Resumen Plan SM
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también el punto de partida para un tipo de planeamiento urbano holístico que englobe todas las
cualidades que hacen a una ciudad segura, sana y sostenible. Una vez superada la instancia de asegurar
que la gente pueda caminar y andar en bicicleta, el foco de los planificadores se agranda y vira hacia
desafíos más significativos, como puede ser lograr que la gente tenga un contacto directo con la
sociedad. Esto significa que el espacio público debe ser un lugar vital, donde numerosos grupos puedan
usarlo y cruzarse entre sí. No hay forma más enfática de avalar los beneficios y las cualidades de la vida
urbana dentro del espacio público de una ciudad que observar su contracara: la ciudad sin vida. La
ciudad vital envía señales amigables a sus habitantes, con promesas de interacción social. La presencia
de otras personas, a su vez, nos señala a qué lugares vale la pena ir. Un teatro lleno y uno vacío envían
mensajes completamente diferentes. En uno de ellos, anticipamos participar de un espectáculo
placentero, de una experiencia común. En el otro caso, todo apunta a que algo anda mal. La ciudad vital
y la sin vida también ofrecen señales totalmente distintas. Los bocetos arquitectónicos, que siempre nos
muestran grupos de gente sonriendo dentro del proyecto, independientemente de sus cualidades,
también es un indicador acerca de cuán atractivo como factor urbano es la vitalidad de los espacios
públicos. Es importante mencionar que, más allá de lo que muestren las caras sonrientes de las
representaciones arquitectónicas, la idea de la vitalidad de la ciudad no está limitada meramente al de
cantidad. La ciudad vital es, en definitiva, un concepto relativo. Unas pocas personas viviendo sobre una
calle estrecha en un pueblo pueden formar una imagen atractiva. No se trata del número de habitantes
ni de multitudes ni del tamaño de una ciudad. Más bien, un espacio se convierte en significativo cuando
es popular y capaz de atraer gente hacia él. La ciudad vital también necesita tener una compleja y
variada vida urbana, donde, además de la presencia de actividades recreativas y sociales, haya espacio
para el tránsito peatonal como así también oportunidades de formar parte de la vida urbana. La
existencia de veredas repletas de personas luchando por circular de un lugar a otro no genera las
condiciones óptimas para el desarrollo vital dentro de un espacio urbano. Si bien la búsqueda de una
ciudad vital tiene una pata cuantitativa, en el sentido de que
RESUMEN:
Si bien tratar de lograr una ciudad vital que invite a ser recorrida puede ser un objetivo en sí
mismo, es también el punto de partida para un tipo de planeamiento urbano holístico que
englobe todas las cualidades que hacen a una ciudad segura, sana y sostenible. Esto significa
que el espacio público debe ser un lugar vital, donde numerosos grupos puedan usarlo y
cruzarse entre sí. La ciudad vital envía señales amigables a sus habitantes, con promesas de
interacción social. La ciudad vital y la sin vida también ofrecen señales totalmente distintas.
Es importante mencionar que, más allá de lo que muestren las caras sonrientes de las
representaciones arquitectónicas, la idea de la vitalidad de la ciudad no está limitada
meramente al de cantidad. La ciudad vital es, en definitiva, un concepto relativo. No se trata del
número de habitantes ni de multitudes ni del tamaño de una ciudad. Más bien, un espacio se
convierte en significativo cuando es popular y capaz de atraer gente hacia él.
La ciudad vital también necesita tener una compleja y variada vida urbana, donde, además de la
presencia de actividades recreativas y sociales, haya espacio para el tránsito peatonal como así también
oportunidades de formar parte de la vida urbana. La existencia de veredas repletas de personas
luchando por circular de un lugar a otro no genera las condiciones óptimas para el desarrollo vital
dentro de un espacio urbano. Si bien la búsqueda de una ciudad vital tiene una pata cuantitativa, en el
sentido de que
Buenos hábitos
Espacios de calidad
Podemos ver el panorama contrario en áreas urbanas: donde hay un clima riguroso y el espacio público
es de mala calidad, hay grupos pequeños de personas que se encuentran muy distantes unos de otros,
además de observarse pocos niños jugando en el barrio. Bajo estas circunstancias, la gente no tiene el
hábito de salir de su casa porque no se han creado las condiciones para un círculo positivo de
retroalimentación. Nada pasa porque nada pasa porque nada pasa.
Hay una idea muy difundida que postula que una ciudad vital requiere de una alta densidad de edificios,
como así también de grandes cantidades de población y de una variada oferta laboral. En realidad, lo
que necesita es una combinación entre un espacio urbano que resulte atractivo de usar y una cierta
masa de gente que esté dispuesta a usarlo. Se pueden encontrar numerosos ejemplos de lugares donde
existe una elevada densidad de construcciones y pobres espacios públicos que no funcionan. Las nuevas
áreas urbanas muchas veces son densas y cuentan con un alto nivel de infraestructura, pero sus
espacios urbanos son demasiado grandes y poco atractivos como para convocar a que la gente los use.
Lo que muchas veces observamos es que un sector de alta densidad, que no ha sido planeado
adecuadamente, de hecho obstruye la posibilidad de que surja un espacio urbano vital. El downtown de
Sidney, por ejemplo, está lleno de torres en altura, y mucha gente trabaja y vive a lo largo de esas calles
oscuras y ruidosas por donde corren vientos considerables. Las calles permiten a las personas moverse
de un lado a otro, pero más allá de eso, no alientan a nadie a usarlas. También podemos encontrar
ejemplos de rascacielos que generan vías oscuras al nivel de la calle en Manhattan, Nueva York. Por otro
lado, lugares como el Greenwich Village y el Soho, ambos en Nueva York, cuentan con menos densidad
que la zona media de Manhattan, pero que sigue siendo relativamente alta. Los edificios son más bajos
y, por lo tanto, el sol puede alumbrar y calentar las calles internas, lo que da lugar a un ambiente vital.
Como en esta parte de la ciudad las construcciones tienen menos pisos y los espacios públicos son más
atractivos, la vida urbana es más activa que en las zonas de los rascacielos de alta densidad, donde vive y
trabaja mucha más gente. Tener una densidad razonable y un espacio urbano de buena calidad es casi
siempre preferible a una zona de alta densidad, ya que este factor muchas veces interfiere en la
creación de una atractiva oferta urbana. Otra cuestión que reduce la vida urbana en torno a los
rascacielos es que los usuarios de los pisos más altos —tanto de departamentos como de oficinas— no
salen al espacio público tanto como los que viven en los cuatro primeros niveles. En estos pisos más
bajos, sus ocupantes tienen mayor contacto visual con el exterior, e incursionar en el espacio urbano no
es visto como una tarea tan dificultosa. A través de una serie de estudios hechos sobre complejos
residenciales en Dinamarca, se ha podido constatar que las viviendas dentro de edificios que tienen
entre dos y tres niveles desarrollan un mayor nivel de vida urbana y social que la que practican en torres
más altas.2 Podemos concluir diciendo que construir edificios altos para así dar lugar a una alta densidad
y un espacio público de poca calidad no es una receta adecuada para crear una ciudad vital, más allá de
que políticos y desarrolladores digan que buscan otorgarle vitalidad a la ciudad mediante estos
emprendimientos.
La vida urbana no ocurre por sí sola ni se desarrolla automáticamente como una respuesta a la alta
densidad. Se trata en realidad de una cuestión que necesita un enfoque más variado y concentrado. Las
ciudades vitales necesitan estructuras urbanas compactas, una densidad razonable de población,
distancias óptimas para ser recorribles a pie o en bicicleta y una buena cualidad espacial urbana. La
densidad, que se encuentra dentro del apartado cuantitativo, se debe combinar con el aspecto
cualitativo mediante la materialización de espacios públicos atractivos. Hay estrategias
arquitectónicamente inteligentes para hacerle frente a la necesidad de edificar en zonas de alta
densidad, sin caer en la producción de rascacielos ni en la de calles oscuras, y a su vez evitando levantar
barreras psicológicas que desalienten a las personas a salir del interior e incursionar en el mundo urbano
exterior.
OTRO
Las ciudades vitales necesitan estructuras urbanas compactas, una densidad razonable de población,
distancias óptimas para ser recorribles a pie o en bicicleta y una buena cualidad espacial urbana. La
densidad, que se encuentra dentro del apartado cuantitativo, se debe combinar con el aspecto
cualitativo mediante la materialización de espacios públicos atractivos. Hay estrategias
arquitectónicamente inteligentes para hacerle frente a la necesidad de edificar en zonas de alta
densidad, sin caer en la producción de rascacielos ni en la de calles oscuras, y a su vez evitando levantar
barreras psicológicas que desalienten a las personas a salir del interior e incursionar en el mundo urbano
exterior. En muchas estructuras urbanas antiguas es posible encontrar esta combinación de una
densidad compacta y de un espacio urbano de calidad, tales los ejemplos de los centros históricos de
París y de Copenhague. La trama Cerdá, en Barcelona, también ostenta una óptima calidad espacial,
calles que vibran de vitalidad, y además cuentan con una mayor densidad de desarrollo que Manhattan,
en Nueva York. Entre las zonas urbanas recientemente construidas, hay un ejemplo que vale la pena
analizar: Aker Brygge, sobre la bahía de Oslo, Noruega (1984-1992). En este caso se le dio especial
cuidado a la densidad, al uso mixto y a la creación de un correcto espacio urbano. A pesar de una alta
densidad de construcción (260%), los edificios no aparentan ser altos porque aquellos que se
encuentran sobre la línea municipal tienen menos pisos que los que se encuentran retirados de ella. El
espacio urbano está bien proporcionado, con una abundante cantidad de actividades que se desarrollan
en las plantas bajas. Gracias a un adecuado planeamiento, Aker Brygge se ha convertido en una de las
pocas áreas urbanas recientes de Europa, donde la gente realmente disfruta estar. La densidad es alta,
pero es una densidad correcta