Introduccion A "Las Escaleras Imperiales Españolas": Antonio Bonet Correa

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INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

ANTONIO BONET CORREA

Se ha afirmado que 11en el dominio de la arquitectura el hombre varía poco y que el


papel de una escale!'a , por eje mplo , parece haher ca�biado poco desde hace más de
20 si glos111 Si esta afirmación es cierta e l l o equivale a que 11nada es nuevo bajo el

sol11 y que arquitectóni camente poco se ha avanzado desde el neoilt i co o que todavía
no se ha superado el estadía de las pri meras grandes culturas histór i cas . ¿Pero en
nuestPo siglo el ascensor no ha creado , como cree Umberto Eco , una nueva relación
entre el hombre y el espacio a recorrer vertical mente , de la m i s ma manera que el
automovil y el tapi z rodante las di stancias horizontales? Lo que sf es cierto es que
el tema de la escalera ha preocupado siempre a los que han intentado comprender la
arqui tectura a un ni vel se m i óti co , de la m i s ma manera que en la l iteratura y, sobre
todo , el teatro y el cine , las escaleras han desempeñado un papel preponderante. En
1 1Cosmópol i s 11 de Fri t z Lang o en 11El U l t i mo11 de Murnau , igual que en otras pe!fculas
expresi oni stas alemanas en los años 20, las escaleras adquirían un valor de prota­
gonistas . La angustia , el terror , la hu m i l lación o el m isterio estaban expresados por
este elemento arquitectón i co que los personajes subfan y bajaban con distintos estados
de ánimo o al que difi cil mente se acercaban a causa de su hueco, a su vacío .

Escaleras increfbles del cine fueron las de Buster Keaton , ser angél i co , incapaz de
subir a la gloria sin sobresaltos como si su inocencia fuera distinta a la de los ángeles
de la 11Scala Dei 11 que vio Jacob en su sueño . Pero sin aludir aquf a otras escaleras
tales las de la literatura surrea l i sta , recordemos cómo en los mortecinos años de
la postguerra española; Suero Vallejo con virtió en verdadera herofna a una escalera
madrileña de lo más vul gar y coti diano . Ahora bien , las escaleras que aquí nos
preocupan son otras y esHm vistas desde �ngulos di stintos, además de pertenecer a
una época histórica muy determ inada .

Las l lamadas escaleras i mperial es , creadas para espacios internos , pero con una
categoría y un sentido de exterioridad, fueron la expresión de un momento de triunfo
y esplendor de las i deas de autoridad y poder absolutos a partir de la segunda mitad
del siglo X VI . Como las escal inatas de los zigurats , las pir&mides precol ombinas,
las miguelangelescas de la plaza del Capitol io en Roma o las que acceden a las
terrazas de un jardín versal lesco en Francia las escaleras i mperia les es taban he­
chas pra servir a una sociedad en la que un determinado marco monumental era
indispensable e insustituible . Pero aparte de sus val ores rituales , en las escaleras
barrocas existen otros aspectos muy i mportantes co mo el de crear el " observador
en movi miento11, el obl i gar al que las toma a un recorrido diagonal del espacio y no
frontal y , disputando el pri mer rango a la sala de fiestas, el trans formar lo que en

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princ1p10 es una cons t rucción funcional en una pieza superf l ua y e nfát ica 2• De ahí que
sólo un análisis que tenga en cuenta su re lación con las coordenadas de un escenario
teatra l , pueda i l u m i na r su t i pologÍa , la cual , sin embargo , tie ne que estar abordada
con un criterio histórico . Son éstas las razones por las cuales nues tro trabajo ,
presentado en forma de comunicación en el Convegno I nternazionale de las celebra­
c iones Galeazzo Alessi , e n Génova , en Mayo de 1974, pa rticipa de una doble meto­
dol ogía . Pero , s i n embargo , más que un estudio cronológico , es un intento de
penetración diacrónica . Nuestro texto o discurso , pues , se ciñe a seña lar de
manera breve la i m portancia y la expa nsión que , desde su aparición , tuvo la
esca lera i mpe rial en España , Europa y Amé rica . A la vez quere mos en él reca l ca r
cómo su culmi nación fue en e l barroco cos mopolita de l s i g l o X VI I I para ser Juego ,
en el siglo X I X , una de las manifestaciones más relevantes de una burguesía nost á l ­
gica de las grandezas del Antiguo Régi men: S u s transformacion es y meta mórfos is
.
sólo nos interesan , pues , a nivel de composición y s i gnificación . Lást i ma es no
estudiar aquí otros tipos de escale ras renacenti stas y barrocas que completarían
este trabajo , el cua l adrede se l i mita úni ca mente a las escaleras i mperiales españolas
y s u vinculación con las europeas derivadas de s u ti po3•

SIGNIFICADO

Es i ndudable que el t i po de escaleras que l os españoles l l a ma n i m perial , en tanto que


.composic ión , fue i nventado por Bra mante y divul gado por Se rl io . Pero también es
cierto que l os italianos , pese a su esca l omanía a parti r di'! 1550, este tipo sólo Jo
e mplearon , a no ser en Génova , en esca l i natas exteriores. E l uti l izar la escalera
i mperial dentro de un interior de un edificio , o en la zona i ntermedia entre e) patio
y el i nterior , fue en España en donde se hizo por pri mera vez , pues aunque Leonardo
da Vinci proyectó una escalera con triple ra mpa y Ba rtol o meo Ammannati pensaba
coloca r una entre los dobles pa tios de un palacio no rea lizado , su t i po , al i gual que
el i nventado y rea l izado por Vasari para el pa lacio de Jos Uffici de Florencia , no era
propia mente lo que se l l a ma I'a escalera i m peria l , derivada del mode l o bra manti no
del patio del Bel vedere en el Vatica no4•

habría
Antes de hacer la historia de las escaleras i m periales en España Y en Europa
que señalar que en la Península Ibérica existe n dos t i pos fundamenta les: la propia­
dos
mente dicha i m perial de un solo a rranque o tiro , del cual . salen di vergentes otras
y la de dos arranques que convergen a un solo ti ro . Dentro de las pri meras o de u n
s o l o arranque l a s verdaderam e nte i m periales s o n aquel las que , como l a d e l Al cazar
de Toledo , su planta es la de una T , es decir que sus brazos divergentes : stán �er­
pendiculares a l ti ro o arranque , Jo que permite que la escalera cuanto esta al a1re
pueda ser conte mplada en una visión tota l izadora o de un solo golpe . Cuando la de un
solo arranque tiene Jos brazos para l el os y a la vez contiguos y con recorrido con­
trario ' difíci l mente puede ser considerada i m peria l , pues carece de l a requerida
, .
visibi lidad para ser escena ri o de un gran aparato cortesa no . Cuando esta con 1 os
muros cerrados , difícil mente el que la sube o baja se da cuenta del t i po a la que per­
tenece . Por el contrario las abiertas o con ojos pueden l l egar a participar más de
las características de las i m periales .

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INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

Las disquisiciones que acabamos de hacer pueden parecer excesivas y muy propias
de un espíritu imbuido de casuística . Ahora bien e l l o no está en desacuerdo con l a
mentalidad de los españoles que construyeron l a s escaleras . E l mismo calificativo
de imperia les que se les da, aunque parece ser de uso reciente, es de por sí un él
especie de emblema que denota intenciones de va loración muy deter minada y signi­
ficativa en el plano más alto de las categorías. En los edificios españoles la escalera
ocupa un l ugar preferente y casi exclusivo , siendo el resto de la casa sacrificado en
.
tanto que piezas de aparato u honor. Aparte del sa lón o �ala· de recibi r lo de más no es
otra cosa que estancias Íntimas, piezas apartadas, aposentos retirados, "retretes" o
cuartos para la vida fa miliar en las que no entran los extranjeros a la casa. La
escalera , en cambio, pertenece a la parte no recoleta, a la de contacto con el exte­
rior , a l a que es visible para todos los que atraviesan el umbral del zaguán y ven el
patio . De ah{ que, como los blasones , si se trata de una casa· noble, tenga que pro­
clamar la dignidad y l a s excelencias de sus moradores . La escalera así se convierte
en segunda fachada, en prospecto de la grandeza de ánimo o de fortuna del amo de la
casa o de la famil i a que l leva el nombre del que la construyó . En 1 os pal acios reales ,
con sus diarios col'tejos y por el solo hecho de ser l a mansión del soberano, su papel
es de por sí ineludible y fundamental .

Si se tienen en cuenta las ideas y la etiqueta que desde el siglo XVI hast a finales del
siglo XVI I I fueron propia s de l a corona y las altas cl ases sociales en Españ a , no
resulta extraño que tanto en los pal acios reales como en l a s principales mansiones
de su nobleza, en los grandes conventos y edificios de sus instituciones religiosas , lo
mismo 't¡ue en los civiles o de utilidad pública, la parte más destacada e importante
haya sido sie mpre la escalera. !-.¡:,arte del énfasis que , en todo tiempo , los espa­
ñoles han puesto en l as portadas o puertas de ingreso de los edificios , muchas veces
casi con total independencia o con descuido del resto de la fachada , son siempre l as
escaleras las que, sin ningún género de duda , superan toda comparación con l as
demás partes de l a fábri ca . Colocadas, por regl a general , a continuación de un
amplio zaguán y en los edificios más i mportantes abiertas a un patio o cl austro, en
la mayoría de los casos resultan e x cesivas y despropor cionadas respecto a la grandez a
y nú mero de estancias o dependencias a las cuales , por medio de e l l as , se accede .

FUNCIONALIDAD

Tanto desde el punto de vista constructivo e invención tectónica , lo mis mo que de


ornato arquitectónico, no cabe duda que las escaleras constituían 1 a parte más im­
portante del interior de l a casa español a, en l a cual fue di fíci 1, salvo en la época
l lamada neoclásica o más bien del barroco cosmopolita, encontrar decoraciones de
órdenes y mol duras cuyo diseño estuviese realizado en fábrica, es decir labrado en
piedra de cantería , mármoles o jaspes. En las casas y pal acios lo mismo que en el
antiguo Alcazar de Madrid, sede de los Austrias, lo propio eran las est ancias de
muros caleados y simples cielos rasos bl anqueados , que en la segunda mitad del
siglo XVII sólo a partir de la l legada de los pintores italianos Colonna y Mite l l i y más
tarde Lucas Jordán, fueron pintados al fresco con escenas mitol ógi cas o alegóricas .
La riqueza de los palacios y grandes edificios españoles en materia de decoración y
ornato interior consistió más en los muebles, tapices y pinturas sobre lienzos que en
ordenaciones arquitectónicas permanentes. Sólo 1 as yeserías , en de ter mi nadas

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épocas, ocuparon un l ugar preferente pa ra l a decoración de l os pane les de los muros


i nteriores . La estructuración . de muros con pi l ast ras de órdenes c l ási cos o pl aquea­
dos de materiales nobl es dispuestos geométricamente resulta rara e n los i nteriores
españoles, i ncluso palatinos . P e ro l as ordenaciones con col u m nas , pilastras
y un repertorio decorativo, fuese renacent ista barroco o neoclás ico , se reservaron ,
aparte de l as portadas , para los patios y sobre todo para l a escalera principal , en
torno a l a cual se organi za todo el edificio , sirviendo a la vez de aspecto y prospecto
que proclamaba la dignidad y categoría de sus propi etari os o de 1 a función púb l i ca a
la que estaba destinada la fábrica .

Muy de tener en cuenta en l a escalera española es su caracter i ntermedio entre


exterior o interior, entre vida púb l i c a y privada, domi nando más lo pri mero que lo
segundo . Su fal acia es grande . Ni s i quiera se preocupan de ser ambiguas o de l l egar
a un compromiso entre formas socia l es y pri vacidad . El principio de una escalera
como continuo espacial verti cal que conecta todos los nivel es sin rupturas, acaba
rompiéndose deliberadament e . L a escalera principal de un edifi cio español adrede
nos ofrece una i m agen virtual de sus moradores o comandatari os . Su analogía con el
exterior del edif i cio es producto de todo un concepto acerca de l a divi si6n que debe
e x i stir entre lo mundano y lo individual . Las escal erus de l0s palacios y las casas
señoriales no sólo establecen un nexo intermedio de acceso y circul aci ón, en el que
se articul an distintas· partes del edifi cio , sino que también señalan una r·uptura ,
m arcan una separación, son como una segunda entrada , un u mbral a l a parte de
retiro de l a f ami l i a a la que sólo acceden ínti mos o deudos . Traspasada la fa chad<J.
que con el zaguán y el patio consti tuyen l as partes púb l i cas o exteriores del edificio,
nos encontramos con l a escalera que constituye un segundo u mbral detrás del cual
se encuentran l as estanci as de la vida cotidi ana, en torno a un segundo patio o jardín
.
según sea la i mportanci a de la casa o la fortuna del que l a m andó construi r . La prue-
ba de que los españoles fueron consci entes de ello es que la mayoría de el l as apoyan
sus elementos de soporte o su estructura en muros maestros que a i s l an el edifi cio de
vivi enda de l os patios , de las cocheras y cuadras de caballos; t ambién que sus alza­
dos se organizan en cajas de fachadas simi l ares a l as de los exteriores de una casa ,
con bal cones de hierro a los cual es se pueden asomar l o s h abit antes como si lo
hi ciesen a l a cal l e . Es curi oso ver cómo esta organiz ación parietal que hace de l as
escal eras una segunda fachada o arquitectura exterior dentro de un i nte rior es también
extensiva a los conventos , aunque en éstos es más facil mente expli cabl e que en los
pal aci os , pues marca la división entre la parte accesible a todos y la cl ausura del
cenobio monástico . En los edif i cios civi l es, la diferenci ación de funciones procede
en parte del mimeti smo tan frecuente , sobre todo en el barroco español , que éstos
s uf re n respecto a lo eclesiástico.

VALOR SIMBOLICO

Desde el punto de vista s i mból ico l as escal eras españolas entre l as cuales l as i m ­
peri ales son las más compl ejas y acabadas por e l efecto majestuoso q u e producen
tanto al verlas como al circu l ar por el l as - son merecedoras de un detal l ado anali s i s .
Ante todo revelan el al to valor que los español es de la época concedían a todo lo que
pod[a aumentar l a dignidad , mostrar l a prosapi a y la nobleza , el poder y l a categoría
de l as personas que ocupaban l os puestos más el evados de la soci edad . El derroch e

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INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

de espacio , l o vistoso y trabajado , tanto en bara ndi l las , balaustres , pasamanos ,


nichos , órdenes arquitectónicos y bóvedas as{ como el alarde técnico que supone una
escalera con arcos de derrame y tiros al aire , harían que ante todo se cuidase y
concediese primacía a esta parte del edificio en la cual , además de evidenciarse y
hacerse patente la grandeza de su propietario , se sugiere la riqueza y espendidez del
interior deJa planta noble a la que sólo acceden algunos escogidos. Todavía hoy los
españoles continúan condediendo idénticos valores al prospecto de la casa en la que
habitan5• En nuestros días la burguesía compra o alquila un apartamento no tanto
teniendo en cuenta l os metros cuadrados que necesita en real idad o la� comodidades
que ofrecen las habitaciones íntimas , sino la a m plitud y prestancia del portal , la
cantidad de mármol , fal so o verdadero , con que está chapado , el aspecto y la riqueza
de adornos del ascensor , la decoración y la calidad aparente de l os muebles del
vestíbulo y aspecto lujoso del recibidor de la casa .

Que en el pasado los españoles fueron conscientes de la significación que tenían las
escaleras ante los ojos ajenos , lo mismo que de su val or mora l , lo comprobamos al
leer a Fray Lorenzo de San Nicolás , el cual a l dicta minar sobre l a altura que debían
tener las gradas , recomí en da las de diez dedos de alto que 11conviene para casas
graves , Palacios y conventos , especialmente para casas donde hay frecuencia de
mugeres11• Esta recomendación , hay que ligarla a la que antes hace sobre la nece­
sidad de que las escaleras de un solo tiro " l leven messas11 o re l l anos no sólo para
descansar o parar cuando alguien cae por ellas , sino tam bién porque además de
resul tar 11mas lucida y vistosa" es también 11mas honesta para Mugeres116• El buen
fra i le agustino , excelente arquitecto y todavía mejor tratadista , que pondera la
escalera imperial del A l cazar de T oledo , 11pieza que le dificulta , si a y otra mejor en
Roma . Italia ni Francia1 1 , al señalar la grandeza de esta obra maestra señala como
m�ximo elogio la escasa altura de su s peldaños o 11pasos 11 de una sola pieza . Si una
escalera de poca pendiente es más cómoda y por una parte permite que no se les vea
el tobi l l o a las mujeres , por otra su efecto resulta si n ninguna duda grandioso pues
puede como la del A l cazar de T oledo ser 11tan llana que puede subir un príncipe a
caba l l o por ella11• La teatralidad de tal acto de total señoría es la que da cuerpo a
una leyenda sevil lana , en la que el rey Don Pedro el Cruel montado sobre un brioso
corcel sube la escalera para visitar a su a mante .

No cabe duda que la invención desarrollada en materia de escaleras por los españo­
les está ligada a ese problema de 11prestan cia11 , expresiva y reveladora , que de ellas
exigía Vasari , autor de las escaleras im periales del Palacio de los Uffizi en Floren­
cia , pieza que por su factura hay que rel acionar con las escaleras i m periales espa­
ñolas 7 • El l ograr que un elemento prácti co , intermedio y de circulación , con espacios
residuales y 11tontos11 sea re sue lto de manera tan airosa y noble , incluso espectacular ,
fue el gran acierto de la escalera imperial española , que con sus dos tipos , el de un
divergente en dos y el de dos tiros convergentes en uno , obligan al arquitecto a esco­
ger un lugar amplio y preminente que resulta mu y visible e inequívoco dentro del
edificio . Cuando Palladio señalaba que las escaleras debían ubicarse incomodamente
debajo del pórtico , pues as{ obligaban a ad mirar la parte más hermosa del edificio
que es el vestíbulo y el corti le , apuntaba sin llegar a dar una solución convincente ,
a lo que , con una articulación asombrosamente fluí da , consiguieron las escaleras
jmperiales españolas , las cuales al igual que , un poco m�s tarde , las de Génova ,

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por su colocación en el frente del patio en el eje m i smo de l a entrada del edifi cio ,
resultan espectacu l ares y vi stosísi mas . Esta ubicación no sólo l as pone de relieve
sino que al amplifi car y aerear l as arquerías de los patios y cl austros , crean un ·
espa.cio intermedio entre el exterior y el i nterior que, con l as distintas graduaciones
de l u z crean un ambiente semi cerr ado , con efectos de perspecti va , raros por o�ra
parte en l a arquitectura españo l a , poco preocupada de dinamizar el espacio por
rtte,tio de contrastes de maci zos y vano s .

Aspecto muy i mportante de l as escaleras i mperi ales españolas es el morfogenét ico .


T anto por su d i sposición o tipología , como por su tectóni ca y situaci ón topográf ica
dentro del edifi cio , generan variantes en l as que se real izan con gran l ógica los
requisitos que se le exigen no sólo de uti l i d ad sino de función si mbólica . Para Alberti
(I X , 2) la escalera era una especie de mal necesario , un factor de desorden en el
juego de los volúmenes . En su opi nión lo que contaba ante todo era l a comodidad .
Qui zá el gran aci")rto de l as escaleras español as ha sido el de haber sabido unir en
e l l as l as virtudes de lo :;>rá cti co y l as ya señal adas de servir a sus poseedores como
emblemas de su grandeza y digni dad . Pasando por alto los gastos de todo tipo , co­
menzado por el del espacio , dadas l as caracteri sti cas de la arquitectura civil espa­
ñol a , no suponen estas un derroche gratuito co mo en un pri mer momento puede
parecer . Sus ventajas son más que dobles . Se puede afirmar que en muchos casos
son triples . El tipo de escalera i mperi a l , ubi cado entre dos o más patios, estructura
toda la fábr i ca a la vez que ordena l as circul aciones rápid as y continuas y di stribuye
las varia . s zonas de co·nflue ncia por medio de espacios abiertos interiores que se con­
vierten as{ en lugares de encuentro, distensión y entreteni miento . En los grandes
conventos o complejos edifi cios de varios p atios , l a escalera i mperial doble cons­
tituye una crujía que viene a ser como el nudo esencial de la fábrica . Por ser l as
cajas huecas y no permi tir gruesos muros , sobre todo en l a zona baj a , t ambi �n son
el punto más deli cado , en el que el arqui tecto tiene que tom ar l as precauciones
t�cnicas máx i m as de arriostra miento y tensión . Con elementos de soporte ade lgazados
a lo máximo pero que aguantan los empujes de toda l a fábr i ca , l as escaleras son e l
verdadero núcleo del tipo d e edifi cio conventual español que puede hacerse extensivo
a lo civi l . La diferen ci a que exi ste entre l as escaleras de tipo casti zo y l as del barroco
cosmopolita en el aspecto t�cnico es bien definida . En las autenticamente español as
el tipo se destaca, incluso en l a maquet a del edifi cio, como un vol umen que con su
tejado sobrepasa los de los otros cuerpos de l a f abrica. En los recorri do s internos,
todos los pasos nos conducen a las escaleras pri ncipa les , aunque encontremos al
paso muchas secundar i as . En cambio , en los palacios de tipo barroco cosmopo l i t a
l a escalera e s u n a pieza úni ca, que construi d a exprofeso para l a función d e aparato
escenográf i co , ocupa lo mejor del edifi cio con mer m a del resto. Por otra parte es
como si se trat ase de un salón que en ve z de tener en alzado l a altura de una pl anta
abarca dos o tres a la ve z .

UBICACION

La ubicación de l as esca leras i mperiales españolas resul ta , pues , muy orgamca .


En pri mer l ugar, cumplen con el requisi to de ser visibles a un pri mer golpe de
vista cuando se trata de un edifi cio de un solo patio. N adie que haya traspasado el
zaguán Y entre en el patio o cl austro puede dejar de verl as, Incluso cuando no están

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INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

colocadas en eje a la puerta de entrada . Contrariamente a Italia en donde se colocan


en el ángulo del patio (por ejemplo en el Palacio Farnesio de Roma) , las � scaleras
españolas por regla general se abren en el centro de la galería del fondo del patio ,
como su cede también en los palacios genoveses , Ahora bien , como señal ábamos ,
esto es lo que sucede en los edificios de uno o dos patios colocados sucesivamente
en eje , en los que el hueco dejado libre debajo de los tiros sirve a la vez de paso de
patio a patio o de pasaje al jardín . Pero en los edificios m ás complejos con varios
patios , en los que las escaleras organizan las diferentes partes o dependencias de la
totalidad , aunque no hay un l ugar determinado para ellas , se encuentran en uno de los
ángulos del patio mayor contiguo a otro m ás o menos de su tamaño , pero siem pre en
relaci6n con la portería por medio de las galer{as de dicho claustro mayor . Aunque
se encuentren más o menos lejos de l a entrada principal siempre constituyen el centro
del edificio y sirven de distribuidor de la circulaci6n horizontal y vertical , que en los
demás patios y dependencias se ve facilitada a veces por un crecido nú mero de pe­
queñas escaleras secundarias y 11hurtadas 11•

La organi zaci6n del edificio en torno a las escaleras supone un progra ma previo.
En el antiguo Alcazar de Madrid , la escalera entre los patios facilitaba la vida cor­
tesana y burocrática de la planta baja y en la noble la del rey y la reina con los
infantes , separados cada uno en su corres pondiente p&tio . En los grandes conventos
el programa no ofrece grandes variedades , pero · todo aquel que haya pasado una
jornada en un convento español o hispanoamericano recordará las incesantes idas y
venidas , las subidas y bajadas de los frailes que sie mpre , levantando un poco los
hábitos , pasan como con prisa , por las escaleras monumentales que , situadas no muy
lejos de la portería , siempre hay que tomar para ir a las celdas , a la sala capitular ,
al refectorio , la biblioteca o coro alto , La articulaci6n de kis distintas pi antas y la
distribuci6n de funciones de las alas del edificio que se abren a ellas es muy patent e
en los hospitales españoles , siempre provistos de magníficas y a mplias escaleras
que pueden ri va ! izar con las de l o s conventos , colegios universitarios o palacios .
Ubicadas al igual que las de los conventos , por regla general ofrecen en l o s rellanos
e incluso descansos de cada planta , puertas que con su cartela indican el servicio ,
sala o dependencia a la que corresponden respectivamente , Son como un distribuidor
perfecto , En el caso del Hospital de Mujeres de C ád i z , de tres plantas y entresuelo ,
cumplen con los requisitos de una racionalizaci6n extrema que , aunque parezca para­
d6jica , como muchos ele mentos suma mente prácticos d" e la arquitectura civil y domés­
tica española , están meditadamente previstos , fruto de una experiencia que concede
!)ran valor a lo cotidiano o de simple manejo . El conectar a todos los niveles se da
perfectamente por medio de los dobles tiros de l as escaleras imperiales que además
de vistosas resultan muy prácticas.

TIPOLOGIA Y CONNOTACIONES SOCIOLOGICAS

Si nos detene mos a analizar las escal eras imperia les españolas , s i n duda podríamos
señalar más características y sobre todo constatar con cierto rigor cuales son las
diferencias con otras a1·quitecturas que s6lo adoptaron el tipo español de escalera
imperial , como el caso de Francia , para obras verdadera m ente excepcionales . En
España las escaleras imperiales que fueron los florones de los al cázares reales del

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siglo X VI o del palacio de prócer como el del V i so del Marques para el vencedor de la
batalla de Lepanto, pronto pasarán a la arquitectura eclesiástica . Desde que fueron
adoptadas en El Escorial y U e l e s , el tipo se ·convierte en el propio de los conventos
y monasterios españoles . Su sentido práctico, al que se une la grandiosidad sin más
necesidad que su misma estructura , hizo que no sólo en Espa fi a sino en 1-:i � p.::noamé­
rica pasase a ser el tipo más di fundido de escalera del barroco . Lo curioso es v�r
cómo en la España de los Borbones en el siglo XVI I I las escaleras i m periales que en
Europa había sabido adaptarse a conceptos un tanto distintos del poder .real . A través
de Juvara y de los arquitectos italianos que introducen el arte cortesano cosmopolita
del siglo XVIII en las construcciones de los Sitios Reales de la Corona de España ,
llegan los cambios que semánti camente , fueron esenciales . Las escaleras i mperiales ,
lo que perdieron de segunda fachada exterior del edificio, de grave austeri dad y a la
vez si mple uti lidad no carente de grandiosi dad, lo ganan en cambio en valores de otro
orden . En los Palacios Reales de los Borbones, ante todo contaba el hacer un 11es­
pÍéndido escenario " para el cortejo real . Las escaleras se convierten en lugares
teatrales que para el espectador son resultado de golpes de vista que Jo dejan asom­
brado . Tanto al conte mplarlas desde la parte baja, como al ver descender por ellas
al rey y su s�quito, como al subirlas, acto en el cual el ritmo de sensaciones es
·
creciente hasta llegar a su culminación en el desem barco de la planta noble , el que
ve las escaleras o las uti li za no sabe del e m beleso . La fascinación , aún es mayor el
encontrarse total mente en el ú lt i mo rellano . AlU la visión se prolonga al tener de­
lante las enfiladas de salones decorados con espejos y cortinajes y se amplifica al
sentirse el espectador más próxi mo y como envuelto por las nubes de las bóvedas
pintadas al fresco en "trompe J' oeil 11 con alegorías e h i storias al usi vas a la grandeza
de la monarquía . Pero este tipo de escalera , pertenece a lo cosmopolita la versión
española a escala más castiza y domést i ca de las escaleras, sobre todo en Anda!u da , ·
es una variante provincial en la que se unen tradición y nuevas for mas que a veces
l legan a producir ejemplares míni mos como la escalera del Palacio del Marqu�s de
Salvatierra en Ronda . De nuevo lo español i mpera y campa con su s i mpl icidad pro­
vinciana , no exenta de nobleza .

Para puntuali zar los elementos fundamentales de signif i cación en las escaleras i m­
periales españolas, hay que tener en cuenta no sólo desde el aspecto de composición
los tipológicos, Es cierto que las escaleras i mperiales de un sol o tiro y luego d i ver­
gentes en dos resultan las más teatrales, ya que en un pri m er golpe de vista sabemos
cuál es nuestro camino para ascender y se contempla en su descenso al que baja por
ellas pri mero lateral y despu�s frontalmente . En las de dos tiros se sabe menos qué
es l o que se va a encontrar en l o alto . E l efecto de sorpresa es grande cuando se
l lega al rellano dE\ descanso a la mitad de la ascensión . Allf nos sent i mos debajo de
una cúpula y vemos el acceso alto al piso noble que repite las tri ples arcadas de la
planta baja; ahora bien aqu{ como invertidas y con dos de sus arquerfás converti da s
e n balcones• Pero todo ell o n o n o s da l a clave d e la diferenciación con las escaleras
rectas, curvas o de caracol , estas ú ltimas mucho menos usadas en el barroco español
que en el extranjero . Sólo las escaleras rectas del barroco español pueden compa­
rarselas y esto no por si militudes de tiros, aunque existen, sino por el resultado de
factores más significativos que los de la estructura tectóni ca , Aunque en la organi­
zación espacial de la caja o hueco total a que se encuentran las escaleras ha y que
_tener en cuenta las distintas partes y el efecto total , producto de la morfología que

82
II'ITRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

genera el tipo de resultado que las hace similares a l as de tiros rectos en torno a
uh hueco se debe a otros factores parlantes como ornato y sobre todo a detalles casi
mfnimos procedentes de otra tipología y función . P.sí no sol amente cuentan l as es­
caleras mi smas con sus espacios distintos y variados dentro del caj6n . Lo que cuenta
es que dentro del hue co prismático o cúbi co , de planta rectangul ar o cuadrada , en 1"
parte alta se pasa por medi o de pechinas o trompas a una cúpula de med i a naranja u
oval ada , y que ésta , por su tipo y tratamiento , da a las e scaleras un aire de capilla o
pequeñas igles i a . El mimet i smo que de lo religioso tuvo l a arquitectura civil espa­
ñ o l a es muy patente en las escaleras i mperi ales andaluzas del siglo XVI I I , que se
di ferencian de las corte sanas por e l aire de capilla dom�sti ca que adoptan , lo que no
se debe sólo a e star cubiertas con una cÍipu l a de -media naranja cuajada de yeserías
como las de una iglesia o camarín . El efecto de capilla se debe tambi�n a detalles
como el del gran nicho u orla que a media altura , entre la cúpula y el rellano , alberga
una im agen religiosa de e scultur a o pintura y que como verdadero altar votivo
familiar , está alumbrada por peque ñas l&mparas o candeleros propios . El mismo
farol6n que pende de lo alto en medio de la cÍipul a da un aire rel igioso a l a totalidad •

. E� sentido ascético de subir tiene tambi �n connotaciones religiosas y el encontrarse


en medio de la ascensi!Jn una i m agen pi adosa nos obliga a santiguarnos o por lo me­
nos a reveren ciar 1� di vino y recor<ll ar lo transitori__ o de l a vida . Las escaleras pueden
servir de tema de meditación al a l m a.transida por l o rel igioso . En l as decoraci ones
de l as escaleras andaluzas del siglo XV III , algunas alegórico-morale s , como l as de
l a Merced de C6rdoba , est&n iconográficamente lejos de las mitológi cas del V i· s o del
Marques , obra de pintores renacentistas italianos .

Si se anal i z an los efectos de luz en las escaleras barrocas andalu z as , vemos que en
ellas la di stribución de lo lumínico es elemento esencia l e ineludible . Aparte de l a
luz que entra por l as arcadas del patio en l a planta baja y los ventanales de la parte
alta , hay que tener en cuenta los Óculos que se abren en el tam bor y en los riñones
de las medias naranjas o cÍipul as . E l efecto de estos ojos de buey no puede resultar
más espectacul armente luminoso. Es el propio de un camarín o s agrario . La luz
est& dirigida y crea efectos cue viformes. Por l as noches los farolones y arañas , las
barandas de hierro o madera , l as i mágenes de bulto que se sobreponen y supl antan
los moti vos heráldicos , hacen que el sentido rel igioso aÍin sea mayor. Como en las
iglesias l a vista se ve forzada a levantarse y mirar a los ejes hori zontales , hay que
añ adir los verticales. Admirar la cÍipula y sentirnos envueltos por e l l a es todo uno .
Como l a subida es lenta y descansada , a causa de los pedaños anchos y poca altur a ,
esta escaler a , que señorial mente nos hace gozar de di stintos puntos de vista , men­
tal mente nos conduce a un estado de recogimiento silente y meditat i vo s i m i l ar al que
el devoto siente bajo l as b6vedas de un templo . La luz de l as escaleras , tami z ada e
intermedi a entre la del exterior e interior , se une a otr as connotaciones muy espa­
ñol as de intimi smo y privacidad , sobre todo , esto es muy notorio en la arquitectura
provincial andaluza .

Por Ílltimo y antes de entrar en el problem a histórico de l as escaleras i mperiales


españolas , notemos en el barroco castizo su existenci a como ele mento o
�arte del edificio perfecta mente señalada. No sól o interior mente su hueco se
abre al patio l l amando la atención en el primer golpe de vista del que entra en el
!'ldificio , sino que exteriormente el volumen de su caja se destaca en l a m aqueta total

83
ANTONIO BONET CORREA

'
de l a f�brica. A causa del cuerpo de luces alto , lo mi smo que los c a marines altos ,
sobrepasa los dem�s tej ado s , a veces de distintas alturas y di m ensiones , de l a tota­
l idad. De los tej ados extradosados , l as cajas de l as escaleras conti núan una iradi ción
de volú m enes prismáticos cubi ertos por teja �rabe . Su si mpli cidad volu m étrica no
varía desde el tipo de tejadil los musul m anes hasta l a introducci6n en el neocl asicismo
y el sigl o XIX de cubiertas e mpi zarradas y pinas a l o francés.

SIGLO XVI: MORFOGENESIS

, Que los españoles del Renaci m iento estaban preocupados por l as escaleras , l o de­
muestra el que antes de l a apari ci ón de l as i mperi ales , como lo ha di cho Wethey , fue
en España donde a principios del siglo XV I se tomó la decisi6n de que l as escal eras
estuviesen colocadas en un lugar pr e m i nente y de modo monu m ental8 • Si todav{a l as
de l a Universidad de Sal amanca o l as de San Juan de los Reyes de T ol edo , pese a su
monumental idad , no son visibles desde el patio a causa de estar ubi cadas en un 1ingulo
como escondidas , en cambio exi st e toda una serie muy vi stosa de l as que la del
H ospital de Santa C ruz de Tol edo ( 1 520-24) , (fig . 14) es el mejor ejempl o . Obra de Alonso
de Covarrubi as , este arquitecto que t ras una biografía muy fecunda que abarca desde
el final del gótico pasando por el p l ateresco h asta el purismo c l asici sta o arquitectura
desornamentada de la época de Felipe 11, intervi ene probab l e m ente en la el aboración
del tipo de escal era i m peri al . El tipo de la escalera plateresca española , que comienza
con la desaparecida del Palacio del Cardenal M endoza en Guada l ajara y logra su
pri mer gran ejemplo en la del Pal acio de l a Calahorra (Granada) , del español Lorenzo
Vázquez y el ital i ano Carlone , consi ste en tres tramos que se desarroll an en torno a
una ampli a caja abierta . Pero aunque de gran efecto y riqueza de ej e cución y ornato
ninguna de la espl endida serie de escaleras renacentistas españolas supera la famosa
11 Escalera Dorada" de la catedral de Burgos (fi g . 1 5) , que de 1 5 1 9 a 1 52 3 l abró el arquitecto

y e scultor Di ego de Si l oe . Inspi r adas en la escal i n ata del frente del Corti l e del Bel­
vedere en el Vati cano , de Bram ante , qui zás con precedentes e n los proyectos de
Francesco de Giorgio , su m erito como l o h a señalado W ethey , fue el transformar un
esquema espacial para el aire libre en escalera interior esenci a l m ente verti cal . De
su espectacul aridad es muestra el que en ella todavía se coloque el M onumento de
Seman a Santa. Ahora bien , estas escal eras , aunque muy poco i mitadas - Sacristía de
Acolman ( México) y catedral de Santi ago - pueden considerarse el antecedente inme­
di ato de l as escal eras i m peri ales españolas .

Ant es de producirse l a esc alera i mpe rial de un solo tra mo de arranque o tiro , se dio
l a de dos arranques , es dec i r l a esc a l e ra doble o convergente . La pri mera en construir­
se fue la del antiguo Alcázar de M adrid (figs . 3 y 4) , puesto que , como h a de mostrado Martín
Gonzal e z , ya en 1 548 se habl a en un docu m ento de l a escal era que 11sale a entrambos
patios11 , es decir a los dos con que se dividió el gran patio de armas del pri mi tivo
cast i l l o medieval que , más t arde , desde que en 1 56 1 se trasl adó l a corte a l a todav í a
h o y capit al d e España , fue residen c i a permanente d e los monarcas d e l a c a s a d e
Austri a 9 • Esta escal era c u y a estructura consi stí a e n sumar por medio de u n tramo
i nter medio común dos escaleras de tipo cl austral , que así dobl an sus arranques Y
desembarcos , cu mplÍa perfecta mente la función para l a que se l e destinó , ya que un
patio servía de ofi cinas y aparta m entos del rey y el otro para l a rein a , prínci pes e

84
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

infantes10, La distribución , senci l l a y bien pensada , era l a m i s m a que l a de un hos­


pital . Así no es de extrañar que por los mi smos años el arquitecto Alonso de Covarru­
bias proyectase una no realizada del mismo tipo para el Hospital de Afuera o de Tavera
en Toledo (fig . 5), edificio ta mbién provisto de dos patios gemelos di vididos por una galería
de columnas . Las del A l cazar de Madrid eran probablemente de proyecto de Lu i s de
· V ega, arquitecto formado en Toledo y a la sazón maestro de obras del Alcázar
m adri l eño . Como vere mos , en el círculo toledano - madri leño de la corte fue
en donde se formó l a idea del tipo más espectacular de escalera i mperial .

La escalera i mperi al que sie mpre se considera como l a creadora de su tipo es la del
Alcazar de Toledo . C omenzada en 1 5 53 . Ocupaba por entero el frente del patio (fig . 16) de eje
perpendi cular a l a entrada del edifi cio. De un solo tiro que di verge en dos , al igual
que la Escal era Dorada de la catedral de Burgos , la del Alcázar Toledano por su
amplitud y sol emnidad triunfal siem pre impresionó a los entendidos en arquitectura .
Reali zada en piedra y l adri l l o combinados , su estilo es de severo y depurado cl asi­
cismo muy caracterí stico de l a é poca de Felipe II . Por los elogios que se le han
hecho puede comprobarse que se trata de un tipo que s e convirtió en modélico . Para
el arquitecto Juan Gó mez de Mora , que en l as escal eras monumentales, como l a de
la C árcel de la Corte , hoy M inisterio de Asuntos E xteriores de M ad ri d , uti l i zó l as
de un solo ti ro , l a del Alcázar de Tol edo era 11 l a m ejor de España'' , lo que supone
que las consideraba por enci ma de las del Alcázar madri l eño , edificio en el que hizo
obras importantes como l a fachada princ i pal que enmas caró y modernizó la pri mitiva
fachada medieval 1 1 Para Fray Lorenzo de San Nicolás , t a mb i én en e l sigl o XVII ,

siguen si endo el modelo principal , pues no sólo l as pondera , sino que s i guen siendo
el Único ejemplo español que pone de escal era 12 • Todavía en el siglo X V I I I se siguen
considerando l as mejores , pues e l abate Ponz l as describe en s u 1 1 Vi aj e de España11
y las reproduce en uno de los raros grabados que i l ustran s u tan i m portante l ibro13 •

Sin duda l a escalera tol edana c ri s ta l i zó un prototipo que , sin tene r el valor simbólico
de l a figura del águ i l a i mperial que algunos han querido ver en su for m a , sí propor­
cionó una fórmula que de l a arqu i tectura española pasó más tarde a l a u ni versal14 •

Sobre quién fue el autor de l as t ra zas de l a escalera del Alcázar de Tol edo, sie mpre
ha habido controversias . Co múnmente su concepción se atribuye a Francisco de Vi­
l lalpando , arquitecto , autor de l as rejas de l a Capi l l a M a yor de la Catedral de Toledo
y traductor de Serlio al cas t e l l ano15 . Pero l as investi gaciones de J . J . M artín Gonzá­
lez han mostrado que el maestro mayor de obras era Alonso de Covarrubias, el
ifYlportante arquitecto tol edano que anteriormente había t razado l as ya citadas del
Alcázar de Madrid ! 6 I m portante por su aspecto pol é mico y definitivo de la génesis

de l as escaleras i mperial es fue el ardor con que Covarrubias defendió , en 1 553, que
se rea l i zase su proyecto de una única escalera en el Alcázar de Tol edo, frente a l a
.
i d e a d e suplantarla por dos m á s pequeñas e n l o s ángulos d e l patio. La opción del
prÍncipe Felipe favorabl e a la propuesta de Covarrubias de una escal era de un solo
tiro y dos ramales en línea que des embocaban en l o alto en el ancho del corredor de
l a gal ería del patio , fue decisiva. También es de notar e l hecho de que e l memorial
de Covarrubias fue enviado al prÍncipe Felipe a Madrid 1 1 en mano11 , sien do Villalpando
quien lo entregó , mostrándose así la Íntima relación que exi�tía entre el viejo ar.qu i ­
tecto y s u joven discípulo . Q u e por parte de Felipe 1 1 había u n marcado gusto por una
determinada arquitectura y en especial por l as escal eras solemnes no queda duda .

85
ANTONIO BONET CORREA

E l hecho, por otra parte, con sus connotaciones queda muy patente en el " I nforme"
del viaj e que, en 1 556 , h i zo por Francia, I nglaterra y Flandes el arquitecto Gaspar
de Vega por orden real pra estudiar l os palacios de época de estos paÍses. Como
señala lñíguez , este arquitecto, cuñado de Villalpa ndo y hermano del que construyó
las escaleras del Alcázar de Madri d , pese a lo breve de sus descripc iones a pr':lpÓ­
sito de los pa lacios extranjeros " s i empre anota lo mis mo: la falta de monumenta­
l i dad de las escaleras1117 • Como dato curioso seña l e mos que dejÓ de ser Cha mbord ,
l o que Felipe 11 l e reprochó en la nota manuscrita de su propia mano, ya que
de las casas rea l es francesas "dicen es l a mej or'' . Con las escal eras de E l Es­
corial , (fig . 26) y las del Castill o de Uclés (fig. 6) de la orden mi litar de Santiago, el tipo
entró a formar parte de la gran arquitectura monástica . Lo mis mo, para la _ a rquitectura
c ivi l1representa la del pa lacio de E l Viso del Marqués (fig . 1 7) , mandada construir por Don
Alvaro de Ba zán, el vencedor de l a batal l a de Lepanto. E n El Escorial l a grandiosidad
procede no sólo de las a mplias di mens iones de la caja cuadrada s i no del e mpleo del
granito. Sin e mbargo las pi nturas al fresc o manieristas , y en especial las de la enorme
bóveda barroca de Lucas Jordán con u n trata m iento pictórico contrario a l de la ar­
quitectura, restan al conjunto la severidad de l a pri mi tiva concepción. Igual por i m­
peria l , pero de efecto dist i nto a causa de la uti l i zación de la mitología, es la esca lera
de E l Viso del Marqués, decorada por los i talianos Cesar Arbasia y Juan F rancisco
Perolas . E n lo arquitectónico son de traza de 1 564 , del arquitecto italiano Giovani
Bat tista Caste llo de Be rga mo, l la mado el Bergamasco, el mismo que según el Padre
Sigüenza, en 1 56 7 , h i zo el diseño de las de El Escorial que , desde 1 569 , a causa del
fa l l ec i mi e nto del i taliano serán diri gidas por el español Juan de Herrera . Las del
Viso del Marqués, concluidas por los genoveses Uomingo y Alberto y Juan B. Prioli
representan el punto de enlace entre las españolas y las genovesas, que a partir del
año 1 568 hasta 1593 se empl earán en el Palacio Doria Tursi , Trazado por R occo
Lugaro en 1564 , que sabe comunicar a l a esca lera i mperial un efecto de profundidad
espacial y ligereza que culminarán en la ci udad de Génova en la del Palazzo del' Uni ­
versita, que en 1630 di seña Bartolomé Bianco, con una teatralidad y efectis mo que
superan los de todas las escaleras i mperiales españolas . Lo curioso es señalar cómo
el Bergamasco que antes de venir a España construyó el t-alazzo 1 mperia l e no
utilizó en é l el tipo de escalera i mperial de un arranque o ti ro que l u ego se convertirá
en el elemento más característi co del palacio genovés .

Aunque el origen de la escalera i mperial es español, no hay que olvidar que en los
Uffici de Florencia el Vasari construyó en 1 560 una escalera de dos arranques o ti ros ,
de un tipo diferente al de dos arranques español . Su precedente hay que buscarl o en
Leonardo da V inci , del que conservamos dibujos de escaleras de rampa triple 18 Es

ésta una brillante aportaci ón a la 11esca l e romanía11 del arte italiano del siglo XVI.
Según Kaufmann es el pri mer ejemplo 11d1 esca l i er h troi s bras paral lhles dont deux
montent vers un pal i er, alors que l e troisi�me se cont i nue vers le haut , dans la
direction opposée , Certains auteurs croi ent qu1 il s 1 agi t lh d1 une in venti on espagnole 1119
Sin duda tiene razón Kaufmann puesto que la escalera de dos arranques española es
propia de doble claustro y l o s dos tiros están perpendiculares al tramo al que con­
vergen , mi entras que en el tipo de El Vasari l o s tres están para l elos, inscribiéndose
dentro de un rectángulo y no un cuadrado como sucede en las españolas. Lo que es
curioso es constatar cómo el Vasari comprendió el papel de primer orden que funcio­
nal y semánticam ente ocupa una escalera en un edificio destinado a l a burocracia de

86
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

una corte de estri cta etiqueta y continua intriga , que con un din á m i co ir y venir exte­
rior enmascara el mayor inmov i l is mo político e i mpide la rotura de las más rígidas
y estáticas estructuras sociales. El " g ran ducado11 de Jos Médicis encontraba así su
justificación aparente .

SIGLO XVII: DESARROLLO DE LAS ESCALERAS IM PERIALES

E n el siglo X VI I en la arquitectura española , salvo l os grandes e j e mplos de escal eras


rectas y de claustro , las dominantes son l as i mperi ales . En 1 59 7 se construye la
a mplia y solemne del convento de Santa Cruz l a Real o de Santo Domingo de Granada,
Como la de El Escorial tiene un desarro l l o de tres tramos igual es , lo que difiere del
prototipo del Alcazar de Toledo , de cinco tramos desigual es , lo que da m a yor desa­
rrol lo y puntos de vi sta . En el cap{ tul o de l as proyectadas y no reali zadas son de
tener en cuenta la del novi ci ado de la Co mpañfa de Jesús en Madrid en 16 14 , de Fray
Alberto de l a Madre de Dios y la del Ayuntami ento de Madrid , de 1640 , de Juan
Gómez de Mora, autor de las grandiosas escaleras de un sol o tiro entre dos patios
en la Carcel de Madrid . De las castell anas , son de señalar l a del Col egio de la
Compañía y sobre todo la del Col egio de M á l aga en Alcalá de Henares , l as dos de
hacia 1620 . Pero sin duda la más amplia y espectacul ar , por haber sido realizada
dentro de una gran crujía gótica es l a del monasterio de Piedra (Zaragoza) , obra
sobre la que no conocemos ninguna documentación pero que por sus detal les estilÍs­
t icos pertenece de l l eno a la pri mera mitad del siglo X VI I. Ta mb i é n i mportante eran
l as del desaparecido convento de la Trini dad , en Madrid , construidas entre 16 1 8 y
1629 por Alonso Marcos y que Ponz c o mparaba con razón con l as del Escorial .

Escal eras i mperiales a Jo español , de influenci a , sin duda a l guna , de las de El


Escorial , son las que en 1 5 9 8 construyó el arquitecto Si mone Moschino para l a Sal a
d e Armas, luego transformada e n T eatro Farne sio , en el Pal acio d e l a Pi l otta en
Par ma . Esta escal era •lassai biz arra11 según Buttigli , que las describió en 1628 , está
dividida en dos zonas bien deli mitadas de las cuales la del fondo está cubierta por una
cúpula octogonal 2 0 , Su grandiosidad y efecto monumental se acuerda con el sentido
arquitectónico que la fa m i l ia Farnesio dió a la ciudad . En esta e mpresa de prestigio ,
el que m ás se distingu ió fue el Duque Ranucio l , al servicio del cual estaba Moschino ,
cuya carrera artísti ca , a mitad entre la artificiosidad y exasperación for m al m anie­
r i sta y el c l asicismo abierto a la oratoria barroca , había com en z ado como escultor
en el extraño y surrea l i sta Sacro Monte de Bo marzo .

La escal era i mperial de dobl e arranque , colocada entre tres patios del convento de
la M erced de Sevil l a , hoy Museo de Bellas Artes es , sin duda , el punto de partida de
un tipo qu e luego pasó a Hispanoaméri c a . Eje mplar belHsi mo , de traza de Juan de
.
Oviedo y de l a Bandera , de fecha temprana , en 16 1 2 , es de un m anieri smo andaluz
muy caracteri z ado con sus bóvedas decoradas de estucos de formas recortadas y
geométricas en l as que ante todo cuenta la ordenación de l as form as orn a m entales en
rel ación con el espacio como si se tratase del interior de un t e mp l o . Muy parecidas
a ellas son las del convento , también de l a M er ced , en L i m a , de ( Perú) de hacia 1530
y sin duda de trazas de fray Pedro Gal eano , arquitecto de l a Orden , el cual en las
escal eras l i m eñas sigue el modelo sevi l l ano . Aunque ya del siglo XVII I , pu esto que
su obra se co menzó en 1 7 1 8, pero de espíritu total mente del siglo XV I I , son las del

87
ANTONIO BONET CORREA

convento franciscano de Monguí en Colo mbia. Su sobriedad ornamental hace


pensar todavía en el eco del cl asicis mo escurialense .

Aparte de l as ya mencionadas escale ras genovesas que por encontrarse en un puerto


cosmopolit a , centro art!stico primordial en el siglo XVI I , influirán poderosamenté en
lo europeo , hay que tener en cuenta para la divulgación del tipo l as que , en 1643 ,
Baldassare Longhena hace para S . Giorgio M aggiore en V enecia . Para Europa
fueron tan decisivas o incl uso más que l as genovesas , pues Europa Central siempre
próxim a a Venecia no ol vidó el afecto que causa este tipo de escalera , que en la ciudad
de los dogos Longhena repitió con m enos acierto , en 1664 , en el convento de S .
Domenico (ahora Hospital civil ) , y e n 1669 e n el convento de Som aschi , y que todavía
un siglo m�s tarde , Giorgio M asari , al idear , en 1 760 , el Pal azzo Grassi , empleó
aunque ya comunic�ndoles nuevas for m as decorativas .

En l a I t alia del siglo XV I I , que entra plenamente dentro del dominio español , l a es­
c al era imperial que rivaliza con l as ya citadas es l a que Francesco A. Picchiatti , en
165 1 , trazó para el Palazzo Reale de N�poles . Como l as de los Alcáz ares y c asas
reales españolas - entre l as que hay que incluir el de los Virreyes de M éxico , de
gran despliegue imperial , hoy realzado por l as pinturas al fresco del siglo XX de
Diego de Rivera- , la función 11real 11 de esta escalera no deja duda . Su presencia es
algo así como el sello o embl e m a de l a monarquía español a , representada en el
pal acio napolitano por el Virrey español de N�poles y l as dos Sicilias .

El sentido mon�rquico de l a escalera i mperial no podía dejar de actuar en Europa


durante el barroco . Su difusión en l as cortes europeas forzosamente tenía que alcan­
z ar desde l as m�s i m portantes hasta l as m enores . El papel de la escalera i m perial
con sus distintas variantes fue enorm e para r e al zar todo pal acio . Así no es extraño
que en Francia la monarquía que ganartl. l a batalla a España en todos los 6rdenes
adopte para el pal acio del Rey Sol en V ersailles el tipo de escalera i mperial en l a
famosa 11 Escalier des Ambassadeu r s 11 ó 11Grand Escalier d u Roi 1 1 , q u e por desgracia
fue derrumbada en el siglo XV I I I . R e alizada de 1674 a 16 78 , esta escalera rompió
con los tipos frecuentes en Francia . E n t anto que influencia española podrí a consi­
derarse l a arqtiitectura . paralela a l a que en literatura ll evó a Corneille a escribir
el Cid . Su influencia posterior hasta las de la Opera de París de Garnier pasa a
través de l a que en 1 7 73- 1 780 trazó Víctor Louis para el Grand Théatre de Bordeaux ,
casi en los mismos años , de 1 768 y 1 79 7 , en que Nicol�s Ledoux l as e mpleaba en el
castillo de Benouvil l e .

BARROCO COSMOPOLIT A Y ARTE DE CORTE EN LAS ES CALERAS D EL SIGLO XVIII

Ahora bien en Centro Europa fue en donde las esc al eras i m periales adquirieron un
desarrollo enorme haciendo que su tipo no sólo alcanzase una c ategoría casi nueva
dentro del edificio sino que influyese en un viaje de retorno a las fuentes , pri mero
en Italia y después en Franci a . Todo aquel que quiera estudiar l as escaleras impe­
riales tiene que tener en cuenta las de Fischer von Erl ach en el Palacio Batthany­
Schonborn en Viena , en 1698 , y las del Stadtpalast Prinz Eugens de 1 7 19 . Lo mismo
que l as del Neues Schloss Schl eissheim de Zucculi y Joseph Effner , de 1 7 0 1 - 1 7 2 2 y

88
I NTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

las del castil lo de Pom m ersfelden , de 1 7 1 1 a 1 7 1 8 , de Johan Dientzenhofer y Hilde­


b1·andt , l as de Fi cher von Erl ach son esenciales para l a arquitectura europe a . Sólo
basta tener en cuenta que el Pal acio Batth any-Schonborn l leva este ú l t i mo apel l ido
po1·que fue comprado en 1 740 por el obispo de Würzburg , cuyo palacio en su ciudad
epi scopal , const ruido por Johan Balthazar Neum ann ( 1 7 20- 1 744) t i ene la escalet'a
i mperial sin duda más bell a , vistosa y célebre de Europa . Co menzada en 1 7 37
Neumann en esta escalera l ogró un tipo grandioso , refinado y el egante en e l que son
esen ci ales tanto el espacio como l a luz . El espectador queda deslumbrado al paEar
del vestfbulo bastante oscuro a l a rampa central desde la cual se abarca de repente
le. total idad de la escalera , cuya gran bóveda pi ntada por Tiépolo rompe con toda l a
arquitectura para envolvernos e n u n a luz y atmósfera vibrante . Neu mann , autor de
l as t a m bi én bel lísimas escal eras i m periales de Brühl , cerca de Coloni a , en las que
el c "p u c i o está tratado en secuenci as verti cales de una gran fluidez , es sin duda
q u i e n r e cogió mejor l a l ección de sus antecesores y l a del ecl éctico arquitecto
i t a l i u no J u vat'a , cuya personalidad es esencial para comprender el nuevo desarroll o
d e l a c s c u l cra im perial e n España a partir del siglo XVI I I .

Fil ippo .Juvara fue e l divul gador de l a versión cosmopolita y mundana d e 1� escalera
i mperi al , adaptada a l os fastos y pompas de una Corte europea del rococó , tan mo­
délica como fue l a del Pia monte . E n e l Pal azzo M ad a m a de TurÍn , en 1 7 1 8 , hizo una
escalera monumental de dos arranques que . resultó tan grand iosa que el presidente
de Bt ·osses en una cart a del 3 de abr i l de 1 740 a M adame de Neu i l l y le dice que des­
puf:,s de juzgar la fachada llsuperbell y 11le principal ornement de la v i l l e ll , lo impor­
t ant" es que llau-dedans , on trouve u n des plus beaux escaliers qu1 i l y ait au monde,
a deux rampes , et orné d' une bel l e architecture . La voute qui le soutient est l ég�re
et bien tournée , et cell e qui le ter mine , toute garnie de rosaces, de pi erres variées:
ne cherchez rien de pi us i c i . Au bout de cel a , il n1 y a point d' appartements ; c1 est un
escalier san palaisll . Pero su obra m aestra en materia de escaleras , t anto por ser la
de técnica más ardua como por su ligereza y elegancia de l í neas y silueta fue la
l l amada 11 Scala del l e forb i c i l l del Pal azzo Reale de TurÍn . De tres p lantas , como
algunos ejemplos de escaleras i m periales a l e manas y andaluzas del siglo XV III , es
ésta de Juvara un prodigio de articulación de los distintos mie mbros y de secuencias
español as . En e l l as no h ay partes i ntermedias muertas y e l juego de plenos y vados
está puesto en valor, al igual que su deli cada decoración, por los efectos de luz que
desde lo alto y l ateral mente l l enan de c laridad cada una de las distintas p l antas . La
fluidez formal y l a suave graduación de sombras y penumbras son lo mejor de esta
escalera en la que el ritmo del conti nuo verti cal v a en aum ento hasta l legar a l o alto
de ellas . Su euritmia es como una música de cámara . Estas esca leras lo m ismo que
los decorados de teatro con escaleras i mperiales dibujadas por Juv ara influyeron en
I talia . De dos arranques es l a del Palacio Barolo en Turín , pero , si n .ningún género
de dudas l a obra más espectacular hay que buscar l a cerca de Nápoles en el Palacio
de Caserta que , de 17 5 1 a 17 74 construyó para uno de l os Borbones españoles , Luigi
Banvitel li . De un tramo central para la subida , esta escalera es la ú ltima obra
m aestra de la escenografía barroca italiana. Al l legar a su rel l an o , ante e l especta­
dor se despliegan los dos brazos l aterales y al fondo a l o al to de e l l o s una puesta en
escena de perspectiva tan estudiada y efect i sta de arcadas y columnas de m armo! que
se creería uno ante una fa l s a pers pectiva grabada , derivada de un dibujo de los Ga l l i da
Bi bienna 21 , que en sus dibujos y grabados al i gual que Piranesi ha dejado espectacu-

89
ANTONIO BONET CORREA

l ares i nvenci ones en materia de escal eras i m peri al es . Tanto l as escal eras de Juvara
en Turín como l as de Vanvitel l i e n C as e rta i nflui rán directamente en l o español. A
través de sus discípulos que trabajaban a l as órdenes de la Corona española , estos
arquitectos , sin duda conscientes de su acción , renovat·on un tipo original mente
español .

A Juvara l os reyes Felipe V e Isabel Farnesi o le encargaron después del i ncendio


del Alcázar de M adrid en 1 7 35 e l proyecto de un nuevo pal acio real ; Pero Juv ara ,
que trazó un proyecto versal lesco y colosal , que se construir! a fuer a de la ciudad ,
murió en M adrid antes de dar comi enzo a t a n grandiosa obr a . Su disdpulo y seguidor
Juan Bauti st a Saechetti fue quien tuvo que faci l itélr los nuevos p lanos para el actual
Palacio Real que acabó construyéndose sobre el solar del desaparecido Al cázar .
Pero no fue Saechetti quien trazó l as dobles escaleras de honor de este pa-
l acio que Juvara había concebido de maner a muy compl ejo . T am poco fue el español
Ventura Rodrlguez a quien le tocó l a tarea, sino al napolitano Francis co Sabat i ni ,
disdpulo ayudante de Vanvitelli en Casert a , en l a época en que Carlos 111 hab!a sido
rey de N �pol es . Sabatini s i m p l i fi có el proyecto condensándolo en el esquema de l a
escalera i m perial d e u n tramo central a l a mane ra con l a que s u maestro la había trazado
en el pal acio mencionado .

Pero antes de que se construyese la escalera del Pal acio Real de M adrid ya h abí a
entrado en España el tipo de escalera i m perial en su nueva versión europea . En 1 744
el al'quitecto también ital i ano Santiago Bonavia e mpleó el de dobles r ampas en el
Pal acio del Sitio Real de Aranju e z , ampli ando l as escaleras que exi stían del mismo
tipo , obra de Juan de Herrera . El resu lt ado Óptimo debió compl acer a l os monarcas
di spuestos a transformar en cosmopolita la arquitectura español a que juzgaban pasada
de moda 2 2 En el pal acio de Riofrío , residencia permanente de I sabel Farnesio , des­

pues de la muerte de Fel i pe V, se logró e l proyecto de dob l e escal era i mperi al que
se había abandonado en e l pal acio de M adrid . Obra comenzada e n 1 75 2 por el itali ano
Virgi l i o Ravagli o , esta escal era con cinco rel l anos que cortan su gran cascada de
peldaños , resulta verdaderamente grandios a , Como en l as rampas de la del Pal acio
Wei ssenstein en Pom m ersfelden { 1 7 1 1- 1 7 18) de J . L . von H i ldbrandt , a l o l argo de
sus balaustradas brincan y juegan a intervalos enormes 11puttis11 que a la vez alegran
y añaden solemnidad a una arquitectura i mpregnada de grandiosa m aj estad .

El capítulo de l as escaleras i mperi ales de tipo barroco cosmopolita en España enlaza


con l as de lo que quiz�s sin razón l l amamos arquitectura neocl�sic a , pues ésta e n
realidad , como l a de Juan de V i ll anueva , creador d e unas escaleras m u y i m portantes
en El Escorial , no uti l i zó , lo m i s mo que sus di sc!pulos , un tipo tan castizo y español
como era el i mperial . E nt re l as del barroco cosmopolita , aparte del fracasado
proyecto de Bib lioteca de Estudios Real es de V entura Rodríguez , diseñado en 1 7 75 ,
l as m ás aparatosas en Madri d , son l as que Sabattini h i zo para l a Aduana , hoy
M i nisterio de H acienda , y l as de la Casa de l os Ministerios , luego Pal acio de Godoy .
Obras de 1 769 l a primera y de 1 7 76 l a segunda , l as dos presentan defectos graves ,
sobre todo l a segunda . Sus fal l os al reso l ver los r e l l anos en l a divergencia de las
rampas l aterales son increíb l es en un arquitecto que ocupó puestos tan i m portantes
como los que se le concedieron a este napol it ano que acaparó e l favor del monarca
en perjuicio de los arquitectos españo l es .

90
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPANOLAS"

' .

Pl A "ll T A A t.'

?ECCION C C' SFCQON Q-p·

1 y 2. Córdoba. Palacio episcopal. Plantas y secciones.

91
ANTONIO BONET CORREA

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3. Madrid. Alcázar. Planta baj a. José Gómez de M ' H " .

4 . Madrid. Alcázar. Planta principal. José Gómez d e Mor a .

5 . Toledo. Plano d e l Hospital Tavera.

6 . Planta de Mona sterio de traza herreriana proyectado para Uclés.

92
8

10
9
7. Jerez de la Frontera . Palacio de los marqueses de Montana.

il. Jerez de la Fro n t e r a . P a la c i o de los Marqueses de Montana.


9 . Granada. Escalera del Hospital de S. Juan de Dios.
1 0. Sevilla. Escalera del Palacio de S. Telmo.
11

1 1 . Sevilla. Planta y sección de l a escalera del Convento de Terceros.


1 2 . Sevilla. Escalera del Convento de Terceros.

1 3. Florencia. Escalera de la Biblioteca Laurentina de Miguel Angel.

94
15

17

1 4 . Toledo. Arranque de la escalera del Hospital de Santa Cruz.


1 5 . Escalera Dorada. Catedral de Burgos.

1 6. Patio del Alcázar de Toledo.


1 7 . Ciudad Real. Palacio del Marqués de Sta. Cruz, e n el Viso del Marqués. 95
18 19

21

1 8 . Soria. Capilla de S. Pedro. Catedral de Burgo de Osma.


1 9 . Burgos. Interior de la Iglesia Parroquial de Sta. María del Campo.

20. Córdoba. Tramo superior de la escillera d e Sta. Catalina.


2 1 . Córdoba. Escalera de mármol de las Escuelas Pías, (s.XV I I I ) .
23
2 2 . Madrid. Escalera Principal del Palacio Nacional

23. Aranjuez. (Madrid). Palacio Real. ·


24 25 d.

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26

Madrid. Escalera del antiguo Convento de la Trinidad. Grabado de la Guía de Madrid ( 1 8 7 6 ) por
A. Fernández.

2 5 a. Madrid. Escalera del Palacio de Godoy, obra de Francisco S abatini. Grabado de la Guía de Madrid
( 1 87 6 ) por A. Fernández.

2 5b . Madrid. Corte de la Escalera de la antigua Secretaría de Estado, después Palacio de Godoy de F.


Sabatini. (Dibujo de los arquitectos Ernesto Ripollés y Pedro Caurtero ) .
2Sb. Idem. Planta A.
26. El Escorial. Escaleras : Dibujo del Gabinete de Estampas de la Biblioteca Nacional.
27. Madrid. Palacio de Godoy . Escalera.

28. Córdoba. Escalera Principal de l a Iglesia de la Merced.


29

31

29. Barcelona. Llotja de Mar. Planta alta.


30. Barcelona. Rambla de las Flores. Palacio de la Virreina (interior).
3 1 . Barcelona. Teatro del Liceo.

32. Barcelona. Teatro del Liceo.


INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

3 1

7
3 3 : Barc elona. Univers i d a d .

3 4 . Barc elona. L a Llotja. Escala.

35. Barcelona. Hospi t al C l í n i ' " ·

3 6 . Salamanca. Cole gio. Pala cio el e Anaya (escalera) por Joaquín Churriguera.
37. Valencia. Audiencia. Patio.
ANTONIO llONET CORREA

De l as escaleras neoclás icas, l as del Colegio de Anaya en Sal a m anca, trazadas hacia
1 760 por D . Jos� Hermos i l l a, hay que señalar que su tramo i ngreso resu l t a mezquino
y n<' se ve compensado al bi furcarse ni por l as columnas corintias ni por la bóveda
esquifada que cubre la caja un t anto rígida en su pretendidamente académica com­
posi ción . De los mismos años es la escalera de la Aduana , hoy Pal acio de Justicia
de Valencia, obra de Antonio Gil abert . Du i nfl uencia sobre l as que e l val enci an0
M anuel Tol sfl harfl de 1 7 79 a 1 8 1 3 , en el Palacio de l a Minería de M éxico es i ndiscu­
t i bl e . Las de Valencia son de un arranque, mi entras que las mexicanas, qui zás l as
mfls her mosas de todo el neocl asi ci s m o hispáni co, son de doble rampa con un tramo
i ntermedio mfls l argo , lo que hace que debajo de el l as se cree un amplio espacio
abierto al patio muy espectacular tanto en la parte baj a como en la alta ,

En Barcelona, la capital del principado, el tipo de escalera del barroco cosmopol ita
y del neocl flsico dejó l as escaleras i mperi ales del palacio de la Vi rreina, construido
de 1 7 70 a 1 7 80 para el famoso virrey A m at del Per{¡ y ya acabándose el siglo XVI I I
l as d e l a Lonj a d e M ar, acabadas, e n 1 802 , p o r Joan y T om as Sol er, con estatuas
de Sal vador Guori . Para encontr ar de nuevo escaleras i mper i al es, hay que esperar
al modernismo ·de fines del sig1o X I X .

ANDALUCIA

E l gran capitulo de l as escale ras i mpe riales españolas del siglo X V I I I no es el de l as


del barroco cosmopolita . T ampoco el de l as neoclfls i cas . L as escal eras barrocas con
i nterés y originalidad son l as del barroco castizo en Andalucía, M éx i co y Bol i vi a .
L as del barroco cosmopol i t a en España s i se comparan con l as extranjer as, como l as
de N eu mann, no al canzan un grado arquitectóni co t an al to . En cambio l us del barroco
castizo, mucho mfls provinci anas o provinciales por su expres i vi dad y pecu l i aridades
resu l t an no sólo úni cas sino muy prácti cas y a la vez vistosas resp e cto a una arqui­
tectura conventual y domésti ca muy adaptada a l as for mas de vida de una sociedad
agraria, que habitab a centros urbani z ados y con di visi ones jerárquicas preestable­
cidas .

En Sevil l a, ciudad en l a cual, en 16 1 2 , se construyó, como v imos, l a escalera del


convento de la Merced, hoy Mu seo de Bell as Artes, durante e l siglo XVII se continuó
por una parte lá t r adición de l as escal eras de caja cuadrada y tres tramos , cuyo
antecedente mfls i mportante del siglo XVI es la de la Casa de Pi l atos . Muy i mportan­
tes fueron l as escal eras, hoy desapareci das , del convento de San F r ancis co, grandioso
edificio que con sus 16 patios y huerta ocupaba l o que hoy constituye l a Plaza de l a
Falange Española y Plaza Nueva 2 3 Pero ni nguna de sus esca leras l lega a s e r tan famosa

como la del convento de los Terceros (figs . 1 1 y 1 2) , que según consta e n una i nscripción
l abró, de 1690 a 169 7 , Fray M anuel R amos, morador del convento -en el que fall eció
el año 1 7 1 3 2 4
• Col ocada entre dos p atios, a l fondo de la cruj{a que los di vide, es de
dos arranques que C-.) nvergen al tramo de la pri m era pl anta para en iguales desarro­
l los continuar hasta la tercera p l anta en la que se for m a una especie de tribuna
cubierta por una bóveda oval ada e n cuyo anil l o se abren grandes ventanales que i l u­
m inan l a totalidad de l a alta caja p r i s m át i ca en que estfl albergada l a totalidad . El
efecto de verti calidad estfl acentuado por e l hecho de encontrarse los dos patios a

102
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

distintos niveles de forma que a uno de ellos se accede por un tiro que , a la ve z que
al patio , conduce a la cruj ía baja , en la cual están las columnas que sostienen las
bbvedas de arranque de la escalera . En el alzado de la totalidad , las dobles columnas
de mármol que se superponen para vencer la sucesión de pisos proporcionan un sen­
tido ascensional sorprendente. Con no muy excesiva decoracibn barroca de hor0.jaras­
cas que simulan mascarones , el conjunto resulta muy equilibrado de efe ctos . En
l a mentable estado de abandono , merecerfan ser restauradas . A su lado la otra es­
calera imperial del convento , pese a tener un arranque de columnas de m ár mol
blanco , resulta pesada y mezquina .

Dentro del m1smo tipo vertical de la escalera de los Terceros de Sevilla y riva lizan­
do con ella por su audacia compositiva , hay que tener en cuenta la escalera del Hos­
pital de Mujeres de Cádi z , sin duda la más compleja de todas las escaleras andaluzas .
Si la co mpara mos con la sevilla , frente al continuo espacial de ésta , aquÍ
tenemos el eje mplo de la fragmentación de espacios , que articulados con f l uidez
aligeran la sensación de cansancio ascensional que puede sentir aquel que la sube y
que al l legar , sin casi darse cuenta , a la {¡]ti ma planta se encuentra de repente
frente a varias puertas abiertas en un mismo re ll ano a las distintas dependencias
cuya específica funcibn está señalada por medio de un l etrero, La excepcional al tura
del edificio , de tres plantas y un entresuelo , está acusada ya en e l patio. Quizá de
e l l o proceda el defecto más grave de modulacibn de éste respecto a la escalera , que
queda un tanto suelta y sin re lación ar mónica con las arquerías de las galerías de la
primera pla nta. Obra de Pedro Luis Gutiérrez de Sa n Martín , e l Afa nador , arquitecto
gaditano que trabaja bajo la dirección de D. Aleja ndro María Pavía Pedecina , sacer­
dote y paje del obispo Armengual , al ma de la fundación , su interés reside en que en
ella se produce una escalera imperial con las dimensiones y l os orna mentos propios
de una escal era secundaria o hurtada . Muy importante dentro de su género es su
magnífica bara ndilla de madera .

Aparte de estas dos esca leras e xcepcio11ales por su verticalidad y las soluciones que
aportan al vencer esta dificultad , los demás ejemplos del tipo se caracterizan por su
estructura compacta , propia de edificios de una sola planta noble . Es de señalar que
el tipo , e incluso casi la misma decoración se emplea tanto en los edificios religiosos
como en lo civiles , siendo estos {¡Jtimos más deudores de los primeros que todo lo
contrario , como podría ser lo normal en otra arquitectura distinta a la española .
Como ya dijimos , en estas escaleras ac túa un mimetismo de l o religioso , muy del
barroco español .

En las distintas ciudades andaluzas se produce el tipo pero con ligeras variantes
decora ti vas que hacen se distingan las unas de las otras . El mismo fe�ómeno , l o
conocemos e n la arquitectura d e l momento e n España , nación fragmentada e n regio­
nes y comarcas , incluso en ciudades , con centros artísticos , a veces muy próximos ,
casi iguales , pero distintos .

E n Córdoba las escaleras i mperia les con triples arquerías en su arranque y dese !Tlbar­
co tienen una gran sole m nidad debido al e mpleo de la combinación de már moles
negros o rojos de Ca bra , Pedroche y Luque . Con sus columnas de jaspes , sus

103
ANTONIO BONET CORREA

grandes gradas y su s pretiles compactos de grandes recuadros y gruesas moldura­


cienes de l í neas quebrada s , sus estucos plaqueados y acolados con hojarasca y
decoraciones foliadas en las pechinas y las tracerías di scontinuas de s us cúpu las ,
estas escaleras resultan i mponentes en relación con el resto de los edificios , s i e m -
pre de materiales menos nob l e s y ri cos . El t i po parece derivarse de su mejor
ejemplo: la del antiguo colegio de la Compañía , obra de la cual se desconoce el autor .
Despi.És , el resto son vari aciones de la misma que a veces , como la. del palacio del
Obispo (figs . 1 y 2) , resultan más pesadas . Pero existe un ej emplar qui zás menos rico pero sí
muy vistoso como es el del convento de la Merced (fig . 28) . Muy abierta al patio , con ba­
ra ndi l las de hierro y muy des nuda de decoración de yeserías , pese a s u cúpula decorada
con cuatro escenas a l egóricas de la orden religiosa , esta escalera resulta lumi nosa
y diáfana. Con ella se cierra el bri l lante capítulo de la escalera cordobesa que en
las del jardin del Palacio del Obi spo a fines del siglo XVIII emplea el tipo de un solo
tramo , con tres tiros paralelos de desigual ancho , derivados de la biblioteca lauren-
t i na en Florencia (fig . 1 3) , de Miguel Angel .

En Granada , en donde también hay una arquit ectura en la que se empl ea los már mol es
de colores y serpentinos de procedencia local de Sierra Nevada , en e special de la de
Lanjarón , hay que mencionar la escalera de dos a r ra nques del Hospital de San Juán
de Dios. Ubicada entre dos patios , esta escalera , cubierta por un alfarje mudéjar ,
en su disposición esencial debe ser Óbra hacia 1622 , de C ristóbal de Vílchez (fig . 9) ,
rehecha en 1 740 por José de Bada , arquitecto que le dió el aire barroco que hoy tiene
y que se armoniza con todo el a mbi ente i mpregnado de sentido religioso , a causa de
las múltiples pinturas de i conografía de historia de la orden que decoran los muros
de los patios .

En E cija , ciudad entre Córdoba y Sevi lla , destacan los palacios de Peñaf lor y Val ­
verde . Sus dos escaleras son obras maestras del genero . La pri mera d e dos t i ros
de arranque se abre lateral mente al pat io de las caba l l erías y cochera . A este patio
que forma una especi e de casa-portal , apeadero y dependencias de servidumbres
fuera del recinto o morada de los señores , pero separado a la vez de la call e , se
abre la escalera , cuya caja es de muro maestro que aísla las dos partes de la man­
sión . Verdadero espacio interm edio entre la parte ruidosa y l l ena de tráfico de los
criados y la parte sil ente del gran patio ,. estanci as , salones y alcobas en 1 as que
se desarrolla la vida Í nt i ma , las esca l e ra s anuncian a quien las sube un mundo en
el que el respeto debe i m perar ante todo . Con su cúpula cuajada de ornamentos
di m inutos en yeser[a y el gran marco u orla del ni cho con l a i m agen de la Vi rgen
situada sobre el rel lano i ntermedio entre los tiros , esta escalera es de las más
significativas de la arquitectura domést i ca andaluza.

En la escalera del Palacio Val verde el efecto resulta m ás teatral que en la de


Peñaflor , aunque por su mayor sobri edad decorativa sea m enos grandilocuente .
Abiertas por medio de un arco proscenio de 71 S m et ros de ancho , se encuentran
situadas al fondo del amplio patio de coches y grandes cuadras abovedadas . Es de
seña lar que detrás de este pati o hay otro más ínti mo al que se pasa por debajo de la
puerta que se encuentra entre los dos arranques de la escalera cobijada dentro del
arco proscenio de di seño l obulado que con su gran luz sirve para que las carrozas
ll eguen hasta sus mi smos pi es y se puedan apear de ellas las gentes sin mojarse o
encontrarse a la intemperie . Por su prestancia · y colocación son [ndice de toda la

1 ( !4
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

m anera refinada y aristoc rática forma de vivir urbana de una soc iedad agraria ,
en l a que el señor montaba a diario a cabal lo y l as señoras que casi no sal í an de los
salones , sie m pre iban e n coche de caballos .

Muy genovesa por su colocaci6n a l a vez que andaluza por su abundante deco¡•ación
de abultadas hojarascas , es la escalera del Pal acio de los M arqueses de M ontana ,
hoy propiedad de la fam i l i a Domecq en Jerez de la Frontera (figs . 7 y 8) . Con el esquema de
triple arco y dob l es rampas convergentes , est á colocada en el centro de la galería
del fondo del patio . De col u mnas toscanas dupli cadas y cuatripl i cadas , su rampa
cent ral se alza sobre un ingeni oso pasaje al j c. rdín , de b6veda absidal sobre pechi nas .
La riqueza y abundancia de bienes de J erez de la Frontera no pod í a encontrar mejor
exponente que este patio , y a de barroco tardío , en el que los mármoles rojos adquie­
ren un aire lu joso que contrasta con esa cierta sobriedad propi a de l as escal eras
sevi l lanas , cuyo mejor ejemplo es la del Pal acio de San Tel mo (fig . 10) , anti guo Col egio de
M areantes , que en el siglo X I X pas6 a ser residencia de los duques de M ontpensier .
Aunque esta escalera fue trasladada de lugar dentro del edifi cio al convertirse éste
en residencia palatina , no se alter6 su estructura ni se cambi6 la b e l l a traza de l as
columnas toscanas de efecto muy lige ro , al tener sobre ell as J os dados o trozos de
entablamentos a la manera de Brune lleschi . Obra t a rdía de 1 7 7 5 , Jo m i s mo que l as de
Jerez de la Frontera , son muestra de la répl i c a barroca frente al neoc l as i cismo ya
domi nante entonces en M adri d .

Para acabar con e l capítulo d e l as escaleras i mperial es andaluzas nada mejor que
fin a l i zar con l as del Pal acio epi scopal de M álaga , edifi cio que se ulti mó bajo el obispo
Láz aro de Casti l l o , que ocup6 la sede de M á l aga desde 1 756 hasta 1 7 76 . Ubi cada
entre patios y j ardines , es a mi tad e c l es iástica y ci vi l . La complejidad de espacio
desarrol l ado aquí en extensi6n horizontal es si milar a la que la de los T er ceros de
Sevi l l a o la del Hospital de Mujeres en Cádi z presentan respecto a la vertical . La
uni6n entre esta escal era y l a que más modest a se abre a la otra p l ant a , tras haber
pasado el amplio rell ano al que desembarca cuando se l l ega a la planta nob l e , produce
un efecto de multipl i caci6n y amplificación espaci al muy feli z , pues constituye , lo
mi smo que sucede en l a pl anta b aj a , un desembarazado pasaje horizontal entre dos
partes fundamentales del edi fici o , sin i nterrumpir la circulaci6n verti cal . Las esca­
l eras de M ál aga , muy l u minosas y bl ancas , con la gran sobriedad de su decoraci6n
post-barroca , resultan tradi cionales con su s barandi l l a s de hierro forjado , su cúpula
en la caja y su cubierta de carpintería en el pasaje horizontal . Su juego de columnas
de m ármol destacándose sobre l os muros enj aharrados o caleados es m u y de cl austro
al mismo t i e mpo que de palaci o . Quizás este ú l ti m o aspecto se deba s6Io a l a impor­
tanci a concedida al vestíbulo , bien enm arcado por ligeras molduras y a pequeños
deta l l es como los farolones para su alumbrado nocturno .

BALEARES

E l capítulo de las escaleras i mperi ales del barroco español quedaría i nco mpl eto s i
n o s e estudiasen l as de l as I sl as Bal eares y l as de H i spano.améri c a , e n especial las
de México . En l as Baleares hacia 1 750 se oper6 un cambio fundamental en el tipo de
Ja escal era , que con anterioridad fue deudor del g6t i co t ardío catal án , en el cual , al
igual que en todo el Levante español , consi stía en tramos segment ales , sobre arcos

105
ANTONIO BONET CORREA

por tranquil adosados a los muros del patio . El nuevo tipo i ntroducido en Pal m a de
M a l lorca fue el i m perial en el que l a influencia m as que andaluza debió ser directa­
mente de Génova , lo que se expli ca a tra.ves de l as relaciones com erci ales entre
ambos puertos . No debe tampoco excluirse l a provinci aliz ación o i nsul aridad del t i po
cortesano que de Madrid pasó a M al lorca y más tarde a la Barcelona del neocla"3i cismo .
En Pal ma los patios de l a- Casa Berga , casa Marqués de Vi vot o el Palac i o de So1 1 e -
rich , enriquecidos con sus escaleras i mperial es conservan todav{a un a i re renacen­
tista , teñido aún de gotici smos . Con sus escal eras , que se abren en su arranque
bajo un gran arco rebajado y en lo alto forman un rellano con g alerfa de tres arcos
que a m anera de logi a da sobre e l patio , se dan los dos ti pos , el de u n arranque
di vergente o el de dos convergente s . De este último tipo es la escalera de la casa
Juan M arqu�s . Como señala Kubler , colocada al fondo de un estrecho zaguán ,
encuentra una solución i ngeniosa para al argar el pati o , creando un espacio abierto
en lo alto y de paso al patio del fondo debajo del tramo central2 5 • De efecto de vados
activos s i m i l ares a los genoveses , por otro l ado hay que considerar l a como l as
andalu z as como espacio i ntermedio entre el patio y la parte de vivienda de l a casa
que queda así aisl ada .

H ISPANOAME R I CA

E n Hispanoamérica , aparte de l os ejemplos de Bolivi a , fue en M é xico en donde l a


escal era i m peri al adquirió u n desarro 1 1 o tal q u e hacer s u historia requeriría escribi r
un l argo estudio ya que existen gran n(J m ero tanto en l a capital como en l as disti ntas
provincias . En la ciudad de M éx i co l l a m ada " ciudad de los Palacio s " por l a categoría
y cantidad de grandes casas y edificios públ i cos l as pri meras escaleras i mperiales
son l as y a citadas del Palacio de l o s Virreyes , construido a principios del sigl o
XVIII , despuh de haber sido destruido el pri mitivo por el motln de 169 2 . El gran
arquitecto Pedro de Arri et a , en 1 720 , decl araba con orgullo que el era el autor de
1 1 l a escalera d e l convento de S a n F r ancisco , que todos admiran p o r peregrina en e l
arte " . Suya e s t ambién l a d e l edificio de l a Inqui si ción , construida en 1 733 , dos
años después de que se construyese l a de La Aduana 17 31 que con sus ocho t iros , que
sirven a l os dos patios entre los que se encuentra n , crea , como dice Angul o , "bellos
efectos de perspectiva y contralu z 1 1 26 • Obra esta últi ma probabl emente del i ngeniero
D{az N,, .1rro , viene a sumarse a las que se hici eron , en 1 7 34 , en el colegio de l as
Vi zcainas , en 1 749 , en el Col egio de San I ldefonso , en 1 76 2 , en el Colegio M áx i m o
de S a n Pedro , estos d o s (¡ J t i mos edi ficios universi tarios adscritos a l a Compañ{a de
Jes(Js . Autor de l as del Col egio de San Pedro y San Pablo , fue Ildefonso H i ni esto
Be j arano , el ri val de Lorenzo Rodríguez . Elogiadas en su epoca , y a que se cons i �
deraban 11una d e l as obras m ás puli das y hermosas q u e h a dado a l a luz l a arqui tectura
en estos Reynos 1 1 • estas escaleras , de deli cada talla barroca en sus arquedas y
ornam entos como se comprueba por vi ejas fotografí as , fueron destruidas en 1 9 10 2 7 •
Pero quizá l a escalera m ás cumpl ida por tratarse de obra de arquitectura domésti ca
l abrada en 1 7 79 , es l a del Palacio del Conde de Santiago de Cal i maya . Con e l l a se
ci erra el cap{tulo de l a escalera i mperi al del barroco en l a ciudad de M éxi co , en l a
cual existen otros tipos de escalera , con eje mplos i mportantes como e l de l a hel i ­
coidal de l a Casa del Conde de S a n M ateo d e Val paraíso , h o y Banco Nacional de
M é xi co , pal acio construido de 1 769 a 1 7 7 2 , por el gran arquitecto mexi cano Fran­
ci sco Guerrero y Torres .

106
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAI\JOLAS"

Fuera de l a ciudad de M éx i co habr!a que estudiar l as escal eras i mperiales de


Morel i a , Guada l aj ara , Oueretaro , etc • Excepcionales son l as del Colegio de San
• •

Pantaleón en Puebl a , por encontrarse en una ciudad en la cual , aparte del tipo claus­
tral tradiciona l , do m i na el tipo de escalera catalano-l evantina , adosada al ai re libre
y a l os muros de esquina del pati o . Sin duda con este ejemplo que confi rma la regl a
de que la escalera i m peri al fue considerada , en México , uno de l os t i pos más vis tosos
además de la magnífica y ya c i tada escalera del Colegio de M i ne ría de Tolsa , habría
que estudiar l os de la época porfiriana y pri mera mitad del siglo X X , . como la de
m ármol negro del Palacio Nacional de Bel las Artes , de esti l o decorati vo neoazteca .

E n l a ciudad de La Paz en Bolivia , cuya escarpada topografía hace que l as casas


estén asentadas en los sol ares de las calles m ás empi nadas del mundo , existen dos
i nteresantes escaleras i mperi a l e s que por su estructura y decoración p l ana y profusa
son ejemplos de lo que se califica de arquitectura mesti za . Las dos se encuentran
al fondo del patio y su arranque es de peldaños que i n i cian su subida fuera del único
arco que de m adera triunfal cobij a el ascenso y oculta los tiros divergentes que
quedan s{ dentro del edifi cio , La de desarrollo más en hori zontal es la del Palacio
Dfaz de Medi na , de 1 7 75 , y que contrari amente a la antes ci t ada está colocada en el
ala más alta del edifi ci o , sal vando as{ t res plant as , lo que resi l t a excepcional en el
virreinato del Perú , en donde a causa de los terremotos los edificios ci viles no pasan
de dos pl antas y la arquit e ctu ra dom éstica por reg l a general es de una sol a . Lo
curioso es señal ar que su di seño es m u y si mi lar a l a del Pal azzo Bonagi a en Palermo
(Sicili a) , de Andrea Giganti ( 1 7 3 1 - 1 787) , aunque esta ú lt i m a , c l aro est á , no sólo por
ser de mar mol rojo , sino por estar tratada como una pantal l a calada d e l i cadamente ,
resulta mucho más refinada y e legante .

LA ARQUI T EC TU RA B U R GUESA D E L SIG LO X I X Y LA ESC A LERA I M P E R IA L

Para concluir habría que señalar que este tipo de escalera e n el siglo X I X alcanzó
con la Opera de París de Garni er , su m áx i m a expresión de m ajestuosi d ad . Símbolo
de una sociedad y una época , no son , como cree T albot Haml i n , una verdadera apli ­
cación d e los principios democráticos , pues al comun i c ar todas l as galerías superio­
res con l a gran escalera hace que todos los espectadores estén consi derados como
una muchedumbre igual m ente a m ante del arte y l a belleza 2 8 La escalera de Garnier

es más bien un despl iegue fastuoso creado primero para l os cortejos del Emperador
Napoleón I I I y su brill ante cor t e ; después para l os fastos republi canos . Pensada
t anto para bajar como para subi r , es un lugar de fi est a , una s a l a de e spectáculo , un
t e atro dentro del teatro , como puede comprobarse en e l cuadro de E . Detail l e repre­
sentando la inauguración en 1 8 7 5 . L a fachada i nterna , querida por Garnier , con sus
distintos pisos de balcones repl etos de asi stentes al acto , es t an i m portante como
los coraceros o soldados a l i neados a cada l ado del arranque de I"a escalera o el
cortejo m ismo 29 •

L a escalera de Garnier es toda una cul m inación del neobarroco del siglo XI X . Pero
el tipo de la escalera i mperial no se acabó con e ll a , s i no m ás bien tom6 nuevo renue­
vo . En Franci a , en 1 8 7 2 , ya en estructura de hierro se hacen l as escal eras del gran
al macén Au Son Marché , s i n duda más a i mitación de las del fa moso Palacio de

107
ANTONIO BONET CORREA

Cristal de Londres , de 1 8 50 , que de l as de la Opera de Paris y en 1 9 1 2 l as bel l ís i ­


mas d e l as Galeries L a Fayette , h o y desaparecidas30 •El tipo de escalera i m peri al
se divulgÓ hasta el punto de hacers e a estaci ones de ferrocarril como la neorrena­
centista de Amberes (Bél gica) . E n España el tipo se continua con l as del Banco de
España en Madrid , de Eduardo Aclaro , en 1884 , l as de la U ni versi dad de Barcel ona
de Rogent , l as del Teatro del Liceo de Barcelona , y sobre todo con l as del arqu i ­
tecto d e l modernismo catalán Luis Do menech y Montaner e n el Palacion Montaner ,
de 1 8 9 3 , y del Palacio de la Música Catal ana , en 1 905 . Gaudí arquitecto que influyó
e n discípulos suyos como Francisco Roca y Jul ián García Núñez , marcó su hue l l a
fuera de España al utili z ar estos arquitectos l as escaleras i mperi a l es e n edificios
i mportantes de Buenos Aires que s i guen el tipo de escalera que en H ispanoamérica
tuvo continuidad durante todo e l siglo XIX y pri me ra parte del siglo X X , s i e m pre
.
en edificios historicistas de l os cua l es podría ser ejempl o de Pabel l ón del Perú de
la Exposición Iberoamericana de Sevi l l a , e n 1 929 .

COLOFON

Par<t final i zar seña l e mos que en el mundo anglosajón l as escal eras i mperia l e � , que
en el pasado , aparte de l as ovales de Robert Adam en Home H aus , no al can z aron l a
difusión d e las de Europa , sin e mbargo e n Norteamérica a fi ne!? del siglo X I X tendrán
dos ejemplos i m portantes , l as de 1 1 Audi torium 11 de Chicago ( 1 8 86-89) , de Loui s
H . Su lli van , d e arqui tectura anti ci padora y l as q u e fueron e n s u época consideradas
modélicas de la 1 1 Publ i c Library11 de Boston ( 1888) , de M e K i m , M ead y White .
Reali zada esta ú l t i m a en m ar mo l a ma r i l l o de Siena , es obra m aestra de la "Ame­
ri can Renaissance 1 1 • Su signifi cado es d i stinto al de la de Sul l i van . E n l a de Boston
con pinturas mural es de i nt electu ali zadas al egorías de Puvis de Chavannes , eran
i ndudabl es que tenían que i nfluir de m anera histori cista hasta que en la arquitectura
contemporánea desaparecieron las escaleras , sustituí das p ar a la circul ación vertical
por l os ascensores , E n u n vestíbulo como el del 11 Rockefeller Center11 ( 1 93 1 - 1 940) en
Nueva York no se ve ni una sola . Las puertas de l os ascensores colocadas co mpacta mente
en el centro del hall , hacen aparecer o des aparecer l as gentes que entran y s a l e n de e l l as
c irculando sólo horizontal mente . P e ro el viejo te m a de l a escal era parece hoy volver
a tener vigenci a . En Loui s Kahn y e n otros arquitectos se vuelve a u n elemento que
m ás que por su funci6n pdtctica es todavía i ndispensable por l as nuevas signifi cacio­
nes lúdi cas y vi suales que l e pueden dar . En España Antonio Fernández Alba ha sa­
bido dar a l as escaleras para bloques de vi viendas una máxi m a ail·osidad y funciona­
l idad empleando la vieja y t r adicional estructura adaptada sin violenci as ni exteriores
a l as necesidades actuales . De ah{ que sin duda el tipo i m peri al , t al como lo inven­
t aron l os españoles en el siglo XVI después de haber culminado en el barroco europeo
Y al canzar su apoteosis en el eclecti cismo del siglo X I X , pueda tener aún nuevo
sentido y signifi caci6n , que supongan otras variantes de un elem ento arquitectóni co
que puede ser puesto , al igual que en el pasado , en pri mer pl ano y con todos los
honores .

108
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

NOTAS

1 . Georges Grornort , 11 lnitiation á l ' architecture11 , Paris , 1938 , pág . 7 .

2 . Richard Alewyn e n s u libro 1 1 L 1 Univers du baroque11 (Utrech , 1964, págs . 56 y 57) , seña l a la estrecha
relación entre escaleras palaciegas y fiesta barroca y l a i m portancia social que desempeñoban éstas en el
acto de l a l l egada de los invi tados , los cuales tenían que subirlas en medio de hil eras de l a cayos hasta
acceder al lugar en donde se encontraban los anfitriones para recibirles con la ceremonia de las salutaciones .
La fastuosidad visual se unía así a los ritos de cortesía y etiqueta de la c l ase a l ta .

3. Este trabajo figura en el volumen 11 Galezzo Alessi e l ' architettura del cinquecento1 1 , Génov a , 1 9 7 5 .

4 . L a s de Am mannati son las m á s desconocidas . Véase su l i bro 1 1 La Cittá11 , 11 Appunti per un trattato. A cura di
Mazzino Foss i " , Roma , 1 970 , pág . 100 , l á m . X X , X X VI I I , pág , 1 1 1 , l á m . X X X I I I .

S. El Padre Tosca , en su "Compendio Matemático" (tomo V, Valencia , 1 7 1 2 , Prop . I V , pág . 243) dice : "son
las escaleras partes muy principales de un edificio y por consiguiente debe poner el Arquitecto especial
cuidado en su disposición; porque si endo l o primero que dentro de la fábrica se ofrece a los ojos , sería
gran descrédito de l a obra , encontrasen éstos tan presto cosa que reprehende r11 • Esta idea es muy vieja y
podrían c itarse autores i t a l i anos , comenzando por la frase tan expresiva de Vasari 1 1 vogliono le scale i n
ogni s u a parte avere d e l magnifico atteso c h e molti veggono l e scal e e o n o i l rima mente d e l l a casa11 , Vasari ,
VIl , pág. 108 citado por W�lffl i n , 11 Renaissance et Baroque11 , édition Livre de poche , Parts , 1 96 1 , pág .
2 9 1 . En España el mismo concepto se encuentra en Simón García , 11Compendio de Architectura y S• metría
de los Templos" , Año de 1 68 1 , E dic . de Camón Azna r , Salamanca , 1 94 1 , págs . 1 06 - 1 0 7 , que dic e : " E n el
poner l as escaleras , se advierta de pone r l as en l a parte más aparente de l a casa que entrando se vea luego ,
y no se pondrá en parte escondida11 • Simón García describe precisamente las i m periales al decir que
11 hacense tambien estas Oas escaleras) vacías en el medio porque las gradas buelban estri vando en las pa­
redes de los lados" .

Quien mejor resume el problema es D . Benito Bails , el cual en sus 1 1 E l e me ntos de Matemática" (tomo I X ,
parte 1 , 11que trata d e l a Arquitectura Civi l " , Madrid , 1 783 , págs . 7 0 y 73) despues d e dar l a opinión de
Palladio sobre e l lugar en que deben colocarse las escaleras d i c e : 11que en un edificio de algUna
consideración es muy conveniente sufra l a escalera una decoración hermos a , mediante la qual los que en
é l entrare n , formarán aventajado concepto de l a magnificencia del dueño que van a ver11 •

6 . Fray Lorenzo de San Nicolás , " Arte y uso de la Arquitectura" , Madrid, 1639 , 1 ª parte , cap . LX . Es de
observar que el fraile arquitecto conocía en Madrid escaleras de un solo t i r o , como l as de la Cárcel de l a
Corte o la del Palacio del Duque de Uceda , l a s cuales tienen re l l anos q u e les quitan l a monotonía al romper
su continuidad con quiebros que las hacen inás grandiosas .

7 . Sobre l a escaleromanía del Renacimiento véase A . Chastel . " Pa l l adio et l ' Escalier á double mouvement
invers e 1 1 , en 1 Bolletino dei Centro lnternazionale di Studi di Architettura Andrea Palladi o 1 , 11, 1 960 . - A .
Chastel . - 11 Palladio et 1 ' Escalier11 , en 1 Bolletino d e i Centro Internazionale di Studi di Architettura Andrea
Palladi o 1 , VI I , Parte 1 1 , Vicenza 1 96 5 . A propósito de las escaleras de los Uffici de Vasari , y de las espa­
ñolas , Kaufman . - 11 L 1 Architecture au Siecle des Lumieres" , Paris 1 963 , pág . 253 .

8 . H . E . Wethey . - " Escaleras del Pri mer Renaci miento Español " , en • Archivo Español de Arte , t .· 37 ,
págs , 295-305 , Madrid 1964 .

9 . J . J . Martín Gonzá l ez . - " E l Alcazar de Madrid en el siglo X V I " (Nuevos Datos ) , en ' Archivo Español de
Art e ' , t . 35 , pág . S , Madrid 1 962 . Del mismo autor véase también 1 1 Nuevos datos sobre la construcción Gel
Alcazar de Toledo en Reus 11 • Arc h . Bibl . y Museos , 1960 .

1 0 . En el " Viaje de Cosme de Medicis por España y Portugal " , ( 1662) , hay una descripción de la escal era en
la que se señala que "é comuni a tutt ' e due cortili essendo che ciascheduna del le due logge si salgono alchuni
pochi scalini , quali conducono in un ripiano , nel mezzo del qua le stendendosi un branco di scale si torna a
ridividere in due , come a fatto di sotto, mettendo nelle logge di soppra de i suddetti corti l i 1 1 • Como señala
F. lñiguez Almech , en "Casas Reales y Jardi nes de Felipe 1 1 1 1 , Madrid 1 9 52 , pág . 6 7 , " nada del Palacio
1 - e merece una descripción tan acabada" .

109
ANTONIO BONET COREA

1 1 . F . Iñíguez Almech , Op. cit . , pág . 1 0 5 .

1 2 . Vid . Nota 1 .

1 3 . A . Ponz . - Viaje de Españ a , t . i Carta II I , Madrid 1 7 8 5 , Ed . Agui Jar Madrid 1947 , pág . 60-6 1 .

1 4 . Según F . lñíguez Al mech ( 1 1 Las trazas de E l Escoria l " , pág. 54) , l a escalera i m perial es una "escalera
volada , de tramos s i métricos respecto de su e j e , como las cabezas , alas y garras de las águilas i m peria­
les , que prestan su nombre a: las escaleras d e l tipo11 • Texto muy i m portante para determinar que las esca­
leras i m periales en Europa estaban consideradas como españolas es el de Vicenzo Scamozzi , el cual en su
libro 1 1 De ll ' idea della Architettura Universale11 , parte pri ma , libro terzo ( Ven.ecia , 1 6 1 5) pág . 2 50 , al descu­
brir e l género de palacio 1 1 a d uso de principali Signori di Spagna" señala l a i m portancia de las escaleras
principales a l a vez que las describe s i ntéticamente con su " loro ingressi da Portici , e salgono a l di
sopra i n duoi rami di onesta a mpiezza , e facili al salire11 •

1 5 . Serlio, en el Libro VII , c a p . 65 (Vid . E d . Venecia 1 6 1 9 , págs . 164- 1 6 S ) , . . en parte no traducida por Vil la l ­
pando , da unas escal i natas exteriores en forma de T c o m o las i m periales . Se trata de una escalera para
vencer los terraplenes de una casa colocada e n un terreno en cuesta . En el interior del edificio hay tres
escaleras en total , una l a principal de caracol y dos "hurtadas" de planta cuadrada .

16 . J . J . Martín González . - " Nuevos datos sobre la constr:ICción del Alcazar de Toledo" en ' Revista de Archi ­
vos , Bibliotecas y Museos ' , t . L X VI I I , 1960 .

1 7 . F . l ñ Íguez Almech . - Casas Reales y Jardines de Felipe 11 , pág. 103 ,

18 . C E.dice Atlántico, fol . 220 , verso a . Vid . Leonardo da Vinci , vol . 1 lnsti tuto Geográfico de Agostini Novara ,
1956 , pág. 250.

19. Kaufmann . - O p . Cit . , pág. 2 5 3 .

2 0 . M . Buttigli , " D iscrizzione del ' aparato falto per onorare l a prime . . . entrata in P a r m a d e l l a Serma
Principessa Margherita di Toscana , Duchessa di Parma" . Parma , 1 92 9 . Para e l estudio del arquitecto
véase el artículo de Bruno Adorni , 1 1 Si mone Moschino Scultore ed architetto11 e n ' Controspazio' , Año V
n!! 2 , 1973 , págs . 74 , 96 , y el libro del mismo autor " L' Architettura farnesiana a Parma , 1545-1630" .
Parma 1975 .

2 1 . En la " Architetture e Prospettive da Giuseppe Gall i Bibiena" , 1 740 , figuran escaleras i mperiales . Como
l as Cárceles de Piranesi ( 1 76 1 ) fueron estos grabados fUJpdamentales en l a difusión de las escaleras i mpe­
riales durante el siglo X VI I I , tanto en e l barroco como después e n el neoc l asici s m o . Véase e l catálogo
" Drawings b y the Bibiena F a m i l y11 , The Phi l adelphia Museum of Art , 1968 .

2 2 . El Padre Rieger, jesuita que enseñó arquitectura y matemáticas en Españ a , menciona las escaleras de
Aranjuez como modélicas . Tras el elogio de las escaleras del palacio de Caserta , a propÓsito del tipo de
su tipo dice: "Del adorno de las partes interiores , como puertas , escapos murales , escaleras , etc . debe
observarse lo primero que la escalera principal de un Palacio no se hace desde el primer suelo hasta lo
más alto del techo , s i no es hasta el primer alto , o cuarto principal , porque no todas las personas suben
por e l l a . El vestíbulo o zaguán de l a escalera se hace majestuos o , y se procurará adornarlo . Cuando todo
un cuerpo del Edificio se ha de separar en dos habitacione.s distirytas , una v . g . a mano derecha , y otra a l a
i zq . , se e mpezará el l e r t i r o de grados e n medio del zaguán e n l a frente opuesta a l a puerta , y desde el
l�r descanso se harán dos subidas , una a l a derecha, y otra a l a i zq . para comunicarse con las dos divisio­
nes , y entre una y otra serie de grados se erigirá una galería para pasar a ambos lados . Esta galería se
sustentará bien con ternos , sin estatuas , o con e l l as , con10 l e pide l a buena s i m etría . La escalera princi­
pal del Real Palacio de Aranjuez es un singular exemplo de este género" . El mismo autor opinaba que " los
caracoles sólo se hacen para subida privada de uri alto a otro11 , ·P . Christiano Riege r , " El e mentos de toda
la Arquitectura Civil " , Madrid , 1 763 , pág¡;; . 264-2 6 5 .

2 3 . O . Schubert . - " E l barroco en España" , M a d r i d , s . a . , pág . 230. Parece confundir l a escalera principal
del convento de San Francisco con la de los Terceros de la que hablamos a continuaci ó n .

24. Según Barrero Baquerizo , " Historia de Antequera11 , t . I I , c a p , X XX I , al hablar de los " i nsignes varones
dotados del cielo en diferentes facultades que no escribieron, hijos y naturales de Antequera11 , el maestro
de obras Pablo Burgueño "hizo en Sevilla el c laustro de los Reverendos Terceros y la nombrada escalera
de aquel l a casa , pues parece propia de Jacob" . ¿ Fue Burgueño nada más que ejecutante de las ideas o

1 10
INTRODUCCION A"LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"

trazas de Fray Manuel Ramos , fraile este último del que no conbcemos ni nguna otra obra mientras que de
Burgueñcf s e conserva en Antequera la magnífica Torre de la Colegiata de San Sebastián? Para la noticia
c i tada más arriba véase el capítulo de Muñoz Rojas en el l ibro de J. M . Fernández , " Iglesias de Antequera" ,
Antequera 1 9 7 1 , pág . 7 .

2 5 . G . Kubler . - " Arquitectura de los siglos X VI I y X VI I I " , Madrid 1957 , pág . 340 .

2 6 . D . Angulo lñiguez . - " H istoria del Arte H ispanoamericano" , Barcelona 1 95 0 , t . 11 , pág . 544 .

2 7 . X . Moysen . - "Una pintura de la Real y Pontifica Universidad de México" en 1 Anales del Instituto de Investi­
gaciones Estéticas ' , nQ 36 , México 1 96 7 , pág . 39 .

2 8 , Talbot Haml i n , " Arquitectura , un arte para todos " , Barcelona 1 948 .

2 9 . M . Steinhauser . - " Di e Architektur der Pariser Oper11 , Munich 19G9 , págs . 120- 133 . Según Garnie r , en su
escrito sobre el proyecto "1 ' escalier fera alors pour ainsi di re office de mu.r de facyade et les étages de lo
loges représenteront les étages d ' une maison11 • Dice también que " s i le grand escalier central est un
endroit somptueux et mouvemente , si l ' ordonnance décorative est é l égante , si l ' animation qui régne sur les
enmarchements est un espectacle intéressant et varié i l y aura avantage a ce que chacun en profite . . . A
chaque étage les spectateurs accoudés aux balcons garnissent les murs et les rendent pour ainsi dire
vivants • . . Enfin e n d i s posant des étoffes ou draperies tombantes , des girandoles , des lustres , puis des
marbres et des fleurs , de l a couleur partout , on fera de tout cet ensemble une composition somptueuse et
bril lante qui rappel lera en nature . . . Vérones e . Les figures seront animées et souriantes , la l u m i ere est
incell era , les toilettes resplandi ront , tout aura un a ir de fe te et de plaisir11 • Es de notar su penetración al
comparar su efecto a l a pintura de Veronés que s i e m pre coloca escalinatas y balaustradas con personajes
acodados y mi rones en sus enormes y fastuosos l ienzos . Otra idea penetrante de Garnier es· la de que la
escalera daría a la totalidad del interior 11de l ' air , de l a perspective11 •

3 0 . Fueron destruidas en 1 9 7 3 ,

111

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