Manuel No Es Superman: Paula Bombara Irene Singer
Manuel No Es Superman: Paula Bombara Irene Singer
Manuel No Es Superman: Paula Bombara Irene Singer
no es Superman
Paula Bombara
Irene Singer
Presidente
Alberto Fernández
Vicepresidenta
Cristina Fernández de Kirchner
Jefe de Gabinete de Ministros
Santiago Cafiero
Ministro de Educación
Nicolás Trotta
Unidad de Gabinete de Asesores
Matías Novoa Haidar
Fragmento de un poema
de Gastón Gonçalves a Ana Granada
1
¿Tu papá y tu mamá saben quiénes son? Manuel sí.
Aho- ra sabe. No ahora ahora. Hace un tiempo que sabe.
Pero no lo supo siempre. Yo tampoco lo supe siempre.
Me enteré hace poco de la historia de Manuel. Me la
contó mi amiga Martina. Y te la quiero contar porque...
me sigue sonando adentro la voz de Martina. No sé bien
por qué. Durante 19 años Manuel Gonçalves estaba
seguro de que era Claudio. Claudio Novoa. Y una tarde le
contaron que no, que no era Claudio Novoa, que era
Manuel Gonçalves. Así nomás.
Paf.
Y se tuvo que hacer el documento otra vez. Y le
pregun- taron con cuál nombre se quería quedar. ¿Raro
eso, no? Yo, entre Claudio y Manuel, también hubiera
elegido Manuel.
Me gusta el nombre Manuel.
2
A Martina también le gusta. Y mientras me seguía
con- tando yo pensaba en la historia de Superman.
3
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M.
Pero su mamá lo envolvió en unas mantas
para salvarlo. Y lo escondió en un
placard, lleno de almohadas. Hizo
eso mien- tras militares y policías
lanzaban granadas y gases tóxicos
adentro de la
casa de San Nicolás donde estaban escondidos
con unos amigos. Valiente, la mamá. Ana se
llamaba.
Cuando los que tenían armas entraron en la
casa ni pensaron si los de adentro eran
valientes: los mataron a todos y chau.
A Ana la mató uno que se llama Carlos.
Esto pasó en 1976. Noviembre, creo. El día no
me lo acuerdo porque estaba mirando la cara de
Martina mientras me contaba. Hace una
sonrisa como de costado que me gusta y... no me
acuerdo el día. La cosa es que Manuel quedó
adentro del placard. Y cuando los policías
dejaron de disparar lo escucharon. Lo
escucharon
porque lloraba. Lloraba un montón.
Parece de película. Un placard todo
hecho pelota, no se ve nada por el
humo y el sonido de un llanto de
bebé.
Lo buscaron, lo encontraron,
vieron que estaba medio sin
res- pirar y lo llevaron al
hospital.
6
Ahí los médicos lo
curaron y, cuando
qui- sieron llevarlo
con el resto de los
bebés, los
policías les dijeron que no, que ese bebé tenía que estar
solo. Solo con dos policías en la puerta. Como si estuviera
preso. Cinco meses, tenía.
Más de cien días lo tuvieron así.
Cuando escuché esto se me estrujó la panza. Mamá
dice que de los cinco a los nueve meses los bebés
cambian un montón, aprenden millones de cosas. Cosas
que después nos olvidamos pero que en algún lugar del
cerebro están. Saber eso es lo que me estruja la panza.
Saber que a Manuel se le quedó adentro todo ese tiempo
solo.
Lo usaron de carnada. Martina dijo esa palabra: carna-
da. Yo pregunté, no sabía lo que era. Es lo que se pone en
el anzuelo de las cañas de pescar. Para atrapar peces.
Querían atrapar a los que fueran a preguntar por el bebé.
Yo creí que así habían atrapado al papá de Manuel.
Por- que Manuel tampoco tiene papá. Pero no. Martina
me dijo que no fue así. Gastón se llamaba el papá.
Me gustan los nombres Ana y Gastón.
Al papá lo habían atrapado antes, cuando Manuel toda-
vía no había nacido.
Eso fue en una ciudad que se llama Escobar y está al
norte de la provincia de Buenos Aires. Creo. No soy muy
bueno en geografía. No importa. Lo secuestró otro policía,
uno que se llama Luis Abelardo. Lo secuestró y jamás
dijo adónde lo llevó. Lo desapareció. Y tardaron como
veinte años en encontrar los huesos. Estaban en una
tumba sin nombre del cementerio de Escobar.
7
Lo secuestró en 1976, justito el 24 de marzo. Esa fecha
es fácil acordársela porque no hay escuela ese día. Es el
Día
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de la Memoria. Y en la casa de Manuel todos se acuerdan
mucho de Gastón y de Ana. Y van a la marcha. Yo quiero ir
a la marcha que viene. Quiero ir con Martina.
Estuvo muy mal lo que les hicieron. Yo por un
momento pensé que Ana y Gastón habían sido
supervillanos o espías o algo así, como se ve en las
películas. Pero no. Eran perso- nas de verdad, parecidas a
tus abuelos, que seguro no están de acuerdo con todo lo
que dice el gobierno que hay ahora. Mi papá me dijo que lo
que era distinto era justamente eso, el gobierno.
Era una dictadura.
Hicieron pedazos la democracia dijo mi papá. Y em-
pezaron a agarrar o a matar a todos los que no pensaban
como ellos. Y listo. Ya está. Al que no le guste, ¡pum!
A Ana y a Gastón no les gustó.
A mucha gente no le gustó.
Si yo hubiera sido grande en esa época, no me hubiera
gustado tampoco.
Mi papá también me dijo que lo ponía contento que
habláramos de la dictadura así, sin vueltas. Porque los
militares no tuvieron vueltas a la hora de disparar y des-
aparecer gente, así que nosotros no tenemos por qué dar
vueltas para hablar con la verdad.
Mi papá y mi mamá saben quiénes son.
Se ve que a los grandes hablar de la dictadura los pone
mal. A mí no. Me da cosa que haya pasado pero bueno,
qué se yo. Tampoco me da miedo, porque los que hicieron
eso tienen que estar presos.
Eso está bueno. Que los metan presos.
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Después de los cuatro meses solo en el hospital, un
juez dio la orden de que dieran ese bebé robado para que
lo adoptaran los Novoa en otra ciudad. Y los tuvo
vigilados mucho tiempo. No averiguó ni un poquito
adónde estaba la familia de Manuel. Se sacó el tema de
encima y el bebé fue a parar a Quilmes, donde los Novoa
lo adoptaron.
Manuel quiere a sus papás adoptivos. Elena y Luis se
llamaban. Ellos le pusieron Claudio. Claudio Novoa. Y le
di- jeron desde un principio que era adoptado.
Mientras Manuel crecía siendo Claudio, su abuela
Matilde lo estaba buscando como loca. Matilde era una de las
Abuelas de Plaza de Mayo. Y no paró de buscarlo ni un
minuto.
Porque en San Nicolás, que es donde mataron a la
mamá, todos sabían que al bebé lo habían llevado al
hospital. Lo que no sabían era que estaba con los Novoa
en Quilmes.
Martina me dijo que Manuel creció sin saber nada
nada nada de todo esto.
Hasta que un día, un señor que se llama Alejandro
gol- peó la puerta de su casa y le contó. Era un
científico que identifica huesos, del equipo que colabora
con las Abuelas de Plaza de Mayo. Alejandro y otras
personas del equipo además ayudaban a Matilde a
encontrar a su familia. Te- nían juntados un montón de
datos sobre
el bebé robado en San Nicolás, sobre lo
que había hecho el juez, sobre la familia
que lo había adoptado y bueno, con
9
todo eso Alejandro agarró y se fue a la
casa donde vivían Manuel y su
mamá adoptiva.
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Martina me dijo que Manuel va a hacer que la Justicia
los condene a todos, que está trabajando en eso todos los
días.
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Superman no existe, Manuel sí; es una persona de ver-
dad. Aunque le hayan inventado una parte de la vida, lo
que le pasó le pasó de verdad... Espero que Martina no
piense que soy un tonto.
Mucho me gusta.
Paula Bombara
Es bioquímica y escritora. Fue ganadora,
entre otros, del premio El Barco de
Vapor por Una casa de secretos. Además de
escri- bir cuentos y novelas para
niños y
jóvenes, se ha dedicado a la comunicación de las ciencias,
como creadora y directora de la colección ¿Querés saber?, de
la editorial Eudeba. Entre sus obras más populares se
encuentran: El mar y la serpiente, La chica pájaro y Lo que
guarda un caracol.
Irene Singer
Es artista plástica, ilustradora y autora
integral. Sus ilustraciones se han publi-
cado en editoriales de Argentina, Puerto
Rico, España, Brasil, Guatemala, Chile,
Italia y Estados Unidos. Su obra fue incluida en White
Ravens y en varias ediciones de la Bienal de Bratislava.
Entre sus títulos publicados se encuentran La decisión de
Teodoro y Espejismos.