Introduccion A "Las Escaleras Imperiales Españolas": Antonio Bonet Correa
Introduccion A "Las Escaleras Imperiales Españolas": Antonio Bonet Correa
Introduccion A "Las Escaleras Imperiales Españolas": Antonio Bonet Correa
sol11 y que arquitectóni camente poco se ha avanzado desde el neoilt i co o que todavía
no se ha superado el estadía de las pri meras grandes culturas histór i cas . ¿Pero en
nuestPo siglo el ascensor no ha creado , como cree Umberto Eco , una nueva relación
entre el hombre y el espacio a recorrer vertical mente , de la m i s ma manera que el
automovil y el tapi z rodante las di stancias horizontales? Lo que sf es cierto es que
el tema de la escalera ha preocupado siempre a los que han intentado comprender la
arqui tectura a un ni vel se m i óti co , de la m i s ma manera que en la l iteratura y, sobre
todo , el teatro y el cine , las escaleras han desempeñado un papel preponderante. En
1 1Cosmópol i s 11 de Fri t z Lang o en 11El U l t i mo11 de Murnau , igual que en otras pe!fculas
expresi oni stas alemanas en los años 20, las escaleras adquirían un valor de prota
gonistas . La angustia , el terror , la hu m i l lación o el m isterio estaban expresados por
este elemento arquitectón i co que los personajes subfan y bajaban con distintos estados
de ánimo o al que difi cil mente se acercaban a causa de su hueco, a su vacío .
Escaleras increfbles del cine fueron las de Buster Keaton , ser angél i co , incapaz de
subir a la gloria sin sobresaltos como si su inocencia fuera distinta a la de los ángeles
de la 11Scala Dei 11 que vio Jacob en su sueño . Pero sin aludir aquf a otras escaleras
tales las de la literatura surrea l i sta , recordemos cómo en los mortecinos años de
la postguerra española; Suero Vallejo con virtió en verdadera herofna a una escalera
madrileña de lo más vul gar y coti diano . Ahora bien , las escaleras que aquí nos
preocupan son otras y esHm vistas desde �ngulos di stintos, además de pertenecer a
una época histórica muy determ inada .
Las l lamadas escaleras i mperial es , creadas para espacios internos , pero con una
categoría y un sentido de exterioridad, fueron la expresión de un momento de triunfo
y esplendor de las i deas de autoridad y poder absolutos a partir de la segunda mitad
del siglo X VI . Como las escal inatas de los zigurats , las pir&mides precol ombinas,
las miguelangelescas de la plaza del Capitol io en Roma o las que acceden a las
terrazas de un jardín versal lesco en Francia las escaleras i mperia les es taban he
chas pra servir a una sociedad en la que un determinado marco monumental era
indispensable e insustituible . Pero aparte de sus val ores rituales , en las escaleras
barrocas existen otros aspectos muy i mportantes co mo el de crear el " observador
en movi miento11, el obl i gar al que las toma a un recorrido diagonal del espacio y no
frontal y , disputando el pri mer rango a la sala de fiestas, el trans formar lo que en
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Ai'ITONIO BONET CORREA
princ1p10 es una cons t rucción funcional en una pieza superf l ua y e nfát ica 2• De ahí que
sólo un análisis que tenga en cuenta su re lación con las coordenadas de un escenario
teatra l , pueda i l u m i na r su t i pologÍa , la cual , sin embargo , tie ne que estar abordada
con un criterio histórico . Son éstas las razones por las cuales nues tro trabajo ,
presentado en forma de comunicación en el Convegno I nternazionale de las celebra
c iones Galeazzo Alessi , e n Génova , en Mayo de 1974, pa rticipa de una doble meto
dol ogía . Pero , s i n embargo , más que un estudio cronológico , es un intento de
penetración diacrónica . Nuestro texto o discurso , pues , se ciñe a seña lar de
manera breve la i m portancia y la expa nsión que , desde su aparición , tuvo la
esca lera i mpe rial en España , Europa y Amé rica . A la vez quere mos en él reca l ca r
cómo su culmi nación fue en e l barroco cos mopolita de l s i g l o X VI I I para ser Juego ,
en el siglo X I X , una de las manifestaciones más relevantes de una burguesía nost á l
gica de las grandezas del Antiguo Régi men: S u s transformacion es y meta mórfos is
.
sólo nos interesan , pues , a nivel de composición y s i gnificación . Lást i ma es no
estudiar aquí otros tipos de escale ras renacenti stas y barrocas que completarían
este trabajo , el cua l adrede se l i mita úni ca mente a las escaleras i mperiales españolas
y s u vinculación con las europeas derivadas de s u ti po3•
SIGNIFICADO
habría
Antes de hacer la historia de las escaleras i m periales en España Y en Europa
que señalar que en la Península Ibérica existe n dos t i pos fundamenta les: la propia
dos
mente dicha i m perial de un solo a rranque o tiro , del cual . salen di vergentes otras
y la de dos arranques que convergen a un solo ti ro . Dentro de las pri meras o de u n
s o l o arranque l a s verdaderam e nte i m periales s o n aquel las que , como l a d e l Al cazar
de Toledo , su planta es la de una T , es decir que sus brazos divergentes : stán �er
pendiculares a l ti ro o arranque , Jo que permite que la escalera cuanto esta al a1re
pueda ser conte mplada en una visión tota l izadora o de un solo golpe . Cuando la de un
solo arranque tiene Jos brazos para l el os y a la vez contiguos y con recorrido con
trario ' difíci l mente puede ser considerada i m peria l , pues carece de l a requerida
, .
visibi lidad para ser escena ri o de un gran aparato cortesa no . Cuando esta con 1 os
muros cerrados , difícil mente el que la sube o baja se da cuenta del t i po a la que per
tenece . Por el contrario las abiertas o con ojos pueden l l egar a participar más de
las características de las i m periales .
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INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"
Las disquisiciones que acabamos de hacer pueden parecer excesivas y muy propias
de un espíritu imbuido de casuística . Ahora bien e l l o no está en desacuerdo con l a
mentalidad de los españoles que construyeron l a s escaleras . E l mismo calificativo
de imperia les que se les da, aunque parece ser de uso reciente, es de por sí un él
especie de emblema que denota intenciones de va loración muy deter minada y signi
ficativa en el plano más alto de las categorías. En los edificios españoles la escalera
ocupa un l ugar preferente y casi exclusivo , siendo el resto de la casa sacrificado en
.
tanto que piezas de aparato u honor. Aparte del sa lón o �ala· de recibi r lo de más no es
otra cosa que estancias Íntimas, piezas apartadas, aposentos retirados, "retretes" o
cuartos para la vida fa miliar en las que no entran los extranjeros a la casa. La
escalera , en cambio, pertenece a la parte no recoleta, a la de contacto con el exte
rior , a l a que es visible para todos los que atraviesan el umbral del zaguán y ven el
patio . De ah{ que, como los blasones , si se trata de una casa· noble, tenga que pro
clamar la dignidad y l a s excelencias de sus moradores . La escalera así se convierte
en segunda fachada, en prospecto de la grandeza de ánimo o de fortuna del amo de la
casa o de la famil i a que l leva el nombre del que la construyó . En 1 os pal acios reales ,
con sus diarios col'tejos y por el solo hecho de ser l a mansión del soberano, su papel
es de por sí ineludible y fundamental .
Si se tienen en cuenta las ideas y la etiqueta que desde el siglo XVI hast a finales del
siglo XVI I I fueron propia s de l a corona y las altas cl ases sociales en Españ a , no
resulta extraño que tanto en los pal acios reales como en l a s principales mansiones
de su nobleza, en los grandes conventos y edificios de sus instituciones religiosas , lo
mismo 't¡ue en los civiles o de utilidad pública, la parte más destacada e importante
haya sido sie mpre la escalera. !-.¡:,arte del énfasis que , en todo tiempo , los espa
ñoles han puesto en l as portadas o puertas de ingreso de los edificios , muchas veces
casi con total independencia o con descuido del resto de la fachada , son siempre l as
escaleras las que, sin ningún género de duda , superan toda comparación con l as
demás partes de l a fábri ca . Colocadas, por regl a general , a continuación de un
amplio zaguán y en los edificios más i mportantes abiertas a un patio o cl austro, en
la mayoría de los casos resultan e x cesivas y despropor cionadas respecto a la grandez a
y nú mero de estancias o dependencias a las cuales , por medio de e l l as , se accede .
FUNCIONALIDAD
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ANTONIO BONET CORREA
VALOR SIMBOLICO
Desde el punto de vista s i mból ico l as escal eras españolas entre l as cuales l as i m
peri ales son las más compl ejas y acabadas por e l efecto majestuoso q u e producen
tanto al verlas como al circu l ar por el l as - son merecedoras de un detal l ado anali s i s .
Ante todo revelan el al to valor que los español es de la época concedían a todo lo que
pod[a aumentar l a dignidad , mostrar l a prosapi a y la nobleza , el poder y l a categoría
de l as personas que ocupaban l os puestos más el evados de la soci edad . El derroch e
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INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"
Que en el pasado los españoles fueron conscientes de la significación que tenían las
escaleras ante los ojos ajenos , lo mismo que de su val or mora l , lo comprobamos al
leer a Fray Lorenzo de San Nicolás , el cual a l dicta minar sobre l a altura que debían
tener las gradas , recomí en da las de diez dedos de alto que 11conviene para casas
graves , Palacios y conventos , especialmente para casas donde hay frecuencia de
mugeres11• Esta recomendación , hay que ligarla a la que antes hace sobre la nece
sidad de que las escaleras de un solo tiro " l leven messas11 o re l l anos no sólo para
descansar o parar cuando alguien cae por ellas , sino tam bién porque además de
resul tar 11mas lucida y vistosa" es también 11mas honesta para Mugeres116• El buen
fra i le agustino , excelente arquitecto y todavía mejor tratadista , que pondera la
escalera imperial del A l cazar de T oledo , 11pieza que le dificulta , si a y otra mejor en
Roma . Italia ni Francia1 1 , al señalar la grandeza de esta obra maestra señala como
m�ximo elogio la escasa altura de su s peldaños o 11pasos 11 de una sola pieza . Si una
escalera de poca pendiente es más cómoda y por una parte permite que no se les vea
el tobi l l o a las mujeres , por otra su efecto resulta si n ninguna duda grandioso pues
puede como la del A l cazar de T oledo ser 11tan llana que puede subir un príncipe a
caba l l o por ella11• La teatralidad de tal acto de total señoría es la que da cuerpo a
una leyenda sevil lana , en la que el rey Don Pedro el Cruel montado sobre un brioso
corcel sube la escalera para visitar a su a mante .
No cabe duda que la invención desarrollada en materia de escaleras por los españo
les está ligada a ese problema de 11prestan cia11 , expresiva y reveladora , que de ellas
exigía Vasari , autor de las escaleras im periales del Palacio de los Uffizi en Floren
cia , pieza que por su factura hay que rel acionar con las escaleras i m periales espa
ñolas 7 • El l ograr que un elemento prácti co , intermedio y de circulación , con espacios
residuales y 11tontos11 sea re sue lto de manera tan airosa y noble , incluso espectacular ,
fue el gran acierto de la escalera imperial española , que con sus dos tipos , el de un
divergente en dos y el de dos tiros convergentes en uno , obligan al arquitecto a esco
ger un lugar amplio y preminente que resulta mu y visible e inequívoco dentro del
edificio . Cuando Palladio señalaba que las escaleras debían ubicarse incomodamente
debajo del pórtico , pues as{ obligaban a ad mirar la parte más hermosa del edificio
que es el vestíbulo y el corti le , apuntaba sin llegar a dar una solución convincente ,
a lo que , con una articulación asombrosamente fluí da , consiguieron las escaleras
jmperiales españolas , las cuales al igual que , un poco m�s tarde , las de Génova ,
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ANTONIO BONET CORREA
por su colocación en el frente del patio en el eje m i smo de l a entrada del edifi cio ,
resultan espectacu l ares y vi stosísi mas . Esta ubicación no sólo l as pone de relieve
sino que al amplifi car y aerear l as arquerías de los patios y cl austros , crean un ·
espa.cio intermedio entre el exterior y el i nterior que, con l as distintas graduaciones
de l u z crean un ambiente semi cerr ado , con efectos de perspecti va , raros por o�ra
parte en l a arquitectura españo l a , poco preocupada de dinamizar el espacio por
rtte,tio de contrastes de maci zos y vano s .
UBICACION
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INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"
La organi zaci6n del edificio en torno a las escaleras supone un progra ma previo.
En el antiguo Alcazar de Madrid , la escalera entre los patios facilitaba la vida cor
tesana y burocrática de la planta baja y en la noble la del rey y la reina con los
infantes , separados cada uno en su corres pondiente p&tio . En los grandes conventos
el programa no ofrece grandes variedades , pero · todo aquel que haya pasado una
jornada en un convento español o hispanoamericano recordará las incesantes idas y
venidas , las subidas y bajadas de los frailes que sie mpre , levantando un poco los
hábitos , pasan como con prisa , por las escaleras monumentales que , situadas no muy
lejos de la portería , siempre hay que tomar para ir a las celdas , a la sala capitular ,
al refectorio , la biblioteca o coro alto , La articulaci6n de kis distintas pi antas y la
distribuci6n de funciones de las alas del edificio que se abren a ellas es muy patent e
en los hospitales españoles , siempre provistos de magníficas y a mplias escaleras
que pueden ri va ! izar con las de l o s conventos , colegios universitarios o palacios .
Ubicadas al igual que las de los conventos , por regla general ofrecen en l o s rellanos
e incluso descansos de cada planta , puertas que con su cartela indican el servicio ,
sala o dependencia a la que corresponden respectivamente , Son como un distribuidor
perfecto , En el caso del Hospital de Mujeres de C ád i z , de tres plantas y entresuelo ,
cumplen con los requisitos de una racionalizaci6n extrema que , aunque parezca para
d6jica , como muchos ele mentos suma mente prácticos d" e la arquitectura civil y domés
tica española , están meditadamente previstos , fruto de una experiencia que concede
!)ran valor a lo cotidiano o de simple manejo . El conectar a todos los niveles se da
perfectamente por medio de los dobles tiros de l as escaleras imperiales que además
de vistosas resultan muy prácticas.
Si nos detene mos a analizar las escal eras imperia les españolas , s i n duda podríamos
señalar más características y sobre todo constatar con cierto rigor cuales son las
diferencias con otras a1·quitecturas que s6lo adoptaron el tipo español de escalera
imperial , como el caso de Francia , para obras verdadera m ente excepcionales . En
España las escaleras imperiales que fueron los florones de los al cázares reales del
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ANTONIO BONET CORREA
siglo X VI o del palacio de prócer como el del V i so del Marques para el vencedor de la
batalla de Lepanto, pronto pasarán a la arquitectura eclesiástica . Desde que fueron
adoptadas en El Escorial y U e l e s , el tipo se ·convierte en el propio de los conventos
y monasterios españoles . Su sentido práctico, al que se une la grandiosidad sin más
necesidad que su misma estructura , hizo que no sólo en Espa fi a sino en 1-:i � p.::noamé
rica pasase a ser el tipo más di fundido de escalera del barroco . Lo curioso es v�r
cómo en la España de los Borbones en el siglo XVI I I las escaleras i m periales que en
Europa había sabido adaptarse a conceptos un tanto distintos del poder .real . A través
de Juvara y de los arquitectos italianos que introducen el arte cortesano cosmopolita
del siglo XVIII en las construcciones de los Sitios Reales de la Corona de España ,
llegan los cambios que semánti camente , fueron esenciales . Las escaleras i mperiales ,
lo que perdieron de segunda fachada exterior del edificio, de grave austeri dad y a la
vez si mple uti lidad no carente de grandiosi dad, lo ganan en cambio en valores de otro
orden . En los Palacios Reales de los Borbones, ante todo contaba el hacer un 11es
pÍéndido escenario " para el cortejo real . Las escaleras se convierten en lugares
teatrales que para el espectador son resultado de golpes de vista que Jo dejan asom
brado . Tanto al conte mplarlas desde la parte baja, como al ver descender por ellas
al rey y su s�quito, como al subirlas, acto en el cual el ritmo de sensaciones es
·
creciente hasta llegar a su culminación en el desem barco de la planta noble , el que
ve las escaleras o las uti li za no sabe del e m beleso . La fascinación , aún es mayor el
encontrarse total mente en el ú lt i mo rellano . AlU la visión se prolonga al tener de
lante las enfiladas de salones decorados con espejos y cortinajes y se amplifica al
sentirse el espectador más próxi mo y como envuelto por las nubes de las bóvedas
pintadas al fresco en "trompe J' oeil 11 con alegorías e h i storias al usi vas a la grandeza
de la monarquía . Pero este tipo de escalera , pertenece a lo cosmopolita la versión
española a escala más castiza y domést i ca de las escaleras, sobre todo en Anda!u da , ·
es una variante provincial en la que se unen tradición y nuevas for mas que a veces
l legan a producir ejemplares míni mos como la escalera del Palacio del Marqu�s de
Salvatierra en Ronda . De nuevo lo español i mpera y campa con su s i mpl icidad pro
vinciana , no exenta de nobleza .
Para puntuali zar los elementos fundamentales de signif i cación en las escaleras i m
periales españolas, hay que tener en cuenta no sólo desde el aspecto de composición
los tipológicos, Es cierto que las escaleras i mperiales de un sol o tiro y luego d i ver
gentes en dos resultan las más teatrales, ya que en un pri m er golpe de vista sabemos
cuál es nuestro camino para ascender y se contempla en su descenso al que baja por
ellas pri mero lateral y despu�s frontalmente . En las de dos tiros se sabe menos qué
es l o que se va a encontrar en l o alto . E l efecto de sorpresa es grande cuando se
l lega al rellano dE\ descanso a la mitad de la ascensión . Allf nos sent i mos debajo de
una cúpula y vemos el acceso alto al piso noble que repite las tri ples arcadas de la
planta baja; ahora bien aqu{ como invertidas y con dos de sus arquerfás converti da s
e n balcones• Pero todo ell o n o n o s da l a clave d e la diferenciación con las escaleras
rectas, curvas o de caracol , estas ú ltimas mucho menos usadas en el barroco español
que en el extranjero . Sólo las escaleras rectas del barroco español pueden compa
rarselas y esto no por si militudes de tiros, aunque existen, sino por el resultado de
factores más significativos que los de la estructura tectóni ca , Aunque en la organi
zación espacial de la caja o hueco total a que se encuentran las escaleras ha y que
_tener en cuenta las distintas partes y el efecto total , producto de la morfología que
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II'ITRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"
genera el tipo de resultado que las hace similares a l as de tiros rectos en torno a
uh hueco se debe a otros factores parlantes como ornato y sobre todo a detalles casi
mfnimos procedentes de otra tipología y función . P.sí no sol amente cuentan l as es
caleras mi smas con sus espacios distintos y variados dentro del caj6n . Lo que cuenta
es que dentro del hue co prismático o cúbi co , de planta rectangul ar o cuadrada , en 1"
parte alta se pasa por medi o de pechinas o trompas a una cúpula de med i a naranja u
oval ada , y que ésta , por su tipo y tratamiento , da a las e scaleras un aire de capilla o
pequeñas igles i a . El mimet i smo que de lo religioso tuvo l a arquitectura civil espa
ñ o l a es muy patente en las escaleras i mperi ales andaluzas del siglo XVI I I , que se
di ferencian de las corte sanas por e l aire de capilla dom�sti ca que adoptan , lo que no
se debe sólo a e star cubiertas con una cÍipu l a de -media naranja cuajada de yeserías
como las de una iglesia o camarín . El efecto de capilla se debe tambi�n a detalles
como el del gran nicho u orla que a media altura , entre la cúpula y el rellano , alberga
una im agen religiosa de e scultur a o pintura y que como verdadero altar votivo
familiar , está alumbrada por peque ñas l&mparas o candeleros propios . El mismo
farol6n que pende de lo alto en medio de la cÍipul a da un aire rel igioso a l a totalidad •
Si se anal i z an los efectos de luz en las escaleras barrocas andalu z as , vemos que en
ellas la di stribución de lo lumínico es elemento esencia l e ineludible . Aparte de l a
luz que entra por l as arcadas del patio en l a planta baja y los ventanales de la parte
alta , hay que tener en cuenta los Óculos que se abren en el tam bor y en los riñones
de las medias naranjas o cÍipul as . E l efecto de estos ojos de buey no puede resultar
más espectacul armente luminoso. Es el propio de un camarín o s agrario . La luz
est& dirigida y crea efectos cue viformes. Por l as noches los farolones y arañas , las
barandas de hierro o madera , l as i mágenes de bulto que se sobreponen y supl antan
los moti vos heráldicos , hacen que el sentido rel igioso aÍin sea mayor. Como en las
iglesias l a vista se ve forzada a levantarse y mirar a los ejes hori zontales , hay que
añ adir los verticales. Admirar la cÍipula y sentirnos envueltos por e l l a es todo uno .
Como l a subida es lenta y descansada , a causa de los pedaños anchos y poca altur a ,
esta escaler a , que señorial mente nos hace gozar de di stintos puntos de vista , men
tal mente nos conduce a un estado de recogimiento silente y meditat i vo s i m i l ar al que
el devoto siente bajo l as b6vedas de un templo . La luz de l as escaleras , tami z ada e
intermedi a entre la del exterior e interior , se une a otr as connotaciones muy espa
ñol as de intimi smo y privacidad , sobre todo , esto es muy notorio en la arquitectura
provincial andaluza .
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ANTONIO BONET CORREA
'
de l a f�brica. A causa del cuerpo de luces alto , lo mi smo que los c a marines altos ,
sobrepasa los dem�s tej ado s , a veces de distintas alturas y di m ensiones , de l a tota
l idad. De los tej ados extradosados , l as cajas de l as escaleras conti núan una iradi ción
de volú m enes prismáticos cubi ertos por teja �rabe . Su si mpli cidad volu m étrica no
varía desde el tipo de tejadil los musul m anes hasta l a introducci6n en el neocl asicismo
y el sigl o XIX de cubiertas e mpi zarradas y pinas a l o francés.
, Que los españoles del Renaci m iento estaban preocupados por l as escaleras , l o de
muestra el que antes de l a apari ci ón de l as i mperi ales , como lo ha di cho Wethey , fue
en España donde a principios del siglo XV I se tomó la decisi6n de que l as escal eras
estuviesen colocadas en un lugar pr e m i nente y de modo monu m ental8 • Si todav{a l as
de l a Universidad de Sal amanca o l as de San Juan de los Reyes de T ol edo , pese a su
monumental idad , no son visibles desde el patio a causa de estar ubi cadas en un 1ingulo
como escondidas , en cambio exi st e toda una serie muy vi stosa de l as que la del
H ospital de Santa C ruz de Tol edo ( 1 520-24) , (fig . 14) es el mejor ejempl o . Obra de Alonso
de Covarrubi as , este arquitecto que t ras una biografía muy fecunda que abarca desde
el final del gótico pasando por el p l ateresco h asta el purismo c l asici sta o arquitectura
desornamentada de la época de Felipe 11, intervi ene probab l e m ente en la el aboración
del tipo de escal era i m peri al . El tipo de la escalera plateresca española , que comienza
con la desaparecida del Palacio del Cardenal M endoza en Guada l ajara y logra su
pri mer gran ejemplo en la del Pal acio de l a Calahorra (Granada) , del español Lorenzo
Vázquez y el ital i ano Carlone , consi ste en tres tramos que se desarroll an en torno a
una ampli a caja abierta . Pero aunque de gran efecto y riqueza de ej e cución y ornato
ninguna de la espl endida serie de escaleras renacentistas españolas supera la famosa
11 Escalera Dorada" de la catedral de Burgos (fi g . 1 5) , que de 1 5 1 9 a 1 52 3 l abró el arquitecto
y e scultor Di ego de Si l oe . Inspi r adas en la escal i n ata del frente del Corti l e del Bel
vedere en el Vati cano , de Bram ante , qui zás con precedentes e n los proyectos de
Francesco de Giorgio , su m erito como l o h a señalado W ethey , fue el transformar un
esquema espacial para el aire libre en escalera interior esenci a l m ente verti cal . De
su espectacul aridad es muestra el que en ella todavía se coloque el M onumento de
Seman a Santa. Ahora bien , estas escal eras , aunque muy poco i mitadas - Sacristía de
Acolman ( México) y catedral de Santi ago - pueden considerarse el antecedente inme
di ato de l as escal eras i m peri ales españolas .
Ant es de producirse l a esc alera i mpe rial de un solo tra mo de arranque o tiro , se dio
l a de dos arranques , es dec i r l a esc a l e ra doble o convergente . La pri mera en construir
se fue la del antiguo Alcázar de M adrid (figs . 3 y 4) , puesto que , como h a de mostrado Martín
Gonzal e z , ya en 1 548 se habl a en un docu m ento de l a escal era que 11sale a entrambos
patios11 , es decir a los dos con que se dividió el gran patio de armas del pri mi tivo
cast i l l o medieval que , más t arde , desde que en 1 56 1 se trasl adó l a corte a l a todav í a
h o y capit al d e España , fue residen c i a permanente d e los monarcas d e l a c a s a d e
Austri a 9 • Esta escal era c u y a estructura consi stí a e n sumar por medio de u n tramo
i nter medio común dos escaleras de tipo cl austral , que así dobl an sus arranques Y
desembarcos , cu mplÍa perfecta mente la función para l a que se l e destinó , ya que un
patio servía de ofi cinas y aparta m entos del rey y el otro para l a rein a , prínci pes e
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INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"
La escalera i mperi al que sie mpre se considera como l a creadora de su tipo es la del
Alcazar de Toledo . C omenzada en 1 5 53 . Ocupaba por entero el frente del patio (fig . 16) de eje
perpendi cular a l a entrada del edifi cio. De un solo tiro que di verge en dos , al igual
que la Escal era Dorada de la catedral de Burgos , la del Alcázar Toledano por su
amplitud y sol emnidad triunfal siem pre impresionó a los entendidos en arquitectura .
Reali zada en piedra y l adri l l o combinados , su estilo es de severo y depurado cl asi
cismo muy caracterí stico de l a é poca de Felipe II . Por los elogios que se le han
hecho puede comprobarse que se trata de un tipo que s e convirtió en modélico . Para
el arquitecto Juan Gó mez de Mora , que en l as escal eras monumentales, como l a de
la C árcel de la Corte , hoy M inisterio de Asuntos E xteriores de M ad ri d , uti l i zó l as
de un solo ti ro , l a del Alcázar de Tol edo era 11 l a m ejor de España'' , lo que supone
que las consideraba por enci ma de las del Alcázar madri l eño , edificio en el que hizo
obras importantes como l a fachada princ i pal que enmas caró y modernizó la pri mitiva
fachada medieval 1 1 Para Fray Lorenzo de San Nicolás , t a mb i én en e l sigl o XVII ,
•
siguen si endo el modelo principal , pues no sólo l as pondera , sino que s i guen siendo
el Único ejemplo español que pone de escal era 12 • Todavía en el siglo X V I I I se siguen
considerando l as mejores , pues e l abate Ponz l as describe en s u 1 1 Vi aj e de España11
y las reproduce en uno de los raros grabados que i l ustran s u tan i m portante l ibro13 •
Sin duda l a escalera tol edana c ri s ta l i zó un prototipo que , sin tene r el valor simbólico
de l a figura del águ i l a i mperial que algunos han querido ver en su for m a , sí propor
cionó una fórmula que de l a arqu i tectura española pasó más tarde a l a u ni versal14 •
Sobre quién fue el autor de l as t ra zas de l a escalera del Alcázar de Tol edo, sie mpre
ha habido controversias . Co múnmente su concepción se atribuye a Francisco de Vi
l lalpando , arquitecto , autor de l as rejas de l a Capi l l a M a yor de la Catedral de Toledo
y traductor de Serlio al cas t e l l ano15 . Pero l as investi gaciones de J . J . M artín Gonzá
lez han mostrado que el maestro mayor de obras era Alonso de Covarrubias, el
ifYlportante arquitecto tol edano que anteriormente había t razado l as ya citadas del
Alcázar de Madrid ! 6 I m portante por su aspecto pol é mico y definitivo de la génesis
•
de l as escaleras i mperial es fue el ardor con que Covarrubias defendió , en 1 553, que
se rea l i zase su proyecto de una única escalera en el Alcázar de Tol edo, frente a l a
.
i d e a d e suplantarla por dos m á s pequeñas e n l o s ángulos d e l patio. La opción del
prÍncipe Felipe favorabl e a la propuesta de Covarrubias de una escal era de un solo
tiro y dos ramales en línea que des embocaban en l o alto en el ancho del corredor de
l a gal ería del patio , fue decisiva. También es de notar e l hecho de que e l memorial
de Covarrubias fue enviado al prÍncipe Felipe a Madrid 1 1 en mano11 , sien do Villalpando
quien lo entregó , mostrándose así la Íntima relación que exi�tía entre el viejo ar.qu i
tecto y s u joven discípulo . Q u e por parte de Felipe 1 1 había u n marcado gusto por una
determinada arquitectura y en especial por l as escal eras solemnes no queda duda .
85
ANTONIO BONET CORREA
E l hecho, por otra parte, con sus connotaciones queda muy patente en el " I nforme"
del viaj e que, en 1 556 , h i zo por Francia, I nglaterra y Flandes el arquitecto Gaspar
de Vega por orden real pra estudiar l os palacios de época de estos paÍses. Como
señala lñíguez , este arquitecto, cuñado de Villalpa ndo y hermano del que construyó
las escaleras del Alcázar de Madri d , pese a lo breve de sus descripc iones a pr':lpÓ
sito de los pa lacios extranjeros " s i empre anota lo mis mo: la falta de monumenta
l i dad de las escaleras1117 • Como dato curioso seña l e mos que dejÓ de ser Cha mbord ,
l o que Felipe 11 l e reprochó en la nota manuscrita de su propia mano, ya que
de las casas rea l es francesas "dicen es l a mej or'' . Con las escal eras de E l Es
corial , (fig . 26) y las del Castill o de Uclés (fig. 6) de la orden mi litar de Santiago, el tipo
entró a formar parte de la gran arquitectura monástica . Lo mis mo, para la _ a rquitectura
c ivi l1representa la del pa lacio de E l Viso del Marqués (fig . 1 7) , mandada construir por Don
Alvaro de Ba zán, el vencedor de l a batal l a de Lepanto. E n El Escorial l a grandiosidad
procede no sólo de las a mplias di mens iones de la caja cuadrada s i no del e mpleo del
granito. Sin e mbargo las pi nturas al fresc o manieristas , y en especial las de la enorme
bóveda barroca de Lucas Jordán con u n trata m iento pictórico contrario a l de la ar
quitectura, restan al conjunto la severidad de l a pri mi tiva concepción. Igual por i m
peria l , pero de efecto dist i nto a causa de la uti l i zación de la mitología, es la esca lera
de E l Viso del Marqués, decorada por los i talianos Cesar Arbasia y Juan F rancisco
Perolas . E n lo arquitectónico son de traza de 1 564 , del arquitecto italiano Giovani
Bat tista Caste llo de Be rga mo, l la mado el Bergamasco, el mismo que según el Padre
Sigüenza, en 1 56 7 , h i zo el diseño de las de El Escorial que , desde 1 569 , a causa del
fa l l ec i mi e nto del i taliano serán diri gidas por el español Juan de Herrera . Las del
Viso del Marqués, concluidas por los genoveses Uomingo y Alberto y Juan B. Prioli
representan el punto de enlace entre las españolas y las genovesas, que a partir del
año 1 568 hasta 1593 se empl earán en el Palacio Doria Tursi , Trazado por R occo
Lugaro en 1564 , que sabe comunicar a l a esca lera i mperial un efecto de profundidad
espacial y ligereza que culminarán en la ci udad de Génova en la del Palazzo del' Uni
versita, que en 1630 di seña Bartolomé Bianco, con una teatralidad y efectis mo que
superan los de todas las escaleras i mperiales españolas . Lo curioso es señalar cómo
el Bergamasco que antes de venir a España construyó el t-alazzo 1 mperia l e no
utilizó en é l el tipo de escalera i mperial de un arranque o ti ro que l u ego se convertirá
en el elemento más característi co del palacio genovés .
Aunque el origen de la escalera i mperial es español, no hay que olvidar que en los
Uffici de Florencia el Vasari construyó en 1 560 una escalera de dos arranques o ti ros ,
de un tipo diferente al de dos arranques español . Su precedente hay que buscarl o en
Leonardo da V inci , del que conservamos dibujos de escaleras de rampa triple 18 Es
•
ésta una brillante aportaci ón a la 11esca l e romanía11 del arte italiano del siglo XVI.
Según Kaufmann es el pri mer ejemplo 11d1 esca l i er h troi s bras paral lhles dont deux
montent vers un pal i er, alors que l e troisi�me se cont i nue vers le haut , dans la
direction opposée , Certains auteurs croi ent qu1 il s 1 agi t lh d1 une in venti on espagnole 1119
Sin duda tiene razón Kaufmann puesto que la escalera de dos arranques española es
propia de doble claustro y l o s dos tiros están perpendiculares al tramo al que con
vergen , mi entras que en el tipo de El Vasari l o s tres están para l elos, inscribiéndose
dentro de un rectángulo y no un cuadrado como sucede en las españolas. Lo que es
curioso es constatar cómo el Vasari comprendió el papel de primer orden que funcio
nal y semánticam ente ocupa una escalera en un edificio destinado a l a burocracia de
86
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"
una corte de estri cta etiqueta y continua intriga , que con un din á m i co ir y venir exte
rior enmascara el mayor inmov i l is mo político e i mpide la rotura de las más rígidas
y estáticas estructuras sociales. El " g ran ducado11 de Jos Médicis encontraba así su
justificación aparente .
La escal era i mperial de dobl e arranque , colocada entre tres patios del convento de
la M erced de Sevil l a , hoy Museo de Bellas Artes es , sin duda , el punto de partida de
un tipo qu e luego pasó a Hispanoaméri c a . Eje mplar belHsi mo , de traza de Juan de
.
Oviedo y de l a Bandera , de fecha temprana , en 16 1 2 , es de un m anieri smo andaluz
muy caracteri z ado con sus bóvedas decoradas de estucos de formas recortadas y
geométricas en l as que ante todo cuenta la ordenación de l as form as orn a m entales en
rel ación con el espacio como si se tratase del interior de un t e mp l o . Muy parecidas
a ellas son las del convento , también de l a M er ced , en L i m a , de ( Perú) de hacia 1530
y sin duda de trazas de fray Pedro Gal eano , arquitecto de l a Orden , el cual en las
escal eras l i m eñas sigue el modelo sevi l l ano . Aunque ya del siglo XVII I , pu esto que
su obra se co menzó en 1 7 1 8, pero de espíritu total mente del siglo XV I I , son las del
87
ANTONIO BONET CORREA
En l a I t alia del siglo XV I I , que entra plenamente dentro del dominio español , l a es
c al era imperial que rivaliza con l as ya citadas es l a que Francesco A. Picchiatti , en
165 1 , trazó para el Palazzo Reale de N�poles . Como l as de los Alcáz ares y c asas
reales españolas - entre l as que hay que incluir el de los Virreyes de M éxico , de
gran despliegue imperial , hoy realzado por l as pinturas al fresco del siglo XX de
Diego de Rivera- , la función 11real 11 de esta escalera no deja duda . Su presencia es
algo así como el sello o embl e m a de l a monarquía español a , representada en el
pal acio napolitano por el Virrey español de N�poles y l as dos Sicilias .
Ahora bien en Centro Europa fue en donde las esc al eras i m periales adquirieron un
desarrollo enorme haciendo que su tipo no sólo alcanzase una c ategoría casi nueva
dentro del edificio sino que influyese en un viaje de retorno a las fuentes , pri mero
en Italia y después en Franci a . Todo aquel que quiera estudiar l as escaleras impe
riales tiene que tener en cuenta las de Fischer von Erl ach en el Palacio Batthany
Schonborn en Viena , en 1698 , y las del Stadtpalast Prinz Eugens de 1 7 19 . Lo mismo
que l as del Neues Schloss Schl eissheim de Zucculi y Joseph Effner , de 1 7 0 1 - 1 7 2 2 y
88
I NTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"
Fil ippo .Juvara fue e l divul gador de l a versión cosmopolita y mundana d e 1� escalera
i mperi al , adaptada a l os fastos y pompas de una Corte europea del rococó , tan mo
délica como fue l a del Pia monte . E n e l Pal azzo M ad a m a de TurÍn , en 1 7 1 8 , hizo una
escalera monumental de dos arranques que . resultó tan grand iosa que el presidente
de Bt ·osses en una cart a del 3 de abr i l de 1 740 a M adame de Neu i l l y le dice que des
puf:,s de juzgar la fachada llsuperbell y 11le principal ornement de la v i l l e ll , lo impor
t ant" es que llau-dedans , on trouve u n des plus beaux escaliers qu1 i l y ait au monde,
a deux rampes , et orné d' une bel l e architecture . La voute qui le soutient est l ég�re
et bien tournée , et cell e qui le ter mine , toute garnie de rosaces, de pi erres variées:
ne cherchez rien de pi us i c i . Au bout de cel a , il n1 y a point d' appartements ; c1 est un
escalier san palaisll . Pero su obra m aestra en materia de escaleras , t anto por ser la
de técnica más ardua como por su ligereza y elegancia de l í neas y silueta fue la
l l amada 11 Scala del l e forb i c i l l del Pal azzo Reale de TurÍn . De tres p lantas , como
algunos ejemplos de escaleras i m periales a l e manas y andaluzas del siglo XV III , es
ésta de Juvara un prodigio de articulación de los distintos mie mbros y de secuencias
español as . En e l l as no h ay partes i ntermedias muertas y e l juego de plenos y vados
está puesto en valor, al igual que su deli cada decoración, por los efectos de luz que
desde lo alto y l ateral mente l l enan de c laridad cada una de las distintas p l antas . La
fluidez formal y l a suave graduación de sombras y penumbras son lo mejor de esta
escalera en la que el ritmo del conti nuo verti cal v a en aum ento hasta l legar a l o alto
de ellas . Su euritmia es como una música de cámara . Estas esca leras lo m ismo que
los decorados de teatro con escaleras i mperiales dibujadas por Juv ara influyeron en
I talia . De dos arranques es l a del Palacio Barolo en Turín , pero , si n .ningún género
de dudas l a obra más espectacular hay que buscar l a cerca de Nápoles en el Palacio
de Caserta que , de 17 5 1 a 17 74 construyó para uno de l os Borbones españoles , Luigi
Banvitel li . De un tramo central para la subida , esta escalera es la ú ltima obra
m aestra de la escenografía barroca italiana. Al l legar a su rel l an o , ante e l especta
dor se despliegan los dos brazos l aterales y al fondo a l o al to de e l l o s una puesta en
escena de perspectiva tan estudiada y efect i sta de arcadas y columnas de m armo! que
se creería uno ante una fa l s a pers pectiva grabada , derivada de un dibujo de los Ga l l i da
Bi bienna 21 , que en sus dibujos y grabados al i gual que Piranesi ha dejado espectacu-
89
ANTONIO BONET CORREA
l ares i nvenci ones en materia de escal eras i m peri al es . Tanto l as escal eras de Juvara
en Turín como l as de Vanvitel l i e n C as e rta i nflui rán directamente en l o español. A
través de sus discípulos que trabajaban a l as órdenes de la Corona española , estos
arquitectos , sin duda conscientes de su acción , renovat·on un tipo original mente
español .
Pero antes de que se construyese la escalera del Pal acio Real de M adrid ya h abí a
entrado en España el tipo de escalera i m perial en su nueva versión europea . En 1 744
el al'quitecto también ital i ano Santiago Bonavia e mpleó el de dobles r ampas en el
Pal acio del Sitio Real de Aranju e z , ampli ando l as escaleras que exi stían del mismo
tipo , obra de Juan de Herrera . El resu lt ado Óptimo debió compl acer a l os monarcas
di spuestos a transformar en cosmopolita la arquitectura español a que juzgaban pasada
de moda 2 2 En el pal acio de Riofrío , residencia permanente de I sabel Farnesio , des
•
pues de la muerte de Fel i pe V, se logró e l proyecto de dob l e escal era i mperi al que
se había abandonado en e l pal acio de M adrid . Obra comenzada e n 1 75 2 por el itali ano
Virgi l i o Ravagli o , esta escal era con cinco rel l anos que cortan su gran cascada de
peldaños , resulta verdaderamente grandios a , Como en l as rampas de la del Pal acio
Wei ssenstein en Pom m ersfelden { 1 7 1 1- 1 7 18) de J . L . von H i ldbrandt , a l o l argo de
sus balaustradas brincan y juegan a intervalos enormes 11puttis11 que a la vez alegran
y añaden solemnidad a una arquitectura i mpregnada de grandiosa m aj estad .
90
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPANOLAS"
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ANTONIO BONET CORREA
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7. Jerez de la Frontera . Palacio de los marqueses de Montana.
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Madrid. Escalera del antiguo Convento de la Trinidad. Grabado de la Guía de Madrid ( 1 8 7 6 ) por
A. Fernández.
2 5 a. Madrid. Escalera del Palacio de Godoy, obra de Francisco S abatini. Grabado de la Guía de Madrid
( 1 87 6 ) por A. Fernández.
31
3 1
7
3 3 : Barc elona. Univers i d a d .
3 6 . Salamanca. Cole gio. Pala cio el e Anaya (escalera) por Joaquín Churriguera.
37. Valencia. Audiencia. Patio.
ANTONIO llONET CORREA
De l as escaleras neoclás icas, l as del Colegio de Anaya en Sal a m anca, trazadas hacia
1 760 por D . Jos� Hermos i l l a, hay que señalar que su tramo i ngreso resu l t a mezquino
y n<' se ve compensado al bi furcarse ni por l as columnas corintias ni por la bóveda
esquifada que cubre la caja un t anto rígida en su pretendidamente académica com
posi ción . De los mismos años es la escalera de la Aduana , hoy Pal acio de Justicia
de Valencia, obra de Antonio Gil abert . Du i nfl uencia sobre l as que e l val enci an0
M anuel Tol sfl harfl de 1 7 79 a 1 8 1 3 , en el Palacio de l a Minería de M éxico es i ndiscu
t i bl e . Las de Valencia son de un arranque, mi entras que las mexicanas, qui zás l as
mfls her mosas de todo el neocl asi ci s m o hispáni co, son de doble rampa con un tramo
i ntermedio mfls l argo , lo que hace que debajo de el l as se cree un amplio espacio
abierto al patio muy espectacular tanto en la parte baj a como en la alta ,
En Barcelona, la capital del principado, el tipo de escalera del barroco cosmopol ita
y del neocl flsico dejó l as escaleras i mperi ales del palacio de la Vi rreina, construido
de 1 7 70 a 1 7 80 para el famoso virrey A m at del Per{¡ y ya acabándose el siglo XVI I I
l as d e l a Lonj a d e M ar, acabadas, e n 1 802 , p o r Joan y T om as Sol er, con estatuas
de Sal vador Guori . Para encontr ar de nuevo escaleras i mper i al es, hay que esperar
al modernismo ·de fines del sig1o X I X .
ANDALUCIA
como la del convento de los Terceros (figs . 1 1 y 1 2) , que según consta e n una i nscripción
l abró, de 1690 a 169 7 , Fray M anuel R amos, morador del convento -en el que fall eció
el año 1 7 1 3 2 4
• Col ocada entre dos p atios, a l fondo de la cruj{a que los di vide, es de
dos arranques que C-.) nvergen al tramo de la pri m era pl anta para en iguales desarro
l los continuar hasta la tercera p l anta en la que se for m a una especie de tribuna
cubierta por una bóveda oval ada e n cuyo anil l o se abren grandes ventanales que i l u
m inan l a totalidad de l a alta caja p r i s m át i ca en que estfl albergada l a totalidad . El
efecto de verti calidad estfl acentuado por e l hecho de encontrarse los dos patios a
102
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"
distintos niveles de forma que a uno de ellos se accede por un tiro que , a la ve z que
al patio , conduce a la cruj ía baja , en la cual están las columnas que sostienen las
bbvedas de arranque de la escalera . En el alzado de la totalidad , las dobles columnas
de mármol que se superponen para vencer la sucesión de pisos proporcionan un sen
tido ascensional sorprendente. Con no muy excesiva decoracibn barroca de hor0.jaras
cas que simulan mascarones , el conjunto resulta muy equilibrado de efe ctos . En
l a mentable estado de abandono , merecerfan ser restauradas . A su lado la otra es
calera imperial del convento , pese a tener un arranque de columnas de m ár mol
blanco , resulta pesada y mezquina .
Dentro del m1smo tipo vertical de la escalera de los Terceros de Sevilla y riva lizan
do con ella por su audacia compositiva , hay que tener en cuenta la escalera del Hos
pital de Mujeres de Cádi z , sin duda la más compleja de todas las escaleras andaluzas .
Si la co mpara mos con la sevilla , frente al continuo espacial de ésta , aquÍ
tenemos el eje mplo de la fragmentación de espacios , que articulados con f l uidez
aligeran la sensación de cansancio ascensional que puede sentir aquel que la sube y
que al l legar , sin casi darse cuenta , a la {¡]ti ma planta se encuentra de repente
frente a varias puertas abiertas en un mismo re ll ano a las distintas dependencias
cuya específica funcibn está señalada por medio de un l etrero, La excepcional al tura
del edificio , de tres plantas y un entresuelo , está acusada ya en e l patio. Quizá de
e l l o proceda el defecto más grave de modulacibn de éste respecto a la escalera , que
queda un tanto suelta y sin re lación ar mónica con las arquerías de las galerías de la
primera pla nta. Obra de Pedro Luis Gutiérrez de Sa n Martín , e l Afa nador , arquitecto
gaditano que trabaja bajo la dirección de D. Aleja ndro María Pavía Pedecina , sacer
dote y paje del obispo Armengual , al ma de la fundación , su interés reside en que en
ella se produce una escalera imperial con las dimensiones y l os orna mentos propios
de una escal era secundaria o hurtada . Muy importante dentro de su género es su
magnífica bara ndilla de madera .
Aparte de estas dos esca leras e xcepcio11ales por su verticalidad y las soluciones que
aportan al vencer esta dificultad , los demás ejemplos del tipo se caracterizan por su
estructura compacta , propia de edificios de una sola planta noble . Es de señalar que
el tipo , e incluso casi la misma decoración se emplea tanto en los edificios religiosos
como en lo civiles , siendo estos {¡Jtimos más deudores de los primeros que todo lo
contrario , como podría ser lo normal en otra arquitectura distinta a la española .
Como ya dijimos , en estas escaleras ac túa un mimetismo de l o religioso , muy del
barroco español .
En las distintas ciudades andaluzas se produce el tipo pero con ligeras variantes
decora ti vas que hacen se distingan las unas de las otras . El mismo fe�ómeno , l o
conocemos e n la arquitectura d e l momento e n España , nación fragmentada e n regio
nes y comarcas , incluso en ciudades , con centros artísticos , a veces muy próximos ,
casi iguales , pero distintos .
E n Córdoba las escaleras i mperia les con triples arquerías en su arranque y dese !Tlbar
co tienen una gran sole m nidad debido al e mpleo de la combinación de már moles
negros o rojos de Ca bra , Pedroche y Luque . Con sus columnas de jaspes , sus
103
ANTONIO BONET CORREA
En Granada , en donde también hay una arquit ectura en la que se empl ea los már mol es
de colores y serpentinos de procedencia local de Sierra Nevada , en e special de la de
Lanjarón , hay que mencionar la escalera de dos a r ra nques del Hospital de San Juán
de Dios. Ubicada entre dos patios , esta escalera , cubierta por un alfarje mudéjar ,
en su disposición esencial debe ser Óbra hacia 1622 , de C ristóbal de Vílchez (fig . 9) ,
rehecha en 1 740 por José de Bada , arquitecto que le dió el aire barroco que hoy tiene
y que se armoniza con todo el a mbi ente i mpregnado de sentido religioso , a causa de
las múltiples pinturas de i conografía de historia de la orden que decoran los muros
de los patios .
En E cija , ciudad entre Córdoba y Sevi lla , destacan los palacios de Peñaf lor y Val
verde . Sus dos escaleras son obras maestras del genero . La pri mera d e dos t i ros
de arranque se abre lateral mente al pat io de las caba l l erías y cochera . A este patio
que forma una especi e de casa-portal , apeadero y dependencias de servidumbres
fuera del recinto o morada de los señores , pero separado a la vez de la call e , se
abre la escalera , cuya caja es de muro maestro que aísla las dos partes de la man
sión . Verdadero espacio interm edio entre la parte ruidosa y l l ena de tráfico de los
criados y la parte sil ente del gran patio ,. estanci as , salones y alcobas en 1 as que
se desarrolla la vida Í nt i ma , las esca l e ra s anuncian a quien las sube un mundo en
el que el respeto debe i m perar ante todo . Con su cúpula cuajada de ornamentos
di m inutos en yeser[a y el gran marco u orla del ni cho con l a i m agen de la Vi rgen
situada sobre el rel lano i ntermedio entre los tiros , esta escalera es de las más
significativas de la arquitectura domést i ca andaluza.
1 ( !4
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"
m anera refinada y aristoc rática forma de vivir urbana de una soc iedad agraria ,
en l a que el señor montaba a diario a cabal lo y l as señoras que casi no sal í an de los
salones , sie m pre iban e n coche de caballos .
Muy genovesa por su colocaci6n a l a vez que andaluza por su abundante deco¡•ación
de abultadas hojarascas , es la escalera del Pal acio de los M arqueses de M ontana ,
hoy propiedad de la fam i l i a Domecq en Jerez de la Frontera (figs . 7 y 8) . Con el esquema de
triple arco y dob l es rampas convergentes , est á colocada en el centro de la galería
del fondo del patio . De col u mnas toscanas dupli cadas y cuatripl i cadas , su rampa
cent ral se alza sobre un ingeni oso pasaje al j c. rdín , de b6veda absidal sobre pechi nas .
La riqueza y abundancia de bienes de J erez de la Frontera no pod í a encontrar mejor
exponente que este patio , y a de barroco tardío , en el que los mármoles rojos adquie
ren un aire lu joso que contrasta con esa cierta sobriedad propi a de l as escal eras
sevi l lanas , cuyo mejor ejemplo es la del Pal acio de San Tel mo (fig . 10) , anti guo Col egio de
M areantes , que en el siglo X I X pas6 a ser residencia de los duques de M ontpensier .
Aunque esta escalera fue trasladada de lugar dentro del edifi cio al convertirse éste
en residencia palatina , no se alter6 su estructura ni se cambi6 la b e l l a traza de l as
columnas toscanas de efecto muy lige ro , al tener sobre ell as J os dados o trozos de
entablamentos a la manera de Brune lleschi . Obra t a rdía de 1 7 7 5 , Jo m i s mo que l as de
Jerez de la Frontera , son muestra de la répl i c a barroca frente al neoc l as i cismo ya
domi nante entonces en M adri d .
Para acabar con e l capítulo d e l as escaleras i mperial es andaluzas nada mejor que
fin a l i zar con l as del Pal acio epi scopal de M álaga , edifi cio que se ulti mó bajo el obispo
Láz aro de Casti l l o , que ocup6 la sede de M á l aga desde 1 756 hasta 1 7 76 . Ubi cada
entre patios y j ardines , es a mi tad e c l es iástica y ci vi l . La complejidad de espacio
desarrol l ado aquí en extensi6n horizontal es si milar a la que la de los T er ceros de
Sevi l l a o la del Hospital de Mujeres en Cádi z presentan respecto a la vertical . La
uni6n entre esta escal era y l a que más modest a se abre a la otra p l ant a , tras haber
pasado el amplio rell ano al que desembarca cuando se l l ega a la planta nob l e , produce
un efecto de multipl i caci6n y amplificación espaci al muy feli z , pues constituye , lo
mi smo que sucede en l a pl anta b aj a , un desembarazado pasaje horizontal entre dos
partes fundamentales del edi fici o , sin i nterrumpir la circulaci6n verti cal . Las esca
l eras de M ál aga , muy l u minosas y bl ancas , con la gran sobriedad de su decoraci6n
post-barroca , resultan tradi cionales con su s barandi l l a s de hierro forjado , su cúpula
en la caja y su cubierta de carpintería en el pasaje horizontal . Su juego de columnas
de m ármol destacándose sobre l os muros enj aharrados o caleados es m u y de cl austro
al mismo t i e mpo que de palaci o . Quizás este ú l ti m o aspecto se deba s6Io a l a impor
tanci a concedida al vestíbulo , bien enm arcado por ligeras molduras y a pequeños
deta l l es como los farolones para su alumbrado nocturno .
BALEARES
E l capítulo de las escaleras i mperi ales del barroco español quedaría i nco mpl eto s i
n o s e estudiasen l as de l as I sl as Bal eares y l as de H i spano.améri c a , e n especial las
de México . En l as Baleares hacia 1 750 se oper6 un cambio fundamental en el tipo de
Ja escal era , que con anterioridad fue deudor del g6t i co t ardío catal án , en el cual , al
igual que en todo el Levante español , consi stía en tramos segment ales , sobre arcos
105
ANTONIO BONET CORREA
por tranquil adosados a los muros del patio . El nuevo tipo i ntroducido en Pal m a de
M a l lorca fue el i m perial en el que l a influencia m as que andaluza debió ser directa
mente de Génova , lo que se expli ca a tra.ves de l as relaciones com erci ales entre
ambos puertos . No debe tampoco excluirse l a provinci aliz ación o i nsul aridad del t i po
cortesano que de Madrid pasó a M al lorca y más tarde a la Barcelona del neocla"3i cismo .
En Pal ma los patios de l a- Casa Berga , casa Marqués de Vi vot o el Palac i o de So1 1 e -
rich , enriquecidos con sus escaleras i mperial es conservan todav{a un a i re renacen
tista , teñido aún de gotici smos . Con sus escal eras , que se abren en su arranque
bajo un gran arco rebajado y en lo alto forman un rellano con g alerfa de tres arcos
que a m anera de logi a da sobre e l patio , se dan los dos ti pos , el de u n arranque
di vergente o el de dos convergente s . De este último tipo es la escalera de la casa
Juan M arqu�s . Como señala Kubler , colocada al fondo de un estrecho zaguán ,
encuentra una solución i ngeniosa para al argar el pati o , creando un espacio abierto
en lo alto y de paso al patio del fondo debajo del tramo central2 5 • De efecto de vados
activos s i m i l ares a los genoveses , por otro l ado hay que considerar l a como l as
andalu z as como espacio i ntermedio entre el patio y la parte de vivienda de l a casa
que queda así aisl ada .
H ISPANOAME R I CA
106
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAI\JOLAS"
Pantaleón en Puebl a , por encontrarse en una ciudad en la cual , aparte del tipo claus
tral tradiciona l , do m i na el tipo de escalera catalano-l evantina , adosada al ai re libre
y a l os muros de esquina del pati o . Sin duda con este ejemplo que confi rma la regl a
de que la escalera i m peri al fue considerada , en México , uno de l os t i pos más vis tosos
además de la magnífica y ya c i tada escalera del Colegio de M i ne ría de Tolsa , habría
que estudiar l os de la época porfiriana y pri mera mitad del siglo X X , . como la de
m ármol negro del Palacio Nacional de Bel las Artes , de esti l o decorati vo neoazteca .
Para concluir habría que señalar que este tipo de escalera e n el siglo X I X alcanzó
con la Opera de París de Garni er , su m áx i m a expresión de m ajestuosi d ad . Símbolo
de una sociedad y una época , no son , como cree T albot Haml i n , una verdadera apli
cación d e los principios democráticos , pues al comun i c ar todas l as galerías superio
res con l a gran escalera hace que todos los espectadores estén consi derados como
una muchedumbre igual m ente a m ante del arte y l a belleza 2 8 La escalera de Garnier
•
es más bien un despl iegue fastuoso creado primero para l os cortejos del Emperador
Napoleón I I I y su brill ante cor t e ; después para l os fastos republi canos . Pensada
t anto para bajar como para subi r , es un lugar de fi est a , una s a l a de e spectáculo , un
t e atro dentro del teatro , como puede comprobarse en e l cuadro de E . Detail l e repre
sentando la inauguración en 1 8 7 5 . L a fachada i nterna , querida por Garnier , con sus
distintos pisos de balcones repl etos de asi stentes al acto , es t an i m portante como
los coraceros o soldados a l i neados a cada l ado del arranque de I"a escalera o el
cortejo m ismo 29 •
L a escalera de Garnier es toda una cul m inación del neobarroco del siglo XI X . Pero
el tipo de la escalera i mperial no se acabó con e ll a , s i no m ás bien tom6 nuevo renue
vo . En Franci a , en 1 8 7 2 , ya en estructura de hierro se hacen l as escal eras del gran
al macén Au Son Marché , s i n duda más a i mitación de las del fa moso Palacio de
107
ANTONIO BONET CORREA
COLOFON
Par<t final i zar seña l e mos que en el mundo anglosajón l as escal eras i mperia l e � , que
en el pasado , aparte de l as ovales de Robert Adam en Home H aus , no al can z aron l a
difusión d e las de Europa , sin e mbargo e n Norteamérica a fi ne!? del siglo X I X tendrán
dos ejemplos i m portantes , l as de 1 1 Audi torium 11 de Chicago ( 1 8 86-89) , de Loui s
H . Su lli van , d e arqui tectura anti ci padora y l as q u e fueron e n s u época consideradas
modélicas de la 1 1 Publ i c Library11 de Boston ( 1888) , de M e K i m , M ead y White .
Reali zada esta ú l t i m a en m ar mo l a ma r i l l o de Siena , es obra m aestra de la "Ame
ri can Renaissance 1 1 • Su signifi cado es d i stinto al de la de Sul l i van . E n l a de Boston
con pinturas mural es de i nt electu ali zadas al egorías de Puvis de Chavannes , eran
i ndudabl es que tenían que i nfluir de m anera histori cista hasta que en la arquitectura
contemporánea desaparecieron las escaleras , sustituí das p ar a la circul ación vertical
por l os ascensores , E n u n vestíbulo como el del 11 Rockefeller Center11 ( 1 93 1 - 1 940) en
Nueva York no se ve ni una sola . Las puertas de l os ascensores colocadas co mpacta mente
en el centro del hall , hacen aparecer o des aparecer l as gentes que entran y s a l e n de e l l as
c irculando sólo horizontal mente . P e ro el viejo te m a de l a escal era parece hoy volver
a tener vigenci a . En Loui s Kahn y e n otros arquitectos se vuelve a u n elemento que
m ás que por su funci6n pdtctica es todavía i ndispensable por l as nuevas signifi cacio
nes lúdi cas y vi suales que l e pueden dar . En España Antonio Fernández Alba ha sa
bido dar a l as escaleras para bloques de vi viendas una máxi m a ail·osidad y funciona
l idad empleando la vieja y t r adicional estructura adaptada sin violenci as ni exteriores
a l as necesidades actuales . De ah{ que sin duda el tipo i m peri al , t al como lo inven
t aron l os españoles en el siglo XVI después de haber culminado en el barroco europeo
Y al canzar su apoteosis en el eclecti cismo del siglo X I X , pueda tener aún nuevo
sentido y signifi caci6n , que supongan otras variantes de un elem ento arquitectóni co
que puede ser puesto , al igual que en el pasado , en pri mer pl ano y con todos los
honores .
108
INTRODUCCION A "LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"
NOTAS
2 . Richard Alewyn e n s u libro 1 1 L 1 Univers du baroque11 (Utrech , 1964, págs . 56 y 57) , seña l a la estrecha
relación entre escaleras palaciegas y fiesta barroca y l a i m portancia social que desempeñoban éstas en el
acto de l a l l egada de los invi tados , los cuales tenían que subirlas en medio de hil eras de l a cayos hasta
acceder al lugar en donde se encontraban los anfitriones para recibirles con la ceremonia de las salutaciones .
La fastuosidad visual se unía así a los ritos de cortesía y etiqueta de la c l ase a l ta .
3. Este trabajo figura en el volumen 11 Galezzo Alessi e l ' architettura del cinquecento1 1 , Génov a , 1 9 7 5 .
4 . L a s de Am mannati son las m á s desconocidas . Véase su l i bro 1 1 La Cittá11 , 11 Appunti per un trattato. A cura di
Mazzino Foss i " , Roma , 1 970 , pág . 100 , l á m . X X , X X VI I I , pág , 1 1 1 , l á m . X X X I I I .
S. El Padre Tosca , en su "Compendio Matemático" (tomo V, Valencia , 1 7 1 2 , Prop . I V , pág . 243) dice : "son
las escaleras partes muy principales de un edificio y por consiguiente debe poner el Arquitecto especial
cuidado en su disposición; porque si endo l o primero que dentro de la fábrica se ofrece a los ojos , sería
gran descrédito de l a obra , encontrasen éstos tan presto cosa que reprehende r11 • Esta idea es muy vieja y
podrían c itarse autores i t a l i anos , comenzando por la frase tan expresiva de Vasari 1 1 vogliono le scale i n
ogni s u a parte avere d e l magnifico atteso c h e molti veggono l e scal e e o n o i l rima mente d e l l a casa11 , Vasari ,
VIl , pág. 108 citado por W�lffl i n , 11 Renaissance et Baroque11 , édition Livre de poche , Parts , 1 96 1 , pág .
2 9 1 . En España el mismo concepto se encuentra en Simón García , 11Compendio de Architectura y S• metría
de los Templos" , Año de 1 68 1 , E dic . de Camón Azna r , Salamanca , 1 94 1 , págs . 1 06 - 1 0 7 , que dic e : " E n el
poner l as escaleras , se advierta de pone r l as en l a parte más aparente de l a casa que entrando se vea luego ,
y no se pondrá en parte escondida11 • Simón García describe precisamente las i m periales al decir que
11 hacense tambien estas Oas escaleras) vacías en el medio porque las gradas buelban estri vando en las pa
redes de los lados" .
Quien mejor resume el problema es D . Benito Bails , el cual en sus 1 1 E l e me ntos de Matemática" (tomo I X ,
parte 1 , 11que trata d e l a Arquitectura Civi l " , Madrid , 1 783 , págs . 7 0 y 73) despues d e dar l a opinión de
Palladio sobre e l lugar en que deben colocarse las escaleras d i c e : 11que en un edificio de algUna
consideración es muy conveniente sufra l a escalera una decoración hermos a , mediante la qual los que en
é l entrare n , formarán aventajado concepto de l a magnificencia del dueño que van a ver11 •
6 . Fray Lorenzo de San Nicolás , " Arte y uso de la Arquitectura" , Madrid, 1639 , 1 ª parte , cap . LX . Es de
observar que el fraile arquitecto conocía en Madrid escaleras de un solo t i r o , como l as de la Cárcel de l a
Corte o la del Palacio del Duque de Uceda , l a s cuales tienen re l l anos q u e les quitan l a monotonía al romper
su continuidad con quiebros que las hacen inás grandiosas .
7 . Sobre l a escaleromanía del Renacimiento véase A . Chastel . " Pa l l adio et l ' Escalier á double mouvement
invers e 1 1 , en 1 Bolletino dei Centro lnternazionale di Studi di Architettura Andrea Palladi o 1 , 11, 1 960 . - A .
Chastel . - 11 Palladio et 1 ' Escalier11 , en 1 Bolletino d e i Centro Internazionale di Studi di Architettura Andrea
Palladi o 1 , VI I , Parte 1 1 , Vicenza 1 96 5 . A propósito de las escaleras de los Uffici de Vasari , y de las espa
ñolas , Kaufman . - 11 L 1 Architecture au Siecle des Lumieres" , Paris 1 963 , pág . 253 .
8 . H . E . Wethey . - " Escaleras del Pri mer Renaci miento Español " , en • Archivo Español de Arte , t .· 37 ,
págs , 295-305 , Madrid 1964 .
9 . J . J . Martín Gonzá l ez . - " E l Alcazar de Madrid en el siglo X V I " (Nuevos Datos ) , en ' Archivo Español de
Art e ' , t . 35 , pág . S , Madrid 1 962 . Del mismo autor véase también 1 1 Nuevos datos sobre la construcción Gel
Alcazar de Toledo en Reus 11 • Arc h . Bibl . y Museos , 1960 .
1 0 . En el " Viaje de Cosme de Medicis por España y Portugal " , ( 1662) , hay una descripción de la escal era en
la que se señala que "é comuni a tutt ' e due cortili essendo che ciascheduna del le due logge si salgono alchuni
pochi scalini , quali conducono in un ripiano , nel mezzo del qua le stendendosi un branco di scale si torna a
ridividere in due , come a fatto di sotto, mettendo nelle logge di soppra de i suddetti corti l i 1 1 • Como señala
F. lñiguez Almech , en "Casas Reales y Jardi nes de Felipe 1 1 1 1 , Madrid 1 9 52 , pág . 6 7 , " nada del Palacio
1 - e merece una descripción tan acabada" .
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ANTONIO BONET COREA
1 2 . Vid . Nota 1 .
1 3 . A . Ponz . - Viaje de Españ a , t . i Carta II I , Madrid 1 7 8 5 , Ed . Agui Jar Madrid 1947 , pág . 60-6 1 .
1 4 . Según F . lñíguez Al mech ( 1 1 Las trazas de E l Escoria l " , pág. 54) , l a escalera i m perial es una "escalera
volada , de tramos s i métricos respecto de su e j e , como las cabezas , alas y garras de las águilas i m peria
les , que prestan su nombre a: las escaleras d e l tipo11 • Texto muy i m portante para determinar que las esca
leras i m periales en Europa estaban consideradas como españolas es el de Vicenzo Scamozzi , el cual en su
libro 1 1 De ll ' idea della Architettura Universale11 , parte pri ma , libro terzo ( Ven.ecia , 1 6 1 5) pág . 2 50 , al descu
brir e l género de palacio 1 1 a d uso de principali Signori di Spagna" señala l a i m portancia de las escaleras
principales a l a vez que las describe s i ntéticamente con su " loro ingressi da Portici , e salgono a l di
sopra i n duoi rami di onesta a mpiezza , e facili al salire11 •
1 5 . Serlio, en el Libro VII , c a p . 65 (Vid . E d . Venecia 1 6 1 9 , págs . 164- 1 6 S ) , . . en parte no traducida por Vil la l
pando , da unas escal i natas exteriores en forma de T c o m o las i m periales . Se trata de una escalera para
vencer los terraplenes de una casa colocada e n un terreno en cuesta . En el interior del edificio hay tres
escaleras en total , una l a principal de caracol y dos "hurtadas" de planta cuadrada .
16 . J . J . Martín González . - " Nuevos datos sobre la constr:ICción del Alcazar de Toledo" en ' Revista de Archi
vos , Bibliotecas y Museos ' , t . L X VI I I , 1960 .
18 . C E.dice Atlántico, fol . 220 , verso a . Vid . Leonardo da Vinci , vol . 1 lnsti tuto Geográfico de Agostini Novara ,
1956 , pág. 250.
2 0 . M . Buttigli , " D iscrizzione del ' aparato falto per onorare l a prime . . . entrata in P a r m a d e l l a Serma
Principessa Margherita di Toscana , Duchessa di Parma" . Parma , 1 92 9 . Para e l estudio del arquitecto
véase el artículo de Bruno Adorni , 1 1 Si mone Moschino Scultore ed architetto11 e n ' Controspazio' , Año V
n!! 2 , 1973 , págs . 74 , 96 , y el libro del mismo autor " L' Architettura farnesiana a Parma , 1545-1630" .
Parma 1975 .
2 1 . En la " Architetture e Prospettive da Giuseppe Gall i Bibiena" , 1 740 , figuran escaleras i mperiales . Como
l as Cárceles de Piranesi ( 1 76 1 ) fueron estos grabados fUJpdamentales en l a difusión de las escaleras i mpe
riales durante el siglo X VI I I , tanto en e l barroco como después e n el neoc l asici s m o . Véase e l catálogo
" Drawings b y the Bibiena F a m i l y11 , The Phi l adelphia Museum of Art , 1968 .
2 2 . El Padre Rieger, jesuita que enseñó arquitectura y matemáticas en Españ a , menciona las escaleras de
Aranjuez como modélicas . Tras el elogio de las escaleras del palacio de Caserta , a propÓsito del tipo de
su tipo dice: "Del adorno de las partes interiores , como puertas , escapos murales , escaleras , etc . debe
observarse lo primero que la escalera principal de un Palacio no se hace desde el primer suelo hasta lo
más alto del techo , s i no es hasta el primer alto , o cuarto principal , porque no todas las personas suben
por e l l a . El vestíbulo o zaguán de l a escalera se hace majestuos o , y se procurará adornarlo . Cuando todo
un cuerpo del Edificio se ha de separar en dos habitacione.s distirytas , una v . g . a mano derecha , y otra a l a
i zq . , se e mpezará el l e r t i r o de grados e n medio del zaguán e n l a frente opuesta a l a puerta , y desde el
l�r descanso se harán dos subidas , una a l a derecha, y otra a l a i zq . para comunicarse con las dos divisio
nes , y entre una y otra serie de grados se erigirá una galería para pasar a ambos lados . Esta galería se
sustentará bien con ternos , sin estatuas , o con e l l as , con10 l e pide l a buena s i m etría . La escalera princi
pal del Real Palacio de Aranjuez es un singular exemplo de este género" . El mismo autor opinaba que " los
caracoles sólo se hacen para subida privada de uri alto a otro11 , ·P . Christiano Riege r , " El e mentos de toda
la Arquitectura Civil " , Madrid , 1 763 , pág¡;; . 264-2 6 5 .
2 3 . O . Schubert . - " E l barroco en España" , M a d r i d , s . a . , pág . 230. Parece confundir l a escalera principal
del convento de San Francisco con la de los Terceros de la que hablamos a continuaci ó n .
24. Según Barrero Baquerizo , " Historia de Antequera11 , t . I I , c a p , X XX I , al hablar de los " i nsignes varones
dotados del cielo en diferentes facultades que no escribieron, hijos y naturales de Antequera11 , el maestro
de obras Pablo Burgueño "hizo en Sevilla el c laustro de los Reverendos Terceros y la nombrada escalera
de aquel l a casa , pues parece propia de Jacob" . ¿ Fue Burgueño nada más que ejecutante de las ideas o
1 10
INTRODUCCION A"LAS ESCALERAS IMPERIALES ESPAÑOLAS"
trazas de Fray Manuel Ramos , fraile este último del que no conbcemos ni nguna otra obra mientras que de
Burgueñcf s e conserva en Antequera la magnífica Torre de la Colegiata de San Sebastián? Para la noticia
c i tada más arriba véase el capítulo de Muñoz Rojas en el l ibro de J. M . Fernández , " Iglesias de Antequera" ,
Antequera 1 9 7 1 , pág . 7 .
2 5 . G . Kubler . - " Arquitectura de los siglos X VI I y X VI I I " , Madrid 1957 , pág . 340 .
2 6 . D . Angulo lñiguez . - " H istoria del Arte H ispanoamericano" , Barcelona 1 95 0 , t . 11 , pág . 544 .
2 7 . X . Moysen . - "Una pintura de la Real y Pontifica Universidad de México" en 1 Anales del Instituto de Investi
gaciones Estéticas ' , nQ 36 , México 1 96 7 , pág . 39 .
2 8 , Talbot Haml i n , " Arquitectura , un arte para todos " , Barcelona 1 948 .
2 9 . M . Steinhauser . - " Di e Architektur der Pariser Oper11 , Munich 19G9 , págs . 120- 133 . Según Garnie r , en su
escrito sobre el proyecto "1 ' escalier fera alors pour ainsi di re office de mu.r de facyade et les étages de lo
loges représenteront les étages d ' une maison11 • Dice también que " s i le grand escalier central est un
endroit somptueux et mouvemente , si l ' ordonnance décorative est é l égante , si l ' animation qui régne sur les
enmarchements est un espectacle intéressant et varié i l y aura avantage a ce que chacun en profite . . . A
chaque étage les spectateurs accoudés aux balcons garnissent les murs et les rendent pour ainsi dire
vivants • . . Enfin e n d i s posant des étoffes ou draperies tombantes , des girandoles , des lustres , puis des
marbres et des fleurs , de l a couleur partout , on fera de tout cet ensemble une composition somptueuse et
bril lante qui rappel lera en nature . . . Vérones e . Les figures seront animées et souriantes , la l u m i ere est
incell era , les toilettes resplandi ront , tout aura un a ir de fe te et de plaisir11 • Es de notar su penetración al
comparar su efecto a l a pintura de Veronés que s i e m pre coloca escalinatas y balaustradas con personajes
acodados y mi rones en sus enormes y fastuosos l ienzos . Otra idea penetrante de Garnier es· la de que la
escalera daría a la totalidad del interior 11de l ' air , de l a perspective11 •
3 0 . Fueron destruidas en 1 9 7 3 ,
111