Pedro Pablo Nakada Ludeña
Pedro Pablo Nakada Ludeña
Pedro Pablo Nakada Ludeña
I. DATOS BIBLIOGRÁFICOS
II. HISTORIA
Como en el caso de tantos otros asesinos seriales, la infancia de Pedro estuvo
marcada por el abuso y la violencia. En la escuela, Pedro sufría bullying; dice al
respecto de eso: “No tenía amistad con los demás niños. Sí, era solitario. ¿Por
qué? Porque los niños eran malos. Me jalaban el pelo. Me molestaban todo el
tiempo”.
Respecto a esos abusos que sufría y a la terrible familia que le tocó, Pedro
expresó lo siguiente: “Es mala, mi familia es mala. Mis padres siempre
peleaban. Se insultaban mucho. Desde que yo era chico. Éramos nueve
hermanos. Yo soy el tercero. Me molestaban los laberintos. Mi papá le
pegaba mucho a mi mamá. Yo me escapaba de la casa. Pero volvía,
escondido, para que mi papá no me pegara con un cable. Volvía por no tener
dónde comer. Con mis hermanos nos criamos separados. Con un tío, con
una tía, mi hermana me violó, ella era mayor. Mi hermano me obligó a tener
sexo oral, yo tenía seis años ¿Hay gente que no me cree? Yo no olvido lo
que vivi.”
Pero el peor de todos los traumas que Pedro pudo experimentar fue cuando tenía
cuatro años y sus hermanos lo acusaron de matar a una perra embarazada que
era mascota familiar, lo violándolo a modo de castigo. Dice Pedro al
respecto: “Odio a los maricones. Cuando yo era niño, mis hermanos me
violaron porque creían que yo había matado a una perra que teníamos y que
además estaba preñada. Juro que yo jamás le hice nada al animal”. Bien
puede verse que aquella experiencia constituyó el detonante de la homofobia que
más adelante habría de caracterizar parte de la conducta criminal de Pedro; y
según las palabras del asesino, también esa experiencia fue determinante en sus
primeros actos de crueldad, dirigidos a los animales: “Tú lo mataste, tú lo
mataste”. Yo les decía que no, y ellos no me creían; y como me dijeron eso,
entonces yo comencé a matar animales. Mi mayor defecto es ser colérico, la
cólera me hacía matar.
La cólera, que era lo que hacía matar animales a Pedro, llegó a plasmarse en
episodios extremos de tortura animal, que Pedro empleaba para desahogarse de
cosas como la actitud de su madre; cuenta así: “Mi madre era bipolar, cambiaba
de carácter, no podía confiar en ella, Cuando era chibolo, mi mamá me
golpeó como salvaje y yo de cólera quemé al gato en la sartén hirviendo”.
Primer caso
Aproximadamente a las 18:00 horas del 1 de enero del 2005, Carlos Edilberto
Merino Aguilar (de 26 años) estaba en la playa Chorrito de Chancay, cuando
de pronto recibió un disparo que le atravesó el tórax y el abdomen, acabando
con su vida. Según admitiría después Pedro Nakada, él le había disparado a
Carlos porque pensaba que éste lo iba a asaltar, aunque lo cierto es que fue
Pedro quien tomó dinero de Carlos tras asesinarlo.
Segundo caso
Cuarto caso
Quinto caso
Sexto caso
Séptimo caso
Octavo caso
Noveno caso
Décimo caso
El 17 de diciembre del 2006, los profesores Nazario Julián Tamariz Pérez (24
años) y Didier Jesús Zapata Dulanto (26 años), caminaban por las
inmediaciones de un canal de regadío ubicado en la Urbanización Aparicio
(Huaral). Eran aproximadamente las 18:00 de la tarde, y la pareja homosexual
disfrutaba de un tranquilo paseo, cuando de pronto apareció Pedro. “Yo maté
a los profesores Nazario Tamariz Pérez y Didier Zapata Dulanto, ellos
caminaban por el borde de un canal de regadío agarrados de la mano, se
hacían cariños como una pareja de enamorados, y como yo soy el
‘purificador de la tierra’, no quedó otra opción que asesinarlos, porque
los homosexuales solo hacen daño a la sociedad”, dijo Pedro ante la
Prensa, meciéndose con inquietud en una silla. Ahora, y según refirieron
fuentes policiales, Pedro fue sumamente cruel; ya que, tras haberle disparado
dos veces en la cabeza a uno de los profesores, el otro se arrodilló y le suplicó
llorando que no lo matara, pero aquello solo encendió más el enseñamiento de
Pedro, y el monstruo le disparó dos veces en la cabeza. Por último y tras
matarlos, Pedro les sustrajo el calzado y el dinero a ambos, llevándose una
cantidad de soles equivalente a 36 dólares.
Décimo segundo caso
Agustín Andrés Maguiña Oropeza (46 años) y Luis Melgarejo Sáenz (54 años),
eran dos amigos alcohólicos que solían ir al descampado conocido como la
Lotizadora San Carlos. Sin embargo, un 24 de diciembre del 2006 a eso de las
20:00 de la noche, Pedro les reventó las cabezas a balazos. Según se supo,
los mató porque habían presenciado un crimen anterior. Al inicio todo estaba
oscuro, pero los escuchó hablar, fue a ver de dónde venían las voces, y
entonces los encontró y les dio muerte. No obstante, cuando Pedro habló a la
Prensa, dio una versión en que se colocaba a sí mismo como salvador,
diciendo lo siguiente de este doble asesinato: “Mato a las personas para que
no sigan sufriendo. Por ejemplo, a dos alcohólicos los investigué por más de un
mes, y cuando me enteré dónde era el lugar en el que se refugiaban, preparé
mi arma para que con un sólo disparo descansaran en la paz de Dios”.
Pedro menciono que : “Escucho la voz de mis padres y una voz mala que me
dice que mate a toda la gente corrupta, como homosexuales, rateros,
alcohólicos y maricones. Pero ya no puedo cumplir la misión de Dios ya que
me capturaron. Ahora sigo escuchando esa voz que me dice que me mate”.
Después del referido intento de suicidio, Pedro fue constantemente vigilado para
que no se mate, aunque en el 2009 la Justicia se inclinó a su favor, ya que el
dictamen psiquiátrico anterior fue cuestionado y, en virtud de las más recientes
evidencias e investigaciones, se concluyó que tenía esquizofrenia paranoide, por
lo que se declaró inimputable la sentencia de 35 años, y Pedro fue conducido al
Pabellón de Psiquiatría del Penal de Lurigancho. Lógicamente, la sociedad
peruana prefiere que Pedro se quede allí el mayor tiempo posible, ya que admitió
públicamente que, de estar libre, seguiría cumpliendo su sanguinaria misión
“purificadora”. Y es que nadie en su sano juicio pensará que Pedro tenía el
derecho de asesinar a otros seres humanos a causa de ciertas faltas morales.
VI. anexos
Cuadro De Victimas
SU CAPTURA