Fantasmas Del Sueño

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Fantasmas del sueño.

Roberto Vázquez.

Personajes:
EL PANTERA: 17 años.
EL MUERTO: 12 años.
MIRIAM: 16 años.
SOMBRAS, DOCTORA, TRABAJADORA SOCIAL, BEATAS, POLICÍAS, etc. Los demás
personajes pueden ser interpretados por uno o más actores o actrices.

La obra está planeada para representarse en espacios abiertos o cerrados, en el caso de la calle cada
espacio dará la ambientación necesaria para la obra. Se sugiere que se busquen aquellos lugares
como lotes baldíos, basurales, etc., donde las paredes se encuentren grafiteadas.

Época actual.

La acción se desarrolla en el interior de una coladera del Metro de la ciudad de México, algún lote
baldío o casa abandonada. Sea el sitio que sea, éste ha sido adaptado para vivir en él. Paredes altas
de color grisácco. En la pared del fondo se ven varios grafitis. Entre ellos hay una inscripción a
manera de epitafio: "7 de marzo de 1994, descansen en paz Mimí, Saúl, Vanesa, Daiila, Erika y
Carlos. No los olvidamos". Arriba a la derecha del espacio se localiza una escalera metálica que
comunica con el exterior. En la pared izquierda hay un altar improvisado: una veladora, unas flores
marchitas y un póster viejo de la virgen de Guadalupe. Arriba a la izquierda se encuentra un closet
improvisado con varias cajas de madera para fruta, en ellos vemos algunas prendas de vestir, frascos
que contienen algún perfume barato, desodorante, un envase de refresco a medio terminar, una
cuerda para brincar, una muñeca y una vieja grabadora. Sobre la pared de la derecha hay unos
posters de Bruce Lee, Jean Claude Vandame o algún otro "héroe" del cine estadounidense; quizá uno
de algún cantante como Ricky Martin, Chayanne o Luis Miguel. Abajo a la derecha un viejo sillón de
dos plazas. Sobre el resto del escenario varias latas de pegamento para PVC, de cerveza vacías y
hojas de periódico. Luego de la tercera llamada, mientras se abre el telón, se escucha el sonido de
sirenas de ambulancia, de patrulla y de bomberos. Con telón abierto vemos el escenario iluminado
colores rojos que parpadean insistentemente. Se trata de un incendio. Centro arriba: sentado sobre el
suelo está el Pantera, un joven de complexión delgada y apariencia madura, inhala con una estopa
pegada a la nariz, ríe a carcajadas. Sus risas se mezclan con los sonidos de las sirenas y las voces de
dos personajes que con máscaras ejecutan una danza; en los brazos portan dos pequeños bultos que
simbolizan dos niños recién nacidos, envueltos en sábanas blancas que arrastran hasta el suelo.
Otras voces en off hacen coro a las voces en el interior de la escena.
SOMBRA 1: ¡Auxilio!
SOMBRA 2: ¡Que se mueran, malditos escuincles!
SOMBRA 1: ¡Ayúdenos!
SOMBRA 2: ¡Que se quemen! ¡Son basura!
SOMBRA: ¡Que alguien nos saque de aquí!
SOMBRA 2: ¡Échale más gasolina!
SOMBRA 1: ¡Nos están quemando!
SOMBRA 2: Se me acabaron los cerillos.
SOMBRA 1: ¡El humo me ahoga!
SOMBRA 2: ¡Cierren esta coladera!
SOMBRA 1: ¡Virgencita, ayúdanos!
SOMBRA 2: ¡No se pierde nada!
SOMBRA 1: ¡Uno de ellos ya tenía SIDA!
SOMBRA 2: ¡Me quemo!
SOMBRA 1: ¡Ensuciaban el paisaje!
SOMBRA 2: ¡Me muero!
SOMBRA 1: ¡Cierra la coladera y vámonos!
SOMBRA 2: ¡Mamá!
SOMBRA 1: ¡Mamá...!
SOMBRA 2: ¡Mamacitaaaaa!...

Las sombras salen. La luz cambia de intensidad creando un ambiente de penumbras.

PANTERA: (Grita.) ¡Mamá! (Solloza. Se levanta tambaleante. Va a donde está el altar y de un soplido
apaga la veladora. Se recuesta sobre el sillón y dormita por algunos instantes).

En la parte alta de la escalera se escucha el ruido de una tapadera metálica que se abre e
inmediatamente entra una luz intensa que ilumina por segundos la escena. Por la escalera aparece el
Muerto, es un joven extremadamente delgado, pelado a rape, pálido y con grandes ojeras, al igual
que el Pantera, su ropa está sucia y desgarrada. El Muerto es portador del VIH, aunque aún no
manifiesta los síntomas del SIDA. Trae una cortada en la ceja derecha que sangra impidiéndole por
momentos la visibilidad. Se limpia la sangre con el dorso de la mano y luego la restriega sobre su
ropa.

MUERTO: ¡Pantera! ¡Ya amaneció!, ¡ya párate güey!


PANTERA: (Despierta, se despereza.) ¿Qué horas son?
MUERTO: No sé, como las seis o siete de la madrugada.
PANTERA: ¿Ya salió el sol?
MUERTO: Nel. (Observando el lugar:) ¡Qué puercos! ¡Hay que darle una limpiadita a nuestro hogar!
PANTERA: (Irónico.) ¡Hogar, dulce hogar!
MUERTO: ¡En serio! ¡Está bien pinche culebra! Así ni dan ganas de hacer nada. PANTERA: Hay que
limpiar.
MUERTO: Pues ahora que lleguen los demás.
PANTERA: (Por la herida.) ¿Quién te madreó, güey?
MUERTO: No me toques, te voy a contagiar.
PANTERA: No mames, pinche Muerto, no me afecta si te toco. Necesitaríamos echarnos un palo. Y
no soy puto. (Ríe.) ¿Quién te puso en tu madre?
MUERTO: Un tira. El culero no me dio chance de dormir en una banca de la central camionera.
PANTERA: Ay, Muerto, cuántas veces te he dicho que ya no le bajes para allá. Esos pinches perreros
son unos ojetes. Cada vez se ponen más culeros. (Le da un pedazo de papel.) Límpiate. (Pausa.)
Préndete la gabacha, güey.

El Muerto lo hace. Suena una canción en la grabadora. Es "Clandestino" de Manu Chao.

MUERTO: T'a chida esa rola. (Canta.) "...me dicen el clandestino, por no llevar papel..." (Toma del
suelo un pedazo de estopa, lo huele.) ¿Y ora? Empezaste muy temprano, ¿no? ¿Es la mañanera? (Ríe).
PANTERA: Nel... Esas monas son las de anoche, son de toda la banda. Se meten el activo y no juntan
sus chingaderas.
MUERTO: Si andas bien chido. (Ríe).
PANTERA: Estoy crudo. Es la de anoche... volví a alucinar bien grueso. Otra vez soñé con esos
morritos. (Señala los nombres escritos en la pared.) Me traen bien juido. (Patea un bote de pegamento.
Se sienta en el sillón).
MUERTO: Ya no te claves, pinche Pantera. Tú eres el mayor... si no quién nos va a hacer el paro
cuando vengan de nuevo los hijos de la chingada.
PANTERA: (Se para frente al póster de Bruce Lee. Hace algunos movimientos de pelea.) Déjalos que
vengan y ya verás cómo les va. Me late que fueron esos ojetes los que quemaron a los morritos.
(Acaricia los nombres escritos en la pared). MUERTO: No fue tu culpa... (Saca un envase de refresco
que contiene solvente para limpiar vidrios. De uno de sus bolsillos saca varias servilletas de papel con
las que hace varias bolitas que moja con el líquido y las va poniendo en otra botella que tapa cada vez
que mete una. Así continúa hasta llenar la botella).
PANTERA: (Se mesa los cabellos.) Les dije que me aguantaran en la coladera, que iba a talonear un
rato para la cena, que no me tardaba... esperaban a que les trajera el pan y un poco de leche. Me tardé
porque me apañó un poli en el Metro... cuando regresé, vi el humo que salía por la reja... el resto de la
banda trataba de apagarlos...
MUERTO: (Inhala una servilleta mojada en el solvente. Absorto.) Seis cabulillas que no regresarán...
PANTERA: Móchate con una mona, no seas gacho.
MUERTO: (Como autómata le ofrece la botella con las bolas de papel.) Salía un chingo de humo...
PANTERA: (Inhala.) Esos pinches gritos no me dejan dormir... son como fantasmas que aparecen
todas las noches... todas las noches en mis sueños…

Entran dos siluetas, portan máscaras, ambas representan a los padres de los niños. La luz se hace
más intensa.

PADRE 1: ¿No te parece que es muy temprano para andar de vicioso?


PADRE 2: A falta de pan... ¿no?
PADRE 1: ¿Qué haces acostado tan tarde? ¡Levántate a talonear! ¡Necesito una caguama!
PANTERA: ¡Pues cómpresela usted!
PADRE 1: ¡Cómo te atreves a hablarle así a tu padre!
PANTERA: (Grita.) ¡Usted no es mi padre!
PADRE 1: (Cariñoso.) Ven... no te enojes conmigo... (Acaricia al Pantera.) ¿no te había dicho que
tienes la piel muy suave?
PANTERA: (Forcejea.) ¡Suélteme! iLe voy a decir a mi mamá!
PADRE 2: (Lo somete.) Si tú le cuentas... yo puedo decirle a dónde te vas todas las tardes... ¿Crees
que no te he visto?
PANTERA: (Temeroso.) ¿Yo?
PADRE 1: No creo que le guste nadita a tu madre saber que vendes droga...
PADRE 2: Se va a morir de la angustia...
PADRE 1. Y tú no quieres ser un mal hijo...
PADRE 2: (Cariñoso.) Ven... siéntate en mis piernas... présrame tu mano... ven... siénteme...

En el momento en que el Pantera va a tocarlo, el Muerto suelta una carcajada. La luz vuelve a la
penumbra y las siluetas desaparecen.

MUERTO: (Ríe.) Triste Pantera, no alucines, ya te dije que tú no tuviste la culpa.

Por las escaleras baja Miriam, es una joven de 16 años aunque aparenta más. Trae la cara
amoratada, solloza.

MIRIAM: (Se mira las manos. Absorta.) ¿Faltará mucho para que salga el sol?
PANTERA: Espero que no.

Se escucha una música lejana que puede ser un vals. Miriam baila.

MIRIAM: Espero que llegue el día...


MUERTO: (A Miriam.) Ayer no te vi para nada, Miriam,¿fuiste a comer con la jefa? MIRIAM:
(Absorta. Mira sus manos.) No complete los ocho varos.
PANTERA: Ella te fía, ya sabes que no hay pena.
MIRIAM: No tenía hambre.
MUERTO: (Ofrece una bola de papel a Miriam.) ¿Quieres?
MIRIAM: (No escuchó esto último. Toma una hoja de periódico y limpia sus manos con ella. Va el
mueble de huacales y toma un espejo, se mira en él. De una caja de galletas extrae un lápiz labial y
con él pinta sus labios y mejillas.) Hoy voy a ir al
refugio...
PANTERA: Tienes plan?
MIRIAM: El mismo de siempre.
MUERTO: ¿Te volvió a pegar?
MIRIAM: (Apenada.) Ya no me duele.
MUERTO: Tú que te dejas...
MIRIAM: Dame tantito, Muerto, no he desayunado.

El Muerto le da la servilleta. Ella inhala. Entra una de las siluetas caracterizada de policía.

POLICÍA: (Se acerca a Miriam. Le acaricia el pelo.) Hoy te ves muy linda....
MIRIAM: ¿Ya no me vas a pegar?
POLICÍA: Eso depende...
MIRIAM. ¿De qué?
POLICÍA: De cómo te portes... (La toma por los brazos con fuerza).
MIRIAM: ¡Me lastimas!
POLICÍA: Te voy a pagar... no lo vas a hacer de a grapa...
MIRIAM: Me vas a pagar?... (Tímida.) ¿Cuánto?
POLICÍA: Pues... según lo que sepas hacer... (Le acaricia una mejilla).
MIRIAM: Siempre me haces lo que tú quieres.
POLICÍA: Tú dirás...
MIRIAM: (Dubitativa.) Dame cincuenta pesos...
POLICÍA: Cincuenta pesos? (Sonríe. Irónico.) ¿Tú crees que los vales?
MIRIAM: Tengo hambre...
POLICÍA: Te voy dar diez varos y una botella de activo...con eso te quitas el hambre...
MIRIAM: (Tímida toma el dinero y la botella.) Está bien... pero no me lastimes...

El policía la toma de las muñecas, la va a besar, le da una bofetada. Miriam cae al suelo. Él se lleva
las manos al cierre del pantalón.

POLICÍA: No te va a doler...
MIRIAM: (Grita.) ¡No! ¡Ya no me pegues!

El policía desaparece. El Muerto sacude por los hombros a Miriam. Ella vuelve a la realidad.

MUERTO: ¿Más fantasmas?


MIRIAM: ¡Ya no quiero que me lastime!
PANTERA: (Muestra una navaja, se la da a Miriam.) ¡Mátalo!
MIRIAM: (Toma la navaja, la observa, revisa con detenimiento sus manos, se ve en el espejo. Inhala
de la botella de solvente con desesperación, cae de rodillas al suelo, suspira. Absorta.) ¿Cuánto faltará
para que llegue abril? (Sale).

El Pantera pone algún casete en la grabadora. Es una música de rock pesado. Baila. El Muerto lo
observa y rie a carcajadas. Intenta imitarlo y cae en repetidas ocasiones. Saca de su bolsillo una
bolsa de globos y comienza a inflarlos y a regarlos por todo el escenario. La luz determina dos áreas
de la escena como si fueran pistas de un circo. Entra una marcha circense. En el haz de luz de la
derecha entra el Pantera, se coloca una adusta máscara de payaso triste. Saca de sus bolsillos tres
pelotas de tenis e intenta hacer algunas suertes de malabarismo. Las pelotas se le caen, se molesta, lo
intenta una vez más. Se escucha el sonido de algún claxon. El Pantera esquiva un auto imaginario
que cruza la escena. Camina de un lado a otro pidiendo alguna moneda a los transeúntes
imaginarios; a los autos que pasan por ese crucero. Algún conductor le da una moneda que el
Pantera observa con alegría, el Pantera da maromas por el escenario y caen sobre él los globos que
el Muerto infló. Se oscurece el área de luz del Pantera y se ilumina el área opuesta por donde entra el
Muerto con el torso desnudo. Se coloca en la cabeza su camiseta a manera de turbante. Sobre el
suelo coloca una manta con vidrios rotos, los esparce. Hace la indicación al público de que el acto va
a empezar. Entra música de suspenso. Se acuesta sobre los vidrios, gime, se retuerce del dolor; se
levanta y con la espalda y las manos llenas de sangre pide alguna moneda. La escena se congela.
Pausa. La luz vuelve a la penumbra del principio. El Pantera cuenta el dinero que ganó en el día. El
Muerto limpia la sangre de su cuerpo.

PANTERA: Pues no me puedo quejar, me fue más o menos.


MUERTO: Todavía no me sale bien este truco.
PANTERA: Y eso que algunos nada más se te quedan viendo con cara de lástima.
MUERTO: Hoy me corté más machín que otras veces.
PANTERA: Limpia zapatos o canta en el Metro. Ya te dije que limpies parabrisas, así no hay pedo.
MUERTO: No me puedo mover muy rápido, ¿qué tal si me atropellan?
PANTERA: Pues ya estará de Dios, ¿no?
MUERTO: Pues sí... total.
PANTERA: (Intenta tocar las heridas de la espalda del Muerto.) ¿Te duele?
MUERTO: Tantito, pero ahorita se me quita. (Moja un pedazo de su playera en el solvente. Va a
inhalarlo, se arrepiente, luego inhala directamente de la botella). PANTERA: (Ríe.) Triste Muerto, no
mames, te va a llevar la chingada. (El Muerto no escuchó esto último).
PANTERA: Ya hace hambre. Voy con la jefa por algo para tramar, ¿quieres? (El Muerto mira
fijamente al Pantera y suelta una carcajada).
PANTERA: Luego retorno. (Sale).

Entran dos siluetas. Una de ellas usa traje sastre de color oscuro, representa una trabajadora social,
trae un palo en la mano. La otra lleva una bata blanca, es una doctora, trae una cuerda en la mano.
Ambas portan máscaras con gestos grotescos que reflejan violencia. Caminan alrededor del Muerto
como si lo examinaran.

TRABAJADORA SOCIAL: Me parece que éste es un buen ejemplar...


DOCTORA: Aunque muy flaco...
TRABAJADORA SOCIAL: Podríamos alimentarlo...
DOCTORA: ¿Qué?, ¿está loca?
TRABAJADORA SOCIAL: Quizá sólo un poco, nada más para que se le quite el hambre...
DOCTORA: ¿Cómo sabe que tiene hambre?
TRABAJADORA SOCIAL: Por sus huesos...
DOCTORA: Todos tenemos huesos.
TRABAJADORA SOCIAL: Pero no se nos notan tanto.
DOCTORA: Mira, muchachito callejero... en este lugar te vamos a ayudar a que dejes de andar de
vaguito...
TRABAJADORA SOCIAL: Dejarás las drogas para siempre.
DOCTORA: Vivirás eternamente.
TRABAJADORA SOCIAL: Y si te portas mal... (Saca una cuerda).
DOCTORA: O intentas escapar... (Comienza a amarrar los pies del Muerto).
TRABAJADORA SOCIAL: No nos quedará otra que corregirte.
DOCTORA: Meteremos tu cuerpo en un agujero dentro de la tierra.
TRABAJADORA SOCIAL: Donde sólo asome tu cabeza.
DOCTORA: Donde orinemos sobre ella. (Lo hace).
TRABAJADORA SOCIAL: Porque tú bien sabes que eres malo.
DOCTORA: Les fallaste a tus padres.
TRABAJADORA SOCIAL: Hiciste llorar a tu mamá.
DOCTORA: Y la madre es lo más sagrado que tenemos.
TRABAJADORA SOCIAL: ¡Eres malo!
DOCTORA: Repite conmigo... isoy malo!

El Muerto no dice nada, sólo las observa con miedo.

TRABAJADORA SOCIAL: (Lo golpea con un palo.) ¿No escuchas? ¡Repite! ¡Soy malo!
MUERTO: (Temeroso.) Soy... malo...
DOCTORA: ¡No merezco vivir! (Pausa.) ¡Repite!
MUERTO: No... merezco... vivir...
TRABAJADORA SOCIAL: (Lo vuelve a golpear) ¡Estoy muerto!
MUERTO: Soy... un muerto...
DOCTORA: ¡Soy basura!
TRABAJADORA SOCIAL: ¡Soy basura!
DOCTORA: ¡Nunca debí haber nacido!
TRABAJADORA SOCIAL: ¡Soy un desecho de la naturaleza!
DOCTORA: ¡Soy la escoria de esta sociedad!
MUERTO: ¡Cállense!, idéjenme!, iya no me peguen!, ino se orinen en mí! ¡Ya me voy a portar bien!
(Pausa. Solloza).

Las siluetas en una actitud de complicidad extraen de entre sus ropas un certificado de análisis
médicos en el que con letras exageradas se lee VIH POSITIVO. Se lo entregan al Muerto en una
actitud solemne, como quien premia a un concursante que ha ganado el primer lugar de alguna
competencia.

DOCTORA: (Al Muerto.) iToma! Perdona pero había que hacerte unos análisis clínicos...
TRABAJADORA SOCIAL: Tú sabes, hay que estar seguros en todo...
DOCTORA: Ya no se puede confiar en nadie...
TRABAJADORA SOCIAL: Cuando dormías tomamos sólo un poquito de tu sangre...
DOCTORA: Nada de importancia si tomas en cuenta que está con-ta-mi-na-da...
TRABAJADORA SOCIAL: Y... bueno... pues queremos que sepas... que...
AMBAS: ¡Eres portador del Virus de Inmunodeficiencia Humana! (Ambas ríen).
MUERTO: (Sin entender.) ¿Qué?
TRABAJADORA SOCIAL: Que eres seropositivo.
DOCTORA: Bueno, que en un tiempo más tendrás SIDA.
MUERTO: ¿SIDA?
TRABAJADORA SOCIAL: Que te vas a morir, pues.

Las siluetas bailan contentas.

TRABAJADORA SOCIAL: (Suspira.) iMe encanta servir a los demás!


DOCTORA: ¡A mí también! (Ríen a carcajadas. Salen).

El Muerto llora como un cachorro que ha sido abandonado por su madre. Ve el papel de los análisis
clínicos. En un arranque de coraje lo hace pedazos.

MUERTO: (Grita.) ¡Mamá, mamá! ¿Dónde estás? ¡Mamacita!

Su voz retumba en las paredes de la coladera. Se desamarra los pies. Toma una botella con solvente e
inhala de ella. Entra corriendo Miriam.

MIRIAM: (Asustada.) ¿Qué te pasa, Muerto?, ¿por qué gritas? (Lo toma entre sus brazos, recostado
sobre el suelo).
MUERTO: (Toca el pelo de Miriam.) Tengo SIDA... manita...me voy a morir...
MIRIAM: No digas eso, Muerto... todos nos vamos a morir alguna vez...
MUERTO: Quiero regresar a mi casa antes de que se meta el sol otra vez... quiero ver a mi mamá...
MIRIAM: ¿No fue ella la que te corrió la primera vez?
MUERTO: Hoy no hay luna, verdad?
MIRIAM: Todavía no sale.
MUERTO: (Tiembla.) ¡No me quiero morir!, ino quiero regresar a la granja!, iya no quiero que me
peguen!
MIRIAM: (Mira al vacío.) Pronto va a amanecer...
MUERTO: ¡Ya no quiero dormir!
MIRIAM: (Acaricia la cabeza al Muerto.) Llegará el día...
MUERTO: ¡Ya no quiero soñar!
MIRIAM: Yo tampoco... (Suspira.) yo tampoco...
Miriam va hacia los huacales y saca una muñeca, la toma entre sus brazos, gira con ella y la eleva
hacia el cielo, habla con ella. El Muerto permanece tirado en el suelo, al pie del altar. Ve bailar a
Miriam, ríe.

MIRIAM: (A su muñeca.) iChiquilla!, dime, ¿qué trajiste hoy para mí? Una sonrisa? ¡Házme reír
como ayer! Hoy no fuiste a la escuela y me tienes muy molesta, te voy a tener que castigar. Bueno,
nada más tantito. ¿Querías ir al circo? (Fingiendo enojo.) ¡No habrá más payasos para ti! ¡Olvídate de
las caras blancas! ¡No más narices rojas, ni grandes bocas! ¿Qué pasa?, ¿ya te pusiste triste? Mira al
Muerto cómo ríe, él nunca está triste, mira cómo se divierte. (Va por el Muerto y lo hace bailar. El
Muerto baila torpe. Tropieza. Cae.) iMuerto no te caigas!, mi nena quiere verte sonreír. (El Muerto
sufre un ataque de tos. Miriam lo ayuda a recobrarse. Sigue hablando a su muñeca.) El Muerto es
malo, mi nena, quiere irse y dejarnos solos en este lugar tan feo. (Pega a su muñeca junto a su pecho.
Tararea algún arrullo).

El Muerto sigue el ritmo del arrullo. Trastabilla y саe. Ambos bailan de una forma bizarra, ríen,
tararean. El baile es interrumpido por un ataque de tos que tira al Muerto al suelo. Miriam juega al
avión en un dibujo imaginario sobre el suelo. El Muerto tose recostado. Entra el Pantera. Trae unas
botellas con refresco, dos bolsas que contienen comida y una pelota de hule desinflada.

PANTERA: (Avienta la pelota al Muerto.) ¡Toma, Muerto! ¡Ya llegué, cábulas! ¡Aquí está su padre!
(Al Muerto.) ¡Aliviánate, cabrón!

Va por dos huacales, los vacía y los pone al centro de la escena a manera de mesa. Los cubre con
hojas de periódicos.

PANTERA: ¡Órale!, siéntense, ya llegó el refín. (Pone las bolsas sobre los huacales.) ¡A tramar!
¡Éntrenle!
MIRIAM: (Camina hacia la mesa. Toma un pedazo de pan. Lo come. Mira absorta al vacío.) Ya es de
noche...
PANTERA: (Come.) Creo que sí...
MIRIAM: (Al Pantera.) ¿No sabes si ya salió el sol?
PANTERA: No. ¿No vas a comer, Muerto?
MUERTO: Nel, no tengo hambre.
PANTERA: Traga, güey, te va a llevar la chingada.
MUERTO: Sí... (Τοse).
MIRIAM: Ya nadie viene a dormir como antes. ¿Dónde están los demás?
PANTERA: Al Munra lo apañó la ley afuera del Metro. Dicen que andaba taloneando a la ruca de los
periódicos.
MIRIAM: ¿Y la Araceli?
PANTERA: Se la llevó uno de los perreros. Los vieron meterse al hotel que está atrás de la Central
Camionera.
MIRIAM: ¿Y los demás? Ya hace un chingo que no los veo.
MUERTO: (Se incorpora y patea torpe la pelota.) Desde que se quemó la coladera no volvieron a
caerle para acá.

Súbitamente Miriam comienza a sentir náuseas, se levanta, va al fondo del escenario, vomita.

PANTERA: ¿Qué tienes, manita?


MIRIAM: Me dio asco... no me cayó bien la comida. (Se lleva las manos al vientre. Se acaricia).

El Muerto con la muñeca en sus manos tararea algún arrullo, baila, ríe. Miriam lo ve y corre a
sentarse al sillón, esconde la cara entre sus manos. El Pantera se sienta junto a ella, le acaricia el
cabello.

PANTERA: No hay pena, Miriam... no hay pena...


MIRIAM: (Ve al Pantera, le acaricia la mejilla.) Pantera, ¿falta mucho para que amanezca?

Pausa.

MUERTO: (Juega con la pelota.) Mañana... cuando sea de día... voy a buscar a mi mamá... y le voy a
decir que me lleve a la escuela...
PANTERA: Mañana hay que salir a talonear...
MUERTO: Quiero aprender a leer...
PANTERA: Hay que cambiar de cruceros...
MUERTO: Quiero aprender a escribir...
PANTERA: Mientras disfrutemos de la noche...
MIRIAM: ¡Ya no quiero dormir!
MUERTO: ¡Yo no quiero soñar!
PANTERA: (Saca de atrás del sillón una botella con solvente y un cigarro de marihuana.) Mientras
sale el sol... ¡lléguenle! (Les da la botella con solvente. Enciende el cigarro, fuma).

Miriam y el Muerto inhalan alternándose la botella. La luz cambia de intensidad. La atmósfera de


penumbras es apoyada por una música que acompasa los torpes movimientos de los tres personajes
que en las sombras parecen fantasmas, caminan como si flotaran en el aire. La música que puede
empezar lenta irá en aumento hasta convertirse en un rock pesado, estridente y agresivo. Entran dos
siluetas, la primera trae una pañoleta amarrada a la cabeza y un delantal; es una madre. La otra usa
anteojos y trae una regla, es una maestra.

MADRE: ¡Ay, maestra!, ¿tan mal está?


MAESTRA: Sí, señora. Yo ya le dije, mejor sáquelo de la escuela.
MADRE: Dele otra oportunidad.
MAESTRA: ¡Métalo a trabajar!
MADRE: Pero si él trabaja y estudia.
MAESTRA: Pues por eso no rinde.
MADRE: Su padre nos abandonó cuando…
MAESTRA: (Interrumpe sarcástica.) Cuando él era sólo un niño...
MADRE: Su padre era un borracho...
MAESTRA: Un vividor que les pegaba...
MADRE: Es que no tenía trabajo...
MAESTRA: Tampoco estudios...
MADRE: Se fue de mojado...
MAESTRA: Y se ahogó en el río...
MADRE: Lo agarró la migra...
MAESTRA: Se fue con otra...
MADRE: Me abandonó...
MAESTRA: La abandonó... (Señala al Pantera.) iy éste se jodió! (Sale).
MADRE: ¡Se jodió! (Sale).
PANTERA: ¡Me jodí!
MUERTO: ¡Se jodió!
MIRIAM: ¿Faltará mucho para que salga el sol?

Miriam arrulla a su muñeca. El Muerto juega con la pelota. El Pantera fuma mientras contempla el
humo del cigarro. El Muerto va a las cajas de madera y toma una hoja de papel y un lápiz de color, se
lo da a Miriam.

MUERTO: (Habla y camina con dificultad.) Miriam... ¿me dibujas una serpiente? Yo... no sé cómo
son... Una vez vi una en una tele que estaba en una mueblería. ¿Son malas?
MIRIAM: (Toma la hoja de papel y la pega en la pared del fondo de la escena. Dibuja una serpiente
sobre ella, mientras habla.) Mira... son flacas... así, como tú... (Los tres ríen.) y cuando caminan se les
ven los huesos... como a ti...
MUERTO: Y cómo caminan?
MIRIAM: No caminan, se escurren por el suelo... sigilosas...
PANTERA: Se arrastran...
MIRIAM: Hipócritas esperan a su víctima... y cuando la encuentran...
PANTERA: (Salta sobre el Muerto.) ¡Te muerden!

El Muerto se asusta. Todos ríen mientras juegan a que son serpientes. Luego de un rato de juego.

MUERTO: Miriam... ¿cuántos años tengo?


MIRIAM: No sé…
PANTERA: ¿Para qué quieres saber cuántos años tienes? Es mejor saber cuántos años te quedan...
MUERTO: ¡Quiero una fiesta de cumpleaños!
MIRIAM: (Entra al juego.) ¿Con pastel? (Entra una música alegre).

Miriam va por un pedazo de pan del que sobró de la comida.

MUERTO: ¡Y velitas de las que nunca se apagan! ¡Diez, once, las que sean!

Miriam va por la veladora que se encuentra sobre el altar y la coloca sobre un pedazo de pan que
está sobre la "mesa".

MIRIAM: ¡Y gorritos!

El Muerto y Miriam hacen unos gorros de papel con hojas de periódico.

MUERTO: ¡Y gelatinas, con tamales y atole!

El Pantera los mira y sonríe.

MIRIAM: ¡Y un payaso! (Se coloca una nariz roja y habla imitando la voz de los payasos.)
¡Amiguitos! ¡Muy buenas tardes! ¡Hoy vamos a celebrar el cumpleaños número...! ¡Número...!
Bueno, eso no importa. ¡De nuestro amiguito...! De nuestro amiguito que se llama... este... (Al
Muerto.) ¿cómo te llamas, amiguito?
MUERTO: (Sonriente.) Ya se me olvidó.
MIRIAM: ¡Ah, qué caray! Nuestro amiguito no se acuerda cómo se llama, pero...
PANTERA: (Interrumpe.) Señor payaso, señor payaso...
MIRIAM: ¿Qué quieres, niño?
PANTERA: El niño del no-cumpleaños no tiene nombre.
MIRIAM: iPronto! ¡Eso no puede ser! ¡Necesitamos que tenga un nombre! Si no ¿cómo lo vamos a
llamar? ¡Un nombre! ¡No podemos celebrar el no-cumpleaños del niño sin nombre! iUn nombre!,
isólo un nombre! ¡A ver amiguitos!, ivamos a bautizar a este chamaquito!
PANTERA: Qué tal... ¡José!
MIRIAM ¡Jesús!
MUERTO: IDaniel!
PANTERA: ¡Bernardino!
MIRIAM: Francisco!
MUERTO: Román!
PANTERA: ¡Luis!
MIRIAM: ¡Jorge!
MUERTO: ¡Omar!
PANTERA: ¡Ángel!
MIRIAM: ¡Carlos!
MUERTO: ¡Miguel!
PANTERA: ¡El Enano!
MIRIAM: ¡El Mota!
MUERTO: ¡El Maromero!
PANTERA: ¡El Corre!
MIRIAM: ¡El Muerto!

Un ataque de tos del Muerto interrumpe el juego, corre al fondo de la escena y vomita.

MUERTO: (Habla con mucha dificultad, sonríe. A Miriam). Señor... payaso... discúlpeme... pero...
mis papás no pudieron venir...
PANTERA: ¿Quiénes son tus papás?
MUERTO: No sé... pero debo ser hijo de alguien... si no, ¿cómo es que estoy aquí?

Pausa.

PANTERA: Ahorita retorno, ya es tarde... (Sale).


MUERTO: (A Miriam.) Me voy a jetear un rato, me siento muy cansado. Me despiertas cuando llegue
el Pantera. ¿Y los demás, no han llegado?
MIRIAM: Ya vendrán...
El Muerto toma de entre las cajas de madera una sábana vieja y sucia, se la coloca sobre el cuerpo y
sale. La escena queda en silencio. Miriam se toca el vientre, luego saca un alambre de abajo del
sillón. Camina hacia el fondo de la escena, toma una botella de solvente, inhala con desesperación.
Se esconde detrás de los huacales. Sólo se percibe su silueta en las penumbras. Se levanta la falda e
introduce el alambre entre sus piernas, gime de dolor, grita, llora.

MIRIAM: (Habla con dificultad, inhala con fuerza.) No es mala onda... si quisiera podrías nacer...
pero ya viste la casa que te espera... no tengo dónde recibirte... no hay cobijas, ni leche, ni un juguete
para que dejes de llorar... Es mejor que te salgas ahora, ahora que no sabes gritar... ahora que no sabes
llorar, que no sabes vivir... porque lo mío no es vida... y no quiero que vengas cuando sientas qué es la
vida, qué es la muerte... No quiero que llegues cuando te des cuenta que no hay padre, ni madre... ni
día... ni sol. ¡Vete ahora que es tiempo! ¡Vete ahora que aún es de noche! ¡Ahora que no sabes lo que
es tener frío, ni sed, ni hambre! Ahora que aún puedes dormir... y soñar.

Tambaleante se recarga sobre el mueble de cajas de madera, trae las manos y las piernas llenas de
sangre. Entran dos siluetas vestidas en color negro y rebozo a la cabeza, son dos beatas. Hablan
entre sí a manera de chisme.

BEATA 1: Dice que la violaron.


BEATA 2: Eso le pasa por andar de caliente.
BEATA 1: ¡De puta!
BEATA 2: Pero bien que le gusta.
BEATA 1: Dicen que fue un policía.
BEATA 2: Si le pagaba, que no se haga.
BEATA 1: Pues ella, que no se cuida.
BEATA 2: Antes está viva, la mensa.
BEATA 1: Mire que con un alambre.
BEATA 2: Ha de haber andado bien pacheca.
BEATA 1: Hasta su madre.
BEATA 2: ¿Pero a quién se le ocurre?
BEATA 1: Sólo a ella. (Señala a Miriam).
BEATA 2: Sólo a ella.

Van hacia Miriam y la ayudan a caminar. Antes de salir Miriam se detiene y busca su muñeca, la
encuentra, la abraza.

MIRIAM: (A su muñeca.) No tengas miedo. Puedes dormir... sueña... sueña... (Salen).


Entra el Muerto, se recuesta en el sillón. Intenta pararse pero no lo logra, tose. Se ve muy
demacrado. Entra Miriam, camina con dificultad.

MUERTO: ¿Cómo sigues?


MIRIAM: Mejor. Dos mujeres me llevaron al dispensario de la basílica, allí me curaron.
MUERTO: ¿Y tu hijo?

Se acerca cariñosa al Muerto, lo abraza.

MIRIAM: Tú eres mi único hijo. Bueno, como si lo fueras...


MUERTO: (Sonríe.) Mira. (Se levanta la playera y muestra a Miriam su cuerpo, que ahora tiene varias
manchas de color marrón rojizo. Miriam no sabe qué decir) Me volví a hacer del baño sobre mi ropa,
ya no me puedo mover... la diarrea no se detiene... Miriam... me está cargando la chingada. iPásame el
activo!
MIRIAM: Ya no, Muerto... iya párale!
MUERTO: (Se incorpora con dificultad.) Tengo mucho calor. (Se quita la playera.) iMiriam, dibújame
un borrego! (Grita.) iDiles a los lobos que se callen!, idiles que no aúllen! ¿No oyes la risa de las
hienas? ¡Cállalas, cállalas!, ¡diles que se vayan!, ¡diles que me dejen! Quiero ser un niño, sólo un
niño. ¡Que me dejen!

Se lleva las manos al pecho, respira con agitación.

MUERTO: ¡Miriam! ¡Trágate la vida como ella te está tragando a ti! (Muere).
MIRIAM: ¡Pinche, Muerto, tú ya la hiciste! (Sale).

Entra un personaje con mandil y la cabeza cubierta con un trapo que le cubre la cara. Se para junto
al Muerto, de espaldas al público. El Muerto se incorpora como si
despertara de un sueño.

MUERTO: ¡Sólo quiero ser un niño! ¡Déjenme!


MAMÁ MUERTE: (Voltea a ver al Muerto.) ¿Qué tiene, mi bebito?
MUERTO: (Agitado.) ¡Ya no quiero más noches, ya no quiero soñar!
MAMÁ MUERTE: (Cariñosa.) ¿Por qué, mi angelito?
MUERTO: Tengo pesadillas.
MAMÁ MUERTE: ¿Y qué soñaba, mi precioso?
MUERTO: Soñé... que estaba vivo...
MAMÁ MUERTE: Sólo fue un sueño...
MUERTO: Ya me cansé... ya me cansé de vivir…

La mamá Muerte se descubre la cabeza dejando ver su rostro. Trae una máscara de calavera.

MAMÁ MUERTE: No tenga miedo, mi pequeñito, aquí está su mamita para cuidarlo; yo te enseñaré a
vivir... (Salen).

Entra el Pantera y detrás de él entra un policía. El Pantera se detiene en el centro de la escena,


jadea, respira con dificultad. Esconde una mano detrás, en su espalda. El policía saca el tolete y con
él acosa al Pantera.

POLICÍA: ¿Te sientes muy chingón, no? (Le da un golpe con el tolete en la cabeza.) ¡Pues ahora sí,
putito, vas a sentir la verga! (Lo golpea en la cara. El Pantera cae al suelo.) ¿Dónde está lo que le
robaste a la ruca en la central? ¿Crees que no te vi? (El Pantera no contesta.) ¡No te hagas pendejo!
(Lo golpea en repetidas ocasiones.) ¡Te estoy hablando! ¡Te estoy hablando, contesta!
PANTERA: (Con dificultad.) No... me robé... nada. Neta... (Con miedo. Muestra la mano que
escondía, trae una flor.) Es... para mi...
POLICÍA: (Lo patea con coraje.) ¡No seas mamón! (Le arrebata la flor. Irónico.) ¿Así que el pendejito
está enamorado? Un regalo para tu noviecita santa, (Ríe.) ¿y cómo se llama la susodicha?
PANTERA: ¡No te importa!
POLICÍA: ¿No me importa? (Lo golpea.) iPendejete! ¿Cómo se llama tu noviecita?
PANTERA: Se llama... Miriam... y no es mi novia, es mi…
POLICÍA: ¿Cómo dijiste que se llama?
PANTERA: Miriam…
POLICÍA: (Saca su pistola y la coloca debajo de la barbilla del Pantera.) ¿Yo cuándo te he rayado tus
cuadernos? (Lo golpea en la cara con la pistola.) ¿Cuándo? ¡Hijo de puta! (Nuevo golpe.) ¡Esa
nalguita es mía y de nadie más! ¿Me oíste? (Otro golpe. Pausa.) ¡Quítate la ropa!
PANTERA: (Asustado.) ¿Qué?
POLICÍA: (Quitándole la playera.) ¿No oíste? ¡Quítate la ropa!

El Pantera se quita el resto de la ropa hasta quedar en calzoncillos. Su cuerpo está lleno de
moretones, cicatrices y un tatuaje sobre el pecho. El policía saca unas cuerdas con las que amarra al
Pantera. Lo ata de las muñecas a la pared del fondo con los brazos en forma de cruz y con una
navaja hace una cortada en el costado izquierdo del cuerpo del Pantera. Ésta sangra.
POLICÍA: (Apuntando con la pistola al cuerpo del Pantera.) Despídete, cabrón, ya te cargó la
chingada.
PANTERA: (Grita con desesperación.) ¡Qué este pinche mundo se vaya a la mierda!

El policía dispara en repetidas ocasiones sobre el cuerpo del Pantera que se retuerce a cada disparo.
El policía se acerca al Pantera, apunta a la cabeza y dispara una vez más. Ríe, sale. Pausa. Entra
Miriam con una mochila, trae puesto un suéter. Recoge la ropa que se encuentra en las cajas de
madera y algunos otros utensilios personales que va guardando en su mochila. Prende la veladora y
la coloca en el altar. Se va a persignar, se arrepiente.

MIRIAM: (Va a salir. Encuentra la flor que está tirada en el suelo, la levanta, la huele; se limpia una
lágrima. Habla a la flor.) Pantera... nada se movió cuando tú te fuiste... nadie dijo nada... tus amigos te
lloramos y... nadie nos oyó. (Con coraje.) ¿Dónde estaba Dios cuando tú pediste ayuda? (Al cartel de
la virgen.) ¿Dónde estaba ella cuando tú sangrabas?.. Te fuiste... y nadie dijo nada... nadie se movió...
nadie se enteró... nadie más te lloró. Nosotros los que no tenemos rostro, los que no tenemos voz... te
extrañamos. Adiós... Pantera... (Da un beso a la flor y la deposita con ternura sobre el suelo. Observa
detenidamente el lugar con nostalgia, suspira, sale).

Un silencio. Entran cuatro actores con medias máscaras que representan niños sonrientes. Corren y
juegan. Observan con asombro el interior de la coladera.

NIÑO 1: ¡Miren, qué chido!


NIÑO 2: ¡Un lugar para vivir!
NIÑO 3: ¡Hoy sí vamos a dormir calientitos!
NIÑO 4: ¡Hoy sí vamos a soñar!

Se escucha una música lejana. Uno de ellos saca una botella de solvente. Los demás esperan su turno
con la mano extendida con un pedazo de trapo, esperando a que sea humedecido. Una vez que han
mojado su trapo en el solvente, inhalan. La figura del Pantera se ilumina tenuemente. Los niños
voltean hacia el fondo de la escena, algunos se arrodillan. Como en un murmullo, como en un rezo
apenas inteligible, musitan.

NIÑOS: (Ad libitum) Déjenme ser un niño... Me apañaron por feo... Por flaco... Por mugroso...
Quiero dibujar dragones... Una chupadita por veinte varos... Y que no te lleven al anexo... Amárrate la
buchaca cuando te apañen... No te paniquees y podrás casarte de blanco... Me quedan mis ojos... Mis
pies... Mi hambre... Vamos a jugar... A volar... A dormir... A soñar...
Las voces se continúan escuchando como en un incesante coro lejano. La escena se congela. La
música sube de intensidad hasta que se va haciendo lentamente el oscuro.
Telón.

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