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conocer como cantautor folk con composiciones como «Blowin' in the Wind» y «A Hard
Rain's a-Gonna Fall» con un importante contenido de protesta social.[9] Tras dejar
atrás la música folk, Dylan modificó la música popular en 1965 con el
álbum Bringing It All Back Home y posteriormente Highway 61 Revisited, uno de los
trabajos musicales más influyentes del siglo xx,[10][11] en el que combinó
la música rock con composiciones complejas y literarias influidas por
imaginería surrealista.[12] Su primer sencillo, «Like a Rolling Stone», fue elegido
como la mejor canción de todos los tiempos por la revista Rolling Stone y alcanzó
el segundo puesto en la lista estadounidense Billboard Hot 100.[13]
El autor de "Blowin' in the wind" tuvo nexos con dos de los escritores
fundamentales del movimiento literario estadounidense: Jack Kerouac y Allen
Ginsberg. En su juventud, fue un gran admirador del libro En el camino, aunque con
el tiempo comenzó a distanciarse de la obra. Con Ginsberg, mantuvo una relación
particular, pues el poeta también quería ser una estrella de rock.
Ocurre que cuando era adolescente, Dylan pensaba que las letras de las canciones
que escuchaba eran ajenas a lo que pasaba. Entonces, la temática de la novela lo
terminó atrapando, porque trataba lo que a él le gustaba: cosas reales, callejeras.
"Seguía encendiendo la radio, probablemente más por un hábito sin sentido que por
cualquier otra cosa. Lamentablemente, todo lo que se tocaba no reflejaba más que
leche y azúcar, y no los temas reales de Jekyll y Hyde de la época. Las ideas de En
el camino, Aullido y Gasolina que indicaban un nuevo tipo de existencia humana no
estaban allí, pero ¿cómo podrías haber esperado que así fuera? Los singles de 45"
eran incapaces de ello", argumenta el cantautor en la citada autobiografía.
Además, a Robert Allan Zimmerman le había encantado el poema "Mexico City Blues",
también de Kerouac. Según el sitio de la Sociedad histórica de Nueva Inglaterra,
fue el mismo Dylan quien le contó a Ginsberg que alguien le entregó el poema en St.
Paul en 1959. "Me sorprendió", dijo, y que fue la primera poesía que leyó que
estaba escrita en su propia forma de expresión.
De ese modo, Dylan sentía una cercanía con la escritura de Kerouac. Una manera de
entender el mundo más en contacto con lo "real" y no confinado en el academicismo.
En el camino
Hasta hoy, Jack Kerouac es considerado uno de los autores clave de la llamada
Generación Beat (que completaban otros nombres como William S. Burroughs y el mismo
Ginsberg). El nombre se refiere a un grupo de escritores estadounidenses de la
segunda mitad del siglo XX que, si bien escribieron obras muy distintas entre sí,
compartían el ánimo de ir contra lo establecido. Había un cuestionamiento a los
valores imperantes en la sociedad estadounidense, un lenguaje cercano, referencias
a la poesía, las drogas, el jazz, y el relato sin tapujos de vida sexual y la
visibilización de lo homosexual.
Entre otras, Kerouac también escribió las novelas Los subterráneos (1958) y Los
vagabundos del Dharma (1958), en esta última desarrolló otro de sus intereses: el
budismo.
Sin embargo, pese al ascendiente de Kerouac en el joven Bob Dylan, para el escritor
Miguel Grinberg, su influencia en las letras está más cerca de otro de los
referentes de la “generación Beat”, como Burroughs. Al menos, ese es su análisis al
leer Tarántula, el libro que el hombre de “Just like a woman” publicó en 1966. “Si
buscamos un parentesco con la literatura Beat desembocamos en el ‘flujo de
conciencia’ alucinado de William S. Burroughs. La siento como una obra experimental
que explora el verso libre y juega a plantar palabras en el acto de respirar. No
por azar, al reeditarse en 1994, la portada la rotula como ‘poesía’. No es una
lectura sencilla. Es una recopilación de alucinaciones de un muchacho de 25 años
atormentado por la belleza y la muerte”, explica el argentino en entrevista con el
sitio Recordplay.
Bob Dylan conoció a Allen Ginsberg en 1963, los presentó en Nueva York un amigo en
común, el periodista Al Aronowitz. En un principio, el autor de Aullido no tuvo una
buena impresión del oriundo de Minnesota. "Pensé que solo era un cantante de folk y
temía convertirme en su esclavo o algo por el estilo, en su mascota", cuenta el
poeta en el libro de Barry Miles titulado Ginsberg.