Evolución de Los DD - HH
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INTRODUCCIÓN
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I. . ANTECEDENTES
de los derechos humanos, mientras que el sistema jurídico político los hace
vigentes en un tiempo y lugar determinado.67
2. El esclavismo
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Navarrete, et al, Los derechos humanos al alcance de todos, 2a edición, México, Diana
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 8
1992, p. 17.
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El ambiente espiritual estaba preparado por el Estoicismo para que se abriera paso
a la idea de la dignidad del hombre como persona, ser racional y libre, con un
destino individual, propio e intransferible, distinto y superior al de la
comunidad. Esta idea fue introducida por el Cristianismo de forma incipiente
y difundida por todo el mundo conocido. A partir de la aseveración enérgica
de san Pablo de que ya no hay esclavos ni hombres libres, sino que todos
son hermanos en Cristo Jesús, los hombres ya no serían cosas ni objetos
de posesión por los otros hombres, sino verdaderos ciudadanos, libres e
iguales, del reino de Dios.
Esto influyó también en las relaciones del hombre con su comunidad.
Dejó de ser ya parte del todo político y de participar necesaria e
indistintamente en su destino, para gozar de independencia incluso frente
a la comunidad misma.
Estas ideas fueron desarrolladas por los padres de la Iglesia, tanto griegos
como latinos y, especialmente, por el gran obispo de Hipona, san
Agustín quien en su Ciudad de Dios trazó el amplio panorama de la
humanidad en su ascensional hacia su destino eterno.
Puestas así las bases filosófico-teológicas de los derechos humanos, tanto
frente a los demás hombres como frente a la comunidad, la Edad Media, por
boca de sus teólogos más preclaros, como santo Tomás de Aquino, y otros
que siguieron sus enseñanzas, se ocupó por delimitar con claridad los
derechos y deberes de los hombres frente a la vida social y política.
Así, en ese orden jurídico era, sin duda alguna, la dignidad del hombre
como hijo de Dios. Dignidad de la cual brotaban sus derechos fundamen-
Rubén Delgado Moya, El Derecho social del presidente, México, Porrúa, 1977, pp. 16
68
y 17. Antonio Hidalgo Ballina, Los derechos Humanos. Protección de Grupos Discapacita-
dos, México, Porrúa-Instituto Internacional del Derecho y del Estado, 2006, pp. 4-5.
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tales. Del principio de la dignidad se desprendieron consecuencias jurídicas
importantes; si el hombre pertenece al reino de Dios es evidente que
tiene ciertos derechos de los cuales no puede ser despojado por ninguna
comuni- dad humana, en esta doctrina está la raíz de la afirmación de que
el hombre posee derechos incondicionados, inviolables, oponibles a
cualquier organiza- ción social o política nacional y aún internacional.69
De las ideas anteriormente expuestas, el doctor Salomón Augusto Sánchez
Sandoval, sostiene lo contrario, en una de sus obras jurídicas al hablar
del Cristianismo indica entre otros aspectos los siguientes: Los pueblos de
México prehispánico, al concebir la conciencia de lo real y el valor de la persona
humana, a través de la razón, tuvieron certeza de ser toda la realidad consciente
de sí mis- mos, como de su mundo y alcanzaron el precepto de espíritu a
la manera de Hegel, como esencia ética real, como vida ética de sí mismos,
como libertad que se ha vuelto mundo presente y naturaleza de la
conciencia de sí.
Estas concepciones ideológicas-axiológicas perdieron toda vigencia con el
advenimiento de la cultura de la sumisión patrocinada por el
Cristianismo, que al considerar al mundo y al hombre como productos
derivados de la voluntad de ser un absoluto, les otorga un ser y una
identidad, al servicio de otro.
En el cristianismo existe un sometimiento personal hacia Dios y se hace
su voluntad no porque sea de acuerdo con el rey, sino porque es su
voluntad. Así, el sometimiento, la subordinación y la humillación se elevaron a
la categoría de virtudes. El cristianismo construyó, y continúa reproduciendo, un
Hombre que no logrará llegar a ser persona integral. Una conciencia que no
alcanza ese estado de la autoconciencia. Un ser en sí, que no es para sí. Un
individuo alienado que siempre será un sujeto común aunque busque la santidad,
porque nunca podrá ser un sujeto absoluto.
El advenimiento del cristianismo, institucionalizó la cultura de la
sumisión y del miedo, mediante la concepción de una realidad basada en la
existencia de un solo ser absoluto, creador de todas las cosas y que convierte
a los hom- bres y mujeres en productos accesorios y derivados de su
omnipotente voluntad: siervos y ovejas, de cuyo sacrificio al Señor, se deriva su
salvación eterna, pues la obediencia los hará libres. Las estrategias y la técnica
para mantener ese control están constituidas inicialmente por el pastoreo
cristiano, mediados por la confe-
69
Jorge Adame Goddard, Diccionario jurídico mexicano, 4a edición, Instituto de
Inves- tigaciones Jurídicas-Porrúa-UNAM, 1991, p. 1139.
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4. Iusnaturalismo racionalista
5. Iusnaturalismo humanista
Aunque no existe una fecha exacta del inicio histórico de los derechos hu-
manos, en lo planteado anteriormente puede observarse que no encontramos
a la persona humana como núcleo de las diversas disposiciones analizadas.
El recorrido apenas empieza. En el siglo XIII comienzan a darse las
reivindicacio- nes, inician las rebeliones contra las monarquías y las acciones
de sus miem- bros, contra la arbitrariedad de las organizaciones estatales.
Este movimiento por las libertades que aparece en Inglaterra tendrá luego
diversos escenarios, Estados Unidos y Francia, que constituyen nuevos
parteaguas en la historia de los derechos humanos.
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1. La Carta Magna de 1215
Con respecto a la servidumbre, nuestros señores han considerado que todos so-
mos hijos de Dios y que debemos vivir como hermanos. De ahí se ha decidido
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Rodolfo Lara Ponte, Los derechos en el constitucionalismo mexicano, 3a edición, Méxi-
co, Porrúa, 2002, pp. 28 y ss.
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Condorcet (1743-179) fue uno de los ilustrados franceses que elaboraron el progra-
ma ideológico de la revolución. En su obra Bosquejos de una tabla histórica de los progresos
del espíritu humano, reclamó el reconocimiento del papel que tenía la mujer en la socie-
dad, puesto que se encontraba en una condición social equiparable con la de los esclavos.
Tras el triunfo de la revolución de 1789, se hizo evidente la contradicción: una
revolución que basaba su justificación en la idea universal de igualdad natural y política
de los dere- chos humanos (Liberté, Egalité, Fraternité), negaba el acceso a las mujeres y
que además representaban la mitad de la población francesa a los derechos políticos, lo
que en realidad significaba negar su libertad y su dignidad respecto de los seres
masculinos. Condorcet escribió en 1790 su Essai sur l’aadmission des femmes au droit
de cité, en donde señalaba: “El hábito puede llegar a familiarizar a los hombres con la
violación de los derechos na- turales, hasta el extremo de que no se encontrara a nadie de
entre de entre los que los han perdido que piense siquiera en reclamarlos, ni crea haber
sido objeto de injusticia(…) Por ejemplo, ¿no han violado todos ellos el principio de
igualdad de derechos al privar, con tanta irreflexión a la mitad del género humano del de
concurrir a la formación de las leyes, es decir, excluyendo a las mujeres del derecho de
ciudadanía?¿Puede existir una prueba más evidente del poder que crea el hábito incluso
cerca de los hombres eruditos, que el de ver invocar el principio de la igualdad de
derechos(…) y de olvidarlo con respecto a doce millones de mujeres?. Véase Paule-
Marie Duhet, Las mujeres y la revolución, Barcelona, Península, 1974. Cita de David
Cienfuegos Salgado, Historia de los Derechos Humanos. Apuntes y textos históricos.
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos del Estado de Guerrero, 2005, p. 53.
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Ibidem.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 9
elaboración de la Declaración del hombre y del ciudadano de 1793,
excluyen- do con ello a la mitad de la población.
Luego de la declaración de 1789, conviene llamar la atención sobre el dic-
tado de la Constitución francesa de 1791, que incorpora el catálogo de dere-
chos contenido en aquélla y, además, un título de disposiciones fundamenta-
les en el cual garantiza como derechos naturales y civiles puestos y empleos,
sin otra distinción que la de sus virtudes y talentos, que todas las
contribu- ciones serán repartidas por igual entre todos los ciudadanos, en
proporción a sus facultades; que los mismos delitos serán penados con las
mismas penas, sin distinción de persona”.76
En un párrafo posterior se garantiza la libertad de todo hombre para ir,
permanecer, partir, sin poder ser arrestado o detenido, más que según las for-
mas determinadas por la Constitución; la libertad de todo hombre de hablar,
escribir, imprimir y publicar sus pensamientos, sin que sus escritos puedan
ser sometidos a censura ni inspección antes de su publicación, y ejercer
el culto religioso al que pertenece; la libertad a los ciudadanos de reunirse
pací- ficamente y sin armas, de conformidad con las leyes de policía; la
libertad de dirigir a las autoridades constituidas peticiones firmadas
individualmente.
También llama la atención que la vigente Constitución francesa, confirma
en el preámbulo la vigencia de la Declaración de 1789, al señalar que el pue-
blo francés proclama solemnemente su adhesión a los derechos del hombre y
a los principios de la soberanía nacional tal y como se encuentran estableci-
dos en la citada declaración, misma que fue confirmada y completada por el
preámbulo de la Constitución de 1946.
Es indudable que se procuró defender la dignidad del ser humano en cuan-
to tal, sin determinación de clase o estado social. Y esto es lo que ha
quedado como una constante en el proceso histórico sociológico: el anhelo
de justicia, igualdad, y libertad, independiente de las estructuras sociales y
jurídicas y de los modos de producción. Es decir, es un patrimonio de la
humanidad civilizada.
76
Ibid, p. 54.
96 BERTHA soLís GARcíA
77
Jesús Rodríguez y Rodríguez, “Diccionario jurídico mexicano”, México, Porrúa-
UNAM, p. 1069.
78
Ibid, p. 1069 y s.s.
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III. I . LOS DERECHOS HUMANOS EN MÉXICO
la única reconocida en el país, así como la división de poderes, Para fines del
sufragio, instituía juntas electorales de parroquia, de partido y de provincia.
D. La Constitución 1824
Estas Bases, que solo estuvieron en vigor tres años, reiteraron la independen-
cia del país, la organización política en República Centralista, y suprimieron
al Supremo Poder Conservador que encabezaba el propio Santa Anna. Se
instauró la pena de muerte y se restringió la libertad de imprenta, ratificando
que el país protegía y profesaba la religión católica.
La elección de los representantes era indirecta, esto es, se dividió a la
pobla- ción en secciones de 500 habitantes, mismos que elegirán un elector
prima- rio; éste nombraba los electores secundarios, los cuales formaban el
Colegio Electoral que a su vez elegía a los diputados al Congreso. El
ejecutivo tenía un demostrado derecho de veto de leyes.
“Los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones socia-
les”, señala la Constitución, entre sus preceptos resaltan el
mantenimiento del federalismo, la abolición de la esclavitud, las
libertades de trabajo, de propiedad, de expresión de ideas, de imprenta,
de asociación, de petición y de comercio. Igualmente, se establece que
son ciudadanos con derecho a voto todos los mexicanos varones que hayan
cumplido dieciocho años si son casados, y veintiuno si no lo son.
La Constitución de 1857 fue, de hecho, elemento fundamental en la
defensa nacional ante la invasión francesa y el imperio de Maximiliano
de Habsburgo. Tuvo vigencia plenamente tras la expulsión de los extranjeros
y permaneció en vigor hasta 1917.
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0
I. Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicano, 1917
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Jorge Carreón y Alonso Aguilar M., La burguesía, la oligarquía y el Estado.
Grandes Problemas Nacionales, México, Nuestro Tiempo, 1972.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os 1
Las formulas principales que en los últimos años adopta el gobierno son:
La creciente dependencia del Estado respecto del Tratado de Libre Co-
mercio de América del Norte, del capital extranjero y el sometimiento de los
organismos internaciones en las políticas de Estado, como son el Fondo Mo-
netario Internacional. El fortalecimiento de grandes consorcios extranjeros
privados, de tipo monopólico que van controlando a la economía mexicana.
La flexibilización del mercado de trabajo que brinde mano de obra barata
a los empresarios a través de la supresión de los derechos y garantías sociales
que establece la Constitución vigente. El establecimiento de una política
dura y profundamente antidemocrática hacia los trabajadores, que incluso no
va- cila en emplear medios represivos y violentos cuando los intereses de la
clase burguesa lo reclaman.
Con la reforma del artículo 27 Constitucional, se arroja las miles de hectá-
reas de suelo agrícola y urbano al mercado. Esta inclusión de los campesinos
en el mercado de suelo que demandan los grandes consorcios, nacionales y
extranjeros, es sólo ocasional y marginal, como parte de acumulación simple,
en el cual ingresan y son expulsados de inmediato, deshaciéndose del bien
que le otorga cierta seguridad: la tierra. Con el tratado de libre mercado,
se coloca a los campesinos en condiciones desfavorables ante la competencia
que representan los agricultores de Estados Unidos y Canadá.80
La Constitución de 1917 es la que prevalece hasta nuestros días; sin
em- bargo, las reformas hechas a lo largo de este tiempo (del artículo 1º
al 136, son 489, transitorios 9, artículos transitorios de Decretos de Reforma
4, sien- do un total de 502).
La situación es grave en los hechos, ya que dichas reformas han arrojado a
la mayoría de la población a la miseria, con lo que se ha alejado en mucho al
espíritu social y esencia de esta Constitución, ya que dichas reformas y leyes
derivadas de ellas, han favorecido y han promovido la acumulación de
bienes y riqueza en unas pocas manos, haciendo de México un país
polarizado.
Al respecto vale la pena citar a don Emilio Rabasa en su obra La Constitu-
ción y la dictadura, en la que hace referencia al respecto diciendo que: “no hay
que cambiar el país, hay que cambiar las reglas”. Por ello, estoy convencida
80
Susana Medina Ciriaco, La Reforma al artículo 27 Constitucional y el Fin de Pro-
piedad Social de la Tierra en México, Colección de Investigación del Colegio de México,
121, 2006. Consultado por Internet en la página http://www.cmq.edu.mx/docinvest/
document/DI121407.pdf.similares, 26 de julio de 2010.
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que cada etapa de la historia debe conservar su sentido de lucha. Nada
está terminado, ayer hombre y mujeres lucharon por mejorar sus condiciones
de vida y las de su descendencia, hoy, nuestra es la tarea de continuar con la
lu- cha, con sus propias particularidades y retos, hacer realidad nuestras
propias conquistas y dejarles legado de bienestar a nuestra descendencia.
Ahora tene- mos un nuevo reto enfrente, el fenómeno de la globalización, el
cual es visto como una etapa superior de capitalismo y por tanto de la libre
movilización de los capitales y la inestabilidad económica y vulnerabilidad
de las econo- mías de los Estados. Ante tal fenómeno, se necesita avanzar,
entre muchas otras cosas, en la aplicación generalizada de los derechos
sociales, particular- mente en cuanto a la homologación de derechos
ciudadanos y laborales para que los seres humanos no sean carne de
explotación ni ciudadanos de segun- da, porque la globalización exige una
respuesta que es nueva ciudadanización, la ciudadanía universal. Esas
serán hoy nuestras conquistas.