Fuentes Dorrego

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22/4/22, 21:53 Secuencia didáctica

Actividad 1
Documentos relacionados con el fusilamiento de Manuel Dorrego

Documento 1: Carta del almirante Guillermo Brown, gobernador delegado en


Buenos Aires, a Juan Lavalle
“Señor gobernador don Juan Lavalle. Mi apreciado señor:
La carta original de Dorrego que incluyo a usted le informará de sus deseos de salir a un país
extranjero, bajo seguridades: mi opinión a este respecto, como particular, está de conformidad, pero
asegurando su comportamiento de no mezclarse en los negocios políticos de este país. Esta es mi
opinión privada, mas usted dispondrá lo que considere mejor, para asegurar los grandes intereses de
la provincia; quedando su muy atento amigo y servidor W. Brown.” 12 de diciembre de 1828, por la
noche.”

Documento 2: Carta de Salvador María del Carril a Juan Lavalle


“Señor general don Juan Lavalle:
(...) Ahora bien, general, prescindamos del corazón en este caso (...) Así, considere usted la suerte
de Dorrego. Mire usted que este país se fatiga 18 años hace, en revoluciones, sin que una sola haya
producido un escarmiento (...). En tal caso, la ley es que una revolución es un juego de azar en el
que gana hasta la vida de los vencidos cuando se cree necesario disponer de ella. Haciendo la
aplicación de este principio de una evidencia práctica, la cuestión me parece de fácil resolución. Si
usted, general, la aborda así, a sangre fría, la decide; si no, yo habré importunado a usted; habré
escrito inútilmente, y lo que es más sensible, habrá usted perdido la ocasión de cortar la primera
cabeza a la hidra, y no cortará usted las restantes; ¿ entonces, qué gloria puede recogerse en este
campo desolado por estas fieras ?. Nada queda en la República para un hombre de corazón.”
Salvador María del Carril
12 de diciembre de 1828.
(Salvador M. Del Carril, político de ideas unitarias, fue ministro del gobierno de Rivadavia antes del
fusilamiento de Dorrego y más tarde ministro del gobierno de Lavalle.)

Documento 3: Memorias del general Gregorio Aráoz de Lamadrid, escritas


veinte años después del fusilamiento de Dorrego
“Fui a ver al general Juan Lavalle a solicitar su permiso para hablar con el señor Dorrego así que
llegara. Dicho general (...) me permitió verle así que llegara y lo hice en efecto, al momento mismo
de haber parado el birlocho en medio del campamento y puéstosele una guardia. Subido yo al
birlocho y habiéndome abrazado, díjome: ‘¡Compadre, quiero que usted me sirva de empeño en esta
vez para con el general Lavalle, a fin de que me permita un momento de entrevista con él!’ (...).
‘Compadre -le dije-, con el mayor gusto voy a servir a usted en este momento’. Corrí a ver al
general, hícele presente el empeño justo de Dorrego...; mas viendo yo que se negó abiertamente a
ello, le dije. ‘¿qué pierde el señor general con oírle un momento...?’ ‘¡No quiero verle, ni oírlo un
momento¡’... Salí desagradado, y volví sin demora con esta funesta noticia a mi sobresaltado
compadre.
Al dársela se sobresaltó aún más, pero lleno de entereza mi dijo: ‘¡Compadre, no sabe Lavalle a lo
que se expone con no oírme! Asegúrele usted que estoy pronto a salir del país; a escribir a mis
amigos de las provincias que no tomen parte alguna por mí’.
Bajéme conmovido y pasé con repugnancia a ver al general. Apenas me vio entrar, díjome: ‘Ya se le
ha pasado la orden para que se disponga a morir, pues dentro de dos horas será fusilado; no me
venga con muchas peticiones de su parte’. ¡Me quedé frío! ‘General, le dije, ¿por qué no le oye un
momento, aunque lo fusile después?’. ‘¡No lo quiero!’, díjome, y me salí en extremo desagradado y,
sin ánimo de volver a verme con mi buen compadre...; pero en el momento se me presenta un
soldado a llamarme de parte de Dorrego, pidiéndome que fuera en el momento.
Al momento de subir al birlocho se paró con entereza y me dijo: ‘Compadre, se me acaba de dar la
orden de prepararme a morir dentro de dos horas. A un desertor al frente del enemigo, a un
bandido, se le da más término y no se le condena sin oírle y sin permitirle su defensa. ¿Dónde
estamos? ¿Quien ha dado esta facultad a un general sublevado? Proporcióneme usted, compadre,
papel y tintero, y hágase de mí lo que se quiera. ¡Pero cuidado con las consecuencias!’”.

Documento 4: Carta de Juan Estanislao Elías, edecán de Lavalle y encargado


de comunicar a Dorrego que sería fusilado
“Mi estimado hermano: (...) Cerca de las dos de la tarde hice detener el carro frente a la sala que
ocupaba el general Lavalle, y desmontándome del caballo fui a decirle que acababa de llegar con el
coronel Dorrego.

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El general se paseaba agitado a grandes pasos y al parecer sumido en una profunda meditación, y
apenas oyó el anuncio de la llegada de Dorrego, me dijo estas palabras que aún resuenen en mis
oídos después de cuarenta años: Vaya usted e intímele que dentro de una hora será fusilado. El
coronel Dorrego había abierto la puerta del carruaje y me esperaba con inquietud. Me aproximé a él
conmovido y le intimé la orden funesta de que era portador. Al oírla, el infeliz se dio un fuerte golpe
en la frente, exclamando: ¡Santo Dios! -Amigo mío, me dijo entonces, proporcióneme papel y tintero
y hágame llamar con urgencia al clérigo Castañer, mi deudo, al que quiero consultar en mis últimos
momentos (...).
Como la hora funesta se aproximaba, el coronel Dorrego me llamó y me dio las cartas, una que todo
el mundo conoce, para su esposa, y la otra de que yo solo conozco su contenido, para el gobernador
de Santa Fe don Estanislao López.
Ambas cartas se las presenté al general Lavalle, quien sin leerlas me las devolvió, ordenándome que
entregase la dirigida a su señora y que a la otra no le diera dirección.”

Juan Elías, carta dirigida a su hermano Ángel, fechada en Tucumán el 12 de junio de 1869, cuarenta
años después del fusilamiento de Dorrego. En: Martín Graciano Duhalde, semanario Amanecer, 23 de
diciembre de 1972.

Documento 5: Carta de Manuel Dorrego a su esposa e hijas


Carta a la esposa:
“Mi querida Angelita: en este momento me intiman que dentro de una hora debo morir; ignoro por
qué; más la providencia divina, en la cual confío en este momento crítico, así lo ha querido. Perdono
a todos mis enemigos y suplico a mis amigos que no den paso alguno en desagravio de lo recibido
por mí.
Mi vida, educa a esas amables criaturas, sé feliz, ya que no lo has podido ser en compañía del
desgraciado.
Manuel Dorrego”
Y agregó luego en otro papel:
“Mi vida: Mándame hacer funerales, y que sean sin fausto. Otra prueba de que muero en la religión
de mis padres. Tu Manuel.”
Carta a las hijas:
“Mi querida Angelita: te acompaño esa sortija para memoria de tu desgraciado padre.
Mi querida Isabel: te devuelvo los tiradores que hiciste a tu infortunado padre.
Sed católicos y virtuosos, que esa religión es la que me consuela en este momento.”

“Carta de Manuel Dorrego a su esposa Ángela y líneas a sus hijas, Navarro, 13 de diciembre de
1828”. En: Mónica Deleis y otros. Cartas que hicieron Historia. Buenos Aires, Aguilar, 2001.

Documento 6: Carta de Manuel Dorrego a Estanislao López, gobernador de


Santa Fe
“Señor gobernador de Santa Fe don Estanislao López. Mi apreciable amigo:
En este momento me intiman a morir dentro de una hora. Ignoro la causa de mi muerte; pero de
todos modos perdono a mis perseguidores. Cese usted por mi parte todo preparativo, y que mi
muerte no sea causa de derramamiento de sangre. Soy su afectivo amigo. Manuel Dorrego.”
Manuel Dorrego, Navarro, 13 de diciembre de 1828.

Documento 7: Comunicado de Juan Lavalle informando sobre el fusilamiento


de Manuel Dorrego
“Ministro:
Participo al gobierno delegado que el coronel don Manuel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden
al frente de los regimientos que componen esta división.
La historia, señor ministro, juzgará imparcialmente si el coronel Dorrego ha debido o no morir; y si al
sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro
sentimiento que el del bien público. Quisiera persuadirse el pueblo de Buenos Aires, que la muerte
del coronel Dorrego es el sacrificio mayor que pueda hacer en su obsequio. Saludo al señor ministro
con toda atención.”
Juan Lavalle, Navarro, 13 de diciembre de 1828.

Documento 8: Carta de Juan Lavalle al gobernador delegado Guillermo


Brown, luego de ordenar y ejecutar el fusilamiento de Manuel Dorrego
“Desde que emprendí esta obra, tomé la resolución de cortar la cabeza de la hidra, y sólo la carta de
Vuestra Excelencia puede haberme hecho trepidar un largo rato, por el respeto que me inspira su
persona.
Yo, mi respetado general, en la posición que estoy colocado, no debo tener corazón. Vuestra
Excelencia siente por sí mismo, que los hombres valientes no pueden abrigar sentimientos innobles,

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y al sacrificar al coronel Dorrego, lo hago en la persuasión de que así lo exigen los intereses de un
gran pueblo.
Si vuestra Excelencia no queda satisfecho, estoy seguro de que a vuestra vista, no le quedará a
Vuestra Excelencia ni sentimiento que no haya podido llenar sus deseos, ni la menor duda, de que la
existencia del coronel Dorrego y la tranquilidad de este país sin incompatibles.
Sírvase Vuestra Excelencia recibir de nuevo las protestas de amistad y admiración”.
Carta de Juan Lavalle al gobernador delegado Guillermo Brown, Navarro –provincia de Buenos
Aires–, 13 de diciembre de 1828. En: Mónica Deleis y otros. Cartas que hicieron Historia. Buenos
Aires, Aguilar, 2001.

Documento 9: Carta de Salvador María Del Carril a Lavalle, aconsejándole


fraguar documentos para encubrir el modo en que se fusiló a Dorrego
“Señor general don Juan Lavalle.
Mi querido general:
(...) Me tomo la libertad de prevenirle, que es conveniente recoja usted un acta del consejo verbal que
debe haber precedido a la fusilación. Un instrumento de esta clase, redactado con destreza, será un
documento histórico muy importante para su vida póstuma (...). Que lo firmen todos los jefes y que
aparezca usted confirmándolo. Debe fundarse en la rebelión de Dorrego con fuerza armada contra la
autoridad legítima elegida por el pueblo; en el empleo de los salvajes para ese atentado; en sus
depredaciones posteriores…etc., etc.”
Salvador María del Carril, Buenos Aires, 15 de diciembre de 1828.

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