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EVOLUCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

Bertha SoLís GARcíA

INTRODUCCIÓN

Una de las construcciones filosóficas más importantes en la historia de la hu-


manidad han sido los derechos humanos, los cuales ponen en una verdadera
relevancia al ser humano. La pretensión es valorarse como iguales. La lucha
no ha sido fácil, pues ha costado guerras para reiterar tal principio.
La corriente filosófica, conocida como iusnaturalismo, dio cabida a los
derechos humanos. Supone en primer lugar el reconocimiento de la dignidad
del ser humano frente a las actividades del Estado. Esta concepción marca ya
un parámetro de referencia sumamente importante puesto que nos
permite advertir una etapa donde estos derechos son un límite a la actividad
estatal a favor de los individuos.
Esta cualidad es esencial para identificar los momentos que constituyen la
historia de los derechos humanos, ya que, habrá otro momento en el que
la reivindicación de estos derechos sea, además, hacia una “responsabilidad
so- cial”, concepto que ha ido ganando cada vez más importancia en los
últimos años. El planteamiento es que, no obstante la libertad de acción e
iniciativa que debe caracterizar a las instituciones en nuestro mundo
democrático y de libre comercio, no podemos enfocarnos solamente en
defender nuestros intereses corporativos propios dentro del marco legal
vigente abandonando a su suerte las consecuencias.
Es necesaria, también, la exigencia de estándares de calidad en las empre-
sas internacionales así como la exigencia de la regularización de ellas, bajo
el concepto de responsabilidad social, para prevenir la polarización social y
la pobreza, la exigencia de instrumentos y acuerdos internacionales que
eviten la acumulación de la riqueza en unas cuantas manos para garantizar el
progreso global sostenible y equitativo.
Una de las clasificaciones de los derechos humanos, con fines de explica-
ción académica es la siguiente:

77
78 BERTHA soLís GARcíA

• Derechos humanos de Primera Generación o también conocidos


como Derechos Civiles y Políticos. Surgen con la Revolución
Francesa como rebelión contra el absolutismo del monarca. Impone al
Estado respetar siempre los Derechos Fundamentales del ser humano
como es el dere- cho a la vida, a la libertad, a la igualdad, entre
otros.
• Derechos Humanos de Segunda Generación o Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, DEsc. Los cuales se plantearon por
primera vez en el mundo en la constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos en 1917, no sin antes haber transitado por una
revolución (Revolución Mexicana de 1910). Los DEsc constituyen una
obligación de hacer del Estado y son de satisfacción progresiva.
• Y los Derechos Humanos de Tercera Generación, también llamadas
De-
rechos de los Pueblos o de Solidaridad. Surgen en nuestro tiempo como
respuesta a la necesidad de cooperación entre las naciones, así como de
los distinto grupos que lo integran. Derecho a la autodeterminación,
a la independencia económica y política, a la identidad nacional y
cultu- ral, a la paz, a la coexistencia pacífica, al entendimiento y
confianza, a la cooperación internacional y regional, a la justicia
internacional, al uso de los avances de las ciencias y la tecnología, a la
solución de los proble- mas alimenticios, demográficos, educativos y
ecológicos, a proteger el medio ambiente y patrimonio común de la
humanidad, a contribuir al progreso que garantice la vida digna y la
seguridad humana.

I. . ANTECEDENTES

Desde la antigüedad, tanto en los regímenes despóticos y absolutistas, en los


que la voluntad de los gobernantes era la suprema ley y los gobernados
no podían hacer otra cosa que someterse y obedecer, como ocurrió también
en el antiguo Oriente y en algunas épocas y circunstancias de Grecia y
Roma, en donde no se veía el reconocimiento de la participación de sus
ciudadanos en la integración de sus gobiernos, argumentando diversos
planteamientos como veremos a continuación.
La defensa de los derechos humanos, tuvieron como concepción filosófica a
la persona, de donde se desprenden ciertos atributos esenciales, dando paso a la
creación de un sistema jurídico que garantice estos derechos, esto es, a través
del derecho positivo.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 7
Esto se expresa así: La filosofía discursiva inspira una concepción integral
80 BERTHA soLís GARcíA

de los derechos humanos, mientras que el sistema jurídico político los hace
vigentes en un tiempo y lugar determinado.67

1. La antigüedad clásica desconoció la dignidad de la persona

En la antigüedad grecorromana, no se llegó a tener idea clara y precisa de la


dignidad del hombre como individuo y de sus correspondientes derechos
frente a la comunidad y autoridad política. Se consideró siempre que los
hombres formaban parte de su comunidad y pertenecían a ella como las par-
tes de un todo. La comunidad tenía la primacía absoluta sobre los
hombres, y éstos debían obedecer las leyes de la misma aun cuando fueran
injustas. En general, se consideraba que la polis era una instancia de
perfeccionamiento de la naturaleza humana y que el fin de la cuidad se
identificaba con el fin de los ciudadanos y lo llevaba a su plenitud, por lo que
éstos no tenían ningún derecho que incovar frente al gobierno de la cuidad.
En el ocaso de la cultura griega, aparecieron las escuelas éticas que
antepo- nían a toda investigación política la búsqueda de la felicidad
individual. Den- tro de ellas, una de las más destacadas fue la Estoica, que
cultivó una filosofía severa y elevada. Tuvo como ideal al hombre sabio y
habló de la ley natural universal a la que se adhería todo hombre por el
uso de su razón.
Con lo anterior, la filosofía estoica abrió nuevas perspectivas al desarrollo
hu- mano. El hombre no fue ya el estrecho ciudadano de la polis, sino el
miembro de una comunidad universal. Además, se acentuó la idea de la
dignidad, de que todo lo que tiene rostro humano tiene el valor natural de la
libertad y de la igualdad. Este pensamiento fue cultivado en Grecia y
también en Roma por Cicerón, que fue su gran divulgador, Séneca y
Marco Aurelio.

2. El esclavismo

Después de la Segunda Guerra Púnica, aumentó el número de esclavos, con


la cual se notó cierto desarrollo en lo que entonces pudiera haberse llamado
industria. Había señores tan poderosos que eran propietarios de millares
de personas denominados esclavos. Si en alguna rama industrial se carecía
de ellos, había quienes, únicamente, los criaban para alquilarlos en esos
casos

67
Navarrete, et al, Los derechos humanos al alcance de todos, 2a edición, México, Diana
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 8
1992, p. 17.
82 BERTHA soLís GARcíA

especiales. Bajo este régimen el esclavo, como es de suponerse, no tenía


persona- lidad jurídica y, en consecuencia, era considerado como una cosa.
Carecía hasta de los más elementales derechos y se encontraba fuera de
organización social, los esclavos eran designados para realizar los trabajos
agrícolas y las labores más pesadas del vasto imperio romano, ninguno de
ellos podía salir de su esfera y dicha esclavitud se transmitía de padres a
hijos.68

3. Iusnaturalismo divino. La dignidad humana en el cristianismo

El ambiente espiritual estaba preparado por el Estoicismo para que se abriera paso
a la idea de la dignidad del hombre como persona, ser racional y libre, con un
destino individual, propio e intransferible, distinto y superior al de la
comunidad. Esta idea fue introducida por el Cristianismo de forma incipiente
y difundida por todo el mundo conocido. A partir de la aseveración enérgica
de san Pablo de que ya no hay esclavos ni hombres libres, sino que todos
son hermanos en Cristo Jesús, los hombres ya no serían cosas ni objetos
de posesión por los otros hombres, sino verdaderos ciudadanos, libres e
iguales, del reino de Dios.
Esto influyó también en las relaciones del hombre con su comunidad.
Dejó de ser ya parte del todo político y de participar necesaria e
indistintamente en su destino, para gozar de independencia incluso frente
a la comunidad misma.
Estas ideas fueron desarrolladas por los padres de la Iglesia, tanto griegos
como latinos y, especialmente, por el gran obispo de Hipona, san
Agustín quien en su Ciudad de Dios trazó el amplio panorama de la
humanidad en su ascensional hacia su destino eterno.
Puestas así las bases filosófico-teológicas de los derechos humanos, tanto
frente a los demás hombres como frente a la comunidad, la Edad Media, por
boca de sus teólogos más preclaros, como santo Tomás de Aquino, y otros
que siguieron sus enseñanzas, se ocupó por delimitar con claridad los
derechos y deberes de los hombres frente a la vida social y política.
Así, en ese orden jurídico era, sin duda alguna, la dignidad del hombre
como hijo de Dios. Dignidad de la cual brotaban sus derechos fundamen-

Rubén Delgado Moya, El Derecho social del presidente, México, Porrúa, 1977, pp. 16
68

y 17. Antonio Hidalgo Ballina, Los derechos Humanos. Protección de Grupos Discapacita-
dos, México, Porrúa-Instituto Internacional del Derecho y del Estado, 2006, pp. 4-5.
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tales. Del principio de la dignidad se desprendieron consecuencias jurídicas
importantes; si el hombre pertenece al reino de Dios es evidente que
tiene ciertos derechos de los cuales no puede ser despojado por ninguna
comuni- dad humana, en esta doctrina está la raíz de la afirmación de que
el hombre posee derechos incondicionados, inviolables, oponibles a
cualquier organiza- ción social o política nacional y aún internacional.69
De las ideas anteriormente expuestas, el doctor Salomón Augusto Sánchez
Sandoval, sostiene lo contrario, en una de sus obras jurídicas al hablar
del Cristianismo indica entre otros aspectos los siguientes: Los pueblos de
México prehispánico, al concebir la conciencia de lo real y el valor de la persona
humana, a través de la razón, tuvieron certeza de ser toda la realidad consciente
de sí mis- mos, como de su mundo y alcanzaron el precepto de espíritu a
la manera de Hegel, como esencia ética real, como vida ética de sí mismos,
como libertad que se ha vuelto mundo presente y naturaleza de la
conciencia de sí.
Estas concepciones ideológicas-axiológicas perdieron toda vigencia con el
advenimiento de la cultura de la sumisión patrocinada por el
Cristianismo, que al considerar al mundo y al hombre como productos
derivados de la voluntad de ser un absoluto, les otorga un ser y una
identidad, al servicio de otro.
En el cristianismo existe un sometimiento personal hacia Dios y se hace
su voluntad no porque sea de acuerdo con el rey, sino porque es su
voluntad. Así, el sometimiento, la subordinación y la humillación se elevaron a
la categoría de virtudes. El cristianismo construyó, y continúa reproduciendo, un
Hombre que no logrará llegar a ser persona integral. Una conciencia que no
alcanza ese estado de la autoconciencia. Un ser en sí, que no es para sí. Un
individuo alienado que siempre será un sujeto común aunque busque la santidad,
porque nunca podrá ser un sujeto absoluto.
El advenimiento del cristianismo, institucionalizó la cultura de la
sumisión y del miedo, mediante la concepción de una realidad basada en la
existencia de un solo ser absoluto, creador de todas las cosas y que convierte
a los hom- bres y mujeres en productos accesorios y derivados de su
omnipotente voluntad: siervos y ovejas, de cuyo sacrificio al Señor, se deriva su
salvación eterna, pues la obediencia los hará libres. Las estrategias y la técnica
para mantener ese control están constituidas inicialmente por el pastoreo
cristiano, mediados por la confe-

69
Jorge Adame Goddard, Diccionario jurídico mexicano, 4a edición, Instituto de
Inves- tigaciones Jurídicas-Porrúa-UNAM, 1991, p. 1139.
84 BERTHA soLís GARcíA

sión y la guía de la conciencia, además en la creencia de la polarización del bien


y el mal, siendo bueno todo aquel que se subsume y se da al señor, y malo el que se
opone a seguir su mandato. La confesión es el aprendizaje para abrirse totalmente
al pastor y rebelarle lo más profundo de su intimidad. La guía de la conciencia
constituye el vínculo constante con el pastor. El ser guiado constituye un es-
tado de gracia en el cuál se debe tener fe, sin intentar salir de ellos jamás,
pues si no se está con el Señor, se está contra él.70

4. Iusnaturalismo racionalista

Aquí se expresan la corriente filosófica del iusnaturalismo racionalista, que


alimentó los fundamentos actuales de los derechos humanos. Francisco de
Vitoria indica al respecto que: Durante la Edad Media se confundieron
los órdenes natural y sobrenatural, lo eclesiástico y lo civil, lo humano y
lo di- vino. El orden natural es el propio de la naturaleza humana como
tal, pres- cindiendo de su posibilidad de elevarse al orden sobrenatural. Por
ello, “todo hombre, simplemente por el hecho de serlo, sea o no cristiano,
posee en cuanto tal un conjunto de derechos fundamentales, inherentes a su
personali- dad”. Estos conceptos desplazaron a la visión teocentrista
medieval y colocar al hombre hacia el centro de la naturaleza.
La ley natural brota de la esencia misma de cada cosa y a ella se
sujetan todos los seres que participan de esa misma esencia. El hombre es
una persona racional, libre, moral, responsable de sus acciones. De esta
naturaleza surgen los derechos naturales innatos: derecho a la vida, a la
integridad corporal, a la libertad religiosa y fundar, conservar y defender
una familia.
Los derechos naturales, son propios del hombre por el simple hecho
de ser humano e inherente a su persona. El hombre es un sujeto potencial
de derechos y deberes frente a otros. 71 A partir de que el ser humano se
reconoce como ser capaz de dirigirse y autogobernarse, separa las leyes
divinas, las cua- les quedaría solo como una prerrogativa personal, y decide
gobernarse, a crear sus propias formas de gobierno, los cuales parte de
básicos principios de la

Salomón Augusto Sánchez Sandoval, El control social, penal y administrativo


70

en México, D.F., Comisión Mexicana de la Defensa y Promoción de los Derechos


Humanos, 1995, p. 51.
71
Helmut Coing (compilador), Documentos y testimonios de cinco siglos (compilación),
México, Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 1991/9, pp. 53, 54,55.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 8
dignidad humana, persona, libertad, igualdad. A través de la historia se
tienen diversos documentos y declaraciones que dan muestra de ello.

5. Iusnaturalismo humanista

A partir de la segunda mitad del siglo pasado comenzó a gestarse un


iusna- turalismo al que calificamos de “humanista” ya que finca
esencialmente en una preocupación por garantizar universalmente al hombre
el respeto y la protección frente a toda violación a una serie de mínimos que,
se considera, hacen a su condición de tal.

II. . ANTECEDENTES DOCUMENTALES

Algunos autores mencionan como antecedentes a los 10 mandamientos (1275


a. C.), como prehistoria de los derechos humanos. Sin embargo, en
primer lugar, en los citados mandamientos, no se menciona ningún
precepto que ponga límite a la actividad estatal, por lo cual no se le puede
considerar como documentos que establezca principios de derechos
humanos. Otro documen- to que se ha considerado como antecedente remoto
es el Código de Hammura- bi (aprox. 1739 a. C.), especialmente algunas de
las normas contenidas en los 282 artículos que compila, que se refieren lo
mismo a regular a los tribunales que a señalar disposiciones sobre la familia
y el comercio. Hay autores que encuentran un aspecto humanitario en
dichas normas, por ejemplo en la li- mitación a la esclavitud por deudas
o en la regulación de los precios.
Igual sucede con la Ley de las XII Tablas (aprox. 454-450 Ac) del derecho
romano, que establecen numerosos principios sobre la propiedad, los
con- tratos, la responsabilidad, etcétera, pero no establece en realidad límites
a la actividad estatal frente a los ciudadanos. Además del interdicto homine
libero exhibendo, de carácter exhibitorio y popular, que sirve a diversos
autores para fincar el origen de instituciones protectoras de los derechos del
hombre, es- pecialmente la garantía de libertad personal, y, en nuestro país,
las raíces del juicio de amparo.
El VIII Concilio de Toledo (653) en el cual se encuentran algunos esbozos
de los derechos que se reconocen a los súbditos frente al poder de los reyes y
príncipes. Debe recordarse que en el reino de Toledo (568-711) tiene raíces
y, en tal sentido, una amplia tradición jurídica, como lo prueba el conocido
fuero juzgo.
86 BERTHA soLís GARcíA

Los Decretos de la Curia de León (1188), también conocidos como el Fuero


de León, es otro documento hispano que nos sirve como antecedente de
los derechos humanos. Estas disposiciones fueron otorgadas por Alfonso IX
de León al inicio de su reinado (1188-1230). Para los historiadores estos
decre- tos o fueros son ejemplos de disposiciones generales establecidas por
el rey en unión de la Curia (o Cortes). En la Curia concurren el clero, la
nobleza y los representantes de los habitantes de la ciudad. De ahí la
trascendencia que tie- nen tales documentos. En este decreto leonés
encontramos una serie de com- promisos adquiridos por el rey para el
respeto de la vida, la libertad, la pro- piedad y bienes en general. Además
se reconoce desde ab initio un principio de igualdad por cuanto “que para
todos los de mi reino, tanto clérigos como laicos, cumpliré las buenas leyes
que tiene establecidas mis predecesores”.
Otro documento que contiene limitaciones al poder público es la Carta de
Neuchatel (1214). En esta Carta se otorgan ciertas libertades a los habitantes
de dicha ciudad por los Condes y Bertoldo:

Si algún recién llegado que no está entre nuestros ciudadanos se refugia en


nuestra ciudad, establece su domicilio en ella, un año y un día sin ser reclama-
do, se presenta a su llegada a los funcionarios de la ciudad o a nos mismos
y ayuda a los trabajos de utilidad pública, nuestros ciudadanos le considerarán
en adelante como conciudadano, y, como uno de ellos, tendrá nuestra garantía
en caso de necesidad. Si no ha ayudado no se le considerará como
conciudadano y no se le otorgará ninguna garantía; no toleraremos, sin
embargo, por el ho- nor de la ciudad, que dentro de sus muros sea
insultado, pero si es detenido o muerto fuera de ellos, no le vengaremos.

Aunque no existe una fecha exacta del inicio histórico de los derechos hu-
manos, en lo planteado anteriormente puede observarse que no encontramos
a la persona humana como núcleo de las diversas disposiciones analizadas.
El recorrido apenas empieza. En el siglo XIII comienzan a darse las
reivindicacio- nes, inician las rebeliones contra las monarquías y las acciones
de sus miem- bros, contra la arbitrariedad de las organizaciones estatales.
Este movimiento por las libertades que aparece en Inglaterra tendrá luego
diversos escenarios, Estados Unidos y Francia, que constituyen nuevos
parteaguas en la historia de los derechos humanos.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 8
1. La Carta Magna de 1215

Es en Inglaterra donde se encuentra uno de los documentos más


trascendenta- les en la historia de los derechos humanos, la Carta Magna de
1215. Su reco- nocimiento llega a grado tal que hay quienes la consideran el
antecedente más remoto de los derechos humanos en Occidente. La Magna
Carta Libertatum, Charte Magne o Carta Magna de las Libertades de
Inglaterra y el fundamento de sus libertades; ello a pesar de que no cuenta
con los elementos necesarios para ser considerada una Constitución. Hay
que recordar que la ordenación política de la Edad Media se conoce
precisamente a través de las constituciones estamentales, en el caso particular
se trata de un documento elaborado por los señores feudales y reconocidos
por el soberano Juan sin Tierra.
En agosto de 1291, al constituirse la Confederación Suiza, se dictó un
pac- to en el cual se plasman algunas de las peculiares ideas sobre la forma
en que se pretende proteger a los habitantes de los tres valles
confederados.
En Suecia, hacia 1350, destaca el Código de Magnus Erikson, que
esta- blecía el juramento y la obligación, por parte del rey, de “defender,
amar y buscar la justicia y la verdad y reprimir toda iniquidad, iniquidad,
falsedad e injusticia, conforme a derecho, en virtud de sus prerrogativas
reales”. En tal tesitura, el Código obliga al rey a jurar que sería leal y justo
con sus ciudada- nos, de manera que no prive a ninguno, pobre o rico, de su
vida o de su inte- gridad corporal sin un proceso judicial en debida forma,
como lo prescriben el derecho y la justicia del país, y que tampoco prive a
nadie de sus bienes si no conforme a derecho y por un proceso legal.
Así mismo, a principios del siglo XvI, 1N 1505, se dicta la
Constitución Nuihilnovi. En este documento polaco se establece: como el
derecho de gen- tes y las constituciones públicas caracterizan a la nación
como una genera- lidad y no como una individualidad, decretamos que
desde ahora nada sea decidido sin el consentimiento común del Consejo
y de los Diputados.
Algunos años después, el 18 de mayo de 1525, se dicta el acta de
abolición de la servidumbre en Zurich. En este documento se consigna:

Con respecto a la servidumbre, nuestros señores han considerado que todos so-
mos hijos de Dios y que debemos vivir como hermanos. De ahí se ha decidido
88 BERTHA soLís GARcíA

que liberaremos a nuestros siervos de la esclavitud y que les desligaremos de


los deberes resultantes de aquella condición.72

Otro documento de importancia es la Bula Sublimis Deus concedida por el


papa Paulo III, de 2 de junio de 1537, relativa a los derechos de los indios de
los territorios conquistados por España, que establece la posición oficial de
la Iglesia frente a la discusión sobre la igualdad y libertad de los indios y
“todas las otras gentes que a noticia de los cristianos lleguen en
adelante”.
Un documento de suma importancia, poco conocido, es el edicto de Nan-
tes, formado el 13 de abril de 1598. La finalidad de este edicto es lograr que
coexista la religión católica y protestante, con iguales derechos, en el marco
de un Estado católico. Por tal objetivo se le ha señalado como un edicto
de tolerancia.

2. La Petición de Derechos de 1627

Con un origen similar a la Carta Magna de 1215, la Petition of Rights


redacta- da en inglés, viene nuevamente a constituirse como un dique a los
atropellos y abusos del poder absoluto de la nobleza, en este caso del rey
Carlos I de In- glaterra, y de paso a constituirse en un documento básico del
common law.
Para 1627 el rey se vio obligado a pedir fondos al Parlamento. Antes
de someter a votación la solicitud del rey, los miembros del Parlamento en
pleno le impusieron la Petition of Rights. Carlos I terminó por aceptar dicho
docu- mento. La Petition of Rights, compuesta por once artículos,
garantizaba tanto principios de libertad política, en relación con los derechos
del Parlamento, como libertades individuales, especialmente en lo relativo a
la seguridad del pueblo. Cabe mencionar, entre las disposiciones contenidas,
la imposibilidad de recaudar impuestos sin el acuerdo o aprobación del
Parlamento; un prin- cipio de seguridad personal que imposibilitaba las
detenciones arbitrarias y el establecimiento de tribunales de excepción; la
exigencia de cumplir con el derecho del acusado a un proceso legal (que se
completará con la petición del hábeas corpus), así como el respeto a las
libertades y los derechos reconocidos por las leyes y los estatutos del reino.

La mayoría de los documentos que se mencionan a continuación fueron


72

consulta- dos en Peces-Barba Martínez, Textos Básicos sobre derechos humanos,


Aranzadi Editorial, España, 1998.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 8
Cercano a esta época está el primer antecedente de protección de los
de- rechos humanos por parte del tribunal (casualmente había sido
juzgado en aquel asunto quien ahora dirigía la Cámara de Comunes: sir
Edward Coke). No puede negarse que la lucha que realizó el Parlamento
muestra el intento de restringir cada vez más el poder absoluto de la corona
inglesa, y da cuenta del espíritu que caracteriza al pueblo inglés en la
consecución y protección de sus derechos.

3. La Ley de Hábeas Corpus de 1679

Cincuenta años después de la Petition of Rights, hacia 1679, durante el reina-


do de Carlos II, aparece en el escenario un nuevo conjunto de disposiciones
destinadas a proteger algunos de los derechos de los súbditos ingleses. Se
trata del documento denominado como Ley del hábeas corpus o Acta
para com- pletar las libertades de los súbditos y evitar las deportaciones a
ultramar.
La traducción literal del hábeas corpus es “que tengas el cuerpo”. El writ
of habeas corpus fue ante todo un procedimiento del derecho común inglés,
que facultaba a los jueces a examinar la legalidad de las órdenes de
aprehensión ya ejecutadas y la causa de ellas, es decir garantizaba la libertad
contra los riesgos de las detenciones y represiones arbitrarias. Por este
mandato el juez ordenaba le fuera presentado el acusado en persona, en un
plazo perentorio, generalmente tres días, con la finalidad de que
determinara si su detención era legal o no. Debe señalarse que el origen
del hábeas corpus ha sido am- pliamente discutido juristas (incluidos los
nacionales que buscan encontrar en él antecedentes del juicio de amparo).
Algunos autores los sitúan desde el interdicto romano homo libero
exhibento; otros consideran que aparece ya en la Carta Magna de 1215,
especialmente en el numeral 39 en lo referente al debido proceso legal.
En todo caso, será este documento de 1679 el que se refiera in extenso a
dicha institución.

4. El bill of rights de 1688

A semejanza de los anteriores documentos, el Bill of Rights o Declaración


de derechos contenida en la Ley que declara los derechos y libertades de los
súbditos y que dispone la sucesión de la Corona, fue impuesta la reina María
II, hija de Jacobo II, y a su esposo Guillermo de Orange en 1688. Como
en anteriores ocasiones la declaración de derechos tiene origen en la
90 BERTHA soLís GARcíA
lucha de
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 9
los ingleses en contra de la política absolutista del monarca. En el caso,
un grupo de liberales y conservadores solicitó a Guillermo de Orange, yerno
del monarca y gobernante de Holanda, acabar con la política arbitraria
del rey. Guillermo de Orange desembarcó en Inglaterra a finales de 1688
y marchó sin encontrar resistencia alguna hasta Londres, en donde
derrotó al ejército del monarca, quien es obligado a abandonar el país.
Ante el vacío de poder, Guillermo de Orange instauró un gobierno
provisional, desde el cual con- vocó a los pueblos para que eligieran
representantes que participaran en una convención (denominada
Convención Parlamentaria). En dicha reunión se proclamó a Guillermo
de Orange y a su esposa María como reyes de Ingla- terra. Antes de
tomar posesión del cargo y como condición para obtener la Corona, el
nuevo rey juró respeto al Bill of Rights. Fue el principal documento que se
obtuvo de la llamada Gloriosa Revolución.
Esta declaración de derechos se promulgó el 16 de diciembre de 1688. En
ella se reiteran las libertades expresadas en la Carta Magna otorgada por
Juan Sin Tierra en 1215. Pero ahora una característica esencial que distingue
al Bill of Rights de otros documentos, consiste en que las libertades ya no
son con- cebidas como exclusivas y estamentales en régimen de derecho
privado, sino como libertades generales en el ámbito del derecho
público.73
Lara Ponte ha mencionado la influencia que tuvo el Bill of Rights en la re-
dacción de las declaraciones de derechos norteamericanas, y afirmar que este
texto inglés constituyó la etapa de transición entre los documentos
monár- quicos y las modernas declaraciones de derechos del siglo XvIII.

5. La Declaración de Derechos de Virginia de 1776

Una parte de la historia de los derechos humanos empieza a escribirse


con la llegada de los europeos a América. Españoles, franceses, ingleses y
portu- gueses dejarían una impronta en las nuevas tierras, y serían origen de
algunas disputas filosóficas en torno a los derechos del hombre.
Virginia fue la primera colonia fundada, hacia 1607 y le seguiría
Plymouth (1620), Massachussets (1630), Nueva York (1664), Pensylvania
(1681), hasta completar las trece colonias que habrían de independizarse
de la corona in- glesa en 1776.

73
Rodolfo Lara Ponte, Los derechos en el constitucionalismo mexicano, 3a edición, Méxi-
co, Porrúa, 2002, pp. 28 y ss.
92 BERTHA soLís GARcíA

Las colonias citadas estaban asentadas en la costa atlántica de lo que


ahora conocemos como Estados Unidos de América, y en su integración
demo- gráfica predominaban las poblaciones de origen inglés en un setenta y
cinco por ciento aproximadamente, también destacaban entra la población
grupos de origen holandés, francés, alemán y escocés principalmente. Tal
pluralidad cultural con el transcurso del tiempo se sintió unificada por
intereses comu- nes: el principal de ellos el lenguaje, pero derivado del
common law inglés. En cada colonia el gobernador era el representante de la
corona inglesa y existía una asamblea electa por los colonos.
Será el Congreso de Nueva York, en 1775, donde se dé el primer acto ju-
rídico de unidad de las colonias frente a la metrópoli: las colonias se declaran
inconformes con el impuesto del papel sellado (stamp Act), puesto que limi-
taba el derecho de las colonias a no someterse a otros impuestos internos que
aquellos que hubiesen aprobado sus representantes.
Antes del Congreso de Nueva York de 1775, se había convocado al
Primer Congreso Continental de Filadelfia, cuyo objetivo central era la
defensa del desarrollo de las colonias, que se sintieron afectadas por la
política monopo- lizadora de la metrópoli, que no garantizó a los derechos
civiles y políticos, aparte de las restricciones en materia económica y las
contribuciones excesivas ya mencionadas. Se cita, por ejemplo, que la corona
inglesa violó los derechos que garantizaban un juicio por el jurado,
protección de vida y hacienda, go- bierno local de elección popular y la
autonomía en materia impositiva. Todos estos actos fueron el fermento para
la nueva organización colonial, ahora de manera independiente.
A pesar de no ser única, la más significativa de las declaraciones de
derecho realizadas en las colonias americanas fue la de Virginia de julio de
1776, días antes de que se proclamara la independencia estadunidense. El 4
de julio de 1776, pocos días después de la aprobación de la Constitución de
Virginia, se emitió la Declaración de Independencia de las colonias
americanas. Con estos instrumentos iniciaba la época moderna de las
declaraciones de los derechos. Estaban sembrados de gérmenes de los que
habrían de brotar, los principales documentos en la historia de los derechos
humanos, en especial las conocidas declaraciones francesas de derechos del
hombre y el ciudadano, que servirían de inspiración a tantas generaciones.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 9
6. Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano de 1789

No puede explicarse el surgimiento de esta declaración sino en el


contexto de la época, y especialmente en el momento histórico conocido
como Revo- lución Francesa. La decisión de Luis XVI de convocar los
Estados Generales provocó un alud de opiniones. Condorcet, 74 La Fayette,
Talleyrand, Mira- beau, y muchos otros discutieron y publicaron folletos
sobre temas importan- tes para dicho evento.
A pesar de ello, puede señalarse que los acontecimientos que culminarían
meses después, en julio con la toma de la Bastilla, no fueron el mero reflejo
de un movimiento político definido, sino la explosión violenta de una socie-
dad que afronta graves problemas, especialmente económicos, no en
vano una de las preguntas comunes de los historiadores es ¿habrían actuado
de la misma manera las masas populares si la terrible crisis económica que
vivían no les hubiera hecho la vida imposible? Esta cuestión, difícil de
resolver, sirve para advertir que la Revolución Francesa debe ser entendida
en su con-

74
Condorcet (1743-179) fue uno de los ilustrados franceses que elaboraron el progra-
ma ideológico de la revolución. En su obra Bosquejos de una tabla histórica de los progresos
del espíritu humano, reclamó el reconocimiento del papel que tenía la mujer en la socie-
dad, puesto que se encontraba en una condición social equiparable con la de los esclavos.
Tras el triunfo de la revolución de 1789, se hizo evidente la contradicción: una
revolución que basaba su justificación en la idea universal de igualdad natural y política
de los dere- chos humanos (Liberté, Egalité, Fraternité), negaba el acceso a las mujeres y
que además representaban la mitad de la población francesa a los derechos políticos, lo
que en realidad significaba negar su libertad y su dignidad respecto de los seres
masculinos. Condorcet escribió en 1790 su Essai sur l’aadmission des femmes au droit
de cité, en donde señalaba: “El hábito puede llegar a familiarizar a los hombres con la
violación de los derechos na- turales, hasta el extremo de que no se encontrara a nadie de
entre de entre los que los han perdido que piense siquiera en reclamarlos, ni crea haber
sido objeto de injusticia(…) Por ejemplo, ¿no han violado todos ellos el principio de
igualdad de derechos al privar, con tanta irreflexión a la mitad del género humano del de
concurrir a la formación de las leyes, es decir, excluyendo a las mujeres del derecho de
ciudadanía?¿Puede existir una prueba más evidente del poder que crea el hábito incluso
cerca de los hombres eruditos, que el de ver invocar el principio de la igualdad de
derechos(…) y de olvidarlo con respecto a doce millones de mujeres?. Véase Paule-
Marie Duhet, Las mujeres y la revolución, Barcelona, Península, 1974. Cita de David
Cienfuegos Salgado, Historia de los Derechos Humanos. Apuntes y textos históricos.
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos del Estado de Guerrero, 2005, p. 53.
94 BERTHA soLís GARcíA

texto histórico determinado, donde convergieron diversos factores sociales,


económicos, políticos.
De las aportaciones derivadas del movimiento revolucionario francés de
1789, la Declaración de los Derechos del hombre y del Ciudadano es la más
conocida. Este documento, de diecisiete numerales, aprobado por la Asam-
blea francesa el 26 de agosto de aquel año, sintetiza el cambio político
necesa- rio para la transformación de la sociedad francesa, de una sociedad
oprimida y limitada a un modelo liberal, mucho más abierto y benéfico
para los inte- grantes del cuerpo social. Su emisión orientará las filosofías
de los derechos humanos durante los siglos posteriores.

7. Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana de 1791

A dos años de dictada la Declaración de 1789, Olympe de Gouges


(1748- 1793) elaboró y publicó la Declaración de la mujer y de la
ciudadana con la intención manifiesta desde el título del documento, de
que fuera decretada por la Asamblea Nacional “en sus últimas sesiones o en
la próxima Legisla- tura”. Poco conocido, este documento dejaba fuera del
espectro político a la mujer. Desde el preámbulo de la Declaración puede
observarse la exigencia y urgente necesidad de que se reconociera un
nuevo paradigma social:
Hombre, ¿Eres capaz de ser justo? Es una mujer la que te hace la
pregunta. Dime ¿quién te ha dado el imperio soberano para imprimir a mi
sexo? Mira a tu alrededor, observa la naturaleza, por todas partes coexisten
los sexos, en todas partes cooperan, en un conjunto armonioso.
La declaración inicia con la exigencia de un principio de igualdad, por
cuanto que la mujer nace libre y vive en igualdad de derechos con el hombre,
en tanto que las diferencias sociales no pueden estar fundadas más que en el
bien común. A partir de estas ideas, la redacción de la Declaración se ocupa
de señalar algunos tópicos en los que recurre a la inclusión de la mujer.75

8. Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1793

A pesar de las protestas sobre el contenido de la Declaración de los Derechos


del Hombre y el Ciudadano de 1791, el cual era evidente la exclusión de las
mujeres en esta supuesta igualdad, fraternidad y libertad, se continuó con la

75
Ibidem.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 9
elaboración de la Declaración del hombre y del ciudadano de 1793,
excluyen- do con ello a la mitad de la población.
Luego de la declaración de 1789, conviene llamar la atención sobre el dic-
tado de la Constitución francesa de 1791, que incorpora el catálogo de dere-
chos contenido en aquélla y, además, un título de disposiciones fundamenta-
les en el cual garantiza como derechos naturales y civiles puestos y empleos,
sin otra distinción que la de sus virtudes y talentos, que todas las
contribu- ciones serán repartidas por igual entre todos los ciudadanos, en
proporción a sus facultades; que los mismos delitos serán penados con las
mismas penas, sin distinción de persona”.76
En un párrafo posterior se garantiza la libertad de todo hombre para ir,
permanecer, partir, sin poder ser arrestado o detenido, más que según las for-
mas determinadas por la Constitución; la libertad de todo hombre de hablar,
escribir, imprimir y publicar sus pensamientos, sin que sus escritos puedan
ser sometidos a censura ni inspección antes de su publicación, y ejercer
el culto religioso al que pertenece; la libertad a los ciudadanos de reunirse
pací- ficamente y sin armas, de conformidad con las leyes de policía; la
libertad de dirigir a las autoridades constituidas peticiones firmadas
individualmente.
También llama la atención que la vigente Constitución francesa, confirma
en el preámbulo la vigencia de la Declaración de 1789, al señalar que el pue-
blo francés proclama solemnemente su adhesión a los derechos del hombre y
a los principios de la soberanía nacional tal y como se encuentran estableci-
dos en la citada declaración, misma que fue confirmada y completada por el
preámbulo de la Constitución de 1946.
Es indudable que se procuró defender la dignidad del ser humano en cuan-
to tal, sin determinación de clase o estado social. Y esto es lo que ha
quedado como una constante en el proceso histórico sociológico: el anhelo
de justicia, igualdad, y libertad, independiente de las estructuras sociales y
jurídicas y de los modos de producción. Es decir, es un patrimonio de la
humanidad civilizada.

9. Manifiesto del Partido Comunista

La evidencia de la población de no cambiar sus circunstancias de vida en el


nuevo régimen económico capitalista y la marcada diferencia de la sociedad

76
Ibid, p. 54.
96 BERTHA soLís GARcíA

en clases de clases, donde a pesar de la supuesta libertad garantizada, no lo


lograba su bienestar. Al respecto, Intelectuales como Carlos Marx y Federico
Engels, dedicaron toda su vida a encontrar explicaciones científicas de lo que
entrañaba este sistema capitalista. Estableciendo el denominado Socialismo
científico, el cual tomó sus primeros fundamentos en la filosofía materialista
y dialéctica, heredada de Hegel y Feuerbach, y en una interpretación
materia- lista de la historia, los dos pensadores alemanes no se conformaron
con una nueva reforma económica o social, sino que buscaron sustituir la
sociedad capitalista por la sociedad comunista, en la cual se acabaría la
propiedad pri- vada de los medios de producción y la explotación del
hombre por el hom- bre. Expusieron sus ideas en una larga serie de obras y
artículos, de entre los cuales destaca el Manifiesto del partido comunista,
de1848, y contribuyeron a formar, desde Londres, la Asociación
Internacional de Trabajadores (1864). A finales del siglo XIX y en el primer
tercio del siglo XX, comenzaron a asomar en las legislaciones los derechos
sociales o sea, los derechos de los grupos de trabajadores del campo y de la
ciudad.77
Una nueva filosofía era la que animaba también a los derechos sociales.
Era la filosofía social que empezó a manifestarse en la primera mitad del
siglo XIX y se fue desarrollando a lo largo de esa centuria en diversas formas.
Frente a la miseria y condiciones infrahumanas en que habían caído los gran-
des grupos de trabajadores como consecuencia del incipiente desarrollo del
maquinismo industrial, que había desplazado los antiguos talleres artesanos
y abolido los gremios, apareció primeramente el socialismo utópico con las
figuras de Owen, Fourier y Saint Simón. A ellos se unieron los reformadores
franceses de la Escuela Católica Social, Lacordaire, Lamennais, Federico de
Play y Federico Ozanam. Todos ellos se condolían de la triste condición del
proletariado, buscaban una reforma moral de las costumbres y las leyes, así
como nuevas formas de organización del trabajo que pudieran garantizar la
igualdad, la justicia y un reparto más equitativo de la riqueza.78

77
Jesús Rodríguez y Rodríguez, “Diccionario jurídico mexicano”, México, Porrúa-
UNAM, p. 1069.
78
Ibid, p. 1069 y s.s.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 9
III. I . LOS DERECHOS HUMANOS EN MÉXICO

1. Declaraciones y Constituciones en México

A continuación se mencionan algunos de los documentos fundamentales que


formaron parte de la vida independiente de México y que dieron paso al pro-
ceso constitucional de México.
Los veintitrés puntos que recoge José María Morelos, en 1813, en Sen-
timientos de la Nación, fueron declaraciones que inspiraron a las próximas
Constituciones de México. La independencia que proclama Agustín Iturbi-
de en 1821 se hace bajo presupuestos tradicionales: El Plan de Iguala, del 24
de febrero de 1821, establece que la forma de gobierno será una “monarquía
moderada”. En 1823 el Congreso Revolucionario disolvió la monarquía. La
primera constitución que rige en México será la Constitución de 1824,
me- diante la cual se adopta la forma de república federal. Bajo el
presidente Antonio López de Santa Anna se promulgaron las Siete Leyes de
1835, que fundamentan luego Las Bases Orgánicas de la República
Mexicana, de 1843, que buscan crear un gobierno centralista. En 1847 se
regresa a los principios de la constitución de 1824. La Reforma Liberal de
1855 de Benito Juárez da lugar a la Constitución de 1857. La Revolución
Mexicana de 1910 inicia un nuevo periodo de transición que culmina con
la Constitución de 1917, que es la actual, aunque incluye sucesivas
reformas que actualizaban sus dis- posiciones.

A. Constitución de Cádiz (1812)

Este ordenamiento establecía que la soberanía reside esencialmente en la na-


ción y que a ella pertenece el derecho de establecer sus leyes, así como la
igualdad de todos los habitantes del imperio.

B. Constitución de Apatzingán (1814)

El documento recogía algunos de los principios políticos y aspiraciones de


independencia de los “Sentimientos de la Nación”. Aunque no pudo estar en
vigor un solo día, porque amenazaba los intereses de los españoles, que aún
dominaban el país, la Constitución de Apatzingán establecía los derechos hu-
manos de igualdad, seguridad, propiedad y libertad, la religión católica como
98 BERTHA soLís GARcíA

la única reconocida en el país, así como la división de poderes, Para fines del
sufragio, instituía juntas electorales de parroquia, de partido y de provincia.

C. El Plan de Iguala. 24 febrero de 1821

La independencia que proclama Agustín Iturbide en 1821, se hace bajo


presu- puestos tradicionales: establece que la forma de gobierno será una
“monarquía moderada”. En 1823 el Congreso Revolucionario disolvió la
monarquía.

D. La Constitución 1824

La constitución de 1824 dio vida en México al federalismo, y entre sus


dispo- siciones figuran las siguientes:

La soberanía reside esencialmente en la nación.


Se constituye una república representativa popular federal.
División de poderes en Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
La religión católica es la única oficialmente autorizada.
Libertad de escribir y publicar ideas políticas sin censura previa.
Congreso integrado por las cámaras de Diputados y Senadores.

Se deposita el Poder Ejecutivo en una sola persona y se instituye la Vice-


presidencia.

E. Las Siete Leyes Constitucionales, 1835-1836

Bajo la presidencia de Antonio López de Santa Anna se promulgaron las


Siete Leyes de 1835, que fundamentan luego Las Bases Orgánicas de la
Repúbli- ca Mexicana, de 1843, que buscan crear un gobierno centralista.
Con este ordenamiento se dividía al país en departamentos, éstos en
distritos y los distritos en partidos. Entre otras disposiciones, fijó el periodo
presidencial en ocho años y estableció un Supremo Poder Conservador, sólo
responsable ante Dios, con atribuciones para declarar nulidad de una ley o
decreto, la incapaci- dad física o moral del presidente de la República, y la
clausura del Congreso.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 9
F.Bases Orgánicas de la República Mexicana, 1843.

Estas Bases, que solo estuvieron en vigor tres años, reiteraron la independen-
cia del país, la organización política en República Centralista, y suprimieron
al Supremo Poder Conservador que encabezaba el propio Santa Anna. Se
instauró la pena de muerte y se restringió la libertad de imprenta, ratificando
que el país protegía y profesaba la religión católica.
La elección de los representantes era indirecta, esto es, se dividió a la
pobla- ción en secciones de 500 habitantes, mismos que elegirán un elector
prima- rio; éste nombraba los electores secundarios, los cuales formaban el
Colegio Electoral que a su vez elegía a los diputados al Congreso. El
ejecutivo tenía un demostrado derecho de veto de leyes.

G. Acta Constitutiva y de reforma, 1847.

El Acta Constitutiva y de Reformas estableció las garantías individuales para


todos los habitantes de la república, suprimió el cargo de vicepresidente
y adoptó elecciones directas para diputados, senadores, presidente de la
Re- pública y miembros de la Suprema Corte. Además, facultó al congreso
para anular las leyes de los estados que implicasen una violación al pacto
federal, e implantó los derechos de petición y de amparo.

H. Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, 1857

“Los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones socia-
les”, señala la Constitución, entre sus preceptos resaltan el
mantenimiento del federalismo, la abolición de la esclavitud, las
libertades de trabajo, de propiedad, de expresión de ideas, de imprenta,
de asociación, de petición y de comercio. Igualmente, se establece que
son ciudadanos con derecho a voto todos los mexicanos varones que hayan
cumplido dieciocho años si son casados, y veintiuno si no lo son.
La Constitución de 1857 fue, de hecho, elemento fundamental en la
defensa nacional ante la invasión francesa y el imperio de Maximiliano
de Habsburgo. Tuvo vigencia plenamente tras la expulsión de los extranjeros
y permaneció en vigor hasta 1917.
10 BERTHA soLís GARcíA
0
I. Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicano, 1917

La nueva Constitución incluía una gran parte de los ordenamientos de la


de 1857, especialmente lo referente a los derechos humanos sobre derechos
políticos y civiles y en esta nueva Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos de 1917 se establecen, además, una serie de derechos
considerados como sociales. Uno de artículos que marcaron una diferencia
con la Consti- tución de 1857 fueron los nuevos artículos: el artículo 3º
Sobre el derecho a la educación, el 27 y el 123, con marcada visión de
derechos sociales.
El artículo 3º. Establece la educación obligatoria, gratuita y laica.
El artículo 27. Establece la repartición de la tierra, los ejidos y la tierra
comunal.
El artículo 123. El derecho al trabajo y garantías hacia sus
trabajadores como limitar la jornada máxima de trabajo, seguridad e higiene
en el trabajo, atención en la salud de los trabajadores y sus familias, el
derecho a estar ase- gurado y protegido económicamente en su vejez,
entre otros derechos.
A través de la Constitución de 1917, el Estado empieza a cumplir una
misión, en parte asignada por esta Ley Fundamental, y en parte le exige
la clase dominante.
Ya en los años veinte, bajo los gobiernos de Obregón y Calles, el Estado
realiza las más variadas actividades: reorganización del sistema crediticio y
pone el liquidación a los viejos bancos porfirianos; promueve la creación del
Banco de México y de la Comisión Nacional Bancaria, inicia el reparto de la
tierra y la política de fomento agrícola, moderniza el sistema tributario y crea
el impuesto sobre la renta; alienta la organización sindical de los trabajadores
dentro de un régimen que claramente deja ver el propósito de la burguesía de
controlar desde arriba el movimiento obrero, se funda el partido oficial, p RI,
en su primera versión Partido Nacional Revolucionario (pNR) para
agrupar y garantizar la unidad de las fuerzas civiles y militares que ejerce en
poder, se inicia la política tendiente a crear una moderna infraestructura de
escuelas, caminos, sistemas de riego, servicios sociales, etcétera, que
estimule las em- presas nacionales y extranjeras y mejore las condiciones de
vida de las masas populares, pero sobre todo que impulse un desarrollo que,
a la postre resulta- ra especialmente benéfico para la burguesía.79

79
Jorge Carreón y Alonso Aguilar M., La burguesía, la oligarquía y el Estado.
Grandes Problemas Nacionales, México, Nuestro Tiempo, 1972.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 1
Las formulas principales que en los últimos años adopta el gobierno son:
La creciente dependencia del Estado respecto del Tratado de Libre Co-
mercio de América del Norte, del capital extranjero y el sometimiento de los
organismos internaciones en las políticas de Estado, como son el Fondo Mo-
netario Internacional. El fortalecimiento de grandes consorcios extranjeros
privados, de tipo monopólico que van controlando a la economía mexicana.
La flexibilización del mercado de trabajo que brinde mano de obra barata
a los empresarios a través de la supresión de los derechos y garantías sociales
que establece la Constitución vigente. El establecimiento de una política
dura y profundamente antidemocrática hacia los trabajadores, que incluso no
va- cila en emplear medios represivos y violentos cuando los intereses de la
clase burguesa lo reclaman.
Con la reforma del artículo 27 Constitucional, se arroja las miles de hectá-
reas de suelo agrícola y urbano al mercado. Esta inclusión de los campesinos
en el mercado de suelo que demandan los grandes consorcios, nacionales y
extranjeros, es sólo ocasional y marginal, como parte de acumulación simple,
en el cual ingresan y son expulsados de inmediato, deshaciéndose del bien
que le otorga cierta seguridad: la tierra. Con el tratado de libre mercado,
se coloca a los campesinos en condiciones desfavorables ante la competencia
que representan los agricultores de Estados Unidos y Canadá.80
La Constitución de 1917 es la que prevalece hasta nuestros días; sin
em- bargo, las reformas hechas a lo largo de este tiempo (del artículo 1º
al 136, son 489, transitorios 9, artículos transitorios de Decretos de Reforma
4, sien- do un total de 502).
La situación es grave en los hechos, ya que dichas reformas han arrojado a
la mayoría de la población a la miseria, con lo que se ha alejado en mucho al
espíritu social y esencia de esta Constitución, ya que dichas reformas y leyes
derivadas de ellas, han favorecido y han promovido la acumulación de
bienes y riqueza en unas pocas manos, haciendo de México un país
polarizado.
Al respecto vale la pena citar a don Emilio Rabasa en su obra La Constitu-
ción y la dictadura, en la que hace referencia al respecto diciendo que: “no hay
que cambiar el país, hay que cambiar las reglas”. Por ello, estoy convencida

80
Susana Medina Ciriaco, La Reforma al artículo 27 Constitucional y el Fin de Pro-
piedad Social de la Tierra en México, Colección de Investigación del Colegio de México,
121, 2006. Consultado por Internet en la página http://www.cmq.edu.mx/docinvest/
document/DI121407.pdf.similares, 26 de julio de 2010.
10 BERTHA soLís GARcíA
2
que cada etapa de la historia debe conservar su sentido de lucha. Nada
está terminado, ayer hombre y mujeres lucharon por mejorar sus condiciones
de vida y las de su descendencia, hoy, nuestra es la tarea de continuar con la
lu- cha, con sus propias particularidades y retos, hacer realidad nuestras
propias conquistas y dejarles legado de bienestar a nuestra descendencia.
Ahora tene- mos un nuevo reto enfrente, el fenómeno de la globalización, el
cual es visto como una etapa superior de capitalismo y por tanto de la libre
movilización de los capitales y la inestabilidad económica y vulnerabilidad
de las econo- mías de los Estados. Ante tal fenómeno, se necesita avanzar,
entre muchas otras cosas, en la aplicación generalizada de los derechos
sociales, particular- mente en cuanto a la homologación de derechos
ciudadanos y laborales para que los seres humanos no sean carne de
explotación ni ciudadanos de segun- da, porque la globalización exige una
respuesta que es nueva ciudadanización, la ciudadanía universal. Esas
serán hoy nuestras conquistas.

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