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Trastorno de personalidad múltiple

Este trastorno es raro, y no hay acuerdo sobre hasta qué punto es iatrogénico
o propio de una cultura específica. El hecho esencial es la existencia
aparente de dos o más personalidades distintas en el mismo individuo, y el
que cada vez se manifiesta sólo una de ellas. Cada personalidad es
completa, con sus propios recuerdos, comportamiento y preferencias, que
pueden ser muy diferentes a los de la personalidad premórbida única.

En la forma común de dos personalidades, una personalidad domina pero


nunca una tiene acceso a los recuerdos de la otra y casi siempre cada una
ignora la existencia de la otra. Los cambios de una personalidad a la otra en
la primera ocasión son súbitos, y están estrechamente relacionados con
acontecimientos traumáticos. Los cambios siguientes se limitan a menudo a
acontecimientos dramáticos o estresantes o se presentan durante las
sesiones con un terapeuta que utiliza relajación, hipnosis o abreacción.

Los trastornos disociativos consisten en una alteración de las funciones integradoras de


la conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno (DSM IV). Experiencias
que
normalmente se experimentan como una situación continua e integrada dentro de los
procesos
mentales, se aíslan de ellos alterando el sentimiento de continuidad de sí mismo y el
recuerdo de hechos de la vida, y originando una serie de fenómenos clínicos y conductuales
con alteración de la memoria e identidad.
Los trastornos disociativos son más una alteración de la organización estructura mental,
que de los contenidos en si, es decir, se trata de una incapacidad para integrar o asociar
unos contenidos, no de una alteración de los mismos.
El fenómeno disociativo trata, como un mecanismo defensivo parecido a la represión, de
mantener determinada información lejos de la conciencia, almacenando la información
disociada de un modo directo, no transformado y recuperándose (al contrario de lo que
ocurre en la repre-
sion con los sucesos) de la misma forma; comprende un periodo de tiempo, y se
desencadena como defensa después de algún episodio psicotraumatico.
Amnesia disociativa, fuga disociativa, trastorno de identidad disociativo y trastorno de des-
La personalización representa los principales trastornos de esta psicopatología, cuyo
conocimiento se debe en gran parte a los estudios experimentales sobre la hipnosis.
Clásicamente estos trastornos estaban incluidos en la histeria; actualmente, en las
clasificaciones internacionales aparecen como categorías propias separadas.

La amnesia disociativa se caracteriza por una incapacidad para recordar información perso-
nal importante, generalmente de naturaleza traumática o estresante, que es demasiado
amplia para ser explicada por el olvido ordinario (DSM IV).
Cuando, en la amnesia disociativa, la disociación es tan amplia y extensa que llega a conse-
guir que la identidad esté fragmentada junto con la memoria, nos encontramos ante un
trastorno de identidad disociativa (personalidad múltiple), forma de disociación que fisura el
sentimiento de continuidad de sí mismo y el recuerdo de hechos de la vida.
El trastorno de identidad disociativo, denominado Trastorno de personalidad múltiple
por CIE 10, se caracteriza por la presencia de uno o más estados de identidad o
personalidad,
que controlan el comportamiento del individuo de modo recurrente, junto a una incapacidad
para
recordar información.
En dicho trastorno se quiebra la característica de identidad de la personalidad que hace que
nos sintamos siempre el mismo; aparecen dos o más personalidades alternativamente, con
o sin
conexión entre ellas, y con amnesia recíproca, ignorando cada personalidad a la otra
(personalidad alternante).
Cada vez se manifiesta una de las personalidades con sus características específicas. La
exis-
tencia de una memoria explícita o episódica que implica el recuerdo de las experiencias
personales identificadas con uno mismo, y una memoria implicita o semántica en relacion
con la ejecucion de actividades rutinarias (automáticas), explica que se pueda actuar de un
modo automático, desprovisto de la autoidentificación explicita.
El DSM IV especifica los siguientes criterios para el diagnóstico de Trastorno de identidad
disociativo:
A.- Presencia de dos o más identidades o estados de personalidad (cada una con un patrón
propio y relativamente persistente de percepción, interacción y concepción del entorno y
de sí mismo).
B.- Al menos dos de estas identidades o estados de personalidad controlan de forma
recurrente el comportamiento del individuo.
C.- Incapacidad para recordar información personal importante, que es demasiado amplia
para ser explicada por el olvido ordinario.
D.- El trastorno no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., com-
portamiento automático o caótico por intoxicación alcohólica) o a una enfermedad medi-
ca (p. ej., crisis parciales complejas).
La prevalencia estimada del trastorno de identidad disociativo es del 3% al 5% entre los
pacientes psiquiátricos, según las series estudiadas , e inferior al 1% en la población
general a lo
largo de la vida, si bien ha aumentado el diagnóstico en las últimas décadas, sobre todo en
la psiquiátrica americana.
El 90% de los casos corresponde al sexo femenino.
La disociacion aparece como una defensa contra algœn trauma distanciando a la persona
del
mismo y retrasando la integración de este en la vida psíquica.
Etimológicamente el origen del trastorno se relaciona con vivencias psicotraumÆticas o con
conflictos internos intolerables en la infancia (abusos sexuales o malos tratos) que fuerzan a
la mente
a segregar la información como un mecanismo de defensa, en un intento de mantener el
control
mental mientras se ha perdido el control físico.
Los modelos dinámicos explican el trastorno como un surgir de nuevas personalidades para
adaptarse a situaciones conflictivas, creando estructuras alternativas. Para los conductistas
se adoptaran nuevas personalidades para evitar castigos o reprobación.
Se manifiesta casi siempre a partir de la adolescencia y raramente se inicia después de
los 40 años, existiendo habitualmente un retraso entre el comienzo de los síntomas y el
diagnóstico.
Clínicamente se caracteriza por la presencia de una personalidad primordial o pri-
maria que es la personalidad oficial del paciente, la reconocida por la sociedad, y otras per-
son personalidades surgidas por la disociación. Pueden coexistir varias personalidades
diferentes,
Carrasco Gomez apunta hasta cien , de tal forma que la personalidad primaria no tiene
conciencia ni control del resto de las personalidades, que adquieren roles y conductas dife-
rentes, o puede tener conciencia de ellas, en cierta medida, considerándolas como
compañeros o amigos. El paciente puede ser consciente de espacios de tiempo perdidos,
de dis-
torsiones vivenciales del tiempo, o de estados confusionales o lagunas mnosicas, y no
cono-
cer sus otras actividades.
La fluctuación de la atención, la perplejidad, la presencia de conductas pasivas y explo-
siones emocionales no son infrecuentes, constituyendo a veces los únicos síntomas
encontrados
en la valoración del paciente, siendo necesarias varias entrevistas prolongadas para
detectar el
trastorno.
El paso de una personalidad a otra suele ser rápido, producido ante factores ambientales o
desencadenantes. Normalmente no existe interacción entre ellas, aunque unas
personalidades pueden soportar las influencias de otras por impulsos dinámicos internos,
por lo que la conducta de la personalidad primaria puede verse motivada o impuesta por
otras personalidades que influyen en su acción.
No existen en el Trastorno de identidad disociativo alteraciones de los parámetros
biológicos.

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