ENZIMAS QUE ACTUAN EN LOS CERDOS.
En los cerdos el proceso de degradación de los alimentos comienza por la boca donde Se utiliza
para triturar y masticar los alimentos y, a su vez mezclarlos con la saliva, dentro de ella se
encuentra la lengua y los dientes (Morge, 2005). La boca alberga igualmente órganos de defensa
contra los procesos microbianos. Estos son los tejidos linfoides o amígdalas, situados en el velo del
paladar, las paredes laterales de la faringe y la base de la lengua (Slineshire, 2010). Hay tres
glándulas salivales principales, parótida, mandibular y sub, lingual (Figura 2). La cantidad de
mucosidad que se encuentra presente en la saliva está regulada por sequedad o humedad del
alimento (DeRouchey,2014).
Actividad digestiva de los animales La presencia de enzimas es amplia en todos los seres vivos, y se
conocen más de 3.000 enzimas localizados tanto en microorganismos como en seres complejos.
En el tracto digestivo de nuestros anima les, los enzimas se localizan libres en el contenido
digestivo (procedentes de secreciones endógenas), o asociadas a los microorganismos y la
superficie de la mucosa intestinal. La digestión es mayoritariamente un proceso enzimático, cuya
eficacia en la degradación del alimento depende básicamente de la disponibilidad del enzima
adecuado y del tiempo destinado al proceso digestivo. Entre los enzimas propios del animal,
destacan fundamentalmente las actividades amilasa, amiloglucosidasa, proteasa y lipasa; mientras
que los microorganismos del tracto digestivo proporcionan sistemas enzimáticos más complejos
capaces de hidrolizar hidratos de carbono de la pared vegetal, como son los B-glucanos,
arabinoxilanos, galactanos o galactomanano y pectinas. Con estas herramientas, lo rumiantes
presentan una mayor eficiencia digestiva que los monogástricos, fundamentalmente cuando
consideramos ingrediente con un elevado contenido en fibra.
En el cerdo, la digestibilidad de la energia, proteina y minerales es inferior al 90%, asociado a la
resistencia a la digestión de fracciones de la dieta como la fibra vegetal o el fósforolítico, y puede
ser variable con la edad de lo animales. Las cerdas adultas son capaces de digerir hasta un 18% de
la materia orgánica que no digieren los cerdos en crecimiento (dato asumido por el sistema danés
de valoración energética). Los lechones presentan en cambio una actividad digestiva más
comprometida por limitaciones enzimáticas y por los desequilibrios microbiano determinados por
la propia transición al alimento sólido. Durante este periodo de transición, la digestibilidad de la
materia orgánica de las raciones, que necesariamente también son de una mayor calidad y
contenido en ingredientes de origen lácteo, puede alcanzar valores inferiores al 75% . Entre los
componentes que pueden ver e comprometidos en su digestión podemos citar el almidón, lo que
justifica el interés de limitar su aporte en los animales más jóvenes, o utilizar procesos
tecnológicos de fabricación que favorezcan su gel atinización. La incorporación de enzimas que
complementen la actividad digestiva propia de los animales, se presenta como una alternativa
práctica que merece ser evaluada.
Efectos de los enzimas incorporados en la ración sobre el valor nutritivo del pienso La
incorporación de enzimas en el pienso tiene por objeto complementar el potencial digestivo del
animal e incrementar el valor nutritivo de los alimentos. En la actualidad disponemos de una
importante batería de enzimas comerciales procedentes, en su gran mayoría de hongos y en
algunos caso de bacterias. Algunos de e tos microorganismos han sido modificados genéticamente
para incrementar la expresión del enzima deseado. Entre estos enzimas destacan las
carbohidrolasas (amilasa, xilanasa, pectinasa, a-galactosidasa, celulasa, mananasa, etc.l, proteasas,
fi tasas, etc. Varios son los posibles mecanismos de acción que ejercen los enzimas en el tracto
digestivo:
1. Actuando sobre factores antinutritivos que condicionan O limitan la digestión de los nutrientes
de la ración. Este es el caso de los lu ca os y arabinoxilanos solubles de la cebada y el trigo que
ejercen una actividad aminutritiva en la aves.
2. Actuando sobre estructuras de la composición del alimento que bloquean el acceso de los
enzimas al sustrato. Es el caso de las estructuras fibrosa de la pared vegetal
(bloqueo físico) o el de la molécula de fitato (bloqueo químico), en su capacidad de bloquear
minerales como el p. Ca y Zn. 3. Hidrolizando polímeros que pueden llegar a resistir la digestión en
el intestino delgado como puede ser el almidón o proteínas, y liberando nutrientes para su
absorción, especialmente en los animales más jóvenes. 4. Condicionando el equilibrio de la
microbiota mediante su efecto sobre el perfil de sustratos que son fermentados (reduciendo el
sustrato o generando oligosacáridos) o mediante la modificación de las condiciones ambientales
de la digesta intestinal. La aplicación más destacada hasta el momento de los enzimas en la
alimentación animal se rea liza en las aves, mediante la incorporación de ~-g ucana as en la ración
que contiene cebada y avena, y xilanasas en la que contiene trigo y/o centeno_ Su utilización
permite incrementar los límites de incorporación de estos ingrediente y la retención de energía y
proteína por los animales, fundamentalmente por las mejoras en la digestibilidad de la grasa. La
actividad de estos enzimas permite hidrolizar parcialmente los poli acáridos ramificados y reducir
la viscosidad digestiva que compromete la ingestión y digestión de las aves. Por el contrario, el
impacto productivo de los enzimas sobre el ganado porcino es menor, y en algunos ensayos
experimentales se cuestiona la existencia de mejoras significativas.
Las diferentes respuestas entre las aves y el ganado porcino se justifican fundamentalmente por
diferencias en la fisiología digestiva:
• El tiempo de retención de la digesta es menor en las aves.
• El contenido en agua de la digesta es también menor en las aves, y la viscosidad digestiva se
incrementa exponencialmente con la concentración en polisacáridos no amiláceos viscosos
(Danicke el al, 1999).
• La participación microbiana en la digestión de las aves es menor, siendo menor también su
capacidad para compensar descensos en la digestión. Como consecuencia, la digestibilidad de la
ración es menor y está más comprometida en las aves que en el cerdo.
La información recogida en los ensayos experimentales con el porcino presenta una menor
consistencia. A los motivos citados anteriormente, se añade la dificultad de evidenciar diferencias
en ayos que disponen de un número reducido de animales, y expuestos a una apreciable
variabilidad. Con frecuencia las mejoras en la digestibilidad de los nutrientes son limitadas,
mientras que son mucho más evidentes las mejoras en la ganancia de peso de los animales,
asociadas a incrementos en el consumo de pienso, factores que inciden en el coste de producción
(Cuadro 11).
Más evidentes son las mejoras observadas tras la incorporación de fitasa sobre la digestibilidad y
retención del fósforo de origen vegetal. Su incorporación en el pienso permite reducir los aportes
necesarios de fósforo de ori gen mineral, así cama la excreción de fósforo en las heces. En
consecuencia, la incorporación de fitasa tiene un impacto medioambiental, si bien existen también
ensayos experimentales en los que se han descrito mejoras significativas en la producción y en la
digestibilidad de algunos aminoácidos esenciales (Figura 3). Enzimas y bienestar intestinal En los
últimos años se han incremenatado notablemente los estudios que confirman una relación
estrecha enlre las características de composición del pienso consumido y el bienestar intestinal
(Plusel al. , 1998). Infecciones experimental es realizadas en Australia, sugieren que el contenido
de la ración e n polisacáridos fácilmente fermentables (PNA solubles, almidón resistente), reduce
el valor energético del pienso y puede innuir en la incidencia de Colibacilosis y Disentería. La
inclusión de enzimas que hidrolizan estos sustratos, permite reducir la viscosidad y promover
mejoras productivas. Sin embargo, los mismos autores no confirman la capacidad de los mismos
para reducir e l riesgo de sufrir Disentería Porcina o Colibacilosis tras una infección experimental
(Du rmic el al. 1997, Hopwood e l al., 2004). Es posible que la actividad enzimática hidrolice
parcialmente los polisacáridos y modifique los parámetros físico-químicos de la di gesta, si bien no
elimine la capacidad de los microorganismos patógenos para prosperar apoyándose en la
utilización de sustratos fermentables. No obstante, existen numerosas incertidumbres sobre la
representatividad práctica de estos ensayos y sobre el potencia l práctico de la incorporación de
enzimas en el equilibrio de la microbiota y la salud intestinal del cerdo. En conclusión, la
digestibilidad de la materia orgánica y de los minerales de la ración es susceptible de ser mejorada
en el cerdo, fundamentalmente en los animales más jóvenes. La disponibilidad de enzimas
comerciales a precios competitivos puede plantearse como una herramienta de mejora del valor
nutritivo del pienso y de los resultados productivos de los animales.