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Otelo

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6900

9
'50
19-3

( 2)
1

OTELO ,

EL MORO DE VENECIA .
OTELO

EL MORO DE VENECIA

POR GUILLERMO SHAKESPEARE

VERSION AL CASTELLANO

DE GUILLERMO MACPHERSON

MADRID

IMPRENTA DE FORTANET
CALLE DE LA LIBERTAD , NÚM. 29
-
1881
IO
GIBL
YA

DE
UN
PRÓLOGO .

La fuente de donde más inmediatamente pro-


cede el Otelo de Shakespeare, parece ser una de las
historias de la Hecatomithi de Giraldi Cinthio.

«Un capitano Moro piglia per mogliera una citta-


dina veneziana ; un suo Alfieri l'accusa di adulterio
al marito ; cerca che l'Alfiere uccida colui ch'egli
credea l'adultero ; il Capitano uccide la moglie; è
accusato dallo Alfieri ; non confessa il Moro , ma
essendoci chiari indittii e bandito : Et lo scelerato

Alfieri, credendo nuocere ad altri , procaccia a


se la morte miseramente. » De esta novela , segun

el crítico Steevens , no se ha encontrado traduc-

cion inglesa hecha en la época de Shakespeare;


pero no por eso debe asegurarse que no existiera,
VI

pues gran parte de la amena literatura de aquellos


tiempos ha desaparecido tan absolutamente que
ni sus huellas podemos distinguir siquiera.
El nombre de Desdemona se encuentra en la

historia de Cinthio , pero no el de Otelo ni el de


Yago; que, acaso, aparecieran en algunas de las
novelas publicadas entónces , de donde , proba-
blemente, los tomarïa Shakespeare, como los tomó
Reynolds para su novela « God's revenge against
adultery; en la que, sin embargo , Othello es un
guerrero aleman y Yago un príncipe de Sajonia.
Segun se ve , el autor , para levantar este pre-
cioso monumento literario, más noble y más impe-
recedero que las estupendas pirámides , se valió,
como era frecuente costumbre suya , de los mate-
riales empleados en las modestísimas obras que lo
rodeaban; y que sin piedad demolia.
Otelo es , quizás , de entre todos los dramas de
Shakespeare, el más conocido. Nadie hay que ig-
nore este nombre, estimado por el comun de las
gentes , como genüina expresion de los celos ; y,
aunque muchos no hayan leido tan magnífica tra-
gedia, pocos serán los que no conozcan su ar-
gumento.
El verdadero agente, la verdadera fuerza im-
pulsora de la accion de este drama 'nö es , sin em-
VII

bargo , la pasion de los celos. Otelo es hombre


juicioso , sencillo, y en extremo confiado. Yago lo
califica de noble y cariñoso , y juzga que será ma-
rido tierno de Desdemona. En Venecia era tan
estimado por la rectitud y templanza de su ca-

rácter, que el mismo Dux , seguro de sus virtudes ,


aboga por él ante Brabancio, y en Chipre Ludovico
se maravilla al presenciar la mudanza de su carác-
ter y lo violento de su conducta que achaca á ena-

jenacion mental. Desdemona asegura á Emilia que


Otelo se halla exento de las bajezas que turban el
ánimo del celoso; y cree que el brillante sol africano
secó en él tales caprichos. El mismo Otelo mani-
fiesta con noble tranquilidad que no despierta sus
celos öir decir que su mujer es hermosa , que canta
y baila bien, que es decidora y amante del lujo
y del trato ; y, pocos momentos antes de darse
muerte en su desesperacion , se estima tardïo en
recelar afirmando que obró á impulsos del honor
solamente y víctima de engaños y de dudas.
Un autor de ménos energïa dramática hubiera
presentado á Otelo celoso , y á Desdemona ménos
pura. Shakespeare , con un sér más confiado que

la generalidad de los mortales , y con una mujer


tan virtuosa que apenas comprende el vicio, logra
de manera perfectamente discreta y natural con-
VIII

ducir al asesinato y al suicidio, y hacer que el in-

terés y la simpatía del espectador se repartan entre


la víctima y su verdugo.
El verdadero móvil de este magnífico drama,

es la infamia de Yago. Otelo y Desdemona pu-


dieran haber vivido felices y en paz toda su vida;
pues nada hay en el noble y franco carácter del

caudillo africano , ni nada en la dulcísima y purä


alma de la hermosa veneciana , que pueda espon-

táneamente ocasionar la explosion de los celos, é


inducir á la tragedia. Sólo la excepcional astucia y
la sin par vileza de Yago pudo llevarlos á tan
desastroso término. Con Otelo y Desdemona, ro-
deados de las usuales circunstancias de la vida, no.
se produce el drama. Por el contrario , donde

quiera que aparezca Yago , la tragedia surge ne-


cesariamente. El eje , pues , en torno del cual gira
esta hermosa produccion del genio inmortal de
Shakespeare es la perfidia del malvado florentino .
El drama no es Otelo : es Yago.
De aquí que, aún despues de la muerte de Des-

demona, continüe no interrumpido el interés dra-


mático , que cesa naturalmente con el castigo de
ese raro modelo de talento , de astucia y de in-
famia; tan original , tan acabado , y por desgracia
tan hombre, por más que su diabólica maldad re-
IX

cuerde al Angel cäido , de Milton , y al Mephistó-


feles, de Goethe.

De la estructura de este grandïoso drama, sólo


hay que decir con Johnson , que pocas variacio-
nes necesitarïan introducir en él los que consi-
deran que realzarïa su mérito revestirlo de todas
las perfecciones clásicas.
La extraordinaria exuberancia , la originalidad

y la riqueza de conceptos esparcidos en el diálogo


es verdadera maravilla ; y de buen grado perdo-
namos que crezca un poco de mala yerba en tan
hermoso y cultivado jardin .
Verter correctamente tanta belleza á otra len-

gua, es á menudo difícil y desconsoladora em-


presa ; pues son tantas las dificultades que hay
que salvar, y tales los escollos que hay que eludir,
que el naufragio es punto ménos de inevitable. Si

para dar á la traduccion toda la fuerza y virili-


dad del original , esa alta presion shakespeariana
tan característica , comprimimos en breves frases
el pensamiento , nos exponemos á dejar imper-
fecto y oscuro el texto. Si , por el contrario, lo di-
lüimos para dar mayor claridad al concepto , y
acaso fluidez al lenguaje , ofrecemos al lector un
Shakespeare espúreo , desvirtüado , y sin ese es-
pecial aroma que lo distingue ; aguando , como
X

taberneros de mala ley, el vino al verterlo. Y si ,


porque no hemos comprendido bien el lenguaje
del siglo en que escribió el famoso dramaturgo,
imaginamos que en el velado sentido de alguna
frase va envuelta una puerilidad ó un contrasen-

tido , y cambiamos ó procuramos embellecer sus


ideas , damos motivo , quizás , á que se nos re-
cuerde en el gráfico lenguaje del insigne autor
que es ridículo por demás

« Dorar oro de ley , pintar el lirio ,


Ó un perfume añadir á la violeta . »
OTELO ,

EL MORO DE VENECIA .
PERSONAJES .

DUX DE VENECIA. MONTANO , predecesor de Otelo en


BRABANCIO , senador. el gobierno de Chipre.
Otros senadores. BUFON , sirviente de Otelo.
GRACIANO , hermano de Brabancio. DESDEMONA, hija de Brabancio y
LUDOVICO, pariente de Brabancio. esposa de Otelo .
OTELO, moro noble al servicio de EMILIA , esposa de Yago.
Venecia. BLANCA, querida de Casio.
CASIO , su teniente. MARINERO , mensajero , heraldo,
YAGO , su alférez. guardias , caballeros , músicos y
RODRIGO , caballero veneciano. servidores.

ESCENA : EL PRIMER ACTO EN VENECIA. EL RESTO DEL DRAMA EN UN


PUERTO DE MAR DE CHIPRE.
ACTO PRIMERO.

ESCENA I.

Venecia. Una calle.

Entran RODRIGO y YAGO.

RODR. Tente : no digas más . Më hiere el alma


Que Yago , tú , que usaste de mi bolsa
Cual dueño de sus cintas , tal supieras...
YAGO. ¡ Vive Dios ! Si no quieres escucharme :
Ódiame si soñar en eso pude.
RODR. De ti llegué á entender que lo abominas.
YAGO. Despréciame si nó. Tres distinguidos
Nobles de la ciudad , que su teniente
Me hiciera le rogaron ; y te juro
Que mi valor conozco , y lo merezco .
Más él , lleno de orgullo y petulancia,
Replica con arenga rimbombante
De marciales epítetos henchida ;
Y , en resúmen ,
Repulsa á mis padrinos ; pues , les dice,
4

« Ya veis que á mi oficial tengo nombrado . »


Y éste , ¿ quién es ?
¡ Pardiez ! Es un insigne calculista ,
Es un tal Miguel Casio , un Florentino ,
Que apenas gobernar puede á una dama;
Que ni de un escuadron al frente estuvo ,
Y de táctica entiende lo que entiende
Una vírgen. De libros y teorias
Entenderá : como togado cónsul
De eso entiende tambien . ¡ Charlatanismo
Sin práctica sus dotes de guerrero !
Pues señor, fué nombrado; ¡ y yo , que pruebas
Ante él dí en Chipre y Ródas y otras partes ,
Entre gentiles y cristianos , debo
Quedar á sotavento y encalmado
Por el « debe y haber » de un cuentafichas !
Él será , desde luego , su teniente ;
Y alférez , yo , de su Excelencia el Moro.
RODR. ¡ Vive Cristo ! ¡ Mejor ser su verdugo !
YAGO. Pues no hay remedio : es plaga del servicio
Ascender por favor ó por instancia ;
No por escalafon , cual ántes era ,
Cuando á un jefe heredaba su inmediato .
Ahora , tú juzgarás de los motivos
Que tenga yo para querer al moro.
RODR. No le sirviera entonces.
YAGO. ¡ Ten cachaza !
Le sirvo hasta que á mí la vez me llegue.
Ni amos todos podemos ser , ni á todos
Se sirve con lealtad. Verás á muchos ,
Probos genuflexibles miserables ,
Que , de su humilde esclavitud prendados ,
Cual pobres burros de sus amos , viven
Por el pienso no más ; y, cuando viejos,
Despedidos se ven : una paliza
5

Merecen tan honrados miserables.


Otros hay, que las formas y semblanzas
Presentan del deber, pero que cuidan
De guardar para sí sus corazones ;
Y, con muestras de afecto hacia esos amos,
Con ellos medran y, al llenar la bolsa ,
Honores logran. Éstos alma tienen ;
Y yo pretendo ser como son éstos.
Porque es tan fijo
Como que tú , Rodrigo , tal te llamas ,
Que , siendo el moro , yo no fuera Yago.
Al servirle me sirvo yo á mí propio :
No por deber ni afecto , Dios lo sabe ,
Aunque los finja para fines mïos.
Cuando yo al exterior haga patente
Del corazon la esencia y los resortes ,
Acaso el corazon lleve en la mano
Para que grajos á picarle vengan.
No soy quien soy.
RODR. ¡ Qué suerte de getudo ,
Tanta dicha alcanzar !
YAGO. Llama á su padre .
Despiértalo : persíguelo : envenena
Su ventura : publica su deshonra :
Irrita á sus parientes ; y, aunque habite
Benigno clima , tábanos le zumben.
Sobre su dicha arroja tú cambiantes
De enojos para hacer que pierda el brillo.
RODR. Gritaré. De su padre esa es la casa.
YAGO . Sí : con acento triste y pavoroso ,
Cual acontece si en tranquila noche
En la ciudad el fuego se divisa .
RODR. ¡ Hola Brabancio ! öid , señor Brabancio .
YAGO. ¡Brabancio ! ¡ alzad ! ¡ ladrones ! ¡ eh, ladrones!
(Brabancio se asoma á una ventana. )
6

BRABAN. ¿Qué motiva estos gritos alarmantes ,


Decid ?
RODR. ¿Está vuestra familia en casa ?
YAGO. ¿Y cerradas las puertas ?
BRABAN. Respondedme.
¿Por qué lo preguntais ?
YAGO . ¡ Diablos, os roban !
Vestïos ya , que el corazon os pisan ;
Y os han hurtado la mitad del alma .
Negro morueco en este instante mismo
Su amor ofrece á vuestra blanca oveja.
Presto acudid. Al són de la campana
Á los vecinos despertad , que roncan ,
Ú os va en abuelo á transformar el diablo.
¡ Acudid , pues !
BRABAN . ¿Habeis perdido el seso?
RODR. ¿ No conoce mi voz vuestra excelencia ?
BRABAN. No , tal . ¿ Quién sois ?
RODR. Señor, yo soy Rodrigo.
BRABAN. Mal llegais. Ya os he dicho que mi casa
No rondeis : de mi franco labio oisteis
Que no es mï hija para vos ; y , ähora ,
Harto de cena y de insalubre vino ,
Por audacia malévola incitado ,
Venís á perturbarme.
RODR. ¡ Caballero !
i Caballero !
BRABAN. Pues bien : debo advertiros
Que esto os puede amargar ; lo garantizan
Mi rango y mi carácter.
RODR. Tened calma.
BRABAN. ¿ De robo qué decís ? Esta es Venecia.
Ni es mi casa almacen .
RODR. Señor Brabancio ,
Me acerco á vos con alma honrada y pura .
7

YAGO. ¡Voto va ! Sois de esos què no servirïan á


Dios , si el diablo se lo rogara . ¿ Porque ve-
nimos á ayudaros nos juzgais rufianes? ¿Que-
reis que cargue con vuesträ hija un caballo
berberisco ? ¿Quereis que vuestros nietos re-
linchen ? ¿Galopadores quereis por parientes,
y jacas por deudos ?
BRABAN. ¡ Deslenguado ! ¿ Quién eres tú ?
YAGO . Uno , señor , que viene á deciros que vuesträ
hija y el moro representando están la fiera de
dos lomos .
BRABAN. ¡ Villano !
YAGO . ¡Senador !
BRABAN . Pues os conozco ,
De esto razon , Rodrigo , habreis de darme .
RODR. Y de todo , señor; pero yo os ruego
Que digais si sabeis y si os es grato ,
Cual lo será , quizás , que á media noche ,
En hora tan solemne , sin más guarda ,
Ni mejor ni pëor, que un gondolero ,
Que un bergante alquilon desconocido ,
Vuestra hija hermosa transportada sea
Al tosco abrazo de lascivo moro.
Si lo sabeis y consentís en ello ,
Audaz y torpe nuestra ofensa ha sido ;
Mas, si no lo sabeis , me grita el alma
Que vuestro daño remediamos . Nunca
Á burlarme de vos me atreverïa ,
De todo noble sentimiento falto .
Si es sin vuestro permiso , grave ofensa
Vuestra hija cometió , como ya os dije ,
Su porvenir ligando y su hermosura ,
Su talento y deber á un vagamundo ,
Á un extranjero , aquí y en todas partes .
Satisfacëos : si la hallais en casa ,
8

Entregadme , señor , á la justicia


Por engañaros .
BRABAN . Encended la mecha ;
Dadme una luz , y á despertar mi gente.
Coincide la ocurrencia con mis sueños ;
Creerlo verdad mi corazon oprime.
¡Luz , venga luz ! (Váse .)
YAGO. Adiós ; debo dejarte.
Ni es propio de mi cargo, ni me cuadra
Del moro en contra atestiguar ; y es fuerza ,
Permaneciendo aquí. Sé que el Estado ,
Aunque acaso le inculpe por el lance ,
De él por prudencia prescindir no puede .
Razones poderosas le designan
Para mandar la expedicion á Chipre ,
Dispuesta ya , pues á ningunö hallan
De su valer para guïar las huestes.
Por eso , pues , odiándolo , cual odio
Del infierno el horror , por ser preciso
La blanca enseña del cariño ostento ;
Que es enseña no más. Para encontrarlo ,
Al Sagitario á quien lo busque guïa :
Allí estaré con él. Hasta más tarde. (Váse. )
Entran BRABANCIO y sirvientes con antorchas.
BRABAN. Mi daño es cierto por demás : ha hüido .
Sólo amargura á mi deshonra queda.
Rodrigo , ¿ dó la vísteis ? ¡ Desgraciada !
¿ Con el moro? ¡ Quién padre ser ansïa !
¿ Cómo la conocísteis ? ¡ Ah , me burla
Sin compasion ! ¿Qué os dijo? ¡ Traed más luces,
Y despertad á mis parientes todos !
¿Vos los juzgais casados ?
RODR. Lo presumo.
BRABAN . ¡ Cielos ! ¿Cómo salió ? ¡ Falsa á su sangre !
¡ Padres , de vuestras hijas por los actos
9

El alma no juzgueis ! Con amuletos


¿ No suele corromperse en ocasiones
Á la inocente juventud? Rodrigo ,
¿ Nada los libros dicen de estas cosas ?
RODR . Sí tal , señor.
BRABAN . Despierten á mi hermano .
¡ Pluguiera á Dios que hubiese sido vuestra!
Vosotros por aquí ; por ahí vosotros .
¿ Dónde al moro prender podré con ella?
RODR. Pienso que lo he de hallar, si acompañarme
Quereis con buena guardia .
BRABAN. Guiad os ruego.
Á cada puerta llamaré ; permiso
Tengo para las más ; armãos pronto .
Que algunos de la Ronda os acompañen.
Buen Rodrigo , agradezco estos favores.
(Vánse.)

ESCENA II.

Venecia. Otra calle.

Entran OTELO , YAGO y servidores con antorchas.

YAGO. He matado en los campos de batalla ;


Pero repugna á la conciencia mïa
Premeditada muerte . Me valiera
Un corazon pëor. Nueve ó diez veces
Aquí entre las costillas lo lisiara.
OTELO . Mejor que nó.
YAGO. Con tan inmundas frases ,
De tal manera habló de Vuecelencia ,
Que , con la escasa santidad que tengo ,
Me tuve que esforzar para aguantarlo.
Mas , decid , ¿ es legal el matrimonio?
¦

ΙΟ

Debeis tener en cuenta lo querido


Que es este señoron . Su voz alcanza
Doble que la del Dux , y divorciaros
Quizás quiera , y dañaros y afligiros
Con el poder que para hacerlo tiene ;
Y aunque la cuerda de la ley se estire.
OTELO . Vierta en mí su rencor. Más que sus quejas
Voz tendrán mis servicios al Estado .
Se ignora äún , más yo quizás publique ,
Al ver que es alto honor la vanagloria ,
Que de sangre real mi vida mana :
Que áun mis merecimientos , por sí solos ,
No es mucho que á tan gran fortuna aspiren
Cual ésta que alcancé ; -pues , Yago amigo,
Á no amar á la dulce Desdemona ,
Mi libre condicion independiente
Jamás sacrificara ó restringiera
Por los tesoros que la mar encubre .
Más ¿ qué luces son esas ?
Entran CASIO á distancia y álgunos guardias con antorchas.
YAGO. Es el padre ,
Levantado del lecho , y sus amigos.
Mejor que entreis.
OTELO . No tal ; que aquí me encuentren.
Mi posicion , mi nombre , mi alma pura
Me manifestarán. Decid ; ¿ son ellos ?
YAGO. Creo que nó, ¡ por vida del dios Baco! (Aparte.)
OTELO . Servidores del Dux , y mi teniente ,
Buenas noches tengais , amigos,mïos.
¿Qué noticias ?
CASIO. El Dux por mí os saluda ,
Y os ruega , General , que en este instante
Ante él comparezcais.
OTELO . ¿ Sabeis qué pasa? i
CASIO. Colijo que serán nuevas de Chipre.
II

Es asunto apremiante. Las galeras


En esta misma noche han despachado ,
Uno tras otro , á doce mensajeros.
Despertados los cónsules , ya llegan
Al palacio del Dux. Con gran premura
Se os llamó; mas , no hallado en vuestro albergue,
El Senado ordenó que tres partidas
Os buscaran.
OTELO . Que vos me halleis celebro.
Aquí en casa diré breves palabras ,
É iremos . (Vase. )
CASIO. ¿Cómo aquí , señor alférez?
YAGO. Esta noche abordó carraca en tierra:
Si la presa es legal , será dichoso .
CASIO. No entiendo .
YAGO . Se casó.
CASIO. ¿Con quién?
YAGO . Con... ¡Vamos!
Vuelve á entrar OTELO,
¿Estais dispuesto , General ?
OTELO . Al punto.
CASIO. Aquí viene otra gente en vuestra busca.
Entran BRABANCIO, RODRIGO y guardias con antorchas y armados .
YAGO. Brabancio es ese . General , cautela ;
De sus intentos recelad .
OTELO. ¡ Eh ! ¡Alto !
RODR . Es el moro , señor .
BRABAN. ¡Ladron! ¡ Matadle !
(Prepáranse á luchar de una y otra parte.)
YAGO. ¡ Vos , Rodrigo ! ¡ Venid , pues , caballero !
OTELO. Envainad esos hierros relucientes ,
No vaya á enmöhecerlos el rocïo.
Más , señor, ordenais con vuestros años
Que con las armas vuestras.
BRABAN. ¡ Vil ladron ! ¿ Dónde ocultas á mï hija ?
12

¡ Condenado ! La tienes hechizada


¡ Respondan los que estén en sus sentidos!
Sin mágica cadena que la aherroje ,
¿Puede hermosa , feliz y tierna vírgen ,
Que á nuestros más pudientes y gallardos
Jóvenes despreció por no casarse ,
Hüir, causando general ludibrio ,
Del techo paternal al seno inmundo
De un sér que inspira horror y no deleite?
El universo juzgue si no es claro
Que viles sortilegios emplëasteis ,
Y que habeis abusado torpemente
De su inocencia virginal con drogas
Ú otros compuestos que el sentido embargan.
Probable es y áun evidente á todos ;
Y , por tanto , os detengo y os acuso
De embaucador universal y adepto
En artes maldecidas é ilegales.
Aseguradle , pues ; y, si resiste ,
Á la fuerza será.
OTELO . Tened las manos
Lo mismo mis parciales que vosotros.
Si mi ánimo á la lucha me impulsara ,
Conocido lo hubiera sin apunte .
¿ Dónde he de contestar á vuestros cargos?
BRABAN. En la cárcel , en tanto que el momento
De escucharos señale la justicia.
OTELO . Y, si obedezco , ¿ el Dux agradecido
Juzgais que quedará , cuando emisarios
Para llevarme á su presencia envïa ?
GUARDIA. Verdad , señor. El Dux está en Consejo ,
Y avisado ya habrán á Vuecelencia.
BRABAN. ¡ Cómo ! ¿El Dux en Consejo ? ¿ En estä hora?
Ahí llevadlo : no es fútil mi demanda .
El mismo Dux, y mis colegas todos
13

Cual propia afrenta mirarán mi afrenta.


Como actos tales correccion no exijan ,
Viles siervos é idólatras nos rijan. (Vánse.)

ESCENA III .

Venecia. Sala del Consejo.

El DUX y senadores sentados alrededor de una mesa. Guardias.

Dux. No juzgo verosímil la noticia.


er
1. SEN. Improbable tambien la considero.
Á mí me anuncian « ciento y siete naves. »
Dux. Á mí « ciento cuarenta. »
2.° SEN. Á mí « doscientas . »
Mas , aunque en el guarismo no coinciden,
Y al hablarse de öidas , á menudo ,
Diferencias ocurren , dicen todos ,
Que escuadra turca sobre Chipre avanza.
Dux. Harto probable es á juicio mïo .
No quiero que el error me tranquilice ;
Lo importante es verdad , y me produce
Grave inquietud .
MARIN. (Dentro.) ¡ Eh ! ¡ Hola ! ¡ Hola ! ¡ Hola !
Entra un GUARDIA y un MARINERO.
1. GUAR. De las galeras mensajero es éste.
Dux. Y bien, ¿qué ocurre? ¿ Dí?
MARIN. La armada turca
Hácia Ródas navega . Tal me manda
Mi jefe el señor Ángelo que os diga.
Dux . Y ¿qué decís de semejante cambio ?
er
1. SEN. Esto no puede ser, si bien se piensa.
Asechanza es no más : consideremos
La importancia de Chipre para el turco ,
14

Y por fuerza veremos claramente


Que en más estima á Chipre que no á Ródas;
Que es empresa más fácil atacarla ,
Pues ni ostenta su bélico aparato
Ni está fortificada y guarnecida
Como Ródas está. Consideremos
Que el turco no ha de ser tan pocö hábil ,
Que así postergue lo que más le importa ,
Y lo sencillo y provechoso deje ,
Despertando peligros sin ventaja .
Dux. No : no van hácia Rodas , de seguro.
1.er GUAR . Más nuevas .
Entra un mensajero.
MENSAJ . Nobilísimos señores,
Los otomanos que hácia Ródas iban ,
Con flota de reserva se reunieron.
1. SEN. Tal pensé yo . Decid , ¿ de cuántas naves ?
MARIN. Treinta son. Y volviendo atras sus pröas ,
Con franco rumbo á Chipre se dirigen.
El animoso capitan Montano ,
Que os saluda lëal , así lo anuncia ;
Y que en la nueva confieis suplica.
Dux . Es hácia Chipre , pues : es evidente.
¿No se halla en la ciudad Márcos Luquesio?
1. er SEN. Se halla en Florencia .
Dux . Aviso de mi parte
Llevadle con premura por la posta .
1. SEN. Brabancio llega , y el valiente moro .
Entran BRABANCIO , OTELO , YAGO, RODRIGO y GUARDIAS.
Dux. Valiente Otelo , á utilizaros vamos
Contra el turco , de todos enemigo.
Dispensadme , señor : vuestros consejos
(Á Brabancio . )
Y auxilios nos faltaron esta noche.
BRABAN. Y á mí los vuestros. Perdonad , alteza ;
15

Ni mi cargo del lecho me levanta ,


Ni el rumor de quehaceres , ni me träe
Ahora el público bien : mi propio duelo
Es catarata , que , en su furia inmensa ,
Traga y absorbe á las demás desdichas ,
Y en su sér permanece .
Dux . Mas ¿ qué ocurre ?
BRABAN . ¡ Hija del alma !
Dux . ¡ Muerta !
BRABAN. Para un padre.
Engañada , robada , deshonrada
Con hechizos y pócimas de brujos ;
Pues de tal modo errar naturaleza ,
Sin magia, no es posible .
Dux . Á aquel que , de manera tan indigna ,
Á vuesträ hija del deber aparta ,
Y á vos de ella , le leereis vos mismo ,
Cual lo entendais , las páginas sangrientas
Del libro de la ley ; ni le valdrïa
Ser hijo nuestro.
BRABAN. Mis humildes gracias.
Mirad : es este moro , que aquí viene
Llamado expresamente por vosotros
Para asuntos de Estado .
Dux y SEN. Lo sentimos.
Dux. ¿ Qué podeis alegar en vuestra excusa ?
BRABAN . Que es la verdad tan sólo .
OTELO . Poderosos y nobles caballeros ,
Respetables señores , dueños mïos :
Que de este anciano me llevé lä hija
Cierto es ; cual es cierto que es mi esposa .
Hé aquí lo capital de mis ofensas.
Es tosca mi palabra ; no conozco
Pulidas frases que en la paz se aprenden;
Pues desde sietë años estos brazos
16

(Que ahora huelgan quizás por nueve lunas) ,


Mostraron su vigor en la pelëa ,
Y en este grande mundo sólo entiendo
De hazañas y de bélicos azares.
Así , pues , congraciarme no es posible
Al hablaros de mí ; mas , si pacientes
Me quereis escuchar , sencilla historia
De mis amores os diré : qué encantos,
Qué drogas , sortilegios y conjuros
(De emplear estas artes se me acusa )
Usé para ganar á esta doncella.
BRABAN. ¡ Una tímida vírgen ! ¡ Tan tranquila
Y humilde , que áun de sí se sonrojaba ,
Contra naturaleza y sus deberes ,
Sus años y su patria ; contra todo ,
Poder amar lo que mirar temïa !
Sólo un juicio , lisiado ó imperfecto
Dirá que así la perfeccion se tuerce
Contra natura . Por lo tanto , es fuerza
Achacarlo á satánicos manejos;
Y, así , de nuevo afirmo que un brebaje,
Que su sangre vició , le propinaron ,
O una hechizada pócima.
Dux. Preciso
Es probarlo. No basta que se enuncien
Tales cargos , fundándose en vulgares
Suposiciones é improbables juicios.
1. SEN. Pero , hablad vos , Otelo .
¿Arteramente , ó de violento modo ,
Envenenásteis vos y sojuzgásteis
El corazon de la gentil doncella ?
Ó ¿ fué efecto de ruegos , y del trato
Mútuo de vuestras almas ?
OTELO . Os suplico
Que al Sagitario por la dama envïen ,
17

Y la dejeis hablar ante su padre.


Si culpable me hallais por su relato ,
Vuestra amistad , y el puesto que me dísteis,
No sólo pierda yo ; la vida mïa
Tambien tomad.
Dux . Träed á Desdemona .
OTELO . Alférez , vos sabeis dónde encontrarla..
Y, mientras llega , cual veraz al cielo
Vase Yago y acompañamiento . )
De mi sangre confieso los pecados ,
Á referiros voy de qué manera
Gané el afecto de la hermosa dama ,
Y ella el mïo ganó .
Dux. Seguid , Otelo.
OTELO. Me quiso bien su padre. Con frecuencia
Me invitaba , y la historia de mi vida
Me hacïa relatar , año por año:
Las batallas , los sitios , los encuentros
Que presencié , desde mi tierna infancia
Hasta el momento aquel en que me öïa.
Al recorrerla , de apurados lances ,
De azares en la mar y en tierra firme ,
De inminentes peligros en la brecha ,
De cäer en poder del enemigo
Y esclavo ser despues ; de mi rescate ;
De viajes remotos y aventuras ,
De oscuros antros y áridos desiertos ,
Precipicios , y rocas , y montañas ,
Que sus cabezas en el cielo esconden ,
Tuve que hablar ; mis artes fueron esas.
Del feroz antropófago , de horrendos
Caníbales , de séres cuyos hombros
Ocultan sus cabezas : tales cosas
Atentamente Desdemona öïa ;
Y, cuando los domésticos quehaceres
2
18

La llamaban , cumplíälos al punto ,


Volviendo con famélicos öidos
Á devorar ansiosa mi relato .
Advirtiéndolo yo , propiciä hora
Busqué; y trazas me dí para que ardiente
Ruego me dirigiera , suplicando
Le narrara mi gran peregrinaje ,
Del que partes acaso conocïa ,
Mas todo nó; y, en ello consintiendo ,
Correr miré sus lágrimas á veces ,
Al referir un lance desgraciado
De mi niñez . Un mundo de suspiros
Al terminar recompensó mi historia :
Que era extraña , me dijo , asaz extraña ;
Que era triste , muy triste ; que querrïa
Jamás haberla öido ; mas quisiera
Que hombre cual yo la hubiera Dios formado.
Me dió las gracias ; y , si algun amigo ,
Me agregó , yo tenïa que la amara ,
Que le enseñase á relatar mi historia
Para lograr su amor. Hablé yo entónces.
Me amó por los peligros que he pasado ,
Y yo la amé por condolerse de ellos.
Esta ha sido mi sola hechicerïa.
La dama ved ; atestiguarlo puede.
Entra DESDEMONA , YAGO y acompañamiento.
Dux. Sospecho , buen Brabancio , que esa historia
Á mi niña tambien cautivarïa .
Cual podais este asunto desquiciado
Recomponed : más vale rota espada ,
Que no inerme quedar.
BRABAN. Öidla , os ruego .
Que si confiesa que su amor fué mútuo ,
Maldicion sobre mí si inculpo al hombre .
Niña gentil , entre tan dignas gentes ,
19

¿A quién en primer término respetas ?


DESDÉM. Noble padre , deberes divididos
Aquí contemplo yo . Mi vida os debo ;
Mi educacion ; educacion y vida.
Que cual dueño me ordenan contemplaros.
Hija vuestra yo soy ; mas ved mi esposo .
La sumision que os demostró mi madre
Cuando á su padre postergara , debo
Al moro , mi señor.
BRABAN . ¡Qué Dios te ayude !
He terminado. Continuad , alteza ,
Los públicos negocios. Más valdria
Que adoptáramos hijos , no tenerlos .
Aproximäos , moro ; con el alma
Eso os doy; que , si vuestro ya no fuera ,
Con el alma de vos recataria.
Á tí , prenda , te debo que me alegre
No tener oträ hija : tu conducta
En tirano quizás me convirtiera ,
Y la oprimieran grillos. He acabado.
Dux . Dejadme hablar tambien . Peldaño ó grada ,
Por do alcancen favor estos amantes ,
Que fuese mi discurso desearïa.
Si el mal no tiene cura , terminada
Queda , al ver lo pëor, pena , quë ántes
Tan sólo de esperanzas dependïa .
Lamentarse de un mal que ya ha pasado ,
Es de aumentar el mal medio seguro ;
Cuando nos hiere sin piedad el hado ,
La paciencia hace el caso ménos duro.
Algo roba al ladron el que sonrïe ;
Se roba á sí quien en su mal se engrïe .
BRABAN. El otomano , pues , á Chipre gane ;
Que no se pierde si rëir podemos.
Con el consuelo que del fallo mane ,
20

Conformidad , acaso , aprenderémos;


Pero se añade angustia á la sentencia
Si se paga al dolor con la paciencia.
Ese equívoco fallo que habeis dado ,
Queda en miel ó en acíbar convertido :
Palabras son , y al corazon llagado
No es fácil alcanzar por el öido .
Ruego que procedais con los negocios.
Dux. El turco , con potentísima armada , se dirige
hácia Chipre. Otelo , vos , mejor que otro al-
guno , conoceis los recursos de esa plaza ; y,
aunque allí tenemos á otro jefe de reconocida
pericia , la pública opinion , soberana guïa
de toda empresa , os proclama como al más
á propósito. Por tanto , debe satisfaceros
el que empañe el brillo de vuestra reciente
fortuna empresa más ruda y turbulenta.
OTELO . Ese déspota , el hábito , señores ,
Me hizo ver en el lecho de la guerra ,
De acero y pedernal , colchon de plumas.
Mi íntimo sér en los trabajos goza ;
La guerra , pues , á dirigir me apresto ,
Que declarado habeis al otomano.
Mas al cumplir, humilde , vuesträ órden ,
Que provëais para mi esposa os pido
Pension , alojamiento y servidumbre
Á su rango adecuados.
Dux. Si os parece ,
La casa de su padre.
BRABAN . No lo acepto .
OTELO . Ni yo .
DESDEM . Ni yo tampoco. Mi presencia
Allí á mi padre impacientar podrïa.
Excelso Dux , con amistoso öido
Atended á mis súplicas ; y amparo
21

En vuestra voz mi inexperiencia alcance.


Que al moro amé para seguir su suerte ,
Mi tenaz voluntad y mi desprecio
Del porvenir, al mundo lo proclaman.
La misma profesion del dueño mïo
Me ha cautivado el corazon . Ví , sólo ,
En la mente de Otelo su semblante ;
Y á su valer y á sus gloriosos lauros
Yo consagré mï alma y mi fortuna.
Así , señores , si á la guerra marcha
Y, polilla de paz , aquí me quedo ,
De ritos , causa de mi amor, me privan ;
Y el tiempo inerte correrá en su ausencia.
Permitidme ir con él.
OTELO. Öidme os ruego.
Altezas , conceded que libremente
Cumpla su voluntad : no lo reclamo ,
Garante me es el cielo , porque ansïe
Servir al paladar de mi apetito ,
Ni por vivaz pasion : tales ardores
En mí cesaron ; ni por justo afecto :
Sí sólo por servirla y complacerla .
Y el cielo impida á vuestras nobles almas
Pensar que puedo , porque esté conmigo ,
Descuidar vuestra grande y sacra empresa .
Si fútiles , pueriles vanidades
Del Dios alado , con torpeza insulsa,
Mis ojos ó mis manos invalidan ,
Como escudilla en el hogar humilde
Sirva mi yelmo , y vergonzoso oprobio
Empañe de mi honor el puro brillo.
Dux. Será cual lo arregleis privadamente :
Lo que querais. Él caso urgencia grita :
Responda la premura .
1. Sen. Esta noche partís.
22

OTELO . Con toda el alma.


Dux. Mañana , al dar las nueve , nos reunimos.
Á un oficial aquí dejad , Otelo ,
Quien podrá nuestras órdenes llevaros ,
Y todo aquello que adecuado sëa
Á vuestro rango y puesto .
OTELO . Si os agrada ,
Mi alférez , tan honrado como noble.
La conduccion le encargo de mi esposa ,
Con cuanto á vuestra alteza pareciere
Que me ha de acompañar.
Dux. Así , pues , sëa .
Buenas noches á todos . Noble amigo ,
(Á Brabancio. )
Si la virtud no exige brillo externo ,
Es más blanco que negro vuestro yerno.
SEN. 1. ° Moro valiente , adiós . Con Desdemona
Blando sed.
BRABAN. Observadla siempre , moro.
Que alerta esteis me toca aconsejaros :
La que á un padre engañó puede engañaros .
(Vánse Dux , Brabancio , senadores y guardias. )
OTELO. ¡ Mi vida por su fe ! Te recomiendo ,
Honrado Yago , á tí mi Desdemona..
Te ruego que tu esposa la acompañe ;
Y, en propicia ocasion , vayan contigo.
Ven , Desdemona . Para hablar de amores ,
Á asuntos atender, y aconsejarte
Unä hora me dan , y el tiempo manda.
( Vánse Otelo y Desdemona. )
RODR. ¡Yago!
YAGO. Gran corazon , ¿ qué quieres ?
RODR. ¿Qué juzgas que debo hacer?
YAGO. ¡ Vaya ! Irte al lecho á dormir.
RODR. Voy á arrojarme al mar ahora mismo.
23

YAGO. Si tal haces , no cuentes luego con mi amis-


tad. Y ¿ por qué , mentecato caballero ?
RODR. Mentecato fuera si desëara vivir, cuando la
vida es un tormento , y para morir hay receta,
si la muerte es nuestro médico.
YAGO. ¡ Qué sandez ! Visto hé la faz del mundo cua-
tro veces siete años ; pero , desde que pude
diferenciar entre un beneficio y una ofensa,
jamás conocí hombre que se amara á sí
mismo. Antes de decir yo que me querïa aho-
gar por amor de una gaya , me convirtiera en
mono.
RODR. ¿ Qué he de hacer ? Confieso que mi amor es
un oprobio , pero no tengo virtud bastante
para anularlo.
YAGO. ¡ Virtud! ¡ Un pito ! Somos así ó de otro modo ,
porque lo somos. Nuestro cuerpo es vergel y
nuestro albedrïo el jardinero ; así , pues , ya
sea que plantemos ortigas , ó que sembremos
lechugas , ó que crïemos hisopo , ó escardemos
tomillo, suministrando al suelo sólo una espe-
cie de yerba ú ocupándolo con varias , esterili-
zándolo con la holganza ó beneficiándolo con
la industria , evidentë es que el poder y la
autoridad omnímoda para todo ello yacen
en nuestra voluntad. Si en uno de los platos
de la balanza de nuestra vida , la razon no
equilibrase á nuestra sensualidad , la fuerza
de nuestra sangre y la bajeza de nuestros
instintos nos condujeran á los más atroces
términos . Pero nuestra razon calma el ardor
de nuestros impulsos , de nuestras instigacio-
nes carnales , de nuestros desenfrenados ape-
titos , entre los cuales considero retoño ó
rama eso que denominas amor.
24

RODR. No es eso.
YAGO. Sólo es un hervor de la sangre con permiso
de la voluntad. ¡ Vamos , ahogarte ! ¡ Ahó-
guense gatos y cachorrillos ! Me llamo tu
amigo , y á tus merecimientos me hallo li-
gado con cables de perdurable fuerza. Ja-
más podré servirte mejor que ähora. Llena
de oro tu bolsa. Sígueme á la guerra. Des-
figúrate con barba postiza . Digo que llenes
dë oro tu bolsa. No es posible que Desde-
mona ame largo tiempo al moro . Llena dề
oro tu bolsa. Ni él á ella tampoco . El prin-
cipio fué violento , y ya verás como le co-
rresponde el fin. Tú llena de oro tu bolsa. Es-
tos moros son veleidosos . Rellena de oro tu
bolsa. Ese alimento que ähora él estima dulce
como algarroba , pronto le parecerá amargo
como coliquíntida . Ella es jóven. Cambiará .
Cuando se harte de él verá su yerro. Cam-
biará , de seguro. Cambiará., Por lo tanto,
llena de oro tu bolsa . Si te empeñas en con-
denarte , hazlo de manera más decorosa que
ahogándote. Rëune todo el oro que puedas.
Si la santurronerïa y un frágil voto empeñado
á un bárbaro vagamundo por una archiartera
veneciana , no oponen demasiada resistencia
á mi ingenio y á toda la cohorte infernal , la
lograrás. Por lo tanto , rëunë oro . ¡ Al diablo
con ahogarte ! Ese no es el camino. Trata
más bien de que te ähorquen logrando tu gus-
to , que sin lograrlo de ahogarte .
RODR. ¿ Promoverás mis esperanzas si confïo en el
resultado ?
YAGO. Ten esa seguridad. Ve ; rëunë oro. Ya te lo he
dicho , y te lo vuelvo á repetir una y otra vez:
25

que detesto al moro. Profunda es la razon


que me asiste. La tuya lo es igualmente.
Unámonos para conseguir nuestra venganza .
Si logras burlarlo , colmo de satisfaccion será
para ti , y para mí de alegrïa. Hay una infini-
dad de lances en las entrañas del tiempo que
deben salir á luz. En marcha . Vete á buscar
oro. Mañana hablaremos más sobre este
asunto . Adiós .
RODR. ¿ En dónde nos reuniremos por la mañana?
YAGO . En mi casa.
RODR. Iré temprano.
YAGO. Vete ; adiós . Oye , Rodrigo .
RODR. ¿Qué quieres ?
YAGO . No hay por qué hablar ya de ahogarse ; ¿ en-
tiendes?
RODR. Estoy convencido . Venderé mis tierras.
(Vase Rodrigo. )
YAGO. El necio siempre me sirvió de bolsa.
Mi saber adquirido profanara ,
Si con este avefrïa malgastase ,
Áno ser en provecho propio , el tiempo .
Odio al moro . Mi sitio se susurra
Que ocupó entre mis sábanas : no trato
De averiguarlo ; sólo la sospecha
Considero que basta. Me distingue.
Dominarlo , por ende , me es más fácil .
Casio es hombre á propósito. Vëamos.
Lograr su puesto y conseguir mi gusto
Con doble astucia. Y ¿ cómo ? Meditemos.
Que es por demás afable con su esposa
De Otelo susurrar en el öido .
Él , por su aspecto y trato , es sospechoso.
Para hacer pecadoras fué fraguado .
Franco es el moro y sin malicia , piensa
26

Que honrados todos son si lo parecen.


Se dejará llevar por las narices
Cual mula de rëata.
¡ Aquí está ! ¡ Ya mi mente lo ha engendrado!
¡ Infierno , ven , y ven , noche sombrïa ,
Que el monstruo goce de la luz del dïa! (Vase.)
ACTO SEGUNDO .

ESCENA I.

Un puerto de mar en Chipre. -


— Una explanada.

Entran MONTANO y dos CABALLEROS .

MON. ¿Qué veis en lontananza desde el cabo ?


1. CAB. Nada se ve . Tremendas son las olas ;
Y, entre la lucha de la mar y el cielo ,
Ni una vela distingo.
MON. Rugió la voz del viento en tierra ; nunca
Ráfaga tal batió nuestras murallas.
Si así bramó en el mar , lígneas costillas .
¿Podrán luchar con derretidos montes
Sin desquiciarse ? ¿Cuál será la nueva?
2.º CAB. La dispersion de la otomana flota.
Id un momento á la espumante playa :
El piélago feroz hiere las nubes ,
Y hostil resaca con guedeja enorme
Llegar pretende á la fulgentë osa ,
Y ahogar los guardias del inmóvil polo.
28

¡ Jamás al Ponto ví tan irritado !


MON. Si á puerto no arribó la armada turca ,
Pereció. ¡ No es posible que resista !
Entra TERCER CABALLERO .
3. CAB. Nuevas , señores . Terminó la guerra.
Tal golpeó la tempestad al turco,
Que cesa en sus intentos. Noble buque
Veneciano el naufragio y muerte ha visto
De la parte mejor de aquella flota.
MON. Pero, ¿ es verdad?
3. CAB. El buque aquí sẽ halla.
Es buque veronés ; y Miguel Casio ,
Teniente del bizarro moro Otelo ,
En tierra está. Viajando viene el moro ,
Con ámplias facultades , hácia Chipre.
MON. Me place ; es digno jefe.
3. er CAB. Miguel Casio ,
Que del desastre turco satisfecho
Se encontraba , no obstante se halla triste ;
Y por el moro teme , pues furiosa
La tempestad reinaba al separarse.
MON. ¡Lo ampare Dios ! En su vervicio estuve ;
Y es soldado que sabe lo que manda.
Á la playa marchemos ; no tan sólo
El buque á ver que recaló ; la vista
Dirijamos en pos del bravo Otelo ,
Hasta que el mar y el cielo se confundan .
3. CAB. Sí tal . Cada minuto es esperanza .
De que otro buque llegue.
Entra CASIO .
CASIO. Gracias á los valientes de estä isla ,
Que así ensalzan al moro . ¡ Dios su ayuda
Le dé contra los fieros elementos !
Pues lo he dejado en procelosos mares.
MON . ¿Viene bien embarcado ?
29

CASIO. Fuerte es su nave ; experto su piloto :


Vivas por eso están mis esperanzas ,
Y esperan cura .
(Una voz dentro.) ¡ Vela ! ¡ Vela ! ¡ Vela!
Entra CUARTO CABALLERO.
CASIO. ¿Qué träeis ?
4.° CAB. La ciudad está vacïa.
Á la orilla del mar la gente acude ,
Y «buque en lontananza » gritan todos.
CASIO. ¡ Nuestro gobernador á Dios pluguiera !
(Cañonazos dentro.)
2.º CAB. El cañon nos saluda ; son amigos.
CASIO. Averiguad , señor, quién ha llegado .
2.° CAB. Al punto iré. (Vase.)
MON. Decid , señor teniente ,
¿ Está casado el general que os manda ?
CASIO. Por suerte suya . Consiguió doncella
Que excede á su relato y su renombre
E hipérboles supera de la pluma :
Cuya reunion de adornos naturales
Cansa al artista.
Vuelve á entrar el SEGUNDO CABALLero.
Y bien , decid , ¿ quién vino?
2.º CAB. Es de Otelo el alférez ; un tal Yago.
CASIO. ¡ Feliz y pronta fué su travesïa !
Fieras borrascas y olas y huracanes ,
Rocas fendidas y arenosos bajos ,
Esos traidores que en el mar se bañan
Para atajar á la inocente quilla ,
Á la beldad sensibles , por lo visto ,
Calman su furia natural , abriendo
Á la divina Desdemona paso.
MON. ¿Quién es ella ?
CASIO. La dama de que hablaba ;
De nuestro jefe , jefe : la custodia
30

El intrépido Yago , que anticipa ,


Al llegar , siete dias mis desëos.
¡ Oh Dios, salvad á Otelo ! ¡ Henchid sus velas
Con vuestro propiö hálito potente ;
Bendiga al puerto su potente nave ,
De amor palpite unido á Desdemona ;
Reanime nuestro espíritu abatido ,
Y á Chipre entero alegre ! - Mas , ¡ qué veo!
Entran DESDEMONA , EMILIA , YAGO , RODRIGO y
acompañamiento.
De la nave el tesoro se halla en tierra.
¡ Ciudadanos de Chipre , de rodillas!
Salud , señora. La celeste gracia
Os preceda y os siga y os circunde.
DESDEM. Gracias , valiente Casio. ¿ Qué noticias
Podeis de mi señor comunicarme ?
CASIO. No ha recalado äún ; diré tan sólo
Que se halla bien , y llegará muy presto .
DESDEM. Mas , temo... ¿ Cómo fué que os separásteis?
CASIO. La lucha de la mar y de las nubes
Apartó nuestras naves ... pero... ¡ Vela !
(Gritos dentro.) ¡ Vela ! ¡ Vela á la vista !
(Cañonazos dentro.)
CAB. 2 . Amigos son tambien , pues nos saludan .
CASIO Á UN CAB. Indagad. (Vase un caballero. )
Bien venido , buen alférez.
Señora, bien venida . (Á Emilia , besándola .)
No os enoje (Á Yago.)
Buen Yago , mi franqueza , pues el uso
Sanciona tan osada cortesia .
YAGO . Os hartáran sus labios , si os tratasen
Como me trata á mí su lengua á veces.
DESDEM. ¡ Habla apénas !
YAGO . ¡ Ya ! ¡ Ya ! Mas de sobrado.
Oigo su voz , aunque me rinda el sueño .
31

Confieso que ante vos su lengua habita


Allá en su corazon en ocasiones ,
Y que su juicio refrenarla suele .
EMILIA. Es queja vuestra por demás injusta.
YAGO. Sí , sí ; sois miniaturas en la calle ,
Y cascabeles sois en el estrado ,
Y sois en el hogar gatos monteses :
Santas hiriendo , diablos ofendidas ;
Risa os causan domésticas fäenas ,
Al par que os causa seriedad el lecho.
DESDEM. Callad , calumniador.
YAGO. Si no es verdad aguantaré el reproche ,
Holgais de dia , trabajais de noche.
EMILIA. No escribireis mi löa .
YAGO . No , por cierto .
DESDEM. Y de mí ¿ qué direis en mi alabanza ?
YAGO. No os empeñeis , señora . Nada valgo ,
Como no satirice .
DESDEM. Dad la prueba .
Al puerto , ¿ no fué üno?
YAGO. Sí , señora .
DESDEM. ( Aparte. ) No estoy tranquila ; más mi afan se oculta
Disimulando así. Pero sepamos
Lo que vais á decir en mi alabanza .
YAGO. Al punto voy : mi inspiracion , no obstante,
De mi cerebro sale cual la liria
Del vellon , arrancándome los sesos .
Sin embargo , de parto está mi musa ,
Y dá á luz lo siguiente :
Si discreta y hermosa , su talento
Sólo en servir á su beldad emplëa .
DESDEM. ¡ Es digno de alabanza el cumplimiento !
¿Y si es mujer juiciosa , pero fëa?
YAGO. Mujer que es fëa y á la par juiciosa ,
Bello hallará de su fealdad al gusto .
32

DESDEM. ¡ Eso es pëor ! ¿ Si necia , más hermosa ?


YAGO. Necia á la hermosa apellidar no es justo ;
Porque , á veces , su misma tonterïa
En lograr herederos la auxilia.
DESDEM. Ridículas paradojas de antaño con las que rëir
podrán necios en la taberna. -¿Qué triste cosa
dirïais de la que fuese al par necia y fëa?
YAGO. Necia y fëa , las mismas travesuras
Hará que las discretas hermosuras.
DESDEM. ¡ Funesto error ! Más alabanza concedeis á la
1
qué ménos lo merece. Pero ¿ de qué manera
ensalzarïais á una mujer que verdaderamente
lo mereciese ; cuyos naturales dones bastaran
para atestiguar en contra de la propia male-
dicencia ?
YAGO. Quien siemprehermosa, siempre fué modesta;
Quien puede hablar y elude el clamorëo ;
Quien oro tiene y nunca va compuesta ;
Quien dice « puedo » y huye del deseo ;
Quien ofendida , y su venganza á mano ,
Calma el rencor y olvida el perjuicio :
Quien escoge discreta siempre el grano ,
Y no acude jamás al desperdicio :
Quien piensa y á callarse se resuelve ;
Quien , seguida , su rostro nunca vuelve...
De tal mujer, si tal mujer viviera,
Cantara las hazañas .
DESDEM. ¿Y esa mujer qué hiciera?
YAGO . Criar idiotas y archivar patrañas .
DESDEM. Injusta y falsa consecuencia. No le hagais
caso , Emilia , aunque sëa vuestro marido.
¿ Qué os parece Casio ? ¿ No le juzgais crítico
por demás profano y libertino?
CASIO. Habla claro , señora , y vale más como sol-
dado que como pöeta.
33

YAGO . (Aparte.) Le coge la mano. ¡ Hola ! ¡ Bien di-


cho ! ¿ Cuchichëas ? Con tela de araña tan su-
til como ésta aprisionaré á tan gran moscon
como este Casio . Sonríëte , sí ; tus galantëos
serán tus grillos. Dices bien ; así es ; si estas
malas mañas te despojan de tu tenencia,
más te valiera no haber besado tan á menudo
esos tres dedos , que ahora otra vez te sirven
para echarla de gran señor. ¡ Muy bien ! ¡ Ex-
quisitamente besados ! ¡ Magnífica cortesïa !
¿ Otra vez tus dedos á tus labios ? Que no se
te volviéran... (Suena un clarin .) 1
¡ El moro ! Reconozco su clarin.
CASIO. ¡ Él es !
DESDEM. Vamos á recibirlo .
CASIO. Ved ; aquí llega .
Entran OTELO y acompañamiento .
OTELO. ¡ Mi guerrera gentil !
Desdem . ¡ Amado Otelo !
OTELO . Es mi asombro tan grande cual mi dicha
Al hallarte aquí ya. ¡ Luz de mï alma !
Si cada tempestad así se templa ,
Llame á la muerte el huracan bravïo ,
Y ascienda el buque montañosos mares
Que hasta el Olimpo lleguen , y descienda
Al báratro profundo. Si hoy muriese ,
Del placer yo en el colmo morirïa .
Es tan cabal la dicha de mï alma ,
Que temo que ventura semejante
Ya en el oscuro porvenir no logre .
DESDEM . No consientan los cielos que no aumenten
Nuestro gozo y amor con nuestros dias .
OTELO . ¡Amén , decid , poderes celestiales !
Ventura tanta ponderar no puedo ,
Felicidad tan grande me enmudece.
3 .
34

Esto y esto las solas disonancias (Besándola. )


De nuestros puros corazones sean .
YAGO. (Aparte.) Bien templado ahora estás ; pero te juro
Á fe de hombre de bien , que esas clavijas
Cederán , que tal música producen .
OTELO . Partamos al castillo . Traigo nuevas ,
Amigos : nuestras guerras terminaron :
Ahogáronse los turcos . Dulce amada ,
Te apreciarán en Chipre , donde siempre
Hallé gran amistad . Querida mïa ,
Charlo sin tino , y en mi dicha gozo.
Buen Yago , que descarguen mi equipaje .
Y el piloto después en tu compaña
Venga á la Ciudadela : es de los buenos ,
Y demostrarle deferencia es justo.
Vamos , pues , Desdemona. Nuevamente
La bien venida á Chipre !
(Vanse Otelo , Desdemona , Casio y acompañamiento.)
YAGO. Búscame más tarde en el puerto : ven acá : sì
eres valiente , y suele decirse que los enamo-
rados tienen , por ende , mayor nobleza de la
que les es ingénita , escúchame : el teniente
está esta noche de guardia en el patio de la
ciudadela . En primer lugar debo decirte lo
siguiente : Desdemona está enamorada de él.
RODR. ¿ De él ? ¿ Pero , es posible?
YAGO. Pon tu dedo ähí , y aprende . ¿No ves con
qué violencia amó al principio al moro , sólo
por sus baladronadas y por las fantásticas
patrañas que le conto ? ¿Y crees que lo se-
guirá amando por su charla ? No crëas seme-
jante cosa . Los ojos de esa mujer necesitan
alimento ; y ¿ qué goce puede proporcionarle
el contemplar la imágen del mismo Lucifer?
Cuando la satisfaccion templa el ardor de la
35

sangre , para inflamarla nuevamente y para


que á la saciedad suceda el apetito , precisos
son el exterior encanto , la simpatïa de los
años , de las costumbres , de la belleza ; de
todo lo cual carece el moro. Ahora bien:
por falta de tan indispensables requisitos , la
delicada fibra de esa mujer se llamará á en-
gaño , y principiará á hacer ascos y á repug-
nar al moro. Su naturaleza misma la impul-
sará á ello , y la obligará á segunda eleccion.
Ahora bien , señor mïo , sentado esto , tésis
razonable y natural , ¿ quién së halla tan in-
mediatamente próximo á esta fortuna si no
es Casio ? Versátil tuno , cuya conciencia le
obliga sólo á usar del disfraz de la cortesïa y
de la amabilidad , para lograr así más fácil-
mente sus lúbricos , ocultos é indignos deseos .
¡ Vaya , nadie , nadie ! Sutil y hábil tuno . Bus-
cador de oportunidades. Con vista para acu-
ñar y fingir ventajas , aunque éstas no se
ofrezcan. Es un tuno de todos los diablos.
Además, este tuno es bien parecido , jóven , y
se armonizan en él todos los requisitos que
la locura y la juventud aprecian . Es un tuno
redomado , y esa mujer ha tropezado ya
con él.
RODR. No puedo creer eso de ëlla ; de una criatura
tan celestial.
YAGO. ¡ Celestial higa ! El vino que bebe es de zumo
dë uvas. Si fuera celestial , jamás se hubiera
enamorado del moro . ¡ Celestial música ! ¿No
viste cómo juguetëaba con la palma de su
mano ? ¿ No lo observaste ?
RODR. Sí ; pero era por cortesïa .
YAGO. Por lujuria ; yo te lo aseguro : índice y con-
36

fuso prólogo de la historia de la lascivia y de


los malos pensamientos . Sus labios se halla-
ban tan próximos que sus alientos se abrasa-
ron. Viles ideas surgen , Rodrigo , cuando se-
mejantes reciprocidades abren el paso. In-
mediatamente á la zaga sigue la preeminente
y principal tarëa , la asociacion final . ¡ Bah!...
Pero déjate guïar por mí. Te hë hecho venir
desde Venecia. Esta noche estarás de guar-
dia ; yo haré que te nombren. Casio no te co-
noce ; yo no estaré léjos ; busca algun pre-
texto para provocar el enojo de Casio, ya sëa
hablando demasiado recio , ó rebajando su
disciplina , ó de cualquier otro modo que te
parezca mejor, con arreglo á las circunstan-
cias.
RODR. ¿Y bien?
YAGO. Es violento , y fácilmente se encoleriza , y
´acaso te pegue. Provócalo para que tal haga ,
porque , con eso sólo , yo haré que la gente de
Chipre se amotine , y no se apacigue sino
con la destitucion de Casio . Así se acorta el
viaje de tus deseos , pues tendré medios para
abreviarlo , y así nos vemos libres de ese im-
pedimento ; que , de existir , anula nuestras
esperanzas de éxito .
RODR. Lo haré , si me favorecen las circunstancias.
YAGO. Hazlo sin miedo ; ve á verme á la ciudadela ;
tengo que träer su equipaje á tierra , adiós.
RODR. Adiós . (Vase.)
YAGO. Que la ama Casio , asegurarse puede ;
Que ella le corresponde es verosímil ;
El moro , aunque sufrirlo yo no pueda ,
Es , por carácter, cariñoso y noble ;
Y, sin duda, será de Desdemona
37

Marido tierno. Yo tambien lä amo ;


No por Sensualidad , aunque me acusan
De tamaño delito ; pero , en parte ,
Porque saciar desëo mi venganza .
Sospecho que ese moro disoluto
Ha ocupado mi puesto. Tal idea
Me horada cual materia corrosiva .
Sólo estaré contento cuando quede
En paz con él . Esposa por esposa.
Y , si no , por lo menos yo del moro
Avivaré los celos hasta el punto
Que no escuchen razon . Para lograrlo ,
Si este mísero trasto de Venecia ,
Que á mi placer y voluntad trastëo ,
Me deja obrar, daré la zancadilla
Á nuestro Miguel Casio. Yo ante el moro
Lo debo acriminar con torpes frases.
Tambien de Casio y de mi esposa dudo .
Las gracias , la amistad y los favores
Del moro alcanzaré , si en asno egregio
Lo logro convertir, y conducirlo ,
Turbando su quietud , á la demencia.
¡ Aquí está! ... ¡ Turbio äún ! Presenta sólo
En la ocasion su cara vil el dolo . (Vase.)

ESCENA II.

Entra un HERALDO con una proclama . Gente siguiéndole.

HERAL . Es voluntad de Otelo , nuestro digno y va-


liente general , por razon de las auténti-
cas noticias recibidas anunciando la com-
pleta pérdida de la armada turca, que todos
38

se entreguen al regocijo : unos al baile ; otros


á hacer fogatas ; cada cual á la diversion ó
entretenimiento que más le agrade ; pues , al
celebrarse tan gratas nuevas , se celebran , al
par, sus bodas . Es su voluntad que así se
anuncie. Quedan abiertas las tabernas , y se
concede amplia libertad de divertirse desde
estä hora , las cinco de la tarde , hasta que
suenen las once. ¡ Bendita sëa la Isla de
Chipre , y bendito nuestro digno general
Otelo . (Vase.)

ESCENA III .

Unpatio en el castillo.

Entran OTELO , DESDEMONA, CASIO y acompañamiento.

OTELO . Buen Miguel , esta noche estais de guardia ,


No dejeis traspasar la valla honrosa.
Que al regocijo y la razon limitan.
ÇASIO. Yago instrucciones tiene ; mas , no obstante,
Mis ojos velarán .
OTELO . Honrado es Yago.
Buenas noches , Miguel . De madrugada
Os quiero hablar . Partamos , dulce prenda .
(Á Desdemona. )
Al pacto es justo que el provecho siga ,
Y nos cumple' gozar del que nos liga.
Buenas noches.
(Vanse Otelo, Desdemona y acompañamiento.)
Entra YAGO.
CASIO. Bien venido , Yago .. Vamos á la guardia.
39

YAGO. Ahora no ; aún no son las diez. El general


nos despidió tan temprano , por causa de
Desdemona ; pero no hay por qué inculparlo
por eso , pues áun no ha pasado su noche de
boda , y ella es prenda digna de Júpiter.
CASIO. Es dama hermosísima.
YAGO. Y retozona tambien , por vida mïa.
CASIO. Es verdaderamente criatura candorosa y de-
licada.
YAGO. ¡ Qué ojos tiene ! Parecen cartel de desatïo .
CASIO . Ojos provocativos ; y, sin embargo , llenos de
modestia,
YAGO. Y ¿cuando habla ? ¿No es su voz toque de ge-
nerala al amor?
CASIO. Es verdaderamente la perfeccion misma .
YAGO. Está bien. ¡ Felicidad á su lecho ! Vamos , te-
niente , aquí tengo un jarro de vino ; y allá
fuera están dos bravos mozos de Chipre que
desëan beber un trago á la salud del negro
Otelo.
CASIO. Esta noche nó , amigo Casio . Débil y desgra-
ciada es mi cabeza para el vino. ¡ Ojalá que
la cortesïa inventase otro modo de agasajar !
YAGO. ¡ Cá ! Son amigos nuestros ; `una copa no más;
yo beberé por vos.
CASIO. He bebido esta noche una sola copa , y esa
cautelosamente aguada ; y ya veis , me tiene
trastornado. Desgraciadamente tengo esta
propension , y no me atrevo á poner á mayor
prueba mi debilidad .
YAGO. ¡ Callad ! es noche de broma ; los jóvenes lo
desëan.
CASIO. ¿En dónde están ?
YAGO. A la puerta ; os ruego que los llameis .
CASIO. Lo haré ; pero contra mi voluntad. (Vase.)
40

YAGO. Como pueda lograr darle una copa ,


Unida á la que ya bebió esta noche ,
De hiel y guerra quedará repleto ,
Como el lebrel de la señora mïa.
Ese imbécil Rodrigo , á quien hoy vuelve
Su pasion del revés , y que hondos tragos
Á la salud de Desdemona empina ,
Vela igualmente . Á tres nobles de Chipre ,
Jóvenes orgullosos que contemplan
Extáticos sü honra , flor y nata
De estä isla marcial , he saturado
Con bien repletas copas ; y esta noche
De guardia están tambien . Entre esta turba
De beodos yo haré que indigne Casio ,
De algun modo á lä isla ; más ... ahí vienen.
Si la suerte mi sueño lisonjëa ,
Impulsan mi bajel viento y marëa ..
Vuelve á entrar CASIO seguido de MONTANO , caballeros y sirvientes
que träen vino.
CASIO. Os aseguro , bajo mi palabra , que ya me han
hecho beber un trago.
MONT. ¡ Vaya en gracia ! ¡ Otro traguito ! ¡ Ménos de
un cuartillo , á fe de soldado !
YAGO. ¡Venga vino ! ¡ Hola !
Vuestras copas alegres chocad ;
Vuestras copas alegres chocad ,
Pues vive el soldado
De riesgos cercado ,
Tenga en cambio , al beber, libertad.
¡Vino , Muchachos !
CASIO. ¡ Vive Dios ! ¡ Preciosa cancion !
YAGO. Aprendíla en Inglaterra , donde son mäestros
en empinar. El dinamarqués , el aleman y el
barrigon holandés , que saben beber, nada
son comparados con el inglés.
4I

CASIO. ¿Tan bebedor es el inglés ?


YAGO. ¡ Vaya ! Fácilmente embriaga al danés. Ni
áun suda para humillar al tudesco , y hace
echar el alma al flamenco ántes que llenen el
segundo jarro.
CASIO. ¡ Á la salud de nuestro general !
MONT. Estoy pronto , teniente ; y os haré justicia .
YAGO. ¡ Oh querida Inglaterra !
Era Estéban un príncipe noble ;
Le costaba un ducado el calzon ;
Y, creyendo pagar más del doble ,
Á su sastre llamaba ladron .
Era mozo de seso y de chapa ;
Tú eres hombre de escaso valer ;
Con que , embózate humilde en la capa,
Que el orgullo al país va á perder.
CASIO. ¡ Vaya ! Esta cancion es aún más bonita que
lä otra.
YAGO . ¿ Quereis öirla otra vez ?
CASIO. No ; porque considero que es indigno de su
posicion quien tal hace. Está bien ; Dios so-
bre todo , y almas hay que se salvarán , y
otras que no se salvarán .
YAGO. Verdad es eso , amigo teniente.
CASIO. Yo , por mi parte , no hago ofensa al general
ni á ninguna persona de valïa ; espero sal-
varme.
YAGO. Y yo tambien , amigo teniente.
CASIO. Si tal ; pero , con permiso , no será ántes que
yo. El teniente ha de salvarse ántes que el
alférez ; no hablemos más de esto . Á nuestra
obligacion ; perdónanos nuestros pecados.
Caballeros , á nuestros quehaceres ; no vayais
á creer, caballeros , que estoy borracho ; este
es mi alférez ; esta mi mano derecha , y esta
42

mi izquierda ; no estoy borracho , me tengo


bastante bien , y bastante bien hablo.
TODOS. Perfectamente bien.
CASIO. Pues entónces , corriente ; y no vayais á crëer
que estoy borracho . (Vase.)
MONT. A la explanada , señores ; vamos á dar la
guardia .
YAGO . ¿Veis ese mozo que de aquí se aleja ?
Militar á quien César dado habrïa
Una legion ; más contemplad su vicio:
De su virtud el equinoccio justo
Tan idénticos son. ¡ Lástima grande !
Lä isla , sin querer, en ese estado ,
Puede turbar, que Otelo deposita
Şu confianza en él .
MONT . ¿Bebe á menudo ?
YAGO . Es prólogo constante de su sueño .
Dos veces al horario ve dar vueltas ,
Si no logra mecer su lecho el vino .
MONT. El general saberlo deberïa .
Apreciará de Casio las virtudes ,
Y tales faltas no verá , ¿ no es cierto ?
Entra RODRIGO .
YAGO. ¿ Qué ocurre , dí , Rodrigo ? (Aparte.)
Os ruego que vayais tras el teniente.
(Vase Rodrigo.)
MONT. ¡ Grande lástimä es que el noble moro
Fie tan alto puesto á quien aqueja
Tan invencible vicio ! Fuera justo
Al moro hablar.
YAGO. No yo. ¡ Por vida mïa !
Aprecio á Casio , y mucho por curarle
Hiciera ; más öid . ¿ Qué ruido es ese?
(Dentro.) ¡ Favor ! ¡ Favor ! ¡ Favor !
Vuelve á entrar CASIO , persiguiendo á RODRIGO.
43

CASIO, ¡Infame! ¡Pillo!


MONT. Teniente , ¿ qué pasó ?
CASIO. ¡ Darme lecciones ,
Á mí , de mi deber este bergante !
¡Al muy bergante volveré zaranda !
RODR ¡Á mí !
CASIO, ¿Charlas , infame ? (Golpëándole.)
MONT . Buen teniente.
Tened, señor, la mano. (Deteniéndole,)
Yo os lo ruego .
CASIO. Dejadme ir ú os romperé el bautismo.
MONT. ¡Vamos , estais bëodo !
CASIO, ¡ Yo bëodo ! (Luchan.)
YAGO. (Aparte á Rodrigo, que se va.)
¡ Sal , digo ! ¡ Vete , y á rebato toca !
Pero , ¡ mi buen teniente ! ¡ Caballero !
¡Favor ! ¡Teniente , öid ! ¡ Señor ! ¡ Montano !
¡ Favor ! ¡ Señòres ! ¡ Buena guardia es esta !
(Suena la campana.) -
Mas , ¿ quién toca á rebato ? ¡ Qué demonio !
Vendrá el pueblo . ¡ Por Dios , teniente, calma !
¡ Os vereis deshonrado para siempre !
Entran OTELO y acompañamiento.
OTELO. ¿Qué es lo que ocurre aquí ?
MONT.. iPor vida mia !
¡ Aún corre sangre! ¡ Estoy de muerte herido!
(Se desmaya .)
OTELO . ¡ Tenëos vive el cielo !
YAGO . ¡ Tenëos ! ¡ Eh , teniente ! ¡ Vos , Montano !
¡ Señores ! ¿El lugar : vuestros deberes
Así olvidais ? ¡ Tenëos ! ¡ Qué vergüenza!
Qs habla el general . ¡ Tenëos ! ¡ Hola !
OTELO. ¿Qué es esto ? ¡ Somos turcos ! ¿ Nos tratamos
Çual Dios pröhibe al otomano hacerlo ?
¡Cesad , por Cristo , tan feroz contienda !
44

¡ Quien intente en provecho de su rabia ,


Blandir su acero , tiene su alma en poco !
Por ello al punto morirá. Que calle
Esa campana horrenda, que perturba
De estä isla la paz . Decid , señores ,
¿Qué ocurre? Honrado Yago ; tú , que muerto
De pena estar pareces , ¿ quién fué causa
De este suceso ? Dime cuanto sepas .
YAGO. Nada sé. Cual amigos há un instante
En el cuartel se hallaban ; ahora mismo ,
Cual recien desposados ; mas de pronto ,
Como si hostil estrella los dañara ,
Los hierros blanden , que á sus pechos vuelven
En sangrienta discordia . No comprendo
Cuál fué la causa de tan fútil riña ;
Y ¡ ojalá que las piernas , que á este sitio
Á presenciarla en parte me conducen ,
En la gloriosa lid perdido hubiera !
OTELO . ¿ Cómo de vos os olvidásteis , Casio ?
CASIO . Perdonadme , señor, hablar no puedo.
OTELO . Digno Montano , tan juicioso siempre ,
De cuya juventud el porte grave
El mundo celebró ; cuyo renombre
Entre los buenos va de boca en boca ;
¿Qué pasa , qué os induce á despojaros
De esa reputacion , ganando sólo
Con el rico caudal de vuestra fama
Dictado de nocturno camorrista ?
Responded .
MONT . Digno Otelo , me hallo herido
De gravedad. De la ocurrencia puede
Daros noticias vuestro alférez Yago .
Á ahogar mi voz me obliga el sufrimiento.
Nada he dicho nï hecho en esta noche ,
Que , segun mi entender, punible sẽa ;
45

Á ménos que el instinto de la vida


Se juzgue error, y el defenderse crímen .
OTELO . ¡ Viven los cielos ! Á regir empieza
Mi sangre á mis mejores consejeros ,
Y la pasion , oscureciendo el juicio ,
Me pretende guïar. Si me desbordo ;
Si mi diestra levanto , quien más valga
Sentirá mi furor. Saber es fuerza
Cuál fué el origen de tan vil tumulto ;
Por quién fué promovido ; y el culpable ,
Si resultase ser gemelo mïo ,
Mi afecto perderá. ¡ Pero , es posible !
¡ En una fortaleza ! ¡ Aún perturbado
El juicio de las gentes por el miedo !
¡ Armar quimera por cuestion privada !
¡ Y por la noche ! ¡ Y en la guardia misma !
¡ Es monstruoso ! Yago , narra el caso .
MONT. Si por ser vuestro amigo y compañero ,
Faltais á la verdad un sólo punto ,
Soldado vos no sois.
YAGO. No me hostigüeis .
Mejor que de la boca me arrancaran
La lengua que ofender á Miguel Casio.
Pero, narrando la verdad , presumo
Que no le daño . General , öidme :
Conversando Montano y yo , de pronto
Uno llegó pidiéndonos auxilio ,
Perseguido de Casio , cuya espada
Vibraba enhiesta amenazante ; entónces
Calmar este señor pretende á Casio ,
Y al voceador yo sigo , temeroso
De que al pueblo sus gritos conturbaran ,
Como al fin sucedió ; porque , ligero ,
Se me logró escapar : vuelvo al instante ,
Y aprisa ; tanto más , por cuanto öïa
46

Las espadas chocar , y maldiciones


De los labios de Casio , que he escuchado
Esta noche no más . Cuando yo vine ,
Obra de instantes solamente , vílos
Blandiendo sus aceros , como estaban
Cuando llegásteis vos á separarlos.
Más del asunto referir no puedo .
Hombres los hombres son , y los mejores
Suelen errar ; acaso daño leve
Habrá causado Casio. Enfurecido
El hombre ofende al sér que mas aprecia.
Sin duda alguna Casio grave ultraje
Que impacientado soportar no pudo ,
Debió de recibir de aquel que hüïa .
OTELO . Yago , conozco tu honradez , y vëo
Que el lance quieres palïar , y tratas
De disculpar á Casio ; pero , Casio ,
Aunque os quiero , cesais en mi servicio.
Vuelve á entrar DESDEMONA.
¡Ved! ¡Ya mi dulce amor está despierta !
¡ Escarmiento sereis !
DESDEM . Mas¿qué sucede ?
OTELO . Bien mio , nada ya ; retorna al lecho .
Yo mismo curaré vuestras heridas.
(Á Montano . )
Conducidle.
Tú , Yago , ronda la ciudad entera.
Tranquiliza á las gentes que inquietara
Esta reyerta vil . Ven , Desdemona.
Achaque de la vida del soldado
Es ver su dulce sueño perturbado.
(Vanse todos ménos Yago y Casio. )
YAGO. ¡ Qué ! ¿ Estais herido , teniente ?
CASIO. Sí ; sin cura.
YAGO. ¡ Hombre ! No lo permita el cielo .
47

CASIO. ¡ Reputacion ! ¡ Reputacion ! ¡ Reputacion !


¡ Ah , perdí mi reputacion ! Perdí mi parte
inmortal : réstame la parte bruta solamente.
¡ Mi reputacion , Yago , mi reputacion !
YAGO . ¡ Á fe de hombre honrado , que crëí que ha-
biais recibido daño corporal : hay más en eso
que en la reputacion. La reputacion es sutil
y falsa añagaza ; se obtiene frecuentemente
sin merecimientos ; y, sin justo motivo , se
pierde : no habeis perdido reputacion alguna,
á ménos que juzgueis haberla perdido . ¡ Va-
mos , hombre ! Medios hay para hacer las pa-
ces con el general . Enojado ahora os despi-
dió ; más por sistema que por enemistad ;
como quien golpëa á un pobre can para inti-
midar á un leon enfurecido . Hacedle la corte
otra vez , y será vuestro .
CASIO. Mas bien le harïa la corte para que me des-
preciase , que para engañar á tan excelente
jefe con oficial tan frívolo , tan borracho y
tan indiscreto. ¿ Borracho ? ¿ Y loro charla-
tan? ¿Camorrista? ¿Fanfarron ? ¿Mal hablado
y discutidor de sandeces con su propia som-
bra? ¡ Oh , tú , espíritu invencible del vino!.
Si no tienes otro nombre para darte á cono-
cer, te llamaré demonio .
YAGO . ¿ Quién era ese á quien perseguïais con vues-
tra espada? ¿ Qué os habïa hecho ?
CASIO. No lo sé.
YAGO. ¡ Es posible !
CASIO. Recuerdo un mundo de cosas , pero nada dis-
tintamente . Una reyerta , pero no sé por qué
causa. ¡ Oh , Dios ! ¡Qué los hombres se in-
troduzcan en la boca á un enemigo que les
roba los sesos ! ¡ Que con júbilo , complacen-
48

cia , algazara y aplauso nos transformemos


en brutos !
YAGO. Pero ahora estais comparativamente bien .
¿ Cómo fué aliviaros tan pronto?
CASIO. El demonio de la embriaguez ha tenido á
bien ceder su puesto al demonio de lä ira .
Una imperfeccion me patentiza la otra , y
me obliga á despreciarme con toda since-
ridad.
YAGO. ¡ Vaya ! sois moralista bastante severo . Te-
niendo en cuenta el lugar de la ocurrencia y
el estado en que së halla este país , desearïa
con toda mi alma que no hubiera esto ocu-
rrido ; pero , puesto que así ha pasado , á en-
mendarlo en provecho vuestro.
CASIO. Si le pido que me reponga en mi puesto , me
contestará que soy un borracho. ¡ Tuviera yo
tantas bocas como lä hidra , tal respuesta las
T cerrarïa todas ! Tener ähora juicio ; ser luégo
un necio , y despues una fiera . ¡ Oh maravilla!
¡ Oh maldita la copa que indebidamente se
apura ! ¡ Lleva en sí un demonio !
YAGO . ¡Vamos , vamos ! El buen vino es buena y "
mansa criatura , si se le trata bien . No cla-
meis más conträ él. Y, amigo teniente , ¿ con-
fïo en que crëeis que os aprecio ?
.CASIO . Claramente lo he visto . ¡ Yo bëodo !
YAGO . Vos , ó cualquiera otro hombre , puede estar
alguna vez bēodo . Os diré lo que debeis ha-
• cer : la esposa de nuestro general es ähora
nuestra generala . Puedo decir esto , por
cuanto que se halla absorto en la contempla-
cion , observacion y anotacion de sus formas
y de sus gracias. Acudid francamente ä ella.
Rogadle que os ayude á que os • reponga en
49

vuestro puesto. Es de condicion tan franca ,


tan cariñosa , tan afable y tan bendita , que
en su bondad , estima crímen no hacer más
de lo que se le pide . El hueso roto entre
vos y su marido procurad que ella entablille ;
y, apuesto mi fortuna contra cualquier baga-
tela , que vuestro cariño , rotö hoy, quedará
más unido que antes.
CASIO. Cuerdamente me aconsejais.
YAGO. Os protesto de mi sincero cariño y de mi
honrada intencion.
CASIO. Confïo en vos ; y, en oportuno instante ma-
ñana , rogaré á la virtüosa Desdemona que
sëa mi protectora . Estoy completamente
arruinado si recibo ahora este jaque.
YAGO. Teneis razon . Buenas noches , teniente . Ten-
go que dar la guardia.
CASIO. Buenas noches , honrado Yago. (Vase Casio.)
YAGO. ¿ Quién dirá que me porto cual infame
Al dar tan útil y feliz consejo :
Tan natural , y el único camino
De recobrar el corazon del moro ?
Á la condescendiente Desdemona
En digna causa interesar es fácil ,
Fecunda , en su virtud ,. como el ambiente.
¿Y que ella pida al moro ? Le darïa
La gracia del bautismo , sin curarse
De símbolos y ritos que redimen
Nuestro pecado original . Sü alma
Está á su amor de tal manera unida ,
Que ella á su voluntad hace ó deshace :
Dios de sus pensamientos su capricho.
¿Cómo , pues , ser infame si la senda
Indico á Casio que á su bien conduce ?
¡ Grandiosidad divina del infierno !
4
50

Cuando el demonio revestirse quiere


De sus más negras culpas , al principio
Con aparato celestial se ostenta ,
Cual ahora yo. Pues mientras que ese necio
Á Desdemona pide que lo ampare ;
Y ella por él , ufana , ruega al moro ,
Este veneno verteré en su öido :
Que ella pide por él porque lo lö ama;
Y, tanto cuanto hiciere en su provecho ,
En la opinion ha de perder del moro.
Negra haré yo que su virtud se torne.
Que su misma bondad de red me sirva
Para apresar á todos.
Vuelve á entrar RODRIGO.
¡ Hola , Rodrigo !
RODR. Agregado voy á la jaurïa , no como can que
caza , sino como uno que late solamente .
Apénas me queda dinero. Me han apaleado
á las mil maravillas esta noche ; y el resulta-
do será , que habré ganado experiencia pro-
porcionada á mi trabajo ; y, así , sin dinero,
y con más juicio , retornaré á Venecia.
YAGO. ¡ Pero qué pobres son los impacientes !
¿Qué herida se curó sino despacio?
Obra el ingenio y no la brujerïa ;
Y es del ingenio auxiliador el tiempo.
¿ No va bien todo ? Casio te ha ofendido
Más , por daño tan leve , tú lograste
La perdicion de Casio . Bellas crecen
Sin la lumbre del sol diversas plantas ;
Pero los frutos que florecen ántes
Ántes maduran . Calma mientras tanto.
Amaneciendo viene ya. Las horas
Se amenguan con la accion y con el goce.
Retírate. Á buscar tu alojamiento
51

Vete ; más te diré , pero ahora , anda.


(Vase Rodrigo.)
Dos cosas se han de hacer : con su señora
Mi esposa debe interceder por Casio.
Á ello debo inducirla.
Mientras tanto , llamando aparte al moro ,
Haré que de improviso llegue y vềa
Cómo en coloquio están su esposa y Casio.
Esa la sendä es. Mi ingenio ähora
No emboten la inaccion ni la demora. (Vase.)
ACTO TERCERO .

ESCENA I.

Chipre. Ante el castillo .

Entran CASIO y algunos MÚSICOS.

CASIO. Tañed aquí , señores ; premiaré vuestros es-


fuerzos. Algo corto , y despues , « Salud al
general. » (Música. )
Entra el BUFON.
BUFON. Vaya , señores , ¿ han estado en Nápoles esos
instrumentos , que así hablan por las na-
rices?
I." MÚS. ¿ Cómo , señor, cómo es eso ?
BUFON. Con permiso ; ¿ son instrumentos de viento?
I. " MÚS. Sí , señor. Por supuesto que lo son.
BUFON. ¡Ya ! pues eso träe cola.
1. " MÚS . ¿ Cómo que träe cola ?
BUFON. Sí, señor, muchos instrumentos de viento que
yo me sé, träen cola . Pero , señores , aquí te-
neis dinero ; y el general de tal manera esti-
53

ma vuestra música , que os ruega encarecida-


mente que no hagais más rüido con ella.
I." MÚS. Pues , señor , no haremos más rüido .
BUFON. Si teneis música que no se öiga , á ello ; pero
dicen que al general no le agrada grande-
mente öir música.
1. or MÚS. No tenemos música de esa clase.
BUFON. Pues entónces , recoged vuestras gaitas , que
yo me voy. Idos ; desvaneceos en el aire ;
largo de aquí. (Vanse los músicos.)
CASIO. ¿Quieres öirme, buen hombre ?
BUFON. No quiero öiros , buen hombre ; perö oigo.
CASIO. Déjate , por Dios , de equívocos. Toma esta
monedilla de oro. Si la dama que acompaña
á la mujer del general está levantada , dile
que un tal Casio suplica que le conceda un
rato de conversacion . ¿ Lo harás ?
BUFON. Ya se ha rebullido , y si quiere rebullirse hácia
aquí, se lo notificaré.
CASIO. Hazlo , amigo. (Vase el Bufon. )
Entra YAGO.
Felices dias , Yago.
YAGO. ¿ Al lecho no habeis ido , por lo visto ?
CASIO. No ; pues al separarnos ya era dïa.
Llamar me he permitido á vuestra esposa,
Yago , por ver si proporcion procura
Para que á Desdemona hablar yo pueda.
YAGO. Ahora á veros vendrá . Yo , mientras tanto,
Me ingeniaré para llevarme al moro ,
Y así podreis hablar con más franqueza.
CASIO. Mis gracias aceptad. No he visto nunca
(Vase Yago.)
Mejor ni mas honrado Florentino.
Entra EMILIA.
EMILIA . Buenos dias , teniente ; mucho siento
54

La desazon , que es de esperar termine .


Del caso el general habla á su esposa ,
Que intercede por vos : responde el moro
Que el herido gran fama y relaciones
En Chipre tiene , y la razon le impulsa
Á rechazaros : su amistad , no obstante ,
De mas intercesor no necesita ;
Y que intenta coger, en cuanto pueda,
La primera ocasion por los cabellos ,
Para haceros tornar.
CASIO. Pero suplico ,
Si os parece oportuno y es factible,
Que hagais por que converse breve rato
Con Desdemona.
EMILIA. Pues entrad si os place.
Yo os llevaré donde podais tranquilo
De vuestra cuita hablar.
CASIO. Os doy las gracias.
(Vanse.)

ESCENA II.
1
Habitacion en el castillo.

Entran OTELO , YAGO y CABALLEROS.

OTELO. Yago , entrega estas cartas al piloto :


Que mis respetos al Senado ofrezca.
Venme á buscar despues al parapeto ,
En donde pasearé .
YAGO. Sereis servido .
OTELO . ¿Quereis estas defensas ver, señores?
CAB. Guïad , señor, si os place .
55

ESCENA III .

Eljardin del castillo.

Entran DESDEMONA , CASIO y EMILIA.

DESDEM. Descuidad , Casio amigo ; en vuestra causa


Todas mis artes emplear pretendo .
EMILIA. Hacedlo , sí , señora : os aseguro
Que este suceso á mi marido aflige
Como si suyo fuera .
DESDEM. Es un hombre de bien. Crëedme , Casio ;
Haré que vos y que mi dueño amigos
Seais cual ántes .
CASIO. Bondadosa dama ,
Ocurra lo que ocurra á Miguel Casio ,
Siempre será vuestro rendido siervo .
DESDEM. Gracias ; lo sé . Gran amistad os une
Á mi señor ; por tanto , estad seguro
De que razon política tan sólo
Vuestra actual distancia determina .
CASIO. Sí; mas esa razon , señora , puede
Tanto tiempo durar y alimentarse
De tan sutil é insustancial materia ,
Ó renovarse por tan fútil causa ,
Que , ausente y reemplazado , mi cariño
Y mi valer el general olvide.
DESDEM. No temais : ante Emilia , os aseguro
Que obtendreis vuestro puesto , y confianza
Tened en mí , que , si un favor prometo,
Á la letra lo cumplo. Ni descanso
Logrará mi señor : cuando tranquilo ,
No cesará mi voz de importunarle.
56

Su lecho será cátedra ; su mesa


Confesonario ; á cuanto hacer intente
Ingeriré la pretension de Casio.
Casio , alegräos , pues , la muerte sólo
Anulará la proteccion que os brindo.
EMILIA. Señora , ahí viene el amo.
CASIO. Dios os guarde.
DESDEM. Esperäos , y öidme.
CASIO. No , señora ;
Ahora nó , que më hallo mal dispuesto
Para hablar de mí mismo.
DESDEM. Como os plazca .
(Vase Casio.)
Entran OTELO y YAGO.
YAGO. ¡Ah ! No me agradä esto .
OTELO . ¿Qué digiste?
YAGO. Nada , señor, ni yo lo sé siquiera .
OTELO. ¿No es Casio quien hablaba con mi esposa?
YAGO. ¿ Casio , señor? no tal : no me parece
Que á hurtadillas se hubiera retirado
Cuando llegásteis.
OTELO . Él , era sin duda.
DESDEM. Bien vengas , dueño mïo.
Hablaba con humilde pretendiente ,
Que hoy á la sombra está de tus favores .
OTELO . ¿A quién aludes ? dime.
DESDEM. A Casio , tu teniente , dueño amado .
Si mágia alguna , ó si poder ejerzo
En tu espíritu , acepta sus excusas ;
Que , si sinceramente no të ama ;
Y si no obró , mas bien por ligereza
Que por maldad , la faz del hombre honrado
Juzgar no sé ; perdónalo.
OTELO . ¿Salia
Él ahora ?
57

DESDEM. Sí tal ; tan abatido ,


Que , partícipe yo de su tristeza ,
Sufro tambien. Rehabilitarlo debes ,
Amor mio.
OTELO . Mi dulce Desdemona ,
Hoy nó ; más adelante .
Desdem. ¿Será pronto?
OTELO . Pronto , por ti , será.
DESDEM. 3 ¿Cuando cenemos ?
OTELO . Nó , en esta noche nó.
DESDEM . ¿ Mañana entónces' ,
Á la hora de comer?
OTELO . No cómo en casa ;
Junta en la ciudadela habrá de jefes.
DESDEM. Pues al anochecer , ó bien el mártes
Temprano , al medio dïa , ó por la noche ,
Ó al despuntar el miércoles : te ruego
Que el plazo fijes tú , pero que sea
Dentro de los tres dïas ; te aseguro
Que se halla arrepentido ; y, bien mirado ,
Su falta (salvo que en la guerra dicen
Que escarmiento han de ser áun los mejores)
No es falta que merece la censura
De hombre á hombre. ¿ Cuándo lo perdonas ,
Otelo , dí? Mi mente no concibe
Qué me pidieras tú que te negara ,
Ni qué así , vacilante , concediera .
¡ Vaya ! ¡Con Miguel Casio ! ¡ Quien su ayuda
Te prestó en tus amores ! ¡ Que tu parte
Tantas veces tomó cuando yo misma
Te censuré ! ¡ Costarme tal trabajo
Su perdon ! Pues te digo que hago mucho ...
OTELO . ¡Por Dios, no más ! Que vuelva cuando guste;
Nada te he de negar .
DESDEM. Favor no es esto.
58

Es cual rogar que te pusieras guantes,


Comer de un plato , usar de más abrigo ,
Ó una súplica hacerte provechosa
Á ti no más. ¡ Ah ! Si un favor reclamo ,
Con que tu amor aquilatar pretenda ,
Será difícil , árduo , peligroso
Poderlo hacer.
OTELO . No he.de negarte nada ;
Y, en cambio , yo te pido solamente
Que aquí, solo , me dejes un instante.
DESDEM. ¿ Cómo negarme ? Adiós , dueño querido.
OTELO . Adiós , mi Desdemona ; poco tardo.
DESDEM. Emilia , ven. Tú , tus caprichos sigue ;
Á mí solo me toca obedecerte.
(Vase Desdemona con Emilia.)
OTELO . ¡ Criatura celestial ! ¡ Dios me maldiga !
Y ¡ cómo te amo yo ! ¡ Retorne el cäos
Cuando deje de amarte !
YAGO . Noble jefe..
OTELO. ¿ Qué dices , Yago?
YAGO. ¿ Al pretender al ama ,
Vuestro amor Miguel Casio conocïa?
OTELO . Desde el principio al fin . ¿ Por qué lo dices?
YAGO. Para satisfaccion de mi conciencia ;
Por nada más .
OTELO. ¿De tu conciencia , Yago ?
YAGO. Que eran ya conocidos ignoraba .
OTELO . Y medió con frecuencia entre nosotros.
YAGO. ¿De veras?
OTELO: ¡ De veras ! Sí , de veras. ¿ Qué hay en ello?
¿No es honrado ?
YAGO . ¡ Señor, honrado !
OTELO. ¡ Honrado!
Honrado , sí.
YAGO. No dudo que lo sea.
59

OTELO. Dime tus pensamientos.


YAGO . ¡ Pensamientos !
OTELO . ¡ Pensamientos ! ¡ Dios justo ! Me repite ,
Cual si un monstruo en su mente se escondiera
Horrendo , por demás , para mostrarse .
Algo das á entender. Hace un momento
Te oí decir, que « á tí no te agradaba , »
Al despedirse Casio de mi esposa.
Y¿qué no te agradaba? Y al decirte
Que fué mi confidente en mis amores ,
¿De veras? » exclamaste ; y tu entrecejo
Contragiste y frunciste , cual si imágen
Feroz en tu cerebro comprimieses.
Dime tus pensamientos si me aprecias.
YAGO. Señor, sabeis que os quiero.
OTELO. No lo dudo.
Porque sé que eres noble y que me estimas;
Y porque sé que tus palabras mides ,
Me estremecen así tus reticencias.
Son artificios esos , usuales
Entre la gente desleal y falsa ;
Pero en el justo son revelaciones
De recto corazon , que se denuncia
Sin poderlo evitar el albedrio.
YAGO. En cuanto á Miguel Casio , juraria
Que es un hombre de bien.
OTELO. Así lo creo.
YAGO. Los hombres deben ser lo que parecen ,
Ó nos valiera más que hombres no fueran .
OTELO. Es verdad ; deben ser lo que parecen.
YAGO. Pues cual hombre de bien estimo á Casio.
OTELO. Hay algo más en esto : te suplico
Que digas lo que piensas , lo que rumias ;
Y tus más negros pensamientos viste
Con las frases más negras.
60

YAGO. Perdonadme ,
Señor ; aunque lealtad sin fin os debo ,
No debo yo lo que ni el siervo debe.
¡ Mis pensamientos publicar ! ¡ Indignos
Decid que son y falsos ! ¿ Cuál el alma
Que jamás la impureza ha mancillado?
¿Dónde pecho tan puro , que no sëa
Á veces tribunal donde debaten
El recto juicio y la procaz astucia?
OTELO. Contra tu amigo tú , Yago , conspiras ,
Si juzgas que lo engañan , y á su öido
Dejaras ignorar tu pensamiento .
YAGO. Öid : como quizás aventurados
Mis juicios sean -sé que mi carácter
Me induce á escudriñar imperfecciones ;
Y que mi mismo celo muchas veces
Faltas fraguar më hace que no existen
De vuestra clara inteligencia espero
Que del que así sus juicios aventura ,
Ni caso hagais , ni consintais que os turbe
Con cálculos dudosos y sin tino.
Ni á vuestro bien ni á vuestra paz conviene ,
Ni á mi carácter varonil se amolda ,
Ni á mi honradez ni inteligencia cuadra
Decir mis pensamientos .
OTELO . ¿Qué insinüas ?
YAGO . La fama en la muje r com o en el hombre ,
Es la joya , señor, de más valïa.
Despojos roba quien mi bolsa roba ;
Es algo ; es nada ; porque , siendo mïa ,
Hoy es suyä, y esclava fué de miles.
Pero aquel que me roba mi buen nombre,
Me roba lo que en nada le enriquece ,
Y pobre á mí me deja.
OTELO. ¡ Vive Dios ! Yo sabré tus pensamientos.
61

YAGO. Jamás ; aunque estuviese en vuestra mano


Mi corazon , ni mientras yo los guarde .
OTELO . ¡ Ah !
YAGO. De los celos defended el alma ,
De ese monstruo , señor, de turbios ojos
Que engendra el alimento que devora.
Feliz el deshonrado , que , seguro
De su desdicha, á su rival detesta .
Más ¡ ay ! malditos los instantes corren
Del que adora , y sospecha , y dudä y ama.
OTELO . ¡ Ay , triste !
YAGO. Es rico asaz el pobre satisfecho ;
Es invernal penuria la riqueza
Para quien teme sin cesar ser pobre..
Dios libre al alma del amigo mïo
De los celos.
OTELO. ¿Por quién? ¿ Por quién lo dices?
¿Piensas tú que , celoso , correrïa
Á la par de las fases de la luna ,
Con sospechas dïarias mi existencia ?
No : dudar una vez es decidirse
De una vez. Fuera yo manso cordero
Si , á compás de tus juicios temerarios,
Mi espíritu nutriera en absoluto
Con tus vanas é indignas conjeturas .
Oir no me da celos que mi esposa
Es bella , gasta lujo y busca el trato:
Que es decidora , y canta , y tañe y baila :
Á la virtud rëalzan estas dotes.
Ni en mis escasos méritos motivo
Veré jamás para temor ni duda ,
Pues ojos tuvo y me escogió. Nó , Yago ;
Ántes ver que dudar : dudando , pruebas :
Con pruebas á la vista , resta sólo
Del amor despojarse ó de los celos .
62

YAGO. Me place. De ese modo me es posible


Mi cariño y lealtad patentizaros
Con más franqueza . Mi deber me impone
Esto decir- no hablamos aún de pruebas-
Á Casio vigilad y á vuestra esposa :
Ojo avizor ; ni incauto ni celoso .
De la bondad no dejaré que abusen
De vuestro noble y cándido carácter.
Observad ; yo conozco á mis paisanos.
En Venecia se deja que los cielos
Contemplen travesuras que se esconden
De los maridos. Sirve la conciencia
Para no hacerlo , no : para ocultarlo.
OTELO. ¿ Eso dices ?
YAGO. Casándose con vos burló á su padre :
Temblaba , al veros , con pavor. fingido
Cuando os amaba más.
OTELO . Verdad es eso .
YAGO. ¡ Pues vamos ! Quien tan jóven ya sabïa
Así fingir, que los paternos ojos
Selló como con cera... ¡ Y él pensaba
Que eran hechizos ! Pero ¡ qué imprudencia !
Mi cariño excesivo perdonadme.
OTELO. Agradecido te estaré por siempre.
YAGO. Observo que os conturba lo que digo.
OTELO. No tal ; no tal.
YAGO. Á fe que lo recelo .
Pensad que lo que hablé mana tan sólo
De mi cariño. Más ¡ estais turbado !
No torzais el sentir de mis palabras ,
Cuyo alcance no llega mas que á dudas.
OTELO. No lo haré.
YAGO. Si lo hiciérais , mi discurso
Á un extremo , quizás , conducirïa,
Que ni pude pensar. Amigo mio
63

El noble Casiö es : pero turbado


Estais , señor.
OTELO. Mi turbacion no es cosa :
Honrada á Desdemona considero .
YAGO. Que por siempre lo sëa , y que por siempre
Como tal la estimeis.
OTELO . Y , sin embargo ,
Si el sendero perdió naturaleza...
YAGO. Ese es el caso : porque , francamente ,
No aceptar tanto enlace convenido
Con gente de su patria , raza y rango ,
Como era natural á todas luces...
¡ Bah ! semejante voluntad viciada
Indica desarreglö y alma enferma ;
Más , perdonadme . Al asentar mi tésis ,
Á este caso especial no me refiero.
Más temo yo , que si á su recto juicio
En un momento su capricho cede ,
Os vaya á comparar con sus paisanos
Y se arrepienta.
OTELO . Adiós , adiós. Si sabes
Alguna cosa más , que me lo digas.
Que observe tu mujer. Déjame , Yago.
YAGO. Quedad , señor, con Dios. (Yéndose.)
OTELO . Y ¿ por qué me casé ? Sin duda sabe ,
Y ve más , mucho más de lo que dice ,
Esta honrada criatura .
YAGO. (Volviendo.) Desearïa
Suplicaros , señor, que no os ocupe
Este asunto ya más . Dejadlo al tiempo.
Aunque debeis rehabilitar á Casio ,
Pues cumple con su encargo dignamente ,
No lo hagais , si os parece , por ähora:
Así vereis quién es y con quién cuenta.
Notad si vuestra esposa esfuerzos hace ,
64

Con vehemencia excesiva por que torne :


Esto dará gran luz. Inoportunos
Considerad , en tanto , mis temores ;
Pues con razon me temo que lo han sido,
Y que no la culpeis , señor , os ruego.
OTELO . Nada temas.
YAGO. De nuevo, Dios os guarde . (Vase.)
OTELO . Este es hombre honradísimo y conoce ,
Cual discreto , los móviles humanos.
Si es que indómito halcon juzgarla debo ,
Así los grillos que la`amarran fueran
Del corazon las mas preciadas fibras ,
Á merced de los vientos la lanzara ,
Y libre cazarïa. Por ser negro ,
Por no ser cortesanas mis costumbres ,
Ó , acaso , por haber ya descendido
Al valle de la edad . ¡ Importa poco !
Me abandona , me engaña , y mi consuelo
Odiarla debe ser. ¡ Maldito lazo !
¡ Nuestras ser estas frágiles criaturas
Y nó sus apetitos ! Del ambiente
De oscura cárcel , como sapo inmundo ,
Ántes quiero vivir, que parä otro
Un rincon conservar en mis amores.
Más es la plaga del soberbio ; tiene
Aun ménos privilegios que el humilde .
Fatal es cual la muerte su destino :
Plaga oprobiosa que , al nacer , el hado
Nos decretó . Se acerca Desdemona .
¡ Si falsä es, de sí se burla el cielo !
No lo puedo crëer.
Vuelven á entrar DESDEMONA y EMILIA.
DESDEM. Otelo mïo ,
¿Qué te pasa ? Te espera la comida
Y los nobles isleños que invitaste.
65

OTELO . Mi culpă es.


DESDEM. ¿Por qué tan quedo hablas?
¿No estás bueno?
OTELO . Dolor siento en la frente.
DESDEM. Eso es de velar ; pronto se cura.
Te ataré mi pañuelo . En una hora
Pasará.
OTELO. Tu pañuelo es muy pequeño .
(Separándose el pañuelo , que cäe al suelo . )
Déjalo estar. Iré contigo : Vamos.
DESDEM. Que no te encuentres bien me desconsuela.
(Vanse Otelo y Desdemona. )
EMILIA. Me alegra haber hallado este pañuelo,
Que el regalo primero fué del moro.
Cien veces mi tiránico marido
Robarlo me mandó . Mas en estima
Ella lo tiene , que él la instó que siempre ,
Para hablarle y besarlo , lo tuviera
Cerca de sí. Copiar quiero el bordado ,
Y á Yago lo daré . Para qué objeto
Lo querrá , sabe Dios ; no yo , que sólo
Satisfacer pretendo su capricho.
Vuelve á entrar YAGO,
YAGO . Vamos á ver, ¿ tan sola qué të haces ?
EMILIA. No riñas ; para ti tengo una cosa.
YAGO. ¡ Una cosa ! Será cosa cualquiera.
EMILIA. ¿De veras?
YAGO . Una esposa casquivana.
EMILIA. ¿Ý nada más ? ¿ Dí , cuánto me darïas
Por el pañuelo aquel ?
YAGO . ¿Por qué pañuelo ?
EMILIA. ¿ Por qué pañuelo ? Por aquél que el moro
Dió en prenda de su amor á Desdemona ,
Y, tenaz , me pediste que robara.
YAGO. ¿Lo robaste?
66

EMILIA. No tal : se le ha caido .


Lo cogí, la ocasion aprovechando ;
Y aquí está.
YAGO . Venga , pues , gentil criatura.
EMILIA. ¿ Qué vas á hacer con él , que tanto empeño
En lograrlo tuviste ?
YAGO. (Arrebatándoselo. ) No te importa.
EMILIA. Si nö es para asunto de importancia ,
Devuélvemelo ya . Pobre ama mïa ,
Loca se va á volver si no lo encuentra.
YAGO. Aparenta ignorar. Falta më hace.
Ähora , vete. ( Vase Emilia . )
En la mansion de Casio
Pierdo el páñuelo para que él lo encuentre.
Vanas trivialidades el celoso
Cual dogmas evangélicos admite.
Podrá ayudar. El moro transformado
Está con mi ponzoña . Son veneno
Los juicios temerarios en esencia :
Al paladar no ofenden al principio ,
Pero despues sobre la sangrë obran ,
Que cual mina de azufre se enardece.
¡ No lo dije ! Allí viene . No hay beleño ,
Mandrágora , narcótico ninguno
Que el dulce sueño propinarte pueda
Que gozabas ayer.
Vuelve á entrar OTELO.
OTELO. Á mí engañarme !
YAGO. i Ea ! Vamos , general , no hableis más de eso.
OTELO . ¡ Atrás ! ¡ Huye ! Por tí yazgo en el potro.
¡Juro á Dios ! Vale más ser engañado
Que sospechar.
YAGO. ¡ Ea , vamos , jefe mïo !
OTELO . De sus ocultas horas de impureza
¿Qué supe yo ? Ni vistas , ni pensadas ,
67

No me hirieron jamás : tranquilamente


y satisfecho me dormïa ,
Felizzy
Y en sus labios no ví besos de Casio.
Al que tiene un tesoro y se lo roban ,
No le roban si el hurto no descubre .
YAGO. Me apesadumbra öiros .
OTELO. Fuera feliz si al campamento en masa
Brindara su beldad , áun á las turbas ,
Ignorándolo yo . Mas , ¡ ah ! por siempre
Adiós , tranquilidad ; adiós , contento ;
Adiós , brillo marcial , y vastas guerras
Que trocais ambiciones en virtudes ;
¡ Adiós ! Adiós , relinchador caballo ,
Clarin sonoro , excitador redoble
Del bélico tambor, pífano agudo ,
Estandarte rëal , noble cortejo
De pompas , vanidades y esplendores ,
Inseparables de la lid gloriosa.
Y, vosotras , ¡ oh máquinas de muerte !
Cuyas rudas gargantas reproducen
La voz terrible del potente Jove ,
¡ Adiós ! Cesó la ocupacion de Otelo.
YAGO . ¿Es posible , señor?
OTELO. Infame , pruebas.
Prueba tú que es adúltera mi esposa ;
Dame prueba ocular; ó , te lo juro
Por la eterna salud del alma humana ,
Más te valiera can haber nacido
Que responder á mi iniciada furia .
YAGO. ¿Á esto vino á parar?
OTELO . Haz que lo vëa ,
Ó pruébalo , á lo menos , de tal modo ,
Que no quede salida ni resquicio
Por donde pueda deslizar la duda ,
Ó pagas con tu vida.
68

YAGO. Noble amo...


OTELO . Si la infamaste , dándome tormento ,
No reces más : renuncia á tu conciencia ;
Horrores sobre horrores acumula ;
Haz por que el cielo lágrimas derrame ,
Y espanta al universo : no es posible
Que tu eternal condenacion acrezcas.
YAGO. ¡Dios y el cielo me amparen! ¿Y sois hombre?
¿Teneis alma y sentido? i¡ Dios os guïe !
Arrojadme de vos . ¡ Necia criatura !
¡ Vivir y ver que su virtud es vicio !
¡ Mundo crüel ! Aprende , aprende, joh mundo!
Ser honrado y veraz es peligroso.
Gracias por la leccion ; ni más amigos
He de tener, pues la amistad ofende .
OTELO . No , quédate . Por fuerza , eres honrado.
YAGO. Discreto debo ser : de sus afanes
Arroja el fruto la honradez imbécil .
OTELO . ¡Vive Dios ! Pura á mi mujer estimo ,
Y, al par, que nö lo es ; que tú eres bueno,
Y que bueno no eres : quiero pruebas.
Su nombre , puro , cual la casta luna ,
Ahora se ve manchado y denegrido
Como mi faz. Si hay cuerdas ó puñales ,
Ponzoña , ó fuego , ó rïos procelosos ,
No lo soportaré . ¡ Pruebas , Dios mïo !
YAGO. Observo que el dolor el alma os röe ,
Y de haberlo excitado me arrepiento.
¿Pruebas quisierais vos?
OTELO . ¿Que las quisiera?
Las exijo.
YAGO. Si tal. ¿ટં Más de qué modo ?
¿Cuáles pruebas , señor ? Groseramente
Expectador de vuestro propio agravio ,
Quisierais vos...
69
OTELO.
YAGO . ¡ Oh maldicion eterna !
Difícil me parece que serïa
Ver nunça ese espectáculo . ¡ Malhaya
Si otros humanos ojos que los suyos
Los pueden contemplar : esto sentado ,
¿Qué he de decir, ni cuáles son las pruebas?
Que vos lo presencies , es imposible ;
Ni que fueran ardientes como cabras ,
Lujuriosos cual monos ; ó salaces
Como lobos en celo , ó tan estultos
Cual puede serlo la ignoranciä ébria.
Pero , debo añadir : si presunciones ,
Si vehementes indicios , que tenaces
De la verdad al pórtico conducen ,
OTELO. Aceptais como pruebas , tendreis pruebas.
Dame de su traicion un testimonio .
YAGO.
El cargo no me place .
Mas ya que en esta empresa me he metido ,
Por mi obtusa honradez y amor guïado ,
Continuaré. Con Casio descansaba
Há poco ; y un dolor crüel de muelas
Que conciliara el sueño me impedïa.
Hay personas de espíritu tan libre,
Que sus negocios al soñar descubren ;
Y Casio de estas es . Mientras soñaba
Le öí decir : « ¡ Mi dulce Desdemona ,
Nuestro amor, cautelosos , ocultemos ! >>
Despues mi mano con afan oprime ,
Y exclama : « Dulce prenda » y besa ansioso,
Cual si arrancara de räiz los besos
Que juzgaba crecer sobre sus labios.
Despues suspira y besa , y, luego , añade :
OTE
LO. Suerte maldita que te entrega al moro. »
YAG
O. ¡ Horror ! ¡ Horror !
Mas son tan sólo sueños.
70

OTELO . Pero hechos consumados patentizan ;


Y dan luz , aunque sólo sueños sëan .
YAGO. Y otras pruebas , tal vez , así se espesen ,
Sutiles por demás.
OTELO . La haré pedazos .
YAGO. No señor. Discrecion . Nada hemos visto ;
Aún puede ser honrada. Mas , decidme :
ૐ Habeis visto en poder de vuestra esposa
Un pañuelo de fresas motëado ?
OTELO . Tal le dí yo . Fué mi primer presente .
YAGO. No sé. Mas hoy con uno semejante ,
(Que era el de vuestra esposa jurarïa ) ,
Casio limpió su barba.
OTELO . ¡ Si ese fuera !
YAGO. a
Si ese fuer , ó cual quie r otro pañuelo ,
Contra ella hablara á lo restante unido .
OTELO. ¡ Ah ! ¡ Tuviera ese esclavo diez mil vidas ! ...
¡ Para vengarme es pobre y débil una !
Me convencí por fin. Escucha , Yago :
Así todo mi amor lanzo á los aires :
Se fué.
¡ De tu antro oscuro sal , negra venganza !
Cede ¡ amor ! tu corona , cede el trono
Fijo en mi corazon , á odio tirano.
Hínchate , pecho , con tu horrible empresa;
Con las lenguas de áspides que anidas.
YAGO. Tranquilizäos.
OTELO. ¡ Sangre ! ¡ Sangre ! ¡ Sangre!
YAGO. Calma , señor. Podeis arrepentiros.
OTELO . Yago , jamás. Cual del Euxino Ponto
Corriente helada avanza irresistible ,
Sin reflujo , con ímpetu constante ,
Y al Propóntide va y al Helesponto ;
Así mis pensamientos , sanguinarios
Fluyen veloces sin cejar un punto ,
71

Sin refluir á plácidos afectos ,


Hasta que atroz venganza los engolfe.
Ahora , por ese cielo tachoǹado ,
Con la veneracion anexa á un voto ,
Mi palabra á cumplir aquí me obligo .
(Se arrodilla. )
YAGO . No os levanteis . ( Se arrodilla. )
Lumbreras eternales ,
Escuchad ; elementos que nos ciñen ,
Escuchad. Aquí Yago inteligencia ,
Manos y corazon cede en ventaja
Del injuriado Otelo. Que él disponga:
Por sanguinaria empresa que ordenare,
No cumplir su mandato será crímen .
OTELO . Y yo saludo á tu amistad , que acepto ,
Y no con huecas gracias reconozco .
En este instante he de ponerla á prueba :
Ven dentro de tres dïas á decirme :
« Casio no vive ya. »
YAGO. Murió mi amigo :
Fué vuestra voluntad , mas ella viva.
OTELO . ¡ Vil mozuela ! ¡ Malhaya , sí , malhaya !
Vamos , vente conmigo . Medios busco
Con los que pueda dar rápida muerte
Al bello Lucifer. Tú desde ähora
Mi teniente serás .
YAGO. Y siempre vuestro. (Vanse. )
72

ESCENA IV .

Ante el castillo.

Entran DESDEMONA, EMILIA y BUFON.

DESDEM. Oye , tú. ¿ En dónde pára el teniente Casio?


BUFON. No me atrevo á decir que pára en parte al-
guna.
DESDEM. Hombre , ¿ porqué?
BUFON. Es militar , y considerar parado á un militar
cuesta la vida.
DESDEM . Vaya en gracia. ¿ En dónde habita?
BUFON. Eso es lo que me pára.
DESDEM. ¿Qué se puede sacar en limpio de esto?
BUFON. Como no sé donde habita , inventar aloja--
miento y decir que pára aquí ó que pára allí,
fuera dis - para — tar.
DESDEM. ¿ Quieres averiguarlo preguntando?
BUFON. Catequizaré al mur.do entero , es decir, pre-
guntaré y responderé de conformidad.
DESDEM. Búscalo , y dile que aquí venga ; que he inter-
cedido por él con mi esposo , y que confïo en
que todo se arreglará.
BUFON. Cabe esta empresa dentro del círculo de la
inteligencia humana , y, por lo tanto , la em-
prenderé. (Vase. )
DESDEM. ¿ Dónde he perdido , Emilia , mi pañuelo ?
EMILIA. Señora no lo sé .
DESDEM. Pues te aseguro que mejor quisiera
Perder mi bolsa llena de cruzados .
Si no fuese porque es mi noble moro
Dë alma tan lëäl , y tan exento
73

De esas bajezas que al celoso turban ,


Para hacerle dudar esto bastara.
EMILIA. ¿ No es celoso ?
DESDEM . ¿Quién , él ? Su sol nativo
Pienso que en él , secó tales manïas.
EMILIA. Ahí llega , ved.
DESDEM . Hasta que Casio torne
No cejaré.
Entra OTELO .
¿Cómo , señor, te encuentras ?
OTELO . Muy bien, prenda querida . (Aparte. ) El disimulo
¡ Oh cuánto cuesta ! ¿ Y tú , mi Desdemona?
DESDEM . Mi dulce dueño , bien.
OTELO . Dame tu mano .
Húmeda está , señora .
Desdem. No conoce
Ni la edad ni las penas todavïa .
OTELO . Fecundidad arguye y franco pecho ;
Ardiente , ardiente y húmeda : requiere
Perder su libertad , rezos y ayunos ;
Gran penitencia , pláticas piadosas ;
Que el sudante diablillo que aquí vëo
Se suele rebelar : mano excelente ,
Mano franca .
DESDEM. Verdad : puedes decirlo ;
Pues dí mi corazon con esa mano.
OTELO . Es mano liberal . En otros tiempos
Las manos regalaban corazones :
Hoy la moderna heráldica no pide
Corazones , con manos se contenta .
DESDEM. No entiendo. Vamos , tu promesa cumple.
OTELO . ¡ Qué promesa , paloma !
DESDEM. Para hablarte
Ahora Casio vendrá.
OTELO . Catarro fuerte
74

Hoy me atormenta. Dame tu pañuelo .


DESDEM. Aquí está.
OTELO . Dame aquel que yo te he dado .
DESDEM. No lo tengo.
OTELO . ¿Qué no?
Desdem. No , dueño mïo .
OTELO . Desgracia grandë es . Ese pañuelo
Don á mi madre fué de una gitana :
Era hechicera , y descifrar sabia
Pensamientos ajenos . Mientras fuese
Suyo , le dijo, sin cesar mi padre
La amara , bella siempre ante sus ojos .
Perdido ó regalado , despreciada
Por él eternamente se verïa ,
Su espíritu cazando nuevos goces.
Legómelo al morir ; y, si la suerte
Me destinaba , acaso , para esposo ,
Me encargó que á mi esposa lo entregara..
Tal hice yo . Pues bien , medita en ello ;
Vale más que las niñas de tus ojos ;
Perderlo ó regalarlo causaria
Perdicion á ninguna semejante.
DESDEM. ¿ Es posible ?
OTELO . Es verdad. En su tejido
Hay magia. Una Sibila , que completos
Del sol doscientos círculos contaba
En este mundo , terminó lä obra
En su furor profético . Benditos
Los gusanos creadores de esa seda
Estaban ; y en un bálsamo , sacado
Con ciencia magistral de corazones
De Vírgenes , la tela fué teñida.
DESDEM. Pero , ¿ cómo , es verdad ?
OTELO . Sin duda alguna;
Y, por tanto , de él cuida .
75

DESDEM. ¡A Dios pluguiera ,


Entónces , que jamás lo hubiera visto!
OTELO. ¡ Ah ! ¿ Porqué ?
DESDEM. ¿Porqué tan excitado ë iracundo?
OTELO. ¿ Perdido está ? ¿ Despareció ? Responde .
No lo tienes.
DESDEM . ¡ Los cielos nos amparen !
OTELO . ¿Qué dices?
DESDEM. Perdido nó. Mas ¿ qué, si lo estuviese?
OTELO . ¿Cómo?
Desdem. No lo he perdido , te repito.
OTELO. Vé por el ; que lo vëa.
DESDEM . Bien podrïa
Träerlo , mas ähora no lö hago .
Mi súplica eludir así pretendes ,
Oye. Quiero que á Casio rehabilites.
OTELO . Dame el pañuelo ; mi alma ya recela .
DESDEM. Calla , calla ,
Hombre nunca hallarás de más pericia.
OTELO . El pañuelo .
Desdem. Por Dios , habla de Casio.
OTELO . El pañuelo .
DESDEM . Quien siempre en tu cariño
La base estableció de su fortuna ,
De tus riesgos partícipe...
OTELO . El pañuelo.
DESDEM. Pues , en verdad , la culpa es tuya.
OTELO . ¡ Vete !
(Vase.)
EMILIA. ¿Este hombre , decid , no está celoso?
DESDEM. Jamás así lo he visto . De seguro
Que ese pañuelo encierra algun hechizo ;
Y es gran desgracia para mí perderlo.
EMILIA. Un año ó dos la condicion del hombre
No revelan. Estómagos tan sólo ,
76

Con ansia nos devoran ; mas , saciados ,


Nos arrojan . Ved : Casio y mi marido.
Entran CASIO y YAGO.
YAGO. No hay otro medio . Debe hacerlo ella.
Y, ¡ qué casualidad ! Id á rogarle.
DESDEM. Y bien , amigo Casio , ¿ qué noticias ?
CASIO. Mi pretension , señora. Yo os suplico
Que vuestra santa intercesion alcance
Que la amistad yo logre del que aprecio
Con toda el alma. Sepa el resultado :
Si es mi delito de tan negra especie ,
Que , ni pasados méritos , ni angustias
Presentes , ni propósitos de enmienda
Logran ya su cariño rescatarme ,
Saberlo me conviene ; porque , al menos ,
Me vestiré satisfaccion forzada ,
Obligado á tomar otro camino ,
El óbolo buscando de la suerte .
DESDEM. Gentilísimo Casio , desentona
Hoy la plegaria mïa . Mi marido ,
Mi marido nö es ; y , si de aspecto
Hubiera cual de espíritu mudado ,
No lo conocerïa . ¡ Así me amparen
Todos los santos ! hice cuanto pude;
Y á punto estuve de sufrir su enojo
Por mi audacia . Debeis tener paciencia :
Que cuanto pueda haré ; ni tanto osara
Para mí misma hacer, y que esto os baste.
YAGO . ¿ Enojado mi jefe?
EMILIA. Há poco rato
Excitado salió sobre manera .
YAGO. ¿Él enojado ? Por el aire he visto
Volar sus filas del cañon á impulsos ,
Y arrebatarle , cual si diablo fuera ,
De sus amantes brazos á su hermano .
77

¿Y él enojado? Caso de importancia


Debe sin duda ser. Iré á buscarle.
¡ Serio , si está enojado , es el asunto!
(Vase Yago.)
DESDEM. Hacedlo , sí . Los públicos negocios
Sin duda — de Venecia , ó bien oculta
Traicion que en Chipre descubierta ha sido—
Eso turba su espíritu ; y ocurre
En semejantes casos que batalla
La humana condicion con pequeñeces,
Aunque nobles propósitos la impulsen .
Tan es así, que basta que nos duela
Un dedo sólo , y los restantes miembros
Del dolor, aunque sanos , participan.
Pero , además , los hombres no son dioses ,
Ni hay que exigir, tampoco , que nos traten
Como á una novia cuadra. Reconozco
Mi culpa , Emilia : con el alma toda
Poco leal guerrera , le inculpaba
Por su rigor ; más hallo que el testigo
Que soborné declara con falsïa.
EMILIA. ¡ Plegue al cielo que públicos asuntos,
Le ocupen , cual pensais ; y no quimeras
Que á vos atañen y á triviales celos !
DESDEM. ¡ Válgame Dios ! Jamás le dí motivo .
EMILIA. Mas al celoso así no se responde ,
Pues celoso no está por causa alguna.
Está celoso porque está celoso .
Monstruo que á sí se engendra y de sí nace.
DESDEM. Dios de Otelo el espíritu proteja
De semejante monstruo.
EMILIA. Amén , señora.
DESDEM. Iré en su busca. Pasëäos , Casio ,
Que vuestra pretension , si está propicio ,.
Procuraré que á realizarse llegue .
78

CASIO. Humildes gracias aceptad , señora.


(Vanse Desdemona y Emilia. )
Entra BLANCA.
BLANCA. Salud , amigo Casio.
CASIO. ¿Qué të hace
Salir de casa , mi preciosa Blanca ?
¿ Cómo estás , dulce amor? Iba en tu busca.
BLANCA. Yo , Casio , á tu mansion me dirigïa .
¡ Una semana ausente ; siete noches
Y siete dïas ; veinte veces ocho ,
Y ocho horas más ! Y si el amor las cuenta
Más lentas corren que el reloj cien veces.
¡ Oh triste calcular !
CASIO. Blanca , perdona.
Pensamientos de plomo me oprimïan ,
Pero , en tiempo propicio , resarcirte
De esta suma de ausencia te prometo.
Este pañuelo imita , dulce Blanca.
( Dándole el pañuelo de Desdemona. )
BLANCA. ¡ Oh , Casio ! ¿ Dónde , dime , lo has hallado?
Prenda de nuevo amor sin duda es esta ;
La causa de tu ausencia ya me explico.
¿Este el fin vino á ser? ¡ Válgame el cielo !
CASIO. Anda , mujer; sospecha tan villana
Contra los dientes de Satan fulmina .
De quien la hubiste. ¿ Celos ahora tienes ?
¿Y que este es don de una querida juzgas ?
Pues , Blanca , no es verdad .
BLANCA. ¿De quién es, dime?
CASIO. Amor mïo , no sé. Lo hallé en mi cuarto.
Me agrada , y, por si acaso lo reclaman ,
Como es fácil , quisiera tener copia.
Toma , imítalo , y déjame aquí solo.
BLANCA. Dejarte ? ¿ૐ Mas , porqué?
CASIO. Porque ahora aguardo
79

Al general ; y en mi favor no arguye ,


Ni quiero yo que con mujer me vëa.
BLANCA. Mas , porqué?
CASIO. No dirás que no të amo .
BLANCA. Mas sí , que no më amas. Ven conmigo
Un corto trecho , y dime si esta noche
Te debo ver.
CASIO. No más que un trecho corto
Puedo contigö ir, pues en espera
Me toca estar; mas te veré en seguida.
BLANCA. Cómo ha de ser. Tendré que conformarme.
(Vase.)
ACTO CUARTO .

ESCENA I.

Chipre: ante elcastillo.

Entran OTELO y YAGO.

YAGO. ¿Qué os parece ?


OTELO . ¿Parece , Yago ?
YAGO. ¡ Vaya !
Besar á ocultas .
OTELO . ¡ Clandestinos besos !
YAGO. ¿Ổ yacer en el lecho con su amigo
Una ó dos horas sin malicia alguna?
OTELO. ¿Yago , en el lecho y sin malicia alguna ?
Hipocresïa contra el diablo es esa .
De los que , amando la virtud , tal hacen ,
El diablo tienta la virtud , mas ellos
Al cielo tientan .
YAGO. Pues si mal no hicieren
Falta es esa venial . Mas si regalo
Á mi esposa un pañuelo .
81

OTELO. Continüa.
YAGO . Nada. Es suyo , señor ; y, siendo suyo ,
Puede esa prenda dar á quien le plazca.
*OTELO. De sü honra tambien ella es custodio;
Y ¿puede darla acaso?
YAGO. La esencia de lä honra es invisible ,
Y la suele tener quien no la tiene ;
Pero en cuanto al pañuelo...
OTELO . ¡ Á fe que con placer lo olvidarïa !
Tú me dijiste -¡ ay Dios ! á mi memoria
Revoleando llega como cuervo
Que augura males á la infecta casa -
Que él tiene mi pañuelo.
YAGO. Mas¡ qué importa!
OTELO. ¿Te parece eso bien?
YAGO. ¿Qué , si os dijera
Que yo le ví faltaros , ó decirlo?
Hay en el mundo infames , que por causa
De asiduo cortejar, ó por la fuerza
Del espontáneo amor de sus queridas ,
Las vencen ó secundan . ¡ Y hablan luégo!
OTELO . ¿ Ha dicho algo?
YAGO. Sí , señor, ha dicho .
Pero se desdirá ; yo os lo aseguro .
OTELO. ¿Qué dijo ?
YAGO. Á fe, que conseguido habia.
No sé qué ha conseguido.
OTELO . ¿Qué , qué?
YAGO. De ella.
OTELO . ¿De ella?
YAGO . De ella ó con ella ; como os plazca .
OTELO . ¿ De ella ? ¿ Con ella ? ¡ De ese modo se anun-
cia cuando nos venden ! ¡ Oh podredumbre!
¡ Que confiese ! ¡ Que lo ähorquen por tal ha-
zaña ! ¡ Que lo ähorquen primero y que luégo
6
82

confiese ! ¡ Me estremezco de pensarlo ! ¡ La


humana naturaleza no puede , sin causa , re-
vestirse de tan asombrosä ira ! ¡ No son pa-
labras las que así me conmueven ! ¡ Bah! Na-
riz ; öidos ; labios. ¿ Es posible ? ¡Confesion !
¡ Pañuelo ! ¡ Oh Lucifer ! ( Cae en un vértigo. )
YAGO. Adelante , adelante , medicina .
Así al crédulo imbécil se aprisiona ;
Y dignas , puras é inocentes damas
Así tambien se pierden . ¡ Hola ! ¡ Vamos !
¡ Señor! ¡Señor ! ¡ Otelo !
Entra CASIO.
Casio amigo .
CASIO. ¿Qué ocurre ?
YAGO. Con el vértigo está el jefe.
Este es repeticion : ayer lo tuvo .
CASIO. Sus sienes restregad .
YAGO. De ningun modo :
El síncope seguir su curso debe ;
Ó, echando espumarajos por la boca ,
En salvaje demencia se desata .
Mirad. Se mueve. Retiraos un rato.
Pronto se repondrá . Cuando se ausente
Hablaros quiero de importante asunto.
(Vase Casio. )
¿Cómo va, general ? ¿ Teneis herida
La cabeza tal vez?
OTELO. ¿De mí te burlas?
YAGO. ¿Burlarme? ¡ No por Dios ! Vuestra desgracia
Ojalá conllevarais vos cual hombre.
OTELO . El hombre deshonrado es fiera y mónstruo.
YAGO. Pues muchas fieras en ciudades viven ;
Y muchos mansos mónstruos .
OTELO. ¿Lo confiesa?
YAGO . Señor mïo , sed hombre. Ved que yunta
83

Pudiera hacer con vos cualquier persona


De pelo en pecho al propio yugo uncida.
Millones hay que al acostarse juzgan
Que es suyo sólo el lecho deshonrado.
Vuestro caso es mejor. ¡ Oh ! del infierno
Blanco es uno ; juguete del demonio ,
Si á la impura mujer , juzgando casta ,
Besamos en el lecho consagrado .
Que sepa yo ; que , así , pues me conozco ,
Sabré lo que será .
OTELO . Discretö eres .
YAGO. Ahora allí quieto estad ; y , resignado ,
Sed simple espectador entre barreras .
Cuando há poco os turbó la pena el juicio,
Pasion que no se amolda con tal hombre ,
Casio llegó : roguéle que se fuera ,
Por razon del letargo que os turbaba ;
Añadiendo que , luégo , aquí conmigo
Viniera á hablar . Ha prometido hacerlo.
Oculto ved sus gestos y sus muecas ;
Y la expresion patente de su escarnio
Cuando repita el cuento ; y diga , dónde ,
Y cómo , y desde cuándo y cuántas veces
Se vieron él y vuestra esposa : digo
Que contempleis con calma su semblante .
Vaya . Tened paciencia , ó caprichoso
Y hombre de escaso temple he de llamaros .
OTELO . Yago , escucha ; paciencia y disimulo
Parejas correrán . Sí ; mas , escucha ,
Será cual mi paciencia mi venganza.
YAGO. Está bien ; sed prudente , retiräos .
(Otelo se retira. )
Hablo á Casio de Blanca , mujerzuela
Que , vendiendo favores , come y viste.
Apasionada está de Casio : suelen
84

Cautivar á infinitos estas mozas;


Y cautivarlas uno. Cuando escuche
Hablar de esa mujer , reirá de fijo.
Ahí viene : contemplando sus sonrisas
Loco Otelo se vuelve de seguro ;
Y, en sus celos estúpidos , achaca
A falso orígen las sonrisas , gestos
Y ademanes sardónicos de Casio.
Vuelve á entrar CASIO.
¿Teniente , cómo os va?
CASIO. Peor que nunca,
Pues título me dais , cuya carencia
Me mata.
YAGO. Suplicad á Desdemona
Y lo obtendreis . ¡ Si Blanca sentenciara
(Hablando quedo . )
Qué pronto vuestro pleito concluirïa !
CASIO. ¡Pobrecilla criatura!
OTELO . (Aparte. ) Ya se rïe.
YAGO. Nunca he visto á mujer que quiera tanto.
CASIO. ¡ Ah pobre chica ! La infeliz me quiere.
OTELO . ( Aparte. ) Débilmente lo niega y se sonrïe .
YAGO. Casio , escuchad.
OTELO . (Aparte.) Le ruega en este instante
Que lo repita. Sigue; bien: bien dicho.
YAGO. Se ha dejado decir que vos con ella
Os casareis al fin. ¿ Es eso cierto?
CASIO. Ja , ja.
OTELO . ( Aparte. ) ¿Triunfas , Romano , dime, triunfas?
CASIO. ¡Casarme yo con ella ! ¡ Vaya una parroquiana!
Os ruego que tengais más caridad para con
mi entendimiento y no lo juzgueis tan enfer-
mizo. ¡ Ja , ja , ja !
OTELO . (Aparte.) ¡ Bien , bien , bien ! Quienes ganan
rïen .
85

YAGO. 1 Pues la voz pública afirma que , en verdad ,


os casais.
CASIO. ¡Por favor! ¿De veras?
YAGO. Creedme amigo desleal si nó.
OTELO . (Aparte. ) ¿Me resellaste tú ? Bueno.
CASIO. Eso es lo que dice esa chicuela . Crëe que
con ella me voy á casar por razon de su pro-
pio cariño y vanidad , mas no porque yo le
haya hecho promesa alguna.
OTELO . (Aparte. ) Yago me llama. Ahora principia el
cuento .
CASIO. Aquí estaba hace poco. Me acosa en todas
partes . El otro dïa me hallaba en la playa con-
versando con unos venecianos , y la muy
muñeca se abalanzó á mi cuello , así...
OTELO . (Aparte. ) Exclamando , ¡ Oh querido Casio!
como si dijéramos . Así lo implica su gesto ,
CASIO. Y apoyándose en mí y colgándose de mí ,
llora y tira y hala de mí. ¡ Ja , ja , ja !
OTELO. (Aparte.) Ahora le cuenta como que le invita á
mi alcoba. ¡ Oh , vëo tu nariz , pero no al
perro á quien la he de arrojar!
CASIO. No hay más remedio que separarme de ella.
YAGO . ¡Antes que de mí ! Mirad , ahí viene.
CASIO. Vaya un gato montés , y aún perfumado.
Entra BLANCA.
¿Por qué me acosas de este modo ?
BLANCA. Acósente el diablo y su abuela. ¿ Cuál era tu
intencion al darme hace poco aquel pañuelo?
¡ Valiente necia fuí en recibirlo ! ¿ Y que lo
imite ? ¡ Fácil es que të hayas encontrado se-
mejante prenda en tu cuarto sin saber quién
te la dejó! Es don de alguna querida tuya.
¿Y yo he de imitarlo ? Toma ; dáselo á tu
tarasca. Venga de donde venga no lo imito.
86

CASIO. Vamos , querida Blanca ; vamos , vamos .


OTELO. ( Aparte. ) ¡ Vive Dios , parece mi pañuelo !
BLANCA. Si quieres ven á cenar conmigo esta noche;
si nó , ven cuando te dé la gana . (Vase Blanca.)
YAGO. Seguidla ; seguidla.
CASIO. Áfe que tengo de hacerlo ó alborotará la calle.
YAGO. ¿ Cenais con ella ?
CASIO. Tal pienso .
YAGO . Pues bien : quizás yo os vẽa ; porque deseo
hablaros.
CASIO. Os ruego que vengais. ¿ Vendreis ?
YAGO. Basta. No hablemos más . ( Vase Casio. )
OTELO . (Adelantándose.) ¿ Cómo lo asesino , Yago?
YAGO. ¿Vísteis como se rëïa de su delito?
OTELO. ¡ Oh Yago !
YAGO . ¿Y vísteis el pañuelo ?
OTELO . ¿Era el mio ?
YAGO. El vuestro ; os lo juro . ¡Y ver el aprecio que
hace de esa necia de vuestra esposa ! ¡ Ella
se lo regala , y él lo regala á su querida!
OTELO . Nueve años lo estarïa matando . ¡ Bella mu-
jer! ¡Cándida mujer ! ¡ Dulcísima mujer !
YAGO. Nada ; olvidadlo .
OTELO . Sí ; que se pudra ; que perezca y que se con-
dene esta noche , porque no vivirá. No ; tro-
cóse mi corazon en piedra. Le golpeo y me
hiere la mano. ¡ Oh ! no existe criatura más
gentil en este mundo . Yacer pudiera junto á
un emperador y ordenarle empresas.
YAGO. ¡Vaya! No sois el mismo.
OTELO . ¡ Maldita sea ! Digo sólo lo que es. ¡ Con la
aguja tan hábil ! ¡Tan entendida en la mú-
sica ! ¡ Oh , su voz amansarïa á una fiera!
¡ De tan elevado y exquisito ingenio ! ¡De
tanta inventiva !
87

YAGO. Pëor, por eso mismo.


OTELO. ¡ Oh , sí ! ¡ Mil veces ! ¡ Mil veces ! ¡ Y de tan
blanda condicion !
YAGO. Sí ; demasiado blanda.
OTELO. ¡ Sí , es verdad! Pero , sin embargo , ¡ Qué
lástima , Yago ! ¡ Oh , Yago ! ¡ Qué lástima,
Yago !
YAGO. Si así os condoleis de su iniquidad , dadle
patente para faltar. Como no os ofenda á
vos , nadie tiene que ver con eso .
OTELO. La haré trizas. ¡ Deshonrarme !
YAGO. ¡ Oh , es una infamia !.
OTELO . ¡ Con un subordinado !
YAGO. Mayor infamia äún .
OTELO. Procúrame un veneno , Yago , esta noche .
No discutiré con ella ; no sẽa que su aspecto
y su belleza trastornen otra vez mi mente.
Esta noche , Yago.
YAGO. No la enveneneis ; ahogadla en el lecho. En
el mismo lecho que ha deshonrado .
OTELO. Bien , bien ; esa justicia me agrada; muy bien.
YAGO. Y en cuanto á Casio , yo seré su enterrador.
Sabreis más á media noche.
OTELO . Perfectamente . ¿ Qué clarin es ese ?
(Clarines dentro. )
YAGO. Noticias de Venecia , de seguro .
Es Ludovico , á quien el Dux envïa ;
¡ Y ved ! Con él se acerca vuestra esposa.
Entran LUDOVICO , DESDEMONA y acompañamiento.
LUDOV. Guárdeos Dios , general.
OTELO . Señor, por siempre.
LUDOV. Por mí el Dux y el Senado de Venecia
Os saludan . ( Le da un pliego. )
OTELO. Yo beso su mandato.
(Abre el pliego y lëe. )
88

DESDEM. Pariente Ludovico , ¿ qué noticias ?


YAGO. Á Chipre bien venido. Gozo en veros .
LUDOV. Mil gracias , ¿y el teniente Casio?
YAGO. Vive.
DESDEM. De mi señor crüel desavenencia
Lo aparta , mas podreis vos arreglarla.
OTELO. ¿Y tan seguro es eso ?
ESDEM. Dueño mio.
OTELO: «Y cuidad de cumplir lo que se os dice . »
(Leyendo . )
LUDOV. No os llamaba. Se ocupa en la lectura
Del papel . ¿Mas riñeron él y Casio?
DESDEM. Sí , por desgracia ; y yo para avenirlos ,
Por el amor de Casio , mucho hiciera .
OTELO . ¡Ira de Dios !
DESDEM. Señor.
OTELO . ¿ Eres discreta ?
DESDEM. ¿Está enojado ?
LUDOV. Puede que la carta
Le irrite , pues me pienso que le dicen
Que torne , y Casio su lugar ocupe .
DESDEM. ¡ Pues á fe que me alegro yo !
OTELO . ¿De veras?
DESDEM. Señor.
OTELO. Celebro el encontrarte loca.
DESDEM. Mi dulce Otelo.
OTELO .. ¡Lucifer ! ( Golpëándola. )
DESDEM. Tal trato
No merecí jamas.
LUDOV. Este suceso
No es fácil que en Venecia se creyera ,
Señor, aunque jurara haberlo visto.
Es por demás. Satifacedla. Llora.
OTELO. ¡ Oh. Lucifer ! ¡ Oh Lucifer ! ¡ Regado
De llanto femenil el universo
89

Un caimán cada lágrima seria.


Apártate.
DESDEM. Me iré por no ofenderte . (Yéndose.)
LUDOV. Dama humilde en verdad. Señor suplico
Que la llameis.
OTELO . Mujer.
DESDEM. Señor.
OTELO . ¿Con ella
Qué quereis?
LUDOV. ¿Yo , señor ?
OTELO . Sí, ¿ no dijísteis
Que la hiciera tornar ? Torna , bien pronto :
Torna , señor ; y al proseguir, retorna :
Y llora , si señor : llora ; y es cierto
Que es sumisa , sumisa , muy sumisa .
Sigue llorando tú . Tocante al caso
¡ Oh ! bien fingida pena ! - que retornen
Me ordenan . - Vete : te veré más tarde.-
La órden, señor , acato, y á Venecia

Me apresuro á partir. - · Aparta , vete.-
(Vase Desdemona. )
Casio ocupe mi puesto ; y esta noche
Espero que cenemos en compaña :
Muy bien venido á Chipre .—¡ Cabras ! ¡Jimios !
(Vase.)
LUDOV, ¿Es este el noble moro que el Senado
Llama la perfeccion ? ¡ El sér tan noble
A quien jamás la cólera perturba ?
¿Aquél en cuyo espíritu nö hiere
El fiero proyectil de la desgracia
Y de la suerte el dardo no penetra?
YAGO. ¡ Es mucha su mudanza !
LUDOV . ¿Pero sano
Su juicio está? Decid : ¿ no está demente ?
YAGO. Él es quien es. Ni áun exhalar censuras
90

Me toca ; mas que sea ¡ plegue al cielo !


Lo que debe de ser ; si tal no fuere.
LUDOV. ¡ Maltratar á su esposa !
YAGO . ¡ Por mi vida!
Eso no estuvo bien , pero ¡ Dios haga
Que ese golpe el peor de todos sea !
LUDOV. ¿Acostumbra á tratarla de ese modo ,
O es falta que nació de la lectura
De aquella carta y que excitó su sangre ?
YAGO. ¡Válgame Dios ! Ni debo hablar siquiera
De lo que he visto y sé . Más observadlo ,
Y ya vereis quién es por su conducta
Ahorrándome de hablar : ahora seguidle ,
Y observad lo que haga.
LUDOV. Dolor me causa contemplar mi yerro.

ESCENA II .

Habitacion en el castillo.

Entran OTELO y EMILIA.

OTELO . ¿Tú nada viste, pues ?


EMILIA. Ni nada öido ;
Ni sospeché jamás .
OTELO . Sí , pues qué viste
A ella y Casio reunidos .
EMILIA. Pero nunca
Vi en ello mal , pues las palabras todas
Öí de sus recíprocos alientos .
OTELO . ¿Qué , nunca hablaban en secreto ?
EMILIA. Nunca.
OTELO . ¿Ni te mandaban retirar?
91

EMILIA. No , nunca .
OTELO . ¿ Para träer sus guantes , su abanico
Ó acaso su antifaz ó cualquier cosa ? 1
EMILIA. Nunca , señor.
OTELO . ¡Extraordinario es eso !
EMILIA. Es honrada , señor : apuesto el alma.
Si otra cosa pensais , esas ideas ,
Que vuestra mente ofuscan , arrancäos.
La maldicion de Dios á la serpiente
Alcance al vil que os infundió tal duda .
Si honrada , casta y fiel ella no fuera
No existe hombre feliz : es más infame
Que la calumnia la mejor esposa.
(Vase Emilia. )
OTELO . Dile que venga. Vete. Poco dice ;
Y eso debe decir cualquier tercera.
Prostituta sutil ; arca cerrada ,
Que guarda los secretos más infames.
Y se arrodilla y reza . Yo lo he visto .
Vuelve á entrar EMILIA con DESDEMONA.
DESDEM. Señor, ¿ qué ordenas ?
OTELO . Ven aquí , querida .
DESDEM. ¿ Cuál es tu voluntad ?
OTELO . Verte los ojos :
Mírame cara á cara .
DESDEM . ¿Qué terrible
Capricho?
OTELO . Tú , mujer , á tus quehaceres.
Deja á los novios solos . Vete y cierra ;
(A Emilia. )
Y avisa ó tose si se acerca alguno .
Tu obligacion : tu obligacion ; y pronto.
(Vase Emilia. )
DESDEM. De rodillas lo pido . ¿ Tus acciones
Que implican? El furor de tus palabras
92

Comprendo ; tus palabras no comprendo.


OTELO. Dime , ¿ quién eres tú ?
DESDEM . Señor , tu esposa,
Tu esposa amante y el.fi
OTELO . Pues á jurarlo.
Condénate : no sëa que el demonio ,
Tan igual á los ángeles al verte ,
Arrebatarte tema. Por lo tanto
Dos veces vas á condenarte. Jura ,
Que eres honrada.
DESDEM. ¡ Bien lo sabe el cielo !
OTELO . ¡ Qué eres más falsa que el infierno sabe !
DESDEM. ¡ Falsa , señor! ¿A quién , con quién , y cómo?
OTELO. ¡ Ay Desdemona ! Vete, vete , vete.
DESDEM. ¡ Ay Dios ! ¡ Hora funesta ! ¿ Por qué lloras?
¿Y soy yo de esas lágrimas la causa ?
Si sospechas que culpa de mi padre
Es que volver te ordenen , no me inculpes:
Si lo perdiste tú , yo lo he perdido.
OTELO . Si con desgracias le pluguiera al cielo
Probarme á mí ; y á mi desnuda frente
Arrojara catástrofes y oprobios ;
Si en profunda pobreza me sumiera ;
Si mi cuerpo y mis dulces esperanzas
Cautivas viese ; siempre algun consuelo
Del alma en un rincon encontrarïa.
Mas ¡ ay ! ¡ ser blanco vil adonde apunte
El dedo del escarnio torpe y fijo!
¡ Oh ! ¡ Oh !
Aun eso sin quejarme soportara.
Mas de allí , donde tengo acumulado
Todo mi corazon , donde por fuerza
He de vivir , ó no vivir , la fuente
De donde mana la existencia mïa,
Ó seca está , de allí ser arrojado ,
93

Ó conservarla cual cisterna impura,


Donde sapos inmundos se propaguen .
¡ Paciencia ! aquí dirige tu mirada
Oh jóven querubin , de rojos labios ;
Y expresion infernal tendrá tu rostro.
DESDEM. Sin duda honrada mi señor me juzga.
OTELO. ¡ Oh sí! Cual esas moscas que en estïo
Al matadero acuden y que ähijan
El hálito del viento. Mala yerba
De beldad exquisita , cuyo aroma
Embarga la razon , ¿ por qué naciste?
DESDEM. ¡ Ah ! ¿ Qué falta , ignorante , he cometido?
OTELO . ¡ En tal papel , en libro tan hermoso
Que la palabra adúltera se lëa !
¿Qué has cometido tú ? ¿ Qué has cometido ,
Mujerzuela infeliz? ¡ Oh ! Mis mejillas
Fraguas son ; y al hablar de tus acciones
Reducen á cenizas mi modestia .
¿Qué has cometido ? Con disgusto el cielo
Su rostro aparta. Ni lo ve la luna ;
Y el impúdico viento que acaricia
Cuanto á su paso encuentra , en las entrañas
De la tierra se oculta por no öirlo.
¿ Qué has cometido tú , procaz ramera ?
DESDEM. Me injurias.
OTELO . Pero , dime , ¿no lo eres?
DESDEM. No ; te lo juro por mi fe cristiana ;
Si este vaso guardar para mi dueño ,
Libre del tacto de otra mano impura ,
Es no serlo jamás , jamás lo he sido .
OTELO . ¡Cortesana nö eres!
DESDEM . No ; lo juro.
OTELO . ¡ Es posible !
DESDEM. " ¡ Que el cielo nos perdone !
OTELO . Siendo así , disimula . Te crëïa
94

La astuta cortesana de Venecia


Que casó con Otelo. Tú , criatura ,
Vuelve á entrar EMILIA.
Cuyo oficio es contrario al de San Pedro ,
Y que las puertas del infierno guardas ,
Tú , tú , sí , tú . Ya todo ha concluido.
Toma , toma dinero por tu cargo.
Ahora cerrad las puertas y silencio. (Vase.)
EMILIA. ¿Pero qué piensa este señor , señora?
ૐ Cómo estais , como estais , mi dulcë ama?
DESDEM . Medio dormida á fe.
EMILIA. ¿Mas que ha ocurrido ,
Señora , á mi señor?
DESDEM. ¿A quién ?
EMILIA. Es claro :
¿A mi señor, señora ?
DESDEM. ¿Quién es ése?
EMILIA. Quien es vuestro señor , dulce ama mïa.
DESDEM. Señor no tengo , Emilia ; no më hables :
Llorar no puedo ; y lágrimas tan solo
Deben ser mi respuesta. Te suplico
Que extiendas esta noche sobre el lecho
Mis sábanas nupciales : no lo olvides ;
Y á tu marido llama.
EMILIA. ¡Vaya un cambio !
(Vase.)
DESDEM. ¡ Justo será que así me trate ! ¡Justo !
¿ Qué puedo yo haber hecho que mi falta
Pueda haber dado orígen á sus dudas ?
Vuelve á entrar EMILIA con YAGO.
YAGO. ¿Qué me quereis y como os va , señora?
DESDEM. No lo sé. Dulcemente al tierno niño
Se le enseñan las fáciles tareas ;
Pudo así reprocharme. Tierno niño
Para el reproche soy.
95

YAGO. ¡ Pero qué ocurre !


EMILIA. Ramera su señor la llama , Yago.
¡ Ay Dios ! y tanta hiel y tanta ofensa
Sobre ella acumuló, que no es posible
Que lo soporte la honradez.
DESDEM. ¿Merezco
Esa palabra , Yago?
YAGO. ¿Qué palabra?
DESDEM. La que ella dice que mi dueño ha usado.
EMILIA. Ramera la llamó ; no aplicarïa
Un mendigo bëodo á su manceba
Esa frase jamás.
YAGO. ¿Por qué tal hizo?
DESDEM . No sé ; mas nunca merecí tal nombre.
YAGO. No lloreis , no lloreis. ¡ Triste suceso !
EMILIA. ¿Sacrificó para que así la insulten
Tanto noble partido , padre , patria
Y amistades ? ¿Y no quieres que llore?
DESDEM. ¡ Es mi suerte crüel !
YAGO. ¿ Pero , Dios mïo ,
Cómo pudo pensar tamaño absurdo ?
DESDEM. Sábelo Dios !
EMILIA. Me ähorquen si no crẽo
Que un vil sin par, astuto , artero , infame ,
Embaucador , é insinüante esclavo ,
Por lograr una plaza , tal calumnia
No inventó ; que me ähorquen si no es eso.
YAGO . ¡ Bah ! que exista tal hombre no es posible.
DESDEM . El cielo lo perdone si existiere .
EMILIA. Perdónelo lä horca ; y el infierno
Sus huesos röa. ¡ Meretriz llamarla !
Con quién? En dónde? Cuándo? De qué modo?
¿Es verosímil eso ? El más villano ,
El más egregio y miserable pillo
Al moro engaña. ¡ Ay Dios ! cuán bueno fuera
96

La máscara quitar á esos canallas ;


Y armar de fustas á la honrada gente
Para correr desnudos á esos viles
Desde oriente á occidente á latigazos.
YAGO. Habla con más mesura.
EMILIA. ¡ Maldecidos !
Sin duda un caballero semejante
Volvió hácia afuera de tu juicio el forro
Con el moro infundiéndote sospechas.
YAGO. ¡ Necia , calla !
Desdem . Mas , Yago ¿ qué me toca
Hacer por recobrar al dueño mïo?
Habladle vos : pues , ¡ por la luz del cielo !
Que de perderlo la razon ignoro.
Vedme postrada aquí. Si vez'alguna
Faltó mi voluntad á su cariño
En actos , pensamientos ó palabras ;
Si jamás mis öidos ó mis ojos ,
Ó mis demás sentidos se gozaron
En otro sér ; ó , si constante siempre,
Aunque de sí me arroje y me repudie ,
No lo amo yo , ni resignarme pueda .
La aspereza, sin duda puede mucho ,
Y acasö hiera su rigor mi vida ,
Pero á mi amor no alcanzará. Detesto
Aun pronunciar de meretriz el nombre.
Para no merecer ese dictado
El auge mundanal despreciarïa .
YAGO. Tranquilizäos : su furor provocan
Los públicos negocios ; y su saña
Con vos patentizó .
DESDEM . ¡ Fuera eso sólo!
YAGO. No lo dudeis ; öid : ya los clarines
La cena anuncian ; la comida esperan
Los mensajeros que Venecia envïa.
97

Id , no lloreis : remediaráse todo.


(Vanse Desdemona y Emilia . )
Entra RODRIGO.
¡ Hola Rodrigo !
RODR. No veo que me trates bien .
YAGO . ¿Qué ves en contrario ?
RODR. Me entretienes cada dia con nuevos pro-
yectos , Yago ; y, segun ahora estoy viendo ,
más bien me apartas de lo que me conviene,
que me das la más mínima esperanza de éxito .
Ya no lo aguanto más ; y ni tampoco estoy
seguro de que toleraré lo que hasta hoy tan
neciamente he soportado .
YAGO . ¿Quieres öirme , Rodrigo?
RODR. A fe que te he öido demasiado ; pues tus pa-
labras y tus actos no tienen parentesco .
YAGO. Me inculpas injustamente .
RODR. Te digo la verdad á secas. He gastado más
de lo que podïa . Las alhajas que te dí para
Desdemona bastaban para corromper á una
sacerdotisa . Me has dicho que las ha recibido ,
y que me da esperanzas de pronta atencion ,
y que promete correspondencia , pero no
lo vẽo.
YAGO. Bien , vete ; está bien .
RODR. Está bien , vete . No puedo irme , hombre ; y,
además, no está bien : crëo que está muy mal ,
y comienzo á ver que he sido juguete tuyo .
YAGO. Está bien.
RODR. Te digo que no está bien . Veré á Desdemona :
si me devuelve mis alhajas cesaré en mis ga-
lanteos y me arrepentiré de mis ilegales ase-
chanzas ; si nó , ten por seguro que te pediré
satisfaccion .
YAGO. ¿Acabaste? -
7
98

RODR. Sí, y nada he dicho que no tenga intencion


de llevar á cabo .
YAGO. Vaya , ya veo que tienes brio , y desde ahora
te tendré en más aprecio que hasta aquí.
Dame la mano , Rodrigo . Me inculpas injus-
tamente , pues te aseguro que he obrado para
contigo con la mejor buena fe en este asunto.
RODR. No ha aparecido .
YAGO. Concedo que no ha aparecido , y que tus sos-
pechas no dejan de tener fundamento , y de
patentizar tu agudeza . Si hay en ti eso , que
ähora más que nunca tengo motivos para
creer que tienes, es decir, intencion , pujanza
y valor , muéstralo esta noche : si á la si-
guiente no logras á Desdemona , échame de
este mundo á traicion , é inventa máquinas
para destruir mi vida.
RODR. Veamos ¿qué es ello ? ¿ Es razonable y ha-
cedero ?
YAGO . Se han recibido órdenes especiales de Ve-
necia para que Casio ocupe el puesto de
Otelo.
RODR . ¡ De veras ! Pues entónces Otelo y Desdemona
tendrán que volver á Venecia.
YAGO. ¡ Oh , nó ! El se va á Mauritania y se lleva á
la hermosa Desdemona , á menos que su per-
manencia aquí no se prolongue por causa de
algun accidente ; y nada puede contribuir
para este fin tanto como la desaparicion de
Casio.
RODR. ¿Qué das á entender con su desaparicion?
YAGO. ¡Vaya ! incapacitarlo para que pueda ocupar
el puesto de Otelo . Echarle fuera los sesos.
RODR. ¿Y eso es lo que quieres que yö haga?
YAGO, Sí tal, si quieres servirte y vengarte . Esta
99:

noche cena con una mujerzuela , y allí iré á


verle. Aun no conoce su buena fortuna. Si
te pones en acecho para cuando vaya á la
casa ( yo haré que sea entre doce y una )
puedes hacerlo á tu gusto. Yo me hallaré
cerca para ayudarte , y entre los dos caerá.
Vamos, no pongas esa cara de asombro. Sí-
gueme y te demostraré lo necesario de su
muerte , de modo tal , que te verás obligado
á dársela. Ya es hora de cenar y la noche
avanza .
RODR. Es necesario öir más razones para esto.
YAGO. Y te satisfarán . (Vanse.)

ESCENA III .

Entran OTELO , LUDOVICO , DESDEMONA , EMILIA


y acompañamiento.

LUDOV. Que más no os molesteis , señor, os ruego.


OTELO . Perdonad . Pasëarme me conviene .
LUDOV. Señora , buenas noches y mil gracias.
DESDEM. Bien venido .
OTELO . ¿Estais pronto? -¡Oh , Desdemona!
DESDEM. Señor.
OTELO . Márchate al lecho de seguida:
Vuelvo al punto. Despide á tu doncella :
Que lo hagas.
DESDEM . Lo haré.
( Vanse Otelo , Ludovico y acompañamiento . )
EMILIA. ¿Qué tal ? Parece
Hallarse más tranquilo.
DESDEM . Incontinenti
Dice que ha de volver , y me ha mandado
100

Al lecho y despedirte.
EMILIA.. ¡ Despedirme !
DESDEM. ESO dijo . Por tanto Emilia mïa ,
Adios , y dame mi nocturno traje ;
Hoy nada se ha de hacer que lo disguste.
EMILIA. ¡ Ojalá que jamás lo hubierais visto !
DESDEM. No diré tal. Mi amor lo ve perfecto.
Su misma terquedad , ceño y enojo-
Descíñeme -virtud y amor implican .
EMILIA. Sobre el lecho las sábanas së hallan .
DESDEM. Es igual . ¡ Dios me valga ! Qué caprichos
Tan necios tiene una . Si muriese
Yo , por acaso , ántes que tú , te ruego
Que en una de esas sábanas me envuelvas .
EMILIA. Callad , callad.
DESDEM. Doncella de mi madre
Era una jóven , Bárbara llamada :
Tuvo amores ; perdió su novio el juicio
Y la dejó.. Cantaba « El sauce » , copla
Ya vieja ; pero acorde con su cuita.
Cantándola murió ; pues esta noche
No la puedo olvidar. Me es imposible
No inclinar la cabeza , y no cantarla
Como la pobre Bárbara solïa—
Hazme el favor de despachar .
EMILIA. ¿Os traigo,
Vuestra bata?
Desdem. No tal. Esto desciñe
Ludovico es discreto.
EMILIA. Muy buen mozo.
DESDEM. Habla bien .
EMILIA. Una dama de Venecia ,
Conozco que , descalza , á Palestina
Por solo un beso de sus labios fuera.
DESDEM. Sentada á la sombra del gran sicomoro,

1
ΙΟΙ

Cantad , verde sauce ;


Esconde en su falda su frente y su lloro.
Cantad , sauce , sauce ;
La fresca corriente sus ayes murmura,
Cantad , sauce , sauce ;
Ablanda su llanto la roca más dura .
Guardä esto . -
Cantad, sauce , sauce
Despáchate , te ruego . Pronto vendrá. --
Cantad, verde sauce , sereis mi corona...
No sigue eso , no . - ¡ Escucha ! ¿ Quién llama?
EMILIA. Es el viento .
DESDEM. Que nadie lo inculpe : mi amor lo perdona .
Cantad , sauce , sauce ;
De falso lo acuso ; respóndeme fiero,
Cantad , sauce , sauce ;
Que muchas te quieran si á muchos yo quiero.
Vete , pues. Buenas noches. Cual me escuecen
Los ojos. ¿Eso lágrimas augura?
EMILIA. No ; nada implica.
DESDEM . Pues que « Sí » se dice:
Ay que hombres , que hombres! Dime Emilia ,
En conciencia, ¿ tú piensas que hay mujeres
- Que vendan de ese modo á sus maridos?
EMILIA. Algunas hay sin duda.
DESDEM . ¿El mundo entero
A una accion semejante te indujera?
EMILIA. ¿ No os indujera á vos? •
DESDEM . No ; te lo juro
Ante la faz de esa celeste antorcha.
EMILIA. Ni ante la faz tampoco yo lo harïa
De esa celeste antorcha ; mas á oscuras…..
DESDEM. ¿ Pero tú hicieras por el mundo entero
Tal accion ?
EMILIA. ¡ Es el mundo cosa grande !
CD
A
102

Es gran beneficio
Por tan leve vicio .
DESDEM. Á fe que crëo que tal no harïas .
EMILIA. Á fe que creo que lo harïa , y lo desharïa des-
pues dë hecho. Vaya , no lo harïa por una
sortija , ni por una vara de lienzo , ni por
vestidos , enaguas ó tocas ú otras frioleras .
Pero por el mundo entero . ¡ Vaya ! quién no
adorna á su esposo para hacerlo Rey. Cor-
riera el riesgo de ir al purgatorio por eso.
DESDEM. El cielo me maldiga si por el mundo entero
cometiera yo tal falta .
EMILIA. Vaya. La falta es una falta en el mundo ; 'y,
teniendo una al mundo por suyo , es una falta
en el mundo de una , y puede pronto arre-
glarse.
DESDEM. No creo que exista semejante mujer.
EMILIA. Si tal, una docena ; y si me apuran ,
Bastantes hay para llenar el mundo .
Mas pienso yo que es culpa del marido
Si peca la mujer ; ya porque falten
Á sus deberes ellos ; porque arrojen
Nuestros tesoros en ajenas faldas ;
Ó, porque ardiendo en miserables celos
Nos opriman ; ó acaso nos golpëen;
Ó inquieran sin piedad nuestro pasado.
¡Vaya ! tenemos hiel , y aunque piadosas
Un poco de venganza nos agrada.
Que sepan los maridos que , cual ellos ,
Inteligencia tienen sus mujeres :
Que ven, que huelen , que lo dulce y ágrio.
Como cualquier marido saborean .
¿Porqué por otras olvidarnos suelen?
¿Es diversion ? Tal vez. Ó ¿ por ventura
De la pasion estímulo , violento?
103

Tal vez. ¿ Quizás , fragilidad tan sólo ?


Tal vez tambien. Y ¿ acaso , divertidas
No somos y tambien apasionadas
Y frágiles cual hombres las mujeres?
Prudentes obran , pues , si nos complacen ,
Que nuestras faltas de sus faltas nacen .
DESDEM. Buenas noches , Emilia . Buenas noches .
Nunca en sacar del mal el mal me empeñe ;
Dios con el mal á ser mejor me enseñe.
(Vanse. )
ACTO QUINTO .

ESCENA I.

Chipre: una calle.

Entran YAGO y RODRIGO.

YAGO. Ocúltate detrás de aquella esquina .


Pronto vendrá. Tu acero desenvaina ;
Y , al corazon : no temas . Estoy cerca .
Esto nos salva ó pierde ; por lo tanto
Resolucion enérgica te anime.
RODR. Hállate cerca por si marro el golpe .
YAGO. Junto á ti. Ten valor. Tu puesto ocupa.
(Se retira . )
RODR. No tengo devocion hácia esta hazaña ,
Á pesar de tan sólidas razones...
¡ Un hombre ménos es ! Desenvainemos .
Debe morir. ( Se retira á su puesto. )
YAGO. Este infeliz postema
Á fuerza de frotar por fin se irrita.
Que á Casio mate , ó que lo mate Casio ,
105

Ó reciprocamente que se maten ,


Yo gano siempre . Si Rodrigo vive
Me hace restitüir dinero y joyas
Hurtadas , so pretexto de entregarlas
Á Desdemona, cual presentes suyos.
No debe ser. Si Casio prevalece ,
La constante belleza de su vida
Á mí me afëa ; y ; además , el moro
De mí le puede hablar. ¡ Es grave riesgo !
Debe morir. Sí tal . Aquí se acerca .
Entra CASIO.
RODR . Sus pasos oigo . Él es. Villano , muere .
(Sale y ataca á Casio . )
CASIO. Mi enemigo mortal fuera ese golpe
Si mas fuerte gaban del que imaginas
No gastara. Probemos , pues , el tuyo.
(Desenvainä y hiere á Rodrigo. )
RODR. ¡Ay , muerto soy!
(Yago cautelosamente hiere á Casio , y vase . )
CASIO. ¡Lisiado y para siempre !
¡Eh favor ! ¡ Asesinos ! ¡ Asesinos ! ( Cäe. )
Entra OTELO á distancia.
OTELO . Es Casio: Yago su palabra cumple .
RODR . ¡Oh cuán infame soy!
OTELO . ¡ Verdad es eso !
CASIO. ¡ Eh , favor ! ¡ Hola ! ¡ Luz ! ¡ Un cirujano !
OTELO . ¡ El és ! Yago , valiente , honrado y justo ,
Que así del mal te cuidas de tu amigo,
Tú me enseñas. Mozuela , muerto yace
Ahí tu querido ; y tu funesta suerte
Gritando « Meretriz » á ti se acerca.
De mi pecho la magia de tus ojos
Despareció. Tu lecho mancillado
Con sangre impura quedará regado .
(Vase Otelo. )
106

(Entran LUDOVICO y GRACIANO á distancia. )


CASIO. ¿Y la ronda ? ¡ No hay nadie que me ampare!
¡ Asesinos ! ¡ Favor!
GRAC. El caso es serio .
Y es angustioso por demás el grito.
CASIO. ¡ Favor!
LUDOV. ¿ Öis ?
RODR. ¡Villano miserable !
LUDOV. Dos ó tres gritan. Noche oscura es esta;
Y acudir á esos gritos no es prudente
Sin otro auxilio .
RODR. ¿Nadie me socorre ?
Me voy á desangrar.
(Entra Yago con una luz. )
LUDOV. ¿ Öis?
GRAC . Se acerca
Uno con luz allí medio vestido .
YAGO. ¿Quién es? ¿Quién vocifera que lo matan?
LUDOV . No lo sabemos.
YAGO. ¿Mas gritar no öisteis?
CASIO. Llegad. Llegad, por Dios, y socorredme.
YAGO . ¿Qué pasa ?
GRAC. Me parece que de Otelo
Es el teniente .
LUDOV. El mismo bravo mozo.
YAGO . ¿Quién sois que así gritais tan angustiado?
CASIO. Yago , herido me ves por gente infame :
Auxilïame tú .
YAGO. ¡ Jesús ! Teniente ,
¿Donde están los malvados que esto hicieron?
CASIO. Uno debe de andar por aquí cerca ,
Porque no puede hüir .
YAGO. ¡ Viles traidores !
¿Estais aquí? - Llegad y dadme auxilio.
RODR. ¡Ay! ¡ Socorredme !
107

CASIO. Aquel debe ser uno .


YAGO. ¡ Asesino ! ¡ Villano ! (Yago hiere á Rodrigo .)
RODR. Yago infame.
¡ Oh, perro vil !
YAGO . ¿Asesinar á oscuras ? -
¿ Adónde se han metido estos ladrones ?
¡Que silenciosa la ciudad se halla!
¡ Eh , favor ! ¡ Asesinos ! -¿Quién se acerca ?
¿Es para bien ó para mal ?
LUDOV. Juzgadnos
Despues de conocernos.
YAGO. ¿Ludovico ?
LUDOV . El mismo .
YAGO. Perdonadme. Casio es ese,
A quien malvados han herido.
GRAC . ¡ Casio !
YAGO. ¿Cómo va , compañero ?
CASIO. Dividida
Mi pierna está.
YAGO . ¡No lo permita el cielo!
Señores, luz. Con mi camisa venda
Os haré.
Entra BLANCA.
BLANCA. ¿ Qué ha ocurrido ? ¿ Quién gritaba?
YAGO . ¿Que quién gritaba ?
BLANCA. ¡ Mi querido Casio!
¡ Mi dulce Casio ! ¡ Oh , Casio , Casio , Casio.
YAGO. Notoria meretriz . ¿Teneis sospechas
Casio , de quiénes son los que os hirieron?
CASIO. No.
GRAC. Mucho siento hallaros cual os hallo.
En vuestra busca fuí.
YAGO . ¡ Dadme una venda !
Así: venga un sillon y á conducirlo
Con cuidado .
108

BLANCA. ¡ Dios mïo ! ¡ Se desmaya !


¡Ay, Casio , Casio , Casio !
YAGO. Caballeros ,
Sospecho que esta moza tienė parte
En el caso. Tened paciencia , Casio.
Vamos , venga una luz . Pero ¿ esta cara
Es conocida ó no ? ¡Jesús ! ¡ Mi amigo:
Rodrigo , mi paisano . Nó : ¡ segura !
¡ Rodrigo , cielos , es !
GRAC . ¿El de Venecia ?
YAGO. El mismo , sí señor. ¿ Le conocïais ?
GRAC . -¿Conocerlo? Sí tal .
YAGO . Señor Graciano,
Perdon os ruego. Tan sangrientos lances
De no haberos aún visto que me excusen .
GRAC . Me alegra mucho el veros.
YAGO. ¿Qué tal , Casio?
Una silla träed , ¡ silla!
GRAC . ¡ Rodrigo !
YAGO. ¡ Él ! ¡ Él ! ¡ Él es ! -Bien dicho ; sí, la silla.
(Traen una silla.)
Que con cuidado alguna buena gente
Lo conduzca de aquí : yo al cirujano
Veré del general . Tú , señorita , (Á Blanca.)
Ese trabajo ähorra. Casio , el muerto
Que ahí yace era mi amigo. ¿Entre vosotros
Qué motivos de quejas existïan ?
CASIO . Ninguno ; ni conozco á ese sujeto .
YAGO. (Á Blanca.) ¿Qué es eso, palideces?-Dadle aire.
(Se llevan á Casio y á Rodrigo.)
Deteneos , señores . Señorita ,
¿Palideces ? Mirad cuál se retrata
El espanto en sus ojos : si así miras ,
Sabremos más despues : vedla despacio ;
Miradla por favor : la veis, señores ,
109

El crímen habla sin usar la lengua .


Entra EMILIA.
EMILIA. Ay Dios! ¿ Qué ocurre, esposo, dí qué ocurre?
YAGO . Entre tinieblas atacado Casio
Fué por Rodrigo y otros que se huyeron .
Malherido él está : muerto Rodrigo.
EMILIA. ¡ Ay, pobre caballero ! ¡ Pobre Casio !
YAGO . Y todo es por mocëar. Pregunta
Dónde , Emilia , cenó Casio esta noche.
¿Tiemblas de öirlo , dí ? (Á Blanca.)
BLANCA. Cenó conmigo :
Mas no por eso tiemblo .
YAGO. ¿Con qué es cierto ?
Te ordeno que me sigas.
EMILIA. < ¡ Noramala
La mozuela!
BLANCA. Mozuela no me llamen ;
Honrada soy cual la que así me insulta .
EMILIA. ¡ Cual yo ! ¡ Sí! ¡ Noramala!
YAGO . Caballeros
Vamos á ver curar al pobre Casio. →
Cuéntanos otro cuento , señorita .
Tú ve á la ciudadela , Emilia , al punto ,
Y á los amos dirás lo que ha ocurrido .
( ¿Quereis guïar? (A parte .) Mi triunfo asegurado
Miro esta noche ó me veré arruinado. 1
(Vanse.)
ΙΙΟ

ESCENA II.

Una alcobaen el castillo.-Desdemona en el lecho dormida. —Una lámpara encendida.

Entra OTELO.

OTELO . Lo exige el caso , corazon : el caso .


Jamás os lo diré , castas estrellas :
Lo exige el caso. Mas verter no quiero
Su sangre yo ni lacerar su cútis ,
Mas blanco que la nieve y mas suave
Que cincelada efigie de alabastro.
Pero debe morir, no engañe ä otros.
Apagaré la luz , y de seguida,
Tu luz apagaré. Si á ti te apago ,
Flamígero ministro , restaurarte
Puedo la antigua luz , arrepentido.
Mas si te apago á ti , noble dechado ,
Tú , de trascendental naturaleza ,
¿ En dónde el fuego hallar de Prometëo
Que aquella luz espléndida reanime?
Arrancada esa rosa , no me es dado
Nuevo aliento vital comunicarle ;
Marchita la veré. Su aroma ansïo
En la planta aspirar. ¡ Oh dulce aliento !
(Besándola. )
Á que rompa su espada la justicia
Tratas de persuadir . ¡ Aún otro ! ¡ Aún otro!
Difunta yaz así , que he de matarte ,
Y te amaré despues. ¡ Aún otro ! -¡ Basta !
Nada fué tan funesto ni tan dulce.
Fuerza es llorar. ¡ Oh lágrimas feroces !
III

¡ Como el del cielo mi dolor , quë hiere


Allí donde más ama! - Se despierta.
DESDEM. ¿Quién ? Otelo ¿ eres tú ?
OTELO, Sí , Desdemona.
DESDEM. ¿Vienes , señor, al lecho?
OTELO . ¿Has rezado esta noche , Desdemoná ?
DESDEM . Sí , señor.
OTELO . Si recuerdas algun crímen
Que el cielo no te tenga perdonado ,
Solicita su gracia en este instante.
DESDEM. ¿ Qué implican tus palabras , dueño mïo ?
OTELO . Nada : reza y acaba : mientras tanto
Yo pasearé. Sin preparar no quiero
Tu espíritu matar , no , ¡ Dios me libre !
No te quisiera yo matar el alma !
DESDEM. ¿Hablas tú de matar !
OTELO . Sí.
DESDEM. Pues entónces.
De mí tened misericordia , cielos .
OTELO . Con todo el corazon Amén te digo.
DESDEM .Si eso dices , acaso no me mates .
OTELO . ¡ Hum !
DESDEM. Pero me haces temblar. Cuando tus ojos
Así giran , fatal es su mirada.
Porqué tiemblo no sé : culpa ninguna
Me reconozco , mas temblar me siento.
OTELO . En tus pecados piensa .
DESDEM . Son amores
Que á tí me aträen .
OTELO . ¡ Sí ! ¡ Por eso mueres !
DESDEM. Es muerte atroz que por amor se mate .
¡Ay Dios ! ¿Por qué te muerdes así el labio?
Saña feroz tu entero sér agita ,
Tristes presagios ... mas espero , espero
Que no son contra mí.
112

OTELO . Silencio y oye'.


DESDEM. Sí , sí , ¿ qué pasa?
OTELO . Regalaste á Casio
Aquel pañuelo predilecto mïo
Que yo te dí.
DESDEM . Lo juro por mï alma :
No es verdad que aquí venga y atestigüe.
OTELO . En tu lecho de muerte estás , ¡ cuidado
Alma gentil , cuidado ! ¡ No perjures !
DESDEM. ¿Y en este instante he de morir?
OTELO . Sí , pronto .
Francamente confiesa , pues , tu culpa.
Denegar lo que sé con juramentos
La conviccion ni mata ni sofoca
Que me obliga á lanzar hondos gemidos.
Es preciso que mueras .
DESDEM. Pues entónces
De mí tened , ¡ oh Dios ! misericordia.
OTELO . Amén te digo yo.
DESDEM . ¡Tú tambien tenla !
No te ofendí jamás en esta vida.
Á Casio nunca amé : sólo el cariño
Le tuve yo que el cielo nos permite :
Jamás prenda le dí ,
OTELO. ¡Viven los cielos !
Mi pañuelo yo he visto entre sus manos .
¡ Oh perjura ! Mi pecho petrificas ,
Y lograrás que asesinato llame
Lo que quise que fuera sacrificio .
El pañuelo ví yo.
DESDEM. Lo halló sin duda ,
Jamás lo regalé. Que venga al punto
Y la verdad confiese.
OTELO . Ha confesado.
DESDEM. ¿ Qué , señor?
113

OTELO . Que pagaste sus favores .


DESDEM. ¿ Indignamente?
OTELO . Sí.
DESDEM. Que lo repita .
OTELO . El noble Yago ya selló su boca.
DESDEM. ¡ Oh, mis temores hablan ! ¿Dime , ha muerto?
OTELO . Si vidas todos sus cabellos fueran ,
Mi venganza feroz las devorara.
DESDEM. ¡Vendido fué , gran Dios , y yo perdida !
OTELO. Aparta, infame ; ¿ y ante mí lo lloras?
DESDEM. Sepárame de ti , mas no me mates .
OTELO . ¡ Infame , quita !
DESDEM. Mátame mañana,
Pero esta noche no .
OTELO. Si forcejëas...
DESDEM. Mediä hora no más.
OTELO. Ya no es posible.
DESDEM. Deja que rece una oracion.
OTELO . Es tarde ..
(La ahoga.)
EMILIA. (Dentro. ) ¡ Señor , señor, señor!
OTELO . ¿Qué ruido es ese?
¿No está muerta ? ¿ No está del todo muerta?
Yo , tan cruel , misericordia tengo.
No quiero que prolongues tu agonïa.
Chito , chito.
EMILIA. (Dentro. ) Señor , señor !
OTELO. ¿Quién llega?
EMILIA. (Dentro .) ¡ Oh buen señor , decir cuatro palabras!
OTELO . Emilia , sí . Despues . Está difunta ---
La muerte á referir vendrá de Casio.
Mucho gritaron. ¡ Ah , ya no se mueve !
¡ Como la tumba ! -¿Dejaré que pase?
¿Es conveniente ? - Que se mueve crëo .
Nó.- ¿ Qué debo de hacer ? Si aquí penetra
8
114

Hablará á mi mujer sin duda alguna.


¡ Mi mujer! ¡ Mi mujer ! ¡ Mujer no tengo :
No tengo ya mujer ! ¡ Oh , insoportable
Hora crüel ! Acaso inmenso eclipse
De sol y luna impera ; y , asombrada ,
La tierra de pavor se desmorona .
EMILIA . (Dentro. ) Mi buen señor , hablar con vos desẽo .
OTELO . Me olvidaba de ti ; mas entra , Emilia.
Silencio. Luego . Las cortinas corro .
¡ Dónde të hallas , dí ? ( Abre la puerta. )
¿ Qué se te ofrece ?
EMILIA. ¡ Ah señor , un horrible asesinato
Se ha cometido !
OTELO. ¿En este mismo instante ?
EMILIA. En este instante.
OTELO . Es error de la luna , que á la tierra
Más de lo de costumbre se aproxima ,
Y enloquece á los hombres.
EMILIA. Casio ha muerto
A un jóven veneciano , á un tal Rodrigo .
OTELO . Rodrigo muerto y muerto Casio !
EMILIA. Casio ,
Muerto no está.
OTELO . ¿ Qué no está muerto Casio ?
Si es eso , asesinato , desentonas
Y ronca estás , dulcísima venganza .
DESDEM. ¡ Oh, vilmente , vilmente asesinado !
EMILIA. ¡ Ay Dios ! ¿ Qué grito es ese?
OTELO . ¿ Cömö ? ¿ ése ?
EMILIA. ¡ Ay Dios ! la voz de mi señora es esa .
Favor ! ¡ Favor ! ¡ Favor ! Hablad señora .
¡ Ay dulce Desdemona ! ¡ Dulcë ama !
Hablad.
DESDEM. Muero inocente .
EMILIA. ¿Quién tal hizo ?
115

DESDEM. Nadie ; yo misma , adios ; que me recuerdes


A mi señor ; adios.
OTELO . ¿ De qué manera ,
Asesinada fué?
EMILIA. ¡Qué horror! ¡ Quién sabe !
OTELO. ¿Le escuchaste decir que yo no he sido ?
EMILIA. Eso dijo , y decir verdad me toca .
OTELO . Al descender á los infiernos miente :
Yo fuí quien la mató .
EMILIA. Por eso mismo ;
Tanto más ángel ella. Vos más negro
Luzbel por eso mismo.
OTELO . Su decoro
Manchó, vil meretriz .
EMILIA . Calumnia es esa
De vos , Luzbel.
OTELO . Fué falsa cual el agua.
EMILIA. Violento , cual el fuego , vos pensando
Que falsa fué . Fué como el cielo pura .
OTELO . Era Casio su amante : que lo diga
Tu marido si nó. De los infiernos
En lo más insondable mereciera
Mi condena sufrir , si justa causa
No me hubiese á este término inducido :
Tu esposo toda la ocurrencia sabe.
EMILIA. Mi esposo!
OTELO. Sí ; tu esposo.
EMILIA. ¿Que ha faltado ?
OTELO. Con Casio , sí. ¡ Que fiel permaneciera ,
Y aunque el cielo otro mundo me brindara
De crisólito límpido y perfecto ,
No la trocara yo por él !
EMILIA. ¡ Mi esposo !
OTELO . Fué tu esposo el primero en descubrirlo :
Hombre de bien , á quien repugna el barro
116

Que á las inmundas prácticas se adhiere.


EMILIA. ¡ Mi esposo !
OTELO . Pero , dí ; ¿ porqué repites
Mis palabras , mujer?
EMILIA. Ama querida ,
Del amor la vileza se ha burlado.
¡ Qué no era honrada asegurar mi esposo !
OTELO . El , sí , mujer : tu esposo, sí : mi amigo ,
Y tu esposo. El honrado , honrado Yago.
EMILIA. Si eso afirmó , que su alma perniciosa
Se pudra medio adarme cada dia.
Mintió su corazon . Exageraba
Ella el valor de su asqueroso pacto.
OTELO . ¡ Ah !
EMILIA. Arrostro vuestra furia.
Tan indigna del cielo es vuestra hazaña
Cual de ella indigno vos.
OTELO . Mejor que calles.
EMILIA. El poder de dañarme que os anima
No iguala á mi poder de sufrimiento.
¡ Necio ! ¡Imbécil ! Menguado más que fango.
Lo que hicisteis... ¿ Qué importa vuestra espada?
Diré quien sois ¡ perdiera veinte vidas !
¡ Favor ! ¡ Favor ! ¡ Favor ! Á mi señora
Ha dado muerte el moro. ¡ Al asesino !
Entran MONTANO, GRACIANO y YAGO.
MONT. ¿Qué ocurre , 'general ?
EMILIA. Yago , celebro
Que vengas. ¿ Qué haces tú que hay quienes
[ quieren
Sus crímenes echar sobre tus hombros ?
GRAC. ¿Qué ocurre ?
EMILIA. Si eres hombre , á ese villano
Desmiente ya , pues dice que dijiste
Que le era infiel su esposa . Que no es cierto
117

Lo sé yo. No eres tú sér tan infame.


Habla : mi corazon de angustia estalla.
YAGO. Lo que pensaba dije , y dije sólo
Lo que él halló verdad y vió patente.
EMILIA. ¿ Mas que era desleal tú le dijiste ?
YAGO. Sí tal.
EMILIA. ¡ Mentira fué ! ¡ Mentira odiosa !
¡ Mentira infame ! ¡ Vive Dios ! ¡ Mentira !
¡ Mentira vil ! ¿ Con Casio , dí? ¿ Con Casio?
YAGO . Con Casio , sí señora . Ten la lengua.
EMILIA. No callaré. Precisa que yö hable.
Allí , sobre su lecho , asesinada
Á mi señora ved.
TODOS. ¡ Dios nos asista !
EMILIA. Asesinada fué por causa tuya.
OTELO. Es la verdad ; no os asombreis , señores.
GRAC . ¡ Rara verdad !
MONT. ¡ Hazaña monstruosa !
EMILIA. ¡ Infamia , infamia , infamia ! — Lo recuerdo.
Llegué á pensar... á barruntar. ¡ Infamia !
Entónces lo pensé ; morir de pena
Es fuerza. ¡ Infamia !
YAGO. Dí ¿te has vuelto loca?
Irte á casa te mando .
EMILIA. Caballeros ,
Dejadme hablar. Obedecerle es justo ,
Pero no en este instante. Ser pudiera
Que no tornase más á casa , Yago.
OTELO . ( Cayendo sobre el lecho. ) ¡ Öh , öh , oh !
EMILIA . Sí , sí tal , á tierra y ruge .
La más dulce criatura asesinaste
Que al cielo alzó los ojos.
OTELO. Era impura.
(Á Graciano. )
No os he visto , señor. Vuestra sobrina ,
118

Cuyo aliento estas manos ahora mismo


Acaban de apagar , allí se encuentra .
¡ Sé que horrible y feroz juzgais mi hazaña !
GRAC. ¡Ay pobre Desdemona ! Que tu padre
Falleciera es un bien . Tu casamiento
Causó su muerte , y su letal angustia
El hilo al fin cortó de su existencia.
Viviendo , este espectáculo le harïa
Un acto cometer desesperado ,
Y maldecir al ángel de su guarda
En la impiedad sumido.
OTELO. ¡ Trance crüel ! Mas bien á Yago consta
Que ella con Casio me faltó mil veces.
Casio lo declaró . Su amante empeño
Recompensó con la primer ofrenda
Que le entregué , cual prueba y testimonio
De mi amor. En sus manos yo lo he visto.
Era un pañuelo , antiguo don , regalo
De mi padre á mi madre.
EMILIA. ¡ Santos cielos !
¡ Oh santísimos cielos !
YAGO. ¡Vamos ! ¡ Calla !
EMILIA. No tal : no tal . ¿ Callar ? Nó. Libremente
Hablaré como el Bóreas. Aunque el cielo ,
Los hombres , y los genios infernales ,
Y todos , todos , atajarme quieran ,
He de hablar.
YAGO. Sé discreta y vete á casa.
EMILIA. No me iré.
(Yago trata de herir á Emilia. )
GRAC . Qué vergüenza , vuestro acero
Volver á una mujer.
EMILIA. i Oh torpe moro !
Hallé vuestro pañuelo casualmente ,
Y lo entregué á mi esposo , que , á menudo,
119

Con más afan que el caso requerïa ,


Rogó que lo robara.
YAGO . ¡ Vil ramera !
EMILIA. ¡ Regalo de ella á Casio ! ¡ No por cierto !
Entregado por mí fué á mi marido .
YAGO . Mientes , mujer inmunda.
EMILIA. ¡ Dios me ampare !
No miento , no , señores. Mentecato ,
Asesino. ¿Qué aprecio hacer podïa
Tal necio de mujer tan excelente ?
(Yago hiere á Emilia y huye. )
OTELO. ¿ No hay piedras en el cielo mas que aquellas
Que con los truenos cäen ? ¡ Vil canalla !
GRAC. ¡ Postrada la mujer ! ¡ Mató á su esposa !
EMILIA . ¡ Ay Dios ! Junto á mï ama colocadme.
GRAC . ¡ Huyó , mas á su esposa ha asesinado !
MONT . Es un infame atroz . Tomad la espada
Que le he quitado al moro. Que se guarden
Las salidas del fuerte , y que primero
Muerte le den que consentir se fugue.
De ese infame yo mismo vöy en busca ,
Que es un maldito esclavo . ( Vase Montano. )
OTELO . Yo tampoco
Valiente soy. Cualquier triste pigmëo
Mi espada usurpa. ¿ Mas porqué la honra
Á la honradez sobrevivir pretende ?
Váyase todo junto.
EMILIA. ¿Qué auguraba
Señora tu cancion? ¿ Me oyes acaso ?
Cantando moriré cual muere el cisne .
¡ Oh , sauce , sauce ! - - Moro , purä era.
Ella , moro crüel , te idolatraba.
Es verdad ; así Dios de mí se apiade.
Habla mi corazon , y muero... muero . (Muere.)
OTELO . Aún arma puedo hallar en este sitio.
120

Una espada española que templada


Fué del helado arroyo en la corriente :
Vedla aquí . Me es forzoso salir , deudo .
GRAC . (Dentro. ) Caro si lo intentais podrá costaros .
Sin arma , como estais , sereis vencido .
OTELO . Venid á verme , pues , venid á öirme ;
Ó iré hácia vos , como me encuentro , inerme .
Vuelve á entrar GRACIANO .
GRAC. ¿Qué ocurre ?
OTELO . Contemplad : un arma tengo :
Mejor , no la ciñó soldado alguno.
En ocasiones este débil brazo
Y esta excelente espada , mi camino
Me abrieron á través de más estorbos
Que veinte veces el estorbo vuestro.
Mas , ¡ vano alarde ! ¿ Al sino quien resiste ?
Pasó ya no temais al verme armado.
Mi jornada acabó . Mi fin es este
Y el límite del mar de mi existencia.
¿Os apartais de mí ? ¡Vanos temores!
Contra el pecho de Otelo , débil junco
Esgrimid , y vereis cual se retira !
¿Adónde Otelo irá ? -¿Cuál , cuál ähora
Es tu expresion ? ¡ Criatura desgraciada !
¡ Pálida cual tu veste ! Al encontrarte
En la otra vida , esa mirada tuya
Arrojará del cielo al alma mïa ,
Y las furias vendrán á arrebatarla.
¡Yerta , yerta , mi bien ; cual tu pureza ! -
¡ Oh maldecido , maldecido esclavo!-
¡Oh genios infernales ! expulsadme
Del celeste espectáculo que gozo.
Lanzadme al huracan : haced quë arda
En derretido azufre : sumergidme
En golfos profundísimos de fuego.—
121

¡ Oh Desdemona ! ¡ Desdemona ! ¡ Muerta!


Entran LUDOVICO, MONTANO, CASIO conducido en una silla,
guardias y YAGO prisionero.
LUDOV. ¿Ese sér iracundo y desgraciado
En dónde está?
OTELO . ¿Quién era Otelo? Vedle.
LUDOV. ¿Y esa víbora ? Traigan al infame.
OTELO . Dejadme ver sus piés ; fábula es esa :
Si eres Luzbel , matarte es imposible .
(Hiere á Yago. )
LUDOV. Desarmadle . ( Desarman á Otelo. )
YAGO. Me hirió más no me ha muerto .
OTELO . Ni lo lamento yo ; mejor que vivas ,
Que es para mí felicidad la muerte .
LUDOV. Otelo, vos ! Varon tan noble y justo,
Preso en las redes de maldito esclavo !
¿Qué se dirá de vos?
OTELO . Lo que quisieren .
Me llamarán , quizás , noble asesino.
No por rencor obré , por honra solo .
LUDOV. El vil en parte confesó su infamia .
¿Concertasteis los dos matar á Casio?
OTELO . Sí.
CASIO. General , jamás os dí motivo .
OTELO . Os creo , y el perdon de vos reclamo .
Preguntad á ese engendro del demonio ,
Porqué á traicion cazó mi cuerpo y alma.
YAGO. No pregunteis : sabeis lo ya sabido .
Ni una palabra más hablar pretendo.
LUDOV. ¿Ni rezarás?
GRAC. Sus labios quizás abra
El tormento .
OTELO . ¡ Vosotros sois los jueces !
LUDOV. Señor, saber debeis lo que ha ocurrido
Que sin duda ignorais. Ved una carta
122

Que al difunto Rodrigo han encontrado ;


Y otra además . En una manifiesta
Cómo Rodrigo se brindó á dar muerte
A Casio.
OTELO . ¡ Oh , vil!
CASIO. ¡ Infame , descreido !
LUDOV. Ved el otro inconexo documento
Hallado en su poder tambien ähora ;
Y que Rodrigo á este maldito infame
Encaminar pensaba por lo visto .
Pero Yago , en el ínterin , astuto ,
Lo despachó quizás.
OTELO . ¡Vil miserable !
¿Cómo , Casio , adquiriste aquel pañuelo
Que era de mi mujer?
CASIO. Lo hallé en mi alcoba,
Y él mismo , hace un momento, ha confesado
1
Que á un propósito suyo convenïa
Dejarlo en aquel sitio .
OTELO . ¡Necio ! ¡Necio !
CASIO. En su carta , además , Rodrigo acusa
Á Yago de inducirle á molestarme
Cuando de guardia me encontraba ; orígen
De perder yo mi puesto ; y, ahora mismo,
Ya muerto al parecer , habló diciendo
Que Yago lo mató tras azuzarlo.
LUDOV. Esta alcoba dejad ; venid conmigo ;
Que ya del mando y del poder os privan ,
Y Casio rige á Chipre . Con respecto
A ese vil sér, si la crueldad más fina
Lo puede atormentar , no sólo mucho ,
Sino por largo tiempo , será suya.
Prisionero quedais vos mientras tanto
Que conozca el gobierno de Venecia
Lo ocurrido. Llevadle , pues , vosotros.
123

OTELO . Tened. Öidme os ruego dos palabras.


Presté ciertos servicios al Estado :
Lo saben , basta , pues . - Al relatarse
En vuestras cartas tan terribles hechos
Que hableis de mí como quien soy suplico.
Ni me excuseis , ni me inculpeis tampoco ;
Y de uno hablareis forzosamente,
Que no amó cual discreto , sino mucho :
Dë uno , tardo en recelar , que herido
Por la traicion fué víctima de dudas :
Dë uno que , cual indio miserable ,
Tiró , con torpe mano , perla hermosa
De más valïa que su entera tribu :
Dë uno cuyos ojos ya sumisos ,
Aunque llanto verter apénas saben ,
Lágrimas hoy derraman tan aprisa ,
Como su goma el árbol de la Arabia.
Esto escribid: despues podeis decirles ,
Que una vez en Alepo , donde un turco
Osó infame ofender á un veneciano
Y al Estado insultar , de la garganta
Asegurando al perro circunciso ,
Lo maté de esta suerte . ( Se hiere. )
LUDOV. Triste dia.
GRAC . Lo dicho nada vale.
OTELO . Al yo matarte te besé ; por eso
Ahora , al matarme , muero sobre un beso.
(Muere. )
CASIO. Yo lo temí , más lo juzgaba inerme.
¡ Era un gran corazon !
LUDOV. ¡Perro Espartano !
Más crüel que el dolor, la mar y el hambre,
Vé la trágica carga de ese lecho : (A Yago. )
Es obra tuya. Tan terrible escena
Emponzoña los ojos : ocultadla.
124

Quedad aquí , Graciano , y de los bienes


Del moro apoderãos , pues son vuestros.
A vos , señor Gobernador, os toca
Castigar á este réprobo, ordenando
Cuándo ha de ser, el sitio y la tortura.
¡Ah , sí! ¡Severo sed ! Yo marcho á bordo
Mi deber al Gobierno á dar me lleva,
Con triste corazon , la triste nueva.

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