Los diarios del autor durante el proceso de desintoxicación de la
adicción al opio que sufrió durante un tiempo, desde la muerte de su
compañero Raymond Radiguet en 1923 hasta el final de sus días.
Durante sus convalecencias en el sanatorio, Cocteau nunca dejó de
escribir y dibujar, y sus particulares interpretaciones y críticas dieron
lugar a este extraño y genial testimonio. «Escribir es, para mí, lo
mismo que dibujar: anudar las líneas de tal suerte que se
transformen en escritura, o desanudarlas de tal suerte que la
escritura devenga dibujo». A los comentarios sobre la literatura que
nutren el libro se añaden críticas de cine, poesía, arte… Y todo ello
bajo la punzante presencia del opio. «Todo lo que uno hace en la
vida, y lo mismo en el amor, se hace a bordo del tren expreso que
rueda hacia la muerte. Fumar opio es abandonar el tren en marcha;
es ocuparse en otra cosa que no es la vida ni la muerte».
De este modo Jean Cocteau se adentra en la gran tradición de los
poetas visionarios: de Quincey, Baudelaire y, sobre todo, Rimbaud.
Título original: Opium: Journal d’une désintoxication
Jean Cocteau, 1930
Traducción: Julio Gómez de la Serna
Prólogo: Ramón Gómez de la Serna
Ilustraciones: Jean Cocteau
Retoque de cubierta: ElCavernas
Editor digital: ElCavernas
ePub base r1.2
Jean Cocteau
Opio
Diario de una desintoxicación
ePub r1.1
ElCavernas 10.11.14
Recitaba sus versos en los principales salones y los sofás se
PRÓLOGO desmayaban oyéndole, convirtiéndose en divanes.
Pero él se salva a aquel engatusamiento del gran mundo, a aquel ser el
más bello pez en las peceras iluminadas.
Para arrojar luz sobre el arte contemporáneo hay que iluminar hasta la
Se evade del éxito mundano y hasta de los editores.
transparencia la figura de Cocteau.
—¡Prefiero escribir, según el mandato de Dios más que según el
Hasta en la literatura española su antecedente es indispensable, pues es
mandato de un editor!
el que ha lanzado de nuevo los ángeles, estando amparado su estro bajo el
Todo el momento actual está lleno de nombres recientes e imberbes,
signo querúbico, siendo el fundador de lo que podría llamarse el
pero entre todos se nota, como fenómeno extraño e inverosímil, la madurez
«Serafismo» en poesía.
espléndida de los que han de ser consagrados en el mundo. ¿Que quién
El que nos trajo los ángeles es algo tan importante como el que «nos
preside ese rejuvenecimiento del cielo de Francia? Siempre veré la
trajo las gallinas», y no se nos diga que los ángeles siempre estuvieron
adolescencia de los fenómenos futuros en los juegos de ese genial niño de
cercanos a nosotros, porque los ángeles que Cocteau vuelve a traer al
Francia que es Cocteau.
mundo son unos ángeles originales en que vuelven a volar en el cielo de los
Cocteau «diavoliza» —de «diávolo», no de diablo— en los jardines de
ángeles primeros y recién nacidos.
Francia, poniendo en lo más alto la taba de su diávolo, como si fuese la
Es su principal acto, pues ha dejado llenos los espacios de ángeles
estrella primera de la tarde.
nuevos, cándidos y mecánicos, en contraste poético con los seres En 1911, a los diecisiete años, después de algunos libritos de versos,
achabacanados y terrenos que llenaban las poesías. publica Prince Frivole.
Cocteau vuelve a bordar los ángeles en nuevos cañamazos. En 1913 aparece un libro más grave titulado La danse de Sophocle.
Les anges, quelquefois, taches d’encre et de neige, Tiene la primera enfermedad incomprensible, crisis de sus nervios, al
Car ils font leur journal à la polycopie, enredarse nervios y alma en la primera confusión del ovillo íntimo, y
Leurs ailes sur le dos, s’échappent du collège, descubre que la poesía no es un juego ni un medio de alcanzar la gloria,
Volant un peu partout, plus voleurs que des pies.
«sino una bestia que os devora, un ángel conminativo, el mensaje de
Con un angélico destino él mismo, hay que contar su biografía con aquéllos que viven a aquéllos que mueren…».
cuidado, pues es la envidia del mundo, de los poetas y de los escritores. Aparece en él una sinceridad que al servirle de método hará que le
devore su obra. Es como el vehículo de una fuerza extraña, a la que se
Nace Cocteau el 5 de julio de 1892, en Maisons-Laffitte, ese pueblo de dedica en cuerpo y alma, mecánicamente. Sus obras quieren vivir y se
Francia con nombre de fábrica. Es hijo de un notario pascalino, volteriano. sirven de él, atravesándole, acabando con su salud, haciendo de él un
Colegial externo en París, es un mal estudiante y si tiene algún premio desollado vivo.
es en lo más inesperado, por el modo que tiene de lavarse con jabón Le Potomak (1913-14) refleja esta crisis pintando el alma de una madre
cuando las clases acaban. llena de sensibilidad que llega a las más puras adivinaciones. En Potomak
Comienza siendo un niño prodigio, tanto, que él suele exclamar a se destacan Los Eugenios, microbios del alma en cuya combinación hay ya
veces: —¡Yo, que era célebre en París a los quince años! complejos psicoanalizados.
La guerra estalla. Se le declara réformé, pero él se va al frente Se ampara de Picasso, y de Erik Satie sobre todo, descartando las
fraudulentamente por aburrimiento de estar lejos de la batalla. influencias de los escritores, porque pueden dar tics y debilidades que
Convive con los fusileros, marinos en Nieuport y vive en parte su dificulten la huida, ya que el primer deber del escritor, según Cocteau, es la
Thomas l’Imposteur que aparecerá en 1922. fugitividad.
Funda con Paul Oribe el periódico Le Mot (1914). En 1918 publica Cap de Bonne Espérance, libro; que responde a la
En esa época en que el espíritu del mundo se revuelve y en París vuelan moda vanguardista de los poemas breves, las naturalezas muertas, las
todas las hojas de los libros movidas por el desvarío de un viento de poesías inspiradas en los niños, en los locos y en los sueños.
desarraigo, sólo los muy sagaces vieron que todo iba a variar y por eso se Después viene; Garros, l’aviation, en que relumbra el cielo iluminado
reúnen y se reconocen en esa hora Cocteau, Picasso, Satie y los más gracias a la alta tensión de un rayo sostenido.
jóvenes músicos. En Le Coq et l’Arlequin (notas alrededor de la música) está su pacto
En mis biografías de Picasso y Apollinaire está pintado ese momento; con los nuevos músicos, pacto que nace en el primer concierto en la calle
pero este adolescente rutilante pone los puntos sobre las íes de aquellos Huyghens, en un saloncito sin sillas, donde se mezclaban los esnobs y los
minutos. iniciados de Montparnasse.
En 1917 llega la hora de su alegría apoteósica con Parade en Entre constantes escándalos nace el grupo que ha de llamarse de los
colaboración con Picasso y con Erik Satie, donde presenta una farsa de Six, que preside remoto Erik Satie y está formada por Darius Milhaud
circo con acróbatas ágiles y pobres «que quisimos revestir de la melancolía Francis Poulenc; Georges Auric, Germain Tailleferre, Louis Durey y
que tienen los circos el domingo por la noche, cuando la sinfonía final Arthur Honneger.
obliga a los niños a meter un brazo por la manga de su gabán mientras Intentan «una música a la medida del hombre. Nada de nubes, olas,
echan una última mirada a la pista». acuarios y ondinas. Una música a ras de tierra; una música de todos los
Nació, en efecto, la idea de Parade en una representación de circo en días».
que Cocteau vio cómo un enorme elefante de pega se hinchaba, se Previene a los jóvenes contra los debussistas y contra Stravinsky,
hinchaba, hasta que estallaba con un detonante estallido y salían de su demasiado enorme; aunque después diga de él el mismo Cocteau: «Mí viejo
ruina dos clowns en locura de bofetadas. Stravinsky es un tiburón que ahora pretende cantar como un ruiseñor».
Cocteau elevó la idea hasta planear un animal fantástico, compuesto Un embalsamador de épocas debería embalsamar esos años 16, 17, 18
por dos bailarines que danzaban el famoso pas du cheval de Parade. y 19 del siglo XX para que se notase más el sentido de reacción que tienen
Yo encontré el circo como un niño; él lo encuentra como un niño muchas cosas de Cocteau frente al sentimentalismo vano de la época.
prodigio que vuelve de las retóricas amaneradas. Hacia 1918 conocí personalmente a Cocteau en París. Había
«¡Ah —grita frente al cielo de la pista—, si yo tuviera el alma tan bien almorzado yo con Tristán Tzara en casa de Delaunay, una comida en ese
hecha como estos saltimbanquis tiene el cuerpo!». estudio de pintor en que todo está improvisado siempre y en cuyo menú los
Ama el circo, el music-hall, las orquestas americanas, porque «todo eso huevos fritos saben a aceite de linaza, la ensalada tiene un poco de
fecunda a un artista tanto como la vida misma. Servirse de las emociones aguarrás y el vino está teñido con las mezclas con que se pinta el vino en
que tales espectáculos despiertan no equivale a hacer arte según el arte. las copas de los cuadros.
Sirven de excitante como las máquinas, los animales, y el peligro». En la sobremesa fueron apareciendo algunas figuras muy interesantes
del París nuevo, las más atentas y, por suerte, las mejores, a las que había
avisado Delaunay en número veinte veces mayor que el de las que En ese segundo término del espejo, que devolvió, toda su derechura al
concurrieron. poema escrito del revés, el artificio de la poesía se prolongaba, adquiría su
Entre todos, Cocteau fue una aparición con algo alado, y yo juraría que escenario y la poesía se dedicaba a una coquetería práctica, sincera, de
entró por los cristales del balcón más que por la puerta. Desde luego se mujer que se contempla de cerca y enseña los blancos e iguales dientes al
situó en posición de estar sobre la cúpula, en pie durante toda la visita, espejo.
jugando con unos guantes de deportista de la nieve, guantes que no Jean Cocteau ha consentido así a su musa un placer nuevo, el placer
apretaba nerviosamente, sino que acariciaba, dejándoles conservar su que esperaba con ansiedad.
morbidez esponjosa, como si diera la mano a la representación de sí en el —¡Narcisismo decadente! —exclamarán los que nunca entienden nada.
peligro de la conversación. Pero no hay nada de narcisismo espúreo en esta reconstrucción de la
Envuelto en su gabán felpudo, también tejido y confeccionado para poesía en el espejo, y, sin embargo, gracias a este procedimiento, ha
Chamonix, tenía algo de esos saltadores de esquíes, que se lanzan desde las quedado desplazada en un ambiente fantasmagórico y evocador.
alturas y hablaba frívolamente mientras llegaba abajo. De pie frente a la ¡Con qué gusto la leerán las mujeres en su tocador, orientando el
mesa en que nos habíamos apacentado, la convirtió en mesa del espejo sobre la poesía, como cuando lo orientan hacia su nuca y miran si
conferenciante, y su ángel de la guarda le debió de llevar un vaso de agua está bien ese último caracolillo de su pelo que las interroga por detrás,
que él se debió beber misteriosamente. cerrando su interrogante!
Como es un «volador», fue breve en su visita y en seguida marchó hacia ¡Qué difícil es encontrar páginas qué se puedan someter a la prueba
las chimeneas de la tarde. del espejo!
La impresión que me dejó fue la de uno de los pocos jóvenes que no No es que todo se escriba del revés para volverlo del derecho en los
amañan su arte, que todo lo que decía le era anunciado de verdad por un espejos, pero las páginas excelsas, los pensamientos en que lo nuevo se
especial ángel de la Anunciación dedicado sólo a su servicio. destaca del resto de lo dicho en el mundo, bien podrían someterse al
Toda la obra de Cocteau responde a esa genialidad que no acaba de espejo.
creerse, porque todos se suelen preguntar ante cada cosa de las suyas: Para las puras delectaciones, para los poemas en que no haya
«¿Es posible que haya en esto tanta intención como parece? ¿Es posible brutalidad, deberíamos tener el espejo junto al abrepapeles harakirizante,
que se haya dicho con sentido esta frase, que parece imposible de bien el espejo para desdoblar el acto de encontrar demasiado directamente la
definida que está?». maravilla.
Cocteau lanza poemas paradójicos, pero certeros, como el Poema para En 1920 conoce a Raymond Radiguet al que llama Cocteau «el milagro
leer en un espejo, que va autografiado y escrito al revés. del Marne» —porque al borde de ese río habitaba con sus parientes—, y le
Siempre me había parecido, al ver los espejos sobre las mesas, que ayuda a la publicación de sus poemas, consiguiendo que aparezca, en
tenían cierto deseo de actuación poética. 1922, su obra Le diable au corps.
Esos espejos cuadrados y del tamaño de una cuartilla querían actuar Radiguet dice cosas hermanas de las cosas de Cocteau.
como cartabones poéticos o algo por el estilo. «Nos prometimos no ocultarnos nada de nuestros pensamientos
Yo me he complacido en aplicar el aparato del espejo a esos versos, y secretos, compadeciéndola un poco a causa de que ella creía eso posible».
he notado subrayado y dotado de un sentido más remoto el poema de Mientras, Cocteau escribe novelas como todo el mundo, en reacción
Cocteau, es joven poeta de tupé de fuego y de poesía. contra el modernismo que comienza a muequear, a divinizar las máquinas,
a volverse un sistema, un truco. A continuación (1921) estrena Les Mariés de la Tour Eiffel,
Es el momento en que funda la liga antimoderna con Max Jacob, composición con tipo de afiche en que son rehabilitados muchos lugares
Derain, Picasso, Braque, etc., etc. comunes. Ésta es la obra en que dos fonógrafos se producían sin imagen
Se estrena su obra Le boeuf sur le toit (1920) en el teatro de los que les personificase —detrás de una de las bocinas leía el papel del
Campos Elíseos. Fonógrafo Número Uno el mismo autor— mientras los personajes,
En Le boeuf sur le toit transporta a escena un bar en que todo sucede al acartonados y al fondo, se movían según un mecanismo genial inventado
ralenti. por Jean Victor Hugo. La música era del grupo de los Six y todas las
Aparece un bar americano, con su alto andamiaje, vestidos los actores noches había un motín en la sala.
de autómatas con grandes cabezas de cartón, bajo cuyo exagero resultaba Aparece Le Secret professionnel (1920), libro en que Cocteau muestra
más curioso el movimiento de los brazos cortos. Un marido ofendido por sus ilusionismos, pero sin dejar vislumbrar el secreto de su ejecución.
los amores de su dama con el negro del bar, enarbola su bastón muy Sigue Le Grand Écart (1922), falsa autobiografía, con su historia de
lentamente sobre el negro que enseña sus dientes blancos, y lo deja caer amor dicha con palabras rápidas, llena de anécdotas que dan un relieve
como en una película a la que se le hubiera acabado la cuerda, hasta que coloreado a lo que va sucediendo, como una restauración pintoresca de un
tropieza con su cabeza y lo deja muerto. Un guardia entra, pero el relieve antiguo.
ventilador le secciona la cabeza. El guardia se la vuelve a poner y se va. Tiene treinta años. No los esperaba y exclama un poco quemado ante
Cocteau utilizó en esta obra todo lo que encontró a mano, desde la los que se los achacan: «¡Treinta años! ¿Os burláis cuando ésa es la gracia
coctelera hasta el pistón y el trombón, esos instrumentos que «hacen reír, de los mármoles?».
pero que están llenos de melancolía». Thomas l’Imposteur (1922) es una novela blanca «como la sal, la
menta y la nieve». Una novela en estilo cursivo. Novela de penumbras,
Et le piston risque un appel vers l’idéal entre el sueño y la realidad, entre la tierra y el cielo, entre la vida y la
(JULES LAFORGUE).
muerte.
Una música de danzones brasileños instrumentada por Milhaud y la Plain-Chant (1922) presenta lo que en Cocteau hay de medio muerto, de
presencia de los Fratellini, los mejores clowns de París, dieron al Buey en físico de oído fino y telescópico.
el tejado un aire precipitado y delirante en que se fundieron todas las Radiguet comienza su Bal du Comte D’Orgel, esa novela que es a la
lámparas y las luces de aquel momento. Princesse de Clèves lo que los relojes eléctricos de cristal son a los gruesos
Después de ese estreno funda Cocteau su bar Le boeuf sur le toit, donde relojes de oro hechos con encaje de ruedas.
se embriaga de jazz, ese dios de muchos brazos que él llama el «dios del Crea Cocteau, en 1922, Étude sur Picasso y Paul et Virginie, libreto de
ruido». una ópera cómica que en colaboración con Radiguet debía musicar Satie,
El bar se llena de gente. que habiendo muerto sin cumplir el encargo, deja a Francis Poulenc esa
«Una especie de chauvinismo nos amenazaba —dice el mismo fundador misión.
—. Nos volvimos personas que se contradicen, farsantes, clowns. Se Antigone (1922), primer ensayo de Cocteau para rejuvenecer los
contaba y se cuenta que yo tenía un dancing. Estaba comprometido y viejísimos temas arrancándoles la pátina que Gide llama «la recompensa
perdido para siempre. Pero nos habíamos salvado…». de las obras maestras» y Cocteau «el fardo de las mediocridades».
Más tarde perfecciona Antigone con Oedipe Roi, y en 1924 representa —Me da la sensación de haber muerto y de que mis amigos han
en medio de tinieblas, sin que se atisben apenas algunas líneas de las organizado una exposición retrospectiva en recuerdo mío.
balaustradas y de las ventanas, un Romeo novísimo, en que vendimió las Y es que son tan espontáneas esas líneas, tan recuerdo de un pulso vivo,
guirnaldas que sobrecargaban la obra de Shakespeare y no dejaban ver la tan anecdóticas de un gran escritor, que al mismo autor le resultaba raro
desnudez pasional de sus blancos huesos. verlas en una exposición.
En (1923) muere Radiguet, golpe terrible para Cocteau, que llora como «El Virtuosismo —ha declarado Cocteau— lleva al lugar común».
un niño y se pone luto de niño, el único luto que puede llevar colgadas Él es un intuitivo rosífilo que da sus rosas sin artificio, pues como él ha
cintas negras de corona. dicho, con palabra evangelista «el horticultor no perfuma sus rosas».
Cocteau decide no volver a escribir hasta nueva orden, dando a esa En los dibujos de Cocteau se mezcla la ironía y la observación…
palabra el sentido grave de no volver a escribir hasta que le señale la hora marcando la camisa de los tiempos que corren, con la marca digna de ellos,
de esas apariciones que se presentan en la puerta que abre el aire la marca eventual e ingrávida, libre del adornismo de las marcas que
misterioso de los pasillos. figuran en las partituras para el cañamazo.
«Su corazón de diamante —ha dicho Cocteau de Radiguet con el estilo Todo en la obra de Cocteau necesita una velocidad especial de
de los recordatorios— no reaccionaba al menor contacto, sino que contemplación.
necesitaba fuego y otros diamantes». «La gente lee muy ligera —ha dicho él—. Ha adquirido la mala
Por fin, en 1926 entra en el alivio de su luto y escribe su Orphée, en que velocidad que consiste en comprender un escenario de film lo más
es el mismo Radiguet el que aparece como Orfeo, Representan la obra los rápidamente posible, y no la buena, según la cual se ha de poder ver de una
Pitoeff, y Cocteau representa en el estreno el papel de «ángel vidriero». ojeada todo cuanto encierra una de las imágenes que en el film se
Cocteau entrega al público esos dibujos suyos que están dibujados con desarrollan y que se detienen muy poco ante nosotros».
plumas estilográficas y tienen mucho de rúbricas organizadas y Las únicas palabras de estética pura y soportable que se han
vertebradas. pronunciado después de Oscar Wilde, son de Cocteau.
Sus dibujos sobre España responden a aquel concepto que trazó él «El reverso de una tela bordada excita la envidia de las apetencias
mismo con su escritura altibajante: «¡Marinero, arriba la Geografía! ruines.
España, tinta china y “corrida” de tinta roja, España, jaula de loros, Ha llegado de China con todo el reverso de oro puro para que por el
España que besa a la muerte por debajo de la pierna. España, guitarra que derecho sólo aparezcan algunos hilos dorados sobre sedas mates, de un
recibe telegramas, España, persiana del cielo. España, abanico del mar». negro de tinta. Es raro que nuestras damas no la usen por el revés.
Así es como el romanticismo lleva la poesía.
Le Christ couché dans la crypte Este falso lujo finge a veces la verdadera riqueza; pero si se impone al
est un cheval de picador.
vulgo, la mirada experta sufre su contrasentido.
Picasso es el que le aconsejó reunir en un magnífico álbum esos dibujos La poesía debe tener un aire pobre para aquéllos que no conocen el
dispersos que ha habido que llevar al fotograbado delineados en los menús verdadero lujo. Un poema es el sumo lujo, es decir, el ápice de la reserva,
y en el revés de las páginas de las listas de vinos. lo contrario de la avaricia».
Se celebró una exposición de esos dibujos y Cocteau decía a un amigo Su estética es complicada, pero clara.
la víspera de inaugurarse:
«Las máquinas y las construcciones americanas se parecen al arte «Una obra de arte debe satisfacer a todas las musas. Es lo que yo
griego en el sentido de que la utilidad les confiere una sequedad y una llamo: la prueba por nueve».
franqueza despojadas de lo superfluo. Pero esto no es Arte. El papel del «Un hombre joven jamás debe adquirir valores seguros».
Arte consiste en captar ese sentido de la época y en extraer del espectáculo «El ruiseñor canta mal».
de esta sequedad práctica un antídoto contra la belleza de lo inútil que «Lo que el público te reprocha, cultívalo: eres tú».
favorece lo superfluo». «Hay un tiempo para burlarnos y otro para que se burlen de nosotros,
A veces aboga por la «reaparición de la rosa, única reacción posible como hay un tiempo para beber cocktails y otros para vomitarlos».
contra las flores del mal y las máquinas». «La cordura es la locura vuelta del revés».
¿La poesía moderna? La palabra moderna es absurda. Decir «Yo soy «Cuando los demás nos crean comprometidos es que estamos
moderno» equivale a decir: «Nosotros, caballeros de la Edad Media». No salvados».
hay tal poesía moderna. Hay la poesía, que es de siempre, como la «Una cosa permitida no puede ser pura».
electricidad, que, como ella, obra sobre las masas por fuera del arte, y hay «Los museos son como la Morgue, a la que va uno a reconocer a los
personas que la fabrican pequeños vehículos. «Son los artistas». amigos».
Este mismo concepto lo repite con estas palabras: Al entrar en un salón decorado a la manera moderna, es decir, sin nada
«No se puede decir que Mallarmé era mallarmeano, como no se puede en las paredes, como si todos los muros actuales esperasen una nueva
decir que Picasso es cubista… La poesía de Mallarmé le pertenecía a él pintura con la que aún no se atreven, exclama Cocteau:
exclusivamente, como el cubismo es exclusivamente de Picasso». —¡Qué bien está esto, pero qué lástima que lo hayan robado!
«La poesía es una partida de carias ejecutada por el alma. Reside en Define a los hombres sin negar su naturaleza.
las rupturas de equilibrio y en la divinidad de los juegos de palabras». Así contesta a los que le preguntan por qué le gusta Tzara, que mete las
«Una escuela poética es un hospital». palabras en un sombrero y las saca al azar:
Para apoyar sus tesis encuentra esas palabras terribles de los grandes «Tzara es un creador. Es incapaz de oscurecer las cosas. ¿Qué hace?
hombres que nunca subrayaron los eruditos; así, esa de Goethe: «Lo Lo inverso. Da sentido a lo que no lo tiene. El simple hecho de que su mano
contrario de la realidad para obtener el colmo de la verdad». dirija el azar, hace que ese azar le pertenezca y se le parezca. Saca de la
Su obra es como la segunda creación de la Vía Láctea, y a los que nada una criatura a su imagen. ¡Que le imite cualquier otro, y las palabras
dudan de él como si fuese un mixtificador se les podría contestar lo que que saquea del sombrero saldrán mal! Tzara moverá el sombrero y sacará
contestó Picasso a unos que le dijeron «que se quería quedar con el maravillas».
público»: Como exacta silueta de Proust escribe:
«El arte ha sido siempre quedarse con los otros, burlarse de ellos… Eso «Una mala noticia para los amateurs de desastres: Marcel Proust deja
hizo el Greco, eso hizo Goya en su San Antonio de la Florida y en sus una obra completa, hasta el punto final. Eso lo sabíamos y se leía en su
Proverbios, y eso hizo Miguel Ángel». rostro muerto. El mundo, no entrando más en aquel rostro, no lo atormenta
De vez en cuando dice con volubilidad axiomas irremovibles: más. Los que han contemplado aquel perfil tranquilo, de orden y plenitud,
«El futuro no pertenece a nadie. No hay precursores; sólo existen jamás olvidarán el espectáculo de un increíble aparato registrador
retardatarios». inmovilizado, trocado en obra de arte: una obra magistral de reposo, cabe
una pila de cuadernos en los que el genio del amigo continuaba palpitante, moverse en la misma mesa unas manos invisibles que manejarían cubiertos
cual el reloj pulsera de los soldados muertos». de cristal. Lo suprasensible mata en su aproximación.
Del pintor Chirico ha dicho: Cada breve decir de Cocteau, cada poesía disparada como una
«Chirico o el lugar del crimen». cerbatana es una ráfaga viva, pues las obras atléticas son un resultado de
«Chirico o la hora del tren». fatigas, de tristezas, de pésames y de enfermedades.
Y anotando lo que tienen de ciegas sus telas, añade: «Pero ninguna es En 1925 trae de su veraneo en Villefranche-sur-Mer, como Picasso de
ciega». sus playas, una serie de objetella etc., etc., que con cierto aire de obras de
Cuando llega al máximum en la biografía es cuando dice que «Victor arte tos hechos con limpiapipas, alambres, plomos de bodel presidio,
Hugo fue un chiflado que se creía Victor Hugo». sostiene Cocteau que «se lanzan a vivir en cuanto se vuelve la cabeza» con
Gracias a su agilidad ha pasado su espíritu como un rayo descubridor una vida criminal y sangrante. Busca en estas experiencias las relaciones
de colores a través de opacidades. secretas de lo humano y lo inhumano, de lo invisible y lo material.
Procura poner junto a esa frivolidad celerosa una gravedad de Convierte sus poemas en discos parlantes, encantado con colaborar
enfermo, de moribundo, de enlutado por sus mamáis renovadas. con sus gramófonos y oír su voz convertida en una voz que no es suya, una
Se podría decir que tiene la suerte de la muerte y el velo de luto voz que parece salir de una máscara griega.
oportuno, cuando su coquetería irrita al mundo demasiado lerdo.
Cocteau tiene frases de decepción y desesperación que le hacen «Quand tu ris de courir sur l’herbe de la terre,
En plein soleil d’avril,
perdonar su pasado. Et de tomber sans te faire mal,
Después de esa época central de su vida en que fija su estética y lanza Songe que sous la place étroite,
Il y a de la terre,
sus mejores metáforas, colecciona sus mejores poemas bajo el título de Et encore de la terre,
Poésie, y sus críticas bajo el título de Le rappel á l’ordre. En ligne droite,
Aparecen sus Visites a Barrès, la Lettre à Maritain y Le mystere laïc Et de la roche et du minéral,
Et de la lave,
(1928), obra en que ensaya llevar a su última conclusión ese desorden Et des incandescences,
sagrado que él cree que es el orden puro. Et le feu central.
Songe, en continuant la descente,
Sufre dos intoxicaciones de opio, que fuma para calmar sus pesadillas Qu’il y a du feu et encore du feu,
nerviosas, y en el despertar de la segunda escribe en diecisiete días sus Puis, des laves incandescentes.
Enfants terribles (1929), que lleva en el corazón desde los diecinueve años, Puis de la roche et du minéral,
Puis de la terre,
y que siendo la obra más objetiva del poeta se halla mezclado a ella, como Et encore de la terre,
el cómplice de un crimen en el que no tomó parte. Et peu a peu,
De la terre où pénètre de l’air,
La protagonista de la novela dicen que se suicidó por ser lógica con la Et du gazon,
novela de Cocteau, y en París, en un Exposición de Miró, conocí al Et de la nuit sur une saison,
hermano pálido de la muerta, tímido como un colegial, con la sombra de su Et une femme qui dort à la Nouvelle-Zélande,
Avec l’abime au-dessous d’elle,
hermana a los pies, diciendo que se suicidaría también en cuanto Au-dessous de son toit.
desapareciese su madre. Recuerdo que una elegante clama me propuso Et songe que pour elle il est pareil pour toi».
preparar una cena para que le conociese, pero a mí me dio miedo ver
En 1930 nos encontramos varias veces en París. —Voy a estrenar una cosa en la Comedia Francesa… La titulo La voz
Primero estuve con Cocteau, junto a la duquesa de Dato, en una cena humana. Una contraposición al escándalo de Hernani, cuyo centenario se
con que nos obsequió la fina y preclara madame Victor Hugo. celebrará estos días en la misma Comedia Francesa… Me dirijo al corazón
En el saloncillo lleno de dibujos del abuelo Hugo, y exquisitado por de la sala por encima de la cabeza de los intelectuales.
bibelots hallados en playas desconocidas, el verbo de Jean Cocteau se —¡En la Comedia Francesa! ¡Qué dirán sus enemigos! ¿Y todas las
sentía suelto, como en otro rincón de su mundo, ese mundo entre submarino estatuas con peluca que llenan los pasillos?
y celeste en que vive siempre el poeta. —Lo que digan los enemigos no me importa, y en cuanto a las estatuas,
Los ceniceros de espejo hacían que las colillas se volviesen narcísicas y todas me saludan con familiaridad.
en los búcaros había, en lugar de flores, pipas nuevas de yeso. Al decir esto Cocteau hizo un gesto de picardía, como suponiendo que
En lo alto se vislumbraba una cabeza de toro de mimbre, regalo de los grandes comediógrafos del pasado le dirigiesen un «¡Adiós, ninchi!»,
Morand. puesto en francés.
En todos los rincones había cosas creadas por la exquisita dama, que —He resucitado los viejos telones de la Comedia Francesa, los telones
ha metido tripas de cristal de laboratorio en los jarrones y las peceras. en que las holgadas cortinas se pliegan sobre otras cortinas… Espero que
Estaba Cocteau recién salido de su último colegio de niño prodigio, del bajo aquel marco de oro y de respeto las palabras adquieran su verdadera
sanatorio de la desintoxicación, donde le han hecho sufrir mucho al proporción, su justo sentido… Abomino de la luz de los nuevos teatros y no
desenredarlo del opio, la droga más difícil de sonsacar, pues figuran en ella quiero que la actualidad deforme mi obra. Todo en mi drama es el recuerdo
alcaloides misteriosos, sombras de humo de un veneno casi religioso. de una conversación sorprendida por teléfono… Huyo de las palabras
—¿Y ha vuelto usted a fumar alguna pipa de ese polvo que sólo los amorosas tan insoportables como las palabras de los niños…
faquires pueden resistir sin caminar a la muerte? Después de aquella conversación fui al ensayo íntimo de la obra de este
—Ninguna… Si hubiese vuelto a fumar, lo diría… Una de las cosas poeta, que ya tocaba prodigiosamente el piano de la poesía a los ocho
hermosas que pueden dignificar el pecado es la sinceridad de no ocultarlo años.
cuando se comete… ¡Y eso que el perfume del opio es inolvidable! Picasso Toda la Comedia Francesa estaba inquieta al ver llegar a los invitados
ha dicho que los tres perfumes máximos que se encuentran en la vida son el al ensayo de Cocteau, pues no eran los que son asiduos a su prócer salón,
del opio, el del circo y el de los puertos… sino los tipos que sólo se ven en los teatros de ensayos, en los estudios
Hay ya ligeras arrugas en su cara de adolescente flaco, pero parecen teatrales, construidos con biombos superpuestos y enlaberintados.
arrugas que él ha dibujado en su rostro con difuminos, aparentando la edad La sala del teatro tenía la media luz de las iglesias, y junto al telón del
que debiera tener según los otros, para que los otros no se irriten con él. lecho dramático —las cortinas con grandes senos de misterio—, las luces
Cocteau, que siempre ha sido un Greco, quizá su Juan Bautista, aunque del proscenio eran como candelabros de piano con arandelas de cristal que
con los ojos más pequeños, es ahora un Greco desmejorado. son los pañuelos para las lágrimas talladas.
—Sobre cubierta de un barco japonés en Marsella, en la hora nocturna Como detalle chocante del gran teatro burocrático de París nos
de fumar opio, todos en corro alrededor del capitán se alzaban las siluetas sorprendió la presencia de un viejo jefe de negociado que bajo una lámpara
de aquellos hombres flacos, sarmentosos y retorcidos, como si fuesen un de oficina sobre un pupitre establecido en la tercera fila de butacas lee una
vivo olivar. comunicación, y en la hora de comenzar el ensayo general telefoneó la
—¿Y qué prepara ahora? —le pregunté.
orden de levantar el telón por el receptor de mesa colocado en la butaca de que se enrosca a su cuello como lazo de nudo corredizo, el lazo que hubiese
al lado. disparado desde lejos el hombre que se evade de su amor a través de la
Con sencilla solemnidad de toma de posesión del escenario clásico por línea telefónica.
la vanguardia, se levantó el telón sobre la única escena de la comedia de La larga conversación patética no era más que eso: conversación,
Cocteau. ovillo de palabras; pero así reaccionaba el teatro contra las bambalinas
La protagonista estaba tirada en el suelo a los pies de su cama, como exageradas, contra ese juego de cajones superpuestos que era el otro
una sombra blanca embarullada de enaguas y de saltos de cama. extremo en que se le quería hacer caer, y el «habla» adquiría su proporción
El teléfono sonaba, y la sombra blanca comenzaba la escena suprema.
angustiosa, con las moderaciones de la agonía que quiere ser noble, del Eran emocionantes los detalles, como cuando la dolorida mujer,
amor que aún tiene una última esperanza. cansada de oír mentir, dejaba hablar al aparato en el vacío…
El poeta digno, subrayaba sólo la gran sencillez de la voz humana en su La peripecia no suponía apenas nada: es un corte inesperado que hace
juego de escalas. que la protagonista vuelva a llamar a casa del amante para reanudar la
Lograba Cocteau que se notasen en su obra contrastes de pureza tales conversación, enterándose entonces por el viejo criado de que el señor no
como el que se pudiesen ver los dos papeles de la actriz cuando habla y está en casa, o sea que la ha llamado desde otra parte, desde la casa de la
cuando está muda frente al teléfono además de la «eternidad de los nueva invasora, que quizá es la que en un momento dado pone el dedo en el
silencios». ganchillo que guillotina la conversación; unos guantes por los que
Se veía que el mundo no es más que un mundo de despedidas, y por eso pregunta el que huye, y que ella dice no encontrar, aunque ahoga los
estaba tan bien cogida la despedida. sollozos en sus velludos nidos, y al final, acostada sobre el periódico, que
Sólo hubo una intervención impertinente en la sala, debida a un suena a hojas secas, un admirable vómito de lágrimas.
enemigo de Cocteau, el poeta Paul Eluard, que gritó a la actriz que Los invitados aplaudieron largamente; pero Cocteau no salió a escena,
telefonea: porque cuando llaman los aplausos de la invitación el autor no debe salir
—¿Est-ce à Jean Desbordes que vous téléphonez? de la alcoba de las reflexiones.
La sala protestó vivamente, y la policía se llevó al interruptor que así Todos al final comenzamos a bajar las escaleras con una sonrisa
había lanzado una insinuación maligna, pues Jean Desbordes es el joven especial, como si hubiésemos asistido a la primera amonestación de la
novelista amigo íntimo de Cocteau, que, según dicen iba con él, vestido de boda entre el joven de la calle y la dama de abolengo.
marinero, a los Ballets Russes. Las estatuas de todas las supuestas chimeneas de los pasillos y de los
Pronto se reanudó el silencio. rellanos de la escalera estaban hieráticas, enfurruñadas, rompiendo con
«Te oigo con tal avidez, que tengo ojos en los oídos», decía la encono el aire de sus cumbres. Dos, tres, cuatro bustos de Victor Hugo
protagonista con inflexión de voz que quería morir confesando su pasión. hacían presente el mal humor del presidente del Tribunal Supremo de la
La actriz era flexible, dúctil, maestra. No dudaba ni un instante, y daba Poesía.
toda la serpiente de su monólogo en vivo e incesante cimbreo —¿no estaría Una señora salía diciendo a otra:
oyendo al apuntador por el auricular?—, envolviéndose en la cinta de las —Yo he tenido diez veces esa misma conversación por teléfono. ¡Qué
palabras como si fuese a ahorcarse con la sarta de ellas, como hay un verdad es la comedia!
momento en que materialmente parece ir a suceder con el hilo del teléfono,
Picasso, mientras, le decía al oído a Cocteau, refiriéndose al gesto que Ortega, de pie en el salón, se situaba con pocas y certeras palabras en
hace la actriz en camisón, haciendo como si se calentase en un radiador el panorama de los grandes hombres, mientras encontraba en Cocteau esa
que imagina junto a las candilejas, como si un muro cerrase la maravillosidad espiritual que sustituye su tupé rubio por la lengua de fuego
comunicación de la escena con la sala: del verbo sagrado y frívolo de la época.
—¡Qué bien ha estado eso! Los espectadores no debían ver nada, Cocteau volvía a flotar en la conversación.
puesto que se supone una pared entre ellos y el escenario y debían irse… —Cuando se milagriza una cosa es de aquél que la milagriza…
Eso he estado yo pretendiendo con mi pintura, que fuesen, que dejasen de Victoria ponía su nuca y su espalda en el espejo como un magnífico
pretender ver lo que había, y no he conseguido nunca que se marchen. reloj de seducción sobre el ábaco de la chimenea, distribuyendo los lazos
Algún tiempo después de ese estreno vi a Cocteau en una cena que dio del premio entre las cosas más difíciles y mejores que se iban diciendo.
en sus salones de París Victoria Ocampo, y en la que reunió a madame de Los brazos enmascarados de la de Noailles recitaban palabras. Ortega
Noailles, a Cocteau, a José Ortega y Gasset y a mí. elevaba los asuntos como sí su rostro cetrino mirase a los soles que
La entrada de la condesa de Noailles tuvo esa cosa de gran mariposa olvidábamos en una atmósfera de demasiado artificio.
de gasas y sedas negras que es ahora la poetisa ideal. Venía acompañada —Me ha llamado Rothschild por teléfono —insistía Cocteau— para que
de su doctora, que siempre la vigila de cerca para estar atenta a su pulso me encargue del teatro Pigalle… Yo he respondido que no se acuerdan de
cuando pueda desfallecer. los poetas sino en los naufragios, pero que los poetas no tienen las mismas
Al sentarse en el sofá la condesa se levantaban por detrás sus gasas, obligaciones que los ángeles de la guarda. También me han escrito hoy de
como la faldilla de linón de las bailarinas y sus brazos enguantados con Los Ángeles, ofreciéndome una gran cantidad para dar soluciones mágicas
largos guantes negros recitaban al moverse poemas de abanicos japoneses. a los asuntos; pero yo abomino la luz de allá lejos.
Cocteau, en traje claro —porque tiene el permiso del poeta de dejar el —No se debe hacer caso a ese señor mezquindoso que dice: «No hay
smoking para los días de luto— dio los primeros trompetazos de lirismo. que mirar a la Victoria de Samotracia… Lo que tiene valor es una figurita
Pasamos después al comedor. que hay junto a ella…». ¡Mentira! Lo que vale como uno de los pocos
Cenamos entre bromas a los candelabros y desprecios al frío de la hallazgos de la humanidad es la Victoria de Samotracia…
calle, y acabada la cena volvimos al salón. —Hay una época de ángeles, otra de mariposas, otra de ojos…
La condesa de Noailles pidió que se apagasen luces para encontrar ese —Cada obra corresponde a un doctor diferente.
reposorio de silencio de penumbras que ella necesita, y se acostó sobre el —Ese algo misterioso que tiene la pintura… Esa poesía incomprensible
sofá para hablar de rosas blancas y rendijas de luz en las siestas de Grecia. y triunfadora que se envuelve en la pintura y que hace que un Seurat valga
Cocteau era el que consumía más tumos saltando de unas cosas a otras. hoy quinientos mil francos y un Rousseau cerca del millón.
—Max-Jacob sostiene que su bisabuelo fue el que inventó las Yo hablaba buscando las palabras inauditas del francés para espantar
costumbres bretonas. al salón. Cocteau me comprendía, y la condesa, alegre como una niña,
—Los museos, como ha dicho Picasso, están llenos de cuadros que aceptaba mis paradojas.
fueron malos y que de pronto resultaron buenos. Victoria, como la reina de la pampa, tomaba más gravemente las cosas
—Hay que defenderse de los salones que están llenos de una luz que no y desafiaba al espejo con la esbelta cascada de su espalda.
hace sombras como la de las candilejas. La de Noailles, llegadas las doce y media, se puso en pie para irse:
—Je vous défends de toucher le français de Ramon… Ne le corrigez palco, después el otro, y por fin el sadismo del escenario, lo extraordinario
jamais!… Son français est un français plastique que j’aime. era ver reunidas las tres cosas con isocronismo, y contemplar un palco
Cocteau, con esa extraña fraternidad que hay entre él y yo —como si yo lleno de prostitutas en camisa frente a un palco enlutecido por los más
fuese el hermano de buen año y él el flaco—, defendió también mi francés, alcurniados aristócratas de Francia, aplaudiendo la atrocidad
sosteniendo ya en la puerta que mis palabras francesas eran como esas propiciatoria del drama.
bolas de colores que tiran todos los bolos que encuentran a su paso, con ¡Admirable estratagema!
una divertida iconoclastia contra las palabras demasiado tiesas del ¡Cuántas cosas como ésas hay que hacer en el mundo pasmado de
francés. tontería y mojigatería!
Se fue en el coche de la condesa. ¿Cómo resumir el valor de esta figura literaria? Sólo afirmando que
Ortega, que siempre ha repetido frases de Cocteau con admiración, se Cocteau es único o apelando a esa definición que de él hizo el gran
quedó encantado de su espiritualidad inconfundible —estrella en la frente Oliverio Girondo, cuando dijo que es «un ruiseñor mecánico al que ha
— y terminó la velada despidiéndonos los dos de Victoria Ocampo, que dado cuerda Ronsard».
había sido la reina americana que había ofrecido a dos españoles los No se le puede mezclar a otros nombres literarios, aunque con el afán
mejores indígenas de París. de dar la lección completa de su momento, haga que se le ligue a Max
Después de esa entrevista, Cocteau cada vez más en candelero, repite Jacob, Giraudoux, Breton y Radiguet.
sus poemas en bellas ediciones a sesenta mil francos cada ejemplar; En contestación a este afán defectuoso, ha dicho Cocteau:
escribe obras de teatro para el escenario de la fábula como La belle et la «Las estrellas que forman la Osa Mayor no saben cómo están
bête y se produce cada vez con más deseo de ser amado, poseído por la colocadas, no saben que la Tierra las ve, componiendo ese dibujo».
locura de la exactitud, pues como él ha dicho; «Yo soy un mentiroso que
dice siempre la verdad». RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA
Al salir del sanatorio de Saint-Cloud, donde le han extirpado su afición
al opio, escribe este Opium que hoy se publica en castellano, y lo ilustra
con unos dibujos esfinográficos que responden a la maravillosidad del
libro, como va a ver el lector.
Su última creación ha sido una creación cinematográfica, pues
Cocteau, sin ninguna novifobia, cree que el cine es «la única arma de
precisión que permite matar a la Muerte».
Subvencionado por los vizcondes de Noailles, su film ha sido el
escándalo de los salones de París, y en esos círculos cerrados a la moda de
Londres se ha querido expulsar al aristócrata audaz, dando eso lugar a las
más divertidas hablillas de aquella aristocracia conservadora y absurda.
Cocteau, que había filmado su obra a retazos contradictorios,
proyectaba dos palcos proscenios junto al escenario de la descorazonación
de un niño, y como la escena había sido construida por partes, primero un
DEDICATORIA A JEAN
DESBORDES
Hasta el sol tiene manchas. Su corazón no las
tiene. Me ofrece usted a diario este espectáculo:
su sorpresa de saber que el mal existe.
Acaba usted de escribir Los Trágicos, un libro
que está por encima de las sintaxis. Cita en él a
guisa de epígrafe cuatro versos míos. Le ofrezco
estas notas a cambio, porque posee usted al
natural esa ligereza profunda que imita un poco el
opio.
Sublevación de las tripulaciones
Mon cher bon grand fond malempia.
Estos dibujos y estas notas datan de la clínica de Saint-Cloud (16 de
LA SECUESTRADA DE POITIERS diciembre de 1928-abril 1929)[1].
(Según el estudio de André Gide). Se dirigen a los fumadores, a los enfermos, a los amigos desconocidos
reclutados por los libros y que constituyen la única disculpa para escribir.
He suprimido los dibujos hechos con el pretexto de distraerme.
Quisiéralo yo o no, trascendían a trabajo plástico, cualquiera que fuera mi
tontería frente a los problemas de actualidad. Relato una desintoxicación:
herida al ralenti. Los dibujos que van a continuación son como gritos de
sufrimiento al ralenti, y las notas, las etapas del tránsito de un estado
considerado como anormal a un estado considerado como normal.
Aquí se levanta el ministerio público. Pero yo no declaro. No defiendo.
No juzgo. Aporto unos pliegos de cargo y descargo al sumario del pleito del
opio.
Me acusarán, sin duda, de falta de compostura. Quisiera carecer de
compostura. Es difícil. La falta de compostura es el signo del héroe[2].
Me refiero a una falta de compostura hecha de cifras, de cuentas de
hotel y de ropa sucia.
Leit-motiv del DE PROFUNDIS[3]
El único crimen consiste en ser superficial. Todo lo que se comprende
está bien.
La repetición de esta frase irrita, pero es reveladora. Ese lugar común,
último descubrimiento de Wilde, deja de ser un lugar común y empieza a
vivir por el hecho mismo de descubrirlo. Adquiere la fuerza de una fecha.
Quisiera no preocuparme por escribir bien o mal; llegar al estilo de las
cifras.
Me gustaría saber si la carta de Wilde es tan chapucera como su
traducción. Sería, un triunfo sobre la estética.
Acaba uno esa carta con la impresión de haber leído una obra maestra
de estilo, porque en ella todo es cierto, todo tiene el peso mortal de los
detalles indispensables para preparar una coartada, para perder o salvar a un
hombre.
Rousseau adorna sus cifras. Las cierra, las rubrica. Chopin las
enguirnaldará. Sus épocas lo exigen. Pero carecen de compostura. Lavan su
ropa sucia en familia, es decir, en público, en la familia que se buscan y que
se encuentran. Sangran tinta. Son unos héroes.
Me he intoxicado por segunda vez en las siguientes circunstancias:
Ante todo debí haber sido mal desintoxicado la primera vez. Muchos
toxicómanos valientes ignoran las acechanzas de una desintoxicación, se
contentan con una supresión y salen destrozados de una prueba inútil, con
células enfermizas, a las que impiden revivir con el uso del alcohol y del
deporte.
Los designios oscuros de la Providencia
también que el organismo soporte el paso brusco de un otoño a una
Ya explicaré más adelante que los fenómenos increíbles de una primavera.
desintoxicación, fenómenos contra los cuales no puede nada la medicina Antes de ese descubrimiento, la ciencia corre el riesgo de cometer faltas
como no sea dar al calabozo un aspecto de cuarto de hotel y exigir al que corresponderían al empleo de la hipnosis, en la que sumía a los
médico o a la enfermera paciencia, presencia, fluido, en vez de ser los de un histéricos antes de las experiencias del doctor Sollier, experiencias que
organismo que se descompone, deben ser, por el contrario, los síntomas consisten, considerando el histerismo como un sueño patológico, en
incomunicados del recién nacido y de los vegetales en primavera. despertar poco a poco al enfermo, en vez de añadir la dolencia a la dolencia
Un árbol debe sufrir con la savia y no sentir la caída de la hoja. con un método que consistía en curar a un morfinómano con morfina.
LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA orquesta una desintoxicación, con
una exactitud escrupulosa de la que no sospecha ni Stravinsky.
Me he reintoxicado, pues, porque los médicos que desintoxican —debía
decirse simplemente que purgan— no intentan curar los primeros trastornos
que causa la intoxicación, porque volvía yo a hallar mi desequilibrio
nervioso y porque prefería un equilibrio artificial a la falta absoluta de
equilibrio. Este maquillaje moral engaña más que una cara descompuesta:
es humano, casi femenino, recurrir a él.
Me intoxicaba con prudencia y bajo la vigilancia médica. Existen
doctores accesibles a la piedad. No pasé nunca de diez pipas. Las fumé a
razón de tres por la mañana (a las nueve), cuatro por la tarde (a las cinco) y
tres por la noche (a las once). Creía yo disminuir así las probabilidades de
intoxicación. Nutrí de opio células nuevas, renacidas al mundo después de
cinco meses de abstinencia, y las nutrí con innumerables alcaloides
desconocidos, cuando el morfinómano, cuyas prácticas me asustan, recarga
sus venas con un solo veneno conocido y se entrega menos al misterio.
Escribo estas líneas después de doce días y doce noches de insomnio.
Dejo al dibujo el trabajo de expresar las torturas que la impotencia médica
inflige a los que rechazan un remedio que se está convirtiendo en un
déspota.
La sangre del morfinómano no presenta ningún residuo de morfina. Es
atrayente imaginar el día en que los médicos descubran los escondrijos de la
morfina y la atraigan al exterior por medio de una sustancia a la que sea
aficionada, como la serpiente a un tazón de leche; pero será necesario
los métodos de Molière. Se agota al paciente, se le vacía, se expulsa la bilis
Creo que la naturaleza nos inflige las reglas de Esparta y del y, quiérase o no, vuelve a las leyendas, según las cuales se expulsaban los
hormiguero. ¿Hay que bordearlas? ¿Dónde se interrumpen nuestras demonios con plantas, sortilegios, purgas y vomitivos.
prerrogativas? ¿Dónde comienza la zona prohibida?
En el opio, lo que lleva el organismo a la muerte es de orden eufórico.
Las torturas provienen de un retorno, a contrapelo, a la vida. Toda una
primavera perturba las venas, arrastrando hielos y lavas ardientes.
Aconsejo al enfermo privado desde hace ocho días que hunda su cabeza
en su brazo, que apoye la oreja sobre ese brazo y que espere. Revolución,
motines, fábricas que vuelan, ejércitos en fuga, diluvio, la oreja oye todo un
apocalipsis de la noche estrellada del cuerpo humano.
La leche, antídoto de la morfina. Una amiga mía aborrece la leche.
Habiéndosele inyectado morfina después de una operación, pidió leche y le
gustó. Al día siguiente no podía ya tomarla.
El desintoxicado conoce breves sueños y despertares que quitan el gusto
de dormirse. Parece que el organismo sale de una invernada, de esa extraña
economía de las tortugas, las marmotas y los cocodrilos. Nuestra ceguera,
nuestro empeñó en juzgarlo todo conforme a nuestro ritmo, nos hacían
tomar la lentitud del vegetal por una serenidad ridícula. Nada ilustra mejor
el drama de una desintoxicación que esos films acelerados que revelan las
muecas, los gestos, las contorsiones del reino vegetal. El mismo progreso
en el dominio auditivo nos permitirá sin duda oír los gritos de una planta.
Progreso. ¿Será bueno dar a luz a la norteamericana (sueño y forceps), y
ese progreso, que consiste en sufrir menos, no es, como la máquina,
síntoma de un universo en donde el hombre, agotado, sustituye su fuerza El dolor exquisito
por otras, evita las conmociones de un sistema nervioso debilitado?
No existe aún la desintoxicación científica. Apenas llegan a la sangre,
los alcaloides se fijan sobre ciertos tejidos. La morfina se hace fantasma,
sombra, nada. Puede imaginarse el trabajo de los alcaloides conocidos y
desconocidos del opio, su invasión china. Para vencerlos hay que recurrir a
lado para otro. Al séptimo día el canto del gallo me agradó. Escribo estas
No esperéis de mí que traicione. El opio sigue siendo único, notas entre seis y siete de la mañana. Con el opio, no existe nada antes de
naturalmente, y su euforia superior a la de la salud. Le debo mis horas las once.
perfectas. Es lástima que en vez de perfeccionar la desintoxicación, la
medicina no intente hacer inofensivo al opio.
Pero ahí volvemos al problema del progreso. ¿El sufrimiento es una
regla o un lirismo?
Me parece que en una tierra tan vieja, tan arrugada, tan llena de revoque
donde siguen haciendo estragos tantos compromisos y tantas convenciones
risibles, el opio eliminable dulcificaría las costumbres y haría más
beneficios que daños produce la fiebre de acción.
Mi enfermera me dice: «Es usted el primer enfermo al que veo escribir
al octavo día».
Sé muy bien que introduzco una cuchara en la tapioca blanda de las
células jóvenes, que obstruyo una mancha; pero me abraso y me abrasaré
siempre. Dentro de dos semanas, a pesar de estas notas, no creeré ya en lo
que siento. Hay que dejar una huella de este viaje que la memoria olvida,
hay que, cuando es imposible, escribir, dibujar sin responder a las
invitaciones novelescas del dolor, no aprovecharse del sufrimiento como de
una música, hacerse atar la lapicera al pie si es necesario, ayudar a los
médicos a quienes la pereza no suministra datos.
Durante mi neuritis, una noche que preguntaba yo a B… «¿Por qué,
usted que no busca clientela, usted a quien le sobra trabajo en el hospital y
que prepara su tesis, por qué me trata usted a domicilio, noche y día?
Conozco a los médicos. Me quiere usted mucho, pero quiere usted más aún
a la medicina». Me respondió que tenía al fin un enfermo que hablaba, que
él aprendía más conmigo, por ser yo capaz de escribir mis síntomas, que en
el hospital, donde la pregunta: «¿Qué le duele a usted?», provocaba
invariablemente esta respuesta: «No lo sé, doctor».
El renacer de la sensualidad (primer síntoma claro de la
desintoxicación) va acompañado de estornudos, bostezos, mocos y
lágrimas. Otra señal: las aves del gallinero de enfrente me exasperaban, así
como las palomas que recorren el cinc, con las manos a la espalda, de un
Pájaro
el hombre, la droga no adormece el corazón; adormece el sexo. En la mujer,
Las clínicas acogen pocos opiómanos. Es raro que un opiómano deje de despierta al sexo y adormece al corazón. Al décimo octavo día de la
fumar. Las enfermeras no conocen más que falsos fumadores, fumadores privación, la mujer se muestra tierna, lloriquea. Por eso en las clínicas de
elegantes, de esos que mezclan el opio, el alcohol, las drogas y el decorado desintoxicación las enfermas parecen todas enamoradas del médico.
(opio, alcohol: enemigos mortales), o de esos que pasan de la pipa a la
jeringa y de la morfina a la heroína. De todas las drogas, la droga es la más El tabaco es casi inofensivo. Después de la combustión, la nicotina
sutil. Los pulmones absorben su humo instantáneamente. El efecto de una desaparece. Se suele tomar por nicotina, sal blanca, esa especie de pasta
pipa es inmediato. Me refiero a los verdaderos fumadores. Los aficionados amarilla producida por la modificación pirotécnica de las materias
no sienten nada, esperan visiones y corren el riesgo de sufrir el mareo combustibles. Serían necesarios cuatro o cinco gruesos habanos al día para
marítimo; porque el efecto del opio proviene de un pacto. Si nos seduce, ya provocar una crisis de angina de pecho. La mayoría de los famosos estragos
no podremos abandonarle. del tabaco son fenómenos espasmódicos sin verdadero peligro. Se exagera,
Moralizar el opio es como decir a Tristán: «Mata a Isolda. Te como Michelet exageraba fantásticamente el papel del café.
encontrarás mucho mejor después».
La joven Asía no fuma ya porque «el abuelo fumaba». La joven Europa
El opio no soporta los adeptos impacientes, los torpes. Se aparta de fuma porque «el abuelo no fumaba». Y como la joven Asia imita, ¡ay!, a la
ellos, les deja la morfina, la heroína, el suicidio, la muerte. joven Europa, el opio alcanzará su punto de partida, gracias a nosotros.
Si oís decir: «X… se ha matado fumando opio», sabed que eso es
imposible, que esa muerte oculta otra cosa.
Ciertos organismos nacen para ser presa de las drogas. Requieren un
correctivo sin el cual no pueden tener contacto con el exterior. Flotan.
Vegetan entre el perro y el lobo. El mundo sigue siendo un fantasma antes
que una sustancia le dé cuerpo.
Ocurre que esos desdichados viven sin encontrar nunca el menor
remedio. Ocurre también que el remedio que encuentran los mata.
Es una verdadera suerte cuando el opio los equilibra y proporciona a
esas almas de corcho un traje de buzo. Pues el mal producido por el opio
será menor que el de las otras sustancias y menor que la debilidad que
intentan curar.
Al hablar de las células jóvenes, no me refiero a las células nerviosas,
creadas de una vez para siempre y que no cambian ya.
Si el despertar de la privación de opio se produce en el hombre de una
manera fisiológica, determina, sobre todo en la mujer, síntomas morales. En
Carta de H.…, que se ha desintoxicado solo, con un valor inaudito.
Conocía yo el esfuerzo inútil, la confusión entre suprimirse y
desintoxicarse, y esperaba noticias pesimistas después de las primeras
cartas optimistas.
1.º demasiado ejercicio; 2.º uso del alcohol (penúltimas cartas); 3.º
(última carta) la catástrofe. «Me duele —¿cómo le diría yo?— mí macizo
central». ¿Reconocéis el gran simpático, la terrible cadena de montañas
nerviosas, el armazón del alma?
Si el organismo expulsa la droga, es su último refugio. El opio,
expulsado del edificio, se refugia en el cuarto de máquinas.
El automóvil masajea órganos que ningún masajista puede alcanzar. Es
éste el único remedio para los trastornos del gran simpático. La necesidad
de opio se soporta en automóvil.
Las clínicas de desintoxicación debieran en primer lugar contar con un
masajista médico, con un material de masaje eléctrico. En la hidroterapia,
no es el agua de la ducha lo que calma, sino el chorro. Ocurre que los baños
debilitan; a mí me volvían loco.
Sigo convencido, a pesar de mis fracasos, de que el opio puede ser
bueno y que solo de nosotros depende el hacerlo grato. Hay que saber
manejarlo. Ahora bien, no hay nada igual a nuestra torpeza. Un plan severo
(laxantes, ejercicios, exudaciones, descansos, higiene del hígado, horas que
no quitan las del sueño nocturno) permitiría el empleo de un remedio al que
comprometen los idiotas.
No se me diga: «El hábito obliga al fumador a aumentar las dosis». Uno
de los enigmas del opio es que permite al fumador el no aumentar nunca sus
dosis.
El drama del opio no es otro, para mí, que el drama de la comodidad y
de la incomodidad. La comodidad mata. La incomodidad crea. Hablo de la
incomodidad material y espiritual.
Tomar opio, sin abandonarse a la comodidad absoluta que proporciona,
es evitarse, en el terreno espiritual, los trastornos estúpidos que no tienen
nada que ver con la incomodidad en el terreno sensible.
¿Vive en pleno éxtasis un ermitaño? Su incomodidad se convierte en el
colmo de la comodidad. Tiene que zafarse de él.
Situación de Mallarmé
Hay en el hombre una especie de fijación, es decir, de sentimiento Una juventud apasionada de lo maravilloso y del cinismo prefiere
absurdo y más poderoso que la razón, que le da a entender que esos niños cualquier medium de feria, cualquier estafador, a este tipo de hombre
que juegan son una raza de enanos, en lugar de ser unos «quítate de ahí, que honrado, de burgués íntegro, de aristócrata exquisito, de obrero piadoso, de
me ponga yo». orfebre: Mallarmé. Humano, demasiado humano. Confieso, por mi parte,
Vivir es una caída horizontal. una vez desaparecida la sombra que lo aureolaba, que ya no veo más que el
Sin esa fijación, una vida perfecta y continuamente consciente de su modern-style de la orfebrería.
velocidad, se haría intolerable, Permite dormir al condenado a muerte. Si Mallarmé talla piedras, es, más bien que un diamante, una amatista,
A mí me falta esa fijación. Es supongo yo, una glándula enferma. La un ópalo, una gema sobre la tiara de Herodías, en el museo Gustave
medicina toma esa dolencia por un exceso de conciencia, por una ventaja Moreau.
intelectual. Rimbaud ha robado sus diamantes; ¿pero dónde? He aquí el enigma.
Todo me demuestra en los demás el funcionamiento de esa fijación Mallarmé, el sabio, no os cansa. Merece esa dedicatoria sospechosa de
ridícula, tan indispensable como la costumbre que nos oculta a diario el Las flores del mal, que Gautier no merece. Rimbaud conserva el prestigio
espanto de tener que levantarse, que afeitarse, que vestirse, que comer. del encubrimiento, de la sangre; en él, el diamante está tallado con vistas a
Aunque no fuese más que el álbum de fotografías, uno de los instintos más un robo con fractura, con el único fin de cortar un cristal, una luna de
tontos para hacer de un tirón una serie de monumentos solemnes. escaparate.
El opio me aportaba esa fijación. Sin el opio todos los proyectos — Los verdaderos maestros de la juventud, entre 1912 y 1930, fueron
bodas, viajes—, me parecen tan insensatos como si una persona que se Rimbaud, Ducasse, Nerval, Sade.
cayese por un balcón quisiera intimar con los ocupantes de las habitaciones Mallarmé influye más bien sobre el estilo del periodismo.
ante las cuales pasa. Baudelaire presenta arrugas, pero conserva una juventud asombrosa.
Cada verso de Mallarmé fue, desde su origen, una bella arruga, fina,
Si el universo no estuviese movido por un mecanismo sencillísimo, se estudiosa, noble, profunda. Este aspecto, más viejo que eterno, impide que
descompondría. Todo ese movimiento, que nos parece un reloj complicado, su obra envejezca a trozos y la da toda una apariencia arrugada, análoga a la
debe parecerse al despertador. Así, la necesidad de procrear nos la reparten de las líneas de la mano, líneas que serían decorativas en vez de ser
al por mayor, a ciegas. Un error no cuesta caro a la naturaleza, dado el proféticas.
número de probabilidades suyas. Un error que se afina, un vicio, no es más
que un lujo de la naturaleza.
Nada más triste que el diario de Jules Renard; nada demuestra mejor el
horror a las Letras. Él ha debido decirse: «Todos son bajos, pequeños,
arribistas. Nadie se atreve a confesarlo; yo lo confesaré y seré único». Y
ello provoca en el lector impío y a quien le gustaba Renard, una opresión
insuperable.
Abandona uno ese breviario del hombre de letras, del arrivismo íntegro,
con la seguridad de que las ranas han encontrado rey. (Entiendo por ranas lo
que se atrapa con un trozo de cinta roja).
Unos pocos polvos insecticidas aniquilarían esos volúmenes que nos
escuecen, que nos impiden releer Pelo de zanahoria.
Supongo que muchos periodistas no quieren mentir, pero que mienten
por ese mecanismo de la poesía y de la Historia que deforman lentamente
para lograr el estilo. Esta deformación aplicada de manera inmediata,
produce la mentira. Ahora bien; no sé si esa mentira, gracias a la cual los
hechos deben a la larga su relieve, es útil sin la perspectiva. Creo que los
hechos relatados con fidelidad, en caliente, al día siguiente tendrían mil
veces más fuerza.
El hastío mortal del fumador curado. Todo cuanto se hace en la vida,
Maravillas incluso el amor, lo hace uno en el tren expreso que marcha hacia la muerte.
Fumar opio es bajarse del tren en marcha; es ocuparse de otras cosas que no
Tarquino el Soberbio decapita las adormideras (el símbolo mismo de la sean la vida y la muerte.
actividad). Jesús fulmina un árbol inocente, Lenin siembra la tierra con
ladrillos, Saint-Just, con el cuello cortado, cortador de cuellos encantador, y Si un fumador destrozado por la droga se interroga a sí mismo
esas muchachas rusas de la sublevación de las tripulaciones, cuyos pechos sinceramente, encontrará siempre una culpa que está purgando y que vuelve
eran bombas, y el opio prohibido, fabuloso. al opio contra él.
La pureza de una revolución puede mantenerse quince días. Paciencia de la adormidera. Quien ha fumado, fumará. El opio sabe
Por eso un poeta, revolucionario en el alma, se limita a los cambios de esperar.
frente del espíritu.
Cada quince días cambio de espectáculo. Para mí el opio es una El opio castiga los fines.
rebelión. La intoxicación, una rebelión. La desintoxicación, una rebelión.
No hablo de mis obras. Cada una de ellas guillotina a la otra. Mi único Recuerdo que a los dieciocho y a los diecinueve años (EL CABO)[4] me
método: procuro evitarme Napoleón. angustiaba yo con las imágenes. Me decía, por ejemplo: «Voy a morir y no
habré expresado los chillidos de las golondrinas», o: «Moriré sin haber
Fedra o la fidelidad orgánica. Legalmente hay que ser fiel a una explicado la erección de las ciudades vacías, por la noche». El Sena, los
persona, humanamente a un tipo. Fedra es fiel a un tipo. No es un ejemplo anuncios, el asfalto de abril, los barcos-moscas; no experimentaba yo el
de amor, es el ejemplo del amor. Y, además, ¿qué incesto es ése? Hipólito menor placer ante todas esas maravillas. Sufría únicamente la angustia de
no es su hijo. Es cortés que Fedra respete a Teseo y que Teseo ame a vivir demasiado poco para expresarlas.
Hipólito. Es humano que Fedra ame a Hipólito y que Teseo lo deteste. Una vez dichas esas cosas, sentí un gran alivio. Miraba con desinterés.
Después de la guerra, las cosas que deseaba decir eran de un orden cada vez
No somos ya, ¡ay!, un pueblo de agricultores y de pastores. Que es más raro, se limitaban a unas pocas. No podían quitármelas ni
necesario otro sistema terapéutico para defender el sistema nervioso adelantárseme. Respiraba como un corredor que se vuelve, se tumba, se
agotado, es cosa que no puede ponerse en duda. Para esto se impone el calma, que no ve ya siquiera la silueta de los otros corredores en el
descubrimiento de un medio para hacer inofensivas las sustancias horizonte.
beneficiosas que el cuerpo elimina tan mal o para blindar la célula nerviosa.
Decid esta verdad de perogrullo a un doctor, y se encogerá de hombros.
Hablará de literatura, de utopía, de dadaísmo del toxicómano.
Sin embargo, yo afirmo que algún día se emplearán sin peligro las
sustancias que nos calman, que se evitará la costumbre, que se reirá la gente
del cuco de la droga, y que el opio domesticado, mitigará la dolencia de las
ciudades donde los árboles mueren de pie.
Siento un gran deseo esta noche de releer los Cuadernos de M. L. Notaba yo, haciendo el papel de Heurtebise en Orfeo, que el público
Brigge, pero no quiero pedir libros, quiero leer lo que cae buenamente en más atento se comunica sus observaciones, y, por lo tanto, se saltea finales
este cuarto. de diálogo indispensables.
¡Si por casualidad los Cuadernos figurasen entre los libros dejados por ¿Requiere el teatro la chapucería? ¿Son inevitables los ripios, las
los enfermos a las enfermeras! No. M.… no tiene más que Paul Féval y transiciones lentas? ¿No se podría obligar al público a callarse?
Féval hijo. He agotado ya las familias Artagnan y Lagardère. En la calle Hugo condena, con Taima, el bello verso en el teatro. Es, en efecto,
d’Anjou me han sacado el ejemplar adquirido en la librería Emile-Paul. imposible que las rimas âme, femme, se encuentren cada quince versos en el
Releería la muerte de Cristóbal Detlev Brigge o la muerte del teatro de Hugo sin un decidido propósito de chapucería. Victor Hugo, muy
Temerario; volvería a ver la habitación de esquina, en 1912, en casa de esmerado generalmente, alcanza así las bellezas de un Fantomas. Nuestra
Rodin, en el hotel Biron; la lámpara del secretario alemán Rilke. Vivía yo Señora de París, El hombre que ríe, melodramas novelados. Hugo
en el antiguo edificio de las Hermanas del Sagrado Corazón, actualmente desprecia el teatro. Encuentra en él un vehículo. ¿Regla o negligencia?
derruido. Mis puertas-balcones daban a siete hectáreas de parque Regla, porque los dramas de Hugo llenan aún los teatros, igual que los de
abandonado, que bordean el Bulevar de los Inválidos. No sabía yo nada de Wagner.
Rilke. No sabía nada de nada. Era yo terriblemente despierto, ambicioso, Se pregunta uno si el público no podría, a la larga, llegar a prestar toda
absurdo. He necesitado muchos sueños para comprender, para vivir, para su atención. Preparándolo, hipnotizándolo, arrojándole rimas como huesos
añorar. Mucho tiempo después, en 1916, Cendrars me descubría a Rilke, y para mantenerlo con las aletas de la nariz trémulas, lo han pervertido. No es
mucho más tarde aún, en 1928, la señora K.… me trasmitía el telegrama que yo combata la rima en sí, sino ese rumor capcioso cuya misión consiste
trastornador: «Dígale a Jean Cocteau cuánto lo quiero; que es el único ante en no dejar al público que se duerma.
quien se revela el mito del que vuelve curtido como de la orilla del mar».
Con motivo de Orfeo, aquel hombre escribía: «Tenemos un concepto
distinto de lo maravilloso. Los dos creemos que cuando todo sucedía
naturalmente, las cosas eran mucho más extrañas todavía».
¡Y pensar que después de estas recompensas altísimas nos irrita a veces
un artículo!
¡Qué vulnerable es uno al despertar de esos sueños cuya apoteosis es la
muerte, de esos sueños en los cuales debiera uno estarse quieto,
esperándolos, en vez de querer echárselas de importante y mezclarse en la
conversación de las personas mayores, y colocar su frase, y decirla de tal
modo que pagaría uno lo que fuera por haber callado!
No tengo sobre la conciencia muchas obras escritas despierto, excepto
mis libros anteriores al Potomak, en el que he empezado a dormir; pero
tengo algunas. ¡Qué no daría yo porque no existiesen!
Estando muy intoxicado, ocurríame dormir interminables sueños de
medio segundo. Un día, yendo a ver a Picasso, en la calle La Boétie, me
Coincidencias en torno de un nombre y de una
pareció, en el ascensor, que crecía yo juntamente con algo terrible, que sería
eterno. Una voz me gritaba: «¡Mi nombre está en la placa!». Una sacudida obra
me despertó, y leí en la placa de cobre de los botones del ascensor:
Ascensores Heurtbise. Recuerdo que en casa de Picasso hablamos de Como Marcel Herrand quiso ensayar la obra la víspera de la función,
milagros. Picasso dijo que todo era milagro y que era un milagro no nos reunimos en mi casa, en la calle d’Anjou. Ensayábamos en el vestíbulo
deshacerse en el baño como un terrón de azúcar. Poco después, el ángel y Herrand acababa de decir: «Con esos guantes atravesará usted los espejos
Heurtebise me obsesiono y comencé el poema. En mí siguiente visita miré como si fuesen agua» cuando se oyó un estépito espantoso en el fondo de la
la placa. Llevaba el nombre de Otis-Pifre; el ascensor había cambiado de casa. De un alto espejo del cuarto de baño no quedaba más que el marco. La
marca. luna, pulverizada, cubría el suelo.
Terminé El ángel Heurtebise, poema, a la vez inspirado y formal como Glenway Wescott y Monroe Wheeler, que habían venido a París para el
el juego de ajedrez, la víspera de mi desintoxicación en la calle estreno de Orfeo, se vieron detenidos, camino del teatro, en el bulevar
Chateaubriand. (La clínica de las Termas ha sido derruida: dieron el primer Raspail, por un choque; un cristal roto y un caballo blanco que asomaba su
piquetazo el día de mi salida). Después llamé Heurtebise al ángel de Orfeo. cabeza dentro del coche.
Cito el origen del nombre a causa de las numerosas coincidencias a que da Un año después, almorzaba yo con ellos en Ville-franche-sur-Mer,
motivo todavía. donde compartían una casa muy aislada, sobre la colina. Estaban
traduciendo Orfeo, y me dijeron lo incomprensible que resultaría un
vidriero en América. Les recordé, como argumento contrario El Pibe, en esa
película hace Chaplin en Nueva York, el papel de un vidriero. «Es raro en
Nueva York y raros en París —les expliqué—; no se encuentra uno
vidrieros casi nunca». Me estaban diciendo que les describiese un vidriero,
y me acompañaban entre tanto hacia la verja, cruzando el jardín, cuando
oímos y vimos un vidriero que, contra toda espera y toda verosimilitud,
pasó por la carretera desierta y desapareció.
Representaban Orfeo, en español en México. Un temblor de tierra
interrumpió la escena de las bacantes, derruyó el teatro e hirió a unas
cuantas personas. Una vez reedificada la sala, volvieron a representar
Orfeo. De pronto, el director artístico anunció que el espectáculo no podía
continuar. El actor que desempeñaba el papel de Orfeo, antes de resurgir del
espejo, se había desplomado muerto entre bastidores.
El vizconde y la vizcondesa Carlos de Noailles habían escondido los
huevos de Pascua de sus hijos en la arena de una sala de gimnasia de su
finca del Mediodía. Encargaron a un joven albañil que trabajaba en el
jardín, y al que apodaban Heurtebise a causa de su silueta blanca, que que no comprendo, tenía yo los ojos llenos de lágrimas y mi corazón latía
colgase unos farolitos de papel sobre la arena de aquella sala. El muchacho hasta romperse.
subió a la banderola de cristales, se escurrió, la atravesó y cayó sin hacerse El armario de los hermanos Davenport, el baúl de Bénévol, otras tantas
daño, de bruces sobre la arena, con la espalda llena de cristales rotos. Al ser obras maestras que explican el estudio de Poe sobre el jugador de ajedrez.
interrogado el joven declaró llamarse Ángel. ¿Pero qué estudio habría que escribir? Un milagro deja de serlo por el
La princesa E. de Polignac adquiere una casa de campo y pregunta su hecho de producirse. Y en ellos el milagro subsiste. El truco no engaña. Y
nombre al joven ayudante del jardinero. Respuesta: Rafael Heurtebise[5]. cuando el truco llega a esa sencillez considerable en que ya no es un truco,
Es natural que, creyente y crédulo, me mantenga continuamente en o sea, cuando Bénévol adormece, cuando madame Lucile adivina, ese
guardia y no conceda con demasiada precipitación a unos cuantos espectáculo, donde nada autoriza a un diletante de los circos, de los music-
encuentros un significado de orden sobrenatural. halls, de los burdeles, de las ferias a buscar el menor provecho, ese
No incitarse nunca al misterio para que el misterio venga por sí solo y espectáculo sin pintoresquismo, esos artistas sin arte, esos gigantes
no encuentre el camino dificultado por nuestra impaciencia de entrar en exquisitos me recordaban un palco de Ballet Ruso, donde vimos una noche
contacto con él. juntos a Picasso, Matisse, Derain, Braque, y este grito sublime de mujer
No olvidar que las tomas de contacto oficiales con lo desconocido (citado por Barrès) en el entierro de Verlaine: «¡Verlaine! Todos los amigos
acaban siempre en un negocio, como Lourdes, o en una visita policíaca, están ahí».
como Gilles de Rais. (1930). Estos cuartitos de hotel, donde acampo desde hace tantos años,
Las mesas giran. Los durmientes hablan. Esto es un hecho. Es cuartos para los ejercicios amorosos en los que me consagro a la amistad,
repugnante negarlo. sin descanso, ocupación mil veces más extenuante que la del ejercicio
Pero que hagamos trampas a propósito o sin saberlo, por mediación de amoroso.
una fuerza que nuestra impaciencia exhala, viene a ser lo mismo en lo que Al salir de Saint-Cloud yo me repetía: es abril. Soy fuerte. Tengo un
al contacto con lo desconocido se refiere. libro que no me esperaba. Cualquier habitación de cualquier hotel será
Cuanto más ávido es uno, más indispensable resulta hacer retroceder, buena, Ahora bien; mi cuarto de ahorcado, en la calle Bonaparte, se
cueste lo que costare, los límites de lo maravilloso. convirtió en un cuarto para ahorcarse. Había yo olvidado que el opio
Se habla mucho de grandeza, de misterio. Rara vez se demuestran. Una transforma el mundo y que, sin el opio, un cuarto siniestro sigue siendo un
bonita lección de grandeza y de misterio: el espectáculo BéNéVOL - cuarto siniestro.
ROBERTSON - INAUDI - Madame LUCILE en el Ambigu. Esos artistas
ingenuos trabajan honradamente, directamente, cara a cara con lo
desconocido. Los ojos de Madame Lucile, la soberbia de Bénévol, la
autoridad, el encanto de Inaudi. Inaudi: tipo Berthelot, Bergson. Ninguna
vulgaridad. El público innoble gritaba los números 606, 69. Él no acusa
nunca el golpe. Su gracia, cuando aplasta a un contador pretencioso, a una
señora que se equivoca de fecha. Sus manos pequeñas que hacen punto.
Aquello acaba por ser como la belleza misma. Bajo aquel aluvión de cifras
Uno de los prodigios del opio consiste en convertir instantáneamente un
cuarto desconocido en un cuarto tan familiar, tan lleno de recuerdos, que
uno cree haberlo ocupado siempre. Ninguna herida acompaña la partida de
los fumadores, merced a la certeza de que el mecanismo ligero funcionará
al minuto, en cualquier parte.
A las cinco pipas una idea se deformaba, se desarrollaba lentamente en
el agua del cuerpo con los nobles caprichos de la tinta china, con los
escorzos de un nadador negro.
Una bata agujereada, chamuscada, quemada por los cigarrillos,
denuncia al fumador.
Instantánea extraordinaria en una revista impúdica: acaban de decapitar
a un rebelde chino. El verdugo, el sable, borrosos aún, parecidos al
ventilador que se para. Un haz de sangre, todo recto, brota del tronco. La
cabeza, sonriente, ha caído sobre las rodillas del rebelde, como el cigarrillo
del fumador, sin que lo note.
Lo notará al día siguiente por la mancha de sangre, como el fumador
por la quemadura.
No he puesto en Orfeo, a propósito, más que una imagen. Después de la
representación, me la citan.
Perderse una sola réplica de Orfeo, excepto esa imagen, es perder un
tornillo de la máquina: ya no funciona.
Después de la escuela de la chapucería vino la escuela del realismo en
escena. Ahora bien; no se trata de vivir en escena; se trata de hacer viva una
escena. Esta verdad del teatro es la poesía de teatro, lo que es más
verdadero que la verdad.
Así como la velocidad de Orfeo resulta demasiado detallada para un
oyente versado en las obras que se pintaban como las decoraciones
antiguas, de igual modo para un espíritu acostumbrado a las obras
construidas como una verdadera casa, la casa de Orfeo tiene el aspecto de
un manicomio.
«¿Por qué su nombre y su dirección en la boca de la cabeza de Orfeo?».
Es el retrato del donador en la parte inferior del lienzo; el nombre del
atropellado, a quien interrogan en la farmacia.
Puede encontrarse la prueba de la óptica singular del teatro hasta en el
teatro llamado «realista». L. Guitry me contaba que en una obra, en la que
tenía que comer en el Ritz con otro personaje, hacía traer la comida del
mejor restorán. A pesar de todos sus esfuerzos, la escena seguía siendo fría,
hasta que advirtió que el dueño del restorán le mandaba la comida y el
maître d’hôtel. Sustituyó el maître d’hôtel por un actor y logró
inmediatamente que adquiriese relieve.
Coreógrafos, ejecutad vuestra danza con una música célebre (Carmen,
Tristán e Isolda, qué sé yo) y suprimidla después.
Exigid que el pintor sea un director de escena.
El baño de las gracias de MERCURIO es una postura escénica. Cread la
pantomima, el cuadro vivo, el gesto en silencio. Dejad de ser frívolos y de
conjugar las artes.
Vivimos en una época tal de individualismo que ya no se habla nunca de
discípulos; se habla de ladrones.
De un individualismo cada vez más exaltado no nacen más que
soledades. Ahora no se detestan ya entre sí los artistas de criterios distintos,
sino los artistas de igual criterio, los hombres que comparten la misma
soledad, la misma celda, que explotan la misma parcela de excavaciones.
Esto hace que nuestro peor enemigo sea el único capaz de comprendernos a
fondo y viceversa.
Elegir sus trampas
El ritmo de nuestra vida se desarrolla por períodos, muy semejantes,
salvo en que se presentan de una manera que los hace irreconocibles. El
acontecimiento-trampa o la persona-trampa, son tanto más peligrosos
cuanto que dependen, por su propia cuenta, de la misma ley y llevan
sinceramente la máscara.
A la larga, el sufrimiento nos da el alerta y señala multitud de trampas.
Pero, a menos de una negativa insípida a vivir, hay que aceptar ciertas
trampas, a pesar de la seguridad que entrañan de tener consecuencias
funestas. La sabiduría consiste en estar loco cuando las circunstancias valen
la pena de estarlo.
Goethe es uno de los primeros que ha hablado de una verdad del arte,
obtenida con lo contrario de la realidad (a propósito de un grabado de
Rembrandt). Hoy, toda investigación es admitida como investigación. Es
difícil de imaginar la soledad de Ucello. «Ese pobre Paolo —dice Vasari—,
poco versado en la ciencia de la equitación, habría hecho una obra maestra
si no hubiese representado a su caballo levantando las dos patas del mismo
lado, lo cual es imposible». Ahora bien, toda la nobleza de la obra a que se
refiere Vasari procede de ese contraste, de ese acto de presencia del artista,
por medio del cual se afirma y exclama a través de los siglos: «Ese caballo
es un pretexto. Me impide morir. ¡Aquí estoy!».
Intensidad de una atmósfera
Atmósfera tipo de teatro: patio de hostería. Coro de pinches de cocina.
La diligencia llega. Algunos de los personajes principales de la obra bajan
de aquélla. Adivina uno que actores y actrices hablan entre sí de otras cosas
que no son la obra. Cae la noche. La orquesta ataca con sordinas el coro de
pinches.
Quiero encontrar de nuevo esta atmósfera. Si la vuelvo a encontrar ya
no habrá ni patio de hostería, ni diligencia, ni anochecer, ni coro de pinches.
Por ejemplo: ha sido la necesidad en que se encuentran los actores del
Châtelet de hablar fuerte lo que me ha hecho descubrir el estilo de los
fonógrafos en LOS ESPOSOS DE LA TORRE EIFFEL.
Texto de LOS ESPOSOS. Quería yo que las frases gruesas del texto fuesen
como si viera uno emparejadas tarjetas postales de la Venus de Milo, del
Angelus de Millet, de la Gioconda.
Aparte de mis recuerdos íntimos de teatro, me quedan tres grandes
recuerdos de decorados. El naufragio y la parada del tren de LA VUELTA AL
MUNDO EN OCHENTA DÍAS, LA COMEDIA DE LOS JUEGOS DEL MUNDO, decorada
por Fauconnet (Vieux-Colombier). COLOR DEL TIEMPO, decorada por
Vlaminck (Teatro Renée Maubel).
La vida transcurre con demasiado perfeccionamiento, con demasiado
confort. ¡Qué lamentable resultará la supresión del cuchicheo enorme,
cálido, rico, de los pasajes en que el film hablado no habla ya, la
desaparición del contraste entre fe vulgaridad visual y el relieve auditivo!
Cuando todo esté a punto, relieve, color, ruido, la juventud saqueará ese
teatro postizo y utilizará sabiamente el encanto de las antiguas culpas,
vencidas por el lujo, el comercio, el inevitable confort científico. (Los
Escena de Orfeo hotelitos perdidos en cuanto el dueño gana lo suficiente para hacerlos
parecidos a su sueño, dignos de un éxito del que se asombra, incapaz de
comprender sus motivos).
pruebas embarazosas que posee y de las que se desprende su afirmación.
He leído el legajo Victor Hugo en la Comedía Francesa. Sobre una Más adelante, el lento descubrimiento de esas pruebas da al poeta su puesto
hojita marca él los puestos de sus jóvenes amigos, índica los versos que hay de adivino. En Guernesey, le dio a Hugo la locura por los muebles y por la
que aplaudir, dispone su claque y su contraclaque. fotografía. Lo fotografiaban de veinte a treinta veces por día. ¡Hugo sin
¡Y que nos acusasen a nosotros de organizadores! Nunca hemos contado barba! ¡Qué revelación! Hay siempre una temporada en que el hombre
más que con los amigos desconocidos que tanto nos reprochaban y que barbudo se afeita. Esa temporada dura muy poco. Vuelve a dejarse la barba
vinieron en nuestra ayuda por sorpresa. Esos jóvenes amigos de Victor precipitadamente.
Hugo debían ser la flor y nata del vanguardismo. Excepto Pétrus Borel, no
conozco un solo nombre. Teófilo Gautier no visitaba todavía a su ídolo. Hugo (proceso de EL REY SE DIVIERTE). «¡Es la censura hoy y mañana el
Estaba en su puesto, de servicio, con su barba, sus narizotas y su chaleco destierro!». Este apostrofe da que pensar. Ese destierro debió estar
grotescos. preparado con mucha antelación.
Le gustaría a uno un poco hacer fumar a Hugo. A Victor Hugo no le ha
faltado más que estar enfermo. Me equivoco. Su enfermedad constituía su Ya no se aceptan los monstruos sagrados, del tipo Goethe o Victor
gloria. Estaba loco. Al principio era un megalómano, luego se volvió loco. Hugo. En la mesa no escucharían ya a Oscar Wilde; daría la lata.
(Sus dibujos, sus muebles, sus amores, sus métodos de trabajo lo La velocidad impide el estacionamiento en torno a una figura. Barres,
demuestran). hipnotizado por esa raza de hombres, consiguió todavía algo por el estilo.
Es, sin duda, el último ejemplar de un tipo desaparecido. Chesterton habla
El principio de novedad de una obra es siempre nefasto. No se ve la muy bien de ese fenómeno a propósito de Dickens.
obra más que cuando se vulgariza y desaparece. Su época muy tosca
obligaba a Victor Hugo a romper superficialmente con las formas
admitidas. El principio de novedad permanece en primer término. Aquel
relieve se ha convertido en vulgaridad: su teatro sobrevive a causa de un
buen estómago.
Imaginad un hombre, en su mesa, escribiendo CROMWELL, al margen de
su trabajo. Péguy, hugólatra, me enumeraba sus obras. «Deben quedar
algunas más —repetía—. ¡Vamos a ver, vamos a ver!». Recapitulaba,
rebuscaba. Se le habían olvidado LOS MISERABLES.
Nada más anormal que un poeta que se asemeja a un hombre normal:
Hugo, Goethe… Es el loco en libertad. El loco que no parece loco. El loco
que no es nunca sospechoso. Cuando escribí que Victor Hugo era un loco
que se creía Victor Hugo, no bromeaba. El pecado-tipo contra el Espíritu,
¿no consiste en ser espiritual? No era una humorada, era una síntesis; el
resumen de un estudio que me niego a escribir y que otros escribirán algún
día. El papel del poeta no es probar, sino afirmar sin aportar ninguna de las
Las famosas deformaciones debidas al opio. Lentitudes, perezas, sueños
inactivos. ÓPERA es la obra de un opiómano. «Nadie le preguntaba a usted
nada», responden los imbéciles. Ahora bien, no he logrado nunca
velocidades semejantes, Velocidades que llegan a la inmovilidad. Mí
ventilador no da aire y no enturbia la imagen colocada detrás; pero no
aconsejo a nadie que ponga allí el dedo.
Reproche de los retruécanos de ÓPERA. Es confundir los retruécanos con
las coincidencias. ÓPERA es un aparato distribuidor de oráculos, un busto
que habla, un libro profético. Estoy cavando. Mi azadón tropieza con una
forma dura. La saco y la limpio. L’ami Zamore de Madame du Barry[6] es
una fatalidad; no es un juego de palabras.
Se habla siempre de la esclavitud del opio. No sólo la regularidad de
horas que impone es una disciplina, sino también una liberación. Liberación
de las visitas, de los círculos de personas sentadas. Y añado que el opio es
lo contrario de la jeringa de Pravaz. Tranquiliza. Tranquiliza con su lujo,
con sus ritos, con la elegancia antimédica de las lamparillas, hornillos,
pipas, con el marco secular de ese envenenamiento exquisito.
Aun sin ningún espíritu de proselitismo es imposible que una persona
que no fume viva junto a una persona que fuma. Cada una de ellas viviría
en un mundo distinto. Una de las únicas defensas contra la recaída será, por
lo tanto, la responsabilidad.
Desde hace dos meses vomito bilis. Raza amarilla: la bilis condensada
en la sangre.
El opio es una decisión a adoptar. Nuestro único error consiste en querer
fumar y compartir los privilegios de los que no fuman. Es raro que un
fumador deje el opio. El opio lo deja a él, arrastrándolo todo. Es una
sustancia que escapa al análisis, viva, caprichosa, capaz de volverse
bruscamente contra el fumador. Es un barómetro de una sensibilidad
Asunto de costumbres
enfermiza. En determinadas temporadas de tiempo húmedo, las pipas
trasudan. Al llegar el fumador a orillas del mar, la droga se hincha, se niega
a cocer. La proximidad de la nieve, de una tormenta, de un vendaval, la
hacen ineficaz. Ciertas presencias parlanchinas la despojan de toda su
virtud.
En suma, no existe querida más exigente que la droga, que lleva sus
celos hasta castrar al fumador.
La caída del joven Ícaro
Al preparar el opio bruto se combinan los alcaloides al azar. Es La rueda es la rueda. El opio es el opio. Cualquier otro lujo es
imposible prever los resultados. Si se le añade dross[7] aumentan las ingeniosidad; como si, no conociendo la rueda, hubiesen construido los
probabilidades de éxito, pero esto puede hacer peligrar una obra maestra. Es primeros coches, conforme al caballo, con patas mecánicas.
un golpe de gong que embrolla la melodía. No aconsejo la gota de Oporto,
ni la de fine-champagne. Lo que aconsejo es un litro de vino tinto añejo en Aprovechemos el insomnio para intentar lo imposible: describir la
el agua donde esté en remojo la bola en bruto, procurando luego evitar la necesidad.
ebullición y pasándose ocho días en la faena. Byron decía: «El amor no soporta el mareo». Como el amor, como el
mareo, la necesidad penetra por todas partes. Es inútil toda resistencia.
Con una buena higiene, un fumador que aspirase doce pipas al día Primero, un malestar. Después las cosas se agravan. Imaginad un silencio
durante toda su vida estaría no sólo inmunizado contra las gripes, catarros y que correspondiese a los quejidos de millares de niños cuyas nodrizas no
anginas, sino además menos en peligro que un hombre que bebiese una regresasen a darles de mamar. La inquietud amorosa traducida en lo
copa de coñac o que fumase cuatro puros. Conozco personas que fuman sensible. Una ausencia que reina, un despotismo negativo.
una, tres, siete a doce pipas desde hace cuarenta años. Los fenómenos se precisan. Muarés eléctricos, champagnes de las
Algunos os dicen: «Los delicados tiran el dross». Y otros: «Los venas, sifones helados, calambres, sudor en la raíz de los cabellos, boca
delicados hacen fumar a sus criados indios y sólo fuman el dross». Si se pastosa, mucosidad, lágrimas. No insistáis. Vuestro valor se encuentra en
interroga a un criado indio sobre el peligro de la droga: «Buena droga, franca derrota. Si tardáis demasiado no podréis ya tomar vuestro material y
engorda —responde—. Dross, enferma». amasar vuestra pipa. Fumad. El cuerpo no esperaba más que noticias. Una
El vicio del opio es fumar el dross. pipa basta.
Así como no hay que confundir una desintoxicación con su Es fácil decir: «El opio paraliza la vida, insensibiliza. El bienestar
convalecencia como del tifus, ni la supresión con los sustitutivos — proviene de una especie de muerte».
ejercicios físicos, marcha, deportes de invierno, cocaína, alcohol—, no hay Sin opio tengo frío, me acatarro, no tengo hambre. Estoy impaciente por
que tomar tampoco la intoxicación por la costumbre. Ciertas personas no imponer lo que invento. Cuando fumo, tengo calor, desconozco los catarros,
fuman más que los domingos. No pueden pasarse el domingo sin droga; es tengo hambre, mi impaciencia desaparece. Doctores, meditad sobre este
la costumbre, La intoxicación destroza el hígado, ataca las células enigma.
nerviosas, estriñe, apergamina las sienes, contrae el iris del ojo. La Los sabios no son curiosos, dice France. Tiene razón.
costumbre es un ritmo, un hambre singular que puede molestar al fumador,
pero que no le causa daño alguno. El opio es la mujer fatal, las pagodas, las linternas. No soy capaz de
Los síntomas de la necesidad son de un orden tan extraño que no sabría desengañaros. Puesto que la ciencia no sabe separar los principios curativos
uno describirlos. Sólo los mozos de clínica consiguen formarse una idea de y destructores del opio, tengo necesariamente que inclinarme. Nunca he
ellos. (No se diferencian de los síntomas graves). Figuraos que la tierra sentido más hondamente no haber sido poeta y médico, como Apolo.
girase un poco menos de prisa, que la luna se acercara un poco. Todos llevamos en nosotros algo enrollado, como esas flores japonesas
que se despliegan en el agua.
El opio hace el papel del agua. Ninguno de nosotros lleva el mismo
modelo de flor. Puede ocurrir que una persona que no fume no sepa nunca
el género de flor que el opio hubiese desenrollado en ella.
No hay que tomar el opio a lo trágico. Hacia el año 1909 fumaban
artistas que no lo decían y que ya no fuman. Muchos matrimonios jóvenes
fuman sin que nadie lo sospeche; los coloniales fuman contra la fiebre y
dejan de fumar cuando las circunstancias les obligan a ello. Sufren entonces
las molestias de una gripe intensa. El opio perdona a todos esos adeptos
porque no lo tomaban ni lo toman trágicamente.
El opio se torna trágico en la medida en que afecta a los centros
nerviosos que gobiernan el alma. Si no, es un antídoto, un placer, una siesta
extraordinaria.
Lo grave es fumar para combatir un desequilibrio moral. Entonces es
difícil acercarse a la droga, como hay que acercarse a ella, y como conviene
acercarse a las fieras: sin miedo.
tres terrazas de las curas de sol: «Fíjese usted —me dice—, esos
Un día en que, realmente curado, intentaba yo desembrollar un poco el condenados han construido plataformas para bombardear París».
problema inabordado del opio con el doctor Z.…, más apto por su juventud
para vencer ciertas rutinas, el doctor X.… (generación de los grandes Mientras dibujo, E…, una suplente escribe a su hermano: «Aprovecho
incrédulos) preguntó a mi enfermera si podía entrar a verme. «Está — un momento de distracción de mi enfermo para escribirte…».
contestó ella— con el doctor Z…». «¡Oh! Entonces, ya que se trata de No hay que olvidar que no dejan subir a nadie, que encierran a un
literatura, no subo. No tengo talla». nervioso, a un medio loco a quien debieran distraer, solo con su enfermera
Mi enfermera (una bretona) dice: «No se puede querer mal a la Santa durante meses enteros. El médico director entra un minuto. Si el enfermo
Virgen por haber engañado al buen Dios porque Él había marchado a marcha bien, prolonga su visita. Si el enfermo va mal, se escabulle. El
guerrear contra los judíos y la dejaba todo el tiempo sola». psiquiatra agregado al establecimiento es joven, agradable, vivaracho. No
puede menos que agradar. Si agrada, una larga visita suya molesta al
Hay una amable enfermera, viuda de guerra, que es del norte. En la médico director, que desagrada en cambio. Permanece diez minutos.
mesa, sus compañeras la interrogan acerca de la ocupación alemana durante Colocan a cualquier enfermera junto a cualquier enfermo. Ahora bien;
la guerra. Sorben su café y esperan oír horrores. la elección de enfermera es capital para los nerviosos. Sonrisas: «¡Ah! Si
«Eran muy amables —responde ella—, repartían su trozo de pan con mi hubiese que ocuparse también de esos detalles…». Y tratan al nervioso
hijito y hasta, si alguno de ellos se portaba incorrectamente, no se atrevía como a un idiota. Le ocultan el contenido de los medicamentos, evitan las
una a quejarse a la Kommandatur porque los castigaban con demasiada relaciones humanas. El doctor debe ser inhumano. A un doctor que había,
dureza. Por haber molestado a una mujer les ataban a un árbol durante dos que entra en contacto con el enfermo, no se lo toma nunca en serio. «Sí, es
días». un hombre muy elocuente; pero si me sintiera mal, mandaría avisar a
Esta respuesta consterna a la mesa. La viuda se hace sospechosa. La cualquier otro». La psicología es la enemiga de la medicina. Antes que
llaman la Boche. Llora ella y poco a poco modifica sus recuerdos y desliza abordar la cuestión del opio con el enfermo, a quien obsesiona, la soslayan.
una pequeña atrocidad. Quiere vivir. Un verdadero doctor no se entretiene en la habitación. Oculta sus trucos, a
falta de trucos. Este método ha pervertido a los enfermos. El doctor que los
La condesa de H…, alemana de origen sueco, ocupa la habitación de la
escucha, el doctor humano, les resulta sospechoso. El doctor M… ha
esquina. Veo sus ventanas. Las enfermeras han pedido a la directora que matado a toda una familia, tratando la fractura de nariz de mi hermano
quite a la viuda del norte del servicio de la condesa. «Está en connivencia como si fuese una erisipela. Su levita, su cráneo, tranquilizaban.
con los boches. ¡Podrían muy bien conspirar!».
Esta mañana en que se celebran los funerales de Foch, la condesa abre
su ventana como de costumbre, «Nos desafía», dice el personal.
El ala sur del antiguo hotel Pozzo di Borgo ha sido construida en 1914
por una empresa sanitaria alemana. ¡Ay! Los muros son de cartón. Si se
clava un clavo se viene abajo la habitación, Mi enfermera me muestra las
El opio se transmite a través de los siglos como el codo real[8]. Helena
conocía fórmulas tan perdidas como los misterios de la gran pirámide. Al
cabo del tiempo unas y otras se encuentran. Ronsard ensaya la adormidera
bajo todas sus formas y nos lo cuenta en un poema consternador. Conocía a
una Helena; no sabía ya preparar la adormidera.
No soy un desintoxicado orgulloso de su esfuerzo. Me avergüenza ser
expulsado de este mundo, en el cual la salud se parece a los films innobles
en que unos ministros inauguran una estatua.
Es duro sentirse reformado por el opio después de varios fracasos; es
duro saber que ese tapiz volador existe y que no volará uno más en él; era
grato adquirirlo, como en la Bagdad del Califa, a los chinos de una calle
sórdida, empavesada de ropas blancas; grato regresar velozmente a probarlo
al hotel, en la habitación con columnas, donde vivieron Sand y Chopin;
desplegarlo, tumbarse encima, abrir la ventana sobre el puerto y partir.
Demasiado grato, sin duda.
El fumador forma cuerpo con los objetos que lo rodean. Su cigarrillo,
un dedo, caen de su mano.
El fumador está rodeado de pendientes. Imposible mantener el espíritu
en alto. Son las once de la noche. Fuma uno desde hace cinco minutos; se
consulta el reloj: son las cinco de la mañana.
El fumador tiene que volver mil veces a su punto de partida como el
huevo del tiro al blanco, al extremo del surtidor. El menor ruido
intempestivo hace saltar el huevo del surtidor.
La sustancia gris y la sustancia marrón forman los más bellos acordes.
El optimismo del fumador no es un optimismo de borracho. Imita al
optimismo de la salud.
Por la boca de su herida Picasso me decía; «El olor del opio es el olor menos estúpido del
mundo». Sólo podría comparárselo al olor de un circo o al de un puerto de
mar.
El opio en bruto. Si no lo guardáis en una caja de metal y os contentáis
con una caja cualquiera, la serpiente negra se escapará, reptando, en
seguida. ¡Sed prevenidos! Bordea los muros, baja las escaleras, los pisos,
gira, cruza el vestíbulo, el patio, la bóveda, y bien pronto se enrollará
alrededor del cuello del agente de policía.
Decir «las drogas» hablando del opio viene a ser como confundir el
Pommard con el Pernod.
Estaba en mí cuarto el oficial de marina que cuidaba tres cuerpos y que
cambiaba de piernas a toda velocidad.
Cuando dibujo, la enfermera me dice: «Me da usted miedo, tiene cara
de asesino».
No me gustaría que me sorprendiesen escribiendo. He dibujado siempre.
Para mí, escribir es dibujar, es enlazar las líneas de tal modo que se hagan
escritura o desatarlas de tal manera que la escritura se convierta en dibujo.
No salgo de ahí. Escribo, intento limitar exactamente el perfil de una idea,
de un acto. En resumidas cuentas, circundo fantasmas, hallo los contornos
del vacío, dibujo.
Hacer luminoso el misterio (misterio misterioso, oscuro: pleonasmo),
devolverle, por lo tanto, su pureza de misterio. Meine Nach ist Licht…
Crear: matar en torno de uno todo lo que impide proyectarse en el
tiempo por mediación de una apariencia cualquiera, no siendo el interés de
esta apariencia más que un subterfugio para hacerse visible después de su
muerte.
Quincey me asombra cuando habla de sus paseos y de sus sesiones de
Sorpresas del tribunal de Dios Ópera. Porque basta con un cambio de postura, con una luz, para destruir el
enorme edificio de calma. Fumar con dos es ya mucho. Fumar con tres es
Una niña roba unas cerezas. Se pasa toda su larga vida redimiéndose de difícil. Fumar con cuatro, imposible.
esa falta por medio de oraciones. Muere la devota. DIOS: Serás una elegida
porque has robado unas cerezas. Asqueado por la literatura, he querido superar la literatura y vivir mi
obra. Ello hace que mi obra me coma, que empiece ella a vivir y que yo
La historia de la higuera, a la cual pide Jesús, hambriento, higos en la muera. Por lo demás, las obras se dividen en dos categorías: las que hacen
época en que no los tiene, y de la cual se venga. vivir y las que matan.
Jesús va a morir. Le quedan unos días. No habla ya; cuenta sus gestos. Un día, uno de nuestros escritores a quien reprochaba yo que escribiese
Su gesto fulminando el árbol inocente al cual pide lo imposible, exige ser libros de éxito y que no se escribiese él nunca, me llevó ante un espejo.
comprendido como las obras que parecen oscuras porque son concisas. No «Quiero ser fuerte —dijo—. Mírese usted. Quiero comer. Quiero viajar.
tiene nada que ver con la absurda voluntad arbitraria de los reyes. Quiero vivir, ¡no quiero convertirme en una estilográfica!».
Habría que acabar con la leyenda de las visiones del opio. El opio ¡Una caña pensante! ¡Una caña doliente! ¡Una caña sangrante! Eso es.
alimenta un semiensueño. Adormece lo sensible, exalta el corazón y Llego, en suma, a esta comprobación siniestra: por no haber querido ser un
consuela el ánimo. literato, uno se ha convertido en una estilográfica.
A menos de emborracharse como con cualquier otra cosa, no le Los nerviosos (normales) se apagan de noche. Los nerviosos
encuentro ninguna virtud sacrílega. Su único defecto es hacer enfermar a la (opiómanos) se encienden de noche.
larga. Pero ocurre a veces que se contagia uno de la muerte en la iglesia. Aquí, cualquier libro es bueno para mí, con tal de que las enfermeras me
Si el camino de la iglesia hasta Dios es recto, recomiendo el de Chablis, provean de ellos. Leía yo EL HIJO DE ARTAGNAN de Paul Féval, hijo. Athos y
siempre vacío, en una noche de Nochebuena. el hijo de Artagnan se encuentran cara a cara, de repente. Lloro. No siento
ninguna vergüenza de estas lágrimas. Después encuentro esta frase: «El
LOS DESIGNIOS DE MI PLUMA. rostro ensangrentado estaba cubierto por una máscara de terciopelo negro,
LOS OSCUROS DIBUJOS DE LA PROVIDENCIA[9] etc».
¿Cómo? ¿El barón de Souvré, después de sus luchas y sus baños,
Un espíritu puro no puede ni empezar ni acabar, y no se transforma todavía con su máscara? Naturalmente. Souvré lleva una máscara de
jamás. La caída de los ángeles es, pues, insensata. Quiero decir que carece terciopelo negro. Ése es su personaje. Ése es el secreto de la grandeza de
de sentido en la medida en que evoca films proyectados al revés. El diablo FANTOMAS. A los autores épicos les cohíben tan poco los postizos y las
representa en cierto modo los defectos de Dios. Sin el diablo Dios sería fechas falsas como a Homero la geografía y las metamorfosis.
inhumano. No hay que curarse del opio, sino de la inteligencia. Desde 1924, sólo
conservo mis trabajos de prisionero.
Hay diablos de San Sulpicio.
Los libros deben tener fuego y sombra. Las sombras cambian de sitio. A
los dieciséis años se devora DORIAN GRAY. Después el libro se torna
ridículo. Me ha sucedido volver a tomarlo y hallar en él sombras bellísimas
(episodio del hermano de Sybil Vane) y ver cuán injusto es uno. En ciertos
libros las sombras no se mueven; bailan allí mismo. MOLL FLANDERS,
MANÓN, PAN, LA CARTAJUNA, ESPLENDORES Y MISERIAS, GENJI.
Todos los críticos oficiales han dicho que TOMÁS, EL IMPOSTOR[10],
contaba una falsa guerra y que bien se veía que yo no había estado en ella.
Pues bien, no hay un solo paisaje ni una sola escena de ese libro que no
haya yo habitado o vivido. El subtítulo «historia», tenía dos sentidos.
Toman esa nieve situada entre la tierra y los pies de Tomás, ese paso de
los sueños, por una ligereza de mal gusto. Por una ofensa al poilu.
Abandoné la guerra cuando comprendí una noche, en Nieuport, que me
divertía. Aquello me asqueó. Había yo olvidado el odio, la justicia y demás
pamplinas. Me dejaba llevar por las amistades, los peligros, las sorpresas,
una estancia en la luna. Apenas hice este descubrimiento me dediqué a
buscar el medio de marcharme, a aprovechar que estaba enfermo. Ocultaba
yo mi enfermedad como los niños que juegan.
Nosotros, los poetas, tenemos la manía de la verdad, procuramos
transmitir al detalle lo que nos choca. «¡Qué suyo es!», he aquí el elogio
que se atrae siempre nuestra exactitud.
Puede imaginarse el crédito que encuentra la honradez de nuestros
informes sobre lo que somos los únicos en ver, por la incredulidad
admirativa que provoca nuestra exactitud, a propósito de espectáculos
visibles y cotidianos.
Ahora bien, el poeta no pide ninguna admiración; quiere ser creído.
Todo lo que no es creído sigue siendo decorativo.
La belleza marcha de prisa, lentamente.
Desconcierta por esa aleación de inconciliables. La perspectiva da a la
mezcla inhumana un falso aire humano, un aire posible, un aire noble.
Gracias a este compromiso el público cree escuchar y ver a los clásicos.
nos absorbe por completo. Nuestro psiquismo se contrae hasta convertirse
Velocidad lenta del opio. Bajo el opio se llega a ser el lugar de los en un punto. Nada de pasado ya, nada de porvenir.
fenómenos que el arte nos envía desde el exterior. El pasado, el porvenir me atormentan y los actos de pasión se cuentan.
Le sucede al fumador ser una obra maestra. Una obra maestra que no se Ahora bien, el opio remueve el pasado y el porvenir, formando un todo
discute. actual. Es lo contrario de la pasión.
Obra maestra perfecta por fugaz, sin forma y sin jueces. El alcohol provoca actos de locura.
El opio provoca actos de cordura.
Cualquiera que sea el individualismo, el lado solitario, reservado,
aristocrático, lujoso, monstruoso de la obra maestra, no por ello es menos
social, capaz de sobrecoger al prójimo, de emocionar, de enriquecer
espiritual y materialmente una masa.
Pues bien, la necesidad de expresarse, de relacionarse con el exterior,
desaparece en el hedonista.
Él no intenta hacer obras maestras; intenta llegar a ser él mismo, el más
desconocido, el más egoísta.
Decid, refiriéndose a un fumador en estado continuo de euforia, que se
degrada, viene a ser como decir del mármol que ha sido deteriorado por
Miguel Ángel; del lienzo, que fue manchado por Rafael; del papel, que fue
emborronado por Shakespeare; del silencio, que fue roto por Bach.
Nada menos impuro que esta obra maestra un fumador de opio. Nada
más natural que la sociedad, que exige el reparto, lo condene como una
belleza invisible y sin sombra de prostitución.
El pintor a quien le gusta pintar árboles convirtiéndose en árbol. Los
niños llevan en sí una droga natural. La muerte de Tomás, el impostor, es el
niño que juega al caballo, convertido en caballo.
Todos los niños tienen un poder mágico para transformarse en lo que
quieren. Los poetas, en quienes la infancia se prolonga, sufren mucho al
perder ese poder. Ésa es, sin duda, una de las razones que impulsan al poeta
a emplear el opio.
Surge en mí un recuerdo. Cuando, después del proceso de Satie (había
enviado tarjetas postales injuriosas), me entregué a «amenazas de hecho
contra un abogado en el ejercicio de sus funciones», no pensé ni por un
momento en las consecuencias de mi acto. Era un acto pasional. El presente
PERROS. Satie quería hacer un teatro para perros. Se alza el telón. El
decorado representa un hueso.
En Inglaterra acaba de proyectarse una película para perros. Los ciento
cincuenta perros invitados se arrojan sobre la pantalla y la destrozan. (New
York Times).
En el 45 de la calle La Bruyère, en casa de mi abuelo, hombre muy
enemigo de los perros y con la manía del orden, salgo (tenía yo catorce
años) con un fox terrier de año y medio, apenas tolerado. Al terminar los
escalones blancos del vestíbulo, mi fox se arquea y se desahoga. Me
precipito hacia él con la mano levantada. La angustia dilata los ojitos del
pobre animal; devora su excremento y se pone en dos patas.
En la clínica le ponen a las cinco de la mañana, al viejo bull-dog
moribundo, una inyección de morfina. Una hora después juega en el jardín,
salta, se revuelca, Al día siguiente, a las cinco, araña en la puerta del doctor
y pide su inyección.
El perro de la señora de C…, en Grasse, enamorado de la perra de
María C…, que vive a unos cuantos kilómetros. Acecha el tranvía, salta a la
plataforma. La misma maniobra al regreso.
Habían vendido, en los bulevares, un perro minúsculo a la señora A. D.
… Regresa ésta a su casa y deja al perro en el suelo, para traerle agua.
Vuelve y encuentra al perro encaramado sobre un cuadro que representaba
una rata con una piel de perro. De furioso que estaba había logrado roer sus
falsas patas.
El duque de L.… pagaba a los porteros del castillo por cuidar de su
viejo perro de lanas. Llega un día el duque, de improviso. Sale a su
encuentro un perro amarillo, con una piel blanca de perro de lanas, que
arrastra a su zaga. Desde hacía tres años, los porteros disfrazaban a su perro
con la piel del muerto.
Un fumador completamente desintoxicado y que vuelve a fumar, no
experimenta ya las molestias de la primera intoxicación. Existe, pues, fuera
de los alcaloides y de la costumbre, un espíritu del opio, una costumbre
impalpable que subsiste a pesar de la refundición del organismo. No hay
que tomar ese espíritu por la tristeza de un opiómano que ha vuelto a la
normalidad, aunque esa tristeza entrañe una parte de invocación. La droga
muerta deja un fantasma que recorre la casa a ciertas horas.
Un desintoxicado conserva en él defensas contra el tóxico. Si se
reintoxica, esas defensas actúan y le obligan a tomar dosis más fuertes que
las de su primera intoxicación.
El opio es una estación. El fumador no sufre ya con los cambios de
tiempo. No se acatarra jamás. No sufre más que con los cambios de drogas,
de dosis, de horas; con todo lo que influye sobre el barómetro del opio.
El opio tiene sus catarros, sus fríos y sus calores, que no corresponden
al frío ni al calor.
Los médicos pretenden que el opio nos embota y nos priva del sentido
de los valores. Pues bien, si el opio saca bajo nuestros pies la escala de
valores, nos pone otra mucho más alta y más fina.
(1930). No puede decirse que el opio, al despojarlo de toda obsesión
sexual, empequeñezca al fumador, pues no sólo no provoca ninguna
impotencia, sino que sustituye ese género de obsesiones bastante bajas por
un género de obsesiones bastante elevadas, singularísimas y desconocidas
para un organismo sexualmente normal.
Por ejemplo, un tipo de espíritu será olfateado, rebuscado, emparentado
a través de los siglos y las artes, contra toda apariencia, y obsesionará esta
sexualidad trascendental como un tipo humano, a través de los sexos y los
medios sociales más dispares, obsesionará la sexualidad inculta (Dargelos,
Agata, las «estrellas», los boxeadores del cuarto de Pablo)[11].
Todos los animales se quedan fascinados por el opio. Los fumadores
coloniales conocen el peligro de este cebo para las fieras y los reptiles.
Las moscas se agrupan alrededor de la bandeja y sueñan; las
salamandras, con sus pequeños mitones, desfallecen en el techo encima de Triste señor
la lamparilla y esperan la hora; los ratones se acercan y roen el dross. No
me refiero a los perros ni a los monos, intoxicados como sus dueños.
En Marsella, entre los anamitas, donde se fuma con un material Un personaje poco interesante
apropiado para despistar a la policía (tubo de gas, botellita de muestra de
Benedictine, en la cual se ha abierto un agujero, pinches de sombrero, las Etiquetas que pondrían los periódicos o la policía sobre todos aquéllos a
cucarachas y las arañas forman círculo extasiadas). quienes amamos, admiramos, veneramos. Leonardo de Vinci, por ejemplo.
Hay además ciertos clichés superiores de la gente enterada. Pero la
juventud anamita no fuma ya. En Indochina el pueblo no fuma ya. No se
fuma a bordo, más que en los libros.
Cuando oigo una de estas frases, cierro los ojos, y vuelvo a ver el puesto
de los boys en el X.…, uno de los más amplios paquebotes de la línea
Marsella-Saigón. El X.… se disponía a zarpar. El comisario de a bordo,
fumador amigo mío, me había propuesto la escapatoria. A las once de la
noche cruzamos los muelles desiertos y trepamos por la escala hasta el
puente. Se trataba de seguir a nuestro guía a toda velocidad y de no tropezar
con ninguna ronda. Saltamos amarras, bordeamos columnas, templos
griegos, atravesamos plazas públicas, laberintos de máquinas, de sombra y
de luna; nos equivocamos de escotilla y de corredores, dé tal modo, que el
pobre guía empezaba ya a perder la cabeza, cuando suavemente, el gran
olor peculiar nos puso en el buen camino.
Imaginaos unos enormes sleepings, cuatro o cinco alcobas, donde
fuman sesenta boys, sobre dos pisos de tablas. En cada alcoba, una larga
mesa ocupa todo el espacio vacío. De pie sobre estas mesas, cortados en dos
por una nube aplastada e inmóvil a la altura de la mitad de la habitación, los
rezagados se desnudan, tienden esos cordeles donde les gusta colgar la ropa,
y se frotan suavemente un hombro.
La escena está iluminada por las lamparillas, en cuya punta chisporrotea
la droga. Los cuerpos se colocan unos sobre otros y, sin provocar la menor
sorpresa ni el menor desagrado, nos sentamos allí, donde no quedaba
realmente sitio para nadie, con nuestras piernas como engatilladas, y
nuestras nucas apoyadas sobre unas banquetas. El alboroto que
promovemos no molesta siquiera a uno de los boys, que duerme ahora con
la cabeza apoyada en la mía. Una pesadilla lo convulsiona; ha caído al
fondo del sueño que lo ahoga, que le entra por la boca abierta, por las
gruesas narices, por las orejas despegadas. Con su rostro tumefacto, cerrado
como un puño furioso, suda, se vuelve, desgarra sus andrajos de seda. Me
parece que un golpe de bisturí lo liberaría, ahuyentaría su pesadilla. Sus
muecas hacen un contraste extraordinario con la calma de los demás, calma
vegetal, calma que me recuerda algo familiar… ¿Qué? Sobre estas tablas,
los cuerpos apelotonados, en los que el esqueleto visible bajo la piel muy
pálida no es ya más que el armazón delicado de un sueño… En realidad son
los olivos de Provenza lo que estos jóvenes fumadores me evocan, los
olivos retorcidos sobre la tierra roja, lisa, y cuya nube de plata permanece
suspendida en el aire.
En aquel puesto, no estaba lejos de creer que tanta ligereza profunda era
lo único que permitía flotar sobre el agua al navío monumental.
He querido tomar notas durante mi estadía en la clínica, y sobre todo
contradecirme, a fin de seguir las etapas del tratamiento. Convenía hablar
del opio sin trabas, sin literatura y sin ningún conocimiento médico[12].
Los especialistas parecen ignorar el mundo que separa al opiómano de
las otras víctimas de los tóxicos, la droga de las drogas.
No intento defender la droga; intento ver con claridad en lo oscuro,
penetrar en la entraña de la cuestión, abordar de frente problemas que se
abordan siempre de soslayo.
Supongo que la moderna escuela de Medicina empieza a sacudirse el
yugo, a rebelarse contra unos prejuicios ridículos, a seguir la marcha de su
época.
Cosa extraña. Nuestra seguridad física acepta médicos que
corresponden a los artistas a quienes nuestra seguridad moral rechaza. ¡Ser
curado por un Ziem, un Henner, un Jean Aicard!
¿Descubrirán los jóvenes, o bien un método activo de desintoxicación
(el método actual sigue siendo pasivo), o si no un régimen que permita
soportar los beneficios de la adormidera?
La Facultad odia la intuición, el peligro; quiere prácticos, olvidándose
de que los tiene gracias a los descubrimientos que chocan al principio
contra el escepticismo, una de las peores especies del confort.
Oponen este argumento: el arte y la ciencia siguen distintos caminos. Es
inexacto.
Un hombre normal, desde el punto de vista sexual, debiera ser capaz de
realizar el acto amoroso con cualquiera e incluso con cualquier cosa, pues el
instinto de la especie es ciego; trabaja al por mayor. Esto es lo que explica
las costumbres acomodaticias, atribuidas a vicios, del pueblo, y sobre todo
de los marinos. Sólo cuenta el acto sexual. El bruto se preocupa muy poco
de las circunstancias que lo provocan. No me refiero al amor.
El vicio comienza en la elección. Según la herencia, la inteligencia, la
fatiga nerviosa del sujeto, esta elección se refina hasta llegar a ser
inexplicable, cómica o criminal.
Una madre que dice: «Mi hijo no se casará más que con una rubia», no
sospecha que su frase corresponde a los peores embrollos sexuales.
Disfraces, mezclas de sexos, suplicios de animales, cadenas, insultos.
exhala una aglomeración de personas mediocres. Ese sustitutivo permite
Extraño desinterés de la sexualidad por la ilusionarse sobre la suerte de una obra de teatro.
existencia de una progenie espiritual Desde 1870 los artistas se acostumbran a despreciar al público. La
necedad del público está admitida. Este prejuicio corre el riesgo de unirse
El arte nace del coito entre el elemento macho y el elemento hembra, con los prejuicios del público. Lo mismo que el absurdo prejuicio contra la
que nos forman a todos, más equilibrados en el artista que en los otros Comedia Francesa, la Ópera, la Ópera Cómica, teatros de todos los
hombres. Proviene de una especie de incesto, de amor de uno consigo escándalos ilustres.
mismo, de partenogénesis. Esto es lo que hace el matrimonio tan peligroso ¿No habrá en esto un problema a resolver para los investigadores? En
en los artistas, para los cuales representa un pleonasmo, un esfuerzo de otros tiempos el genio conmovía al público con lentitudes, concesiones,
monstruo hacia la norma. El signo del «triste señor» que marca a tantos incluso con intermedios. Habría que estudiar al público, hallar el truco de
genios proviene de que el instinto de creación, satisfecho por otra parte, cartas, que lo engañaría ante unas obras rápidas.
deja al placer sexual en libertad de practicarse en el puro dominio de la El cine ha despejado los cerebros. Con Dullin hemos conmovido
estética y lo lleva también hacia formas infecundas. doscientas veces al público popular por mediación de ANTÍGONA (la obra
dura cuarenta minutos), representada a toda velocidad y sin más trama que
No se puede traducir a un verdadero poeta, no porque su estilo sea el amor fraternal. Este público desconocía a Sófocles.
musical, sino porque el pensamiento entraña una plástica, y si la plástica
cambia, el pensamiento cambia. ¿Cuál sería el poeta, el dramaturgo dotado de las facultades de hipnosis
colectiva del fakir de las Indias? ¿Por qué os jactáis entonces de no hallaros
Un ruso me decía: «El estilo de ORFEO es musical en contraposición a lo en la zona de ilusión y de ver el truco detrás de ese telón? Es el caso de las
que el público llama musical. A pesar de su carencia de música, es musical personas que se burlan del genio porque no puede conmoverlas. Es toda la
porque deja al espíritu en libertad de aprovecharse de él como quiera». diferencia que hay entre nosotros y la cámara filmadora con su ojo de vaca.
Muchos espíritus confunden ser conmovidos con ser víctimas, admirar con
Un poeta, a menos de ser político (Hugo, Shelley, Byron), no debe ser engañados. Se rebelan contra la hipnosis. Es fácil, ¡ay!, porque el poeta
contar más que con los lectores que conozcan su lengua, el espíritu de su juega su fluido por banda y posee los medios más débiles para convencer.
lengua y el alma de su lengua. Un museo sólo tiene disculpa en la medida en que atestigua actividades
antiguas, en que conserva lo que queda de fosforescencia en torno a las
La multitud ama las obras que imponen su canto, que la hipnotizan,
obras, el fluido que ellas exhalan y por medio del cual llegan a vencer a la
hipertrofiando su sensibilidad hasta adormecer el sentido crítico. La
muerte.
multitud es femenina; le gusta obedecer o morder.
Stendhal tiene mucha razón al escribir que una mujer subía al coche
Radiguet decía: «El público nos pregunta si es serio. Yo le pregunto a él
genialmente. El empleo de la palabra «genio» hiere nuestra avaricia de
si es serio». ¡Ay!, las obras geniales requieren un público genial. Llega uno
elogios.
a un sustitutivo de ese estado receptivo genial por la electricidad, que
Ahora bien; jamás un poeta —pintor, por ejemplo— gasta tanto genio
como en ciertas farsas, en ciertas charadas, en ciertos disfraces
improvisados que lo hacen sospechoso a los espíritus torpes y por medio de
los cuales se expresa sin la interposición de ninguno de los cálculos ni de Los escándalos de ideas no me conciernen. Sólo me ocupo de
ninguna de las materias muertas indispensables para la duración de una obra escándalos de materia. Si me preguntan sobre el escándalo de una obra de
de arte. tesis no podría responder. El escándalo podría producirse en la Cámara, en
Es ese minuto llameante de lirismo, ese incendio, limpio de todo ese la iglesia, en el tribunal, en cualquier parte.
hastío que ejerce una fascinación sobre los graves imbéciles, lo que Picasso
logra fijar en ciertas obras.
Uno no sale de su asombro. Si Picasso, en uno de sus ataques contra la
pintura, se tirase por el balcón, el señor X.…, el genial coleccionista, diría:
«¡Qué bonita mancha!», compraría la acera y haría que se la enmarcara,
con un falso balcón, Z…, el marquero genial.
Picasso, pintor de crucifixiones. Sus lienzos que nacen de ataques de
rabia contra la pintura (lienzo desgarrados, clavos, cuerda, hiel), en los que
el pintor se crucifica, crucifica a la pintura, escupe sobre ella, da el lanzazo,
y se encuentra domado, obligado fatalmente a que todo aquel destrozo
acabe en una guitarra.
Mi sueño, en música, sería oír la música de las guitarras de Picasso.
(Abril, 1930). En pleno cielo azul, de pie sobre una bola como el mundo
hindú descansa sobre el elefante y sobre las tortugas, mundos que son
personas de carne y hueso, armazones rosadas, monstruos de soledad y de
amor.
El escándalo de Parade era un escándalo de público. Procedía también
de una coincidencia de la representación con la batalla de Verdún. El rótulo
del diario L’Oeuvre decía: «Esperábamos una aplanadora y nos dan un
ballet ruso».
El escándalo de los ESPOSOS fue un lavado de trapos sucios en familia.
El público se ajustaba a la opinión ajena. El escándalo fue originado por
unos artistas que consideraban la torre Eiffel, la antepasada de las
máquinas, la primera palabra del modernismo, como si fuera suya, y que no
soportaban el verla incorporarse al bazar encantador de la Exposición del
89.
La ausencia de escándalo en EL BUEY SOBRE EL TEJADO, en ANTÍGONA, en
ROMEO, en ORFEO, se debe a un largo período en que el snob, prevenido por
sus papelones, se aplaudía a sí mismo.
MERCURIO aprovechó esta disposición del público. Además, el
espectáculo distraía, impedía oír la orquesta de Satie.
En vísperas de 1930, el snob, que había recobrado su cerrazón mental,
se permite condenar con el silencio unas obras en las que Stravinsky
consigue los más altos triunfos sobre sí mismo y sobre la música.
Puesto que el visado ministerial está en vigor para los films, nos separa
un pelo de la censura.
El desastre de una censura sería terrible en nuestra época en que la
juventud rotura tierras que había dejado incultas por culpa de la censura. No
prejuzgo el porvenir. La censura desarma a un Proust, a un Gide, a un
Radiguet, a un Desbordes. Figuraos. Se amputa la psicología. Los procesos
contra autores se pierden. Se multa, se encarcela, se destierra. El eterno
escándalo recomienza.
El semisueño del opio nos hace doblar pasillos y cruzar vestíbulos y
empujar puertas y perdernos en un mundo en que las gentes, despertadas
sobresaltadamente, sienten un miedo horrible de nosotros.
El opio debe hacernos un poco visibles a lo invisible, hacer de nosotros
espectros que espantan a los espectros en su morada.
El opio es realmente eficaz una vez de cada veinte.
No confundir nunca al fumador de opio con el opiófago. Distintos
fenómenos.
Después de haber fumado, el cuerpo piensa. No se trata del pensamiento
confuso de Descartes.
El cuerpo piensa, el cuerpo sueña; el cuerpo se desmembra, el cuerpo
vuela. El fumador, embalsamado vivo.
La mazmorra: daba origen al misterio de Cristo desaparecido. En las
El fumador se observa a vuelo de pájaro. iglesias: Cristo arrebatado por los ángeles.
Cristo decapitado: muere por la espada (la cruz). En las iglesias: una
No soy yo quien me intoxico, es mi cuerpo. espada en forma de cruz.
«… como ciertos radicales químicos, esencialmente inquietos en el
estado de pureza, se apoderan ansiosamente de un elemento capaz de
proporcionarles el reposo». JULIEN BENDA.
Mi naturaleza necesita serenidad. Una mala fuerza me impulsa a los
escándalos como a un sonámbulo al tejado. La serenidad de la droga me
amparaba contra esta fuerza que me obliga a sentarme en el banquillo,
cuando la simple lectura de un periódico me aniquila.
No servimos más que de modelo para nuestro retrato glorioso.
Todo es cuestión de velocidad. (Velocidad inmóvil. La velocidad en sí.
Opio: la velocidad de seda).[13] Después de las plantas, cuya velocidad
distinta a la nuestra nos muestra sólo la inmovilidad relativa, y la velocidad
de los metales, que nos muestra todavía más inmovilidad relativa, empiezan
unos reinados demasiado lentos o demasiado rápidos para que podamos ni
siquiera verlos, ser vistos por ellos. (EL CABO, el ángel, el ventilador). No es
imposible que el cine pueda algún día filmar lo invisible, hacerlo visible,
ajustarlo a nuestro ritmo, lo mismo que ajusta a nuestro ritmo la
gesticulación de las flores.
El opio, que cambia nuestras velocidades, nos proporciona la intuición
clarísima de mundos que se superponen, se compenetran y ni siquiera se
sospechan unos de otros.
«Si Jesús, en vez de haber sido crucificado, hubiera sido lapidado, ¡qué
cambio en la suerte del cristianismo!». BENDA. Mi primer testamento.
Aun saliendo de mí mismo y adoptando el punto de vista de Benda, él
se equivoca. Olvida lo extraño de Cristo desnudo en las iglesias y de un
aparato de tortura que correspondía a la guillotina.
El Cristo lapidado ofrecía una gran imagen; de pie, con los brazos en
cruz (Cristo hecho cruz), sangrante la faz.
No condeno la música verbal con todo lo que entraña de disonancias, de
purezas, de nuevas dulzuras. Pero una plástica del alma me atrae mucho
más. Oponer una geometría viva al encanto decorativo de las frases. Tener
estilo y no un estilo. Un estilo que no se deje plagiar de ningún modo. No se
sabría por dónde tomarlo. Un estilo que no nazca sino de un corte mío, de
un endurecimiento del pensamiento por el paso brutal desde el interior al
exterior. Con esa parada atónita del toro al salir del toril. Exponer nuestros
fantasmas al chorro de una fuente petrificadora, no aprender a retocar
objetos ingeniosos, sino a petrificar al paso cualquier cosa informe que
salga de nosotros. Hacer voluminosos algunos conceptos.
El opio permite dar forma a lo informe; impide, ¡ay!, transmitir este
privilegio al prójimo. A riesgo de perder el sueño, acecharé el momento
único de una desintoxicación en que esta facultad funcione todavía un poco
y coincida, por descuido, con la reaparición del poder comunicativo[14].
En cuanto un poeta se despierta, es idiota. Quiero decir inteligente.
«¿Dónde estoy?», pregunta, como las damas desmayadas.
Las notas de un poeta despierto no valen gran cosa. No las doy más que
por lo que valen; por mi cuenta y riesgo. Una experiencia más.
Hay que curarse a todo precio de la inquietud maniática de escribir. El
estilo que viene de afuera es indigno, aunque se superponga exactamente al
estilo interior. El único estilo posible es el pensamiento hecho carne. Leer
sumarios, y a los matemáticos, a los geómetras, a los especialistas en la
rama que sea. Suprimir toda otra lectura.
Anatole France: el clásico conforme a los clásicos. El arte conforme al
arte. Nunca un talento semejante fue puesto al servicio de la vulgaridad.
El pulmón es una bolsa de glóbulos. Cada glóbulo se divide en alvéolos
que están en correspondencia directa con los bronquios. Un glóbulo imita el
pulmón entero de una rana. La superficie interna, lisa, está tapizada por una
red de capilares sanguíneos. De tal modo que sí se extendiera, planchado, el
pulmón cubriría doscientos metros cuadrados. Habéis leído bien.
El humo impregna, por consiguiente, de una sola vez ciento cincuenta
metros cuadrados de superficie pulmonar.
La masa sanguínea pulmonar, que no tiene más que siete milésimas de
milímetro de espesor, representa un litro de sangre.
Dada la velocidad de la circulación pulmonar, puede imaginarse la masa
de sangre que atraviesa el aparato respiratorio.
De aquí los efectos instantáneos del opio en el fumador. El fumador
sube lentamente como un Montgolfier; lentamente se vuelve y vuelve a caer
lentamente sobre una luna muerta cuya débil atracción le impide partir de
nuevo.
Aunque se levante, hable, actúe, sea sociable, viva en apariencia, gestos,
andar, piel, miradas, palabras, no por eso reflejan menos una vida sometida
a otras leyes de palidez y de gravedad.
El viaje contrario tendrá lugar por su cuenta y riesgo. El fumador paga
primero su rescate. El opio lo suelta, pero el regreso carece de encantos.
Sin embargo, al volver a su planeta, conserva una nostalgia.
La muerte separa completamente nuestras aguas pesadas de nuestras
aguas ligeras. El opio las separa un poco.
El opio es la única sustancia vegetal que nos comunica el estado
vegetal. Por él nos formamos idea de esa otra velocidad de las plantas.
Se puede decir: «el sol es grande, este polvo es pequeño», porque
participan de nuestra escala de valores. Es insensato decir: «Dios es grande,
un átomo es pequeño». Es muy raro que casi nadie viva con el sentimiento
de los siglos que pasan, entre cada una de nuestras respiraciones, para los
mundos creados y destruidos por nuestro cuerpo, que la idea de las tinieblas
del cuerpo les oculte los fuegos que lo llenan, y que una diferencia de
medidas les haga incomprensible el hecho de que esos mundos estén
civilizados o muertos; en suma, que lo infinitamente pequeño sea un
descubrimiento en vez de ser un instinto. Nosotros dos Marcel
Lo mismo sucede con lo infinitamente grande (grande, pequeño, con
relación a nosotros), puesto que no sentimos que nuestro cielo, nuestra luz,
nuestros espacios son un punto de sombra para el ser cuyo cuerpo nos Motas sobre Proust (Resurgimiento de la
contiene y cuya vida (corta para él) se desarrolla en siglos para nosotros. memoria)
A pesar de la fe, Dios daría náuseas. La sabiduría de Moisés fue
circunscribir los hombres a su pequeña vivienda. Me es imposible recordar un primer encuentro con Proust. Nuestra
El hombre normal. —Fumador de médula de saúco, ¿por qué vivir esta pandilla lo ha tratado siempre como al hombre célebre. Lo veo, con su
existencia? Más le valdría tirarse por el balcón. barba, en las banquetas rojas de Larne (1912). Lo veo, sin barba, en casa de
El fumador. —Imposible; floto. madame Alphonse Daudet, hostigado por Jammes como por un tábano. Lo
El hombre normal. —Su cuerpo llegará pronto abajo. vuelvo a encontrar, muerto, con la barba del comienzo. Lo veo, con y sin
El fumador. —Llegaré lentamente tras él. barba, en aquella habitación de corcho, de polvo y de frasquitos, unas veces
acostado, enguantado, y otras de pie, en un cuartito tocador de caso
Es difícil vivir sin el opio después de haberlo conocido, porque es
criminal, abotonando un chaleco de terciopelo sobre un pobre torso
difícil, después de haber conocido el opio, tomar a la tierra en serio. Y, a
cuadrado que parecía contener sus mecanismos, y comiendo macarrones de
menos de ser un santo, es difícil vivir sin tomar en serio a la tierra.
pie.
Después de la desintoxicación. El peor momento, el peor peligro. La Lo veo entre las fundas. Las tenían la lámpara y los sillones. La
salud con esa brecha y una tristeza inmensa. Los doctores os entregan naftalina estrellaba la sombra. Él se erguía contra la chimenea del salón de
lealmente al suicidio. aquel Nautilus como un personaje de Julio Verne, o si no junto a un marco
tapizado de crespón, de frac, como Carnot muerto.
El opio, que aparta un poco los pliegues apretados gracias a los cuales Una vez, anunciado por la voz de Céleste en el teléfono, vino a
creemos vivir largo tiempo, por minutos, por episodios, nos quita recogerme a las tres de la tarde para que lo acompañase al Louvre a ver el
primeramente la memoria. SAN SEBASTIÁN de Mantegna. Este lienzo ocupaba entonces un sitio en la
Resurgimiento de la memoria y del sentimiento del tiempo (aun en mí, sala de MADAME RIVIERE, de la OLIMPIA, del BAÑO TURCO. Proust tenía el
que existen muy poco en estado normal). aspecto de una lámpara encendida en pleno día, de un timbre de teléfono en
una casa vacía.
El espíritu del fumador se mueve inmóvil, como el muaré. Otra vez debía (quizá) venir alrededor de las once de la noche. Estaba
yo en casa de mi vecina del primer piso, de la que él me escribía: «Cuando
yo tenía veinte años ella se negaba a amarme; ¿será posible que, cuando
tengo cuarenta y he hecho lo mejor de la duquesa de G.…, se niegue a
leerme?».
Había yo encargado que me avisaran. Subí a medianoche. Lo encontré
en mi rellano. Me esperaba, sentado en una banqueta, en las tinieblas.
«¡Marcel! —exclamé—, ¿por qué no ha entrado usted, por lo menos, a
esperarme en casa? Ya sabe usted que la puerta queda entornada». «Querido
Jean —me respondió con su voz que él embrollaba con su mano, y que era
un lamento, una risa—, querido Jean, Napoleón hizo matar a un hombre que
lo había esperado en su casa. Evidentemente yo no hubiera leído más que el
Larousse, pero podía haber alguna carta, etc…».
Me han robado, ¡ay!, el libro donde él me escribía versos. Recuerdo
éstos:
Afin de me couvrir de fourrure et de moire,
Sans de ses larges yeux renverser l’encre noire,
Tel un sylphe au plafond, tel sur la neige un ski,
Jean sauta sur la table auprès de Nijinsky[15].
Cenábamos después del teatro con los del Ballet ruso.
C’etait dans le salon purpurin de Larue
Dont l’or, d’un goût douteux, jamais ne se voila.
La barbe d’un docteur, blanditieuse et drue,
Répetait: ma présence est peut-être incongrue,
Maís s’il n’en reste qu’un je serai celui-là
Et mon coeur succombait aux coups d’INDIANA[16].
¿Este doctor que conocía los términos exactos sirvió para la
composición de Cottard? Indiana era la música de moda.
En aquella época nos enviábamos señas poéticas. Los de Correos no se
enfadaban. Éstas, por ejemplo:
Facteur porte ces mots, te débarrassant d’eux,
Au boulevard Haussmann chez Marcel Proust, 102[17].
102, Boulevard Hausmann, oust!
… Courez facteur, chez Marcel Proust[18].
Proust respondía con sobres cubiertos de patas de moscas. Describía la
calle de Anjou, desde el bulevar Haussmann hasta el barrio de Saint-
Honoré.
Près de l’antre où volait un jour Froment-Meurice
Et de l’ineffable Nadar…[19]
He olvidado el comienzo y corto el final, pues la alabanza unida al
reproche constituía su método amistoso.
Me pregunto por qué prodigios del corazón, mis queridos amigos
Antoine Bibesco, Lucien Daudet, Reynaldo Hahn, conservaron el
equilibrio. A pesar de numerosas cartas (una, tan bella, sobre la reposición
de PARADE, comparaba los acróbatas a los Dióscuros, y llamaba al caballo
gran cisne de gestos locos), dejamos de vernos a consecuencia de una
broma mía. Yo había ido al bulevar Haussmann, como vecino, sin sombrero
y sin gabán. Al entrar dije: «No tengo gabán, me hielo».
Él quería ofrecerme una esmeralda. La rechacé. A los dos días caí
acatarrado. Un sastre vino a tomarme las medidas para un gabán. La
esmeralda debía primeramente facilitarme la compra de aquella prenda.
Despedí al sastre y Marcel Proust me guardó rencor por aquello. Añadía a
su capítulo de agravios otros agravios en doce carillas que me encargaba de
transmitir al conde de B.… Aquella interminable requisitoria terminaba con
esta posdata: «En último caso, no diga usted nada».
He referido en otra parte (Homenaje a Marcel Proust, N. R. F.) la
anécdota de la propina al portero del hotel Ritz. «¿Puede usted prestarme
cincuenta francos?». «Ahora mismo, señor Proust». «Pues quédese con
ellos, porque eran para usted».
Huelga añadir que al día siguiente el portero tuvo que aceptar el triple
de aquella cantidad.
Marcel Proust no creaba personajes con clave, eso desde luego, pero
ciertos amigos entraban en dosis muy fuertes en sus mezclas. No podía
entonces comprender que el modelo, cuyos defectos describía como un
atractivo, se negase a leerlo, no por rencor, ya que aquel modelo era incapaz
de reconocerse, sino por flaqueza de ánimo. Proust exigía entonces, con La estética del fracaso es la única duradera. Quien no comprende el
cóleras infantiles, algo análogo al éxito loco de Fabre entre los insectos. fracaso está perdido.
Para comprender el ambiente de la casa de Proust, id a la Comedia La importancia del fracaso es capital. No hablo de lo que fracasa. Si no
Francesa. Empujad la última puerta a la derecha, en un pasillo entre la se ha comprendido este secreto, esta estética, esta ética del fracaso, no se ha
plataforma y el gran foyer de los artistas: era el cuarto de Rachel. Allí, entre comprendido nada, y la gloría es inútil.
un calor de boca de calefacción, veréis unas fundas, un arpa, un caballete de El número no es nunca bastante numeroso. Transforma las catedrales en
pintor, un armonio, unos fanales de relojes, unos bronces, unos zócalos de capillas.
ébano, unas vitrinas vacías, un polvo ilustre…, en una palabra, os Los admiradores no cuentan. Es necesario haber trastornado, por lo
encontraréis en casa de Proust, esperando que Céleste os introduzca. menos, un alma de arriba abajo. Hacerse amar por el triste desvío de las
Subrayo esta semejanza a causa de Rachel, de la Berma, de todos los obras.
enigmas sagrados que hacen surgir en nosotros las coincidencias.
«Lo he hecho ya». «Eso ya ha sido hecho», frases estúpidas; leit-motiv
La sociedad llama depravación al genio de los sentidos y la condena del mundo artístico desde 1912.
porque los sentidos guardan relación con los Tribunales. El genio guarda Detesto la originalidad. La evito lo más posible. Hay que emplear una
relación con la corte de los milagros. La sociedad lo deja vivir. No lo toma idea original con las mayores precauciones para que no parezca que lleva
en serio. uno un traje nuevo.
A la edad en que Cristo debuta con su muerte, Alejandro muere de una Una mujer de setenta años me decía: «Lo que ha hecho creer que los
indigestión de gloría. Lo imagino triste, al lado de su carro, preguntándose hombres de mi generación, los miembros del Jockey, eran espirituales, es el
qué podría poseer aún. Quisiera uno contestarle: América, un aeroplano, un número de vinos que se bebía entonces en la mesa».
reloj, un gramófono, la T. S. F. Después de cenar, todo el mundo estaba un poco borracho. Los unos,
Las embalsamadoras lo saturan de miel. Su orina olía a violeta. Se creían decir cosas mordaces, y los otros, creían oírlas.
pregunta uno sí él no es una leyenda inventada como antídoto contra los
desengaños humanos. Queda de aquel fin un perfil sobre una moneda que El opio despeja el espíritu. No hace nunca espiritual. Explaya el
me dio Barrès. El anverso representa un sabio sentado. Todo el mundo sabe espíritu. No lo aguza.
que el anverso y el reverso de una moneda tienen pocas probabilidades de
encontrarse algún día.
EL GRAN MEAULNES[20]. EL DIABLO EN EL CUERPO[21].
Existen Cristo y Napoleón. Imposible salir de ahí. La gloria afortunada
de resultado limitado; la gloria desgraciada de resultado ilimitado. En el El buen alumno Fournier; el mal alumno Radiguet. Estos dos miopes que
método Napoleón, un traidor hace perder la batalla. En Cristo, un traidor acababan de salir de la muerte y que se reintegraron a ella en seguida, no se
hace ganar la batalla. parecían; pero sus libros transmiten el misterio del reino infantil, más
desconocido que el reino vegetal o animal. Franz, en clase; Franz, jinete
herido; Franz, en malla de acróbata; el sonámbulo Agustín Meaulnes, la
loca en el tejado, Yvonne y Marthe destruidas por la infancia terrible.
La infancia del arte
Después de la muerte de mi abuelo, al rebuscar en su atrayente
habitación, que era una especie de bazar científico-artístico, encontré una
caja intacta de cigarrillos Nazir y una boquilla de cerezo. Me guardé aquel
tesoro.
Me veo una mañana de primavera, en Maisons-Laffitte, entre las altas
hierbas y los claveles silvestres, abriendo la caja y fumándome uno de
aquellos cigarrillos. La sensación de libertad, de lujo, de porvenir, fue tan
fuerte, que nunca, sucédame lo que me sucediere, encontraré nada
semejante. Aunque me nombraran rey o me guillotinaran, mi sorpresa, mi
extrañeza, no serían más intensas que aquella abertura prohibida sobre el
universo de las personas mayores; universo de penas y de amargura.
Hay una cosa que todavía me encanta y que me vuelve a la infancia: el
trueno. Apenas arrulla, apenas sigue a un vasto relámpago malva, me
invade una dulzura, una lasitud. Odiaba yo nuestra casa de campo vacía, los
unos y los otros que se marchaban (ocupados fuera), como detesto que lean
un periódico delante de mí. La tormenta aseguraba una casa llena de gente,
fuego, juego, una jornada íntima y sin desertores. Es, sin duda, la antigua
sensación de intimidad la que provoca en mí esa alegría al oír el trueno.
La infancia
En 1915 nuestro furor aventurero organizaba el más divertido de los
convoyes de la Cruz Roja. Una noche, en R.…, llovía sobre el corral de una
granja. Aquel corral fétido, el estiércol, los pesebres estaban llenos de
heridos graves, alemanes, con su ambulancia prisionera.
De pronto, en un rincón oscuro lleno de escaleras y de fantasmas, topé
con este espectáculo: el hijo de la señora R.…, boy-scout de once años, se
había escondido en una ambulancia, nos había seguido, y, agazapado allí,
alumbrado por una linterna, armado de unas tijeras de uñas, sacando la
lengua, demasiado encogido, demasiado atareado para verme, cortaba los
botones del uniforme de un oficial alemán amputado de una pierna. El
oficial, con sus ojos de estatua entreabiertos, contemplaba al atroz
muchacho que proseguía su recolección de recuerdos, como si estuviese
sobre un árbol.
Savonarola explotó esa monstruosidad de la infancia. La banda de boys-
scouts saqueaba, rompía, arrancaba, arrastraba las obras maestras hasta la
hoguera purificadora. Los propios niños tuvieron que seguir, sin perder
detalle, los preparativos de su suplicio.
No quiero ni puedo matar. Descendiente de cazadores, me sucede que
en el campo, al salir un conejo de entre unas matas, me echo la escopeta a la
cara. Me despierto idiotizado, sólo con ese gesto mortífero.
En V.…, seguido por el hijo del guarda, recorría yo las remolachas que
rechinan, con una escopeta de perdigones al hombro. Un día encontré en la
boca de una madriguera el cadáver de un conejo recién nacido. Volví a casa
bastante orgulloso y lo enseñé.
Mi tío.— ¿Has matado ese animal?
Yo (creyendo que la verdad informa inmediatamente a las personas
mayores, que la verdad es una persona mayor en contacto directo con mi
tío, que mi tío lo sabe todo, pero que tomará parte en mi juego): —¡Sí tío!
Mi tío.— ¿Entonces, lo has matado a culatazos?
Yo (reconociendo la voz, todavía suave, y la mirada, ya terrible, que enrojecido, Toda la familia, consternada, marchaba a Suiza. Sus hermanos
anuncian el desenlace de las purgas). —No lo he matado. Le he encontrado cambiaban Suiza, que no les gustaba, por unas bolas de cristal que tenían
muerto. dentro una espiral de color.
Mi tío.— ¡Demasiado tarde, muchacho!
Me pegan. Me acuestan. Puedo meditar y comprender que la verdad no En una pensión de Moscú, la dueña, después de haber dicho a los niños:
tiene quizá tanta intimidad con las personas mayores. «Formad vosotros mismos vuestra policía: aprended a juzgar; sí vuestros
camaradas obran mal, castigadlos», encuentra a un alumno ahorcado por los
EMBROLLAR LA SUERTE. Por la noche, en Maisons-Laffitte, el tío Andrés otros. Se balanceaba en medio del hueco de la escalera. La dueña no se
da la salida a unos globos montgolfiers; pero es preciso que cese el viento. atrevía a descolgarlo, a cortar la cuerda, a tirarlo al suelo.
Mis primos y yo, en la mesa: «¡Con tal de que cese el viento!». Y luego:
«¡Con tal de que el viento no cese!». (Pensando: «¡Con tal de que cese!»). En el Liceo Condorcet, en tercero, éramos cinco de la pensión Duroc.
Y después: «¡Con tal que cese!». (Embrollando la suerte). Después, el vacío La pensión sustituía a las familias. Sobre un solo cuaderno de clase, veteado
obtenido y complicado por cálculos, en los que ciertos detalles de un cartel de verde, nos castigaba ella, nos disculpaba, nos evitaba los problemas.
del CACAO VAN HOUTEN desempeñaban un papel sutil. Después, un cúmulo Aquella pensión no existía. Yo la había inventado de cabo a rabo. Cuando
tal de artimañas, que me perdería en ellas, con o sin opio, hoy día. descubrieron el fraude, al volver a nuestra casa, pretexté un dolor de
Un gran enredo contra la suerte: invitar a la gente a tomar la merienda vientre. «Me duele aquí». Era el apéndice. La apendicitis estaba en pleno
de las cuatro. «Esta noche nuestro tío quema unos fuegos artificiales». Por apogeo. Me dejé operar en la calle Bizet, por pánico al colegio. Más tarde
la noche, a las nueve, los caballeros fuman su pipa y las señoras hacen sus supe que el director quiso pasar la esponja sobre aquello, so pretexto de
labores de punto en el jardín. El tío se ha olvidado del montgolfier. Llaman. que yo honraba las clases de dibujo y de gimnasia. Me llevaba los premios
Llegan familias con encajes en la cabeza. Sorpresa. Azoramiento. de holgazán: gimnasia y dibujo.
Disculpas. Las familias de encajes se vuelven a sus casas. Nos riñen. Mi
primo, un extraño maniático que no puede comer más que en platos que
lleven la inicial de Napoleón, grita a voz en cuello: «¡Me alegro por ella!
¡Me alegro por ella!». ¿Ella? La suerte, la verdad, qué sé yo.
Mi primo ocultaba preciosamente el mecanismo de un bañista roto. Si
se levantaba el resorte era la Moskovi; si se soltaba el resorte, la Moskova.
Aquella cosa necia, que provocaba carcajadas, caras socarronas y
conciliábulos, preocupó mucho a nuestras familias durante todas las
vacaciones y se las estropeó.
Amaba yo a la pequeña B.… Tenía dos años menos que ella. Para
casarme con ella, decía yo, esperaré a tener dos años más que B.… Aquella
pequeña B.… quería que la compadecieran. Se cepillaba las encías en seco.
Y luego, con aire distraído, tosía, escupía y mostraba un pañuelo
Mi padre y mi madre oyen detrás del tabique a mi hermano Pablo, que
tiene seis años, poner al corriente a una nueva sirvienta alemana, llegada
aquella mañana: «Ah, y además, sabe usted, ¡no me lavan nunca!».
El hermano de Raymond Radiguet vuelve del colegio, clasificado en el
puesto vigésimo octavo, entre treinta alumnos. Se lo anuncia a su padre y
agrega rápidamente: «¡Es mucho!».
He aquí lo más vivo de la infancia. LES ENFANTS TERRIBLES tratan con
personas mayores, con personas de mi medio. (La costumbre de vivir con
personas mucho más jóvenes que uno). Artículos, cartas, una, entre otras,
muy bella, del profesor Allendy, me hicieron ver que el libro era un libro
sobre la infancia. Yo sitúo a ésta más lejos, en una zona más bobalicona,
más vaga, más desalentadora, más tenebrosa.
El «juego» dependería aún más de ella. Es por eso que no hablo de ella,
que no me atrevo a profundizarla más, como tampoco nuestros cálculos con
el afiche Van Houten.
Raymond Roussel[22] o el genio en estado puro, inasimilable para la
élite. LOCUS SOLUS fiscaliza toda la literatura y me aconseja una vez más
que tema la admiración y que busque el amor, misteriosamente
comprensivo. En efecto, ni siquiera uno de los admiradores innumerables
de la obra de Anatole France o de Pierre Loti puede encontrar en ellas una
gota del genio que disculpa su gloria, si permanece ciego ante LOCUS SOLUS.
Se queda, pues, con France o con Loti, por lo que nos aparta de ellos.
Esto prueba, ¡ay!, que el genio es una cuestión de dosificación
inmediata y de lenta evaporación.
Desde 1910 oigo reírse de los «rieles de bofe de ternera» de
IMPRESIONES DE ÁFRICA. ¿Por qué pretendéis que el temor de provocar la risa
roce a Roussel? Está solo. Si lo encontráis divertido, os probará en pocas
líneas (Olga Tcherwonenkoff) su sentido del humor, opuesto con tacto a su
lirismo gravemente meticuloso.
En postdata a una carta reciente que me dirigía, cita este pasaje de LOS
ENAMORADOS DE LA TORRE EIFFEL:
FONÓGRAFO UNO: Pero este telegrama está muerto.
FONÓGRAFO DOS: Justamente porque está muerto todo el mundo lo
comprende.
Esta postdata prueba que Roussel no ignora ni quién es ni lo que se le
debe.
ambulantes, el presidio del cortador de cabezas del Museo Dupuytren. Lo
Ciertas palabras provocan la risa del público. Bofe de ternera impide nuevo no se presenta si no es bajo la apariencia de lo fabuloso: los
ver la estatua ligera que sostienen esos ríeles. En ORFEO, la palabra hipocampos y el Santernes, Faustine, el vuelo de Rhédjed, el número de
«caucho» impedía escuchar esta frase de Heurtebise: «Ella ha olvidado sus Fogar.
guantes de caucho». Cuando yo hacía el papel logré disminuir, luego
suprimir, la risa por medio de imperceptibles preparativos. El público, He hablado de una similitud entre Roussel y Proust. Es una similitud
prevenido sin saberlo, esperaba «caucho» en vez de ser sorprendido por su social y física de las siluetas, las voces, las costumbres nerviosas adquiridas
brusca pronunciación. Comprendía de inmediato el lado quirúrgico del en un mismo medio en el que vivieron su juventud. Pero la diferencia de la
término. obra es absoluta. Proust veía a mucha gente. Llevaba una muy compleja
vida nocturna. Extraía materiales de sus grandes relojerías. Roussel no ve a
Roussel, Proust desmienten la leyenda de la indispensable pobreza del nadie. No extrae más que de sí mismo. Inventa hasta las anécdotas
poeta (lucha por la vida, bohardillas, antesalas…). La repulsa de las élites, históricas. Maquina sus autómatas sin el menor auxilio exterior.
la no adopción maquinal de lo nuevo no se explican solamente por las El estilo de Roussel es un medio, no un fin. Es un medio convertido en
trabas que el pobre vence poco a poco. Un pobre con genio tiene aspecto de fin bajo la especie del genio, pues la belleza de su estilo está hecha de que
rico. se aplica a decir con exactitud cosas difíciles, naciendo de su propia
Proust, gracias a su fortuna, vivía encerrado con su universo, podía autoridad, sin dejar sombra intrigante alguna a su alrededor. Pero como es
permitirse el lujo de estar enfermo, estaba realmente enfermo por la un enigma y no tiene nada a su alrededor, este esclarecimiento intriga aún
posibilidad de estarlo; asma nervioso, ética en forma de higiene caprichosa, más.
que originaba la enfermedad verdadera y la muerte. Si Giorgio de Chirico se pusiera a escribir en vez de pintar, supongo yo
La fortuna de Roussel le permite vivir solo, enfermo, sin la menor que crearía con su pluma una atmósfera análoga a ésa de la plaza de los
prostitución. Su riqueza lo protege. Puebla el vacío. Su obra no tiene Trofeos.
mancha alguna de grasa, Él es un mundo suspendido de elegancia, de Leyendo la descripción de esa plaza se piensa en él.[23]
magia, de miedo. Bajo el opio se deleita uno con un Roussel y no busca participar este
goce. El opio nos desocializa y nos aleja de la comunidad. Por otra parte la
Al fin de cuentas IMPRESIONES DE ÁFRICA deja una impresión de África. comunidad se venga. La persecución de los fumadores es una defensa
La historia del zuavo es el único ejemplo de escritura comparable a una instintiva de la sociedad contra un gesto antisocial. Toma estas notas sobre
cierta pintura, que busca nuestro amigo Uhde y que él llama pintura del Roussel como prueba de un retomo progresivo a cierta comunidad reducida.
sagrado corazón. En vez de llevar sus libros a mi cueva quisiera repartirlos. Fumador, ello me
Salvo Picasso en otro género, nadie mejor que Roussel ha empleado el causaba pereza. Desconfiar de un deslizamiento hacia la fosa común.
papel de diario. Toca de juez sobre el cráneo de LOCUS SOLUS, cofia de A Gide, que generosamente nos leía otrora IMPRESIONES DE ÁFRICA debo
Romeo y Julieta, de Seil-Kor. el descubrimiento de LOCUS SOLUS y la reciente lectura de ese admirable
El mismo comentario para las atmósferas donde penetra la imaginación POLVO DE LOS SOLES.
de Roussel. Viejos decorados de Casino, viejos muebles, viejos atavíos,
No puede imaginarse los tabiques estancos que he debido vencer,
escenas como las que se ven pintadas en los organillos, las carpas
colocados por el opio entre el mundo y yo, para ayudar J’ADORE.
Si no hubiese sido por la urgencia de subrayar una aparición realmente objeto usual a un empleo imprevisto.
féerica, jamás hubiera abastecido este esfuerzo. Me hubiera llevado el libro
al mundo en que habito solo. En 1918 rechazaba yo a Roussel como si él pudiera meterme en un
encantamiento para el que yo no preveía el antídoto. Desde entonces he ido
Por otra parte, ¿se debe intervenir? Otra vez la cuestión del parto a la construyendo con qué defenderme. Puedo contemplarlo desde afuera.
norteamericana y del progreso médico. Creo que se debe intervenir en cierta
medida. El principio de no intervención bien podría ser una excusa a las «Toda rigidez… del espíritu… será, pues, sospechosa para la sociedad,
perezas del corazón. porque es señal… de una actividad que se aísla… Y, sin embargo, la
sociedad no puede intervenir aquí con una represión material, puesto que no
A los ojos de Roussel, los objetos que él transfigura siguen siendo lo es atacada materialmente. Se encuentra en presencia de algo que la
que son. Es el genio menos artista. Es el colmo del arte. Satie diría: el inquieta… de una amenaza apenas, cuanto más de un gesto. Responderá,
triunfo del aficionado. pues, a ello, con un simple gesto. La risa debe ser algo por el estilo, una
Equilibrio de Roussel tomado por desequilibrio. Él desea el elogio especie de gesto social».
oficial y sabe que su obra es incomprendida, probando con ello que el
BERGSON
elogio oficial no es despreciable en tanto que oficial, sino en tanto se ejerce
mal. Es divertido y significativo que Bergson no hable nunca de la risa
injusta, de la risa oficial frente a la belleza.
Roussel muestra primero el fin sin los medios y de ello saca sorpresas
que descansan sobre un sentimiento de seguridad (GALA DES He visto películas divertidas y espléndidas; no he visto más que tres
INCOMPARABLES). Estos medios amueblan el fin de su libro. Pero como estos grandes películas: SHERLOCK HOLMES JUNIOR, de Buster Keaton; LA
medios contienen la singularidad que deben a la persona del autor no QUIMERA DEL ORO, de Chaplin; EL ACORAZADO POTEMKIN, de Eisenstein. El
debilitan los enigmas que iluminan y a los que agregan un nuevo lustre primero, empleo perfecto de lo maravilloso; LA QUIMERA, obra maestra,
aventurado. igual en detalle y en conjunto a EL IDIOTA, a LA PRINCESA DE CLEVES, al
Los episodios adivinatorios que rematan LOCUS SOLUS son probatorios.
teatro griego; EL ACORAZADO POTEMKIN, donde un pueblo se expresa por un
Aquí el autor muestra primero las experiencias, luego los trucos; pero los
hombre.
trucos parten de una realidad, Roussel, así como los trucos confesados por
Al releer estas notas (octubre de 1929), añado UN PERRO ANDALUZ, de
un ilusionista no nos hacen capaces de ejecutar la magia. El ilusionista que
Buñuel.
muestra su truco, lleva a los espíritus de un misterio que rechazan a un
He aquí el estilo del alma. Hollywood se convertía en un paraje de lujo,
misterio que aceptan y da vueltas por su cuenta sufragios que enriquecen lo
y sus films, en marcas de autos, cada vez más bellos. Con UN PERRO
desconocido.
ANDALUZ uno se vuelve a encontrar en bicicleta.
El genio es la agudeza extrema del sentido práctico. ¡Avanzad y caed, bicicleta, caballo de toros, burros podridos, curas,
enanos de España! Cada vez que corre la sangre en las familias o en la
Es genial todo lo que, sin que el menor automatismo, el menor recuerdo calle, se la oculta, se ponen vendas, llega gente, se forma un círculo de
consciente tengan tiempo de intervenir, destina lógica y prácticamente un personas que impide ver. Hay también la sangre del cuerpo del alma. Mana
de atroces heridas, mana de la comisura de las bocas, y las familias, los Si Buñuel intriga a Eisenstein, debe ser a través de Freud. Complejo de
vigilantes, los desocupados no piensan en ocultarla. la mano, de la puerta. Su film debe sorprender a un ruso como si fuese el
Esa parte inefable, ese fantasma del despertar de los condenados a colmo de la ostentación individual: una llaga que se exhibe, las posaderas
muerte, es lo que la pantalla nos muestra como objetos sobre una mesa. de Juan Jacobo, un legajo policíaco, una ficha de reacción Wassermann.
Sería necesario un Heinrich Heine para contar los crímenes de la Buñuel podría responder que EL ACORAZADO POTEMKIN es un film
damisela regordeta, el papel en que el corazón de Batcheff deja de latir documental y que documenta sobre Eisenstein, puesto que por su film la
varias veces en casas de la Muette, en habitaciones Luis XVI malditas, en masa se encarna en un solo hombre, que la expresa y que se expresa él
salas de estudio, en claros de bosque de duelos. simultáneamente.
Quisiera uno saber explicar cuando estaba él de pie (Batcheff) en no sé Se documenta siempre, y toda obra es una obra circunstancial.
qué (aquello no era ya una habitación)… ¿en la desesperación?, y tenía la Imposible salir de eso. Pero hay que confesar que uno de los numerosos
boca tapiada, y cuando, sobre la piel que tapiaba la boca, venía a colocarse éxitos de EL ACORAZADO POTEMKIN es el no parecer que ha sido tomado por
la axila de la joven, y la joven le sacaba, le sacaba, le sacaba la lengua y lo nadie, ni actuado por nadie.
dejaba allí plantado, y salía dando un portazo, y el viento agitaba sus
mechones y su echarpe, y ella guiñaba los ojos, y aparecía la orilla del mar.
Sólo Buñuel puede provocar en sus personajes esos minutos de
paroxismo en el dolor, en los que resulta natural y como fatal ver a un
hombre de frac arar un salón Luis XVI.
(1930), LA EDAD DE ORO, la primera obra muestra antiplástica. La única
sombra de reproche: en Buñuel, la fuerza aparece siempre acompañada de
sus atributos convencionales.
¡Pero es igual! He aquí, indudablemente, el estudio más exacto que
puede hacerse de las costumbres del hombre por un ser que nos dominase,
como dominamos nosotros a las hormigas.
Film revelador. Es inútil entenderse sobre lo que fuere con personas
capaces de reír en los episodios de la vaca y del director de orquesta.
EL ACORAZADO POTEMKIN, de Eisenstein, ilustra esta frase de Goethe: Lo
contrario de la realidad para lograr el colmo de la verdad.
Para un Dreyer, la técnica de Buñuel debe ser mediocre, como si en
1912 un pintor hubiera exigido que Picasso copiase el papel de periódico
imitándolo pictóricamente en vez de pegar papel de periódico.
(1930). He conocido a Eisenstein. Estaba yo en lo cierto. Él inventó la
escalera de los asesinatos a última hora. Esta escalera pertenece ya a la
Historia rusa. Alejandro Dumas, Michelet, Eisenstein, los únicos
verdaderos historiadores.
Los hechos trágicos adquieren la fuerza de esos cuentitos obscenos,
anécdotas anónimas, que se perfeccionan de boca en boca y acaban por
convertirse en cuentos-tipos de una raza. Chistes judíos, chistes marselleses.
Carta de Columbia.— Si, después de mi convalecencia, grabo poemas,
procuraré que no hagan una fotografía mí voz. Un problema más que se
plantea. Resolverlo, abriría la puerta a posibilidades asombrosas de discos
convertidos en objetos auditivos, en vez de ser simples fotografías para el
oído.
Colocación improvisada de las palabras, vena de la emoción, hallazgo
fortuito de palabras graves y de una orquesta de dancing, azar al que han
levantado una estatua; en resumen, un medio de atrapar la suerte en el lazo,
de crear lo definitivo, medio completamente nuevo, absolutamente
imposible cuando había que pagar cada noche con su persona.
Evitar los poemas del estilo de PLAIN-CHANT[24], elegir los poemas de
ÓPERA[25], los únicos que son lo bastante duros para poder prescindir del
gesto, del rostro, del fluido humano, para sostenerse junto a una trompeta,
un saxofón o un tambor negros.
Hablar bajo pegado al micrófono. Ponerse el micrófono contra el cuello.
Supongo que así, cualquier voz agradable superaría a Chaliapin, a Caruso.
Regrabar discos. Cambios de velocidad normalizados de nuevo. Voces
celestes.
Conviene que la voz no se parezca a mi voz, que la máquina emplee una
voz propia, nueva, dura, desconocida, fabricada en colaboración con ella.
EL BUSTO, por ejemplo, declamado, clamado por una máquina como por
la máscara antigua, por la antigüedad.
No adorar ya las máquinas ni utilizarlas como mano de obra. Colaborar
con ellas.
ocho, ocho, ocho, cifra que tiene alas,
El capitán holandés Vosterloch descubre en la Tierra del Fuego unos ocho, ocho, ocho, dicen los pájaros.
indígenas de color azulenco, que se comunicaban por medio de esponjas El mozo del Hotel de la Poste, en Montargis, llevado graciosamente por
capaces de retener «el sonido y la voz articulada». los pájaros, (¡ocho, ocho, ocho, los saleros! Ocho, ocho, ocho, el regado
«De modo que cuando quieren transmitir algo o conferenciar desde entre las cajas verdes de los que dibujan en la acera, ¡ocho, ocho!), sabía
lejos hablan de cerca a una de esas esponjas, y luego las envían a sus volar sin el menor retruécano, sin el menor aparato.
amigos, los cuales, al recibirlas, las aprietan muy suavemente y hacen salir LA PATRONA: Anselmo, vuela, pues un poco para hacerle ver a Monsieur
de ellas palabras como agua, y se enteran por este admirable procedimiento Cocteau.
de todo lo que sus amigos desean».
Correo Verdadero Anoto textualmente los absurdos transparentes del medio sueño matinal.
(Abril de 1632).
He tenido esta noche mi primer sueño, largo, coloreado, después de la
Piensa uno en la planta descubierta por Fogar en el fondo del agua cura, con masas y atmósfera general. Intoxicado, recordaba yo un fantasma
(IMPRESIONES DE ÁFRICA), que conservaba las imágenes. de guión del sueño, el marco que llenaba. Hoy recuerdo casi todo el sueño,
poblado de personajes auténticos y de personajes ficticios, diálogos muy
¡Con qué gusto aplaudiría uno a Stravinsky sobre las mejillas de los plausibles con mujeres a las que no conozco, pero que debiera conocer. Allí
vecinos! estaba Mary Garden.
A propósito de un itinerario y de un film inspirado en EL DIABLO EN EL
Si os extraña que una persona se muestre superior a lo que debiera ser CUERPO, ese sueño se relacionaba con un episodio, tomado no de la realidad,
por su educación, por su formación, por su ambiente o por sus amigos, es
sino de otro sueño antiguo, que recordaba yo haber tenido en el momento
probable que esa persona fume.
en que soñaba el episodio. Tomé entonces mi sueño por una realidad
Se dedican a hacerme sudar día y noche. El opio se venga. No le gusta predicha por un sueño.
que transpiren sus secretos.
Los episodios de los sueños, en vez de fundirse sobre una pantalla
Frase de un sueño: Dad a esta caja de bombones una vuelta de favor. nocturna y de evaporarse prontamente, vetean hondamente, como el ágata,
los parajes turbios de nuestro cuerpo. Existe una formación por el sueño. Se
Esta mañana los pájaros se alegran. Había yo olvidado la mañana, los superpone a cualquier otra. Se puede decir de una persona formada para
pájaros, siempre por el sueño, que ha cursado sus inhumanidades a fondo. Tanto más
ocho, ocho, ocho, cuanto que los sueños clásicos, los primeros sueños que visitan la infancia,
ocho, ocho, ocho, lejos de ser ingenuos, son atridas y se nutren de tragedia.
ocho, ocho, ocho, baratija de las jaulas,
ocho, ocho, ocho, volados del soto, Los gags del film norteamericano. Montaje de los films. El sueño, en
ocho, ocho, ocho, rulos de las tijeras; vez de proyectar sus gags atroces, monta en nosotros el film y nos lo deja.
ocho, ocho, ocho, circuito de golondrinas, Luego lo gags pueden servir para otros montajes.
Lengua viva del sueño, lengua muerta del despertar… Hay que
interpretar, traducir.
Pregunto a los discípulos de Freud el sentido de un sueño que he tenido
desde los diez años, varías veces por semana. Este sueño ha cesado en
1912.
Mi padre, que había muerto ya, no había muerto en mi sueño. Se había
convertido en un papagayo del «Pré-Catelan», uno de esos papagayos cuya
algarabía ha permanecido para mí unida siempre al sabor de la leche
espumosa. Durante ese sueño, mi madre y yo íbamos a sentarnos ante una
de las mesas de la granja del «Pré-Catelan», que mezclaba varias granjas
con la terraza de las cacatúas del Jardín de Aclimatación. Yo sabía que mi
madre sabía y no sabía que yo sabía, y adivinaba que ella buscaba en cuál
de aquellas aves se había convertido mi padre, y por qué se había
convertido en aquello. Me despertaba llorando a causa de su cara, que
intentaba sonreír.
Con frecuencia hay jóvenes extranjeros que escriben a los poetas
disculpándose por leerlos tan mal y por saber tan mal nuestra lengua. Soy
yo el que me disculpo por escribir una lengua en vez de trazar simples
signos capaces de provocar el amor.
Un escándalo en Roma. —Tesoros de Pío y vuelos de pájaros. —Más
niños raptados por los ángeles. —Los ángeles, ladrones de niños. —Los
poetas abusan de los ángeles. —Se acusa a los pájaros de ligereza—.
Leonardo y Paolo di Dono declaran.
Sólo un pájaro podía permitirse pintar LA PROFANACIÓN DE LA HOSTIA.
Sólo un pájaro era lo bastante puro, lo bastante egoísta, lo bastante cruel.
Carta de Corot: «He experimentado esta mañana un placer
extraordinario al ver de nuevo un cuadrito mío. No había nada en él; pero
era encantador y estaba como pintado por un pájaro».
Guillaume Apollinaire, herido, destinado entonces el Ministerio de
Colonias, en un salón lleno de fetiches, me escribía una carta que terminaba
así:
Nous parlerons de vos projets
De l’Europe ou bien de l’Asie
Et de tous les dieux, nos sujets,
A nous rois de la poésie[26].
Y que él coronaba con un estandarte que llevaba esta divisa: El pájaro
canta con sus dedos.
Y este pasaje de LOCUS SOLUS:
«Una tenue humareda, engendrada por el cerebro del durmiente,
mostraba, a manera de sueño, once jóvenes doblándose a medias bajo el
influjo de un espanto inspirado por cierta bola aérea casi diáfana, que,
pareciendo servir de blanco al vuelo dominador de una blanca paloma,
marcaba sobre el suelo una sombra ligera que envolvía a un pájaro
muerto»[27].
Los ladrones de niños
Un poeta podría reprochárselo a Él como una concesión.
RECUERDO DEL MÁS DE FOURQUES.— Con un gesto español, el pavo real
cierra su abanico. Abandona el teatro con su mirada cruel, su cara A propósito de los estudios sobre los dialectos salvajes, me es grato
esmaltada, su collar de perro, su corpiño de esmeraldas, su penacho. Su cola imaginar una traducción de Proust en salvaje, en la que una sola palabra
de corte arrebata los ojos atónitos de la multitud. Inclinado al borde de la designase la envidia, que consiste en esto…, o la que consiste en aquello…
escalinata, llama vanidosamente a su chofer. Se verían páginas reducidas a una línea, y Swe, por ejemplo, significaría
QUIEN PAGA SUS DEUDAS.— En esta época ingrata me gustaría escribir un POR EL CAMINO DE SWANN.
libro de gracias. Entre otras pruebas de amistad de Gide, la que me ha dado
reformando mi letra. Yo me había creado, por esa estupidez de la juventud He comprobado que el sistema de no recibir recortes de periódicos
extrema, una letra especial. sobre nuestras obras, de contar únicamente con el azar para ponernos en
Esa falsa letra, reveladora para un grafólogo, me falseaba hasta el alma. contacto con los artículos importantes, nos hacía cometer grandes
Cerraba yo con un pequeño rulo el gran rulo de mis J. mayúsculas. Un día, descortesías. Pero como no hay ni sombra de cortesía en los artículos que
saliendo conmigo de mi casa, Gide me dijo en la puerta, dominando su importan, y sus autores no quieren ser leídos por el artista del que hablan, y
azoramiento: «Le aconsejo que simplifique sus jotas». al que tratan, por lo demás, como si hubiese muerto, nuestra descortesía nos
Empezaba yo a comprender la gloría lamentable que se funda en la priva solamente de los artículos superficiales, pero nunca de estudios serios.
juventud y en el brío. La operación de ese rulo me salvó. Me esforcé en
Importancia inexplicable de la poesía. La poesía considerada como
recordar mi letra verdadera, y con ayuda de ella, recuperé la espontaneidad
álgebra.
que había perdido.
Al principio, no atrae más que a las almas más duras, a las almas que
Desconfiad de vuestra letra, cerrad vuestras letras, unidlas entre sí; no debieran despreciarla como un lujo; el peor de todos.
hagáis una t que pueda tomarse por una d. Sí me probasen que me condenaba a muerte sí no quemaba EL ÁNGEL
El colmo de la inelegancia: tener una firma ilegible. HEURTEBISE[28], quizá lo quemara.
Si me probasen que me condenaba a muerte si no añadía o si no
Un día que escribía yo una dirección en casa de Picasso, me miró éste y suprimía una sílaba del poema, no podría tocarlo, me negaría a ello,
dijo con una sonrisa especial: «¡Ah! ¿Tú también?». Yo estaba ligando, moriría.
después de trazadas, las letras del nombre que acababa de escribir. Picasso
lo sabe todo; como es natural, sabía también eso.
Un escritor desarrolla los músculos de su espíritu. Este entrenamiento
no permite ocios deportivos. Requiere sufrimientos, caídas, perezas,
flaquezas, fracasos, fatigas, penas, insomnios, ejercicios opuestos a los que
desarrollan el cuerpo.
Error del éxito del diablo en los intelectuales. ¡Dios y los simples!
Ahora, bien: sin el diablo Dios no hubiera llegado nunca hasta el gran
público.
(El príncipe, de resultas de aquello, debió creer que yo había bromeado,
Cuando veo a todos los artistas que se jactaban de despreciar a la buena para justificar la frase del embajador).
sociedad porque no eran aún admitidos en ella, caer en el snobismo pasada Desde aquel día envié varias cartas rogando que me tachasen de las
la cuarentena, me felicito por haber tenido la suerte de frecuentar la vida de listas y ahorqué mi frac.
sociedad a los dieciséis años y de haberme hartado de ella a los veinticinco.
En favor del opio. El opio antimundano. Excepto en algunas personas
activas y de una salud desbordante, el opio suprime toda mundanidad.
Recuerdo con toda precisión (no fumaba todavía) la noche en que decidí
no volver a salir más y en que tuve la prueba de que los artistas mundanos
pierden categoría.
Era en la Embajada de Inglaterra. La embajadora daba una recepción en
honor del príncipe de Gales.
El pobre príncipe, de uniforme y con botas de montar, enrojecía, bailaba
la danza del oso sobre una pierna y sobre otra, palpaba su correaje, bajaba
la cabeza, solo, bajo una de las arañas, en el centro de un amplio estanque
de parque reluciente. La multitud de invitados, de pie, se apretaba hasta
cierta línea ideal, y las personas presentadas cruzaban el espacio encerado.
Las damas se zambullían hacia él y volvían; eran escasos los hombres
presentados.
De pronto, el embajador, lord D.…, se acercó a mí, me tomó del cuello,
me arrastró más muerto que vivo, y me arrojó ante el príncipe como se
arroja un hueso a un perro, con estas palabras: «Aquí tiene usted a uno que
lo divertirá».
Confieso que tengo la réplica tardía. Generalmente, encuentro mis
respuestas demasiado tarde y me consumo. En aquella ocasión, los reflejos
de réplica funcionaron a las mil maravillas. El príncipe me contemplaba en
el colmo del azoramiento. LO INTERROGUÉ. Era, sin duda, la primera vez que
lo interrogaban. Contestó, con cara estupefacta, suave como un cordero.
Al día siguiente, Reginald Bridgeman, secretario particular de lord D.
…, y que fue luego líder de los laboristas, me contó que toda la Embajada
se preguntaba por qué había interrogado yo al príncipe. «Explícales, le dije,
que después de la grosería del embajador, no me quedaba más recurso que
interrogar al príncipe para hacerle comprender que trataba con un igual[29]».
X.… rechaza una condecoración. ¿De qué sirve rechazar si la obra
acepta? La única cosa de que puede uno enorgullecerse es de haber hecho
su obra de tal modo, que nadie pueda pensar en concedernos una
recompensa oficial por nuestro trabajo.
Muchas modas sorprendentes del traje han surgido porque un hombre o
una mujer ilustres tenían que ocultar alguna deformidad.
La carta anónima es un género epistolar. Yo no he recibido más que una
y estaba firmada.
Los artistas, las revistas, descubren en 1929, las fotografías tomadas por
debajo, por encima, al revés, que nos encantaban y que nos sirvieron en
1914.
Los anuncios, los escaparates, las publicaciones de lujo emplean en gran
escala todo lo que hacía que el desorden de un cuarto como el mío, de la
calle d’Anjou, fuese fabuloso en 1916. Yo no me daba cuenta de ello, Leía
los artículos sobre ese cuarto, con sorpresa. Encontraba aquel desorden
desesperante y normal.
Es curioso ver al mundillo que cree marcar la pauta, imaginarse aún que
las épocas triunfan. «¡Uf!, dice el snob de 1929, por fin puede uno
fotografiar unas tablas viejas y poner debajo: Nueva York; o un farol y
poner debajo: Estudio de desnudo, o mostrar emparejados un suplicio chino
y un partido de fútbol. Al fin hemos triunfado. No sin trabajo. ¡Viva el taller
fotográfico!», sin comprender que esas diversiones privadas son del
dominio público y que se preparan otras, a escondidas.
Se forja una leyenda en torno a los poetas que viven en una casa de
cristal. Si se esconden, si viven en una cueva desconocida, el público
piensa: «Te escondes, quieres hacernos creer que hay algo donde no hay
Oreste nada».
Por el contrario, si mira la casa de cristal, el público piensa: «Tus gestos un sueño! ¡Era un sueño únicamente!», y, por lo tanto, de un individualismo
demasiado sencillos ocultan algo. Nos engañas. Te burlas», y cada cual inofensivo.
piensa a adivinar, a deformar, a interpretar, a buscar, a encontrar, a
simbolizar, a mistificar. He vivido tan apasionadamente, tan ciegamente cada una de mis épocas,
Las personas que se acercan a mí y descubren el pastel, me que me ocurre a veces olvidarme por completo de alguno de ellos. Un
compadecen, se indignan; no conocen las ventajas de una leyenda absurda: objeto, una persona que lo marcaron, se desprenden de mi memoria sin
cuando me queman, queman un maniquí que ni siquiera se parece a mí. Una atadura alguna. ¿De dónde es ese objeto? ¿De dónde esa persona? Busco.
mala fama debe ser mantenida con más amor y más lujo que una bailarina. No encuentro. El decorado ha desaparecido.
Aclaro así la bella frase que me escribía Max Jacob: No debe uno ser No hablo de los grandes actores ni de los grandes decorados del drama.
conocido por lo que hace.
La gloría en vida no debe servir más que para una cosa: para permitir
que, después de nuestra muerte, debute nuestra obra con un nombre.
Porque he autorizado a Luis Moyses, que merece todas las ayudas, a
adoptar, como fetiches, para sus muestras, títulos de obras mías, la gente
cree que regenteo bares, que mis costumbres y mi salud no me permiten
siquiera visitar. He estado en Le Grand Ecart una mañana y no conozco LES
ENFANTS TERRIBLES más que por fotografías. Lo cual no obsta para que los
noctámbulos me reconozcan en ellos y la policía inscriba en sus fichas:
propietario del BOEUF SUR LE TOIT, poeta en ratos libres (sic). ¡Dulce
Francia! Y pensar que en el extranjero me mimarían en todas partes, me
darían alojamiento, me colmarían de atenciones. Mi pereza, estilo noble: mi
patriotismo prefiere la ingrata Francia. Verdad es que París es una de las
pocas capitales donde no se intenta aún acabar con la nicotina. Uno de mis
amigos vivía en Berlín en el hotel ADLON. Por la noche, en el restaurante,
un individuo encantador le pidió fuego. —¿Está usted en el hotel ADLON?
—Sí, ¿cómo lo sabe usted? —Soy el encargado del ascensor.
En aquel momento, añadía mí amigo, no sentí ya más que el vacío. Éste
es el resultado de un país que quiere acabar con la nicotina. Ya no quedaban
ante mí mesa ni hombre, ni mujer, ni encargado del ascensor: sólo el vacío.
Pronto habrán acabado con el genio en el arte, considerándolo como
nicotina. Es poco más o menos el caso de Rusia, donde el último recurso de
un Eisenstein será achacar sus hallazgos cinematográficos al sueño. «¡Era
Teste no es Valery
Monsieur Teste querría explorar la isla desierta que habito desde mi
nacimiento y de la que no puedo salir.
A veces llega hasta el borde y vaga por allí y trata de vencer el sueño
mortal que vuelcan los primeros árboles. Es el momento, después de la
cena, en que Madame Teste lo ve alejarse sentado, sin dejar en el sillón más
que una gran masa vacía que fuma.
Si yo me aventurara, podría, yo, hombre del medio, divisarlo de lejos,
apoyado contra un árbol semejante a su columna de Ópera. Pero abandonar
el medio de la isla me atemoriza, y luego, ¿para qué? Su orgullo no se
rebajaría jamás a interrogar a los indígenas. Por otra parte, yo hablo otro
lenguaje. Además, conozco mal esta isla. Estoy acostumbrado a ella. La
sufro. Me sería necesario el nexo de un turista, de un Teste y un Teste no
penetra allí.
(Octubre 1929).
Como la experiencia no dio un gran resultado, comprendí que en aquella
Actos gratuitos época mi estatura era reducida y que mi mano llegaba ahora más arriba y no
encontraba los mismos salientes. Repetí la maniobra.
Gracias a una simple diferencia de nivel, y por un fenómeno análogo al
Lafcadio cree matar gratuitamente. En realidad tira por la portezuela lo
del roce de la púa sobre las asperezas de un disco, obtuve la música del
que siempre ha arrojado por la ventana, el tipo que su tipo expulsa, que no
recuerdo y volví a encontrarlo todo: mi capa, el cuero de mi cartera, el
puede admitir sin pena de muerte.
nombre del condiscípulo que me acompañaba y los de nuestros profesores,
Lafcadio vaciando a F…, es como si se mirara en el vidrio del vagón, se
ciertas frases exactas que yo había dicho, la cubierta jaspeada de mi
apretara el ala de la nariz entre las uñas, hiciera salir la grasa muerta. Yo lo
cuadernito de deberes, el timbre de voz de mi abuelo, el olor de su barba,
imagino después de este acto de higiene, de coquetería (el asesinato),
las telas de los vestidos de mi hermana y de mamá, que recibían los martes.
tranquilizándose, tapándose, desempolvando de un papirotazo la solapa de
su traje nuevo (1930). Me pregunto cómo hay gente que pueda escribir la vida de los poetas,
El opio tiene un buen aguante. Después de una desintoxicación vuelvo a ya que los poetas mismos no podrían escribir su propia vida. Hay
encontrar miserias que yo le atribuía y que él atenuaba; recuerdo que me demasiados misterios, demasiadas verdaderas mentiras, demasiada
torturaban las mismas miserias, en otro tiempo, cuando yo no lo conocía, confusión.
(1930). ¿Qué decir de las amistades apasionadas que hay que confundir con el
amor y que son otra cosa sin embargo, límites del amor y de la amistad, de
Un día, al dirigirme a la calle Henner y pasar por la de La Bruyère,
esa zona del corazón en que intervienen sentidos desconocidos y que no
donde he vivido mi juventud en el 45, hotel en el que mis abuelos ocupaban
pueden comprender los que viven en serie?
el primer piso y nosotros el entresuelo (el bajo, formado por las cocheras y Las fechas se confunden, los años se embrollan. La nieve se derrite, los
el vestíbulo, no comprendía más que una sala de estudio que daba al patio, pies vuelan; no quedan huellas.
sobre los árboles del jardín Pleyel), decidí dominar la angustia que,
generalmente, me hacía correr por aquella calle, como sordo y ciego. La El espacio desempeña un poco el papel del tiempo. Es ya una
puerta cochera del 45 estaba entreabierta; penetré bajo la bóveda. Miraba yo perspectiva. Un extranjero, que juzga nuestro carácter por nuestra obra, nos
sorprendido los árboles del patio donde pasaba el verano entre mi bicicleta juzga mejor que los que nos rodean, que juzgan nuestra obra por nosotros.
y la decoración guiñolesca, cuando una portera desconfiada se asomó por
una claraboya alta, condenada en otro tiempo, y me preguntó qué hacía allí. Sueño con poder escribir un EDIPO Y LA ESFINGE, una especie de
Al contestarle que había entrado para echar un vistazo a mi casa de la niñez, prólogo tragicómico al EDIPO REY, precedido éste, a su vez, de una gran
replicó: «Me extraña mucho», desapareció de la claraboya, vino a mi farsa con soldados, un espectro, el empresario y una espectadora.
encuentro por el vestíbulo, me examinó, no se dejó convencer por ninguna Representación que vaya desde la farsa al colmo de lo trágico, cortada
prueba, me echó casi y cerró de un golpe la puerta cochera, levantando con por mis discos y por un cuadro vivo: Las nupcias de Edipo y de Yocasta o
aquel ruido de cañoneo lejano una multitud de recuerdos nuevos. La peste en Tebas.
Después de aquel fracaso, se me ocurrió recorrer mi calle desde la calle
Blanche hasta el 45, cerrando los ojos y dejando arrastrar mi mano derecha
sobre las casas y sobre los faroles como hacía siempre al volver de clase.
Los niños terribles
un teatro como otro cualquiera, mejor atendido que otros, con un marco
Seis semanas después de la supresión dorado que favorece y un público más ávido de sentimiento que de
sensaciones, su escenario sigue siendo el único en que puede situarse un
acto.
Desde hace ocho días vuelvo a tener buena cara y a recuperar la fuerza
La gente del bulevar ha cambiado de sitio. Ahora se encuentra en los
de mis piernas. (Jouhandeau me hace observar una cosa exacta: mis manos
teatros llamados de vanguardia. El público busca allí audacias excitantes y
tienen todavía mala cara). Ahora bien, noto que, desde hace ocho días, no
el éxito no les deja a los directores ni variar ni probar obras.
puedo ya escribir sobre el opio. Ya no necesito hacerlo. El problema del
El antiguo teatro de vanguardia ha sido sustituido por los talleres del
opio se aleja. Tendría que inventar.
cine que destronó al antiguo bulevar. Los dramaturgos supervivientes de ese
De modo que yo eliminaba por la tinta e incluso, después de las
antiguo bulevar intentar rejuvenecer sus fórmulas.
eliminaciones oficiales, efectuábase una eliminación oficiosa cuyo escape
En resumen, como los teatros jóvenes están atestados, como el público
tomaba cuerpo, por mi propósito de escribir y de dibujar. Dibujos o notas a
de esos teatros lo espera todo, menos lo nuevo que, anticuando la moda, no
los que no concedía más que un valor de franqueza y que me parecían un
parece de moda, y como París rechaza el sistema que consiste, en Alemania,
derivado, una disciplina de los nervios, se convierten en el gráfico fiel de la
en dar una hora de teatro después del teatro, no queda más que la Comedia
última etapa. El sudor, la bilis, preceden a alguna sustancia especial que se
Francesa que sea capaz de intercalar en medio de la representación esas
hubiera disuelto sin dejar más huellas que una gran depresión, si una
obras cortas, que la costumbre obliga a los demás teatros a sacrificar en la
lapicera no la hubiese canalizado, prestándole volumen y contorno. primera parte del espectáculo.
Esperar, para tomar esas notas, a una etapa de calma, era intentar revivir
un estado inconcebible en cuanto el organismo no se reconoce ya. Como
nunca he concedido la menor importancia al decorado, y como yo empleaba
el opio en calidad de medicina, no he sufrido al ver desaparecer mi bandeja.
A lo que uno renuncia, es letra muerta para los que creen que el decorado
desempeña un papel. Deseo que este reportaje ocupe su puesto entre los
folletos médicos y la literatura del opio. Ojalá pueda servir de guía a los
novatos que no reconocen, bajo la lentitud del opio, una de las formas más
peligrosas de la velocidad.
Primera salida en auto. He ido a leer La voz humana al comité de lectura
de la Comedia Francesa. Habitacioncita oscura, llena de cuadros que
representan a Racine, a Molière, a Rachel. Alfombra verde. Lámpara de
juzgado de instrucción. Los sociétaires escuchan en las posturas de algún
lienzo célebre: «Lectura de X.… por Z…». El administrador, frente a mí.
Detrás de él, un burgrave de barba blanca.
«¿Por qué entrega usted una obra a la Comedia Francesa?». Me hacen
esta pregunta sin cesar. Es absurda. Además de que la Comedia Francesa es
Muerte del teatro por el film hablado, y, por lo tanto, renacimiento del
verdadero teatro.
Ese teatro que parecía demasiado singular, demasiado excepcional para
vivir, sobrevivirá únicamente porque nada podría ocupar su puesto. Toda
forma pura es insustituible. Insustituibles los relieves, los colores, el
prestigio de la carne humana, la mezcla de lo verdadero y de lo falso.
El teatro de bulevar se convertirá en el film hablado, perfeccionado. El
acto, el acto rápido, ágil, recio, ¿dónde colocar ese acto sino en la Comedia
Francesa, que conserva restos de una época en que las fiestas, los ballets
regios, permitían el espectáculo corto?
El acto recobrará su puesto entre un film clásico de Chaplin y un film
hablado. Esa especie de programa que comprendería además los mejores
números de music-hall, será el origen de la futura Comedia Francesa. Y ese
teatro, yo lo aconsejo en un barrio capaz de suministrar una base de público,
un público de barrio al que vendrá a agregarse el público de los snobs y de
los aficionados (Montparnasse). Añadiré que tendría que ser sencillo, en
estilo rojo y oro, con una iluminación modelo y jóvenes maquinistas, que
valen por todos los ascensores y por todos los escenarios giratorios del
mundo.
Mi infancia: los Julio Verne rojos con cantos dorados, Robert Houndin,
los bustos, las ceras, los caballitos de feria.
Comedia Francesa. Los bustos, las balaustradas, los candelabros, el
terciopelo, los tapices, el escenario: ¡maravilla! Espada de fuego que separa
el mundo ficticio del nuestro, y el telón solemne que sólo debiera alzarse
sobre cuartos del crimen, sobre grupos históricos del Museo Grévin, sobre
las farsas crueles de Molière, sobre la fatalidad de los Atridas.
LA VOZ HUMANA, acto inestético, acto de presencia contra los estetas,
contra los snobs, contra los jóvenes (los peores snobs), capaz de emocionar
únicamente a los que no esperan nada ni prejuzgan.
Hacer que los demás digan: «Eso no es Cocteau. ¿Por qué habrá escrito
eso? Fulano podría haberlo hecho tan bien e incluso mejor, porque es más
hábil».
Reunirse con el verdadero público que no se encuentra más que en la unidad, de estatismo, una contradicción completa a las síncopas del jazz y
Comedia Francesa y en Bobino. Grandes éxitos de taquilla. Llenos. del cine actuales.
Llamadas a escena. No hay que molestar al gran público sino a la élite;
conseguir un escándalo trivial, entrar en el repertorio, sostenerse en el arte. Mi próxima obra será un film.
El error sería lograr en 1930 un escándalo como el de PARADE en 1917 y
retirarse del cartel. Hacer decir: ¡es un Bataille!, a la gente que toma un paisaje de Corot
por un paisaje de Harpignies.
Hacer decir: ¡es un Bataille!, a la gente que toma un paisaje de Corot
por un paisaje de Harpignies. Abril 1930. Yo deseaba responder a las críticas, aprovechar la falta de
Quizá la idea de un solo personaje en escena proceda de mi infancia. amargura, apoyarme en el éxito de una obra hecha para el éxito. Tristan
Veía yo marchar a mi madre vestida de noche, a la Comedia Francesa. Bernard me telefonea: Compra LE JOURNAL. En primera página responde en
Mounet-Sully representaba LA HUELGA DE LOS HERREROS después de EL mi lugar, me evita esta falta de gusto.
ENIGMA, de Paul Hervieu. Representaba ese monólogo, rodeado de una
… Una pieza como el acto de Jean Cocteau, LA VOZ HUMANA ha
compañía de sociétaires: jueces, jurados, gendarmes. Soñaba yo con ese asustado mucho a nuestros buenos jueces. Y, no obstante, estaban dóciles,
teatro, que no creía tan semejante al Guiñol, por sus dorados y su función. más bien con buena disposición, listos a seguir al autor en la dirección en
Me preguntaba cómo podía hacer una obra un solo actor. que esperaban que se comprometiera. Ahora bien, bruscamente, éste los
pone en falta. Su acto, simple y profundo, muestra una verdad que uno no
El principio de novedad resulta dificilísimo de reconocer cuando una esperaba, a la que no estábamos acostumbrados, una verdad virgen. Los
época nos obliga a despojarlo de sus atributos habituales de singularidad. expertos se han detenido ante el fulgor desconcertante de esta pieza de oro
que parecía no tener curso porque no había rodado bastante.
Tan sencillo es ponerse al mismo nivel del público con un cambio de
frente bastante feo, como difícil conseguir que la curva de nuestra obra nos
lleve a ese punto ideal de contacto en que trabajan siempre los Shakespeare,
los Charlie Chaplin.
Ya se empieza a ver lo que constituirá la parte ridícula de 1930. Así
como 1900 sigue siendo la época del pirograbado, del estilo modernista, del
Palais de Glace, del vals lento, del cake-walk; 1930 será la época de los
contrastes, contrastes a lo Hugo, a lo Balzac. Todos esos contrastes de ideas
surgen del contraste de las formas: cubo y bola.
Soy incapaz de escribir una obra y de montarla en pro o en contra de
alguna cosa; pero me felicito de que un instinto de rebeldía, el espíritu de
contradicción que existe en el poeta, me hayan inspirado una obra de
Ahora, he leído tantas veces, me han dicho tantas veces: «Esa bola
Dulce Francia contenía una piedra», que ya dudo. El amor hace presciente; ¿habría
adivinado, Gerardo, la verdad?
Yo no sabía que el libro empezaba por una bola blanca y terminaba en
Los autores dramáticos cobran en la Sociedad de Autores en relación al
una bola negra, ni que Dargelos era el que enviaba las dos. Aire
número de actos de sus piezas.
premeditado de los equilibrios instintivos.
Registraba yo LA VOZ HUMANA:
Frecuentemente, personas a quienes parece gustar LES ENFANTS
La dactilógrafa: Comedía Francesa… ¿cantidad de actos? TERRIBLES, me dicen: «Menos las últimas páginas». Pues bien, las últimas
Yo: Uno solo. Lo lamento.
páginas se han grabado al principio, una noche, en mi cabeza. Yo no
La dactilógrafa: ¡Eso de todos modos, os pone un pie en la casa!
respiraba ya, no me movía, no tomaba notas. Me sentía indeciso entre el
LES ENFANTS TERRIBLES ha sido escrito bajo la obsesión de Make Believe miedo a perderlas y el de tener que hacer un libro que fuese digno de ellas.
(SHOW BOAT); los que amen ese libro deben comprar ese disco y releerlo Poema que sirvió de puesta en marcha, después del regalo de las últimas
escuchándolo. páginas.
Curado, me siento vacío, pobre, asqueado, enfermo. Floto. Salgo pasado
mañana de la clínica. ¿Adónde ir? Hace tres semanas sentía como un
verdadero gozo, interrogaba a M.… sobre la altitud, sobre unos hotelitos en
la nieve. Iba a salir.
Era un libro el que iba a salir. Es un libro el que sale, el que va a salir,
como dicen los editores. No soy yo… Ya puedo morirme: a él le tiene sin
cuidado… La misma farsa se repite siempre y siempre se deja uno
embaucar por ella.
Era difícil prever un libro escrito en diecisiete días. Podía creer que se
trataba de mí.
El trabajo que me explotaba necesitaba el opio; necesitaba que dejase el
opio; soy su víctima una vez más. Y yo me preguntaba: ¿volveré a fumar?
Inútil adoptar un aire desenvuelto, querido poeta. Volveré a fumar si mi
trabajo quiere.
Y si el opio quiere.
La bola de nieve de Dargelos[30] era una bola de nieve durísima.
Le camarade[31]
Ce coup de poing en marbre était boule de neige,
Et cela lui étoila le coeur
Et cela étoilait la blouse du vainqueur,
Étoila le vainqueur noir que rien ne protège.
Il restait stupéfait, debout
Dans la guérite de solitude,
Jambes nues sous le gui, les noix d’or, le houx,
Étoilé comme le tableau noir de l’étude.
Ainsi partent souvent da collège
Ces coups de poing faisant cracher le sang,
Ces coups de poing durs des boules de neige,
Que donne la beauté vite au coeur en passant[32].
Saint-Cloud, febrero 1929.
Notas de 1929 y de 1930. Roquebrune.
Abandono Saint-Cloud
Notas
El destino del pajarero
[1] Las notas fechadas en 1930 fueron añadidas en las pruebas. (N. del A.) [2]El signo del héroe militar es la desobediencia, la falta de disciplina. (N.
<< del A.) <<
[3] Carta a lord Alfred Douglas, edición completa. (N. del A.) << [4] Una de las primeras obras de Cocteau (1918). (N. del T.) <<
[5]Es comprensible que lo maravilloso procedente de un orden que se altera [6]Retruécano intraducible, en el que Cocteau juega con el sentido de la
ligeramente se nos aparezca siempre sobre puntos sin gravedad. Esto frase L’ami Zamore de Madame du Barry (el amigo Zamora de Madame du
permite confundirlo con pequeñas coincidencias. (N. del A.) << Barry), cuya pronunciación puede sonar como La mise à mort de Madame
du Barry (la ejecución de Madame du Barry). (N. del T.) <<
[7]Residuo de la preparación del opio, que es el único que fuma la clase [8]Medida lineal que se tomó de la distancia que hay desde el codo a la
baja en Oriente. (N. del T.) << punta del dedo del medio, y que tenía unos 50 centímetros. (N. del T.) <<
[9]Epígrafe paradójico de Cocteau, jugando con el orden y el sentido [10]Novela de Cocteau. (Thomas l’imposteur. Histore. 1923. Edit. N. R. F.)
habitual de desseins = designios y dessins = dibujos, contrapuestos aquí y (N. del T.) <<
que suenan en francés casi lo mismo. (N. del T.) <<
[11]
Cocteau se refiere a personajes de su célebre novela Los niños terribles [12]
Consúltese el Libro del Humo, de Luis Laloy, la única bella obra
(Les enfants terribles). (N. del T.) << moderna sobre el opio. (N. del A.) <<
[13]Juego de palabras de Cocteau sobre en soi (en sí) y en soie (de seda). [14]Les enfants terribles, nacidos en diecisiete días, con faltas de estilo, de
(N. del T.) << ortografía, y que no me atrevo a tocar. (N. del A.) <<
[15]«Para cubrirme con pieles de muaré — sin verter la tinta negra de sus [16]«Era en el salón purpúreo de Larue — cuyo oro, de mal gusto, jamás se
grandes ojos — tal un silfo en el techo, tal un esquí sobre la nieve — Jean empañó. — La barba de un doctor, encanecida y tiesa, — repetía: mi
saltó sobre la mesa junto a Nijinsky». << presencia es quizás incongruente, — pero si no queda más que uno, ése seré
yo — y mi corazón sucumbía a los golpes de INDIANA». <<
[17]
«Cartero, lleva estas palabras y despréndete de ellas — al bulevar [18]«102, bulevar Haussmann ¡hala! — corre, cartero, a casa de Marcel
Haussmann, casa de Marcel Proust, 102». << Proust». <<
[19] «Cerca del antro donde volaba un día Froment-Meurice — y del [20] Título de la mejor novela de Alain Fournier. (N. del T.) <<
inefable Nadar…». <<
[21]Título de una de las dos novelas del admirable Raymond Radiguet, tan [22]Poeta y prosista, nacido en 1877. Autor de La Doublure (1896), La Vue
sutil y puro poeta como profundo y humano prosista. (1903-1923). (N. del (1903), Impressions d’Afrique (1910) y Locus Solus (1914). Escritor
T.) << fascinante y extraño, lleno de calma y de sutileza. (N. del T.) <<
[23](1930) HEBDOMEROS me da la razón. Chirico no ha leído a Roussel. [24]
Plain-Chant (Canto llano), obra de poesía de Cocteau (Edit. Stock,
Es un parecido de familia. << 1923). (N. del T.) <<
[25]Ópera (Obras poéticas, 1925-1927), de Cocteau (Editorial Stock, 1927). [26]Hablaremos de sus proyectos — de Europa o si no de Asía — y de
(N. del T.) << todos los dioses, los súbditos — de nosotros los reyes de la poesía. <<
[27]Conozco esculturas de Giacometti, tan sólidas y tan ligeras, que se diría [28]
L’ange heurtebise (poesía), obra de Cocteau. (Editorial Belle Edition,
nieve que conservase las huellas de un pájaro. (N. del A.) << 1925). (N. del T.) <<
[29] Un hombre. (N. del A.) << [30] Véase Les enfants terribles. (N. del T.) <<
[31]El Camarada, está grabado en una de las caras de un disco Columbia. [32]«Aquel puñetazo marmóreo era bola de nieve — y le estrelló el corazón
Se intercala también en la película La vida de un poeta, empezada en abril y — y estrelló la blusa del vencedor — estrelló al vencedor negro, al que
terminada en setiembre de 1930, (N. del A.) << nada protege. — Permanecía estupefacto, — de pie en la garita de soledad,
— desnudas las piernas bajo el muérdago, las nueces de oro, el acebo, —
estrellado como el pizarrón del estudio. — Así parten a veces del colegio —
esos puñetazos que hacen escupir sangre, — esos puñetazos duros de las
bolas de nieve, — que la belleza asesta, rápida, sobre el corazón, al pasar».
<<