Caso Practico-Ladrillos

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UNIVERSIDAD MODULA ABIERTA

CENTRO REGIONAL DE SANTA ANA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

TEMA:
CASO PRACTICO.

MATERIA:
ADMINISTRACIÓN FINANCIERA 1

GRUPO:
“I”

DOCENTE:
LICDO. ELMER ELENILSON LÓPEZ PÉREZ

PRESENTADO POR:
RAMOS ESPINOZA, JULIA GUADALUPE

FECHA DE ENTREGA:
27 DE JULIO DE 2022
LADRILLOS S.A.

En el 2001 al Sr. Costa se le presentó la oportunidad de comprar una pequeña

fábrica de ladrillos situada en los suburbios de San Salvador. El Sr. Costa siempre

había deseado administrar un negocio propio, a pesar de ser un vendedor de

máquinas de escribir con bastante éxito. Por lo tanto, decidió solicitarle a un viejo

amigo, el Sr. Sorto, que estaba familiarizado con la industria del ladrillo, que lo

acompañara con el objeto de que vieran juntos qué perspectivas presentaba el

negocio.

El propietario de la fábrica en venta les informó que la ciudad en donde estaba

situada la planta y el pueblo vecino, de población doble, constituían el mercado del

ladrillo que producía. Además, este mechado era abastecido por dos fábricas

locales y dos ubicadas en el pueblo vecino.

Arango e Hijos, el principal productor de ladrillos en el pueblo vecino, empleaba 15

personas y tenía una capacidad de producción de 800,000 ladrillos por mes. Era

reconocida como una firma sólida y conservadora. Su propietario y gerente, el Sr.

Arango, estaba orgulloso del control que tenía en su planta. Se sabía que su sistema

de contabilidad de costos era excelente.

Construcción S.A. la más pequeña de las dos fábricas del pueblo vecino, producía

120,000 ladrillos por mes. Durante sus diez años de vida, Construcción S.A. había

crecido lentamente. Tenía sólo tres empleados. Lucas Ltda., la principal compañía

de las dos firmas locales, empleaba 13 personas y producía 720,000 ladrillos por
mes. Ladrillos S.A., la fábrica ofrecida al Sr. Costa, tenía una capacidad de

producción de 100,000 ladrillos por mes y empleaba cuatro personas.

Después que los señores Costa y Sorto visitaron la fábrica, se les informó que la

compañía estaba creciendo regularmente y que el Sr. Rubio, su propietario,

deseaba venderla, debido a su intención de retirarse de toda actividad comercial.

Dado los productos de las cuatro compañías eran idénticos, la única forma de

diferenciar el producto era por medio de entregas puntuales y servicio al cliente. Los

precios variaban solamente de acuerdo con la cantidad comprada. Por esos años,

el precio era de $65 por 1000 ladrillos. Se había establecido, entre los cuatro

fabricantes del área, la costumbre de fijar los mismos precios que fijaban Arango e

Hijos, debido a la precisión de su información de costos.

Como el Sr. Sorto se mostraba bastante interesado en la oferta, finalmente él y el

Sr. Costa decidieron comprar la fábrica. En los meses siguientes, el Sr. Sorto

efectuó muchos cambios en la planta y mejoró el proceso productivo. El Sr. Costa

actuaba como gerente general, y decidió dedicarse especialmente a las funciones

de mercadeo del negocio.

A principios del 2003, los señores Sorto y Costa comenzaron a preocuparse por el

bajo margen de utilidades del negocio, aunque las actividades se habían

desarrollado fácilmente. Durante este lapso, los costos de la mano de obra y

materias primas habían subido bruscamente, y ellos creían que ya debía

aumentarse el precio del ladrillo. Sin embargo, en una reunión con los propietarios

de Construcción S.A. se acordó esperar a que uno de los grandes productores,

Arango e Hijos o Lucas Ltda., aumentara los precios. Si uno de ellos elevaba el
precio, lo más probable era que la otra compañía también subiría el precio del

ladrillo. Respecto a las entregas, las cuatro compañías parecían estar operando en

forma eficiente, entregando el producto de acuerdo con los plazos establecidos. Se

sabía que ninguna de las compañías podía ofrecer plazos de entrega más cortos.

Todas las compañías estaban trabajando a un 60% o 70% de capacidad.

El 6 de mayo del 2003, el Sr. Costa se encontraba fuera de la ciudad en función de

su trabajo como vendedor de máquinas de escribir, cuando recibió una visita

sorpresiva del Sr. Sorto, quien parecía estar sumamente molesto. Según el Sr.

Sorto, Ladrillos S.A. estaba enfrentando una situación bastante difícil y una decisión

debía ser tomada de inmediato. A principios de mayo, Arango e Hijos había

anunciado un aumento en los precios del ladrillo a $85 por mil, alza que se haría

efectiva a partir del 10 de mayo. El Sr. Sorto inmediatamente anunció que los

precios de Ladrillos S.A. subirían también a $85 por mil y que esta alza se haría

efectiva en la misma fecha del alza de Arango e Hijos. El 5 de mayo, Lucas Ltda.

anunció que sus precios bajarían a $65 a partir de ese día. El Sr. Sorto se puso en

contacto telefónico con el Sr. Arango, quien le informó que tenía la intención de

proseguir con el alza previamente anunciada ya que, con los actuales precios, su

compañía no estaba recibiendo utilidades. Además, el Sr. Arango le informó al Sr.

Sorto que, de acuerdo con su información de contabilidad de costos, Lucas pediría

probablemente $3.8 por cada mil ladrillos vendidos, aun cuando trabajase a plena

capacidad. El Sr. Arango terminó la conversación telefónica, indicando que “todo lo

que debían hacer era esperar. Pronto habría una fábrica de ladrillos menos con qué

competir”.
El Sr. Sorto calculaba que, si la compañía reducía sus precios al mismo nivel de

Lucas, perdería $2.8 por cada mil ladrillos, trabajando a plena capacidad; y que

podría seguir funcionando en estas condiciones durante dos meses, dad la actual

capacidad financiera de la compañía. El Sr. Sorto pensaba que si Lucas perdía la

misma cantidad de dinero que Ladrillos Ltda. en cada mil ladrillos vendidos, Lucas

sólo podría operar en estas condiciones por seis semanas máximo.

El Sr. Sorto pensaba que Ladrillo S.A. debía bajar sus precios; pero el Sr. Costa

opinaba que antes de tomar la decisión final debían dedicar las próximas 24 horas

a analizar las diferencias que existían y a reunir la información necesaria, con el fin

de seleccionar la mejor posibilidad. Ambos estaban de acuerdo en que, dada la

capacidad existente de la planta y sus gastos generales, si bajaban los precios

perderían menos dinero que si cerraban la fábrica.

Preguntas a Resolver

1. Identifique 2 problemas financieros del caso.

1. No se revisó el estado de resultado para conocer cuáles eran las utilidades

verdaderas antes de considerar la compra, debían informarse bien a que se

debía la venta de la fábrica.

2. No se logró una buena contabilidad de costos para calcular los precios

adecuados
2. Plantee al menos 4 recomendaciones que usted como administrador

financiero, ve al problema del caso

1. primeramente contratar personal calificado para hacer proyecciones a largo plazo

en cuanto a costos y beneficios de la fábrica.

2. Dedicarse al 100% al proyecto sin omitir cada detalle.

3. planificar, hacer presupuestos en la medida de lo posible certeros para que las

posibles ganancias no se vuelvan perdidas.

4. capacitar al personal y contratar más para aumentar la producción

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