicaciones oficiales, archivos desclasificados de las fuerzas de seguridad, entre otros.
32 Asimismo, reconstruimos el origen de estos documentos, que nos permite comprender
quién los hacía y a quiénes iba dirigido, especialmente la intención de su fundador de
servir de conexión entre el mundo obrero y el mundo empresarial. Finalmente pudimos
dar a conocer los lugares actuales de consulta de estos documentos.
BIBLIOGRAFÍA
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obrera durante el gobierno peronista. Nuevas consideraciones teórico-metodológicas para el
estudio de los conflictos obreros. Documentos de Trabajo Nº 17, [en línea], Instituto de
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Libera.
Fuentes orales
- Entrevista realizada a Santiago Senén González, periodista y estudioso del movimiento obrero
argentino, realizada por los autores, Buenos Aires, 11 de septiembre de 2013.
- Entrevista realizada a Miguel Dimase, hijo de Leonardo Dimase, parte del equipo de trabajo de
los DIL, Buenos Aires, 28 de septiembre de 2013.
Documentos
NOTAS
1. Entre las excepciones pueden citarse ciertos documentos conservados en el Centro de
Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la Argentina (CeDInCI), en los
archivos de la Universidad Di Tella y en la Biblioteca del Ministerio de Trabajo. En la actualidad el
archivo de la CGT de Azopardo se encuentra en proceso de reordenamiento. Se está avanzando en
la reclasificación y en la digitalización de su acervo documental, por lo que esperamos que en un
futuro se pueda consultar.
2. Siguiendo a Izaguirre y Aristizabal (2002, p. 20-21), el periódico “para casi la totalidad de los
problemas que se plantean los científicos sociales, no sólo es casi el único registro del orden de lo
real que se ofrece en forma cotidiana, con la ventaja adicional de ser archivable y de acceso
relativamente sencillo […] la prensa escrita ha logrado constituirse en un medio estandarizado de
una gran masa de información de todo tipo. […] Los riesgos acerca de su carácter “intencional” o
“ideológico” no son mayores que los de otras fuentes y pueden ser disminuidos manteniendo con
ese material una relación crítica, y construyendo un instrumento de captación con criterios
rigurosos, puesto que, salvo en situaciones de realidad excepcionales […] el sesgo ideológico de
una publicación se mantiene a lo largo del tiempo, y opera sobre la totalidad de la información en
una sección similar”. (Resaltado en el original).
3. Como el “Archivo policial de la DIPBA (ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires) que se encuentra en la sede de la Comisión Provincial por la Memoria [que]
contiene legajos por empresa, también legajos por gremios u organizaciones (UOM, SMATA, AOT,
62 Organizaciones) y distintos tipos de dossier: panorama gremial, desocupación, actividad
industrial, huelgas y conflictos” (Gallego, 2008, p. 121). Cabe aclarar que puede encontrarse
información no solo de Buenos Aires, sino también de sindicatos, organizaciones y dirigentes de
otras provincias.
4. Entre estos años, más precisamente entre 1966 y 1967, se editó la revista Estudios Sindicales,
dirigida por Roberto Cappagli, objeto de un trabajo de investigación en elaboración.
5. Según Miguel Dimase (hijo de Leonardo Dimase), en febrero de 1960 salió el número 0, del que
no conserva ningún ejemplar. Se habrían hecho entre 1000 y 2000 ejemplares. Asimismo, señala
que tuvieron un problema con la impresión de la revista por lo que su padre junto a su familia
tuvieron que arreglarlos uno por uno en su casa (entrevista realizada a Miguel Dimase,
septiembre de 2013).
6. Documentación e Información Laboral, Informe Laboral, Nº 1, 10 de marzo de 1960, p. 2.
7. Documento Dimase, Leonardo, Documentación e Información Laboral, julio de 1972.
8. Cabe aclarar que el DIL tuvo diversas oficinas, sujetas a la coyuntura económica.
9. Entrevista realizada a Miguel Dimase, septiembre de 2013.
10. Documento Dimase, Leonardo, Documentación e Información Laboral, julio de 1972. Asimismo,
sobre el Informe Nucleamientos Sindicales, de 1972, el diario La Opinión publicó una reseña de más
de media página: “Una breve historia de la evolución de los núcleos políticos que integran el
movimiento obrero argentino, apoyados en una serie de cuadros estadísticos, ha sido publicada
por una organización periodística especializada en las informaciones vinculadas al mundo del
trabajo, Documentación e Información Laboral (DIL). El documento se integra con un rápido
racconto de la conformación de los nucleamientos sindicales durante los últimos 15 años,
efectuado con un criterio objetivo. El desarrollo del proceso tiene un alto interés para evaluar la
situación actual del movimiento obrero y las raíces de cada sector presente en el pasado
inmediato de esas luchas, esencialmente políticas [...] Las publicaciones DIL inauguraron con este
Documento un nuevo tipo de servicio, que se añade a los que ofrecen habitualmente,
relacionados con convenios, asambleas y conflictos sindicales, y con interpretaciones periódicas
de las vinculaciones entre la situación del movimiento obrero y el panorama político” (La Opinión,
martes 15 de agosto de 1972, p. 10).
11. Entrevista realizada a Miguel Dimase, septiembre de 2013 y entrevista realizada a Santiago
Senén González, septiembre de 2013.
12. DIL, Documentación de Información Laboral, Buenos Aires, julio de 1972.
13. Las palabras de Dimase, en el último informe laboral, fueron: “La conjunción de diversas
circunstancias (situación económico-financiera; suspensión de la actividad gremial y política;
entre otros) nos obliga a plantearnos la necesidad de un alto en nuestro desenvolvimiento. En
efecto; con las entregas del presente mes dejarán de aparecer, transitoriamente, las distintas
publicaciones mensuales de DIL […] Hacemos propicia la oportunidad para reiterarles el
agradecimiento por las constantes muestras de adhesión para la tarea que, desde hace más de 16
años, viene desarrollando DIL en nuestro país. Cordialmente, La Dirección, Buenos Aires, 31 de
octubre de 1976” (DIL, Nº 199-200, septiembre-octubre de 1976).
14. Entrevista realizada a Miguel Dimase, septiembre de 2013 y entrevista realizada a Santiago
Senén González, septiembre de 2013.
RESÚMENES
En el presente artículo nos proponemos dar cuenta de la importancia del Servicio de
Documentación e Información Laboral (DIL), dirigido por Leonardo Enrique Dimase, como posible
fuente para el estudio del movimiento obrero argentino, en dos períodos: 1960-1976 y 1982-1989.
Con tal motivo, reconstruimos el origen de estos documentos, con vistas a comprender quién los
hacía y a quiénes iba dirigido. También damos cuenta de los lugares actuales de consulta de estos
documentos. Para ello nos valemos de los pocos trabajos que mencionan a esta fuente, entrevistas
a quienes conocieron a su director y una revisión exhaustiva de los documentos producidos en
los años mencionados.
This paper expects to account for the importance of DIL (Servicio de Documentación e información
Laboral, Job Documentation and Information Service) led by Leonardo Enrique Dimase, as possible
source for the study of the working class movement in Argentina, in two periods: 1960-1976 and
1982-1989. For this purpose we reconstruct the origin of these documents in order to understand
who made them and to whom they were addressed. We also account for current places where
these documents can be consulted. To do this we make use of the few works that mention this
source, interviews with those who knew the director and a thorough review of the documents
produced between such years.
ÍNDICE
Keywords: working class movement, labor, documents, archives
Palabras claves: movimiento obrero, trabajo, documentos, archivos
AUTORES
DARÍO DAWYD
Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Becario postdoctoral del CONICET (Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) en el Centro de Estudios e Investigaciones
Laborales (CEIL), Argentina.
Correo electrónico: [email protected]
SILVIA NASSIF
Becaria del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas)- Instituto de
Investigaciones Históricas “Dr. Ramón Leoni Pinto” Universidad Nacional de Tucumán,
Argentina.
Correo electrónico: [email protected]