Los Cuentos y Novelas de Haroldo Conti

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Los Cuentos y Novelas de Haroldo

Conti
Haroldo Conti naci6 en Chacabuco, provincia de Buenos Aires, Ar-
gentina, en 1925. Pertenece al grupo de narradores argentinos que se
dieron a conocer en la d6cada 1955-1965. Esos escritores vivieron con
particular intensidad y desconcierto los sucesos politicos y sociales de-
terminados por el triunfo del regimen peronista. Manifestaron luego,
casi todos, un vivo disconformismo ideol6gico que se tradujo en el
tratamiento realista de asuntos relacionados con la situaci6n social y po-
litica del pais. Tal fue la tendencia predominante, con los matices
impuestos por el temperamento personal o las influencias m6s marcadas.
Otros, los menos, se apartaron de ella y cultivaron la fantasia o la
alegoria.
La primera narraci6n de Conti, "La causa", apareci6 en 1961, en
un volumen que reune los cuentos y relatos premiados el ailo anterior
en un concurso literario para America Latina organizado por la revista
Life en espafiol. Es un relato largo que describe la vida en un pais
latinoamericano sometido a una dictadura militar. La identidad del pais
esta encubierta con el nombre ficticio de "Indiana". La 6poca, hacia
1950. En situaciones simultaneas que cortan reiteradamente el desarrollo
narrativo se presentan distintos sectores sociales y su actitud frente al
regimen: campesinos, obreros, estudiantes, intelectuales, militares. Hay
choques entre el ejrcito y los trabajadores, conspiraciones, atentados
terroristas, crimenes politicos. La multiplicidad de situaciones y perso-
najes desarticula el relato y altera el tono narrativo, que pasa de lo
satirico a lo dramitico y viceversa. Resulta sensible, asi, la falta de
unidad.
La novela Sudeste se public6 en 1962. La acci6n transcurre diez o
quince afios antes de esa fecha y tiene por escenario el Delta del Parana.
Su protagonista, "el Boga", es un pe6n islefio que trabaja en la zafra
del mimbre. Tras la muerte de su patr6n, se convierte en pescador erra-
bundo. Se ampara en cobertizos y refugios abandonados y afronta di-
versas peripecias. Un extrafio personaje, "el hombrecito", aparece un
dia en su refugio, se instala alli y lo ayuda en sus tareas. Poco despues,
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al salir del riacho que recorre en su bote y al desembocar en el gran


Parana de las Palmas -que se abre, a su vez, al Rio de la Plata-, el
Boga encuentra en un recodo, encallado en la orilla, un barco aban-
donado. La embarcaci6n, iluminada por el sol, resplandece ante los
ojos del pescador como una visi6n deslumbrante. Este barco, revestido
de connotaciones simb6licas, juega un papel decisivo en la vida del pro-
tagonista. En 61 encuentra una tarde, al volver de su jornada de pesca,
a un hombre malherido. Es un delincuente. Sus propios compafieros
lo han querido matar. Con la ayuda de el Boga, "el hombre" se repone.
A poco, reanuda sus correrias de ladr6n y contrabandista y arrastra
consigo a los otros, entre los cuales esti tambien el Chino o "la Rubia",
uno de sus amigos. "El hombre" puede asi vengarse de los antiguos
secuaces. Luego, tras asaltar e incendiar otra embarcaci6n, son ultimados
a balazos. El Boga se arrastra hasta un bote y consigue llegar al barco
abandonado. Con sus iltimas fuerzas, sube a la borda. Alli muere.
Los personajes son seres primitivos, de psicologia muy simple. Mas
que caracteres, parecen tipos; mejor ain, simbolos. Las designaciones
mas reiteradas -"el hombre", "el hombrecito", "61"- sugieren au-
sencia de individualidad, condici6n de seres gendricos y aun aleg6ricos.
Pasivamente, con una pasividad fatalista, el Boga se deja arrastrar y se
convierte en delincuente. Poco conocemos de su interioridad. Los aso-
mos introspectivos se resuelven en toques liricos: "No estaba realmente
enojado, como podia creerse, sino mas bien preocupado. Y no era tan
s6lo por este hombrecito, que viene y se va con el rio, sino por algo que
parecia legar con 61, o tras 61, algo oscuro e impreciso, algo que
atravesaba el invierno y se perdia a lo lejos, y era como un pijaro
silencioso que remonta el vuelo al oscurecer".1
El titulo de la novela alude al viento que castiga la zona. El paisaje
es un elemento importante. El rio, las islas, el sol, estin siempre pre-
sentes. La visi6n de este escenario es impresionista, en continua vibra-
ci6n y fluencia. El sol resplandece en el cielo y en el agua, disuelve
el perfil de los Arboles y las islas. Los juegos de la luz y el movimiento
de las aguas son aprehendidos con un vigor y acierto reveladores de
una honda familiaridad con el medio:

El sol rojizo del atardecer alumbr6 entre los Arboles, l1evindose


las sombras hacia la otra orilla. No podian mirar hacia atrcs. La
luz borr6 cuanto tenian a sus espaldas y ahora estaban sentados
contra la luz. Despues el sol desapareci6 y sobrevino un momento

' Sudeste (Buenos Aires, 1962), p. 87.


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de infinita quietud. Las sombras brotaron del suelo con un olor


hiimedo a hojas envejecidas. Vieron crecer el agua, lenta y empe-
fiosamente, sentados en la orilla, y 61 habia olvidado el motivo
por el cual estaban ahi. Todavia quedaba un poco de luz en el
medio del rio. El agua arrastraba algunas ramas. Y trajo yuyos
que habian cortado mas arriba y una caja de cart6n. Se deslizaban
en silencio, con un impulso parejo, como si estuviesen montados
sobre una cinta mecanica. Ellos estaban quietos y silenciosos y
adormecidos; el rio, en cambio, parecia animado por una urgencia
desconocida. La caja de cart6n tropez6 con un extremo del cabo
de acero, vacil6 un instante como si lo tanteara y despues lo eludi6
girando sobre si misma. Se estaba adormeciendo. Oy6, muy lejano,
el ruido de una lancha colectiva. Mas cerca, sobre su cabeza, el
leve alboroto de los pajaros acomodAndose en las copas de los ar-
boles. Una gallineta comenz6 a chillar en algin lugar del monte.
Despues el silencio fue mas intenso y pareci6 palpitar en sus
oidos.2

El relato se desarrolla en forma lineal. El ritmo es lento al princi-


pio; luego, con la aparici6n de nuevos personajes, se acelera y la acci6n
cobra intensidad dramatica. El punto de vista oscila ambiguamente entre
la objetividad y la omnisciencia, la omnisciencia y la identificaci6n
directa con el alma del protagonista. Los limites entre autor y prota-
gonista resultan a veces borrosos; no sabemos bien, en diversos pasajes,
a cuAl de los dos pertenecen algunos pensamientos. 3 El tono del relato

2 Ibidem, p. 141.
3 Maria Hortensia Lacau, en un fino analisis de Sudeste, escribe: " Quien
narra? Dificil responderse. La posici6n varia como el cauce del rio-protagonista.
El personaje principal, el Boga, a menudo aparece no nombrado expresamente.
Esta como inferido, tacito, como flotando por encima de un acuerdo previo, a
traves de la variaci6n pronominal ("...le pregunt6...." "le parecia..."). O
mediante el sujeto tacito, o mediante el pronombre el. En ocasiones el narrador
narra en tercera persona y desde afuera. Asume el aire de no saber que pasa
en sus criaturas literarias, de solamente suponerlo: "A veces el agua pasaba de
las rodillas, pero ellos parecian insensibles a todo eso..." A veces asume for-
mas impersonales: "...No se puede decir que el rio cambie de una manera en
verano y de otra en invierno..." "Dos meses mas tarde, cuando se puede suponer
que habia olvidado el asunto...." En ocasiones se identifica con el protago-
nista haciendose vocero de sus pensamientos: "Uno duda del rio y parece que
es imposible llegar alguna vez..." "Uno mismo es invierno..." "..uno mis-
mo es verano..." Estas dos Altimas actitudes comportan mon610ogos interiores
que parecen ser del Boga. Pero... 4o seran? O seria Haroldo Conti que re-
memora sus contactos profundos con el Delta? Por itimo, predomina la posici6n
de narrador omnisciente, que todo lo sabe de sus criaturas literarias." ("Sudeste,
novela de tiempo lento y paisaje existencia", Bibliograma (Buenos Aires, sep-
tiembre-octubre de 1963).
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es tambi6n ambiguo: fluctaa entre lo lirico y lo coloquial. El tono


coloquial desciende a menudo a lo vulgar, como si el narrador fuera
uno de los personajes. El estilo, algo descuidado, es pr6digo en cierto
tipo de muletillas:

Naturalmente, el dolor no era para e1 lo mismo que el placer pero,


en el fondo, el limite entre uno y otro, y el limite entre todas las
cosas, aparecia bastante borroso. La vida lo atravesaba a e1 como
un rio. El dolor y el placer se sucedian inesperadamente, uno
trafa al otro, cada cosa trafa a la otra, de manera que si se mira
bien todo era en el fondo la misma cosa, una agua oscura e in-
contenible corriendo en forma interminable. El aceptaba todo, en
cierta forma era todo. No habria sido capaz de rebelarse contra
4
nada, ni forzar la vida, el rio, en lo mis minimo.

Expresiones semejantes se suceden a lo largo de todo el libro e inducen


a creer que no revelan solamente el pensamiento del protagonista. El
mundo espiritual de la novela es inseguro y misterioso. En el actcan
fuerzas invisibles y todopoderosas. El Boga las intuye; por eso se deja
arrastrar sin oponer resistencia. Hay, pues, una concepci6n mistica y
pesimista de la vida. Y sin embargo, parad6jicamente, se tiene la im-
presi6n de que Sudesfe muestra alguna afinidad con esos relatos de
Horacio Quiroga o de Hemingway en que se exalta el esfuerzo y la
lucha del hombre y en los que hay una visi6n del mundo afirmativo
y heroica. Se trata, sin duda, de semejanzas exteriores determinadas
5
por la similitud de ciertos motivos y procedimientos.
Todos los veranos, conjunto de relatos, apareci6 en 1964. El que
da titulo al libro esti desarrollado en primera persona: el narrador
evoca la figura de su padre, un personaje pintoresco, mezcla de pescador
y contrabandista, que recuerda bastante al Boga. El ambiente en que
viven, las actividades que realizan, el anhelo de poseer un barco y el

4 Sudeste, p. 70.
5 Refiriendose al contenido ideol6gico de su obra, Conti declar6: "Yo puedo
garantizar una militancia politica en la acci6n concreta, pero no una novela re-
volucionaria, por mis buena voluntad que ponga. Ademis que se entiende por
una novela revolucionaria, aqu y ahora? Yo creo que se puede hacer una lec-
tura politica de Sudeste, pongamos por caso. Hay aqui una valoraci6n del tra-
bajo (el trabajo manual), por ejemplo. Yo no me propuse eso expresamente.
No recuerdo bien in que me propuse. Un dia empec6 a escribir y otro dia deja
de hacerlo. La inica vez que tent6 algo distinto, aparte de contar una his-
toria, fue con 'La causa', que result6 un laborioso panfleto." (De un dialogo
con el periodista Isafas Pefia Gutierrez, en Vanguardia Dominical, Bucaramanga,
Colombia, 21 de noviembre de 1971).
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significado que este adquiere en la existencia de ambos, son rasgos que


los aproximan. A pesar de .algunos toques humoristicos, la evocaci6n
tiene un tono nostilgico y lirico que en ciertos momentos recuerda las
hondas rememoraciones autobiogrificas de Pavese:

Recuerdo esos dias, recuerdo el aire y la luz de esos dias, porque


fue la primera vez que senti los mismos sintomas que mi padre,
esa oscura ansiedad que me oprimia el pecho. Por primera vez,
como mi padre, senti la alegria y la tristeza de set un hombre so-
litario, y ansib metas distantes y aguard6 la maiiana seguro de
grandes acontecimientos, y por la noche me estremeci de impre-
cisos deseos, percibiendo voces y ruidos remotos suspendidos como
esferitas en la laxitud de las sombras, desplazindose segun el
viento. 6

El relato carece de acci6n o intriga; es la suma de motivos o situaciones


que van componiendo la figura del personaje evocado. Algunas de esas
situaciones no son significativas; el relato hubiera ganado con una
mayor concisi6n.
"Los novios" es la historia de una marchita pareja de festejantes,
tan alejados de la vida y el amor verdaderos que apenas pueden cambiar
entre si algunas palabras sobre el tiempo. El tono es entre sentimental
e ir6nico, de una ironia tierna y piadosa. El cuento no ha sido traba-
jado suficientemente. Los personajes y el escenario pueblerino est6n
presentados de un modo esquemitico y aun negligente. "Ad Astra" es
una narraci6n aleg6rica. El protagonista -nuevo Icaro- quiere emu-
lar a los pijaros, y lo consigue. Cuando consiente en hacer una demos-
traci6n p6blica de su hazafia, se precipita a tierra desde lo alto de un
cerro. Como en "Todos los veranos", el relato afloja en algunos pasa-
jes por falta de concisi6n. "Muerte de un hermano" trae el recuerdo
de cuentos como "El hijo", de Horacio Quiroga, o "La noche boca
arriba", de Julio Cortizar, que se desarrollan en dos pianos: el de la
realidad y el del delirio o alucinaci6n. El procedimiento obliga a un
riguroso dominio de la composici6n, que haga visible y coherente el
cambio de pianos, sea al final, como en el cuento de Quiroga, sea desde
el principio, como en el de CortAzar. Nos parece que ese dominio no
ha sido logrado aqui totalmente. El ultimo relato incluido en el libro
es "La causa", ya considerado.
Con otra gente, de 1967, reine tres narraciones del libro anterior

6 Todos los vrranos (Buenos Aires, 1964), p. 29.


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y cinco ineditas. "Como un le6n" tiene por protagonista a un niio


de una "villa Miseria" porteia, quien muestra su vida y sus pensa-
mientos a traves de un mon6logo. Juzgado con criterio realista, el
mon6logo tal vez no parezca del todo verosimil. El lenguaje es dema-
siado elegante y preciso para el personaje. Pero la intenci6n es, mas
bien, lirica: quiere aprehender el alma de ese nifio a traves de sus
pensamientos, no de su habla. Las ideas y sentimientos son del prota-
gonista, aunque las palabras y el estilo sean del autor. Tambien es un
niiio, un niio campesino, el protagonista del relato que da titulo al
libro. El muchacho sube un dia al techo de la casa a rescatar su barri-
lete. Encuentra un ori'ficio y observa desde alli la vida de abajo: todos
los que viven en la chacra, hasta entonces tan familiares, se le apa-
recen con una imagen distinta, como si fueran extra-ios; el abuelo,
enfermo pero voraz e impaciente como una criatura: la madre, sufrida
y resignada; el padre, hosco y taciturno; la mucama y el pe6n, alegres
y sensuales.
"Perdido" es una estampa de la ciudad, casi una instantinea. Un
campesino que regresa a su pueblo se despide de un sobrino en la esta-
ci6n. El cuadro cobra vida y es, por su estructura, un buen ejemplo
de la economia y concentraci6n de elementos que debe caracterizar al
cuento. Otra situaci6n inica y bien delimitada, pero de cardcter policial
y con menos relieve y verosimilitud, se desarrolla en "Cinegetica".
En "El iltimo" un vagabundo cuenta su historia mientras, tumbado a
orillas del camino, espera algfin vehiculo. La evocaci6n, en primera
persona y dirigida a los lectores, tiene un tono humoristico que poc
a poco va ganando en eficacia. Pese a cierta dosis de convencionalismo,
es uno de los relatos mas frescos del libro.
Alrededor de la jaula, la segunda novela de Conti, apareci6 tam-
bidn en 1967. El protagonista, Milo, es un niiio sin familia que vive y
trabaja con Silvestre, anciano que se gana la vida manejando los juegos
mecinicos instalados en la costanera de Buenos Aires, frente al bal-
neario municipal. Un hondo afecto los une. Cuando no trabajan suelen
pasear juntos por la ciudad. En el Jardin Zool6gico se hacen amigos
de una mangosta canina; el animal los sigue con la mirada cuando dan
vuelta alrededor de la jaula. Tras la muerte de Silvestre, Milo se roba
la mangosta. La historia concluye poco despues, cuando el muchacho es
apresado por la policia. Con este asunto, la novela parece un cuento
alargado. (El tema trae a la memoria algunos de esos cuentos -"Tris-
teza", de Chejov, por ejemplo-, en que seres solitarios y desgraciados
vuelcan su ternura en un animal o lo convierten en confidente de su
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dolor.) Tanto mas cuanto que no existe una detenida pintura de ca-
racteres.
Como en Sudeste, la elecci6n del enfoque narrativo no parece muy
bien definida. En la perspectiva de un narrador omnisciente y sereno
interfiere a menudo la de un narrador agresivo que utiliza un vocabu-
lario casi soez para calificar a figuras sin relieve que aparecen fortuita
y fugazmente. En tales casos la presencia del autor (no hay otro narra-
dor que el autor) resulta del todo inadecuada: es un serio descuido
de composici6n que altera la coherencia interna del relato. Por otra parte,
Conti incurre en esas ocasiones -por via del lenguaje, ya que no del
tema- en uno de esos superficiales excesos que a veces dafian la obra
de no pocos narradores de su misma promoci6n.
Tambi6n el estilo muestra graves descuidos: "Milo era ya un hom-
bre, aunque mucho no se viera por afuera. Habia estirado un poco de
todas partes (...) En conjunto, tenia un aspecto mas bien c6mico,
con todo que ya no se le daba por hacerse el gracioso."7 Lo mas feliz
del libro esti, en nuestra opini6n, en ciertos rasgos descriptivos. He
aqui algunos: "La jirafa tenia casi tanto publico como los monos. Era
una jirafa joven, y a cierta distancia parecia pintada en el aire como
si se tratara de un dibujo animado y no de un animal de carnme y hueso.
Cuando trotaba lo hacia con movimientos largos y acompasados igual
que un velero o un.barrilete que planea en lo alto." 8 "Estuvo un largo
rato despierto. Oia todos y cada uno de los ruidos de la ciudad. Era
un gran rumor que crecia hacia los cielos. Y estaba Ileno de vida como
un fuego encendido en la noche."9
En vida es la iltima novela de Conti. Premiada en el concurso de
la editorial espafiola Barral, se public6 en Barcelona en 1971 y tuvo
gran difusi6n en todos los paises de habla hispana. La acci6n se des-
arrolla en Buenos Aires y sus alrededores, cuatro o cinco aiios antes
de aquella fecha, aunque no hay referencias a la situaci6n politica o
social del momento. El titulo, abstracto, con cierta sugerencia discursiva,
parece anunciar la indole moral o filos6fica del tema. El asunto es
sencillo. Tras una noche de juerga con sus amigos, Oreste conoce a
Margarita. La mujer lo Ileva a su casa, cerca del rio, junto a un terra-
plen que se estremece con el paso de los trenes. Oreste prosigue despues
su vida habitual. Es redactor en una oscura publicaci6n dedicada a
cuestiones agrarias. Su vida familiar no es menos opaca y rutinaria.
7 Alrededor de la jaula (Buenos Aires, 1967), p. 56.
8 Ibidem, p. 108.
9 Ibidem, p. 114.
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Como para huir de tanta monotonia, vagabundea sin rumbo por la


ciudad, de dia y de noche. Pero la ciudad es tambien gris y opresiva.
Otro recurso es la imaginaci6n y el ensueiio: la huida hacia la infancia,
el recuerdo del padre y el tio, seres vagabundos y casi fantasmales. Por
ultimo, los fines de semana estin las juergas con amigos, excursiones
nocturnas a bares y clubes de la zona riberejia. En una de ellas habia
conocido a Margarita. Una semana despues la vuelve a encontrar. La
relaci6n se hace ahora honda y decisiva; Oreste abandona su casa y
su familia. La escena final, cuando se oculta de su hijo que ha venido
a buscarlo (6sta y la del baile, en el segundo encuentro con Margarita,
son las mas intensas del libro), subraya el significado de aquella ac-
titud: "Tal vez un dia, cuando a su hora el tambi6n recuperara los
fantasmas y las sombras, terminase por reconocer este paisaje y al
hombre que acaso por primera vez habia escogido algo en la vida."10
Oreste, presente a lo largo de toda la novela, tal vez no sea un
personaje muy original; la literatura de posguerra ha producido muchas
figuras asi, frustradas y abilicas. Pero es un personaje que convence: se
lo ve y se lo siente vivir. Tambien cobran relieve Paco, el amigo, y los
compafieros de trabajo, Requena y Monteverde, aunque sean, en el fondo,
variaciones del protagonista: lo confirman y vigorizan al insertarlo en
un mundo en el cual no es, de ningn modo, una excepci6n, y acentian
el clima de uniformidad y monotonia. La mujer y la hija de Oreste son
figuras borrosas; Marcelo, el hijo, aparece con trazos y en situaciones
mis precisos. Margarita es un personaje casi irreal: no es un ser indi-
vidual sino un simbolo.
La novela se desarrolla linealmente. La acci6n se va trenzando con
una prolija descripci6n de la ciudad, como si el protagonista se bus-
cara a si mismo en ella, y con ripidas retrospecciones que lo trasladan
a la infancia y en las cuales palpitan sus temores de nifio y quiza tambien
las claves de su fracaso de hombre. La narraci6n esti en tercera per.
sona, pero la perspectiva traduce una coincidencia de narrador y
protagonista. El relato y la descripci6n reflejan, asi, indirectamente,
la interioridad de Oreste. A menudo el narrador se aparta del prota-
gonista y lo ve desde cierta distancia, como a un personaje mis. Asi
se explica la alternancia de dos tonos antag6nicos: el coloquial, sem-
brado de vulgarismos y palabras gruesas, y el po6tico, manifiesto en el
lenguaje sugeridor y en el uso de metiforas. En la cuerda floja de esos
cambios de perspectiva, no siempre el relato mantiene el equilibrio.
Surgen entonces imprecisiones como en Sudeste y desajustes come los
o10En vida (Barcelona, 1971), p. 213.
NoTAS 52T

que sefialamos en Airededor de Ia jaula, ahora mis visibles porque se


utiliza un vocabulario mis rudo. Salvo esas violencias de expresi6n,
que s61o pueden ser necesarias o verosimiles en los personajes, el autor'
no interviene en la novela ni obstruye el desenvolvimiento del relato)
con sus ideas o comentarios. No hay otra tesis que la que surge natural-
mente de los sucesos y personajes: el imperativo, tan caro a la filo-
sofia existencialista, de vivir con autenticidad y resolver libremente'
nuestro destino.
La materia narrativa parece intrascendente: hombres en la madurez
que cumplen tareas oscuras y se distraen en juergas y aventuras de mu-
chachos, ambientes estrechos que huelen a encierro o a cocina, una
ciudad gris y opresiva. Es Ia materia adecuada para el prop6sito perse-
guido: mostrar una existencia desprovista de incentivos. No faltan
algunos detalles er6ticos de los cuales se hubiera podido prescindir; re-
sultan, por ello, recursos poco plausibles. El estilo desalifiado y ispero,
pero eficaz, remeda esa fealdad general que la novela pretende regis-
trar, y traduce el disgusto y amargura de los personajes. El lado po6tico
de ese estilo, sus imigenes y metiforas, parecerian sefialar la otra reali-
dad: la simbolizada por Margarita, su casa de madera que se eleva
sobre una plataforma -como en las islas-, el terraplIn y los trenes
que rompen la noche rumbo a lo desconocido.
Entre los narradores argentinos de su promoci6n -David Vifias,
Beatriz Guido, Marta Lynch, Sara Gallardo, Humberto Constantini,
Abelardo Castillo, Germin Rozenmacher, etc.-, cuyo rasgo distintivo
mis ostensible es un realismo inclinado a la critica social y politica, a
veces alterado por un acento de c6lera o de angustia, la obra de Conti
se distingue por un lirismo tenue que atempera la realidad. Por otra
parte, mis que los temas relacionados con la vida politica o social le
interesan los conflictos de la conciencia individual. De alli el ritmo lento
y reflexivo que se advierte en sus libros, sobre todo sn los dos mis
significativos. El primero de ellos, Sudeste, introdujo una nota de fres-
cura y sencillez casi inica en la novelistica argentina actual. Revelaba,
ademis, varias virtudes que, en sintesis, configuran una actitud de
ejemplar honradez artistica: profundo conocimiento del medio y de los
personajes utilizados, serio prop6sito de realizar un trabajo digno y des-
pojado de recursos ficiles, hibil asimilaci6n de lecciones muy vilidas
dejadas por escritores afines. Los dos libros de cuentos y la segunda
novela no fueron, en nuestra opini6n, tan afortunados. Aquellos des-
cubren que, en general, Ia visi6n y el tratamiento de la realidad son, en
Conti, los de un novelista antes que los de un cuentista. La novela se
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resiente por falta de materia apropiada. En su iltimo libro, En vida,


resurge el narrador vigoroso y denso, capaz de dar otra vez la medida
de su fuerte aliento creador. Si en su pr6xima novela puede unir a esa
fuerza un mayor rigor en la composici6n y conserva la sobriedad y el
cuidado de los detalles, ella sera, sin duda, su obra mss plena y cabal.

FERNANDO ROSEMBERG

Universidad de Buenos Aires, Argentina

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